jueves, 23 de julio de 2015

El crimen perfecto

El crimen perfecto
Por: Juan Sebastián Ohem


Capítulo 1 La reunión tres años antes


Aless Guevola, fotografía tomada tras resolver el caso del vampiro inocente


            Las calderas del tren aéreo acompañaban al viaje con un zumbido monótono. Julss Crowley y Aless Guevola viajaron en silencio mirando por las ventanas circulares. Los zepelines recorrieron la ciudad de un lado a otro y comenzaron su descenso. Era aburrido, pero era mejor que los carruajes en la guerra, cuando las bombas podían caer en cualquier momento. Dunwich se había rebelado finalmente, como todos sabían que ocurriría. Los detectives evitaron tomar partido durante aquellos dos larguísimos años, pero en secreto ansiaban la derrota de la cúpula empresarial de Dunwich. Los duques rebeldes de Arkham se unieron a los rebeldes, pero finalmente la corona se impuso y marchó sobre Dunwich para iniciar un largo y difícil proceso de conquistar su espíritu mediante política y espionaje. Era común la expresión “tira una roca y encuentras un espía”.


            El tren aéreo descendió en la estación y los detectives caminaron hasta la mansión Khun. Tras el caso de los filósofos y otros dos muy sonados casos, “Crowley&Guevola detectives privados” ganó tanta notoriedad como otros prestigiados detectives, los hermanos Laban y Loric Khun y Faner Ormus. La amistosa rivalidad derivó en una amistad diplomática, seguida de innumerables reuniones y ocasiones sociales. La mansión de Khun era un edificio de cuatro plantas al viejo estilo, con ladrillos rojos y tejados puntiagudos. Guevola se colocó su monóculo y suspiró pesadamente, Crowley sonrió al ver su desgano y golpeó la puerta. El aristocrático Guevola disfrutaba de aquellas veladas, pero difícilmente encontraba una conversación que le interesara lo suficiente. Laban y Loric eran dos detectives científicos, como era la moda. Faner Ormus, aunque abiertamente leal a la corona de la dinastía Vandrecker, se preocupaba más por cuestiones de gremios laborales y derechos del trabajador, además de su pasión por la psicología. Julss Crowley se contentaba con un buen vino y una buena comida.
- Detectives, bienvenidos.- Bruss Molaren, el mayordomo de los hermanos Khun, les abrió la puerta y recibió sus pesados abrigos.
- Espero no haber llegado demasiado temprano, pero ya conoces al buen Aless y su puntualidad.- El mayordomo, asistido por su bastón, llevó los abrigos al clóset.- Espero que no encontremos a Laban aún en bata.
- Me temo que no, en ésta ocasión el detective Ormus llegó antes que ustedes.- Guevola alzó la ceja, no estaba complacido.- Descuide detective Guevola, no he servido licores aún.
- Menos mal.- El mayordomo les llevó penosamente agarrado a su bastón por la enorme sala y el larguísimo corredor.- ¿La rodilla te hace problemas Bruss?
- Como no tiene una idea. Cada día lluvioso me duele tanto que me recuerda a Merrimack.
- Nosotros podemos llegar solos mi buen hombre.
- Gracias detective Crowley. Ya verá, le conseguiré el mejor vino.
- No tienes vergüenza.- Le susurró Aless.
- No, pero tengo un gusto refinado.

Abrió las puertas del estudio de un golpe y se saludaron entre todos. Laban era menor a Loric por dos años, pero el parecido era sorprendente, la misma cabeza alargada y la nariz chata. Faner Ormus saludó a Guevola como si fueran hermanos, pero mientras que Guevola vestía como un aristócrata, Ormus gustaba vestir con un traje sencillo y fumar cigarros de obrero. Bruss entró al estudio con un carrito de licores y vinos y se instaló en una esquina, listo para surtir los vasos.
- La corona tendrá que reconstruir algunas partes de Dunwich.- Dijo Faner.- ¿Quién sabe, quizás reconstruyan aquí también?
- Sobre mi cadáver.- Dijo Laban.- Esos opresores tendrán que respetar mi propiedad privada.
- Vamos Laban,- dijo Julss.- no vendría mal unos cuantos arreglos. No es por ofender, pero cuando sube el río Miskatonic tu casa apesta a desagüe.
- Son los malditos túneles bajo la casa. Mi abuelo era contrabandista.- Laban tronó los dedos y los vasos fueron servidos. Bruss le sirvió a Crowley el mejor vino de la cava sin que los hermanos Khun se dieran cuenta y el detective le dejó unas cuantas coronas en el bolsillo de su saco como recompensa.- El desprecio de la corona por la propiedad privada es su principal lastre y siempre lo he dicho. Sé lo que opina Faner al respecto, el amante de los sindicatos y las guildas, y sé lo que piensa Aless sobre las viejas costumbres, pero tú Julss eres un misterio.
- Es muy sencillo.- Julss se acomodó en el sillón y subió las piernas a la mesa de café.- La realeza tiene los mejores vinos y la iniciativa privada hace los mejores cigarros. Es un empate.
- La corona apoya al trabajador común con las guildas,- dijo Faner.- ¿qué hace la cúpula por el hombre común?
- Mayor prosperidad que nunca.- Contestó Loric con odio en la voz.- Además, el odio a la cúpula es una exageración. Les quitaron las minas, pero no mejoraron la vida de los mineros. El mal de minas aún golpea como una plaga. El veneno de las soluciones alquímicas y los minerales se cobran las vidas de cientos de mineros. Ese diabólico doctor Aleister Lovecraft vende la medicina, pero es ilegal duplicar la fórmula. Si al minero se le gastan las botas o los guantes y toca el piso húmedo, está muerto a menos que pague fortunas en tratamiento. ¿Y nosotros somos los que hacemos negocios crueles? Por favor.
- Quizás todo cambie. La princesa tiene cuatro años para decidirse entre todos los príncipes consortes, uno de ellos es Teleric Dunwar. Eso significaría un puente entre nosotros y la capital del reino. Un príncipe de Dunwich, una nueva dinastía que deseche a los Vandrecker que ya están agotados.- Aless contempló su vaso como si fuera el futuro del reino.- Tiempos interesantes se acercan. Aún a pesar del nuevo rostro populachero de las guildas.
- Eso es cierto, pero a mí me gustan las guildas.- Julss trató de mediar.- Cada escalón tiene su título nobiliario. “El gran maestro del ducado de los suministros de la cafetería”. Leer sus tarjetas de presentación siempre es muy divertido.
- Eres un cínico.- Se quejó Faner en broma. El detective era un realista de corazón, pero sabía lo inútil que era discutir con los Khun.- Pero supongo que el cinismo es útil, como es la psicología, para resolver casos complicados.
- Psicología... Por favor.- Loric apuró su whisky y el mayordomo le sirvió otro.- ¿De qué me sirve saber el carácter del muerto, si carezco de la evidencia empírica para hacer un arresto? La psicología no te ayudó para nada en ese caso del prestamista asesinado hace unos meses.
- ¿Y de qué te sirvió toda tu tecnología en el caso del troll?
- Vamos, vamos, todos hemos tenido nuestros aciertos y errores.- Medió Aless.- Laban, tus conclusiones en el caso del duque Mortimer fueron sorprendentes. Faner, nadie más que tú habría podido resolver el caso de la desaparición del collar de diamantes hace un año. No hay tal cosa como el método perfecto.
- ¿Y el crimen perfecto?- Preguntó Loric.- Sin duda debe ser posible.
- Si se salen con la suya, es perfecto. ¿No crees Loric?
- No Faner, no me refiero a eso. Cualquiera podría viajar a otra ciudad, matar a alguien en la madrugada y regresar, pero eso no es un crimen, es locura.
- Me suena a un reto.- Dijo Aless con el pecho inflado. Finalmente, una conversación digna de su carácter aristocrático, un reto mental.- ¿Qué condiciones tendría este crimen perfecto?
- Que divertido juego.- Loric saboreó su whisky y tronó los dedos con la mirada fija en la nada, como era su costumbre cuando se le ocurría algo.- El crimen perfecto es aquel donde el caso se cierra y se condena a la persona equivocada con muy buenas razones y fuertes evidencias.
- ¿Pero qué hay de la víctima?- Preguntó Julss.- No puede ser azarosa, el crimen debe ser relevante y con motivo.
- Julss tiene razón.- Dijo Laban.- No se vale simplemente tirarle una maseta a alguien desde un balcón. Sin embargo, todo crimen deja evidencia que la ciencia puede detectar.
- ¿Y si el asesino deja evidencia a propósito para despistar?- Preguntó Faner.- Recuerdo el caso del asesino en serie, el estrangulador del Miskatonic. Dejaba vidrios en cada escena porque quería culpar a su primo, quien trabajaba en una fábrica de botellas. Es un ejemplo burdo, pero ilustrativo.
- Para que el crimen sea perfecto,- dijo Aless mientras limpiaba su monóculo.- un crimen debe estar escondido dentro de otro. Como el caso del reloj de la muerte, el filósofo Kantor dispuso de las piezas y casi todos los asesinatos los cometió alguien más. El caso más difícil de nuestra carrera.
- Si uno puede esconder un crimen dentro de otro, ¿puede hacerlo con las motivaciones?- Preguntó Faner divertidamente.
- Claro, ¿qué tal si quiero matar a mi vecino y para eso dinamito el edificio donde trabaja? Con tantos muertos sería imposible dilucidar el motivo.
- Eres macabro Julss, pero tienes razón. Podríamos añadir a tu ejemplo que dinamitas también otros lugares, creando así crímenes sin relevancia ni aparente conexión. Después de todo, el detective lo que busca es la conexión, si sobresaturas su mente con conexiones insignificantes, embotarías su proceso deductivo. Ésa, mis amigos, es la debilidad de cualquiera de nosotros.
- Discrepo contigo Faner.- Dijo Aless.- Siempre hay una manera, pues mientras más grande y complicado es un sistema, más fallas potenciales puede tener. Un plan puede salir a la perfección, pero cinco planes seguidos conllevarán fatalmente a un error. Además, mientras más gente esté metida en una conspiración, más fácil es descubrirla.
- Vaya manera de arruinar la diversión.- Se quejó Loric.- ¿Dices que es imposible el crimen perfecto?
- Digo que es sumamente difícil planear algo así.
- Es una fórmula mágica.- Concluyó Julss Crowley. Los Khun trataron de esconder sonrisas de burla, pues según ellos la magia ya había sido desacreditada con la creación del motor a vapor. Crowley no prestó atención a ello, había sido educado como mago y sabía de lo que la magia era capaz de hacer.- El asesino, o conspiradores, hacen es seguir una fórmula mágica cuya ejecución debería llevar a ciertos resultados deseables. Es perfectamente científico. Sin embargo Aless tiene cierta razón y creo que Faner me apoyará en esto, los responsables no pueden evitar dejar algo de sí mismos. El detective encuentra esa fórmula mágica y encontrará al asesino. Aunque claro, todo esto es muy ideal, los detectives somos seres humanos que cometemos errores.
- Una fórmula... Eso sí que es interesante.- Dijo Faner.- Es factible por entero, si tienes la determinación y el tiempo suficiente para planearlo. Y claro, el motivo psicológico.

            La reunión continuó por varias horas más y los temas fueron cambiando. Hablaron de la política actual, del clima y de lo que les esperaba a futuro. La reina había muerto, el rey Bruss V de la casa de Vandrecker sólo tenía por descendencia a su hija Marelia, quien debía casarse si la casa de Vandrecker quería sobrevivir. A modo de secreto a voces todos sabían que uno de los pretendientes era el duque de Dunwich, Teleric Dunwar quien asistió a la corona a conquistar la ciudad, traicionando a la cúpula empresarial. Al terminar, los detectives regresaron a sus casas. Aless tomó un zepelín de riel para desplazarse de sus nuevas oficinas en lo alto de un edificio renovado hasta su casa. Julss tomó un globo personal hasta su hogar. Marli Hilegger le esperaba despierta, su esposo le convenció que no había habido mujeres en la reunión y antes de dormir arropó a su hija Lola Zaza. Tenía tan solo dos años, pero pasó una buena hora platicando con ella del crimen perfecto hasta quedarse dormido abrazado de ella.














Capítulo 2 El secuestro tres años después

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Julss Crowley sentado en su estudio, fotografía tomada tras el arresto del Barón fantasma















            El día que se mudaron de oficina Aless no pudo evitar dejar salir una lágrima. Habían pasado de combatir plagas a tener un pequeñísimo despacho, para finalmente mudarse al último piso de un elegante edificio. Contaban ahora con una sala de espera, donde Marli hacía las veces de secretaria cuando podía dejar a Lola en la escuela o con niñera. La oficina como tal era espaciosa, daba a un enorme rosetón colorido que bañaba a los escritorios con una danza multicolores. Aless había insistido en poner libreros en rieles dorados y Julss había insistido en instalar un clóset de techo, al que bastaba oprimir un botón para que descendiera asistido de pistones y engranes. El clóset tenía varias mudas de ropa, armas, licores y cartas. Muchas cosas habían cambiado gracias a la fama que se habían ganado, pero otras cosas permanecían iguales. Cuando se aburrían se sentaban a jugar cartas, beber y fumar.
- ¡No puede entrar así nomás!- Julss pegó un brinco al escuchar la voz de su esposa y Aless tiró un abrigo sobre su juego de cartas y sus apuestas. El hombre no le prestó atención a Marli y se hizo pasar sin anunciarse. Crowley estaba en camisa y con una mano sobre el mango de su revólver en el cinto trasero. El extraño dejó un portafolio en la mesa de café en un rincón y mostró su placa.
- Waslo Arsen, agente de la corona. No tengo cita programada, pero mis superiores me indicaron que podíamos confiar en ustedes.- Julss le hizo una seña a su esposa para que regresara a su escritorio y se acercaron al agente Arsen.
- La corona puede contar con nosotros.- Dijo Aless mientras se ponía su saco de gamusa y se sentaba en uno de los sillones del rincón, seguido por Arsen. Julss permaneció de pie, más interesado en el contenido del portafolio.
- Conocemos sus honorarios, pero mis superiores están dispuestos a pagarles veinte mil coronas.- Abrió el portafolio y les mostró los bonos del tesoro.- Como ya sabrán la estrategia real es usar las leyes de compra forzada sobre los negocios de la cúpula, desarticular su poder desde la base. Por ello les pagan en bonos, pero son tan buenos como el dinero.
- Hasta huelen bien.- Julss estiró el cuello para ver sobre el hombro de Aless, quien pasaba los bonos uno por uno y disfrutaba tocando el papel.
- Este papel ya no se consigue Julss y mira el detalle del dibujo.- La escena mostraba la coronación de Bruss I, el inicio de la dinastía Vandrecker tras la guerra de Arkham. Aless dejó los bonos en su lugar y se acomodó el monóculo.- ¿Cuál es el problema agente Arsen? Julss y yo leímos la noticia sobre el robo y el incendio a la fábrica de químicos. ¿Temen saboteadores?
- No, el asunto no tiene nada que ver. Es un secuestro. La víctima es Kalerina Wamer. La señorita Wamer tiene un negocio de papel, ella iba en camino a ver a uno de sus clientes en un carruaje con papel, pero nunca llegó. Eso fue en la madrugada. Los secuestradores utilizaron un carruaje para bloquear la calle y evitar que la policía pudiera darles persecución.
- ¿El carruaje tiene dueño?- Waslo Arsen le extendió un papel con la información específica y el nombre de Gerson Sane.- ¿Ningún sospechoso o indicio de los secuestradores?
- Ninguno.- El agente Arsen se puso de pie.- Como entenderán, es un asunto de la mayor urgencia. Los secuestradores no han entablado contacto, la policía está corriendo en círculos y les necesitamos. Tenemos el nombre al que está registrado el carruaje, el tal Gerson Sane sin antecedentes penales y aún no localizan su residencia, ni conocidos. Tendrán a su disposición toda la mano de obra que requieran. El jefe de la policía ya está enterado y está a sus órdenes. Buena suerte.
- ¿Qué quieres hacer primero?- Preguntó Julss cuando el agente Arsen se fue.
- La víctima primero, el carruaje después.

            La fábrica de reciclado de papel se encontraba del otro lado del Miskatonic. Los detectives abordaron un carruaje mecánico y cruzaron el enorme puente de piedra mientras el conductor silbaba canciones. Los motores, como caballos de cuatro pequeñas ruedas, avanzaron penosamente frenando y acelerando según el conductor apretara los pedales y moviera las palancas. Aless extrañaba a los caballos, pero Julss siempre le recordaba lo mucho que odiaba el olor de sus desechos. Cuando finalmente llegaron descubrieron que los comisarios ya estaban en el lugar, empujando y golpeando empleados para extraer confesiones.
- Con razón nos contrataron a nosotros.- Aless asintió en silencio.- Señores, por favor. Soy Julss Crowley, él es mi compañero Aless Guevola, detectives privados. Estamos a cargo de la investigación.
- Pues bienvenidos.- Dijo uno de los comisarios mientras les hacía señas para que le siguieran por entre las apestosas máquinas de reciclado y las enormes calderas.- No hemos sacado nada en claro.
- Déjenos intentar.- Los empleados estaban todos agolpados en la oficina, mirando con miedo después de sufrir varias golpizas.- Primero que nada, que alguien me explique por qué huele así.
- Es el reciclado de papel detective. Kalerina consigue libros viejos y a medio destruir, tiramos todo el papel en esas máquinas para lavarlo de su tinta y sacamos metros de papel.
- ¿Kalerina? Veo que se llevaban bien.
- Muy bien detective. Cuando la corona exigió que todas las empresas se hicieran guildas, a ella la dejaron en paz. Ya teníamos seguro médico y de desempleo desde hace tiempo. No me imagino quién pudo haberlo hecho.
- Están mintiendo.- Concluyó Aless.- ¿Desde cuándo encuentras obreros que no se quejan? Parece contradictorio. ¿No es acaso la moda quejarse por todo y exigirlo todo?
- Pues no era necesario.- Dijo un joven tímidamente.- Kalerina es una mujer increíble. No queremos que le pase nada, no queremos que nos compre la cúpula.
- ¿La cúpula?
- Sí, trataron de comprar la fábrica hace seis meses pero no pudieron. Están comprando de todo ahora que la corona les compra sus negocios importantes y se adueñó de las minas.
- Esto es una pérdida de tiempo.- Dijo Julss.- Si quieres presiona más, iré a ver si la policía ya ubicó a ese tal Gerson.

            Julss reprimió una sonrisa. Sabía que dejar a Aless en compañía de una veintena de obreros de fábrica era como dejar a un pez fuera del agua. Los comisarios le mostraron la caseta de telégrafo más cercana y se instaló. La consola dorada contra una de las paredes tenía las letras y a un lado estaba la palanca de operadora. Jaló la palanca y marcó el número de la policía. Pacientemente esperó a que la palanca regresó a su lugar y la cinta de papel comenzó a salir en la parte superior del teclado, la operadora ya le había remitido. Lentamente fue tecleando su comunicación, pidiendo hablar con el capitán Otis Placar. Cada tecla activaba un pequeño mecanismo que traducía la letra de esa tecla en los puntos y líneas del código morse. El mensaje que regresaba era interpretado por el mismo mecanismo y como una pequeña máquina de escribir el texto aparecía en un papel de cera que, con unas cuantas horas o quizás días, perdía todo rastro de tinta para ser reutilizado. El capitán Placar tenía buenas noticias, habían encontrado el departamento que Gerson Sane rentaba con un nombre falso.
- ¡Aless! Tenemos que irnos. Encontraron el lugar. Les ordené que no tocaran nada y nos esperaran.- Argumentando que trabajaban para la corona se hicieron de uno de los vehículos de los comisarios y, después de golpear el revolucionador un par de veces, la maquinaria cobró vida.- ¿Alguna suerte con los empleados?
- No, la mujer es perfecta y los obreros felices. No me gusta. Sobre todo el asunto de la cúpula.
- ¿Crees que por eso nos contrataron?- Julss apretó el acelerador y el carro se abrió paso entre el tráfico mientras que Aless hacía girar una manivela para sonar la sirena.
- Es posible. La corona finge que no odia a la cúpula y viceversa, quizás necesiten de gente externa para mancillar sus nombres o atraparlos cometiendo algo ilegal.
- Espero que no sea así. Porque si quieren que ataquemos de algún modo a la cúpula, no olvides que los hermanos Khun trabajan para ellos desde hace más de un año.
- Lo sé Julss, a mí tampoco me gusta.

            El departamento que Gerson Sane ocupaba no estaba lejos de ahí. La policía les esperaba en la entrada. El edificio había sido rodeado. El capitán Otis, quien no era muy listo pero seguía órdenes, esperó a los detectives y pateó la puerta. Gerson Sane estaba muerto en la sala. Aless se agachó a su lado, pero no había mucho que investigar. Gerson había sido sorprendido por la espalda y acuchillado una docena de veces.
- Quien haya sido estaba enojado y buscaba algo.- Julss señaló el caos general, con muchos muebles en el suelo y ni un cajón sin abrir.- La pregunta es, ¿lo encontraron?
- No veo el arma asesina, quizás se la llevó.- Aless revisó cuarto por cuarto, sin encontrar nada.
- Le quitaron el reloj y la cartera. No es un simple robo. Matan a Gerson Sane, se roban su carruaje y llevan a cabo el secuestro.

Los técnicos entraron al departamento cargando con los compresores, enormes acordeones con válvulas de presión que le permiten al ventilador central despedir diferentes sustancias y gases, para sacar huellas digitales, registros astrales o presencia de venenos. Los policías ayudaron a mover el cuerpo, descubriendo debajo un cartón, como una carta de naipes, con el sello de Dagón, el hombre pez, y la leyenda “la sociedad de Dagón”. Mientras los técnicos examinaban el cuerpo y el departamento, los detectives salieron al corredor.
- ¿Sociedad de Dagón? Nunca había oído hablar de ella.
- Sí Julss, pero no olvides que aquí en Dunwich la mayoría acude a los templos de Cthulhu, los aristócratas al culto de Yog-Sogoth, pero únicamente los inmigrantes tienen esos cultos supersticiosos. Dagón es el culto más fuerte en la ciudad de Newburyport, piratas y ladrones en su mayoría. Sólo los piratas de Newburyport se atreven a navegar más allá de la neblina.
- Cualquiera creería que no te caen bien.- Julss encendió un cigarro y miró detenidamente a la tarjeta.- Königsport en Dunwich, ¿ahora Newburyport también? Es un juego de espías.
- Toda la ciudad es nido de espías.- Los técnicos salieron del departamento, incapaces de reportar nada de utilidad.
- Julss, Aless, tenemos el arma homicida.- Siguieron al capitán Placar hasta la calle, donde un par de uniformados encontraron el arma en el basurero, aún empapada de sangre.
- Nunca había visto algo así.- Dijo uno de los uniformados mientras se lavaba una mancha de su largo abrigo azul.- Es alguna especie de pico.
- Parece un pico de minero,- el arma tenía un mango largo y un pico que se abría en cuatro puntos y permitía que otros picos y agujas pudieran salir de él.- pero será mejor que lo mande comprobar.
- No hará falta-. El agente Waslo Arsen se abrió paso entre los uniformados y se puso guantes para tocar el arma.- Es un pico especial para análisis geológico. Parece costoso.
- ¿Y cómo sabría eso, agente Arsen?- Otis no quiso interrumpir y se alejó. Aless se quitó el monóculo y lo limpió fingiendo normalidad.
- La minería siempre ha sido una afición mía.
- Y de la corona, no por nada se las arrebataron a la cúpula.- Julss le mostró la tarjeta.- Creo que es hora que nos diga por qué nos contrataron.
- Sí, es la misma.- Waslo Arsen les mostró una tarjeta idéntica.- La recuperamos en la escena del incendio de la planta de químicos. Cuando ocurrió el secuestro pensamos que podía estar relacionado, pero no estábamos seguros. Por eso no les dijimos, y agradecería si la información permanece confidencial.
- ¿Newburyport tiene presencia en esta ciudad?
- Ninguna detective Crowley.- Waslo se quitó el sombrero de copa torcido y pulió los gogles de motorista que le adornaban.- Eso nos pone nerviosos. La paz es inestable, no podemos darnos el lujo de tener una variable indeterminada en nuestra ecuación.
- Quizás ustedes no, pero la cúpula sí. Pero la idea ya se le había ocurrido.
- Así es detective Guevola. Veo que su prestigio no es exagerado.
- Vaya, no pueden darse el lujo de empañar relaciones con la cúpula, aún cuando les están orillando a la extinción, así que necesitan mano de obra externa para echarles tierra en caso de ser necesario.
- Su... brutal honestidad tampoco es exagerada. Estaré en contacto.
- Vaya personaje.- El capitán Placar se acercó sonriendo. Otis conocía a Aless y Julss desde hacía muchos años. En más de una ocasión le habían correspondido su ayuda con la oportunidad de hacer el arresto y llevarse el crédito. En cierto sentido, les debía a ellos su promoción a capitán.
- Si necesitamos información sobre el arma homicida, el mejor lugar será en la asociación de geología. Capitán, ¿nos acompañará?
- Pueden contar con eso.

            Acompañaron al capitán y a varios inspectores al heliopuerto más cercano, sobre el techo al tercer piso de un pequeño teatro. El capitán usó su anillo como llave sobre un mecanismo en un poste altísimo que activaba las linternas adecuadas, llamando así a un zepelín de la policía. En el lapso de un minuto un zepelín de caja pequeña, pero acondicionada con el lujo tradicional, descendió sobre el heliopuerto. El encargado de la aeronave conectó las mangueras de helio a los hidrantes y el revolucionador clase B en el mecanismo en el suelo. Las marcas de trébol se trabaron y el revolucionador giró con tanta fuerza que el piso tembló, tensando así la maquinaria de cuerda. Julss estaba fascinado con lo rápido que avanzaba y la altura de la que era capaz. Estando a varios pisos sobre el edificio más alto de toda la ciudad, la torre con la cúpula de cristal, de donde el grupo de empresarios toma su nombre, y recorrieron en cinco minutos lo que les habría tomado una hora.

Aless estaba más preocupado por las implicaciones diplomáticas de su trabajo, ¿y si al final resultaba que la corona estaba detrás del secuestro? Había sido abordado en numerosas ocasiones para ofrecerle trabajo, junto a Faner Ormus, como espía de la corona. Aless se había negado rotundamente. Aunque, siendo aristocrático hasta los huesos, deseaba apoyar a la corona y la preservación del orden clásico, no podía omitir el giro populista y psicológico que la dinastía Vandrecker había tomado. Al llegar a su destino Julss le despertó de sus meditaciones y bajaron al heliopuerto en el centro del distrito minero, el cual ocupaba las montañas que rodeaba a Dunwich de un lado. La corona había desplazado a las empresas mineras por guildas, ganándose el corazón de los obreros con sus beneficios sindicales. La asociación geológica era un enorme edificio entre la central de la guilda de mineros y el centro de estudios minerales. Los edificios habían sido destruidos en la guerra, pero reconstruidos por la corona en elegantes estructuras con estatuas de cobre y altísimos ventanales.
- ¿En qué puedo servirles caballeros?- Las secretarias les remitieron con uno de los asistentes del director, un hombre pequeño con aspecto de sapo que se sentaba en un sillón cómicamente grande.
- En esto.- Otis tiró el arma homicida aún envuelta en el trapo empapado de sangre.
- Interesante.- El asistente Gleress abrió el paquete y examinó el pico con toda calma.- Muy interesante diría yo. Es un modelo muy caro. Es un serie K-32D para extracción de minerales preciosos. Si está conectado al medidor que le acompaña puede dar una lectura aproximada de la concentración de oro, cobre, estaño y acero.
- ¿Una máquina le acompaña? Suena caro.- Julss se sentó en uno de los cómodos sillones y disfrutó del tazón de frutas en la mesa de café, mientras que los demás le miraban con el cejo fruncido.
- Carísimo diría yo. La guilda de mineros los fabrica, aunque la cúpula ha estado tras los diseños por años. Esos malditos nunca los encontrarán, los maestros memorizan cada detalle.
- Entonces me imagino que debe haber un registro de ventas.
- Así es, le pediré a mi secretaria que lo traiga.- Gleress jaló una discreta palanca en su escritorio y del techo se abrió una trampilla de la que descendió un cuerno dorado.- Merina trae los registros de venta de la serie K-32D por favor. Deberían estar con los papeles que la guilda archiva en el edificio. Y trae café por favor.
- Un cuerno en su oficina, parece que le va bien.- Julss terminó la manzana y tiró los restos al suelo para empezar con las uvas. Aless le lanzó una mirada de fuego, pero Crowley nunca deja pasar la oportunidad de una buena comida.
- Muy bien, gracias a su alteza. Seguro médico, de desempleo y hasta casa. Por no contar con las sesiones de psicología. Una vez al día obligatoriamente. Nos mantiene honestos.
- Aless en serio, ¿no quieres una fruta?- Aless reprimió lo que estaba por decir cuando entró la secretaria con un pesado libro.
- Bendito control gubernamental, todo está apuntando en alguna parte.- La secretaria sirvió tazas de café y Julss fue el primero en alzar la mano.- Ahora vamos a ver... Aquí están, hay diez nombres.
- Los voy a apuntar, los tendremos a todos bajo arrestos en media hora.- Otis fue apuntando los nombres y sus inspectores se encargaron del asunto.
- ¿Creen que un minero mató a alguien? Deberían empezar por llamar a su representante gremial.
- Eso puede tardar días. Cada representante se encarga de cincuenta obreros y siempre están ocupados. Además, no estamos seguros que haya sido un minero.
- Pues le puedo decir que si usted compra un K-32D tiene que ser minero, porque cada equipo cuesta unas tres mil coronas.
- No es la clase de cosas que uno bota a la basura.- Dijo Julss y Aless asintió.
- Y si alguien lo roba, preferiría venderlo.- Dijo Aless y Julss asintió mientras disfrutaba del café.- Algo no está bien, ¿tiene registros de esas diez personas? Sería útil poder detectar algo inusual mientras la policía los reúne a todos.
- Claro que sí.- Usando el cuerno el ayudante le pidió a su secretaria los registros de empleo. La mujer entró cargando tres pesados libros. Los detectives le ayudaron a cargarlos y Gleress les indicó por dónde buscar.- Miren esto.
- ¿Qué dice?
- Ors Kelran, uno de los que ha comprado el modelo. La guilda lo expulsó hace más de siete meses. Minero por más de década y media, pero con reportes de alcoholismo y negligencia.
- Si te despide una guilda no encuentras trabajo en ninguna otra. Otra maravilla obrera.- Dijo Aless.- De cualquier modo, tenemos a nuestro sospechoso principal.
- Tengo la dirección, vamos de una vez.- Dijo el capitán Otis Placar.

            Julss apuró el café y salieron de la oficina, pero no pudieron salir a la calle. Una sesión de psicología obligatoria se había instalado. Julss y Aless pensaron en lo mismo, el perverso doctor Aleister Lovecraft mostraba su mano. El rector de la universidad del Miskatonic y lord alquímico lentamente se constituía en el poder fáctico detrás del trono. Julss detestaba la psicología por haber transformado a la magia en un simplismo ególatra.
- ¿Qué están esperando?- Un psicólogo, con su uniforme de bata blanca y acompañado de un matón, les escoltó a las bancas, donde más de cien personas ya aguardaban nerviosamente. En el escenario, o clínica como le llaman los psicólogos, un agente envenenando de diversas sustancias se agitaba con violencia mientras hurga en las mentes de los espectadores.
- ¡Frense Ulman!- Gritó el agente.- Tus deseos reprimidos por tu prima causan tus disfunciones sexuales. Te atan las golpizas que tu tío te daba cuando eras niño.
- Esto es aberrante.- Aless no le temía a los psicólogos, ni a sus matones. Ésta vez fue Julss quien le miró intensamente para que guardara silencio y dejara que el capitán Otis les sacara de ahí.
- Es obligatorio.- El matón trató de tomarlo del brazo, pero Aless sacó un arma y le apuntó en el cuello. Otis se quedó pasmado y los psicólogos dieron la alarma, la señal para que Aless fuera internado en los manicomnios por una semana para sesiones intensivas.
- Aless por favor, baja el arma.
- Nos vamos.- Dijo Aless con completa determinación.- Y mataré a quién trate de impedirlo. Somos agentes de la corona. Y aún si no lo fuéramos, me rehúso a ser un conejillo de indias.
- Está bien, soy policía. Sigan con su rutina doctores.- Otis tomó a los detectives del brazo y salieron de ahí prácticamente corriendo.- ¿Qué demonios te ocurre Aless? Pensé que el peligroso era Julss.
- Oye, yo no soy peligroso... Bueno está bien.
- Hace que la gente se conozca a sí mismo.- Les defendió Otis.- ¿Qué tiene de malo?
- ¿Qué tiene de malo? Enseñan que estamos determinados por nuestro pasado, cuando lo que importa es lo que podemos llegar a ser. Violar la privacidad de la mente es abominable. Nos dedicamos a la verdad, pero no de esa forma capitán Placar, no de esa forma.
- Concentrémonos en encontrar a Ors Kelran.- Medió Julss.

            En el heliopuerto Otis usó una de las cabinas de policía para informar a sus inspectores de las novedades y recibir informes de progresos. Aless fumaba nerviosamente mirando hacia la calle repleta de carruajes mecánicos y zepelines de rieles. A lo lejos se escuchaban los estridentes chillidos de los agentes psicológicos, pregonando la verdad y destituyendo del Hombre su único verdadero reducto de absoluta libertad, su chispa de divinidad. Julss se acercó sin decir nada, conocía bien a su amigo y puso su mano en su hombro. Aless asintió en silencio, pues todo estaba dicho. Inflando el pecho y levantando la cabeza se dio media vuelta, y Julss supo que su amigo sería aristocrático hasta el final, poniendo a un lado su propia vida por una misión superior.
- Buenas y malas noticias.- Otis no se detuvo y fue directo al zepelín para explicar durante el viaje.- Los inspectores ya habían ubicado el domicilio de Ors Kelran, vive en toda una mansión. Es el único al que no han encontrado. Los demás estaban trabajando a la hora del asesinato. Un inspector revisó su información tributaria y no ha dejado de pagar nada, se compró dos carruajes recientemente y se inscribió en un club de deportes.
- ¿De qué está viviendo ahora?
- Desempleado según los registros. Si me preguntan a mí, vive de la sociedad de Dagón.
- Si ese es el caso capitán, ¿por qué dejaría atrás su herramienta de trabajo? Él sabría que es fácil de rastrear. Incluso si ya no está en la minería, no parece factible que dejaría detrás una pista tan obvia.
- Aless tiene razón, es sólo un peón más. No me sorprendería si aparece muerto.
- Pues aparecerá de una manera o de otra, se los aseguro. Tengo a cientos de policías buscando en cada rincón y letreros con el rostro de Ors Kelran repartiéndose por todas partes.
- Un momento, usted dijo una buena y una mala.
- Ésa era la mala. La buena es que los secuestradores han hecho contacto. Mandaron un mensaje al precinto, una carta con un pedazo de tela del vestido de su víctima Kalerina Wamer. El mensaje no especificó nada, únicamente que nos avisarían para la entrega del dinero.
- ¿Por qué a la policía y no a familiares, amigos u empleados?
- Eso lo sabremos al anochecer, según el mensaje se comunicarán entonces.

            Llegaron al precinto, una enorme torre con escaleras de espiral. La nueva oficina de Otis Placar se encontraba casi hasta arriba. Usaron el elevador y en cuanto llegaron descansaron en sus sillones de espera. Ambos estaban cansados, pero sobre todo estaban nerviosos. Algo mucho más perverso que el secuestro estaba en el horizonte, algo cuyas implicaciones ya podían comenzar a divisar y la certeza, fatal pero absoluta, que no podían confiar ni en la cúpula, ni en la corona, ni en nadie. Julss se comunicó con su esposa y la puso al tanto, saludó a su hija Lola Zaza y pasó las siguientes dos horas jugando naipes con Aless, compartiendo silencios y bebiendo una taza tras otra de café. Otis entraba y salía, pero ellos no se movieron. No había nada que pudieran hacer. A la tercera hora se enteraron que Ors Kelran había sido descubierto, muerto en una cloaca con el sello de la sociedad de Dagón en uno de sus bolsillos. Los detectives intercambiaron miradas, no estaban sorprendidos.
- ¡Tenemos algo!- El capitán entró corriendo con el mensaje en la mano.- Estaba en un bolso que le hicieron cargar a un perro. Exigen seis mil coronas en un basurero en la plaza de Adler.
- Perfecto, ¿tienen el dinero?
- Mejor que eso, billetes rastreables, si llegan a un banco lo sabremos. Seguiremos al sospechoso con el dinero. Imagino que quieren acompañar.
- Por supuesto.
- Pero lo harán a nuestro modo. Un equipo de diez agentes le seguirán la pista, ustedes irán hasta atrás, sin que el sospechoso les vea.

            Con el operativo en marcha los detectives acompañaron al capitán Otis Placar. El dinero que fue depositado en la basura fue recogido entre la multitud y en las siguiente hora y media recorrieron Dunwich hasta el sector minero. Desde dos cuadras atrás escucharon los gritos y los disparos. Corriendo se toparon con el carruaje que usaron como bloqueo, por el que mataron a Gerson Sane. Los agentes explicaron que el sospechoso, cuya identificación no pudo consolidarse debido a que usaba toga y una máscara muy realista, entró al edificio de la fábrica textil “Gersan”. Los agentes trataron de impedirlo, pero fue en vano. Entre dos inspectores doblaron la lámina por la que el sospechoso había entrado y con un esfuerzo la zafaron de su lugar. El enorme predio parecía estar sin utilizar en su mayoría, con las máquinas en otro sector, el lugar entero parecía ser un depósito. Asistidos por lámparas de gasolina encontraron a Kalerina Wamer amarrada de pies y manos y con un trapo en la boca.
- Gracias a los dioses.- Otis la liberó y Kalerina lloró por la emoción y el miedo.
- Sáquenme de aquí, por favor.
- Descanse señora Wamer, mañana hablaremos con usted.- Julss codeó a Aless cuando salieron de aquella bodega de regreso a la calle.
- Mira eso.- En la pared de la fábrica se encontraba el dibujo del patricio Orne Fernan, el líder de la cúpula.- Es una desagradable coincidencia.
- La cúpula adora a Cthulhu, no a Dagón. Creo que eso lo hace aún peor.
- Tengo noticias.- Otis terminó de hablar con sus inspectores. Estaba cansado y sabía que la noche apenas empezaba.- Tenemos el incendio de una mueblería en el centro y el robo de una droguería en el norte. ¿A cuál quieren ir primero?
- Otro incendio, parece ser un patrón. ¿La droguería está conectada de algún modo?
- Según el dueño dejaron el dinero y se llevaron veinte kilos de lociones para dolor muscular.
- ¿Qué querrían con veinte kilos de loción muscular?
- Ésa es una buena pregunta. Vamos.

            El incendio había consumido el lugar entero, los muebles de madera ardieron con furia por varias horas, de modo que era imposible saber si habían robado algo. Los vecinos no vieron nada sospechoso. En la droguería había habido tres testigos, los cuales reportaron lo mismo, dos hombres de toga y máscara usando un camión de carga para llevarse los diez tambos de loción muscular e incontables frascos de la misma sustancia. Agotados y frustrados los detectives decidieron dormir un poco. Uno de los inspectores les llevó a casa de Julss y Aless le acompañó hasta la puerta, donde seguían discutiendo el caso. Mirla no estaba feliz de ver a Julss a esa hora, pero estaba más feliz de verlo con vida y en buen estado.
- Waslo Arsen nos está usando, el asunto podría ser una jugada de Frarner, ¿te acuerdas del caso?
- Sí, una ola delictiva para desprestigiar al otro bando.- Julss terminó su whisky y se acomodó en su sillón.- Pero no creo que sea tan fácil. ¿Para qué secuestrar a alguien y después pedir el rescate a la policía? Querían que la encontráramos. Y la pista del carruaje, después del pico, finalmente Ors Kelran. Algo intentan decir Aless.
- En este momento la ciudad es la capital del espionaje. Puedes abrir esa ventana, tirar una piedra y le pegarás a un espía.- Aless se sirvió un cognac y después le pasó la botella a Julss.- No hay que perder de vista ese elemento.
- Aless,- Crowley bebió directo de la botella y suspiró cansado.- No te hagas al ingenuo. Este es el crimen perfecto en acción. Crímenes dentro de crímenes, dejar evidencia a propósito que lleva a caminos errados y las víctimas no son azarosas, hay un objetivo claro.
- Sí, lo sé. Hay que hablar con Laban y Loric, y con Faner también.
- ¡Papá!- Lola salió de su cama y corrió por el pasillo hasta la sala. Lola Zaza ya cumplía seis años y para Julss seguía siendo su bebé. Aless se enterneció al verlo recoger a su hija y acomodarla en sus piernas.- Tío Aless.
- Hola princesa.- Aless le mostró su monóculo y usando la delgada cadena la mantuvo entretenida.
- Si es el crimen perfecto Aless, y espero que no sea así, tendremos que tomar decisiones muy fuertes. Los hermanos Khun y Faner Ormus están en el negocio del espionaje. No hay manera humana de terminar esto sin avergonzar a un bando. Escoge tu veneno, cualquier bando podría aplastarnos.- Lola jaló de su corbata y Julss la besó en la frente.
- Te dejo por hoy Julss. Nos vemos mañana.
- Nos vemos mañana Aless, trata de dormir algo.
- Canción, quiero canción.
- ¿Quieres una canción mi amor?- Marli acompañó a Aless a la puerta y después fue con Julss para abrazarlo.- Quiere una canción amor.
- Canción.- Repetía Lola.
- Está bien.- Dijo Julss.- Erase una vez, un lobito bueno, al que maltrataban, todos los corderos. Había también, un príncipe malo, una bruja hermosa, y un pirata honrado. Todas estas cosas, había una vez, cuando yo soñaba, un mundo al revés.






































Capítulo 3 La sospecha

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“El nuevo rostro de Dunwich” Las reconstrucciones de la corona cambian la vida cotidiana
            Aless no pudo dormir, pensando sobre el crimen perfecto y la situación diplomática. Un par de horas antes del amanecer se despertó de un brinco. Habían dado con Ors Kelran mediante la compra del arma homicida y sus impuestos, pero existían otros registros posibles que podrían iluminar más detalles sobre su vida. Acudió al hospital del distrito del río y soportó la burocracia del ministerio de salud. En la entrada un enorme óleo del ministro de la salud, Aleister Lovecraft, observaba con la frialdad de un buitre a los enfermeros y doctores. Aless convenció a las enfermeras que Ors Kelran estaba muerto y, por ende, sus registros no podían estar sellados. Si había acudido a un hospital, ya fuere público o privado, aparecería su dirección y su oficio, pues la corona exigía distintos impuestos dependiendo del oficio. Julss aparecía como secretario personal de Aless, para pagar menos prima. Guevola lo toleraba, después de todo, lo que fuera que se mofara de la ridícula burocracia del centralismo típico de la corona, era bienvenido para él.
- Tiene suerte, vino a este hospital.- La enfermera, una mujer regordeta y excesivamente maquillada, colocó el enorme libro frente al detective y lo abrió.- En la O, en vez de la K de su apellido. ¿Puede creer eso?
- Sí, sí puedo. ¿Cuál fue su padecimiento?
- Accidente laboral, se rompió un dedo. Al parecer trabaja de geólogo, pero no está apuntada aquí la guilda. Este registro está todo mal.
- ¿Qué dice?
- Un nombre propio, “Gersan”.- Aless empalideció y salió corriendo sin decir nada más.

            Desayunó en una cafetería frente a la casa de Julss y pacientemente esperó a que fuera una hora decente para llamar a la puerta. La policía ya había sido puesta sobre aviso. Leyó el periódico, horrorizado ante el amarillismo de la ola delictiva de la sociedad Dagón. Los editores tenían la esperanza de que siguiera indefinidamente, lo que fuera para no meterse en problemas ni con la corona, ni con la cúpula al reportar noticias que podrían avergonzar a cualquiera de esos dos lados. Finalmente Marli abrió la puerta para recibir el periódico y las botellas de vidrio y Aless prácticamente se materializó a su lado. Marli le recibió y, no sin cierta malicia, dejó que visitara a su esposo aún dormido. Guevola encendió un cigarro, llenó un vaso con agua en el baño y se lo tiró encima.
- Buenos días.- Se sentó en la cama a un lado de Julss y le miró despertar a gritos.
- ¿Qué demonios pasa?- Torpemente trató de abrir el cajón para sacar su arma, hasta que Aless comenzó a reír y terminó de despertarse.- Marli, me debes una.
- Vístete, puedes comer en el viaje.
- ¿Adónde iremos?
- Ors Kelran trabajaba en la misma fábrica donde Karelina Wamer fue secuestrada, en Gersan.

            Crowley comió algo en el camino a la fábrica, pero no estaba feliz. Aless disimulaba, pero Julss podía leerlo como a un libro. El aristócrata apretaba los labios para no sonreír y le dedicaba miradas silenciosas y breves. La diversión terminó al llegar a la fábrica. Los policías que Aless había pedido ya no estaban, en su lugar se encontraba la guardia real. En posición firme con sus cascos de plata y con los colores de la casa real de Dunwar no movieron ni un músculo hasta que trataron de entrar. Los seis soldados les apuntaron con los rifles y uno de ellos se acercó, sin dejar de apuntar.
- Nadie puede entrar, son órdenes.
- ¿Pasó algo?
- Son órdenes.- Del interior de la fábrica salió Waslo Arsen en un humilde traje verde y fumando pipa para esconder sus nervios.
- Déjenlos pasar. Ya era hora.
- ¿Un robo?
- No, nada. La guardia real fue puesta por órdenes del príncipe consorte Teleric Dunwar. La policía trató de interrogar a los empleados, pero no salió bien y los soldados les expulsaron.
- Creo que la pregunta es obvia.- Crowley y Guevola caminaron entre las ruidosas máquinas y se acomodaron en la oficina del capataz.
- Teleric Dunwar es dueño del lugar, lo renta como muchos otros lugares, supongo que no quiere la mala prensa. Es rutinario, pero la cúpula y un potencial miembro de la casa real no pueden hacer negocios públicamente, es algo político.
- Sobre todo ahora que la corona quiere comprar los negocios a la cúpula.- Dijo Crowley.
- Sí, están aplicando la ley de compra obligada que la cúpula usó para hacerse del monopolio absoluto de muchísimos negocios importantes del reino. Es irónico realmente.
- ¿De dónde sacarán tanto dinero?- Preguntó Julss.- Después de la guerra el reino por poco y queda en la miseria.
- ¿Y el príncipe consorte no está involucrado en esa estrategia de compra?
- Ya veo por donde va, detective Guevola.- El agente Arsen parecía tener la política de excluir a Crowley de sus conversaciones. Julss no estaba muy feliz, pero se contentó con escuchar y encenderse un cigarro.- El príncipe consorte de la princesa Marelia, candidato al trono, asiste a la dinastía Vandrecker en todo lo que se le pide. Pero el dinero no crece de la nada, es necesario rentar un par de lugares para sacar dinero.
- ¿Y si el príncipe quiere hacer dinero por su cuenta?- El agente Arsen nuevamente ignoró a Crowley. Frustrado con una mañana tan tortuosa se excusó en busca del telégrafo más cercano.
- Un príncipe de Dunwich coronado rey, perfecto justo medio entre Dunwich y Königsport. La corona sacrificaría a la casa de los Vandrecker, pero podrían ganar la estabilidad. ¿Algo así?
- Ahora entiende porque todos se ponen nerviosos cuando el príncipe consorte es mencionado, si quiera tangencialmente en un asunto de tanta importancia.
- Si la cúpula lo desacredita podría quemar el mejor puente entre una capital y otra.
- Así es detective Guevola, es por ello que necesitamos de su sutileza para manejar el asunto.
- Si el príncipe es culpable de algo, tendrá que pagar. Mi lealtad no se extiende a la complicidad. Espero un comportamiento impoluto de cualquier miembro de la casa real, sobre todo de los príncipes.- Arsen suspiró nervioso y buscó las palabras para reformular sus indirectas cuando un alboroto estalló en la puerta principal de la fábrica.
- ¿Qué demonios es ese ruido?- El agente salió y Julss entró terminando su cigarro.
- Me tomé la libertad de llamar a la prensa. Les dije que la sociedad de Dagón había robado la fábrica durante la noche.- Aless le miró sorprendido, pero sonrió.- Ya me imaginabas, tú también estás harto de ese hombre.
- Sólo hace su trabajo Julss.
- Y nosotros el nuestro. Vamos a hablar con los obreros.
- Excelente idea, pero no al capataz. Sería mejor tener información de alguien que no estaría totalmente vendido a un lado ni a otro.- Julss y Aless se perdieron entre las máquinas y las calderas, para ocultarse de Waslo Arsen y de los soldados de la casa de Dunwar. Escogieron a un obrero que reparaba tuberías cerrando llaves y usando gruesos tapetes para tapar salidas de vapor.
- ¿Qué quieren? Estoy ocupado.- Julss le mostró unos cuantos billetes y el obrero se desocupó.
- ¿Conoce a un Ors Kelran?- Aless le mostró una fotografía y el obrero la miró atentamente.
- Sí, es un contador. Al menos eso creo, del turno nocturno. Los capataces le dirán más.
- Sabemos cómo es esto.- Crowley le dio otras veinte coronas, que el obrero se guardó sin pensarlo dos veces.- A veces los capataces cubren a sus patrones, pero los obreros saben ciertas cosas.
- ¿Quiere que le hable de la fábrica? No hay mucho que decir. El trabajo es pésimo y el salario peor. La renta es exagerada, es la queja de siempre. En las nubes. Mientras tanto esos gordos de la cúpula no sueltan ni un centavo para cambiar las máquinas. Prefieren tenernos a nosotros reparando algo que podría estallar en cualquier momento. Fuera de eso, no hay mucho que decir.
- Muchas gracias amigo. Julss, es hora de irnos.
- ¿Dónde estaban?- Waslo dejó atrás a un grupo de periodistas y con amables señas les dijo que esperaran.- Reporteros, lo que me faltaba.
- ¿Qué hará con ellos?
- Les daré un paseo, para que vean que no hay nada raro. Ya los tengo convencidos.
- Son una plaga,- dijo Julss.- por el modo en que aparecen de la nada.
- ¿Qué van a hacer?
- Iremos a la farmacia que robaron anoche.- Dijo Aless mientras desempañaba su monóculo.- Hay una teoría que quiero confirmar. ¿Nos acompañará?
- No puedo.
- Le esperaremos allá, pero no tarde.- Salieron de la fábrica y mientras Julss hacía funcionar el motor de vapor del auto, Aless volvió a cerrar los labios y fingir que todo estaba bien.
- Me desperté en un mundo paralelo y los roles cambiaron, ¿no es así? No iremos a la farmacia.
- No, pero me lo quería quitar de encima.
- Kalerina Wamer, la víctima del secuestro.- Julss terminó de preparar la máquina y subieron al auto.- Es hora de escuchar su lado de la historia.

            El medidor de peso del carbón estaba bajo, por lo que Julss fue directo a la autopista. Las llantas se acomodaron a los rieles y, tras pagar unas cuantas coronas, viajaron a toda prisa por los rieles de ferrocarril, empujados por una larguísima cadena hasta la siguiente estación. Como siempre, más de diez vagos y pobres ofrecieron sus centavos para subirse al auto. Julss quiso aceptar el dinero, pero Aless se lo prohibió. Viajaron a toda velocidad hasta la siguiente estación y se zafaron de los rieles, dejando atrás a los pasajeros extras. Kalerina Wamer no estaba en el domicilio que su expediente indicaba. Siguiendo una corazonada compraron más carbón y manejaron a la fábrica de reciclaje de papel. La mujer había ido a trabajar. Ésta vez no aparecieron guardias, lo cual desilusionó a Julss.
- ¿En qué puedo ayudarles?- Kalerina les llevó a su modesta oficina en el segundo piso, ocupada en su mayoría por muestras de distintos papeles.
- Interesante colección.- Aless sintió varios de los papeles y sonrió con cierta tristeza.- Ya no se siente esto hoy en día. Esto es calidad de Merrimack, antes de su crisis.
- Tiene usted un tacto extraordinario detective. Pensé que yo era la única que podía diferenciar entre el clásico de Merrimack y el tipo alquímico de Königsport de la dinastía temprana. El clásico de Merrimack es mi favorito, aunque ya no es tan demandado a excepción de invitaciones de bodas. Un despilfarro si me lo pregunta. Yo disfruté ese papel en mi juventud, soy de Merrimack.
- ¿En serio?- Julss se iluminó de repente y por la emoción casi se pone de pie.- Estudié un año magia talismánica en Merrimack. Su magia es muy potente.
- ¿Y me lo dice a mí? Vengo de una larguísima tradición de brujas. Abandoné el asunto hace dos años, cuando me mudé a Dunwich. Ya no parece haber mucho espacio para nuestra clase detective Crowley. Es lamentable.
- Vaya que sí.- Kalerina les ofreció vino frutal de Merrimack y ambos aceptaron gustosos. La mujer, aunque superaba ya los cincuenta, era atractiva y energética. Revisaba expedientes al mismo tiempo que hablaba y era obvio que realizaba cálculos matemáticos con la misma facilidad con la que se arreglaba el cabello.- Pero me temo que estamos aquí para algo un poco más sórdido.
- Sí, el secuestro. No sé qué decirles, ya hablé con la policía anoche. Fue de lo más raro, pues no me lastimaron. El hombre que se subió al carruaje me amenazó mucho, pero nunca fue físico. Ni siquiera cuando me amarró y me metió a esa fábrica abandonada.
- Parcialmente abandonada.- Corrigió Aless.- Dijo que es hombre, ¿qué apariencia tenía?
- Ni lo pregunte detective. Usó máscara y toga. Ni siquiera sus manos estaban descubiertas, usó guantes. Una vez que me dejó en esa fábrica, no volví a ver a nadie. Hasta que entró alguien disparando y se siguió de largo. Estaba muy oscuro para describirlo.
- Sí, nadie ha podido describirlo hasta ahora.
- Pude ver una tarjeta en uno de los bolsillos de la toga. La policía me mostró una igual. Nunca había visto algo así.
- ¿Tienen un registro de las cosas que imprimen y sus clientes?
- Es listo detective, los inspectores no me preguntaron eso. Nosotros no imprimimos nada, ni esas tarjetas ni nada. Solamente vendemos papel antiguo a invitaciones de boda, editoriales elegantes y cosas así.- La puerta de la oficina se abrió y entró uno de los obreros con cara de preocupación.
- Kalerina, nos devolvieron el papel. No era el descontinuado que querían. No sé qué salió mal.
- Es una tras otra.- Se quejó Kalerina.- Muy bien, que nadie entre en pánico. La corona está reconstruyendo la colonia Granser. Había una biblioteca ahí, seguramente tiraron los libros que ya eran ilegibles. Detectives, me temo que tengo que irme.
- No deje que la interrumpamos.- Los detectives se fueron y Kalerina salió poco después en un carruaje acompañada de dos fornidos obreros.
- Ahora veo por qué la quieren tanto Aless, la mujer es una belleza.
- Calma, asume que Marli puede leer tu mente en todo momento.
- Lo peor es que creo que puede.- Sonaron las chicharras y la sonrisa de Aless se borró.- Olvida la sesión psicológica, están a una cuadra y tenemos excusa.
- Justo cuando pensé que esta ciudad podía salvarse apareció el macabro doctor Lovecraft.
- Y el crimen perfecto.- Julss conocía demasiado bien a Aless, y sabía cómo hacerlo pensar en otras cosas.- Me parece que es necesario un reencuentro, ¿no te parece?
- No es perfecto Julss.- Dijo Aless mientras se subía al auto.- Debieron comprar togas y máscaras.
- Le diré a Otis que usé a sus muchachos en algo productivo y lo rastreen, pero si Kalerina ya rindió su declaración, deben estar haciéndolo ahora mismo. Serán comunes, te lo apuesto.
- Sí, eso seguro.- Julss rodeó la sesión psicológica tan rápido como pudo y fue manejando entre callejuelas hasta la mansión de Laban Khun.- Aún así, no es perfecto. Necesitan alguien que compre las togas. Necesitan alguien que reúna a la gente, un lugar para hacerlo, alguien que estudie los lugares y planeé los golpes. Diez personas al menos.
- Por no contar que tiene que pagarles lo suficiente como para que no se pongan curiosos. Uno de esos enmascarados podría saber la identidad de los conspiradores. Guardarse el secreto, sólo por si acaso. Mil cosas podrían salir mal.
- ¿Cuánto quieres apostar que nada ha salido mal hasta ahora?
- No te creí un hombre de apuestas Aless.
- Sólo cuando es algo seguro.

            La mansión Khun no había cambiado en nada durante los años. Los detectives estacionaron fuera y se fijaron en los carruajes a su alrededor. Julss detectó a un hombre que no se decidía a comer su pastelillo, pero no dejaba de mirar hacia la entrada de la mansión. Otro hombre, un poco más discreto, fingía buscar algo en el periódico sentado en la banqueta no muy lejos de ahí. Aless notó a los dos hombres armados en un carruaje, y a dos cuadras una pareja que parecían apuntarlo todo. Habían llegado a uno de los bastiones del espionaje de la cúpula. Sin duda su presencia sería reportada a la cúpula y a los agentes de la corona. El mayordomo les hizo pasar. Bruss Molaren no había envejecido ni un día, y no parecía importarle los espías en la calle.
- El señor Laban y el señor Loric están ocupados, vengan conmigo.- Les tomó los abrigos y les condujo a una sala de espera afuera del estudio mientras se apoyaba en su bastón.
- Veo que Laban no ha cambiado en nada. Desde que Loric se mudó siempre deja sus papeles por todas partes.- Julss movió un conjunto de papeles del sillón a una mesa.
- No puedo tocarlos detective, no me competen.
- Es una vieja táctica.- Dijo Aless.- Casi todo lo que puedas leer entre estos papeles, es falso. Lo deja fuera apropósito. Es un espía Julss, no lo olvides.
- Mi cuñado Laban y marido son muchas cosas detective.- Elisse apareció de otra puerta en un vestido verde y dando pasos pequeños hasta la cigarrera de oro en una mesa de café.- Patriotas es una palabra que me viene a la mente.
- Es curioso lo que la guerra hace a la gente.- Dijo Aless en tono conciliatorio.- Los bandos se separaran, líneas son trazadas en la arena, por decirlo de algún modo.
- ¿Y me lo dice a mí? Loric habla mientras duerme, pero tengo que olvidarlo. Lo hago sin problemas, no me malentienda, pero me gustaría más poder dormir tranquila.
- Oye Bruss,- dijo Julss con malicia en el rostro.- ¿los Khun siguen siendo los niños grandotes de siempre? Tú los conoces de toda la vida.
- Los señores no han cambiado en lo que importa.
- Sí, es una manera de decirlo.- Se mofó Elisse.- Loric sigue siendo aburrido, hasta que se junta con su hermano Laban. Cuando los veo juntos, aún veo los chicos que salían a cazar a esos bosques. Bruss iba también, hace mil años, cuando solía mantener una mejor limpieza en la casa.
- Disculpe señora.- Bruss realizó una reverencia exagerada y se fue.
- Hay cosas que no puedo decir frente a él. Trabajo como ejecutiva del banco para guardar apariencias que a nadie engañan. Todos mis clientes sólo buscan maneras de sacarme información sobre mi marido, o probar mi lealtad a la causa. Vengo a casa y lo encuentro encerrado todo el tiempo. Nadie me dice nada y sin embargo, todos quieren saber lo que he escuchado. Es irónico realmente. ¿Vienen por la sociedad Dagón? Lo leí en los diarios.
- Quizás, o quizás venimos por los puros y los licores.- Laban y Loric salieron de la oficina y sin prestarle atención a Elisse les invitaron a entrar. Julss se acercó juguetonamente a la máquina de telégrafo y Loric arrancó el papel que aún colgaba de su impresora.- Calma Loric, no somos espías.
- Quién sabe, trabajan para Waslo Arsen. No se hagan a los sorprendidos.
- No es por eso, es por la falta de ventilación en el estudio. ¿Piensan matarnos con el hedor de sus sudores compartidos?
- Julss sigue siendo el bromista. ¿Qué tal tú Aless, sigues siendo la voz de la razón?
- En ocasiones Laban, en ocasiones.- Tras un momento de tenso silencio Aless se apoyó en el escritorio repleto de archivos y miró a Laban a los ojos con la intensidad de un halcón.- El crimen perfecto es posible, y está pasando.
- Es muy temprano para decir eso.- Dijo Loric con cierta ofensa en la voz.
- No, no lo es. Crímenes dentro de crímenes, evidencias plantadas, actuaciones tan públicas que enceguecen a los investigadores... Está todo ahí, en la sociedad de Dagón.
- Vamos Aless, no exageres. Y no nos acuses tampoco.- Laban se sentó y se arremangó cansadamente. El día apenas empezaba y ya estaba agotado. Loric se colocó a su lado, como piezas en un tablero de ajedrez que se preparan para atacar. Julss se alejó de Aless y se plantó en la ventana con las cortinas corridas, para dividir sus atenciones.
- Nosotros lo diseñamos.
- Eso fue hace años. Estoy seguro que lo platicamos con otras personas, o que esto no tiene nada que ver. Es una probabilidad estadística, las circunstancias adecuadas tenían que presentarse tarde o temprano. Confunden una mera posibilidad lógica, que de hecho se lleva a cabo, con una intención maliciosa. Podríamos hablar de accidentes de carruajes mecánicos, eso no indica que el próximo accidente fue causado por nosotros.
- Una explicación muy científica Loric, felicidades.
- Es muy sencillo.- Dijo Laban.- ¿La mujer que fue secuestrada trabajaba para una guilda? No, quizás fue para asustarla. ¿Y qué me dicen del rescate en la fábrica que la cúpula renta al príncipe consorte? Podría ser otra táctica para empujar a la cúpula a la extinción.
- Ustedes son espías de la cúpula, y Faner Ormus a quien estás acusando implícitamente, es espía de la corona.- Aless limpió su monóculo como si tuviera todo el día. Julss reprimió una sonrisa, el aristócrata tenía sus modos para tratar a los científicos, jugando con su paciencia.- Eso lo sabemos todos, también sabemos que esta sociedad de Dagón aún no juega su golpe maestro, y que cuando lo haga no se detendrá, con tal de encubrir más crímenes.
- Concedido.- Dijo Loric con una desesperación que traicionaba su aparente calma.- No podemos trabajar juntos, pero tampoco hay que fingir que no nos estorbaremos mutuamente. Hay mucho en la línea. Ese maldito príncipe consorte está enamorando demasiado bien a la princesa. La cúpula podría perderlo todo en un año o incluso menos.
- Y no olvidemos a Aleister Lovecraft.- Interrumpió Laban.- La mano detrás del trono. Está en la ciudad. Su nuevo trabajo en el ministerio de salud física y mental es su excusa para establecer su base aquí. Nadie sabe qué planea, ni nuestro bando, ni el de Faner.
- ¿Y él que tiene que ver?
- ¿Es broma? Todo. Bien podría estar detrás de todo el asunto, le conviene demasiado. Tolerado por la corona empuja su economía del conocimiento, una Universidad en cada ciudad controlando qué se puede investigar o desarrollar y qué no. Él tiene la patente forzada a toda medicina, por no contar con las patentes industriales. ¿Aún no te queda claro Julss? Te lo pongo más fácil. Las minas que la corona se apropió injustamente es una máquina de enfermos. Las soluciones que emplean se mezclan con los minerales y son tóxicas, pero sumamente necesarias. El veneno de minas se transmite por la piel, cualquier descuido o un uniforme gastado, puede matar. En concentrado puede matarte en menos de dos o tres horas. Ellos se quedan con las minas, Lovecraft se queda con los enfermos y mediante ese dinero sigue empujando sus políticas de patentes. Ahora es el poder fáctico detrás del trono, sea o no coronado el príncipe consorte, ¿qué lugar ocupará Lovecraft?
- Nada apunta a él aún. Aunque claro, esa es la idea.
- Eso,- continuó Aless.- y que a ustedes les convendría sacarse de encima a Lovecraft. Yo también quisiera, por motivos filosóficos, pero eso no pasará hasta que tengamos buenos motivos.
- Espera un segundo.- Julss sonrió y miró a los hermanos tratando de leer sus miradas.- Ors Kelran era geólogo. ¿Si el príncipe consorte, Teleric Dunwar, es coronado rey qué ha prometido hacer con las minas?
- Vamos Julss, no seas exagerado.- Loric vio que lo decía en serio y le extendió un periódico.- Las retendrá la corona hasta que la situación se normalice, es decir, hasta que Dunwich sea transformada por completo. Fue un tiro al azar, pero entiendo que hayas jugado esa carta.
- Esto me recuerda al asedio de Arkham.- Aless sonrió y se relajó.- Mi unidad se separó del ejército y nos enfrentamos con rebeldes. Hubo un momento que había cuatro de nosotros, cada uno apuntando a la persona a su derecha. Si uno disparaba, todos disparaban. Nadie confiaba que el de al lado entraría en razón y simplemente bajaría sus armas si tú lo hicieras.
- ¿Y qué pasó?- Preguntó Loric.
- Sigo con vida, ¿no es así? Vamos Julss, no queda nada más que decir.- En cuanto salieron del estudio el mayordomo se acercó a ellos señalando hacia la puerta y con sus abrigos listos.
- Un hombre pregunta por ustedes en la puerta. Su identificación decía que su nombre es Walso Arsen, dice que es urgente.
- Fue una truco muy infantil detective Guevola, pero muy entendible.- Salieron con el agente de la corona, quien no dejaba de saludar a los espías que anotaban su presencia.- No hay tiempo para enojarse. El príncipe consorte fue atacado hace unos momentos por una mujer. Queremos que vayan ustedes y realicen una investigación independiente para corroborar que fue en autodefensa. No hay nada que esconder, así que no se sientan limitados de ningún modo.
- Suena muy seguro agente Arsen.
- Lo estoy absolutamente.
- Oye Aless,- subieron al auto y Julss siguió al agente de la corona.- ¿y qué pasó en esa pelea?
- ¿En el asedio de Arkham?- Guevola se quitó el monóculo y lo miró contra la luz.- Nuestros brazos se debilitaron después de dos horas de tensión.
- Ya veo, se cansaron y se fueron.
- No, en cuanto dos soldados de Arkham bajaron sus brazos nosotros fingimos hacer lo mismo y les tomamos por sorpresa. No quise decirlo en la mansión Khun, para hacerles creer que si llegamos a estar en una situación semejante seríamos civilizados. Ellos creen que somos torpes o débiles, o ambas, y eso es mejor para nosotros. No nos verán venir.
- Y yo pensé que yo era un estuche de monerías.
- No tienes el monopolio en todo, mi estimado Julss.
- Es una excelente historia.- Dijo Julss finalmente después de mucho meditar.- ¿Te molesta si me la apropio?
- No tienes vergüenza.
- No, la empeñé cuando era niño, en un viaje a Merrimack. Me conseguí uno de esos trompos de muchos colores. Fue mejor compañero.- Aless se rió y Julss le miró sin entender.- Es en serio, con un brujo de Merrimack. 39 coronas y 13 chelines. Eso me dio.
- Lo estafaste.

            El agente de la corona les llevó a un restaurante cerca de ahí, donde la guardia de la casa de Dunwar restringía el paso y atraía la atención de los chismosos. Los detectives entraron después de Arsen y las sospechas fueron disipadas, al menos en su mayoría. No parecían estar tratando de maquillar la muerte de la mujer, pues los clientes aún estaban en el local esperando ser entrevistados en un rincón. La mujer vestía la versión humilde de un vestido elegante y su cuerpo seguía en el mismo lugar en el que había recibido dos balas, una en las costillas y otra en la cabeza. El agente de la corona que disparó el arma esperaba fumando en su mesa.
- Ya era hora.- Faner Ormus se abrió paso entre los soldados que rodeaban al príncipe Teleric y les saludó con cierta frialdad.- Investigué un par de cosas mientras llegaban, la mujer es Polina Frass, originaria de Newburyport.
- ¿Cómo ocurrió?- Julss aceptó el expediente que tenía en la mano y notó que el príncipe se arreglaba el traje para hablar con ellos.
- El príncipe Teleric comía en esta mesa, preocupado por los asuntos del reino. Polina Frass se le acercó para pedirle un autógrafo, después entabló conversación y sacó un cuchillo. Lo habría matado, de no ser por el agente Kalss, quien le disparó en el costado y, cuando Frass se alejó lo suficiente del príncipe, le disparó en la cabeza.
- ¿Y eso es todo?
- Y esto.- Faner les dio una tarjeta con la misma leyenda de la sociedad de Dagón.- Lo tenía con ella, junto con el cuchillo. Eran las dos únicas cosas en su bolso, ni siquiera traía dinero. Una misión suicida. Reconocí la tarjeta del periódico, busqué en los registros de migrantes de Newsburyport en expedientes médicos y la encontré. Sabía que no me creerían, así que insistí en que fueran llamados.
- Tendremos que hablar con todos Faner, no te ofendas.
- Detectives, buenas tardes.- El príncipe se presentó y ofrecieron una reverencia cortés.- Está bien Faner, deja que los detectives Crowley y Guevola hagan su trabajo.
- Así que estaba comiendo, la mujer se le acerca, hace plática y trata de matarlo. ¿Fue así?
- Básicamente sí. Usted debe ser el detective Crowley, he escuchado mucho sobre usted.
- No todo bueno espero.- Bromeó Julss.
- Y detective Guevola, escucho que es usted un verdadero aristócrata. Sin duda preocupado, como yo, en la situación precaria de los obreros del reino.
- Algo así, su Alteza.- Aless fingió la mejor sonrisa que pudo y reprimió un gruñido.- ¿Comía a solas?
- Nunca como a solas, como con las preocupaciones.- Aless señaló a las dos atractivas mujeres que esperaban en una esquina mirando al príncipe y sonriendo nerviosamente.
- Así que la castaña es “preocupaciones”, ¿y la rubia como se llama?- El príncipe Teleric soltó una risotada y le dio una fuerte palmada a Aless en la espalda.
- Vamos amigos, ustedes saben como es, ellas quieren saber a qué sabe mi apellido. Aún así, mi único amor es la princesa Marelia. Así que díganme, ¿cuándo podemos olvidar todo este asunto?
- No tardaremos mucho su Alteza, no se preocupe por nada.- Se alejaron para hablar con los clientes y Julss se le acercó a Aless lo suficiente para susurrar.- ¿Ahora soy yo el que tengo que cuidarte? Solía ser al revés y así lo prefería. Ése es el futuro rey, nos convendría tener contactos en altas esferas.
- Ni lo sueñes, ésa es la clase de persona que nos masticaría y escupiría de no ser que nos necesita para los artículos de periódicos. ¿Viste la manera en que se viste y se comporta? Sólo le importa el dinero y el poder.
- ¿Y? No es el primer matrimonio real que se arregla para garantizar la paz, ni será el último. Además, yo creo que es inocente. No estaríamos aquí si no lo fuera.
- Sí, en eso tienes  razón.

            Los detectives entrevistaron a los clientes, tratando constantemente de mostrar contradicciones, pero sin conseguirlo. Cada cliente relató lo que pudo ver, algunos no vieron nada, otros vieron pedazos y otros lo vieron todos. Las pocas contradicciones eran naturales, algunos juraban haber visto un arma en la mano de Polina Frass, otros un tenedor y así sucesivamente. Los detectives no tenían que decirse nada, ambos pensaban exactamente lo mismo, que la sociedad de Dagón había tratado de dar su golpe maestro y había fracasado. Polina Frass habría sido usada, de eso no tenían duda, pues no había manera de que se saliera con la suya. No encontrarían nada de la sociedad de Dagón si la investigaban, pero decidieron hacerlo de todas maneras.
- ¿Y bien?- Les preguntó Faner cuando se disponían a ir.
- Fue autodefensa, estamos seguros. Ya pueden decirle a la prensa que hubo una investigación independiente. Iremos al domicilio de Polina Frass, a ver qué encontramos.
- Muy bien, yo iré a ver si tiene correo o telégrafos que podamos recuperar, muchas veces no reciclan los telégrafos de larga distancia hasta una semana después. Newburyport es hogar del culto a Dagón, quiero ver si no comunicó sus intenciones a casa, con sus conspiradores.
- Buena idea Faner, pero no olvides, es el crimen perfecto tal y como lo discutimos hace tres años.
- Lo sé Julss, lo sé.- La naturalidad con la que lo dijo expresó con claridad que ellos también eran sospechosos para él, y si él sospechaba, también el agente que les contrató.

            El expediente situaba el domicilio de Polina Frass del otro lado de Dunwich, por lo que Julss le pidió a uno de los agentes de Arsen que llevaran el auto a casa de Aless, mientras que ellos usarían el zepelín de riel para llegar más rápido. El edificio departamental se encontraba en el distrito vecino a un deconstrucción por parte de la guilda de urbanidad, y pronto sería demolido para construir algo en su lugar que no recordara para nada el pasado inmediato de la sobre industrialización. Polina Frass compartía el departamento con otra mujer, Sanlia Huns a quien esperaron por más de una hora para regresara de trabajar. Sanlia se rompió a llorar en la sala cuando le explicaron lo que había ocurrido, después de repetírselo varias veces pues no podía creerlo.
- No puede ser, deben tener a la Polina Frass equivocada. No puede ser.- Julss le extendió el expediente que les había llevado al departamento. Sanlia leyó cada parte con atención y lloró con más fuerza, era ella.- Aún así, no puede ser. Polina estaba enferma, trabajaba para costearse el tratamiento.
- ¿De qué estaba enferma?
- Mal de minas, ese veneno se le metió a los pulmones.
- ¿Le molestaría si revisamos la habitación de Polina?
- Vayan, es la segunda puerta. Pero no encontrarán nada, ya lo verán. Polina jamás trataría de matar al príncipe.
- Nadie jamás haría nada, hasta que lo hacemos. Polina lo hizo y casi lo mata.- Julss cerró la puerta detrás de Aless y se apoyó contra ella mientras Aless revisaba las pocas posesiones personales de Polina Frass.- ¿Escuchaste lo que dijo?
- Mal de minas, el veneno. Laban y Loric insistieron en eso.
- Sí, quizás ésta es la manera en la que se sacan al doctor Lovecraft de encima.
- Quizás, pero no creo que hubieran sido tan obvios.- Aless revisó hasta debajo de la cama, sin encontrar nada sospechoso.- Quizás es como Loric dijo, el hablar sobre accidentes de auto no significa que lo estemos planeando. Además, muchos mineros e incluso familiares de mineros, tienen el mismo problema.
- Tienes razón, quizás no sea nada, o quizás sea todo.
- Sí, así va la tonada. No encontraremos nada aquí Julss, vámonos.- Se despidieron y en cuanto salieron a la calle se encontraron con Faner Ormus, quien sostenía un papel de máquina telegráfica.
- Tuve suerte. Sí mandó un telégrafo media hora antes que entrara al restaurante.
- Vamos a ver.- Aless se ajustó el monóculo y leyó el mensaje en el ceroso papel.- “tengo que matarlo, sé que la promesa es falsa, pero no tengo opción. Adiós.”
- Es lo único que pude sacar. Se los pude haber mandado a la oficina, pero quería verles en privado y cara a cara. ¿Realmente creen que nuestros esbozos se hicieron realidad?
- ¿Tú qué crees Faner?
- Que sí. Los hermanos Khun lo están siguiendo a la letra. ¿El asesinato del príncipe era el golpe maestro? Eso es lo que aún me inquieta.
- Suena como que tienes dudas al respecto.
- Las tengo. Fue un intento muy burdo, los Khun son mejores que eso. Realmente te pone a pensar, ¿si la muerte del príncipe consorte y futuro rey no era el objetivo final, cuál es? Porque tiene que tener un objetivo final.
- Sí, y quien sea que esté detrás de esto, está confiado en que no lo veremos.
- ¿Aún no creen que sean los Khun? No sean ingenuos.
- No podemos ser lo suficientemente ingenuos para creer que el mundo es blanco y negro Faner, ésa es una comodidad que los Laban, Loric y tú pueden darse.

            Se despidieron de Faner y decidieron ir al precinto para ponerse al corriente y comer algo. El zepelín de riel se movió sobre un distrito que la guilda de urbanidad había destruido, después por uno en el que la guilda de constructores terminaba de remodelar los edificios, y en otras ocasiones de construir desde los cimientos. Viajaron en silencio, hambreados y preocupados. La conexión aún no saltaba a la vista, pero si los crímenes se detenían en ese instante, ¿realmente podrían descubrir quién habría estado detrás de todo ello? Los detectives estaban seguros que aún no terminaba, pero aquello tan sólo aplazaba la cuestión. Se bajaron en la estación a una cuadra del precinto y compraron comida en un puesto ambulante.
- Escuché que hicieron de relaciones públicas del príncipe consorte.- El capitán Otis Placar les recibió en su oficina. No se veía descansado, nadie lo hacía. En una esquina había un mapa de la ciudad, con tachuelas en los últimos crímenes en 48 horas. Las tachuelas blancas eran casos seguros de la sociedad de Dagón, y las tachuelas rojas eran otros asaltos e incendios que podrían no estar relacionados.- Mientras tanto la policía hacía un trabajo de verdad.
- No dejes que estorbemos a las ruedas bien engrasadas de la justicia mi buen Otis.- Julss se sentó en el sillón y comió de su sándwich mientras miraba al mapa.
- ¿Qué novedades hay?
- Tenemos dos incidentes con gente con togas y máscaras. La prensa ya se enteró, así que a partir de mañana tendremos a cada ladronzuelo en la ciudad disfrazado.
- Por supuesto.- Aless acarició sus sienes nerviosamente.- Ése es el propósito del disfraz, cualquiera podría ser del grupo. Usarán a otros criminales para ampliar la confusión.
- Pues sí. El primero fue a un taller mecánico. Mataron a tres empleados, amarraron a los demás. Robaron ventiladores, quince de ellos. No tocaron el dinero. El segundo ataque confirmado fue en una tienda de artículos religiosos. Incienso, velas y el dinero en la registradora. Apuñalaron a la dueña y a su hijo de once años, quien hacía la tarea. Son unos monstruos. Hablé con algunos especialistas y ¿recuerdan la loción para dolores musculares? Si se mezcla con incienso y con la loción para dolores musculares y una poción común para el corazón, se obtiene un reactivo poderoso. Básicamente un explosivo aceitoso que puede encenderse en el agua.
- ¿Hablaste con especialistas? Capitán recuérdeme, ¿no era su esposa alquimista química?
- ¿Tienes que denigrar todo lo que hago Julss?
- Capitán,- dijo Aless mientras terminaba su comida.- ¿cómo movieron lo robado?
- Buena pregunta. Los quince ventiladores medían cada uno de ellos un metro y medio de diámetro. En el segundo caso robaron doce kilos de incienso y casi cien cajas de velas. No sabemos qué ruta tomaron, nadie reportó camiones grandes, carruajes mecánicos, ni siquiera carros de caballos. Desaparecieron en el aire. No dejaron atrás tarjetas, pero sí estaban disfrazados. Hubo media docena de asaltos, en esos sí dejaron tarjetas. No sabemos cuáles son verídicas, pues la imagen llegó a la prensa. Tengo los nombres y expedientes de las víctimas.
- ¿Alguna conexión?- Aless recibió el fajo de papeles y lo fue estudiando mientras que Julss se paraba frente al mapa y miraba algo que no estaba allá.
- Revísalo por ti mismo Aless, ninguna conexión. Al menos no entre ellos, ni entre las cosas que han robado. Sin preferencia de género o edad. Usaron máscaras, sin togas. Supongo que eso habría llamado mucho la atención.
- Capitán, ¿estos son los puntos?- Julss señaló las dos tachuelas blancas y Otis asintió cansado.- Creo que sé cómo llegaron ahí, y cómo se esfumaron. Los dos lugares tienen algo en común, el drenaje. Hay una entrada al drenaje en los dos lugares. Una en el patio del taller, otra en el callejón a un lado de la tienda de artículos religiosos.
- Pondré policías y llamaré a los soldados. Si tienes razón habremos cortado un paso importante.
- No encuentro nada.- Aless se puso de pie con frustración y cansancio en el rostro.- Apunté los nombres por si acaso y me gustaría checarlos con nuestros expedientes, por si acaso.
- Vamos a la oficina entonces. Capitán, si pasa algo nuevo, contáctenos.

            El camino a la oficina fue largo y silencioso. Periódicamente Julss, o Aless, soltaban una teoría que conectaba algunos de los puntos, pero el otro inmediatamente lo desechaba. Julss propuso que el objetivo real era la loción para dolores musculares para formar un explosivos debajo de la calle, en las cloacas. Aless lo desechó argumentando que, aún si ese era parte del plan, no explicaba la relevancia que la sociedad de Dagón le daba a Ors Kelran, si es que tenía alguna relevancia. Aless insistía en el príncipe, él estaba implicado de algún modo en al menos dos partes, el ataque de Polina Frass que parecía auténtico, aunque pudo ser planeado por él mismo, y en la fábrica que renta a la cúpula. Julss argumentó que, aunque el auto atentado tenía sentido, no se implicaría a sí mismo en el asunto de la fábrica y Ors Kelran. Al llegar a la oficina simplemente se rindieron y dejaron de soltar teorías. Con la promesa de un té caliente y algo sustancioso para cenar los detectives salieron del elevador, pero se detuvieron en seco. Marli Hilegger lloraba en la puerta de la oficina y se lanzó a los brazos de Julss en cuanto le vio.
- ¿Qué pasa mi amor, Lola está bien?
- Sí, todo está bien.
- Esa parte no la creo. ¿Por qué lloras?
- Es horrible Julss, es Laban.
- ¿Qué con Laban?
- Salió a comprar un periódico, como siempre hace para la versión vespertina. Compra la Gazeta, y eso sólo se vende a tres cuadras. Caminaba por la banqueta, hasta que le cayó una maseta en la cabeza. Julss, Laban está muerto.















Capítulo 5 El entierro

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El nacimiento de la metrópolis de “los orígenes de Dunwich”

















            Al día siguiente de la muerte de Laban Khun se llevó a cabo el funeral. La noticia de su fallecimiento había sido relegada por la ola indetenible de crímenes de la sociedad de Dagón. La tensión comenzaba a ser palpable en las calles y para cuando llegaron los detectives, y la esposa e hija de Julss, aquel era el tema discutido por todos. El velatorio estaba a reventar con conocidos de la familia Khun, familiares y políticos prominentes. Dunwich perdía a uno de sus más brillantes detectives, y también algunos de los más prominentes políticos. Los invitados no vieron con buenos ojos la llegada de Aless Guevola, conocido enemigo de la economía industrializada.
- Loric, lo siento muchísimo.- Marli abrazó a Loric, quien temblaba como una hoja a un lado de su esposa Elisse, quien no paraba de llorar.- Cualquier cosa que necesites, sabes que puedes confiar en nosotros. Vas a estar bien Loric.
- Gracias Marli. Y gracias a ustedes también por haber venido. Me gustaría pensar que recordarán a mi hermano como el amigo que siempre fue, sobre todo antes de toda esta locura del espionaje.
- ¿Conocían a mi primo?- Un hombre delgado y de mirada triste se acercó a los detectives cuando Loric se rodeó de políticos y artistas.- Soy Gransel, por cierto.
- Era un buen amigo.
- Nunca deja de asombrar el paso del tiempo, ¿no es cierto?- Gransel señaló a los tres hombres que entraron rodeados de una comitiva.- Ellos son la cúpula, ¿no es cierto?
- Sí, Alvin Drejna, Olaf Povel y el líder, el patricio Orne Fernan. Laban tenía amigos poderosos de un tiempo acá.
- Siempre fue así. Su lado de la familia Khun siempre gozó de la riqueza heredada por años. Cuando era chico les acompañé varias veces a las cacerías, y recuerdo que el ahora príncipe consorte, Teleric Dunwar, iba con ellos muchas veces. Claro, antes de la muerte de su padre y de que heredara todo ese dinero y el poder político. No creo que hayan seguido siendo amigos, considerando que no estarían de acuerdo sobre la cúpula.
- El dinero cambia a la gente supongo. Tome a la cúpula por ejemplo, gracias a la ley de compra forzada pudieron hacerse dueños de prácticamente cada fábrica en la ciudad, por no contar con la minería. Eran intocables por completo, ahora ya no tanto.
- ¿No se ha enterado? Tendrán que pasar por confirmación. La casa real les tendrá de pies y manos humillándose en la catedral de Yog-Sogoth.- Aless encendió un cigarro y sonrió imaginando la escena.- Discúlpenme, es hora de llevar el féretro.

            En una comitiva pequeña cargaron el féretro fuera del velatorio y recorrieron el cementerio. En la colina que albergaba a la familia Khun el ataúd fue hecho descender por poleas. Hubo algunas palabras, pero nadie las escuchó. Un silencio nervioso descendió sobre todos, a nadie se le ocurría qué decir y todos prefirieron que las palas y la tierra lo dijeran todo.
- De nuevo, lamento mucho la muerte de su cuñado, era muy joven.- Aless trató de consolar a Elisse, pero ella no le quitaba la mirada de encima a la tumba de Laban frente a la que el mayordomo y la servidumbre rendían su triste despedida.- El crimen no quedará impune.
- ¿Qué? Lo que diga.- Elisse se fue sin decir más nada, dejando a Aless con la palabra en la boca.
- Julss, Aless, quiero pedirles algo.- Loric se acercó a los detectives mientras cerraba su paraguas.- Desenreden este asunto. Encuentren a quien haya matado a mi hermano. Si alguien puede hacerlo, son ustedes. Yo estaré ocupado con cuestiones familiares.
- Nos haremos cargo Loric, descuida.
- Por cierto, le dejé a tu esposa los archivos de mi hermano de casos anteriores. Estuvo trabajando en ellos, en caso que hubiese algún cabo suelto en algún caso viejo.

            En cuanto salieron a la calle fueron abordados por dos comisarios quienes, por órdenes del capitán Otis Placar, les informaron que habían hecho arrestos en las cloacas. Julss le pidió a su esposa a que fuera directamente a la oficina y revisara los expedientes de Laban, por si acaso resaltaba un nombre. Julss y Aless no hablaron durante el trayecto. Ambos habían estado seguros que Laban era la mente maestra, pero su muerte había sido de lo más inesperada. Guevola no podía dejar de sentirse culpable por haber esperado lo peor de su amigo, para estar en su funeral al día siguiente. Crowley no se problematizaba por ello, pero no veía la manera de hacer que todos los caminos llevaran de algún modo a Faner Ormus.
- Tenemos tres prisioneros.- Otis les saludó en la entrada del precinto.- Pero tengo malas noticias.
- Vamos, dígalo de una vez.
- Tenemos que trasladar a los prisioneros a la mazmorra de los comisarios. No creen que estén seguros aquí. Podrán interrogarlos ahí.
- ¿Cuándo llegan y cómo se llaman los prisioneros?
- Tenemos una universitaria que argumentó estar haciendo una tesis sobre los túneles subterráneos de Dunwich, Serlina Haberna. También tenemos a dos hombres presuntamente sin hogar, Eralen Sepen y Carmer Ferres. Los comisarios llegan aquí en dos horas. Las mazmorras son de la corona, no creo que me dejen pasar.
- Se lo comunicaré a mi esposa.
- En mi oficina.- Subieron a toda prisa y Crowley se puso en contacto con Marli a través de la máquina telegráfica. A toda prisa tecleó el mensaje, Marli le respondió y los tres se quedaron de pie esperando una respuesta.- Son muchos expedientes, hay que darle tiempo.
- No pude sacar nada en claro de ellos, tendrán que hacerlo ustedes.- Otis se sentó y suspiró cansado.- Teníamos razón ayer, ahora todo demente que quiera salirse con la suya sólo tiene que fingir que es parte de la sociedad de Dagón.
- ¿Cuántos delitos?- Aless se sentó a su lado y encendió un cigarro.
- Treinta en seis horas. Dunwich se está saliendo de control. Cuando los comisarios entren en acción quebraran cabezas a diestra y siniestra. Restablecerán el orden, así que tengan que matar indiscriminadamente.
- Vamos, esa es una exageración.- Mientras Otis recogía las notas de los delitos y se los daba a Aless, Julss se apoyó contra la pared a un lado de la máquina telegráfica y revisaba compulsivamente su reloj.- Son gente de la corona, no creo que hagan eso.
- No, serán peores que eso.- Dijo Aless.- Los he visto en acción antes.
- Esos son todos los crímenes que podrían estar relacionados. Me quedé sin tachuelas para el mapa.
- La sociedad de Dagón no puede ser responsable ni de la mitad de ellos, su grupo no puede ser mayor a veinte personas, de otro modo corren demasiados riesgos.
- Mi esposa tiene algo.- La máquina comenzó a recibir las señales telegráficas y a interpretarlas con las teclas de letras. Julss fue recibiendo el papel encerado y lo fue leyendo.- “Eralen Sepen, arrestado junto a un cómplice por robo de tumbas, falsificación de cheques y asalto. Cumplió condena parcial tras declarar contra su cómplice, quien murió en prisión. Según nota adicional, fue liberado hace año y medio.”
- Capitán, sugiero que movamos a los prisioneros ahora mismo. Si esperamos a los comisarios la sociedad de Dagón tendrá más oportunidades. ¿Seguro que Eralen Sepen no hablará?
- Le di la golpiza de su vida y ni una palabra.- Otis jaló de una palanca oculta bajo su escritorio para mandar llamar a sus inspectores. Segundos después estaban en la oficina, recibiendo órdenes.

            Los comisarios fueron avisados y cargando a los tres prisioneros en una carreta motorizada en un convoy de tres carros policíacos realizaron el traslado. Julss se mordía las uñas mirando hacia los altísimos techos y a los ventanales, mientras que Aless cerraba los ojos y aguardaba pacientemente, no podía hacer otra cosa. Al cruzar el puente, y a pocas cuadras de encontrarse con los comisarios, un comando de cuatro personas disfrazadas de togas y máscaras escalaron el puente y abrieron fuego. La policía respondió, pero el factor sorpresa y un par de bombas de humo permitieron a los atacantes abrir la carreta. Julss y Aless se protegieron detrás de un carro, pero no había mucho que pudieran hacer. Un minuto después se disipó el humo y había terminado. Rápidamente buscaron al capitán Otis, quien había sido rasguñado por una bala y se había guarecido debajo de uno de los carros. Sobrevivieron dos inspectores y los asaltantes habían matado a Serlina Haberna. Eralen Sepen había desaparecido, y habían dejado atrás a Carmer Ferres.
- ¡Maldita sea! Me harán comerme la placa por esto.
- Calma capitán, no había mucho que hacer. Nos estaban esperando.
- Dejaron a Ferres, quizás si lo exprimimos lo suficiente...
- No se haga ilusiones capitán,- dijo Aless.- él no significa nada. Deje que los comisarios se diviertan con él. Eralen Sepen era el que importaba.
- Sí,- dijo Julss.- pero Serlina Haberna era miembro de la sociedad, por eso la mataron. Ya debió haber cumplido con su parte en la organización, volviéndose desechable.
- Tienes razón, veamos qué tramaba esta universitaria.- Otis buscó entre sus papeles y les dio la poca información que tenía sobre ella, entre otras cosas su domicilio.
- Nativa de Newburyport, no me sorprende.- Aless y Julss corrieron para no ser interrogados por los comisarios que ya se acercaban.- Quizás sí existe una sociedad de Dagón.
- Quizás sí, pero eso no aleja la tremenda luz que brilla sobre nosotros que planeamos el crimen perfecto.- Julss detuvo un auto y mostrando su placa falsa de policía convenció al asustado joven a dejarle su auto y reclamarlo en el precinto.- Julss, tú confundes escrúpulos con una forma de catarro y tú brújula moral sólo apunta al miedo a ser descubierto.
- Puedes caminar si quieres.
- Me quejo de tu ética, no de la comodidad.- Aless se acomodó en el sillón del ruidoso vehículo y mientras limpiaba su monóculo trató de concentrarse.- Quizás exista una célula terrorista de Newburyport que desea arruinar la boda real. Quizás no sea ese su objetivo sino otro, algo más pedestre como el dinero o la venganza.
- Ya la tuvieron sobre Laban.
- Cierto, pero la dificultad es peor me temo. Podemos asumir que todo sentido, pero quizás nada lo tenga, o únicamente lo tengan ciertas partes de su plan. La tercera opción es más espantosa,  pues si no poseemos la llave no podremos darle sentido a la figura entera.
- Faner Ormus.- Julss se encendió un cigarro y aceleró a toda prisa para subirse a la banqueta y escapar del tráfico.- Laban era su rival. Los comisarios trabajan para la corona, quizás ellos planearon la extracción. ¿Y por qué no? Nos usan a nosotros por si hay que recoger evidencia vergonzosa de la cúpula, y crean una célula criminal para arruinar la reputación del otro.
- ¿Entonces por qué matar a Laban? Sería más coherente el dejarlo con vida, que todo apunte hacie él. Espero que Serlina Haberna haya dejado tras de sí algún rastro de su involucramiento.
- Ya casi llegamos.- Julss frenó en seco y Aless salió despedido contra el vidrio y de regreso a su asiento.- Vaya, estos frenos son mejores que los míos.
- Gracias por la experimentación Julss, la duda me estaba matando.
- Te juro que lo disfrute tan poco como tú disfrutaste despertarme con un vaso de agua.
- Aún así no me arrepiento.- Julss detuvo a Aless antes que entrara al edificio y señaló la tienda del otro lado de la calle, “el emporio del disfraz”.
- Vaya, vaya.- En cuanto entraron notaron las togas y las máscaras de todo tipo por toda la tienda.- Ya sabemos una parte de su papel en la organización.
- ¿Les puedo ayudar en algo?- La dependienta, una mujer ciega casi por completo y de dientes salidos dejó su periódico y se acercó.
- Él es el detective Crowley, yo soy el detective Guevola, ¿qué me puede decir de este disfraz?- Aless le mostró una toga y Julss tomó una de las máscaras y se la mostró.
- Claro, es la toga estándar del monje vampiro, ¿se acuerdan de ese libro? Y la máscara es del “hombre sin rostro”, el villano del cangrejo carmesí. ¿No leen esas historias?
- Lo menos posible.- Dijo Aless.- ¿Recuerda si vendió muchos de ellos recientemente?
- Se venden siempre, a veces las mamás compran dos o tres para la familia.
- ¿Y Serlina Haberna?
- No sé quién es.- Los detectives se miraron escépticos, pensando que podía ser parte de la conspiración, pero Julss lo desechó con una sonrisa, pues estaban siendo demasiado paranoicos.- Déjeme ver, tengo un registro. Primero tengo que encontrar mis lentes.
- Ya los encontré.- Julss señaló los lentes sobre su cabeza y la mujer sonrió con sus enormes dientes. Julss reprimió una mueca y pacientemente la siguieron hasta su libro de ventas.
- Hace seis meses se me agotaron, aquí apunté el pedido de compra. Alguien compró unas veinte.- Lentamente fue siguiendo renglón por renglón y cambiando de página.- 4 meses antes volví a pedir, alguien compró otras cincuenta. 5 meses antes compraron diez.
- Gracias por su ayuda.- Salieron de la tienda y cruzaron directo al edificio de departamentos.
- Quizás los compró un revendedor, eso suele pasar. O quizás Serlina abasteció a todo el grupo.
- Eso es lo más probable, pero también es probable que haya comprado más de los que eran necesarios. En caso que alguien investigara la tienda.
- Nos estamos haciendo cada vez más paranoicos Aless, eso no es bueno.- El departamento se encontraba en el segundo piso, frente a las escaleras. Julss empujó la puerta, estaba abierta. Aless notó el hilo en el suelo y antes de pensarlo dos veces tomó a Julss y se lanzó hacia atrás, rodando por las escaleras mientras que el departamento de Serlina Haberna estallaba en mil pedazos.
- Mis oídos, me duelen.
- Aless, amigo, ¿estás bien?- Julss se puso de pie temblorosamente y revisó a Aless para saber si sangraba.- Estás bien, gracias a los dioses estás bien. Me salvaste la vida Aless.
- Me duele cada hueso del cuerpo.
- Vamos Aless, salgamos de aquí.- Julss señaló las llamas que consumían todas las pistas posibles y con una mano jaló a su amigo de pie. Bajaron las escaleras mientras que los vecinos se alertaban mutuamente y corrían a la salida.
- Era dinamita, no la bomba química de la que Otis nos advirtió. No querían destruir todo el edificio, sólo un departamento.
- Me salvaste la vida Aless. Estaba distraído y no pude ver el hilo en el suelo que sostenían las bombas. De no haber sido por ti Marli estaría recogiéndome con cuchara. Lola, por los dioses, no la habría visto de nuevo.- Julss trató de decir algo más, pero sus temblores se lo impidieron. Aless puso una mano sobre su hombro y le miró sonriendo.
- Vamos Julss, te invito algo de comer.

            Los detectives comieron sin pensar más en el caso. Julss habló de su hija durante todo el tiempo y Aless disfrutó cada momento. No había encontrado a la mujer perfecta para casarse, aunque había tenido algunas posibilidades en el pasado. Al ver que su amigo se terminaba el plato pudo respirar tranquilo, Julss estaba bien. Disfrutaron de un delicioso café mientras a una cuadra los bomberos terminaban de controlar las llamas. Al terminar Julss se puso de pie perezosamente para hablar con su esposa por el teléfono en una esquina del local. Aless terminó su café, encendió un cigarro y sonrió al ver que su mejor amigo había encontrado finalmente algo de serenidad. La sonrisa se le borró al ver que regresaba preocupado.
- Aless, hubo otro incendio. Están seguros que fue la sociedad de Dagón. Tengo la dirección.
- Vamos.- Dejó el dinero en la mesa y regresaron al auto.
- Mataron a Laban y casi me matan a mí Aless, esto se está saliendo de control.
- No Julss, mataron a Laban pero no sabían quiénes entrarían a ese departamento. Pusieron la bomba en cuanto se enteraron que estaba bajo arresto, pero no podían saber que eras tú.
- Eso lo hace peor entonces, porque podrían matarnos pero no lo han hecho.
- Es cierto.- Aless no dijo nada más durante el trayecto, meditando sobre lo que Julss había dicho.

            El incendio ya estaba controlado casi en su totalidad. Varios testigos afirmaban haber visto a tres individuos de toga y máscara romper los candados de la entrada, cargando con tambos de gasolina y un aparato que seguramente era una bomba. Los detectives pusieron al corriente al capitán Placar, quien a juzgar por su humor había recibido un enorme regaño de parte de sus superiores y de los comisarios. El capitán les puso a ellos al corriente. La propiedad era una pequeña fábrica a nombre de Maner Lurec, quien según declaró al ser traído a la escena del crimen, había vendido el lugar a Eralen Sepen una semana antes. Otis señaló al hombre que esperaba aburrido apoyado contra un auto y se limpiaba los dientes con un palillo.
- Usted debe ser Maner Lurec.
- Como ya le dije a la policía, no tengo nada que ver con el lugar. Lo vendí hace una semana, pero no transferí los papeles porque desde que la corona se instaló aquí todo es una burocracia infernal. ¿Qué más puedo decirles?
- ¿Quiere un cigarro?- Julss le acercó uno y se encendió otro para él. Maner Lurec, un hombre corpulento aunque avejentado y con tatuajes en los brazos y en el pecho a medio descubrir por la camisa, se sorprendió de su actitud.- Somos detectives privados.
- Gracias a Dagón, gente con sentido común.- Al notar las miradas extrañadas el hombre se rió.- Disculpen, es un tic adquirido. Nací en Newsburyport entre piratas, supongo que esas cosas no se van. Estudié medicina en Merrimack, antes que crean que soy parte de la sociedad de Dagón.
- ¿Y qué lo trajo a esta ciudad?
- Ejercí medicina desde hacía 35 años, pero contrario a lo que se puedan imaginar, las clínicas de los bosques no tienen tanta gente como para mantener a todos los doctores. Imprimo manuales médicos, ahora me cambié a un mejor local con una editorial muy buena. No sabía qué hacer con esta fábrica, pero ese sujeto, ese Eralen Sepen, me ofreció dinero en efectivo y lo tomé.
- ¿Lo había visto antes?
- Nunca.- Aless codeó a Julss y con una mirada señaló al agente Waslo Arsen, quien se abría paso pese a las protestas del capitán Otis.
- Discúlpenos un segundo.- Julss detuvo a Waslo antes que abriera la boca y dejándole pasmado se dirigió al capitán con susurros.- Quiero que sigan a ese hombre día y noche.
- Hecho. Ese agente de la corona se metió sin preguntar.
- Sí, le encanta hacer eso y ya se está poniendo viejo.
- Conexión Newburyport-Dagón.- Dijo Aless en voz baja mientras regresaban a Waslo Arsen. Crowley afirmó con la cabeza y con una seña le dio pie al agente Arsen.
- No olviden que los contraté, no al revés.
- Al grano Arsen, al grano.
- Como sea. Ha habido otro ataque. La oficina de un maestro arquitecto fue saqueada y dos ayudantes fueron asesinados. El asesino usó toga y máscara, y traía consigo una tarjeta.

            Julss cambió de auto, por uno de la policía, y siguieron al agente de la corona hasta las oficinas de la guilda de construcción en el piso 34 de un macizo edificio que conectaba a otros mediante puentes en el piso treinta. Los edificios del estilo Königsport formaban laberintos en el suelo, pero también en las alturas. Algunos techos hacían de parques, puentes iban y venían como larguísimas avenidas que cruzaban calles enteras. No era infrecuente conocer personas que no necesitaban bajar al suelo para hacer su vida cotidiana. La oficina de Ermund Basra se encontraba delimitada como escena del crimen.
- Es salvaje.- Dijo el comisario que les dejó entrar.- En la oficina de al lado vieron al asesino ponerse su máscara, el retrato ya está circulando.
- Es bueno saberlo.
- Oigan, ¿no son ustedes los que tenían que traer a esos tres arrestados a las mazmorras?
- No, nos confunde con otros detectives idénticos a nosotros.- El comisario asintió con la cabeza y no se dio cuenta de lo que pasó hasta que los detectives ya habían entrado.
- Es un desorden.- Aless trató de no pisar sobre los esquemas y planos que habían sido arrancados de las gavetas de los muebles que yacían en el suelo.
- Heridas de cuchillo.- Julss se acercó a los ayudantes y señaló las heridas en sus cuellos.- No fue profesional. ¿Encontró lo que buscaba?
- No encontró al maestro arquitecto, eso es seguro. Sin duda será la prioridad de los comisarios. Pero estaba buscando algo más, no hay duda.- No había un solo rincón en la comúnmente pulcra y ordenada oficina de arquitecto que no mostrara las señales de un desquiciado.
- Hay que buscar el desencadenante Aless, hay que ir a la casa del arquitecto.
- Sí, pero será mejor hacerlo en secreto.- Salieron de la oficina y de inmediato se toparon con Waslo Arsen.- ¿El retrato que tienen es confiable?
- Mucho.- Arsen le extendió una copia.- ¿Qué piensan hacer?
- Había cierto olor a pescado entre los mapas y esquemas que el asesino manoseó. Julss tiene contactos en los mercados de mariscos. La mayoría vienen de Newburyport. Iremos para allá. ¿Ustedes pueden hacer una búsqueda generalizada? Denle la información al capitán Placar.
- Prefiero jugar esto cerca del pecho, sin ofender al capitán Otis Placar.
- ¿Olor a pescado?- Le preguntó Julss mientras bajaban las escaleras de piedra y se perdían en el gentío del puente.
- Tenía que decir algo, además sonó tan plausible que hasta yo me lo hubiera creído.
- No celebres aún, tenemos una cola.

            Mezclándose con la muchedumbre de los puentes alcanzaron un mercado en el techo de un edificio vecino. Escondiéndose entre las enormes esculturas de los patricios revisaron cuántos comisarios les seguían. Sin correr tomaron otro camino hacia otro puente, los comisarios les detectaron y mantuvieron su distancia. Aprovechando la cercanía con un heliopuerto civil se confundieron con la gente que ascendía por las escaleras metálicas hasta el zepelín. Los comisarios no entraron con ellos, sabiendo que era más fácil mandar la orden de seguimiento al siguiente heliopuerto. Aless contaba con ello y en el último momento posible se escurrió a la cabina de pilotos y descendieron del otro lado del heliopuerto. Habiendo perdido a sus seguidores pudieron bajar al edificio y a la calle. Tomaron el primer carruaje mecánico que pudieron y fueron directo a la dirección escrita en la tarjeta que Julss había robado. La carreta, con sus dos motores que, como caballos con cuatro ruedas, avanzó por las sinuosas calles oscurecidas por los rascacielos.
- ¿Crees que se enoje Waslo?
- Sin duda, pero tengo la sospecha que él nos necesita más a nosotros, que nosotros a él.

            Detuvieron el carruaje mecánico un par de cuadras antes y Julss telefoneó a Marli para que pidiera, a través de sus contactos, la información tributaria del arquitecto Ermund Basra. Aless revisó que no hubiesen comisarios cerca y forzó las cerraduras cuidadosamente. La casa no había sido atacada, al menos no aún. Julss le alcanzó mientras Guevola analizaba los papeles en su escritorio, planes de construcción para más distritos de Dunwich, así como análisis de costos.
- Marli obró milagros. No me vas a creer, pero Ermund Basra prácticamente no existe. No paga impuestos laborales y ésta no es su casa.- Aless le mostró fotografías domésticas del maestro arquitecto y amigos o familiares a un lado de su escritorio.- Sí, pero todo lo paga un tal Traler Karse y la guilda de urbanidad.
- Interesante, con razón Arsen estaba tan nervioso sobre el asunto.- Revisaron todos los cuartos, por si acaso Ermund estuviese muerto y atado en algún rincón, pero no encontraron nada.
- Tiene más libros en su dormitorio que en su oficina, qué tipo tan aburrido.
- ¿Si le robaras a un maestro arquitecto, dónde buscarías primero?
- No en su dormitorio.- Julss extrajo varios expedientes y se los mostró a Aless.- Estudios de análisis de materiales de construcción, manuales para condenar distritos enteros con diversas excusas, toda una lindura.
- Tiene un cajón secreto en su buró.- Aless metió la mano al cajón, forzó los mecanismos, extrajo un librito y se sentó en la cama.- Está en código, pero la última entrada en este diario debería ser de al menos esta semana.
- ¿Crees que podrías quebrar el código?
- Si tuviera uno o dos días de tranquilidad... Pero no necesito ser un genio para leer el nombre de Traler Karse repetidas veces.
- ¡Ahí están!- Los comisarios habían entrado silenciosamente. Julss escondió los papeles que sostenía en el librero, Aless tiró el librito en el buró y al ponerse de pie cerró el cajón con la rodilla.
- ¿Qué ocurre?- Los comisarios los revisaron a conciencia y a empujones les regresaron a la calle. A regañadientes les devolvieron sus armas. Se habían salvado, pues pudo haber sido peor, y ambos lo sabían. Era obvio a quién tenían que agradecer.- Agente Arsen, qué bueno verlo aquí.
- Guárdatelo Crowley, no tengo humor para ti. ¿Qué hacen aquí?
- Su casa estaba a dos cuadras del mercado.- Aless señaló hacia la esquina e inocentemente le miró sin entender.- ¿Ya tienen al sospechoso o aún hay tiempo de ir al mercado?
- Tenemos al sospechoso, pero no está en custodia. Mis comisarios en el mercado no los reportaron, me imaginaba que estarían aquí.
- ¿Y el arquitecto?
- Ermund Basra está en camino a Königsport, sano y salvo.- Los detectives se miraron sin decir nada, pero era obvio que ambos sospechaban algo terrible en una demostración tan obvia de poder. Arsen quería tapar algo, y la corona lo taparía mejor en la capital del reino.- El asesino sin embargo, Otil Ritva, murió después de matar a un funcionario de la guilda, Traler Karse.
- ¿Podemos verlo o trasladaron los cuerpos a Königsport también?-  Waslo miró a Julss con odio, pero se tranquilizó fumando compulsivamente de su pipa.
- Ésta vez vienen conmigo.
- Tendría que ir al baño.- Waslo le miró frustrado y lo empujó al auto.- Lo digo en serio.

            Traler Karse era un hombre alto, de aspecto venerable y con quince cuchilladas en la espalda y en el cuello. El asesino, Otil Ritva, le había encontrado saliendo de un restaurante en el piso 15, uno debajo de un puente que cruzaba la avenida de los héroes. Los comisarios habían cerrado el área por completo, impidiendo que la gente pudiera salir del restaurante a 500 metros de donde se había cometido el asesinato.
- Conozcan a Otil Ritva.- El agente Arsen recogió la billetera que los comisarios habían regresado al cuerpo y les mostró sus identificaciones.- Bibliotecario, miembro de un club de vinos y psicópata.
- ¿Traler Karse y Otil Ritva mediaron palabra?
- El consenso indica que no. Atacó al tesorero por la espalda.
- Ésta vez no lo mataron los comisarios.- Julss dio vuelta al cuerpo, descubriendo su tez pálida y espuma en la boca.
- Sus ojos están vidriosos.- Aless abrió su boca y señaló el color negro en la lengua.- Este hombre estaba tan enfermo que me sorprende que pudiera matar a los asistentes.
- Lo cual me hace preguntarme, ¿por qué mató a Traler Karse, si él buscaba al maestro arquitecto?- Julss se puso de pie y enfrentó al agente Arsen.- ¿Alguna idea?
- Quería matar a alguien de las guildas y lo consiguió. Se graduó de maestro arquitecto a un funcionario de alto nivel. Tiene sentido.
- No, no lo tiene y no finja que lo tiene. ¿Me va a decir que buscaba a Traler Karse en la oficina del maestro arquitecto? Ermund Basra ni siquiera era de la misma guilda que Karse.
- No hable de él en pasado, Basra está bien y en camino a la capital.
- Nos llamó porque sabía que sería peor cuando nos enteráramos del asunto, que asumiríamos lo peor.
- Les llamé porque son mis empleados y que no se te olvide Crowley.
- Llegaremos a la verdad agente Arsen, sin importar a quién afecte.
- ¿Esa es una amenaza?
- No, es un aviso. Ahora si me disculpan, quisiera ir a casa y ver a mi esposa. He tenido un día duro.

            Aless siguió a su amigo, pero sabía que no había nada qué decir. Julss podía ser de carácter ligero, pero una vez que llegaba a su límite era difícil tranquilizarlo. Aless le dejó en su casa y cuando Marli vio la mirada de preocupación en sus ojos entendió que su marido estaba en problemas. Crowley no habló durante la cena, temía preocuparla demasiado si le decía de la explosión o de sus sospechas de encaminarse a una traición sanguinaria por parte de sus clientes. Lola Zaza no entendió su mal humor e ignorándolo, se sentó en sus piernas.
- Lola bájate.- Le dijo su madre, pero Julss acarició su rostro mientras escondía una lágrima.
- De no haber sido por Aless... Marli, yo no estaría aquí. Todo se viene abajo.- Julss tapó los oídos de su hija.- No es como antes, cuando el asesino o el chantajista, el ladrón o el fraudulento, trata de esconder su rastro sutilmente. Ésta gente ha matado tanta gente que ya perdimos la cuenta. Es el crimen perfecto Marli, porque el instante que hagamos un arresto la violencia escalará.
- ¿Por qué?
- Porque inocente o culpable, tienen que hacerlo. Si es inocente desconfiaremos de él porque pensaremos que la ola de violencia es para fingir que es inocente.
- Parece un túnel sin salida. ¿Cómo lo está tomado Aless?
- Ya lo conoces, él es una piedra. El cielo podría prenderse fuego y él no doblaría las rodillas.- Julss suspiró mientras acariciaba el cabello de su hija.- Si esto no se resuelve en dos días quiero que empaques tus cosas y te vayas con Lola a casa de tus tías en Arkham.
- De ninguna manera Julss. Vas a resolver el problema y lo harás rápido.- Marli se puso de pie y levantando los platos fingió que estaba tranquila.- Son los mejores Julss, tú y Aless, si alguien puede hacerlo eres tú. El túnel sólo parece cerrado, siempre hay una salida.
- Canción.- Lola Zaza lo repitió varias veces, aburrida de ver a sus padres hablar.
- Nena... Está bien.- Julss la abrazó y se relajó de inmediato. El teléfono sonó y Marli salió de la cocina.- Mi amor, creo que tu canción tendrá que esperar.
- Es Aless, hubo un asalto al banco. Dijo algo de gases paralizantes, no le entendí.
- Tengo que irme.- Julss salió corriendo pero se detuvo en la puerta.- Prepara las maletas.
- Termina esto Julss, o nunca acabará.

            Julss llegó al banco central cuando la policía ya había cerrado el paso. Aless ya se encontraba ahí y le ayudó a pasar. El capitán Otis les acompañó hasta la pesada bóveda del banco. Los pocos empleados nocturnos eran atendidos por enfermeros y las autoridades bancarias se aseguraban de que la policía contara cada billete y lo dejara en su lugar.
- Tenemos ocho puntos donde el suelo fue derretido con ácido. Seguramente una manguera conectada al techo y una bomba de presión.
- Déjame adivinar, hay túneles abajo.
- Sí. Se pone interesante. El ácido creó los boquetes, pero después soltaron un gas paralizante, sin duda con ayuda de los ventiladores robados. El edificio cierra herméticamente en la noche, los empleados se intoxicaron en menos de un minuto, sin poder sonar la alarma.
- ¿Y cómo entraron?
- Por la puerta delantera, como si fueran dueños del lugar.
- Aquí está la bóveda.- Otis les mostró la pesada puerta que descansaba en el suelo.- Usaron colchones para evitar el ruido. Deshicieron los pernos y las bisagras y simplemente lo dejaron.
- No robaron nada señor.- Reportó un inspector.
- Ni un centavo.- Repitió la autoridad bancaria.- No forzaron ni una caja de seguridad.
- ¿Y los bonos del tesoro?
- Tenemos más de 600 mil coronas en bonos del tesoro,- el banquero mostró a sus peritos que recogían los bonos, que Julss reconoció como idénticos con los que les habían pagado aunque de mucha mayor denominación.- no falta ni uno solo.
- ¿Me quiere decir que se tomaron todas estas molestias y no tocaron nada?
- Así es detective Guevola. El robo perfecto, porque no hubo robo.
- Sólo por curiosidad,- dijo Julss.- ¿ustedes son de la guilda de banqueros?
- No, independientes. Aunque no falta mucho para que nos reemplacen.- Dijo el banquero con tristeza.- Y nunca había visto algo así.
- Revisen si Eralen Sepen tiene una cuenta aquí, si ha hecho movimientos bancarios recientes, si ha sido empleado de limpieza, lo que sea.- Aless estaba cansado y desesperado.
- Fue lo primero que hice.- Dijo Otis, igualmente cansado.- Y nada.
- ¿Qué estás pensando Aless?
- Ya me cansé. Ven conmigo, tengo una pala en la cajuela.

            Aless manejó a toda velocidad con las lámparas de gas a toda potencia. Julss ya sabía a dónde se dirigía, y al verlo tan desesperado no pudo dejar de sentir que, de algún modo, la situación estaba a punto de empeorar. Aless se detuvo en seco en el cementerio y armados con la pala en la cajuela brincaron la barda. Cavaron en la tierra fresca de la tumba de Laban Khun hasta que una hora después dieron con el ataúd. Dificultosamente lo abrieron de golpe y se miraron tensos. Se habían quedado sin pistas. Laban ya no estaba y en su lugar se encontraba Eralen Sepen con un disparo en la cabeza. Sin mediar palabra cerraron el ataúd y cavaron la tierra de nuevo. Tenían cierta consolación, aquella podría ser una carta bajo la manga.









































Capítulo 5 La mano invisible

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Heliodromo como el nuevo mercado, “rascacielos y la revolución del aire”



















            Temprano en la mañana los detectives se presentaron al banco central para pedir información de las cuentas de Laban Khun. El banquero protestó al principio, alegando que el secreto bancario impedía soltar esa información, sin embargo se detuvo a si mismo a media oración y recordó que había muerto. Les hizo pasar a una pequeña sala de paredes de piedra y altísimos muebles de archivero que ascendían mucho más alto de lo que el candelabro permitía ver.
- Aquí tienen detectives.- El banquero entró por una puerta secreta vestido con largo saco rojo con dorado y su ridículo sombrero puntiagudo azul con hilo de oro.- Éstas son sus operaciones.
- ¿Los ladrones no tocaron los registros?- Aless recibió el libro, lo puso sobre la mesa y lo abrió en la página marcada con un elegante pasador de tela.
- Los registros se guardan en una bóveda aparte, ni siquiera la tocaron. Muy pocos de nosotros  sabríamos donde buscar además, están escondidos en el edificio. Toquen la campana cuando haya acabado, o si necesitan algo más.
- Lo haremos, gracias.- Iluminados por la tenue luz del candelabro a varios metros sobre ellos, Aless usó una regla para no perder de vista las columnas y las cifras.
- Es extraordinariamente detallado. Estos banqueros son capaces de apuntar cada vez que estornudas, si consideran que pueden sacarte un par de coronas de eso.
- Es cierto, y ésta vez funcionará a nuestro beneficio.- Estudiaron los registros por unos minutos, dándose una idea de la vida bancaria de Laban Khun.
- No importa qué tan bien planeada este una conspiración, siempre necesitan dinero. Los depósitos y retiros son de lo más erráticos, a excepción de esos retiros de principios de mes.
- Tienes razón.- Aless fue anotando los retiros de principios de mes regresando las páginas.- Año y medio. 600 coronas cada mes, a excepción del mes pasado.
- Quizás se dio cuenta del rastro que estaba dejando.
- Después de ese mes fue retirando 1,200 coronas mensuales.- Aless siguió las cifras hasta que la visión se nubló y comenzó a dolerle la cabeza.- Es algo, pero no es todo. Ha hecho retiros de docenas de miles de coronas erráticamente por el último mes.
- Imposible saber cuánto dinero ha invertido en la conspiración, tienes razón. Los ingresos también son de lo más sospechosos, no ha trabajado un caso en años y sus otros negocios no son tan buenos. Loric es el de las finanzas realmente.
- Dudo que nos dejen ver su registro bancario. Le pondrían sobre aviso además. Mejor que no sepa lo que nosotros sabemos.
- ¿Leíste el periódico Aless? El príncipe consorte promete un reinado fiel y fuertes cambios con los empresarios, para evitar una nueva revuelta.
- El príncipe estará hoy en la confirmación de la cúpula, sería un buen punto para atacar. La corona hará que la cúpula se humille frente a ellos, quizás ellos planean algo al mismo tiempo.
- Así es, pero hay tiempo para eso.- Julss hizo sonar la campana y devolvieron el registro. Aless señaló un agujero en la pared a su lado, una mira para que los banqueros les vigilaran.- Son precavidos y no los culpo. Hay otro rastro de dinero que me interesa, el testamento de Laban. Si salimos ahora llegaremos a tiempo.

            La lectura del testamento se llevaría a cabo en la oficina del abogado de la familia, el presidente de una famosa firma de abogados en el último piso de una torre de altísimos arcos y rosetones, comunicada por puentes y con vista directa al edificio de la cúpula. Para acortar camino estacionaron a un lado de un transporte de globo de helio sin paradas hasta los pisos superiores. La canasta se acopló al puerto aéreo y bajaron junto con varios funcionarios y burócratas. Loric y su esposa, sus primos y el mayordomo de la mansión Khun ya habían llegado. Se instalaron en el umbral de la puerta sin decir nada, como si pertenecieran ahí.
- Es un lamentable fallecimiento sin duda.- Decía el robusto abogado mientras se colocaba sus gafas e iba jalando una palanquita para acomodar las lentes de aumento. Tomó el testamento y le dio una leída superficial antes de continuar hablando.- Al señor Loric, como seguramente ya lo habrá discutido con su hermano, le deja todas las acciones industriales. A sus primos les deja la casa de campo de Arkham que heredó de su padre, para ser repartida en partes iguales o como prefieran. A su cuñada Elisse le deja su colección de pinturas al óleo de Pralen-Larmer del siglo pasado. A su mayordomo, Bruss Molaren le ha conseguido un trabajo en Königsport. El lord Vanrose necesita de un jefe de mayordomos en su mansión de verano y está decidido a pagar casi el doble que la familia Khun. Eso en cuanto a la herencia. Laban me dijo que sus cercanos estaban informados del seguro de vida de 200 mil coronas, cuyo beneficiario directo es Loric Khun. Me parece que eso es todo, damas y caballeros. Cualquier duda sobre algún punto específico, mi puerta está abierta en todo momento. Y de nuevo, mi más profundo pésame.
- No sabía que era coleccionista de arte.- Dijo Julss. Elisse pegó un brinco y le lanzó una mirada de odio.- Disculpe, no quise asustarla.
- Me temo que no son Pralen-Larmer.- Dijo el mayordomo.- Es una serie de seis retratos de Wercer, invaluables sin duda. El señor Laban aprovechó que estudié arte en mi juventud para asistirle a sus compras, pero nunca pude quitarle la idea de que no se trataban de Pralen-Larmer.
- Como sea, me gustan mucho sus pinturas.- Cortó Elisse.- Laban fue generoso hasta el final.
- Felicidades Bruss, parece que Laban fue generoso contigo.- Loric terminó de discutir algunos asuntos familiares con sus primos y se apoyó contra la pared a un lado de su esposa.- Mudaré todo a mi casa, puedo conseguirme un mayordomo temporal así que no te preocupes por la mansión. Jefe de mayordomo será mucho más descansado para ti, sobre todo por tu rodilla.
- No sé si quiera ir señor Loric. La verdad es que ya estoy viejo para cambiar de ambiente y Königsport nunca me gustó. Además, ¿de qué me serviría el dinero de lord Vanrose si no me queda mucho tiempo más de vida?
- Una observación mórbida, pero adecuada.- Dijo Aless. Loric recibió una copia del testamento de su hermano y comenzó a llorar. Limpiándose las lágrimas con su pañuelo salió de la oficina y Julss le siguió. Loric trató de decir algo, pero la voz le temblaba tanto que no pudo.
- Calma amigo, date tiempo.
- Una maseta en la cabeza Julss, ¿te parece manera honorable de morir?- Loric se sentó en un sillón a la salida del corredor de oficinas y a la entrada de un heliopuerto pequeño.- Un segundo estamos juntos, pensando que viviremos para siempre, y a la siguiente lo estoy enterrando. El tiempo es algo muy curioso Julss, aún siento que era ayer cuando salíamos a cazar.
- Con el príncipe según he escuchado.
- Ni empieces. Era un maldito entonces y un maldito ahora.
- No veo que la cúpula lo ataque tanto.
- ¿Y qué esperabas? Enfrentan la extinción, se creen mejores que Teleric Dunwar y no creen que se case con la princesa. Yo no sé, ni me interesa.
- ¿Por qué dejaron de ir a cazar con el príncipe?
- El príncipe sólo fue un par de veces, no éramos amigos realmente. Dos apellidos importantes, sólo eso. Y no sé, fue hace tres décadas y beber en el bosque nos aburrió rápidamente.- Loric se soltó a llorar y Julss se sentó a su lado para pasar su brazo sobre su hombro.- Ya no me importa si el príncipe se casa o si la cúpula hace esto o aquello. Escuché que la sociedad de Dagón atacó una de las sesiones de psicología de Lovecraft, supongo que ahora le darán más seguridad. Casi me alegraría escucharlo, de no ser porque mataron a mi hermano. ¿Tienen algún adelanto?
- Quizás.- Aless apareció a un lado y le hizo una seña a Julss para que le acompañara.- Tenemos que irnos Loric si queremos llegar a tiempo a la ceremonia de coronación de la ciudad. El príncipe consorte y la princesa real estarán ahí.
- Y la humillación de la cúpula.- Dijo Loric.- Buena suerte.
- No sé qué pensar, parece destrozado.- Abordaron un pequeño zepelín y por la ventana miraron al edificio de la cúpula, un par de pisos más alto que cualquier otro.
- Por 200 mil coronas cualquiera actuaría como un maestro. Suficiente dinero para abastecer a la sociedad de Dagón por muchos meses.

            Debido al eterno celo por la puntualidad de Aless, los detectives llegaron tan temprano a la catedral que el piso aún estaba siendo trapeado y la policía apenas se organizaba a las órdenes del capitán Otis Placar. Lo primero que Julss preguntó fue si no había túneles debajo de la catedral, y la respuesta fue negativa. Colocaron inspectores de civil y uniformados por toda la periferia. Los comisarios llegaron en manada, tratando de hacerse cargo de la seguridad. La discusión se prolongó hasta la llegada de los primeros invitados y finalmente se llegó al acuerdo de coordinar los esfuerzos. Cada invitado fue registrado a conciencia, a menos que fuese muy famoso. Ningún acceso quedó descuidado, ningún tejado quedó sin protección.
- Es una sensación extraña, estar en medio y ser inútil.- Aless y Julss ocuparon sus lugares en las bancas del fondo. Aless no dejaba de archivar mentalmente a cada invitado que pasaba por los altísimos arcos de la entrada, mientras que Julss leía pacientemente el diario.
- Escucha esto, los sobrantes de materiales se venden a Merrimack.
- ¿De qué estás hablando Julss?
- De lo que construyen las guildas. A Merrimack. Supongo que ahora todo se conecta a todo, hemos oído de Merrimack y de Newburyport.- Julss dobló el periódico y se estiró.- ¿Quieres calmarte? La policía y los comisarios lo están haciendo bien. Este es el golpe maestro, pero de nada sirve agotarse antes que pase algo. Acaba de entrar Lord Lovecraft, funcionarios de cada guilda en la ciudad y representantes de la cúpula. En cualquier momento llegarán los príncipes y empezará la función. ¿Investigaste de quién fue la idea de tener a toda la gente importante del reino en el mismo lugar, y al mismo tiempo?
- La coronación de la ciudad se planeó desde que la corona ganó la guerra. La fecha se puso hace tres semanas y no cambió. Se planeó desde Königsport, o al menos eso dicen.- Aless resopló cansado y miró su reloj de bolsillo, faltaba poco.- No he visto al agente Arsen.
- No debe estar lejos, afilando los cuchillos que nos clavará en la espalda. ¿Y si Faner y Laban, con o sin Loric, planearon el crimen perfecto de modo que ambos lados obtuvieran algo?
- No creo que el motivo sea político, al menos no el primario. Seguramente es por dinero.- Aless meditó la posibilidad y negó con la cabeza.- Tendrían que confiarse mutuamente, mientras que las facciones para las cuales trabajan como espías estarían sobre ellos detectando posibles traiciones. Cada vez que se reunieran tendrían que confiar ciegamente en que la otra persona no les traicionó para quedarse con el dinero, o que sorprendido por sus autoridades tuvo que cambiar el objetivo y sacarse al otro de adelante.
- No me digas que no te sientes ni un poco culpable por todo esto.- Las trompetas sonaron y el príncipe consorte marchó con la bandera de los Dunwar atrás de la princesa real con la bandera de los Vandrecker.
- No pensé que tú pudieras sentirte culpable, ¿no la habías vendido?
- Sí, pero reaparece de vez en cuando.
- Una cosa es teorizar, otra es llevarlo a cabo.- Julss le miró escéptico mientras todos tomaban asiento, una vez que los príncipes ocuparan su lugar en sus sillas detrás del altar.- Y sí, me siento bastante culpable.
- ¿Quieren guardar silencio?- El banquero a un lado de Julss les llamó la atención.- Aquí viene lo bueno. No esperé aquí dos horas para perdérmelo.
- ¿Están los tres?
- No, el patricio no vendrá, está enfermo.

            Alvin Drejna y Olaf Povel dejaron que los monaguillos les quitaran los zapatos y les vistieran con togas con las insignias del culto de Yog-Sogoth. El no poder llevar las marcas de Cthulhu ya era deshonra suficiente, pero tenían que humillarse ante los próximos reyes. Se arrastraron por el suelo aún húmedo y trataron lo más posible de esconder su vergüenza. El público les miró tratando de ocultar sus sonrisas, algunos por educación, y otros porque sabían que la cúpula tiene memoria fotográfica, sobre todo cuando se trata de vengarse de cualquiera que les mirara feo. Un perro callejero entró a la catedral, aumentando la hilaridad cuando tres pesados comisarios lo corretearon. Tratando de ser silenciosos y sutiles sus botas hicieron tanto ruido que prácticamente todo se detuvo hasta que pudieron asustar al perro para que saliera de la catedral. Después de arrastrarse ante el altar y rendir sus pleitesías caminaron a sus sillas y guardaron silencio. El sacerdote comenzó con sus rituales, pero las atenciones se dispersaron rápidamente después del evento principal.
- ¿Valió la pena la espera?- Le preguntó Julss al banquero sentado a su lado.
- Ese maldito de Alvin Drejna fue el que compró mi banco de ahorros. La ley de compra forzada me arruinó, ahora tengo que hacer de contador. Por cierto, ¿ustedes no estuvieron en el banco anoche cuando fue robado?, no nos han dicho mucho, ¿cómo pasó?
- Hicieron agujeros en el suelo y bombearon gases paralizantes. Después de eso llegaron caminando, abrieron la bóveda y se fueron sin tocar nada.
- Esos túneles de entregas secretas debieron haberse cerrado hace mucho.
- Hay trabajo que hacer.- Aless cortó la conversación y obligó a Julss a acompañarle.
- Nada sospechoso hasta ahora.- Les susurró Faner Ormus en cuanto llegaron a los arcos de la entrada.- Tenemos gente en cada azotea a dos cuadras a la redonda y en cada salida de drenaje. La más cercana está a tres cuadras de aquí.
- ¿Qué hay de la salida? Podrían atacarlos acabando el evento.
- También lo pensé Aless, y lo tengo cubierto.
- Tenemos un problema.- Julss señaló a Alvin Drejna, quien no dejaba de toser. Olaf Povel se puso de pie a la mitad de la ceremonia y agarrándose la garganta corrió por el pasillo hasta caer muerto.
- Maldita sea.- Los comisarios, la policía y los tres detectives trataron de ayudar a los miembros de la cúpula, pero era demasiado tarde. Alvin Drejna había muerto sentado y Olaf Povel a pocos pasos de él.- Tenemos que sacar a los príncipes de aquí.
- De inmediato señor.- Le contestó un comisario.
- ¡No!- Aless detuvo al comisario agarrándolo de la manga de su largo saco café.- Eso es lo que quieren. Éste es el lugar más seguro. Primero saca al público, después a la realeza. No podemos arriesgarnos a un solo momento de confusión y pánico.
- Tienes razón.

            Los policías llevaron ordenadamente al público hacia las salidas y dieron la alarma a todos los agentes de uniforme y de civil. Los comisarios protegieron el edificio y las salidas. Aleister Lovecraft y los príncipes fueron llevados al cuarto trasero y subidos a un carruaje de los comisarios. Julss insistió en que al menos otros cinco carruajes idénticos, y con el mismo peso encima, salieran a la vez y tomaran otras rutas.
- Escojan a una de las falsas para ofrecerles la mayor protección. Y nada de policías, únicamente comisarios.
- No tomamos órdenes de ustedes.
- Deja que mis inspectores ayuden Crowley.
- No Otis, sólo comisarios. Así si hay una fuga, sabremos qué cañería gotea.
- Ominoso, pero cierto.- Faner asintió y dio las órdenes pertinentes.
- En esa carreta viaja el futuro del reino caballeros.- Waslo Arsen se materializó detrás de ellos.- Hicieron bien en planear el escape.
- ¿Y dónde estaba usted agente?
- En uno de los techos. ¿Me pueden decir qué pasó?
- Tendremos que saber qué hicieron antes de venir aquí. Otis,- Aless señaló al capitán, quien no estaba del todo feliz porque le excluyeran de la protección de los futuros reyes.- ¿puedes averiguar con quién comieron y dónde? Nos concentramos en proteger la catedral, pero no nos preocupamos por saber qué pasaba antes.
- Puedo hacerlo y lo haré.- Otis infló el pecho y empujó al agente Arsen con el hombro.
- No se ve muy feliz.
- Nadie lo está agente Arsen. Estaremos en la oficina esperando los resultados del capitán. Si quiere puede llevarnos allá y mantenernos vigilados.
- Ya lo he estado haciendo desde el día que los contraté. No quiero que nada violento les pase.
- Encantador.- Dijo Julss.

            Marli Hilegger les estaba esperando y en cuanto cerraron la puerta comenzó a hablar de los expedientes de Laban Khun. Mientras mantenía entretenida a Lola Zaza con un juguete les explicó que los Khun habían desarticulado una peligrosa pandilla de ladrones hacía cinco años.
- Aquí está lo interesante, los ladrones usaban los túneles de la ciudad.
- Sí, pero ¿qué puntos tangibles podríamos investigar?
- ¿Qué tal la guarida secreta? Una estación de tren subterráneo abandonada desde la revuelta de Arkham.- Julss besó a su esposa y tomó su abrigo. Marli le extendió el papel donde había anotado la dirección de la vieja estación.- ¿No se te olvidaba esto?
- Gracias, preciosa. Llama a Waslo, dile que trabajamos mejor a solas. Lo más seguro es que esté vacío el lugar, pero al menos tendremos alguna pista.
- Tengo la intuición,- dijo Aless mientras llenaba su cigarrera y se lavaba el rostro.- que no estará vacía. Ahí estará, pero dudo que haya alguien. No olvides tu arma, por si acaso me equivoco.
- Tengan cuidado. Si llama Otis, ¿qué le digo?
- Que te dé la información y nosotros le hablamos a él.

            Salieron del edificio por una entrada oculta a una callejuela estrecha y larga que les alejó un par de cuadras de los hombres de Waslo Arsen. Bajaron a uno de los túneles subterráneos que facilitan el traslado a pie y sin ser notados se metieron al área de servicio. Tomando una lámpara de aceite se internaron en los túneles con las armas preparadas y los oídos prestos a cualquier otra cosa que no fuera el eco de sus pisadas. Orientándose por las rendijas en el techo y las marcas de tiza que los ingenieros dejaban en las paredes para no perderse, encontraron el camino a la vieja estación y una hora después estaban ahí. El lugar era enorme y el polvo escondía su anterior gloria. Parecía estar vacío, pero había rastros sin polvo que traicionaban la presencia de actividades muy recientes. En la plataforma de la estación encontraron una docena de sillas plegables pulcramente acomodadas en un rincón. La taquilla de la estación había sido modificada, un vidrio ahumado ocultaría la identidad de quien se sentara ahí. Donde antes se expedían los boletos se encontraba ahora una canastilla de correos.
- Es brillante. El taquillero tenía su propia entrada,- dijo Julss.- de modo que la mente maestra podría evitar la embarazosa circunstancia de revelar su identidad a un conspirador que ha llegado muy temprano, o que andaba husmeando por ahí. Deja sobres en esa canastilla con dinero e instrucciones, sin necesidad de explicar a todos los miembros el objetivo de su sociedad de Dagón. Es completamente mecánico y a los Khun les encanta lo mecánico.
- ¿Para qué las sillas? Sería más fácil contratarlos uno a uno y tener con cada uno de ellos un plan diferente.
- Eso es lo que hace Aless, pero necesita hacerles creer que hay una sociedad de Dagón, y este lugar es muy dramático, sería muy efectivo. O quizás sí hay una sociedad, pero de un modo u otro, es una cuestión psicológica. Y sí, a Faner le encanta lo psicológico antes que me reproches algo. Además, no los contrató cara a cara a todos, me apuesto mi mejor traje que al único que contrató de ese modo fue a Eralen Sepen y él contrató a los demás. Por eso él lo mató.
- ¿Por qué no puede ser una ella?
- Sea como fuere, ¿quieres decirle a Otis que ponga a su mejor inspector vigilando aquí?
- Sí, pero dudo que regresen. Debe haber algún miembro encargado de mantener este lugar en secreto, quizás nos escuchó y se fue. Pero es mejor prevenir que lamentar.- Aless se agachó y tocó las baldosas del suelo.- Este estilo minimalista era clásico en la época de la revuelta de Arkham, la mente maestra no sólo lo barrió, sino que hasta lo limpió.
- La mente maestra debe ser nostálgico.
- Limpiaron el suelo...- Aless se puso de pie y echó a correr hacia la salida.- Julss, ¡el perro! Tenemos que encontrarlo, es de vida o muerte.

            Salieron de los túneles hacia la calle y Aless detuvo a un auto para bajar a su ocupante de un jalón del cabello. Julss se disculpó mostrando su falsa placa de la policía y se subió antes que Aless le dejara atrás. Guevola manejó tan rápido como pudo de regreso a la catedral.
- ¿De qué perro estás hablando?
- Otis está persiguiendo fantasmas Julss, fueron envenenados en la catedral. El veneno era el agua con el que trapearon, ¿recuerdas el veneno del mal de minas? Con un solo golpe pudieron haber barrido a la cúpula de la faz de la Tierra.
- No tiene sentido matar a la cúpula, no al menos desde la perspectiva de los Khun.
- No si lo que buscas es una limpieza interna. El patricio no pudo ir, ¿recuerdas?
- Sí, eso es algo con lo que Faner podría trabajar, después de todo es un patricio. El viejo Orne Fernan no es tonto, sabe que está en vías de extinción y estaría dispuesto a un nuevo trato. Aún a costa de sus compañeros de toda la vida.
- Si ese es el caso, ¿qué ganarían los Khun?, ¿qué es lo que la corona les ha prometido que hace que valga la pena sacrificar a dos de sus jugadores más importantes?

            Al llegar a la catedral y pasar la barrera de comisarios que impedían el tráfico, los detectives se separaron. Julss se encargó de investigar quién trapeaba el piso cuando los detectives llegaron, mientras que Aless se ocupó del perro. Corrió por una cuadra preguntando por un perro callejero de color blanco con motas negras en un costado. Los vendedores y transeúntes le miraron como a un lunático y le dieron la espalda. Estaba por darse por vencido cuando escuchó las sirenas de los bomberos. En la calle paralela había habido un incendio en un edificio abandonado. Aless tenía la certeza absoluta que el incendio había sido provocado para matar al perro. Tenía la seguridad de que el perro usaría el edificio abandonado como guarida, pero guardaba la esperanza de que el perro hubiese sido más listo que sus perseguidores por lo que buscó por la parte de atrás abriéndose paso entre los bomberos que aprovechaban la callejuela en un costado para terminar el trabajo. El fuego había atraído a muchos niños y chismosas. Fue preguntando por el perro de uno en uno, hasta que finalmente un niño lo reconoció.
- Sí, es de la cuadra.
- ¿Sabes para dónde fue?
- Para allá.- El niño señaló hacia la esquina, pero detuvo a Aless que ya se disponía a irse.- Pero no lo va a encontrar.
- ¿Por qué?
- Estaba como muerto, no caminaba normal y una enfermera lo rescató.
- ¿Y cómo sabes que era enfermera?
- Porque se vestía como una.
- ¿Y ella vive cerca?
- No creo, porque estaba en un carro, uno de esos nuevo. Era muy bonito.
- Sí, estoy seguro que lo era.- Aless le premió con unas cuantas coronas y regresó caminando y fumando hacia la catedral. Habían aniquilado al testigo principal, pero confiaba con que Julss tuviera algo con qué trabajar. En la catedral se encontró con Loric, quien fumaba nerviosamente en las escaleras y con Faner, quien no le quitaba los ojos de encima mientras discutía con sus comisarios. Julss lo alcanzó corriendo.
- No lo vas a creer.
- Yo creo que sí Julss.
- La mujer que trapeó el suelo es voluntaria desde ayer. Nacida en Newburyport y sin familia. El diácono decidió darle la oportunidad. Ahora está en una jaula tratando de probar su inocencia a los comisarios, no envidio su posición. Le di el pitazo a Otis, pero dudo que la encuentren con vida, el diácono dice que estaba muy enferma.
- La encontrarán muerta, probablemente en el incendio a unas cuadras de aquí.
- ¿El incendio?
- Sí, no pudieron agarrar al perro así que prefirieron cocinarlo. Escapó a tiempo, aunque el veneno ya estaba matándolo y finalmente fue recogido por una enfermera que se bajó de su carro.
- ¿Una enfermera?
- ¿Tienen algo útil?- Loric se levantó del escalón y se les acercó apestando a brandy.
- Lo mismo que tú y que Faner. No te ves bien Loric.
- Me siento peor. Aún trabajo para la cúpula, o lo que queda de ella, y el viejo patricio no está feliz.
- Ánimo Loric, siempre puedes renunciar o vender tus talentos a Faner.
- Primero muerto. Además, Elisse me dejó.- Julss y Aless se miraron por un segundo y trataron de disimular la sorpresa.- No disimulan muy bien ustedes dos.
- Pues es una sorpresa Loric.
- No, no la es. Elisse y yo hemos tenido problemas desde hace un tiempo, no éramos muy unidos. Nunca me acompañaba con mis negocios personales fuera de Dunwich y no le importaba realmente mi trabajo de detective. Tienes suerte Julss, esa Marli Hilegger es especial.
- Lo es Loric, lo es.
- ¿Qué haces aquí Loric? Ya te dije mil veces que son asuntos de los comisarios.- Faner lo empujó con todas sus fuerzas y Loric cayó al suelo. Aless trató de calmar a Faner, pero Loric se puso de pie de un salto y se aventó sobre el otro espía.
- Hijo de perra fue un ataque directo a la cúpula, rompiste toda forma de diplomacia y espionaje en un acto de guerra.
- ¿Quieres guerra Loric? Porque la tendrás si no desapareces.
- ¿Me vas a matar de una vez?- Julss trató de tranquilizarlo, pero era inútil.- ¿Por qué me detienen a mí? Él siempre se quiso quitar de encima a la cúpula, todo por ese príncipe bueno para nada. ¿Es que no lo ven? Todos los negocios atacados han sido de la cúpula, o aunque sea ninguno ha sido de guildas. Es a él a quien buscan.
- ¡Cálmate de una vez Loric, antes que los comisarios te calmen!- El ultimátum de Julss fue efectivo, pero Faner resoplaba furioso.
- No hables así del príncipe consorte, maldito traidor. ¿Y necesito recordarte que muchos de los sospechosos son de casos del irresponsable de tu hermano Laban?
- No hables así de él.- Los comisarios se llevaron a Faner para comunicarle algo al oído y Aless aprovechó el momento para convencer a Loric para que se fuera a su casa, o al menos lejos de Faner y sus matones.- Manténgame informado.
- Eso haremos.- Faner se desocupó y los detectives lo abordaron.- ¿Y bien?
- Tengo dos noticias. Otil Ritva falleció, encontraron el cuerpo a quince cuadras de aquí y no fue homicidio. La segunda noticia es más difícil, mataron al secretario personal del doctor Lovecraft. Imagino que querrán venir, fue en la entrada de la universidad.
- Vamos.- Los detectives subieron al carruaje de Faner.- ¿Lord Lovecraft está bien?
- Parece que sí, estaba en su estudio cuando pasó.
- No me sorprende.
- ¿No llegaron ustedes en auto?
- Sí, pero creo que será mejor si lo dejamos ahí. Su dueño lo debe estar buscando.
- Julss, tú nunca cambias.- Aless reprimió una sonrisa y Crowley se fingió ofendido.
- Yo no cambio, es el mundo el que cambia. No sé si eso es bueno o malo.- Crowley señaló hacia los edificios del renovado distrito.
- Me gustan las reconstrucciones.- Dijo Guevola.- El pragmatismo de los industriales siempre ha sido un veneno. Ése es al menos un cambio positivo.
- No seas tan pesimista Aless.- Dijo Faner mientras se bebía un cognac de la barra instalada en un costado del carruaje.- Aunque entiendo lo que dices. Difícil de creer que Loric y yo fuimos amigos. Ahora somos sospechosos. ¿No es así como funciona?
- Más o menos, es un asunto sucio de los pies a la cabeza. Toda esta rivalidad entre la cúpula y la corona... No sé, hay una pieza que falta. ¿Qué tiene el príncipe que lo hace tolerable a la cúpula?
- Aless tú no has cambiado tampoco. El príncipe Teleric de Dunwar hará cambios radicales en Dunwich, la cúpula es sólo el inicio. Prometió devolver las minas si la ciudad hace reformas que harán imposibles una segunda sublevación. Ya con la primera estuvimos demasiado cerca. ¿Se imaginan un reino como una fábrica gigante?
- Eso explica muchas cosas.- Julss se sirvió un cognac sin preguntarle a Faner.- La corona compra todo lo que puede, deja a la cúpula sin negocio pero no antagoniza al extremo porque promete devolver la mina. La cúpula reducida a la potencia minera del reino, todos ganan.
- Por eso nosotros no matamos a Alvin Drejna y a Olaf Povel, no nos convenía hacerlo. Ahora el patricio sacará las garras, eso es algo que deseábamos evitar.
- Es una belleza.- Julss asomó la cabeza para ver la nueva sede de la universidad. Después de la guerra el edificio que había sido hogar de Inmas Kantor y su grupo había sido destruido por completo y una catedral del conocimiento había sido erigida.
- Me alegra que te guste Julss, porque tú lo pagaste. La ciudad paga por estas reconstrucciones y baja los precios de venta de los materiales. Al menos eso hacía, cuando la cúpula estaba más o menos bajo control. Ahora esto será lo primero que peligre, el rey no estará complacido. Tomará cartas en el asunto, se los aseguro.
- ¿A qué te refieres con eso?
- Soldados en las calles, comisarios de civil reportando cualquier foco de disidencia... Esa clase de cosas.
- Las maravillas de la demagogia.- Dijo Aless.- Encontrarán chivos expiatorios, los harán ahorcar en público y concluirán el asunto. Cualquier otro ataque de la sociedad de Dagón se considerará como algo aparte, como separatistas que toman una bandera ajena.
- Es lamentable, pero cierto. No tengo mucho tiempo.
- ¿Quieres apostar quiénes estaremos en esa lista de chivos expiatorios?- Preguntó Julss sin esperar una respuesta a cambio.

            En la entrada de la Universidad se desató otra riña entre policías y comisarios. Los cuerpos seguían en el suelo, los enfermeros de la morgue se sentaron en la enorme fuente para esperar su turno y un océano de universitarios observaban con una mezcla de morbo y curiosidad. Faner metió orden, asistido por el capitán Placar, pero antes que los hombres de la morgue se llevaran los cuerpos los detectives se acercaron. Había seis cuerpos, cuatro hombres y dos mujeres.
- Dos hombres de toga y máscara.- Explicó Otis.- Uno en la entrada de la universidad, otro allá atrás. Descubrieron sus rifles y dispararon cartuchos enteros. El que estaba atrás, por la entrada a la columnata exterior, corrió para acá dejando la huella de su bota en la sangre, y corrieron por la calle. Parece ser que un auto les esperaba.
- ¿Y cómo llegaron hasta aquí?- Aless no terminaba de entender el relato.- ¿Llegaron disfrazados y nadie lo notó?, ¿no hay seguridad en el campus?
- Claro que llegaron disfrazados detective Guevola, mire a su alrededor.- Aless comprobó que muchos de los universitarios estaban disfrazados.
- Maldito el día que permitieron la cátedra abierta.- Se quejó el aristócrata.
- Mis comisarios arrestarán a todos los que puedan.- Dijo Faner.- Probablemente no tengan nada que ver, pero es una cuestión de principios.
- ¿Quiénes son las víctimas?- Julss mostró su bloc de notas y Otis se quitó el sombrero para rascarse el cabello y tratar de recordar sus nombres correctamente. La tensión era visible, sus superiores estaban por despedirlo y para colmo tenía a Faner Ormus respirándole en la nuca.
- El de bombín era Grenli Karss, secretario personal de lord Lovecraft. A su lado se encuentra Jass Fabre el tesorero de la universidad. Los hombres de atrás son Uren Rasneron, catedrático de historia y Elomer Grass segundo asistente del tesorero del ministerio de salud. Las dos mujeres son Runima Sansa, jefa de enfermería del ministerio de salud y Falpra Inser secretaria del decano de la facultad de ingeniería.
- Tesoreros de nuevo.- Susurró Julss.- Como Traler Karse.
- Sí. Nosotros hablaremos con Aleister Lovecraft.
- No creo que los quiera ver.- Dijo Faner.
- Lo hará.
- ¿Sabe dónde queda su estudio?
- Déjame adivinar Faner, ¿en la parte más baja de algún insondable abismo?
- ¿Cómo supiste?
- Conozco a los de su clase.

            Los detectives entraron a la universidad a través de los corredores formados por sus contrafuertes. En el salón principal ubicaron las escaleras descendentes y mostraron sus identificaciones a los matones de la entrada. Las escaleras descendían en espiral y su tamaño variaba, de excesivamente grandes a excesivamente pequeños. El camino pobremente iluminado por antorchas les llevó hasta una puerta de oro con la figura de un hombre desnudo y desafiante mirando al sol. Aless intentó tocar, pero Julss simplemente empujó la puerta. El estudio entero era una máquina de engranes pequeños y mecanismos de resortes que controlaban archiveros, experimentos alquímicos y elaborados motores de prueba. Una jungla de hilos y poleas que se conectaban, después de innumerables canaletas, ruedas y mecanismos, hasta dos alargados guantes hasta el corazón de la habitación, el doctor Lovecraft. Cada gesto de sus dedos podía realizar las operaciones más complejas, manipular pesados objetos, escribir notas, enviar mensajes y hasta preparar la comida. Un lenguaje secreto de movimientos digitales regulaba cada acto dentro de su estudio. El altísimo escritorio de Lovecraft se encontraba en el centro de siete círculos concéntricos, como el sol dentro de su propio sistema mecánico.
- Lord alquímico, ministro de salud y rector de la Universidad del Miskatonic, Aleister Lovecraft.- Aless realizó una reverencia, respetando su estatus como lord, pero Julss ni se molestó.
- Les estaba esperando.- Flexionando el pulgar derecho y alargando los dos dedos meñiques un  delicado mecanismo acercó, asistido por un riel que recorría la habitación, una charola con dos tazas de café que los detectives agradecieron, pero se negaron a beber.- El café es bueno.
- Le creo.- Dijo Julss mientras dejaba la taza sobre una pila de libros.- Imagino que escuchó sobre la muerte de su secretario personal.
- Lamentable. Los asesinos no me intimidan. ¿Les gustaría hurgar por sus papeles personales? Entiendo que tal es su método, ¿no es así detectives?
- A veces. Y a veces me basta con no volar en pedazos.
- Escuché sobre eso también.
- Escucha mucho.
- Es mi método. Soy psicólogo después de todo, escuchar es lo que hacemos.
- ¿Y qué ha escuchado del príncipe?- Preguntó Aless. Aleister Lovecraft sonrió con una mueca que hacía aún más terrible su alargado rostro como de caballo.
- Aless Guevola, soldado, controlador de pestes, detective privado y aristócrata. ¿Aún utiliza su estricta educación en manos de su alcohólico padre como una excusa para no intimar con nadie?
- Veo que hemos tocado un nervio Aless, no quiere hablar del príncipe. Cambio de dinastía, de Vandrecker a Dunwar, cualquier cosa podría pasar. Incluso en la universidad, ¿un cambio de rectoría quizás? Reformas al ministerio de salud... Cualquier cosa. Es mejor escribir la historia que padecerla, ¿no es así?
- El perro faldero defiende a su amigo. Están equivocados detectives, si acaso ustedes me deben a mí una disculpa. No los culpo realmente, rodeados de amigos que se hacen sospechosos no pueden sino sospechar de todos. De todos los jugadores en este juego mortal yo soy el único que está de su lado.- Los detectives se miraron sin decir nada.- Todos se alinean con la cúpula o con la corona.
- ¿Y usted?
- No es obvio, con la humanidad. La espalda cansada de la humanidad merece que el peso muerto de esta civilización pretenciosa sea levantado para que pueda correr libre.
- Correr libre y destruirse a sí misma.- Guevola enrojeció, pero ahora más que nunca su postura se hizo tensa y su rostro mostró su calma aristocrática.
- Les enseño a ser libres con mis sesiones. Yo doy el empujón, la verdad hace el resto. Necesitan de la verdad, con ella se darán cuenta que todo lo demás es un vestido apretado y viejo. Innecesario por completo. La cúpula les pide que trabajen, la corona les pide que sigan órdenes, yo simplemente les pido que piensen. ¿Qué podría haber de malo en eso?
- Nada, si usted tiene el monopolio del pensar.- Julss pasó sus manos por uno de los hilos y jaló levemente.- Llegaremos al fondo del asunto, y cuando lo hagamos la verdad saldrá a la luz. Si a usted le beneficia eso, así sea, pero si tiene la mano metida en este juego como tiene a estos hilos jalando de todo, derrumbaremos esta universidad con usted en ella.
- Palabras valientes de un mago que reprobó la academia.
- Ya entiendo.- Julss comenzó a reír y abrazó a Aless tratando de calmarse lo suficiente para contarle algo divertido.- ¿No lo ves Aless? No son todas las cosas en su oficina las que están atadas a él, es él quien está atado a todo.
- Prisionero de su propia libertad.- Aless estalló en carcajadas y se fueron del estudio sin prestar atención a lo que el lord alquímico decía en tono amenazador.

            Los detectives siguieron riendo en su camino de regreso y se fueron tranquilizando cuando salieron a la calle y vieron la carreta de la morgue alejarse con los cuerpos, y otras dos carretas de la policía subiendo universitarios con el poco sentido común de disfrazarse de la sociedad de Dagón. Otis les informó de otros tres atracos a transeúntes y el robo de un carruaje repleto de perros callejeros. Los detectives se excusaron diciendo que era tarde y tomaron un carruaje para regresar a la oficina. Cenaron en el restaurante de enfrente y bromearon sobre el lord alquímico, su espantosa reputación, el miedo que generaba en los demás y lo patético que se veía con aquellos hilos. Se olvidaron de las muertes, las conspiraciones y el miedo que se veía en los ojos de los transeúntes. Se despidieron en la oficina, después de recoger sus cosas y revisar si no había mensajes.
- Llegas alegre.- Marli se sorprendió de ver a su marido silbando relajadamente.- ¿Resolvieron el caso? Escuché lo que pasó en la catedral.
- No, pero Aless y yo decidimos relajarnos por una noche. Nos viene bien.- Cargó a su hija y entró a la cocina para robarse un pastelillo y compartirlo con Lola Zaza.
- Pues me alegro de verte en mejor humor que anoche.- El teléfono sonó y tras un saludo Marli se quedó tensa. Pálida como una hoja de papel colgó el teléfono y recibió a Lola en sus brazos.- La mansión Khun se incendió, parece que hay muertos.
- Pues allá fue nuestra noche relajada.

            Julss llegó poco después que Aless a la mansión Khun. El incendio había consumido el ala este, pero el resto de la mansión parecía en buen estado. Los gritos de Loric les guiaron entre la multitud de comisarios y bomberos. Loric Khun trataba de abrirse paso entre los fornidos comisarios para alcanzar la camilla en la que Elisse se encontraba. No tenían que ver su mirada perdida para entender que Elisse había muerto.
- Por los dioses...- Loric estaba histérico y fue necesario que otros tres comisarios lo tranquilizaran con golpes a los riñones. Los detectives prefirieron ver el cuerpo de Elisse y hablar con el médico.- ¿Puede determinar la causa de la muerte?
- Claro que puedo.- El cuerpo estaba ennegrecido por las cenizas, pero no se había quemado. El médico le dio vuelta a la cabeza y mostró la enorme herida en su cráneo.- Tengo al menos dos golpes fuertes aquí. La mujer debió desangrarse antes de morir.
- ¿Qué es esto?- Aless tomó la fría mano de Elisse y señaló a la punta de sus dedos.- No es ceniza, ni humo. Es tinta.
- ¡Déjenme verla!- Loric, quien parecía ligeramente más calmado, convenció a los comisarios de ver a su ex-esposa una última vez. Tomó a Elisse de la cabeza y la abrazó como si aún viviera.
- Loric, vamos. Tienes mucho por hacer esta noche.- Julss le separó y los comisarios se lo agradecieron con la mirada.- ¿Puedes contactar con sus familiares o prefieres que lo hagamos nosotros?
- No, yo me encargo, pero gracias por preguntar. Estaba con mi abogado cuando me llamó la vecina. Supongo que ahora debería ir de regreso y hablar con él para que se encargue de otro funeral. Otro funeral Julss, otro. ¿No te parece que he estado en demasiados?
- Sí, en demasiados. ¿Por qué estaba Elisse en la mansión de Laban?
- No sé, yo me mudé inmediatamente después del funeral. Bruss debía ayudarme a empacar... Bruss, por los dioses, ¿dónde está?
- ¡Tenemos otro!- Un bombero salió cargando al mayordomo.
- ¿Está bien?- El médico ayudó al bombero a ponerlo en un camastro y lo limpió con agua. Había sido golpeado en el rostro y estaba atado de pies y manos. Empujando su pecho y dándole respiración de boca a boca el mayordomo comenzó a toser y a retorcerse.
- Intoxicación, estará bien en unas horas, pero me lo tengo que llevar.
- Bruss, ¿puedes oírme?- Julss y Aless cortaron las amarras mientras Loric le daba pequeñas cachetadas para evitar que se desmayara.- ¿Qué pasó?
- Sótano. Equipo de deportes... Estaba empacando el equipo de deportes.
- ¿Y qué pasó?
- Ruidos arriba.- El mayordomo tosió con fuerza y trató de levantarse, para encontrarse con que no tenía la suficiente fuerza para hacerlo.- Tenía una toga y una máscara. Me golpeó y me desmayé.
- El sótano salvó tu vida Bruss.- Dijo Julss.- ¿Recuerdas si dijo algo?
- No, ¿se robó algo?
- Bruss, mató a mi Elisse.- El mayordomo le miró sin entender y cerró los ojos llenándose de lágrimas. Loric le tomó de la mano y apretó temblando.- La mataron Bruss, mataron a mi Elisse.
- Vamos Loric, deja que se lo lleven.
- Maldita sea, ¿por qué no los mataron a ustedes?, ¿me pueden resolver esa duda?
- Loric... Yo no sé. La verdad es que no sé Loric.
- Vamos Julss, necesita estar solo.- Aless acompañó a Julss a su coche, pero se quedó fuera.- ¿Quieres ir con Loric?
- No, quiero caminar.
- Yo tampoco, no hay manera humana de que pueda dormir esta noche.


















Capítulo 6 El crimen perfecto

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El relojero que vivía en su reloj, de “Cuentos para niños modernos”











            Aless se presentó a la oficina a primera hora, pero la encontró vacía. Sabía dónde encontrar a Julss. Ignoró los mensajes en la máquina telegráfica de la oficina y fue directo a casa de Julss. Marli abrió la puerta y señaló con la cabeza. Brevemente explicó que Julss no había dicho nada, ni había comida, ni se había movido desde que llegara tres horas antes del amanecer. Julss Crowley estaba sentado en una silla de la sala con una mano en una botella vacía de whisky y la otra con su pipa aún humeante. Aless se sentó a su lado sin decir nada y notó el periódico en el suelo. Su compañero lo debía haber comprado en la calle y al leer el titular entendió su estado catatónico. El heraldo de Dunwich tenía a primera plana “Se estiman 33 muertos a manos de la sociedad de Dagón. La policía incapaz de cerrar el caso.”
- No puedo Aless, no soy lo suficientemente inteligente.
- Yo tampoco, pero no por eso nos rendimos.
- ¿Qué sentido tiene? Cada paso está lleno de sospechas. Si la policía nos da la evidencia, sospecho que Otis tiene mano en el asunto. Si los comisarios nos dicen que un sospechoso ha muerto, asumo que fueron ellos. A veces le creo a Loric, a veces no. A veces creo que Elisse fue la mente maestra, pero la evidencia que lo apoya también lo descarta. Si no nos matan, la corona nos hará sus chivos expiatorios. A veces creo poder ver qué delitos son los relevantes y cuáles son solo parte de la ola delictiva para confundir, pero al mismo tiempo se me ocurren otras tres series de crímenes. ¿Es por dinero, es por venganza, es por poder político, es para demostrar que se puede hacer?
- ¡Tío Aless!- Lola despertó y corrió a los brazos de Aless.
- Son las minas,- dijo Aless mientras abrazaba a Lola.- el príncipe se las dará a la cúpula. ¿Recuerdas al geólogo Ors Kelran y Kalerina Wamer que fue secuestrada donde el geólogo trabajaba como contador?
- ¿Para qué mostrarnos eso? Podrían dejar a Wamer en cualquier otra parte, nunca conectaríamos al geólogo. No Aless, querían que lo conectáramos. Tenemos que desecharlo. Es toda una maraña.
- Leí que hay un túnel a más de cuarenta pisos de altura.- Marli puso la mesa y el desayuno de Lola y la llamó con un gesto.- En Königsport. Son piezas de bronce decoradas que, si se miran desde la ventana del dormitorio del rey, parece un túnel perfecto donde el sol se pone justamente ahí una vez al año. En cualquier otro punto de la ciudad no se vería el efecto deseado. Eso es lo que necesitan, cambiar de posición y mirarlo de nuevo.
- Es cierto,- dijo Aless.- la multiplicidad, vista en perspectiva, siempre da la apariencia de unidad. Khun se equivocaba, el hombre no es su presente, lo que produce. Lovecraft está equivocado también, el hombre no es su pasado. El hombre es esencialmente lo que puede ser, es futuro.
- ¿Y cómo nos ayuda eso?
- Ningún plan es perfecto, el arresto de Eralen Sepen es un buen ejemplo. Sin duda alguien importante en la organización, más que la universitaria cuyo departamento prepararon con una bomba. La mente maestra empezó siendo una persona, pero conforme el plan se materializaba, terminó siendo otra. Una cosa es el plan, otra muy distinta es llevarla a cabo. Nosotros buscamos quien es ahora, pero tendríamos que buscar la transformación de un punto a otro. Encontramos eso, encontraremos el desencadenante y el objetivo final.
- ¿No crees que se haya dado ya con la muerte de dos terceras partes de la cúpula?
- Quizás sí, quizás no. Quizás el objetivo era más pequeño, algo que pasaría desapercibido en comparación de un ataque tan grande como el de la catedral, o el atentado al príncipe o la muerte del secretario personal de Lovecraft.
- A eso me refiero, quizás esto o quizás lo otro.- Lola terminó de desayunar y corrió a jugar con su papá, quien apenas tenía las fuerza su suficientes para sentarse derecho.- ¿Aunque sabes qué tiene tinta? Las fábricas de químicos, como el primer golpe. Como los dedos de Elisse.
- ¡Canción!
- Tienes razón.- Dijo Aless.
- ¡Canción!
- Dime una cosa, si repitieras lo que hemos platicado, ¿repetirías un mal chiste?
- ¡Canción!
- No, no creo.- Julss asintió con gravedad.
- ¡Canción!
- Ahora no pequeña, papi está contemplando a la nada.
- ¡Canción!
- ¿Por qué le enseñé esa canción?- Marli se llevó a Lola Zaza y de inmediato Julss pegó un brinco y se miró las manos como si en ellas se encontrara la respuesta.- Aless eres un genio. Lo que era antes, lo que es y lo que puede llegar a ser. Es la canción maldita sea, es la canción.
- ¿De qué hablas?
- Tenemos que irnos, hay que probar suerte, te explico en el camino.

            Julss explicó en el camino a la oficina y Aless lo comprendió de inmediato. La solución había estado frente a ellos por tanto tiempo que se había hecho invisible. Aless lo resumió argumentando que hasta la pintura más perfecta es horrible si tan solo se examina un brochazo. Aprovecharon que Waslo Arsen mantenía a la oficina vigilada para hacerse seguir hasta una cabina de máquina telegráfica. Notificaron a Faner que tenían un sospechoso perfecto, alguien que conoce a la mente maestra, pero que necesitan que Aleister Lovecraft esté en la misma habitación. Julss habló con los agentes que les seguían, quienes sin duda revisarían el mensaje enviado, para que comunicaran un mensaje a su jefe. El príncipe tenía que estar en la mansión Khun para el mediodía si es que querían saber la verdad sobre la sociedad de Dagón. Ubicaron a Loric en el velatorio preparando el funeral de Elisse para ponerle al corriente. La promesa funcionó a la perfección, si quería saber por qué Aless y Julss no habían muerto aún, tenían que estar en su mansión al medio día. La trampa había sido puesta. El príncipe consorte llegó temprano en un carruaje sin el sello de la casa de Dunwar y en compañía de sus guardaespaldas. El doctor Lovecraft llegó en su carruaje personal y sin seguridad adicional. Bruss, quien aún tenía un moretón en el cachete, les hizo lugar en una sala parcialmente vaciada en la porción intacta de la mansión.
- Más vale que sea bueno.- Les advirtió Faner Ormus cuando llegó en compañía de Waslo Arsen, poco después de Otis Placar.
- La noticia se movió rápido.- Le dijo Julss a Aless.- Mejor, menos posibilidades de ser asesinado.
- ¿Y bien?- Preguntó el príncipe consorte.
- Te toca.- Dijo Aless mientras Bruss le acercaba un cognac.
- Estaba seguro que tenía que ver con las minas, el negocio más redituable en Dunwich. La sociedad de Dagón nos mostró el camino. El arma homicida nos llevó al geólogo, el secuestro nos llevó a la fábrica y el geólogo trabajaba ahí. No era contador, era geólogo, después de todo la fábrica estaba en el corazón del distrito minero. Hay algo más que máquinas en esa fábrica, el lugar es una mina de oro. El príncipe la renta a la cúpula, ellos pagan un dineral pero no invierten ni una corona, eso no parece tener mucho sentido. El príncipe cumple su promesa, devuelve las minas y la cúpula estaba literalmente sentada en una mina de oro. El pago de renta era básicamente para comprar lealtad, asegurarse que la promesa fuese cumplida.
- Todo esto es nuevo para mí.- Dijo Teleric Dunwar.
- Es una pérdida de tiempo.- Lovecraft se levantó para irse, pero Aless cerró la puerta de un empujón.- ¿Qué tengo que ver con cualquier negocio secundario que el príncipe pudiera tener con los empresarios?
- Usted ya lo sabía doctor. Usted sabía mucho.- Lovecraft sonrió maliciosamente y se sentó de nuevo. Julss se encendió un cigarro, disfrutando de la incomodidad del lord alquímico.- Ya sabía del negocio sucio, por eso atacó a la cúpula. La mujer que atacó al príncipe estaba enferma de mal de minas, también la mujer que trapeó el piso y quien asesinó a Traler Karse. El perro que pisó el veneno era una pista, algo inesperado. Incendiaron el edificio con tal de matarlo, pero una enfermera lo encontró, sospechando lo mismo que nosotros. Ella fue el objetivo del ataque, no el secretario personal del doctor Lovecraft, ni todas las demás personas inocentes. ¿Quién sino el ministro de salud tendría acceso a sus expedientes? Enfermos, de Newburyport hogar del culto a Dagón y en necesidad económica. Les prometió la cura si llevaban a cabo sus misiones suicidas. Se aprovechó de la sociedad de Dagón, pero no es la mente maestra. Usted sólo quería evitar el matrimonio del príncipe consorte, eliminar a la cúpula y mantener el orden existente. La corona y los realistas deben estar orgullosos de usted.
- ¿Trató de asesinarme?- El príncipe no se lo tomó con la misma calma que Lovecraft.
- Crece niño, todo esto es hipotético. ¿No es así detective?
- Claro, hipotético. Y si van a matarse mutuamente no lo hagan aquí.
- Es obvio quién queda.- Dijo Faner.- El escuadrón suicida pudo estar a las órdenes del doctor, y quiero reiterar que es hipotético, la mente maestra ha sido siempre Laban.
- ¿Desde la tumba?- Loric quiso levantarse y ahorcarlo, pero la presencia de los comisarios lo hizo cambiar de opinión.- Laban estaba a cargo del proyecto de la mina en la fábrica desde el lado de la cúpula, eso no lo hace culpable. Es simple diplomacia. ¿Y por qué no tú?
- Faner ha estado ocupado protegiendo el negocio más importante de la corona, el comprar a Dunwich. Y lo han hecho muy bien, pero el doctor lo sabía y trató de impedirlo o al menos señalarlo. Al buen doctor le gusta el status quo, pero le gusta aún más si él está hasta arriba.
- Julss, ¿de qué estás hablando?
- No te hagas al inocente Faner. Tú mismo nos dijiste que Dunwich tiene que pagar las reconstrucciones. La guilda de urbanidad recibe sus miles de coronas para destruir la zona, después reutilizan el material para construir, vendiendo el sobrante a Merrimack. Ermund Basra lo controlaba todo, el verdadero objetivo del asesino del escuadrón suicida. Traler Karse era el prestanombres, el punto de unión entre la guilda de urbanidad y la guilda de construcción. Vimos los reportes de calidad de materiales en la casa del maestro arquitecto. Tenían que llevárselo a Königsport, era demasiado importante.- Faner estaba a punto de decir algo, pero Julss le detuvo.- No estamos aquí para arrestar al doctor Lovecraft, ni a ustedes. El agente Arsen no nos paga para eso. Estos son negocios sucios que ustedes resolverán como les venga en gana.
- Entonces muestra a Laban.- Insistió Faner.
- ¡Laban está muerto! Eralen Sepen desenterró su cuerpo para hacernos creer que estaba vivo, y alguien reemplazó el cuerpo de Laban Khun por el de Eralen Sepen.
- ¿Y dónde está mi hermano?
- Eso no lo sé aún Loric.
- ¿Quién queda? Tiene que ser uno de nosotros.- Dijo Loric.- Y yo sé que yo no fui.
- No era sobre las minas, sólo iluminaban un trato sucio entre la cúpula y el príncipe consorte. Una serie de crímenes de los cuales sólo unos cuantos serían relevantes, sólo unos cuantos nos dejarían entrever las verdaderas intenciones de la mente maestra de la sociedad de Dagón.
- ¿Y cuáles son?
- Robaron químicos para hacer tinta, ése fue el primer incendio. Todos nos enfocamos al secuestro, y ésa era precisamente la intención. Tinta como la que Elisse tenía en las puntas de los dedos. Compraron las máquinas de escribir de ese lugar donde se imprimían manuales médicos. La compra del lugar, por Eralen Sepen, y su incendio también fueron para cubrir. Secuestro que no era secuestro. Incendio que no era incendio. Faltaba uno más. El robo que ni fue robo. Usaron gases que seguramente fabricaron del primer robo, disfrazado de incendio. Entraron a la bóveda y sí tocaron algo. Al secuestrar a Kalerina Wamer se la llevan con todo y su cargamento de papel viejo, ese era el objetivo verdadero. Cuando estuvimos en su oficina nos enteramos que habían regresado un lote, por no ser lo suficientemente viejo. Tenía que ser viejo, porque los bonos son de papel viejo. Cambiaron bonos en el banco, verdaderos por falsos. Sin duda no todos, pero incluso si los banqueros les hubiesen revisado a conciencia no habrían encontrado nada sospechoso en tan buenas falsificaciones. Robaron cientos de miles de coronas. Se hicieron hombres y mujeres muy ricos, si no es que la mente maestra planea matarlos a todos en los siguientes días. Los crímenes después de eso fueron para despistar y una vez que el escuadrón suicida del doctor Lovecraft empezó a ser de las suyas pudieron dar por terminadas sus operaciones riesgosas.
- El crimen perfecto.- Sentenció Loric con gravedad.- Elisse se dio cuenta, por eso la tinta, y la mataron. ¿No es así? No me dirán que Elisse fue parte del asunto.
- Más o menos. Para entender el papel que Elisse jugó hay que entender la mente del hombre que organizó todo. La sociedad de Dagón naturalmente nos hacía apuntar hacia Newburyport, incluso el buen doctor cometió ese error. Kalerina Wamer, de quien obtuvieron el papel necesario, y cuya localización trajo al príncipe al foco de la investigación, y Maner Lurec, de quien compraron el edificio para obtener las imprentas, no debieron habernos hecho pensar en Newburyport, sino en Merrimack. Hace treinta años Wamer y Lurec estuvieron en los bosques de Merrimack, Lurec como médico nacido entre piratas y también el príncipe estuvo ahí cazando con los hermanos Khun. Dejaron de cazar hace treinta años, pero no fue porque se aburrieron Loric, fue algo mucho peor. La herida en la rodilla de Bruss, él dijo que le recordaba a Merrimack y debía hacerlo. Nacido con el nombre de un rey, pero viviendo para servir. ¿No lo ves Loric? No estábamos solo en esa reunión, Bruss Molaren también estaba ahí.
- ¿Qué?- Bruss miró sin entender lo que pasaba y rápidamente se encontró rodeado de comisarios que lo sentaron por la fuerza.- ¿De qué está hablando?
- Un detalle fundamental. Uno de los hermanos, mientras discutiendo los parámetros que consistirían en el crimen perfecto, dijo que no contaría una maseta contra la cabeza. Si alguien le comentaba a otra persona sobre la discusión, como seguramente pasó en el lapso de tres años, no habría incluido una broma sin gracia. Pero tenía que morir así, era más poético.
- No sé de qué está hablando, pero exijo que me dejen ir.
- Bruss tenía acceso a los papeles de Laban, estaban por todas partes y por eso tantos elementos nos remitían a Laban. Elisse trabajó en ese banco, sin duda tarde o temprano mencionó los túneles que corren debajo. ¿Quién mejor que un estudiante de artes para duplicar bonos? Tres años de práctica debieron haber hecho a un maestro. Elisse lo descubrió desde el funeral, pensamos que miraba hacia la tumba, pero miraba a Bruss. Encontró la imprenta, la mató, incendió la mansión, se amarró y se golpeó un par de veces para parecer auténtico. Tenía la esperanza que el fuego consumiera la tinta, pero no contaba con que los vecinos reportarían a tiempo el incendio. La misma mansión que tiene acceso a túneles subterráneos, permitiéndole acceder a ellos hasta la estación abandonada que mencionaba el archivo de Laban.
- No puede ser.- Loric se resistió a la idea.- Es una operación costosa, ¿cómo iba a convencer a los otros criminales con apenas la esperanza de robar esos bonos del tesoro?
- Chantaje. Revisamos los registros bancarios de Laban pensando que eran pagos para la sociedad de Dagón, y en cierto modo lo eran. Son constantes a principio de mes, pero faltó un pago y empezó a pagar el doble. Loric, tu hermano y tu esposa tenían un amorío. Laban nunca pudo decírtelo, ni siquiera en su testamento donde trata de mandar lejos a Bruss. Por eso Elisse no te acompañaba fuera de la ciudad. El mayordomo conocía todos los secretos oscuros de Laban.
- Maldito seas Bruss, te tratamos bien.
- Por favor Loric, no mientas. Hace treinta años en los bosques de Merrimack, tú sabes qué pasó. El príncipe estaba ahí, él también sabe. Se aburrieron y decidieron divertirse con Bruss, le dispararon y se puso grave.
- Maner Lurec me salvó la vida.- Dijo Bruss.- Un disparo en la pierna y otro en el abdomen. El pirata resultó más decente que los aristócratas y el príncipe. Kalerina Wamer pagó por la operación y me permitió quedarme en su casa para curarme. La bruja fue buena conmigo. Cuando regresé todos fingieron que no había pasado y me tuvieron de su sirviente, humillándome con la mirada. Tenía que castigarlos a todos, por eso los mandé al príncipe, para que el mundo viera su verdadero rostro. No quería la mala publicidad y a los Khun no les importó. Cuando secuestraron a Kalerina Wamer insistió en que no le hicieran daño, era la única persona que me importaba, además de Maner Lurec. Tres años de reunir las piezas, gente que podía sobornar en el mundo criminal, de chantajear a Laban y prepararlo todo. No pensé que me agarrarían, pensé que era el crimen perfecto.
- Y lo fue Bruss, pero tú no eres el criminal perfecto. Tenías que vengarte, no podías dejarlo en su lugar y quedarte con los bonos del tesoro.
- Están en el sótano, debajo de unas cajas. Son 500 mil coronas, mis cómplices tienen bonos falsos. ¿Saben lo que es desangrarte hasta morir tragando pasto a la mitad del bosque? Me arrepiento de no haberlos matado a los dos.- Faner hizo un gesto y los comisarios se lo llevaron.
- No creo que sea necesario decirlo pero,- Faner se apoyó contra la puerta cuando los comisarios se fueron y sacó su arma.- cualquier detalle expuesto aquí es confidencial. Doctor, usted y el rey tienen sus maneras de solucionar sus problemas. No es mi asunto.
- Guardaremos el secreto.- Dijo Aless.- Pero queremos algo a cambio. No más sesiones de psicología, ni patentes en las medicinas del mal de minas.
- Concedido.- Dijo Lovecraft en un tono amenazadoramente neutral.
- ¿Qué, no me pedirán nada?- Preguntó el príncipe.
- Lo dejaron por muerto, tú y Loric me dan asco.- Julss se sorprendió del tono de Aless.- Si su Alteza quiere dejar que un traicionero como usted asuma el trono, no es mi problema.
- Suena justo.- Dijo Waslo mientras acompañaba al príncipe y al lord alquímico fuera de la mansión. Otis les felicitó y Loric se quedó sentado, mirando fijamente al suelo.
- Éramos jóvenes.- Se excusó Loric.- Laban, Elisse... No merecíamos esto.
- No, Dunwich no lo merecía. Tú y tu hermano por el otro lado, sí lo merecían.
- ¿Por qué no me mató?
- Lo hizo. A su manera.- Julss y Aless salieron a la calle sonriendo y recibiendo felicitaciones de Otis y del agente Arsen.- Oye Julss, ¿por qué no nos mató a nosotros?
- Bruss era prácticamente un niño cuando le dispararon. Su lado infantil brotó cuando planeó la corona de su vida. En el fondo quería que lo encontráramos, alguien tenía que saber su historia. Salvado por un pirata y una bruja de las manos de un príncipe y de ovejas disfrazadas. Lola resolvió el caso.
- ¿Cómo es eso?
- Con la canción. Erase una vez, un lobito bueno, al que maltrataban, todos los corderos. Había también, un príncipe malo, una bruja hermosa, y un pirata honrado. Todas estas cosas, había una vez, cuando yo soñaba, un mundo al revés.



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