Doc Wild y la tiranía de los bienintencionados
Por: Juan Sebastián Ohem
Jack Wild utilizó el décimo
aniversario del fin de la segunda guerra mundial para advertir al mundo de la
amenaza de Herman Draxler. No podía ser más específico que eso, pero sabía que
por detrás del escenario político jalaba sus hilos. El presidente norteamericano
inició las negociaciones para salirse de Panamérica, apoyado por el voto
popular, y el hombre de oro supo que era momento de poner su plan de
contraataque en funcionamiento. Interpol había gastado millones de euros y
pasado más de tres años persiguiendo a un grupo de terroristas islámicos que
luchaban por la soberanía de sus países. Wild les localizó en dos días por sus
propios medios. No les neutralizó, ellos eran exactamente lo que necesitaba. Experimentos
en lavado de cerebro. Le obedecerían ciegamente y llevarían sus deseos a la
realidad. Les puso a prueba enviando a uno de los suicidas para matar al
presidente Truman. Wild aprovechó la oportunidad para culpar a Draxler del
crimen y solicitó, nuevamente, la creación de un ejército mundial, sin soberanía
ni nacionalismos, argumentando que la amenaza extraterrestre aún estaba
latente. Su mensaje fue transmitido por todos los canales en las televisiones
holográficas de millones de hogares y, como siempre, doc Wild permaneció en las
primeras páginas de todos los diarios. Tras una década de continua paz, y los
mejores estándares de vida en la historia, Jack continuaba odiando la política y los discursos. Asarlai, acostumbrada a sus actos de desaparición, tras cada
discurso, le esperó en su jet personal en el aeropuerto.
-
¿Soy tan predecible?- Preguntó el hombre de oro con una sonrisa.
-
Lo suficiente para no aburrirme. Sabía que tratarías de alejarte lo más posible
de la prensa.
-
Tú también eres predecible Asarlai, aunque para nada aburrida.- El jet se
alineó para salir y en pocos segundos alcanzaron la estratosfera, rompiendo la
barrera del sonido.- Viniste hasta aquí por la misma razón que los reporteros
me persiguen a todas partes. Quieres convencerme.
-
No estoy sola en esto. Aleister y Jabetzaren me apoyan. Tienes que quitar esos
misiles de Vril en los satélites armamentísticos.
-
Imposible, son la mejor garantía para la paz. Pueden neutralizar cualquier
amenaza, pueden ser tan precisos como para volar un auto en medio del tráfico o
convertir un desierto en cristal.- Apretando un botón se puso en contacto con
el aeropuerto del polo sur y viajaron en tenso silencio por casi todo el
trayecto.- Tengo grandes planes Asarlai, para la siguiente década. Ahora ya
todo está computarizado, hasta los teléfonos. Hemos logrado mucho en muy poco
tiempo, pero la tecnología mental es el futuro. Hace más de tres años que he
estado trabajando en ella, tratando de encontrar los secretos de los
neandertales de la tierra de Oc. Gracias a Helmut podemos llevar la nanotecnología
a las masas, imagina granjas enteras operadas por robots de precisión, imagina
poder convertir los pensamientos en líquidos, cocteles de pasiones y la
iluminación en una copa. Los avances médicos subirán el estándar de vida y
podremos finalmente curar todas las formas de cáncer.
-
Eso suena maravilloso, ¿pero por qué eres tan terco con esos misiles? Mucha
gente tiene razón, son la mayor amenaza a la soberanía que pueda haber.
-
¿Aún creen en tal cosa como la soberanía? Fueron esas ideas las que casi
terminan con el mundo. No, creo que no estoy paranoico. Estoy seguro que
Draxler está detrás de todo el apoyo a mis rivales políticos. No me
sorprendería si fue él quien mató al presidente de Estados Unidos.
-
Le quitaste a los Iluminatti Jack, Draxler tendrá que ser muy ingenioso para
poder atacar de nuevo. Aunque si tiene tu mismo entrenamiento, entonces nos
espera un gran problema. Aún así, con el equipo que tenemos, no creo que sea
muy difícil derrotarlo, cuando muestre la cabeza. Tu programa de reconocimiento
facial ha sido instalado en todos los satélites de vigilancia. Cometerá un
error Jack, ya lo verás.
Avalon había crecido con los años,
se había transformado en una utopía mecánica y digital. Únicamente aceptaban a
las mentes más brillantes en cualquier campo y tenían las mejores universidades
y grupos de intelectuales para llevar a cabo el proyecto masivo más ambicioso
de la historia, eliminar todo sufrimiento humano. Convertir al resto del
planeta en una utopía perfecta, sin enfermedades y sin sufrimientos, donde no
hubiera pobres ni perseguidos. Wild podía mantenerlos con el oro que sus
submarinos traían desde la inundada Iluminatta. La tecnología sin patentes
mejoraban las vidas de millones y Jack siempre estaba tentado a poner a todas
esas mentes a trabajar para buscar a Draxler y Ludia Katsu.
Jack Wild no tuvo tiempo para
relajarse y continuar su trabajo en el área de la tecnología mental. Su base
central, un alto edificio con venas de Vril y al estilo Art Decó, donde vivía
con el resto de su equipo de siete personas extraordinarias, encendió una
alarma y todos corrieron hasta el centro del edificio, desde donde se tomaban
todas las decisiones de Avalon. Los Vril-kai estaban enviando señales de
emergencia. El enorme ducto de Vril que llegaba hasta el valle de los dioses en
la tierra hueca, tenía también una computadora de Vril y un rostro recreado por
la red de moléculas de oro electrificadas pidió por Doc Wild.
-
¿Qué sucede?- Preguntó el hombre de oro.
-
Será mejor que vengan todos. Nuestras defensas de Vril podrían no ser
suficientes. No son dinosaurios, es algo diferente. Desde la caída del Dominio
lo estábamos esperando. Creo que seremos invadido por una de las muchas
civilizaciones que han estado conquistando y destruyendo. El continente de
dinosaurios necesita de tu ayuda.
Wild no tenía que decirlo. Había
jurado ayudar a los Vril-kai en la tierra hueca y había convertido el lugar en
una utopía mecánica. Aleister Glas salió de entre las computadoras, dejando
tras de sí un charco de ectoplasma y ocupó uno de sus robots Leviatán ligeros.
Ramajin se acomodó el tocado en la cabeza y, junto con Asarlai, asintieron con
la cabeza. Ellos también habían jurado defender a quienes alimentaban al mundo
de Vril. Helmut Ross, Jabetzaren, Natien Moburu y Arturo Menetti se
emocionaron. Nunca antes habían estado en la tierra hueca. De hecho poco sabían
del secreto que Wild guardaba tan celosamente de los espías de todas las
naciones, quienes buscaban hacerse de Vril para sus propios propósitos militares.
Utilizaron el elevador que Wild mantenía oculto en uno de sus edificios de
máxima seguridad y, luego de más de dos horas de viaje a toda velocidad, la
gravedad fue cambiando y lo que antes había sido el techo, ahora se convertía
en el suelo. Salieron a la jungla y los cuatro integrantes más recientes de su
equipo no podían creer lo que veían.
-
El núcleo de la Tierra sirve como sol aquí. Una parte es oscura, y entonces es
de noche.- Explicó Asarlai.- Es fascinante, pero nadie debe saber que existe.
-
¿Por qué?- Preguntó Helmut, quien seguía a doc Wild a través de la selva.
-
Imagina lo que el mundo exterior haría con ellos, los invadirían o peor, les
harían desaparecer. No, Jack tiene razón en guardar el secreto.
-
¿Y me estás diciendo que hay toda una civilización en este continente?-
Preguntó Jabetzaren, quien ocupaba el cuerpo de una gitana y con asombro seguía
a los dinosaurios que volaban sobre ellos.
-
Hay todo un mundo aquí abajo. Pero los mundos están distanciados por buenas
razones.
Un camino de metal, que llevaba al
oleoducto de Vril hacia los depósitos de
Jack Wild para mantener la electricidad del planeta entero, pronto les llevó
hasta la ciudad del domo azul. El lugar era más grande que Avalon y pudieron
pasar por un arco gigantesco hecho de metal cuyas orillas chisporroteaban de
electricidad. Los ocho aventureros entraron a la utopía de los Vril-kai, la
unión de todos los pueblos en el continente de los dinosaurios. Un ejército de
robots esclavos hacían todo el trabajo duro y la capital consistía en enormes
edificios decorados con geodas y brillantes. Parecía una incongruencia, una
utopía científica rodeada del salvajismo primitivo de los dinosaurios. Uno de
los enviados de la unión de pueblos del Vril les encontró en los grandes arcos
y les llevó en una nave que flotaba a un metro del suelo, hasta el palacio
de gobierno en la mitad de la ciudad. El
palacio era de dorado y blanco, con nichos para todas las deidades de los
diferentes pueblos que consistían en los Vril-kai. Por donde que miraran no
había pobreza, ni parecía haber conflicto alguno. La tierra que ellos conocían,
se aseguraron de inmediato, podrían echar a perder la gran civilización de los
Vril-kai.
El concilio de ancianos les
saludaron en el patio del palacio, cada uno representaba a una tribu o nación
diferente del continente. Aunque se mostraron felices, parecían preocupados y
quisieron ir directo al grano. Se sentaron en una mesa de luz con computadora
en la pantalla de plasma y todos escogieron su comida preferida. Uno de los
ancianos, con pintura azul en su frente fue el primero en abordar al hombre de
oro.
-
Desde que el Dominio cayó hace dos años, muchos pueblos han tratado de recrear
el imperio. Nos han dejado en paz, hasta ahora. Agartha se está haciendo de
mucho poder.
-
¿Les han amenazado?
-
No, no directamente, pero han establecido una base pequeña al sur del
continente y han enviado emisarios. Ni siquiera el Dominio se atrevía a hacer
eso. Agartha ya ha conquistado a más de un pueblo, nosotros podríamos ser los siguientes.
-
Entiendo. La tecnología con la que cuentan podría neutralizar a cualquier
amenaza, pero es preferible evitar una guerra. ¿Qué hay de los emisarios?
-
Vienen en camino. Mañana estarán aquí.
Les hospedaron en el palacio, pero
nadie durmió. Algunos por la excitación de conocer la Tierra hueca, otros por
preocupación. Wild no podía predecir lo que Agartha haría, y odiaba todo
aquello que no pudiera predecir. Envió a Aleister a poseer las computadoras de
los Vril-kai y regresó con algo más de información. Agartha se expandía por la
fe en alguien llamado Jabulon, y los emisarios habían pedido permiso para
entrar al gigantesco domo azul. Wild lo había modificado, no sólo estaba
compuesto de electricidad, sino de armas de Vril, no había nada en el mundo que
pudiera atravesarlo. Jack Wild no durmió, se quedó en cuclillas en la ventana,
mirando hacia la utopía que había diseñado. Podía sentir la presencia de
Draxler, pero no lograba dar con él. Sabía que tenía que pensar como él, pero
allí radicaba el problema, pues Draxler esperaría eso de él y actuaría conforme
a ello.
Los emisarios de Agartha llegaron en
una nave sostenida por dos globos de zepelín. El domo se apagó por unos
momentos y la extraña nave, más parecida a un barco pirata que a un zepelín, aterrizó en los jardines
externos del palacio. Todos aguantaron la respiración, aunque fuera por unos
momentos. Los emisarios eran un grupo de tres hombres y una mujer. Se vestían
de traje y sombrero de copa en colores chillones. Uno de ellos tenía una máquina
de relojería en el cráneo y, al quitarse el sombrero, su cerebro de pistones y
engranes. Los otros dos hombres parecían normales, a excepción de los torsos,
más máquina que órganos, visibles debajo de sus camisas. La mujer, en una ancha
falda de cuero y adornada con gogles y largos guantes de seda, se encargó de
las presentaciones. Representaban a Agartha, eran misioneros que buscaban
expandir el mensaje de paz y tolerancia de Jabulon.
-
¿Y quién es este Jabulon?- Preguntó Helmut, su piel convertida en acero.
-
Es el hijo del dios viviente. La esperanza en las ruinas del Dominio.
-
Llevemos esta conversación al palacio.- Dijo Wild y le siguieron hasta una
gigantesca sala cuyo techo digital cambiaba constantemente de pinturas, según
los humores e intenciones de todos los congregados. Wild podía leer aquellos
cambios como si fueran un libro abierto. Podía detectar una mentira por los
manierismos, hasta los más pequeños, pero el mural en el techo le diría todo lo
que necesitaba saber sobre los extranjeros.
-
Hemos llevado nuestro mensaje a todos los pueblos que hasta hace poco eran
oprimidos por el Dominio.- Dijo uno de los emisarios, mientras limpiaba su
monóculo.- Al igual que nuestra civilización original, éstas naciones nacen y
mueren por las constantes guerras. Por el Vril.
-
¿Y qué mensaje es ese que llevan?- Preguntó Menetti. Herman Draxler había
permanecido en el equipo íntimo de Wild y le había estado estudiando, esperando
su momento para atacar. Su paciencia se comparaba únicamente con su gran inteligencia.
-
El mensaje de la paz y el rechazo del Vril. Nuestra civilización, muy parecida
a ésta, consiguió todos los secretos del Vril hasta que cada persona poseyó una
vara de Vril de increíble poder destructivo. Una prolongada y brutal guerra
llevó a nuestra cultura hasta su punto más bajo. Mediante la tecnología basada
en ectoplasma hemos reconstruido Agartha, la ciudad flotante que no quiere
gobernar, como hiciera el Dominio, quiere liberar a los pueblos del yugo de sus
propias ambiciones de guerra.
-
Nadie se había atrevido a colonizar el continente de los dinosaurios, mucho
menos llegar hasta ésta ciudad de los Vril-kai. ¿Qué garantías pueden
ofrecernos que no buscarán una guerra?
-
Usted no lo entiende, señor Wild. Nosotros en Agartha estamos en una
peregrinación religiosa, creemos que las almas de los creyentes en Jabulon
reencarnan en el mundo exterior. Buscamos salir a ese mundo, demostrar la fe
del dios viviente.
-
Vril-kai no puede unirse a Agartha, lo lamento. Nuestro mundo necesita de ese Vril,
y ésta utopía sin sufrimiento sólo es posible gracias a la tecnología. Si sus
promesas son serias, se les permitirá enviar más misioneros. Pero no habrá una
unión con este territorio, ni con esta salida.
-
Está bien.- Dijo el hombre con la maquinaria en el cráneo que no cesaba de
moverse.- Somos un pueblo religioso, no uno bélico. No somos una amenaza para
la utopía que han construido aquí. Por
favor, acepten nuestra invitación de conocer Agartha. Ha flotado hasta muy
cerca. Quizás, tras conocer a Jabulon y al dios viviente puedan cambiar de
opinión.
-
Aceptamos su ofrecimiento. Los ocho iremos a su ciudad.- Invitaron a los
huéspedes a sus habitaciones y el grupo se reunió en secreto en su centro de
operaciones, desde donde podían operarse todas las cámaras de la ciudad.
-
Puedo poseer sus máquinas.- Dijo Aleister.- Pero algo se siente distinto, creo
que algunas de sus máquinas poseen almas.
-
Es cierto.- Dijo Jabetzaren.- Aunque no como nosotros las conocemos. Es como si
usaran el ectoplasma de la psique para animar a sus aparatos. ¿Tú qué opinas
Jack?
-
Hasta ahora han sido muy amables. Helmut, ¿crees que puedas enviar a tus
escarabajos de reconocimiento por Agartha, una vez que lleguemos?- El
sudafricano abrió la mano y dejó que los robots del tamaño de células humanas
formaran pequeños escarabajos. Podía cambiar sus órganos, crear nuevo tejido y,
de esa forma, dar vida a las pequeñas criaturas capaces de transmitir y
recibir, grabando video y audio.
-
No será un problema. Tendrás a todo un ejército de ellos.
-
Yo me encargaré de vigilarlos.- Dijo Aleister.- Dudo que tengan computadoras
muy avanzadas, pero creo que podría poseer al menos los escarabajos de Ross.
-
¿Qué hay de mí?- Preguntó Jabetzaren.
-
Esperemos hasta ver Agartha, tú podrías ser nuestro as bajo la manga. Asarlai,
¿reconoces ese tipo de magia? El sujeto no tenía un cerebro.
-
Lo tenía, pero estaba hecho de pistones y maquinaria del tamaño de una
hormiga.- Dijo Helmut y Asarlai afirmó con la cabeza.
-
No cabe duda que son magos consumados.- Wild se puso nervioso. No le gustaba la
magia. Existía en un reino que negaba la eficiencia de la ciencia, creaba una
variable impredecible y Wild había aprendido a temerle a las sorpresas.
-
Tienen espejos.- Dijo Natien Moburu.- En caso de problemas, siempre podemos
regresar aquí y planear una ofensiva.
Al día siguiente subieron al barco y
dejaron que los dos poderosos globos les llevaran flotando por encima de
hectáreas de selva repleta de dinosaurios. Salieron a la costa al caer el sol,
los ocho no podían dejar de estar nerviosos. Sabían que la religión podía
unificar, pero podía ser peligrosa también. La nave se unió a una flotilla y a
cientos de metros sobre el mar pudieron ver la ciudad de Agartha, sostenida en
el aire por gigantescas turbinas que sacaban vapor a toda presión. La ciudad
era gigantesca y estaba repleta de grandes edificios y avenidas. El barco pasó
por entre unos arcos de plata y se dirigió a una especie de aeródromo cuyo
gigantesco techo de vitral podía abrirse y cerrarse. La gente les miraba con
curiosidad. Los ciudadanos de Agartha parecían personas normales, aunque
vestían con trajes de bombín y bastón, y las mujeres vestían anticuados
vestidos. Entre las masas aglutinadas pudieron ver a varios magos, sus tatuajes
en el rostro creando figuras y yendo de un lugar a otro. Abordaron un tranvía y
salieron de la estación hacia la inmensa ciudad que daba un sentimiento de
vértigo y claustrofobia. A medio camino el tranvía cambió de vías, dirigiéndose
hacia un edificio. Los ocho esperaban que chocara aparatosamente, pero para su
asombro el edificio se movió. Toda una torre de departamentos cambió de forma y
les dejó pasar hasta una enorme plaza.
-
La ciudad se mueve.- Dijo Natien.
-
La ciudad está viva. Puedo sentirlo.- Dijo Asarlai.
-
Hemos llegado.- Bajaron del tranvía y los edificios alrededor de la plaza se
acomodaron en tamaño y forma para nuevamente cerrar el paso. Las tuberías de
vapor y las enormes máquinas con medidores extraños y palancas comenzaron a
temblar. Los ocho quedaron estupefactos mientras la máquina y las tuberías
formaban un rostro. Alguien dijo que aquel era el dios viviente, toda la ciudad
de Agartha.
-
Extranjeros.- Dijo una potente voz que parecía venir de todas partes.- Conozcan
a Jabulon y la mano de gloria.
Las tuberías de gas chiflaron cuando
cambiaron de forma, dejando pasar a un hombre vestido con una larga bata con
inscripciones de oro. Parecía un hombre gigantesco, de al menos dos metros de
altura, con una barba que le hacía parecer severo. En su brazo derecho tenía un
gigantesco guante de acero con tubos, bujías y mecanismos de vapor. Los
emisarios se hincaron ante Jabulon, y los ocho bajaron la cabeza en señal de
respeto.
-
El Gran Arquitecto que gobernó el Dominio por más de un siglo creía en el mundo
exterior, pero no conocía sus entradas.- Dijo Jabulon en un hindú que sólo
Jack, y Menetti, pudieron comprender. El académico, por supuesto, siguió con
las manos sobre el revólver de Custer, siguiendo en su personaje.- La nueva fe,
la fe viva, ahora une a los pueblos oprimidos.
-
Conocen de la entrada en el polo sur.- Dijo Wild.- Pero no puedo dejar que la
usen. Tampoco puedo dejar que atenten contra la fuente de Vril. Los Vril-kai no
deben ser molestados.
-
Acepto sus términos, si su pueblo accede a no atacarnos. Usan armas de Vril,
las hemos visto cuando pelean contra los dinosaurios. No queremos nada que ver
con las armas de Vril, ésa fue la razón por la que Agartha por poco y perece
por completo. El dios viviente ocupó toda la ciudad y con el tiempo la hemos
logrado hacer flotar por encima de todas las naciones del Dominio, siempre en
la peregrinación hacia el mundo de los muertos. El mundo exterior.
-
Estaremos bien.- Le dijo Jack a sus compañeros, quienes estaban tensos y listos
para una batalla. Les tradujo lo que Jabulon había dicho y eso pareció
relajarlos a todos. Menetti aún tenía el revólver en una mano y el cetro de
Osma por si acaso. No podía dejar que Wild adivinara que hablaba el extraño
dialecto, llevaba años en su personaje del tímido académico argentino y el
hombre de oro aún no se daba cuenta que, tras muchas operaciones estéticas,
estaba siempre seguido de su peor enemigo, Herman Draxler.
Les escoltaron fuera de Agartha y
les llevaron hasta los Vril-kai. Wild tranquilizó al concilio de ancianos, pero
se aseguró de triplicar las fuerzas de defensa en el pozo de Vril y en el valle
de los dioses. Si bien calmó a los ancianos, él estaba preocupado.
-
Habló en un dialecto del hindú. Creo que saben de otra salida.
-
¿Hay un acceso en la India?
-
Siempre lo sospeché, por eso en la segunda guerra me aseguré de controlar ésa
área. El mundo aún no se recupera del shock del ataque alienígena. ¿Qué creen
que pasaría si supieran que existe todo otro mundo debajo de sus pies? No, el
mundo no está preparado.
-
¿Y tú decidirás cuando esté preparado?- Preguntó Asarlai.- Quizás éste sea el
momento. Pudieron atacarnos en Agartha. Habríamos perdido, no hay duda. Quizás
ahora que el mundo sabe que la paz trae prosperidad sería buen momento de
ponerle en contacto con otro mundo.
-
¿Te olvidas de los terroristas islámicos que mataron al presidente y volaron
una de nuestras embajadas en Omán?- Le preguntó Aleister Glas, quien poseía a
un Leviatán ligero, de forma antropomórfica, pero con poderosos cañones de Vril
en las palmas y en el casco.- ¿Qué hay de toda la gente que quiere poner
fronteras de nuevo y arruinar todo por lo que hemos luchado en estos años?
-
Aleister tiene razón.- Dijo Ramajin.- Será mejor que vayamos a la India, ¿sabes
dónde se encuentra la entrada a la Tierra hueca?
-
No exactamente, pero tengo una vaga idea. Algo me dice que Jabulon disfruta
demasiado su rol de profeta y salvador.
-
Lo dices porque la magia te pone nervioso.- Dijo Asarlai, quien le conocía
mejor.
-
Sí, en parte. Vamos, no hay tiempo que perder. No somos enemigos aún, pero el
mundo nos necesita.
Los ocho viajaron a India y,
poniendo sobreaviso a la unión asiática, instalaron las armas experimentales de
Wild a lo largo del río Ganges. No tenía duda que, en alguna parte del río
sagrado, en la tumba de Alejandro Magno, se encontraba un acceso a la Tierra
hueca. La primera señal de problemas fueron los temblores. El equipo se
concentró en rescatar a la gente mientras que el suelo se movía y lanzaba
edificios de un lado para otro. El Ganges comenzó a secarse y algo empezó a
emerger. Los cañones de riel operados por Aleister Glas empezaron a disparar,
destruyendo a las primeras máquinas, pero había un ejército entero. Las
máquinas dragadoras tenían dos brazos de sierras concéntricas y un hocico de
magma que convertía la piedra en líquido. Una tras otra fueron destruidas, pero
fueron ganando centímetros a la vez, hasta que una logró golpear a las armas de
riel. Un ejército de máquinas con forma de salamandras con un centro dorado y resplandeciente
salieron del agujero y recorrieron todo el perímetro emitiendo pulsos
electromagnéticos para arruinar a casi todas las máquinas de guerra. El
ejército siguió disparando, pero las salamandras no se defendían, simplemente
trataban de recorrer lo que antes era el Ganges y ahora estaba repleto de
soldados. Aleister trató de poseerlas, pero ya tenían alma, de modo que
Jabetzaren traspasó su conciencia a una de las salamandras, para luego regresar
a su propio cuerpo.
-
No las puedo controlar, pero no vienen para hacer guerra, son máquinas de
avanzada, están tomando imágenes usando ese centro dorado, que es un horno de
ectoplasma.- Dijo Jabetzaren y señaló a Aleister, quien flotaba a un lado de su
pesada máquina de guerra, el Leviatán.- Deberías andarte con cuidado, podrían
convertirte en combustible.
-
¡Ordena la retirada!- Le gritó Asarlai al hombre de oro, mientras que convocaba
un poderoso torbellino y una tormenta eléctrica, lanzando a las salamandras a
toda velocidad contra los edificios, destrozándoles por completo. Usando su
anillo de ilusión convirtió al tornado en algo invisible y usando sus rayos
detuvo una invasión de cientos de salamandras. El ejército se retiró y las
salamandras dejaron de salir.- No han terminado aún.
-
Cuidado, aquí vienen.- Cientos de aves con plumaje pero cuerpo de acero y ojos
encendidos de dorado salieron por el agujero y, por más que el Leviatán y las
tropas de élite disparaban contra ellas, era imposible destruir a todos los
cuervos mecánicos.
-
Estoy conectado a los satélites de vigilancia.- Dijo Aleister, mientras que el
Leviatán disparaba desde sus poderosos cañones de Vril montados en sus hombros
y palmas.- Están saliendo por Chichen-Itza y en Siberia. No es la única salida
que encontraron.
-
Es demasiado tarde entonces.- Dijo Wild, reconociendo que había perdido la
batalla.- Repliéguense. Esperen a las tropas, si es que envían soldados.
Los cuervos salieron volando hacia
todas partes, enviando información por radio al dios viviente que controlaba
todo Agartha. Extrañas máquinas, parecidas a trenes antiguos, aunque con patas
de insectos fueron emergiendo del ancho agujero. Los trenes estaban repletos de
gente y ninguno venía armado. Salieron con las manos en alto y por docenas.
Wild sabía que no podía seguir protegiendo a la Tierra hueca de las amenazas y
ambiciones del mundo exterior, y viceversa. Una nueva etapa para la humanidad
comenzaba con la llegada de los pacíficos emisarios de Jabulon. Wild ordenó a
las tropas que dejaran salir a los visitantes y el equipo regresó al jet para
volar hasta el edificio de las naciones unidas en Nueva York. El mundo
necesitaba saberlo de boca de Jack Wild, saber que estarían seguros, que ellos
ocho lucharían hasta la muerte si era necesario.
Los primeros días fueron de pánico,
pero poco a poco la gente se iba tranquilizando. Jack se ponía cada vez más
tenso. Las naciones que querían salirse del federalismo internacional podían
aprovechar la oportunidad de conseguir Vril por sus propios medios. Los
invasores, sabiamente, se establecieron en las entradas a la Tierra hueca y,
mientras predicaban sobre el dios viviente y su profeta Jabulon, insistieron en
que no querían invadirlos, sino algo peor, comerciar con ellos. Los ciudadanos
de Agartha tenían algo que Jack no podía darle al mundo, magia. Un concilio de
las trasnacionales más importantes decidieron hacer negocios con Agartha,
quienes estaban listos para venderles el Vril que tanto detestaban.
Incluso la moda y el arte empezó a
transformarse en una mímica de la cultura de Agartha, parecida a la del siglo
XIX. Jack sabía que no podía tocarles, de modo que aceptó la invitación de las
grandes trasnacionales para formar un concilio de comercio con los magos de
Agartha. Activó a otro de sus terroristas musulmanes y, estando en plena
sesión, escuchando los argumentos de los avariciosos empresarios, un musulmán
disfrazado de mesero mostró la bomba que llevaba en el pecho. Wild se tiró del
asiento para protegerse del estallido, pero la bomba fue tan potente que
estalló todo el penthouse del hotel y lanzó a Wild contra una de las ventanas,
casi matándolo.
Jack pasó algunas semanas en el
hospital y, aunque atrasó lo inevitable, la gente de Agartha continuaba
predicando su religión, estableciendo iglesias y programas de intercambio masivos.
Las máquinas de Agartha, sostenidas por la magia, comenzaron a inundar los
mercados. La gente podía pagar fortunas por robots de motor de ectoplasma que
memorizaba libros enteros y los declamaba como juglar de acero y vapor.
-
Sucedió tal y como lo predijiste. La gente no estaba lista.- Dijo Ross,
mostrándole una revista Life con la portada de una de sus máquinas mágicas.-
Más y más gente quiere viajar a conocer Agartha. Creemos que es la misma trampa
que usaron los alienígenas.
-
Esa bomba casi te mata Jack, pero los doctores dicen que estás terco con que
quieres salirte.- Dijo Asarlai.- No esperaba menos de ti.
-
Iremos a Agartha.- Dijo Jack, quitándose la línea intravenosa y vistiendo su
usual traje de safari.- Iremos como espías. No creo en las pacíficas razones de
alguien que se cree hijo del verdadero dios. Lo mismo dijeron muchos sobre los
diseñadores, que eran nuestros dioses. No podemos dejar que esa mentalidad de
borregos lleve a la humanidad a otra era oscura de nacionalismos y violencia.
-
He estado estudiando su tecnología muy de cerca.- Dijo Jabetzaren.- Parece que
los creyentes en este Jabulon donan sus almas para formar el ectoplasma que
anima a sus máquinas. Hacen que tus adelantos en tecnología mental parezcan
poca cosa. Pude poseer a varias de sus máquinas, hasta donde sé no tienen planes de invadir.
-
¿Para qué los tendrían si la gente los recibe con los brazos abiertos?-
Preguntó Asarlai, en posición de loto y flotando con el poder de su
telequinesis.- Podemos llegar a Agartha si cruzamos por las ruinas del Dominio.
Les tomaríamos por sorpresa.
-
Parece una buena idea.- Dijo Menetti, escondiendo su emoción. El golpe maestro
estaba por darse, había soportado la presencia de Wild por demasiados años y
Draxler finalmente encontraba la manera de destruirlo por completo, empezando
por su imagen.
Draxler utilizó sus contactos con la
inteligencia estadounidense para mandarle el mensaje a Ludia Katsu, quien
llegaría a las ruinas antes que el equipo en una misión de vital importancia.
Los ocho viajaron en un avión supersónico hasta las ruinas del Dominio,
cuidándose de las culturas bélicas que trataban de atacarlos. Terminaron
optando por los espejos que Natien Moburu podía hacerles atravesar, cruzando
así grandes terrenos sin preocuparse por los hostiles. Arturo Menetti, experto
en todas las culturas, consiguió disfrazarles y avanzar hasta una base militar
del Dominio. Entrando y saliendo por los espejos el equipo consiguió
neutralizar a todas las amenazas sin tener que matar a nadie. Draxler sabía que
tomar la base militar sería el paso obligado para Jack Wild. Asumió que Ludia
ya había hecho su trabajo y entregado a Mirnar, un Racalio que se hacía pasar
por soldado del Dominio, los registros de los últimos años del Dominio.
-
Encontramos dónde se había estado ocultando Draxler.- Dijo Helmut Ross. El
tímido académico dejó que, previsiblemente, se tomara el crédito por el
descubrimiento.- Un soldado trataba de esconder los registros luego que
tomáramos la base militar.
-
¿Qué había estado haciendo, está con los agarthianos?- Preguntó Asarlai.
-
No lo sé, pero sé que diseñó armas para el Dominio. No me sorprendería que,
tras intentar esclavizar a nuestro mundo, tratara de hacer lo mismo en la
Tierra hueca.
-
Miren esta foto.- Dijo Jabetzaren, en el cuerpo de uno de los soldados de la
base militar del diezmado Dominio.- Es Draxler, pero está fechada… No puede
ser.
-
¿Qué es?- Preguntó Aleister, saliendo de atrás de una pared, dejando tras de sí
el ectoplasma verde del que se encontraba compuesto.
-
Según esta fotografía y estos registros, Draxler fue prisionero del Dominio
durante la segunda guerra mundial y aparentemente mató al Gran Arquitecto y
evitó una invasión masiva.
-
Sabía que Draxler aún tenía aliados.- Dijo Jack, fingiendo tranquilidad.- Gente
capaz de inventar esos registros.
-
Draxler es un hombre de muchos recursos.- Dijo Ramajin.- Era de esperarse que
encontráramos algo como esto. Sutil, pero efectivo.
-
¿Quién podría creer en esos registros?- Preguntó Natien.- Otra trampa de Draxler.
El atentado contra el concilio de empresarios que casi mata al hombre de oro
seguramente fue otro de sus golpes. No creo que se haya retirado del mundo y de
sus ambiciones.
-
Es un trabajo muy elaborado.- Dijo Asarlai, revisando entre las hojas y las fotografías
de la ciudad flotante y de los jets de Vril.-
¿Qué es lo que dijo el soldado que trataba de destruirlos?
-
Según él,- Contestó Ross, convirtiendo su piel en una armadura de acero.-
Draxler es una especie de héroe que terminó con el Dominio. Sin duda tiene a
muchos otros soldados trabajando para él.
-
Será mejor avanzar.- Dijo Natien, tomando los registros y lanzándolos por la
ventana. Se acercó a un espejo en el baño y, metiendo su mano, abrió el portal
para todos.- Vamos, antes que llegue la caballería.
Uno a uno fueron entrando a la
dimensión de los espejos. Menetti estaba complacido, sabía que aquellos
registros crearían al menos severas dudas acerca de su destino y de sus años
como esclavo. Incluso había detectado pánico en Wild, una sensación que no
había tenido en muchos años. Lo había escondido bien, como un actor de primera,
pero Draxler podía ver más allá de su exterior calmado y en control. Acamparon
a algunos kilómetros de Agartha, en una ruinas de uno de los pueblos sometidos
por el Dominio. Helmut Ross envió a sus escarabajos de reconocimiento, Aleister
los poseyó y no detectó movimiento alguno a varios kilómetros de distancia. Se
prepararon para dormir, estarían invadiendo Agartha muy pronto. Quedándose por
turnos Asarlai fue la primera en quedarse despierta, armada con los tatuajes en
sus palmas que siempre se movían. No podía dormir de todas maneras, la
existencia de los registros la había alterado. ¿Estaría Draxler manipulándoles
como los diseñadores habían hecho, hacía años?, ¿qué significaba todo aquello
si era cierto?, ¿habría escapado Draxler a la tierra hueca? El programa de
reconocimiento facial en los satélites espías no lo habían detectado, era
perfectamente posible que se escondiera allí, sin embargo, ¿cómo habría sabido
que pasarían por ahí? Temía ahora que uno de sus compañeros, con quienes había
compartido tantas aventuras, fuera un espía del peor criminal de guerra de toda
la historia. Del hombre que inundó Iluminatta, su hogar, con tal de deshacerse
de los magos.
En el turno de Helmut Ross se
escuchó una conmoción y el hombre de piel de acero despertó a todos. Tomó un
pedazo de la pared y la lanzó contra las máquinas como si no pesara nada.
Estaban rodeados por extraños robots cuyo torso contenía órganos humanos con relojería
para hacerlo funcionar. Las criaturas tenían máscaras sobre la cabeza, con
gogles que les permitían ver de noche y leer las firmas de calor. Atacaron con
sus armas paralizantes y doc Wild y su equipo respondió de inmediato. Los
robots se lanzaron sobre Jabetzaren y, disparando desde cañones láser que
cortaban hasta el concreto, consiguieron hacerse del suficiente espacio para
meter a Jabetzaren en un ataúd de cristal y escapar en carrozas con jets en la
base.
-
Tendremos que tomar Agartha para poder rescatarla. Aleister, ¿crees poder
comandar sus máquinas?- Preguntó Helmut mientras que todos estaban aún en
shock. Doc Wild parecía tranquilo, no sabía por qué se la habían llevado, pero
sabía cómo responderse esa pregunta.
-
No, el acercamiento sutil es nuestra mejor opción. Hay filas enteras de gente
que quiere conocer Agartha, ¿no es cierto? Pues movámonos entre ellos.
Llegaremos hasta Jabetzaren sin que se den cuenta.
-
¿Qué otras sorpresas tendrá Draxler para nosotros?- Preguntó Ramajin.- El descubrimiento
de la tierra hueca bien pudo ser de su intención. Podríamos encaminarnos a una
trampa.
-
De un modo u otro,- Dijo el hombre de oro.- iremos tras él.
No fue difícil para el grupo
encontrar Agartha. Parecía que desde todas las naciones, previamente sometidas
bajo el Dominio, grandes grupos de creyentes viajaban en caravanas hasta las
naves con alas de murciélago para abordar la ciudad. La visión de Agartha era
impactante. La ciudad parecía tener una base de vapor, eran las enormes
turbinas aceleradas por la combustión del ectoplasma. En la ciudad donde la
magia y la ciencia se habían combinado los aventureros siguieron a los
creyentes por las atestadas calles hasta una gigantesca plaza que parecía estar
al centro de la ciudad-nave. Así fue como vieron por primera vez a Jabulon,
considerado como el hijo del dios viviente y a la mano de gloria, el gigantesco
guante de acero, con tubos neumáticos y brillantes bulbos eléctricos.
Jabetzaren permanecía a un lado de él, aún atrapada en su ataúd de cristal,
incapaz de transferir su conciencia a otra persona.
Uno tras otro fueron pasando ante
Jabulon, quien al colocarles su enorme palma sobre la cabeza se sacudía
tremendamente. Wild lo adivinó a la primera, estaba absorbiendo parte de la
conciencia del creyente. Al finalizar cada proceso Jabulon parecía conocer todo
acerca de la persona, en este caso del mundo exterior. El extraño Jabulon,
vestido de pantalones negros y un abrigo rojo de amplias mangas, abrió el ataúd
de cristal y con una increíble velocidad tomó a Jabetzaren y ambos se
sacudieron violentamente. Al terminar la lanzó al suelo con extraordinaria
fuerza e instintivamente Wild sacó su pistola de microondas y ordenó en
murmullos a los otros para que se retrasaran, para que se alejaran.
-
Tenemos invitados especiales. He visto en sus recuerdos y un grupo de ocho
renegados herejes vienen tras de mí. Doctor Wild, ¡muéstrese y conozca su
perdición!
Asarlai señaló al cielo, había
guardias vestidos de armaduras azules y doradas con alas de escarabajo y daban
de vueltas sobre ellos con largas varas electrificadas. Jabulon les señaló de
inmediato y Ramajin usó sus poderes para lanzar a los guardianes por los
cielos, mientras que Asarlai iniciaba una tormenta eléctrica. Helmut Ross se
convirtió en acero y con su increíble fuerza se abrió paso, lanzando las gradas
contra una pared. Wild le siguió de cerca, disparando contra los enormes robots
que salían de las esquinas de las plazas. Tenían la forma de gigantes, aunque
sus manos eran poderosos cañones. Disparó su arma de microondas, derritiendo a
varios de ellos. Ross alcanzó a Jabulon y le dio un golpe con todas sus fuerzas
que lo lanzó volando. Natien Moburu corrió hasta Jabetzaren y la recuperó del
suelo. Arturo Menetti usó su katana para defenderse de los robots y su revólver
de Custer para disparar una y otra vez contra los robots con órganos humanos.
Una gran conmoción llenó a la plaza y mientras todos huían Jabulon soltó una
risotada. No le habían derrotado, de hecho aceptaba el reto.
Moviéndose mucho más rápido que Wild
o Ross consiguió golpear a Helmut con una fuerza idéntica o mayor. Jabetzaren
sembró el caos entre los soldados al irlos poseyendo, Asarlai envió truenos
contra Jabulon, quien los resistió mediante su mano de gloria, dándole tiempo a
Wild de alejarse lo suficiente para
lanzar una bomba sónica y una granada de microondas que derritió los pies de un
gigantesco robot, pero que no parecieron retrasar a Jabulon. Ramajin usó un
campo de fuerza sobre el equipo antes que los robots dispararan y Menetti usó
su cetro de Osman para disparar contra los guardianes que volaban hacia ellos.
-
No podremos ganarle tan fácilmente. Es hora de contar nuestros triunfos e
irnos.- Dijo Wild.
-
Más fácil decir que hacer.- Asarlai se concentró en los robots que trataban de
franquearles el camino y, con ayuda de Menetti, comandó violentos truenos que
derribaron a varios de los robots.
Jabulon disparó rayos eléctricos y
psíquicos contra el grupo, dándoles un fortísimo dolor de cabeza. Wild,
haciendo a un lado el dolor, escaló a uno de los enormes robots, disparando su
pistola sónica contra los guardianes voladores. Reventó el domo de cristal
desde donde el operario movía a la máquina y de un golpe a la garganta
consiguió desarmarle. Lo lanzó al suelo y usó la enorme máquina como si hubiera
sido entrenado en ella. Contando con toda la artillería disparó contra Jabulon,
junto con el Leviatán de Aleister y lograron lanzarlo por los aires hasta
estrellarse en una ventana. Jabetzaren y Leviatán se quedaron atrás, con Wild
operando la máquina para alejarse de la plaza y con Ramajin defendiéndoles de
los guardianes mientras que Asarlai, Natien, Ross y Menetti se las veían con
los robots cuyos torsos habían sido humanos en algún momento. Luego de escapar
por varias cuadras entraron a una cloaca y Wild atoró los instrumentos de modo
que la máquina corriera hacia los otros robots, dándoles unos preciados
segundos para escapar.
-
Eso estuvo muy cerca.- Dijo Leviatán.- Jabetzaren, ¿estás bien?
-
Fue como si lo tuviera en mi interior, en mi mente. Oh Jack, lo siento, sabe
todo sobre nosotros.
-
No te preocupes por eso.- Wild revisó los tubos en el drenaje mientras corrían
y escogió un grupo de cables.- Sigamos estos cables, si mi intuición no me
falla nos llevará hasta el puerto aéreo. Jabulon no nos perseguirá. No, sabe
que regresaremos a él.
-
Y la próxima vez lo mataremos.- Dijo Ramajin.- Ese mesías ha contagiado a
nuestro mundo. Es imposible saber el daño que ha hecho. Tenías razón Jack, el
mundo no estaba listo para conocer la existencia de la tierra hueca.
-
A mí me preocupa más el Vril.- Dijo Asarlai.- Los agarthianos estarán más que
felices de vendernos la soga con la que nos habremos de colgar. Sucedió con
ellos, podría suceder con nosotros.
Asarlai había leído los pensamientos
de Jack Wild, pues fue en efecto lo que ocurrió. Jack trató de convencer a los
líderes mundiales, reunidos en la ONU, que Draxler estaba detrás de todo
aquello. Draxler habría huido a la tierra hueca y preparaba una ofensiva letal.
Varios de los líderes protestaron, sabían que Wild deseaba mantener el
monopolio del Vril y no se les hacía justo. Wild no se preocupó entonces, había
logrado convertir a la tecnología mental en una herramienta más que eficaz.
Teniéndoles reunidos fue más fácil penetrar en la seguridad del premier alemán
y colocar los cristales con humo en su interior y, mediante un veloz, aunque
doloroso proceso, le convenció que comprar Vril sería un acto suicida. No sabía
por cuánto tiempo más podría detener a las ambiciones humanas. Tampoco sabía
que estaba siendo observado por Ludia Katsu, quien se desapareció antes que
pudiera detectarla por el olor.
Cuidadosamente Ludia se reunió con
Arturo Menetti. Nuevamente se sorprendió del excelente trabajo que los
cirujanos plásticos habían obrado en él. Se vieron en un parque. No podían
comunicarse de cualquier otra forma, pues Aleister Glas vigilaba todo el
internet y todas las comunicaciones satelitales. Tal y como Draxler lo había
predicho, Wild había creado a un Gran hermano. Ludia le dijo de lo que había
visto, Menetti-Draxler, sonrió. Estaba genuinamente sorprendido. Algo que no
ocurría con frecuencia.
-
Así es como enfrío la situación Francia-Vietnam. Mis respetos. Wild debió
deducir esa tecnología de los neandertales en la tierra de Oc. No creo que el
resto del equipo lo sepa. Por ahora sé que al menos Asarlai tiene algunas
dudas. Un empujón más y el mundo entero verá a Wild por quién es realmente.
-
¿Pero cómo lograrás eso? Has pasado años dentro de su grupo.
-
Sí, pero ahora tengo la oportunidad perfecta. No tengo duda que lavará más
mentes para poder hacer más fuerte la relación entre Jabulon y yo. Les
convencerá que yo estoy detrás de Jabulon, y seguirá pidiendo por un ejército
mundial, la aparición de Agartha es su excusa perfecta. Ya verás, regresaremos
a Agartha. Alguien como Wild no puede dejar vivir a Jabulon. No, él quiere ser
el único diseñador de los destinos humanos.
Mientras que el mundo debatía la
compra de Vril y millones de personas recordaban los horrores de la guerra
propiciada por Draxler, ahora de vuelta con ayuda de Jabulon, Wild convenció a
Asarlai de convencer al grupo para regresar a Agartha y terminar la misión.
Asarlai protestó nuevamente por los misiles balísticos en el espacio, pero Wild
argumentó que si Agartha planeaba una invasión, como estaba seguro que lo
harían eventualmente, esos misiles les salvarían la vida a millones de
personas. Asarlai no estaba segura que Jabulon fuera Herman Draxler, de hecho
ni siquiera creía que Draxler estuviera en la tierra hueca o en Agartha, sin
embargo hizo todo lo que el hombre de oro le había pedido. La idea de Wild
utilizando a su equipo para sus propios fines nunca cruzó por su mente. Creía
conocerlo demasiado bien como para suponer tal cosa.
Misioneros Agarthianos recorrieron
el mundo llevando el mensaje de paz y tolerancia de Jabulon, hijo del dios
viviente, y con el paso de las semanas más y más personas se dirigían a la
extraña ciudad flotante para ser absorbidos por Jabulon y su increíble mano de
gloria. El equipo penetró en la ciudad mediante su amplio y retorcido sistema
de cloacas. Natien Moburu les ayudó a pasar desapercibidos, cruzando grandes
distancias a través de la dimensión de los espejos. Ahora el equipo conocía al
enemigo al que se enfrentaba y todos venían preparados. Jabetzaren se posesionó
del cuerpo de un guardián y esperó, en posición de firmes como todos los otros,
hasta que empezara la pelea. Asarlai usó su anillo de ilusión para hacerles
invisibles y uno a uno se fueron colocando en la plaza. Wild, asistido por el
anillo de ilusión de Asarlai, consiguió colocar cargas explosivas en los
gigantescos robots que protegían a la plaza desde cada esquina. El Leviatán, la
pesada arma de guerra comandada por el espíritu de Aleister Glas, apareció desde
las cloacas y lanzó un par de misiles de Vril contra Jabulon, mientras que las
bombas de Wild estallaban al unísono.
Ramajin usó sus poderes
telequinéticos para atacar a los guardianes, mientras Jabetzaren causaba una
tremenda confusión, disparando contra sus compañeros y transfiriendo su
conciencia a nuevos cuerpos. Ésta vez Jabulon estaba mejor preparado. Mientras
los gigantes de hierro se caían alzó su guante, que le había protegido de los
demoledores ataques de Vril, y con una simple seña llamó a un ejército de
hombres-reloj, personas armadas con los cráneos abiertos y sus cerebros
reemplazados por maquinaria de relojería.
Wild se lanzó a un lado para evitar
a Jabulon, quien le disparó una onda psíquica que no tuvo ningún efecto. Ésta
vez el hombre de oro lo detendría para siempre con su tecnología mental,
convirtiendo su mente en un vegetal con tal sólo colocarle la diadema en la
cabeza. Leviatán siguió disparando, dándole tiempo a Wild para sorprender a su
enemigo por la espalda. Mientras que Ramajin convertía a los guardianes en un
huracán de cuerpos que chocaban contra los soldados, Wild se lanzó contra
Jabulon. Draxler vio su oportunidad de oro y le disparó con su cetro de Osman,
el trueno pasando por todo su cuerpo y dejándole a merced de Jabulon, quien lo
alzó del cuello con su enorme guante y lo consumió en un violento arrebato.
-
Así que tú te hiciste pasar por Draxler para poder crear una guerra con la
mejor de las intenciones.- Dijo Jabulon, riendo histéricamente.- Ahora no sólo
tengo tus habilidades, hombre de oro, conozco todos tus sucios secretos.
-
¿De qué está hablando?- Preguntó Aleister, mientras usaba los cañones de Vril
para defenderse de los soldados que parecían llegar por oleadas.
-
¿Realmente son tan ciegos tus amigos? Los has engañado a todos. Hasta ahora. Tú
inundaste Iluminatta mientras tu mejor amigo era un esclavo en la tierra hueca.
-
Jack, ¿de qué está hablando?- Le urgió Asarlai, quien por un momento se olvidó
de la pelea.
-
¿No lo ven? Él es Draxler. Está mintiendo.- Dijo Wild.
-
No, porque yo soy Herman Draxler.- Dijo Arturo Menetti, mientras pateaba a Wild
en el suelo para evitar que sacara un arma.- Mientras yo defendía al mundo del
Dominio, tú convertiste a la Tierra en tu proyecto de ciencias personal.
-
No puede ser Jack… Tú… ¿Inundaste mi hogar?
-
¿Y le van a creer a nuestro enemigo?- Preguntó Natien, mientras disparaba su
arma de Vril contra los soldados y se replegaba, junto con Ramajin, para
proteger a Jack Wild.- ¡Ahí tienen a Draxler!
-
Sí, pero si lo que Jabulon dice es verdad…- Dijo Helmut.- Nuestro verdadero
enemigo es Jack Wild. Y pensar que yo basé mi vida en ti.
-
Son todas mentiras.
-
¡Natien, tenemos que irnos!- Gritó Ramajin, deteniendo las granadas de Vril que
Leviatán había disparado contra Jack Wild.
-
¡Inundaste a mi hogar, mataste a mis amigos!
-
Mató a millones de personas, sólo para tener el control del mundo entero.- Dijo
Menetti, disparando desde su cetro hacia el trío que escapaba.
Entraron a una casa luego que Wild
disparara su cañón de Vril contra la pared. Mientras los soldados detenían la
batalla, Jabulon simplemente se hizo a un lado y dejó que los viejos compañeros
de Wild le persiguieran para atacarlo. Cruzaron por un espejo en una amplia
sala instantes antes que el Leviatán lanzara misiles de Vril que destrozaron al
edificio entero. Saliendo de un espejo y entrando a otro lograron escapar y
Ramajin usó sus poderes para llevarles lejos de la tierra hueca, de regreso a
su mundo.
Asarlai, Aleister Glas, Helmut Ross,
Jabetzaren y Menetti se reunieron en el polo sur. Ludia Katsu les acompañó poco
después. Herman y Ludia explicaron todo cuánto les había pasado y los demás no
daban crédito a lo que escuchaban. El hombre de oro era el peor criminal de
guerra en la historia de la humanidad. Les había usado a su beneficio y ahora,
aprendía el equipo, incluso lavaba las mentes de los líderes que se opusieran a
su visión del mundo.
-
Esto es peor de lo que pensábamos.- Dijo Asarlai, bebiendo una taza de café
caliente.- Jack, es decir, yo pensé que, de todos nosotros, él era
incorruptible.
-
Sí, yo también lo pensé. Pensé que su poder sobrehumano era su brújula moral.-
Dijo Helmut Ross.- ¿Qué hacemos?
-
¿Qué podemos hacer?- Preguntó Jabetzaren.
-
No podemos decirle al mundo.- Dijo Asarlai, apurando su café.- Sería
desastroso. Nos guste o no, ahora el mundo disfruta de su mayor tiempo de paz.
La cuestión es, ¿qué hacemos con Jack?
-
Quizás desaparezca.- Dijo Helmut.
-
No, no lo hará.- Dijo Draxler.- Ustedes lo conocen. Seguramente está escondido
en Shangri-la, donde no podemos tocarle. Pero un hombre como Wild no se queda
abajo y vencido. No, sus asuntos con Agartha no han terminado, porque en su
mente aún tiene que salvar al mundo.
-
Tendremos que perseguirlo nosotros. Será competente en casi todas las áreas,
quizás todas, pero es sólo una persona y nosotros tenemos a todos los satélites
vigilando. Pondremos su rostro en la base de datos de reconocimiento facial.
Ésta tecnología para salvar al mundo que él ha creado se tornará en su contra.
En la dorada ciudad de Shangri-la,
escondida en el Tíbet, Ramajin y Natien trataban de convencer a Wild de hablar
con los otros, de defenderse con palabras antes que empezaran a perseguirle.
Jack sabía que era inútil. Les siguió la corriente, pero puso en acción un plan
que nunca pensó que tendría que usar.
Tendría que enfrentarse a sus mejores amigos, derrotarlos por completo y salvar
al mundo de la influencia de Agartha, antes que el Vril que hubiese destrozado
la civilización original de la ciudad flotante, lo hiciera con su mundo.
Logrando escapar de Shangri-la, Jack se puso en contacto con los terroristas
islámicos a quienes había lavado el cerebro. La mujer que podía ocupar
cualquier cuerpo podía pasar desapercibida fácilmente, pero por obra de deducción
supuso que estaría con Asarlai. Después de todo le estarían buscando, y lo
harían por parejas. Había insertado un chip de GPS en todos sus amigos,
precisamente para una ocasión como ésa, era hora de usarla. Localizó a Asarlai
en China y pasó algunos días escondido en los fumaderos de opio, siguiendo sus
movimientos. Pronto encontró a Jabetzaren, en el cuerpo de un anciano chino y
puso su plan en acción. Los musulmanes la rodearon y antes que pudiera darse
cuenta de lo que ocurría, sus chalecos con bombas estallaron y Jabetzaren no
tuvo para donde huir. Su cuerpo calcinado quedó desperdigado por todas las
paredes.
-
Ya no están en el polo sur.- Le dijo Natien cuando regresó a Shangri-la por
caminos ocultos que ni siquiera Ramajin, el lama oculto de la ciudad de oro,
conocía.- Te deben estar buscando.
-
¿Tienes alguna idea?- Preguntó Ramajin.
-
De hecho sí. Me gustaría hablar con Aleister. Sus trajes tienen dispositivos de
GPS, no sé cuál esté usando ahora, pero creo que está en Bombai. Seguramente
registrando las casas que compramos hace mucho para las logias del ojo de
Horus. Adelántense. Yo no puedo ir con ustedes, un simple pensamiento y usará
sus armas de Vril para reducirme a polvo.
Jack les había mentido. Sabía dónde
estaba su amigo de ectoplasma, y no era Bombai. Esperó hasta que se hubieran
ido para escapar de Shangri-la sin ser detectado usar uno de sus aviones
invisibles. Utilizó la computadora para desconectar a Aleister Glas del
internet, eso le quitaría la capacidad de comandar los misiles balísticos.
Apagó todos sus trajes, menos el que estaba usando en Tokio. Usando una versión
pesada y artillada del Leviatán, Aleister Glas buscaba entre los escondites al
hombre de oro, sin saber que el hombre de oro le estaba cazando a él. Le
encontró en un edificio de departamentos, usando sus largos brazos mecánicos
para destrozar la puerta y su sonda tridimensional para hacer un mapa del lugar
en busca de rasgos de vida. Jack le sorprendió por la espalda y disparó su
cañón de microondas para derretir las dos torretas que tenía en sus hombros.
-
Así que es cierto.
-
Hice lo que tenía que hacer para salvar a este mundo. ¿Crees que me gustó? Me
ha estado comiendo vivo todos estos años, pero era necesario. La humanidad
estaba al borde de la extinción.
-
¿Y qué hay de Iluminatta?
-
No podía dejar que esos magos estuvieran libres por un mundo tecnológico. Eran
una variable indeterminada que tenía que terminar.- El Leviatán preparó los
cañones en sus brazos, pero Jack sonrió torcido.- Campos de arena.
-
¿Qué?- El robot se autodestruyó, cayendo en pedazos. Jack había incorporado un
protocolo de autodestrucción antes de dárselos a Aleister. El espíritu de verde
ectoplasma salió del traje y Wild le disparó con una red electrificada a un
millón de watts. El ectoplasma se convirtió en un charco verde de agua viscosa.
Si quedaba algo de él, no podía saberlo.
Regresó a Shangri-la, lágrimas en
los ojos por lo que acababa de hacer. Había matado a un amigo cercano, más aún
que Jabetzaren. Pero había tenido que hacerlo. Entendía ahora que no había otra
forma. Entendía ahora que tendría que salvar al mundo a pesar del mundo mismo.
Ramajin y Natien regresaron poco después con las manos vacías y Wild se retiró
a su habitación para llorar en soledad.
Asarlai y los demás atendieron al
funeral de Jabetzaren. Todos se preguntaban por Aleister, temiendo lo peor.
Jack conocía sus fortalezas, tanto como sus debilidades. Ramajin trató de
mediar entre ellos, pero su presencia fue poco apreciada. Nadie le atacó,
simplemente lo ignoraron. Asarlai, lágrimas en los ojos, frente a la tumba de
lo que quedaba del último cuerpo que su amiga había ocupado le miró a los ojos
y fue firme en su voz.
-
Queremos a Jack Wild, vivo o muerto. No hay más.
-
No te haremos nada Ramajin.- Le dijo Helmut Ross.- Porque estás simplemente
equivocado, te has dejado manipular como nosotros lo hicimos.
-
¿Pero ustedes qué harán?
-
Yo te diré lo que haré, y puedes decírselo a Jack…. Vamos, seguramente espera
que lo haga.- Dijo Asarlai.- Conozco a un reportero en Malkin. Ya he grabado
todo lo que sabemos y llegará a todos los diarios si algo nos pasa. Es
chantaje, lo sé. Pero es la situación desesperada en la que estamos.
-
¿Tan fácilmente le dan la espalda al hombre que salvó al mundo?- Preguntó
Ramajin, aunque no esperaba respuesta alguna.
-
¿Qué hacemos?- Preguntó Helmut, cuando el lama oculto se había ido, levitando
lejos de ellos.
-
No se alejará mucho de Agartha.- Dijo Draxler.- Es lo que yo haría. Aunque
primero tiene que eliminarnos, uno por uno. Temo que Aleister finalmente está
muerto.
Wild convenció al presidente Ghandi
de no permitir los tratos con Agartha, convenciéndole, sin la necesidad de
lavar su mente, que el Vril sería catastrófico en las manos equivocadas. Sabía
que su aparición pública llegaría hasta los oídos de sus compañeros, y de hecho
con eso contaba. Dejó que los satélites le siguieran, dejando que su firma de
calor fuera reconocida y esperó pacientemente en un corredor industrial. Podía
ver las emisiones de los GPS’s en su equipo. Helmut Ross venía en camino. Lo
podía ver en su reloj para múltiples propósitos. Enfrentar al miembro más
fuerte del equipo no sería fácil y no quería matarlo, pero no tenía opción. De
un modo u otro debía mantenerlo alejado, fuera de combate, antes que pudiera matar
a Jabulon. No se sorprendió al ver que llegaba a solas, pues de todos en el
equipo, él era quien más lo estimaba y consideraba casi como un padre.
Escondido en una fábrica armó su
trampa. El helicóptero aterrizó justo donde Wild supo que lo haría. Helmut, con
su piel de metal, se bajó del helicóptero y no reparó en la trampa hasta que la
soga metálica le asió de una pierna y le jaló a toda velocidad a través de un
ventanal. Wild le disparó con su arma sónica un par de veces. Helmut podía
transformar sus órganos, de modo que el shock sónico simplemente le empujó y no
se quedó sordo. Wild sólo quería que le persiguiera y lo hizo. Lanzando
maquinaria de un lado a otro Helmut Ross avanzó como un toro implacable. Doc
Wild disparó su arma de microondas contra un contenedor de ácido y los chorros
a presión golpearon a Ross en la espalda, quemándole espantosamente. Wild saltó
sobre él, colocó una diadema con rectángulos de cristal con humo, tecnología
mental y dejó que el lavado de cerebro surtiera efecto. No lo quería de su
parte, su mente rechazaría tal idea, de modo que le dejó con la mente en blanco
e increíblemente cansado. Doc Wild escapó de la fábrica y usando su reloj
proporcionó las coordenadas a los misiles balísticos en el espacio, enviando a
un misil que voló en mil pedazos a la fábrica. Sabía que eso no mataría a un
ser tan poderoso como Helmut Ross, capaz de evolucionar en un parpadeo, pero
ciertamente le pondría fuera de combate.
-
Cuando el misil descendió sobre la Tierra pensé que Draxler lo había hecho.- La
voz de Ramajin le tomó por sorpresa. Levantó la cabeza y le vio flotando entre
las fábricas, sus ojos brillando por la intensidad del fuego.
-
Fue en defensa propia.
-
Te seguí desde que pensaste que nos habías perdido en Shangri-la. Sé que no fue
en defensa propia. Ahora sé que Asarlai tenía razón.
-
No hagas nada irracional Ramajin, nos conocemos desde la guerra.
-
La que tú empezaste.- Ramajin le levantó del cuello, apretando con sus poderes
telequinéticos. Wild sabía que tenía poco tiempo antes de caer inconsciente,
tenía que actuar rápido.
Usando lo que quedaba de sus fuerzas
disparó el arma sónica, aún en su estuche en el cinturón y el sonido hizo que
Ramajin perdiera la concentración. Wild le lanzó una granada de microondas que
le derribó y, antes que pudiera usar sus poderes de nuevo, disparó una pistola
de gases tóxicos contra los que Ramajin no pudo combatir. Aquellos preciados
segundos le permitieron saltar sobre él y ajustar en su cabeza la diadema de
cubos de cristal, limpiando su mente. Quedaría en coma por meses enteros,
quizás más.
Jack no regresó a Shangri-la, en
cambio se escondió en departamento de mala muerte, planeando su siguiente
ataque. Se enteró que Ross había sobrevivido, pero estaba en coma en el mismo
hospital que Ramajin. Supo que Natien ya habría atado los cabos. Ya no podía
contar con él, y con cada mirada al espejo del fondo esperaba verlo, preparado
para matarlo. Al tercer día ocurrió lo increíble. La confesión de Asarlai se
distribuyó por el internet como un fuego forestal. Wild no creía que llegarían
a ese punto, pero quedaba claro, ahora él era el hombre más buscado en un mundo
de su propio diseño. No tenía aliados ni amigos. Estaba completamente solo,
pagando sus karmas, pero preparado para pelear. El shock de la noticia, y las
entrevistas en el polo norte suscitaron fuertes condenas internacionales. Era
ahora el hombre más buscado del mundo. Pero también el más inteligente.
Mientras los meses pasaron el mundo
entero celebró a Herman Draxler por haberles salvado de la invasión del
Dominio. Panamérica se desintegró en parte y países como Rusia e India se
independizaron de sus uniones. Estados Unidos ya había enviado a un equipo de
avanzada para comerciar con Agartha y establecerse como colonos en la tierra hueca.
En 1492 occidente había descubierto un nuevo continente que poblar, en 1952
descubría toda otra Tierra. Jack no dejó de moverse en esos meses, consiguiendo
los químicos para hacerse una máscara y pasar desapercibido. Tenía guardada su
última granada de microondas en su cinturón y con cinta adhesiva se guardó una
pistola pegada a su espalda.
En Laos fue reconocido por las
computadoras holográficas en una tienda y todos los hologramas de la ciudad se
pusieron en rojo. Había estado siguiendo el GPS de Natien Moburu, esperando
atraparlo cuando estuviera a solas. Se defendió con su pistola de ondas sónicas
contra los policías de bastones de Vril y sometió a tres de ellos con un par de
golpes. Las patrullas, sin embargo, no dejaban de llegar. Saltó por un puente
hasta un techo de vidrio, disparó su arma sónica y se dejó caer dos pisos hasta
un centro comercial, donde huyó junto con los demás clientes hasta una salida.
La alarma en su reloj le dejó saber que Natien estaba muy cerca.
En el último momento posible se
agachó, recibiendo los empujones y patadas de los clientes. Natien había salido
de un espejo y disparado un rayo de Vril. Wild corrió hacia él, desorientándole
con su pistola sónica y de un increíble salto escapó de la policía entrando a
la dimensión de los espejos, agarrándose de Natien. El hijo del hechicero
etíope trató de huir, de mantener a Wild en aquella dimensión de la que nunca
podría escapar, pero el hombre de oro anticipaba su estratagema, de modo que
fue disparando su arma sónica contra los espejos antes que Natien pudiera
alcanzarlos. Finalmente logró saltar encima de él, rodar fuera de un espejo a
la casa de aterrorizados orientales y con un golpe le rompió la nariz, para
después someterle del brazo, rompiéndoselo, y colocando la diadema que inducía
comas. No tenía ganas de matarlo, en su mente, Natien era el menor de sus
problemas y ya había tenido suficiente sangre en sus manos.
Wild abordó un barco de carga hasta
la India, buscando el acceso a la tierra hueca, a Agartha. Sabía que Draxler
anticiparía sus deseos de neutralizar a Jabulon, y por la señal de GPS sabía
que Asarlai ya estaba ahí. Asarlai seguía las instrucciones de Draxler, y el
hombre de oro pudo calcular cuál sería la estrategia, de modo que la interceptó
antes que llegara a su posición. Asarlai comenzó una tormenta, pero Wild fue lo
suficientemente rápido para golpearle en la garganta y darle un rodillazo que
le reventó la nariz. Le arrancó el anillo de ilusión antes que pudiera usarlo y
de una patada la azotó contra la pared de la callejuela.
-
Adelante, mátame.
-
No quiero hacerlo.
-
No puedo creer que me haya acostado con el hombre que mató a mis padres, a mi
cultura completa. El hombre que inició una guerra, el hombre que mató e hirió a
mis amigos.
-
No lo hagas más difícil Asarlai. ¿Dónde están Draxler y Ludia?
-
Aquí, iba directo a la trampa que te tenían preparado.- Se lanzó contra la mano
armada de Jack y con su mirada le urgió a disparar el gatillo.- ¡Hazlo asesino!
-
Lo siento.- Disparó su arma sónica y la sacó volando por varios metros hacia
arriba hasta estrellarse en la pared de ladrillos y caer inconsciente sobre un
montón de basura.
El siguiente en su lista era Herman
Draxler, pero él había encontrado su GPS y se lo había removido con sus
conocimientos en cirugías. Sabía que estaba cerca, de modo que fue cruzando por
las callejuelas, pero nunca imaginó que la ciudad misma estaba viva.
Súbitamente los edificios se hicieron más grandes, haciendo nacer ventanas
donde antes no había nada. Las callejuelas se hicieron más estrechas y antes
que pudiera entrar al sistema de cloacas el pavimento se quebró y las líneas de
electricidad salieron como gigantescas serpientes que le sometieron de brazos y
piernas. Estaba ahora a merced de la ciudad mágica.
Los cables le sostuvieron el tiempo
suficiente para que un pequeño ejército de máquinas llegaran hasta él. Un
elefante de grandes pistones y maquinaria de reloj cargaba con soldados en su
espalda y alacranes mecánicos le pincharon con un veneno que lo aletargó. Sin ofrecer
ninguna resistencia perdió su pistola sónica y dejó que los caballos mecánicos
le arrastraran por varias cuadras hasta una plaza. La plaza, en apariencia
ordinaria, se hizo más grande, empujando a los edificios y su centro se fue
desapareciendo, como succionado desde algo en su base. Enormes brazos mecánicos
tomaron a Wild mientras el efecto aún surtía efecto y le colocaron sobre el
enorme vacío en el cual podían verse maquinarias que formaban un rostro.
-
Yo soy el dios viviente.- Dijo la máquina que era la ciudad completa.- ¿Cómo te
atreves a desafiarme a mí y a mi único hijo, el de la mano de gloria?
-
No me engañas, sé lo que planeas. Dejarás que mi mundo se destruya a causa del
Vril y entonces tendrás al mundo exterior para ti sólo. No puedo dejar que lo
hagas.
-
¿Y qué lo impedirá?
-
Esto.- Forcejeando con la mano mecánica logró lanzar la bomba de microondas que
llevaba en su cinturón y la máquina aulló de dolor mientras los engranes se
derretían a mil grados de temperatura hasta hacerse vapor.
La mano mecánica se abrió, pero Wild
consiguió asirse del pulgar y, tomando su pistola de Vril escondida en la
espalda, disparó contra los robots que se acercaban y, dando un extraordinario
salto antes que las manos mecánicas colapsaran, rodó por el suelo y se enfrentó
al ejército. Se abrió camino disparando, lanzando a sus enemigos de un lado a
otro y consiguió esconderse entre los callejones y entre los creyentes,
rápidamente robando unas ropas ceremoniales para pasar desapercibido. Podía
sentir a la ciudad buscándole y, siguiendo a los otros vestidos como él, abordó
una nave de vapor que le llevó fuera de la tierra hueca por el gigantesco
agujero hasta la Tierra exterior.
Se separó de los misioneros cuando
vio el tren repleto de Vril en su estado puro. Lo abordó antes que le pasara a
toda velocidad y, derritiendo los seguros separó el cargo, para después
dispararle con su pistola de Vril hasta hacerlo estallar en la selva. La
explosión atrajo la atención de las cámaras en los aviones no tripulados, ahora
toda la unión asiática le buscaba. Logró esconderse en la selva, pero sabía que
no estaba fuera de peligro aún. Vistiéndose como mujer musulmana consiguió
dejar la unión asiática atrás y se aventuró al norte, hasta la congelada
Siberia. A bordo de un tren de cargamento trató de usar su reloj, pero fue
inútil. Draxler ahora controlaba todas las fuerzas del polo sur y tenía a todos
los soldados buscándole, así como los aviones no tripulados. Fue por suerte que
miró hacia arriba cuando algo en el cielo brilló como una estrella. Sabía lo
que era, lo había visto antes. Justo antes que el misil cayera en la fábrica
donde había derrotado a Helmut Ross.
Jack saltó del tren y corrió por la
tundra, disparando su arma de Vril contra los soldados que custodiaban el
bosque. El misil estalló a metros de distancia y lo lanzó volando contra las
ramas de un árbol. Saltando de rama en rama logró esconderse del ejército ruso
y de los satélites de espionaje. Fue siguiendo a los soldados sigilosamente
hasta una base militar hábilmente camuflajeada, donde se recibían los
contenedores de Vril en su estado puro. Jack dudó, quizás por primera vez en
mucho tiempo, sobre lo que debía hacer. No podía contra todo el mundo, pero al
final Herman había tenido razón desde la primera vez que visitaran la tierra
hueca, el Vril no era la salvación del mundo, era su perdición. Sólo restaba
algo por hacer. Lo mismo que Draxler seguramente haría. Tenía que ir tras
Jabulon, sigilosa y mortíferamente. Lo único que podía detenerlo era Herman
Draxler, el hombre que había sido entrenado como él para pensar en cinco cosas
a la vez y ser competente en todo.
Mató a un soldado ruso para usar su
uniforme y desapareció de nuevo en el bosque, siguiendo el límite de la base
militar hasta llegar a los vehículos de todo terreno que llevaban el Vril.
Confundiéndose entre los soldados abordó a un vehículo con el tanque vacío para
la apertura de Siberia que llevaba hacia la Tierra hueca. Aferrándose a la
parte de abajo pasó más de una hora soportando los fríos vientos y, cuando
pensó que estaba lo suficientemente lejos de la base, se reincorporó, mató al
chofer y al entrar al camión mató al compañero. Se deshizo de los cuerpos y
manejó siguiendo a otros camiones. La entrada a la tierra hueca estaba vigilada
por el ejército ruso, de modo que escondió el camión en la nieve y
sigilosamente pasó por sus puntos de seguridad hasta la larga marcha de
soldados que descendían por escaleras hasta la tierra hueca. El trayecto duraba
más de dos días, y siempre había soldados subiendo cargando bidones repletos de
Vril.
El misil enviado desde el espacio
delataba sus intenciones, de modo que buscó a Ludia Katsu en cuanto llegó a la
tierra hueca. Los soldados siguieron marchando por las ruinas de una gran
ciudad hasta los pozos de Vril, pero Wild se escondió entre las ruinas y aguzó
los oídos. Podía escuchar otras pisadas. Juzgando por el volumen y el eco
producido dedujo que eran los sigilosos pasos de Ludia. Recorrió las ruinas,
siempre escondiéndose. Agartha quedaba lejos, pero tenía la esperanza de
toparse con algún vehículo que hiciera más sencillo el trayecto. Entre los
huesos de soldados muertos de civilizaciones olvidadas encontró una nave de
piedra a base de Vril e inspeccionó sus extraños controles, revisando con cuidado
cada línea de Vril. Apretando los botones en la consola principal la nave, no
más grande que un automóvil, se encendió y los motores comenzaron a zumbar. Fue
entonces cuando se lanzó de lado y dejó que el cuchillo de Ludia se estrellara
contra el parabrisas. Wild se lanzó contra ella, tecleándola con fuerza fuera
de la nave.
-
Buscamos por ustedes, lo juro. Ludia, tú me conoces.
-
Ese es el problema Jack, yo te conozco.- Ludia lo pateó para alejarse y de un
brinco se pusieron de pie.
-
No me obligues a lastimarte.
-
No, sólo te mataré.- Ludia se lanzó ciegamente y Jack se hizo a un lado y le
soltó un codazo contra la espalda que la dejó a su merced.
-
Todo lo que quería era salvar al mundo.
-
¿Salvarlo de quién Jack?- Preguntó Ludia, mientras el hombre de oro regresaba a
la nave.- ¿Salvarlo de quién?
-
¿Acaso no es obvio? De sí mismo.
La nave levitó cientos de metros
sobre la superficie de las extrañas ruinas y, a toda potencia, viajó hacia
Agartha donde, estaba seguro, Draxler trataría de matarlo. Viajó por varias
horas, las venas brillantes de Vril se iluminaban cada vez menos. Jack no
estaba seguro de llegar. La ciudad de Agartha se había movido, pero podía verla
en su radar. Estimó que otras cuatro horas de viaje serían suficientes. Herman
Draxler utilizó los equipos de radio que él mismo había confeccionado para
formar su propio radar. Detectó la nave extraña antes que apareciera en el
horizonte. Preparó el cañón de Vril, capaz de atravesar muros de concreto, y
disparó contra la nave en cuanto la vio. El hombre de oro ya no estaba ahí. La
nave explotó y cayó cientos de metros hasta el suelo, pero Jack Wild se había
lanzado con una ala delta en la espalda a unos kilómetros de la ciudad
viviente.
El maquillaje le ayudó a pasar
desapercibido entre las largas filas de creyentes que buscaban ser absorbidos
por Jabulon y su mano de gloria. La mayoría eran vagabundos y gente desesperada
que buscaban en él algún tipo de consolación. Se enteró que Jabulon le había
condenado a muerte o al exilio. No se sorprendió, es exactamente lo que él
habría hecho y al absorberlo había consumido una parte de él, incorporado sus
habilidades. Los vagabundos lo aceptaron como uno de los suyos, y en verdad era
un vagabundo. No podía regresar al mundo, todos lo tenían por criminal de
guerra. No podía darse el lujo de recordar a sus amigos, algunos de ellos
muertos por sus manos. La sangre en sus manos finalmente pesaron sobre su
conciencia y casi se dejó derrotar. Había hecho todo por amor, pero de algún
modo todo había salido mal. Al final, el villano de la historia se convertía en
el héroe, y el héroe era perseguido por todos.
Escuchó las historias de los
vagabundos en la ciudad flotante. Las antiguas culturas dominadas por el
Dominio estaban renaciendo mediante la venta de Vril y por doquier se escuchaba
de Herman Draxler, una figura mitológica entre todos ellos. Un salvador que,
por amor a la humanidad, se había tornado contra el Gran Arquitecto y destruido
su malvado imperio de centurias. La invisibilidad en la ciudad viviente le dejó
espacio y tiempo suficiente para buscar a Ludia Katsu. Sabía que no encontraría
a Draxler, pero Ludia sería más fácil de encontrar, pues estaba seguro que
ambos apostaban porque fuera tras la mano de gloria de Jabulon.
Luego de esperar varias semanas la
encontró en un techo, rodeando a la plaza desde la que Jabulon se hacía cada
vez más poderoso y sabio. La siguió, vistiendo en harapos y pidiendo monedas a
los creyentes. Ludia le llevó hasta Herman Draxler, quien se había escondido en
un departamento cerca de la plaza de Jabulon. Jack Wild escaló la casa como
alguna especie de felino, saltando de un poste hasta la cornisa de una ventana
y después hasta ladrillos que sobresalían para lograr pegar la oreja a una
ventana, escondido en un callejón.
-
Ni una seña de él.- Dijo Ludia.- Le he buscado por todas partes, pero no lo
encuentro.
-
No será necesario buscarlo Ludia, él vendrá por el guante. Desconfía de Jabulon
tanto como yo, si algo hemos aprendido es que demasiado poder en las manos de
una sola persona, por más bienintencionada que sea, puede resultar mortal.
-
Si Jabulon consumió la personalidad de Wild…
-
No, la duplicó y la guardó. Eso es lo fascinante Ludia. El guante le permite
absorber toda tu personalidad, sin que tu no pierdas nada. Es como copiar y
pegar un archivo.
-
Como sea, pero si tiene la mente de Wild, entonces espera que vayamos tras el
guante.
-
Claro que sí. ¿No has notado que los centinelas voladores están apostados ahora
a una cuadra de distancia de donde solían estar?
Wild sintió la ventana, parecía que
podía abrirse pero, tras una observación más cuidadosa, se dio cuenta que tenía
un hilo. Draxler ya había pensado en eso. Siguió escalando, saltando de una
ventana a otra en el estrecho callejón. Se acercó, ocultándose por las
chimeneas, hasta uno de los centinelas de dorado y azul. No quiso usar su
pistola. No era necesario. Tomó una tela de un techo y con ella rompió una
botella sin hacer ruido. Se acercó a la espalda del centinela y esperó su
momento. Le dejó dar su ronda y, cuando nadie más podía verlo, le atravesó la
nuca con el vidrio, matándole al instante. Rápidamente lo desvistió y, disfrazado
como centinela, siguió dando sus rondas. Esperaba tener la oportunidad de ver a
Draxler para dispararle desde el bastón eléctrico, quizás así alertar a otros
centinelas sobre su presencia. Jabulon sin duda querría absorberlo a él también
con su guante mágico.
Jack se concentró y las alas de
escarabajo comenzaron a moverse, permitiéndole volar. Se acercó al edificio y
abrió la ventana de golpe, el cordel tirando latas vacías. Voló por encima de
la ventana y en cuanto Ludia se asomó le soltó un golpe con su bastón que la
mandó volando. Disparó contra Herman, elevándose a la altura de la ventana,
pero Draxler había sido rápido y había encontrado donde esconderse. Wild se
alejó de inmediato. Los ruidos atrajeron a los escarabajos mecánicos voladores
y alertaron a los centinelas. Herman se libró de varios de ellos y saltó desde
su ventana contra otro centinela, llegando al suelo armado y peligroso. Wild se
unió a los otros centinelas y volando hacia abajo a toda velocidad disparó un
par de veces, pero Herman no dejaba de moverse. Draxler consiguió rodar por el
suelo, romperle las rodillas a un centinela, usar su pistola de Vril contra
otro y responder el fuego de Wild, atinándole a sus alas. El hombre de oro cayó
sobre él y de inmediato trató de estrangularlo desesperadamente. Herman le
quitó la máscara y los guardias lo reconocieron como Jack Wild.
Herman le quitó el bastón, pero Wild
se agachó a tiempo cuando un centinela detrás de él disparó de su bastón
eléctrico, lanzando a Draxler por varios metros, cientos de voltios recorriendo
su cuerpo. Wild disparó sus armas contra los centinelas y se acercó a Draxler
mientras los grandes robots de la plaza se activaban. Estaba por matarlo de un
tiro cuando sintió la descarga eléctrica de la mano de gloria. Moviéndose con
extraordinaria velocidad Jabulon se interpuso entre los dos y golpeó a Wild con
tanta fuerza que lo sacó volando. Herman atacó a Jabulon con un disparo y
saltando sobre su cuello. Wild se recuperó a tiempo y, corriendo para evitar
los disparos de Vril de los robots, enterró un cristal en el costado de
Jabulon, para luego agacharse de rodillas y soltarle un golpe que le rompió una
rodilla.
Jabulon lanzó una descarga psíquica
tan fuerte que afectó a todos, menos a Wild, quien aún contaba con un cubo de
cristal humeado para protegerse de esos ataques. Herman aulló de dolor, como
todos los centinelas, pero no dejó que el dolor le detuviera. Le dio una patada
a Jabulon en la cara y después recibió a Wild con un derechazo y una patada que
lo lanzó al suelo. Se lanzó contra él, arañando, mordiendo y golpeando. Jabulon
se levantó adoloridamente y con su enorme guante de brillantes bulbos comandó a
las máquinas gigantes. Los dos peleadores apenas tuvieron tiempo para hacerse a
un lado antes que los cuatro gigantes de acero dispararan en su dirección. Se
lanzaron contra Jabulon, sabiendo que las máquinas no atentarían contra su amo.
Herman le golpeó en las rodillas, Jack en la nariz. Jabulon cayó de rodillas y
con su guante electrificado le soltó un golpe a Wild que le rompió la nariz y
lo envió volando hasta los pies de uno de los gigantes. Con apenas unas
centésimas de segundo se lanzó a un lado, antes que los otros tres dispararan y
le volaran las patas al gigantesco robot.
Los tres peleadores se lanzaron
mutuamente contra la plaza, Jabulon estrelló la cara de Draxler contra el
suelo, pero eso no le detuvo. Al igual que Wild, Draxler había sido entrenado
desde pequeño para comprender que el dolor era un estado mental, como cualquier
otro, y que es posible bloquearlo por completo. Wild le rompió una costilla a
Jabulon y, agachándose a tiempo de un gancho demoledor, consiguió reventarle la
nariz. Jabulon le disparó electricidad desde la punta de sus dedos y Wild aulló
de dolor, sintiendo como su corazón se detenía por un instante. Draxler usó los
desechos del robot caído para enterrarle una hoja de metal al pecho de Jabulon.
Wild aprovechó la distracción para tomarle de la cabeza y dejarse caer, dejando
que su peso le rompiera el cuello en dos y lo matara instantáneamente.
-
Tú lo hiciste por venganza.- Dijo Wild, pateando a Draxler con todas sus
fuerzas en la cara. Usando un pedazo de metal le cortó parte del brazo a
Jabulon y con un supremo esfuerzo se hizo de su guante. Draxler gritó de horror
y saltó sobre él con un cristal peligrosamente acercándose a su cuello.
-
Tú lo hiciste porque crees que eres más inteligente que todos, pero has creado
una utopía que no existiría sin ti, que te necesita demasiado. ¿Es que no lo
ves?
-
Nunca lo entendiste Herman, yo no tengo planeado morir.- El guante se
electrificó y Jack Wild le rompió el cuello a Herman, matándole.
Un grupo de centinelas se acercaron
para atacar, pero Wild usó el guante y toda la experiencia que ella contenía,
para responder. Logró hacerse de uno de ellos y, usando los poderes de
Jabetzaren, duplicó su propia personalidad en la mente del centinela,
inmediatamente poniéndole de su lado. Todo lo que tenía que hacer era tocar a
la persona para crear otro Jack Wild. Al principio la pelea parecía imposible,
pero luego de controlar a diez de ellos, los demás no duraron mucho. Utilizando
el guante animó a todos los robots mágicos y comandó a la ciudad entera. Podía
sentirlo, como si fuera parte de su propio cuerpo, como si cada una de esas
máquinas, y Agartha completa, fueran un miembro más. La ciudad se elevó por
kilómetros cruzando el agujero de acceso a la India. Comandó a sus tropas a
destruir todo el Vril que estuviera siendo comprado o vendido e impulsó sus
motores a toda potencia hasta lograr pasar más allá de la corteza terrestre,
emergiendo sobre la India como una impresionante ciudad máquina. Los centinelas
siguieron llevando gente y Wild siguió acumulando sus memorias e imprimiendo su
propia personalidad para tenerlos de su lado. Pronto, en cuestión de días,
tenía a un ejército de mil hombres, omnicompetentes como él, dispuestos a
enfrentar cualquier situación.
Llamó a los medios y a su ejército
polar para convertirlos. Anunció que la tierra hueca sería accesible para
cualquiera, pero advertía del peligro del Vril, contando la historia de la
destrucción casi completa de Agartha. Pronto fue capaz de materializar el proceso
de imprimir su personalidad en su tecnología mental y sus mil soldados fueron
despachados a todos los rincones de la Tierra para convertir a tanta gente como
fuera posible. Mientras el mundo se decidía entre odiar o amar a Jack Wild,
quien decía haber limpiado su nombre, Agartha cruzó por Europa como una sombra
que comandaba admiración y respeto. Sus líderes reintegraron la unión europea y
sin chistar aprobaron la moción de un ejército mundial a las órdenes de Jack
Wild. La prensa quería todos los detalles y el hombre de oro dio una entrevista
en el centro de Agartha.
-
Herman Draxler dio su último golpe, su cuerpo está en el Louvre como
recordatorio de lo bajo que la humanidad puede caer.- Dijo Jack Wild.- Mi
entrenamiento, que está siendo repartido gratuitamente por mis agentes, harán
de este mundo uno donde no puedan existir más amenazas como Herman Draxler.
-
¿Pero qué hay del ejército de todas las uniones?- Preguntó la reportera.
-
Invadiremos a la tierra hueca. La salvaremos como salvamos a este mundo. La
salvaremos de sí misma.
Todos los líderes mundiales creyeron
en su historia sobre el último ataque de Draxler como venganza personal. La
colonización de la tierra hueca le daba un respiro al mundo exterior, algo que
aún era desconocido y fascinante. Un mundo de posibilidades. Avalon se
convirtió en la capital de las uniones, los lavados de cerebro del ejército de
Wilds se encargó de eso. El ejército reprimió toda protesta social con
particular salvajismo y en menos de un año Wild ya controlaba a todas las
naciones de la tierra desde Agartha, su monte Olimpo en las alturas de los
cielos.
Sin embargo, en un feo y sucio bar
en Shangai Ludia Katsu le pagó al encargado algo extra para dejarle usar el
sótano, donde se reunión con Ramajin, Asarlai y Helmut Ross.
-
Olvídalo, somos perseguidos de por sí.- Dijo Ramajin.- Tiene todas las entradas
a Shangri-la guarecidas por soldados lavados del cerebro con sus mismas
increíbles habilidades.
-
Tiene a todo Avalon con gente como él haciendo innovaciones continuas a las
ciencias y las artes.- Dijo Asarlai.- ¿Qué podemos hacer nosotros? Nos lavará
el cerebro en cuanto nos dejemos ver. Tiene el doble de satélites en el espacio
ahora, con ese programa de reconocimiento facial. ¿Es que acaso el mundo no
está mejor ahora que antes? Es decir, ahora el promedio de vida son cien años,
todas las economías están creciendo, la pobreza es difícil de encontrar y los
estándares de vida nunca habían estado tan altos. ¿Contra qué estamos peleando
Ludia?
-
A veces la verdad vale la pena.
-
Ya viste lo que hizo con mi confesión, la convirtió en parte del nefasto plan
de Draxler. Todo el mundo se lo cree. No sé, quizás el mundo esté mejor así.
-
No.- Dijo Ramajin.- Esperaremos nuestro momento, pero atacaremos.
-
Cada día que pasa se vuelve más poderoso.- Dijo Ludia, atorando un cuchillo en
una mesa.
-
Esperaremos en la tiranía de los bienintencionados para matar al hombre que
salvó al mundo, en aras de una verdad que nadie quiere escuchar.- Dijo Ramajin
y todos se quedaron en silencio.
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