El crimen perfecto
Por: Juan Sebastián Ohem
Capítulo 1 La reunión tres años
antes
Aless Guevola, fotografía tomada
tras resolver el caso del vampiro inocente
Las
calderas del tren aéreo acompañaban al viaje con un zumbido monótono. Julss Crowley
y Aless Guevola viajaron en silencio mirando por las ventanas circulares. Los
zepelines recorrieron la ciudad de un lado a otro y comenzaron su descenso. Era
aburrido, pero era mejor que los carruajes en la guerra, cuando las bombas
podían caer en cualquier momento. Dunwich se había rebelado finalmente, como
todos sabían que ocurriría. Los detectives evitaron tomar partido durante
aquellos dos larguísimos años, pero en secreto ansiaban la derrota de la cúpula
empresarial de Dunwich. Los duques rebeldes de Arkham se unieron a los
rebeldes, pero finalmente la corona se impuso y marchó sobre Dunwich para
iniciar un largo y difícil proceso de conquistar su espíritu mediante política
y espionaje. Era común la expresión “tira una roca y encuentras un espía”.
El
tren aéreo descendió en la estación y los detectives caminaron hasta la mansión
Khun. Tras el caso de los filósofos y otros dos muy sonados casos,
“Crowley&Guevola detectives privados” ganó tanta notoriedad como otros
prestigiados detectives, los hermanos Laban y Loric Khun y Faner Ormus. La
amistosa rivalidad derivó en una amistad diplomática, seguida de innumerables
reuniones y ocasiones sociales. La mansión de Khun era un edificio de cuatro
plantas al viejo estilo, con ladrillos rojos y tejados puntiagudos. Guevola se
colocó su monóculo y suspiró pesadamente, Crowley sonrió al ver su desgano y
golpeó la puerta. El aristocrático Guevola disfrutaba de aquellas veladas, pero
difícilmente encontraba una conversación que le interesara lo suficiente. Laban
y Loric eran dos detectives científicos, como era la moda. Faner Ormus, aunque
abiertamente leal a la corona de la dinastía Vandrecker, se preocupaba más por
cuestiones de gremios laborales y derechos del trabajador, además de su pasión
por la psicología. Julss Crowley se contentaba con un buen vino y una buena
comida.
- Detectives, bienvenidos.- Bruss
Molaren, el mayordomo de los hermanos Khun, les abrió la puerta y recibió sus
pesados abrigos.
- Espero no haber llegado
demasiado temprano, pero ya conoces al buen Aless y su puntualidad.- El
mayordomo, asistido por su bastón, llevó los abrigos al clóset.- Espero que no
encontremos a Laban aún en bata.
- Me temo que no, en ésta ocasión
el detective Ormus llegó antes que ustedes.- Guevola alzó la ceja, no estaba
complacido.- Descuide detective Guevola, no he servido licores aún.
- Menos mal.- El mayordomo les
llevó penosamente agarrado a su bastón por la enorme sala y el larguísimo
corredor.- ¿La rodilla te hace problemas Bruss?
- Como no tiene una idea. Cada
día lluvioso me duele tanto que me recuerda a Merrimack.
- Nosotros podemos llegar solos
mi buen hombre.
- Gracias detective Crowley. Ya
verá, le conseguiré el mejor vino.
- No tienes vergüenza.- Le
susurró Aless.
- No, pero tengo un gusto
refinado.
Abrió las puertas del
estudio de un golpe y se saludaron entre todos. Laban era menor a Loric por dos
años, pero el parecido era sorprendente, la misma cabeza alargada y la nariz
chata. Faner Ormus saludó a Guevola como si fueran hermanos, pero mientras que
Guevola vestía como un aristócrata, Ormus gustaba vestir con un traje sencillo
y fumar cigarros de obrero. Bruss entró al estudio con un carrito de licores y
vinos y se instaló en una esquina, listo para surtir los vasos.
- La corona tendrá que reconstruir
algunas partes de Dunwich.- Dijo Faner.- ¿Quién sabe, quizás reconstruyan aquí
también?
- Sobre mi cadáver.- Dijo Laban.-
Esos opresores tendrán que respetar mi propiedad privada.
- Vamos Laban,- dijo Julss.- no
vendría mal unos cuantos arreglos. No es por ofender, pero cuando sube el río
Miskatonic tu casa apesta a desagüe.
- Son los malditos túneles bajo
la casa. Mi abuelo era contrabandista.- Laban tronó los dedos y los vasos
fueron servidos. Bruss le sirvió a Crowley el mejor vino de la cava sin que los
hermanos Khun se dieran cuenta y el detective le dejó unas cuantas coronas en
el bolsillo de su saco como recompensa.- El desprecio de la corona por la
propiedad privada es su principal lastre y siempre lo he dicho. Sé lo que opina
Faner al respecto, el amante de los sindicatos y las guildas, y sé lo que
piensa Aless sobre las viejas costumbres, pero tú Julss eres un misterio.
- Es muy sencillo.- Julss se
acomodó en el sillón y subió las piernas a la mesa de café.- La realeza tiene
los mejores vinos y la iniciativa privada hace los mejores cigarros. Es un
empate.
- La corona apoya al trabajador
común con las guildas,- dijo Faner.- ¿qué hace la cúpula por el hombre común?
- Mayor prosperidad que nunca.-
Contestó Loric con odio en la voz.- Además, el odio a la cúpula es una
exageración. Les quitaron las minas, pero no mejoraron la vida de los mineros.
El mal de minas aún golpea como una plaga. El veneno de las soluciones
alquímicas y los minerales se cobran las vidas de cientos de mineros. Ese
diabólico doctor Aleister Lovecraft vende la medicina, pero es ilegal duplicar
la fórmula. Si al minero se le gastan las botas o los guantes y toca el piso
húmedo, está muerto a menos que pague fortunas en tratamiento. ¿Y nosotros
somos los que hacemos negocios crueles? Por favor.
- Quizás todo cambie. La princesa
tiene cuatro años para decidirse entre todos los príncipes consortes, uno de
ellos es Teleric Dunwar. Eso significaría un puente entre nosotros y la capital
del reino. Un príncipe de Dunwich, una nueva dinastía que deseche a los
Vandrecker que ya están agotados.- Aless contempló su vaso como si fuera el
futuro del reino.- Tiempos interesantes se acercan. Aún a pesar del nuevo
rostro populachero de las guildas.
- Eso es cierto, pero a mí me
gustan las guildas.- Julss trató de mediar.- Cada escalón tiene su título
nobiliario. “El gran maestro del ducado de los suministros de la cafetería”.
Leer sus tarjetas de presentación siempre es muy divertido.
- Eres un cínico.- Se quejó Faner
en broma. El detective era un realista de corazón, pero sabía lo inútil que era
discutir con los Khun.- Pero supongo que el cinismo es útil, como es la
psicología, para resolver casos complicados.
- Psicología... Por favor.- Loric
apuró su whisky y el mayordomo le sirvió otro.- ¿De qué me sirve saber el
carácter del muerto, si carezco de la evidencia empírica para hacer un arresto?
La psicología no te ayudó para nada en ese caso del prestamista asesinado hace
unos meses.
- ¿Y de qué te sirvió toda tu
tecnología en el caso del troll?
- Vamos, vamos, todos hemos
tenido nuestros aciertos y errores.- Medió Aless.- Laban, tus conclusiones en
el caso del duque Mortimer fueron sorprendentes. Faner, nadie más que tú habría
podido resolver el caso de la desaparición del collar de diamantes hace un año.
No hay tal cosa como el método perfecto.
- ¿Y el crimen perfecto?-
Preguntó Loric.- Sin duda debe ser posible.
- Si se salen con la suya, es
perfecto. ¿No crees Loric?
- No Faner, no me refiero a eso.
Cualquiera podría viajar a otra ciudad, matar a alguien en la madrugada y
regresar, pero eso no es un crimen, es locura.
- Me suena a un reto.- Dijo Aless
con el pecho inflado. Finalmente, una conversación digna de su carácter
aristocrático, un reto mental.- ¿Qué condiciones tendría este crimen perfecto?
- Que divertido juego.- Loric
saboreó su whisky y tronó los dedos con la mirada fija en la nada, como era su
costumbre cuando se le ocurría algo.- El crimen perfecto es aquel donde el caso
se cierra y se condena a la persona equivocada con muy buenas razones y fuertes
evidencias.
- ¿Pero qué hay de la víctima?-
Preguntó Julss.- No puede ser azarosa, el crimen debe ser relevante y con
motivo.
- Julss tiene razón.- Dijo
Laban.- No se vale simplemente tirarle una maseta a alguien desde un balcón.
Sin embargo, todo crimen deja evidencia que la ciencia puede detectar.
- ¿Y si el asesino deja evidencia
a propósito para despistar?- Preguntó Faner.- Recuerdo el caso del asesino en
serie, el estrangulador del Miskatonic. Dejaba vidrios en cada escena porque
quería culpar a su primo, quien trabajaba en una fábrica de botellas. Es un
ejemplo burdo, pero ilustrativo.
- Para que el crimen sea
perfecto,- dijo Aless mientras limpiaba su monóculo.- un crimen debe estar
escondido dentro de otro. Como el caso del reloj de la muerte, el filósofo
Kantor dispuso de las piezas y casi todos los asesinatos los cometió alguien
más. El caso más difícil de nuestra carrera.
- Si uno puede esconder un crimen
dentro de otro, ¿puede hacerlo con las motivaciones?- Preguntó Faner divertidamente.
- Claro, ¿qué tal si quiero matar
a mi vecino y para eso dinamito el edificio donde trabaja? Con tantos muertos
sería imposible dilucidar el motivo.
- Eres macabro Julss, pero tienes
razón. Podríamos añadir a tu ejemplo que dinamitas también otros lugares,
creando así crímenes sin relevancia ni aparente conexión. Después de todo, el
detective lo que busca es la conexión, si sobresaturas su mente con conexiones
insignificantes, embotarías su proceso deductivo. Ésa, mis amigos, es la
debilidad de cualquiera de nosotros.
- Discrepo contigo Faner.- Dijo
Aless.- Siempre hay una manera, pues mientras más grande y complicado es un
sistema, más fallas potenciales puede tener. Un plan puede salir a la
perfección, pero cinco planes seguidos conllevarán fatalmente a un error.
Además, mientras más gente esté metida en una conspiración, más fácil es
descubrirla.
- Vaya manera de arruinar la
diversión.- Se quejó Loric.- ¿Dices que es imposible el crimen perfecto?
- Digo que es sumamente difícil
planear algo así.
- Es una fórmula mágica.-
Concluyó Julss Crowley. Los Khun trataron de esconder sonrisas de burla, pues
según ellos la magia ya había sido desacreditada con la creación del motor a
vapor. Crowley no prestó atención a ello, había sido educado como mago y sabía
de lo que la magia era capaz de hacer.- El asesino, o conspiradores, hacen es
seguir una fórmula mágica cuya ejecución debería llevar a ciertos resultados
deseables. Es perfectamente científico. Sin embargo Aless tiene cierta razón y
creo que Faner me apoyará en esto, los responsables no pueden evitar dejar algo
de sí mismos. El detective encuentra esa fórmula mágica y encontrará al
asesino. Aunque claro, todo esto es muy ideal, los detectives somos seres
humanos que cometemos errores.
- Una fórmula... Eso sí que es
interesante.- Dijo Faner.- Es factible por entero, si tienes la determinación y
el tiempo suficiente para planearlo. Y claro, el motivo psicológico.
La
reunión continuó por varias horas más y los temas fueron cambiando. Hablaron de
la política actual, del clima y de lo que les esperaba a futuro. La reina había
muerto, el rey Bruss V de la casa de Vandrecker sólo tenía por descendencia a
su hija Marelia, quien debía casarse si la casa de Vandrecker quería
sobrevivir. A modo de secreto a voces todos sabían que uno de los pretendientes
era el duque de Dunwich, Teleric Dunwar quien asistió a la corona a conquistar
la ciudad, traicionando a la cúpula empresarial. Al terminar, los detectives
regresaron a sus casas. Aless tomó un zepelín de riel para desplazarse de sus
nuevas oficinas en lo alto de un edificio renovado hasta su casa. Julss tomó un
globo personal hasta su hogar. Marli Hilegger le esperaba despierta, su esposo
le convenció que no había habido mujeres en la reunión y antes de dormir arropó
a su hija Lola Zaza. Tenía tan solo dos años, pero pasó una buena hora
platicando con ella del crimen perfecto hasta quedarse dormido abrazado de
ella.
Capítulo 2 El secuestro tres años
después
Julss Crowley sentado en su
estudio, fotografía tomada tras el arresto del Barón fantasma
El
día que se mudaron de oficina Aless no pudo evitar dejar salir una lágrima.
Habían pasado de combatir plagas a tener un pequeñísimo despacho, para
finalmente mudarse al último piso de un elegante edificio. Contaban ahora con
una sala de espera, donde Marli hacía las veces de secretaria cuando podía
dejar a Lola en la escuela o con niñera. La oficina como tal era espaciosa,
daba a un enorme rosetón colorido que bañaba a los escritorios con una danza
multicolores. Aless había insistido en poner libreros en rieles dorados y Julss
había insistido en instalar un clóset de techo, al que bastaba oprimir un botón
para que descendiera asistido de pistones y engranes. El clóset tenía varias
mudas de ropa, armas, licores y cartas. Muchas cosas habían cambiado gracias a
la fama que se habían ganado, pero otras cosas permanecían iguales. Cuando se
aburrían se sentaban a jugar cartas, beber y fumar.
- ¡No puede entrar así nomás!-
Julss pegó un brinco al escuchar la voz de su esposa y Aless tiró un abrigo
sobre su juego de cartas y sus apuestas. El hombre no le prestó atención a
Marli y se hizo pasar sin anunciarse. Crowley estaba en camisa y con una mano
sobre el mango de su revólver en el cinto trasero. El extraño dejó un
portafolio en la mesa de café en un rincón y mostró su placa.
- Waslo Arsen, agente de la
corona. No tengo cita programada, pero mis superiores me indicaron que podíamos
confiar en ustedes.- Julss le hizo una seña a su esposa para que regresara a su
escritorio y se acercaron al agente Arsen.
- La corona puede contar con
nosotros.- Dijo Aless mientras se ponía su saco de gamusa y se sentaba en uno
de los sillones del rincón, seguido por Arsen. Julss permaneció de pie, más
interesado en el contenido del portafolio.
- Conocemos sus honorarios, pero
mis superiores están dispuestos a pagarles veinte mil coronas.- Abrió el
portafolio y les mostró los bonos del tesoro.- Como ya sabrán la estrategia
real es usar las leyes de compra forzada sobre los negocios de la cúpula,
desarticular su poder desde la base. Por ello les pagan en bonos, pero son tan
buenos como el dinero.
- Hasta huelen bien.- Julss
estiró el cuello para ver sobre el hombro de Aless, quien pasaba los bonos uno
por uno y disfrutaba tocando el papel.
- Este papel ya no se consigue
Julss y mira el detalle del dibujo.- La escena mostraba la coronación de Bruss
I, el inicio de la dinastía Vandrecker tras la guerra de Arkham. Aless dejó los
bonos en su lugar y se acomodó el monóculo.- ¿Cuál es el problema agente Arsen?
Julss y yo leímos la noticia sobre el robo y el incendio a la fábrica de
químicos. ¿Temen saboteadores?
- No, el asunto no tiene nada que
ver. Es un secuestro. La víctima es Kalerina Wamer. La señorita Wamer tiene un
negocio de papel, ella iba en camino a ver a uno de sus clientes en un carruaje
con papel, pero nunca llegó. Eso fue en la madrugada. Los secuestradores
utilizaron un carruaje para bloquear la calle y evitar que la policía pudiera
darles persecución.
- ¿El carruaje tiene dueño?-
Waslo Arsen le extendió un papel con la información específica y el nombre de
Gerson Sane.- ¿Ningún sospechoso o indicio de los secuestradores?
- Ninguno.- El agente Arsen se
puso de pie.- Como entenderán, es un asunto de la mayor urgencia. Los
secuestradores no han entablado contacto, la policía está corriendo en círculos
y les necesitamos. Tenemos el nombre al que está registrado el carruaje, el tal
Gerson Sane sin antecedentes penales y aún no localizan su residencia, ni
conocidos. Tendrán a su disposición toda la mano de obra que requieran. El jefe
de la policía ya está enterado y está a sus órdenes. Buena suerte.
- ¿Qué quieres hacer primero?-
Preguntó Julss cuando el agente Arsen se fue.
- La víctima primero, el carruaje
después.
La
fábrica de reciclado de papel se encontraba del otro lado del Miskatonic. Los
detectives abordaron un carruaje mecánico y cruzaron el enorme puente de piedra
mientras el conductor silbaba canciones. Los motores, como caballos de cuatro
pequeñas ruedas, avanzaron penosamente frenando y acelerando según el conductor
apretara los pedales y moviera las palancas. Aless extrañaba a los caballos,
pero Julss siempre le recordaba lo mucho que odiaba el olor de sus desechos.
Cuando finalmente llegaron descubrieron que los comisarios ya estaban en el
lugar, empujando y golpeando empleados para extraer confesiones.
- Con razón nos contrataron a
nosotros.- Aless asintió en silencio.- Señores, por favor. Soy Julss Crowley,
él es mi compañero Aless Guevola, detectives privados. Estamos a cargo de la
investigación.
- Pues bienvenidos.- Dijo uno de
los comisarios mientras les hacía señas para que le siguieran por entre las
apestosas máquinas de reciclado y las enormes calderas.- No hemos sacado nada
en claro.
- Déjenos intentar.- Los
empleados estaban todos agolpados en la oficina, mirando con miedo después de
sufrir varias golpizas.- Primero que nada, que alguien me explique por qué
huele así.
- Es el reciclado de papel
detective. Kalerina consigue libros viejos y a medio destruir, tiramos todo el
papel en esas máquinas para lavarlo de su tinta y sacamos metros de papel.
- ¿Kalerina? Veo que se llevaban
bien.
- Muy bien detective. Cuando la
corona exigió que todas las empresas se hicieran guildas, a ella la dejaron en
paz. Ya teníamos seguro médico y de desempleo desde hace tiempo. No me imagino
quién pudo haberlo hecho.
- Están mintiendo.- Concluyó
Aless.- ¿Desde cuándo encuentras obreros que no se quejan? Parece
contradictorio. ¿No es acaso la moda quejarse por todo y exigirlo todo?
- Pues no era necesario.- Dijo un
joven tímidamente.- Kalerina es una mujer increíble. No queremos que le pase
nada, no queremos que nos compre la cúpula.
- ¿La cúpula?
- Sí, trataron de comprar la
fábrica hace seis meses pero no pudieron. Están comprando de todo ahora que la
corona les compra sus negocios importantes y se adueñó de las minas.
- Esto es una pérdida de tiempo.-
Dijo Julss.- Si quieres presiona más, iré a ver si la policía ya ubicó a ese
tal Gerson.
Julss
reprimió una sonrisa. Sabía que dejar a Aless en compañía de una veintena de
obreros de fábrica era como dejar a un pez fuera del agua. Los comisarios le
mostraron la caseta de telégrafo más cercana y se instaló. La consola dorada
contra una de las paredes tenía las letras y a un lado estaba la palanca de
operadora. Jaló la palanca y marcó el número de la policía. Pacientemente
esperó a que la palanca regresó a su lugar y la cinta de papel comenzó a salir
en la parte superior del teclado, la operadora ya le había remitido. Lentamente
fue tecleando su comunicación, pidiendo hablar con el capitán Otis Placar. Cada
tecla activaba un pequeño mecanismo que traducía la letra de esa tecla en los
puntos y líneas del código morse. El mensaje que regresaba era interpretado por
el mismo mecanismo y como una pequeña máquina de escribir el texto aparecía en
un papel de cera que, con unas cuantas horas o quizás días, perdía todo rastro
de tinta para ser reutilizado. El capitán Placar tenía buenas noticias, habían
encontrado el departamento que Gerson Sane rentaba con un nombre falso.
- ¡Aless! Tenemos que irnos.
Encontraron el lugar. Les ordené que no tocaran nada y nos esperaran.-
Argumentando que trabajaban para la corona se hicieron de uno de los vehículos
de los comisarios y, después de golpear el revolucionador un par de veces, la
maquinaria cobró vida.- ¿Alguna suerte con los empleados?
- No, la mujer es perfecta y los
obreros felices. No me gusta. Sobre todo el asunto de la cúpula.
- ¿Crees que por eso nos
contrataron?- Julss apretó el acelerador y el carro se abrió paso entre el
tráfico mientras que Aless hacía girar una manivela para sonar la sirena.
- Es posible. La corona finge que
no odia a la cúpula y viceversa, quizás necesiten de gente externa para
mancillar sus nombres o atraparlos cometiendo algo ilegal.
- Espero que no sea así. Porque
si quieren que ataquemos de algún modo a la cúpula, no olvides que los hermanos
Khun trabajan para ellos desde hace más de un año.
- Lo sé Julss, a mí tampoco me
gusta.
El
departamento que Gerson Sane ocupaba no estaba lejos de ahí. La policía les
esperaba en la entrada. El edificio había sido rodeado. El capitán Otis, quien
no era muy listo pero seguía órdenes, esperó a los detectives y pateó la puerta.
Gerson Sane estaba muerto en la sala. Aless se agachó a su lado, pero no había
mucho que investigar. Gerson había sido sorprendido por la espalda y
acuchillado una docena de veces.
- Quien haya sido estaba enojado
y buscaba algo.- Julss señaló el caos general, con muchos muebles en el suelo y
ni un cajón sin abrir.- La pregunta es, ¿lo encontraron?
- No veo el arma asesina, quizás
se la llevó.- Aless revisó cuarto por cuarto, sin encontrar nada.
- Le quitaron el reloj y la
cartera. No es un simple robo. Matan a Gerson Sane, se roban su carruaje y
llevan a cabo el secuestro.
Los técnicos entraron
al departamento cargando con los compresores, enormes acordeones con válvulas
de presión que le permiten al ventilador central despedir diferentes sustancias
y gases, para sacar huellas digitales, registros astrales o presencia de
venenos. Los policías ayudaron a mover el cuerpo, descubriendo debajo un
cartón, como una carta de naipes, con el sello de Dagón, el hombre pez, y la
leyenda “la sociedad de Dagón”. Mientras los técnicos examinaban el cuerpo y el
departamento, los detectives salieron al corredor.
- ¿Sociedad de Dagón? Nunca había
oído hablar de ella.
- Sí Julss, pero no olvides que
aquí en Dunwich la mayoría acude a los templos de Cthulhu, los aristócratas al
culto de Yog-Sogoth, pero únicamente los inmigrantes tienen esos cultos
supersticiosos. Dagón es el culto más fuerte en la ciudad de Newburyport,
piratas y ladrones en su mayoría. Sólo los piratas de Newburyport se atreven a
navegar más allá de la neblina.
- Cualquiera creería que no te
caen bien.- Julss encendió un cigarro y miró detenidamente a la tarjeta.-
Königsport en Dunwich, ¿ahora Newburyport también? Es un juego de espías.
- Toda la ciudad es nido de
espías.- Los técnicos salieron del departamento, incapaces de reportar nada de
utilidad.
- Julss, Aless, tenemos el arma
homicida.- Siguieron al capitán Placar hasta la calle, donde un par de
uniformados encontraron el arma en el basurero, aún empapada de sangre.
- Nunca había visto algo así.-
Dijo uno de los uniformados mientras se lavaba una mancha de su largo abrigo
azul.- Es alguna especie de pico.
- Parece un pico de minero,- el
arma tenía un mango largo y un pico que se abría en cuatro puntos y permitía
que otros picos y agujas pudieran salir de él.- pero será mejor que lo mande
comprobar.
- No hará falta-. El agente Waslo
Arsen se abrió paso entre los uniformados y se puso guantes para tocar el
arma.- Es un pico especial para análisis geológico. Parece costoso.
- ¿Y cómo sabría eso, agente
Arsen?- Otis no quiso interrumpir y se alejó. Aless se quitó el monóculo y lo
limpió fingiendo normalidad.
- La minería siempre ha sido una
afición mía.
- Y de la corona, no por nada se
las arrebataron a la cúpula.- Julss le mostró la tarjeta.- Creo que es hora que
nos diga por qué nos contrataron.
- Sí, es la misma.- Waslo Arsen
les mostró una tarjeta idéntica.- La recuperamos en la escena del incendio de
la planta de químicos. Cuando ocurrió el secuestro pensamos que podía estar
relacionado, pero no estábamos seguros. Por eso no les dijimos, y agradecería
si la información permanece confidencial.
- ¿Newburyport tiene presencia en
esta ciudad?
- Ninguna detective Crowley.-
Waslo se quitó el sombrero de copa torcido y pulió los gogles de motorista que
le adornaban.- Eso nos pone nerviosos. La paz es inestable, no podemos darnos
el lujo de tener una variable indeterminada en nuestra ecuación.
- Quizás ustedes no, pero la
cúpula sí. Pero la idea ya se le había ocurrido.
- Así es detective Guevola. Veo
que su prestigio no es exagerado.
- Vaya, no pueden darse el lujo
de empañar relaciones con la cúpula, aún cuando les están orillando a la
extinción, así que necesitan mano de obra externa para echarles tierra en caso
de ser necesario.
- Su... brutal honestidad tampoco
es exagerada. Estaré en contacto.
- Vaya personaje.- El capitán
Placar se acercó sonriendo. Otis conocía a Aless y Julss desde hacía muchos
años. En más de una ocasión le habían correspondido su ayuda con la oportunidad
de hacer el arresto y llevarse el crédito. En cierto sentido, les debía a ellos
su promoción a capitán.
- Si necesitamos información
sobre el arma homicida, el mejor lugar será en la asociación de geología.
Capitán, ¿nos acompañará?
- Pueden contar con eso.
Acompañaron
al capitán y a varios inspectores al heliopuerto más cercano, sobre el techo al
tercer piso de un pequeño teatro. El capitán usó su anillo como llave sobre un
mecanismo en un poste altísimo que activaba las linternas adecuadas, llamando
así a un zepelín de la policía. En el lapso de un minuto un zepelín de caja
pequeña, pero acondicionada con el lujo tradicional, descendió sobre el
heliopuerto. El encargado de la aeronave conectó las mangueras de helio a los
hidrantes y el revolucionador clase B en el mecanismo en el suelo. Las marcas
de trébol se trabaron y el revolucionador giró con tanta fuerza que el piso
tembló, tensando así la maquinaria de cuerda. Julss estaba fascinado con lo
rápido que avanzaba y la altura de la que era capaz. Estando a varios pisos
sobre el edificio más alto de toda la ciudad, la torre con la cúpula de
cristal, de donde el grupo de empresarios toma su nombre, y recorrieron en
cinco minutos lo que les habría tomado una hora.
Aless estaba más
preocupado por las implicaciones diplomáticas de su trabajo, ¿y si al final
resultaba que la corona estaba detrás del secuestro? Había sido abordado en
numerosas ocasiones para ofrecerle trabajo, junto a Faner Ormus, como espía de
la corona. Aless se había negado rotundamente. Aunque, siendo aristocrático
hasta los huesos, deseaba apoyar a la corona y la preservación del orden
clásico, no podía omitir el giro populista y psicológico que la dinastía
Vandrecker había tomado. Al llegar a su destino Julss le despertó de sus
meditaciones y bajaron al heliopuerto en el centro del distrito minero, el cual
ocupaba las montañas que rodeaba a Dunwich de un lado. La corona había
desplazado a las empresas mineras por guildas, ganándose el corazón de los
obreros con sus beneficios sindicales. La asociación geológica era un enorme
edificio entre la central de la guilda de mineros y el centro de estudios
minerales. Los edificios habían sido destruidos en la guerra, pero
reconstruidos por la corona en elegantes estructuras con estatuas de cobre y
altísimos ventanales.
- ¿En qué puedo servirles
caballeros?- Las secretarias les remitieron con uno de los asistentes del
director, un hombre pequeño con aspecto de sapo que se sentaba en un sillón
cómicamente grande.
- En esto.- Otis tiró el arma
homicida aún envuelta en el trapo empapado de sangre.
- Interesante.- El asistente Gleress
abrió el paquete y examinó el pico con toda calma.- Muy interesante diría yo.
Es un modelo muy caro. Es un serie K-32D para extracción de minerales
preciosos. Si está conectado al medidor que le acompaña puede dar una lectura
aproximada de la concentración de oro, cobre, estaño y acero.
- ¿Una máquina le acompaña? Suena
caro.- Julss se sentó en uno de los cómodos sillones y disfrutó del tazón de
frutas en la mesa de café, mientras que los demás le miraban con el cejo
fruncido.
- Carísimo diría yo. La guilda de
mineros los fabrica, aunque la cúpula ha estado tras los diseños por años. Esos
malditos nunca los encontrarán, los maestros memorizan cada detalle.
- Entonces me imagino que debe
haber un registro de ventas.
- Así es, le pediré a mi
secretaria que lo traiga.- Gleress jaló una discreta palanca en su escritorio y
del techo se abrió una trampilla de la que descendió un cuerno dorado.- Merina
trae los registros de venta de la serie K-32D por favor. Deberían estar con los
papeles que la guilda archiva en el edificio. Y trae café por favor.
- Un cuerno en su oficina, parece
que le va bien.- Julss terminó la manzana y tiró los restos al suelo para
empezar con las uvas. Aless le lanzó una mirada de fuego, pero Crowley nunca
deja pasar la oportunidad de una buena comida.
- Muy bien, gracias a su alteza.
Seguro médico, de desempleo y hasta casa. Por no contar con las sesiones de
psicología. Una vez al día obligatoriamente. Nos mantiene honestos.
- Aless en serio, ¿no quieres una
fruta?- Aless reprimió lo que estaba por decir cuando entró la secretaria con
un pesado libro.
- Bendito control gubernamental,
todo está apuntando en alguna parte.- La secretaria sirvió tazas de café y
Julss fue el primero en alzar la mano.- Ahora vamos a ver... Aquí están, hay
diez nombres.
- Los voy a apuntar, los
tendremos a todos bajo arrestos en media hora.- Otis fue apuntando los nombres
y sus inspectores se encargaron del asunto.
- ¿Creen que un minero mató a
alguien? Deberían empezar por llamar a su representante gremial.
- Eso puede tardar días. Cada
representante se encarga de cincuenta obreros y siempre están ocupados. Además,
no estamos seguros que haya sido un minero.
- Pues le puedo decir que si
usted compra un K-32D tiene que ser minero, porque cada equipo cuesta unas tres
mil coronas.
- No es la clase de cosas que uno
bota a la basura.- Dijo Julss y Aless asintió.
- Y si alguien lo roba,
preferiría venderlo.- Dijo Aless y Julss asintió mientras disfrutaba del café.-
Algo no está bien, ¿tiene registros de esas diez personas? Sería útil poder
detectar algo inusual mientras la policía los reúne a todos.
- Claro que sí.- Usando el cuerno
el ayudante le pidió a su secretaria los registros de empleo. La mujer entró
cargando tres pesados libros. Los detectives le ayudaron a cargarlos y Gleress
les indicó por dónde buscar.- Miren esto.
- ¿Qué dice?
- Ors Kelran, uno de los que ha
comprado el modelo. La guilda lo expulsó hace más de siete meses. Minero por
más de década y media, pero con reportes de alcoholismo y negligencia.
- Si te despide una guilda no
encuentras trabajo en ninguna otra. Otra maravilla obrera.- Dijo Aless.- De
cualquier modo, tenemos a nuestro sospechoso principal.
- Tengo la dirección, vamos de
una vez.- Dijo el capitán Otis Placar.
Julss
apuró el café y salieron de la oficina, pero no pudieron salir a la calle. Una
sesión de psicología obligatoria se había instalado. Julss y Aless pensaron en
lo mismo, el perverso doctor Aleister Lovecraft mostraba su mano. El rector de
la universidad del Miskatonic y lord alquímico lentamente se constituía en el
poder fáctico detrás del trono. Julss detestaba la psicología por haber
transformado a la magia en un simplismo ególatra.
- ¿Qué están esperando?- Un
psicólogo, con su uniforme de bata blanca y acompañado de un matón, les escoltó
a las bancas, donde más de cien personas ya aguardaban nerviosamente. En el
escenario, o clínica como le llaman los psicólogos, un agente envenenando de
diversas sustancias se agitaba con violencia mientras hurga en las mentes de
los espectadores.
- ¡Frense Ulman!- Gritó el
agente.- Tus deseos reprimidos por tu prima causan tus disfunciones sexuales.
Te atan las golpizas que tu tío te daba cuando eras niño.
- Esto es aberrante.- Aless no le
temía a los psicólogos, ni a sus matones. Ésta vez fue Julss quien le miró
intensamente para que guardara silencio y dejara que el capitán Otis les sacara
de ahí.
- Es obligatorio.- El matón trató
de tomarlo del brazo, pero Aless sacó un arma y le apuntó en el cuello. Otis se
quedó pasmado y los psicólogos dieron la alarma, la señal para que Aless fuera
internado en los manicomnios por una semana para sesiones intensivas.
- Aless por favor, baja el arma.
- Nos vamos.- Dijo Aless con
completa determinación.- Y mataré a quién trate de impedirlo. Somos agentes de
la corona. Y aún si no lo fuéramos, me rehúso a ser un conejillo de indias.
- Está bien, soy policía. Sigan
con su rutina doctores.- Otis tomó a los detectives del brazo y salieron de ahí
prácticamente corriendo.- ¿Qué demonios te ocurre Aless? Pensé que el peligroso
era Julss.
- Oye, yo no soy peligroso...
Bueno está bien.
- Hace que la gente se conozca a
sí mismo.- Les defendió Otis.- ¿Qué tiene de malo?
- ¿Qué tiene de malo? Enseñan que
estamos determinados por nuestro pasado, cuando lo que importa es lo que
podemos llegar a ser. Violar la privacidad de la mente es abominable. Nos
dedicamos a la verdad, pero no de esa forma capitán Placar, no de esa forma.
- Concentrémonos en encontrar a
Ors Kelran.- Medió Julss.
En
el heliopuerto Otis usó una de las cabinas de policía para informar a sus
inspectores de las novedades y recibir informes de progresos. Aless fumaba
nerviosamente mirando hacia la calle repleta de carruajes mecánicos y zepelines
de rieles. A lo lejos se escuchaban los estridentes chillidos de los agentes
psicológicos, pregonando la verdad y destituyendo del Hombre su único verdadero
reducto de absoluta libertad, su chispa de divinidad. Julss se acercó sin decir
nada, conocía bien a su amigo y puso su mano en su hombro. Aless asintió en silencio,
pues todo estaba dicho. Inflando el pecho y levantando la cabeza se dio media
vuelta, y Julss supo que su amigo sería aristocrático hasta el final, poniendo
a un lado su propia vida por una misión superior.
- Buenas y malas noticias.- Otis
no se detuvo y fue directo al zepelín para explicar durante el viaje.- Los
inspectores ya habían ubicado el domicilio de Ors Kelran, vive en toda una
mansión. Es el único al que no han encontrado. Los demás estaban trabajando a
la hora del asesinato. Un inspector revisó su información tributaria y no ha
dejado de pagar nada, se compró dos carruajes recientemente y se inscribió en
un club de deportes.
- ¿De qué está viviendo ahora?
- Desempleado según los
registros. Si me preguntan a mí, vive de la sociedad de Dagón.
- Si ese es el caso capitán, ¿por
qué dejaría atrás su herramienta de trabajo? Él sabría que es fácil de
rastrear. Incluso si ya no está en la minería, no parece factible que dejaría
detrás una pista tan obvia.
- Aless tiene razón, es sólo un
peón más. No me sorprendería si aparece muerto.
- Pues aparecerá de una manera o
de otra, se los aseguro. Tengo a cientos de policías buscando en cada rincón y
letreros con el rostro de Ors Kelran repartiéndose por todas partes.
- Un momento, usted dijo una
buena y una mala.
- Ésa era la mala. La buena es
que los secuestradores han hecho contacto. Mandaron un mensaje al precinto, una
carta con un pedazo de tela del vestido de su víctima Kalerina Wamer. El
mensaje no especificó nada, únicamente que nos avisarían para la entrega del
dinero.
- ¿Por qué a la policía y no a
familiares, amigos u empleados?
- Eso lo sabremos al anochecer,
según el mensaje se comunicarán entonces.
Llegaron
al precinto, una enorme torre con escaleras de espiral. La nueva oficina de
Otis Placar se encontraba casi hasta arriba. Usaron el elevador y en cuanto
llegaron descansaron en sus sillones de espera. Ambos estaban cansados, pero
sobre todo estaban nerviosos. Algo mucho más perverso que el secuestro estaba
en el horizonte, algo cuyas implicaciones ya podían comenzar a divisar y la
certeza, fatal pero absoluta, que no podían confiar ni en la cúpula, ni en la
corona, ni en nadie. Julss se comunicó con su esposa y la puso al tanto, saludó
a su hija Lola Zaza y pasó las siguientes dos horas jugando naipes con Aless,
compartiendo silencios y bebiendo una taza tras otra de café. Otis entraba y
salía, pero ellos no se movieron. No había nada que pudieran hacer. A la
tercera hora se enteraron que Ors Kelran había sido descubierto, muerto en una
cloaca con el sello de la sociedad de Dagón en uno de sus bolsillos. Los
detectives intercambiaron miradas, no estaban sorprendidos.
- ¡Tenemos algo!- El capitán
entró corriendo con el mensaje en la mano.- Estaba en un bolso que le hicieron
cargar a un perro. Exigen seis mil coronas en un basurero en la plaza de Adler.
- Perfecto, ¿tienen el dinero?
- Mejor que eso, billetes
rastreables, si llegan a un banco lo sabremos. Seguiremos al sospechoso con el
dinero. Imagino que quieren acompañar.
- Por supuesto.
- Pero lo harán a nuestro modo.
Un equipo de diez agentes le seguirán la pista, ustedes irán hasta atrás, sin
que el sospechoso les vea.
Con
el operativo en marcha los detectives acompañaron al capitán Otis Placar. El
dinero que fue depositado en la basura fue recogido entre la multitud y en las
siguiente hora y media recorrieron Dunwich hasta el sector minero. Desde dos
cuadras atrás escucharon los gritos y los disparos. Corriendo se toparon con el
carruaje que usaron como bloqueo, por el que mataron a Gerson Sane. Los agentes
explicaron que el sospechoso, cuya identificación no pudo consolidarse debido a
que usaba toga y una máscara muy realista, entró al edificio de la fábrica
textil “Gersan”. Los agentes trataron de impedirlo, pero fue en vano. Entre dos
inspectores doblaron la lámina por la que el sospechoso había entrado y con un
esfuerzo la zafaron de su lugar. El enorme predio parecía estar sin utilizar en
su mayoría, con las máquinas en otro sector, el lugar entero parecía ser un
depósito. Asistidos por lámparas de gasolina encontraron a Kalerina Wamer
amarrada de pies y manos y con un trapo en la boca.
- Gracias a los dioses.- Otis la
liberó y Kalerina lloró por la emoción y el miedo.
- Sáquenme de aquí, por favor.
- Descanse señora Wamer, mañana
hablaremos con usted.- Julss codeó a Aless cuando salieron de aquella bodega de
regreso a la calle.
- Mira eso.- En la pared de la
fábrica se encontraba el dibujo del patricio Orne Fernan, el líder de la
cúpula.- Es una desagradable coincidencia.
- La cúpula adora a Cthulhu, no a
Dagón. Creo que eso lo hace aún peor.
- Tengo noticias.- Otis terminó
de hablar con sus inspectores. Estaba cansado y sabía que la noche apenas
empezaba.- Tenemos el incendio de una mueblería en el centro y el robo de una
droguería en el norte. ¿A cuál quieren ir primero?
- Otro incendio, parece ser un
patrón. ¿La droguería está conectada de algún modo?
- Según el dueño dejaron el
dinero y se llevaron veinte kilos de lociones para dolor muscular.
- ¿Qué querrían con veinte kilos
de loción muscular?
- Ésa es una buena pregunta.
Vamos.
El
incendio había consumido el lugar entero, los muebles de madera ardieron con
furia por varias horas, de modo que era imposible saber si habían robado algo.
Los vecinos no vieron nada sospechoso. En la droguería había habido tres
testigos, los cuales reportaron lo mismo, dos hombres de toga y máscara usando
un camión de carga para llevarse los diez tambos de loción muscular e
incontables frascos de la misma sustancia. Agotados y frustrados los detectives
decidieron dormir un poco. Uno de los inspectores les llevó a casa de Julss y
Aless le acompañó hasta la puerta, donde seguían discutiendo el caso. Mirla no
estaba feliz de ver a Julss a esa hora, pero estaba más feliz de verlo con vida
y en buen estado.
- Waslo Arsen nos está usando, el
asunto podría ser una jugada de Frarner, ¿te acuerdas del caso?
- Sí, una ola delictiva para
desprestigiar al otro bando.- Julss terminó su whisky y se acomodó en su
sillón.- Pero no creo que sea tan fácil. ¿Para qué secuestrar a alguien y
después pedir el rescate a la policía? Querían que la encontráramos. Y la pista
del carruaje, después del pico, finalmente Ors Kelran. Algo intentan decir
Aless.
- En este momento la ciudad es la
capital del espionaje. Puedes abrir esa ventana, tirar una piedra y le pegarás
a un espía.- Aless se sirvió un cognac y después le pasó la botella a Julss.- No
hay que perder de vista ese elemento.
- Aless,- Crowley bebió directo
de la botella y suspiró cansado.- No te hagas al ingenuo. Este es el crimen
perfecto en acción. Crímenes dentro de crímenes, dejar evidencia a propósito
que lleva a caminos errados y las víctimas no son azarosas, hay un objetivo
claro.
- Sí, lo sé. Hay que hablar con
Laban y Loric, y con Faner también.
- ¡Papá!- Lola salió de su cama y
corrió por el pasillo hasta la sala. Lola Zaza ya cumplía seis años y para
Julss seguía siendo su bebé. Aless se enterneció al verlo recoger a su hija y
acomodarla en sus piernas.- Tío Aless.
- Hola princesa.- Aless le mostró
su monóculo y usando la delgada cadena la mantuvo entretenida.
- Si es el crimen perfecto Aless,
y espero que no sea así, tendremos que tomar decisiones muy fuertes. Los
hermanos Khun y Faner Ormus están en el negocio del espionaje. No hay manera
humana de terminar esto sin avergonzar a un bando. Escoge tu veneno, cualquier
bando podría aplastarnos.- Lola jaló de su corbata y Julss la besó en la
frente.
- Te dejo por hoy Julss. Nos
vemos mañana.
- Nos vemos mañana Aless, trata
de dormir algo.
- Canción, quiero canción.
- ¿Quieres una canción mi amor?-
Marli acompañó a Aless a la puerta y después fue con Julss para abrazarlo.-
Quiere una canción amor.
- Canción.- Repetía Lola.
- Está bien.- Dijo Julss.- Erase
una vez, un lobito bueno, al que maltrataban, todos los corderos. Había
también, un príncipe malo, una bruja hermosa, y un pirata honrado. Todas estas
cosas, había una vez, cuando yo soñaba, un mundo al revés.
Capítulo 3 La sospecha
“El nuevo rostro de Dunwich” Las
reconstrucciones de la corona cambian la vida cotidiana
Aless
no pudo dormir, pensando sobre el crimen perfecto y la situación diplomática.
Un par de horas antes del amanecer se despertó de un brinco. Habían dado con
Ors Kelran mediante la compra del arma homicida y sus impuestos, pero existían
otros registros posibles que podrían iluminar más detalles sobre su vida.
Acudió al hospital del distrito del río y soportó la burocracia del ministerio
de salud. En la entrada un enorme óleo del ministro de la salud, Aleister
Lovecraft, observaba con la frialdad de un buitre a los enfermeros y doctores. Aless
convenció a las enfermeras que Ors Kelran estaba muerto y, por ende, sus
registros no podían estar sellados. Si había acudido a un hospital, ya fuere
público o privado, aparecería su dirección y su oficio, pues la corona exigía
distintos impuestos dependiendo del oficio. Julss aparecía como secretario
personal de Aless, para pagar menos prima. Guevola lo toleraba, después de
todo, lo que fuera que se mofara de la ridícula burocracia del centralismo
típico de la corona, era bienvenido para él.
- Tiene suerte, vino a este
hospital.- La enfermera, una mujer regordeta y excesivamente maquillada, colocó
el enorme libro frente al detective y lo abrió.- En la O, en vez de la K de su
apellido. ¿Puede creer eso?
- Sí, sí puedo. ¿Cuál fue su
padecimiento?
- Accidente laboral, se rompió un
dedo. Al parecer trabaja de geólogo, pero no está apuntada aquí la guilda. Este
registro está todo mal.
- ¿Qué dice?
- Un nombre propio, “Gersan”.-
Aless empalideció y salió corriendo sin decir nada más.
Desayunó
en una cafetería frente a la casa de Julss y pacientemente esperó a que fuera
una hora decente para llamar a la puerta. La policía ya había sido puesta sobre
aviso. Leyó el periódico, horrorizado ante el amarillismo de la ola delictiva
de la sociedad Dagón. Los editores tenían la esperanza de que siguiera
indefinidamente, lo que fuera para no meterse en problemas ni con la corona, ni
con la cúpula al reportar noticias que podrían avergonzar a cualquiera de esos
dos lados. Finalmente Marli abrió la puerta para recibir el periódico y las
botellas de vidrio y Aless prácticamente se materializó a su lado. Marli le
recibió y, no sin cierta malicia, dejó que visitara a su esposo aún dormido.
Guevola encendió un cigarro, llenó un vaso con agua en el baño y se lo tiró
encima.
- Buenos días.- Se sentó en la
cama a un lado de Julss y le miró despertar a gritos.
- ¿Qué demonios pasa?- Torpemente
trató de abrir el cajón para sacar su arma, hasta que Aless comenzó a reír y
terminó de despertarse.- Marli, me debes una.
- Vístete, puedes comer en el
viaje.
- ¿Adónde iremos?
- Ors Kelran trabajaba en la
misma fábrica donde Karelina Wamer fue secuestrada, en Gersan.
Crowley
comió algo en el camino a la fábrica, pero no estaba feliz. Aless disimulaba,
pero Julss podía leerlo como a un libro. El aristócrata apretaba los labios
para no sonreír y le dedicaba miradas silenciosas y breves. La diversión terminó
al llegar a la fábrica. Los policías que Aless había pedido ya no estaban, en
su lugar se encontraba la guardia real. En posición firme con sus cascos de
plata y con los colores de la casa real de Dunwar no movieron ni un músculo
hasta que trataron de entrar. Los seis soldados les apuntaron con los rifles y
uno de ellos se acercó, sin dejar de apuntar.
- Nadie puede entrar, son
órdenes.
- ¿Pasó algo?
- Son órdenes.- Del interior de
la fábrica salió Waslo Arsen en un humilde traje verde y fumando pipa para
esconder sus nervios.
- Déjenlos pasar. Ya era hora.
- ¿Un robo?
- No, nada. La guardia real fue
puesta por órdenes del príncipe consorte Teleric Dunwar. La policía trató de
interrogar a los empleados, pero no salió bien y los soldados les expulsaron.
- Creo que la pregunta es obvia.-
Crowley y Guevola caminaron entre las ruidosas máquinas y se acomodaron en la
oficina del capataz.
- Teleric Dunwar es dueño del
lugar, lo renta como muchos otros lugares, supongo que no quiere la mala
prensa. Es rutinario, pero la cúpula y un potencial miembro de la casa real no
pueden hacer negocios públicamente, es algo político.
- Sobre todo ahora que la corona
quiere comprar los negocios a la cúpula.- Dijo Crowley.
- Sí, están aplicando la ley de
compra obligada que la cúpula usó para hacerse del monopolio absoluto de
muchísimos negocios importantes del reino. Es irónico realmente.
- ¿De dónde sacarán tanto
dinero?- Preguntó Julss.- Después de la guerra el reino por poco y queda en la
miseria.
- ¿Y el príncipe consorte no está
involucrado en esa estrategia de compra?
- Ya veo por donde va, detective
Guevola.- El agente Arsen parecía tener la política de excluir a Crowley de sus
conversaciones. Julss no estaba muy feliz, pero se contentó con escuchar y
encenderse un cigarro.- El príncipe consorte de la princesa Marelia, candidato
al trono, asiste a la dinastía Vandrecker en todo lo que se le pide. Pero el
dinero no crece de la nada, es necesario rentar un par de lugares para sacar
dinero.
- ¿Y si el príncipe quiere hacer
dinero por su cuenta?- El agente Arsen nuevamente ignoró a Crowley. Frustrado
con una mañana tan tortuosa se excusó en busca del telégrafo más cercano.
- Un príncipe de Dunwich coronado
rey, perfecto justo medio entre Dunwich y Königsport. La corona sacrificaría a
la casa de los Vandrecker, pero podrían ganar la estabilidad. ¿Algo así?
- Ahora entiende porque todos se
ponen nerviosos cuando el príncipe consorte es mencionado, si quiera
tangencialmente en un asunto de tanta importancia.
- Si la cúpula lo desacredita
podría quemar el mejor puente entre una capital y otra.
- Así es detective Guevola, es
por ello que necesitamos de su sutileza para manejar el asunto.
- Si el príncipe es culpable de
algo, tendrá que pagar. Mi lealtad no se extiende a la complicidad. Espero un
comportamiento impoluto de cualquier miembro de la casa real, sobre todo de los
príncipes.- Arsen suspiró nervioso y buscó las palabras para reformular sus
indirectas cuando un alboroto estalló en la puerta principal de la fábrica.
- ¿Qué demonios es ese ruido?- El
agente salió y Julss entró terminando su cigarro.
- Me tomé la libertad de llamar a
la prensa. Les dije que la sociedad de Dagón había robado la fábrica durante la
noche.- Aless le miró sorprendido, pero sonrió.- Ya me imaginabas, tú también
estás harto de ese hombre.
- Sólo hace su trabajo Julss.
- Y nosotros el nuestro. Vamos a
hablar con los obreros.
- Excelente idea, pero no al
capataz. Sería mejor tener información de alguien que no estaría totalmente
vendido a un lado ni a otro.- Julss y Aless se perdieron entre las máquinas y
las calderas, para ocultarse de Waslo Arsen y de los soldados de la casa de
Dunwar. Escogieron a un obrero que reparaba tuberías cerrando llaves y usando
gruesos tapetes para tapar salidas de vapor.
- ¿Qué quieren? Estoy ocupado.-
Julss le mostró unos cuantos billetes y el obrero se desocupó.
- ¿Conoce a un Ors Kelran?- Aless
le mostró una fotografía y el obrero la miró atentamente.
- Sí, es un contador. Al menos
eso creo, del turno nocturno. Los capataces le dirán más.
- Sabemos cómo es esto.- Crowley
le dio otras veinte coronas, que el obrero se guardó sin pensarlo dos veces.- A
veces los capataces cubren a sus patrones, pero los obreros saben ciertas
cosas.
- ¿Quiere que le hable de la
fábrica? No hay mucho que decir. El trabajo es pésimo y el salario peor. La
renta es exagerada, es la queja de siempre. En las nubes. Mientras tanto esos
gordos de la cúpula no sueltan ni un centavo para cambiar las máquinas.
Prefieren tenernos a nosotros reparando algo que podría estallar en cualquier
momento. Fuera de eso, no hay mucho que decir.
- Muchas gracias amigo. Julss, es
hora de irnos.
- ¿Dónde estaban?- Waslo dejó
atrás a un grupo de periodistas y con amables señas les dijo que esperaran.-
Reporteros, lo que me faltaba.
- ¿Qué hará con ellos?
- Les daré un paseo, para que
vean que no hay nada raro. Ya los tengo convencidos.
- Son una plaga,- dijo Julss.-
por el modo en que aparecen de la nada.
- ¿Qué van a hacer?
- Iremos a la farmacia que
robaron anoche.- Dijo Aless mientras desempañaba su monóculo.- Hay una teoría
que quiero confirmar. ¿Nos acompañará?
- No puedo.
- Le esperaremos allá, pero no
tarde.- Salieron de la fábrica y mientras Julss hacía funcionar el motor de
vapor del auto, Aless volvió a cerrar los labios y fingir que todo estaba bien.
- Me desperté en un mundo
paralelo y los roles cambiaron, ¿no es así? No iremos a la farmacia.
- No, pero me lo quería quitar de
encima.
- Kalerina Wamer, la víctima del
secuestro.- Julss terminó de preparar la máquina y subieron al auto.- Es hora
de escuchar su lado de la historia.
El
medidor de peso del carbón estaba bajo, por lo que Julss fue directo a la
autopista. Las llantas se acomodaron a los rieles y, tras pagar unas cuantas
coronas, viajaron a toda prisa por los rieles de ferrocarril, empujados por una
larguísima cadena hasta la siguiente estación. Como siempre, más de diez vagos
y pobres ofrecieron sus centavos para subirse al auto. Julss quiso aceptar el
dinero, pero Aless se lo prohibió. Viajaron a toda velocidad hasta la siguiente
estación y se zafaron de los rieles, dejando atrás a los pasajeros extras.
Kalerina Wamer no estaba en el domicilio que su expediente indicaba. Siguiendo
una corazonada compraron más carbón y manejaron a la fábrica de reciclaje de papel.
La mujer había ido a trabajar. Ésta vez no aparecieron guardias, lo cual
desilusionó a Julss.
- ¿En qué puedo ayudarles?-
Kalerina les llevó a su modesta oficina en el segundo piso, ocupada en su
mayoría por muestras de distintos papeles.
- Interesante colección.- Aless
sintió varios de los papeles y sonrió con cierta tristeza.- Ya no se siente
esto hoy en día. Esto es calidad de Merrimack, antes de su crisis.
- Tiene usted un tacto
extraordinario detective. Pensé que yo era la única que podía diferenciar entre
el clásico de Merrimack y el tipo alquímico de Königsport de la dinastía
temprana. El clásico de Merrimack es mi favorito, aunque ya no es tan demandado
a excepción de invitaciones de bodas. Un despilfarro si me lo pregunta. Yo
disfruté ese papel en mi juventud, soy de Merrimack.
- ¿En serio?- Julss se iluminó de
repente y por la emoción casi se pone de pie.- Estudié un año magia talismánica
en Merrimack. Su magia es muy potente.
- ¿Y me lo dice a mí? Vengo de
una larguísima tradición de brujas. Abandoné el asunto hace dos años, cuando me
mudé a Dunwich. Ya no parece haber mucho espacio para nuestra clase detective
Crowley. Es lamentable.
- Vaya que sí.- Kalerina les
ofreció vino frutal de Merrimack y ambos aceptaron gustosos. La mujer, aunque
superaba ya los cincuenta, era atractiva y energética. Revisaba expedientes al
mismo tiempo que hablaba y era obvio que realizaba cálculos matemáticos con la
misma facilidad con la que se arreglaba el cabello.- Pero me temo que estamos
aquí para algo un poco más sórdido.
- Sí, el secuestro. No sé qué
decirles, ya hablé con la policía anoche. Fue de lo más raro, pues no me
lastimaron. El hombre que se subió al carruaje me amenazó mucho, pero nunca fue
físico. Ni siquiera cuando me amarró y me metió a esa fábrica abandonada.
- Parcialmente abandonada.-
Corrigió Aless.- Dijo que es hombre, ¿qué apariencia tenía?
- Ni lo pregunte detective. Usó
máscara y toga. Ni siquiera sus manos estaban descubiertas, usó guantes. Una
vez que me dejó en esa fábrica, no volví a ver a nadie. Hasta que entró alguien
disparando y se siguió de largo. Estaba muy oscuro para describirlo.
- Sí, nadie ha podido describirlo
hasta ahora.
- Pude ver una tarjeta en uno de
los bolsillos de la toga. La policía me mostró una igual. Nunca había visto
algo así.
- ¿Tienen un registro de las
cosas que imprimen y sus clientes?
- Es listo detective, los
inspectores no me preguntaron eso. Nosotros no imprimimos nada, ni esas
tarjetas ni nada. Solamente vendemos papel antiguo a invitaciones de boda,
editoriales elegantes y cosas así.- La puerta de la oficina se abrió y entró
uno de los obreros con cara de preocupación.
- Kalerina, nos devolvieron el
papel. No era el descontinuado que querían. No sé qué salió mal.
- Es una tras otra.- Se quejó
Kalerina.- Muy bien, que nadie entre en pánico. La corona está reconstruyendo
la colonia Granser. Había una biblioteca ahí, seguramente tiraron los libros
que ya eran ilegibles. Detectives, me temo que tengo que irme.
- No deje que la interrumpamos.-
Los detectives se fueron y Kalerina salió poco después en un carruaje
acompañada de dos fornidos obreros.
- Ahora veo por qué la quieren
tanto Aless, la mujer es una belleza.
- Calma, asume que Marli puede
leer tu mente en todo momento.
- Lo peor es que creo que puede.-
Sonaron las chicharras y la sonrisa de Aless se borró.- Olvida la sesión
psicológica, están a una cuadra y tenemos excusa.
- Justo cuando pensé que esta
ciudad podía salvarse apareció el macabro doctor Lovecraft.
- Y el crimen perfecto.- Julss
conocía demasiado bien a Aless, y sabía cómo hacerlo pensar en otras cosas.- Me
parece que es necesario un reencuentro, ¿no te parece?
- No es perfecto Julss.- Dijo
Aless mientras se subía al auto.- Debieron comprar togas y máscaras.
- Le diré a Otis que usé a sus
muchachos en algo productivo y lo rastreen, pero si Kalerina ya rindió su
declaración, deben estar haciéndolo ahora mismo. Serán comunes, te lo apuesto.
- Sí, eso seguro.- Julss rodeó la
sesión psicológica tan rápido como pudo y fue manejando entre callejuelas hasta
la mansión de Laban Khun.- Aún así, no es perfecto. Necesitan alguien que
compre las togas. Necesitan alguien que reúna a la gente, un lugar para
hacerlo, alguien que estudie los lugares y planeé los golpes. Diez personas al
menos.
- Por no contar que tiene que
pagarles lo suficiente como para que no se pongan curiosos. Uno de esos
enmascarados podría saber la identidad de los conspiradores. Guardarse el
secreto, sólo por si acaso. Mil cosas podrían salir mal.
- ¿Cuánto quieres apostar que
nada ha salido mal hasta ahora?
- No te creí un hombre de
apuestas Aless.
- Sólo cuando es algo seguro.
La
mansión Khun no había cambiado en nada durante los años. Los detectives
estacionaron fuera y se fijaron en los carruajes a su alrededor. Julss detectó
a un hombre que no se decidía a comer su pastelillo, pero no dejaba de mirar
hacia la entrada de la mansión. Otro hombre, un poco más discreto, fingía
buscar algo en el periódico sentado en la banqueta no muy lejos de ahí. Aless
notó a los dos hombres armados en un carruaje, y a dos cuadras una pareja que
parecían apuntarlo todo. Habían llegado a uno de los bastiones del espionaje de
la cúpula. Sin duda su presencia sería reportada a la cúpula y a los agentes de
la corona. El mayordomo les hizo pasar. Bruss Molaren no había envejecido ni un
día, y no parecía importarle los espías en la calle.
- El señor Laban y el señor Loric
están ocupados, vengan conmigo.- Les tomó los abrigos y les condujo a una sala
de espera afuera del estudio mientras se apoyaba en su bastón.
- Veo que Laban no ha cambiado en
nada. Desde que Loric se mudó siempre deja sus papeles por todas partes.- Julss
movió un conjunto de papeles del sillón a una mesa.
- No puedo tocarlos detective, no
me competen.
- Es una vieja táctica.- Dijo
Aless.- Casi todo lo que puedas leer entre estos papeles, es falso. Lo deja
fuera apropósito. Es un espía Julss, no lo olvides.
- Mi cuñado Laban y marido son
muchas cosas detective.- Elisse apareció de otra puerta en un vestido verde y
dando pasos pequeños hasta la cigarrera de oro en una mesa de café.- Patriotas
es una palabra que me viene a la mente.
- Es curioso lo que la guerra
hace a la gente.- Dijo Aless en tono conciliatorio.- Los bandos se separaran,
líneas son trazadas en la arena, por decirlo de algún modo.
- ¿Y me lo dice a mí? Loric habla
mientras duerme, pero tengo que olvidarlo. Lo hago sin problemas, no me
malentienda, pero me gustaría más poder dormir tranquila.
- Oye Bruss,- dijo Julss con
malicia en el rostro.- ¿los Khun siguen siendo los niños grandotes de siempre?
Tú los conoces de toda la vida.
- Los señores no han cambiado en
lo que importa.
- Sí, es una manera de decirlo.-
Se mofó Elisse.- Loric sigue siendo aburrido, hasta que se junta con su hermano
Laban. Cuando los veo juntos, aún veo los chicos que salían a cazar a esos
bosques. Bruss iba también, hace mil años, cuando solía mantener una mejor
limpieza en la casa.
- Disculpe señora.- Bruss realizó
una reverencia exagerada y se fue.
- Hay cosas que no puedo decir
frente a él. Trabajo como ejecutiva del banco para guardar apariencias que a
nadie engañan. Todos mis clientes sólo buscan maneras de sacarme información
sobre mi marido, o probar mi lealtad a la causa. Vengo a casa y lo encuentro
encerrado todo el tiempo. Nadie me dice nada y sin embargo, todos quieren saber
lo que he escuchado. Es irónico realmente. ¿Vienen por la sociedad Dagón? Lo
leí en los diarios.
- Quizás, o quizás venimos por
los puros y los licores.- Laban y Loric salieron de la oficina y sin prestarle
atención a Elisse les invitaron a entrar. Julss se acercó juguetonamente a la
máquina de telégrafo y Loric arrancó el papel que aún colgaba de su impresora.-
Calma Loric, no somos espías.
- Quién sabe, trabajan para Waslo
Arsen. No se hagan a los sorprendidos.
- No es por eso, es por la falta
de ventilación en el estudio. ¿Piensan matarnos con el hedor de sus sudores
compartidos?
- Julss sigue siendo el bromista.
¿Qué tal tú Aless, sigues siendo la voz de la razón?
- En ocasiones Laban, en
ocasiones.- Tras un momento de tenso silencio Aless se apoyó en el escritorio
repleto de archivos y miró a Laban a los ojos con la intensidad de un halcón.-
El crimen perfecto es posible, y está pasando.
- Es muy temprano para decir
eso.- Dijo Loric con cierta ofensa en la voz.
- No, no lo es. Crímenes dentro
de crímenes, evidencias plantadas, actuaciones tan públicas que enceguecen a
los investigadores... Está todo ahí, en la sociedad de Dagón.
- Vamos Aless, no exageres. Y no
nos acuses tampoco.- Laban se sentó y se arremangó cansadamente. El día apenas
empezaba y ya estaba agotado. Loric se colocó a su lado, como piezas en un
tablero de ajedrez que se preparan para atacar. Julss se alejó de Aless y se
plantó en la ventana con las cortinas corridas, para dividir sus atenciones.
- Nosotros lo diseñamos.
- Eso fue hace años. Estoy seguro
que lo platicamos con otras personas, o que esto no tiene nada que ver. Es una
probabilidad estadística, las circunstancias adecuadas tenían que presentarse
tarde o temprano. Confunden una mera posibilidad lógica, que de hecho se lleva
a cabo, con una intención maliciosa. Podríamos hablar de accidentes de
carruajes mecánicos, eso no indica que el próximo accidente fue causado por
nosotros.
- Una explicación muy científica
Loric, felicidades.
- Es muy sencillo.- Dijo Laban.-
¿La mujer que fue secuestrada trabajaba para una guilda? No, quizás fue para
asustarla. ¿Y qué me dicen del rescate en la fábrica que la cúpula renta al
príncipe consorte? Podría ser otra táctica para empujar a la cúpula a la
extinción.
- Ustedes son espías de la
cúpula, y Faner Ormus a quien estás acusando implícitamente, es espía de la
corona.- Aless limpió su monóculo como si tuviera todo el día. Julss reprimió
una sonrisa, el aristócrata tenía sus modos para tratar a los científicos,
jugando con su paciencia.- Eso lo sabemos todos, también sabemos que esta
sociedad de Dagón aún no juega su golpe maestro, y que cuando lo haga no se
detendrá, con tal de encubrir más crímenes.
- Concedido.- Dijo Loric con una
desesperación que traicionaba su aparente calma.- No podemos trabajar juntos,
pero tampoco hay que fingir que no nos estorbaremos mutuamente. Hay mucho en la
línea. Ese maldito príncipe consorte está enamorando demasiado bien a la
princesa. La cúpula podría perderlo todo en un año o incluso menos.
- Y no olvidemos a Aleister
Lovecraft.- Interrumpió Laban.- La mano detrás del trono. Está en la ciudad. Su
nuevo trabajo en el ministerio de salud física y mental es su excusa para
establecer su base aquí. Nadie sabe qué planea, ni nuestro bando, ni el de
Faner.
- ¿Y él que tiene que ver?
- ¿Es broma? Todo. Bien podría
estar detrás de todo el asunto, le conviene demasiado. Tolerado por la corona
empuja su economía del conocimiento, una Universidad en cada ciudad controlando
qué se puede investigar o desarrollar y qué no. Él tiene la patente forzada a
toda medicina, por no contar con las patentes industriales. ¿Aún no te queda
claro Julss? Te lo pongo más fácil. Las minas que la corona se apropió
injustamente es una máquina de enfermos. Las soluciones que emplean se mezclan
con los minerales y son tóxicas, pero sumamente necesarias. El veneno de minas
se transmite por la piel, cualquier descuido o un uniforme gastado, puede
matar. En concentrado puede matarte en menos de dos o tres horas. Ellos se
quedan con las minas, Lovecraft se queda con los enfermos y mediante ese dinero
sigue empujando sus políticas de patentes. Ahora es el poder fáctico detrás del
trono, sea o no coronado el príncipe consorte, ¿qué lugar ocupará Lovecraft?
- Nada apunta a él aún. Aunque
claro, esa es la idea.
- Eso,- continuó Aless.- y que a
ustedes les convendría sacarse de encima a Lovecraft. Yo también quisiera, por
motivos filosóficos, pero eso no pasará hasta que tengamos buenos motivos.
- Espera un segundo.- Julss
sonrió y miró a los hermanos tratando de leer sus miradas.- Ors Kelran era
geólogo. ¿Si el príncipe consorte, Teleric Dunwar, es coronado rey qué ha
prometido hacer con las minas?
- Vamos Julss, no seas
exagerado.- Loric vio que lo decía en serio y le extendió un periódico.- Las
retendrá la corona hasta que la situación se normalice, es decir, hasta que
Dunwich sea transformada por completo. Fue un tiro al azar, pero entiendo que
hayas jugado esa carta.
- Esto me recuerda al asedio de
Arkham.- Aless sonrió y se relajó.- Mi unidad se separó del ejército y nos
enfrentamos con rebeldes. Hubo un momento que había cuatro de nosotros, cada
uno apuntando a la persona a su derecha. Si uno disparaba, todos disparaban.
Nadie confiaba que el de al lado entraría en razón y simplemente bajaría sus
armas si tú lo hicieras.
- ¿Y qué pasó?- Preguntó Loric.
- Sigo con vida, ¿no es así?
Vamos Julss, no queda nada más que decir.- En cuanto salieron del estudio el
mayordomo se acercó a ellos señalando hacia la puerta y con sus abrigos listos.
- Un hombre pregunta por ustedes
en la puerta. Su identificación decía que su nombre es Walso Arsen, dice que es
urgente.
- Fue una truco muy infantil
detective Guevola, pero muy entendible.- Salieron con el agente de la corona,
quien no dejaba de saludar a los espías que anotaban su presencia.- No hay
tiempo para enojarse. El príncipe consorte fue atacado hace unos momentos por
una mujer. Queremos que vayan ustedes y realicen una investigación
independiente para corroborar que fue en autodefensa. No hay nada que esconder,
así que no se sientan limitados de ningún modo.
- Suena muy seguro agente Arsen.
- Lo estoy absolutamente.
- Oye Aless,- subieron al auto y
Julss siguió al agente de la corona.- ¿y qué pasó en esa pelea?
- ¿En el asedio de Arkham?- Guevola
se quitó el monóculo y lo miró contra la luz.- Nuestros brazos se debilitaron
después de dos horas de tensión.
- Ya veo, se cansaron y se
fueron.
- No, en cuanto dos soldados de
Arkham bajaron sus brazos nosotros fingimos hacer lo mismo y les tomamos por
sorpresa. No quise decirlo en la mansión Khun, para hacerles creer que si
llegamos a estar en una situación semejante seríamos civilizados. Ellos creen
que somos torpes o débiles, o ambas, y eso es mejor para nosotros. No nos verán
venir.
- Y yo pensé que yo era un
estuche de monerías.
- No tienes el monopolio en todo,
mi estimado Julss.
- Es una excelente historia.-
Dijo Julss finalmente después de mucho meditar.- ¿Te molesta si me la apropio?
- No tienes vergüenza.
- No, la empeñé cuando era niño, en
un viaje a Merrimack. Me conseguí uno de esos trompos de muchos colores. Fue
mejor compañero.- Aless se rió y Julss le miró sin entender.- Es en serio, con
un brujo de Merrimack. 39 coronas y 13 chelines. Eso me dio.
- Lo estafaste.
El
agente de la corona les llevó a un restaurante cerca de ahí, donde la guardia
de la casa de Dunwar restringía el paso y atraía la atención de los chismosos.
Los detectives entraron después de Arsen y las sospechas fueron disipadas, al
menos en su mayoría. No parecían estar tratando de maquillar la muerte de la
mujer, pues los clientes aún estaban en el local esperando ser entrevistados en
un rincón. La mujer vestía la versión humilde de un vestido elegante y su
cuerpo seguía en el mismo lugar en el que había recibido dos balas, una en las
costillas y otra en la cabeza. El agente de la corona que disparó el arma
esperaba fumando en su mesa.
- Ya era hora.- Faner Ormus se
abrió paso entre los soldados que rodeaban al príncipe Teleric y les saludó con
cierta frialdad.- Investigué un par de cosas mientras llegaban, la mujer es
Polina Frass, originaria de Newburyport.
- ¿Cómo ocurrió?- Julss aceptó el
expediente que tenía en la mano y notó que el príncipe se arreglaba el traje
para hablar con ellos.
- El príncipe Teleric comía en
esta mesa, preocupado por los asuntos del reino. Polina Frass se le acercó para
pedirle un autógrafo, después entabló conversación y sacó un cuchillo. Lo
habría matado, de no ser por el agente Kalss, quien le disparó en el costado y,
cuando Frass se alejó lo suficiente del príncipe, le disparó en la cabeza.
- ¿Y eso es todo?
- Y esto.- Faner les dio una
tarjeta con la misma leyenda de la sociedad de Dagón.- Lo tenía con ella, junto
con el cuchillo. Eran las dos únicas cosas en su bolso, ni siquiera traía dinero.
Una misión suicida. Reconocí la tarjeta del periódico, busqué en los registros
de migrantes de Newsburyport en expedientes médicos y la encontré. Sabía que no
me creerían, así que insistí en que fueran llamados.
- Tendremos que hablar con todos
Faner, no te ofendas.
- Detectives, buenas tardes.- El
príncipe se presentó y ofrecieron una reverencia cortés.- Está bien Faner, deja
que los detectives Crowley y Guevola hagan su trabajo.
- Así que estaba comiendo, la
mujer se le acerca, hace plática y trata de matarlo. ¿Fue así?
- Básicamente sí. Usted debe ser
el detective Crowley, he escuchado mucho sobre usted.
- No todo bueno espero.- Bromeó
Julss.
- Y detective Guevola, escucho
que es usted un verdadero aristócrata. Sin duda preocupado, como yo, en la situación
precaria de los obreros del reino.
- Algo así, su Alteza.- Aless
fingió la mejor sonrisa que pudo y reprimió un gruñido.- ¿Comía a solas?
- Nunca como a solas, como con
las preocupaciones.- Aless señaló a las dos atractivas mujeres que esperaban en
una esquina mirando al príncipe y sonriendo nerviosamente.
- Así que la castaña es
“preocupaciones”, ¿y la rubia como se llama?- El príncipe Teleric soltó una
risotada y le dio una fuerte palmada a Aless en la espalda.
- Vamos amigos, ustedes saben
como es, ellas quieren saber a qué sabe mi apellido. Aún así, mi único amor es
la princesa Marelia. Así que díganme, ¿cuándo podemos olvidar todo este asunto?
- No tardaremos mucho su Alteza,
no se preocupe por nada.- Se alejaron para hablar con los clientes y Julss se
le acercó a Aless lo suficiente para susurrar.- ¿Ahora soy yo el que tengo que
cuidarte? Solía ser al revés y así lo prefería. Ése es el futuro rey, nos
convendría tener contactos en altas esferas.
- Ni lo sueñes, ésa es la clase
de persona que nos masticaría y escupiría de no ser que nos necesita para los
artículos de periódicos. ¿Viste la manera en que se viste y se comporta? Sólo
le importa el dinero y el poder.
- ¿Y? No es el primer matrimonio
real que se arregla para garantizar la paz, ni será el último. Además, yo creo
que es inocente. No estaríamos aquí si no lo fuera.
- Sí, en eso tienes razón.
Los
detectives entrevistaron a los clientes, tratando constantemente de mostrar
contradicciones, pero sin conseguirlo. Cada cliente relató lo que pudo ver,
algunos no vieron nada, otros vieron pedazos y otros lo vieron todos. Las pocas
contradicciones eran naturales, algunos juraban haber visto un arma en la mano
de Polina Frass, otros un tenedor y así sucesivamente. Los detectives no tenían
que decirse nada, ambos pensaban exactamente lo mismo, que la sociedad de Dagón
había tratado de dar su golpe maestro y había fracasado. Polina Frass habría
sido usada, de eso no tenían duda, pues no había manera de que se saliera con
la suya. No encontrarían nada de la sociedad de Dagón si la investigaban, pero
decidieron hacerlo de todas maneras.
- ¿Y bien?- Les preguntó Faner
cuando se disponían a ir.
- Fue autodefensa, estamos
seguros. Ya pueden decirle a la prensa que hubo una investigación
independiente. Iremos al domicilio de Polina Frass, a ver qué encontramos.
- Muy bien, yo iré a ver si tiene
correo o telégrafos que podamos recuperar, muchas veces no reciclan los
telégrafos de larga distancia hasta una semana después. Newburyport es hogar
del culto a Dagón, quiero ver si no comunicó sus intenciones a casa, con sus
conspiradores.
- Buena idea Faner, pero no
olvides, es el crimen perfecto tal y como lo discutimos hace tres años.
- Lo sé Julss, lo sé.- La
naturalidad con la que lo dijo expresó con claridad que ellos también eran
sospechosos para él, y si él sospechaba, también el agente que les contrató.
El
expediente situaba el domicilio de Polina Frass del otro lado de Dunwich, por
lo que Julss le pidió a uno de los agentes de Arsen que llevaran el auto a casa
de Aless, mientras que ellos usarían el zepelín de riel para llegar más rápido.
El edificio departamental se encontraba en el distrito vecino a un
deconstrucción por parte de la guilda de urbanidad, y pronto sería demolido
para construir algo en su lugar que no recordara para nada el pasado inmediato
de la sobre industrialización. Polina Frass compartía el departamento con otra
mujer, Sanlia Huns a quien esperaron por más de una hora para regresara de
trabajar. Sanlia se rompió a llorar en la sala cuando le explicaron lo que
había ocurrido, después de repetírselo varias veces pues no podía creerlo.
- No puede ser, deben tener a la
Polina Frass equivocada. No puede ser.- Julss le extendió el expediente que les
había llevado al departamento. Sanlia leyó cada parte con atención y lloró con
más fuerza, era ella.- Aún así, no puede ser. Polina estaba enferma, trabajaba
para costearse el tratamiento.
- ¿De qué estaba enferma?
- Mal de minas, ese veneno se le
metió a los pulmones.
- ¿Le molestaría si revisamos la
habitación de Polina?
- Vayan, es la segunda puerta.
Pero no encontrarán nada, ya lo verán. Polina jamás trataría de matar al
príncipe.
- Nadie jamás haría nada, hasta
que lo hacemos. Polina lo hizo y casi lo mata.- Julss cerró la puerta detrás de
Aless y se apoyó contra ella mientras Aless revisaba las pocas posesiones
personales de Polina Frass.- ¿Escuchaste lo que dijo?
- Mal de minas, el veneno. Laban
y Loric insistieron en eso.
- Sí, quizás ésta es la manera en
la que se sacan al doctor Lovecraft de encima.
- Quizás, pero no creo que
hubieran sido tan obvios.- Aless revisó hasta debajo de la cama, sin encontrar
nada sospechoso.- Quizás es como Loric dijo, el hablar sobre accidentes de auto
no significa que lo estemos planeando. Además, muchos mineros e incluso
familiares de mineros, tienen el mismo problema.
- Tienes razón, quizás no sea
nada, o quizás sea todo.
- Sí, así va la tonada. No
encontraremos nada aquí Julss, vámonos.- Se despidieron y en cuanto salieron a
la calle se encontraron con Faner Ormus, quien sostenía un papel de máquina
telegráfica.
- Tuve suerte. Sí mandó un
telégrafo media hora antes que entrara al restaurante.
- Vamos a ver.- Aless se ajustó
el monóculo y leyó el mensaje en el ceroso papel.- “tengo que matarlo, sé que
la promesa es falsa, pero no tengo opción. Adiós.”
- Es lo único que pude sacar. Se
los pude haber mandado a la oficina, pero quería verles en privado y cara a
cara. ¿Realmente creen que nuestros esbozos se hicieron realidad?
- ¿Tú qué crees Faner?
- Que sí. Los hermanos Khun lo
están siguiendo a la letra. ¿El asesinato del príncipe era el golpe maestro?
Eso es lo que aún me inquieta.
- Suena como que tienes dudas al
respecto.
- Las tengo. Fue un intento muy
burdo, los Khun son mejores que eso. Realmente te pone a pensar, ¿si la muerte
del príncipe consorte y futuro rey no era el objetivo final, cuál es? Porque
tiene que tener un objetivo final.
- Sí, y quien sea que esté detrás
de esto, está confiado en que no lo veremos.
- ¿Aún no creen que sean los
Khun? No sean ingenuos.
- No podemos ser lo
suficientemente ingenuos para creer que el mundo es blanco y negro Faner, ésa
es una comodidad que los Laban, Loric y tú pueden darse.
Se
despidieron de Faner y decidieron ir al precinto para ponerse al corriente y
comer algo. El zepelín de riel se movió sobre un distrito que la guilda de
urbanidad había destruido, después por uno en el que la guilda de constructores
terminaba de remodelar los edificios, y en otras ocasiones de construir desde
los cimientos. Viajaron en silencio, hambreados y preocupados. La conexión aún
no saltaba a la vista, pero si los crímenes se detenían en ese instante,
¿realmente podrían descubrir quién habría estado detrás de todo ello? Los
detectives estaban seguros que aún no terminaba, pero aquello tan sólo aplazaba
la cuestión. Se bajaron en la estación a una cuadra del precinto y compraron
comida en un puesto ambulante.
- Escuché que hicieron de
relaciones públicas del príncipe consorte.- El capitán Otis Placar les recibió
en su oficina. No se veía descansado, nadie lo hacía. En una esquina había un
mapa de la ciudad, con tachuelas en los últimos crímenes en 48 horas. Las
tachuelas blancas eran casos seguros de la sociedad de Dagón, y las tachuelas
rojas eran otros asaltos e incendios que podrían no estar relacionados.-
Mientras tanto la policía hacía un trabajo de verdad.
- No dejes que estorbemos a las
ruedas bien engrasadas de la justicia mi buen Otis.- Julss se sentó en el
sillón y comió de su sándwich mientras miraba al mapa.
- ¿Qué novedades hay?
- Tenemos dos incidentes con
gente con togas y máscaras. La prensa ya se enteró, así que a partir de mañana
tendremos a cada ladronzuelo en la ciudad disfrazado.
- Por supuesto.- Aless acarició
sus sienes nerviosamente.- Ése es el propósito del disfraz, cualquiera podría
ser del grupo. Usarán a otros criminales para ampliar la confusión.
- Pues sí. El primero fue a un
taller mecánico. Mataron a tres empleados, amarraron a los demás. Robaron
ventiladores, quince de ellos. No tocaron el dinero. El segundo ataque
confirmado fue en una tienda de artículos religiosos. Incienso, velas y el
dinero en la registradora. Apuñalaron a la dueña y a su hijo de once años,
quien hacía la tarea. Son unos monstruos. Hablé con algunos especialistas y
¿recuerdan la loción para dolores musculares? Si se mezcla con incienso y con
la loción para dolores musculares y una poción común para el corazón, se
obtiene un reactivo poderoso. Básicamente un explosivo aceitoso que puede
encenderse en el agua.
- ¿Hablaste con especialistas?
Capitán recuérdeme, ¿no era su esposa alquimista química?
- ¿Tienes que denigrar todo lo
que hago Julss?
- Capitán,- dijo Aless mientras
terminaba su comida.- ¿cómo movieron lo robado?
- Buena pregunta. Los quince
ventiladores medían cada uno de ellos un metro y medio de diámetro. En el
segundo caso robaron doce kilos de incienso y casi cien cajas de velas. No
sabemos qué ruta tomaron, nadie reportó camiones grandes, carruajes mecánicos,
ni siquiera carros de caballos. Desaparecieron en el aire. No dejaron atrás
tarjetas, pero sí estaban disfrazados. Hubo media docena de asaltos, en esos sí
dejaron tarjetas. No sabemos cuáles son verídicas, pues la imagen llegó a la
prensa. Tengo los nombres y expedientes de las víctimas.
- ¿Alguna conexión?- Aless recibió
el fajo de papeles y lo fue estudiando mientras que Julss se paraba frente al
mapa y miraba algo que no estaba allá.
- Revísalo por ti mismo Aless,
ninguna conexión. Al menos no entre ellos, ni entre las cosas que han robado.
Sin preferencia de género o edad. Usaron máscaras, sin togas. Supongo que eso
habría llamado mucho la atención.
- Capitán, ¿estos son los
puntos?- Julss señaló las dos tachuelas blancas y Otis asintió cansado.- Creo
que sé cómo llegaron ahí, y cómo se esfumaron. Los dos lugares tienen algo en
común, el drenaje. Hay una entrada al drenaje en los dos lugares. Una en el
patio del taller, otra en el callejón a un lado de la tienda de artículos
religiosos.
- Pondré policías y llamaré a los
soldados. Si tienes razón habremos cortado un paso importante.
- No encuentro nada.- Aless se
puso de pie con frustración y cansancio en el rostro.- Apunté los nombres por
si acaso y me gustaría checarlos con nuestros expedientes, por si acaso.
- Vamos a la oficina entonces.
Capitán, si pasa algo nuevo, contáctenos.
El
camino a la oficina fue largo y silencioso. Periódicamente Julss, o Aless,
soltaban una teoría que conectaba algunos de los puntos, pero el otro
inmediatamente lo desechaba. Julss propuso que el objetivo real era la loción
para dolores musculares para formar un explosivos debajo de la calle, en las
cloacas. Aless lo desechó argumentando que, aún si ese era parte del plan, no
explicaba la relevancia que la sociedad de Dagón le daba a Ors Kelran, si es
que tenía alguna relevancia. Aless insistía en el príncipe, él estaba implicado
de algún modo en al menos dos partes, el ataque de Polina Frass que parecía
auténtico, aunque pudo ser planeado por él mismo, y en la fábrica que renta a
la cúpula. Julss argumentó que, aunque el auto atentado tenía sentido, no se
implicaría a sí mismo en el asunto de la fábrica y Ors Kelran. Al llegar a la
oficina simplemente se rindieron y dejaron de soltar teorías. Con la promesa de
un té caliente y algo sustancioso para cenar los detectives salieron del elevador,
pero se detuvieron en seco. Marli Hilegger lloraba en la puerta de la oficina y
se lanzó a los brazos de Julss en cuanto le vio.
- ¿Qué pasa mi amor, Lola está
bien?
- Sí, todo está bien.
- Esa parte no la creo. ¿Por qué
lloras?
- Es horrible Julss, es Laban.
- ¿Qué con Laban?
- Salió a comprar un periódico,
como siempre hace para la versión vespertina. Compra la Gazeta, y eso sólo se
vende a tres cuadras. Caminaba por la banqueta, hasta que le cayó una maseta en
la cabeza. Julss, Laban está muerto.
Capítulo 5 El entierro
El nacimiento de la metrópolis de
“los orígenes de Dunwich”
Al
día siguiente de la muerte de Laban Khun se llevó a cabo el funeral. La noticia
de su fallecimiento había sido relegada por la ola indetenible de crímenes de
la sociedad de Dagón. La tensión comenzaba a ser palpable en las calles y para
cuando llegaron los detectives, y la esposa e hija de Julss, aquel era el tema
discutido por todos. El velatorio estaba a reventar con conocidos de la familia
Khun, familiares y políticos prominentes. Dunwich perdía a uno de sus más
brillantes detectives, y también algunos de los más prominentes políticos. Los
invitados no vieron con buenos ojos la llegada de Aless Guevola, conocido
enemigo de la economía industrializada.
- Loric, lo siento muchísimo.-
Marli abrazó a Loric, quien temblaba como una hoja a un lado de su esposa
Elisse, quien no paraba de llorar.- Cualquier cosa que necesites, sabes que
puedes confiar en nosotros. Vas a estar bien Loric.
- Gracias Marli. Y gracias a
ustedes también por haber venido. Me gustaría pensar que recordarán a mi
hermano como el amigo que siempre fue, sobre todo antes de toda esta locura del
espionaje.
- ¿Conocían a mi primo?- Un
hombre delgado y de mirada triste se acercó a los detectives cuando Loric se
rodeó de políticos y artistas.- Soy Gransel, por cierto.
- Era un buen amigo.
- Nunca deja de asombrar el paso
del tiempo, ¿no es cierto?- Gransel señaló a los tres hombres que entraron
rodeados de una comitiva.- Ellos son la cúpula, ¿no es cierto?
- Sí, Alvin Drejna, Olaf Povel y
el líder, el patricio Orne Fernan. Laban tenía amigos poderosos de un tiempo
acá.
- Siempre fue así. Su lado de la
familia Khun siempre gozó de la riqueza heredada por años. Cuando era chico les
acompañé varias veces a las cacerías, y recuerdo que el ahora príncipe
consorte, Teleric Dunwar, iba con ellos muchas veces. Claro, antes de la muerte
de su padre y de que heredara todo ese dinero y el poder político. No creo que
hayan seguido siendo amigos, considerando que no estarían de acuerdo sobre la
cúpula.
- El dinero cambia a la gente
supongo. Tome a la cúpula por ejemplo, gracias a la ley de compra forzada
pudieron hacerse dueños de prácticamente cada fábrica en la ciudad, por no
contar con la minería. Eran intocables por completo, ahora ya no tanto.
- ¿No se ha enterado? Tendrán que
pasar por confirmación. La casa real les tendrá de pies y manos humillándose en
la catedral de Yog-Sogoth.- Aless encendió un cigarro y sonrió imaginando la
escena.- Discúlpenme, es hora de llevar el féretro.
En
una comitiva pequeña cargaron el féretro fuera del velatorio y recorrieron el
cementerio. En la colina que albergaba a la familia Khun el ataúd fue hecho
descender por poleas. Hubo algunas palabras, pero nadie las escuchó. Un
silencio nervioso descendió sobre todos, a nadie se le ocurría qué decir y
todos prefirieron que las palas y la tierra lo dijeran todo.
- De nuevo, lamento mucho la
muerte de su cuñado, era muy joven.- Aless trató de consolar a Elisse, pero
ella no le quitaba la mirada de encima a la tumba de Laban frente a la que el
mayordomo y la servidumbre rendían su triste despedida.- El crimen no quedará
impune.
- ¿Qué? Lo que diga.- Elisse se
fue sin decir más nada, dejando a Aless con la palabra en la boca.
- Julss, Aless, quiero pedirles
algo.- Loric se acercó a los detectives mientras cerraba su paraguas.- Desenreden
este asunto. Encuentren a quien haya matado a mi hermano. Si alguien puede
hacerlo, son ustedes. Yo estaré ocupado con cuestiones familiares.
- Nos haremos cargo Loric,
descuida.
- Por cierto, le dejé a tu esposa
los archivos de mi hermano de casos anteriores. Estuvo trabajando en ellos, en
caso que hubiese algún cabo suelto en algún caso viejo.
En
cuanto salieron a la calle fueron abordados por dos comisarios quienes, por
órdenes del capitán Otis Placar, les informaron que habían hecho arrestos en las
cloacas. Julss le pidió a su esposa a que fuera directamente a la oficina y
revisara los expedientes de Laban, por si acaso resaltaba un nombre. Julss y
Aless no hablaron durante el trayecto. Ambos habían estado seguros que Laban
era la mente maestra, pero su muerte había sido de lo más inesperada. Guevola
no podía dejar de sentirse culpable por haber esperado lo peor de su amigo,
para estar en su funeral al día siguiente. Crowley no se problematizaba por
ello, pero no veía la manera de hacer que todos los caminos llevaran de algún
modo a Faner Ormus.
- Tenemos tres prisioneros.- Otis
les saludó en la entrada del precinto.- Pero tengo malas noticias.
- Vamos, dígalo de una vez.
- Tenemos que trasladar a los
prisioneros a la mazmorra de los comisarios. No creen que estén seguros aquí.
Podrán interrogarlos ahí.
- ¿Cuándo llegan y cómo se llaman
los prisioneros?
- Tenemos una universitaria que
argumentó estar haciendo una tesis sobre los túneles subterráneos de Dunwich,
Serlina Haberna. También tenemos a dos hombres presuntamente sin hogar, Eralen
Sepen y Carmer Ferres. Los comisarios llegan aquí en dos horas. Las mazmorras
son de la corona, no creo que me dejen pasar.
- Se lo comunicaré a mi esposa.
- En mi oficina.- Subieron a toda
prisa y Crowley se puso en contacto con Marli a través de la máquina
telegráfica. A toda prisa tecleó el mensaje, Marli le respondió y los tres se
quedaron de pie esperando una respuesta.- Son muchos expedientes, hay que darle
tiempo.
- No pude sacar nada en claro de
ellos, tendrán que hacerlo ustedes.- Otis se sentó y suspiró cansado.- Teníamos
razón ayer, ahora todo demente que quiera salirse con la suya sólo tiene que
fingir que es parte de la sociedad de Dagón.
- ¿Cuántos delitos?- Aless se
sentó a su lado y encendió un cigarro.
- Treinta en seis horas. Dunwich
se está saliendo de control. Cuando los comisarios entren en acción quebraran
cabezas a diestra y siniestra. Restablecerán el orden, así que tengan que matar
indiscriminadamente.
- Vamos, esa es una exageración.-
Mientras Otis recogía las notas de los delitos y se los daba a Aless, Julss se
apoyó contra la pared a un lado de la máquina telegráfica y revisaba
compulsivamente su reloj.- Son gente de la corona, no creo que hagan eso.
- No, serán peores que eso.- Dijo
Aless.- Los he visto en acción antes.
- Esos son todos los crímenes que
podrían estar relacionados. Me quedé sin tachuelas para el mapa.
- La sociedad de Dagón no puede
ser responsable ni de la mitad de ellos, su grupo no puede ser mayor a veinte
personas, de otro modo corren demasiados riesgos.
- Mi esposa tiene algo.- La
máquina comenzó a recibir las señales telegráficas y a interpretarlas con las
teclas de letras. Julss fue recibiendo el papel encerado y lo fue leyendo.-
“Eralen Sepen, arrestado junto a un cómplice por robo de tumbas, falsificación
de cheques y asalto. Cumplió condena parcial tras declarar contra su cómplice,
quien murió en prisión. Según nota adicional, fue liberado hace año y medio.”
- Capitán, sugiero que movamos a
los prisioneros ahora mismo. Si esperamos a los comisarios la sociedad de Dagón
tendrá más oportunidades. ¿Seguro que Eralen Sepen no hablará?
- Le di la golpiza de su vida y
ni una palabra.- Otis jaló de una palanca oculta bajo su escritorio para mandar
llamar a sus inspectores. Segundos después estaban en la oficina, recibiendo
órdenes.
Los
comisarios fueron avisados y cargando a los tres prisioneros en una carreta
motorizada en un convoy de tres carros policíacos realizaron el traslado. Julss
se mordía las uñas mirando hacia los altísimos techos y a los ventanales,
mientras que Aless cerraba los ojos y aguardaba pacientemente, no podía hacer
otra cosa. Al cruzar el puente, y a pocas cuadras de encontrarse con los
comisarios, un comando de cuatro personas disfrazadas de togas y máscaras
escalaron el puente y abrieron fuego. La policía respondió, pero el factor
sorpresa y un par de bombas de humo permitieron a los atacantes abrir la
carreta. Julss y Aless se protegieron detrás de un carro, pero no había mucho
que pudieran hacer. Un minuto después se disipó el humo y había terminado.
Rápidamente buscaron al capitán Otis, quien había sido rasguñado por una bala y
se había guarecido debajo de uno de los carros. Sobrevivieron dos inspectores y
los asaltantes habían matado a Serlina Haberna. Eralen Sepen había
desaparecido, y habían dejado atrás a Carmer Ferres.
- ¡Maldita sea! Me harán comerme
la placa por esto.
- Calma capitán, no había mucho
que hacer. Nos estaban esperando.
- Dejaron a Ferres, quizás si lo
exprimimos lo suficiente...
- No se haga ilusiones capitán,-
dijo Aless.- él no significa nada. Deje que los comisarios se diviertan con él.
Eralen Sepen era el que importaba.
- Sí,- dijo Julss.- pero Serlina
Haberna era miembro de la sociedad, por eso la mataron. Ya debió haber cumplido
con su parte en la organización, volviéndose desechable.
- Tienes razón, veamos qué
tramaba esta universitaria.- Otis buscó entre sus papeles y les dio la poca
información que tenía sobre ella, entre otras cosas su domicilio.
- Nativa de Newburyport, no me
sorprende.- Aless y Julss corrieron para no ser interrogados por los comisarios
que ya se acercaban.- Quizás sí existe una sociedad de Dagón.
- Quizás sí, pero eso no aleja la
tremenda luz que brilla sobre nosotros que planeamos el crimen perfecto.- Julss
detuvo un auto y mostrando su placa falsa de policía convenció al asustado
joven a dejarle su auto y reclamarlo en el precinto.- Julss, tú confundes
escrúpulos con una forma de catarro y tú brújula moral sólo apunta al miedo a
ser descubierto.
- Puedes caminar si quieres.
- Me quejo de tu ética, no de la
comodidad.- Aless se acomodó en el sillón del ruidoso vehículo y mientras
limpiaba su monóculo trató de concentrarse.- Quizás exista una célula
terrorista de Newburyport que desea arruinar la boda real. Quizás no sea ese su
objetivo sino otro, algo más pedestre como el dinero o la venganza.
- Ya la tuvieron sobre Laban.
- Cierto, pero la dificultad es
peor me temo. Podemos asumir que todo sentido, pero quizás nada lo tenga, o
únicamente lo tengan ciertas partes de su plan. La tercera opción es más
espantosa, pues si no poseemos la llave
no podremos darle sentido a la figura entera.
- Faner Ormus.- Julss se encendió
un cigarro y aceleró a toda prisa para subirse a la banqueta y escapar del
tráfico.- Laban era su rival. Los comisarios trabajan para la corona, quizás
ellos planearon la extracción. ¿Y por qué no? Nos usan a nosotros por si hay
que recoger evidencia vergonzosa de la cúpula, y crean una célula criminal para
arruinar la reputación del otro.
- ¿Entonces por qué matar a
Laban? Sería más coherente el dejarlo con vida, que todo apunte hacie él.
Espero que Serlina Haberna haya dejado tras de sí algún rastro de su
involucramiento.
- Ya casi llegamos.- Julss frenó
en seco y Aless salió despedido contra el vidrio y de regreso a su asiento.-
Vaya, estos frenos son mejores que los míos.
- Gracias por la experimentación
Julss, la duda me estaba matando.
- Te juro que lo disfrute tan
poco como tú disfrutaste despertarme con un vaso de agua.
- Aún así no me arrepiento.- Julss
detuvo a Aless antes que entrara al edificio y señaló la tienda del otro lado
de la calle, “el emporio del disfraz”.
- Vaya, vaya.- En cuanto entraron
notaron las togas y las máscaras de todo tipo por toda la tienda.- Ya sabemos
una parte de su papel en la organización.
- ¿Les puedo ayudar en algo?- La
dependienta, una mujer ciega casi por completo y de dientes salidos dejó su
periódico y se acercó.
- Él es el detective Crowley, yo
soy el detective Guevola, ¿qué me puede decir de este disfraz?- Aless le mostró
una toga y Julss tomó una de las máscaras y se la mostró.
- Claro, es la toga estándar del
monje vampiro, ¿se acuerdan de ese libro? Y la máscara es del “hombre sin
rostro”, el villano del cangrejo carmesí. ¿No leen esas historias?
- Lo menos posible.- Dijo Aless.-
¿Recuerda si vendió muchos de ellos recientemente?
- Se venden siempre, a veces las
mamás compran dos o tres para la familia.
- ¿Y Serlina Haberna?
- No sé quién es.- Los detectives
se miraron escépticos, pensando que podía ser parte de la conspiración, pero
Julss lo desechó con una sonrisa, pues estaban siendo demasiado paranoicos.-
Déjeme ver, tengo un registro. Primero tengo que encontrar mis lentes.
- Ya los encontré.- Julss señaló
los lentes sobre su cabeza y la mujer sonrió con sus enormes dientes. Julss
reprimió una mueca y pacientemente la siguieron hasta su libro de ventas.
- Hace seis meses se me agotaron,
aquí apunté el pedido de compra. Alguien compró unas veinte.- Lentamente fue
siguiendo renglón por renglón y cambiando de página.- 4 meses antes volví a
pedir, alguien compró otras cincuenta. 5 meses antes compraron diez.
- Gracias por su ayuda.- Salieron
de la tienda y cruzaron directo al edificio de departamentos.
- Quizás los compró un revendedor,
eso suele pasar. O quizás Serlina abasteció a todo el grupo.
- Eso es lo más probable, pero
también es probable que haya comprado más de los que eran necesarios. En caso
que alguien investigara la tienda.
- Nos estamos haciendo cada vez
más paranoicos Aless, eso no es bueno.- El departamento se encontraba en el
segundo piso, frente a las escaleras. Julss empujó la puerta, estaba abierta.
Aless notó el hilo en el suelo y antes de pensarlo dos veces tomó a Julss y se
lanzó hacia atrás, rodando por las escaleras mientras que el departamento de
Serlina Haberna estallaba en mil pedazos.
- Mis oídos, me duelen.
- Aless, amigo, ¿estás bien?-
Julss se puso de pie temblorosamente y revisó a Aless para saber si sangraba.-
Estás bien, gracias a los dioses estás bien. Me salvaste la vida Aless.
- Me duele cada hueso del cuerpo.
- Vamos Aless, salgamos de aquí.-
Julss señaló las llamas que consumían todas las pistas posibles y con una mano
jaló a su amigo de pie. Bajaron las escaleras mientras que los vecinos se alertaban
mutuamente y corrían a la salida.
- Era dinamita, no la bomba
química de la que Otis nos advirtió. No querían destruir todo el edificio, sólo
un departamento.
- Me salvaste la vida Aless.
Estaba distraído y no pude ver el hilo en el suelo que sostenían las bombas. De
no haber sido por ti Marli estaría recogiéndome con cuchara. Lola, por los
dioses, no la habría visto de nuevo.- Julss trató de decir algo más, pero sus
temblores se lo impidieron. Aless puso una mano sobre su hombro y le miró
sonriendo.
- Vamos Julss, te invito algo de
comer.
Los
detectives comieron sin pensar más en el caso. Julss habló de su hija durante
todo el tiempo y Aless disfrutó cada momento. No había encontrado a la mujer
perfecta para casarse, aunque había tenido algunas posibilidades en el pasado. Al
ver que su amigo se terminaba el plato pudo respirar tranquilo, Julss estaba
bien. Disfrutaron de un delicioso café mientras a una cuadra los bomberos
terminaban de controlar las llamas. Al terminar Julss se puso de pie perezosamente
para hablar con su esposa por el teléfono en una esquina del local. Aless
terminó su café, encendió un cigarro y sonrió al ver que su mejor amigo había
encontrado finalmente algo de serenidad. La sonrisa se le borró al ver que
regresaba preocupado.
- Aless, hubo otro incendio.
Están seguros que fue la sociedad de Dagón. Tengo la dirección.
- Vamos.- Dejó el dinero en la
mesa y regresaron al auto.
- Mataron a Laban y casi me matan
a mí Aless, esto se está saliendo de control.
- No Julss, mataron a Laban pero
no sabían quiénes entrarían a ese departamento. Pusieron la bomba en cuanto se
enteraron que estaba bajo arresto, pero no podían saber que eras tú.
- Eso lo hace peor entonces,
porque podrían matarnos pero no lo han hecho.
- Es cierto.- Aless no dijo nada
más durante el trayecto, meditando sobre lo que Julss había dicho.
El
incendio ya estaba controlado casi en su totalidad. Varios testigos afirmaban
haber visto a tres individuos de toga y máscara romper los candados de la
entrada, cargando con tambos de gasolina y un aparato que seguramente era una
bomba. Los detectives pusieron al corriente al capitán Placar, quien a juzgar
por su humor había recibido un enorme regaño de parte de sus superiores y de
los comisarios. El capitán les puso a ellos al corriente. La propiedad era una
pequeña fábrica a nombre de Maner Lurec, quien según declaró al ser traído a la
escena del crimen, había vendido el lugar a Eralen Sepen una semana antes. Otis
señaló al hombre que esperaba aburrido apoyado contra un auto y se limpiaba los
dientes con un palillo.
- Usted debe ser Maner Lurec.
- Como ya le dije a la policía,
no tengo nada que ver con el lugar. Lo vendí hace una semana, pero no transferí
los papeles porque desde que la corona se instaló aquí todo es una burocracia
infernal. ¿Qué más puedo decirles?
- ¿Quiere un cigarro?- Julss le
acercó uno y se encendió otro para él. Maner Lurec, un hombre corpulento aunque
avejentado y con tatuajes en los brazos y en el pecho a medio descubrir por la
camisa, se sorprendió de su actitud.- Somos detectives privados.
- Gracias a Dagón, gente con
sentido común.- Al notar las miradas extrañadas el hombre se rió.- Disculpen,
es un tic adquirido. Nací en Newsburyport entre piratas, supongo que esas cosas
no se van. Estudié medicina en Merrimack, antes que crean que soy parte de la
sociedad de Dagón.
- ¿Y qué lo trajo a esta ciudad?
- Ejercí medicina desde hacía 35
años, pero contrario a lo que se puedan imaginar, las clínicas de los bosques
no tienen tanta gente como para mantener a todos los doctores. Imprimo manuales
médicos, ahora me cambié a un mejor local con una editorial muy buena. No sabía
qué hacer con esta fábrica, pero ese sujeto, ese Eralen Sepen, me ofreció
dinero en efectivo y lo tomé.
- ¿Lo había visto antes?
- Nunca.- Aless codeó a Julss y
con una mirada señaló al agente Waslo Arsen, quien se abría paso pese a las
protestas del capitán Otis.
- Discúlpenos un segundo.- Julss
detuvo a Waslo antes que abriera la boca y dejándole pasmado se dirigió al
capitán con susurros.- Quiero que sigan a ese hombre día y noche.
- Hecho. Ese agente de la corona
se metió sin preguntar.
- Sí, le encanta hacer eso y ya
se está poniendo viejo.
- Conexión Newburyport-Dagón.-
Dijo Aless en voz baja mientras regresaban a Waslo Arsen. Crowley afirmó con la
cabeza y con una seña le dio pie al agente Arsen.
- No olviden que los contraté, no
al revés.
- Al grano Arsen, al grano.
- Como sea. Ha habido otro
ataque. La oficina de un maestro arquitecto fue saqueada y dos ayudantes fueron
asesinados. El asesino usó toga y máscara, y traía consigo una tarjeta.
Julss
cambió de auto, por uno de la policía, y siguieron al agente de la corona hasta
las oficinas de la guilda de construcción en el piso 34 de un macizo edificio
que conectaba a otros mediante puentes en el piso treinta. Los edificios del
estilo Königsport formaban laberintos en el suelo, pero también en las alturas.
Algunos techos hacían de parques, puentes iban y venían como larguísimas
avenidas que cruzaban calles enteras. No era infrecuente conocer personas que
no necesitaban bajar al suelo para hacer su vida cotidiana. La oficina de
Ermund Basra se encontraba delimitada como escena del crimen.
- Es salvaje.- Dijo el comisario
que les dejó entrar.- En la oficina de al lado vieron al asesino ponerse su
máscara, el retrato ya está circulando.
- Es bueno saberlo.
- Oigan, ¿no son ustedes los que
tenían que traer a esos tres arrestados a las mazmorras?
- No, nos confunde con otros
detectives idénticos a nosotros.- El comisario asintió con la cabeza y no se
dio cuenta de lo que pasó hasta que los detectives ya habían entrado.
- Es un desorden.- Aless trató de
no pisar sobre los esquemas y planos que habían sido arrancados de las gavetas
de los muebles que yacían en el suelo.
- Heridas de cuchillo.- Julss se
acercó a los ayudantes y señaló las heridas en sus cuellos.- No fue
profesional. ¿Encontró lo que buscaba?
- No encontró al maestro
arquitecto, eso es seguro. Sin duda será la prioridad de los comisarios. Pero
estaba buscando algo más, no hay duda.- No había un solo rincón en la
comúnmente pulcra y ordenada oficina de arquitecto que no mostrara las señales
de un desquiciado.
- Hay que buscar el
desencadenante Aless, hay que ir a la casa del arquitecto.
- Sí, pero será mejor hacerlo en
secreto.- Salieron de la oficina y de inmediato se toparon con Waslo Arsen.-
¿El retrato que tienen es confiable?
- Mucho.- Arsen le extendió una
copia.- ¿Qué piensan hacer?
- Había cierto olor a pescado
entre los mapas y esquemas que el asesino manoseó. Julss tiene contactos en los
mercados de mariscos. La mayoría vienen de Newburyport. Iremos para allá.
¿Ustedes pueden hacer una búsqueda generalizada? Denle la información al
capitán Placar.
- Prefiero jugar esto cerca del
pecho, sin ofender al capitán Otis Placar.
- ¿Olor a pescado?- Le preguntó
Julss mientras bajaban las escaleras de piedra y se perdían en el gentío del
puente.
- Tenía que decir algo, además
sonó tan plausible que hasta yo me lo hubiera creído.
- No celebres aún, tenemos una
cola.
Mezclándose
con la muchedumbre de los puentes alcanzaron un mercado en el techo de un
edificio vecino. Escondiéndose entre las enormes esculturas de los patricios
revisaron cuántos comisarios les seguían. Sin correr tomaron otro camino hacia
otro puente, los comisarios les detectaron y mantuvieron su distancia.
Aprovechando la cercanía con un heliopuerto civil se confundieron con la gente
que ascendía por las escaleras metálicas hasta el zepelín. Los comisarios no
entraron con ellos, sabiendo que era más fácil mandar la orden de seguimiento
al siguiente heliopuerto. Aless contaba con ello y en el último momento posible
se escurrió a la cabina de pilotos y descendieron del otro lado del
heliopuerto. Habiendo perdido a sus seguidores pudieron bajar al edificio y a
la calle. Tomaron el primer carruaje mecánico que pudieron y fueron directo a
la dirección escrita en la tarjeta que Julss había robado. La carreta, con sus
dos motores que, como caballos con cuatro ruedas, avanzó por las sinuosas
calles oscurecidas por los rascacielos.
- ¿Crees que se enoje Waslo?
- Sin duda, pero tengo la
sospecha que él nos necesita más a nosotros, que nosotros a él.
Detuvieron
el carruaje mecánico un par de cuadras antes y Julss telefoneó a Marli para que
pidiera, a través de sus contactos, la información tributaria del arquitecto
Ermund Basra. Aless revisó que no hubiesen comisarios cerca y forzó las
cerraduras cuidadosamente. La casa no había sido atacada, al menos no aún.
Julss le alcanzó mientras Guevola analizaba los papeles en su escritorio, planes
de construcción para más distritos de Dunwich, así como análisis de costos.
- Marli obró milagros. No me vas
a creer, pero Ermund Basra prácticamente no existe. No paga impuestos laborales
y ésta no es su casa.- Aless le mostró fotografías domésticas del maestro
arquitecto y amigos o familiares a un lado de su escritorio.- Sí, pero todo lo
paga un tal Traler Karse y la guilda de urbanidad.
- Interesante, con razón Arsen
estaba tan nervioso sobre el asunto.- Revisaron todos los cuartos, por si acaso
Ermund estuviese muerto y atado en algún rincón, pero no encontraron nada.
- Tiene más libros en su
dormitorio que en su oficina, qué tipo tan aburrido.
- ¿Si le robaras a un maestro
arquitecto, dónde buscarías primero?
- No en su dormitorio.- Julss
extrajo varios expedientes y se los mostró a Aless.- Estudios de análisis de
materiales de construcción, manuales para condenar distritos enteros con
diversas excusas, toda una lindura.
- Tiene un cajón secreto en su
buró.- Aless metió la mano al cajón, forzó los mecanismos, extrajo un librito y
se sentó en la cama.- Está en código, pero la última entrada en este diario
debería ser de al menos esta semana.
- ¿Crees que podrías quebrar el
código?
- Si tuviera uno o dos días de
tranquilidad... Pero no necesito ser un genio para leer el nombre de Traler
Karse repetidas veces.
- ¡Ahí están!- Los comisarios
habían entrado silenciosamente. Julss escondió los papeles que sostenía en el
librero, Aless tiró el librito en el buró y al ponerse de pie cerró el cajón
con la rodilla.
- ¿Qué ocurre?- Los comisarios
los revisaron a conciencia y a empujones les regresaron a la calle. A
regañadientes les devolvieron sus armas. Se habían salvado, pues pudo haber
sido peor, y ambos lo sabían. Era obvio a quién tenían que agradecer.- Agente
Arsen, qué bueno verlo aquí.
- Guárdatelo Crowley, no tengo
humor para ti. ¿Qué hacen aquí?
- Su casa estaba a dos cuadras
del mercado.- Aless señaló hacia la esquina e inocentemente le miró sin
entender.- ¿Ya tienen al sospechoso o aún hay tiempo de ir al mercado?
- Tenemos al sospechoso, pero no
está en custodia. Mis comisarios en el mercado no los reportaron, me imaginaba
que estarían aquí.
- ¿Y el arquitecto?
- Ermund Basra está en camino a
Königsport, sano y salvo.- Los detectives se miraron sin decir nada, pero era
obvio que ambos sospechaban algo terrible en una demostración tan obvia de
poder. Arsen quería tapar algo, y la corona lo taparía mejor en la capital del
reino.- El asesino sin embargo, Otil Ritva, murió después de matar a un
funcionario de la guilda, Traler Karse.
- ¿Podemos verlo o trasladaron
los cuerpos a Königsport también?- Waslo
miró a Julss con odio, pero se tranquilizó fumando compulsivamente de su pipa.
- Ésta vez vienen conmigo.
- Tendría que ir al baño.- Waslo
le miró frustrado y lo empujó al auto.- Lo digo en serio.
Traler
Karse era un hombre alto, de aspecto venerable y con quince cuchilladas en la
espalda y en el cuello. El asesino, Otil Ritva, le había encontrado saliendo de
un restaurante en el piso 15, uno debajo de un puente que cruzaba la avenida de
los héroes. Los comisarios habían cerrado el área por completo, impidiendo que
la gente pudiera salir del restaurante a 500 metros de donde se había cometido
el asesinato.
- Conozcan a Otil Ritva.- El
agente Arsen recogió la billetera que los comisarios habían regresado al cuerpo
y les mostró sus identificaciones.- Bibliotecario, miembro de un club de vinos
y psicópata.
- ¿Traler Karse y Otil Ritva
mediaron palabra?
- El consenso indica que no.
Atacó al tesorero por la espalda.
- Ésta vez no lo mataron los
comisarios.- Julss dio vuelta al cuerpo, descubriendo su tez pálida y espuma en
la boca.
- Sus ojos están vidriosos.-
Aless abrió su boca y señaló el color negro en la lengua.- Este hombre estaba
tan enfermo que me sorprende que pudiera matar a los asistentes.
- Lo cual me hace preguntarme,
¿por qué mató a Traler Karse, si él buscaba al maestro arquitecto?- Julss se
puso de pie y enfrentó al agente Arsen.- ¿Alguna idea?
- Quería matar a alguien de las
guildas y lo consiguió. Se graduó de maestro arquitecto a un funcionario de
alto nivel. Tiene sentido.
- No, no lo tiene y no finja que
lo tiene. ¿Me va a decir que buscaba a Traler Karse en la oficina del maestro
arquitecto? Ermund Basra ni siquiera era de la misma guilda que Karse.
- No hable de él en pasado, Basra
está bien y en camino a la capital.
- Nos llamó porque sabía que
sería peor cuando nos enteráramos del asunto, que asumiríamos lo peor.
- Les llamé porque son mis
empleados y que no se te olvide Crowley.
- Llegaremos a la verdad agente
Arsen, sin importar a quién afecte.
- ¿Esa es una amenaza?
- No, es un aviso. Ahora si me
disculpan, quisiera ir a casa y ver a mi esposa. He tenido un día duro.
Aless
siguió a su amigo, pero sabía que no había nada qué decir. Julss podía ser de
carácter ligero, pero una vez que llegaba a su límite era difícil
tranquilizarlo. Aless le dejó en su casa y cuando Marli vio la mirada de
preocupación en sus ojos entendió que su marido estaba en problemas. Crowley no
habló durante la cena, temía preocuparla demasiado si le decía de la explosión
o de sus sospechas de encaminarse a una traición sanguinaria por parte de sus
clientes. Lola Zaza no entendió su mal humor e ignorándolo, se sentó en sus
piernas.
- Lola bájate.- Le dijo su madre,
pero Julss acarició su rostro mientras escondía una lágrima.
- De no haber sido por Aless...
Marli, yo no estaría aquí. Todo se viene abajo.- Julss tapó los oídos de su
hija.- No es como antes, cuando el asesino o el chantajista, el ladrón o el
fraudulento, trata de esconder su rastro sutilmente. Ésta gente ha matado tanta
gente que ya perdimos la cuenta. Es el crimen perfecto Marli, porque el
instante que hagamos un arresto la violencia escalará.
- ¿Por qué?
- Porque inocente o culpable,
tienen que hacerlo. Si es inocente desconfiaremos de él porque pensaremos que
la ola de violencia es para fingir que es inocente.
- Parece un túnel sin salida.
¿Cómo lo está tomado Aless?
- Ya lo conoces, él es una
piedra. El cielo podría prenderse fuego y él no doblaría las rodillas.- Julss
suspiró mientras acariciaba el cabello de su hija.- Si esto no se resuelve en
dos días quiero que empaques tus cosas y te vayas con Lola a casa de tus tías
en Arkham.
- De ninguna manera Julss. Vas a
resolver el problema y lo harás rápido.- Marli se puso de pie y levantando los
platos fingió que estaba tranquila.- Son los mejores Julss, tú y Aless, si
alguien puede hacerlo eres tú. El túnel sólo parece cerrado, siempre hay una
salida.
- Canción.- Lola Zaza lo repitió
varias veces, aburrida de ver a sus padres hablar.
- Nena... Está bien.- Julss la
abrazó y se relajó de inmediato. El teléfono sonó y Marli salió de la cocina.-
Mi amor, creo que tu canción tendrá que esperar.
- Es Aless, hubo un asalto al
banco. Dijo algo de gases paralizantes, no le entendí.
- Tengo que irme.- Julss salió
corriendo pero se detuvo en la puerta.- Prepara las maletas.
- Termina esto Julss, o nunca
acabará.
Julss
llegó al banco central cuando la policía ya había cerrado el paso. Aless ya se
encontraba ahí y le ayudó a pasar. El capitán Otis les acompañó hasta la pesada
bóveda del banco. Los pocos empleados nocturnos eran atendidos por enfermeros y
las autoridades bancarias se aseguraban de que la policía contara cada billete
y lo dejara en su lugar.
- Tenemos ocho puntos donde el
suelo fue derretido con ácido. Seguramente una manguera conectada al techo y
una bomba de presión.
- Déjame adivinar, hay túneles
abajo.
- Sí. Se pone interesante. El
ácido creó los boquetes, pero después soltaron un gas paralizante, sin duda con
ayuda de los ventiladores robados. El edificio cierra herméticamente en la
noche, los empleados se intoxicaron en menos de un minuto, sin poder sonar la
alarma.
- ¿Y cómo entraron?
- Por la puerta delantera, como
si fueran dueños del lugar.
- Aquí está la bóveda.- Otis les
mostró la pesada puerta que descansaba en el suelo.- Usaron colchones para
evitar el ruido. Deshicieron los pernos y las bisagras y simplemente lo
dejaron.
- No robaron nada señor.- Reportó
un inspector.
- Ni un centavo.- Repitió la
autoridad bancaria.- No forzaron ni una caja de seguridad.
- ¿Y los bonos del tesoro?
- Tenemos más de 600 mil coronas
en bonos del tesoro,- el banquero mostró a sus peritos que recogían los bonos,
que Julss reconoció como idénticos con los que les habían pagado aunque de
mucha mayor denominación.- no falta ni uno solo.
- ¿Me quiere decir que se tomaron
todas estas molestias y no tocaron nada?
- Así es detective Guevola. El
robo perfecto, porque no hubo robo.
- Sólo por curiosidad,- dijo
Julss.- ¿ustedes son de la guilda de banqueros?
- No, independientes. Aunque no
falta mucho para que nos reemplacen.- Dijo el banquero con tristeza.- Y nunca
había visto algo así.
- Revisen si Eralen Sepen tiene
una cuenta aquí, si ha hecho movimientos bancarios recientes, si ha sido
empleado de limpieza, lo que sea.- Aless estaba cansado y desesperado.
- Fue lo primero que hice.- Dijo
Otis, igualmente cansado.- Y nada.
- ¿Qué estás pensando Aless?
- Ya me cansé. Ven conmigo, tengo
una pala en la cajuela.
Aless
manejó a toda velocidad con las lámparas de gas a toda potencia. Julss ya sabía
a dónde se dirigía, y al verlo tan desesperado no pudo dejar de sentir que, de
algún modo, la situación estaba a punto de empeorar. Aless se detuvo en seco en
el cementerio y armados con la pala en la cajuela brincaron la barda. Cavaron
en la tierra fresca de la tumba de Laban Khun hasta que una hora después dieron
con el ataúd. Dificultosamente lo abrieron de golpe y se miraron tensos. Se
habían quedado sin pistas. Laban ya no estaba y en su lugar se encontraba
Eralen Sepen con un disparo en la cabeza. Sin mediar palabra cerraron el ataúd
y cavaron la tierra de nuevo. Tenían cierta consolación, aquella podría ser una
carta bajo la manga.
Capítulo 5 La mano invisible
Heliodromo como el nuevo mercado,
“rascacielos y la revolución del aire”
Temprano
en la mañana los detectives se presentaron al banco central para pedir
información de las cuentas de Laban Khun. El banquero protestó al principio,
alegando que el secreto bancario impedía soltar esa información, sin embargo se
detuvo a si mismo a media oración y recordó que había muerto. Les hizo pasar a
una pequeña sala de paredes de piedra y altísimos muebles de archivero que
ascendían mucho más alto de lo que el candelabro permitía ver.
- Aquí tienen detectives.- El
banquero entró por una puerta secreta vestido con largo saco rojo con dorado y
su ridículo sombrero puntiagudo azul con hilo de oro.- Éstas son sus operaciones.
- ¿Los ladrones no tocaron los
registros?- Aless recibió el libro, lo puso sobre la mesa y lo abrió en la
página marcada con un elegante pasador de tela.
- Los registros se guardan en una
bóveda aparte, ni siquiera la tocaron. Muy pocos de nosotros sabríamos donde buscar además, están
escondidos en el edificio. Toquen la campana cuando haya acabado, o si
necesitan algo más.
- Lo haremos, gracias.-
Iluminados por la tenue luz del candelabro a varios metros sobre ellos, Aless
usó una regla para no perder de vista las columnas y las cifras.
- Es extraordinariamente
detallado. Estos banqueros son capaces de apuntar cada vez que estornudas, si
consideran que pueden sacarte un par de coronas de eso.
- Es cierto, y ésta vez
funcionará a nuestro beneficio.- Estudiaron los registros por unos minutos,
dándose una idea de la vida bancaria de Laban Khun.
- No importa qué tan bien
planeada este una conspiración, siempre necesitan dinero. Los depósitos y
retiros son de lo más erráticos, a excepción de esos retiros de principios de
mes.
- Tienes razón.- Aless fue
anotando los retiros de principios de mes regresando las páginas.- Año y medio.
600 coronas cada mes, a excepción del mes pasado.
- Quizás se dio cuenta del rastro
que estaba dejando.
- Después de ese mes fue
retirando 1,200 coronas mensuales.- Aless siguió las cifras hasta que la visión
se nubló y comenzó a dolerle la cabeza.- Es algo, pero no es todo. Ha hecho
retiros de docenas de miles de coronas erráticamente por el último mes.
- Imposible saber cuánto dinero
ha invertido en la conspiración, tienes razón. Los ingresos también son de lo
más sospechosos, no ha trabajado un caso en años y sus otros negocios no son
tan buenos. Loric es el de las finanzas realmente.
- Dudo que nos dejen ver su
registro bancario. Le pondrían sobre aviso además. Mejor que no sepa lo que
nosotros sabemos.
- ¿Leíste el periódico Aless? El
príncipe consorte promete un reinado fiel y fuertes cambios con los
empresarios, para evitar una nueva revuelta.
- El príncipe estará hoy en la confirmación
de la cúpula, sería un buen punto para atacar. La corona hará que la cúpula se
humille frente a ellos, quizás ellos planean algo al mismo tiempo.
- Así es, pero hay tiempo para
eso.- Julss hizo sonar la campana y devolvieron el registro. Aless señaló un
agujero en la pared a su lado, una mira para que los banqueros les vigilaran.-
Son precavidos y no los culpo. Hay otro rastro de dinero que me interesa, el
testamento de Laban. Si salimos ahora llegaremos a tiempo.
La
lectura del testamento se llevaría a cabo en la oficina del abogado de la
familia, el presidente de una famosa firma de abogados en el último piso de una
torre de altísimos arcos y rosetones, comunicada por puentes y con vista
directa al edificio de la cúpula. Para acortar camino estacionaron a un lado de
un transporte de globo de helio sin paradas hasta los pisos superiores. La
canasta se acopló al puerto aéreo y bajaron junto con varios funcionarios y
burócratas. Loric y su esposa, sus primos y el mayordomo de la mansión Khun ya habían
llegado. Se instalaron en el umbral de la puerta sin decir nada, como si
pertenecieran ahí.
- Es un lamentable fallecimiento
sin duda.- Decía el robusto abogado mientras se colocaba sus gafas e iba
jalando una palanquita para acomodar las lentes de aumento. Tomó el testamento
y le dio una leída superficial antes de continuar hablando.- Al señor Loric,
como seguramente ya lo habrá discutido con su hermano, le deja todas las
acciones industriales. A sus primos les deja la casa de campo de Arkham que heredó
de su padre, para ser repartida en partes iguales o como prefieran. A su cuñada
Elisse le deja su colección de pinturas al óleo de Pralen-Larmer del siglo
pasado. A su mayordomo, Bruss Molaren le ha conseguido un trabajo en
Königsport. El lord Vanrose necesita de un jefe de mayordomos en su mansión de
verano y está decidido a pagar casi el doble que la familia Khun. Eso en cuanto
a la herencia. Laban me dijo que sus cercanos estaban informados del seguro de
vida de 200 mil coronas, cuyo beneficiario directo es Loric Khun. Me parece que
eso es todo, damas y caballeros. Cualquier duda sobre algún punto específico,
mi puerta está abierta en todo momento. Y de nuevo, mi más profundo pésame.
- No sabía que era coleccionista
de arte.- Dijo Julss. Elisse pegó un brinco y le lanzó una mirada de odio.-
Disculpe, no quise asustarla.
- Me temo que no son
Pralen-Larmer.- Dijo el mayordomo.- Es una serie de seis retratos de Wercer,
invaluables sin duda. El señor Laban aprovechó que estudié arte en mi juventud
para asistirle a sus compras, pero nunca pude quitarle la idea de que no se
trataban de Pralen-Larmer.
- Como sea, me gustan mucho sus
pinturas.- Cortó Elisse.- Laban fue generoso hasta el final.
- Felicidades Bruss, parece que
Laban fue generoso contigo.- Loric terminó de discutir algunos asuntos
familiares con sus primos y se apoyó contra la pared a un lado de su esposa.-
Mudaré todo a mi casa, puedo conseguirme un mayordomo temporal así que no te
preocupes por la mansión. Jefe de mayordomo será mucho más descansado para ti,
sobre todo por tu rodilla.
- No sé si quiera ir señor Loric.
La verdad es que ya estoy viejo para cambiar de ambiente y Königsport nunca me
gustó. Además, ¿de qué me serviría el dinero de lord Vanrose si no me queda
mucho tiempo más de vida?
- Una observación mórbida, pero
adecuada.- Dijo Aless. Loric recibió una copia del testamento de su hermano y
comenzó a llorar. Limpiándose las lágrimas con su pañuelo salió de la oficina y
Julss le siguió. Loric trató de decir algo, pero la voz le temblaba tanto que
no pudo.
- Calma amigo, date tiempo.
- Una maseta en la cabeza Julss,
¿te parece manera honorable de morir?- Loric se sentó en un sillón a la salida
del corredor de oficinas y a la entrada de un heliopuerto pequeño.- Un segundo
estamos juntos, pensando que viviremos para siempre, y a la siguiente lo estoy
enterrando. El tiempo es algo muy curioso Julss, aún siento que era ayer cuando
salíamos a cazar.
- Con el príncipe según he
escuchado.
- Ni empieces. Era un maldito
entonces y un maldito ahora.
- No veo que la cúpula lo ataque
tanto.
- ¿Y qué esperabas? Enfrentan la
extinción, se creen mejores que Teleric Dunwar y no creen que se case con la
princesa. Yo no sé, ni me interesa.
- ¿Por qué dejaron de ir a cazar
con el príncipe?
- El príncipe sólo fue un par de
veces, no éramos amigos realmente. Dos apellidos importantes, sólo eso. Y no
sé, fue hace tres décadas y beber en el bosque nos aburrió rápidamente.- Loric
se soltó a llorar y Julss se sentó a su lado para pasar su brazo sobre su
hombro.- Ya no me importa si el príncipe se casa o si la cúpula hace esto o
aquello. Escuché que la sociedad de Dagón atacó una de las sesiones de
psicología de Lovecraft, supongo que ahora le darán más seguridad. Casi me
alegraría escucharlo, de no ser porque mataron a mi hermano. ¿Tienen algún
adelanto?
- Quizás.- Aless apareció a un
lado y le hizo una seña a Julss para que le acompañara.- Tenemos que irnos
Loric si queremos llegar a tiempo a la ceremonia de coronación de la ciudad. El
príncipe consorte y la princesa real estarán ahí.
- Y la humillación de la cúpula.-
Dijo Loric.- Buena suerte.
- No sé qué pensar, parece
destrozado.- Abordaron un pequeño zepelín y por la ventana miraron al edificio
de la cúpula, un par de pisos más alto que cualquier otro.
- Por 200 mil coronas cualquiera
actuaría como un maestro. Suficiente dinero para abastecer a la sociedad de
Dagón por muchos meses.
Debido
al eterno celo por la puntualidad de Aless, los detectives llegaron tan
temprano a la catedral que el piso aún estaba siendo trapeado y la policía
apenas se organizaba a las órdenes del capitán Otis Placar. Lo primero que
Julss preguntó fue si no había túneles debajo de la catedral, y la respuesta
fue negativa. Colocaron inspectores de civil y uniformados por toda la periferia.
Los comisarios llegaron en manada, tratando de hacerse cargo de la seguridad.
La discusión se prolongó hasta la llegada de los primeros invitados y
finalmente se llegó al acuerdo de coordinar los esfuerzos. Cada invitado fue
registrado a conciencia, a menos que fuese muy famoso. Ningún acceso quedó
descuidado, ningún tejado quedó sin protección.
- Es una sensación extraña, estar
en medio y ser inútil.- Aless y Julss ocuparon sus lugares en las bancas del
fondo. Aless no dejaba de archivar mentalmente a cada invitado que pasaba por
los altísimos arcos de la entrada, mientras que Julss leía pacientemente el
diario.
- Escucha esto, los sobrantes de
materiales se venden a Merrimack.
- ¿De qué estás hablando Julss?
- De lo que construyen las
guildas. A Merrimack. Supongo que ahora todo se conecta a todo, hemos oído de
Merrimack y de Newburyport.- Julss dobló el periódico y se estiró.- ¿Quieres
calmarte? La policía y los comisarios lo están haciendo bien. Este es el golpe
maestro, pero de nada sirve agotarse antes que pase algo. Acaba de entrar Lord
Lovecraft, funcionarios de cada guilda en la ciudad y representantes de la
cúpula. En cualquier momento llegarán los príncipes y empezará la función.
¿Investigaste de quién fue la idea de tener a toda la gente importante del
reino en el mismo lugar, y al mismo tiempo?
- La coronación de la ciudad se
planeó desde que la corona ganó la guerra. La fecha se puso hace tres semanas y
no cambió. Se planeó desde Königsport, o al menos eso dicen.- Aless resopló
cansado y miró su reloj de bolsillo, faltaba poco.- No he visto al agente
Arsen.
- No debe estar lejos, afilando
los cuchillos que nos clavará en la espalda. ¿Y si Faner y Laban, con o sin
Loric, planearon el crimen perfecto de modo que ambos lados obtuvieran algo?
- No creo que el motivo sea
político, al menos no el primario. Seguramente es por dinero.- Aless meditó la
posibilidad y negó con la cabeza.- Tendrían que confiarse mutuamente, mientras
que las facciones para las cuales trabajan como espías estarían sobre ellos detectando
posibles traiciones. Cada vez que se reunieran tendrían que confiar ciegamente
en que la otra persona no les traicionó para quedarse con el dinero, o que
sorprendido por sus autoridades tuvo que cambiar el objetivo y sacarse al otro
de adelante.
- No me digas que no te sientes
ni un poco culpable por todo esto.- Las trompetas sonaron y el príncipe
consorte marchó con la bandera de los Dunwar atrás de la princesa real con la
bandera de los Vandrecker.
- No pensé que tú pudieras
sentirte culpable, ¿no la habías vendido?
- Sí, pero reaparece de vez en
cuando.
- Una cosa es teorizar, otra es
llevarlo a cabo.- Julss le miró escéptico mientras todos tomaban asiento, una
vez que los príncipes ocuparan su lugar en sus sillas detrás del altar.- Y sí,
me siento bastante culpable.
- ¿Quieren guardar silencio?- El
banquero a un lado de Julss les llamó la atención.- Aquí viene lo bueno. No
esperé aquí dos horas para perdérmelo.
- ¿Están los tres?
- No, el patricio no vendrá, está
enfermo.
Alvin
Drejna y Olaf Povel dejaron que los monaguillos les quitaran los zapatos y les
vistieran con togas con las insignias del culto de Yog-Sogoth. El no poder
llevar las marcas de Cthulhu ya era deshonra suficiente, pero tenían que
humillarse ante los próximos reyes. Se arrastraron por el suelo aún húmedo y
trataron lo más posible de esconder su vergüenza. El público les miró tratando
de ocultar sus sonrisas, algunos por educación, y otros porque sabían que la
cúpula tiene memoria fotográfica, sobre todo cuando se trata de vengarse de
cualquiera que les mirara feo. Un perro callejero entró a la catedral,
aumentando la hilaridad cuando tres pesados comisarios lo corretearon. Tratando
de ser silenciosos y sutiles sus botas hicieron tanto ruido que prácticamente
todo se detuvo hasta que pudieron asustar al perro para que saliera de la
catedral. Después de arrastrarse ante el altar y rendir sus pleitesías
caminaron a sus sillas y guardaron silencio. El sacerdote comenzó con sus
rituales, pero las atenciones se dispersaron rápidamente después del evento
principal.
- ¿Valió la pena la espera?- Le
preguntó Julss al banquero sentado a su lado.
- Ese maldito de Alvin Drejna fue
el que compró mi banco de ahorros. La ley de compra forzada me arruinó, ahora
tengo que hacer de contador. Por cierto, ¿ustedes no estuvieron en el banco
anoche cuando fue robado?, no nos han dicho mucho, ¿cómo pasó?
- Hicieron agujeros en el suelo y
bombearon gases paralizantes. Después de eso llegaron caminando, abrieron la
bóveda y se fueron sin tocar nada.
- Esos túneles de entregas
secretas debieron haberse cerrado hace mucho.
- Hay trabajo que hacer.- Aless
cortó la conversación y obligó a Julss a acompañarle.
- Nada sospechoso hasta ahora.-
Les susurró Faner Ormus en cuanto llegaron a los arcos de la entrada.- Tenemos
gente en cada azotea a dos cuadras a la redonda y en cada salida de drenaje. La
más cercana está a tres cuadras de aquí.
- ¿Qué hay de la salida? Podrían
atacarlos acabando el evento.
- También lo pensé Aless, y lo
tengo cubierto.
- Tenemos un problema.- Julss
señaló a Alvin Drejna, quien no dejaba de toser. Olaf Povel se puso de pie a la
mitad de la ceremonia y agarrándose la garganta corrió por el pasillo hasta
caer muerto.
- Maldita sea.- Los comisarios,
la policía y los tres detectives trataron de ayudar a los miembros de la
cúpula, pero era demasiado tarde. Alvin Drejna había muerto sentado y Olaf
Povel a pocos pasos de él.- Tenemos que sacar a los príncipes de aquí.
- De inmediato señor.- Le
contestó un comisario.
- ¡No!- Aless detuvo al comisario
agarrándolo de la manga de su largo saco café.- Eso es lo que quieren. Éste es
el lugar más seguro. Primero saca al público, después a la realeza. No podemos
arriesgarnos a un solo momento de confusión y pánico.
- Tienes razón.
Los
policías llevaron ordenadamente al público hacia las salidas y dieron la alarma
a todos los agentes de uniforme y de civil. Los comisarios protegieron el
edificio y las salidas. Aleister Lovecraft y los príncipes fueron llevados al
cuarto trasero y subidos a un carruaje de los comisarios. Julss insistió en que
al menos otros cinco carruajes idénticos, y con el mismo peso encima, salieran
a la vez y tomaran otras rutas.
- Escojan a una de las falsas
para ofrecerles la mayor protección. Y nada de policías, únicamente comisarios.
- No tomamos órdenes de ustedes.
- Deja que mis inspectores ayuden
Crowley.
- No Otis, sólo comisarios. Así
si hay una fuga, sabremos qué cañería gotea.
- Ominoso, pero cierto.- Faner
asintió y dio las órdenes pertinentes.
- En esa carreta viaja el futuro
del reino caballeros.- Waslo Arsen se materializó detrás de ellos.- Hicieron
bien en planear el escape.
- ¿Y dónde estaba usted agente?
- En uno de los techos. ¿Me
pueden decir qué pasó?
- Tendremos que saber qué
hicieron antes de venir aquí. Otis,- Aless señaló al capitán, quien no estaba
del todo feliz porque le excluyeran de la protección de los futuros reyes.-
¿puedes averiguar con quién comieron y dónde? Nos concentramos en proteger la
catedral, pero no nos preocupamos por saber qué pasaba antes.
- Puedo hacerlo y lo haré.- Otis
infló el pecho y empujó al agente Arsen con el hombro.
- No se ve muy feliz.
- Nadie lo está agente Arsen.
Estaremos en la oficina esperando los resultados del capitán. Si quiere puede
llevarnos allá y mantenernos vigilados.
- Ya lo he estado haciendo desde
el día que los contraté. No quiero que nada violento les pase.
- Encantador.- Dijo Julss.
Marli
Hilegger les estaba esperando y en cuanto cerraron la puerta comenzó a hablar
de los expedientes de Laban Khun. Mientras mantenía entretenida a Lola Zaza con
un juguete les explicó que los Khun habían desarticulado una peligrosa pandilla
de ladrones hacía cinco años.
- Aquí está lo interesante, los
ladrones usaban los túneles de la ciudad.
- Sí, pero ¿qué puntos tangibles
podríamos investigar?
- ¿Qué tal la guarida secreta?
Una estación de tren subterráneo abandonada desde la revuelta de Arkham.- Julss
besó a su esposa y tomó su abrigo. Marli le extendió el papel donde había
anotado la dirección de la vieja estación.- ¿No se te olvidaba esto?
- Gracias, preciosa. Llama a
Waslo, dile que trabajamos mejor a solas. Lo más seguro es que esté vacío el
lugar, pero al menos tendremos alguna pista.
- Tengo la intuición,- dijo Aless
mientras llenaba su cigarrera y se lavaba el rostro.- que no estará vacía. Ahí
estará, pero dudo que haya alguien. No olvides tu arma, por si acaso me
equivoco.
- Tengan cuidado. Si llama Otis,
¿qué le digo?
- Que te dé la información y
nosotros le hablamos a él.
Salieron
del edificio por una entrada oculta a una callejuela estrecha y larga que les
alejó un par de cuadras de los hombres de Waslo Arsen. Bajaron a uno de los
túneles subterráneos que facilitan el traslado a pie y sin ser notados se
metieron al área de servicio. Tomando una lámpara de aceite se internaron en
los túneles con las armas preparadas y los oídos prestos a cualquier otra cosa
que no fuera el eco de sus pisadas. Orientándose por las rendijas en el techo y
las marcas de tiza que los ingenieros dejaban en las paredes para no perderse,
encontraron el camino a la vieja estación y una hora después estaban ahí. El
lugar era enorme y el polvo escondía su anterior gloria. Parecía estar vacío,
pero había rastros sin polvo que traicionaban la presencia de actividades muy
recientes. En la plataforma de la estación encontraron una docena de sillas
plegables pulcramente acomodadas en un rincón. La taquilla de la estación había
sido modificada, un vidrio ahumado ocultaría la identidad de quien se sentara
ahí. Donde antes se expedían los boletos se encontraba ahora una canastilla de
correos.
- Es brillante. El taquillero
tenía su propia entrada,- dijo Julss.- de modo que la mente maestra podría
evitar la embarazosa circunstancia de revelar su identidad a un conspirador que
ha llegado muy temprano, o que andaba husmeando por ahí. Deja sobres en esa
canastilla con dinero e instrucciones, sin necesidad de explicar a todos los
miembros el objetivo de su sociedad de Dagón. Es completamente mecánico y a los
Khun les encanta lo mecánico.
- ¿Para qué las sillas? Sería más
fácil contratarlos uno a uno y tener con cada uno de ellos un plan diferente.
- Eso es lo que hace Aless, pero
necesita hacerles creer que hay una sociedad de Dagón, y este lugar es muy
dramático, sería muy efectivo. O quizás sí hay una sociedad, pero de un modo u
otro, es una cuestión psicológica. Y sí, a Faner le encanta lo psicológico
antes que me reproches algo. Además, no los contrató cara a cara a todos, me
apuesto mi mejor traje que al único que contrató de ese modo fue a Eralen Sepen
y él contrató a los demás. Por eso él lo mató.
- ¿Por qué no puede ser una ella?
- Sea como fuere, ¿quieres
decirle a Otis que ponga a su mejor inspector vigilando aquí?
- Sí, pero dudo que regresen.
Debe haber algún miembro encargado de mantener este lugar en secreto, quizás
nos escuchó y se fue. Pero es mejor prevenir que lamentar.- Aless se agachó y
tocó las baldosas del suelo.- Este estilo minimalista era clásico en la época
de la revuelta de Arkham, la mente maestra no sólo lo barrió, sino que hasta lo
limpió.
- La mente maestra debe ser
nostálgico.
- Limpiaron el suelo...- Aless se
puso de pie y echó a correr hacia la salida.- Julss, ¡el perro! Tenemos que
encontrarlo, es de vida o muerte.
Salieron
de los túneles hacia la calle y Aless detuvo a un auto para bajar a su ocupante
de un jalón del cabello. Julss se disculpó mostrando su falsa placa de la
policía y se subió antes que Aless le dejara atrás. Guevola manejó tan rápido
como pudo de regreso a la catedral.
- ¿De qué perro estás hablando?
- Otis está persiguiendo
fantasmas Julss, fueron envenenados en la catedral. El veneno era el agua con
el que trapearon, ¿recuerdas el veneno del mal de minas? Con un solo golpe
pudieron haber barrido a la cúpula de la faz de la Tierra.
- No tiene sentido matar a la
cúpula, no al menos desde la perspectiva de los Khun.
- No si lo que buscas es una
limpieza interna. El patricio no pudo ir, ¿recuerdas?
- Sí, eso es algo con lo que
Faner podría trabajar, después de todo es un patricio. El viejo Orne Fernan no
es tonto, sabe que está en vías de extinción y estaría dispuesto a un nuevo
trato. Aún a costa de sus compañeros de toda la vida.
- Si ese es el caso, ¿qué
ganarían los Khun?, ¿qué es lo que la corona les ha prometido que hace que
valga la pena sacrificar a dos de sus jugadores más importantes?
Al
llegar a la catedral y pasar la barrera de comisarios que impedían el tráfico,
los detectives se separaron. Julss se encargó de investigar quién trapeaba el
piso cuando los detectives llegaron, mientras que Aless se ocupó del perro.
Corrió por una cuadra preguntando por un perro callejero de color blanco con
motas negras en un costado. Los vendedores y transeúntes le miraron como a un
lunático y le dieron la espalda. Estaba por darse por vencido cuando escuchó
las sirenas de los bomberos. En la calle paralela había habido un incendio en
un edificio abandonado. Aless tenía la certeza absoluta que el incendio había
sido provocado para matar al perro. Tenía la seguridad de que el perro usaría
el edificio abandonado como guarida, pero guardaba la esperanza de que el perro
hubiese sido más listo que sus perseguidores por lo que buscó por la parte de
atrás abriéndose paso entre los bomberos que aprovechaban la callejuela en un
costado para terminar el trabajo. El fuego había atraído a muchos niños y
chismosas. Fue preguntando por el perro de uno en uno, hasta que finalmente un
niño lo reconoció.
- Sí, es de la cuadra.
- ¿Sabes para dónde fue?
- Para allá.- El niño señaló
hacia la esquina, pero detuvo a Aless que ya se disponía a irse.- Pero no lo va
a encontrar.
- ¿Por qué?
- Estaba como muerto, no caminaba
normal y una enfermera lo rescató.
- ¿Y cómo sabes que era
enfermera?
- Porque se vestía como una.
- ¿Y ella vive cerca?
- No creo, porque estaba en un
carro, uno de esos nuevo. Era muy bonito.
- Sí, estoy seguro que lo era.-
Aless le premió con unas cuantas coronas y regresó caminando y fumando hacia la
catedral. Habían aniquilado al testigo principal, pero confiaba con que Julss
tuviera algo con qué trabajar. En la catedral se encontró con Loric, quien
fumaba nerviosamente en las escaleras y con Faner, quien no le quitaba los ojos
de encima mientras discutía con sus comisarios. Julss lo alcanzó corriendo.
- No lo vas a creer.
- Yo creo que sí Julss.
- La mujer que trapeó el suelo es
voluntaria desde ayer. Nacida en Newburyport y sin familia. El diácono decidió
darle la oportunidad. Ahora está en una jaula tratando de probar su inocencia a
los comisarios, no envidio su posición. Le di el pitazo a Otis, pero dudo que
la encuentren con vida, el diácono dice que estaba muy enferma.
- La encontrarán muerta,
probablemente en el incendio a unas cuadras de aquí.
- ¿El incendio?
- Sí, no pudieron agarrar al
perro así que prefirieron cocinarlo. Escapó a tiempo, aunque el veneno ya
estaba matándolo y finalmente fue recogido por una enfermera que se bajó de su
carro.
- ¿Una enfermera?
- ¿Tienen algo útil?- Loric se
levantó del escalón y se les acercó apestando a brandy.
- Lo mismo que tú y que Faner. No
te ves bien Loric.
- Me siento peor. Aún trabajo
para la cúpula, o lo que queda de ella, y el viejo patricio no está feliz.
- Ánimo Loric, siempre puedes
renunciar o vender tus talentos a Faner.
- Primero muerto. Además, Elisse
me dejó.- Julss y Aless se miraron por un segundo y trataron de disimular la
sorpresa.- No disimulan muy bien ustedes dos.
- Pues es una sorpresa Loric.
- No, no la es. Elisse y yo hemos
tenido problemas desde hace un tiempo, no éramos muy unidos. Nunca me
acompañaba con mis negocios personales fuera de Dunwich y no le importaba
realmente mi trabajo de detective. Tienes suerte Julss, esa Marli Hilegger es
especial.
- Lo es Loric, lo es.
- ¿Qué haces aquí Loric? Ya te
dije mil veces que son asuntos de los comisarios.- Faner lo empujó con todas
sus fuerzas y Loric cayó al suelo. Aless trató de calmar a Faner, pero Loric se
puso de pie de un salto y se aventó sobre el otro espía.
- Hijo de perra fue un ataque
directo a la cúpula, rompiste toda forma de diplomacia y espionaje en un acto
de guerra.
- ¿Quieres guerra Loric? Porque
la tendrás si no desapareces.
- ¿Me vas a matar de una vez?-
Julss trató de tranquilizarlo, pero era inútil.- ¿Por qué me detienen a mí? Él
siempre se quiso quitar de encima a la cúpula, todo por ese príncipe bueno para
nada. ¿Es que no lo ven? Todos los negocios atacados han sido de la cúpula, o
aunque sea ninguno ha sido de guildas. Es a él a quien buscan.
- ¡Cálmate de una vez Loric,
antes que los comisarios te calmen!- El ultimátum de Julss fue efectivo, pero
Faner resoplaba furioso.
- No hables así del príncipe
consorte, maldito traidor. ¿Y necesito recordarte que muchos de los sospechosos
son de casos del irresponsable de tu hermano Laban?
- No hables así de él.- Los
comisarios se llevaron a Faner para comunicarle algo al oído y Aless aprovechó
el momento para convencer a Loric para que se fuera a su casa, o al menos lejos
de Faner y sus matones.- Manténgame informado.
- Eso haremos.- Faner se desocupó
y los detectives lo abordaron.- ¿Y bien?
- Tengo dos noticias. Otil Ritva
falleció, encontraron el cuerpo a quince cuadras de aquí y no fue homicidio. La
segunda noticia es más difícil, mataron al secretario personal del doctor
Lovecraft. Imagino que querrán venir, fue en la entrada de la universidad.
- Vamos.- Los detectives subieron
al carruaje de Faner.- ¿Lord Lovecraft está bien?
- Parece que sí, estaba en su
estudio cuando pasó.
- No me sorprende.
- ¿No llegaron ustedes en auto?
- Sí, pero creo que será mejor si
lo dejamos ahí. Su dueño lo debe estar buscando.
- Julss, tú nunca cambias.- Aless
reprimió una sonrisa y Crowley se fingió ofendido.
- Yo no cambio, es el mundo el
que cambia. No sé si eso es bueno o malo.- Crowley señaló hacia los edificios
del renovado distrito.
- Me gustan las
reconstrucciones.- Dijo Guevola.- El pragmatismo de los industriales siempre ha
sido un veneno. Ése es al menos un cambio positivo.
- No seas tan pesimista Aless.-
Dijo Faner mientras se bebía un cognac de la barra instalada en un costado del
carruaje.- Aunque entiendo lo que dices. Difícil de creer que Loric y yo fuimos
amigos. Ahora somos sospechosos. ¿No es así como funciona?
- Más o menos, es un asunto sucio
de los pies a la cabeza. Toda esta rivalidad entre la cúpula y la corona... No
sé, hay una pieza que falta. ¿Qué tiene el príncipe que lo hace tolerable a la
cúpula?
- Aless tú no has cambiado tampoco.
El príncipe Teleric de Dunwar hará cambios radicales en Dunwich, la cúpula es
sólo el inicio. Prometió devolver las minas si la ciudad hace reformas que
harán imposibles una segunda sublevación. Ya con la primera estuvimos demasiado
cerca. ¿Se imaginan un reino como una fábrica gigante?
- Eso explica muchas cosas.-
Julss se sirvió un cognac sin preguntarle a Faner.- La corona compra todo lo
que puede, deja a la cúpula sin negocio pero no antagoniza al extremo porque
promete devolver la mina. La cúpula reducida a la potencia minera del reino,
todos ganan.
- Por eso nosotros no matamos a
Alvin Drejna y a Olaf Povel, no nos convenía hacerlo. Ahora el patricio sacará
las garras, eso es algo que deseábamos evitar.
- Es una belleza.- Julss asomó la
cabeza para ver la nueva sede de la universidad. Después de la guerra el
edificio que había sido hogar de Inmas Kantor y su grupo había sido destruido
por completo y una catedral del conocimiento había sido erigida.
- Me alegra que te guste Julss,
porque tú lo pagaste. La ciudad paga por estas reconstrucciones y baja los
precios de venta de los materiales. Al menos eso hacía, cuando la cúpula estaba
más o menos bajo control. Ahora esto será lo primero que peligre, el rey no
estará complacido. Tomará cartas en el asunto, se los aseguro.
- ¿A qué te refieres con eso?
- Soldados en las calles,
comisarios de civil reportando cualquier foco de disidencia... Esa clase de
cosas.
- Las maravillas de la
demagogia.- Dijo Aless.- Encontrarán chivos expiatorios, los harán ahorcar en
público y concluirán el asunto. Cualquier otro ataque de la sociedad de Dagón
se considerará como algo aparte, como separatistas que toman una bandera ajena.
- Es lamentable, pero cierto. No
tengo mucho tiempo.
- ¿Quieres apostar quiénes
estaremos en esa lista de chivos expiatorios?- Preguntó Julss sin esperar una
respuesta a cambio.
En
la entrada de la Universidad se desató otra riña entre policías y comisarios.
Los cuerpos seguían en el suelo, los enfermeros de la morgue se sentaron en la
enorme fuente para esperar su turno y un océano de universitarios observaban
con una mezcla de morbo y curiosidad. Faner metió orden, asistido por el
capitán Placar, pero antes que los hombres de la morgue se llevaran los cuerpos
los detectives se acercaron. Había seis cuerpos, cuatro hombres y dos mujeres.
- Dos hombres de toga y máscara.-
Explicó Otis.- Uno en la entrada de la universidad, otro allá atrás. Descubrieron
sus rifles y dispararon cartuchos enteros. El que estaba atrás, por la entrada
a la columnata exterior, corrió para acá dejando la huella de su bota en la
sangre, y corrieron por la calle. Parece ser que un auto les esperaba.
- ¿Y cómo llegaron hasta aquí?-
Aless no terminaba de entender el relato.- ¿Llegaron disfrazados y nadie lo
notó?, ¿no hay seguridad en el campus?
- Claro que llegaron disfrazados
detective Guevola, mire a su alrededor.- Aless comprobó que muchos de los
universitarios estaban disfrazados.
- Maldito el día que permitieron
la cátedra abierta.- Se quejó el aristócrata.
- Mis comisarios arrestarán a
todos los que puedan.- Dijo Faner.- Probablemente no tengan nada que ver, pero
es una cuestión de principios.
- ¿Quiénes son las víctimas?-
Julss mostró su bloc de notas y Otis se quitó el sombrero para rascarse el
cabello y tratar de recordar sus nombres correctamente. La tensión era visible,
sus superiores estaban por despedirlo y para colmo tenía a Faner Ormus
respirándole en la nuca.
- El de bombín era Grenli Karss,
secretario personal de lord Lovecraft. A su lado se encuentra Jass Fabre el
tesorero de la universidad. Los hombres de atrás son Uren Rasneron, catedrático
de historia y Elomer Grass segundo asistente del tesorero del ministerio de
salud. Las dos mujeres son Runima Sansa, jefa de enfermería del ministerio de
salud y Falpra Inser secretaria del decano de la facultad de ingeniería.
- Tesoreros de nuevo.- Susurró
Julss.- Como Traler Karse.
- Sí. Nosotros hablaremos con
Aleister Lovecraft.
- No creo que los quiera ver.-
Dijo Faner.
- Lo hará.
- ¿Sabe dónde queda su estudio?
- Déjame adivinar Faner, ¿en la
parte más baja de algún insondable abismo?
- ¿Cómo supiste?
- Conozco a los de su clase.
Los
detectives entraron a la universidad a través de los corredores formados por
sus contrafuertes. En el salón principal ubicaron las escaleras descendentes y
mostraron sus identificaciones a los matones de la entrada. Las escaleras
descendían en espiral y su tamaño variaba, de excesivamente grandes a
excesivamente pequeños. El camino pobremente iluminado por antorchas les llevó
hasta una puerta de oro con la figura de un hombre desnudo y desafiante mirando
al sol. Aless intentó tocar, pero Julss simplemente empujó la puerta. El
estudio entero era una máquina de engranes pequeños y mecanismos de resortes
que controlaban archiveros, experimentos alquímicos y elaborados motores de
prueba. Una jungla de hilos y poleas que se conectaban, después de innumerables
canaletas, ruedas y mecanismos, hasta dos alargados guantes hasta el corazón de
la habitación, el doctor Lovecraft. Cada gesto de sus dedos podía realizar las
operaciones más complejas, manipular pesados objetos, escribir notas, enviar
mensajes y hasta preparar la comida. Un lenguaje secreto de movimientos
digitales regulaba cada acto dentro de su estudio. El altísimo escritorio de
Lovecraft se encontraba en el centro de siete círculos concéntricos, como el
sol dentro de su propio sistema mecánico.
- Lord alquímico, ministro de
salud y rector de la Universidad del Miskatonic, Aleister Lovecraft.- Aless
realizó una reverencia, respetando su estatus como lord, pero Julss ni se
molestó.
- Les estaba esperando.-
Flexionando el pulgar derecho y alargando los dos dedos meñiques un delicado mecanismo acercó, asistido por un
riel que recorría la habitación, una charola con dos tazas de café que los
detectives agradecieron, pero se negaron a beber.- El café es bueno.
- Le creo.- Dijo Julss mientras
dejaba la taza sobre una pila de libros.- Imagino que escuchó sobre la muerte
de su secretario personal.
- Lamentable. Los asesinos no me
intimidan. ¿Les gustaría hurgar por sus papeles personales? Entiendo que tal es
su método, ¿no es así detectives?
- A veces. Y a veces me basta con
no volar en pedazos.
- Escuché sobre eso también.
- Escucha mucho.
- Es mi método. Soy psicólogo
después de todo, escuchar es lo que hacemos.
- ¿Y qué ha escuchado del
príncipe?- Preguntó Aless. Aleister Lovecraft sonrió con una mueca que hacía
aún más terrible su alargado rostro como de caballo.
- Aless Guevola, soldado,
controlador de pestes, detective privado y aristócrata. ¿Aún utiliza su
estricta educación en manos de su alcohólico padre como una excusa para no
intimar con nadie?
- Veo que hemos tocado un nervio
Aless, no quiere hablar del príncipe. Cambio de dinastía, de Vandrecker a
Dunwar, cualquier cosa podría pasar. Incluso en la universidad, ¿un cambio de
rectoría quizás? Reformas al ministerio de salud... Cualquier cosa. Es mejor
escribir la historia que padecerla, ¿no es así?
- El perro faldero defiende a su
amigo. Están equivocados detectives, si acaso ustedes me deben a mí una
disculpa. No los culpo realmente, rodeados de amigos que se hacen sospechosos
no pueden sino sospechar de todos. De todos los jugadores en este juego mortal
yo soy el único que está de su lado.- Los detectives se miraron sin decir
nada.- Todos se alinean con la cúpula o con la corona.
- ¿Y usted?
- No es obvio, con la humanidad.
La espalda cansada de la humanidad merece que el peso muerto de esta civilización
pretenciosa sea levantado para que pueda correr libre.
- Correr libre y destruirse a sí
misma.- Guevola enrojeció, pero ahora más que nunca su postura se hizo tensa y
su rostro mostró su calma aristocrática.
- Les enseño a ser libres con mis
sesiones. Yo doy el empujón, la verdad hace el resto. Necesitan de la verdad,
con ella se darán cuenta que todo lo demás es un vestido apretado y viejo.
Innecesario por completo. La cúpula les pide que trabajen, la corona les pide
que sigan órdenes, yo simplemente les pido que piensen. ¿Qué podría haber de
malo en eso?
- Nada, si usted tiene el
monopolio del pensar.- Julss pasó sus manos por uno de los hilos y jaló
levemente.- Llegaremos al fondo del asunto, y cuando lo hagamos la verdad
saldrá a la luz. Si a usted le beneficia eso, así sea, pero si tiene la mano
metida en este juego como tiene a estos hilos jalando de todo, derrumbaremos
esta universidad con usted en ella.
- Palabras valientes de un mago
que reprobó la academia.
- Ya entiendo.- Julss comenzó a
reír y abrazó a Aless tratando de calmarse lo suficiente para contarle algo
divertido.- ¿No lo ves Aless? No son todas las cosas en su oficina las que
están atadas a él, es él quien está atado a todo.
- Prisionero de su propia
libertad.- Aless estalló en carcajadas y se fueron del estudio sin prestar
atención a lo que el lord alquímico decía en tono amenazador.
Los
detectives siguieron riendo en su camino de regreso y se fueron tranquilizando
cuando salieron a la calle y vieron la carreta de la morgue alejarse con los
cuerpos, y otras dos carretas de la policía subiendo universitarios con el poco
sentido común de disfrazarse de la sociedad de Dagón. Otis les informó de otros
tres atracos a transeúntes y el robo de un carruaje repleto de perros callejeros.
Los detectives se excusaron diciendo que era tarde y tomaron un carruaje para
regresar a la oficina. Cenaron en el restaurante de enfrente y bromearon sobre
el lord alquímico, su espantosa reputación, el miedo que generaba en los demás
y lo patético que se veía con aquellos hilos. Se olvidaron de las muertes, las
conspiraciones y el miedo que se veía en los ojos de los transeúntes. Se
despidieron en la oficina, después de recoger sus cosas y revisar si no había
mensajes.
- Llegas alegre.- Marli se sorprendió
de ver a su marido silbando relajadamente.- ¿Resolvieron el caso? Escuché lo
que pasó en la catedral.
- No, pero Aless y yo decidimos
relajarnos por una noche. Nos viene bien.- Cargó a su hija y entró a la cocina
para robarse un pastelillo y compartirlo con Lola Zaza.
- Pues me alegro de verte en
mejor humor que anoche.- El teléfono sonó y tras un saludo Marli se quedó
tensa. Pálida como una hoja de papel colgó el teléfono y recibió a Lola en sus
brazos.- La mansión Khun se incendió, parece que hay muertos.
- Pues allá fue nuestra noche
relajada.
Julss
llegó poco después que Aless a la mansión Khun. El incendio había consumido el
ala este, pero el resto de la mansión parecía en buen estado. Los gritos de
Loric les guiaron entre la multitud de comisarios y bomberos. Loric Khun
trataba de abrirse paso entre los fornidos comisarios para alcanzar la camilla
en la que Elisse se encontraba. No tenían que ver su mirada perdida para
entender que Elisse había muerto.
- Por los dioses...- Loric estaba
histérico y fue necesario que otros tres comisarios lo tranquilizaran con
golpes a los riñones. Los detectives prefirieron ver el cuerpo de Elisse y
hablar con el médico.- ¿Puede determinar la causa de la muerte?
- Claro que puedo.- El cuerpo
estaba ennegrecido por las cenizas, pero no se había quemado. El médico le dio
vuelta a la cabeza y mostró la enorme herida en su cráneo.- Tengo al menos dos
golpes fuertes aquí. La mujer debió desangrarse antes de morir.
- ¿Qué es esto?- Aless tomó la
fría mano de Elisse y señaló a la punta de sus dedos.- No es ceniza, ni humo.
Es tinta.
- ¡Déjenme verla!- Loric, quien
parecía ligeramente más calmado, convenció a los comisarios de ver a su
ex-esposa una última vez. Tomó a Elisse de la cabeza y la abrazó como si aún
viviera.
- Loric, vamos. Tienes mucho por
hacer esta noche.- Julss le separó y los comisarios se lo agradecieron con la
mirada.- ¿Puedes contactar con sus familiares o prefieres que lo hagamos
nosotros?
- No, yo me encargo, pero gracias
por preguntar. Estaba con mi abogado cuando me llamó la vecina. Supongo que
ahora debería ir de regreso y hablar con él para que se encargue de otro
funeral. Otro funeral Julss, otro. ¿No te parece que he estado en demasiados?
- Sí, en demasiados. ¿Por qué
estaba Elisse en la mansión de Laban?
- No sé, yo me mudé
inmediatamente después del funeral. Bruss debía ayudarme a empacar... Bruss,
por los dioses, ¿dónde está?
- ¡Tenemos otro!- Un bombero
salió cargando al mayordomo.
- ¿Está bien?- El médico ayudó al
bombero a ponerlo en un camastro y lo limpió con agua. Había sido golpeado en
el rostro y estaba atado de pies y manos. Empujando su pecho y dándole
respiración de boca a boca el mayordomo comenzó a toser y a retorcerse.
- Intoxicación, estará bien en
unas horas, pero me lo tengo que llevar.
- Bruss, ¿puedes oírme?- Julss y
Aless cortaron las amarras mientras Loric le daba pequeñas cachetadas para
evitar que se desmayara.- ¿Qué pasó?
- Sótano. Equipo de deportes...
Estaba empacando el equipo de deportes.
- ¿Y qué pasó?
- Ruidos arriba.- El mayordomo
tosió con fuerza y trató de levantarse, para encontrarse con que no tenía la
suficiente fuerza para hacerlo.- Tenía una toga y una máscara. Me golpeó y me
desmayé.
- El sótano salvó tu vida Bruss.-
Dijo Julss.- ¿Recuerdas si dijo algo?
- No, ¿se robó algo?
- Bruss, mató a mi Elisse.- El
mayordomo le miró sin entender y cerró los ojos llenándose de lágrimas. Loric
le tomó de la mano y apretó temblando.- La mataron Bruss, mataron a mi Elisse.
- Vamos Loric, deja que se lo
lleven.
- Maldita sea, ¿por qué no los
mataron a ustedes?, ¿me pueden resolver esa duda?
- Loric... Yo no sé. La verdad es
que no sé Loric.
- Vamos Julss, necesita estar
solo.- Aless acompañó a Julss a su coche, pero se quedó fuera.- ¿Quieres ir con
Loric?
- No, quiero caminar.
- Yo tampoco, no hay manera
humana de que pueda dormir esta noche.
Capítulo 6 El crimen perfecto
El relojero que vivía en su
reloj, de “Cuentos para niños modernos”
Aless
se presentó a la oficina a primera hora, pero la encontró vacía. Sabía dónde
encontrar a Julss. Ignoró los mensajes en la máquina telegráfica de la oficina
y fue directo a casa de Julss. Marli abrió la puerta y señaló con la cabeza.
Brevemente explicó que Julss no había dicho nada, ni había comida, ni se había
movido desde que llegara tres horas antes del amanecer. Julss Crowley estaba
sentado en una silla de la sala con una mano en una botella vacía de whisky y
la otra con su pipa aún humeante. Aless se sentó a su lado sin decir nada y
notó el periódico en el suelo. Su compañero lo debía haber comprado en la calle
y al leer el titular entendió su estado catatónico. El heraldo de Dunwich tenía
a primera plana “Se estiman 33 muertos a manos de la sociedad de Dagón. La
policía incapaz de cerrar el caso.”
- No puedo Aless, no soy lo
suficientemente inteligente.
- Yo tampoco, pero no por eso nos
rendimos.
- ¿Qué sentido tiene? Cada paso
está lleno de sospechas. Si la policía nos da la evidencia, sospecho que Otis
tiene mano en el asunto. Si los comisarios nos dicen que un sospechoso ha
muerto, asumo que fueron ellos. A veces le creo a Loric, a veces no. A veces
creo que Elisse fue la mente maestra, pero la evidencia que lo apoya también lo
descarta. Si no nos matan, la corona nos hará sus chivos expiatorios. A veces
creo poder ver qué delitos son los relevantes y cuáles son solo parte de la ola
delictiva para confundir, pero al mismo tiempo se me ocurren otras tres series
de crímenes. ¿Es por dinero, es por venganza, es por poder político, es para
demostrar que se puede hacer?
- ¡Tío Aless!- Lola despertó y
corrió a los brazos de Aless.
- Son las minas,- dijo Aless
mientras abrazaba a Lola.- el príncipe se las dará a la cúpula. ¿Recuerdas al
geólogo Ors Kelran y Kalerina Wamer que fue secuestrada donde el geólogo
trabajaba como contador?
- ¿Para qué mostrarnos eso?
Podrían dejar a Wamer en cualquier otra parte, nunca conectaríamos al geólogo.
No Aless, querían que lo conectáramos. Tenemos que desecharlo. Es toda una
maraña.
- Leí que hay un túnel a más de
cuarenta pisos de altura.- Marli puso la mesa y el desayuno de Lola y la llamó
con un gesto.- En Königsport. Son piezas de bronce decoradas que, si se miran
desde la ventana del dormitorio del rey, parece un túnel perfecto donde el sol
se pone justamente ahí una vez al año. En cualquier otro punto de la ciudad no
se vería el efecto deseado. Eso es lo que necesitan, cambiar de posición y
mirarlo de nuevo.
- Es cierto,- dijo Aless.- la
multiplicidad, vista en perspectiva, siempre da la apariencia de unidad. Khun
se equivocaba, el hombre no es su presente, lo que produce. Lovecraft está
equivocado también, el hombre no es su pasado. El hombre es esencialmente lo
que puede ser, es futuro.
- ¿Y cómo nos ayuda eso?
- Ningún plan es perfecto, el
arresto de Eralen Sepen es un buen ejemplo. Sin duda alguien importante en la
organización, más que la universitaria cuyo departamento prepararon con una
bomba. La mente maestra empezó siendo una persona, pero conforme el plan se
materializaba, terminó siendo otra. Una cosa es el plan, otra muy distinta es
llevarla a cabo. Nosotros buscamos quien es ahora, pero tendríamos que buscar
la transformación de un punto a otro. Encontramos eso, encontraremos el
desencadenante y el objetivo final.
- ¿No crees que se haya dado ya
con la muerte de dos terceras partes de la cúpula?
- Quizás sí, quizás no. Quizás el
objetivo era más pequeño, algo que pasaría desapercibido en comparación de un
ataque tan grande como el de la catedral, o el atentado al príncipe o la muerte
del secretario personal de Lovecraft.
- A eso me refiero, quizás esto o
quizás lo otro.- Lola terminó de desayunar y corrió a jugar con su papá, quien
apenas tenía las fuerza su suficientes para sentarse derecho.- ¿Aunque sabes
qué tiene tinta? Las fábricas de químicos, como el primer golpe. Como los dedos
de Elisse.
- ¡Canción!
- Tienes razón.- Dijo Aless.
- ¡Canción!
- Dime una cosa, si repitieras lo
que hemos platicado, ¿repetirías un mal chiste?
- ¡Canción!
- No, no creo.- Julss asintió con
gravedad.
- ¡Canción!
- Ahora no pequeña, papi está
contemplando a la nada.
- ¡Canción!
- ¿Por qué le enseñé esa
canción?- Marli se llevó a Lola Zaza y de inmediato Julss pegó un brinco y se
miró las manos como si en ellas se encontrara la respuesta.- Aless eres un
genio. Lo que era antes, lo que es y lo que puede llegar a ser. Es la canción
maldita sea, es la canción.
- ¿De qué hablas?
- Tenemos que irnos, hay que
probar suerte, te explico en el camino.
Julss
explicó en el camino a la oficina y Aless lo comprendió de inmediato. La
solución había estado frente a ellos por tanto tiempo que se había hecho
invisible. Aless lo resumió argumentando que hasta la pintura más perfecta es
horrible si tan solo se examina un brochazo. Aprovecharon que Waslo Arsen
mantenía a la oficina vigilada para hacerse seguir hasta una cabina de máquina
telegráfica. Notificaron a Faner que tenían un sospechoso perfecto, alguien que
conoce a la mente maestra, pero que necesitan que Aleister Lovecraft esté en la
misma habitación. Julss habló con los agentes que les seguían, quienes sin duda
revisarían el mensaje enviado, para que comunicaran un mensaje a su jefe. El
príncipe tenía que estar en la mansión Khun para el mediodía si es que querían
saber la verdad sobre la sociedad de Dagón. Ubicaron a Loric en el velatorio preparando
el funeral de Elisse para ponerle al corriente. La promesa funcionó a la
perfección, si quería saber por qué Aless y Julss no habían muerto aún, tenían
que estar en su mansión al medio día. La trampa había sido puesta. El príncipe
consorte llegó temprano en un carruaje sin el sello de la casa de Dunwar y en
compañía de sus guardaespaldas. El doctor Lovecraft llegó en su carruaje
personal y sin seguridad adicional. Bruss, quien aún tenía un moretón en el
cachete, les hizo lugar en una sala parcialmente vaciada en la porción intacta
de la mansión.
- Más vale que sea bueno.- Les
advirtió Faner Ormus cuando llegó en compañía de Waslo Arsen, poco después de
Otis Placar.
- La noticia se movió rápido.- Le
dijo Julss a Aless.- Mejor, menos posibilidades de ser asesinado.
- ¿Y bien?- Preguntó el príncipe
consorte.
- Te toca.- Dijo Aless mientras
Bruss le acercaba un cognac.
- Estaba seguro que tenía que ver
con las minas, el negocio más redituable en Dunwich. La sociedad de Dagón nos
mostró el camino. El arma homicida nos llevó al geólogo, el secuestro nos llevó
a la fábrica y el geólogo trabajaba ahí. No era contador, era geólogo, después
de todo la fábrica estaba en el corazón del distrito minero. Hay algo más que
máquinas en esa fábrica, el lugar es una mina de oro. El príncipe la renta a la
cúpula, ellos pagan un dineral pero no invierten ni una corona, eso no parece
tener mucho sentido. El príncipe cumple su promesa, devuelve las minas y la
cúpula estaba literalmente sentada en una mina de oro. El pago de renta era
básicamente para comprar lealtad, asegurarse que la promesa fuese cumplida.
- Todo esto es nuevo para mí.- Dijo
Teleric Dunwar.
- Es una pérdida de tiempo.-
Lovecraft se levantó para irse, pero Aless cerró la puerta de un empujón.- ¿Qué
tengo que ver con cualquier negocio secundario que el príncipe pudiera tener
con los empresarios?
- Usted ya lo sabía doctor. Usted
sabía mucho.- Lovecraft sonrió maliciosamente y se sentó de nuevo. Julss se
encendió un cigarro, disfrutando de la incomodidad del lord alquímico.- Ya
sabía del negocio sucio, por eso atacó a la cúpula. La mujer que atacó al
príncipe estaba enferma de mal de minas, también la mujer que trapeó el piso y
quien asesinó a Traler Karse. El perro que pisó el veneno era una pista, algo
inesperado. Incendiaron el edificio con tal de matarlo, pero una enfermera lo
encontró, sospechando lo mismo que nosotros. Ella fue el objetivo del ataque,
no el secretario personal del doctor Lovecraft, ni todas las demás personas
inocentes. ¿Quién sino el ministro de salud tendría acceso a sus expedientes?
Enfermos, de Newburyport hogar del culto a Dagón y en necesidad económica. Les
prometió la cura si llevaban a cabo sus misiones suicidas. Se aprovechó de la
sociedad de Dagón, pero no es la mente maestra. Usted sólo quería evitar el
matrimonio del príncipe consorte, eliminar a la cúpula y mantener el orden
existente. La corona y los realistas deben estar orgullosos de usted.
- ¿Trató de asesinarme?- El
príncipe no se lo tomó con la misma calma que Lovecraft.
- Crece niño, todo esto es
hipotético. ¿No es así detective?
- Claro, hipotético. Y si van a
matarse mutuamente no lo hagan aquí.
- Es obvio quién queda.- Dijo
Faner.- El escuadrón suicida pudo estar a las órdenes del doctor, y quiero
reiterar que es hipotético, la mente maestra ha sido siempre Laban.
- ¿Desde la tumba?- Loric quiso
levantarse y ahorcarlo, pero la presencia de los comisarios lo hizo cambiar de
opinión.- Laban estaba a cargo del proyecto de la mina en la fábrica desde el
lado de la cúpula, eso no lo hace culpable. Es simple diplomacia. ¿Y por qué no
tú?
- Faner ha estado ocupado
protegiendo el negocio más importante de la corona, el comprar a Dunwich. Y lo
han hecho muy bien, pero el doctor lo sabía y trató de impedirlo o al menos
señalarlo. Al buen doctor le gusta el status quo, pero le gusta aún más si él
está hasta arriba.
- Julss, ¿de qué estás hablando?
- No te hagas al inocente Faner.
Tú mismo nos dijiste que Dunwich tiene que pagar las reconstrucciones. La
guilda de urbanidad recibe sus miles de coronas para destruir la zona, después
reutilizan el material para construir, vendiendo el sobrante a Merrimack.
Ermund Basra lo controlaba todo, el verdadero objetivo del asesino del
escuadrón suicida. Traler Karse era el prestanombres, el punto de unión entre
la guilda de urbanidad y la guilda de construcción. Vimos los reportes de
calidad de materiales en la casa del maestro arquitecto. Tenían que llevárselo
a Königsport, era demasiado importante.- Faner estaba a punto de decir algo,
pero Julss le detuvo.- No estamos aquí para arrestar al doctor Lovecraft, ni a
ustedes. El agente Arsen no nos paga para eso. Estos son negocios sucios que
ustedes resolverán como les venga en gana.
- Entonces muestra a Laban.-
Insistió Faner.
- ¡Laban está muerto! Eralen
Sepen desenterró su cuerpo para hacernos creer que estaba vivo, y alguien
reemplazó el cuerpo de Laban Khun por el de Eralen Sepen.
- ¿Y dónde está mi hermano?
- Eso no lo sé aún Loric.
- ¿Quién queda? Tiene que ser uno
de nosotros.- Dijo Loric.- Y yo sé que yo no fui.
- No era sobre las minas, sólo
iluminaban un trato sucio entre la cúpula y el príncipe consorte. Una serie de
crímenes de los cuales sólo unos cuantos serían relevantes, sólo unos cuantos
nos dejarían entrever las verdaderas intenciones de la mente maestra de la
sociedad de Dagón.
- ¿Y cuáles son?
- Robaron químicos para hacer
tinta, ése fue el primer incendio. Todos nos enfocamos al secuestro, y ésa era
precisamente la intención. Tinta como la que Elisse tenía en las puntas de los
dedos. Compraron las máquinas de escribir de ese lugar donde se imprimían
manuales médicos. La compra del lugar, por Eralen Sepen, y su incendio también
fueron para cubrir. Secuestro que no era secuestro. Incendio que no era
incendio. Faltaba uno más. El robo que ni fue robo. Usaron gases que
seguramente fabricaron del primer robo, disfrazado de incendio. Entraron a la
bóveda y sí tocaron algo. Al secuestrar a Kalerina Wamer se la llevan con todo
y su cargamento de papel viejo, ese era el objetivo verdadero. Cuando estuvimos
en su oficina nos enteramos que habían regresado un lote, por no ser lo
suficientemente viejo. Tenía que ser viejo, porque los bonos son de papel
viejo. Cambiaron bonos en el banco, verdaderos por falsos. Sin duda no todos,
pero incluso si los banqueros les hubiesen revisado a conciencia no habrían
encontrado nada sospechoso en tan buenas falsificaciones. Robaron cientos de
miles de coronas. Se hicieron hombres y mujeres muy ricos, si no es que la
mente maestra planea matarlos a todos en los siguientes días. Los crímenes
después de eso fueron para despistar y una vez que el escuadrón suicida del
doctor Lovecraft empezó a ser de las suyas pudieron dar por terminadas sus
operaciones riesgosas.
- El crimen perfecto.- Sentenció
Loric con gravedad.- Elisse se dio cuenta, por eso la tinta, y la mataron. ¿No
es así? No me dirán que Elisse fue parte del asunto.
- Más o menos. Para entender el
papel que Elisse jugó hay que entender la mente del hombre que organizó todo.
La sociedad de Dagón naturalmente nos hacía apuntar hacia Newburyport, incluso
el buen doctor cometió ese error. Kalerina Wamer, de quien obtuvieron el papel
necesario, y cuya localización trajo al príncipe al foco de la investigación, y
Maner Lurec, de quien compraron el edificio para obtener las imprentas, no
debieron habernos hecho pensar en Newburyport, sino en Merrimack. Hace treinta
años Wamer y Lurec estuvieron en los bosques de Merrimack, Lurec como médico
nacido entre piratas y también el príncipe estuvo ahí cazando con los hermanos
Khun. Dejaron de cazar hace treinta años, pero no fue porque se aburrieron
Loric, fue algo mucho peor. La herida en la rodilla de Bruss, él dijo que le
recordaba a Merrimack y debía hacerlo. Nacido con el nombre de un rey, pero
viviendo para servir. ¿No lo ves Loric? No estábamos solo en esa reunión, Bruss
Molaren también estaba ahí.
- ¿Qué?- Bruss miró sin entender
lo que pasaba y rápidamente se encontró rodeado de comisarios que lo sentaron
por la fuerza.- ¿De qué está hablando?
- Un detalle fundamental. Uno de
los hermanos, mientras discutiendo los parámetros que consistirían en el crimen
perfecto, dijo que no contaría una maseta contra la cabeza. Si alguien le
comentaba a otra persona sobre la discusión, como seguramente pasó en el lapso
de tres años, no habría incluido una broma sin gracia. Pero tenía que morir
así, era más poético.
- No sé de qué está hablando,
pero exijo que me dejen ir.
- Bruss tenía acceso a los
papeles de Laban, estaban por todas partes y por eso tantos elementos nos
remitían a Laban. Elisse trabajó en ese banco, sin duda tarde o temprano
mencionó los túneles que corren debajo. ¿Quién mejor que un estudiante de artes
para duplicar bonos? Tres años de práctica debieron haber hecho a un maestro.
Elisse lo descubrió desde el funeral, pensamos que miraba hacia la tumba, pero
miraba a Bruss. Encontró la imprenta, la mató, incendió la mansión, se amarró y
se golpeó un par de veces para parecer auténtico. Tenía la esperanza que el
fuego consumiera la tinta, pero no contaba con que los vecinos reportarían a
tiempo el incendio. La misma mansión que tiene acceso a túneles subterráneos,
permitiéndole acceder a ellos hasta la estación abandonada que mencionaba el
archivo de Laban.
- No puede ser.- Loric se
resistió a la idea.- Es una operación costosa, ¿cómo iba a convencer a los
otros criminales con apenas la esperanza de robar esos bonos del tesoro?
- Chantaje. Revisamos los
registros bancarios de Laban pensando que eran pagos para la sociedad de Dagón,
y en cierto modo lo eran. Son constantes a principio de mes, pero faltó un pago
y empezó a pagar el doble. Loric, tu hermano y tu esposa tenían un amorío. Laban
nunca pudo decírtelo, ni siquiera en su testamento donde trata de mandar lejos
a Bruss. Por eso Elisse no te acompañaba fuera de la ciudad. El mayordomo
conocía todos los secretos oscuros de Laban.
- Maldito seas Bruss, te tratamos
bien.
- Por favor Loric, no mientas.
Hace treinta años en los bosques de Merrimack, tú sabes qué pasó. El príncipe
estaba ahí, él también sabe. Se aburrieron y decidieron divertirse con Bruss,
le dispararon y se puso grave.
- Maner Lurec me salvó la vida.-
Dijo Bruss.- Un disparo en la pierna y otro en el abdomen. El pirata resultó
más decente que los aristócratas y el príncipe. Kalerina Wamer pagó por la
operación y me permitió quedarme en su casa para curarme. La bruja fue buena
conmigo. Cuando regresé todos fingieron que no había pasado y me tuvieron de su
sirviente, humillándome con la mirada. Tenía que castigarlos a todos, por eso
los mandé al príncipe, para que el mundo viera su verdadero rostro. No quería
la mala publicidad y a los Khun no les importó. Cuando secuestraron a Kalerina
Wamer insistió en que no le hicieran daño, era la única persona que me
importaba, además de Maner Lurec. Tres años de reunir las piezas, gente que
podía sobornar en el mundo criminal, de chantajear a Laban y prepararlo todo.
No pensé que me agarrarían, pensé que era el crimen perfecto.
- Y lo fue Bruss, pero tú no eres
el criminal perfecto. Tenías que vengarte, no podías dejarlo en su lugar y
quedarte con los bonos del tesoro.
- Están en el sótano, debajo de
unas cajas. Son 500 mil coronas, mis cómplices tienen bonos falsos. ¿Saben lo
que es desangrarte hasta morir tragando pasto a la mitad del bosque? Me
arrepiento de no haberlos matado a los dos.- Faner hizo un gesto y los
comisarios se lo llevaron.
- No creo que sea necesario
decirlo pero,- Faner se apoyó contra la puerta cuando los comisarios se fueron
y sacó su arma.- cualquier detalle expuesto aquí es confidencial. Doctor, usted
y el rey tienen sus maneras de solucionar sus problemas. No es mi asunto.
- Guardaremos el secreto.- Dijo
Aless.- Pero queremos algo a cambio. No más sesiones de psicología, ni patentes
en las medicinas del mal de minas.
- Concedido.- Dijo Lovecraft en
un tono amenazadoramente neutral.
- ¿Qué, no me pedirán nada?-
Preguntó el príncipe.
- Lo dejaron por muerto, tú y
Loric me dan asco.- Julss se sorprendió del tono de Aless.- Si su Alteza quiere
dejar que un traicionero como usted asuma el trono, no es mi problema.
- Suena justo.- Dijo Waslo
mientras acompañaba al príncipe y al lord alquímico fuera de la mansión. Otis
les felicitó y Loric se quedó sentado, mirando fijamente al suelo.
- Éramos jóvenes.- Se excusó
Loric.- Laban, Elisse... No merecíamos esto.
- No, Dunwich no lo merecía. Tú y
tu hermano por el otro lado, sí lo merecían.
- ¿Por qué no me mató?
- Lo hizo. A su manera.- Julss y
Aless salieron a la calle sonriendo y recibiendo felicitaciones de Otis y del
agente Arsen.- Oye Julss, ¿por qué no nos mató a nosotros?
- Bruss era prácticamente un niño
cuando le dispararon. Su lado infantil brotó cuando planeó la corona de su
vida. En el fondo quería que lo encontráramos, alguien tenía que saber su
historia. Salvado por un pirata y una bruja de las manos de un príncipe y de
ovejas disfrazadas. Lola resolvió el caso.
- ¿Cómo es eso?
- Con la canción. Erase una vez,
un lobito bueno, al que maltrataban, todos los corderos. Había también, un
príncipe malo, una bruja hermosa, y un pirata honrado. Todas estas cosas, había
una vez, cuando yo soñaba, un mundo al revés.
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