Los Barbelitas
Por: Juan Sebastián Ohem
Sabrina regresó a su escritorio
y quedó petrificada. La noticia era increíble, Javier “Bardo” Morales había
muerto a las nueve y diez de la noche anterior. Lo había conocido sólo en un
par de ocasiones, pero se había llevado la impresión que el Bardo era cuidadoso
y metódico, sumamente precavido. Aunque Sabrina había sido iniciada hacía
apenas unos meses, sentía tristeza por el agente caído. Hasta ese momento la
iniciación de Sabrina había sido tranquila, casi platónica, sin violencia ni
repercusiones graves. La muerte del Bardo cambió todo eso. Más aún, su superior
le había ofrecido una oportunidad para probarse a sí misma. Frank Herrera,
quien le había comunicado las malas noticias, le ofrecía la oportunidad de
investigar junto con él. Tenía sentido, para eso había estado entrenando todo
ese tiempo, y además trabajaba para un detective privado. No era como en las
películas, Orlando Camacho, su patrón, no caminaba con gabardina y sombrero,
pero había aprendido mucho de él.
- ¿Sabrina?-
Orlando chascó los dedos frente a ella y se regresó al mundo real.- Llevo diez
minutos llamándote, ¿todo bien?
- Sí, claro,
todo bien…- Camacho era un moreno alto y grandote. Conservaba su entrenamiento
militar, rara vez se encorvaba y podía amenazar de muerte con una sola mirada.
Al mismo tiempo, era un hombre inseguro, quejumbroso pero de sangre ligera.
Hacían una buena pareja, el militar y la chica del pelo morado y la piel pálida.
- ¿Era
urgente? Porque saliste corriendo, ¿son malas noticias?- No podía decirle nada,
los invisibles eran invisibles por una muy buena razón, nadie hablaba. No con
familiares, ni amigos, ni gente del trabajo, si eras del círculo no podías
divulgar nada. Al mismo tiempo, la oferta de Frank era, aunque seductora, una
gran responsabilidad. Más importante aún, una responsabilidad que no quería
afrontar sola, quería contar con el respaldo de un detective profesional.
- Una oferta
trabajo, me gustaría que lo hiciéramos juntos.
- ¿De qué se
trata?
- El amigo de
un amigo se murió y me ofrecen asistir a la investigación. Espera un momento.-
Sabrina llamó al celular de Frank y le rogó que subiera a la oficina.- Quiero
presentarte a alguien. Su nombre es Frank Herrera.
- ¿Tu
psicólogo?
- Más o
menos. Vamos a tu oficina.- Herrera llegó en poco tiempo. Era un hombre de
mediana estatura, no más de 37 años y cabello negro recogido por atrás. Camacho
pensó que parecía un hippie, pero teniendo en cuenta que su asistente era una
chica extravagante, supuso que hacían la pareja perfecta. Herrera se sentó en
una de las sillas y encendió un cigarro.
- ¿Te
acuerdas cuando te dije que no podía venir los lunes, miércoles y jueves en la
tarde?
- Sí, por tu
psicólogo.- Frank estaba nervioso, pero Sabrina lo calmó con un gesto.
- No es
exactamente mi psicólogo. En esos días practico sexo tántrico con él.- Orlando
quedó boquiabierto, no sabía qué quería decir tántrico, pero sí sabía qué
quería decir sexo, y no le caía en gracia en lo más mínimo. No era que dedicara
tardes de trabajo a sus hobbies, Camacho siempre estaba dispuesto a consentirla
un poco, pero no le caía en gracia que tuviera sexo con el hippie.
- No creo que
lo pueda entender.- Intervino Frank.- No es nada romántico.
- Entiendo
mucho.- Se volteó a Sabrina para instarla a continuar.- ¿Qué tiene que ver las
asquerosidades que haces tres veces por semana con el fallecido?
- No, a lo
que voy es que Frank es parte de un grupo clandestino de guerrilleros
ontológicos, conocidos como los barbelitas.- La mejor opción, la única opción,
era ser abierta con él. Sin duda no lo entendería, pero al menos no le estaría
mintiendo.- Los barbelitas son parte de una facción más grande denominada sólo
como los invisibles. Hay una guerra fría contra la orden de la colmena, ellos
controlan el establishment, y si ganan la humanidad entera estará sometida.
Javier Morales era un soldado, uno excelente, y es mi oportunidad para subir de
nivel. Como podrás haber adivinado Frank me inició.
- Por
supuesto.- Dijo Camacho. Intuía que su asistente estaba un poco loca, pero no
tanto.
- Muy bien,
eso te sonó absurdo.
- ¿Porqué me
sonaría absurdo?
- Mira, si
quieres puedes verlo de esta forma: somos un grupo clandestino en guerra con
otro, los barbelitas contra la colmena. Un compañero se murió, ¿me podrías
ayudar por favor?
- Asumiré que
es en serio, porque te conozco y no harías bromas así, y te ayudaré en lo que
tú me digas, pero no puedo dejar que tu aventura psicotrópica arruine el
negocio.- Frank sacó un enorme rollo de dinero y lo puso en el escritorio.
- El dinero
no es problema.
- Mi
escepticismo tampoco.- Decidieron seguir a Frank hasta el departamento del
fallecido, Camacho aún escéptico y ambivalente, ¿serían narcotraficantes o un
juego infantil?- ¿Es como en Matrix? Digo, por lo que dijiste, ¿tú eres Neo y
él es Morpheus o cómo funciona?
- Matrix es
una sobre-simplificación. Hay varias facciones a lo largo del planeta, aquí en
Ciudad de México el territorio es disputado por al menos tres o cuatro grupos,
aunque el más fuerte es la colmena.
- ¿Grupos de
poder?
- Sí, haz de
cuenta que son grupos de poder.
- Si todo
esto es cierto, ¿no es peligroso que me lo digas?
- No, porque
un sueñonauta puede borrar tu memoria, disimular los eventos como sueños.
¿Alguna vez has tenido un sueño recurrente sobre eventos y personas que no
conoces? Ese fue un sueñonauta asegurándose que no recordarás los eventos
reales.
- ¿Un
sueño-qué?
- Mejor
maneja, irás aprendiendo sobre la marcha.
- Bardo vivía
aquí.- Habían cruzado la ciudad hasta el Oriente. El edificio era viejo y había
grafiti por toda la pared de fachada. Apretado entre dos enormes edificios de
oficinas, no podía tener más de tres o cuatro metros de ancho.
- ¿A qué hora
murió y cómo?
- Un disparo
a quemarropa a las nueve con diez minutos exactamente.- Antes de entrar Frank
sacó un gis de color verde y trazó un triángulo sobre el grafiti de un
tiburón.- Por si acaso.
- Hay que
desactivar los seguros psíquicos.- Explicó Sabrina, aunque sin éxito. En vez de
tomar el ascensor caminaron hasta el quinto piso. Orlando estaba a punto de
tocar la puerta cuando Sabrina lo detuvo.- Eso sería un gran error, es por
aquí.
- ¿Por
dónde?- Cabían tres departamentos minúsculos por cada piso, pero Sabrina y
Frank señalaban hacia la pared pintarrajeada.
- Se me
olvidaba, tú no has sido iniciado, de modo que no sabrías. ¿Ves estos
garabatos? Es un idioma, el Enoquiano, y literalmente dice “esto es una
puerta”.
Con gis dibujó un círculo en medio de la pared y dentro del círculo
un pentáculo. Empujó la pared como si fuese una puerta. Orlando estaba tan
sorprendido que no se atrevía a moverse. Los acompañó a un departamento enorme.
No tenía sentido que semejante departamento existiera en un edificio tan
pequeño, y sin embargo se encontraba en él. Imaginó que quizás el departamento
estaba construido en el edificio contiguo y la pared tenía un seguro de algún
tipo, todo el asunto con el gis sería una distracción. El cuerpo había sido
trasladado antes que la policía pudiese intervenir. El otro departamento
existía sólo para las apariencias, y los barbelitas querían encargarse del caso
sin interferencias.
- Javier era
un operador cuántico, tenía una red de médiums por toda la ciudad que usaba
para mandar y recibir mensajes de otras
células. Piénsalo como una especie de internet psíquico, cuando las médiums
saben lo que hacen y contactan con lo que parecen ser los espíritus de algún
familiar, en realidad están recibiendo mensajes.- Orlando la acompañó a la
cocina, donde buscaba entre los gabinetes.
- No estoy
seguro de entenderte, pero por lo que dices parece que era un espía, en ese
caso no busques en los lugares obvios. Ven conmigo.- La llevó a la sala y le
mostró los muebles.- Por debajo, en los cojines, en todas partes.
- Me alegro
de haber insistido en traerte.- Sabrina lo dijo de pasada, pero Camacho no pudo
disimular que se sonrojaba.
- Creo que
tengo algo.- Pasó la mano por debajo de los sillones cuando sintió la cinta
adhesiva. Volteó el mueble y encontró un conjunto de papeles.
- Es una
lista de nombres, está Javier, Abelardo Escobar, Rubén Torio, Apolonio Orozco…
Son barbelitas.
- ¿Crees que
buscaba un traidor?- Sabrina asintió. Orlando entró al baño y revisó desde el
suelo, había cenizas cerca del inodoro, había quemado algo y lo había
desaparecido. Le faltó un pedazo. Metido casi por completo debajo del escusado
había un trozo de una fotografía en blanco y negro, una esquina y no había lo
suficiente para determinar de quién, cuándo y dónde, era la fotografía.
Acompañaron a Frank al dormitorio, Sabrina y Orlando buscaron en el clóset.
- Si Javier
se topó con algo, un traidor, entonces existe la posibilidad de que hubiera
usado a sus médiums como mensajeras.
- ¿Existe una
lista de sus mujeres?- En el bolsillo de una chamarra Camacho encontró una tarjeta en blanco con un número de teléfono
escrito con pluma. Se la guardó en el bolsillo y acompañó a Sabrina.- Puede que
no entienda mucho, pero si las veía diario quizás tengan una idea. ¿Era casado,
tenía novia o algo así?
- Encontré la
lista de direcciones de sus médiums. Tuvo una novia, Roxana Lima, pero tuvo que
dejarla. Sospechamos que le hablaba sobre nosotros, eso es algo que no podemos
permitirnos, ella podía ser una agente de la colmena.
- Nada como
la paranoia para tapar el amor.- Camacho se acercó a la televisión y miró las
notas adhesivas que Bardo había colocado alrededor de la pantalla. En las notas
tenía números de canales y horas. Camacho se dio cuenta que esos canales no
existían.- ¿Qué es todo esto?
- Es normal,
interceptan mensajes.- Sabrina se acercó y estudió cada una de las notas sin
saber qué pensar al respecto.- Ésta sin duda es interesante, dice
“discrepancia”. ¿Será que encontró algo?
- En esa lista,
¿aparece el nombre de Abelardo Escobar? Nos daremos una vuelta con él, pero
antes las médiums. Quiero verlas antes que salgan a comer.
La red de médiums se extendía
por toda la ciudad, de perinorte hasta el Tepeyac, de ciudad universitaria a
Observatorio, del Ajusco a Neza. Sabrina aprovechó el viaje para explicarle un
par de cosas a Camacho, quien comenzaba a aceptar ciertas cosas. Explicó que
eran guerrilleros ontológicos, se movían en un mundo distinto al de la gente
normal. Estaban por encima, o por debajo, y enfrascados en una guerra de siglos
enteros. Luchaban por romper los paradigmas, abrir la conciencia aprisionada de
los borregos. Por miles de años habían recurrido a la magia hasta
perfeccionarla como una ciencia, una meta ciencia. La colmena era igualmente
antigua, aplicando esos principios había aprisionado a la conciencia colectiva.
No ocupaban puestos públicos, sino los puestos mediante los cuales podían
influir en los puestos públicos. Su misión nunca había cambiado, aprisionar al
individuo en una celda espiritual, dejarlo cómodo y alegre, y permaneciendo
como los reyes invisibles.
- Somos
meta-naciones y ésta ciudad es el epicentro de la batalla.
- ¿Porqué el
DF?
- ¿Se te
ocurre una ciudad más loca y enferma? Tienes que dejar de ver a la ciudad como
una colección de edificios, la ciudad es el hardware y la conciencia colectiva
es el software, estamos aquí para desprogramar. Destruimos las ilusiones, la
ilusión de la civilización, por eso somos barbelitas. Barbelos es la conciencia
pura, es Abraxas, es puro fuego. Una conciencia elevada que prende fuego a la
conciencia colectiva del demiurgo, su apatía, su conformismo. El fuego consume
todo y libera la esencia de las cosas. Por eso somos tan perseguidos. Otras
órdenes han llegado a un compromiso con la colmena, cierta libertad a cambio de
cierto esclavismo. Nosotros nunca haríamos eso. Igual que las otras órdenes,
iglesias y sociedades estamos organizados en tres, los guerreros, los
sacerdotes y los filósofos. Nuestra vía a la liberación es el extremo, la
lealtad, el honor y la Voluntad pura y liberada de todo concepto.
- También son
los que matan y mueren.- Había preocupación en su voz.- Sabes que te respeto,
cuando todos me dijeron que te despidiera no lo hice. Eres una chava alocada y
rara, pero es tu problema. Pero no me caen bien tus amiguitos, uno está muerto
y el otro es el señor misterio.
- Te ves
guapo cuando te preocupas.- Bajaron del auto y acompañaron a Frank para hablar
con la médium. Era la penúltima en la lista y, hasta ahora, todas tenían la misma historia, Bardo hacía dos
semanas no se comunicaba con ellas.
Se hicieron pasar a un pequeño
local detrás del mercado de la Condesa. Una mujer envejecida por el alcohol
bebía de una botella, aún con su disfraz de gitana. Al ver a Frank emitió un
gruñido. Sacó sus cartas de tarot y comenzó a repartirlas. Frank la detuvo y le
explicó la situación. La mujer, “madame Bovary, médium extraordinaria” recogió
sus cartas y las apoyó a un lado de su bola de cristal. Suspiró y, aún sin
decir nada, regresó a la botella.
- Imaginé que
esto pasaría.- Se sentaron en la mesa esperando una explicación. Hasta ahora,
todas las médiums habían quedado profundamente sorprendidas.- Vino aquí hace…
¿hace cuánto? Como tres o cuatro días, estaba preocupado.
- ¿Qué
quería?
- Me pidió
que consultara a los espíritus, buscaba información. No me dijo mucho, pero no
fue necesario. Me dio una contraseña muy especial, una que se usa en la logia
esotérica de esta célula.
- ¿Qué quería
comunicar?
- No lo sé,
porque la contraseña no sirvió. Estaba preocupado, quería mandar un mensaje, o
recibirlo. La verdad no lo sé, pero por lo que deduje ésta célula podría estar
en peligro.
- Cada célula
barbelita,- le explicó Frank a Sabrina.- se compone de tres logias, exotérica,
endotérica que es donde estamos nosotros y esotérica. Si nos desconectamos del
núcleo perdemos protección y nos hacemos vulnerables a la colmena. ¿Qué más te
dijo?
- ¿No es
obvio? Sospecha espionaje. Alguien saboteando ésta célula desde adentro. No me
dijo nada más, seguramente sospecha de nosotras.
- ¿Antes de
esa visita, cuándo fue la última vez que lo vio?- Preguntó Orlando.
- Dos
semanas.- Se despidieron y salieron del local, los tres sumidos en sus
pensamientos.
- Es un
avance, algo es algo.- Dijo Frank.
- Dos semanas
dijo ella, ¿eso es normal?
- Sí, la
comunicación entre células ha sido siempre nuestro desafío más grande, tenemos
que asegurarnos que los mensajes no son interceptados, de modo que los
contactos son escasos. Lo que no es normal es que si Bardo estaba en problemas
o tras la pista de algo grave, no se comunicara con nadie. Quizás no quiere
confiar en las médiums para dejarles un mensaje y que alguien más lo reciba,
pero aún así no se acercó a nadie para decírselo. A nadie que yo sepa, al menos.
Falta una última dirección, no queda lejos.
La última dirección no
correspondía con la de una médium, se trataba de una cafetería. Al principio se
sentían confundidos, pero Frank reconoció a la mesera, era Roxana. Sabrina no sabía que la orden había obligado
a Javier que la dejara de ver. Si estaba realmente enamorado, ¿habría violado
esa orden? Parecía que sí. Orlando se estaba preocupando por ella y eso la
asustaba, siempre había cierto coqueteo, pero estaba jugando ¿habría aceptado
acompañarla porque se estaba enamorando de ella? Más importante aún, ¿los
soldados de la orden, paranoicos y tajantes, sospecharían de Camacho como un
espía de la colmena? Trabajaba con él antes de haber sido abordada, pero la
colmena tenía muchos trucos bajo la manga. Lo más seguro, según ella, sería que
le borraran todos los recuerdos, pero si realmente llegaban a sospechar de él
¿serían capaces de torturarlo o de arruinarle la vida? Los sueñonautas podían
borrar todos sus recuerdos y, según rumores, eran también capaces de crear
nuevos recuerdos. Podían convertirlo en un mesero en Turquía, en un taxista en
Canadá o en un marinero polaco y nunca lo volvería a ver. Comenzaba a
arrepentirse de haberle pedido su ayuda.
El edificio era muy distinto al
de Javier, sin los grafiti ni paredes que se volvían puertas. Sobre el marco de
la puerta, clavado contra la pared, había un pedazo de madera blanca con
inscripciones rojas. Se trataban de sellos salomónicos, Sabrina podía reconocer
algunas formas básicas, sin embargo el conjunto era impresionante. Frank sacó
un pequeño cartón de su cartera y lo pegó por encima del sello, inutilizándolo.
La descarga astral del sistema de seguridad hubiera sido suficiente para dejar
a los tres con una epilepsia crónica. Trató de abrir la puerta con sus ganzúas,
pero no pudo. Camacho se las arrebató y en menos de un minuto pudo abrir ambos
cerrojos, su especialidad no estaría en la magia, pero conocía su medio.
Sabrina lo detuvo de dar otro paso, el departamento estaría minado con trampas
mágicas.
- Necesito tu
corbata.- Orlando se la dio y Frank se la puso en la boca, se retiró de la
puerta y comenzó a dar de gritos y golpear las paredes, mordiendo la corbata
tan fuerte como podía.
- Quédatela.-
Lanzó la corbata al centro de la habitación y suspiró aliviado.
- Estaremos
bien, siempre y cuando no nos alteremos.- Le mostró a Camacho algunos platos
con agua que tenían una moneda china al fondo.- Son como detectores de
movimientos, detectan emociones. Cuando el departamento está vacío, no debería
haber ninguna, pero si se mete un ladrón detecta su emoción. Al hacerlo se
dispara eso.- Señaló hacia una figurita de madera tallada que descansaba sobre
ofrendas de arroz y flores.- La cantidad de devoción que se le ha procurado se
torna en bilioso resentimiento. El ladrón sufre una úlcera y muere.
Registraron el apartamento,
inconscientemente volteando hacia el idolito, como si éste fuese capaz de
perseguirlos por todo el departamento. No había muchos muebles y había un
desorden generalizado, aunque no parecía como si alguien hubiese buscado algo,
parecía ser un desorden natural. Era una corazonada, razonó Sabrina, pero ¿y si
el desorden se debía a que alguien había estado ahí, buscando algo? No parecía
haber forma de saberlo con seguridad. Sabrina encontró un chip de celular
escondido debajo de la lata de gasolina que hacía las veces de buró. Tenía
fotografías de ella y el Bardo, y eran muy recientes. Eso contestaba su duda,
Javier había optado por amor encima de lealtad, ¿le habría costado la vida?
Camacho señaló los desodorantes para hombres en el baño, así como un shampoo
para prevenir la calvicie. Un hombre había estado ahí.
- Si no puede
confiar en sus compañeros, confiará en su amante, eso es universal.- No había
nada en el baño, ni en el cuarto.
- Espera un
segundo, si guarda algo aquí, deberíamos buscar en el lugar más obvio.- Sabrina
revisó alrededor del idolito, sin atreverse a tocarlo. El mueble que lo
sostenía estaba decorado con un mantel, con cuidado abrió las portezuelas y
extrajo su contenido.- Un álbum de fotos y una pluma.
- ¿Son
recientes?- Había de todo, desde fotografías
tomadas hacía un año, hasta fotos de la familia de Roxana, vacaciones de
sus tíos y bautizos.- Espera, vuelve la hoja.
- Tiene una
mancha.- Sabrina señaló la mancha negra que desaparecía cuando el cartón estaba
utilizado por el plástico que protegía a las fotos.- ¿Porqué tendría una
mancha?
- Y es de
esta pluma, es seguro.- Sabrina sacó la fotografía. Tenían razón, las fotos
eran pantalla, él tenía apuntes escondidos.
- Bien pensado
Sabrina.- En el reverso de la fotografía había nombres, horas y a veces
cantidades.- Armando Cabrera, 7pm. ¿Estaba en la lista?
- Sí, todos
estos nombres.- Sacaron las fotografías y las revisaron, encontraron un par de
anotaciones más. Nombres y horas.
- Los estaba
siguiendo, sospechaba de todos. Mira ésta.- La anotación era con otra tinta,
parecía más vieja.- ¡Frank! Ven aquí, necesitamos tu ayuda.
- ¿Qué
ocurre?- Frank corrió hacia ellos
cargando con un bote de basura.- Encontraron algo, perfecto. No hay nada en la
cocina, traje el basurero porque es lo último que me falta buscar.
- ¿Tiene
sentido esto?- Orlando le dio la fotografía y leyó la anotación.- Gil C.M. CCCC
- Sí, es un
doctor Gil, Alonso Gil. Consejero matrimonial. Trabaja para la colmena y hace
tres meses organizamos un robo, la letra C es la tercera, de modo que significa
3 y si está tres veces son tres mil.
- ¿Le robaron
a un psicólogo?
- Dormía a
sus pacientes, los violaba y les extraía su información bancaria, así que sí,
le robamos. Esto no es una caridad, el dinero tiene que entrar de alguna parte.
Estas otras inscripciones son de otros robos. ¿Porqué los anotaría?
- Mira esto.-
Les mostró las otras fotografías.- Nombres y horas.
- Nos estaba
siguiendo a todos. Debe ser reciente, “Frank 6pm, 10pm”. Hace dos días entré a
un bar, de seis a diez, tratando de confirmar rumores que la colmena lo
operaba. Ya veo porque no confió en nadie, ni en sus médiums.
- Será mejor
que volvamos a colocar las fotos.- Camacho se dedicó a ello, mientras Sabrina y
Frank revisaban entre la basura.
- Nota de
compra, Sanborns de Universidad.- Sabrina le mostró la nota.- Compró cigarros
esta mañana. ¿La dirección es relevante?
- Mucho…-
Frank quedó perdido en sus meditaciones. Se levantó de golpe y cargó el
basurero de regreso a su lugar.- Tenemos que irnos.
- ¿Qué
ocurre?
- Ese lugar
es punto de reunión de agentes de la colmena.- Sin decir otra cosa salió
corriendo y ellos le siguieron.
Apuntó hacia el sanborns, la
salida del centro comercial vomitaba gente, el paradero de autobús estaba
cargado y había una turba de curiosos en el puesto de revistas. Entraron al
auto de Frank y guardaron silencio. Apuntó hacia una mujer que pedía un taxi.
Era un agente infiltrada, su nombre era Yolanda Escudero y trabajaba como
doctora en una clínica. Frank explicó que entre los barbelitas y la colmena
siempre había el mismo juego, Yolanda estaba ahí para dejar información a sus
superiores sobre sus obras de inteligencia y sus soplones en las distintas
órdenes subversivas. Variaban de mensajero, pero siempre era Yolanda.
- No parece
estar haciendo nada, sólo quiere un taxi.
- No seas tan
ingenuo Orlando, ¿ves lo que hace? Está mascando chicle. No quiere tocar al
mensajero, tiene que dejarle la información sin que éste la conozca cara a
cara.- Se quitó el chicle y lo tiró a la calle cuando se detuvo un taxi.-
Ahora, no tenemos mucho tiempo.
Cruzaron la calle evadiendo a
los autos, pero llegaron tarde, un muchacho que pasaba por ahí pisó el chicle.
Frank hizo señas para interceptar al joven, Orlando las captó de inmediato,
debido a su entrenamiento. El chico se mezclaba con la gente, estaban a punto
de perderlo. Orlando usó el hombro de un ejecutivo para brincar hacia el poste
de luz y aferrarse, quedando a una cabeza por encima del público. Gritó con
todas sus fuerzas “somos barbelitas”, el mensajero se dio vuelta, entró en
pánico y corrió tan rápido como pudo, chocando con la gente. La distracción
había funcionado, Frank lo asaltó con una pistola eléctrica mientras Sabrina le
quitaba los zapatos. Corrieron de regreso al auto, Orlando al volante y listo
para darse a la fuga.
- Empiezo a
cambiar de opinión.- Dijo Orlando, visiblemente excitado. Encendió un cigarro y
sonrió como un niño travieso.- ¿Qué interceptamos?
- Un
microfilm. Ya no la usan las agencias de seguridad, pero en este pequeño punto-
sacó el chicle de la suela del zapato y les mostró el punto negro enterrado en
la masa.- puede caber muchísima información. Estoy seguro que no contiene nada
relevante.
- ¿Qué?
- Las últimas
cinco veces que se interceptaron resultó que no contenía nada peculiar, fotos
de un manual operativo de una televisión.
- ¿Entonces
para qué hicimos todo eso?
- Porque si
no lo hacen, la colmena comenzará a usar esa ruta para enviar información que
importe. Es una vieja táctica de inteligencia, batallas por absurdos.
- Es
frustrante.
- Bienvenida
a la orden, así es esto.
- Las
discrepancias.- Sabrina se golpeó la frente, había sido una tonta por no
acordarse de eso.- ¿Recuerdas lo que había en el televisor? Hay que ir con el
abominable hombre de las nieves.
El edificio era un salón de
baile para la tercera edad. Escondido en un rincón había una puerta negra
cerrada con cadena y cinco cerrojos. Frank escribió una nota repleta de
palabras clave, una ventaja de la ars mnemotécnica era la capacidad de
memorizar libros completos. La contraseña, que incluía letras, números y
figuras, cambiaba según el ciclo de la luna, el signo zodiacal y si el día era
par o non. Deslizó la hoja de papel por debajo de la puerta y esperó. La puerta
se abrió automáticamente, pero del lado contrario al de los cerrojos, sin duda
una trampa. Sabrina notó que el suelo tenía una enorme rendija por la que
habría caído la nota hasta la cueva del hombre de las nieves. Esperaron frente
a una segunda puerta y bajo una cámara. Un segundo seguro eléctrico se abrió y
recorrieron un largo pasillo mal iluminado. Tres filas de interruptores se
extendían a lo largo de todo el pasillo, una a la altura de la cabeza, otra a
la altura de la cintura y otra a la altura de los talones. Sabrina le explicó a
Orlando que se trataban de trampas. En caso de emergencia el hombre de las
nieves apretaba cualquiera de esos botones y el edificio entero se reduciría a
cenizas. Al fondo del pasillo bajaron por las escaleras hasta el santuario.
Anaqueles metálicos de color
gris soportaban docenas de televisores encendidos. Todos los aparatos estaban
conectados a una computadora y a una grabadora en disco. Todos los televisores
mostraban únicamente estática. El hombre de las nieves, Abelardo Escobar, era
un hombre regordete y pálido escondido detrás de lentes con aumento como lupas.
No les prestó atención cuando bajaron, estaba más interesado en la nieve en los
televisores. Mecánicamente llevaba su mano hacia un gran tazón de chocolates,
los desenvolvía y se los ponía en la boca sin despegar los ojos de la pantalla.
- Es una
manera de mandar mensajes, se acomoda la estática de cierta manera, como una
imagen de blancos y negros que, cuando se descodifica, se transforma en
mensajes. Cualquiera los puede mandar, cualquiera los puede grabar y
decodificar, es muy seguro pero a veces no llegan al destinatario, si se
confunde de canal o de hora, y duran la mitad de un segundo. Su trabajo es
decodificar los mensajes.- Sabrina explicó todo eso sin que el hombre de las
nieves los mirara.
- El Bardo
está muerto.- Dijo Frank, eso sí llamó
su atención.- Estaba tras de algo, no se lo quiso confiar a sus médiums,
imagino que habló contigo.
- Te imaginas
mal.- Continuó con el holocausto de chocolate, poniéndolos nerviosos.
- Hay
discrepancias.- Dijo Sabrina.- Las anotó alrededor del televisor, canal y hora.
Para encontrar al asesino hay que saber lo que Javier estaba investigando,
¿quieres que quede impune?
- No, por
supuesto que no, pero yo tampoco quiero acabar muerto.- Ninguno se esperaba
eso.- Ustedes son soldados, espías, agentes de seguridad de campo y yo sé lo
que le hacen a los traidores. He oído historias sobre como los psiconautas te
lanzan al abismo, cada uno de tus impulsos aumentado al máximo, todo es
multiplicidad sin sentido, tus peores miedos te comen vivo y terminas
arrancándote los ojos para detener las visiones.
- ¿Qué clase
de sociópatas son ustedes?- Orlando empujó a Frank y acercó una mano a su arma.
Había participado con mente abierta, se esperaba que todo fuese un juego, que
Bardo no existiera y todo tuviera una explicación racional, pero el miedo en
los ojos de Escobar era real. Eso sucedía, todo dejó de ser un juego ocioso.
- Son
traidores.- Sabrina trató de calmarlo, pero era inútil. Frank se quedó apoyado
contra el estante, sabía que si hacía un movimiento equivocado le pondría tres
balas antes que pudiera parpadear.
- ¿Y eso justifica
su barbarismo de cartel de droga? Su mentalidad de que los medios justifican el
fin…
- No hay
medios y no hay fin, sólo hay la Voluntad.- Frank estaba calmado, sabía que
Orlando había estallado porque se estaba empapando de una cultura totalmente ajena
a él.- Somos thelemitas, no hay dualidad entre lo justo y lo injusto, sólo hay
karma y voluntad, fatalismo y libertad. La crueldad y la compasión son lados de
la misma moneda. La colmena es temor y orden, nosotros iluminación y caos.
- Mira niño
de la nieve, no te vamos a matar, tú no estás en peligro. Si él quiere hacerte
daño, yo le pondré una bala en la cabeza. Ahora, por favor, dinos todo lo que
sabes sobre “Bardo”.
- Bardo vino
aquí ayer por la mañana, había encontrado una discrepancia.- Estaba visiblemente
más tranquilo.- Cuando alguno de mis contactos barbelitas me contacta y me pide
la imagen de cierta hora, se la paso. Hace dos días me contacta, me pide la
imagen de hace tres días y se la di. Se dio cuenta que lo estaba engañando, él
también graba los canales populares día y noche, pero no sabía cómo
decodificarla.
- ¿Porqué le
mentiste? Y recuerda, no estás en peligro.
- Porque me
lo pidió otro barbelita, por eso me preocupa la traición, temo que si hablo esa
otra persona me juzgue de traición. Por supuesto que leí el mensaje, yo lo
descifré, pero obviamente estaba en código, no sé exactamente lo que significa.
De todos modos, no sé cuánto les pueda decir antes de que constituya traición.
- ¿Feliz?-
Preguntó Camacho.- Tu estúpido sistema de miedo nos impide conocer la identidad
de otro agente del mismo sistema de miedo. Tú lo dijiste sobre ese microfilm,
las batallas absurdas.
- Muy bien,
muy bien.- Medió Sabrina.- Nos puedes decir sobre Bardo, eso no es secreto, ¿no
es cierto?, ¿qué te dijo exactamente?
- Quiso saber
sobre la discrepancia, le dije lo mismo que a ustedes, me pidió que le avisara
en caso que un sueñonauta mandara una imagen. Le dije que probablemente no
podría darle la imagen, no le importó, solo quería saber. Y no, no he contactado
con ninguno recientemente.
- No fue
totalmente inútil.- Sabrina trató de alegrarlos. Les mostró la lista del
departamento de Bardo.- Aquí hay un sueñonauta, Rubén Torio.
- Vamos, y
Camacho, trata de cerrar el hocico. No sabes lo que está en juego, la colmena
no tiene ese nombre por nada. ¿No has notado como todo se individualiza, cenas
de microondas para uno, personalizar tu celular o tu auto? Es la colmena
haciendo las celdas cada vez más
pequeñas. Ellos masificaron el consumo de drogas, desde las legales a
las ilegales. Ellos penalizaron las drogas. Ellos crearon la unión de
propaganda con pornografía para que sus súbditos se sientan insatisfechos con
su rendimiento o apariencia. Hace un mes, gracias a Bardo, detuvimos a un
grupúsculo que se divertía diseccionando niños para comer sus órganos. ¿Has
notado que cada vez hay más pedófilos? No es coincidencia. La colmena
desaparece indeseables todo el tiempo, y créeme no quieres saber para qué los
quieren. Afortunadamente estamos en guerra fría y no ejecutan a todos los
barbelitas, gnósticos o invisibles que ven, ese día llegará, pero aún no.
Entretanto tienen que entender, y eso va también para ti Sabrina, que hay
traidores dispuestos a vender a la humanidad por simples centavos. Deben ser
castigados.- Sin decir nada más fue a su auto mientras Sabrina y Orlando
entraban al suyo.
- Idiota.-
Sabrina le soltó un golpe al brazo.- Esto es importante para mí así que no lo
arruines.
- ¿Sabes en
qué te estás metiendo?
- No soy una
niña, sé perfectamente bien lo que hago. Y no finjas repudio moral, a ti te cae
mal porque tenemos sexo. Y el mejor sexo que he tenido en toda mi vida. ¿Eso es
lo que te enoja, no es cierto? Estás celoso.
- Y si sí,
¿qué?- Ladró Camacho. No dijeron nada más en todo el trayecto.
La casa de Rubén Torio era una
modesta residencia frente a una ruidosa avenida. En la esquina trabajaban
cuatro payasos malabaristas que Sabrina intuyó eran guardias de seguridad. El
viejo Torio era un hombre famoso entre los barbelitas y los invisibles en
general, y su instinto le decía que era el líder de la célula. Tenía que dar su
mejor esfuerzo para impresionarlo, había estado en la parte exotérica de la
orden por mucho tiempo, finalmente estaba siendo admitida a la segunda capa, la
endotérica, y si daba una buena impresión podría ser parte de la capa
esotérica. Eso era, por supuesto, si Camacho no metía la pata de nuevo. Se
había arrepentido de traerlo al temer que le consideraran un espía, como a
Roxana, ahora se arrepentía porque Orlando era demasiado cuadrado, odiaba lo
que no entendía y hoy no entendía nada en lo absoluto. No quería ni pensar en
la cuestión sentimental, él sentía algo por ella, eso era seguro, ¿pero qué
sentía ella? Se unió en silencio a Frank, quien esperaba pacientemente frente a
la cerca.
- Disculpe,
pero no hay nadie en casa.- Anunció una voz detrás de la puerta.
- Venimos por
el descuento de naranjas.- La puerta se abrió y un hombre fornido como un toro
los dejó pasar.
- Frank, es
bueno verte. Los Torio no están aquí, pero volverán en cualquier momento.
- No me
digas, la fiesta será aquí.
- Sí, tenemos
el cuerpo y todo.- En cuanto cruzaron el pequeño jardín hacia la casa todo el
ruido desapareció. Orlando notó nuevamente que los espacios eran mucho más
grandes de lo que parecían por afuera. Sabrina leyó sus pensamientos y olvidó
por un segundo que lo odiaba.
- Sí, es
mucho más grande, desdoblan el espacio. He oído que hacen lo mismo con el
tiempo, pero eso sólo lo sabría el círculo más interno de la célula.
- ¿Dijo algo
sobre un cuerpo?
- Sí, el
funeral de Bardo.- El guardia tomó el abrigo de Frank y lo guardó en una
habitación a un lado del comedor, después los dejó solos y Frank le mostró el
cadáver. No había sido preparado, ni vestido. Descansaba sobre una pila de
maderos, rodeado de mesas repletas de botellas y comida.- Ha pasado a otra
dimensión, su vida sigue y celebramos sus logros y conquistas, y tuvo muchas.
Aquí guardan un whisky excelente, ¿te preparo uno?
- Suena
bien.- Frank los llevó de una sala a otra, el espacio era el triple de grande
de como se veía por fuera. Escogió el anaquel más alto de un mueble empotrado a
la pared de piedra y sirvió tres vasos. Sabrina quedó maravillada por las
estatuas y las pinturas, los Torio eran grandes coleccionistas. Orlando, por el
otro lado, se sentía incómodo con el empapelado de tigre y los dibujos
psicodélicos del techo.
Los invitados fueron llegando.
Algunos estaban disfrazados como estrellas de rock, otros vestían normal,
algunos se arropaban con túnicas y uno de ellos era un policía. Sabrina se paró
al lado de Frank para que hiciera las introducciones.
- Frank, un
gusto en verte. Así que ésta es Sabrina la bruja adolecente.
- Así es,
Sabrina te presento a Armando Cabrera.- Cabrera vestía como un Hare Krishna con
un extraño tatuaje en la mano, la calavera de una vaca.- Es un ciber profeta de
la iglesia de la vaca muerta. ¿Nunca te has preguntado quién es el ocioso que
inventa las cartas cadena con historias de terror que puedes prevenir
reenviando el mensaje a cien contactos? Es él.
- Son cadenas
mágicas, usamos la energía que los une para propósitos astrales. Pero dime, ¿de
qué sociedad esotérica te sacó?
- Ninguna, él
es mi psicólogo.- Sabrina sobre escuchó la conversación de una pareja de
mujeres atrás de ella, apuntaban a dos personas y bromeaban sobre la colmena.-
¿Hay agentes de la colmena aquí?
- Sí, esos
dos.- Cabrera señaló al policía y a una mujer atractiva vestida en jeans y
playera negra con la A de Anarquía.- Me temo que es inevitable, cosa de la
diplomacia. Los Torio los invitaron para mantener las apariencias de una paz,
intranquila pero paz al fin.
- Pensé que
los barbelitas no comprometían, no cedían ni un centímetro.
- Eres
demasiado joven.- Armando se rió un poco y le tomó de las manos.- Ustedes los guerreros
son todos iguales, imagino que la paranoia los hace solitarios. Los Turio son
de los reyes, en vez de espionaje e inteligencia recurren a la diplomacia.
Nosotros, por el otro lado, siendo sacerdotes podemos hacernos los
interesantes, yendo de un lado a otro del espectro. Además, ésta célula
pertenece a la logia endotérica de la orden de Barbelos.
- ¿Ya los
viste Armando? Los muy presuntuosos.- Un hombre de 35 con pantalones y chamarra
de cuero se acercó a ellos.- Frank, bueno verte. ¿Y tú quién eres?
- Ella es
Sabrina.- Dijo Armando.- Es la nueva protegida de Frank. Piensa igual que tú.
- Una
desgracia, las élites son siempre así, los Turio se comportan como si fueran
casa real, como si no supieran que hay una guerra. Sabrina, espero que tengas
mejor suerte que Lalo.
- No le hagas
caso.- Interrumpió Frank.- Lalo fue mi protegido, murió hace ocho meses,
agentes de la colmena se metieron a su departamento y envenenaron su cereal. Murió después del
desayuno. No dejaré que te hagan lo mismo, lo puedes tener por seguro. Casi lo
olvido, este es Apolonio Orozco, es un meta-lingüista y traficante de palabras
en el Chopo.
- ¿Qué es un
meta-lingüista?
- Tu alfabeto
tiene 27 letras, y las palabras son combinaciones de esas letras, ¿correcto?
Pues bien, mi trabajo es aprender los alfabetos esotéricos, que incluyen letras
que nunca has visto antes, ni oído. Mi vocabulario es mil veces más extenso y
más peligroso.
- La voz es
vibración.- Continuó Armando.- Pero toda la materia es vibración, sobre todo tu
cuerpo y tus órganos existen a cierta vibración. Él conoce palabras de una
vibración tal que pueden dejarte en coma.- Sabrina dejó ver su escepticismo y
Apolonio lo tomó a broma.- Tus neuronas están armadas de una cierta manera
debido a tu lenguaje, eso predetermina cómo piensas. Él puede hacer que tus
neuronas cambien de estructura al introducir datos tan nuevos a tu cerebro, que
éste no responde a tiempo y se apaga.
- Frank, que
bueno que viniste, no podíamos contactarte.- Rubén Torio era un hombre viejo,
piel arrugada como un cachorro y una calvicie que mostraba manchas hepáticas.
Su esposa era considerablemente más joven, Casandra Torio era una rubia de ojos
azules que vestía como agricultora rusa.
- Sabrina,
ellos son Rubén Torio y su esposa Casandra. Rubén es sueñonauta y Casandra es
sincromística. En la calle nunca te darías cuenta quiénes son. Rubén trabajaba
en una compañía de seguros, Casandra vende maquillaje de importación europeo a
mujeres aburridas. Pero lo que ella hace realmente, bueno eso es otra cosa.
- Exageras.-
Dijo Casandra.
- No me
preguntes cómo no le estalla la cabeza buscando conexiones entre caricaturas y
dioses nórdicos. Algún día tiene que platicarte la unión entre el Grinch, que
es verde, con el gigante verde que vendía chicharos por televisión y el
carnaval y todo eso como parte de una guerra espiritual entre verde y rojo, entre
sociedades matriarcales naturistas, verdes, y patriarcados guerreros, rojo.
- Es un gusto
conocerte Sabrina. ¿Sabías que si colocas en un mapa la localización de los
campos de concentración de Hitler estarías haciendo una réplica de un mapa
estelar, con las principales estrellas? Pero disculpa, otra vez hablando de mí,
¿estás ayudando a Frank?
- Estamos en
eso.- Interrumpió Orlando, temiendo una velada con una jauría de locos y con Sabrina
resentida mandándole miradas de furia.- Así que todas esas conexiones en la
cabeza, debe ser una excelente detective.
- No, nada de
eso.- Se rieron como si hubiese sido el chiste del siglo.- La glándula plineal
produce melotonina y una sustancia llamada DMT, la fuente de toda experiencia
psicodélica. La puedo canalizar mediante abstinencia sexual prolongada. Recojo
lo que flota en el inconsciente colectivo, me temo que no puedo resolver
enigmas policíacos.
- Gracias a
ella garantizamos información de calidad al círculo esotérico.- Dijo Rubén.-
Nuestro sólido puente que nos mantiene a todos con vida. Hablando de vida, lo
de Bardo es espantoso. Algo terrible, me
hubiera gustado salir del hospital bajo otras circunstancias. No me dejan ya
salir muy seguido. A mis noventa años me siento viejo, mi mente funciona bien,
es mi cuerpo el que ya no responde. Aún así, me alegra que podamos vernos.
- Rubén, es
un honor estar aquí, finalmente conozco tu casa. En cuanto a Bardo, descuida,
estamos teniendo progresos importantes.- Los invitados fueron pasando a un
comedor en el que el cuerpo de Bardo aparecía en la cabecera de la mesa. Los
invitados cedieron sus abrigos, todos guardados en la habitación de al lado y
antes de comer golpearon la mesa tres veces, como era costumbre. Los agentes de la colmena
esperaron respetuosamente durante el rito.
- Será
extrañado.- Apolonio rompió el silencio.- Tenía un gran sentido del humor. Su
asesino no saldrá impune.- Los agentes de la colmena se sintieron incómodos, la
chica nueva los veía demasiado, rabia en sus ojos.
- Es
importante, creo yo, que preservemos la paz.- Dijo Andrea Carbajal, la mujer de
la colmena que fingía ser anarquista.- Nada se gana con cacerías de brujas. Por
eso estamos aquí.
- Sí,
seguro…- Se burló Armando.- No me malinterpreten, es bonito gesto, pero no
finjan.
- Se creen
tan moralmente superiores.- Dijo el policía, Emiliano.- Hace no más de dos
semanas Bardo realizó un fuerte robo a ciertos conocidos nuestros, con ayuda
seguramente de otros agentes de seguridad.- Todos en la mesa se quedaron
boquiabiertos.- Nueve personas muertas, me alegra que ahora no podrá disfrutar
del dinero.
- Nadie
tendría que saberlo…- Le susurró Frank a Sabrina con la voz más baja que pudo.
- Obviamente
no podemos decir cómo lo sabemos.- Sabrina perdió el apetito, la teoría de un
espía era más fuerte que nunca. Camacho, quien perdió el apetito en cuanto vio
al cadáver, le apretó la rodilla, indicándole que pensaba lo mismo que ella.
- Por
cierto,- Frank se levantó de la mesa.- vi a Yolanda hace rato. ¿Ha subido de
peso o es mi imaginación? Disculpen, creo que olvidé mis cigarros en la
chamarra.- Los agentes de la colmena se sonrojaron, todos les miraban.
- No
empecemos.- Casandra puso la mano en la mesa y detuvo los cuchicheos.- Estamos
aquí para celebrar, no para pelearnos. Mi marido tiene suerte de que lo dejaran
salir hoy.
- Ah, por
cierto.- Andrea tomó su bolso y buscó algo mientras Frank regresaba a la mesa.
Todos estaban intrigados. La chica sacó un corte de periódico y lo puso en la
mesa.- Ayer inauguraron la ala de niños quemados, y aparecen ustedes dos en la
foto.
-
Sí,-confirmó Rubén.- Aprovechamos que a las nueve hay cambio de enfermeras para
fumar un cigarro en el balcón. ¿Siguen coleccionando fotografías?
- Es un
hobby.- Camacho recordó el cartón con número de teléfono del departamento de
Bardo, sabía que tendría que suponer que era de Roxana, pero no tenía sentido,
si era su amante podría recordar el número. Marcó por debajo del teléfono y
espero a ver qué celular sonaba.
- Hablando de
hobbies,- dijo el ciber profeta.- He oído de los clarividentes que han estado
rentando a los cárteles, buena fuente de ingreso.
- Se hace lo
que se puede.- Un celular sonaba y todos tardaron en reaccionar, las
conversaciones se habían disgregado. Finalmente Casandra se levantó por su
bolso, vio el número e ignoró la llamada.
- Número
equivocado.- Camacho silenció su celular, en caso que ella quisiera averiguar
quién le había marcado. Fingió estar entretenido, escuchando partes de
conversaciones, pero en realidad estaba ansioso. Sabrina ya no bailaba
alrededor de Frank como una niña de prepa, ahora estaba absorta con Apolonio,
el meta-lingüista.
- Acompáñame,
quiero ponerme un abrigo, está empezando el frío.- Sabrina le siguió hacia el
cuarto oscuro y de inmediato se levantó Camacho para seguirlos.- Chamanes,
magos, necromancers y taumaturgos, son necesarios pero deben ser invisibles.
Son parte de la logia esotérica, rara vez estamos en contacto con ellos, pero
ellos siempre en contacto con nosotros.
- ¿Y no
podemos acudir a ellos para saber qué le pasó a Bardo?- Apolonio, un hombre de
bronceado y físico atractivo, le sonrió mientras se ponía su abrigo. Orlando
dio otro paso al frente para avisarle que lo estaba vigilando.
- Imposible,
su trabajo es demasiado importante. Ellos son nuestros escudos astrales, si
fallan los asesinos astrales de la colmena nos matarían de un golpe. En este
mismo momento podrías estar bajo ataque de los ninjas psicodélicos, y créeme,
no los quieres conocer. Me temo que lo mejor que puedes hacer con este caso es reconstruir su vida.
- ¿Y qué nos
puede decir de los últimos días de la vida de Bardo?- Interrumpió Camacho.
- ¡Orlando!-
Susurró Sabrina, aferrándose a su brazo y enterrando sus uñas.- Estoy hablando
con él.
- Los
soldados son un circuito cerrado, no sé qué pasa entre ellos, Frank me dijo que
Javier se desapareció hace como cuatro días. Si encontró algo raro, imagino que
avisaría a sus médiums. Mi trabajo básicamente consiste en analizar
información, buscar meta-lenguajes y de vez en cuando confeccionar armas
lingüísticas. He pasado la semana entera entre bibliotecas, de hecho encontré
una palabra en un antiguo texto de primaria de principios de los ochentas que
contenía algunas letras invisibles denominadas de… perdón, eso es aburrido, a
lo que iba, programa a los niños para obedecer a la televisión. En fin, que he
estado como ermitaño.
- Gracias por
la ayuda.- Dijo Sabrina con sarcasmo.
Avergonzado por la mirada de
Sabrina prefirió salir. Era un pez fuera del agua. Había entendido que el mejor
curso de acción era guardar silencio y fingir que era parte de ellos, pero no
los entendía. Todos eran tan raros, como parte de un carnaval. El cadáver lo
ponía nervioso, pero a la vez lo aterrizaba, el asesino era uno de ellos.
Caminó entre ellos con un vaso de whisky en la mano, saludando con la cabeza y
sonriendo a los comentarios. Entró a la primera habitación que encontró, era
una sala para rezar con sus tapetes, libros y símbolos extraños. No podría
revisar toda la casa, tendrían gente y dispositivos en todas partes, pero en el
momento en que alguien había dejado un cenicero sucio y un vaso en una pequeña
mesita de madera, era oficialmente parte de la fiesta.
- ¿Todavía no
sabe qué pensar?- Casandra entró a la habitación y se apoyó contra el marco de
la puerta.
- Sé que
alguien asesinó a Javier Morales, estoy seguro que el asesino es parte de su
club.
- Vaya manera
de trivializarlo.- Una segunda puerta, parcialmente escondida detrás de un
altar cúbico, llamó su atención.- La colmena cree que el miedo es necesario
para garantizar la libertad, el conformismo es mejor que la verdad. Usted
trabajó en inteligencia militar algunos años, debería saberlo.
- Así es.- El
comentario estaba diseñado para tomarlo por sorpresa, pero él se imaginó que ya
tendrían su información. Había luz alrededor de la puerta secundaria.- Y en mi
experiencia hay un ciclo natural, líderes que se tornan élites, que llegan a
compromisos con el enemigo y finalmente a la corrupción. Pueden aderezar las
cosas tanto como quieran, pero son tan humanos como sus enemigos. Si la colmena
lo mató, entonces la razón está entre ustedes. Pero ya que está aquí dígame,
¿en que trabajaba Bardo?
- ¿Cómo voy a
saberlo?
- Con su
marido en el hospital alguien tiene que meter orden, asumo es usted.- Sombras
debajo de la puerta, alguien espiaba por la antigua cerradura. En cuanto dio
otro paso oyó pasos, corrió hacia la puerta y la abrió de golpe. Demasiado
tarde.
- Estaba
enterrado, eso es léxico para decir que sospechaba de uno de nosotros.
- ¿Sospechaba
qué, exactamente?- Se manchó la mano de chocolate, se la limpió y se paró
frente a ella. Estaba cansado luego de todo un día de no llegar a ninguna
parte.
- Necesitamos
los ojos frescos, fuereños. Nadie más fresca que Sabrina, ni nadie más fuereño
que tú. Pero no pierdan de vista algo, son invitados y a nadie le gusta ser
investigado. Y otra cosa, no marque a mi celular.
- ¿Todo
bien?- En cuanto entró Armando, Casandra se dio la vuelta y salió.
- Es
imposible investigar algo cuando todos son espías.- Armando se lo tomó a broma,
le mostró su botella de tequila y le sirvió en un vaso.- Batallas absurdas,
como dijo Frank.
- Frank sabe
lo que dice y lo que hace. Esos dos miembros de la colmena que estaban aquí,
Frank los quemó. Quemar es cuando descubres infiltrados o cuando un agente se
hace inútil.
- Sé lo que
quiere decir.- Salió de la habitación con un empujón. Le tronó los dedos a
Sabrina, quien conversaba con Rubén.- Nos vamos. Ahora.
- ¿Porqué?
Esto es fascinante.- La tomó del brazo y se detuvo en la cocina, donde Apolonio
y Casandra discutían. Ella le lanzó una mirada mortal, pero no le dio
importancia.
- ¿Se van?
- Frank,
nosotros nos vamos. Llámanos cuando salgas.- No dijo una palabra hasta salir de
la casa.
- Ya estamos
en el auto patrón, ¿adónde quiere ir?
- A ninguna
parte, pero no soportaba un segundo más.- Se encendió un cigarro y trató de
calmarse.
- Orlando, no
puedes…
- Sabrina,
-le interrumpió.- es una investigación de asesinato en un club de espías, todos
nos mienten. Incluso si eso no es cierto, tenemos que asumirlo. Agentes, dobles
agentes, triples agentes. Casandra fue la gota que derramó el vaso.
- No podemos
quedarnos aquí, ¿cada quién a su casa?- Orlando lo pensó, ya eran más de las
diez.
- Suena
tentador, pero no. Esto ha sido una pérdida de tiempo, hay que ver a Roxana,
quizás así…- De la casa salió Apolonio y Orlando silenció a Sabrina con un
gesto.- Lo segundo mejor.
- ¿Apolonio?
Sé honesto, ¿lo quieres seguir porque estás más celoso que encuentro a esa
gente más interesante que a ti, o porque tienes una intuición real?
-
¿Honestamente?- Sabrina afirmó con la cabeza.- Ambas.
Orlando se mantuvo a varios
autos de distancia. El carro de Apolonio tenía rota una de las luces,
haciéndolo más fácil de seguir. Cuando se detuvo frente a su departamento
Camacho le dio un par de vueltas a la manzana antes de acercarse. No sabía
exactamente qué era todo aquello de meta-loquefuera, por lo que se alegró de
tener su arma. Sabrina se sobresaltó al verla, pero ambos acordaron que para
infundir respeto y temor se requería de cierta violencia. Tocaron la puerta
hasta que Apolonio la abrió, Orlando puso un pie adentro y empujó con todas sus
fuerzas.
- ¿Qué creen
que hacen?- Sabrina estaba nerviosa, Camacho había sido militar y estaba
acostumbrado a asustar a la gente, pero ella no era así.
- Queremos
hablar, pero queríamos hacerlo adentro.- Orlando se sorprendió, el departamento
gigante tenía una canoa africana, planos de edificios en las paredes, un cuarto
dedicado por entero a anaqueles con cristales de todo tipo, un cuarto oscuro y
un cuarto acondicionado como salón de clases.- No quisimos hacerlo en la
fiesta, por lo que nos esperamos. Su nombre estaba en una lista.
- ¿Eso es
todo o tengo que adivinar?
- Una lista
de Javier Morales, y su nombre estaba subrayado. Estaba tras la pista de algo
grande. El rey está enfermo, casi muerto. El contacto con la logia esotérica
está entorpecido, dándole ventaja a los enemigos, tanto externos como
internos.- Dijo esto último con marcado énfasis.- No entendí nada de sobre el
meta-idioma, meta-lenguaje o lo que sea, pero entendí lo suficiente. Una manera
de comunicarse con el enemigo sin que nadie lo pueda interceptar, ni médiums,
ni televisores.
- No
entienden nada.- Sabrina se fijó en las paredes y se las indicó a su compañero
con una mirada. Las paredes estaban desnudas.- No sé si estoy en una lista o
no, pero Bardo tampoco era un campeón de la justicia. ¿El atraco del que
hablaron en la cena? Mató a esas nueve personas a sangre fría, se llevó más de
setenta mil pesos, pero solo entregó veinte. Es vox populi, los rumores estaban
por todas partes. Los importantes de la célula lo dejaban, de todos modos traía
dinero y de paso se cargaba a uno que otro agente de la colmena.
- Corrupto quizás,
traidor nunca.- Sabrina se sentó en su sillón, en los pocos centímetros
disponibles, aún nerviosa por las paredes. Le habían dicho que los idiomas que
manejaban eran invisibles al ojo no entrenado.- Alguien mandó mensajes por la
estática del televisor, Javier lo detectó y alguien más, alguien importante,
asustó al hombre de las nieves.
- Todo esto
es muy interesante, ¿lo han discutido con los Torio?- El sillón estaba repleto
de libros, cuadernos y ropa. De su abrigo sobresalía un volante multicolor que
anunciaba la venta de 12 dvd’s a 20 pesos. Nada tenía sentido en ese
departamento, pero sospechaba que su sentido era como el meta-lenguaje,
inalcanzable para aquellos que no han sido apropiadamente entrenados.- Hablando
de los Torio, Casandra me confesó su mala educación. ¿Quién se cree que es? Y
tú Sabrina, me caías bien.
- Tú
también.- Estaba confiando en Camacho, si su corazonada era inútil estaría
perdiendo amigos importantes. Se sentía muy mareada, intentó levantarse, pero
la cabeza le daba vueltas.- Por eso vine aquí, porque quiero tu ayuda.
- Primero me
insultan y amenazan y ahora quieren mi ayuda. Eso es clásico.- Camacho se apoyó
contra un mueble, la habitación le daba vueltas. Las paredes. Tenían que ser
las paredes.- Vayan a molestar a alguien más con sus fantasías sobre listas y
espías. Pregúntenle a Armando si aún emplea hackers de la colmena, o mejor aún,
pregúntenle a Roxana si aún salía con Javier. Somos anarquistas con policía
secreta, vamos de mal en peor. Váyanse ahora, es su última advertencia. Como
habrán notado las inscripciones en las paredes los van a marear, después
desmayarlos. Si no se van por las buenas, los puedo obligar. Conozco palabras
que les inflamarían el cerebro.
- Yo conozco
esto.- Camacho sacó su arma, trataba de apuntar a su hombro, pero no podía
quedarse quieto.- Haz que se detenga o te hago una lobotomía.
- Camacho,
cuidado.- Sabrina se levantó y cayó al suelo. Tenía que arrastrarse hacia la
puerta. Apolonio dijo algo, inaudible por completo, y Orlando sintió que su cabeza
estallaba.- Basta Apolonio, lo vas a matar.
- No, solo un
estado comatoso.- Camacho perdía el conocimiento, tenía que actuar rápido. Alzó
el arma y disparó apuntando contra la pared, aunque terminó dándole a la
ventana. El estallido de la pistola y el ruido del vidrio distrajeron a
Apolonio. Aún persistía el mareo, pero su cabeza no estaba estallando. Corrió
en cuclillas hasta la puerta, aferrándose a Sabrina y arrastrándola por el
suelo. Cuando salieron se sintieron mejor y corrieron sin parar hasta su auto.
En la distancia oían a Apolonio.- Vuelvan pronto.
- Me salvaste
la vida.- Sabrina se lanzó a sus brazos. No le importaba que hubiese sido rudo
con quienes intentaba impresionar, o que estuviese celoso de ellos, ella tenía
miedo y él hacía que se fuera.- ¿Qué vamos a hacer?
- Tú a tú
casa, llevas todo el día trabajando. Yo iré a comprar una botella de tequila y
tratar de olvidar todo el asunto. Estoy cansado Sabrina, muy cansado. Ésta
gente es… Peligrosa. Sé que crees que son los buenos, pero son muy cerrados y
yo soy de afuera, ¿qué crees que me harán?
- No te harán
nada.
- ¿Cómo lo
sabes?
- Porque no
los voy a dejar.- Camacho la miró, era dulce, extravagante y más delicada de lo
que a ella le gustaría pensar, pero le creía. Movería mar y tierra por él.
Lucharía con sus uñas si era necesario. El celular sonó, rompiendo el momento.
Era Frank, y no estaba feliz.
- Acabo de
colgar con él, ¿qué demonios creen que hacen amenazándolo de esa forma? Por si
no se han dado cuenta, él es de la casta sacerdotal, nosotros somos guerreros,
sospechamos de él y lo investigamos, pero no de esa forma.
- ¿Prefieres
que todo sea en silencio y sin molestar a nadie? Alguien molestó a Bardo, a
quemarropa. Él era tu amigo y colaborador, lo siento Frank pero nosotros
hacemos lo que sabemos hacer.
- ¿Dónde
están ahora?
- De camino a
casa. Nos hablamos mañana.
- De ningún
modo, nadie duerme hasta que aclaremos esto.- Sabrina le quitó el celular y,
tras cinco minutos de conversación, colgó.
- Si quieres
puedes dejarme y te vas.- Camacho notó que un auto doblaba en la misma esquina
y se quedaba a un auto de distancia en todo momento.
- No, para
nada, si vas tú entonces voy también.- Dio otra vuelta y también su
perseguidor.- ¿Adónde vamos?
- Quiere que
lo acompañemos a un prostíbulo, tiene contactos allá.- Le dio dos vueltas a la
glorieta, sólo para quitarse de dudas, y efectivamente lo continuaba siguiendo.
No quería arriesgarse a perderlo.
- ¿Adónde?
- Ya lo
verás. ¿Qué pasa, porqué vamos en círculos?
- Tenemos una
cola.- Sabrina de inmediato se comunicó con Frank.
- ¿Qué tal si
es otro meta-lingüista? Mejor pedir ayuda.
- Buen punto.
Espera un segundo.- Redujo la velocidad y atravesó una calle bajo potentes
reflectores de una delegación de policía. La luz iluminó el rostro de Abelardo
Escobar, el hombre de las nieves.- No, dile que no será necesario. Dile que lo
conozco.
- ¿Quién es?
- Ahorita
verás.- Camacho aceleró y dio una vuelta difícil a una callejuela angosta.
Cuando Escobar empezaba a dar vuelta, dio reversa a toda velocidad. Si algo
salía mal siempre podía acelerar y escapar. Bajó del auto y Abelardo también,
estaba nervioso y avergonzado, mientras que Camacho estaba armado.- Buenas
noches.
- Hola. Venía
a disculparme por lo de esta tarde, la verdad es que sabía cosas que no dije,
porque tenía miedo. Los vi a ustedes dos, no son parte de la célula y además
usted dijo que no me haría daño.
- Nos dijo
que alguien importante no quería que cierta información saliera a la luz,
¿quién es?
- Le mostré
todo a Rubén, tengo un contacto en el hospital que le pasa información, él me
pidió que no divulgara nada. En cuanto lo vi, me dio mala espina.
- ¿Qué era?
- No estoy
seguro, pero parte del mensaje, lo poco que entendía, era sobre dinero,
muchísimo dinero.
- Se está
perdiendo contacto con la logia esotérica, eso pone en peligro a todos, y
alguien está mandando mensajes ofreciendo o pidiendo dinero.- Dijo Sabrina.-
¿Javier investigaba a pedido de los
Torio?
- No lo sé,
pero yo creo que sí, porque se lo mostré en la noche y en la mañana Javier me
pidió la imagen. No le di la verdadera, no recibí noticia de Rubén.
- Algo
encontró, eso es seguro.
- Sé que la
información les puede ser importante, pero por favor…- Guardó silencio de
repente y se apoyó contra su auto.
- Sí, no le diremos
a Frank. ¿Qué ocurre?- Parecía que la cabeza le iba a estallar, se agarró de
los pelos y cayó hincado en el suelo.
- Uno de
nosotros acaba de morir. Apolonio.
- Perfecto,
son las doce y media y esto no acabará nunca. Vamos Camacho, hay que ir a su departamento.
- Me gusta
cuando me hablas así.
- Cállate.
El departamento estaba cerrado,
pero Orlando no tuvo ninguna dificultad para violar la cerradura. Existía la
posibilidad de que fuese una trampa, de que el asesino hubiera llamado a la
policía, pero ninguno de los dos la tomó en serio. Las paredes desnudas estaban
ahora cubiertas con tela de color negro, neutralizando así su poder. Apolonio
Orozco yacía contorsionado, sangre por todas partes, provenientes del rostro.
Debajo de un sillón se encontraba el arma homicida, un revólver. Le habían
partido el cráneo a golpes. Sabrina apuntó hacia sus manos, habían sufrido
quemaduras de roce. Había sido atado. Camacho le abrió la boca y extrajo un
fino pedazo de tela, amordazado estaría indefenso como un niño.
Había mucho terreno que cubrir
si querían escrutar el lugar centímetro a centímetro. En cuanto vieron el
cuarto oscuro corrieron hacia él. Camacho recordó el pedacito de fotografía que
había encontrado en el departamento de Morales. Apolonio había estado ocupado.
Había fotografías de casi todos los miembros, pero las de Casandra parecían más
sospechosas. Casandra haciendo compras, Casandra saliendo del hospital,
Casandra saliendo de un hotel. Sabrina recogió una fotografía del suelo y se la
mostró a Camacho, Javier Morales hablando con Casandra. Apolonio había marcado
un círculo alrededor de Javier.
- Si Apolonio
mató a Javier, ¿quién mató a Apolonio?- Sabrina sacó su celular y le avisó a
Frank, quien ya estaba enterado.
- ¿Están ahí?
- Sí,
encontramos el muerto, el arma y fotografías. Parece que Apolonio tenía un
pasatiempo peligroso.- Frank gruñó desesperado, el día se alargaba al
infinito.- ¿Te esperamos?
- No, ya
encontré a mi contacto.- Le dio la dirección y le urgió a que se apuraran. Un
grupo de limpieza llegaría al departamento para encargarse del cuerpo.
- Si Casandra
está involucrada, esto será mayúsculo. ¿Sabes adónde vamos?
- Iremos a
ver a uno de los contactos de Frank, una prostituta metafísica.- Guardaron
silencio hasta el auto, donde Orlando se quedó pasmado sin encender el auto,
como si hasta ese momento su cerebro hubiera captado la descripción de Sabrina.
- ¿Una
prostituta-qué?
- ¿Para qué
le paga la gente miles de pesos a una prostituta? Para sentirse grandes,
aventureros. Rentan unas vacaciones y fingen ser los grandes amantes. Es el
mismo concepto, sólo que en este caso la transformación es real. Todos tus
valores, tu manera de ver el mundo y asimilarlo cambia por completo. Éstas
chicas saben hipnotismo, meta-lenguajes, prácticas tántricas, por una noche te
vuelves el emperador de Roma.
- ¿Son parte
de los barbelitas?
- No, son
parias. Fueron miembros de alguna orden u otra, decidieron irse por su cuenta.
Se cansaron de la guerra, prefirieron sacarle dinero. Es un hervidero de
espías, son hábiles para sacarte información.
- No sé
porqué, pero ya no me sorprende nada.
El lugar no estaba lejos. Se
detuvieron en un estacionamiento público frente a un Vip’s a un lado del auto
de Frank. El cuidador intentó detenerlos, pero Sabrina apuntó al auto de Frank
“vinimos a ver a Frank y sus amigos”. El cuidador regresó a su televisor portátil
y su destartalada silla de oficina. La cafetería estaba casi llena, desde
hombres de negocios hasta darketos disfrazados de piratas púrpuras. Frank salió
del lugar y corrió hacia ellos. Les hizo señas para que permanecieran en el
auto. Diez minutos después cruzaba la calle un muchacho delgado de cabello
pintado de rubio. El muchacho recorrió el estacionamiento, haciendo un esfuerzo
por no verlos. Sabrina imaginó que estaría siendo vigilado. Entró a su auto, al
fondo del lugar y esperó a que los tres, uno por uno, entraran a la camioneta
con él.
- Ésta dulce
flor es Martina, es mi contacto. Si la paga es buena te hará sentir como King
Kong con esteroides.
- Encantado.-
Dijo Martina aburridamente. Se acomodó su camisa de satén rosa y trató de
tranquilizarse.- ¿Bardo?
- Sí.
- Lo vi ayer
en la tarde. Tenía muchas preguntas que hacerme.- Frank le soltó un fajo de
billetes y, contento, se los guardó en el bolsillo trasero de sus apretados
jeans.- Me preguntó si conocía a alguien de la logia esotérica. Obviamente no,
en el momento en que me salí de la orden quedé desprotegido. Quería escuchar
los rumores, se dice que hay una célula barbelita flotando en el aire, desprotegido
de ataques astrales, fuera de contacto con la logia esotérica.
- ¿Quién dijo
eso Martina?- Hizo un gesto como si no supiera, pero eso solo enojó más a
Frank.- Dime en este instante quién lo está diciendo.
- No lo sé,
la gente.
- “La gente”
no es una descripción.- Le soltó una bofetada que los sorprendió a todos.
Cuando Martina se compuso le dio otra, y otra más.- Me estás ocultando algo, lo
sé. ¿Habló de Roxana?
- Nunca dejó
de amarla. No puedes prohibir algo así. En cuanto a los que esparcen esos rumores,
los he oído de la colmena y de los Invisibles. Secreto a voces. Saben que
Javier está muerto.
- Maldita
perra.- Frank volvió a atacarla, ésta vez Orlando lo detuvo.
- Basta.
- Tal vez tú
no te des cuenta, pero esto es sobrevivencia.- Martina abrió la puerta y se
lanzó al suelo.
- El auto, el
auto…- Los golpes le dolían tanto que apenas podía hablar.- Dejó su auto, el
que usó ayer, ya tenía uno de sus autos aquí, el oficial, así que lo cambió. Se
supone que no lo sabía, pero lo vi. Por favor, no me pegues.
- ¿Cuál es su
auto clandestino?
Martina señaló un tsuru con óxido en el cofre y salió corriendo.
Frank encontró las llaves sobre la llanta trasera, donde el cuidador siempre
las dejaba y abrió la puerta. Restos de comida y dinero escondido en la guantera.
Revisaron debajo de los sillones y en la cajuela. Estaban inseguros si era un
auto o un departamento. Sabrina se alegró de encontrar polvo facial europeo y
un lipstick negro. Pétalos en el suelo y recibos de compras de perfumes caros y
chocolates. Todo aquello olía a Roxana. Camacho de pronto se detuvo, salió del
auto y quedó pálido.
- Saben que
está muerto…- Frank y Sabrina lo miraron extrañados.- Roxana, maldita sea,
Roxana está desprotegida.
Viajaron en dos autos y tan
rápido como pudieron hacia el departamento de Roxana Lima. A cuadras de
distancia se dieron cuenta que era inútil, una columna de humo anunciaba un
incendio. Estacionaron a una cuadra, hipnotizados por las llamas.
- Una de dos,
o la colmena la secuestró para sacarle información, o su pantalla fue anulada y
regresó a ellos, incendiando el departamento para simular un atentado. Algo es
seguro, la policía no encontrará ningún cuerpo. ¿Qué hacemos ahora?
- Ya sé qué
hay que hacer.- Dijo Sabrina, con más energía que los otros dos.- Hay que
volver a casa de los Torio.
- ¿Otra vez?-
Se quejó Orlando.- Odio ese lugar.
- Ni modo, sé
qué hay detrás de todo esto y tenemos que reunirlos a todos ahí.
- No podemos
hacer eso.- Interrumpió Frank.- Es tarde, algunos tienen que…
- Tú lo
dijiste.- Interrumpió Camacho.- Es sobrevivencia. Para eso tienes a Sabrina,
confía en ella.
- Muy bien,
haré unas llamadas.
- Y asegúrate
que vaya el hombre de las nieves.- Dijo Camacho.
Regresaron a casa de los Torio.
Sabrina estaba decidida, pero Camacho aún batallaba con los detalles y los
ángulos. Estaba sorprendido de su seguridad, pero no quería decírselo. En la
casa los miembros de la célula se servían café y perezosamente se saludaban. La
mayoría de los presentes eran de seguridad personal, sus guardaespaldas. Los
Torio abrieron la biblioteca para todos. Abelardo miró con miedo a Camacho,
¿revelaría su conversación con él o le protegería? Rubén le pidió a los de
seguridad, todos armados con armas largas, pero ninguno de uniforme, que
esperaran afuera. En la biblioteca quedaron los Torio, a la cabeza; Abelardo
Escobar y Armando Cabrera en el sillón largo.
- No lo puedo
creer, no es que sea insensible,- se quejó el ciber gurú.- ¿pero no podemos
dejar esto para mañana? Lo de Apolonio es una terrible tragedia, pero son las
tres y cuarto de la mañana.
- El mejor
meta-lingüista que ésta célula haya visto fue golpeado hasta su muerte, así que
no Armando, no puede esperar.- Frank estaba despeinado, con ojeras, y de mal
humor. Sabrina le hizo un gesto para que se calmara y se sentara con ellos.
- Primero que
nada, señor Torio, le agradezco mucho la
oportunidad de…- Camacho le tomó de la mano y negó con la cabeza.- ¿Qué pasa?
- No es a
Rubén a quién deberías agradecer.
- Él es la
cabeza de la célula.
- No, no lo
es. ¿O me equivoco Escobar?
- Se supone
que ustedes no deberían saberlo.- Dijo el hombre de las nieves. Su postura
jorobada cambió por completo, mágicamente se había sentado de modo que
demandaba respeto.- Si no le molesta, ¿cómo lo supo?
- Intuición.
Aquí nada es lo que parece, ¿le muestran a agentes enemigos quiénes son los
cabecillas de la célula? No lo creo.
Además, era usted quien espiaba detrás de la puerta durante la fiesta. Me llené
las manos de chocolates al abrirla, realmente debería dejar de comerlos, dan
caries.- El hombre de las nieves sacó una barra de chocolate y comenzó
lentamente a comerla.
- Somos
thelemitas, somos guerreros. No somos gobernados por la casta real, bien
pensado. Me pregunto qué más han deducido.
- Una
conexión entre Roxana Lima y Casandra Torio.- Todos quedaron mudos. Sabrina le
pellizcó levemente el brazo.
- Sé por
dónde vas, esa parece ser la solución más simple, pero no es la correcta.-
Camacho se quedó sorprendido, encendió un cigarro y le sonrió, éste era su
momento.- Casandra no asesinó a Bardo, él murió alrededor de las nueve, los
agentes de la colmena tienen una foto de ella durante el cambio de guardia de
enfermeras, eso es a las nueve. Pero sí está involucrada en este asunto.
Asumimos que buscábamos un traidor, sea un espía para la colmena, o bien un
miembro de la célula que planeaba un golpe de estado. Apolonio era buen
candidato, sin duda el hombre más peligroso del grupo. El mismo Bardo era
sospechoso, no entregaba todo el dinero que robaba, se mantenía en contacto con
Roxana, sospechosa de espionaje. Siguió a todos los miembros de la célula,
buscando basura como palanca. O al menos así lo asumimos. Nos equivocamos.
- ¿No
buscamos un traidor?- Preguntó Camacho.
- No, un
chantajista. El mensaje en la nieve, con las cantidades de dinero, era por un
chantaje. Alguien tiene un secreto oscuro y alguien está dispuesto a pagar por
mantener el silencio. ¿Recuerdas el pedazo de fotografía que encontraste?
- Por
supuesto, Apolonio era el chantajista.
- Exacto.
Tenía a Casandra en la palma de la mano.- Ella no lo negó, simplemente bajó la
cabeza, sonrojándose con la mirada de su
marido.
- Le dije a
Javier.
- Por eso él
tenía su número, el maquillaje de su tienda de importación europea y la
fotografía. Rubén se olía que algo andaba mal, pero imagino que no sabía nada
específico.- Rubén iba a decir algo, pero Escobar lo detuvo con un gesto.-
Estaba teniendo un amorío. Un marido de noventa años que vive más en el
hospital que en casa, es entendible. En situaciones normales los barbelitas no
estarían dispuestos a matar por eso, sin embargo la palanca que Apolonio tenía
iba más allá. Sus habilidades sincromísticas dependen de su abstención sexual.
Sin ella no hay un puente seguro a la logia esotérica. Estaba poniendo a todos
en peligro. Ella pide ayuda, probablemente dispuesta a pagar la extorsión, pero
su amante no. Frank Herrera se dio cuenta de su error.
- ¿Qué?-
Herrera se sorprendió y casi se atraganta con su saliva. Antes que pudiera
levantarse, Orlando le soltó un fuerte golpe a la entrepierna y le mostró su
arma.
- Por eso
Frank nos insistió en el espionaje y en culpar a Roxana. Me llamó a mí, no
porque me respetara, sino porque soy novata y manipulable. Necesitaría de un
cómplice para lavar su nombre. Lo único que conectaba a Roxana con la colmena
era un recibo del sanborn’s en la basura, que lo pudo haber puesto él. Algo
estaba mal cuando vinimos aquí por primera vez, Frank sabe dónde está el whisky
y los vasos, pero después dijo que era la primera vez que venía. Me terminé de
decidir no hace mucho, le dijimos que cerca del cadáver de Apolonio había un
arma, él dijo aquí que lo habían golpeado hasta matarlo. Una persona inocente
pensaría que arma es igual a disparar. Cuando hablamos con Apolonio encontré un
volante que vendía 12 dvd’s a 20 pesos, esa fue la hora en que murió 12.20.
Frank fue por su abrigo, fingiendo que iba por cigarros, durante el funeral,
después fue Apolonio.
- Bardo fue
asesinado por saber demasiado…- Dijo Camacho.- Finalmente sí encontró lo que
buscaba.
- No, no fue
por eso. ¿El atraco de hace dos semanas que mencionaron los agentes de la
colmena? Frank lo sabía, es más, él sabría sobre todas las veces en que no
entregaba todo el dinero. Frank necesitaba dinero, él lo tenía. Las cosas se
salieron de control y lo mató. Quizás trató de pagarle a Apolonio, pero lo
dudo. Por la manera en que lo mató se nota que lo había planeado. Quizás él se
negó a guardar silencio. Se llevó todas las fotos que pudieran incriminarlo,
dejando las de Javier y las de Casandra, incluso marcando el rostro de Bardo en
una de ellas para confundir más el rastro. Sabía que cuando un barbelita muere,
todos lo sienten, por eso lo amarró, necesitaba tiempo.
- No sabía
que era Apolonio.- Dijo Casandra.- En el funeral discutimos sobre ustedes, debí
imaginar porqué estaría tan nervioso… Tienen que entender, yo pensé que podría,
que si tenía cuidado tendría mis poderes y podría tener satisfacción sexual.
Rubén, por favor no me odies.
- No hemos
tenido sexo en más de diez años, te entiendo, pero has sido muy descuidada y
tres buenos agentes pagaron por ello.- Rubén miró a Escobar, esperando su
permiso.
- Matar a un
barbelita es un acto de suma traición.- Dijo Escobar. Frank se puso de pie,
pero antes que pudiera correr ya habían entrado dos guardias de seguridad para
sostenerlo de los brazos.- Muerte al estilo barbelita, te lanzaremos al abismo.
- Por favor…-
Frank lloraba muerto de miedo, mirando a Casandra.
- ¿Porqué lo
hiciste Frank? Hubieras dejado a Javier, todo se habría solucionado.
- Tenía miedo…-
Sabrina le quitó el arma a Camacho y le disparó a Frank en la cabeza. Los
guardias le apuntaron, ella levantó las manos y tiró el arma. Calmadamente se
dio vuelta, hacia Escobar.
- Orlando
tiene razón, si actuamos como ellos, somos ellos.- Los guardias seguían
apuntándole.- Y si creen por un segundo que a Orlando pueden hacerle daño, se
las verán conmigo.
- Sabe
demasiado.- Dijo Armando.
- No podrían
borrarla de mi memoria, aún si quisiera.
- Lo sé.-
Dijo Escobar.- Por eso les ofrezco lo mismo a los dos. Trabajen con nosotros.
Tendremos que reestructurarnos, encontrar una manera de garantizar nuestra
conexión con la logia interior, quizás pueda contactar con un sincromístico que
conozco. Los vamos a necesitar.
- Acepto.-
Dijo ella sin dudarlo. Luego de pensarlo miró preocupadamente a Camacho.
- ¿Crees que
te iba a dejar así nomás?- Sabrina se lanzó sobre él y se besaron larga y
apasionadamente.- Ahora, si nos disculpan, ha sido un día muy largo y queremos
ir a la cama.-Manejaron hasta el departamento de Sabrina. Seguramente estarían
siendo vigilados, pero no les importó. El día entero había valido la pena por
ese momento juntos. Lo único que Orlando quería saber era sobre ese “sexo
tántrico”.
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