El Hombre natural
Por: Juan Sebastián Ohem
VX-301
sabía que, tarde o temprano, le rotarían de lugar asignado de trabajo. El
mensaje llegaría por mentalink y sería enviado a otro sector de ciudad 3. Por
ahora, sin embargo, se encontraba en el sector J-4. Sabía que la ciudad era
inmensa, no tenía idea de cuántos metros cuadrados se necesitaban para acomodar
a 30 millones de usuarios. El lugar era como cualquier otro, pero el trabajo
era ligero y le dejaba disfrutar de las alturas. Ya estaba cansado de trabajar
en el suelo, el concreto, el subsuelo repleto de luces y cables ya le habían
fastidiado. Ahora, en el sector J-4 trabajaba a 40 pisos de altura reparando el
termostato digital general. Los edificios, como de cualquier otro sector, eran
enormes pirámides repletas de foquitos, ventanitas muy pequeñas con balcones de
medio metro cada una y muchas antenas. Si el termostato digital estaba fuera de
sincronía unos dos mil usuarios podían pasar mucho calor, o mucho frío en sus
respectivos trabajos. El termostato era una computadora de un piso de altura,
adherido a la pared de la pirámide, tenía canales de acero que conectaban a las
distintas antenas del área que, visto de lejos, le parecían como un chip,
debido a la falta de curvas, todo eran líneas rectas y ángulos de 90 grados. No
trabajaba solo, nadie lo hacía, estaba con VX-302 y 303. Los VX eran
diseñadores de software y mecánicos, no era un mal trabajo para 301, aunque no
conocía ningún otro. Había sido asignado a VX desde antes que tuviera memoria.
Ayudó
a 303 a quitar los tornillos de la computadora cuya interfaz, una pantalla de
plasma color azul, ya marcaba un error grave en su sistema. A esa altura usaban
grúas que se adherían a las salidas de las pequeñas ventanas de cada piso de
las pirámides. El brazo mecánico era de tres pisos y la canastilla era apenas
suficiente para los tres. Aún así, no se veían a la cara. Rara vez hablaban, y
cuando lo hacían podían escuchar los drones de seguridad flotando sobre ellos,
sus micrófonos y cámaras captando cada
palabra. Aún así, había poco de qué hablar, no pasarían mucho tiempo juntos,
serían reasignados cada quien a otra área y probablemente nunca se verían de nuevo.
VX-302 separó la maraña de cables y lo conectó a su hardware. La maquinaria en
su antebrazo, idéntica a todos los usuarios, era de color cobre y, además de
las jeringas, contenía una computadora holográfica que les permitía hacer su
trabajo. La interfaz de su holopad conectó con la del termostato y rápidamente
accedió al menú de fuentes y scripts.
- Mira esto.- Dijo, codeando a
VX-301.- Es una locura. Alguien ha estado ajustado y desajustando el termostato
en sus oficinas demasiadas veces. ¿Ves donde marca back-script 30=true?
- No hay signo de interrogación y
el código del usuario que lo accedió.- Concluyó 301.- ¿Sabotaje?
- No, esto pasa todo el tiempo,
no es mi primer termostato. Sincronícense, hay muchas líneas como esas y será
mejor hacerlo de tres.- Los otros dos, 301 y 303 se conectaron a su holopad por
wifi, podían ver lo mismo que VX-302 y manipular los mismos códigos fuentes.
VX-301 no pudo evitar ver el reloj en la parte superior del holopad, hora
14:50, faltaba mucho para 24. Faltaba mucho para metacity. Prefirió seguir
trabajando, en vez de pensar en eso.
- Habrá que hacer un reporte
general.- Dijo VX-303.- ¿Y si esto se repite a gran escala?
- Lo dudo, pero habrá que
hacerlo.- VX-302 señaló hacia arriba. No había un cielo, como en metacity, había
el domo de acero.- 30 millones de personas no pueden pasar frío o calor por
glitches como estos. Mejor que se enteren los que hagan los termostatos, quien
sea que sean. Si esto es común... Ni pensarlo, la única colonia humana en el
Universo no puede extinguirse sólo porque un par de burócratas olvidaron
identificar su clave de usuario.
- Más allá de ese domo de
acero...- Empezó a decir VX-301 y se estremeció.- Nada más que el vacío del
espacio. Maldita tercera guerra.
- Cuidado con la actitud.- Le reprendió
VX-302. VX-301 pudo sentir el pinchazo de la jeringa en su hardware, le
inyectaban algo para calmarlo.- Mejor no pensar en la devastación nuclear, ya
es parte del pasado... ¿Escucharon los rumores en metacity?
- Escuché que la van a agrandar.-
Dijo VX-303.- Unas hectáreas mal no vendría mal. Todas las ciudades se conectan
a la misma metacity, ya nos estábamos apretando.
- No eso, la lluvia.
-
¿Y qué es eso de lluvia?
- Soy programador de parches.-
Dijo VX-302.- Reparación de glitches y demás. Preparan algo grande. Algo
llamado lluvia 1.0.
- Escuché de eso.- Dijo VX-301
mientras analizaba cada línea del interminable código en busca de errores. A
estas alturas ya lo hacía de manera inconsciente, tal había sido su
entrenamiento.- ¿Te acuerdas que añadieron nubes y niebla el año pasado
antepasado?
- Ajá.
- Ahora harán que agua caiga de
esas nubes. Será fantástico.
- ¿Cómo que agua?- Preguntó 303.
Buscó a su alrededor, no había nada de agua. Edificios piramidales de concreto,
todos de gris, había antenas y focos, pero nada más. Se tocó la frente, estaba
un poco sudado, aunque sólo un poco, el domo mantenía la temperatura perfecta y
su trabajo no le exigía mucha labor física.- ¿Esto?
- Más o menos, pero sin tanta
sal. Será algo.
- Yo no sé de eso.- Dijo VX-303,
mirada en su holopad.- Yo hago césped. Estamos diseñando un tipo de césped más
grande, más verde y de otra textura. Cien créditos el metro.
- Vaya, cien créditos mejor me
compro otro skin para el cabello.
- No te caería mal.- Dijo VX-301
mirando su calva. De inmediato se arrepintió. La cinta en su brazo derecho que
se extendía de su hardware al hombro estaba de color amarillo, había sido
cínico y con la intención de lastimar. Por eso nadie se veía, preferían
ignorarse.- Lo siento.
- Mejor regresemos a arreglar la
fuente.
Un
drone se acercó flotando. Había captado mucha conversación. Había captado la
ironía de VX-301. Tales emociones no cabían en ciudad tres, para eso estaba
metacity. El drone flotó sobre ellos, con sus muchas cámaras y micrófonos. VX-301
sintió un leve mareo, era una vibración
en su chip cerebral. Cerró los ojos. Activó el mentalink. Omnicorp. le pedía
mayor discreción. Tenía otros mensajes en su bandeja de entrada, la mayoría de
metacity, promociones y trabajos fáciles para conseguir créditos. La mayoría
era basura. Todos eran de Omnicorp, al menos todos los programas legales.
Mentalmente borró el correo basura y abrió los ojos de nuevo. La interfaz del
mentalink siempre se le había hecho demasiado brillante, mientras que la iluminación
del domo, en sus pirámides, en los drones que tenían cámaras y las farolas no
estaban a la par con semejante iluminación.
Se apoyó contra el
riel de la grúa mientras trabajaba, buscando cada instancia donde un usuario
había olvidado colocar su clave, eso provocaba, a la larga, que el termostato
recibiera órdenes contradictorias sin límite de tiempo, ordenándole incrementar
la temperatura y bajarla por un tiempo indefinido. Escuchó el crack, el riel de
la grúa no estaba apropiadamente asegurado. Su cuerpo cayó al vacío y
rápidamente se aferró del suelo de la grúa. Sus compañeros trataron de
rescatarlo, pero sus dedos se fueron resbalando. Usaba el mismo plástico que
los demás, con adherentes antiderrapantes en los dedos y en las botas, pero eso
no le salvaría. Eventualmente su cuerpo cayó un par de pisos hasta azotarse
contra la pirámide que tenía a un lado, deslizándose hasta el medio metro de
cada piso. Cayó cubriéndose con la derecha y su hardware sufrió la mayor parte
de los daños. Sentía que los inyectores trataban de insertarle calmantes, pero
no podían moverse, requerían de reparación. El drone le siguió, sabía que lo
que pasaría. Nuevo mensaje en su mentalink. Cerró los ojos, decía ser urgente.
Su hardware estaba dañado, estaba offline y debía reportarse a la enfermería
más cercana.
Un
drone flotante le siguió de cerca. Consiguió acceder a las escaleras de
emergencia a través de la red. Los láser verdes monitoreaban su chip, como el
láser de la salida, o el láser de la estación de transporte. El tren llegó,
puntual como siempre, cada cinco minutos. Consultó el holopad de la estación,
la clínica ambulatoria más cercana estaba en la siguiente estación. Atravesó la
serie de lásers verdes y ocupó el único lugar que quedaba vacío. Los
transportes siempre estaban llenos, siempre estaban repletos. Cubículos
personales, todos mirando al suelo repleto de marcas de botas. Todos usaban las
mismas botas, del mismo material de látex que los pantalones y la chaqueta.
Hombre o mujer, daba igual. El tren avanzó a más de 300 kilómetros por hora sin
hacer ruido. El shock inicial se había ido, ahora estaba sufriendo por el
golpe. Los inyectores lo habrían solucionado, pero sin ellos podía sentir el
costado irritado y un fuerte dolor de cabeza.
La
clínica era una unidad móvil que podía albergar a más de cien enfermos a la
vez. Hizo fila, sufriendo en silencio. Imaginó lo que otros pensaban como para
olvidar el dolor, sabía que pensaban en metacity, él lo hacía todo el tiempo.
No había, después de todo, música o color en ciudad tres, únicamente
eficiencia. El trato, sin embargo, no se le hacía injusto. Cada quien aportaba
23 horas de trabajo, por 24 horas de metacity. Además, sin el esfuerzo
colectivo era posible que toda la colonia colapsara y entonces sí la humanidad
habría quedado extinta para siempre. El tan solo pensarlo le daba escalofríos.
Podía ver las imágenes, en los hologramas ambulatorios que daban los anuncios
por la ciudad. Tenían imágenes de la guerra, de las bombas. Imágenes de la
pequeña colonia en el asteroide marcado RFH-230. La única colonia espacial,
ahora el hogar de lo que quedaba de aquella especie. No decían mucho de cómo
había sido la vida antes de la guerra, pero se figuraba que no podía ser tan
diferente como ahora.
- ¿Malestar?- Preguntó una mujer,
vista en su computadora de holograma.
- VX-301 reportando falla de
hardware, condición offline por accidente de trabajo.
- Está documentado, siga la línea
verde.
Siguió
una de las cinco líneas de colores, todas daban hacia cubículos de plástico
traslúcido. Todos miraban al suelo y por primera vez en su vida, sin la ayuda
de los inyectores y sus calmantes, pudo sentir el intenso dolor del cuello. No
podía ver a nadie a la cara, era de mala educación, además, una cara es tan
buena como en la otra. No necesitaba caras, miradas, amistades, mucho menos
relaciones lo cual en sí consistía en algo más que una multa. Todo eso podía
tener en metacity, por ahora, lo único que tenía era un intenso dolor de
cuello, una migraña y dolor en su costado. La cama de acero estaba dispuesta.
Se quitó la ropa y dejó que los lásers azules hicieran un escaneo interno. Una
mujer entró, pasando su brazalete de holpad por una luz amarilla, para
identificarse. La imagen decía RS-209. La miró a la cara y no pudo dejar de hacerlo.
No veía la pantalla sobre él, mostrando los daños a su cuerpo. No veía el
extraño kit de herramientas que salía del suelo, para reparar su hardware.
Miraba ese rostro y lo estudiaba con cuidado. Era la mujer más hermosa que
hubiera visto, y en metacity había visto muchas mujeres. Su rostro tenía
facciones delicadas, estaba igual de rapada que todos en ciudad 3, pero tenía
una mirada especial, de ojos azules y piel muy suave. Le tocó la mano, mientras
ella tocaba los moretones.
- Lo arreglaré en un segundo.-
Tomó un spray del extraño kit y roció una sustancia viscosa que en segundos
alivió su dolor.- No hay daño interno, podrá volver a trabajar VX-301 y
disfrutar metacity.
- ¿Qué haces tú en metacity?-
RS-209 le miró a los ojos y se sonrojó. Él acarició su mano. Sus inyectores no
servían, no lo habría hecho de otro modo. Ella se sonrojó y de inmediato sintió
el pinchazo de hormonas que le hicieron enojar.
- Mirada hacia arriba, es de mala
educación ver a la gente a la cara.
- Disculpe, RS-209.- El hardware,
una unidad adherida a los músculos del antebrazo derecho fue removido por
máquinas que tenían tubos tan delgados como cabellos. Una nueva unidad fue
insertada. RS-209 le indicó que se vistiera. El hardware, los inyectores
pequeños y de distintos colores, se conectaron a la barra emocional de su traje
de plástico. Estaba en un color violeta que RS-209 nunca había visto, VX-301
tampoco lo había visto antes.
- Parece que ya está listo.-
RS-209 le tomó de la mano, iba decir otra cosa hasta que sintió otro pinchazo.
No dijo nada, no valía la pena, no le volvería a ver nunca más. VX-301 recibió
sus descargas, el color regresó a gris. Aún así, las mariposas en el estómago
no se iban, pensó que sería una acidez estomacal, pero los químicos que le
alimentaban no producían eso regularmente. Se sentía de alguna forma
diferente.- Puede pasar a la unidad de reabastecimiento e irse.
RS-209
le siguió con la mirada. Seguía sonrojada, aunque de un humor casi colérico.
VX-301 conectó su hardware a la unidad de abastecimiento, una caja amarilla que
rellenaba sus inyectores. Sus miradas se cruzaron de nuevo. RS-209 quiso
seguirlo a la calle, pero se limitó a golpear una pared. Todos le miraron de
reojo, la barra de su brazo estaba en rojo, lentamente deslizándose hacia el gris
neutral. Aún así, la sensación no se iba. No era ninguna enfermedad que ella
conociese, y siendo RS había sido entrenada por muchos años. No, tampoco eran
las sensaciones de metacity, esto era a la vez agradable y doloroso. Había
probado y experimentado mucho en metacity, nunca algo como esto. Le dio gracia,
había encontrado en ciudad tres algo que metacity nunca le había ofrecido. Le
entristecía, pues sabía que no disfrutaría de metacity tanto como otros días.
Un
par de horas de trabajo después y sonó la alarma de baño. La unidad médica
despidió a los enfermos que pudo despedir y se levantó del suelo con potentes
jets que levantaron una gran polvareda. La nave se conectó a un edificio, todos
pasaron desnudos al cuarto de concreto blanco para recibir la potente descarga
de chorros de agua y químicos de limpieza. En el vapor, contra el concreto
blanco, trató de describir el rostro de VX-301, pero los químicos de secado
borraron la imagen. Una nueva alarma sonó, avanzaron para vestirse y comer. Una
comida sólida cada siete días. RC-209 nunca había preguntado de dónde venía
aquella sustancia, no tenía a quién preguntarle y nadie en metacity sabía
tampoco. No sabía mal, pero es que no podía compararlo con nada más. Nada real,
al menos, pues estaba plenamente consciente que todos los sabores disponibles
en metacity eran falsos, construcciones digitales para afectar las neuronas del
cerebro y nada más.
Regresaron
a la unidad móvil. Todos los RC esperaban lo mismo. La computadora debía dar el
veredicto de sus enfermos en cama. El holograma en las paredes fue soltando
nombres, aquellos no podían salvarse. En su mayoría se trataba de accidentes
laborales, pues rara vez veían pacientes con enfermedades incurables. Incluso
entonces, en casos de cáncer y otros malestares la computadora decidía entre el
valor y el costo. La decisión era inapelable y nadie la apelaba. No había con
quién apelarla, ni voz que lo considerase injusto. Una descarga de veneno
eliminó a los usuarios asignados. Fue rápido e indoloro. Faltaba deshacerse de
los cuerpos, enviarlos al crematorio. Un mensaje arribó a todos los RS, nueve
de ellos cambiarían de estación. Nadie se despidió, pues nadie les conocía
realmente.
Las
alarmas sonaron por toda ciudad tres, eran las 23:30. Todos se acomodaron en
sus catres portátiles, plásticos que les cubrían como capullos. Dormirían una
hora, pero el cuerpo no se daría cuenta, despertaría fresco y hábil para otra
jornada de trabajo. RS-209 se quedó dormida, como todos los demás, a las 24 en
punto. Al abrir los ojos se encontraba en metacity. Al abrir los ojos ya no era
RS-209, era Maika. Se levantó de la extensa cama en su departamento, no era
mucho pero lo consideraba como suyo. Todo era metálico, a excepción de las
cortinas y almohadones. Había gastado cientos de créditos en archivos para
texturas. Los podía integrar a la computadora central de su departamento,
reacomodar sus cosas o comprar en línea. No le tocaba trabajar, de modo que
accedió a su clóset y se vistió con lo primero que encontró. Una gabardina de
plástico transparente, botas de plataforma morados y guantes de un plástico
reflejante. No gustaba de los skins, se había comprado un peinado y nada más.
No le gustaba llamar la atención.
Metacity
era, como para todos los demás, un refugio y una vida verdadera. Diseñaba programas para Omnicorp, la única
compañía legal. Había trabajo meses para perfeccionar apio 2.3 y picante 2.1,
además de otros programas, como música y parches para glitches caseros. Tenía
muchos créditos disponibles y planeaba gastarlos. Salió a la calle, el distrito
era decente, no era ninguna zona roja y la gente siempre era amable con ella.
En metacity todos se veían a los ojos. Todos experimentaban con sus skins,
todos buscaban emociones. En un callejón estaban practicando los
glitch-brakers, descomponía el código fuente de perros o gatos, haciéndoles
saltar en reversa o dar de piruetas imposibles mientras ellos bailaban del
mismo modo sobre tapetes luminosos con música atrevida, metálica y repetitiva.
En
metacity eran pocos los edificios piramidales. La gente había construido de lo
que conocía, empezando por allí, pero también había otros edificios en forma de
cubos o rectángulos, otros más atrevidos en forma de donas y muchas residencias
altísimas. Eran pocos los que podían conseguirse autos voladores de propulsión
iónica, la mayoría eran halcones, policía onírica. Ellos usaban naves repletas
de antenas y luces que, debido a sus alas y forma, parecían halcones. Usó un
taxi para tomar los puentes, alejarse del suelo y del crimen. La ciudad era muy
diferente que ciudad tres, donde el crimen era prácticamente inexistente. Se
detuvo en un bar llamado Oxígeno. Tenía que averiguar algo. Maika entró a la oscuridad
a través de una red de lásers verdes de identificación. Un trago de bienvenida
le esperaba en la barra de plástico brillante. Era la única iluminación, además
de las chicas. Todas usaban mods, eran prácticamente ilegales pero la policía
onírica lo pasaba por alto. Hacía que sus skins, sus mismas pieles, se hicieran
como lámparas de neón. Bailaban en las mesas y en las sillas, de todos los
colores, iluminando en lugar y dándole un aspecto de misterio. Una chica le
ofreció de su oxígeno, olía a fresas con crema, su favorito. La mujer, quien
bien podía ser un hombre, pues Maika podía detectar que su figura era demasiado
perfecta como para no usar un mod al algún skin. Se besaron un rato, se tocaron
y desnudaron en la parcial oscuridad. No se sentía lo mismo. Ahora estaba
segura. Le dolía, saber que no le vería de nuevo, que lo tenía prohibido, pero
en metacity no cargaban con el hardware, no había inyecciones para esos dolores
emocionales. No quería un mod farmacéutico tampoco, sospechaba que aquellos sentimientos
eran más que pasión y lujuria.
Salió
del bar, tomó el tren elevado. Flotaba sobre rieles que se mantenían con
propulsores iónicos. Eran como flechas de luz sobre un mar de neón y edificios
repletos de antenas y ventanas amplias con toda clase de gente. Metacity había
aumentado de tamaño con los años, se hablaba de otras cien hectáreas en unos
días. Valdría la pena, ya estaban constreñidos de por sí. Todo aquello se lo
dijo un sujeto de cabello que hacía de picos, tenía un visor, un software que le
dejaba ver las cámaras de otros visores, era la moda del momento. Maika lo
encontraba aburrido, era ver las vidas de otros sin vivir la de una misma. El
tren pasaría por uno de los portales. Tardarían horas en llegar a su destino
final, los portales teletransportaban el tren, y todos los archivos que aquello
conllevaba, hacia otra dirección. Las torres de repetición, gigantescas torres
piramidales de colores rojas y verdes, repletas de altas antenas que vibraban
con mayor intensidad conforme el tren se acercaba se pusieron blancas de golpe.
El tren, en una micronésima de segundo había avanzado 300 kilómetros. Maika se
bajó, junto con casi cien otras personas.
No
habría ido al lugar de no ser por la tienda. Eran construcciones de ladrillo
rojo, el suelo, los escalones de escaleras que llevaban a todas partes e
incluso los edificios. Todo lo demás era digital, pero el lugar se le hacía
raro, ajeno a su mundo de metal y plástico. La textura, sin embargo, le
intrigaba. No recordaba nada tan poroso en ciudad tres. Subió unas escaleras
hacia la fuente de luces. Chorros que subían y bajaban en albercas de plasma
multicolor reflejante. Pasó su mano por las luces, casi podía sentirlo como
algo líquido. Maika sonrió, incluso de día, bajo el cielo azul con algunas nubes,
que no podía ver en ciudad tres dominada por el domo de acero, aquella fuente
parecía iluminar más que el sol. Se quedó viendo a los bailarines que
experimentaban con sus mods. Eran modificaciones al código fuente de los
árboles de la pequeña arboleda. Podían hacerlos estatuas, incluso hologramas
que reflejaban sus movimientos. Maika se acercó para verles de cerca, todos
tenían rostros con seis u ocho ojos, eran skins difíciles de conseguir y mal
vistos por lo general. Eran famosos en la contracultura, usaban chaquetas de
cuero, pantalones de plástico de plasma multicolor y hacían girar palos con
fuego. Sabía que no era fuego realmente, sólo la ilusión del fuego, su mera
imagen, un archivo de video proyectado por aquellos palos, pues no despedían
calor alguno. Al mirarles paseó su mirada por las bancas y quedó congelada.
Sentado en una banca estaba VX-301, mirándole boquiabierto. Él se levantó
primero y se quedaron juntos, a un lado de la fuente de luz. La coincidencia,
no necesitaban decirlo, era astronómica.
- Soy Lolo, en metacity me
refiero. En ciudad tres soy VX-301.
- Sí, me acuerdo. Disculpa si fui
grosera contigo.- Maika se palpó donde su hardware debía estar, en el mundo de
los sueños no podían llevar ningún hardware.
- No lo entiendo, es decir, mi
inyector no funcionaba, yo no... Vamos, que una cara es tan buena como la
otra.- Terminó Maika.- Sí.
- Tú tampoco te cambias la cara,
como ellos. Yo me pinté el pelo de azul, ¿te gusta?
- Te queda muy bien.- Se sentaron
en la fuente, tocando aquel plasma de colores y mirando a los bailarines.- Es
tan raro encontrar a alguien en metacity.
- Sí, ¿tú vives cerca?
- No, lejísimos. Vine a este
distrito a comprar pasto 1.0. Dicen que es genial.
- ¿Quieres ir juntos? No tengo
nada que hacer, es mi día libre.- Siguieron subiendo escaleras. El tráfico era
denso, la mayoría eran taxis de baja propulsión iónica que hacían un silbido
agudo. Las aceras estaban atestadas de gente, de luces y de inmensos edificio
de brillantes colores y promesas de emociones empaquetadas como archivos
digitales listos para sincronizarse con el holopad.- Yo vivo cerca de ahí, en
ese edificio al fondo, que el suelta gas y fuego. Piso 87, me queda cerca de un
transporte, además son sólo tres mil créditos al mes.
- En este barrio no querrías
vivir en la cerca de la calle.- Dijo Maika, apuntando a los personajes que se
ocultaban en la neblina de las cloacas, cerca de callejuelas y callejones. Eran
hackers o camellos. Vendían hacks a cualquier precio.
- Sí, pero tiene mucho que
ofrecer, vamos, te quiero mostrar algo.- Lolo prácticamente la jaló del brazo y
fue haciendo espacio entre la multitud. La mayoría vestía de plástico, Omnicorp
no tenía una extensa línea de vestido y calzado, pero los diseñadores
semi-autónomos encontraban la manera de crear sus aplicaciones de fuente
abierta sin violar sus leyes de derechos de autor.- Estos tipos son geniales,
lo hacen para que les contraten de diseñadores, ya sabes, hay muchos créditos
en eso.
- ¿Y es seguro?- Preguntó Maika,
antes de entrar. La entrada tenía luces de neón en forma de mujeres y hombres
desnudos. Tenían guardias en la entrada y la concurrencia era muy variada. Se
trataba de una tienda alternativa. Lolo le mostró el letrero de omnicorp en
todas las holopantallas, eso la tranquilizó un poco. Al centro del
establecimiento se encontraban las aplicaciones. Los vendedores, fáciles en su
discurso, siempre exaltaban sus creaciones. La mayoría eran mediocres, cosas
que Maika había visto antes, como gallinas o fragancias dulces.
- Espera hasta que veas esto.-
Lolo y Maika cruzaron por una red de lásers verdes, sus vínculos
usuario-onírico eran rastreados, otro elemento que calmó a Maika. Tenían una
exhibición especial, concurso de aplicaciones. La exhibición central, detrás de
vitrinas de cristal, era un balcón adornado con masetas con flores y árboles
frondosos.
- ¿Qué son esas?- Preguntó Maika,
su nariz contra el cristal.
- Hormigas.- Dijo el vendedor. Un
muchacho de doble visor y guantes de holograma. Estaba viendo las vidas de
otros cuatro usuarios y con sus guantes desentrañaba códigos fuentes con apenas
unos movimientos.- Las diseñé yo mismo. Comen hojas y ramas, hacen hormigueros
donde se reproducen y forman líneas de una maseta a otra.
- ¿No es mejor que el pasto?- Le
preguntó Lolo.
- Mucho mejor, ¿pero cómo es
que...
- Glitch-mode nena.- Le contestó
el vendedor, como si Maika no supiera de nada.- Tu apartamento no registra los
cuatro metros adicionales, pero están ahí. Siempre y cuando te suscribas, por
supuesto, el glitch estará funcionando. Mil créditos a la semana te dará
catarinas y orugas.
- ¿Mil créditos?- Lolo chifló, no
esperaba que fuera tan caro.- Parece que te quedarás con tu pasto.
- Sí, eso parece, pero gracias
por traerme. Siempre descubro cosas nuevas en metacity.
- ¿Y no es para eso? Poder cerrar
los ojos sin ver tus mails, poder ver un cielo azul, una noche estrellada, nada
de domo de acero y sus luces artificiales...
Salieron
de la tienda, agarrados del brazo. Pasaron por varios clubes sexuales, ofrecían
unos mods de sensualidad que cualquiera de los dos habría aceptado cualquier
otro día del año. Ese día, sin embargo, era diferente. Ese día compartían algo
más que bits, bytes, mods y glitches, algo real. Quizás incluso más real que
ciudad tres. Vagaron por las calles y sus altos puentes. Maika compró su pasto,
un metro cuadrado de pasto cuya textura le era indescriptible. Lolo no dejaba
de mirarla. Maika cerraba los ojos al sentir el pasto entre sus dedos, de algún
modo eso le cautivaba. No quería verlo, quería sentirlo. La tierra en su palma,
la textura semi-porosa del pasto y algo de humedad. Salieron de la tienda,
agarrados de la mano y Maika apoyó su cabeza en su hombro mientras Lolo
compraba dos cafés para llevar a una unidad móvil. Quería invitarla a su
departamento, pero no era el sexo. Eso lo tenía todos los días, a veces dos o
tres veces al día, el archivo era fácil de descargar y siempre había oníricos
en busca de la misma experiencia. No, quería quedarse con ella en la oscuridad,
quería hablar por horas sin interrupciones del ajetreado tráfico.
- ¡Halcones!- Gritó alguien y un
par de sujetos se echaron a correr. La patrulla les voló por encima, el viento
casi les tira. Las alas golpearon el costado de un edificio. Una pareja de
policías oníricos pasaron entre ellos. Cargaban con sus rifles phobetor. Los
camellos se vieron rodeados. Uno sacó una pistola láser. Los rifles emitieron
sus descargas, unas luces amarillas que les dejaron en el piso. Las escopetas
producían pesadillas, podían ser segundos o semanas dependiendo de la
intensidad. Maika no lo soportó y se alejó corriendo, Lolo la persiguió por
varias cuadras.
- No Lolo, no, no me sigas. No me
sigas porque si te vas yo te seguiré a ti.
- Eso es lo que quiero.
- Yo también, ¿no lo ves? Los
inspectores en ciudad tres interrogan al azar, tú lo sabes. El medidor de
emociones mostrará la mentira. No podemos socializar en ciudad tres. Ni en
metacity si nos conocemos. Sabes las reglas, no hay... Lo que sea que esto se
llame.
- Lo mantendremos en silencio.
- Aún así, hay policías oníricos
dando de vueltas, mucha vigilancia en metacity.- Señaló las cámaras y
micrófonos en forma de discos de antena en cada esquina.- Incluso hablarlo es
peligroso.
- Maika, tú sabes dónde vivo. Soy
diseñador de música. ¿La música ambiental de la tienda donde compramos pasto?
Ayudé a diseñarlos, hago parches... No sé qué decirte. Puedes encontrarme, a
eso es a lo que voy. Porque yo quiero encontrarte.
- ¿Y luego de encontrarme?
- No sé, no he llegado tan lejos.
- Yo tampoco. Adiós Lolo, ojalá nunca
te vea de nuevo.
- No lo dices en serio.- Dijo él,
con tristeza.
- No, no lo digo en serio.
Los
camellos habían sido apresados, eso no terminaba la misión de RC-201, inspector
onírico. Estaba tras la pista de algo grande, podía sentirlo. Ahora mismo eso,
lo que fuera que fuese, huía a toda prisa. Sacó su macana, corriendo sobre los
autos, disparó su mordelona. La macana, que en su punta tenía un hocico
plateado atravesó al sospechoso. No le dolería, pero accesaria su inventario
básico de skins, haciendo que su piel fuera tan visible como si fuera de luz.
Siguió persiguiéndole, sabía que en el distrito rojo había muchos lugares dónde
esconderse. Sus compañeros rodearon la cuadra, él entró por una callejuela,
rifle en mano. Los camellos salieron corriendo. Siguió un camino húmedo, en
medio de la neblina de las cloacas y encontró su rastro lumínico hasta una
puerta que derribó de una patada. Disparó su phobetor contra el primer guardia
que encontró. El lugar era pequeño, un escondite de paredes rojas repletas de
cables, una guarida. Sabía dónde se dirigía. Si la intuición de RC-201 no le
fallaba, y rara vez lo hacía, iría directo a las repetidoras piratas, el origen
del calor que producía tanta neblina en las cloacas.
El
pasillo daba hacia un recinto circular. Había tres hackers quemando
computadoras, la única manera confiable de borrar todos sus datos. El que
brillaba disparó de su arma láser. Le obligó a tirarse tras un sillón de
colores. La caballería llegó justo a tiempo. Los disparos interrumpieron a los
hackers. RC-201 disparó su phobetor contra el hacker luminoso y contra otro que
intentaba a toda costa quemar los chips conectados a los gruesos cables de las
antenas repetidoras. Un policía usó su pistola de servicio y disparó al último.
- Idiota, dije que los quería con
vida.
- Pero señor, nadie muere en
metacity. Dormirá sin soñar, eso es todo.- El inspector usó su scanner contra
la sien derecha, contra el minúsculo código de barras.- ¿Lo ve? Ahora tenemos
su vínculo usuario-onírico, no podrá escapar en ciudad tres.
- Cierto, pero no será tan
extrovertido como lo es en metacity.- Un hacker salió de una habitación secreta
cargando un pesado rifle plateado de descarga eléctrica. Le dio a un policía
que le envió volando por la habitación. RC-201 lanzó una granada de delirio
que, tras el flashazo de rojo, le puso a gritar histéricamente.- Bien, aseguren
toda la evidencia. ¿RC-301, se encuentra bien?
- Sí señor, unos voltios y nada
más. Deberían darnos mejor protección.- Añadió, señalando el pesado plástico
negro que les identificaba como policías oníricos.
- Mire esto inspector.- Dijo
RC-401, señalando las tarjetas madre en una de las mesas. Las fue conectando a
una computadora holográfica.- Mods para cambiar el tamaño de habitación, mods
para que los taxis pasen el chequeo de emisiones iónicas...
- Eso explica por qué hacen tanto
ruido, últimamente.- RC-201 probó una de las frutas que había sobre la mesa. La
fruta era cara, la que de hecho sabía a eso y no a pollo era más cara aún. No
le bastaban aquellos mods y esos hacks, tenía la intuición que quien gastara
tanto en lujos como fruta real, o tan real como podía llegar a ser, entonces
tenía algo mayor entre manos.
- Un hack para alterar la barra
de emociones, para no mostrar deshonestidad. Muy típico, pero miren, es 4.1.
- Yo no sabía que había salido un
3.9. Estos sujetos son buenos.- Dijo RC-201 sosteniendo en su mano unos discos
compactos. Se veían pocos de esos, pero eran comunes entre hackers. Se trataba
de una unidad de almacenaje impenetrable para el hackeo policial, se tenía que
tener en las manos. Se lo entregó al policía, quien corrió el disco láser, pero
nadie supo qué decir.- ¿Alguien sabe qué significa astral? Estos hackers, cada
día están más locos.
- ¿Y qué me dice de los .jpg,
éstas imágenes son raras?, ¿circuitos?
- Quizás, pero ¿qué significan
las palabras “Belfegor et Lucifago”, o esa otra, “IAUE espiritus sanctum”. Creo
que tenemos una nueva pandilla. Hay que hacerles hablar.
- No saldrán de sus pesadillas
por un rato, ¿qué quiere hacer?
- Lleva al chico lumínico al
halcón, hay que golpear a los identitarios, estos hackers siempre acuden a los
artistas de la identificación.
Las
naves halcón tenían apenas espacio para un tripulante extra. El enclaustrado
espacio estaba repleto de botones, manivelas, medidores, cables y computadoras.
El hacker iba saliendo de su pesadilla. Su rostro y apariencia en general iba
cambiando, era obvio que su menú de skins era muy variado. Era una mujer
morena, de cabello rizado que de pronto se transformaba en un hombre negro con
cicatrices en la cara. Las transformaciones duraron un par de horas más. La
escena del crimen fue asegura, RC-201 pudo seguir con su investigación.
RC-201
irrumpió en un bar sin nombre, un establecimiento ilegal repleto de mujeres y
hombres perfectos que quedaron impactados al verle. Arrastraba al hacker por su
abrigo, aún gritando despavorido y aún cambiando de formas. El lugar, cuyo piso
entero era una cama, se clareó en segundos. El dueño, un obeso en bata de seda
que fumaba de una pipa cuyo humo era de verde brillante apareció, aunque no
parecía sorprendido.
- Los papeles están en trámite,
Omnicorp me dará licencia en cualquier momento.
- No estoy de humor, Karadian.
¿Ves a este amigo tuyo? Tampoco está de humor. ¿Cuál es tu nombre?
- Karadian, ya lo dijiste.-
RC-201 sacó el halo que siempre cargaba consigo. La cinta blanca de plástico
duro tenía un interior dorado y era la peor pesadilla de los hackers.- No
puedes resetearme, tengo muchos mods que compré legalmente. RF-348, ¿satisfecho?
- Omnicorp puede devolvértelos,
eso claro está, si puedes demostrar que los compraste legalmente.
- ¿Y por qué viniste aquí a
arruinarme la vida? Por tercera ocasión, debo mencionar.- El gordo se acercó a
una almohada, RC-201 le apuntó con su phobetor y Karadian se paró. Empujó el
almohadón, era una pistola láser.- Está bien, está bien, ¿qué quieres?
- Tú haces identidades, vínculos
usuario-oníricos. Eres popular.
- Soy un artista. Chequeos
rutinarios, claro, lásers azules o rojos, por supuesto, pero nada contra el
halo, nada contra el reseteo.
- ¿Y si reseteo a tu amigo, me
dirá que tú le vendiste el vínculo falso por el que le arrestamos inicialmente?
- ¿Por qué sigues diciendo que es
mi amigo?
- Porque me lo dijo, antes de
dispararle.- Se agachó a un lado del hacker que cambia de pieles, le conectó el
halo, pero no lo encendió. Karadian cedió finalmente.- Astral, ¿qué es eso?
- Está bien, sí le vendí esos
vínculos a ese idiota.
- No es al único, ¿o me equivoco?
Astral y esos símbolos extraños.
- No lo sé, una pandilla de la
vieja escuela, es todo lo que sé. Hackers realmente comprometidos, hablo de
ratas de túnel, de mordelones.- Hizo como una rata, mordiendo los cables de las
torres de repetición.- No es a mí a quién quieres, Carmino mencionó esa palabra
el otro día. Me sonó rara, igual que a ti. De pronto Carmino tiene toda clase
de hacks para vender... No que yo esté en el negocio, claro está. Todo lo que
hago son experimentos, ya sabes, licencias expirables y códigos de fuente
abierta, áreas grises en omnicorp.
- Mira nada más.- Dijo RC-201,
guardándose el halo y consultando el reloj.- El día ya casi termina.
- ¿Eso significa que no me
arrestarás?
- Bromeas, eres una buena fuente
de información. Tenemos tres horas antes de regresar a nuestras vidas, y yo no
quiero despertar mañana en este basurero.
- Eso es un alivio.
- Para mí lo es.- Dijo, antes de
dispararle con su phobetor. Tendría pesadillas hasta despertar.
RC-201
regresó con su compañero, abordaron el halcón de vuelta a la base. Sonaban las
alarmas. El día había terminado para casi todos, eran pocos quienes hacían
doble turno en metacity, él lo había hecho y casi le deja loco. Había comenzado
a perder de vista lo que era real y lo que no. Regresó a su catre de plástico,
despertó en ciudad tres, 1:00 con un leve dolor de cabeza. Era un mail. Cerró
los ojos, accedió a su bandeja de entrada. Sus superiores querían verle de
inmediato. No decía mucho, pero decía lo suficiente, había sido promovido. Su
rango en metacity, como un 200’s ahora idéntico en ciudad tres, dejaba de ser
RC-389 para ser RC-201. Otro ocuparía su lugar, no se molestó en saludarlo, ni
él en despedirlo.
El
edificio del monitoreo, una pirámide como las otras, contaba con su propia
transportación. El lugar era impecablemente limpio, todo era de cristal, con
hologramas de cámaras y noticias recientes. Las noticias rara vez cambiaban,
eran sobre todo de metacity, de su expansión inminente y la vaga promesa, para
el siguiente año, o el que venía después, de una extensión de tiempo en
metacity de hasta dos días. La producción, desde que la noticia se había dado,
desde la computadora central a todos los hologramas ambulantes y correos de
mentalink había subido al 300%. Esperó en la sala de muebles de plástico negro.
Mirada al suelo, estaba rodeado de otros que hacían lo mismo. A excepción de
los usuarios el gris de los policías era más oscuro, pero era la única diferencia.
Todos estaban igualmente rapados y todos seguían la misma ética silenciosa y
respetuosa. La puerta automática se abrió de golpe, el holograma entre sus
botas de plástico le indicaba que era su momento para entrar. La oficina,
dominada por la mesa de cristal con computadora de plasma integrada y asientos
plásticos tenía las mismas pequeñas ventanas que los demás edificios. Al fondo,
sentado en su sillón negro, se encontraba RC-180 y RC-181. Ocupó un asiento y
dejó que los lásers verdes comprobaran su identidad. La mesa habló, haciendo
las preguntas de rutina y diarias para cualquier policía.
- ¿Ha tenido alguna vez la
intención de aceptar sobornos?, ¿ha usado la fuerza excesiva o violado el
protocolo?, ¿estaría dispuesto a ser reseteado en este momento?- La respuesta
fue afirmativa en cada instancia. El medidor de emociones estaba en verde. No
mentía. Un halo apareció del techo, más grande que los portátiles a los que
estaba acostumbrado. Podía sentir su presencia, escaneando su chip y procesando
todos sus archivos. No encontrarían nada, pues no había nada que encontrar.
- Gracias por venir.- Dijo
finalmente RC-180 en un tono neutral.- La computadora central ha monitoreado
todos sus archivos y decretado que está preparado para una promoción. ¿Le parece
adecuado?
- Sí.- No podía esconder su
emoción, pero sus superiores no esperaban algo distinto.
- En ciudad tres ha trabajado los
monitores y micrófonos, encontrado más de mil infracciones mínimas, 122 graves.
Todas llevaron a arrestos. Aquí dice que trabajó doble turno en metacity por
dos años, ¿algún efecto secundario?
- No.- La barra se puso en rojo.
Sus superiores conocían el expediente, no se sorprendieron de la mentira.- Pedí
que me sacaran, la vida es incalculablemente más frenética en metacity que en
ciudad tres. Fui procesado, sin encontrar daño psicológico alguno.
- RC-201 usted sabe que, si bien
los decretos de la computadora central son inapelables, está en nuestras manos
el llevar a cabo una serie de pruebas. Una sola, en ésta ocasión.
- Lo entiendo.- Les miró a los
ojos y ellos se ofendieron. RC-201 bajó la cabeza de inmediato, enrojecido de
vergüenza.
- Tiene usted el pésimo hábito de
mirar a la cara, parece que ha pasado demasiado tiempo en metacity. Espero que
este vicio suyo cambie en el futuro.
- Lo hará señor. No será un
problema.
- Mentir es parte de la vida.-
Prosiguió RC-180.- Si usted comete el error de preguntarme algo personal, como
si le gusta la verruga que tengo en mi cara y me dice que sí, mintiendo, sería
algo ofensivo. Esa barra de emociones en su brazo, en el mío y en el de todos
los usuarios está ahí para mantenernos sinceros, pero valoramos también la
privacidad. ¿Me entiende? Una cara es tan buena como la otra, ¿qué importa si
estoy yo aquí, o mi compañero o usted o cualquier otro? La función sería la
misma. ¿Me entiende?
- Perfectamente.
- Bien, la prueba entonces. En la
mesa, frente a usted, encontrará dos archivos básicos. Se dice que tiene buen
ojo para encontrar los hacks más pequeños. Se trata de dos scripts, funcionamiento
básico de partes mecánicas en un software regular. Existen al menos tres
glitches y dos hacks en esos archivos. Tiene un minuto para descubrirlos.
Un
reloj apareció en la pantalla, contando los segundos. Revisó los archivos
manualmente, tocándoles para sacarlos de sus fólders y luego expandiéndoles
para leerlos. Eran líneas y líneas de códigos. Hacía mucho que, como cualquier
otro con experiencia en la programación, había dejado de leer el texto como si
fuera palabras y su primer instinto se concentraba en los patrones. Letras
mayúsculas combinadas con números y guiones era, regularmente, excepciones u
operaciones específicas, como, por ejemplo, para que la cafetera se encienda a
cierta hora pero únicamente ciertos días. Tales combinaciones tenían que tener
símbolos adicionales, que marcaban si la operación había de efectuarse
sobreescribiendo órdenes atípicas o si la cafetera simplemente dejaba de
funcionar el día asignado. Escaneó ambos documentos y, segundos antes que el
minuto expirara, levantó la cabeza y trató de no mirarlos a la cara.
- Están equivocados, hay solo un
hack. Se trata de una línea de código que le pide a la puerta automática que
cierre sin el control adicional de sellado, es decir, dejando unos centímetros.
Útil para un ladrón, pero identificable con software básico para glitches que,
si bien no darían con la causa del problema, de inmediato podrían alertar que
algo no funciona del todo bien.
- Bienvenido RC-201, ha pasado
usted la prueba. La computadora central también manifestó, que siendo usted un
experimentado controlador de cámaras y micrófonos sabe de los puntos ciegos.
- Así es señor, mis reportes
deberían estar en sus archivos. Muchos micrófonos, en áreas altamente
industrializadas, como en sectores GH, PO, JK y LW presentan ineficiencias
debido al ruido. Los hackers no solamente viven en metacity, viven en ciudad
tres y, como he mencionado y demostrado anteriormente en mis archivos, forman
grupos que pueden rastrearse fuera de metacity.
- Excelente, parece que eso será
todo. Tendrá información adicional en su mentalink.
- Una pregunta señor, si me
permite.
- Adelante.
- ¿Ustedes estaban al tanto de
mis reportes y archivos?
- Tanto de metacity como de
ciudad tres, es lo regular.
- ¿Entonces quién me promovió?
- La computadora.
- ¿Quién me removería?
- La computadora.
- ¿Quién les ascendió a ustedes?
- La computadora.- Repitió RC-181
con cierta frustración.- Somos funciones, RC-201. Todos los usuarios lo somos.
Nada más. Una cara es tan buena como la otra, no lo olvide. Y no me vaya a
preguntar quién promovió a la computadora, ella siempre ha estado ahí. No hay
nada encima de ella en ésta, la única colonia humana en el vasto cosmos. ¿Algún
problema?
- Ninguno señor. ¿Puedo comenzar
mi trabajo desde este momento?
- Así es, pero no olvide, RC-201,
que esto es ciudad tres, no metacity y sus métodos, poco ortodoxos en el mundo
onírico no cuentan en nuestra sociedad organizada. Espero no tener que repetir
la advertencia.
RC-201
fue asignado un compañero, RC-202 y de inmediato se pusieron a trabajar. 202
tuvo la gentileza de explicarle, mientras el ascensor de cristal bajaba los
innumerables pisos hasta la estación de tren elevado que los novatos siempre
eran inspeccionados de cerca y que, en el fondo, estaba en un periodo de prueba
y necesitaba de un caso grande para mantener ese número. Lo dijo, con la cabeza
viendo al suelo y en susurros, tratando de evitar los micrófonos. RC-201 le
agradeció cortésmente, ya se lo figuraba y pretendía hacer exactamente eso. Su
primera parada fue a los puntos ciegos que conocía. Sus autos no eran como los
halcones, pero funcionaban por la misma potencia iónica e incluso eran más
veloces. Su primer objetivo fueron las fábricas pesadas, donde se procesaban
alimentos o partes mecánicas. Realizaron chequeos de rutina y, luego de algunas
horas, dieron con su primer arresto cerca del amanecer.
- GH-678, quedas arrestado por la
compra-venta de hacks para hardware bajo infracción penal 3 del código
estándar.- Recitó RC-202. El sujeto había sido encontrado en su estación de
trabajo con una caja, bajo las líneas de producción repleta de pequeñas
computadoras en forma de conexión USB. RC-201 detuvo a su compañero, luego de
revisar los programas en su holopad del hardware en su antebrazo.- ¿Qué ocurre?
- No son hacks, son mods. No
modifica el código fuente, sólo busca manera de hacer glitches. Este, por
ejemplo, hace que registre las hormonas que producen el mal humor como una
reacción neutral.
- ¿Lo ven? Se los dije.- Se
defendió GH-678. RC-201 le tomó del cuello y aplastó su cara contra una de las
pesadas máquinas. 202 quedó impresionado, no sólo por la violencia, sino porque
le veía directo a los ojos. Todos los obreros les miraban en silencio.
- Aún así es una ofensa grave y
en ciudad tres no te sales con un escopetazo de pesadilla. No señor, aquí es
reseteo, años de prisión y trabajos forzados. ¿No te gusta mi cara? Pues la
recordarás en los siguientes diez años.- Lo dejó ir y le apretó las esposas de
plástico.- Ahora sí, RC-202, podemos llevarlo. No querríamos que su abogado le
deje salir por un tecnicismo, y no olvides la evidencia.
- Deberías tener más cuidado.- Le
advirtió su compañero, mientras subían al sospechoso a la patrulla.- Esto no es
metacity, había drones allá adentro que vieron todo. No olvides, una cara es
tan buena como la otra. Por eso no me quiero ni acordar de tu cara, por cómo
van las cosas tendré a otro RC-201 en cuestión de días.
- Ciudad tres o metacity, estos
hackers son todos iguales. Consiguen el tiempo libre fingiendo accidentes
laborales. Mejor revisar los de todo el distrito, siempre hay quienes fingen
dolores para diseñar sus programas, como nuestro amigo allá atrás.
- ¿Y quieres inspeccionarlos a
todos?
- ¿Somos policías o no?
- Como dije, no me quiero
acostumbrar a tu cara.
RC-201
le siguió la pista a todos los accidentes laborales del día anterior. Habían
sido muchos, demasiados si se contaban por semana, pero se sospechaba que la
computadora le había promovido por su manía de ser consecuente en sus
investigaciones. Rastreó a VX-301, quien supuestamente había caído de una grúa,
debido a una falla en la puerta, y había pasado cerca de una hora completamente
offline. La clase de posibles ofensas que necesitaba para armar el caso que
tanto necesitaba si quería quedarse con el puesto. VX-301 no estaba en su
estación de trabajo, reparando los termostatos digitales, había salido para dar
seguimiento a una terapia, por el accidente del día anterior. Le encontró
haciendo fila en la clínica ambulatoria. Le miró a los ojos y eso fue
suficiente para sacarle de la larga fila y cederle su lugar a otra persona.
- Ayer estuvo offline por cerca
de una hora, usuario. ¿Vino aquí?
- Sí oficial.- VX-301 no le
gustaba que le vieran a la cara, a nadie
le gustaba, y su medidor de emociones en el brazo le ponía en el rojo. RC-201
se mantenía en el verde. Pasó un láser de chequeo rutinario, algo que parecía
una pistola, por su hardware en el brazo. Se sincronizó con su holopad, que se
activó automáticamente y registró todos los drones que le habían estado
siguiendo. El hombre decía la verdad. Aún así, le parecía sospechoso que su mirada
no se concentrara en él, o en el suelo, como era la costumbre, sino en las
ventanas traslúcidas de la clínica. Le parecía que buscaba a alguien.
- ¿Buscando algún RS?
- No señor.- Mentía, y así se
registraba en su brazo.
- No encontré ningún mod en tu
hardware, pero me parece que sacas excusas para dejar de trabajar. Nada que
garantice una multa, pero está advertido VX-301. ¿Entendido?
- Sí oficial.
- Ande, regrese a trabajar, la
colonia lo necesita.- RC-202 se acercó bostezando y estirándose. Estaba cansado
de esperar en la patrulla.
- ¿Acabaste de molestar al pobre
tipo?
- No hacía su trabajo, un usuario
sin uso no es usuario, conoces el dicho. Aún así, ¿a quién estaría buscando
allá adentro?
- No te hagas de fantasmas, eso
no te llevará a ninguna parte. ¿Crees que eres el primer RC-201 que he
conocido? No, cuatro estables, cinco que duraron un par de días.
- Ser un 200’s, debo admitir que
era mi sueño.- Era una afirmación muy íntima y su brazo mostraba honestidad.
Los drones que flotaban lo registraban todo, así también lo hizo su compañero.-
¿Nunca te has preguntado si hay algo más arriba de un 100?
- No te sigo.
- Me entrevisté con 180, ¿habrá
90’s o 10’s?
- Nadie debería hacer esas
preguntas, y nadie lo sabe. Vamos, hay que trabajar, ya sabes lo que dicen, un
usuario sin uso no es un usuario.
En
metacity Lolo sólo podía pensar en Maika, en ciudad tres era igual. Ella pasaba
por lo mismo. No era la distancia geográfica la que les separaba en metacity,
era el temor. Metacity tenía sus visores, tenía sus clubes sexuales, sus
fuentes de amigos, pero no tenía lo que
ella experimentaba. No había software para eso, y si no estaba hecho por
omnicorp no podía sentirse, lo sabía bien. En ciudad tres era peor, la vigilancia
era constante, le penas podían ser severas. De todas formas cedieron a sus
impulsos y se vieron en la casa de la risa. El edificio de cristal opaco se
alzaba sobre muchos otros techos en metacity, era como un centro comercial con
un bar en su cúspide repleto de lásers y luces raras que se encendían de noche.
Se podían ver las estrellas desde ahí, los enamorados las miraron por un buen
rato antes de entrar.
La
casa de la risa estaba diseñada para emitir buenas emociones, en sus sillones
de cuero las mesas de madera flotante ofrecían cualquier tipo de bebida de
diseñador, con poderosos estimulantes que tenían a la mitad de la clientela
riendo. Muchos otros iban por el tan deseado contacto físico que no podían
disfrutar en ciudad tres. La policía onírica tenía reglas para ellos, les mantenían
en la oscuridad aunque todos sabían lo que ocurría.
- No sé si debí haber sugerido
este lugar Maika, no te quiero para eso, al menos no solamente para eso.- Dijo
Lolo, señalando a las partes oscuras.- No estoy del todo seguro para qué te
quiero.
- Yo tampoco, pero no dejo de
sentir miedo. A ti te interrogó un policía.
- Sí, estuvo cerca.- Admitió
Lolo, bebiendo de su copa de cristal una sustancia traslúcida y reflejante.- No
dejo de pensar en ti cuando estoy despierto y ahora que te veo en metacity mi verdadera
vida, como VX-301 es más como un sueño monótono.
- No puedo creer tener que
decirlo, siempre he sido una usuaria muy... legal, pero habría que conseguirnos
un mod. Tú te salvaste y estarás bien a menos que alguien te haga la pregunta
directa.
- ¿Y cómo sería esa pregunta?-
Lolo acarició su rostro y sonrió.- ¿Estás enamorado? La cosa que se menciona en
esas novelas raras que ya nadie lee.
- Sí, exacto. En mi caso es
distinto, tengo otras hormonas como mujer. Hormonas que el hardware no puede
controlar y cuando eso pasa me ponen en la lista.
- ¿Lista?
- Para embarazarme. Me separan
por 9 meses, me cambian de sector, incluso en metacity, por el bien del bebé.
- ¿De dónde vienen los bebés?
- No estoy bien segura, algo te
inyectarán, me imagino. Los separan a los nueve meses y, como a todos, le
asignan un uso a los 16. No soportaría nueve meses de no verte.- Maika lo besó,
pero fue diferente que los demás besos. Había ternura y amor en ese beso, y no
solamente la frenética búsqueda de placer que parecía ser la norma erótica en
metacity.- No esperaré hasta tener sesenta y que nos retiren a ciudad dos para
estar juntos.
- He oído de los data-mancers,
son data-dealers que hacen mods directo al mentalink, al cerebro. Funciona, a
menos que te hagan un reseteo. Es un gran riesgo... amor, es un gran riesgo
amor, pero habrá que ir al distrito rojo. Empezaba a caer la tarde, opacada por
los altos edificios y los cables, y parecía ser la hora más bulliciosa.
Existían
varios distritos rojos, pero todos eran más o menos iguales. Eran llamados así
porque, desde el globo de pasajeros en el que estaban, se podían ver las luces
rojas de los neones de bares de baja calidad y de las torres de repetición que
mantenían el software onírico andando. Anidaban cerca los hackers, usando sus
propias unidades de repetición para mantenerse en contacto. Los edificios
tenían glitches, tenían habitaciones que sobresalían, elementos que no estaban
en el diseño original, torres que sobresalían en extraños ángulos y enredos de
cables que iban para todas partes. El suelo era húmedo, el subsuelo estaba
ardiente, por los cables y las
repetidoras piratas. Había cámaras y micrófonos, como en todas partes, pero
muchas veces sus cables se conectaban a pequeñas cajas negras que entorpecían
la exportación de datos. Incluso con la vigilancia y los patrulleros, el lugar
estaba repleto de individuos indeseables. Muchos eran indigentes, gente que
gastaba todos sus créditos en las sustancias ilegales que diseñaban como
drogas, hasta arruinar sus mentes. La pareja se anduvo con cuidado, caminando
entre las lagunas de oscuridad y los letreros de neón prometiendo placeres
sórdidos y baratos.
- Buscan algo en especial.- Un
hombre con un largo abrigo de cocodrilo, muchos anillos y dientes de oro
apareció en el umbral de una puerta roja de madera. Les revisó con una extraña
pistola que hacía una red de lásers azules, les escaneaba por mods, tenía que
asegurarse que no fueran policás.- Pocos skins, inusual en un lugar tan...
pintoresco, como este.
- Eso veo.- Dijo Lolo, señalando
a la pareja que tenía cabello que cambiaba de color y rostros vagamente
equinos.- Y sí, buscamos algo.
- No era una pregunta, tengo un
buen ojo.- Sus pupilentes eran dorados y parecían girar en círculos, mientras
otros círculos, más pequeños y de color plateado giraban en sentido contrario.-
Estos bebés me han salvado la vida muchas veces, olvida los visores, estos
scannners se pondrán de moda. Mil créditos, si quieren estar a la moda.
- Buscábamos algo diferente, algo
más común. Soy Lolo, ella es Maika.
- Soy Carmino, y han llegado al
sitio correcto. Pregunten lo que sea, lo tengo.- Se abrió el largo abrigo,
tenía dos pistolas lásers y además de eso una colección de tarjetas de datos.
- Algo para el hardware, para
ciudad tres.- Carmino sonrió con su dorada sonrisa. Sabía que serían buenos
clientes.
Los
halcones descendieron a toda velocidad. Una de las naves chocó contra algo que
su radar no había detectado, una alteración al edificio que se hacía visible a
pocos metros. La nave perdió una de las alas y rebotó entre las paredes hasta
caer al suelo. Los camellos corrieron como pudieron, pero estaban rodeados.
Carmino entró al edificio, seguido de la pareja. Alguien gritó algo sobre una
granada y Lolo actuó sin pensar. Tomó una madera rota y golpeó la granada de
delirio contra la salida. La granada estalló y dejó a varios policías gritando
en el suelo. Una voz tronó, potente por el megáfono.
- ¡Carmino! No lo hagas más
difícil.- Lolo le reconoció la voz, era aquel policía, RC-201.
- Ayúdenme.- Dijo Carmino,
mientras corrían entre los pasillos, empujando gente de regreso a sus
departamentos y cruzando una jungla de cables.- Les daré lo que sea, pero no
puedo hacerlo solo.
Bajaron
por viejas escaleras de metal gastado, Carmino dejó caer, detrás de ellos, un
pesado muro de acero que detendría un poco a la policía. El equipo estaba sobre
las mesas. No eran las computadoras holográficas a las que Lolo estaba
acostumbrado, esto era estrictamente offline, eran computadoras de pantalla de plasma
y disco duro hecho a mano, no sincronizado a Omnicorp., que podía removerse a
mano. Carmino quemó todo con un lanza llamas, les pidió que destrozaran los
cables y las cajas de repetición, unas crudas cajas de plástico transparente,
conectadas a los pesados cables de las torres de repetición, eran transparentes
y reventaron hasta los más pequeños pedazos de sus unidades de disco duro.
Carmino salvó algunos discos duros y les mostró una salida trasera,
prometiéndoles a los mejores hackers astrales si huían con él.
El
muro de metal fue una buena táctica. Las escopetas phobetor no las podían
mover. Un policía sacó su cañón electrizante, diez mil voltios quemaron los
engranes y la puerta entera se vino abajo. RC-201 entró a tiros, pero ya no
había nadie. Apagaron los fuegos, tratando de rescatar los discos duros. RC-201
revisó lo que quedaba de la caja de repetición ilegal, imposible recuperar
datos de transmisión de información, pero eso no era lo que le llamaba la
atención. Llevó los pedazos a la mesa, recompuso las partes. Estaba más
interesado en el orden de los circuitos, ahora inútiles por los cortos
eléctricos. La imagen era como aquellas que había visto. Líneas que doblaban en
ángulos de noventa grados, algunas curvas, algo que parecía un trinche por el
modo en que las tres líneas terminaban. No tenía ningún lema extraño, pero
estaba seguro, eran los astrales.
- RC-201, inspector, querrá ver
esto.- Un policía entró cargando a un drone que ya no flotaba, había sido
desactivado. Lo colocó sobre la mesa chamuscada, le conectaron por usb a una
holocomputadora para revisar su contenido. Tenían una sola cara de quien
entraba el edificio, una pareja daba la espalda.
- No hay duda, ese es Carmino.
Está involucrado, la pista era real. Buen trabajo muchachos.- Revisó las
imágenes anteriores. Reconoció una cara, era VX-301 en compañía de una mujer
que no podía distinguir bien, debido a los halos de luz producidos por los
letreros neón. No podía ubicarle en la escena, estaba a un par de cuadras de
distancia. Aún así, la coincidencia era sospechosa.
Carmino
tenía un auto de emergencias. Se hacía pasar por taxi cuando apretaba un código
en su computadora analógica. El skin del auto se hacía amarillo con cuadros
negros. Las emisiones iónicas soltaron un silbido y salieron volando. Se
incorporó al tráfico aéreo, distraídamente revisando lo que había salvado. Más
que suficiente para mantener su negocio. Estaba por agradecerle a la pareja,
cuando les vio besándose en la parte trasera. Carmino sonrió, estaban enamorados,
lo había visto un par de veces antes. Nunca terminaba bien. No se los iba a
decir, dejaría que se tomaran su momento. Además, un trato era un trato y Lolo
le había salvado la vida de esa granada de delirio. Manejó hasta cerca de un
portal, estacionó entre dos autos con la precisión que solamente su computadora
podía darle. Las puertas de mariposa se abrieron y los amantes se separaron. El
portal, un inmenso arco de más de cien metros era de un cristal traslúcido con
cables en forma de luces que transmitían los gigabytes que cada usuario onírico
portaba consigo. El tráfico era ligero, aún para estándares de metacity, las
luces rara vez llegaban al rojo. Lo harían, cuando el tren aéreo pasara y los
transeúntes y conductores tuviesen que esperar. El ancho de banda, incluso
estando a un lado de una enorme torre de repetición, no se daba abasto.
- Hay unos cuantos metros a los
lados de los portales que son puntos ciegos digitales.- Explicó Carmino,
mientras los tres cruzaban la calle. El arco estaba rodeado de edificios altos.
No se veía del mismo modo del otro lado del portal, era como un espejismo tan
solo visible de un lado, como los hologramas. Los edificios siempre dejaban
espacio alrededor de los portales y las torres de repetición, podían
sobrecargar sus conexiones de wifi y eran conocidos como la zona de glitches
donde cualquier cosa podía pasar, desde que un perro recitara códigos hasta que
ladrillos cayeran del cielo. Puro azar.
En
aquel espacio del azar se encontraban los hackers astrales. Carmino hizo las
introducciones con los hologramas. Tango, el líder de cabello largo y
puntiagudo que apuntaba hacia atrás. Rumpus, un hombre regordete de larga barba
y melena con playeras que cambiaban de color y gafas rosas. Equalas, una mujer
con parche de pirata y cara de pocos amigos y finalmente Tremor, su novio
vestido de cuero y con la mirada perdida, siempre rimando para sí.
- Amigos, amigos, soluciones y
problemas, hacen que nombres menciones y no temas.- Dijo Tremor y Equalas
asintió, acariciándole el rostro.
- Son buena gente.- Les defendió
Carmino.- Me salvaron de la policía, buscan buenos hacks.
- Clientes, está bien.- Decidió
Tango, luego de meditarlo un poco. Se colocó pesadas gafas de goma y guantes
digitales, accedía a su red privada, no sincronizada con Omnicorp., para buscar
entre sus hacks.- Qué es lo que buscan.
- Estamos enamorados, creo que
así se llama.- Dijo Lolo.- Nos conocemos en ciudad tres, o nos conocíamos, pues
pronto seremos reasignados, como todos. Yo necesito algo para parecer honesto,
en caso que alguien me pregunte. Ella necesita algo más especializado.
- Hormonas.- Dijo Equalas
acariciando a su novio Tremor.- He pasado por lo mismo. El hack ingresara a tu
hardware, le hará creer que toda esa dopamina y demás no es resultado de algo
profundo. Puede que te marquen para embarazo, pero difícilmente te escogerán.
Difícilmente, somos buenos en lo que hacemos, pero la computadora principal a
veces elige al azar.
- Todo eso suena lindo, pero
también costoso e incierto.- Dijo Maika.- He oído muy malos rumores de estos
hacks y sus efectos secundarios. De pronto el hardware recibe la noticia que el
sujeto está gravemente deprimido, le inyecta suficientes calmantes para dejarle
en coma. Eso, claro está, atrae atención policial y el juego se derrumba.
- Estás en manos expertas.- Dijo
Rumpus, gesticulando salvajemente con las manos.- Nos hicimos de la vieja
internet, de lo que queda de esa red antes de la guerra, antes de todo esto.
Vaya viaje, habla de desfazamiento de interfaces, es como tratar de operar red
1.0 en la actual 80.3. Estamos online con lo offline. Estamos en el metarelato
nena, somos viajeros astrales que buscan conocimiento no digitalizado. Creación
pura.
- Trata de decir que somos
buenos, los mejores.- Cortó Tango.- Un millón de créditos.
- ¿Un millón?- La pareja se miró
decepcionada, de ningún modo podían conseguir tanto dinero.
- No les mentiré, no soportaría
un reseteo, nada lo hace, pero no hay chequeo en el mundo que lo pueda notar.
Esto hackea sus jeringas, anula por completo su honestidad para que indique lo
que ustedes quieran que indique.
- Si no tienen el dinero vayan
con otros.- Cortó Equalas.- Seguro que Carmino sabrá recompensar sus buenas
intenciones.
- No.- Interrumpió Tango.- Tengo
una mejor idea. Les daré lo que piden y hasta más. Rumpus es un loco y un
místico, pero es un maldito genio. Él y Tremor han compuesto algo totalmente
nuevo.
- Creatividad pura.- Explicó
Rumpus.- Encontramos toda clase de información del viejo internet, cosas que
Omnicorp nunca pondría en la red. Nunca de los nuncas.
- ¿Qué hay en número si no mera
cuantificación?- Preguntó Tremor, más para sí que para ellos.- Vanas ilusiones
los números, una cara es tan buena como la otra. La gente, la vieja gente antes
de la guerra pensaba, no, no, pensaba y repensaba, no lo que queda de rebaba.
No, ellos pensaban y creaban, creaban y maravillaban. Datos y metadatos, como
pensamientos sobre pensamientos, sobre qué son los pensamientos. Cualidades y
cantidades. Todo y nada. Nada y todo.
-
Anulador de scripts.- Cortó Tango, sabía que el místico y el poeta
podían hablar hasta el día siguiente.- Pueden cambiar de estaciones, ¿qué
letras tienen?
- VX él, yo soy RS.
- Mejo aún, se mueven todo el
tiempo. Siempre circulan, nadie se ve a la cara, nadie mira dos veces. No sólo
anula el script, lo que deberían de hacer, sino que intercambia lugares. Hay
treinta millones de esos scripts, y eso sin contar los scripts de emergencia,
los back-ups y los ghost-scripts que determinan el límite de funciones, fecha de expiración y demás.
Podrán moverse por ciudad tres.
- Pero no libremente.- Dijo
Lolo.- Algo quieren de nosotros.
- El chico es listo.- Dijo
Equalas.- ¿Quién sabe? Quizás hasta sirva de algo.
- Tenemos los ojos puestos en los
IC, el departamento de investigaciones de Omnicorp, ellos también se quedaron
con pedazos de la vieja internet.- Explicó Rumpus.- Habla de sabiduría en manos
de asnos. No saben abstraer, el viejo talento de la abstracción y meta
abstracción reducido a codificación de códigos, pero no es lo mismo abrir un
código fuente que abrir la mente humana.
Planean algo, igual que nosotros.
- ¿Qué planean?- Equalas se echó
a reír.
- No les confiamos lo suficiente.
No para hackearles un modo kamikaze, no sé si quisieran hacerlo. Morirían en el
reseteo. Gran paso. No, aún no son data-mancers, como nosotros, magos de los
datos.
- ¿Qué es un mago?- Rumpus se
echó a reír, no estaba seguro de siquiera poder comenzar a contestar la
pregunta.
- Esperen un segundo, hacemos
esto, seremos sus espías, pero nos darán los hacks y mods ahora.- Dijo Maika.-
¿Tenemos un trato?
- Tenemos un trato.- Dijo Tango.-
Sólo sigan instrucciones, todo estará bien si tienen cuidado. Carmino les
conectará con todo lo necesario. Buena suerte.
RC-201
y 202 acudieron a la zona restringida de investigación en ciudad tres. 202 no
quería ir. RC-201 tuvo que convencerle, los hackers pueden ser rastreados en el
mundo despierto tanto como en el onírico y tenía una pista, estaba seguro.
Necesitaba la ayuda de los IC. La zona IC eran cuatro pirámides con un patio
central cuyo techo era una pirámide de cristales y cables de acero. Pasaron por
varias redes láser, para monitorear sus movimientos. Parecía que cada sala y
antesala tenía uno propio. La seguridad estaba al máximo, las cámaras y micrófonos
tenían rifles láser, sólo por si acaso. Quedarían reducidas a estofado si
trataban algo, nunca se habían usado, pero un técnico las mantenía en
funcionamiento una vez por semana. No tenían el rango suficiente para moverse
con libertad, de modo que IC-208 les recibió en una amplia sala de espera con
muebles de metal y una computadora holográfica al centro. Era distinta a las
pantallas a las que estaban acostumbradas, era un cubo que procesaba
incesantemente millones de terabytes por nanosegundo. Era lo más cercano que
IC-201 había estado a la computadora central.
- Seguimos un caso en ambas
ciudades, una pandilla de hackers que se identifican con algo llamado astral.-
Le mostró sus crudos dibujos que había hecho de memoria a partir de todo lo que
habían recuperado del escondite de Carmino. El IC-208 escaneó las hojas y
esperaron en silencio.
- Tiene usted el mal hábito de
ver a la gente a la cara.- Le reprendió IC-208.
- Lo siento, una cara es tan
buena como la otra.
- Así es y... Vaya, esto es
interesante.- El cubo, que antes parecía como burbujas de procesos, en el
holograma azul, ahora era liso por completo.- No hay nada, pero debería
haberlo.
- ¿Debería?- Preguntó IC-202,
mirada en aquel cubo azul brillante y liso.- Lo inventaron seguramente.
- ¿De dónde?- Preguntó IC-208 con
los ojos cerrados, mientras mandaba un mensaje por mentalink.- No, sólo
Omnicorp puede crear algo realmente novedoso, sólo la computadora tiene el
poder de la inspiración. Todo lo demás son transmutaciones de lo conocido y esto...
Esto no aparece en referencia a nada, y debería hacerlo, porque, insisto, la
gente piensa mezclando datos no creando nuevos.
- Sólo la computadora.- Concluyó
RC-201.
- Exacto. Vengan conmigo. IC-101
está muy interesado en ver esto personalmente.
Le
siguieron por aquel patio hasta una de las pirámides. Les realizaron pruebas de
control, dentro de cajas de láser, unas marañas de luces que medían y
calibraban si tenían cualquier mod. No encontraban nada. Les preguntaron si
hablaban de sus casos en metacity, si se llevarían el secreto a la tumba, si
estarían dispuestos a ser sobornados en caso de cometer un error de modo de
salvar sus carreras. Ambos contestaron honestamente y les dejaron pasar. No se
trataba de cualquier otro edificio de limpias oficinas, estaba repleto de
niños. Los primeros pisos estaban destinados a la crianza. Los policías les
miraron con ternura, eso demostraba sus barras emocionales, pues recordaban
esos años. Los juegos comunitarios, los exámenes constantes, las habitaciones
de cien niños y la férrea disciplina. Las clases de historia, sobre la guerra y
la devastación. Lo recordaban bien. Tomaron un ascensor privado, accesible al
IC por un examen de ADN, para evitar que los niños lo usaran. Subieron docenas
de pisos en silencio.
Caminaron
entre los técnicos que trabajan en oficinas holográficas, no había muebles,
parecía que el lugar entero irradiaba un azul neón de las computadoras. Usaban
guantes digitales para llevar archivos de un lado a otro y examinarlos. La
oficina que buscaban estaba al fondo, toda de cristal y el único lugar con
muebles. Una larga banca de acero para visitantes, un sobrio escritorio para
IC-101 con su holopad constantemente sincronizado a las computadoras
holográficas, su mirada se alternaba entre ellos, sin verles a la cara y lo que
sus empleados hacían.
- Así que, Astral.- Comenzó a
decir IC-101.- Nada en la base de datos IC.
- Nos dijeron que era
técnicamente imposible.- Explicó 202.
- Es fascínante.- No parecía
prestarles atención.
- Si está encargado de la
crianza, ¿por qué el sumo interés?- Preguntó RC-201.- Perseguimos un grupo de
piratas, hackers muy peligrosos.
- No soy niñera.- Le reprendió
IC-101.- Y no me mire a la cara, le vi paseando sus ojos.
- Disculpe.
- Estoy distraído, disculpen.-
Movió su computadora de pantalla holográfica y les mostró un archivo de video.-
Hemos editado una memoria, buena para educar usuarios competentes. Estamos en
un punto crucial oficiales, no se imaginan cuánto. Esto de astral... Me pone
nervioso, no me gusta estar nervioso y por más que mis inyectores me calman
tengo una extraña sensación... Algo desconocido, y ya sabe de lo que pensamos
sobre lo desconocido.
- Es peligroso.
- Estando fuera de omnicorp,
oficial 201, todo es peligroso. Es enteramente posible que estos hackers
recuperaran las últimas señales de un satélite antiguo. El último satélite
terrícola se desintegró en el año B-J, sus señales fueron captadas por las
antenas coloniales que mapean el cinturón de asteroides. Ya sabe cómo esto, una
vez que la información está allá afuera... Es como un incendio que se esparce
por todas partes. Quería verlo con ustedes, porque cumpliendo la función 101
puedo acceder a ese viejo internet.
- ¿Y puede decirnos más de lo
astral?- Preguntó 202. IC-101 sincronizó su computadora con un holograma que
apareció entre ellos y el escritorio. Era casi indescifrable, imágenes, textos,
videos, todo ocurría a la vez. No notaban nada útil. Un video de un chico que
saltaba contra una pared y caía de espaldas contra un riel mientras sus amigos
se burlaban. Fotografías de tiburones y gente que no conocían, pero ciertamente
de la vieja gente pues tenían cabello y ropas muy raras. Textos que parecían
absurdos, como diarios de personas y otros en idiomas que no entendían.
- Viejas lenguas, viejos
archivos. Descifrarlos es como un hobby para mí, seguro lo es para sus hackers.
Lea esto. Recogimos muchos archivos en desuso, algo llamado .pdf, textos.- Se
aclaró la garganta y lo puso en pantalla.- Este texto, anterior a la guerra
parece pertenecer a un tal Platón, o quizás la obra se llame así, no estoy muy
seguro. Me gustaría que lo leyera, 201.
- Está bien.- Se aclaró la
garganta y comenzó a leer con calma, con expresión de total confusión:
”Dices bien. Pues,
¿desearía alguien ser alto, si es alto, o fuerte, si es fuerte?
- Imposible, según lo
que hemos acordado.
- Porque,
naturalmente, el que ya lo es no podría estar falto de estas cualidades.
- Tienes razón.
- Pues si -continuó
Sócrates-, el que es fuerte, quisiera ser fuerte, el que es rápido, ser rápido,
el que está sano, ser sano... -tal vez, en efecto, alguno podría pensar, a
propósito de estas cualidades y de todas las similares a éstas, que quienes son
así y las poseen desean también aquello que poseen; y lo digo precisamente para
que no nos engañemos. -Estas personas, Agatón, si te fijas bien, necesariamente
poseen en el momento actual cada una de las cualidades que poseen, quieran o
no. ¿Y quién desearía precisamente tener lo que ya tiene? Mas cuando alguien
nos diga: Yo, que estoy sano, quisiera también estar sano, y siendo rico quiero
también ser rico, y deseo lo mismo que poseo, le diríamos: Tú, hombre, que ya
tienes riqueza, salud y fuerza, lo que quieres realmente es tener eso también
en el futuro, pues en el momento actual, al menos, quieras o no, ya lo posees.
Examina, pues, si cuando dices 'deseo lo que tengo' no quieres decir en
realidad otra cosa que 'quiero tener también en el futuro lo que en la
actualidad tengo' ¿Acaso no estaría de acuerdo?
Agatón afirmó que lo
estaría. Entonces Sócrates dijo:
¿Y amar aquello que
aún no está a disposición de uno ni se posee no es precisamente esto, es decir,
que uno tenga también en el futuro la conservación y mantenimiento de estas
cualidades?
- Sin duda -dijo
Agatón.
- Por tanto, también
éste y cualquier otro que sienta deseo, desea lo que no tiene a su disposición
y no está presente, lo que no posee, lo que él no es y de lo que está falto.
¿No son éstas, más o menos, las cosas de las que hay deseo y amor?
- Por supuesto -dijo
Agatón.”
- No entendí.- Dijo RC-202.- ¿De
qué están hablando? Todo eso de si deseas ser fuerte y ya lo eres, de que si
posees o no atributos... ¿Y quién es
este Sócrates que se hace al sabio?
- Filosofía, uno de los viejos
vicios que llevaron a la devastación nuclear.- Explicó IC-101.- Ya nadie lo
entiende.
- Admito que yo tampoco lo
entiendo, pero ¿y si estos hackers creen que sí lo entienden?
- Tal es, oficial 201, mi mayor
temor.
- No es mi uso el pensar en estas
cosas.- Dijo RC-201.- Mi uso es pensar como un policía. Tenemos evidencia, hay
que ver de dónde provino. Mencionó que las recogió la antena de la colonia.
¿Correcto?
- Antes que se desintegrara debió
recibir la poca información que quedaba del planeta que dejamos atrás. Ésta
información, como de todas las antenas fuera de nuestro domo de acero, pasan
por el mismo lugar, los servidores generales.
- La computadora central.- Dijo
RC-201.- Podríamos encontrar más referencias allí a lo astral.
- Posible.- Era obvio que IC-101
lo dudaba, así lo mostraba su barra de emociones.- Hay muchísima vigilancia,
cámaras y micrófonos en todas partes. Redes de láser para autentificar hasta el
último de los técnicos, prácticamente en todo momento.
- Prácticamente.- Repitió RC-201,
su barra indicaba felicidad. Estaba tras la pista. Los inyectores lo bajaron a
gris, no le servía de nada estar feliz, le alejaba de la objetividad necesaria
para ser un RC.- Ritmo, estos scanners tienen ritmos, he visto puntos ciegos
donde no se imaginaría, puede leer mis reportes si quiere. Iremos para allá.
- Tiene sentido.- Le apoyó
RC-202.- A veces los hackers tiene tecnología que deja atrás a la de Omnicorp.
Sé que es incorrecto decirlo, pero lo hemos visto antes. No por mucho, por
supuesto, pero quizás lo suficiente para extraer esa información, enviarla a la
red de metacity, desenmarañarla allí y usarla para... Para quién sabe qué.
Después de todo, primero se hace la trampa, luego la regla.
VX-301
llegó al complejo IC. Los scanners no encontraron nada, hasta ahora los hacks de
los piratas astrales funcionaban de maravilla. Se escondió de los dos policías
detrás de una columna en el patio. Reconoció a RC-201 y no podía dejarse ver,
echaría todo a perder. Ya le había visto en ciudad tres y de nuevo en metacity,
no la clase de poli a quien quería sobre su pista. El hackeo de scripts le hizo
cambiar de uso. El otro se fue, sin despedirse ni decir nada. Un trabajo, como
una cara, era igual de buena que cualquier otra. Su trabajo era de obrero,
revisando los discos duros viejos y las computadoras que pronto quedarían
descontinuadas. Trabajaba en una bodega en la primera planta de una pirámide.
En una esquina estaba la cámara y su micrófono, además de una escopeta de
láser. Se puso a hacer su trabajo, sincronizando su holopad, eso le ponía
online y cualquiera podía accesar el menú del complejo, viéndole en línea y
cumpliendo su uso. Rápidamente calculó el punto ciego de la cámara. Tenía
suerte, la conexión de wifi no quedaba lejos. Consiguió hackearla remotamente,
colocar un loop, una repetición de tres minutos que le mostraría a él haciendo
su trabajo. En tres minutos el hackeo se borraría, como cualquier script fuera
de lugar se borra cuando el sistema cumple su ciclo cada cinco minutos.
Empleó
esos tres minutos al máximo. Accedió a una computadora holográfica, podía usar
la identificación de usuario del VX que quisiera, de modo que no lo rastrearían
directo a él si alguien sospechaba que había habido un intruso. Nadie lo haría,
después de todo los archivos se copiaban y pegaban constantemente. Encontró la
unidad IC-101 y descargó todo lo que pudo antes que el tiempo acabara. El reloj
en su holopad marcaba dos minutos y medio. Apagó todo y regresó a su estación
de trabajo. Cerró los ojos, accedió a su mentalink y envió los archivos en un
correo encriptado que vagaría entre torres de repetición, legales e ilegales,
hasta llegar a los piratas informáticos. Su trabajo había pasado, ahora faltaba
la prueba de fuego.
Sonó
la alarma, era hora del baño. Todos se enfilaron a una unidad, desvistiéndose
rápidamente. Les hacían chequeos al azar, no le encontraron nada. Le hicieron
preguntas de control, específicamente diseñadas para posibles espías y fallas
de seguridad. Tango había tenido razón, sus hacks eran de los mejores. Mientras
los químicos les bañaban en chorros a presión, todos mirando al suelo, se
preguntó que estaría haciendo RS-209, su amada Maika.
RS-209
recibió el mensaje temprano en la mañana. Había sido seleccionada como posible
candidata para embarazo. Tomó el tren, ocupando su cubículo y mirando hacia
abajo. Se mordía las uñas, preguntándose qué tan buenos eran los hacks de
Tango. Lo entendía ahora, por qué nadie se enamoraba. Las hormonas, los
químicos, todo eso alertaba a la computadora mediante el holopad en el hardware
del brazo. El chip emite la señal, la embarazan y es aislada por nueve meses,
en ciudad tres y en metacity, anulando todo posible contacto con el ser amado.
El tren se detuvo a la mitad del edificio de procreación, a unos cuarenta pisos
de altura. Las ventanas de cristal limitaban el viento y los asientos de
plástico, cada uno como cubículo, se movían por una red transportadora. Los
cubículos eran de plástico transparente, aunque nadie se atrevía a mirar a la
otra mujer a la cara.
- Me pone nerviosa.- Dijo la
mujer, en el cubículo a su lado, mientras la banda transportadora les llevaba a
una amplia sala, un anfiteatro con varias series de pistas y cientos de
mujeres.
- Dicen que es indoloro.
- No es eso, son los rumores. ¿Es
cierto que pueden cambiar de cuerpo, intercambiar conciencias?- La extraña miró
hacia arriba, los micrófonos de antena se hacían más grande y prefirió cambiar
de tema.- Siempre me había preguntado de dónde vienen los bebés.
- ¿Y de dónde vienen?
- No lo sé, pero si me
seleccionan, lo sabré.
Una
pantalla de holograma se presentó frente a las cientos de mujeres. Introdujeron
sus dedos en pequeños agujeros con diminutas agujas diseñadas para tomar una muestra de ADN. RS-209 lo sabía,
era el momento de la verdad. Los nombres fueron apareciendo. El suyo no estaba.
El hack había funcionada. Las afortunadas eran reseteadas en ese momento
mediante halos convencionales, dos de ellas cargaban mods ilegales y fueron
arrestadas de inmediato. Regresaron a la estación y revisó su holopad. Su
software para cambiar de scripts había funcionado, ahora tenía otra función, el
edificio de retiro. Había recibido el mismo entrenamiento que todos los demás
RS, de modo que sabía que podía hacerlo.
Luego
de tres cambios de trenes y un transporte ambulante después llegó a la alta
pirámide de ancianos, gente que cumplía 60 años y estaba lista para retirarse a
ciudad dos y vivir tranquilos y con mucho menos trabajo. Rellenó sus agujas,
como le era indicado, en una caja de reabastecimiento de color naranja. Pasó
por las redes láser de color verde, no podían detectar las modificaciones al
software del holopad, ni los hacks en su hardware de brazalete. Se presento en
una sala de paredes de lonas plásticas, pasó su holpad por un haz de color azul
y la recepcionista le dio las instrucciones debidas.
- RS-209, transporte de ancianos
a las naves destino a ciudad dos. Sótano, sub-nivel cuatro.
- Gracias.
Subió
a un ascensor de propulsión iónica junto con casi cincuenta personas. Todos
miraban al suelo, era de plasma y ofrecía lo nuevo de omnicorp, metacity
tendría lluvias ligeras a principios del próximo año. Había descuentos en los
skins de ojos azules y promocionaban la compra de las nuevas hectáreas, cuyo
valor ya ascendía a cientos de millones de créditos. El ascensor de cristal se
hundió en las profundidades de concreto, vaciándose cada vez más. La pirámide,
por lo que había visto por fuera, tenía una amplia pista para vuelos, había
trasbordadores cada hora. El subsuelo era un hormiguero de gente mayor de
sesenta haciendo fila. Una línea, la amarilla, estaba destinada a los RS. A
través de los pequeños ventanales, en aquellos grises muros de hormigón, podía
ver los trasbordadores siendo ocupados. La plataforma del hangar podía
ascender, les tendrían en casas de retiro en cuestión de horas.
Cumplió
con su trabajo, revisando que todos los inyectores de los retirados estuviesen
repletos de químicos. Necesitaban mantenerlos tranquilos. Cargaba una caja
naranja, como un portafolio, conectado del techo a tubos plásticos de distintos
colores. Rellenó a todos, uno por uno, para dejarles entrar al hangar, donde
debían esperar a que todos estuvieran en su sitio. El proceso fue lento, pero
eventualmente todos los retirados fueron escoltados a un lado del trasbordador.
Las cámaras, en el suelo y en el techo monitoreaban más a los RS que a los
retirados. Se movían en rieles y disparaban, de vez en cuando, un láser verde
lector apuntando a la caja de químicos para asegurarse que los RS cumplieran
sus funciones. Los Rs fueron escoltados fuera de la línea y RS-209 pensó que
eso sería todo. Estaba muy equivocada. Un retirado había entrado con un
inyector defectuoso, un glitch, imperceptible para el chequeo ordinario que no le sedaba hasta dejarle como vegetal
ambulante. Se puso nervioso mientras todos subían al trasbordador. Comenzó a
gritar, los guardias trataron de calmarlos a todos, subiéndoles a golpes. Las
cámaras se desplazaron por sus rieles, la línea era ahora un punto ciego y
RS-209 aprovechó la oportunidad.
Regresó
corriendo, se asomó por la ventana mientras todos los retirados eran colocados
en el trasbordador. Los guardias se alejaron corriendo. El trasbordador ardió
en llamas mediante unos potentes cañones en su base, reduciéndolo todo a
cenizas. No había plan de retiro, los trasbordadores que iban y venían eran una
farsa. El hangar era un crematorio. RS-209 corrió de regreso al elevador y
salió del lugar, temblando como una hoja. Se ocultó detrás de una pesada
columna de acero. La barra estaba en gris, pero era obvio que sufría. Sus
inyectores hicieron los suyo, sedantes como dejarla desmayada. Le servían de
poco. Ahora entendía, ahora veía una respuesta a una pregunta que nunca se le
había ocurrido plantear, ¿cómo era que la computadora mantenía un balance tan
exacto de treinta millones de personas?
RC-201
y su compañero, 202, pasaron por todos los detectores antes de entrar al
subsuelo de la pirámide central en ciudad tres. El hogar de la computadora. Los
pisos eran de acero, podían verse los pesados cables que iban a todas partes.
Les entregaron trajes especiales para el frío y el ozono. No había oxígeno en
el subsuelo, para evitar la corrosión. Se pasearon primero por las unidades de
emergencia. La marcha fue eterna. Había más de mil unidades. Todas ellas unas
torres con luces naranjas, como cintas que iban de una punta en forma de antena
hasta la base. Las unidades de emergencia contaban cada una con acceso
inmediato a la computadora central mediante un cable de considerable grosor que
se iluminaba en serie, como descargas blancas que corrían por la base de la
unidad de emergencia hasta el techo. Le parecieron a 201 como los tentáculos de
los pulpos que había visto en metacity. Los ascensores tenían rifles alta
potencia y carbonizadores en el suelo, por si acaso. Estaban llegando a la
médula espinal de todo ciudad tres. Ninguna precaución era innecesaria.
La
computadora central era, en realidad, una serie de doce columnas de ancho y
largo, cada una con cuatro metros de espacio. Estaban conectadas por debajo del
suelo con cables amarillos que parecían centellear, por ellos cruzaban los
trillones de terabytes que mantenían a ciudad tres y metacity en
funcionamiento. Cada torre, de tres metros de alto, parecía sudar ozono, eran
negras con luces rojas y blancas. Eran partes que podían separarse, con mucho
cuidado por los técnicos, los IC-300’s, quienes continuamente revisaban,
mediante sus holopads que todo marchase bien. RC-201 tuvo su respuesta, si
alguien estaba por encima de la computadora central eran los técnicos,
aburridos burócratas que conocían un único uso y nada más.
- Mi nombre es IC-309, fui
asignada para ser su guía.- Los oficiales se reportaron y se dejaron escanear
con la pistola de láser de chequeo de IC-309. Todos estaban en grises, sin embargo
IC-309 tenía razones para estar nerviosa, después de todo ella era Equalas en
metacity y aquellos eran sus perseguidores.- Como pueden ver, aquí está
contenida toda la información que podrían necesitar.
- Estos trajes sí que son
incómodos.- Comentó RC-202. Eran de un plástico que se pegaba a la piel y
producía calor, emitiendo una leve luminiscencia naranja, se pegaba a los ojos
también y les dificultaba el parpadear.- ¿Por dónde podemos comenzar?
- La vieja internet, lo que haya
quedado de ella antes de las bombas debió pasar por las antenas de radar.
Vengan conmigo.- Caminaron entre los cables, con cuidado de no tocar ninguna de
las antenas que tenía cada unidad de cada columna. IC-309 fue muy específica en
eso. Cualquier movimiento en falso y cualquier cosa podía ocurrir, aún si
tenían mil unidades que hacían de back-up. Llegaron hasta el fondo, donde
tenían un paso de gato con escaleras mecánicas que daba hacia una computadora
holográfica. Ningún oficial había visto nada semejante, no era como el holopad,
un holograma plano, ni como las potentes computadoras cúbicas, era una esfera
azul con miles de códigos naranjas que aparecían y desaparecían, no solo
flotando en su superficie, sino dentro de ella y haciendo conexiones rojas que
aparecían y desaparecían.
- No tengo idea qué estoy
viendo.- Admitió RC-201.- No entiendo su interfaz.
- Es estándar, con algunas
modificaciones, hablamos de muchos terabytes.- Contestó Equalas quien le miró
por un instante. El inspector le miraba a los ojos.- No debería ver a nadie a
la cara, ¿es costumbre?
- No.- Barra en rojo, RC-201
estaba mintiendo, pero no añadió nada.
- Mira esto, 201, una falla de
seguridad. Hay millones.
- Glitches en su mayoría.- Dijo
IC-309, tratando de sacárselos de encima.
- Sí, pero no esto... Mira, es un
loop de repetición. La computadora repitió un mismo proceso ordinario mil
ciclos seguidos, en vez de dos veces. Tiempo suficiente para sacar información.
¿Alguna manera de saber qué información era?
- No si no conoce la fuente del
archivo o archivos.- Contestó Equalas.
- A menos,- Dijo 202.- que
sepamos la terminal. Si es lo que buscamos estaría en la terminal encargada de
las emisiones espaciales, después de todo viene de los viejos satélites.
- Vale la pena intentar.- Equalas
les mostró el camino, no tenía otra opción. Una lluvia de imágenes, videos y
textos aparecieron al azar en formatos que habían quedado en completo desuso
desde hacía muchísimas décadas. La esfera giraba frenéticamente, mostrando las
conexiones en rojo, resaltando los elementos en dorado. RC-201 metió ambas
manos, fue seleccionando casi al azar y realizó una búsqueda por las pocas
palabras que conocía.
- Belfegor, Deus, Astral... A ver
qué dice.- Aparecieron cinco imágenes de extraños símbolos. Círculos, líneas
que doblaban en ángulos de noventa grados y dibujos primitivos. Un título en
una de las imágenes lo llamaba Goetia.- Algo es algo... ¿Qué es un ánima o
alma?
- No me mires a mí 201, sólo soy
un policía.
RC-201
recibió un zumbido en el cerebro, un mensaje urgente. Cerró los ojos, accedió a
su mentalink y seleccionó el mensaje. Sus superiores le reprendían por su mal
hábito de mirar a la gente a la cara, después de todo, un rostro es tan bueno
como cualquier otro. Demandaba también un informe detallado. Hizo la comunicación
mediante su holopad. RC-180 apareció, pero la cámara no enfocaba su rostro,
únicamente su identificación y parte de la oficina estándar.
- Definitivamente existen los
hackers astrales, aunque todavía no sabemos qué pueda ser todo aquello.
- La pista de la vieja internet
tenía sustancia.
- Hubo un loop en la computadora
central, eso es un gran riesgo. Me gustaría realizar una revisión de mensajes
de mentalink en la fecha del loop, quizás consigamos otra pista. Quien haya
sacado la información pudo haberla mandado de inmediato, sería lo más seguro
para deshacerse de ella y más tarde trasladarla a metacity.
- ¿Y está seguro que la
filtración y la amenaza es real?
- Sí señor.- La barra estaba en
verde, estaba siendo honesto.
- Muy bien, lo aclararé con mis superiores.
- Éste complejo tiene un ancho de
banda de aproximadamente mil terabytes para mensajes de mentalink, de los
cuales más de la mitad son encriptados para evitar los hackers que pudieran
empezar pánicos por pequeñas fallas.- Explicó Equala. No se mostraba nerviosa,
estaba en control de sus emociones y su barra de emociones se mantenía en gris.
- Tiene razón.- Dijo 202.- No
podemos tocar material clasificado, la computadora no nos dejaría.
- Alguien entró aquí y robó
información, ¿no es causa suficiente? 202 Empieza por todos los VX y los IC,
ellos tienen mayor movilidad. Alguien que fue asignado ese día, pero que no
volvió. Eso descartaría a miles.
- Buena idea.- Dijo RC-202,
mientras cerraba los ojos y accedía a su mentalink. Pasaron varios minutos en
tenso silencio. RC-202 abrió los ojos, sincronizó su holopad a la esfera
brillante y mostró lo que tenía.- VX-313, dos días después arrestado por usar
un mod barato para falsear la barra de honestidad. También le encontraron
artículos robados en su persona y en metacity. Le tenemos RC-201, ¿vamos?
- Adelántate.
- ¿En qué estás pensando?
- ¿Qué tal si alguien pudiera pasar más tiempo
dormido?
- Imposible.- Cortó Equalas.-
Cada usuario tiene un uso que es públicamente verificable por la red, es más,
cualquiera en la calle puede saber dónde estoy ahora mismo y cuál es mi
función. Si alguien faltase levantaría las alarmas.
- Sí, pero ¿y si alguien pudiera
alterar los scripts de modo que la computadora crea que está arreglando una
máquina de fábrica mientras en realidad está en otra parte, robando aquí mismo
o quizás dormido? RC-202, tú revisa esa pista. Yo buscaré por mi parte.
- Cómo quieras, pero no lo
olvides, no eres el primer RC-201 que conozco.
- Lo tendré en cuenta.- Verde,
estaba siendo honesto. Se dirigió a IC-309, pero ésta vez no la vio a la cara.-
Ya que estoy aquí podemos revisar mi corazonada desde la computadora central.
- ¿Qué estaría buscando?
- ¿Dónde puedo dormir y hacerlo
legalmente?
- En ninguna parte.
- ¿Dónde puedo fingir que no
estoy soñando y...- Accedió a la esfera, buscó entre los hospitales.-
Comatosos. Si alguien puede reescribir los scripts, entonces fácilmente podría
hacerse pasar por comatoso, así podría estar en metacity por mucho más tiempo.
Solicitó
una patrulla de propulsión iónica para vencer el tráfico. Revisó en su
computadora análoga mientras volaba entre las pirámides a toda velocidad.
Pabellones de comatosos había pocos, la mayoría eran cremados. Buscó entre
enfermeros, usuarios tipo RS con infracciones de deshonestidad. Encontró un
lugar con tres enfermeros de ese perfil. Estacionó en el balcón de la pirámide
de enfermería y corrió por los pasillos atestados de gente. No tenía tiempo de
mirar al suelo o entre los rostros, estaba frenético. Los calmantes solucionaron
eso. Abrió la puerta del pabellón pasando su holopad que, como oficial de
policía, le daba acceso a prácticamente cualquier lugar. Caminó entre las
camas, uno de los pacientes ya no estaba. Los calmantes dejaron de servir.
Pateó la pesada cama de metal y prácticamente la volteó. Estaba en rojo,
recibió más inyecciones y pudo calmarse, regresar al gris. Levantó del suelo el
pequeño chip que estaba insertado en una fibra óptica, algo que parecía como
una hoja de papel pero era un plástico que tenía cables, como venas rojas.
Insertó el chip, consultó el historial médico. No le decía nada, lo comparó con
sus datos. El supuesto FQ-201, comatoso por más de un mes, había muerto hacía
años. El holopad vibró y lo activó con tan solo tocarlo. Era RC-202.
- Mi VX no parece nada grave. Lo checamos dos
veces, algunos mods ilegales pero nada grave revisamos su chip y ha resultado
una pifia. Tiene un amorío en metacity, eso explica los mensajes cifrados. Las
imágenes eran... eróticas, por decirlo de algún modo. Permisible en metacity,
pero ilegal aquí.
- Yo tengo un comatoso que se
levantó de entre los muertos y escapó justo a tiempo. RC-202, la red es real y
estamos muy cerca. Sólo por si acaso, resetealo, no podemos correr otro riesgo.
VX-313
estaba siendo interrogado en la fábrica de químicos complejos, junto con otro
grupo de obreros VX. Inicialmente habían preguntado por aquellos que, en
cualquier momento de sus vidas laborales, es decir, a partir de los 16 años,
habían estado en las instalaciones de la computadora central. VX-301 se había
sentido seguro, pero el oficial cambió de opinión, pensando que era mejor
inspeccionarles a todos. Llegarían a él, tarde o temprano, su script había sido
reescrito varias veces, justamente lo que los policías buscaban. La fábrica era
ruidosa, no se parecía en nada a las industrias digitales, donde todo eran
hologramas y silenciosos zumbidos de computadora mezclado con los susurros de
los usuarios. Aquí había máquinas de acero, enormes engranes y brazos robóticos
que ahogarían cualquier micrófono. Estaba en medio de un grupo de cien VX,
tenía poco tiempo. Dejó de pensar como VX-301, empezó a pensar como Lolo.
Estaba prohibido, o al menos mal visto, el mayor de los tabúes, el confundir el
sueño con la realidad. Ser hacker era ahora su realidad, era momento de
demostrárselo a sí mismo. El momento había llegado para Lolo de transmutarse en
ciudad tres y pensar por encima de la manada. Los policías encontraron más
mensajes sexuales en mentalink, prohibidos en ciudad tres y decidieron sacar
los halos. Resetearían a todos. Lolo aprovechó que nadie le miraba, pues nadie
se miraba entre ellos. Caminó en reversa, aprovechó la oportunidad de colocarse
justo debajo de una cámara y, deslizándose entre los rieles que llevaban los
tubos repletos de toxinas se fue empujando en el sucio suelo hasta encontrar
una terminal para sincronizar su holopad. No podía hacerlo él mismo, le
rastrearían de inmediato, en cambio la terminal de la fábrica estaba abierta a
miles de empleados.
No
podía esperar a otro cambio de su script por parte de Tango, de Rumpus o de los
demás. Lo haría él mismo. El centro de la investigación de los hackers astrales
era IC-101, de modo que cambió de lugares con otro VX que laborase cerca de él.
Salió del otro lado de la máquina, alejándose de los policías. En el acceso de
la fábrica pasó su holopad por el haz verde que le dio instrucciones para
llegar a su nuevo destino. Abordó un autobús de propulsión iónica que llevaba
prácticamente hasta la pirámide IC, de investigación computacional. Caminó el
par de cuadras en el mismo anonimato que siempre, pero ahora era diferente.
Ahora le pesaba. Miró hacia el domo de acero y sus eternas luces. Nunca había
noche, ni día, no realmente. Miró a todos a los ojos, pocos lo notaron. Estaba
convencido, era un hacker. Ingresó a la pirámide por su acceso principal,
siguió las indicaciones entre las oficinas de cristal y plástico hasta las
máquinas secuenciales. Enormes computadoras digitales que evaluaban el
desempeño de los niños y muchachos. IC-101 se había unido al grupo de trabajo
personalmente, según estudió en el menú principal.
- No veo el problema.- Dijo
VX-301.- Todo parece en orden.
- ¿No te dijeron?- Contestó una
voz detrás de él.- Soy IC-290, la repetidora necesita estar parcialmente offline
por unas horas, necesita sincronizarse a
la repetidora secuencial del ala 15.
- Entendido.
- Ven conmigo.
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