Lanzado a los perros
Por: Juan Sebastián Ohem
Del
escritorio del detective Larry Gustav Ozfelian
Tardaron
media hora en separar a los perros del cadáver. El sujeto no era guapo en vida,
pero ahora estaba casi irreconocible. Cargaron el cuerpo fuera de la alberca
improvisada y le colocaron a un lado de las paredes de autos compactados. El
cementerio de autos forma un laberinto de chatarra que esconde las jaulas de
hambreados perros de ataque y la alberca vacía donde les ponen a pelear. El
lugar apesta a perros y sangre. Los asistentes del forense no ven el momento de
irse, el hedor es peor que la morgue.
- Detective.- El recién promovido
teniente Franklyn Quinn. Elección del recién promovido jefe de detectives. No
me sorprende, Simone los elige dóciles y fáciles de manipular.- Linda manera de
empezar la mañana. ¿Tiene identificación?
- Sí, su cartera se encontró
entre las jaulas de perros atrás de esa cortina. Terry Allen, los perros
dañaron parte de su rostro, pero es él. Acompañaré a los forenses a la morgue,
a ver qué me dicen.
- Lo dudo, la morgue está llena.
Parece que se quedará aquí por un buen tiempo.
- Tenía razón, es una linda
manera de empezar la mañana.- Quinn sonrío como un niño malcriado y se arregla
la corbata.
- No esperarás sólo. El capitán
Parkman ya escogió un compañero para ti.
- Que amable, ¿el capitán aún
saca espuma de la boca cada vez que menciona mi nombre?
- Está poseído cuando se trata de
ti.- Me deja en suspenso. El chico universitario tiene sus diversiones. Es más
cuadrado que un cubo, adora las reglas y respeta la jerarquía. Es perfecto para
el jefe de detectives, pero si Parkman me escogió a un compañero es porque me
quiere ver sufrir.
- ¿Y me dirá quién es o piensa
hipnotizarme?
- Lo conoces, trabajaste con él
un tiempo en Robos. Harry Clayton.- Pierdo el apetito. El irlandés y yo nunca
nos llevamos bien. Él encajaba perfecto en la división Baltic, hablando con
riquillos y rastreando obras de arte robadas. Nunca fue del tipo de extraer
confesiones con listines telefónicos.
- Sería más fácil si el capitán
Parkman simplemente me dispara en el pie y sacia su sed de venganza.
- No le des ideas Ozfelian. Haz
que funcione, no quiero tener que reportarle a nuestro capitán que la edad te
ha puesto sensible.
- Es todo un primor, ¿lo sabía
teniente?
- Vaya, vaya, el dinosaurio aún
camina la Tierra.- Harry Clayton, tiene mi edad pero está mejor conservado. El
mujeriego aún porta su cruz alrededor del cuello. Aún se peina de raya en medio
y aún parece un ropero con abrigo.
- Harry Clay, no te veía en años.
¿Quién te soltó de tu jaula? De robos a homicidios no es un cambio que te
quede. ¿Qué te parece Morton estos días?
- Los dejo amantes. No olviden,
estamos sobresaturados. Agradecería si pudieran cerrar este caso antes de año
nuevo.
- ¿Qué tenemos ahí Oz?
- Terry Allen.- Caminamos a los
ayudantes del forense quienes examinan el cuerpo perforándolo como cojín de
agujas con termómetros.- ¿Tienen la hora de la muerte?
- Por la temperatura del hígado y
la lividez lleva 12 horas muerto. Anoche a las siete.- Dan vuelta al rotundo
cadáver y señalan la nuca.- Esto no lo hicieron los perros, un golpe
contundente.
- Habría que hablar con Vicio,
ver qué tienen sobre peleas de perros.- Me enciendo un cigarro. Tengo la
premonición que esto irá para largo.
- Y mientras tú jugabas con los
cachorros Oz, yo ubiqué a un testigo.
- ¿Y no te has acostado con el
testigo aún? Ese no es tu estilo.
- No es mujer, es hombre.
- Por eso.
El
testigo en cuestión es el vigilante nocturno de la construcción de al lado. El
viejo fue quien llamó a la policía. Le llamó la atención que los perros
ladraran toda la noche y hasta en la mañana, así que antes de irse a dormir se
dio una vuelta y se topó con las jaulas de perros histéricos y los dos perros
en la alberca vacía comiéndose a Terry Allen. Eso no es todo lo que tiene que
decir. Empezando su turno, a las seis de la tarde, escuchó una discusión muy
fuerte. No puede estar seguro de cuántas voces fueron, pero los reconocería si
les escuchara de nuevo.
- A eso de las ocho de la noche
alguien se fue histérico. Lo vi de casualidad, estaba haciendo mis rondas. No
lo conozco, pero lo vi bien.
- ¿Y cómo se veía?
- Difícil de olvidar, tenía
puesta una camisa floreada y más oro encima que Fort Knox. Es calvo y narizón.
Ahora que me acuerdo tenía una papada enorme. Lo reconocería en cualquier
parte.
- Un uniformado tomará su
declaración oficial y podrá irse a descansar.- Harry le chifló a un uniformado
para que apuntara cada palabra y usamos el primer teléfono público que encontramos
para hablar al departamento de Vicio.
Nuestra
víctima era bien conocida, Terry “fox terrier” Allen. Hizo dos años por usura y
sospechoso de formar parte de una amplia red de peleas de perros. Les digo que
los perros se vengaron, se ríen. Un nombre menos para ellos. Una interrogante
para nosotros. Terry estaba casado a una Laura Beck. Naturalmente, Harry brinca
a la acción, quiere verla primero. No la encontramos en su casa, así que nos
decidimos por el negocio de su marido “Laura’s”, en una cuadra comercial en
Morton que desesperadamente trata de negar que está en Morton. Carnicerías,
tintorerías, veterinarios, tiendas de ropa y perfumerías. Todo repartido en una
cuadra en la avenida Memorial.
- ¿Laura Beck?- Harry se relame
el cabello en cuanto la vemos con las llaves en la mano tratando de abrir el
local.- Detectives Clayton y Ozfelian.
- ¿Y?- La mujer forcejea con las
llaves. Harry, siempre el caballero, le quita las llaves y abre por ella.-
Gracias, esa maldita cerradura siempre ha dado problemas. Terry sigue jurándome
que hará algo al respecto.
- Linda tienda.- El lugar parece
estar hecho un desastre. Cada caja está abierta, cada ventila ha sido violada,
incluso hay ropa en el suelo y el desastre parece extenderse a la trastienda.
- Debieron haber hecho inventario
ayer. Nunca regresan las cosas a su lugar.- Laura corre hasta la caja
registradora y después de un momento de pánico sonríe tranquila.- Todo bien.
¿De qué se trataba esto?
- Tenemos malas noticias.- Harry
se apoya contra el mostrador y la mira a los ojos con su mirada de cachorro.
Laura no es una mujer fea, pero cualquier mujer que empiece a ser descrita a
partir de eso no tiene muchas opciones en la vida.
- ¿No debería estar su marido
aquí?- Me entrometo, más para molestar a Clay que por otra cosa.
- No, él rara vez se mete aquí.
Siempre y cuando haga dinero, le vale un rábano la tienda.
- ¿Y qué hace con su tiempo
libre?
- Le gustan los perros y...
Espere, ¿en qué se metió mi esposo ésta vez?
- Se metió a una alberca vacía
con perros hambrientos y de mal humor.- Laura me mira sin entender y Harry me
lanza miradas asesinas. Mentiría si dijera que no lo disfruto.- Pero no lo
culpe, alguien lo mató de un golpe a la nuca.
- ¿Terry está muerto?- Laura se
sienta en su taburete y mira hacia la nada. No llora, pero no esperaba que
llorase.- Tiene una manera extraña de dar las noticias.
- Disculpe a mi compañero, se
levantó del lado izquierdo.- Harry le trae un vaso con agua del baño de
empleados y se sienta a su lado. Yo le ofrezco un cigarro y un trago de mi
licorera y acepta con mucho gusto.- Le prometo que encontraremos a su asesino.
- Señora, empiece por hablarnos
de su marido. Se nota que no está muy dolida por su muerte, parece que se lo esperaba.-
Laura me mira con odio y Harry se frota las sienes.- Sabemos que su afición por
los perros se extiende a peleas para perros. Un ambiente poco saludable. Hizo
dos años por usura, y esa clase de gente siempre regresa al negocio después de
la prisión.
- Es cierto. Todos los locatarios
de la cuadra le pagaban una renta mensual. Me tenía a mensualidades, Terry no
creía en las cuentas de banco.
- Déjeme adivinar, los locatarios
no lo querían mucho.
- Se lo pondré de esta forma:
Hace dos años estaba el Black Moon café. A Terry se le metió que lo quería.
Envenenó la comida más de una vez y asustó a los clientes. Al final le compró
el café a la dueña prácticamente por centavos. Pobre Jillian Burrel terminó
adicta a la heroína después de eso. Incendió el lugar por el dinero del seguro.
Le rompió las piernas a Roy Melkinson, tenía un puesto de hot-dogs y no
alcanzaba la renta. Le quitó su carrito y lo vendió. Engañó a una pareja para
que compraran el local de al lado, la tintorería de Víctor Reyes, pero los papeles
eran falsos y los Anderson se quedaron sin nada. Como ya le dije, me tenía a mí
con mensualidades miserables. Incluso a su hermano James trataba como perro.
¿Cuánto amor cree que había para él?
- ¿Cómo era la rutina de Terry
Allen?- Preguntó Harry mientras apuntaba cada palabra.
- Se despertaba tarde, después de
que yo viniera aquí. No sé qué hacía con su tiempo últimamente, me imagino que
tenía que ver con esos malditos perros. Su hermano James se encargó de...
- No nos importan otras
actividades criminales además del homicidio, puede decirlo.
- Él se ha estado encargando de
las recolecciones. No siempre, Terry no confiaba ni en su hermano.
- ¿Nos puede decir dónde estuvo
usted anoche a partir de las seis?
- ¿Soy sospechosa?
- Usted misma lo dijo, no había
mucho amor.
- Pues si deben saber, estuve en
casa a solas desde las seis. No sé dónde estaba mi marido.
- ¿Alguien puede corroborarlo?-
Laura Beck me mira sin entender y sonrío.- Como dijo, no había mucho amor.
¿Alguien estaba con usted?
- No y me ofende que lo diga.
- ¿Por qué? Su marido era un
maldito.
- No le haga caso a Oz, siempre
se levanta del lado equivocado de la cama.
- Mi esposo era un hombre celoso,
de haber estado con alguien lo habría sabido de alguna forma y estarían
investigando mi muerte. ¿Eso es todo?
- La veremos después. No se vaya
muy lejos.- Salimos y me enciendo un cigarro. El estómago gruñe y lo aplaco con
whiskey. Harry no está feliz y no puedo aplacarlo con whiskey.
- Podrías mostrar más respeto Oz,
incluso si ella lo mató es una viuda.
- Que no te engañen Harry,
cualquiera en esta cuadra pudo haberlo matado y podría darnos historias de
terror. Todos aquí son culpables hasta que decidamos lo contrario. Las bondades
de nuestro sistema penal.- Harry quiere decir algo más, pero le señalo al
hombre que discute con el dueño de la tintorería y recibe un pequeño fajo de
billetes.- ¿James Allen?
- ¿Y qué con eso?- Harry le
muestra la placa. James piensa en escapar, hasta que le suelto un gancho al
hígado y lo empujo a los basureros en el suelo.
- No estamos aquí por tus
pequeñas extorsiones James, no es necesario correr. Tu hermano está muerto.
Asesinado anoche.- James quiere ponerse de pie y lo regreso al suelo de una
patada.- Ahí te ves mejor, no quiero tener que perseguirte por la cuadra.
- Estás loco Oz.- Harry lo ayuda
a levantarse y James sufre las etapas del luto en diez segundos. Habría estado
más consternado si le hubiese caído café en la ridícula camisa morada que usa.
El mal gusto parece ser tradicional familiar.- Háblenos de su hermano Terry.
- Terry se estaba metiendo en el
negocio de perros de pelea, tenía algunos problemas pero nunca me habló de
ellos.- Le doy una cachetada que le sorprende más de lo que le duele.
- Trata de nuevo. Algo no nos
estás diciendo. ¿Qué clase de problema? Eran hermanos y cómplices en su red de
extorsión a locatarios, el dinero de ambos estaría en juego.
- No estaba mi dinero
involucrado.
- ¿Y cómo te voy a creer? Por lo
que he estado escuchando a tu hermano no le gustaban los bancos.
- No me importa si me cree o no.
Mi hermano no me involucró en los perros, estaba en liga con Roger Comiskey.
- ¿Cómo se ve ese Comiskey?
- Es un tipo escurridizo, es
calvo y narizón. Le gusta tener cadenas de oro y trata de ocultar su papada con
ridículos pañuelos. Está loco por los perros.- Harry y yo nos miramos en
silencio, es el sujeto del que nos habló el testigo inicial.
- ¿Te dejó el negocio de las
extorsiones? Difícil de creer. ¿Lo viste ayer?
- No, aún seguía involucrado. Lo
vi ayer en la mañana. Nos peleamos afuera de la veterinaria. Robert Clark, el
veterinario, me pagó la mensualidad y no se la quiso pagar de nuevo a él. Yo
argumenté que Clark tenía razón. Mary Ann se metió en el asunto, es la
vendedora del local. Terry lo dejó por la paz cuando ella se metió.
- ¿Se la estaba echando?- Harry
me mira tan feo que temo que me dará cáncer.
- Sí, era su amante. Mary Ann
Bass, pero ella no lo mató.
- ¿Por qué te la estabas echando
tú de seis en adelante?
- ¿Qué? No, para nada. Lo digo
porque ella dijo que estaría en una fiesta. ¿Cómo murió?
- Una contusión y lo tiraron a
los perros.
- Él y sus malditos perros. No lo
soporto. Tenía a un pitbull en su casa, lo estaba hambreando en la bodega de la
parte de atrás. Es inhumano. Y por lo que veo, también es peligroso. Eso es
como el box, todo está amañado. ¿Ya me dejarán en paz?
- No te hagas al santo, ¿y tu
coartada?
- Estaba en un bar, sólo.
Moody’s, no queda lejos.
- Lo corroboraremos. ¿Quién
heredaría el dinero de tu hermano?- Preguntó Harry.
- ¿Heredar? Deben estar
bromeando. Nada estaba a su nombre, la casa es de Laura, el local está a nombre
del pobre diablo a quién engañó.
- Está bien, ya puedes irte. No
salgas de la ciudad.
- ¿Cómo va tu primer día hasta
ahora Harry?
- Iría mejor si te portaras como
un psicótico.- Harry pide una orden de búsqueda para Roger Comiskey mientras
compró unas donas en una de las tiendas cercanas.- ¿Cómo alguien podría ser
amante de un sujeto como el “fox terrier?
- ¿Por qué no le preguntamos?-
Entramos a la veterinaria y me abro paso hasta el consultorio. Robert Clark
protesta hasta que ve nuestras placas. La chica de la entrada, Mary Ann Bass,
es una rubia de ojos verdes que esconde su figura detrás de un vestido gris y
una bata de hospital de las que venden para los estudiantes. Harry no puede
quitarle los ojos de encima. Ahora sabemos qué vio Terry en ella, pero no se
figura qué vio ella en el usurero. Para mí es claro, ella vio poder.
- Robert Clark, ella es mi
prometida Mary Ann. ¿Qué podemos hacer por ustedes?
- A mí compañero le hace falta la
antirrábica.- Bromea Harry.
- Y él necesita una castración
antes que haga algo tonto.- Harry deja de inspeccionar a Mary Ann, quien hace
todo lo posible por fingir que no se da cuenta.- ¿Ayer por la mañana vieron a
James y Terry Allen peleando?
- Sí, así es. Por suerte mi
prometida les convenció de llevarse el asunto a otra parte. Esa clase de cosas
asusta los clientes.
- ¿Y Terry vino por hormonas?-
Harry curiosea entre los papeles y encuentra un pedido fechado el día
anterior.- Presiento que no eran para él.
- No, para perros. Debería ser
ilegal, es inhumano.
- ¿Y las entregaste? Dice aquí
que era para las siete y media en su casa.
- Lo que sea que preparaba hacer
con esas hormonas no lo sé, no las conseguí. Tampoco quise conseguirlas. ¿De
qué se trata esto?
- Terry Allen está muerto. Murió
anoche a las siete.- Robert alza una ceja, Mary Ann se pone colorada y trata de
respirar normal. Es obvio que le afectó más a uno que otro.- ¿Seguro que no lo
visitaste en el cementerio de autos para entregar sus hormonas?
- No, ¿por qué haría eso?, ¿por
qué iría a un cementerio de autos? La orden es para su casa. Además, yo estaba
aquí a las siete. Mary Ann también.
- Muy bien, ¿y qué hicieron
después?
- Ingrid nos avisó que habría
fiesta en el departamento de Jane Uldrow, tuvo su primer hijo. Jane trabaja en
el pastelería de enfrente.
- ¿Quién es Ingrid?
- Es la cuñada de Thomas Carey,
el carnicero.- Explica Mary Ann con una mirada asesina a su prometido.- Mi
querido prometido se fue a las diez, yo cerré y al llegar me encontré con una
sorpresa.
- Fue una broma, no le hagan caso
oficiales. Ella se lo tomó muy en serio.
- No me dejaron entrar. Según
recuerdo mi futuro esposo, el galante caballero, tardó bastante en salir a
disculparse.
- Pues yo no te vi muy afectada
Mary Ann. Quizás porque ya tenías planes.
- Tú y tus ridículos celos.-
Harry quiere intervenir, pero le detengo de un codazo. Uno nunca sabe.
- Pues te vi con James Allen
cuando salí por ti. Pudiste regresar, pero preferiste salir con él.
- ¿Y tú me perseguiste?
- No sabía que tuviese que
hacerlo.
- James me encontró en la calle y
salimos a tomar una taza de café. No hay nada más que eso.
Mi
mañana había empezado bien, ahora se complicaba. Me gustaba más cuando era un
asunto de pelea de perros, quizás de odio matrimonial. Ahora tenía a una amante
con dos posibles pretendientes, Terry y su hermano. Un veterinario celoso y lo
peor de todo, una sólida coartada. Al menos para esos dos. Probamos suerte con
Ingrid en la carnicería, pero estaba seguro que corroboraría la historia de la
fiesta. Los locales casi daban vida a Morton, pero cada vez que los colores de
los anuncios y las sonrisas de los clientes parecían arrancar la infección que
es Morton, recordaba que alguien en la cuadra mató a Terry Allen, y seguramente
casi todos le querían muerto.
- ¿Usted es Thomas Carey?- La
carnicería parece que fue vaciada. Cuelga un cartel de ofertas y aún quedan
charolas con carnes frías que Harry saborea a gusto. Carey es un hombre
corpulento, de rasgos duros como los de un carnicero y ojos tristes.-
Detectives Ozfelian y Clayton.
- ¿De qué se trata?- Una mujer
sale de la trastienda cargando costillas congeladas y nos mira con
escepticismo.- Soy Ingrid, ¿qué ocurre?
- Terry Allen está muerto.
Sucedió anoche alrededor de las 7. ¿Dónde estaban ustedes?
- Aquí, tuvimos una oferta porque
quería deshacerme de varios kilos y comprarle a otro distribuidor. Ingrid y yo
estuvimos aquí hasta pasada las nueve.
- Ingrid y usted... ¿Y su esposa
lo puede corroborar?- Harry señala su anillo de bodas y Thomas deja de sonreír.
- Soy viudo. Fue una locura
anoche. Ingrid y yo intercambiamos puestos a las ocho, ya estaba cansado. No
salimos en ningún momento. Hasta la fiesta, claro está. Jane Uldrow tuvo su
bebé.
- No parecen muy afectados por su
muerte.
- Era una rémora y un monstruo.
¿Algo más?
- No, nada más.- Salimos a la
calle y nos miramos con asco. No era el olor de la carne echada a perder, era
otra cosa. Aún faltaban muchas tiendas y sabíamos que escucharíamos lo mismo.
Trabajo duro, ablandando la suela del zapato con mi buen amigo Harry.
- Me sorprende que no lo
golpearas a él, ¿no es tu modus operandi?
- Me cae bien. Deberíamos ir tras
Comiskey y James Allen, probablemente la esposa también.
- No, hay que hacerlo bien. El
buen trabajo policial vale la pena. No podemos basarnos sólo en confesiones
forzadas e instinto.
- Está bien, está bien, ya
entendí Joe Friday.
Realizamos
entrevistas en la tintorería y la farmacia. Todos en la misma sintonía.
Trabajo, a veces duro y a veces descansado, y en la noche la fiesta en el
departamento de Jane Uldrow. Luego de una hora tuvimos suerte, el patrullero
Gary Peters se reportó con nosotros. Había patrullado esas cuadras el día
anterior. Peters confirmó la historia general. Todos parecían emocionados por
la fiesta de Uldrow y no pasó nada fuera de lo común. A las siete en punto
entró a la carnicería y Thomas Carey le vendió costillas a medio precio. Robert
Clark también estaba en la veterinaria, convenciendo a un cliente de inyectar a
su gato. Los Nolan en la pastelería escuchaban la radio aburridos a muerte.
- ¿Y qué tal la gente que no
estaba donde debía estar?- Harry se apoya en el auto y le ofrece un cigarro.
Bebo de mi licorera y eructo con tanta fuerza que asusto a los niños que juegan
en la acera.
- Bueno, no pensé en eso en el
momento. Déjenme pensar... Mary Ann, la chica guapa de la veterinaria no estaba
a las seis. Me acuerdo porque Clark necesitaba ayuda con un gato y terminó todo
arañado. Me di la vuelta y regresé 45 minutos después y la encontré discutiendo
con James Allen en la entrada de la callejuela a un lado de la farmacia. Esos
Allen son una peste, pero si nadie alza la mano no podemos proceder contra
ellos. O contra él.
- ¿Discutían cosas románticas?
- Lo dudo detective Clayton,
porque estaban discutiendo sobre dinero.
- Suena como la disputa de la
mañana. ¿Conoces la dirección de Jane Uldrow?
- Claro, es el edificio café en
Woodrow, en la calle paralela a esta. No tiene pierde. ¿Pueden creer que
trabajó hasta el último día de su embarazo? Yo la llevé al hospital hace una
semana. Debe estar recién salida.
Comiskey
debe estar hecho de humo porque nadie lo encuentra. Hasta entonces estamos
encadenados a Morton. Recorremos las calles al rayo del sol. Morton, sobre todo
esa parte de Morton donde lo negro se difumina en blanco como el mar se
convierte en arena, es el barrio de las dos almas. Durante el día es un barrio
pobre como cualquiera, con obreros, secretarias y vendedores que salen temprano
a trabajar con el periódico bajo el brazo y regresan en la noche cansados a
departamentos repletos de niños. Durante la noche salen los otros habitantes de
Morton, desde las cloacas y los rincones oscuros. Los camellos, las rameras,
los proxenetas, los ladrones y los pandilleros. Una tregua inestable entre día
y noche. Harry pertenece al día, yo le pertenezco a la noche.
- Ustedes sí que llegan tarde.-
Una vecina saca a pasear el perro y nos encuentra en la puerta.
- ¿A qué se refiere?
- Llamamos anoche por el ruido de
la fiesta y hasta hora se les ocurre venir.- Nos mira con el puño en la cadera
y con el pie marcando los segundos. Harry la desnuda con la mirada.
- Lindo comentario, ya puede
largarse.
- Tienes una visión muy negativa
de las cosas Oz, ése es tu problema.
- No, estas escaleras son mi
problema.- El buzón decía 502. La escalera debió estar diseñada por la santa
Inquisición porque los peldaños eran pequeños y los tramos eran altos.- Y por
favor, cuando veamos a Uldrow trata de no desnudarla con la mirada. Ya tiene
alguien que lo hace por ella, por eso está embarazada.
- ¿Jane Uldlrow?- La mujer nos
hace pasar mientras sostiene un filete congelado contra su cabeza. Es esbelta,
con cachetes de bulldog y ojos hundidos. Harry la mira por un segundo y después
mira hacia otra parte.
- No hagan ruido.- Revisa al bebé
en su cuna y regresa con nosotros a su pequeña sala.- ¿Qué pasa?
- Terry Allen falleció anoche y
nos gustaría corroborar algunas coartadas.
- Vaya, no puedo decir que esté
llorando por dentro. ¿Se refieren a la fiesta?
- Sí, ¿quiénes vinieron?
- Todos realmente. No debí haber
tomado esa cerveza, la cabeza me está matando, pero era mi primera cerveza en
casi un año.
- Entiendo lo que dice.- Dije
mientras bebía mi whiskey.- ¿Quiénes son todos?
- Bobby Clark, los Nolan, Tommy,
Ingrid, Jerry y su esposa, Lou, la gorda
Ethel, toda la pandilla.
- ¿Y Mary Ann Bass?
- Pobre chica.- Uldrow se ríe y
con expresión de dolor se aprieta más el pedazo de carne.- Le cerraron la
puerta como broma. A Bobby le pareció gracioso al principio, pero se asustó
cuando Mary se fue corriendo. Es una chica linda, no debería gastarle bromas de
ese tipo. Fue tras ella, pero Mary ya no quiso entrar. Se fueron yendo después
de las once o doce. Mi pobre Sean estuvo llorando hasta las cinco de la mañana.
- Valió la pena.- Dijo Harry
sonriendo. Señor simpatía.- Felicidades por su hijo.
- Gracias detective. ¿Necesitan
algo más?
- No, eso sería todo. Vamos Oz,
hora de regresarte a tu jaula.
- Quiero revisar la casa de Terry
y Laura. Si no han encontrado a Comiskey deberíamos ir.- Me siento en un
escalón del segundo piso y me enciendo un cigarro.- ¿Qué piensas?
- Los locatarios tenían motivo,
pero no tenían oportunidad. Comiskey tendría oportunidad, pero hasta no hablar
con él no tendríamos motivo. Lo mismo se podría decir de su hermano, su
coartada es bastante endeble, y de su esposa Laura. Es posible que todos
estuvieran conjurados, los locatarios me refiero.
- Ya se me había ocurrido, pero
el cementerio de autos queda a casi dos horas de aquí. Su ausencia habría sido
notada. Habría tenido que salir a las cinco y regresado después de las nueve,
pero en ese lapso de tiempo el patrullero los ubicó en diversos momentos y las
tiendas no cerraron. Yo quiero saber más sobre Mary Ann.
- Yo también.
- Pero no en ese sentido Harry.
La
casa del fox terrier no quedaba lejos. Un bodrio de dos plantas en la orilla
con Baltic. La casa era amplia, con entrada delantera, un jardín lateral con su
propio acceso y un camino en la parte trasera también con su propio acceso.
Harry quiso avisarle a la viuda que entraríamos a su casa, pero le convencí de
no hacerlo. No podíamos arriesgarnos a que llamara a sus abogados, además
siendo el domicilio de la víctima teníamos buenos motivos para entrar. Harry el
reglamentario quiso empezar de abajo para arriba. En la bodega en la parte
trasera encontramos evidencias de un perro, comida, platos y esas cosas, pero
ningún perro.
- Quizás se lo llevó al
deshuesadero. Irónico, ¿no crees? Su propio perro lo masticó toda la noche.
- No creo que haya llegado tan
lejos Harry, ¿hueles eso?
- ¿Tu colonia?
- No, algo peor.- Me acerqué al
viejo armario de madera que se encontraba en un rincón a un lado de la puerta
trasera de la casa y abrí las puertas. Un pitbull se deslizó al suelo.- Lleva
muerto toda la noche, no hay duda.
- ¿De qué murió?
- ¿Estoy haciendo su biografía?,
¿cómo voy a saberlo?- Levanto su cabeza, sus ojos miran hacia la nada y la
lengua se desliza de un lado. Le muestro el cuello y la cabeza a Harry y lo
regreso al suelo. Varios golpes con algo contundente.
- Ese perro debe valer miles de
dólares en el circuito de peleas de perros. Parece venganza.
- Gracias Sherlock. Todo el caso
es venganza.
Revisamos
la cocina y la sala sin encontrar nada novedoso. Las habitaciones fueron la
misma historia. Terry parecía ocupar toda la casa y sólo había un par de
muebles femeninos en el rincón de Laura. Terry tenía a su esposa asustada como
a un perro, viviendo en un rincón. Harry revisó el bote de basura a un lado de
su tocador y chifló.
- Lotería. Ticket de compra de
una florería. No queda lejos, según veo en la dirección. Cien dólares, ¿crees
que el fox terrier tenía su lado amable?
- Hay una manera de saberlo.
El
dependiente de la florería examinó el arrugado ticket como si fuera un
documento preciado. La fecha era de hace dos días, tenía la cantidad, pero no
tenía descripción alguna del arreglo floral. Luego de consultar su pesado
legajo sonrío y se acercó de nuevo. No había sido un hombre, sino una mujer. No
tenía su nombre, pero nosotros sí. El arreglo había sido sobrio, la clienta
había insistido en eso. Tuvimos suerte, la clienta también había pedido una
tarjeta mecanografiada, “acepta que es el fin, no lo hagas más difícil”. Lo
mejor de todo, tenía una dirección. Apunté la dirección salí de ahí con una
sonrisa en los labios.
- ¿Lo despacharon a él y quieres
cacharlo en el rebote Oz?
- Te apuesto la comida que ésta
es la verdadera dirección de Roger Comiskey. Laura Beck y su amante estuvieron discutiendo en el
cementerio de autos, de eso estoy seguro.
- Está bien genio, es una apuesta.
Pero te advierto, tengo gustos caros.
Manejamos
hasta Brokner con el estómago rugiendo. Ninguno de los dos quiso picar algo en
el camino. Harry se relamía los labios, me haría pagarle una comida en el
Truffle’s. Yo tenía mi as bajo la manga, las costillas del viejo Moony en
Morton. Mi comida costaría una tercera parte, pero el viejo Moony fabrica el
mejor licor casero de la ciudad. Estacionamos frente a una refaccionaría y
escuchamos a los perros. Un chicano comía sobre un auto y nos midió con la mirada.
Antes que pudiera gritar para alertar a sus amigos tomé una cruz de metal y se
la lancé con la fuerza suficiente como para tirarlo del auto con la nariz rota.
- El hambre me pone de malas.- Lo
piso en el pecho y con el revólver apuntándole sonrío.- ¿Dónde está Roger
Comiskey?
- Atrás.
- ¿Con quién?
- Está solo.
- Espero que así sea. Quédate
aquí y cierra el hocico o alimento a los perros contigo.
- ¿Sabes cuál es tu problema Oz?
Tú crees que la moral es un tipo de indigestión.
- ¿Y me equivoco? Costillas del
viejo Moony, y tú pagas.- Le dimos la vuelta al edificio y encontramos el
criadero de perros. Comiskey estaba leyendo el periódico y bebiendo cerveza
cuando le sorprendimos.
- Todos estos perros son mis
mascotas.- Lo jalo de la camisa y lo tiro contra una de las jaulas. El
dobberman se lanza a las mordidas y con el índice juego con el endeble seguro
que mantiene a la bestia asesina en su lugar.- Dios mío, ¿qué hace?
- Oz y Clayton, homicidios.
Háblanos de Terry.
- ¿Y si no lo hago?- Abro el
primer seguro y el perro empuja tan fuerte que empieza a doblar el segundo.-
Está bien, está bien. Terry tenía que haber perdido, pero no lo hizo. Perdí
miles de dólares y Terry hizo 45 mil en tres noches. Es un hijo de perra, ¿eso
quieren saber?
- Entre otras cosas. ¿Desde
cuándo te acuestas con su esposa?
- Yo no hago eso, no sean
ridículos. Terry tiene un mal temperamento.
- ¿Escuchaste eso Larry? Habla en
presente.
- Sí, a mí también me llama la
atención. ¿No te has enterado? El fox terrier quedó relegado al pasado. De un
es a un fue.
- Y relegado con violencia.
¿Dónde estabas anoche entre seis y ocho?
- Estuve en el deshuesadero
buscando el dinero que Terry debió haber escondido en alguna parte.
- ¿Con quién?
- Con nadie.- Jugueteo con el
seguro y el perro se agita tanto que baña a Comiskey con la espuma de su
hocico.- Con nadie, es la verdad.
- Un testigo dice lo contrario,
estuviste discutiendo. ¿Con Laura quizás? Quería detener el amorío, ¿o no te
llegaron las flores?
- Laura y yo somos amigos, nada
más.
- Ahora sí, pero antes no. ¿Ves
como funciona eso del presente y el pasado? Eran cuando Terry estaba en
presente, dejaron de ser cuando ustedes pasan al pasado.- Harry está nervioso
por los perros, no está seguro si realmente dejaré fuera al perro, yo tampoco.
Aún así, su voz no se quiebra ni por un instante, es un veterano.- Discutieron,
él aparece y ustedes lo matan.
- Imposible yo estaba solo.
- ¿En serio? Terry murió ahí,
alrededor de las siete, los perros se comieron parte de él.
- ¿Qué? No, escuchen, escuchen yo
no tuve nada que ver.- Juego de nuevo con el seguro y Comiskey se asusta tanto
que se retuerce en el suelo para zafarse de mí y caminar en reversa.- Quiero un
abogado. Ustedes par de psicópatas no pueden hacerme esto.
- Muy bien, entonces estás bajo
arresto. Llamaré a una patrulla y a los de control de animales para que se los
lleven.
Esperamos
a que se lo llevaran y hasta que el último perro fue retirado de su jaula.
Harry detestó el local del viejo Moony, lo cual hicieron más dulces esas
costillas. Al final pagó 13 dólares por la comida de ambos y casi 100 en
botellas de licor casero.
- Esa porquería debe tener más
anticongelante que agua.
- Sí, eso le da el sabor
especial.- Me limpié lo más posible de manchas de salsa de mi camisa y le di un
buen trago a la cerveza para bajarlo todo. Harry se contentó con un cigarro.
- Comiskey realmente parecía
aterrado cuando le dijimos dónde encontramos el cadáver. ¿No te parece raro? Lo
niega totalmente.
- También niega haber estado
jugando con Laura Beck al ginecólogo, ¿y eso qué? No olvides, es Morton.
Cualquiera en Morton, incluso esa mesera morena a la que le mandas besos, son
capaces de matarte y tirar tu cadáver a la cloaca. Que no se te olvide.
- Eres tan dulce que debes sudar
melaza.
- Ahora ves por qué el capitán me
quiere torturar contigo, pero ésa no es toda la historia.
- ¿A qué te refieres?
- Claro, Parkman es un estúpido,
pero un estúpido que sabe guardar rencores. Si me quiere fastidiar contigo,
significa que a ti también te quiere fastidiar, conmigo. ¿A qué se debe?
- ¿No crees que yo pedí el
traslado?
- No, no particularmente.
- Hice lo correcto y me costó.
- Vaya, casi te pareces a mí.
Menos en lo de correcto me refiero, normalmente hago lo contrario.
- No has cambiado mucho desde
robos, un poco más robusto, un poco de canas y la misma actitud como si Dios
orinara en tu cereal cada mañana.
- Sí, por eso dejé el cereal.
¿Qué quieres hacer?
- Quiero regresar con los
locatarios.- Harry se ríe de mi cara de fastidio y pone el dinero en la mesa
para pagar por la comida y las botellas.- Quién sabe, quizás nos topemos con
James Allen.
Flashbacks
de cuando trabajábamos juntos. Una corta temporada en Robos que terminó con
acusaciones y enemigos. Épocas distintas, antes de anti-bandas, antes de perder
el alma y quedar maldito. Me engaño a mí mismo, la memoria tiene sus maneras de
adornar las cosas. Después de todo, nada duele tanto como el pasado. Una
cuchilla helada enterrada en mi pecho, viajando lentamente hasta perforar mi
corazón. Se acerca de remordimiento en remordimiento. Indetenible como la
marea. En el fondo todos tenemos un solo anhelo, morir con algo de dignidad.
Terry Allen no tuvo eso, fue lanzado a los perros. Quien quiera que haya sido
tuvo sus motivos, nuestro trabajo es encontrarlo y después vivir sabiendo que
Terry Allen está mejor muerto que vivo, que el asesino habrá cometido un
delito, pero no un pecado. Llegamos a Morton y ya puedo sentir esa fría
cuchilla acercándose un poco más, preparándose para el momento en que mandemos
a prisión de por vida a una persona que le hizo un favor al mundo. Los novatos
siempre argumentan que no es nuestro trabajo emitir juicios, simplemente armar
casos y dejar que los jurados decidan. Tienen razón, no es nuestro trabajo,
pero es ineludible, es parte de la vida.
- Parece que la veterinaria cerró
temprano, no veo ni a Robert Clark ni a su flamante prometida.
- Por Dios Harry, ¿cómo te
soporta tu esposa?
- ¿La verdad? No lo sé.- Se
enciende un cigarro mientras se asoma por la ventana de la puerta para ver
alguna luz dentro, sin ningún resultado, cuando Ingrid le sorprende por la
espalda. Pude haberla saludado, pero tengo mis placeres por más pequeños que
sean.
- ¿No pueden dejarnos en paz?
- Sólo hacemos nuestro trabajo.
Homicidio es homicidio, incluso si es Terry Allen.
- Ese monstruo orilló a mi
hermana al extremo y ninguno de ustedes hizo nada al respecto. Ya les dimos
nuestras declaraciones, somos inocentes aunque admitamos que estamos mejor sin
él.
- No se lo tome a pecho, ¿ha
visto a James Allen?
- Sí, está en la cafetería de
atrás. ¿Pueden detener estas malditas extorsiones?
- Hagamos un trato, convencemos a
James y usted nos deja de fastidiar, ¿le parece?
- Hecho.- Ingrid se fue ofendida
y yo me partí de la risa.
- Tienes tus métodos Oz, lo
admito.
- Pensé que te arrancaría los
ojos.- Nos topamos en la esquina con James Allen y ésta vez la idea de salir
corriendo no le pasa por la cabeza.
- ¿Ahora qué?
- Pues primero que nada...- El
gancho al hígado lo tira al suelo.- ¿Ves Harry? Un golpe bien posicionado lo
deja en el suelo y no deja marcas para que su abogado nos demande. ¿Vas a dejar
de cobrarles renta?
- Estás loco Oz...
- Vamos James, hasta yo sé que
esa es la respuesta equivocada.
- ¿Tengo su bendición padre?
- Vuélvete loco.- Una patada al
estómago lo deja hecho una bola. Lo levanto jalándole del cabello y lo azoto
contra la pared. Harry saca el arma, sólo por si acaso.
- Y regresaremos en una semana,
más te vale que no les andes cobrando porque dejamos nuestras tarjetas a todos
los que entrevistamos.
- ¿Y qué voy a hacer ahora?
- ¿Qué tal, trabajar? Oz es
extremista, pero ésta vez tiene razón. Demanda o no, vendremos por ti.
- ¡Está bien! Ya lo dejaron claro.
¿Puedo irme?
- No aún. No has sido del todo
honesto sobre Mary Ann y otro par de cosas. Comiskey dice que estuviste en el
cementerio de autos, que ustedes dos lo mataron.
- Eso es ridículo, ni siquiera
estuve ahí. Ese bastardo está asustado porque su chantaje ya no funciona.
- Laura Beck.
- Así es, Terry la habría matado
si se enteraba. Le sacó todo lo que pudo, pero ya no le sirve de nada. Todo lo
que les diga es falso, no pueden confiar en él.
- En este caso hemos aprendido a
no confiar en nadie, sobre todo en ti. ¿Qué hay de Mary Ann? La viste anoche.
- Lo admito, la vi anoche en la
calle y le invité una taza de café. ¿Es ilegal?
- No, pero es mentira.
- ¿Y tienen evidencia al
respecto?
- No me hagas enojar James,
vivirás más. Te sugiero que compres un diario.
- ¿Por qué?
- Porque desde mañana conseguirás
empleo decente.
En
cuanto regresamos al auto los dos pensamos lo mismo. Mary Ann Bass. La
veterinaria estaba cerrada. El amante está muerto, al menos uno de ellos.
Robert Clark apenas y se inmutó al escuchar la noticia, pero Mary era un tapiz
de emociones. Hasta el más ciego de amor podría verlo. Pedimos la dirección por
la radio y Harry maneja como si no estuviese familiarizado con el freno.
Llegamos a su edificio en el corazón de Morton y subimos las escaleras lo más
rápido que mis rodillas lo permiten. La puerta está destrozada. Entramos
armados, pero no hay nadie, al menos nadie consciente. Mary Ann se encuentra en
el suelo a un lado de la cama con el rostro redecorado y un pulso débil.
Llamamos a la ambulancia y la mantuvimos despierta lo mejor posible. Cuando
Mary Ann despertó, luego que los enfermeros le dieran sales para regresarla a
nuestro mundo, no quiso identificar a su atacante.
- Esposas golpeadas, nunca lo
entenderé.- Harry detuvo a los enfermeros antes de llevarla para dejar que se
calmara y hablara.
- No creo que quiera ser esposa
de nadie en este momento.- Harry señala al diminuto departamento. No hay un
centímetro en orden.
- La golpeo en el dormitorio, ¿y
qué hay del resto? No son señales de lucha, el atacante estaba buscando algo.-
Revisamos en las ruinas de su hogar sin saber que buscamos. Puedo oler el sudor
y el alcohol en el aire, y no es el mío. Harry revisa en el buró a un lado de
la cama y encuentra una hoja rosada, despido y terminación.
- ¿Mary Ann, me escuchas?- El
rostro inflado como un globo. Voltea hacia Harry y con muchos esfuerzos afirma
con la cabeza. El único ojo que no está cerrado por la inflamación le mira con
lágrimas.- Te despidieron de la joyería Menard hace dos semanas, ¿trabajabas
medio turno?
- Sí.
- Ahora sólo tienes la
veterinaria, ¿no es cierto?- La chica cierra el ojo y contiene el llanto. Harry
le toma de la mano y trata de despegar el cabello de la sangre.- ¿Por eso no
nos quieres decir? Sabemos que no es porque temas perder un marido, porque
Bobby Clark no es marido alguno, no si te pega de esa forma. Además, tú ves a
otras personas, lo cual es normal.
- Lo amo.- Cuando abre la boca
para hablar veo que le faltan tres dientes. Tengo los nudillos blancos, pero
Harry tiene la mente serena.
- Fue Robert Clark, ¿no es
cierto?
- Sí.
- Está bien, llamaré para emitir
una orden de búsqueda y captura.
Llamamos
desde el auto, luego de despedir a la ambulancia. No me lo quiero perder. Harry
finge que quiere regresar al precinto, pero en el fondo quiere acompañarme.
Seguimos a las patrullas que responden al aviso. No lo encontramos lejos.
Robert Clark camina en zigzag por la calle, con alcohol en la sangre y sangre
en los nudillos. Me le cierro subiéndome a la banqueta y con la puerta del auto
lo detengo. Tres patrulleros tienen que separarnos. Como un perro me lanzo
contra Clark. Harry se queda apoyado contra el auto, sin tratar de detenerme.
Cuando finalmente lo separan y revisan sus bolsillos, sin encontrar nada, Harry
le suelta un derechazo a la quijada que le hace ver estrellitas.
- Eso fue reconfortante. Primero
James, ahora este patán. No sé Oz, empieza a gustarme.
- Tiene sus momentos. ¿Vamos al
precinto?
- Como los apóstoles le dijeron a
Jesús “lidera el camino”.
- Dios, no te pongas religioso.
La
noche empieza. Morton muestra sus verdaderos colores. Escapamos como un gato de
una jauría de perros. El whiskey calma mis nervios. Termino la licorera y la
lleno con el licor casero de Moony mientras manejo con las rodillas. De vez en
cuando Harry deja de fingir que está tranquilo y toma el volante. Trabajo en
equipo. Llegamos al precinto y en cuanto subimos las escaleras nos sorprende el
teniente Quinn.
- Comiskey ya habló. Dice que
Terry les encontró en el cementerio de autos, Comiskey huye y escucha que Laura
Beck mata a su marido. No quiso decir nada hasta ahora porque tuvieron un
amorío.- El teniente me detiene del brazo y me huele como un gato a un ratón.-
Apestas a borracho Ozfelian. No toleraré esa clase de cosas.
- ¿Simone no le dijo nada sobre
mí?
- El jefe de detectives dijo que
eras un caso difícil, pero competente.
- Maldito bastardo se divierte de
extrañas maneras.- Le doy un trago a la licorera y trata de detenerme. Me
cuesta no soltarle un derechazo. Harry se interpone sonriendo.- Yo haré mi
trabajo Quinn, tú has el tuyo.
- Concentrémonos en lo positivo,
¿les parece?
- Sí, bueno, como decía ya cantó
el canario y mandé arrestar a Laura Beck. No debe tardar.
- ¡Pero si es el show de Larry y
Harry!- Reconozco su voz desde la entrada. Es el capitán Parkman.- Laura Beck
ya está subiendo. Cuenta una historia parecida, pero culpa a Comiskey.
- No me sorprende.- Dice Quinn
con el pecho inflado. Harry y yo intercambiamos miradas y tratamos de no
reírnos.
- Y ustedes dos, quiero una
confesión ésta misma noche.
- Sí capitán, por supuesto
capitán, no lo dude capitán. Faltaba menos capitán.- Dice Harry con una mueca.-
En el escritorio del teniente ésta misma noche capitán.
- Harry tiene razón capitán, no
espere menos capitán. Y si voy al baño le dejaré saber si jalo la cadena
capitán, al segundo.- Trato de no reírme, pero por más que aprieto mis labios
mi estómago tiene convulsiones.
- ¿Quieren dejar de bromear?
Sabía que el show de Larry y Harry sería efectivo.
- De hecho capitán, bromas
aparte, hay un bono añadido.- Harry me mira sin entender.- Puede dejarle saber
a la prensa que la asesina fue Laura Beck y que Comiskey probablemente dice la
verdad.
- Es cierto capitán,- añade
Quinn.- después de todo, un testigo le vio irse del lugar y no vio en qué
momento se fue Laura Beck.
- Muy bien, haré el anuncio, pero
no olviden la confesión.
- ¿Por qué hiciste eso?- Me
pregunta Harry mientras bajamos para ver que procesen a la detenida.
- Porque tengo una corazonada.
¿Qué tenemos aquí?
- Ya le leyeron sus derechos y
estoy guardando sus efectos personales.- Laura nos mira con odio mientras se
quita el reloj, el collar y entrega su bolsa. Harry le arrebata el collar al
del registro y me codea, en la parte de atrás tiene la marca, Menard.
- Vaya coincidencia sobrenatural.
- Si quieren hablar conmigo
tendrán que hablar con mi abogado, ya viene en camino. Pero les advierto una
cosa, si le creen a Roger Comiskey estarán cometiendo un grave error. Yo no
maté a mi marido.
- Pues espero que su abogado no
sea pagado por el Estado.
- Chester Norton, de
Norton&Roy.
- Bastante caro. 50 mil dólares
para retenerlo, pero habrá valido cada centavo.
- Hablaremos cuando llegue su
abogado. Vamos Larry, hay que hablar con Comiskey.- Me detengo en la escalera y
le doy un trago a la licorera mientras las piezas del rompecabezas se atoran
entre ellas.- ¿Qué pasa?
- Es simple y a la vez complejo.
- ¿A qué te refieres?
- Asumimos demasiado Harry, hasta
lo más básico. ¿Dónde está el capitán?- Bajamos corriendo y detenemos al
capitán antes que salga por la puerta principal.- Capitán Parkman, puede hacer
ese anuncio sin ningún problema. En este instante iremos por la evidencia,
incluso si no hay confesión habrá una convicción segura.
- Eres cruel Oz.- Bromea Harry
mientras corremos al auto.
- No vi que me detuvieras en
ningún momento.
Le
explico el caso a Harry mientras manejo de regreso a Morton. Lo vimos de día,
ahora lo veremos de noche. La otra ciudad cobra vida. Algo en la oscuridad me
hace sentir en casa. Harry se parte de la risa cuando le explico mi teoría. Estuvo
frente a nuestras narices todo el tiempo al grado que se convirtió en ruido de
fondo. En un caso donde lo único que sobran son sospechosos y coartadas,
asumimos los hechos del caso. Harry se encarga de reunir a los locatarios antes
de que cierren sus negocios y de reunirlos en la pastelería. Mientras Harry
devora donas me enciendo un cigarro y los obligo a todos a sentarse en el suelo
a punta de pistola.
- Esto está escalando, ahora somos
rehenes.
- No son rehenes, son
sospechosos. Cállese y escuche si quiere que esto se haga limpio, sin llevarlos
a todos al precinto. No querrán que sus clientes los vean en los periódicos
amarillistas.
- Estas donas están muy buenas.-
Harry deja el dinero en la barra y se sienta en el taburete a un lado de la
puerta de entrada.
- En la mañana Laura Beck de
Allen encontró la tienda de ropa hecha un desastre. Lo achacó a una revisión de
inventario mal hecha, pero hasta las rejillas de ventilación habían sido
abiertas. Aún así, no pensamos mucho de ello hasta después. Laura sabía que su
marido tenía un amante, conoció a Mary Ann en la joyería Menard y probablemente
en ese lapso lo planearon todo.
- ¿Dice que Mary Ann mató a
Terry?
- ¿Qué vería Mary Ann en alguien
como Terry Allen? Al principio pensé que era poder, pero hay algo más profundo
que las mujeres desean, dinero. Después de todo no creía en bancos, así que lo
tendría escondido y así lo creía Comiskey también. James Allen discutió con
Mary Ann por dinero en la tarde, el dinero que tenía planeado robar. Laura era
parte del plan, por eso dijo que había sido un inventario. Debieron tener éxito
porque Laura, una mujer que vivía de una mesada fija, se pudo pagar un abogado
costoso. Probablemente por eso Robert Clark revisó el departamento de Mary Ann
a conciencia, sin encontrar nada, porque el dinero ya había sido entregado a
Laura y Mary debió esconder bien su parte.
- ¿Lo mataron por el dinero?
- No, eso pensé yo al principio,
pero Larry me hizo ver que asumimos algo muy básico sobre los hechos del caso.
El robo y el homicidio fueron coincidencia. Laura Beck y su amante en el
cementerio de autos a las siete de la noche, ese era un hecho. Otro hecho,
Terry Allen murió a las siete. Otro hecho, encontramos a Terry Allen en el
cementerio de autos, en el lugar de peleas ilegales de perros. Tiene sentido
que todos sospechásemos de la esposa y el amante. La historia más vieja del
mundo.
- Pero hay una más vieja. La
venganza. El cementerio de autos queda a dos horas de aquí, imposible para
cualquiera de ustedes ir y venir sin que se notase su ausencia. Todos con
buenas coartadas.
- ¿Y?
- Encontramos el cuerpo en ese
lugar, no significa que haya muerto ahí. Es más, sabemos donde murió. Terry
Allen fue asesinado en su casa. Debió ser obvio desde que hablamos con
Comiskey, no habría arruinado su negocio de peleas ilegales y estaba muy
sorprendido al escuchar que el cadáver de Terry Allen fue encontrado ahí y
asesinado a las siete. No, fue asesinado en su casa y el asesino se encontró
con el perro que estaba siendo criado para pelear. Eso nos dice otra cosa,
James Allen no habría entrado por la puerta trasera porque él sabría dónde
guardaba Terry a su perro. No, el asesino se sorprendió. Mató al perro y lo
escondió en un armario. Algo que indica sorpresa. No hablamos de una persona
dedicada a la violencia, como los hermanos Allen o el mismo Comiskey. Hablamos
de una víctima de algo peor que la extorsión.
- Espere un segundo, incluso si
alguno de nosotros mató a Terry en su casa, ¿en qué momento lo llevaron al
cementerio de autos?
- No fue una persona, fueron dos
y con buenos motivos. Tres personas si contamos a Robert Clark, quien supo a
qué hora estaría Terry en su casa por la orden de hormonas que pidió. No tenía
intención alguna de llevarla, porque sabía lo que estaba a punto de pasar.
- Cuatro Harry, no olvides a Jane
Uldrow, cuya fiesta fue la cubierta para que el crimen se terminara. Después de
todo, ir y venir del cementerio de autos es un viaje largo.
- ¿Y nos dirá quién fue o se
pasarán la noche hablando?
- El motivo fue Jillian Burrel.
Laura Beck nos contó del Black Moon café, de cómo Terry se adueñó por las malas
y empujó a Burrel a la heroína. Mary Ann nos dijo que Ingrid era cuñada de
Thomas Carey, quien se identificó como viudo e Ingrid confesó que Terry había
orillado a la muerte a su hermana. El plan fue brillante. Thomas Carey
aprovecha la información de Robert Clark y hace su evento de ofertas para darse
coartada. A las siete de la noche él estaba ahí, pero Ingrid Burrel ya se había
ido. Entró por la puerta trasera, mató al perro y muerta de nervios lo escondió
en el armario. Tomó a Terry por sorpresa y de un golpe lo mató. Le dejó en su casa
y regresó corriendo a la tienda. A las ocho suplió a Thomas, como él admitió.
Él fue a la casa, cargó el cuerpo, fue al cementerio de autos y lo tiró a los
perros cuando Comiskey y Laura Beck ya no estaban. Entre llevar el cuerpo y
limpiar la evidencia, menos el perro porque estaba escondido y aún no apestaba,
se tardó varias horas. La fiesta sirvió de coartada, todos dirían que estuvo
ahí con ellos.
- Mary Ann fue la clave. Cuando
llegó a la fiesta no la dejaron entrar, no podían hacerlo porque notaría la
ausencia de Carey y todos sabían que ella era amigable con los Allen.
Eventualmente regresó a la fiesta y todos celebraron el final de la dictadura.
- No debí dejar el perro ahí.-
Dijo Ingrid con apenas un hilillo de voz.
- Descuida Ingrid, lo importante
es que está muerto. ¿Nos van a arrestar? No admitiremos nada que pueda
comprometer a nuestros amigos.
- Sí, me lo imaginaba.- Me quedó
ahí, de pie y fumando sin saber qué hacer. Esa cuchilla helada de
remordimientos quiere avanzar. Entre la espada y la pared. Harry no lo duda ni
un instante.
- El homicidio es homicidio, lo
siento Larry. Ingrid Burrel está bajo arresto por homicidio premeditado, Thomas
Carey estás bajo arresto por accesorio después del hecho, Robert Clark y Jane
Uldrow serán puestos bajo arresto por cómplices.- Lo miro en silencio, quiero
detenerlo pero no puedo. Estoy congelado y la cuchilla helada avanza un
milímetro más.- Tiene derecho a guardar silencio ante un caso sin pruebas que
no ganará en los tribunales, tiene derecho a liberar a dos personas que no
tuvieron nada que ver en el asunto de un juicio largo y potencialmente
victorioso. Tienen derecho a contratar a un buen abogado y mantener su historia
factible y casi imposible de contradecir por agentes de la ley que no tienen
deseo alguno de hacerlo.
Arrestamos
a Ingrid Burrel y Thomas Carey y emitimos las órdenes para los demás. El
teniente Quinn no podía creer lo que veía. Su perfecto caso se desmoronaba en
su cara. Comiskey y Laura fueron liberados al día siguiente. El capitán Parkman
casi se ahoga con su dona cuando se enteró. El capitán cometió un error al
querernos fastidiar, no contaba con que ambos lo queríamos fastidiar a él. Al
final nadie fue encontrado culpable. Terry Allen fue lanzado a los perros,
simple y llanamente, y a nadie le importó.
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