jueves, 23 de julio de 2015

El Hombre natural (Parte 1 de 2) Cyberpunk

El Hombre natural
Por: Juan Sebastián Ohem



            VX-301 sabía que, tarde o temprano, le rotarían de lugar asignado de trabajo. El mensaje llegaría por mentalink y sería enviado a otro sector de ciudad 3. Por ahora, sin embargo, se encontraba en el sector J-4. Sabía que la ciudad era inmensa, no tenía idea de cuántos metros cuadrados se necesitaban para acomodar a 30 millones de usuarios. El lugar era como cualquier otro, pero el trabajo era ligero y le dejaba disfrutar de las alturas. Ya estaba cansado de trabajar en el suelo, el concreto, el subsuelo repleto de luces y cables ya le habían fastidiado. Ahora, en el sector J-4 trabajaba a 40 pisos de altura reparando el termostato digital general. Los edificios, como de cualquier otro sector, eran enormes pirámides repletas de foquitos, ventanitas muy pequeñas con balcones de medio metro cada una y muchas antenas. Si el termostato digital estaba fuera de sincronía unos dos mil usuarios podían pasar mucho calor, o mucho frío en sus respectivos trabajos. El termostato era una computadora de un piso de altura, adherido a la pared de la pirámide, tenía canales de acero que conectaban a las distintas antenas del área que, visto de lejos, le parecían como un chip, debido a la falta de curvas, todo eran líneas rectas y ángulos de 90 grados. No trabajaba solo, nadie lo hacía, estaba con VX-302 y 303. Los VX eran diseñadores de software y mecánicos, no era un mal trabajo para 301, aunque no conocía ningún otro. Había sido asignado a VX desde antes que tuviera memoria.


            Ayudó a 303 a quitar los tornillos de la computadora cuya interfaz, una pantalla de plasma color azul, ya marcaba un error grave en su sistema. A esa altura usaban grúas que se adherían a las salidas de las pequeñas ventanas de cada piso de las pirámides. El brazo mecánico era de tres pisos y la canastilla era apenas suficiente para los tres. Aún así, no se veían a la cara. Rara vez hablaban, y cuando lo hacían podían escuchar los drones de seguridad flotando sobre ellos, sus micrófonos  y cámaras captando cada palabra. Aún así, había poco de qué hablar, no pasarían mucho tiempo juntos, serían reasignados cada quien a otra área y probablemente nunca se verían de nuevo. VX-302 separó la maraña de cables y lo conectó a su hardware. La maquinaria en su antebrazo, idéntica a todos los usuarios, era de color cobre y, además de las jeringas, contenía una computadora holográfica que les permitía hacer su trabajo. La interfaz de su holopad conectó con la del termostato y rápidamente accedió al menú de fuentes y scripts.
- Mira esto.- Dijo, codeando a VX-301.- Es una locura. Alguien ha estado ajustado y desajustando el termostato en sus oficinas demasiadas veces. ¿Ves donde marca back-script 30=true?
- No hay signo de interrogación y el código del usuario que lo accedió.- Concluyó 301.- ¿Sabotaje?
- No, esto pasa todo el tiempo, no es mi primer termostato. Sincronícense, hay muchas líneas como esas y será mejor hacerlo de tres.- Los otros dos, 301 y 303 se conectaron a su holopad por wifi, podían ver lo mismo que VX-302 y manipular los mismos códigos fuentes. VX-301 no pudo evitar ver el reloj en la parte superior del holopad, hora 14:50, faltaba mucho para 24. Faltaba mucho para metacity. Prefirió seguir trabajando, en vez de pensar en eso.
- Habrá que hacer un reporte general.- Dijo VX-303.- ¿Y si esto se repite a gran escala?
- Lo dudo, pero habrá que hacerlo.- VX-302 señaló hacia arriba. No había un cielo, como en metacity, había el domo de acero.- 30 millones de personas no pueden pasar frío o calor por glitches como estos. Mejor que se enteren los que hagan los termostatos, quien sea que sean. Si esto es común... Ni pensarlo, la única colonia humana en el Universo no puede extinguirse sólo porque un par de burócratas olvidaron identificar su clave de usuario.
- Más allá de ese domo de acero...- Empezó a decir VX-301 y se estremeció.- Nada más que el vacío del espacio. Maldita tercera guerra.
- Cuidado con la actitud.- Le reprendió VX-302. VX-301 pudo sentir el pinchazo de la jeringa en su hardware, le inyectaban algo para calmarlo.- Mejor no pensar en la devastación nuclear, ya es parte del pasado... ¿Escucharon los rumores en metacity?
- Escuché que la van a agrandar.- Dijo VX-303.- Unas hectáreas mal no vendría mal. Todas las ciudades se conectan a la misma metacity, ya nos estábamos apretando.
- No eso, la lluvia.
-  ¿Y qué es eso de lluvia?
- Soy programador de parches.- Dijo VX-302.- Reparación de glitches y demás. Preparan algo grande. Algo llamado lluvia 1.0.
- Escuché de eso.- Dijo VX-301 mientras analizaba cada línea del interminable código en busca de errores. A estas alturas ya lo hacía de manera inconsciente, tal había sido su entrenamiento.- ¿Te acuerdas que añadieron nubes y niebla el año pasado antepasado?
- Ajá.
- Ahora harán que agua caiga de esas nubes. Será fantástico.
- ¿Cómo que agua?- Preguntó 303. Buscó a su alrededor, no había nada de agua. Edificios piramidales de concreto, todos de gris, había antenas y focos, pero nada más. Se tocó la frente, estaba un poco sudado, aunque sólo un poco, el domo mantenía la temperatura perfecta y su trabajo no le exigía mucha labor física.- ¿Esto?
- Más o menos, pero sin tanta sal. Será algo.
- Yo no sé de eso.- Dijo VX-303, mirada en su holopad.- Yo hago césped. Estamos diseñando un tipo de césped más grande, más verde y de otra textura. Cien créditos el metro.
- Vaya, cien créditos mejor me compro otro skin para el cabello.
- No te caería mal.- Dijo VX-301 mirando su calva. De inmediato se arrepintió. La cinta en su brazo derecho que se extendía de su hardware al hombro estaba de color amarillo, había sido cínico y con la intención de lastimar. Por eso nadie se veía, preferían ignorarse.- Lo siento.
- Mejor regresemos a arreglar la fuente.

            Un drone se acercó flotando. Había captado mucha conversación. Había captado la ironía de VX-301. Tales emociones no cabían en ciudad tres, para eso estaba metacity. El drone flotó sobre ellos, con sus muchas cámaras y micrófonos. VX-301 sintió  un leve mareo, era una vibración en su chip cerebral. Cerró los ojos. Activó el mentalink. Omnicorp. le pedía mayor discreción. Tenía otros mensajes en su bandeja de entrada, la mayoría de metacity, promociones y trabajos fáciles para conseguir créditos. La mayoría era basura. Todos eran de Omnicorp, al menos todos los programas legales. Mentalmente borró el correo basura y abrió los ojos de nuevo. La interfaz del mentalink siempre se le había hecho demasiado brillante, mientras que la iluminación del domo, en sus pirámides, en los drones que tenían cámaras y las farolas no estaban a la par con semejante iluminación.

Se apoyó contra el riel de la grúa mientras trabajaba, buscando cada instancia donde un usuario había olvidado colocar su clave, eso provocaba, a la larga, que el termostato recibiera órdenes contradictorias sin límite de tiempo, ordenándole incrementar la temperatura y bajarla por un tiempo indefinido. Escuchó el crack, el riel de la grúa no estaba apropiadamente asegurado. Su cuerpo cayó al vacío y rápidamente se aferró del suelo de la grúa. Sus compañeros trataron de rescatarlo, pero sus dedos se fueron resbalando. Usaba el mismo plástico que los demás, con adherentes antiderrapantes en los dedos y en las botas, pero eso no le salvaría. Eventualmente su cuerpo cayó un par de pisos hasta azotarse contra la pirámide que tenía a un lado, deslizándose hasta el medio metro de cada piso. Cayó cubriéndose con la derecha y su hardware sufrió la mayor parte de los daños. Sentía que los inyectores trataban de insertarle calmantes, pero no podían moverse, requerían de reparación. El drone le siguió, sabía que lo que pasaría. Nuevo mensaje en su mentalink. Cerró los ojos, decía ser urgente. Su hardware estaba dañado, estaba offline y debía reportarse a la enfermería más cercana.

            Un drone flotante le siguió de cerca. Consiguió acceder a las escaleras de emergencia a través de la red. Los láser verdes monitoreaban su chip, como el láser de la salida, o el láser de la estación de transporte. El tren llegó, puntual como siempre, cada cinco minutos. Consultó el holopad de la estación, la clínica ambulatoria más cercana estaba en la siguiente estación. Atravesó la serie de lásers verdes y ocupó el único lugar que quedaba vacío. Los transportes siempre estaban llenos, siempre estaban repletos. Cubículos personales, todos mirando al suelo repleto de marcas de botas. Todos usaban las mismas botas, del mismo material de látex que los pantalones y la chaqueta. Hombre o mujer, daba igual. El tren avanzó a más de 300 kilómetros por hora sin hacer ruido. El shock inicial se había ido, ahora estaba sufriendo por el golpe. Los inyectores lo habrían solucionado, pero sin ellos podía sentir el costado irritado y un fuerte dolor de cabeza.

            La clínica era una unidad móvil que podía albergar a más de cien enfermos a la vez. Hizo fila, sufriendo en silencio. Imaginó lo que otros pensaban como para olvidar el dolor, sabía que pensaban en metacity, él lo hacía todo el tiempo. No había, después de todo, música o color en ciudad tres, únicamente eficiencia. El trato, sin embargo, no se le hacía injusto. Cada quien aportaba 23 horas de trabajo, por 24 horas de metacity. Además, sin el esfuerzo colectivo era posible que toda la colonia colapsara y entonces sí la humanidad habría quedado extinta para siempre. El tan solo pensarlo le daba escalofríos. Podía ver las imágenes, en los hologramas ambulatorios que daban los anuncios por la ciudad. Tenían imágenes de la guerra, de las bombas. Imágenes de la pequeña colonia en el asteroide marcado RFH-230. La única colonia espacial, ahora el hogar de lo que quedaba de aquella especie. No decían mucho de cómo había sido la vida antes de la guerra, pero se figuraba que no podía ser tan diferente como ahora.
- ¿Malestar?- Preguntó una mujer, vista en su computadora de holograma.
- VX-301 reportando falla de hardware, condición offline por accidente de trabajo.
- Está documentado, siga la línea verde.

            Siguió una de las cinco líneas de colores, todas daban hacia cubículos de plástico traslúcido. Todos miraban al suelo y por primera vez en su vida, sin la ayuda de los inyectores y sus calmantes, pudo sentir el intenso dolor del cuello. No podía ver a nadie a la cara, era de mala educación, además, una cara es tan buena como en la otra. No necesitaba caras, miradas, amistades, mucho menos relaciones lo cual en sí consistía en algo más que una multa. Todo eso podía tener en metacity, por ahora, lo único que tenía era un intenso dolor de cuello, una migraña y dolor en su costado. La cama de acero estaba dispuesta. Se quitó la ropa y dejó que los lásers azules hicieran un escaneo interno. Una mujer entró, pasando su brazalete de holpad por una luz amarilla, para identificarse. La imagen decía RS-209. La miró a la cara y no pudo dejar de hacerlo. No veía la pantalla sobre él, mostrando los daños a su cuerpo. No veía el extraño kit de herramientas que salía del suelo, para reparar su hardware. Miraba ese rostro y lo estudiaba con cuidado. Era la mujer más hermosa que hubiera visto, y en metacity había visto muchas mujeres. Su rostro tenía facciones delicadas, estaba igual de rapada que todos en ciudad 3, pero tenía una mirada especial, de ojos azules y piel muy suave. Le tocó la mano, mientras ella tocaba los moretones.
- Lo arreglaré en un segundo.- Tomó un spray del extraño kit y roció una sustancia viscosa que en segundos alivió su dolor.- No hay daño interno, podrá volver a trabajar VX-301 y disfrutar metacity.
- ¿Qué haces tú en metacity?- RS-209 le miró a los ojos y se sonrojó. Él acarició su mano. Sus inyectores no servían, no lo habría hecho de otro modo. Ella se sonrojó y de inmediato sintió el pinchazo de hormonas que le hicieron enojar.
- Mirada hacia arriba, es de mala educación ver a la gente a la cara.
- Disculpe, RS-209.- El hardware, una unidad adherida a los músculos del antebrazo derecho fue removido por máquinas que tenían tubos tan delgados como cabellos. Una nueva unidad fue insertada. RS-209 le indicó que se vistiera. El hardware, los inyectores pequeños y de distintos colores, se conectaron a la barra emocional de su traje de plástico. Estaba en un color violeta que RS-209 nunca había visto, VX-301 tampoco lo había visto antes.
- Parece que ya está listo.- RS-209 le tomó de la mano, iba decir otra cosa hasta que sintió otro pinchazo. No dijo nada, no valía la pena, no le volvería a ver nunca más. VX-301 recibió sus descargas, el color regresó a gris. Aún así, las mariposas en el estómago no se iban, pensó que sería una acidez estomacal, pero los químicos que le alimentaban no producían eso regularmente. Se sentía de alguna forma diferente.- Puede pasar a la unidad de reabastecimiento e irse.

            RS-209 le siguió con la mirada. Seguía sonrojada, aunque de un humor casi colérico. VX-301 conectó su hardware a la unidad de abastecimiento, una caja amarilla que rellenaba sus inyectores. Sus miradas se cruzaron de nuevo. RS-209 quiso seguirlo a la calle, pero se limitó a golpear una pared. Todos le miraron de reojo, la barra de su brazo estaba en rojo, lentamente deslizándose hacia el gris neutral. Aún así, la sensación no se iba. No era ninguna enfermedad que ella conociese, y siendo RS había sido entrenada por muchos años. No, tampoco eran las sensaciones de metacity, esto era a la vez agradable y doloroso. Había probado y experimentado mucho en metacity, nunca algo como esto. Le dio gracia, había encontrado en ciudad tres algo que metacity nunca le había ofrecido. Le entristecía, pues sabía que no disfrutaría de metacity tanto como otros días.

            Un par de horas de trabajo después y sonó la alarma de baño. La unidad médica despidió a los enfermos que pudo despedir y se levantó del suelo con potentes jets que levantaron una gran polvareda. La nave se conectó a un edificio, todos pasaron desnudos al cuarto de concreto blanco para recibir la potente descarga de chorros de agua y químicos de limpieza. En el vapor, contra el concreto blanco, trató de describir el rostro de VX-301, pero los químicos de secado borraron la imagen. Una nueva alarma sonó, avanzaron para vestirse y comer. Una comida sólida cada siete días. RC-209 nunca había preguntado de dónde venía aquella sustancia, no tenía a quién preguntarle y nadie en metacity sabía tampoco. No sabía mal, pero es que no podía compararlo con nada más. Nada real, al menos, pues estaba plenamente consciente que todos los sabores disponibles en metacity eran falsos, construcciones digitales para afectar las neuronas del cerebro y nada más.

            Regresaron a la unidad móvil. Todos los RC esperaban lo mismo. La computadora debía dar el veredicto de sus enfermos en cama. El holograma en las paredes fue soltando nombres, aquellos no podían salvarse. En su mayoría se trataba de accidentes laborales, pues rara vez veían pacientes con enfermedades incurables. Incluso entonces, en casos de cáncer y otros malestares la computadora decidía entre el valor y el costo. La decisión era inapelable y nadie la apelaba. No había con quién apelarla, ni voz que lo considerase injusto. Una descarga de veneno eliminó a los usuarios asignados. Fue rápido e indoloro. Faltaba deshacerse de los cuerpos, enviarlos al crematorio. Un mensaje arribó a todos los RS, nueve de ellos cambiarían de estación. Nadie se despidió, pues nadie les conocía realmente.

            Las alarmas sonaron por toda ciudad tres, eran las 23:30. Todos se acomodaron en sus catres portátiles, plásticos que les cubrían como capullos. Dormirían una hora, pero el cuerpo no se daría cuenta, despertaría fresco y hábil para otra jornada de trabajo. RS-209 se quedó dormida, como todos los demás, a las 24 en punto. Al abrir los ojos se encontraba en metacity. Al abrir los ojos ya no era RS-209, era Maika. Se levantó de la extensa cama en su departamento, no era mucho pero lo consideraba como suyo. Todo era metálico, a excepción de las cortinas y almohadones. Había gastado cientos de créditos en archivos para texturas. Los podía integrar a la computadora central de su departamento, reacomodar sus cosas o comprar en línea. No le tocaba trabajar, de modo que accedió a su clóset y se vistió con lo primero que encontró. Una gabardina de plástico transparente, botas de plataforma morados y guantes de un plástico reflejante. No gustaba de los skins, se había comprado un peinado y nada más. No le gustaba llamar la atención.

            Metacity era, como para todos los demás, un refugio y una vida verdadera.  Diseñaba programas para Omnicorp, la única compañía legal. Había trabajo meses para perfeccionar apio 2.3 y picante 2.1, además de otros programas, como música y parches para glitches caseros. Tenía muchos créditos disponibles y planeaba gastarlos. Salió a la calle, el distrito era decente, no era ninguna zona roja y la gente siempre era amable con ella. En metacity todos se veían a los ojos. Todos experimentaban con sus skins, todos buscaban emociones. En un callejón estaban practicando los glitch-brakers, descomponía el código fuente de perros o gatos, haciéndoles saltar en reversa o dar de piruetas imposibles mientras ellos bailaban del mismo modo sobre tapetes luminosos con música atrevida, metálica y repetitiva.

            En metacity eran pocos los edificios piramidales. La gente había construido de lo que conocía, empezando por allí, pero también había otros edificios en forma de cubos o rectángulos, otros más atrevidos en forma de donas y muchas residencias altísimas. Eran pocos los que podían conseguirse autos voladores de propulsión iónica, la mayoría eran halcones, policía onírica. Ellos usaban naves repletas de antenas y luces que, debido a sus alas y forma, parecían halcones. Usó un taxi para tomar los puentes, alejarse del suelo y del crimen. La ciudad era muy diferente que ciudad tres, donde el crimen era prácticamente inexistente. Se detuvo en un bar llamado Oxígeno. Tenía que averiguar algo. Maika entró a la oscuridad a través de una red de lásers verdes de identificación. Un trago de bienvenida le esperaba en la barra de plástico brillante. Era la única iluminación, además de las chicas. Todas usaban mods, eran prácticamente ilegales pero la policía onírica lo pasaba por alto. Hacía que sus skins, sus mismas pieles, se hicieran como lámparas de neón. Bailaban en las mesas y en las sillas, de todos los colores, iluminando en lugar y dándole un aspecto de misterio. Una chica le ofreció de su oxígeno, olía a fresas con crema, su favorito. La mujer, quien bien podía ser un hombre, pues Maika podía detectar que su figura era demasiado perfecta como para no usar un mod al algún skin. Se besaron un rato, se tocaron y desnudaron en la parcial oscuridad. No se sentía lo mismo. Ahora estaba segura. Le dolía, saber que no le vería de nuevo, que lo tenía prohibido, pero en metacity no cargaban con el hardware, no había inyecciones para esos dolores emocionales. No quería un mod farmacéutico tampoco, sospechaba que aquellos sentimientos eran más que pasión y lujuria.

            Salió del bar, tomó el tren elevado. Flotaba sobre rieles que se mantenían con propulsores iónicos. Eran como flechas de luz sobre un mar de neón y edificios repletos de antenas y ventanas amplias con toda clase de gente. Metacity había aumentado de tamaño con los años, se hablaba de otras cien hectáreas en unos días. Valdría la pena, ya estaban constreñidos de por sí. Todo aquello se lo dijo un sujeto de cabello que hacía de picos, tenía un visor, un software que le dejaba ver las cámaras de otros visores, era la moda del momento. Maika lo encontraba aburrido, era ver las vidas de otros sin vivir la de una misma. El tren pasaría por uno de los portales. Tardarían horas en llegar a su destino final, los portales teletransportaban el tren, y todos los archivos que aquello conllevaba, hacia otra dirección. Las torres de repetición, gigantescas torres piramidales de colores rojas y verdes, repletas de altas antenas que vibraban con mayor intensidad conforme el tren se acercaba se pusieron blancas de golpe. El tren, en una micronésima de segundo había avanzado 300 kilómetros. Maika se bajó, junto con casi cien otras personas.

            No habría ido al lugar de no ser por la tienda. Eran construcciones de ladrillo rojo, el suelo, los escalones de escaleras que llevaban a todas partes e incluso los edificios. Todo lo demás era digital, pero el lugar se le hacía raro, ajeno a su mundo de metal y plástico. La textura, sin embargo, le intrigaba. No recordaba nada tan poroso en ciudad tres. Subió unas escaleras hacia la fuente de luces. Chorros que subían y bajaban en albercas de plasma multicolor reflejante. Pasó su mano por las luces, casi podía sentirlo como algo líquido. Maika sonrió, incluso de día, bajo el cielo azul con algunas nubes, que no podía ver en ciudad tres dominada por el domo de acero, aquella fuente parecía iluminar más que el sol. Se quedó viendo a los bailarines que experimentaban con sus mods. Eran modificaciones al código fuente de los árboles de la pequeña arboleda. Podían hacerlos estatuas, incluso hologramas que reflejaban sus movimientos. Maika se acercó para verles de cerca, todos tenían rostros con seis u ocho ojos, eran skins difíciles de conseguir y mal vistos por lo general. Eran famosos en la contracultura, usaban chaquetas de cuero, pantalones de plástico de plasma multicolor y hacían girar palos con fuego. Sabía que no era fuego realmente, sólo la ilusión del fuego, su mera imagen, un archivo de video proyectado por aquellos palos, pues no despedían calor alguno. Al mirarles paseó su mirada por las bancas y quedó congelada. Sentado en una banca estaba VX-301, mirándole boquiabierto. Él se levantó primero y se quedaron juntos, a un lado de la fuente de luz. La coincidencia, no necesitaban decirlo, era astronómica.
- Soy Lolo, en metacity me refiero. En ciudad tres soy VX-301.
- Sí, me acuerdo. Disculpa si fui grosera contigo.- Maika se palpó donde su hardware debía estar, en el mundo de los sueños no podían llevar ningún hardware.
- No lo entiendo, es decir, mi inyector no funcionaba, yo no... Vamos, que una cara es tan buena como la otra.- Terminó Maika.- Sí.
- Tú tampoco te cambias la cara, como ellos. Yo me pinté el pelo de azul, ¿te gusta?
- Te queda muy bien.- Se sentaron en la fuente, tocando aquel plasma de colores y mirando a los bailarines.- Es tan raro encontrar a alguien en metacity.
- Sí, ¿tú vives cerca?
- No, lejísimos. Vine a este distrito a comprar pasto 1.0. Dicen que es genial.
- ¿Quieres ir juntos? No tengo nada que hacer, es mi día libre.- Siguieron subiendo escaleras. El tráfico era denso, la mayoría eran taxis de baja propulsión iónica que hacían un silbido agudo. Las aceras estaban atestadas de gente, de luces y de inmensos edificio de brillantes colores y promesas de emociones empaquetadas como archivos digitales listos para sincronizarse con el holopad.- Yo vivo cerca de ahí, en ese edificio al fondo, que el suelta gas y fuego. Piso 87, me queda cerca de un transporte, además son sólo tres mil créditos al mes.
- En este barrio no querrías vivir en la cerca de la calle.- Dijo Maika, apuntando a los personajes que se ocultaban en la neblina de las cloacas, cerca de callejuelas y callejones. Eran hackers o camellos. Vendían hacks a cualquier precio.
- Sí, pero tiene mucho que ofrecer, vamos, te quiero mostrar algo.- Lolo prácticamente la jaló del brazo y fue haciendo espacio entre la multitud. La mayoría vestía de plástico, Omnicorp no tenía una extensa línea de vestido y calzado, pero los diseñadores semi-autónomos encontraban la manera de crear sus aplicaciones de fuente abierta sin violar sus leyes de derechos de autor.- Estos tipos son geniales, lo hacen para que les contraten de diseñadores, ya sabes, hay muchos créditos en eso.
- ¿Y es seguro?- Preguntó Maika, antes de entrar. La entrada tenía luces de neón en forma de mujeres y hombres desnudos. Tenían guardias en la entrada y la concurrencia era muy variada. Se trataba de una tienda alternativa. Lolo le mostró el letrero de omnicorp en todas las holopantallas, eso la tranquilizó un poco. Al centro del establecimiento se encontraban las aplicaciones. Los vendedores, fáciles en su discurso, siempre exaltaban sus creaciones. La mayoría eran mediocres, cosas que Maika había visto antes, como gallinas o fragancias dulces.
- Espera hasta que veas esto.- Lolo y Maika cruzaron por una red de lásers verdes, sus vínculos usuario-onírico eran rastreados, otro elemento que calmó a Maika. Tenían una exhibición especial, concurso de aplicaciones. La exhibición central, detrás de vitrinas de cristal, era un balcón adornado con masetas con flores y árboles frondosos.
- ¿Qué son esas?- Preguntó Maika, su nariz contra el cristal.
- Hormigas.- Dijo el vendedor. Un muchacho de doble visor y guantes de holograma. Estaba viendo las vidas de otros cuatro usuarios y con sus guantes desentrañaba códigos fuentes con apenas unos movimientos.- Las diseñé yo mismo. Comen hojas y ramas, hacen hormigueros donde se reproducen y forman líneas de una maseta a otra.
- ¿No es mejor que el pasto?- Le preguntó Lolo.
- Mucho mejor, ¿pero cómo es que...
- Glitch-mode nena.- Le contestó el vendedor, como si Maika no supiera de nada.- Tu apartamento no registra los cuatro metros adicionales, pero están ahí. Siempre y cuando te suscribas, por supuesto, el glitch estará funcionando. Mil créditos a la semana te dará catarinas y orugas.
- ¿Mil créditos?- Lolo chifló, no esperaba que fuera tan caro.- Parece que te quedarás con tu pasto.
- Sí, eso parece, pero gracias por traerme. Siempre descubro cosas nuevas en metacity.
- ¿Y no es para eso? Poder cerrar los ojos sin ver tus mails, poder ver un cielo azul, una noche estrellada, nada de domo de acero y sus luces artificiales...

            Salieron de la tienda, agarrados del brazo. Pasaron por varios clubes sexuales, ofrecían unos mods de sensualidad que cualquiera de los dos habría aceptado cualquier otro día del año. Ese día, sin embargo, era diferente. Ese día compartían algo más que bits, bytes, mods y glitches, algo real. Quizás incluso más real que ciudad tres. Vagaron por las calles y sus altos puentes. Maika compró su pasto, un metro cuadrado de pasto cuya textura le era indescriptible. Lolo no dejaba de mirarla. Maika cerraba los ojos al sentir el pasto entre sus dedos, de algún modo eso le cautivaba. No quería verlo, quería sentirlo. La tierra en su palma, la textura semi-porosa del pasto y algo de humedad. Salieron de la tienda, agarrados de la mano y Maika apoyó su cabeza en su hombro mientras Lolo compraba dos cafés para llevar a una unidad móvil. Quería invitarla a su departamento, pero no era el sexo. Eso lo tenía todos los días, a veces dos o tres veces al día, el archivo era fácil de descargar y siempre había oníricos en busca de la misma experiencia. No, quería quedarse con ella en la oscuridad, quería hablar por horas sin interrupciones del ajetreado tráfico.
- ¡Halcones!- Gritó alguien y un par de sujetos se echaron a correr. La patrulla les voló por encima, el viento casi les tira. Las alas golpearon el costado de un edificio. Una pareja de policías oníricos pasaron entre ellos. Cargaban con sus rifles phobetor. Los camellos se vieron rodeados. Uno sacó una pistola láser. Los rifles emitieron sus descargas, unas luces amarillas que les dejaron en el piso. Las escopetas producían pesadillas, podían ser segundos o semanas dependiendo de la intensidad. Maika no lo soportó y se alejó corriendo, Lolo la persiguió por varias cuadras.
- No Lolo, no, no me sigas. No me sigas porque si te vas yo te seguiré a ti.
- Eso es lo que quiero.
- Yo también, ¿no lo ves? Los inspectores en ciudad tres interrogan al azar, tú lo sabes. El medidor de emociones mostrará la mentira. No podemos socializar en ciudad tres. Ni en metacity si nos conocemos. Sabes las reglas, no hay... Lo que sea que esto se llame.
- Lo mantendremos en silencio.
- Aún así, hay policías oníricos dando de vueltas, mucha vigilancia en metacity.- Señaló las cámaras y micrófonos en forma de discos de antena en cada esquina.- Incluso hablarlo es peligroso.
- Maika, tú sabes dónde vivo. Soy diseñador de música. ¿La música ambiental de la tienda donde compramos pasto? Ayudé a diseñarlos, hago parches... No sé qué decirte. Puedes encontrarme, a eso es a lo que voy. Porque yo quiero encontrarte.
- ¿Y luego de encontrarme?
- No sé, no he llegado tan lejos.
- Yo tampoco. Adiós Lolo, ojalá nunca te vea de nuevo.
- No lo dices en serio.- Dijo él, con tristeza.
- No, no lo digo en serio.

            Los camellos habían sido apresados, eso no terminaba la misión de RC-201, inspector onírico. Estaba tras la pista de algo grande, podía sentirlo. Ahora mismo eso, lo que fuera que fuese, huía a toda prisa. Sacó su macana, corriendo sobre los autos, disparó su mordelona. La macana, que en su punta tenía un hocico plateado atravesó al sospechoso. No le dolería, pero accesaria su inventario básico de skins, haciendo que su piel fuera tan visible como si fuera de luz. Siguió persiguiéndole, sabía que en el distrito rojo había muchos lugares dónde esconderse. Sus compañeros rodearon la cuadra, él entró por una callejuela, rifle en mano. Los camellos salieron corriendo. Siguió un camino húmedo, en medio de la neblina de las cloacas y encontró su rastro lumínico hasta una puerta que derribó de una patada. Disparó su phobetor contra el primer guardia que encontró. El lugar era pequeño, un escondite de paredes rojas repletas de cables, una guarida. Sabía dónde se dirigía. Si la intuición de RC-201 no le fallaba, y rara vez lo hacía, iría directo a las repetidoras piratas, el origen del calor que producía tanta neblina en las cloacas.

            El pasillo daba hacia un recinto circular. Había tres hackers quemando computadoras, la única manera confiable de borrar todos sus datos. El que brillaba disparó de su arma láser. Le obligó a tirarse tras un sillón de colores. La caballería llegó justo a tiempo. Los disparos interrumpieron a los hackers. RC-201 disparó su phobetor contra el hacker luminoso y contra otro que intentaba a toda costa quemar los chips conectados a los gruesos cables de las antenas repetidoras. Un policía usó su pistola de servicio y disparó al último.
- Idiota, dije que los quería con vida.
- Pero señor, nadie muere en metacity. Dormirá sin soñar, eso es todo.- El inspector usó su scanner contra la sien derecha, contra el minúsculo código de barras.- ¿Lo ve? Ahora tenemos su vínculo usuario-onírico, no podrá escapar en ciudad tres.
- Cierto, pero no será tan extrovertido como lo es en metacity.- Un hacker salió de una habitación secreta cargando un pesado rifle plateado de descarga eléctrica. Le dio a un policía que le envió volando por la habitación. RC-201 lanzó una granada de delirio que, tras el flashazo de rojo, le puso a gritar histéricamente.- Bien, aseguren toda la evidencia. ¿RC-301, se encuentra bien?
- Sí señor, unos voltios y nada más. Deberían darnos mejor protección.- Añadió, señalando el pesado plástico negro que les identificaba como policías oníricos.
- Mire esto inspector.- Dijo RC-401, señalando las tarjetas madre en una de las mesas. Las fue conectando a una computadora holográfica.- Mods para cambiar el tamaño de habitación, mods para que los taxis pasen el chequeo de emisiones iónicas...
- Eso explica por qué hacen tanto ruido, últimamente.- RC-201 probó una de las frutas que había sobre la mesa. La fruta era cara, la que de hecho sabía a eso y no a pollo era más cara aún. No le bastaban aquellos mods y esos hacks, tenía la intuición que quien gastara tanto en lujos como fruta real, o tan real como podía llegar a ser, entonces tenía algo mayor entre manos.
- Un hack para alterar la barra de emociones, para no mostrar deshonestidad. Muy típico, pero miren, es 4.1.
- Yo no sabía que había salido un 3.9. Estos sujetos son buenos.- Dijo RC-201 sosteniendo en su mano unos discos compactos. Se veían pocos de esos, pero eran comunes entre hackers. Se trataba de una unidad de almacenaje impenetrable para el hackeo policial, se tenía que tener en las manos. Se lo entregó al policía, quien corrió el disco láser, pero nadie supo qué decir.- ¿Alguien sabe qué significa astral? Estos hackers, cada día están más locos.
- ¿Y qué me dice de los .jpg, éstas imágenes son raras?, ¿circuitos?
- Quizás, pero ¿qué significan las palabras “Belfegor et Lucifago”, o esa otra, “IAUE espiritus sanctum”. Creo que tenemos una nueva pandilla. Hay que hacerles hablar.
- No saldrán de sus pesadillas por un rato, ¿qué quiere hacer?
- Lleva al chico lumínico al halcón, hay que golpear a los identitarios, estos hackers siempre acuden a los artistas de la identificación.

            Las naves halcón tenían apenas espacio para un tripulante extra. El enclaustrado espacio estaba repleto de botones, manivelas, medidores, cables y computadoras. El hacker iba saliendo de su pesadilla. Su rostro y apariencia en general iba cambiando, era obvio que su menú de skins era muy variado. Era una mujer morena, de cabello rizado que de pronto se transformaba en un hombre negro con cicatrices en la cara. Las transformaciones duraron un par de horas más. La escena del crimen fue asegura, RC-201 pudo seguir con su investigación.

            RC-201 irrumpió en un bar sin nombre, un establecimiento ilegal repleto de mujeres y hombres perfectos que quedaron impactados al verle. Arrastraba al hacker por su abrigo, aún gritando despavorido y aún cambiando de formas. El lugar, cuyo piso entero era una cama, se clareó en segundos. El dueño, un obeso en bata de seda que fumaba de una pipa cuyo humo era de verde brillante apareció, aunque no parecía sorprendido.
- Los papeles están en trámite, Omnicorp me dará licencia en cualquier momento.
- No estoy de humor, Karadian. ¿Ves a este amigo tuyo? Tampoco está de humor. ¿Cuál es tu nombre?
- Karadian, ya lo dijiste.- RC-201 sacó el halo que siempre cargaba consigo. La cinta blanca de plástico duro tenía un interior dorado y era la peor pesadilla de los hackers.- No puedes resetearme, tengo muchos mods que compré legalmente. RF-348, ¿satisfecho?
- Omnicorp puede devolvértelos, eso claro está, si puedes demostrar que los compraste legalmente.
- ¿Y por qué viniste aquí a arruinarme la vida? Por tercera ocasión, debo mencionar.- El gordo se acercó a una almohada, RC-201 le apuntó con su phobetor y Karadian se paró. Empujó el almohadón, era una pistola láser.- Está bien, está bien, ¿qué quieres?
- Tú haces identidades, vínculos usuario-oníricos. Eres popular.
- Soy un artista. Chequeos rutinarios, claro, lásers azules o rojos, por supuesto, pero nada contra el halo, nada contra el reseteo.
- ¿Y si reseteo a tu amigo, me dirá que tú le vendiste el vínculo falso por el que le arrestamos inicialmente?
- ¿Por qué sigues diciendo que es mi amigo?
- Porque me lo dijo, antes de dispararle.- Se agachó a un lado del hacker que cambia de pieles, le conectó el halo, pero no lo encendió. Karadian cedió finalmente.- Astral, ¿qué es eso?
- Está bien, sí le vendí esos vínculos a ese idiota.
- No es al único, ¿o me equivoco? Astral y esos símbolos extraños.
- No lo sé, una pandilla de la vieja escuela, es todo lo que sé. Hackers realmente comprometidos, hablo de ratas de túnel, de mordelones.- Hizo como una rata, mordiendo los cables de las torres de repetición.- No es a mí a quién quieres, Carmino mencionó esa palabra el otro día. Me sonó rara, igual que a ti. De pronto Carmino tiene toda clase de hacks para vender... No que yo esté en el negocio, claro está. Todo lo que hago son experimentos, ya sabes, licencias expirables y códigos de fuente abierta, áreas grises en omnicorp.
- Mira nada más.- Dijo RC-201, guardándose el halo y consultando el reloj.- El día ya casi termina.
- ¿Eso significa que no me arrestarás?
- Bromeas, eres una buena fuente de información. Tenemos tres horas antes de regresar a nuestras vidas, y yo no quiero despertar mañana en este basurero.
- Eso es un alivio.
- Para mí lo es.- Dijo, antes de dispararle con su phobetor. Tendría pesadillas hasta despertar.

            RC-201 regresó con su compañero, abordaron el halcón de vuelta a la base. Sonaban las alarmas. El día había terminado para casi todos, eran pocos quienes hacían doble turno en metacity, él lo había hecho y casi le deja loco. Había comenzado a perder de vista lo que era real y lo que no. Regresó a su catre de plástico, despertó en ciudad tres, 1:00 con un leve dolor de cabeza. Era un mail. Cerró los ojos, accedió a su bandeja de entrada. Sus superiores querían verle de inmediato. No decía mucho, pero decía lo suficiente, había sido promovido. Su rango en metacity, como un 200’s ahora idéntico en ciudad tres, dejaba de ser RC-389 para ser RC-201. Otro ocuparía su lugar, no se molestó en saludarlo, ni él en despedirlo.

            El edificio del monitoreo, una pirámide como las otras, contaba con su propia transportación. El lugar era impecablemente limpio, todo era de cristal, con hologramas de cámaras y noticias recientes. Las noticias rara vez cambiaban, eran sobre todo de metacity, de su expansión inminente y la vaga promesa, para el siguiente año, o el que venía después, de una extensión de tiempo en metacity de hasta dos días. La producción, desde que la noticia se había dado, desde la computadora central a todos los hologramas ambulantes y correos de mentalink había subido al 300%. Esperó en la sala de muebles de plástico negro. Mirada al suelo, estaba rodeado de otros que hacían lo mismo. A excepción de los usuarios el gris de los policías era más oscuro, pero era la única diferencia. Todos estaban igualmente rapados y todos seguían la misma ética silenciosa y respetuosa. La puerta automática se abrió de golpe, el holograma entre sus botas de plástico le indicaba que era su momento para entrar. La oficina, dominada por la mesa de cristal con computadora de plasma integrada y asientos plásticos tenía las mismas pequeñas ventanas que los demás edificios. Al fondo, sentado en su sillón negro, se encontraba RC-180 y RC-181. Ocupó un asiento y dejó que los lásers verdes comprobaran su identidad. La mesa habló, haciendo las preguntas de rutina y diarias para cualquier policía.
- ¿Ha tenido alguna vez la intención de aceptar sobornos?, ¿ha usado la fuerza excesiva o violado el protocolo?, ¿estaría dispuesto a ser reseteado en este momento?- La respuesta fue afirmativa en cada instancia. El medidor de emociones estaba en verde. No mentía. Un halo apareció del techo, más grande que los portátiles a los que estaba acostumbrado. Podía sentir su presencia, escaneando su chip y procesando todos sus archivos. No encontrarían nada, pues no había nada que encontrar.
- Gracias por venir.- Dijo finalmente RC-180 en un tono neutral.- La computadora central ha monitoreado todos sus archivos y decretado que está preparado para una promoción. ¿Le parece adecuado?
- Sí.- No podía esconder su emoción, pero sus superiores no esperaban algo distinto.
- En ciudad tres ha trabajado los monitores y micrófonos, encontrado más de mil infracciones mínimas, 122 graves. Todas llevaron a arrestos. Aquí dice que trabajó doble turno en metacity por dos años, ¿algún efecto secundario?
- No.- La barra se puso en rojo. Sus superiores conocían el expediente, no se sorprendieron de la mentira.- Pedí que me sacaran, la vida es incalculablemente más frenética en metacity que en ciudad tres. Fui procesado, sin encontrar daño psicológico alguno.
- RC-201 usted sabe que, si bien los decretos de la computadora central son inapelables, está en nuestras manos el llevar a cabo una serie de pruebas. Una sola, en ésta ocasión.
- Lo entiendo.- Les miró a los ojos y ellos se ofendieron. RC-201 bajó la cabeza de inmediato, enrojecido de vergüenza.
- Tiene usted el pésimo hábito de mirar a la cara, parece que ha pasado demasiado tiempo en metacity. Espero que este vicio suyo cambie en el futuro.
- Lo hará señor. No será un problema.
- Mentir es parte de la vida.- Prosiguió RC-180.- Si usted comete el error de preguntarme algo personal, como si le gusta la verruga que tengo en mi cara y me dice que sí, mintiendo, sería algo ofensivo. Esa barra de emociones en su brazo, en el mío y en el de todos los usuarios está ahí para mantenernos sinceros, pero valoramos también la privacidad. ¿Me entiende? Una cara es tan buena como la otra, ¿qué importa si estoy yo aquí, o mi compañero o usted o cualquier otro? La función sería la misma. ¿Me entiende?
- Perfectamente.
- Bien, la prueba entonces. En la mesa, frente a usted, encontrará dos archivos básicos. Se dice que tiene buen ojo para encontrar los hacks más pequeños. Se trata de dos scripts, funcionamiento básico de partes mecánicas en un software regular. Existen al menos tres glitches y dos hacks en esos archivos. Tiene un minuto para descubrirlos.

            Un reloj apareció en la pantalla, contando los segundos. Revisó los archivos manualmente, tocándoles para sacarlos de sus fólders y luego expandiéndoles para leerlos. Eran líneas y líneas de códigos. Hacía mucho que, como cualquier otro con experiencia en la programación, había dejado de leer el texto como si fuera palabras y su primer instinto se concentraba en los patrones. Letras mayúsculas combinadas con números y guiones era, regularmente, excepciones u operaciones específicas, como, por ejemplo, para que la cafetera se encienda a cierta hora pero únicamente ciertos días. Tales combinaciones tenían que tener símbolos adicionales, que marcaban si la operación había de efectuarse sobreescribiendo órdenes atípicas o si la cafetera simplemente dejaba de funcionar el día asignado. Escaneó ambos documentos y, segundos antes que el minuto expirara, levantó la cabeza y trató de no mirarlos a la cara.
- Están equivocados, hay solo un hack. Se trata de una línea de código que le pide a la puerta automática que cierre sin el control adicional de sellado, es decir, dejando unos centímetros. Útil para un ladrón, pero identificable con software básico para glitches que, si bien no darían con la causa del problema, de inmediato podrían alertar que algo no funciona del todo bien.
- Bienvenido RC-201, ha pasado usted la prueba. La computadora central también manifestó, que siendo usted un experimentado controlador de cámaras y micrófonos sabe de los puntos ciegos.
- Así es señor, mis reportes deberían estar en sus archivos. Muchos micrófonos, en áreas altamente industrializadas, como en sectores GH, PO, JK y LW presentan ineficiencias debido al ruido. Los hackers no solamente viven en metacity, viven en ciudad tres y, como he mencionado y demostrado anteriormente en mis archivos, forman grupos que pueden rastrearse fuera de metacity.
- Excelente, parece que eso será todo. Tendrá información adicional en su mentalink.
- Una pregunta señor, si me permite.
- Adelante.
- ¿Ustedes estaban al tanto de mis reportes y archivos?
- Tanto de metacity como de ciudad tres, es lo regular.
- ¿Entonces quién me promovió?
- La computadora.
- ¿Quién me removería?
- La computadora.
- ¿Quién les ascendió a ustedes?
- La computadora.- Repitió RC-181 con cierta frustración.- Somos funciones, RC-201. Todos los usuarios lo somos. Nada más. Una cara es tan buena como la otra, no lo olvide. Y no me vaya a preguntar quién promovió a la computadora, ella siempre ha estado ahí. No hay nada encima de ella en ésta, la única colonia humana en el vasto cosmos. ¿Algún problema?
- Ninguno señor. ¿Puedo comenzar mi trabajo desde este momento?
- Así es, pero no olvide, RC-201, que esto es ciudad tres, no metacity y sus métodos, poco ortodoxos en el mundo onírico no cuentan en nuestra sociedad organizada. Espero no tener que repetir la advertencia.

            RC-201 fue asignado un compañero, RC-202 y de inmediato se pusieron a trabajar. 202 tuvo la gentileza de explicarle, mientras el ascensor de cristal bajaba los innumerables pisos hasta la estación de tren elevado que los novatos siempre eran inspeccionados de cerca y que, en el fondo, estaba en un periodo de prueba y necesitaba de un caso grande para mantener ese número. Lo dijo, con la cabeza viendo al suelo y en susurros, tratando de evitar los micrófonos. RC-201 le agradeció cortésmente, ya se lo figuraba y pretendía hacer exactamente eso. Su primera parada fue a los puntos ciegos que conocía. Sus autos no eran como los halcones, pero funcionaban por la misma potencia iónica e incluso eran más veloces. Su primer objetivo fueron las fábricas pesadas, donde se procesaban alimentos o partes mecánicas. Realizaron chequeos de rutina y, luego de algunas horas, dieron con su primer arresto cerca del amanecer.
- GH-678, quedas arrestado por la compra-venta de hacks para hardware bajo infracción penal 3 del código estándar.- Recitó RC-202. El sujeto había sido encontrado en su estación de trabajo con una caja, bajo las líneas de producción repleta de pequeñas computadoras en forma de conexión USB. RC-201 detuvo a su compañero, luego de revisar los programas en su holopad del hardware en su antebrazo.- ¿Qué ocurre?
- No son hacks, son mods. No modifica el código fuente, sólo busca manera de hacer glitches. Este, por ejemplo, hace que registre las hormonas que producen el mal humor como una reacción neutral.
- ¿Lo ven? Se los dije.- Se defendió GH-678. RC-201 le tomó del cuello y aplastó su cara contra una de las pesadas máquinas. 202 quedó impresionado, no sólo por la violencia, sino porque le veía directo a los ojos. Todos los obreros les miraban en silencio.
- Aún así es una ofensa grave y en ciudad tres no te sales con un escopetazo de pesadilla. No señor, aquí es reseteo, años de prisión y trabajos forzados. ¿No te gusta mi cara? Pues la recordarás en los siguientes diez años.- Lo dejó ir y le apretó las esposas de plástico.- Ahora sí, RC-202, podemos llevarlo. No querríamos que su abogado le deje salir por un tecnicismo, y no olvides la evidencia.
- Deberías tener más cuidado.- Le advirtió su compañero, mientras subían al sospechoso a la patrulla.- Esto no es metacity, había drones allá adentro que vieron todo. No olvides, una cara es tan buena como la otra. Por eso no me quiero ni acordar de tu cara, por cómo van las cosas tendré a otro RC-201 en cuestión de días.
- Ciudad tres o metacity, estos hackers son todos iguales. Consiguen el tiempo libre fingiendo accidentes laborales. Mejor revisar los de todo el distrito, siempre hay quienes fingen dolores para diseñar sus programas, como nuestro amigo allá atrás.
- ¿Y quieres inspeccionarlos a todos?
- ¿Somos policías o no?
- Como dije, no me quiero acostumbrar a tu cara.

            RC-201 le siguió la pista a todos los accidentes laborales del día anterior. Habían sido muchos, demasiados si se contaban por semana, pero se sospechaba que la computadora le había promovido por su manía de ser consecuente en sus investigaciones. Rastreó a VX-301, quien supuestamente había caído de una grúa, debido a una falla en la puerta, y había pasado cerca de una hora completamente offline. La clase de posibles ofensas que necesitaba para armar el caso que tanto necesitaba si quería quedarse con el puesto. VX-301 no estaba en su estación de trabajo, reparando los termostatos digitales, había salido para dar seguimiento a una terapia, por el accidente del día anterior. Le encontró haciendo fila en la clínica ambulatoria. Le miró a los ojos y eso fue suficiente para sacarle de la larga fila y cederle su lugar a otra persona.
- Ayer estuvo offline por cerca de una hora, usuario. ¿Vino aquí?
- Sí oficial.- VX-301 no le gustaba que le vieran a  la cara, a nadie le gustaba, y su medidor de emociones en el brazo le ponía en el rojo. RC-201 se mantenía en el verde. Pasó un láser de chequeo rutinario, algo que parecía una pistola, por su hardware en el brazo. Se sincronizó con su holopad, que se activó automáticamente y registró todos los drones que le habían estado siguiendo. El hombre decía la verdad. Aún así, le parecía sospechoso que su mirada no se concentrara en él, o en el suelo, como era la costumbre, sino en las ventanas traslúcidas de la clínica. Le parecía que buscaba a alguien.
- ¿Buscando algún RS?
- No señor.- Mentía, y así se registraba en su brazo.
- No encontré ningún mod en tu hardware, pero me parece que sacas excusas para dejar de trabajar. Nada que garantice una multa, pero está advertido VX-301. ¿Entendido?
- Sí oficial.
- Ande, regrese a trabajar, la colonia lo necesita.- RC-202 se acercó bostezando y estirándose. Estaba cansado de esperar en la patrulla.
- ¿Acabaste de molestar al pobre tipo?
- No hacía su trabajo, un usuario sin uso no es usuario, conoces el dicho. Aún así, ¿a quién estaría buscando allá adentro?
- No te hagas de fantasmas, eso no te llevará a ninguna parte. ¿Crees que eres el primer RC-201 que he conocido? No, cuatro estables, cinco que duraron un par de días.
- Ser un 200’s, debo admitir que era mi sueño.- Era una afirmación muy íntima y su brazo mostraba honestidad. Los drones que flotaban lo registraban todo, así también lo hizo su compañero.- ¿Nunca te has preguntado si hay algo más arriba de un 100?
- No te sigo.
- Me entrevisté con 180, ¿habrá 90’s o 10’s?
- Nadie debería hacer esas preguntas, y nadie lo sabe. Vamos, hay que trabajar, ya sabes lo que dicen, un usuario sin uso no es un usuario.

            En metacity Lolo sólo podía pensar en Maika, en ciudad tres era igual. Ella pasaba por lo mismo. No era la distancia geográfica la que les separaba en metacity, era el temor. Metacity tenía sus visores, tenía sus clubes sexuales, sus fuentes de amigos, pero no tenía lo que  ella experimentaba. No había software para eso, y si no estaba hecho por omnicorp no podía sentirse, lo sabía bien. En ciudad tres era peor, la vigilancia era constante, le penas podían ser severas. De todas formas cedieron a sus impulsos y se vieron en la casa de la risa. El edificio de cristal opaco se alzaba sobre muchos otros techos en metacity, era como un centro comercial con un bar en su cúspide repleto de lásers y luces raras que se encendían de noche. Se podían ver las estrellas desde ahí, los enamorados las miraron por un buen rato antes de entrar.

            La casa de la risa estaba diseñada para emitir buenas emociones, en sus sillones de cuero las mesas de madera flotante ofrecían cualquier tipo de bebida de diseñador, con poderosos estimulantes que tenían a la mitad de la clientela riendo. Muchos otros iban por el tan deseado contacto físico que no podían disfrutar en ciudad tres. La policía onírica tenía reglas para ellos, les mantenían en la oscuridad aunque todos sabían lo que ocurría.
- No sé si debí haber sugerido este lugar Maika, no te quiero para eso, al menos no solamente para eso.- Dijo Lolo, señalando a las partes oscuras.- No estoy del todo seguro para qué te quiero.
- Yo tampoco, pero no dejo de sentir miedo. A ti te interrogó un policía.
- Sí, estuvo cerca.- Admitió Lolo, bebiendo de su copa de cristal una sustancia traslúcida y reflejante.- No dejo de pensar en ti cuando estoy despierto y ahora que te veo en metacity mi verdadera vida, como VX-301 es más como un sueño monótono.
- No puedo creer tener que decirlo, siempre he sido una usuaria muy... legal, pero habría que conseguirnos un mod. Tú te salvaste y estarás bien a menos que alguien te haga la pregunta directa.
- ¿Y cómo sería esa pregunta?- Lolo acarició su rostro y sonrió.- ¿Estás enamorado? La cosa que se menciona en esas novelas raras que ya nadie lee.
- Sí, exacto. En mi caso es distinto, tengo otras hormonas como mujer. Hormonas que el hardware no puede controlar y cuando eso pasa me ponen en la lista.
- ¿Lista?
- Para embarazarme. Me separan por 9 meses, me cambian de sector, incluso en metacity, por el bien del bebé.
- ¿De dónde vienen los bebés?
- No estoy bien segura, algo te inyectarán, me imagino. Los separan a los nueve meses y, como a todos, le asignan un uso a los 16. No soportaría nueve meses de no verte.- Maika lo besó, pero fue diferente que los demás besos. Había ternura y amor en ese beso, y no solamente la frenética búsqueda de placer que parecía ser la norma erótica en metacity.- No esperaré hasta tener sesenta y que nos retiren a ciudad dos para estar juntos.
- He oído de los data-mancers, son data-dealers que hacen mods directo al mentalink, al cerebro. Funciona, a menos que te hagan un reseteo. Es un gran riesgo... amor, es un gran riesgo amor, pero habrá que ir al distrito rojo. Empezaba a caer la tarde, opacada por los altos edificios y los cables, y parecía ser la hora más bulliciosa.

            Existían varios distritos rojos, pero todos eran más o menos iguales. Eran llamados así porque, desde el globo de pasajeros en el que estaban, se podían ver las luces rojas de los neones de bares de baja calidad y de las torres de repetición que mantenían el software onírico andando. Anidaban cerca los hackers, usando sus propias unidades de repetición para mantenerse en contacto. Los edificios tenían glitches, tenían habitaciones que sobresalían, elementos que no estaban en el diseño original, torres que sobresalían en extraños ángulos y enredos de cables que iban para todas partes. El suelo era húmedo, el subsuelo estaba ardiente, por  los cables y las repetidoras piratas. Había cámaras y micrófonos, como en todas partes, pero muchas veces sus cables se conectaban a pequeñas cajas negras que entorpecían la exportación de datos. Incluso con la vigilancia y los patrulleros, el lugar estaba repleto de individuos indeseables. Muchos eran indigentes, gente que gastaba todos sus créditos en las sustancias ilegales que diseñaban como drogas, hasta arruinar sus mentes. La pareja se anduvo con cuidado, caminando entre las lagunas de oscuridad y los letreros de neón prometiendo placeres sórdidos y baratos.  
- Buscan algo en especial.- Un hombre con un largo abrigo de cocodrilo, muchos anillos y dientes de oro apareció en el umbral de una puerta roja de madera. Les revisó con una extraña pistola que hacía una red de lásers azules, les escaneaba por mods, tenía que asegurarse que no fueran policás.- Pocos skins, inusual en un lugar tan... pintoresco, como este.
- Eso veo.- Dijo Lolo, señalando a la pareja que tenía cabello que cambiaba de color y rostros vagamente equinos.- Y sí, buscamos algo.
- No era una pregunta, tengo un buen ojo.- Sus pupilentes eran dorados y parecían girar en círculos, mientras otros círculos, más pequeños y de color plateado giraban en sentido contrario.- Estos bebés me han salvado la vida muchas veces, olvida los visores, estos scannners se pondrán de moda. Mil créditos, si quieren estar a la moda.
- Buscábamos algo diferente, algo más común. Soy Lolo, ella es Maika.
- Soy Carmino, y han llegado al sitio correcto. Pregunten lo que sea, lo tengo.- Se abrió el largo abrigo, tenía dos pistolas lásers y además de eso una colección de tarjetas de datos.
- Algo para el hardware, para ciudad tres.- Carmino sonrió con su dorada sonrisa. Sabía que serían buenos clientes.

            Los halcones descendieron a toda velocidad. Una de las naves chocó contra algo que su radar no había detectado, una alteración al edificio que se hacía visible a pocos metros. La nave perdió una de las alas y rebotó entre las paredes hasta caer al suelo. Los camellos corrieron como pudieron, pero estaban rodeados. Carmino entró al edificio, seguido de la pareja. Alguien gritó algo sobre una granada y Lolo actuó sin pensar. Tomó una madera rota y golpeó la granada de delirio contra la salida. La granada estalló y dejó a varios policías gritando en el suelo. Una voz tronó, potente por el megáfono.
- ¡Carmino! No lo hagas más difícil.- Lolo le reconoció la voz, era aquel policía, RC-201.
- Ayúdenme.- Dijo Carmino, mientras corrían entre los pasillos, empujando gente de regreso a sus departamentos y cruzando una jungla de cables.- Les daré lo que sea, pero no puedo hacerlo solo.

            Bajaron por viejas escaleras de metal gastado, Carmino dejó caer, detrás de ellos, un pesado muro de acero que detendría un poco a la policía. El equipo estaba sobre las mesas. No eran las computadoras holográficas a las que Lolo estaba acostumbrado, esto era estrictamente offline, eran computadoras de pantalla de plasma y disco duro hecho a mano, no sincronizado a Omnicorp., que podía removerse a mano. Carmino quemó todo con un lanza llamas, les pidió que destrozaran los cables y las cajas de repetición, unas crudas cajas de plástico transparente, conectadas a los pesados cables de las torres de repetición, eran transparentes y reventaron hasta los más pequeños pedazos de sus unidades de disco duro. Carmino salvó algunos discos duros y les mostró una salida trasera, prometiéndoles a los mejores hackers astrales si huían con él.

            El muro de metal fue una buena táctica. Las escopetas phobetor no las podían mover. Un policía sacó su cañón electrizante, diez mil voltios quemaron los engranes y la puerta entera se vino abajo. RC-201 entró a tiros, pero ya no había nadie. Apagaron los fuegos, tratando de rescatar los discos duros. RC-201 revisó lo que quedaba de la caja de repetición ilegal, imposible recuperar datos de transmisión de información, pero eso no era lo que le llamaba la atención. Llevó los pedazos a la mesa, recompuso las partes. Estaba más interesado en el orden de los circuitos, ahora inútiles por los cortos eléctricos. La imagen era como aquellas que había visto. Líneas que doblaban en ángulos de noventa grados, algunas curvas, algo que parecía un trinche por el modo en que las tres líneas terminaban. No tenía ningún lema extraño, pero estaba seguro, eran los astrales.
- RC-201, inspector, querrá ver esto.- Un policía entró cargando a un drone que ya no flotaba, había sido desactivado. Lo colocó sobre la mesa chamuscada, le conectaron por usb a una holocomputadora para revisar su contenido. Tenían una sola cara de quien entraba el edificio, una pareja daba la espalda.
- No hay duda, ese es Carmino. Está involucrado, la pista era real. Buen trabajo muchachos.- Revisó las imágenes anteriores. Reconoció una cara, era VX-301 en compañía de una mujer que no podía distinguir bien, debido a los halos de luz producidos por los letreros neón. No podía ubicarle en la escena, estaba a un par de cuadras de distancia. Aún así, la coincidencia era sospechosa.

            Carmino tenía un auto de emergencias. Se hacía pasar por taxi cuando apretaba un código en su computadora analógica. El skin del auto se hacía amarillo con cuadros negros. Las emisiones iónicas soltaron un silbido y salieron volando. Se incorporó al tráfico aéreo, distraídamente revisando lo que había salvado. Más que suficiente para mantener su negocio. Estaba por agradecerle a la pareja, cuando les vio besándose en la parte trasera. Carmino sonrió, estaban enamorados, lo había visto un par de veces antes. Nunca terminaba bien. No se los iba a decir, dejaría que se tomaran su momento. Además, un trato era un trato y Lolo le había salvado la vida de esa granada de delirio. Manejó hasta cerca de un portal, estacionó entre dos autos con la precisión que solamente su computadora podía darle. Las puertas de mariposa se abrieron y los amantes se separaron. El portal, un inmenso arco de más de cien metros era de un cristal traslúcido con cables en forma de luces que transmitían los gigabytes que cada usuario onírico portaba consigo. El tráfico era ligero, aún para estándares de metacity, las luces rara vez llegaban al rojo. Lo harían, cuando el tren aéreo pasara y los transeúntes y conductores tuviesen que esperar. El ancho de banda, incluso estando a un lado de una enorme torre de repetición, no se daba abasto.
- Hay unos cuantos metros a los lados de los portales que son puntos ciegos digitales.- Explicó Carmino, mientras los tres cruzaban la calle. El arco estaba rodeado de edificios altos. No se veía del mismo modo del otro lado del portal, era como un espejismo tan solo visible de un lado, como los hologramas. Los edificios siempre dejaban espacio alrededor de los portales y las torres de repetición, podían sobrecargar sus conexiones de wifi y eran conocidos como la zona de glitches donde cualquier cosa podía pasar, desde que un perro recitara códigos hasta que ladrillos cayeran del cielo. Puro azar.

            En aquel espacio del azar se encontraban los hackers astrales. Carmino hizo las introducciones con los hologramas. Tango, el líder de cabello largo y puntiagudo que apuntaba hacia atrás. Rumpus, un hombre regordete de larga barba y melena con playeras que cambiaban de color y gafas rosas. Equalas, una mujer con parche de pirata y cara de pocos amigos y finalmente Tremor, su novio vestido de cuero  y con la  mirada perdida, siempre rimando para sí.       
- Amigos, amigos, soluciones y problemas, hacen que nombres menciones y no temas.- Dijo Tremor y Equalas asintió, acariciándole el rostro.
- Son buena gente.- Les defendió Carmino.- Me salvaron de la policía, buscan buenos hacks.
- Clientes, está bien.- Decidió Tango, luego de meditarlo un poco. Se colocó pesadas gafas de goma y guantes digitales, accedía a su red privada, no sincronizada con Omnicorp., para buscar entre sus hacks.- Qué es lo que buscan.
- Estamos enamorados, creo que así se llama.- Dijo Lolo.- Nos conocemos en ciudad tres, o nos conocíamos, pues pronto seremos reasignados, como todos. Yo necesito algo para parecer honesto, en caso que alguien me pregunte. Ella necesita algo más especializado.
- Hormonas.- Dijo Equalas acariciando a su novio Tremor.- He pasado por lo mismo. El hack ingresara a tu hardware, le hará creer que toda esa dopamina y demás no es resultado de algo profundo. Puede que te marquen para embarazo, pero difícilmente te escogerán. Difícilmente, somos buenos en lo que hacemos, pero la computadora principal a veces elige al azar.
- Todo eso suena lindo, pero también costoso e incierto.- Dijo Maika.- He oído muy malos rumores de estos hacks y sus efectos secundarios. De pronto el hardware recibe la noticia que el sujeto está gravemente deprimido, le inyecta suficientes calmantes para dejarle en coma. Eso, claro está, atrae atención policial y el juego se derrumba.
- Estás en manos expertas.- Dijo Rumpus, gesticulando salvajemente con las manos.- Nos hicimos de la vieja internet, de lo que queda de esa red antes de la guerra, antes de todo esto. Vaya viaje, habla de desfazamiento de interfaces, es como tratar de operar red 1.0 en la actual 80.3. Estamos online con lo offline. Estamos en el metarelato nena, somos viajeros astrales que buscan conocimiento no digitalizado. Creación pura.
- Trata de decir que somos buenos, los mejores.- Cortó Tango.- Un millón de créditos.
- ¿Un millón?- La pareja se miró decepcionada, de ningún modo podían conseguir tanto dinero.
- No les mentiré, no soportaría un reseteo, nada lo hace, pero no hay chequeo en el mundo que lo pueda notar. Esto hackea sus jeringas, anula por completo su honestidad para que indique lo que ustedes quieran que indique.
- Si no tienen el dinero vayan con otros.- Cortó Equalas.- Seguro que Carmino sabrá recompensar sus buenas intenciones.
- No.- Interrumpió Tango.- Tengo una mejor idea. Les daré lo que piden y hasta más. Rumpus es un loco y un místico, pero es un maldito genio. Él y Tremor han compuesto algo totalmente nuevo.
- Creatividad pura.- Explicó Rumpus.- Encontramos toda clase de información del viejo internet, cosas que Omnicorp nunca pondría en la red. Nunca de los nuncas.
- ¿Qué hay en número si no mera cuantificación?- Preguntó Tremor, más para sí que para ellos.- Vanas ilusiones los números, una cara es tan buena como la otra. La gente, la vieja gente antes de la guerra pensaba, no, no, pensaba y repensaba, no lo que queda de rebaba. No, ellos pensaban y creaban, creaban y maravillaban. Datos y metadatos, como pensamientos sobre pensamientos, sobre qué son los pensamientos. Cualidades y cantidades. Todo y nada. Nada y todo.
-  Anulador de scripts.- Cortó Tango, sabía que el místico y el poeta podían hablar hasta el día siguiente.- Pueden cambiar de estaciones, ¿qué letras tienen?
- VX él, yo soy RS.
- Mejo aún, se mueven todo el tiempo. Siempre circulan, nadie se ve a la cara, nadie mira dos veces. No sólo anula el script, lo que deberían de hacer, sino que intercambia lugares. Hay treinta millones de esos scripts, y eso sin contar los scripts de emergencia, los back-ups y los ghost-scripts que determinan el límite  de funciones, fecha de expiración y demás. Podrán moverse por ciudad tres.
- Pero no libremente.- Dijo Lolo.- Algo quieren de nosotros.
- El chico es listo.- Dijo Equalas.- ¿Quién sabe? Quizás hasta sirva de algo.
- Tenemos los ojos puestos en los IC, el departamento de investigaciones de Omnicorp, ellos también se quedaron con pedazos de la vieja internet.- Explicó Rumpus.- Habla de sabiduría en manos de asnos. No saben abstraer, el viejo talento de la abstracción y meta abstracción reducido a codificación de códigos, pero no es lo mismo abrir un código fuente que abrir la mente humana.  Planean algo, igual que nosotros.
- ¿Qué planean?- Equalas se echó a reír.
- No les confiamos lo suficiente. No para hackearles un modo kamikaze, no sé si quisieran hacerlo. Morirían en el reseteo. Gran paso. No, aún no son data-mancers, como nosotros, magos de los datos.
- ¿Qué es un mago?- Rumpus se echó a reír, no estaba seguro de siquiera poder comenzar a contestar la pregunta.
- Esperen un segundo, hacemos esto, seremos sus espías, pero nos darán los hacks y mods ahora.- Dijo Maika.- ¿Tenemos un trato?
- Tenemos un trato.- Dijo Tango.- Sólo sigan instrucciones, todo estará bien si tienen cuidado. Carmino les conectará con todo lo necesario. Buena suerte.

            RC-201 y 202 acudieron a la zona restringida de investigación en ciudad tres. 202 no quería ir. RC-201 tuvo que convencerle, los hackers pueden ser rastreados en el mundo despierto tanto como en el onírico y tenía una pista, estaba seguro. Necesitaba la ayuda de los IC. La zona IC eran cuatro pirámides con un patio central cuyo techo era una pirámide de cristales y cables de acero. Pasaron por varias redes láser, para monitorear sus movimientos. Parecía que cada sala y antesala tenía uno propio. La seguridad estaba al máximo, las cámaras y micrófonos tenían rifles láser, sólo por si acaso. Quedarían reducidas a estofado si trataban algo, nunca se habían usado, pero un técnico las mantenía en funcionamiento una vez por semana. No tenían el rango suficiente para moverse con libertad, de modo que IC-208 les recibió en una amplia sala de espera con muebles de metal y una computadora holográfica al centro. Era distinta a las pantallas a las que estaban acostumbradas, era un cubo que procesaba incesantemente millones de terabytes por nanosegundo. Era lo más cercano que IC-201 había estado a la computadora central.
- Seguimos un caso en ambas ciudades, una pandilla de hackers que se identifican con algo llamado astral.- Le mostró sus crudos dibujos que había hecho de memoria a partir de todo lo que habían recuperado del escondite de Carmino. El IC-208 escaneó las hojas y esperaron en silencio.
- Tiene usted el mal hábito de ver a la gente a la cara.- Le reprendió IC-208.
- Lo siento, una cara es tan buena como la otra.
- Así es y... Vaya, esto es interesante.- El cubo, que antes parecía como burbujas de procesos, en el holograma azul, ahora era liso por completo.- No hay nada, pero debería haberlo.
- ¿Debería?- Preguntó IC-202, mirada en aquel cubo azul brillante y liso.- Lo inventaron seguramente.
- ¿De dónde?- Preguntó IC-208 con los ojos cerrados, mientras mandaba un mensaje por mentalink.- No, sólo Omnicorp puede crear algo realmente novedoso, sólo la computadora tiene el poder de la inspiración. Todo lo demás son transmutaciones de lo conocido y esto... Esto no aparece en referencia a nada, y debería hacerlo, porque, insisto, la gente piensa mezclando datos no creando nuevos.
- Sólo la computadora.- Concluyó RC-201.
- Exacto. Vengan conmigo. IC-101 está muy interesado en ver esto personalmente.

            Le siguieron por aquel patio hasta una de las pirámides. Les realizaron pruebas de control, dentro de cajas de láser, unas marañas de luces que medían y calibraban si tenían cualquier mod. No encontraban nada. Les preguntaron si hablaban de sus casos en metacity, si se llevarían el secreto a la tumba, si estarían dispuestos a ser sobornados en caso de cometer un error de modo de salvar sus carreras. Ambos contestaron honestamente y les dejaron pasar. No se trataba de cualquier otro edificio de limpias oficinas, estaba repleto de niños. Los primeros pisos estaban destinados a la crianza. Los policías les miraron con ternura, eso demostraba sus barras emocionales, pues recordaban esos años. Los juegos comunitarios, los exámenes constantes, las habitaciones de cien niños y la férrea disciplina. Las clases de historia, sobre la guerra y la devastación. Lo recordaban bien. Tomaron un ascensor privado, accesible al IC por un examen de ADN, para evitar que los niños lo usaran. Subieron docenas de pisos en silencio.

            Caminaron entre los técnicos que trabajan en oficinas holográficas, no había muebles, parecía que el lugar entero irradiaba un azul neón de las computadoras. Usaban guantes digitales para llevar archivos de un lado a otro y examinarlos. La oficina que buscaban estaba al fondo, toda de cristal y el único lugar con muebles. Una larga banca de acero para visitantes, un sobrio escritorio para IC-101 con su holopad constantemente sincronizado a las computadoras holográficas, su mirada se alternaba entre ellos, sin verles a la cara y lo que sus empleados hacían.
- Así que, Astral.- Comenzó a decir IC-101.- Nada en la base de datos IC.
- Nos dijeron que era técnicamente imposible.- Explicó 202.
- Es fascínante.- No parecía prestarles atención.
- Si está encargado de la crianza, ¿por qué el sumo interés?- Preguntó RC-201.- Perseguimos un grupo de piratas, hackers muy peligrosos.
- No soy niñera.- Le reprendió IC-101.- Y no me mire a la cara, le vi paseando sus ojos.
- Disculpe.
- Estoy distraído, disculpen.- Movió su computadora de pantalla holográfica y les mostró un archivo de video.- Hemos editado una memoria, buena para educar usuarios competentes. Estamos en un punto crucial oficiales, no se imaginan cuánto. Esto de astral... Me pone nervioso, no me gusta estar nervioso y por más que mis inyectores me calman tengo una extraña sensación... Algo desconocido, y ya sabe de lo que pensamos sobre lo desconocido.
- Es peligroso.
- Estando fuera de omnicorp, oficial 201, todo es peligroso. Es enteramente posible que estos hackers recuperaran las últimas señales de un satélite antiguo. El último satélite terrícola se desintegró en el año B-J, sus señales fueron captadas por las antenas coloniales que mapean el cinturón de asteroides. Ya sabe cómo esto, una vez que la información está allá afuera... Es como un incendio que se esparce por todas partes. Quería verlo con ustedes, porque cumpliendo la función 101 puedo acceder a ese viejo internet.
- ¿Y puede decirnos más de lo astral?- Preguntó 202. IC-101 sincronizó su computadora con un holograma que apareció entre ellos y el escritorio. Era casi indescifrable, imágenes, textos, videos, todo ocurría a la vez. No notaban nada útil. Un video de un chico que saltaba contra una pared y caía de espaldas contra un riel mientras sus amigos se burlaban. Fotografías de tiburones y gente que no conocían, pero ciertamente de la vieja gente pues tenían cabello y ropas muy raras. Textos que parecían absurdos, como diarios de personas y otros en idiomas que no entendían.
- Viejas lenguas, viejos archivos. Descifrarlos es como un hobby para mí, seguro lo es para sus hackers. Lea esto. Recogimos muchos archivos en desuso, algo llamado .pdf, textos.- Se aclaró la garganta y lo puso en pantalla.- Este texto, anterior a la guerra parece pertenecer a un tal Platón, o quizás la obra se llame así, no estoy muy seguro. Me gustaría que lo leyera, 201.
- Está bien.- Se aclaró la garganta y comenzó a leer con calma, con expresión de total confusión:
”Dices bien. Pues, ¿desearía alguien ser alto, si es alto, o fuerte, si es fuerte?
- Imposible, según lo que hemos acordado.
- Porque, naturalmente, el que ya lo es no podría estar falto de estas cualidades.
- Tienes razón.
- Pues si -continuó Sócrates-, el que es fuerte, quisiera ser fuerte, el que es rápido, ser rápido, el que está sano, ser sano... -tal vez, en efecto, alguno podría pensar, a propósito de estas cualidades y de todas las similares a éstas, que quienes son así y las poseen desean también aquello que poseen; y lo digo precisamente para que no nos engañemos. -Estas personas, Agatón, si te fijas bien, necesariamente poseen en el momento actual cada una de las cualidades que poseen, quieran o no. ¿Y quién desearía precisamente tener lo que ya tiene? Mas cuando alguien nos diga: Yo, que estoy sano, quisiera también estar sano, y siendo rico quiero también ser rico, y deseo lo mismo que poseo, le diríamos: Tú, hombre, que ya tienes riqueza, salud y fuerza, lo que quieres realmente es tener eso también en el futuro, pues en el momento actual, al menos, quieras o no, ya lo posees. Examina, pues, si cuando dices 'deseo lo que tengo' no quieres decir en realidad otra cosa que 'quiero tener también en el futuro lo que en la actualidad tengo' ¿Acaso no estaría de acuerdo?
Agatón afirmó que lo estaría. Entonces Sócrates dijo:
¿Y amar aquello que aún no está a disposición de uno ni se posee no es precisamente esto, es decir, que uno tenga también en el futuro la conservación y mantenimiento de estas cualidades?
- Sin duda -dijo Agatón.
- Por tanto, también éste y cualquier otro que sienta deseo, desea lo que no tiene a su disposición y no está presente, lo que no posee, lo que él no es y de lo que está falto. ¿No son éstas, más o menos, las cosas de las que hay deseo y amor?
- Por supuesto -dijo Agatón.”
- No entendí.- Dijo RC-202.- ¿De qué están hablando? Todo eso de si deseas ser fuerte y ya lo eres, de que si posees o no atributos... ¿Y  quién es este Sócrates que se hace al sabio?
- Filosofía, uno de los viejos vicios que llevaron a la devastación nuclear.- Explicó IC-101.- Ya nadie lo entiende.
- Admito que yo tampoco lo entiendo, pero ¿y si estos hackers creen que sí lo entienden?
- Tal es, oficial 201, mi mayor temor.
- No es mi uso el pensar en estas cosas.- Dijo RC-201.- Mi uso es pensar como un policía. Tenemos evidencia, hay que ver de dónde provino. Mencionó que las recogió la antena de la colonia. ¿Correcto?
- Antes que se desintegrara debió recibir la poca información que quedaba del planeta que dejamos atrás. Ésta información, como de todas las antenas fuera de nuestro domo de acero, pasan por el mismo lugar, los servidores generales.
- La computadora central.- Dijo RC-201.- Podríamos encontrar más referencias allí a lo astral.
- Posible.- Era obvio que IC-101 lo dudaba, así lo mostraba su barra de emociones.- Hay muchísima vigilancia, cámaras y micrófonos en todas partes. Redes de láser para autentificar hasta el último de los técnicos, prácticamente en todo momento.
- Prácticamente.- Repitió RC-201, su barra indicaba felicidad. Estaba tras la pista. Los inyectores lo bajaron a gris, no le servía de nada estar feliz, le alejaba de la objetividad necesaria para ser un RC.- Ritmo, estos scanners tienen ritmos, he visto puntos ciegos donde no se imaginaría, puede leer mis reportes si quiere. Iremos para allá.
- Tiene sentido.- Le apoyó RC-202.- A veces los hackers tiene tecnología que deja atrás a la de Omnicorp. Sé que es incorrecto decirlo, pero lo hemos visto antes. No por mucho, por supuesto, pero quizás lo suficiente para extraer esa información, enviarla a la red de metacity, desenmarañarla allí y usarla para... Para quién sabe qué. Después de todo, primero se hace la trampa, luego la regla.

            VX-301 llegó al complejo IC. Los scanners no encontraron nada, hasta ahora los hacks de los piratas astrales funcionaban de maravilla. Se escondió de los dos policías detrás de una columna en el patio. Reconoció a RC-201 y no podía dejarse ver, echaría todo a perder. Ya le había visto en ciudad tres y de nuevo en metacity, no la clase de poli a quien quería sobre su pista. El hackeo de scripts le hizo cambiar de uso. El otro se fue, sin despedirse ni decir nada. Un trabajo, como una cara, era igual de buena que cualquier otra. Su trabajo era de obrero, revisando los discos duros viejos y las computadoras que pronto quedarían descontinuadas. Trabajaba en una bodega en la primera planta de una pirámide. En una esquina estaba la cámara y su micrófono, además de una escopeta de láser. Se puso a hacer su trabajo, sincronizando su holopad, eso le ponía online y cualquiera podía accesar el menú del complejo, viéndole en línea y cumpliendo su uso. Rápidamente calculó el punto ciego de la cámara. Tenía suerte, la conexión de wifi no quedaba lejos. Consiguió hackearla remotamente, colocar un loop, una repetición de tres minutos que le mostraría a él haciendo su trabajo. En tres minutos el hackeo se borraría, como cualquier script fuera de lugar se borra cuando el sistema cumple su ciclo cada cinco minutos.

            Empleó esos tres minutos al máximo. Accedió a una computadora holográfica, podía usar la identificación de usuario del VX que quisiera, de modo que no lo rastrearían directo a él si alguien sospechaba que había habido un intruso. Nadie lo haría, después de todo los archivos se copiaban y pegaban constantemente. Encontró la unidad IC-101 y descargó todo lo que pudo antes que el tiempo acabara. El reloj en su holopad marcaba dos minutos y medio. Apagó todo y regresó a su estación de trabajo. Cerró los ojos, accedió a su mentalink y envió los archivos en un correo encriptado que vagaría entre torres de repetición, legales e ilegales, hasta llegar a los piratas informáticos. Su trabajo había pasado, ahora faltaba la prueba de fuego.

            Sonó la alarma, era hora del baño. Todos se enfilaron a una unidad, desvistiéndose rápidamente. Les hacían chequeos al azar, no le encontraron nada. Le hicieron preguntas de control, específicamente diseñadas para posibles espías y fallas de seguridad. Tango había tenido razón, sus hacks eran de los mejores. Mientras los químicos les bañaban en chorros a presión, todos mirando al suelo, se preguntó que estaría haciendo RS-209, su amada Maika.

            RS-209 recibió el mensaje temprano en la mañana. Había sido seleccionada como posible candidata para embarazo. Tomó el tren, ocupando su cubículo y mirando hacia abajo. Se mordía las uñas, preguntándose qué tan buenos eran los hacks de Tango. Lo entendía ahora, por qué nadie se enamoraba. Las hormonas, los químicos, todo eso alertaba a la computadora mediante el holopad en el hardware del brazo. El chip emite la señal, la embarazan y es aislada por nueve meses, en ciudad tres y en metacity, anulando todo posible contacto con el ser amado. El tren se detuvo a la mitad del edificio de procreación, a unos cuarenta pisos de altura. Las ventanas de cristal limitaban el viento y los asientos de plástico, cada uno como cubículo, se movían por una red transportadora. Los cubículos eran de plástico transparente, aunque nadie se atrevía a mirar a la otra mujer a la cara.
- Me pone nerviosa.- Dijo la mujer, en el cubículo a su lado, mientras la banda transportadora les llevaba a una amplia sala, un anfiteatro con varias series de pistas y cientos de mujeres.
- Dicen que es indoloro.
- No es eso, son los rumores. ¿Es cierto que pueden cambiar de cuerpo, intercambiar conciencias?- La extraña miró hacia arriba, los micrófonos de antena se hacían más grande y prefirió cambiar de tema.- Siempre me había preguntado de dónde vienen los bebés.
- ¿Y de dónde vienen?
- No lo sé, pero si me seleccionan, lo sabré.

            Una pantalla de holograma se presentó frente a las cientos de mujeres. Introdujeron sus dedos en pequeños agujeros con diminutas agujas diseñadas para  tomar una muestra de ADN. RS-209 lo sabía, era el momento de la verdad. Los nombres fueron apareciendo. El suyo no estaba. El hack había funcionada. Las afortunadas eran reseteadas en ese momento mediante halos convencionales, dos de ellas cargaban mods ilegales y fueron arrestadas de inmediato. Regresaron a la estación y revisó su holopad. Su software para cambiar de scripts había funcionado, ahora tenía otra función, el edificio de retiro. Había recibido el mismo entrenamiento que todos los demás RS, de modo que sabía que podía hacerlo.

            Luego de tres cambios de trenes y un transporte ambulante después llegó a la alta pirámide de ancianos, gente que cumplía 60 años y estaba lista para retirarse a ciudad dos y vivir tranquilos y con mucho menos trabajo. Rellenó sus agujas, como le era indicado, en una caja de reabastecimiento de color naranja. Pasó por las redes láser de color verde, no podían detectar las modificaciones al software del holopad, ni los hacks en su hardware de brazalete. Se presento en una sala de paredes de lonas plásticas, pasó su holpad por un haz de color azul y la recepcionista le dio las instrucciones debidas.
- RS-209, transporte de ancianos a las naves destino a ciudad dos. Sótano, sub-nivel cuatro.
- Gracias.

            Subió a un ascensor de propulsión iónica junto con casi cincuenta personas. Todos miraban al suelo, era de plasma y ofrecía lo nuevo de omnicorp, metacity tendría lluvias ligeras a principios del próximo año. Había descuentos en los skins de ojos azules y promocionaban la compra de las nuevas hectáreas, cuyo valor ya ascendía a cientos de millones de créditos. El ascensor de cristal se hundió en las profundidades de concreto, vaciándose cada vez más. La pirámide, por lo que había visto por fuera, tenía una amplia pista para vuelos, había trasbordadores cada hora. El subsuelo era un hormiguero de gente mayor de sesenta haciendo fila. Una línea, la amarilla, estaba destinada a los RS. A través de los pequeños ventanales, en aquellos grises muros de hormigón, podía ver los trasbordadores siendo ocupados. La plataforma del hangar podía ascender, les tendrían en casas de retiro en cuestión de horas.

            Cumplió con su trabajo, revisando que todos los inyectores de los retirados estuviesen repletos de químicos. Necesitaban mantenerlos tranquilos. Cargaba una caja naranja, como un portafolio, conectado del techo a tubos plásticos de distintos colores. Rellenó a todos, uno por uno, para dejarles entrar al hangar, donde debían esperar a que todos estuvieran en su sitio. El proceso fue lento, pero eventualmente todos los retirados fueron escoltados a un lado del trasbordador. Las cámaras, en el suelo y en el techo monitoreaban más a los RS que a los retirados. Se movían en rieles y disparaban, de vez en cuando, un láser verde lector apuntando a la caja de químicos para asegurarse que los RS cumplieran sus funciones. Los Rs fueron escoltados fuera de la línea y RS-209 pensó que eso sería todo. Estaba muy equivocada. Un retirado había entrado con un inyector defectuoso, un glitch, imperceptible para el chequeo ordinario  que no le sedaba hasta dejarle como vegetal ambulante. Se puso nervioso mientras todos subían al trasbordador. Comenzó a gritar, los guardias trataron de calmarlos a todos, subiéndoles a golpes. Las cámaras se desplazaron por sus rieles, la línea era ahora un punto ciego y RS-209 aprovechó la oportunidad.

            Regresó corriendo, se asomó por la ventana mientras todos los retirados eran colocados en el trasbordador. Los guardias se alejaron corriendo. El trasbordador ardió en llamas mediante unos potentes cañones en su base, reduciéndolo todo a cenizas. No había plan de retiro, los trasbordadores que iban y venían eran una farsa. El hangar era un crematorio. RS-209 corrió de regreso al elevador y salió del lugar, temblando como una hoja. Se ocultó detrás de una pesada columna de acero. La barra estaba en gris, pero era obvio que sufría. Sus inyectores hicieron los suyo, sedantes como dejarla desmayada. Le servían de poco. Ahora entendía, ahora veía una respuesta a una pregunta que nunca se le había ocurrido plantear, ¿cómo era que la computadora mantenía un balance tan exacto de treinta millones de personas?

            RC-201 y su compañero, 202, pasaron por todos los detectores antes de entrar al subsuelo de la pirámide central en ciudad tres. El hogar de la computadora. Los pisos eran de acero, podían verse los pesados cables que iban a todas partes. Les entregaron trajes especiales para el frío y el ozono. No había oxígeno en el subsuelo, para evitar la corrosión. Se pasearon primero por las unidades de emergencia. La marcha fue eterna. Había más de mil unidades. Todas ellas unas torres con luces naranjas, como cintas que iban de una punta en forma de antena hasta la base. Las unidades de emergencia contaban cada una con acceso inmediato a la computadora central mediante un cable de considerable grosor que se iluminaba en serie, como descargas blancas que corrían por la base de la unidad de emergencia hasta el techo. Le parecieron a 201 como los tentáculos de los pulpos que había visto en metacity. Los ascensores tenían rifles alta potencia y carbonizadores en el suelo, por si acaso. Estaban llegando a la médula espinal de todo ciudad tres. Ninguna precaución era innecesaria.

            La computadora central era, en realidad, una serie de doce columnas de ancho y largo, cada una con cuatro metros de espacio. Estaban conectadas por debajo del suelo con cables amarillos que parecían centellear, por ellos cruzaban los trillones de terabytes que mantenían a ciudad tres y metacity en funcionamiento. Cada torre, de tres metros de alto, parecía sudar ozono, eran negras con luces rojas y blancas. Eran partes que podían separarse, con mucho cuidado por los técnicos, los IC-300’s, quienes continuamente revisaban, mediante sus holopads que todo marchase bien. RC-201 tuvo su respuesta, si alguien estaba por encima de la computadora central eran los técnicos, aburridos burócratas que conocían un único uso y nada más.
- Mi nombre es IC-309, fui asignada para ser su guía.- Los oficiales se reportaron y se dejaron escanear con la pistola de láser de chequeo de IC-309. Todos estaban en grises, sin embargo IC-309 tenía razones para estar nerviosa, después de todo ella era Equalas en metacity y aquellos eran sus perseguidores.- Como pueden ver, aquí está contenida toda la información que podrían necesitar.
- Estos trajes sí que son incómodos.- Comentó RC-202. Eran de un plástico que se pegaba a la piel y producía calor, emitiendo una leve luminiscencia naranja, se pegaba a los ojos también y les dificultaba el parpadear.- ¿Por dónde podemos comenzar?
- La vieja internet, lo que haya quedado de ella antes de las bombas debió pasar por las antenas de radar. Vengan conmigo.- Caminaron entre los cables, con cuidado de no tocar ninguna de las antenas que tenía cada unidad de cada columna. IC-309 fue muy específica en eso. Cualquier movimiento en falso y cualquier cosa podía ocurrir, aún si tenían mil unidades que hacían de back-up. Llegaron hasta el fondo, donde tenían un paso de gato con escaleras mecánicas que daba hacia una computadora holográfica. Ningún oficial había visto nada semejante, no era como el holopad, un holograma plano, ni como las potentes computadoras cúbicas, era una esfera azul con miles de códigos naranjas que aparecían y desaparecían, no solo flotando en su superficie, sino dentro de ella y haciendo conexiones rojas que aparecían y desaparecían.
- No tengo idea qué estoy viendo.- Admitió RC-201.- No entiendo su interfaz.
- Es estándar, con algunas modificaciones, hablamos de muchos terabytes.- Contestó Equalas quien le miró por un instante. El inspector le miraba a los ojos.- No debería ver a nadie a la cara, ¿es costumbre?
- No.- Barra en rojo, RC-201 estaba mintiendo, pero no añadió nada.
- Mira esto, 201, una falla de seguridad. Hay millones.
- Glitches en su mayoría.- Dijo IC-309, tratando de sacárselos de encima.
- Sí, pero no esto... Mira, es un loop de repetición. La computadora repitió un mismo proceso ordinario mil ciclos seguidos, en vez de dos veces. Tiempo suficiente para sacar información. ¿Alguna manera de saber qué información era?
- No si no conoce la fuente del archivo o archivos.- Contestó Equalas.
- A menos,- Dijo 202.- que sepamos la terminal. Si es lo que buscamos estaría en la terminal encargada de las emisiones espaciales, después de todo viene de los viejos satélites.
- Vale la pena intentar.- Equalas les mostró el camino, no tenía otra opción. Una lluvia de imágenes, videos y textos aparecieron al azar en formatos que habían quedado en completo desuso desde hacía muchísimas décadas. La esfera giraba frenéticamente, mostrando las conexiones en rojo, resaltando los elementos en dorado. RC-201 metió ambas manos, fue seleccionando casi al azar y realizó una búsqueda por las pocas palabras que conocía.
- Belfegor, Deus, Astral... A ver qué dice.- Aparecieron cinco imágenes de extraños símbolos. Círculos, líneas que doblaban en ángulos de noventa grados y dibujos primitivos. Un título en una de las imágenes lo llamaba Goetia.- Algo es algo... ¿Qué es un ánima o alma?
- No me mires a mí 201, sólo soy un policía.

            RC-201 recibió un zumbido en el cerebro, un mensaje urgente. Cerró los ojos, accedió a su mentalink y seleccionó el mensaje. Sus superiores le reprendían por su mal hábito de mirar a la gente a la cara, después de todo, un rostro es tan bueno como cualquier otro. Demandaba también un informe detallado. Hizo la comunicación mediante su holopad. RC-180 apareció, pero la cámara no enfocaba su rostro, únicamente su identificación y parte de la oficina estándar.
- Definitivamente existen los hackers astrales, aunque todavía no sabemos qué pueda ser todo aquello.
- La pista de la vieja internet tenía sustancia.
- Hubo un loop en la computadora central, eso es un gran riesgo. Me gustaría realizar una revisión de mensajes de mentalink en la fecha del loop, quizás consigamos otra pista. Quien haya sacado la información pudo haberla mandado de inmediato, sería lo más seguro para deshacerse de ella y más tarde trasladarla a metacity.
- ¿Y está seguro que la filtración y la amenaza es real?
- Sí señor.- La barra estaba en verde, estaba siendo honesto.
- Muy bien, lo aclararé con mis superiores.
- Éste complejo tiene un ancho de banda de aproximadamente mil terabytes para mensajes de mentalink, de los cuales más de la mitad son encriptados para evitar los hackers que pudieran empezar pánicos por pequeñas fallas.- Explicó Equala. No se mostraba nerviosa, estaba en control de sus emociones y su barra de emociones se mantenía en gris.
- Tiene razón.- Dijo 202.- No podemos tocar material clasificado, la computadora no nos dejaría.
- Alguien entró aquí y robó información, ¿no es causa suficiente? 202 Empieza por todos los VX y los IC, ellos tienen mayor movilidad. Alguien que fue asignado ese día, pero que no volvió. Eso descartaría a miles.
- Buena idea.- Dijo RC-202, mientras cerraba los ojos y accedía a su mentalink. Pasaron varios minutos en tenso silencio. RC-202 abrió los ojos, sincronizó su holopad a la esfera brillante y mostró lo que tenía.- VX-313, dos días después arrestado por usar un mod barato para falsear la barra de honestidad. También le encontraron artículos robados en su persona y en metacity. Le tenemos RC-201, ¿vamos?
- Adelántate.
- ¿En qué estás pensando?
- ¿Qué  tal si alguien pudiera pasar más tiempo dormido?
- Imposible.- Cortó Equalas.- Cada usuario tiene un uso que es públicamente verificable por la red, es más, cualquiera en la calle puede saber dónde estoy ahora mismo y cuál es mi función. Si alguien faltase levantaría las alarmas.
- Sí, pero ¿y si alguien pudiera alterar los scripts de modo que la computadora crea que está arreglando una máquina de fábrica mientras en realidad está en otra parte, robando aquí mismo o quizás dormido? RC-202, tú revisa esa pista. Yo buscaré por mi parte.
- Cómo quieras, pero no lo olvides, no eres el primer RC-201 que conozco.
- Lo tendré en cuenta.- Verde, estaba siendo honesto. Se dirigió a IC-309, pero ésta vez no la vio a la cara.- Ya que estoy aquí podemos revisar mi corazonada desde la computadora central.
- ¿Qué estaría buscando?
- ¿Dónde puedo dormir y hacerlo legalmente?
- En ninguna parte.
- ¿Dónde puedo fingir que no estoy soñando y...- Accedió a la esfera, buscó entre los hospitales.- Comatosos. Si alguien puede reescribir los scripts, entonces fácilmente podría hacerse pasar por comatoso, así podría estar en metacity por mucho más tiempo.

            Solicitó una patrulla de propulsión iónica para vencer el tráfico. Revisó en su computadora análoga mientras volaba entre las pirámides a toda velocidad. Pabellones de comatosos había pocos, la mayoría eran cremados. Buscó entre enfermeros, usuarios tipo RS con infracciones de deshonestidad. Encontró un lugar con tres enfermeros de ese perfil. Estacionó en el balcón de la pirámide de enfermería y corrió por los pasillos atestados de gente. No tenía tiempo de mirar al suelo o entre los rostros, estaba frenético. Los calmantes solucionaron eso. Abrió la puerta del pabellón pasando su holopad que, como oficial de policía, le daba acceso a prácticamente cualquier lugar. Caminó entre las camas, uno de los pacientes ya no estaba. Los calmantes dejaron de servir. Pateó la pesada cama de metal y prácticamente la volteó. Estaba en rojo, recibió más inyecciones y pudo calmarse, regresar al gris. Levantó del suelo el pequeño chip que estaba insertado en una fibra óptica, algo que parecía como una hoja de papel pero era un plástico que tenía cables, como venas rojas. Insertó el chip, consultó el historial médico. No le decía nada, lo comparó con sus datos. El supuesto FQ-201, comatoso por más de un mes, había muerto hacía años. El holopad vibró y lo activó con tan solo tocarlo. Era RC-202.
-  Mi VX no parece nada grave. Lo checamos dos veces, algunos mods ilegales pero nada grave revisamos su chip y ha resultado una pifia. Tiene un amorío en metacity, eso explica los mensajes cifrados. Las imágenes eran... eróticas, por decirlo de algún modo. Permisible en metacity, pero ilegal aquí.
- Yo tengo un comatoso que se levantó de entre los muertos y escapó justo a tiempo. RC-202, la red es real y estamos muy cerca. Sólo por si acaso, resetealo, no podemos correr otro riesgo.

            VX-313 estaba siendo interrogado en la fábrica de químicos complejos, junto con otro grupo de obreros VX. Inicialmente habían preguntado por aquellos que, en cualquier momento de sus vidas laborales, es decir, a partir de los 16 años, habían estado en las instalaciones de la computadora central. VX-301 se había sentido seguro, pero el oficial cambió de opinión, pensando que era mejor inspeccionarles a todos. Llegarían a él, tarde o temprano, su script había sido reescrito varias veces, justamente lo que los policías buscaban. La fábrica era ruidosa, no se parecía en nada a las industrias digitales, donde todo eran hologramas y silenciosos zumbidos de computadora mezclado con los susurros de los usuarios. Aquí había máquinas de acero, enormes engranes y brazos robóticos que ahogarían cualquier micrófono. Estaba en medio de un grupo de cien VX, tenía poco tiempo. Dejó de pensar como VX-301, empezó a pensar como Lolo. Estaba prohibido, o al menos mal visto, el mayor de los tabúes, el confundir el sueño con la realidad. Ser hacker era ahora su realidad, era momento de demostrárselo a sí mismo. El momento había llegado para Lolo de transmutarse en ciudad tres y pensar por encima de la manada. Los policías encontraron más mensajes sexuales en mentalink, prohibidos en ciudad tres y decidieron sacar los halos. Resetearían a todos. Lolo aprovechó que nadie le miraba, pues nadie se miraba entre ellos. Caminó en reversa, aprovechó la oportunidad de colocarse justo debajo de una cámara y, deslizándose entre los rieles que llevaban los tubos repletos de toxinas se fue empujando en el sucio suelo hasta encontrar una terminal para sincronizar su holopad. No podía hacerlo él mismo, le rastrearían de inmediato, en cambio la terminal de la fábrica estaba abierta a miles de empleados.

            No podía esperar a otro cambio de su script por parte de Tango, de Rumpus o de los demás. Lo haría él mismo. El centro de la investigación de los hackers astrales era IC-101, de modo que cambió de lugares con otro VX que laborase cerca de él. Salió del otro lado de la máquina, alejándose de los policías. En el acceso de la fábrica pasó su holopad por el haz verde que le dio instrucciones para llegar a su nuevo destino. Abordó un autobús de propulsión iónica que llevaba prácticamente hasta la pirámide IC, de investigación computacional. Caminó el par de cuadras en el mismo anonimato que siempre, pero ahora era diferente. Ahora le pesaba. Miró hacia el domo de acero y sus eternas luces. Nunca había noche, ni día, no realmente. Miró a todos a los ojos, pocos lo notaron. Estaba convencido, era un hacker. Ingresó a la pirámide por su acceso principal, siguió las indicaciones entre las oficinas de cristal y plástico hasta las máquinas secuenciales. Enormes computadoras digitales que evaluaban el desempeño de los niños y muchachos. IC-101 se había unido al grupo de trabajo personalmente, según estudió en el menú principal.
- No veo el problema.- Dijo VX-301.- Todo parece en orden.
- ¿No te dijeron?- Contestó una voz detrás de él.- Soy IC-290, la repetidora necesita estar parcialmente offline por  unas horas, necesita sincronizarse a la repetidora secuencial del ala 15.
- Entendido.
- Ven conmigo.

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