jueves, 23 de julio de 2015

La misión en Arkham

La misión en Arkham
Por: Juan Sebastián Ohem

            Aren Terik nunca había trabajado fuera de Königsport. Se preparó durante el viaje en tren, leyendo los expedientes y los mapas de la ciudad. Era su primera visita a Arkham, considerada una de las tres ciudades más importantes después de la capital real y de la industriosa Dunnwich. Arkham controla el flujo del río Miskatonic, es un ducado que se hizo controversial cuando el duque Lanrin Van Kerri se convirtió al vampirismo. Aren Terik era un investigador joven, quizás demasiado joven, y la corona confiaba en él para algo más que perseguir al culpable de la carnicería en la que el adinerado Morkai Hulbren perdió la vida. La corona temía que la población vampírica tomase el control absoluto de la ciudad y la corona, en su sabiduría, concluyó que el asesinato podía llevar a una considerable tensión política.


            Todo el asunto le ponía nervioso, ¿qué tanto sabía del vampirismo? Estaba bien familiarizado con las plagas de vampiros que descienden de las montañas y las minas, seres agresivos que salen de su área de seguridad cuando han crecido demasiado y agotado su fuente de comida. Sin embargo, esos vampiros son bestias fáciles de cazar, pueden comer cualquier tipo de sangre y son alérgicos a tantas cosas, como cualquier tipo de luz, al agua, a una docena de vegetales y aromas, a la plata o al cobre, que las agencias especializadas en control de plagas rara vez tienen problemas en mantenerlos bajo control. Sabía que algunos vampiros podían retener cierta personalidad y esos eran a los que Aren Terik temía. Tan impredecibles como las personas, pero mucho más veloces, fuertes y prácticamente inmortales.

            Mientras el tren cruzaba los bosques al sur de Arkham, Aren pensó en uno de sus primeros trabajos, en el distrito fantasma de Königsport. Había negociado exitosamente nuevos límites para su barrio y salvado a los marineros rehenes que usaban para negociar. No había sido fácil, pero contaba con una ventaja decisiva, los fantasmas eran más o menos iguales al resto de la población. Los vampiros, por el otro lado, son una cultura aparte y, según sus fundamentalistas y la propia corona, las dos culturas no pueden coexistir pacíficamente. Los muertos, después de todo, no deberían tener los mismos derechos que los vivos, era la política oficial, mucho menos su propia religión y costumbres. Aren Terik le dio tantas vueltas al asunto que, para cuando el tren disminuía su velocidad al llegar a la estación central, estaba más nervioso que nunca.
- ¿Tú eres Terik?- Un hombre de mediana edad, corpulento como un toro y vestido como si fuera de cacería, sostenía un diminuto cartel con su nombre. Su enorme cabeza tenía un reluciente domo donde el cabello solía estar, tenía dos horribles cicatrices en el cuello y una escopeta enfundada en la espalda que era tan grande que enviaba el mensaje fuerte y claro.
- ¿Bram Corrin?
- El mismo. La corona hizo bien al contratar al mejor mercenario del ducado como tu protección personal. Es decir, mírate.- Bram le apretó los brazos y sonrió divertido.- ¿Has cargado algo más pesado que un expediente en estos días?
- También recuerdo que su descripción incluía sospechoso de al menos diez casos de homicidios, y por supuesto, asesino a sueldo.
- No puedes matar lo que ya está muerto.- Bromeó, señalando a un grupo de vampiros rodeados de enormes paraguas negros. Era la primera exposición que Aren tenía con la otra cultura y estaba fascinado. Se vestían con telas coloridas, lo cual le sorprendió, de los pies a la cabeza durante el día, mostrando apenas sus rostros detrás de cortinitas de monedas que pendían de las telas sobre sus cabezas. Sabía que las monedas cambiaban según la ocasión diurna, una manera de mostrar cuánto dinero y estatus tiene cada uno.- ¿Es sobre el múltiple homicidio? No dijeron mucho.
- Así es. La corona está preocupada por la tensión entre muertos y vivos. Tengo entendido que el probable objetivo era Bors Naslin, líder de una parte de la comunidad. También mataron a su hermana Vera, a su sobrino Implin y al esposo de Vera Naslin, Morkai Hulbran.
- Y el hecho que Morkai Hulbran fuera un respetado ciudadano de Königsport no tiene nada que ver, me imagino.
- Disculpe a Bram, tiene la tendencia a hablar, cuando tendría que escuchar. Mi nombre es Afelina Naria, pretoria de Arkham. Ésta es una situación diplomática con la comunidad hemófaga y seré de enlace entre ambas culturas.- Afelina vestía al estilo de Arkham, con un vestido de falda larga, pero sin expansión como las faldas de Königsport, con una camisa masculina con algo de escote y largos guantes de encaje.
- Hemófagos... Veo que cada quien les llama distinto. ¿No es contradictorio que una pretoria sea tan abierta a la religión de estas personas?
- No se someten al culto de Yog sogoth, pero sé de buena fuente que usted tampoco.
- No, soy cultista.- Respondió Aren, avergonzado por su trato a la joven pretoria. Arkham era mucho más liberal en lo concerniente a mujeres, que la capital de Königsport, desde la última crisis de los shogoth que llevó a su eventual exterminación en la ciudad.- Bors Naslin, ¿tuvo mucho contacto con él?
- Bors era un denotado conservacionista, un ambientalista de corazón que amaba a todas las criaturas, menos a los fríos. Era muy vocal en ello y me dio un dolor de cabeza más de una vez.
- Afelina sabe mucho sobre dolores de cabeza.- Bromeó Bram, guiñándole un ojo. Aren no necesitaba ser investigador para entender que había algo más que una amistad entre ambos.- ¿Qué hacemos primero?
- Lo esperamos a él.- Aren reconoció al comisario Devris Kelter de inmediato, un hombre corpulento de cabello encanecido y vestido, como todos los comisarios, con un grueso abrigo que esconde una amplia selección de armas en su interior.
- El tráfico me demoró, la ciudad se desquicia a esta hora.- Repartió breves y fuertes apretones de mano y golpeó los talones de sus gruesas botas de cuero. Tronó los dedos y un par de uniformados recogieron las maletas de Aren.- Le estarán esperando en su hotel. Imagino que querrá empezar por la escena del crimen.
- Sí, cuanto antes.

            Aren Terik detectó de inmediato una falla en sus expedientes, no incluían retratos de la ciudad. La estación central le pareció muy familiar, con sus altísimas bóvedas y sus vitrales con colores ámbar y azules, los colores del ducado. Königsport, como Dunnwich, se había empezado a construir hacia arriba, con amplias calles y avenidas en los pisos 20 y 30. El cielo se veía repleto de zepelínes y globos aerostáticos, con sus propias estaciones aéreas de reabastecimiento. Arkham, por otra parte, no tenía más que una red de calles y avenidas. Sus edificios rara vez alcanzaban los 20 pisos de altura, eran pocos los teleféricos y el tráfico aéreo era prácticamente nulo. Sus calles eran de pedregales, con casas y edificios de rojos ladrillos, con techos de dos aguas y torres puntiagudas.
- La casa queda de este lado del río, el distrito de los cálidos. Los vampiros se quedan casi todos del otro lado del río.- Explicó Afelina en el lento paseo en carroza.
- ¿Qué son esas torres?- Aren señaló al distrito más allá del ancho Miskatonic, donde prevalecían torres altas y delgadas, con techos de cristal.
- Parte de la cultura vampírica. Torres de expiación. Los cristales refractan parte de la luz solar, quemando a los vampiros que habitan dentro. Ellos creen que el sol lava sus culpas y están obligados a hacerlo una vez al año, cuando mínimo.
- Sí, un requerimiento que los ricos y poderosos siempre obvian.- Añadió Bram.- Nunca verás a los Hane allá adentro, ni qué decir de los necromagos de alta alcurnia. Los Hane, sobre todo Aldert Hane debería ser tu primer sospechoso, todos saben lo mucho que odiaba a Bors Naslin.
- Tendrá su oportunidad... Si algún día llegamos.
- En Arkham es señal de admiración entre los cálidos el salir al sol con el gran tráfico, es señal de solidaridad.- Dijo Afelina. Aren señaló la docena de torres que podían verse y calculó cuanta gente viviría del otro lado del río. Afelina adivinó su pensamiento y asintió con la cabeza.- Son muchos, quizás la mitad de la población. Desde que el duque Lanrin van Kerri se hizo vampiro de primera clase, un pura sangre, muchos desearon convertirse para formar parte de la nueva sociedad. La corona pasó leyes estrictas en cuanto a la conversión, pues se estaba saliendo de control. Hubo más de tres incidentes donde hordas de más de mil vampiros se lanzaban a las calles para convertir a los cálidos. Ellos creen firmemente en la ventaja numérica. Lamentablemente, gran parte de esas conversiones no surtieron el efecto deseado. Vampiros de tercera o cuarta clase. Mucha gente murió en la purga que vino tras la aprobación de las leyes. Ahora Arkham vive en dos turnos, los cálidos de sol a sol y los fríos durante toda la noche. Es el secreto de nuestra industriosa economía, los mercados nunca se detienen.
- ¿Cómo convierten ahora?
- Los candidatos pasan por las oficinas de los pretorios para evaluaciones de todo tipo. Evitamos que los violentos, susceptibles o potenciales traidores sean convertidos. No siempre funciona, pero hemos controlado el problema hasta cierto punto.
- Hasta cierto punto.- Se quejó Bram, mirando por la ventana.- Omer Naslin es el único Naslin laxo con los vampiros, y estos idiotas mataron al equivocado. No creo que Omer, el señor tolerancia perdone a los vampiros por lo que han hecho. Es decir, a Bors y Vera, ambos férreos críticos del duque vampiro, y a un ciudadano de Königsport... El martillo de Yog caerá sobre ellos, y lo saben. Si me preguntas a mí Aren, diría que les están poniendo a prueba.
- Por su seguridad, espero que no.- Murmuró Aren, haciendo lo posible por no caer víctima de los nervios. El comisario se despertó de su aletargamiento y señaló por la ventana.
- Ya casi llegamos.
- ¿Usted concuerda con el señor Corrin?
- ¿Sobre los Hane? Sin duda. Bors Naslin empleó su fortuna para demostrar judicialmente que los vampiros están muertos y por ende no deberían tener derechos. Aldert Hane juró más de una vez que le arrancaría la garganta. Él es un fundamentalista severo que exige la conversión de todos los cálidos a como dé lugar. Gracias a él tenemos cientos, o quizás miles de vampiros clase cuatro en los bosques viviendo como bestias y comiendo roedores y pájaros. El hecho es que la conversión, para ser adecuada, es un proceso costoso que implica grandes conocimientos en magia y muchísimo cuidado. Un mínimo error y tienes un monstruo alado, con retraso mental que come lo que sea.
- Fáciles de cazar, pero muy peligrosos en manada.- Añadió Bram en tono reflexivo.- No obtuve estos cariñitos por nada. Casi me arrancan el cuello. El comisario tuvo el buen tino de lanzar agua desde globos, son alérgicos al agua, y por fortuna llovió esa noche. De no ser por eso... Yo mismo estaría allá en esos malditos bosques sobreviviendo como un roedor gigante.
- Llegamos. La casa ha estado bajo vigilancia desde que encontramos a los muertos, ayer en la noche. Preservamos la escena en cuanto nos llegó el telegrama de su llegada.

            Bram convenció a Afelina de quedarse en la calle, con los uniformados. Los policías no bromeaban, ni mostraban señales de fastidio, habían entrado a la casa y deseaban no haberlo hecho. Aren Terik respiró profundo, como había sido entrenado, y entró en compañía de Bram. La casa tenía dos pisos y la sangre estaba por todas partes. Los cuerpos de Bors Naslin y su sobrino, el infante Implin, se encontraban muertos en la sala. Los cuerpos estaban gravemente mutilados y Aren siguió el rastro de sangre hasta la cocina, donde encontraron a Morkai Hulbren en pedazos. Aren examinó las heridas, era obvio que no provenían de cuchillos o hachas, sino de garras. La última víctima, Vera Naslin, se encontraba en el piso superior. Marcas en la madera indicaban que había sido arrastrada fuera de la cama y furiosamente golpeada contra la pared hasta que su rostro quedó prácticamente irreconocible.
- ¿Esto es común?- Aren corrió a la ventana del estudio, en el segundo piso, y la abrió para respirar aire fresco y convencer a su cuerpo de no vomitar y perder el respeto del comisario y de sus compañeros. Nunca había visto nada semejante y deseaba no volver a hacerlo.
- Ya no tantos. La situación política se ha ido agravando para todos. Tienes necromagos ganando cada vez más poder en los fríos, tienes a las líneas de sangre, las geneaologías vampíricas ocupando nuevos escalones en la estructura social del ducado, a los vampiros que cambian de opinión y forman grupos anti-fríos, tienes a los cálidos que están de parte de los Hane y los cálidos que detestan y temen a los fríos... Como yo. Elige tu veneno. Ahora cada asesinato de frío contra cálido, o viceversa, sacude a toda la sociedad como si mañana hubiese guerra.
 - El asesino...- Aren regreso a la ventana y respiró más del aire fresco, con hedor a pescado por la cercanía del puerto. Bram le acercó un bote de basura y le dio palmadas en la espalda para hacerle saber que estaba bien regresar la comida. Y eso hizo Aren varias veces, hasta terminar en el suelo.
- Es una lucha por la sobrevivencia.- Dijo Bram en tono pensativo.- ¿Ellos o nosotros?
- Un segundo...- Aren detectó una extraña luz en un cajón del escritorio y abrió la gaveta para descubrir una hada en un frasco de vidrio.- Esto es sorprendente, siendo conservacionista sería lógico que no tuviera algo así en cautiverio.
- ¿Es un hada?
- Un pixie, para ser exactos.- Aren se pegó el vidrio a la cara y sonrió emocionado. Bram le ayudó a levantarse, sin terminar de entender su fascinación.- Tiene un cuerpo, semejante al de un duende aunque más pequeño. Sus alas producen la luz, no su cuerpo, como en las hadas comunes. Está muerto de hambre, le pediré al comisario que se encargue de regresarle a la vida salvaje.
- ¿Cómo sabes todo eso?
- Mi papá trabajaba en el ministerio del interior, nos llevaba de vacaciones a las reservas naturales de hadas. Es un privilegio muy exclusivo. Nadie sabe cómo producir hadas, para hacer un rancho o algo semejante. Simplemente brotan de la tierra y cuando eso pasa la corona tiene  la obligación de acordonar el área y dejarles ser. Su polvo es prácticamente milagroso, tiene miles de usos pero son seres muy frágiles. Algo más grande que un ratón de campo puede exterminar toda la zona.- Bram le miró extrañado, no esperaba un recuerdo infantil de un investigador de la capital y Aren se reprendió a sí mismo, pues quizás había dicho demasiado.

            Metódica y diligentemente procesó toda la casa, habitación por habitación como los manuales le habían instruido. Catalogó cada artículo por distintas categorías, como lo que tenía sentido que estuviera ahí y lo que no, los artículos que darían a pensar ciertas proclividades, el orden, o desorden, que podía testificar sobre la vida cotidiana de la víctima, los papeles legales o comerciales de la víctima y otra docena más, todo pulcramente anotado en sus notas. Entregó la criatura al comisario, quien juró que se haría cargo de regresarlo a su hábitat y lo entregó a dos uniformados con órdenes precisas. Antes que pudiera salir a la calle una mujer entró a empujones, observó la carnicería y empezó a gritar. Aren la reconoció, había viajado con ella en el tren.
- ¿Se siente mejor?- Los uniformados la arrastraron a una banca en la calle y le dieron un licor fuerte para tranquilizarla.- ¿Cómo se llama?
- Soy Melina Hulbren, Morkai es mi hermano. ¿Quién lo hizo?
- Eso estamos investigando.- Aren se quitó el sombrero y se agachó de cuclillas para hablar con ella, una gentileza que los policías no habían tenido. Melina sintió cierta confianza, detectando que el investigador era de Königsport, como ella y su hermano.- Viajó en el tren conmigo.
- Sí, le reconozco. Vine en cuanto me enteré, tenía que verlo antes que... ya sabe, antes que lo regresaran en una caja.
- ¿Sabe el motivo de la visita de Morkai a la familia de su esposa?
- Morkai era siempre muy impulsivo. Eso pasa cuando tienes dinero o no tienes nada que hacer, viajas de improviso. Una táctica suya de negocios.
- ¿Con Bors?
- No, con su hermano Omer. ¿Se encuentra bien?
- Sí, Omer no estaba.
- No quiero que crea que Omer se aprovechaba de mi hermano, ni que Morkai quisiese atrapar a Omer en alguna trampa al viajar de improviso. Omer siempre tiene negocios de servilleta, ahora es una carretera, antes a era un hotel, la vez antes de eso una fábrica... Pero nunca robó dinero y siempre trató de devolver lo gastado. Pobre Omer, lo visitaré, ahora debe estar en bancarrota, todo dependía de Morkai.
- Es lo bueno de tener a una hermana casada con un hombre rico...
- Sí, para los dos hermanos. Bors no hacía negocios, él de plano pedía dinero en grandes cantidades. Siempre tenía más de dos o tres demandas en curso. A todo el mundo, desde el duque hasta el vecino. Los abogados son caros, usted lo sabe.
- ¿La fortuna Naslin no lo cubría?
- ¿Qué fortuna?- Preguntó Melina con tristeza en la voz.- Omer y sus locas ideas, Bors y su deseo por salvar a todas las criaturas no-humanas. Siempre pedía dinero para eso, además de las demandas y procesos judiciales. Financió un refugio para homúnculos en Ippswich, una reserva para los últimos shogoths salvajes en Salem, para la conservación de ciudad fantasma en Merrimack... La lista sigue y sigue. Menos, claro está, los vampiros.
- Imagino que las demandas eran por vampiros.
- Imagina bien... Le dije una y le dije mil veces, que tuviera cuidado con los vampiros pero Morkai se creía invencible e inmortal. Malditos sean todos ellos, ¿por qué no los expurgan por completo?
- Daremos con los responsables, pero le quiero pedir un favor. Regrese a casa, no estará segura en Arkham. No quiero tener que añadir su nombre a mi expediente.- Mientras los uniformados la ayudaban a levantarse, Aren se acercó a Davros.- Comisionado, quiero que sus hombres la lleven al tren de regreso a Königsport. Antes que caiga el sol, y no la pierdan de vista.
- Hecho.
- Otra cosa, necesito una máquina refraccionaria de tungsteno. Su humo detecta las vibraciones psíquicas de cualquier ser, menos de un humano, lo cual nos viene como anillo al dedo ahora.
- Eso será más difícil, el duque las prohibió.- Aner le miró inexpresivo, como los manuales indicaban que debía hacer, hasta que el comisario Davros se vio obligado a explicar.- Tuvimos demasiadas quejas. Los sospechosos argumentaban, y sus abogados consiguieron convencer a varios jueces, que los vampiros se asemejan todos en sus vibraciones psíquicas. Cada visión que teníamos de un vampiro, en realidad podía ser cualquiera de su línea sanguínea. Una excusa torpe, pero insisto, llegó a oídos del duque y las prohibío.
- Quizás yo podría ayudar.- Aren se sobresaltó al escuchar la voz del hombre que salía de la casa. El comisario bufó enojado y se fue dando de pisotones.
- Sashel Kur, a su servicio.- Sashel era un hombre delgado, pero muy alto, con entradas de calvicie y grandes ojos expresivos sobre ojeras y bolsas. Vestía un traje barato y constantemente miraba sobre su hombro, como si esperara a un atacante sorpresa.
- ¿Trabaja para la policía?
- En cierto modo, policía interna.- Aren no reconoció el título hasta varios segundos después y alzó las cejas en sorpresa.- Sí, policía secreta es lo que todos dicen. El duque sabe de su asignación, me pidió que sea su hombre de confianza.
- Podemos empezar por la refraccionaria de tungsteno.
- Considérelo hecho.- Bram y Afelina reaparecieron detrás de la carroza con miradas nerviosas y furtivas. Sashel Kur hizo lo posible por mirar a otra parte, pero era obvio que no se iría lejos.
- Esa loción no le queda muy bien.- Dijo Aren con una sonrisa cómplice mientras caminaba a la carroza.
- No entiendo, es Aventura por Granger.- Dijo Bram.
- No, le decía a Afelina. ¿Vamos al hotel?

            Sashel trató de dominar la conversación, preguntándole acerca de la capital. Decía pasar los veranos en Königsport desde que era niño, pero cuando Aren le preguntó sobre el famoso edificio Franerung, Sashel afirmó haber estado ahí el año pasado. Aren se hundió en el asiento y se dedicó a pensar, era obvio que el policía secreto mentía. Franerung había sido el rascacielo insignia de la cúpula, el poderoso grupo de industrialistas de Dunwich. El arquitecto, Barren Franerung, decidió vencer al palacio real en altura colocando cuatro enormes esculturas de bronce que sostenían un último piso, con tantas corrientes de aire y baja temperatura que era realmente inútil. Las estatuas, sin embargo, fueron colocadas descuidadamente y tras un, supuestamente accidental, choque de un zepelín de carga, toda la estructura se había venido abajo. Aquello había ocurrido hacía siete años. Lo que Sashel quería saber, se dio cuenta Aren, eran los rumores de la sucesión. Los Van Drekker dejaban el trono y varias familias reclamaban su derecho, una disputa que no podía quedar lejos de las intenciones del polémico duque vampiro y su maquinaria política. Su padre se lo había dejado claro desde que era niño, tras un vergonzoso desacuerdo con la policía secreta durante su estancia en el ministerio del interior, “Aren, la policía te lleva a una jaula desde la que puedes hablar con tu abogado y tu familia, los matones te llevan a un sótano desconocido y dejas de existir, junto con las leyes que permiten su existencia”. Aún así, Aren estaba forzado a admitir que Sashel Kur, el espía del duque si es que era tal cosa, podía serle útil.
- No entiendo por qué darle tantas vueltas al asunto.- Insistió Bram por quinta vez, cansando incluso a Afelina.- ¿No es suficiente arrestar a Aldert Hane y llevarlo a la capital en una carroza sin techo para que se tueste un poco?
- La amenaza debe ser identificada, localizada, aislada y procesada.- Dijo Aren, con fastidio.- No somos salvajes, todos tienen una oportunidad.
- Vaya manera de recitar el protocolo, ¿seguro que eres policía?
- ¿Seguro que quieres saber?- Le respondió Sashel.

            La promesa de un baño, algo de comida y ocho horas de sueño impulsaron a Aren fuera de la carroza. En cuanto entró al edificio supo que algo no marchaba bien. El recepcionista le reconoció de inmediato y señaló a los caballeros que le esperaban en la enorme sala del lobby. Aren reconoció lo que estaba sobre la mesa de la sala de espera, eran sus maletas. Gustavler Barsel, un vampiro robusto, pálido como la cerámica, con pulidos colmillos superiores que sobresalían de sus labios y un impecable traje de gamusa color melocotón se levantó para saludarle. El sol ya estaba cayendo, pero sus ayudantes cargaban una lámpara negra que seguramente usaron para trasladarlo desde su casa hasta el hotel horas antes. La lámpara, poco más que una pantalla de cristal con el foco negro, tenía una base de baterías a base de tungsteno con la que podía irradiar oscuridad en un perímetro de varios metros.
- Esto es de lo más irregular.- Se quejó Afelina Naria.- Si solicitaban una audiencia, debían venir primero a mí, soy la pretoria y agregada del investigador Aren Terik.
- Es sólo una charla de bienvenida.
- Con mis maletas, por lo que veo.- Gustavler hizo un gesto para invitarle a sentarse y Aren se sintió obligado a hacerlo. Pensó que si ya tenían sus calzones, lo mínimo que podía hacer era sentarse unos minutos. Recordó una negociación donde un conocido criminal le recibió en una sala con la cabeza de sus víctimas en picos, la atmósfera es una parte integral de cualquier negociación. Aunque no veía lo que Barsel podía negociar.- Gustavler Barsel, hermano del lord alquímico y patricio Kol Barsel. Le conozco formalmente.
- Por favor, no me venga con títulos. Renuncié a ellos al convertirme al vampirismo.- Bram quiso decir algo, pero Aren le pidió silencio con un gesto.- Su elemento de seguridad es un sospechoso de múltiples asesinatos. Un asesino a sueldo especializado en vampiros. Me sorprende que se sienta necesitado de un hombre así, puedo asignarle una escolta vampírica. Le aseguro tienen mejores modales, a menos que nos considere monstruos como hace su mercenario.
- Bram Corrin fue contratado por la corona. El rey no se equivoca.- La calculada frialdad de Aren impresionó a Gustavler, quien se removió en su sillón, visiblemente incómodo.- Asumo que han usado mis maletas para algo más que sostener sus tazas de café. Confío en que mis camisas no fueron arrugadas mientras inspeccionaban mis papeles.
- Un hombre directo, me gusta eso. Admito que hemos revisado sus papeles, nos pone nerviosos que un forastero llegue a Arkham y permanezca únicamente entre cálidos. Es algo... injusto para nuestra rica y colorida cultura. Ahora que sabemos que no es policía, sino que trabaja para el departamento de Estado, estamos aún más preocupados. ¿Ha venido a encontrar al culpable de tan lamentable crimen, o a evaluar a nuestra ciudad?
- He venido a ejecutar la voluntad del rey. Llegaremos al fondo del asunto y el asesino será llevado ante la justicia.
- Sí, pero ¿ante la justicia de quién? Arkham tiene jueces vampiros, Königsport no los tiene. Un prisionero vampiro, sucio y cansado del viaje ante un juez de la capital... Bueno, es difícil creer que tendrá un juicio justo. Sé que existen muchos quienes nos consideran una plaga, ¿eso piensa usted de nosotros? Le puedo asegurar que somos una minoría perseguida y que si tenemos fuerza para defendernos es sólo porque nos concentramos todos en la misma ciudad. El reinado podría caer sobre nosotros un día, arrastrarnos de nuestros hogares y exponernos al sol para quemarnos hasta las cenizas. Ése, mi estimado señor Terik, es el miedo de cada hombre, mujer y niño allá afuera.
- Los vampiros sienten miedo, es comprensible. Los humanos también, y es igualmente comprensible. Pero el miedo no es una plataforma efectiva de gobierno. El miedo lleva al odio, el odio lleva a la violencia y ésta lleva a la corrupción, a cuidarse de todo inclusive la ley. Sin la ley, usted y yo seríamos animales. Nadie quiere ser reducido a un animal, por tanto debe haber justicia.
- Ya veo... Nuestra cultura debe ser... ¿cómo lo llama ese perverso Aleister Lovecraft? Ah, sí ya recuerdo, debe ser reformada y reintegrada al mundo civilizado. ¿Acaso somos incivilizados? Le invito a que nos visite, verá que somos ordenados, honestos y justos.
- No existe nadie llamado “perverso Aleister Lovecraft”, usted se refiere al lord alquímico y rector del Miskatonic Aleister Lovecraft. Su nombre lleva títulos, tal es su dignidad y si quiere ganarse mis simpatías aprenderá a referirse a la nobleza por título y no por escarnio. Y también aprenderá que es incivilizado revisar mis calzones.- Gustavler se hundió en su sillón y el lugar quedó en un silencio sepulcral. Habían subestimado la rectitud de Aren Terik, un error que siempre jugaba a su favor.- Si desea asistirme en la investigación y mantenerse enterado le pediré, como favor personal, que convenza a Aldert Hane a entregarse a las autoridades para ser interrogado. Quisiera evitarme la molestia de los abogados.
- Sí, sí, claro que sí. Ésta misma noche, el señor Hane es entrañable amigo mío y confío en que usted será tan recto y propio en su interrogación como lo ha sido conmigo.- Aren se despidió de Gustavler Barsel y nadie dijo nada hasta que se hubiera ido.
- Eres un depredador natural.- Dijo Bram con asombro.
- Se metió entre mis calzones... Debe haber límites. Me siento sucio, voy a bañarme.
- Apúrate, te quiero sacar a pasear en lo que su alteza el señor Aldert Hane se decide visitar a la policía. Tienes que conocer la ciudad en la que trabajas.

            Aren visitó el distrito vampiro de Arkham por primera vez en su vida y lo encontró más misterioso de lo que había imaginado en un principio. La mayoría de los edificios seguían siendo los mismos, pero era obvio que estaban habitados por una cultura muy diferente. Los cambios fueron paulatinos, al principio, como las ventanas de madera con innumerables agujeros en patrones geométricos o los coloridos tapetes ventilándose al aire nocturnos desde balcones o techos. Luego las farolas fueron cambiando, teniendo lámparas de muchos vidrios de colores. Bram lo encontraba perturbador, pero Aren seguía sorprendido por la fascinación vampírica por los colores. Los nuevos edificios se construían sobresaliendo a la calle, de modo que fuera más barato tener lámparas negras durante el día. Los nuevos edificios se alejaban de la estética capitalina, no eran edificios de piedra con enormes rosetones o altos ventanales. Les construían de argamasa y ladrillo blanco, con balcones de madera cerrados con puertas del mismo material y pintados de muchos colores. La mayoría eran circulares, con departamentos en espiral, un diseño que Bram asemejaba al de las madrigueras. La población estaba claramente dividida por clases y gustos, los vampiros de mayor estatus demostraban su dignidad vistiéndose como los cálidos, mientras los demás usaban telas coloridas y cómodas. Entraron juntos al mercado, el único lugar donde podían verse más de un cálido.
- Está mal visto ver cálidos de noche o fríos de día.- Explicó Bram entre susurros.
- ¿Entonces cuándo se conocen?
- ¿Y quién quiere conocerlos?- Aren estaba a punto de decir algo más, pero Bram se detuvo de golpe y señaló al grupo de vampiros harapientos en una esquina, frente a una tienda de especias. Los vampiros eran calvos, andróginos en el sentido que era difícil diferenciar machos o hembras, pero sin la belleza que frecuentemente se le adjudica a ese término. Tenían largos colmillos frontales, en ocasiones más largos que su mentón. Sus dedos eran igualmente largos y no parecían capaces de mantenerse erectos.- Las ratas, esos son los peores. Son estúpidos, y a veces toman decisiones estúpidas. No provienen de purasangres, sino de las líneas de sangre más sucias y son hechos parias. Nadie los quiere, pero no los puedes eliminar... no entiendo las leyes.
- ¿Son violentos?
- En ocasiones. Muy sensibles a la luz, los más lerdos viven en manadas y eso lo hace peor. El ajo e incluso el agua puede causarles graves reacciones alérgicas. Cada vez que ese Gustavler Barsel hable de su hermosa cultura, tú recuerda a las ratas. Parias incluso entre su gente, y que no te engañen, son unos aristócratas de lo peor. No en el buen sentido, sino en su clasismo. Viven como abejas, los trabajadores y los pura sangre. Cada vampiro puede tener a su cargo hasta ochenta vampiros más jóvenes. ¿Quieres adivinar cuántos días de trabajo han tenido los Hane o los necromantes famosos?
- Llenándole la cabeza de prejuicios, por lo que veo.- La voz sobresaltó a ambos. Aren se quedó petrificado, era una mujer corpulenta pero muy atractiva. Vestía como en una gala, aunque con algo más seductor que los tímidos escotes de Königsport. Peinaba su largo cabello en una complicada trenza y usaba un pañuelo colorido sobre él.- Buenas noches, mi nombre es Brigita Hane.
- Hermana de Aldert Hane.- Concluyó Bram, avergonzado de admirar su belleza.
- ¿Ha visitado nuestra cripta azul?
- No, me parece que no.- Brigita mantenía sus manos al frente, tomando sus guantes de encaje y con un modesto movimiento le indicó que le siguiera fuera del mercado.- Es un lugar silencioso.
- Pocos vampiros disfrutan el ruido, nuestros oídos son muy sensibles.- Aren señaló las tiendas con carpas en la parte exterior del monumental mercado de piedra, con cúpulas de alabastro y ámbar. Las tiendas exteriores, en su mayoría de cálidos, vendían comidas preparadas.
- No sabía que comieran otra cosa que sangre.
- Los purasangre podemos darnos ese lujo. Los demás lo consumen a su propio riesgo... Nuestros sistemas digestivos no están acostumbrados. Por eso la venden preparada, porque nadie cocina y una ensalada o un souflé puede durarnos días. La mayoría solo se lo pone en la boca y lo escupe.- Bram se removió incómodo, imaginando las escupideras en la mesa.- Los cálidos y los fríos ya vivimos juntos, pese a lo que nuestros fundamentalistas quieran dar a entender. ¿Sabía usted que un cálido puede vivir como un secretario de clase media capitalino tan solo vendiendo su sangre?
- Tiene sentido, ¿pero a nadie se le antoja ir directo a la fuente?
- ¿Bromea? Es un delito perseguido por la muerte entre nosotros. Un cálido muerto equivale a cincuenta litros de sangre o más. Algunos hablan de la unión mística en chuparle sangre a un cálido, pero se equivocan. No hay nada de místico en arrancarle la garganta y devorar su sangre.
- Lo dice con una normalidad que llama la atención.- Fue lo único que Aren se atrevió a decir. Incluso sin haberla tocado sabía que podía partirle en dos si se lo proponía. Entendió el miedo de Bram, y de muchos cálidos, viviendo rodeados de criaturas con inmenso poder.
- Mire, la cripta azul.- Aren quedó boquiabierto. La cripta era un edificio, grande como una manzana, construido circularmente con cuatro cúpulas laterales y una cúpula más grande de color azul. Reconoció el costoso lapis lazuli en el techo y el oro de la junturas de los mosaicos.- Somos un pueblo muy religioso, señor Terik. Nuestros necromagos son hombres santos para nosotros, al menos algunos. Hombres y mujeres sabios que predican nuestra fe y nos ayudan a convertir y alimentar a los neófitos.
- Y producir zombies, homúnculos peligrosos, llamar banshees y afectar las mentes de los vivos.- Añadió Bram Corrin.- Por eso son ilegales en la capital y mal vistos en todas las demás ciudades.
- ¿Y usted en qué cree?- Brigita evitó a Bram y siguió hablando como si nada.
- Creo en Cthulhu, padre de toda vida, rey supremo de todas las almas. Nuestro maestro y juez. Y creo en la condenación de las almas impuras en el festín de la muerte.
- Una visión muy negativa de la muerte. Nosotros creemos en Magra, diosa de la muerte que da vida a los cálidos con un hilo fino y fácil de romper. Es la madre de cuyo pezón maman la vida. También es la maestra de los muertos y nuestra guardiana.
- La muerte es natural, pero no parece natural seguir existiendo después.
- ¿Existiendo? No, señor Terik, nosotros vivimos. Tenemos alma, sólo que habita en el mundo de sombras y por eso nuestros cuerpos son fríos.- Tomó las manos de Aren e instintivamente guardó la respiración. Las manos de Brigita estaban frías, muertas por completo aunque se siguieran moviendo. Era su primer contacto con un vampiro y estaba seguro que lo recordaría por el resto de su vida.- Es otra vida, sin duda, pero es vida. Una sin el filo hilillo, inmortal.
- La inmortalidad puede alterar el modo en que las personas piensan... Darse mayor autoridad sobre la vida y la muerte de otros.- Brigita bajó la cabeza y soltó sus manos.
- Se refiere a Bors Naslin y a su hermana.
- Y a su pequeño sobrino y a su cuñado.
- Es lamentable, un retroceso para nosotros. Se convierte en otra razón para ser odiados y temidos. Supongo que quiere saber mi coartada, después de todo los Hane seremos los principales sospechosos.
- Ahorraría tiempo.
- Atendí una gala. Se abrió un nuevo banco de sangre, hizo felices a muchos cálidos y fríos por igual. Puedo responder por los Braner, Naren Vitril, Lazlo Tamir y los Garren.
- ¿Y por su hermano?
- No, no puedo.- Dijo, con cierta vergüenza.- Pero sé que él no fue. Venimos de una buena línea de sangre, no arriesgaría el estatus que eso conlleva por una querella legaloide.
- ¿Y qué tal los vampiros que entran debajo de ustedes, en su propia línea de sangre?
- Veo que le han repetido los viejos rumores falsos.- Dijo Brigita, mirando a Bram quien se limitó a sonreír y posar su mano sobre su enorme revólver.- Las líneas de sangre son fundamentales, todos los vampiros sienten una conexión especial por aquel que le convirtió y aquel que convirtió a su maestro, y así sucesivamente hasta el pura sangre de su clan. Esa conexión no es esclavitud, los vampiros tenemos la capacidad de decidir nuestro destino.
- Sí, pero los de hasta abajo trabajan día y noche, los de hasta arriba viven como aristócratas.
- Eso es mientras aprenden la filosofía de nuestra cultura, y en nada discrepa del clasismo de los cálidos. Si acaso, es un clasismo que no se sostiene sobre el dinero, sino sobre la refinación de las pasiones. La piedra angular de la filosofía de Magra.
- ¿No encuentra el peligro inmediato?- Preguntó Aren, pensando más como empleado de la secretaria de estado que como agente investigador.- Los de abajo pueden decidir un día que no necesitan a los de hasta abajo. ¿Y por qué no? No es como si compartieran una mente como colmena. Una revolución vampírica podría alterar todos esos refinados principios y conducir a un frenesí de hambre.
- Entiendo lo que dice, el miedo de los mortales por ser desplazados de la cadena alimenticia. ¿Es tan terrible creer que sus vidas son vulnerables? Siempre lo son, son mortales. Y es más sorprendente viniendo de un cultista, ¿acaso no sus dioses podrían devorarnos a todos de un momento a otro?
- Agradezco la honestidad.
- Mi hermano ha decidido cooperar con ustedes. Confío que todo se llevará a cabo conforme a la ley. Mi único interés es evitar el baño de sangre.
- Suena segura de ello.
- Usted también debería estarlo, a menos que peque de inocencia.- Brigita se despidió y desapareció entre la muchedumbre.
- Interesante coincidencia, que se topara con nosotros cuando Gustavler descubrió que trabajas para el Estado. Menudo espía del duque.
- ¿Gustavler? No, él no es un espía del duque. Ese es Sashel Kur, y no me sorprendía si nos vigilase ahora mismo. No, Barsel dice amar al duque pero ahora mismo es su peor enemigo.
- Me perdiste.
- Es un legalismo oscuro y poco utilizado, pero se ha puesto en práctica anteriormente. Más recientemente en Dunnwich. Si la corona determina que el ducado está fuera de control, el duque pierde su poder político y el sistema de patricios entra a controlar el territorio. Gustavler ya no será patricio, pero su hermano Kol lo es, y juntos gobernarían todo el ducado. No, Gustavler quiere susurrarme en el oído, ponerme nervioso de sus insinuaciones. Veamos si cumplió su sorpresa de entregarnos a Aldert Hane, y veamos que otros trucos tiene guardados.

            A la mañana siguiente Sashel Kur apareció en la puerta de la habitación de Aren. Le entregó una nota firmada por Gustavler Barsel pidiendo disculpas, no había podido localizar a Aldert para entregarlo a la justicia pero prometía llevarle sin demora. Aren suspiró fastidiado, y entonces le dio la buena noticia, le había conseguido la máquina refraccionaria de tungsteno que había pedido. Aren, Sashel, Bram y Afelina se reunieron en la escena del crimen nuevamente, los cuerpos habían sido retirados pero la sangre no había podido ser lavada del todo. La refraccionaria tenía una forma circular y semi-piramidal con una larga manguera de cuero y un motor a vapor que libera el gas en el interior del cuerpo de la máquina. Usando una máscara Aren accionó el motor de vapor y la máquina comenzó a toser el tungsteno y llenar la sala de un humo azul. En la niebla se formó una figura, la del asesino. Su cuerpo estaba desnudo, presentaba moretones y cortadas en la piel, estaba calvo, demasiado flaco y con brazos y piernas anormalmente largas. No era un vampiro.
- Es un ghoul.- Dijo Aren, mientras que la criatura despedazaba al fantasma de sus víctimas con una ferocidad increíble.
- Qué lástima.- Dijo Bram.- Estaba tan seguro que habría sido un vampiro... Aunque un vampiro podría haberse hecho de un ghoul, es factible.
- Es cierto.- Añadió Sashel.- Los necromagos podrían hacerlo. Si se les sabe manejar son dóciles e incluso dispuestos al suicidio. Lástima que no tenemos una identidad. No habría servido en la corte, pero te habría dado un inicio.
- Y lo tenemos. Sabemos que el autor intelectual estuvo en un cementerio, a lo mucho un día entero antes de los asesinatos. Lo habría hecho de día, eso limitaría a los testigos vampiros, pero dudo que los cementerios en Arkham estén sin supervisión en cualquier momento del día.
- El cementerio más grande, que todavía tiene problemas de infestación de ghouls es el Farrenir.- Dijo Afelina.- Ahí debemos buscar.

            El cementerio de Farrenir, del otro lado del Miskatonic, funcionaba más como complejo de departamentos que como última casa de reposo. Bram desenfundó su enorme rifle de la espalda y le mostró las rejas del cementerio a Aren. Le explicó de la temible revuelta del cementerio de hacía diez años, cuando un reducido grupo de necromagos fueron incapaces de someter a más de cien renacidos. Los renacidos, voraces y furiosos, aprovecharon la protección de las luces negras para avanzar hacia la ciudad. Aren pensaba que Bram hablaba orgullosamente, sobre todo al tratar de calcular cuántos vampiros había eliminado con su preciado rifle de cuatro barriles, pero al ver su rostro detectó un miedo demasiado humano, producto de terribles recuerdos. Su expresión nunca cambió dentro del cementerio.
- Le mandé un telegrama a Bromira, es la cuidadora del cementerio.- Explicó Afelina, señalando a la mujer vestida de traje que avanzaba hacia ellos con una enorme sonrisa.- Desde la revuelta los cuidadores han sido siempre cálidos, una de las concesiones que conseguí sacarles.
- Buenas tardes y bienvenidos. El telegrama no decía mucho, pero imagino que usted debe ser Aren Terik, el investigador.- El cementerio estaba dividido en una cuadrícula de calles polvosas, se componía de tumbas y criptas. Aren se sobresaltó al escuchar los ruidos desde las criptas, en todas ellas había algo semejante a la vida, siseando y jadeando.- No se asuste, no hay nada que temer. Las luces negras están prohibidas y todos ellos morirían antes de alcanzarle.
- Gracias, eso calmaría a cualquiera. ¿Por qué están ahí?
- Son recién nacidos, no pueden contener sus deseos por sangre. Si les dejáramos ellos comerían cadáveres y envenenarían su sangre, condenándose a una existencia animal. Hay mucho cuidado detrás de cada uno de ellos, y sólo se permiten dos recién nacidos por criptas.- Aren señaló a un grupo de cinco hombres que cargaban una especie de tienda, para que un vampiro visitara las criptas. El hombre parecía oler a través de las puertas metálicas y les tiraba sangre desde un cubo.- Necromagos, se arriesgan mucho en lo que hacen. Vale la pena, se lo aseguro, ¿sabía que con las modernas técnicas la tasa de vampiros de primera clase ha ascendido al 78%? Y no ha habido ni un solo vampiro de tercera clase desde hace mucho.
- Sí, y tampoco nos dejan cazar a los de tercera o cuarta clase que encontremos en las calles.- Se quejó Bram.- Dicen que siguen siendo personas, pero esos moralistas no les han visto comiéndose mutuamente cuando el invierno llega y se agotan las ratas en las cloacas.
- Mejor vayamos al grano. Estamos buscando a un ghoul, o mejor dicho, a alguien que sacó a un ghoul del cementerio para cometer homicidio múltiple.
- Sí, lo leí en el periódico, es terrible.- Bromina les llevó a través de algunas calles hasta una tumba que había sido removida, la placa de mármol estaba corrida y la tierra alrededor parecía cavada.- Son como topos, difíciles de eliminar. El especialista considera que ésta tumba es el epicentro, por eso la abrió. Mire la manera en que el ataúd está roto, como por una rata. Hay docenas de túneles debajo de nosotros, pero le puedo asegurar que nuestros necromagos son expertos calificados y todas sus actividades están calendarizadas. ¿Les gustaría ver el registro?
- Sí, por favor.

Aren se detuvo en seco y prestó atención. Escuchó un siseo, como había estado oyendo desde que llegaran, desde una cripta cercana. Al principio no entendió por qué se había detenido, no podía escuchar lo que era diferente de este siseo a los demás. El grupo se detuvo en la esquina, no le habían notado. Aren se acercó a una cripta cercana, un edificio de mármol con suficiente espacio para dos o tres ataúdes y lo escuchó de nuevo. Podía distinguir palabras entre el siseo del recién nacido hambriento y salvaje. La puerta de hierro, reforzada por tres gruesos barrotes de seguridad, presentaba abolladuras realizadas por un ser de increíble fuerza, y con agujeros delgados para dejar entrar algo de luz. Aren se acercó un poco más a la puerta, ahora a cuatro pasos de distancia, mientras que Bromina trataba de disuadirle de alejarse en los mejores términos posibles. Las palabras eran más claras ahora, y le parecía escuchar su nombre en ellas. La mera idea le erizó la piel, pero se encontró incapacitado mentalmente para alejarse, una obsesiva curiosidad se había hecho de su voluntad.
- Al caer la noche...- Dijo la voz, detrás de la puerta.- llegó al caer la noche... Necromago... Vino por el ghoul y tenía las amarras de cuero para meterlo a una jaula... Para someterlo... Aren, vino por él... Vendrá por ti.- Acercó la cara a la puerta, viendo a la penumbra a través de los agujeros. El vampiro se lanzó contra la puerta, asustándole de muerte y por un breve instante pudo ver sus alargados colmillos bañados de sangre.
- Estoy bien, estoy bien.- Aren se sacudió el susto y trató de hablar con normalidad.- Parece que alguien más ha estado sacando ghouls.
- Imposible, el último registro fue la semana pasada y...- Bromina se mordió el labio y miró hacia el cielo, como si el cielo de tarde fuera su refugio.- Me acabo de acordar, alguien violó la seguridad, tuvimos un intruso, pero le aseguro que no tenía ni idea que...
- Sí, ya es algo tarde para eso.

            Acompañados de disculpas y promesas salieron del cementerio y un policía les interceptó antes de llegar a la carroza con un mensaje del comisario Davros Kelter, Aldert Hane se presentaría a la comisaría del distrito de Valmer al caer el sol. Aren extrañó los carruajes de vapor, típicos de Königsport, pero admitió que había cierta belleza y orgullo en la ciudad de Arkham, pues lo que la ciudad no tenía en altura e innovación tecnológica, lo tenía en su atención al detalle y su interminable comercio. De hecho, lo único que sabía del comercio de Arkham antes de su viaje estaba resumido en la expresión capitalina que la corona perdida de la familia Traner aparecería cambiando de manos en uno de los doce mercados de Arkham.

            Aren no habló durante el trayecto, entre las bulliciosas calles nocturnas de Arkham cuando los vampiros salen a trabajar y los cálidos se retiran a dormir, tratando de imaginar cuál sería el movimiento de ajedrez de los Hane. Brigita parecía marcar una distancia con su hermano, pasando la oportunidad de compartir su coartada con él, empresa fácil de sostener teniendo en cuenta que todos en la gala le apoyarían. Cabía también la otra posibilidad, que Brigita y Aldert decidieran jugar en dos bandas, tratando de protegerse. Todas las especulaciones se detuvieron de golpe, junto con la carroza. Los caballos relincharon y se removieron asustados, se encontraban rodeados de casi mil vampiros furiosos. Bram preparó la escopeta y le hizo una seña a Afelina para que se agazapara en el asiento, sólo por si acaso.
- Vengan conmigo.- Sashel Kur abrió la puerta y se asomó dentro. Estaba tenso, su rostro parecía fijo como la madera.- Tenemos una situación. Aldert Hane muestra su músculo político.
- ¿Quieren que sea liberado?
- Sí, pero no de la manera que tú crees Aren. Todos estos vampiros han venido a confesar el delito. El comisario debió soltar la sopa, todos juran haber sacado un ghoul del cementerio Farrenir.

            Sashel Kur levantó su placa que le acredita como policía político y con eso consiguió que al menos les dejaran pasar. Aren se recordó a si mismo que estaba demasiado joven para la misión, y demasiado asustado. Los vampiros se veían distintos de cerca, furiosos y peligrosos. Podía sentir las miradas, y aún más perturbador, el olfateo. Estaba vulnerable, rodeado de monstruos que podían oler su miedo y lo celebraban, a punto de interrogar al principal sospechoso, quien también era el ciudadano más famoso de la comunidad vampírica. Encomendándose a la corona y a Cthulhu se aferró del saco de terciopelo rojo de Sahel y avanzó casi a ciegas hasta el edificio. La policía tuvo que meter a Bram, para evitar que golpeara a una vampira que le dio un jalón al cabello de Afelina. El comisario escoltó a Aren hasta su oficina, donde Aldert Hane le esperaba con una copa de sangre fresca. Aldert era un hombre alto y distinguido, con una pequeña nariz y unas cejas abultadas. Podía ver la similitud con su hermana, además de su propia vanidad. Aldert, como toda la naciente  aristocracia vampírica, perfeccionaba cada gesto como una obra de arte y hablaba con lentitud y paciencia, pues después de todo tenía siglos de vida por delante. Aren Terik se quitó el saco de terciopelo, para darse tiempo de calmarse, los gritos de protesta podían ser escuchados por la ventana. Se alisó la camisa y se encendió un cigarro, dándole la espalda para que no viera sus temblores. Aldert recitó un poema de un poeta vampiro que Aren no escuchó y tomó asiento en el diván como si fuera una entrevista para el diario.

            Aren Terik, quien había aprendido de la negociación con los piratas fantasma, le mostró a Aldert que no tenía apuro, ni duda alguna que conseguiría lo que buscaba. Se sentó en el sillón del comisario, para que Aldert no viera cómo movía las piernas nerviosamente. Suspiró aliviado y se sirvió un vaso de cognac. Habló sobre el cognac de Königsport, de los vinos de Dunnwich y del nuevo reloj hidráulico que había sido instalado en la universidad del Miskatonic, temas que Aldert manejaba tan bien como él. Aren estaba seguro que Aldert podía matarlo ahí mismo y seguir contoneándose como un cisne, aunque eso no lo hacía culpable del múltiple homicidio. Cuando Aldert cambió de tema para elogiar a la intelectualidad vampírica, Aren sonrió como si le presentaran un regalo. Se dio cuenta que todos esos trajes caros, ese conocimiento de la vida fina y toda esa cultura de libros eran un desesperado intento por sofocar a la bestia hambrienta y furiosa que latía en su interior. Por una vez agradeció a los sacerdotes del culto por haberle hecho un creyente consumado en el sumo sacerdote Cthulhu y su sabiduría.
- Bors Naslin tenía varios procesos en su contra, ¿eran siete o diez? Desde conversiones forzadas, crímenes pasados durante las revueltas, hasta traición, falsificación de firmas en documentos legales y sobornos. Naslin era un enemigo, en toda la extensión de la palabra. ¿Sin él o su dinero, o el de su cuñado Morkai Hulbren, cómo podrían continuarse esas demandas?
- ¿Por qué me molestaría con alguien como Bors Naslin o Morkai Hulbren?- Preguntó lanzando un delicado gesto hacia el aire, sus dedos como hojas de otoño flotando sobre él.- No eran nada.
- Precisamente porque son nada para usted, o eran. Cuando alguien es reducido a un cero, a una nada, ¿acaso no es más fácil de aplastar? Es un argumento recurrente, y válido, de la comunidad vampírica.- Antes que Aldert dijera otra cosa Aren apoyó ruidosamente su bebida y le señaló en silencio.- Pero nada de eso importa, porque podemos dejar atrás todo el asunto en cuanto me diga dónde estaba la noche del crimen.
- Me resulta un tanto... Desagradable, tener que hablar de esas cosas. Además, ¿no escucha lo que gritan?- Era imposible no escuchar el “yo soy culpable” que era cantado en coro por los manifestantes en la calle.- Su culpable está ahí, no aquí.
- ¿Es su manera de decirme que no tiene coartada?
- ¿Quién sabe? Quizás sí, quizás no.
- ¿Señor Terik?- El comisario Davros se asomó y le hizo una seña para que se acercara. Aren no protestó, era obvio que Aldert disfrutaba su momento de atención con la confianza de quien sabe  que hay al menos cien personas dispuestas a sacrificarse por uno.
- ¿Qué ocurra?- Davros lo llevó a la sala de estrategia, donde esperaban Bram y Sashel.
- Se está saliendo de las manos. El prisionero está bajo nuestra custodia y creo que es necesario aprovechar eso y moverlo.- Antes que Aren pudiera protestar o darle por su lado, los vampiros comenzaron a lanzar tabiques contra las ventanas.
- Se acabó, esta noche lidio con ellos si ustedes no lo hacen.- Bram se levantó del sillón de golpe y asomó su escopeta de cuatro barriles por la ventana.
- Gracias comisario, denos un momento. Bram deja eso, es lo peor que podrías hacer en este instante.- Aren se relajó masajeando sus sienes. Lo había hecho antes, con los criminales de guerra en la batalla por Dunnwich, y podía hacerlo de nuevo si no sucumbía a sus propias inseguridades.- Está bien, necesitaremos cuatro carrozas viajando a distintos puntos.
- Concuerdo.- Se apresuró Sashel.- Todas tapadas, todas con alguien adentro y nuestro sospechoso en alguna de esas. ¿Le aviso al comisario?
- No, será mejor que esto quede entre nosotros. La información contenida siempre es más reveladora. ¿Dónde puede ser llevado?
- La estación en Tremika, queda en el distrito industrial y será más fácil esconderlo ahí.
- ¿Y cómo lo hacemos?- Preguntó Bram, mirando hacia los violentos manifestantes a través de la ventana.
- Yo me encargo de Aldert, ustedes consigan a los cocheros.- Aren regresó a la oficina del comisario y le sonrió a Aldert, quien no parecía haberse movido en todo el tiempo.- Es un hombre muy querido, señor Hane. Sin embargo, me temo que tendremos que continuar esta pequeña charla en un lugar más... cómodo. Venga conmigo, si es tan amable.

            Aren y Aldert bajaron al establo de la policía, Sashel y Bram terminaban de explicarle la misión a los cocheros de la policía. Subieron a tres patrulleros en las otras carrozas tapadas y le dieron instrucciones específicas a cada cochero, sobre todo al de Aldert Hane. Aren le pidió al comisario que alejara a los manifestantes con mangueras de agua, para permitirle a las carrozas salir a la calle. Los manifestantes persiguieron las carrozas, tratando de detenerlas y abrir las puertas trabadas con llave, pero los uniformados consiguieron aplacarlos con sus macanas rociadas de ajo. Aren sabía perfectamente que Aldert se estaría muriendo de risa, burlándose de él por caer en su juego, pero no le importó, pues al menos ahora tenía cierta idea de cómo era el célebre Aldert Hane.

            Aren decidió esperar al menos una hora, para no ser seguido por los manifestantes que aún daban de vueltas al edificio. Acompañado por Sashel esperaron en la calle, fumando en silencio y observando a quienes les vigilaban. Davros llamó su nombre a gritos y le mostró los telegramas en cuanto regresó al edificio. Davros lo arrastró a su carruaje de vapor, uno de los pocos en la ciudad, y los fue leyendo en el viaje. Una emboscada de vampiros había conseguido liberar a los caballos y tumbar la carroza de lado. Las puertas habían sido abiertas usando picos y machetes, el cochero permanecía en coma por la golpiza. Los últimos notificaban de los disturbios y la ominosa confirmación de aceptación de protocolo.
- ¿Qué quiere decir eso?- Preguntó Aren, mientras Davros hacía trabajar al máximo al motor de vapor de la parte trasera y rebasaba a las carrozas comunes.
- El protocolo fue impuesto desde la revuelta del cementerio por el duque. Básicamente estipula que más de veinte personas protestando mediante la violencia y cometiendo al menos un delito grave en flagrancia, como destrucción de propiedad privada, violencia contra civiles o robos, entonces la policía puede y debe usar toda la fuerza para contener el disturbio y eliminarlo.- Davros golpeó el volante en frustración.- Debí permitir el protocolo el segundo que empezaron a lanzarnos tabiques.
- Imposible, eso sólo lo habría agravado. No, Aldert quiso que esto pasara.
- Pues tendrá que vivir con las consecuencias.- Dijo, señalando hacia el ruido de disparos y sirenas de bomberos.

            Davros Kelter detuvo su coche de vapor a dos cuadras del sitio y corrieron entre los vampiros que huían asustados. Aren se detuvo en la esquina y no pudo evitar agazaparse contra la puerta de mosaicos de una casa. La policía usaba rifles de aire con largas estacas dentadas, para maximizar el dolor, y potentes rifles con perdigones de plata para destruir el corazón y gran parte del pecho en el proceso. Aren había estado ahí la noche anterior, maravillado por el colorido de sus mosaicos con patrones geométricos, con sus telas de colores y cómodos tapetes colgando de ventanas y balcones. Ahora todo era opaco, repleto del hollín del incendio que los bomberos terminaban de ahogar. Petrificado de miedo era incapaz de gritar de miedo, o de indignación o de rabia. Su expresión, se dio cuenta con horror, era la misma que la de los vampiros que observaban todo desde lejos. Bram le arrastró de golpe y preparó la escopeta para protegerle, había viajado a caballo detrás del carro de vapor y no dejaba de regañarle por haber dejado a su escolta detrás.
- ¡Maldita sea, el duque tendrá mi placa en su desayuno mañana mismo!- Gritaba el comisario, rojo de furia mientras detenía los disparos y contaba los cuerpos. Aren siguió a Bram hacia el epicentro de la trifulca. Caminó sobre los cuerpos de los vampiros, la mayoría no estaban en una sola pieza y todo estaba acompañado de los gritos de miedo y tristeza en todo el distrito. Se encontró a sí mismo sorprendido de un detalle, que en contexto era banal, los cuerpos sangraban muy poco y lo que más había en el suelo no era sangre, sino perdigones y pólvora.
- Liberaron a Aldert Hane.- Dijo Aren, señalando la puerta abierta de la carroza. ¿Había hecho lo correcto en confiar en Sashel Kur? Después de todo, esos vampiros no habían salido de la nada y los demás carruajes no habían sido molestados.- Hijo de perra.
- Y no se equivoque señor Terik,- dijo el comisario apuntándole al pecho.- ésta noche Aldert Hane controla Arkham con su puño y si él lo desea, la ciudad arde.
- No es seguro estar aquí Aren, regresemos a la comisaría.
- Hijo de perra...- Se dijo una y otra vez, mientras que recuperaba el cuerpo de un vampiro muy joven, de entre una montaña de cuerpos. Sabía que los vampiros envejecían muy lento, que quizás el muchacho, de apariencia de 13 años, podía tener 80, pero su rostro juvenil y delicado, incluso con sus largos colmillos, no dejaba de simbolizar la inocencia que Aldert Hane había utilizado para sus propios motivos.
- Vamos Aren, no estaba vivo realmente.
- ¿No estaba vivo? Por todo lo que sabemos este muchacho deseaba, amaba, odiaba y ponía su fe en personas como Aldert Hane. Estaba vivo Bram, y aunque esos policías dispararon, fue Hane quién lo mató.
- Y responderá por todo, pero ahora mismo debemos irnos. Los vampiros atacarán de nuevo, te lo aseguro. No quieres ver eso.

            Aren se acomodó en la oficina del comisario, pero no quería dormir. Escuchaba los telégrafos de todo Arkham, reportando incendios y otros disturbios. La tensión era más peligrosa de lo que había pensado, quizás más de los que Königsport creía. Hane podía creer que eso era bueno, pero Aren sabía que la corona no tenía paciencia para Arkham, mucho menos cuando la ciudad se desquicia sólo porque un ciudadano que tiene la oreja del duque se presenta voluntariamente a una entrevista de la que sabe saldrá impune sin problemas.
- Aren, tienes que ver esto.- Bram le despertó de sus meditaciones y con un gesto le sugirió que le acompañara. Aldert Hane y una corte seguidores, acompañado de su necromago Lazlo Tamir, se presentaron voluntariamente ante el enorme escritorio del sargento, en la entrada.
- Traté de detener a los indignados, pero la policía decidió recurrir a la violencia, muy lamentable.- Aren cerró los puños, pero se recordó que tenía una misión que cumplir.
- Vengan conmigo.- Llevó a Aldert y a Lazlo Tamir a la oficina de Davros Kelter y cerró la puerta tras él. Lazlo Tamir era un vampiro de apariencia anciano, vestido con ropas ceremoniales de algodón colorido, con tatuajes simétricos en su rostro que daban la apariencia de un murciélago, o quizás un hipnótico mapa de espirales y líneas.
- Le presento a nuestro necromago, Lazlo Tamir. Ha sido el consejero espiritual de mi familia, y la del duque, por muchos años.- Lazlo le miró de arriba para abajo y lo oteó. No le ofreció la mano, ni lo hizo Aren. Se asomó por la ventana, la muchedumbre ya había desaparecido, pero a lo lejos los incendios brillaban contra el cielo nocturno.
- Ya no trajo a sus matones, gracias por hacernos el incalculable honor de sentarse en el diván sin desquiciar Arkham. La corona se lo agradecerá por siempre.- Aren bufó e interrumpió a Aldert con un gesto, ya no estaba interesado en sus discursos y era hora que Hane lo supiera.- Sólo quiero saber coartadas, ¿el señor Hane pensó en alguna?
- Mire señor investigador...
- Sea específico, la corona no tiene paciencia.
- No, no tengo ninguna.- Dijo Aldert en un tono desafiante que empezaba a quebrarse. Sus elegantes modismos y su paciencia habían desaparecido.
- Ya veo, ¿usted señor Tamir?
- Preferiría ser interrogado por un vampiro.
- Será interrogado por mí, en Arkham o en Königsport. La decisión es suya.
- Vaya modales.- Lazlo se sentó erguido y escribió en el aire con la larga uña de su dedo índice. Aren reconoció el gesto, una vieja maldición típica de necromagos que podía resumirse en una venganza nocturna y muy sangrienta.- Aldert me convenció de venir, insistía en su rectitud y paciencia, pero ahora veo que fue engañado.
- Tanto como Bors Naslin odiaba a Aldert, le odiaba más a usted. De hecho, según mis expedientes, Bors siempre señaló la corrupción de los necromagos ricos y poderosos, así como su filosofía fundamentalista de convertir a toda la población humana. Dejando, por supuesto, algunos cientos de mortales para tenerlos en granjas. La corona no podría estar más... preocupada por semejante visión del mundo. Las palabras traición y castigo ejemplar han sido usadas en más de una ocasión. De modo que le urjo a que lo piense bien y me dé una respuesta sensata. El señor Hane insiste en hacerse al misterioso, quizás dejar que sus seguidores hagan de chivos expiatorios, pero usted podría sentar el ejemplo. No olvide, Arkham es un ducado grande, pero el reino es mucho más vasto que esta colorida y folklórica ciudad.
- Claramente su intelecto es superior al de cualquier vampiro.- Dijo Lazlo con una sorna pedante.- Es inútil resistirse a su línea de pensamiento... Yo maté a Bors Naslin y a los demás. No hace falta martirizar al pueblo humilde amante de la paz, si la corona busca un chivo expiatorio entonces seré ese. Arrésteme.
- ¿Cómo lo hizo?
- ¿Qué diferencia hace? Me escabullí en su casa y despaché a todos.
- Salgan de la oficina, no me insulten a mí, ni insulten a la corona. Los quiero fuera, ¿qué están esperando? Lárguense a contar su dinero y mofarse de nuestro reino.
- Pero...
- ¿Creía que iba a arrestarle? No pienso tener un disturbio entre manos, quizás una revuelta organizada sólo porque ha decidido empujar su agenda política mediante este sanguinario crimen. Un vampiro no mató a esa familia, pero usted ya lo sabe. Por eso confesó de una manera que le sacaría del embrollo en menos de una hora con uno de sus costosos abogados y le costaría a Arkham un baño de sangre.

            Aren prácticamente les echó del edificio y esperó unos minutos para estallar de rabia. Todo había salido mal. Su investigación de bajo perfil ya no era de bajo perfil, y sus errores habían costado vidas humanas. Era una prueba, de la secretaría de Estado y de la crema y nata de Arkham, de la que no estaba muy seguro de poder pasar. Bram le escoltó hasta su hotel y tiró a la cama con la ropa puesta. Era imposible que no soñara, el olor a pólvora le había atormentado el resto de la noche y la imagen de los cuerpos tirados le perseguía cada que cerraba los ojos, incluso para pestañear. Soñó con el distrito vampiro, con sus puertas de mosaicos, sus mamparas de madera en elegantes balcones, con sus lámparas de vidrios de colores en las farolas y la masa humana, fría como los muertos pero semejante a la masa humana de los cálidos, que trabajaban, compraban, vendían y se paseaban. Soñó con Brigita Hane y con su hermano Aldert, pero fue con el olor de Brigita con el que se despertó. Su aroma de perfume había reaparecido como un espectro, haciéndole recordar a sus sacerdotes del culto de Cthulhu insistiendo en la importancia de los sueños como materiales proféticos y mientras desayunaba en su dormitorio se preguntó si había soñado con Brigita y su aroma porque la deseaba, o porque Cthulhu le advertía la figura de su muerte.

            En la comisaría, asistido por Bram Corrin y escondidos en una mohosa oficina de la presencia omnisciente de Sashel Kur, decidió expandir la investigación. Bram lo consideraba una tarea inútil, pero aunque era cierto que Aldert Hane y Lazlo Tamir eran los sospechosos más suculentos, también era cierto que no tenían evidencia en su contra. Además, la cacería de ghouls estaba mal vista entre los necromagos, de modo que si Lazlo Tarik era responsable, no lo habría hecho en persona. Incluso existía la posibilidad, que decidió no compartir con Bram, que Hane y Tamir no fueran responsables del crimen de forma alguna y estuvieran simplemente aprovechando la tragedia para sus fines políticos. Aren detestaba esa posibilidad, pero había tomado un juramento de siempre llegar a la verdad sin importar lo que costara, y pensaba honrar ese juramento.
- Lotería.- Celebró Bram, mostrándole el pesado legajo.- Urs Varnel, cazador de ghouls, arrestado en dos ocasiones por fabricación ilegal de zombies y... mi favorito personal, peleas ilegales de ghouls. Hay mucho dinero en eso, y ya sabes lo que dicen de Arkham, es la ciudad del comercio.
- ¿Trabajó en el cementerio?
- Sí, durante su primer arresto. Mejor llegar de día, conozco el lugar.

            Aren conoció los barrios que Brigita no le habría mostrado. El empedrado de las calles se convertía en avenidas de polvo y los elegantes edificios de argamasa y coloridas ventanas de madera, eran ahora estructuras de metal y piedra hundidas bajo tierra. Le parecían como hongos, creciendo sin forma ni control, en ocasiones como protuberancias unas encima de otras. Bram le explicó que la mayoría de esos departamentos consistían únicamente en una habitación sin ventanas. Recorrieron varias cuadras plagadas de esa forma arquitectónica y topándose con cálidos nerviosos y angustiados. La gente pobre de Arkham no tenía más opción que aventurarse a los mercados vampíricos durante el día, pero tras los disturbios de la noche anterior los ánimos no estaban como para discutir con los mercaderes que se escondían detrás de cortinas de cuero.
- ¿No lo has notado?- Preguntó Bram.
- Sí, la gente está muy nerviosa, pueden sentir la violencia en el aire.- Aren señaló hacia las pocas ventanas de los edificios como hongos, en todas se podía ver un par de ojos observándolo todo.
- ¿Qué? No, no me refiero a eso. Bajo tus pies.- Aren miró hacia abajo, a una tapa de coladera con algunos agujeros. Sintió la respiración de al menos diez vampiros allá abajo, olfateándole desde la oscuridad.- No muestras debilidad, te comerán por ello.
- Quizás no pueden dormir y ésta es su única forma de distraerse. Siendo honestos Bram, fuera de Aldert Hane y ese necromago, parecen personas normales.
- Sí, hasta que caigan en un frenesí de hambre. Nosotros somos omnívoros, ellos no y no hay que olvidar el pequeño detalle de cómo arden bajo el sol, ¿eso suena a una civilización funcional?- Bram quiso decir algo más, pero alguien le tiró una piedra. Un grupo de pandilleros cálidos, que habían estado robando de las tiendas abandonadas aprovechando el sol.- Pequeños rapaces.
- ¡Bram!- Aren impidió que disparase su enorme revólver y dejó que los pandilleros escaparan.- Ya llegamos, ¿no es el número 639?

            El número estaba pintado contra uno de las pequeñas cúpulas del edificio con sangre seca. El cuerpo principal del edificio, construido mucho antes de las docenas de adaptaciones, como tumores de techos de cúpula, era de sólido acero y grandes piedras. La puerta principal era una cortina de telas harapientas que daba a un laberinto de corredores y escaleras. El departamento de Urs Varnel quedaba en el subsuelo, entre otra docena de construcciones semejantes en un anchísimo túnel de aguas negras. La puerta de Varnel estaba decorada con un cráneo de vampiro de segunda clase, alargado y con dos protuberantes colmillos frontales, así como profundos rasguños hechos con uñas y colmillos. Las cloacas de Arkham eran una ciudad aparte, por lo que Aren no se sorprendió de escuchar ruidos, incluyendo el de un mercado relativamente cerca, a juzgar por el eco, pero empalideció al escuchar el gimoteo característico de los zombies. Sacó su revólver y saltó hacia las escaleras en cuanto vio a uno iluminado por las lámparas de gas del túnel.
- ¿Qué haces?- Bram le miró con el cuello torcido.- Guarda esa cosa, el eco nos dejará sordos.
- Pero, pero... Son zombies.- Nada lo asustaba más que los zombies, y ya había negociado y discutido con fantasmas, trolls, homúnculos, hechiceros, necromagos, vampiros e incluso, en una ocasión, con los hombres-pez de los mares del norte. Aún así, todo su entrenamiento se derrumbaba el momento en que veía a un muerto caminante.
- Sí, son ilegales, pero hay maneras más eficientes de hacer las cosas.- Dijo Bran, con condescendencia.- Por el color azul de la piel te das cuentas que son zombies cosechados, no son infecciosos y sólo tienen hambre de noche.
- No deberían existir.
- En eso estamos de acuerdo.

            Bram usó un largo cuchillo para neutralizarles, pues técnicamente ya estaban muertos, al destruir sus cerebros. Aren Terik infló el pecho, fingiendo que no tenía miedo, y caminó entre los cuerpos hasta la puerta de Urs Varnel. Bram tocó la puerta  delicadamente, esperó un par de segundos y después se alzó de hombros y derribó la puerta de una patada como si fuera de cartón. Urs Varnel era un vampiro de segunda clase que dormía boca en el techo de su sala, y única habitación. Aren se sorprendió al ver que no había baño, apenas un tubo en el techo para bañarse de vez en cuando. Bram empujó a Aren al suelo, no había visto al zombie que metódica, aunque torpemente, ordenaba los pequeños frasquitos de hierbas y pócimas en un mueble con ruedas con pequeñas gavetas para cada cosa. Usó su pistola de aire comprimido para neutralizarlo y después golpeó a Urs con todas sus fuerzas, tirándole al suelo.
- ¿Qué está pasando?- Bram lo golpeó de nuevo con la culata de su pistola mientras Aren se ponía de pie y se limpiaba del polvo que parecía inundar al lugar.
- ¿Fabricando zombies otra vez Urs?
- No se ven como policías, y yo sólo los compré en el mercado.- Urs le arrancó los papeles que Aren estudiaba. Había descubierto un estuche de cuero en el librero, uno de los únicos muebles. Los alargados dedos de Varnel rozaron las calidad manos de Aren y no pudo evitar sentir un escalofrío.- No se metan con mi trabajo, es legal. Hago pócimas para vampiros, porque aunque nos duela admitirlo, sí podemos enfermarnos igual que ustedes.
- ¿Igual que nosotros? Mejor dicho, igual que las ratas, colmilludo.- Bram lo empujó contra la pared y Urs le miró con intensidad asesina. Estaba enojado, pero era listo.
- Estos mapas son del territorio salvaje del norte, casi hasta Innsmouth.- Dijo Aren, señalando el único papel que había conseguido conservar.- El detalle es excelente, es un cartógrafo consumado.
- Somos buenos para eso, no le tememos a los osos ni a los trolls.- Aren señaló la pila de mochilas y tiendas de campaña de tela oscura.- No uso lámparas negras, soy un purista. Y no tiene nada de ilegal salir a buscar ingredientes. Ya no violo la ley, no quiero regresar a la prisión.
- No hay nada más irónico que un inmortal en cadena perpetua. Así que, ¿no has estado jugando con ghouls últimamente?
- ¿Bromeas? Ya tengo un negocio lucrativo.- Urs Varnel murmuró un par de insultos y revisó en su alacena por una rata muerta. Aren dio un paso atrás, era algo que no necesitaba ver.
- Pensé que la sangre fría y muerta no les servía de nada.
- ¿Y me van a multar por emborracharme? Ustedes me despertaron.
- Claramente un ganador.- Se mofó Bram. Una vampira se abrió paso hasta la puerta, en compañía de quien debía ser su marido. Vestían una extraña pijama de red y tenían bolsas bajo los ojos. Los dos vampiros parecían sanos, pensó Aren, no muy distintos a Brigita y Aldert, hasta que vio sus alargadas orejas y su prominente mandíbula. Bram le había dicho que eso pasaba en casos de envenenamiento prolongado, como comer animales muertos.
- ¿Quieren dejar de hacer ruido? Tratamos de dormir. ¿Y quién mató a mis sirvientes?
- Yo.- La encaró Bram, con su escopeta contra el hombro como un soldado.- Son ilegales.
- ¿Y quién va a cargar todas las cajas hasta el puerto?
- No les hagan caso,- dijo Urs, con media rata en la boca.- son del gobierno y creen que cometí el crimen del siglo.
- Imposible, ¿el asunto Naslin?- Preguntó el hombre y Aren asintió.- Urs estuvo ocupado.
- ¿Hace tres noches?
- Así es, hace tres noches. Cocinó un desinflamante para mis muslos.- Aren no pudo evitar la cara de asco al ver las purulencias debajo de la red.- Usted trate de permanecer seis horas bajo el agua.
- No se desaparezca, señor Varnel. A la secretaría de Estado no le gusta tener que perseguir sospechosos.- Le amenazó Aren. Urs fingió que no le prestaba atención, lamiendo la piel y huesos de la rata, pero pudo detectar en el tembloroso pulso de sus manos, al menos estaba nervioso.
- ¿Qué obtuvimos de todo esto?- Preguntó Bram, una vez en la superficie.
- Un dolor de cabeza y un sospechoso viable. Los vecinos podrían estar mintiendo.
- Esos malditos muchachos.- Bram cargó su escopeta y disparó hacia arriba. Los muchachos, que habían estado platicando en las escaleras de uno de los edificios de hongo, salieron corriendo.
- ¿Cuál es tu obsesión con esos pandilleros?
- Le venden narcóticos a los vampiros.- Dijo, señalando a los pandilleros vestidos de pantalones de cuero y humildes abrigos de tela en parches.- Ajenjo y unos aceites con ajo que les pudren el cerebro. No me molestaría si se murieran, pero es que los hacen bestias y esas cosas son caras. Normalmente terminan robando, o como me temo en este caso, matarán a estos idiotas.
- Tienes coraje Bram.- La femenina voz de Afelina apareció desde una carroza y el valiente mercenario guardó la escopeta y cerró los ojos como un niño atrapado con la mano en el jarrón de galletas.- ¿Por qué no me dijiste? Disculpe investigador Terik, pero esta pequeña pesquisa diurna ha sido objeto de quejas. No debieron venir aquí sin mí, Arkham pende de un hilo.
- No quería ponerte en peligro.
- ¿De día?- Bram entró a la carroza y besó a Afelina con pasión. Aren se quedó afuera, incómodo por la demostración de afecto y tratando de no pensar en Brigita Hane.
- ¿Ya se puede?- Bram le ayudó a subir y Aren se acomodó en el sillón.- Quiero hablar con el hermano del difunto Bors Naslin. ¿Omer Naslin vive cerca de aquí?
- Mejor acomódate, porque vive del otro lado del río.

            Aren se despidió de los coloridos edificios y las pacíficas calles cuando pasaron por el puente levadizo del Miskatonic. El puerto existía como una frontera clandestina, el punto máximo de encuentro entre las dos culturas. Más de diez barcos, seis de ellos buques de comercio, esperaban su turno para atracar en los puertos. Aren sabía con absoluta certeza que esos puertos, la mina de oro de Arkham, eran lo que estaba en juego realmente. El siguiente Arkham le fue más familiar, pero no por ello más bello. Con cada incursión al mundo vampírico se convencía más y más que Arkham era como una ciudad que colindase, mediante un puente levadizo, con otro mundo completamente diferente, pero poblado de seres sumamente parecidos y de allí venía el problema. Había conocido la miseria de los vampiros, pero estaba más que familiarizado con la miseria humana y le era difícil señalar la diferencia, más allá de los aspectos obvios como ratas muertas, zombies y pijamas de red de pescador. La noche anterior le había convencido que los vampiros eran, cuando menos, una amenaza latente para el reino y un posible barril de pólvora, pero también le daba la sensación que había más en ellos que los fundamentalistas violentos. Su única esperanza era poder encontrar buenos motivos para expresar sus esperanzas en su reporte real, después de su reporte tapadera sobre la carnicería. Mientras la carroza se adentraba por las calles adoquinadas, los edificios de rojos ladrillos, techos de dos aguas y bulliciosa vida diurna, Aren encontró alivio en la idea que Gustavler Barsel, pese a saber que no era realmente un policía, no tenía idea de su verdadera misión, pues si el secreto se supiera, ya hacía mucho que habría muerto y servido de festín para rabiosos vampiros.
- Esperemos que este en casa.- Bram golpeó la puerta de la casa de dos plantas y un rostro se asomó por el ventanal de la sala entre las cortinas. Omer Neslin era un hombre regordete, encanecido, de mediana estatura y cargando al mundo en sus hombros.
- Buenos días, mi nombre es Aren Terik de la unidad de investigación de la secretaría de Estado. Ella es Afelina Naria, pretoria real y él es Bram Corrin, nuestra escolta. Investigo los homicidios de sus hermanos y cuñado.- Omer asintió con gravedad y abrió la puerta para invitarles a la cocina.
- Disculpe el desastre, no he tenido tiempo ni ganas de hacer mucho.- Omer sirvió el té que estaba preparando y le añadió whisky al suyo.- Es lo único que me impulsa a estas alturas.
- Veo que hizo algunas modificaciones.- Aren señaló la puerta con cuatro barras de seguridad, los barrotes en las ventanas y los cuchillos y estacas pegados a las paredes como decoración.
- A mí no me deben odiar tanto, siempre hice negocios con ellos, pero si ya se tomaron la molestia de desaparecer a casi todos los Naslin, ¿quién puede asegurar que no quieran terminar el trabajo?
- Puedo pedirle al comisario Kelter que le deje algunos uniformados durante la noche.
- No, por favor. Muchos de sus hombres son familiares.- Aren dejó el té y le miró con el cuello torcido.- Familiares son los cálidos que sirven de mascotas y siervos a sus amos fríos por la promesa de una línea de sangre de buena calidad. De hecho, de haberle creído hombre del comisario no le habría dejado entrar. Se veía demasiado joven y bien vestido.
- Gracias.- Aren se lo tomó como cumplido y se terminó el té. No se negó a las galletas y se comió algunas para acallar su estómago y ordenar sus ideas.- Tengo que hacerle algunas preguntas que podrán parecer cándidas, incluso ofensivas, pero le suplico que entienda la gravedad y seriedad de la investigación. No únicamente en términos personales, sino para la paz y tranquilidad de Arkham.
- Definitivamente no habla como policía. Adelante.- Omer le echó más whisky al té y se lo terminó de un trago.- Pregunte lo que quiera, y tiene suerte, yo quiero dejar Arkham cuanto antes sea posible.
- ¿Eso incluye los trámites de herencia?
- ¿Qué herencia? Bors estaba peor que yo, su casa y todo lo que en ella se encuentre pasa a manos de sus distintas organizaciones de preservación del medio ambiente. Vera no tenía mucho cuando se casó con Morkai y ahora no tiene nada. Y en cuanto a Morkai, imagino que tendrá parientes. Todo lo que tengo es esta casa, lo demás se perdió cuando murió Morkai y mis inversiones quedaron en poder de sus abogados. La vendo y me mudo a Königsport, necesito civilización.
- Es de conocimiento popular que su hermano Bors tenía varias demandas pendientes contra Aldert Hane y me preguntaba si usted tendría algunos de sus papeles.
- Un segundo.- Omer se levantó de golpe, subió las escaleras y regresó antes que Aren pudiera terminarse otra galleta. Apoyó la caja de cartón sobre la mesa de la cocina y les fue mostrando los expedientes que guardaba.- Aldert Hane, Lazlo Tamir y su segundo al mando Kris Uls. Esos fueron sus objetivos. Él luchaba por derrumbar a esos ídolos fríos de su pedestal. Mi hermano fue un gran hombre. No estoy diciendo que yo no hiciera nada. Yo quería construir algo para todos, pero todo se echó a perder. Nunca hice negocios con los Hane, pero sí con otras familias, como para construir el parque Yurlen o los edificios Kamerren que son para fríos y cálidos. De haber sabido...
- Es una montaña de acusaciones...- Dijo Efalina, mientras revisaba los papeles con sus compañeros.- Desapariciones, conversiones forzadas, corrupción con prácticamente cada nivel de gobierno...
- Eso no es lo peor.- Le corrigió Omer, mirando sobre el hombro de Aren y señalando algunos papeles.- La iglesia de Lazlo Tamir evade impuestos, con el consentimiento del duque, pero la iglesia hace de prestanombres para muchísimos negocios de vampiros, para que ellos también evadan impuestos. No pueden decirme que el necromago necesite tres negocios de alta costura y seis talleres de maderería en Arkham.
- Y la joya de la corona...- Dijo Aren, poniendo los papeles en la mesa.- El control sobre el puerto, tanto de fríos como cálidos para transportar bienes sin documentar.
- Sí, han estado saboteando los barcos de los Naslin, de los Hulbren y de muchos otros apellidos para beneficiar a los vampiros.
- Muchas gracias por su tiempo. Es hora de irnos. Encontramos un móvil muy posible en el asesinato de sus hermanos y de su cuñado.

            Sashel Kur se apareció frente a la puerta, les había estado siguiendo todo el día. Bram intentó deshacerse de Afelina y de Sashel, pero era inútil. Aren Terik estaba más que decidido a visitar al puerto, lo cual podía ser una situación diplomática y podían necesitar ayuda de la policía secreta. Aren no terminaba de confiar en Sashel, pero sabía que no tenía otra opción. E     n la entrada al distrito de puertos se identificaron como agentes del gobierno y les dejaron pasar. El distrito portuario, más de doce manzanas repletas de diques secos, fábricas, bodegas y oficinas, se encontraba parcialmente oscurecido debido a las lámparas negras y una comitiva de vampiros, vestidos de los pies a la cabeza con telas coloridas, y con el rostro tapado detrás de cortinitas de monedas. Los chismes se esparcían rápidamente, sobre todo entre los muertos.
- Vayan a la capitanía del puerto, que los caballos les pasen por encima de ser necesario. Yo mantendré a estos ocupados.
- Me bajo contigo.- Dijo Bram.
- No, tú quédate con ellos. Si tienen que entrar a golpes y hacerse de sus registros a tiros, háganlo.
- Que agradable sorpresa.- Uno de los vampiros saludó a Aren con una reverencia exagerada.- ¿Y sus amigos?
- Irán al mismo lugar que iré yo, pero decidí hacerlo caminando.- Aren señaló el enorme edificio de tabiques rojos y amplios ventanales al fondo de una manzana de oficinas.- La capitanía del puerto.
- No es necesario, yo puedo darle un paseo por el puerto.- Los vampiros le rodearon y, aunque caminaban con él, tenía la impresión que eso podría cambiar.- Quizás a los depósitos subterráneos, cada nave que llega es registrada allá abajo y los espacios de almacenaje para productos de lujo son guardados ahí.
- Veo que el lugar nunca duerme.- Aren se acercó al malecón del puerto para ver los vampiros que subían a la superficie agarrándose de gruesas cuerdas verdes por las algas.
- Son los mejores obreros. Pero no crea que todo con nosotros es trabajo y aristocracia. No señor, hay una fuente inagotable de misericordia y entendimiento en nuestra filosofía.- El vampiro señaló al cielo, oscuro y nocturno por las lámparas en los edificios.- Hay mucho que el sol esconde y la oscuridad permite aprender. La luz define las formas, pero en la oscuridad habita una libertad sin límites. Nuestros neófitos aprenden eso en sus primeros treinta años.
- ¿Treinta años?
- Pero si los códices Longrinos miden más de quince kilómetros, eso se traduce en tres años de lectura, si se leen intensamente como hacemos los necromagos.
- Si son tan pacientes, ¿por qué persiguen al dinero con el mismo empeño que los vivos?- El vampiro se detuvo, como se detuvieron sus compañeros, y Aren chocó de golpe con los vampiros que tenía frente a él. El necromago se quitó las telas de la cabeza, su hermoso rostro pálido estaba tenso y en su mirada había ofensa.
- Por favor, no confunda una minoría con el resto de nosotros. Los cálidos siempre han sido un foco de infección entre nosotros, envenenan los corazones de los jóvenes con ambiciones inútiles y la mente de los adultos con sus lujos innecesarios. El vampiro debe ser siempre paciente, misericordioso, atento y honrado. No estamos muertos sólo porque nuestra alma habite en la noche de los dioses. Magra habita en todos nosotros, no como el Cthulhu de los cultistas o el Yog de los intelectuales. Para nosotros la vida está en la capacidad de asistir a los inválidos y adentrarnos en la oscuridad. ¿Qué es para usted la vida?
- El servicio a la corona y al sacerdocio de Cthulhu.- Respondió Aren en automático, aunque sabía que no era la respuesta deseada. Tenía ganas de abofetearlo, de restregar su cara contra el lodazal de Aldert Hane y su necromago, Lazlo Tamir. Respiró profundo, lo miró a los ojos y habló con calma.- Si todos tuviéramos la misma definición de vida yo no estaría aquí, usted no estaría aquí y todo sería más sencillo. Sin embargo, hay quienes definen la vida por sus bienes materiales y confunden sabiduría con la capacidad de manipular y corromper. Por eso usted y yo estamos aquí, cada quien en su trinchera.
- Es cierto.- Admitió el necromago y siguieron caminando hacia la entrada de la capitanía.- Espero que todos los funcionarios de la corona compartan su filosofía de vida. Por el bien de ambos.

            No era necesario decir otra cosa, el mensaje había sido dado. Los vampiros defenderían lo que tenían hasta el último hombre. Aren se estremeció de tan solo recordar su verdadera misión, era una responsabilidad demasiado pesada para sus jóvenes hombros. En la entrada de la capitanía los vampiros se despidieron y le dejaron solo. Sabía que las autoridades portuarias tendrían otros espías, por lo que la sensación de estar vigilado desde cada ventana, desde cada grupo de ociosos marinos y desde cada barco no desapareció. Bram, Afelina y Sashel bajaron corriendo de las escaleras de caracol, emocionados y preocupados. Se ubicaron en la entrada al subterráneo, una sección de baldosas geométricas, con una ancha escalera de cobre y mármol. Era la entrada al submundo del puerto, hogar de apostadores, asesinos, burócratas y criminales, pero nadie lo sabría a juzgar de la estética del lugar.
- Escucha esto, es vergonzoso.- Dijo Sashel Kur.- Hay muchísimos barcos que no son registrados más que como buques portuarios, los barcos se usan para acomodar a los grandes buques en sus muelles. Ahora bien, estos barquitos tienen sus propios legajos controlados por la mafia de cálidos y cuentan una historia diferente.
- Tiene sentido, se corrompen con los capitanes de los cargueros para no pagar ningún tipo de impuesto, además del soborno.- Concluyó Afelina.- Esto es un crimen y si Bors creía que los Hane estaban inmiscuidos, entonces debe de serlo. Nadie quiere hablar de Aldert, fingen que no lo conocen. La corona está siendo estafada desde Arkham.
- Conclusiones apresuradas.- Aren brincó del susto al sentir su presencia detrás de él, en las escaleras. Era un vampiro que unía las dos corrientes estéticas, usaba pantalones como un cálido, típico de los vampiros adinerados, con una toga y turbante repleta de joyas.
- Kris Uls.- Lo presentó Bram.- Solía cavar túneles para las minas, antes de convertirse en la mascota de Lazlo Tamir. Ya no es una rata de túnel, pero nadie dice que no siga siendo una rata.
- Le puedo asegurar, señor Terik,- Kris fingió que no había escuchado eso y se limitó a sonreír de oreja a oreja, mostrando sus enormes colmillos.- que estos malentendidos tienen una explicación perfectamente razonable.
- Me encantaría escucharla.
- Por supuesto, vengan conmigo al subsuelo. Los registros lo explican todo.

            El subsuelo del puerto era una ciudad aparte, diseñada en grandes túneles que podían medir hasta cuatro pisos de profundidad, mal iluminados por una red de lámparas de gas. El tráfico de vampiros era impresionante, el primer kilómetro era un segundo puerto que no descansaba nunca. Interminables filas de cargadores llevaban los productos hasta bodegas aseguradas por puertas de bóveda. Los marinos y capitanes se registraban en las enormes oficinas burocráticas donde poco más de cien vampiros llevaban el registro de todos los que desembarcaban. Kris Uls le fue llevando, mientras juraba una y otra vez que todo era un malentendido, hasta un segundo nivel a través de unas escaleras después de las oficinas de la capitanía y a un lado de un lúgubre de hostal con prostitutas vampiras y marinos cálidos. En el segundo nivel se encontraba un mercado que Aren estaba seguro tenía que ser ilegal, pues los mercaderes, vampiros deformes y casi desnudos, cubrían su mercancía con telas al oler a los cálidos. Eventualmente llegaron a una oficina parcialmente abandonada que guardaba registros y parecía subsistir de su lucrativo negocio de vampiros pescadores que también hacían de burócratas.
- Todos los registros están ahí, de ambos lados del río.- Bram detuvo a Aren y dejó que Sashel hablara con los burócratas. Tenía una mano sobre el revólver y su mirada sobre los vampiros pescadores, repletos de desagradables purulencias y con los ojos rojos.
- Están envenenados.- Explicó Bram.-  Comen la porquería del Miskatonic y sus ojos se ponen rojos. Están en un período de involución. Si quieres algún día cometer suicidio visita el tercer nivel, la mayoría de esos vampiros ya no retiene retazo alguno de su personalidad.
- Lo tendré en cuenta.- Aren siguió a Afelina y Sashel a una oficina al fondo para leer de un legajo.
- No entiendo estos registros... Son de hace dos años, pero yo pedí...- Sashel volteó para ver al burócrata, pero ya había desaparecido.
- ¿Y dónde está Kris Uls?- Preguntó Afelina.
- Maldita sea...- Salieron corriendo de la oficina para encontrarse rodeados de marineros vampiros de mal aspecto.- El elevador nos queda más cerca, no se separen.
- Soy un empleado del gobierno y les ordeno...- Sashel le tapó la boca y lo arrastró para que les siguiera.
- Si hay algo que odien más que un cálido es algo gobierno. ¿Tienes armas?- Aren la buscó en su abrigo de terciopelo hasta encontrar el pequeño revólver con balas de plata.

            La turba de vampiros les siguieron a prudente distancia y, por alguna extraña ósmosis, les persiguieron incluso antes que ellos salieran corriendo. Las lámparas de gas apenas iluminaban un par de metros, pero los letreros con el símbolo del elevador le anunciaban a dos lotes de distancia. El primer lote fue un espacio de almacenaje, con angostas callejuelas formando un laberinto. Aquella era la trampa que los vampiros esperaban, y la excusa que Bram había estado buscando para empezar a disparar. Afelina gritó de pánico al sentir una garra que le jalaba el cabello, era un vampiro pegado a una pared que siseaba y gruñía. Aren la tomó de los hombros y la empujó que para que siguiera. Sashel encontró el camino de salida, y justo a tiempo pues una docena de vampiros de tercera clase salía de uno de las bodegas con los ojos brillando de rojo y los colmillos preparados. Aren disparó, más por miedo que por estrategia, y el eco de sus disparos les dieron algo de espacio.

            La salida de las bodegas daba contra una serie de sórdidos hostales. Bram torció el rumbo al detectar a cien metros, en oscuridad completa, a una jauría de vampiros corriendo hacia ellos. Entraron al hostal empujando a sus huéspedes y fueron derribando puertas para abrirse paso. La mayoría de los vampiros dormía, todos con los pies agarrados al techo por ser de segunda o tercera clase, y los pocos cálidos en el lugar estaban embotados por el opio. Sashel disparó contra los ventanales para evitar que la pandilla asesina entrara por ahí y cuando llegaron a una pared sólida Bram disparó el techo y, con una inesperada agilidad, brincó hasta el agujero en la tablaroca para ayudar a sus compañeros. El elevador estaba a pocos metros, pero también lo estaba una pandilla de vampiros.

            Sashel y Bram dispararon lo mejor que pudieron, dejando a casi todos muertos o en más de dos pedazos. Bram tomó a Afelina del brazo y la metió al ascensor, un espacio tamaño industrial que iba desde el abismo hasta la superficie. Aren escuchó algo a su derecha, pero las lámparas de gas ya no servían y estaba demasiado atemorizado para pensar con claridad. No pudo ver qué era hasta que el vampiro lo tacleó al suelo. Sintió su aborrecible aliento y jaló el gatillo de su arma hasta vaciarla. Los demás, estando en el ascensor, le gritaban para que se apurara, pues había más de veinte detrás de ellos. Aren se quitó al cadáver de encima, pero una piedra lo regresó al suelo.
- ¡Aren!- Gritó Bram, apuntando contra la silueta en la oscuridad.- No te levantes.
- ¡Basta!- La voz de Brigita Hane tronó en el subsuelo y los vampiros se detuvieron en seco. Bram levantó el rifle, pero no quitó el dedo del gatillo.
- Vayan sin mí, estaré bien.- Les dijo Aren en su mejor tono oficial y Brigita apretó el botón de emergencia para sacarlos a la superficie.
- No te harán daño, no mientras yo esté aquí. Muchísimas de sus líneas de sangre son desviaciones de la familia Hane, no lastimarían a una superiora.- Revisó su cabeza para estudiar la herida y Aren se petrificó pensando que le chuparía la sangre.- Estarás bien.
- ¿Cómo supiste?
- Me dijeron que estaban aquí, pero no esperaba que hicieran un desastre en el subsuelo.- Aren siguió a Brigita, asombrado por el servilismo y miedo de los demás vampiros que huían de ella como si fuera el sol.
- Kris Uls nos trajo aquí y nos dejó para que los pandilleros nos mataran.
- Ese idiota...- Un vampiro se acercó lo suficiente para tirarle cenizas al rostro de Aren y después desaparecer en la oscuridad.- Una maldición antigua entre los vampiros. Los patriarcas no se morían nada más, sus cuerpos se hacían cenizas porque viven más de mil años. Tirar las cenizas de un muerto es como decir que ese patriarca vendrá por ti. No le hagas caso, seguro son cenizas de carbón. Te sacaré de aquí y quiero llevarte a la cripta familiar. Hay algo que debes saber.
- Lo que sea que no apeste a muerte como este infierno.

            Brigita le llevó hasta la pared, conocida como la roja por sus murales pintados de ese color y detallando la historia de la familia real, quizás el único espacio del subsuelo dedicado a la corona. Le señaló los “cuernos”, unas estructuras de mármol en forma de primitivo cuerno de bebida con detalles dorados y plateados. Eran los accesos al Miskatonic para los vampiros, a Aren le parecieron como excusados ornamentados desde los que entraban o salían. Al centro del segundo nivel, por debajo de los túneles para barcos y tripulación, se encontraban los túneles que cruzaban el Miskatonic y uno de los pocos lugares regidos por el orden, con docenas de policías fuertemente armados guardando cada acceso. Una vez en el exterior tomaron un carruaje cerrado hasta una lujosa zona residencial que vivía en penumbra continua, ayudada durante el día por enormes lámparas negras disimuladas en forma de grandes estatuas de héroes vampíricos y profetas.
- Bienvenido a la cripta familiar. Todo empezó aquí hace... más de 200 años.- El lujoso cementerio no tenías las criptas que Aren había conocido, con neófitos deseos de sangre. Le pareció un cementerio normal, hasta llegar a la enorme cripta, más grande que una casa, hecha de alabastro, mármol y oro. Brigita abrió la puerta de cristal y le dejó sentarse sobre una de los féretros de mármol.
- Es impresionante, eso sin duda.- Aren señaló a las cuatro estatuas de mármol, una en cada esquina, con la forma de hombres ataviados con togas completas y velos en el rostro con los brazos hacia el cielo, sosteniendo cada uno un pergamino.
- Son los cuatro profetas nocturnos. Los patriarcas de nuestra especie. Se dice que vivieron en los desiertos al sur, pero nadie nunca los ha visto. Cada pergamino es una parte del texto sagrado de las Nocturnalias. Eso es a nosotros lo que el Necronomicon debe ser para ti.- Brigita se sentó sobre el féretro de enfrente y suspiró cansada.- Quería decirte por qué me interesa y me distraigo hablando de las Nocturnalias.
- No parece ser algo fácil de explicar.
- No lo es. No para una vampira, no para una Hane. Bors Naslin y yo fuimos amantes. Nuestras leyes lo prohibían y las suyas también. Hasta hoy se sigue considerando necrofilia. Su odio hacia mi familia fue lo que terminó nuestra relación, pero no terminó con mi amor. Era un hombre sabio y compasivo, pero estaba impulsado por un odio incontenible. Yo también odio a mi familia, los profetas no me lo perdonarán y quizás Magra me haga pagar por este pecado, pero es la verdad. A veces desearía ser una vampira cualquiera, lejos de Aldert... Quizás así habríamos podido estar juntos para siempre.
- ¿Él no se quería convertir?
- No, bajo ningún concepto. Era cultista, como tú. Pero amaba a mi cultura tanto como yo lo amaba a él. Estaba fascinado... Nunca terminé de entenderle.- Brigita se abrió los botones de su vestido y hundió sus dedos en su corset para mostrarle una fotografía. Eran Bors y Brigita besándose en una calle.- Nadie de su familia lo sabía. Lo habrían hecho un paria. Habrían dicho que estoy muerta, ¿pero es que no siento deseos y amor? No soy un cadáver Aren Terik, y aunque mi piel está fría mi corazón arde de fuego. No podrás entenderlo, pero hay algo más que la insoportable sed y la furia incontenible del neófito. Hay amor, un amor que puede durar una eternidad, pero también un amor que respeta las diferencias y los deseos del amado.
- ¿Aldert lo sabía?
- No... No creo, no.
- Aldert es un criminal Brigita. Es un vulgar criminal, aunque crea estar por encima de la ley, temporalmente.
- Lo sé.- Dijo con dolor en la voz.- Pero nos une la sangre y no hay nada más poderoso que la sangre. “El rojo de la sangre ilumina el reino de Magra”, según reza la Nocturnalia primera.- Brigita acercó su mano al abrigo de Aren y extrajo sus cigarros. Aren no pudo evitar quedarse congelado, y no era por miedo. Podía sentir, incluso en el roce más delicado, una fuerza comparable únicamente con la de un toro o un shogoth. Se preguntó lo que significaría poseerla sexualmente y comprendió la naturaleza tórrida de su apasionado amorío con Bors, así como entendía el odio de Bors hacia los vampiros. Era la culpa de un cultista que había desafiado al sumo sacerdote violando sus leyes sagradas. Brigita le despertó de sus ensoñaciones al ofrecerle un cigarro.
- No sabía que ustedes podían fumar.
- Sí, pero normalmente fumamos hierbas aromáticas, esto del tabaco es un vicio que he desarrollado por mi cercanía a ustedes.- Brigita disfrutó del cigarro y sonrió.- Los sabores son más intensos para los vampiros. “El sabor de la vida es más dulce que todas las flores”, según la Nocturnalia segunda, pero aunque es cierto, también es cierto que hay otros sabores. “El terco no se convierte, el ignorante no se convierte, el que busca tan sólo el oro y las telas finas no se convierte. Todos ellos pueden ser convencidos, pero no convertidos.” un pasaje que Aldert olvida con frecuencia.
- ¿No hay nada en las Nocturnalias sobre vampiros de tercera o cuarta clase en malolientos subsuelos? Sólo por curiosidad.
- “El que diluye el éxtasis de la línea de sangre es peor que quien se come a sí mismo”. Ahora dime, cultista de Cthulhu, ¿hay algún pasaje sobre los prejuicios ignorantes?
- No sé... Hay mucho sobre cómo Cthulhu devorará las almas de los desviados al último, dejándoles sufrir en un mundo de locura en la corte de Shub Niggurath. Es lo más cercano que se me ocurre.- Bromeó Aren, pensando en todas las veces que sus compañeros de trabajo le consideraban algo chapado a la antigua por ser cultista.- Hay mucho sobre devorar almas.
- ¿Y tú, Aren Terik, eres el agente de nuestra destrucción?, ¿somos monstruos para ti?
- No lo sé aún.
- Gracias.- Brigita sonrió entristecida.- Por ser honesto.
- Gracias por no intimidarme.
- Lo sé. Hueles a miedo.
- Tú también.

            Aren regresó a su hotel sin saber qué pensar. Sabía que el amorío con Bors era un poderoso móvil, uno fácilmente enmascarado detrás de las poses políticas y las ambiciones. Bram le recibió en la entrada del hotel sin saber si abrazarlo o abofetearlo. Ya había regresado a Afelina Naria a su casa y Sashel había desaparecido, pero él no podía quedarse quieto hasta saber si estaba bien. Orgullosamente le dejó saber que nunca había fallado una misión de la corona, y que no pensaba empezar a hacerlo ahora. Aren le pidió que fuera a casa de Urs Varnel, únicamente para vigilarle y Aren entró al bar del hotel para pensar un rato hasta embrutecer su cerebro con licor. Ya había caído la noche y estaba exhausto. Alentado por la promesa de un baño caliente y diez horas de sueño subió a su cuarto. Llave en mano caminó por el largo corredor, tarareando canciones de cuna sobre R’lyeh y la cabra de los mil hijos. El disparo le dejó seco, a pocos metros de su habitación. El cuadro a su lado brincó de la pared y cayó al suelo. En la academia le habían enseñado que eso sólo podía hacerse con un rifle a larga distancia, probablemente desde el techo del edificio de enfrente, pero en ese preciado instante no le dio tiempo de pensar. Se tiró al suelo al escuchar el segundo disparo sobre su cabeza y un tercero que terminó de reventar la larga ventana. Intentó arrastrarse de regreso a las escaleras, por debajo de las ventanas que se partían en pedazos sobre su cabeza. La explosión dentro de su habitación fue tan poderosa que quedó sordo al instante, incluso antes de darse cuenta de lo que ocurría. La puerta se reventó desde el medio y un pedazo de madera le dio tan fuerte en la cabeza que lo tiró a un lado y lo desmayó.
- Estará aturdido por un tiempo.- Aren comenzó a gritar, tratando de escuchar su voz.- ¿Me escucha señor Terik?
- Sí, pero hable más fuerte que no le oigo.- El médico, un viajo vampiro de segunda clase, sonrió y con sus enormes dedos le acarició el rostro.
- La sordera se irá yendo, estará bien.- Aren intentó levantarse de la mesa del bar, pero el doctor le regresó a su posición.- Es mejor si se queda acostado unos segundos y se levanta poco a poco.
- Fue una bomba.- Dijo un policía que despidió cortésmente al doctor.- Le saqué de ahí antes que se prendiera fuego. Ya se fueron los bomberos, pero me temo que perdió muchas de sus cosas. La bomba estaba conectada a la puerta, de haberla abierto... Mi amigo, no estarías aquí.
- Yo me haré cargo, gracias.- Sashel le ofreció un vaso de agua y ayudó a sentarlo lentamente.- El TNT es de uso común, no podré rastrearlo.
- Los disparos...- Dijo Aren, tratando de no vomitar sobre Sashel.- Gracias.
- De nada. Por cierto, si quieres puedes darme una lista de ropa y el duque estará más que dispuesto a compensar lo que había en las maletas.- Bram Corrin se abrió paso entre los policías y llegó corriendo.
- Me enteré por el telégrafo. ¿Qué pasó?
- TNT en su habitación, le disparé para alejarlo de la puerta y el explosivo detonó.
- ¿Qué hacías tú en el edificio de al lado?
- Mi trabajo, señor Corrin, mi trabajo.
- Pues yo también hacía mi trabajo... Bueno, eso intenté. No llegué ni cerca de casa de Kris Uls. Mucho tráfico a esa hora de la noche.
- Ayúdame a levantarme... Sashel, aprovechando que eres mi sombra protectora, ve al puerto y espéranos en algún techo.- Salieron del edificio y en cuanto Sashel desapareció, Aren tomó a Bram del brazo.- No iremos al puerto, pero no confío en Sashel. Quiero ir a la mansión Hane.
- ¿Algo de venganza? Me gusta cómo piensas. Yo sé exactamente cómo hacerlo.

            Bram le llevó primero con un necromago corrupto para obtener la grudra, la droga que les permitía bajar su temperatura corporal y los latidos de su corazón. Aren no había pensado en ese detalle, pero tenía sentido, los vampiros podían escuchar los latidos de su corazón y sabrían que algo andaría mal al ver a dos cálidos con cara de pocos amigos. No tenía un plan, estaba demasiado enojado para eso, pero la guerra con Aldert y Lazlo había escalado a un nivel inaceptable.

            La mansión, a dos cuadras del gigantesco castillo del duque Van Kerri, no era como nada que Aren hubiese visto antes. El edificio de tres pisos estaba rodeado de amplios corredores de arcos en forma de herradura, todos ellos decorados de oro y gemas. Las puertas y umbrales tenían una forma que le hizo pensar en flamas ascendentes, los muebles eran de blanco y rojo, con lámparas de colores en forma de casas o castillos. Telas pendían desde el techo hasta el suelo, formando túneles de colores cuando los criados accionaban las palancas que las hacían dar vueltas en un circuito, mostrando las escrituras de la Nocturnalia en bordado de oro.
- Será mejor quedarnos afuera.- Dijo Aren, al ver la reunión de invitados de gala.
- Mira a esos familiares, ¿no te parece conocido?- En la entrada de la mansión los familiares hacían de meseros y uno de los rostros le pareció familiar, era el cochero de transporte de la policía que había llevado a Aldert Hane.
- Rápido, entre los árboles.- Se escondieron detrás de una arboleda al escuchar los disparos. Bram preparó su revólver, pero lo enfundó de nuevo al señalar al balcón de mármol y cristal. Brigita y algunos invitados disparaban a las palomas y halcones que dejaban salir de un enorme mueble más grande que el departamento de Urs Varnel. Aren se desplazó en cuclillas entre los árboles para acercarse a Aldert Hane, quien discutía con Lazlo Tamir en un rincón de la mansión.
- Era innecesario.- Gritó Aldert. No podía escuchar toda la conversación y Lazlo tenía la espalda contra él, pero se imaginaba cuál era el tópico.- Satisfará a muchos, pero es peligroso.
- Los Naslin pusieron la pauta, no nosotros.- Los movimientos de Lazlo eran pausados, delicados incluso, y por completo incoherentes con su tono de voz. Sus ropajes ceremoniales se extendían en sus brazos como largas alas e impedía que pudiera ver lo que tenían en el suelo.
- No quiero volver a discutirlo, que se haga lo que se tiene que hacer.- Cortó Aldert, antes de regresar a sus invitados. Bram se lanzó al suelo y se llevó a Aren con él, aguantando la respiración hasta que Lazlo ya les hubiera pasado.
- Hay que seguirlo, pero antes quiero ver qué es eso.

            Llegaron hasta la orilla de la arboleda, tratando de ver una jaula metálica que parecía iluminar débilmente a través de sus pequeños agujeros. Aren se atrevió a salir de su escondite, hasta que Aldert reapareció para tomar la jaula y mostrarla a un grupo de entusiasmados invitados. Eran hadas, las reconoció de inmediato, que volaban entre los invitados comiendo de los platitos que los criados habían dispuesto para ellos. Bram le regresó a la arboleda, su objetivo se estaba alejando.

            Siguieron a Lazlo fuera de la mansión por un par de cuadras, hasta que la droga perdió efecto. Lazlo se detuvo en seco y se volteó, podía verlos, olerlos y escucharlos entre la multitud de vampiros fuera de una tienda. Bram perdió la paciencia y se abrió paso entre los compradores. Aren detuvo a una carroza y sacó al cochero de un empujón, Bram se sujetó del lado de la carroza y persiguieron a Lazlo por un par de calles. El necromago era fuerte y ágil, podía escalar hasta los techos como un reptil y le habrían perdido de vista, de no ser que Bram le disparó una baila con pintura fluorescente para seguirle la pista.

            Aren no les vio hasta que era demasiado tarde, un grupo de vampiros decidieron defender a Lazlo Tamir y se lanzaron contra la carroza para voltearla. Aren salió volando y rodó por la empedrada calle, y habiendo aprendido del subsuelo no le prestó atención a los gritos detrás de él y siguió corriendo a un lado de Bram, siguiendo el rastro de pintura. Lazlo les llevó hasta el muelle, pero Bram no tenía ganas de ir al subsuelo. Disparó contra el enorme acceso y Lazlo cambió de rumbo. Ignorando las órdenes de Aren, el vampiro se lanzó al agua y no volvió a salir. Se quedaron esperando un tiempo, pero era obvio, la persecución había terminado. Aren desistió primero, detuvo a una carroza policial y les ordenó llevarles al hotel.
- Mira quién está ahí.- Bram señaló a Sashel, quien esperaba en las escaleras del hotel.
- Buen truco, mandarme al puerto.
- Estuvimos en el puerto, ya leerás de eso mañana.- Aren estaba cansado y fastidiado. Dos intentos de asesinato en un día, nuevos móviles para matar a Bors y su familia y, para colmo de males, se había quedado sin la ropa de sus maletas.
- No tan rápido.- Sashel le agarró del brazo y detuvo a Bram.- Esto es serio, debemos ir al hospital.
- ¿Qué ocurrió?
- Afelina Naria fue atacada.

            Bram no habló en todo el camino y Sashel no quiso dar más detalles. En el hospital se abrieron paso hasta su habitación, para saber más. El comisario Davros Kelter explicó que fue atacada en su casa, y uno de los vampiros la mordió. La intención no había sido la hemorragia, sino la conversión. Bram se hincó a un lado de Afelina, quien se debatía entre la vida y la muerte, y rezó en susurros por su alma mientras los doctores hacían lo posible por cerrar la herida, detener el sangrado y prepararse para lo que venía.
- Divino Cthulhu, ¿se convertirá en... en un monstruo?
- No.- Gustavler Barsel apareció por la puerta y se quitó el alargado sombrero de copa con un ademán de lástima.- Por la herida, muy profunda pero exacta, una sola vez y en la muñeca. Eso es típico de los vampiros de mejor familia. Me dicen que contrajo fiebre de inmediato, eso también es bueno. Sus ojos ya están rojos, lo que significa que morirá esta noche y despertará mañana mismo. Con algo de suerte, la transformación habrá sido limpia.
- Maldito hijo de perra.- Bram se le echó encima y Gustavler cayó al suelo entre su corte de ayudantes. Aren impidió que Bram desenfundara su revólver y lo matara, y entre una docena de uniformados pudieron separarlas.- Tú hiciste esto, tú y tus amigos.
- La harán esclava de quien sea que la haya mordido.
- Ésa es una mentira tendenciosa, será libre...
- Basta.- Dijo Aren, pero no fue suficiente.
- Yo he venido a ayudar...
- He dicho basta ustedes dos. Señor Barsel, si quiere ayudar entonces le urjo que prepare los papeles para permitir que Königsport se haga cargo del puerto y cierre el negocio corrupto de su amigo Aldert Hane. Corrupción que estoy seguro no ha llegado a oídos del honorable duque.
- ¿No cree que es demasiado?
- No. Casi me matan allá abajo y es una experiencia que no quisiera que nadie más tuviera que vivir. Los Hane se han hecho ricos a costas de la corona, y no dormiré hasta que se detenga.- Aren se alisó el abrigo, aún con manchas de pólvora y humo.- Bram, ¿tienes una cripta para ella?
- ¿Tú qué crees?
- Correcto. El señor Barsel se las ingeniará para conseguirle una cripta para ella sola y las mejores atenciones. Si Afelina Naria sufre cualquier tipo de deformación... Bueno, no puedo terminar de insistir en lo mucho que la corona protege a sus empleados, sobre todo a los pretorios.- Aren suspiró agotado y se encendió un cigarro.- Comisario, hágame el favor de poner una escolta para proteger a Omer Naslin, temo que los recientes eventos les empujen a cometer otro crimen.
- Seguramente no seguirá pensando que...- Trató de mediar Barsel, pero Aren no tenía humor para Gustavler.
- No me diga lo que debo o no pensar. Empiece por... hacerle a esa corona esos favores.

            Decidido a dormir aunque fuera unas horas, se acostó en el sillón de visitas y cerró los ojos. Sashel le despertó una hora después y le arrastró al pasillo. Bram lloraba sobre el cuerpo frío de Afelina y decidieron que era mejor no molestarle. Davros Kelter había enviado un telegrama con malas noticias. Omer Naslin había sido hospitalizado tras una salvaje golpiza. El cochero llamó a la policía por telegrama, le había llevado a su anterior compañía, Nermal de planeación urbana, Omer había sorprendido antes de entrar al edificio por un grupo de pandilleros. Aren gruñó cansado y fastidiado, pero no tenía otra opción.

            La policía seguía en el lugar, hablando con testigos, la mayoría de ellos vampiros. Sashel usó sus identificaciones de policía secreta para que subieran a la oficina de Omer Naslin. El lugar había sido destrozado por un violento torbellino, y nada estaba en su lugar. Regresaron a la calle, con más preguntas que respuestas y Aren sonrió al reconocer unas caras entre el público. Eran los pandilleros que había visto por la casa de Urs Varnel. Aren aprovechó su posición con el comisario para ir en una carroza con acompañantes de policías para abrirles paso hasta el sector de vampiros, hasta el edificio del miserable necromago. La intuición de Aren había dado en la marca, un pequeño disturbio había estallado entre esas calles.
- ¡Policía secreta!- Sashel mostró su identificación y la mayor parte de los vampiros salió huyendo.
- No soy el único que puede disfrutar de su puesto.- Aren señaló la sangre en la entrada, mezclada con cenizas y Sashel se estremeció.- Esto no es bueno.
- ¿No sería mejor esperar que los policías se desocupen?- Preguntó Aren a los policías que daban de macanazos contra vampiros con más aspecto de monstruo que de humano.
- Así marcaban las casas o edificios que no tenían remedio durante las revueltas de hace unos años... Es tu decisión, esos uniformados estarán peleando por un par de horas más y, de serte honesto, no vendrían con nosotros.
- Cthulhu es mi maestro y guardián, nada me faltara.- Recitó Aren para darse valor.- Vamos.
- Cultistas, no los entiendo.- Sashel entró primero, agitando en una mano su lámpara y en la otra su pistola. Era la única luz en el edificio y podían escuchar los jadeos detrás de las endebles puertas de madera.- Creer que si hacer ciertas cosas el dios Cthulhu no devorará tu alma...
- Eso son los liberales, me criaron en el culto ortodoxo... Cthulhu te come primero, y sin dolor.
- Disculpa, hablo cuando estoy nervioso.- Bajaron las escaleras a las cloacas lenta y cuidadosamente. Las paredes estaban bañadas en sangre y Aren reconoció los lugares en que los vampiros hambrientos habían lamido las paredes.- Yo me encomiendo a Yog Sogoth.
- Sé que no me salvaste la vida en el hotel.- Dijo Aren de pronto. No sabía por qué lo había dicho, pero al igual que Sashel solía conversar cuando estaba nervioso. Sashel bajó otro escalón y casi se resbala por la sangre. Aren le agarró de los hombros para que no se fuera para atrás.
- Está bien, no fui yo, sólo quería que confiaras en mí. ¿Y lo haces?
- Estoy en una catacumba oscura, repleta de vampiros. Me enviaron porque soy joven y relativamente inexperto, de modo que podrán dudar de mis conclusiones sin tener que hacer que suene muy oficial, como si hubieran mandado a un veterano. Estoy en una situación de violencia en la que nunca he estado en mi vida, pero estoy aquí y estoy contigo y con Cthulhu. ¿Eso responde a tu pregunta?- Aren quiso decir algo, pero se detuvo. Habían llegado a la cloaca y la cacofonía de ruidos, en su mayoría violentos, hacía imposible triangular su procedencia.
- ¡Atrás!- Sashel disparó contra las formas que salían a su derecha y de debajo del agua. Aren disparó también, hasta quedarse sin balas. Habían matado a un par de zombies y a dos vampiros, pero Sashel había podido ver algo más. Uno de los pandilleros, golpeado y herido, se arrastraba hacia ellos.- ¿Es uno de ellos?
- Sí, es uno de ellos.- El pandillero se puso de pie, lloraba y temblaba de miedo. No le importaba si eran policías, sólo quería seguir con vida. Se apoyó contra la pared, tratando de calmarse.- ¿Quién les pagó para atacar a Omer Naslin?
- Fue uno de esos necromagos ricos con finas telas. Pagó bien... Regresamos algunos, no teníamos ni idea de...- El pandillero señaló a la entrada del departamento de Urs Varnel y vomitó.
- No, yo iré primero.- Sashel entró con paso firme, iluminando con su lámpara de vela. Aren recargó su revólver y esperó unos momentos para entrar con Sashel Kur.- Madre de mil cabras.
- Esto no fue fácil.- El departamento estaba hecho un caos y había sangre por todas partes.- Adiós Urs Varnel, casi no te conocí.
- Vamos, tenemos que salir de aquí.- Urgía el pandillero.- No pueden dejarme.
- No, te dejaré en la policía.- Al pandillero no le importó ser arrestado por la golpiza de Omer Naslin, con tal de salir del distrito vampírico.

            Al día siguiente, después de un baño y un cambio de ropa, acompañó a Bram en el cementerio donde Afelina había sido acomodada en una cripta para ella sola. El aspecto jovial del mercenario había cambiado por completa, por todas partes se escuchaban las burlas. Los vampiros que antes le temían y odiaban, ahora se burlaban de él porque no se atrevía a matar a su novia. Él no les prestó atención, en su mente sólo había espacio para Afelina y su transformación. Los cuidadores del cementerio realizaron los rituales necesarios y fueron reportando los progresos. Afelina había renacido sin problemas, ahora estaba acostumbrándose a sus nuevos sentidos y su nueva conciencia, tenía que ser alimentada con copiosas cantidades de sangre, las cuales Gustavler había comprado del banco de sangre la noche anterior. Ellos se veían optimistas, sería una vampira sana de primera clase, y mientras más optimistas se mostraban, más sombrío se tornaba Bram.
- Una vez le pregunté por qué no se convertía. Ella me dijo que no lo haría porque no soportaba la idea de ser siempre joven, mientras todos aquellos a quienes amaba, y todo lo que la conectaba al mundo, lentamente se reducía a cenizas.- Luego de eso, Bram Corrin no dijo nada más. Esperó sentado sobre una lápida, escuchando los aullidos, gorjeos y siseos de su amada.

Los ayudantes de Gustavler Barsel le hicieron llegar un telegrama a Aren Terik, haciéndole saber que el honorable señor Barsel había cumplido su palabra, como siempre hacía y ahora el buque de guerra Van Dreker, había llegado al puerto para comandar las operaciones portuarias. Los fundamentalistas estaban histéricos, como Aren sabía que lo estarían. Si bien todo parecía relativamente en calma en el puerto, mientras cientos de soldados de Königsport desembarcaban para relevar a los oficiales civiles, Aren sabía perfectamente que habría incendios en la noche y que la dinastía Hane golpearía de nuevo. Se reportó con el almirante Jutrel Inpas en su camarote y oficina. Sabía que no tenía otra opción, la corona estaría ansiosa de saber de él.
- La capitanía estará en nuestro control en un par de horas. La corona está dispuesta a absorber la pérdida económica que suponga la falta de experticia de mis hombres.- Aren se sentó en la silla frente al inmenso escritorio de caoba y asintió con gravedad.- La medida les pareció sensata, pero desean saber su progreso.
- Como me imagino ya le informaron el ciudadano Aldert Hane mantiene una mafia en este puerto a través de Lazlo Tamir, un necromancer famoso, o como son llamados aquí un necromago. Hane es el principal sospechoso de mi caso y, entre él y ese Lazlo Tamir, han tratado de matarme en dos ocasiones y convertido ilegalmente a Afelina Naria, la pretoria de Arkham.
- Señor Terik...- Dijo el almirante con cierta impaciencia. Aren sabía que no quería oír eso, pero no estaba seguro de lo que podía decir o de lo que significarían sus palabras. El almirante se puso tan pie, tan recto como siempre, y rodeó el escritorio hasta sentarse sobre él y tratarlo como a un estudiante revoltoso.- La corona pasará de familia, es un hecho que se aproxima con una velocidad francamente inimaginable. Cualquier día de estos la nueva casa real tendrá el poder absoluto del reino. Usted y yo, meras herramientas al servicio de la corona, nos encontraremos retados de nuevo para mostrar nuestro potencial. Su trabajo presente no es resolver ese múltiple homicidio, ésa es solo la excusa que le dimos a los locales. Su trabajo es más importante que eso. En el día que el trono obedezca a otra dinastía la nueva corona tendrá que mostrar músculo. Los ojos de todo el reino estarán sobre el nuevo rey, ¿cómo tratará a la cúpula de industriales de Dunnwich, a los dementes de Merrimack que quieren la independencia, o a los vampiros de Arkham que, a juzgar por su progreso, podría decirse que dominan al ducado con puño de hierro? Su trabajo es preparar un reporte que indique si el nuevo rey debe, o no debe, exterminar a todos los vampiros de Arkham, o su opinión sobre el alcance de la limpieza necesaria.
- Entiendo.- Dijo Aren, con la mirada clavada al suelo. El almirante hablaba de genocidio, pero no podía decir que la idea no le cruzara por la mente. Honestamente creía que existía cierta vida en ellos, aún siendo insufribles los fundamentalistas. No podía decirle eso al almirante, a un hombre de acción que sólo conocía el sí y el no, el blanco y el negro.- Mi reporte estará listo en cualquier día.

            Al caer al sol Aren atendió la recepción de Afelina Naria a la comunidad vampírica. Los vampiros lo celebraban, como quien celebra el nacimiento de un bebé, pero los familiares y amigos de Afelina se lo tomaron como funeral. Extendieron telas negras, blancas y rojas por el suelo y por encima antes de abrir la puerta de hierro. Afelina salió, temblorosa y con la mirada perdida, su cuerpo desnudo y bañado en sangre. Los largos colmillos superiores e inferiores eran un cambio físico que Aren creía no distorsionarían su imagen general, pero estaba equivocado. Su piel estaba pálida de frío, pero eso también podía ocurrirle a los vivos, era algo que Aren no podía señalar. Los necromagos la vistieron con ropajes ceremoniales, como batas ligeras y la dejaron que caminara un par de metros. Bram fue el primero en acercarse, sus ojos rojos de tanto llorar. Cuando Afelina le sonrió todos se permitieron suspirar tranquilos, podía seguir siendo la misma.
- No tenías que llamar a mi mamá y mis tíos.- Afelina era incapaz de mantenerles la mirada, pero no era por vergüenza, sino que miraba a todas partes como si todo fuera nuevo.
- ¿Qué se siente?
- No mentían, es como nacer de nuevo. Todo es tan... diferente, no sé cómo expresarlo. Ahora la poesía vampírica tiene sentido, viéndolo así. Los colores son más brillantes, no existe oscuridad y puedo verlo... todo. Veo tu sistema circulatorio, el aire que sale de tu nariz, cada poro en tu rostro... Escucho tu corazón y el del búho que está en el árbol a lo lejos... Y otras cosas que aún no termino de entender.
- Es el llamado.- Explicó el necromago.- Tu sangre te llama a tu comunidad, pero puedes vivir fuera de ella, como muchos de nuestros hermanos. Lo que te hicieron fue un delito, y espero que eso no altere tu percepción de la comunidad en la que has sido recibida.
- Yo le diré qué puede percibir.- Bram quiso sacar su revólver, pero Aren le detuvo.
- No aquí, no así.
- Por favor Bram,- le imploró Afelina.- si sigues sintiendo algo por mí... lo que sea, entonces no hagas nada estúpido. No quiero que termines en prisión, muerto o en esa cripta.
- Te amo Afelina, por eso no puedo dejarlo pasar. ¿Crees que cambia algo que seas vampira?- Bram la besó con todas sus fuerzas y Afelina le respondió. Era ilegal, pero nadie les diría algo. La necrofilia siempre era usada para condenar a otros, nunca a los cercanos y Aren comprendió los sentimientos confundidos de Bors Naslin y Brigita Hane.- Tengo que irme, tú quédate con tu familia. Hay algo que tengo que hacer.

            Afelina no pudo detenerlo y Aren tampoco, no lo intentó en serio, él estaba casi tan enojado como el mercenario Bram Corrin. Se limitó a seguirlo a zancadas, hasta un bullicioso mercado. Entre gruñidos explicó que quería ir al templo de Lazlo Tamir para matarlo, con o sin testigos, su intento por reparar su destrozado corazón. Aren trató de convencerle, mientras se abrían paso entre los vampiros del mercado, pero era inútil. Bram le explicó, cuando se vieron forzados a esperar a que los comerciantes metieran interminables sacos de productos desde una entrada de mosaicos con patrones geométricos y colores, que los necromagos estaban seguros que la línea era la del duque, la misma de los Hane y Lazlo Tamir. Bram no necesitaba mayor evidencia y tampoco necesitaba chaperón, pero Aren prefirió cerrar la boca y seguirlo.

            Al cruzar el mercado llegaron a los jardines nocturnos, hermosas arboledas de coloridas flores que rodeaban al templo de Lazlo Tamir, la cripta de la llave de Magra, un enorme edificio de piedra marmoleada con cúpulas y torres de cerámica y metales preciosos. Bram rodeó los jardines nocturnos, bajo la vigilancia continua de los sirvientes del templo, hasta un invernadero en la entrada del sur. Bram recorrió el laberinto de arbustos, árboles y flores hasta una fuente fuera de operación. Aren se dio cuenta que Bram lo había planeado desde hacía mucho, pues con el filo de su navaja consiguió abrir una tapa de alcantarilla lo suficientemente grande para una persona y sin pensarlo dos veces saltó a la oscuridad. Aren le siguió hacia los túneles bajo de los jardines, donde florecía otro mercado, aunque uno lejos de la vigilancia policial.
- Tenemos que rodear al mercado, no quiero que nos vean venir. Conozco algunos...- Aren se le tiró encima y lo tapó la boca mientras lo arrastraba bajo un puesto desatendido. Señaló a Sashel Kur entre la población y se escondieron bajo el mantel del puesto.
- No nos vio, creo que busca a alguien.- Se asomaron bajo el mantel y siguieron sus botas de cuero rojas hasta que desaparecieron entre los compradores que parecían enfocarse todos a unos cuantos puestos, dejando al resto del mercado prácticamente abandonado.
- ¿Adónde vas? Los vampiros escucharán tus latidos.
- Tengo que saber.- Aren salió de su escondite y avanzó en cuclillas, escondiéndose entre los puestos que vendían extrañas sustancias en botellas de cristal y prohibidas plantas.

Sashel se abrió paso entre los compradores que parecían tirar su dinero a manos llenas con tal de comprar los misteriosos artículos. Aren reconoció a Kris Uls, quien no pudo ver a Sashel hasta que fue demasiado tarde. Aren trató de acercarse lo más posible, pero sabía que sería inútil, había al menos cien vampiros frente a él que gritaban números y agitaban los brazos. Les vio discutiendo mientras caminaban, hasta que desaparecieron juntos por un túnel secundario. Aren se acercó, forzando la vista del túnel que contaba con débiles lámparas de gas por toda iluminación. No podía perseguir a Sashel y a Kris Uls, pero al menos saciaría su curiosidad para saber lo que había al centro del mercado. Los vampiros no le vieron con agrado, recibió codazos y empujones para que no ocupara el reducido espacio alrededor de los vendedores que agitaban jaulas metálicas sobre su cabeza. Sobre el hombro de un corpulento vampiro reconoció la débil luz de las hadas y con un empujón usando todas sus fuerzas se abrió paso hasta el frente. Cuatro mercaderes vendían las hadas contenidas en más de veinte jaulas. Las sacaban con sus alargados dedos para meterlas en botellas y recibían a cambio hasta las joyas familiares. La sangre de Aren hirvió con furia, era tan conservacionista como Bors Naslin había sido en vida y nada le hacía enojar más que la capacidad humana para la rapacidad y la explotación de criaturas frágiles y delicadas.
- Están todos bajo arresto, ¿me han escuchado?- Nadie le escuchó, por supuesto, y se desesperó al sentir las enormes manos de los compradores tratando de arrastrarlo fuera. Aren desenfundó su pistola y disparó contra los vendedores, lastimando a dos en las piernas y fallando sus otros tiros.- ¡Están todos bajo arresto y confiscaré esas hadas!
- ¿Quién te crees que eres?- Sintió el golpe en su costado, con la fuerza de una patada de mula y los codazos contra la cabeza para tirarlo al piso. Era imposible levantarse, estaba siendo pisoteado y justo cuando creía sentir cómo alguien le agarraba del cinturón para morderlo, escuchó los disparos de la escopeta de Bram.
- ¿Ahora quién controla a quién?- Bram sacó a Aren del mercado, pero el mercado siguió como si nada hubiera pasado.- Supongo que ahora mi plan se echó a perder, mejor regresemos con Afelina.
- ¿Y dejar que trafiquen hadas y pixies?
- Bienvenido a Arkham, señor Terik. Ahora trate de imaginar vivir aquí.
- ¿Ya no quieres vivir aquí?
- No sé, la verdad no sé qué pensar.- Dijo Bram, mientras regresaban al invernadero por el mismo camino que por el que habían llegado.- Sé que Afelina está muerta, ¿pero entonces quién es ella? No dejo pensar en esa maldita línea de sangre, los vampiros son tribales y sus superiores pueden llegar a ser idealizados como dioses. ¿Es Afelina quien me habla, o es Aldert Hane mediante algún poder telepático? Ellos son capaces de eso, los partiarcas me refiero, no sé de los Hane, ¿y si Afelina ya no existe?, ¿qué se supone que debo hacer ahora?
- Terminar la misión, no hay nada más.- Dijo Aren con frialdad. Había sido educado a ser frío cuando no sabía qué hacer, sus emociones no debían comandar por encima del protocolo en ninguna situación. Encontró cierto consuelo en su devoción al protocolo y a la corona, no era lo más sano y lo sabía, pero lo prefería por encima de la incertidumbre.
- Por Yog, ¿qué hicieron?- Preguntó Afelina en cuanto les vio llegar, sucios y cansados.
- Nada, no te preocupes. Seguimos con nuestra misión, y nada más.- Dijo Bram, guiñándole el ojo a Aren.- Veo que llegaron más visitas.
- Gustavler Barsel no se cansa de repetirme que encontrará a los culpables.- Afelina se sentó sobre una lápida con forma de pulpo, la tumba de algún cultista.- Las estrellas parecen bolas de fuego. Nunca antes había entendido eso de “la habitación en llama de los dioses” del que habla el Necronomicon. Y sí Bram, siguió creyendo las mismas cosas, quizás más ahora que nunca.
- ¿Qué se siente la sangre?- Preguntó Aren, de pronto.
- Es algo así como miel y tu comida favorita. No es tanto el sabor es... la adrenalina. No me extraña que los vampiros sean tan sensuales.
- La noche ya casi acaba, es tu primer día entre nosotros.- Gustavler se materializó entre los tres, dejando a sus ayudantes detrás.- En una semana ya podrás dormir en cualquier parte. La cripta es cómoda, pero puede llegar a hartar. Y usted señor Terik, espero que...
- Gracias por todo, y disculpe mis modales. Estaba... algo enojado.- Bram le miró sorprendido mientras Aren, con un rostro completamente neutral, le daba la mano y daba una humilde reverencia. Gustavler fingió que se apenaba por la atención. Aren señaló las luces al fondo y dijo.- Veo que los disturbios continúan.
- Sí, lamentablemente así es. Los seguidores de Aldert Hane han sido... problemáticos. Fundamentalistas, usted entiende. El duque les ha negado audiencia y ahora Arkham sufre con cadáveres, incendios y un puerto secuestrado por los militares.
- Estoy seguro que la presencia militar será breve, mi trabajo ya casi concluye. De hecho, quería dejarle saber que Urs Varnel me ha estado enviando cartas y mensajes.
- ¿Urs Varnel?
- Un necromago corrupto y sospechoso. Quiere protección legal, confesar y librarse de problemas. Una vez tenga su confesión y sepa lo que él sabe, enviaré esos papeles a la corona, junto con lo que encontramos en la caja fuerte en la oficina de Omer Naslin. No me sorprende que los saqueadores no la encontraran, estaba bien escondida. Me he haré cargo del traslado en su momento, no confío en ese Sashel Kur.
- Y hace bien. Si gusta, yo podría asistirle para que esos papeles lleguen a su destino.
- Gracias, siempre es bueno saber que uno puede depender de sus aliados.- Gustavler se despidió y desapareció. Aren se encendió un cigarro y se apoyó contra la estatua de un sacerdote cultista llorando frente a una tumba. Bram y Afelina le miraron extrañados, el rostro de Aren estaba neutro pero podían adivinar que existía una tormenta en su mente.
- ¿Y bien?- Dijo Bram, tras un largo silencio.
- Es hora de viajar al bosque. La trampa está puesta, si nos apuramos todo se vendrá abajo.
- ¿Adónde?
- Seguiremos la tierra, ¿los pura sangre duermen en la tierra en la que renacieron, no es así?
- Sí, pero...
- Entonces eso haremos, seguiremos el convoy de carruajes llenos de tierra. Es hora de terminar.

            Al amanecer Bram y Aren encontraron las carrozas cargadas de cajas con tierra en la carretera de tierra que cruzaba el bosque prohibido, hasta que se vieron obligados a seguir por entre los árboles. Aren ya se imaginaban para dónde iban, por lo que dejaron que las carrozas se alejaran y siguieron a pie, llevando a sus caballos de las riendas. Bram le llevó hacia el río y cuando Aren preguntó por qué no iban a caballo, Bram señaló con su escopeta a los enormes vampiros de cuarta clase que dormían entre las ramas de los tupidos árboles.
- Les encantan los caballos.
- Pero vendrían de arriba, no veo por qué....
- Mira.- Bram señaló un agujero entre las piedras en la orilla del río.- Agujeros de vampiros. Saben que estamos aquí, pero son alérgicos al agua y al sol, así que tendremos suerte, al menos hasta esas colinas donde el bosque es tan espeso que nos atacarán.
- Bueno saberlo.- Dijo Aren, temblando de frío y nervios, con el río hasta las rodillas.

            Salieron del río para subir por la colina, apuntando hacia todas partes. Aren fingía que estaba listo, pero no lo estaba. Bram había tenido razón, en la penumbra de los árboles algunos hambrientos vampiros asomaban sus cabezas, más parecidas a murciélagos que a personas, tratando de medir las probabilidades para atacarlos a ambos. Bram les disparó antes que tuvieran tiempo de decidirse y atravesaron el área boscosa con los nervios a punta. Al sentir el sol Aren pudo volver a respirar tranquilo y al ver la enorme área oscura bajando la colina se dio cuenta que habían llegado. Amarraron los caballos cerca de los generadores de carbón y Bram consiguió matar a dos vampiros de segunda clase sin hacer ruido, usando sus estacas de plata. Las lámparas negras, alimentadas por otros dos generadores, cubrían más de tres hectáreas de bosque donde millones de hadas y pixies habían surgido entre la vegetación. Los vampiros las cazaban con redes para meterlas a jaulas que eran llevadas hasta carrozas para ser vendidas.
- Me imaginé que se asustarían, mi mentira sobre Urs Varnel o la de la caja fuerte sería lo suficientemente peligrosa para empujarles a acelerar el trabajo.- Aren se abrió paso, un revólver en cada mano, hacia Aldert Hane, quien descansaba sobre un sofá entre los arbustos repletos de hadas.- Y tú estás bajo arresto Hane, y todos tus amigos también. ¿También está Kris Uls por ahí?
- ¡Kris! El burócrata quiere hablar contigo.- Dijo Aldert, en tono juguetón.
- ¿Siguen enojados porque convertí a esa idiota pretoria? Y dos cálidos contra tantos de nosotros...
- Es cierto,- dijo Gustavler Barsel, saliendo de entre los árboles a la izquierda de Aldert.- en los bosques prohibidos hay desaparecidos todo el tiempo, por eso son prohibidos.
- Sí, por eso traje ayuda.- Sashel Kur bajó de una colina con su escopeta preparada y Brigita chifló desde la copa de un pino, justo debajo de la lámpara negra.- Serán muy fuertes, pero esas lámparas se averían y todos se calcinan.
- Y lo haré Aldert, los Hane ya hemos causado suficiente dolor. Mataste a Bors.
- ¡Ya te dije que yo no fui!
- Y es cierto Brigita, pero eso no lo hace inocente. Imagino que tú, Kris, pusiste la bomba para matarme.- Kris Uls se acercó a su maestro Lazlo Tamir, quien les mostraba los colmillos y estaba preparado para matarlos.
- Me quedé con algunas cosas de mi viejo trabajo de minero y no estarías aquí, de no ser por Brigita. Aldert nunca supo cómo controlarla.
- ¡Mira a quién tengo!- Bram golpeó a un vampiro en el suelo y de un jalón lo obligó a hincarse.
- Urs Varnel, por supuesto que está vivo. Dejó esa sangre en su departamento para que creyéramos que estaba muerto. Él sacó al ghoul del cementerio, no pudo ser Lazlo porque Brigita accidentalmente le dio coartada, al decir que estaba con ella en esa gala por la apertura del banco de sangre. Me habría encantado que fuera él, pero el momento que reconocí a esos pandilleros supe que tuvo que haber sido Urs, él y sus mapas del norte. Omer le dio la idea, Urs hacía mapas para su carretera que cruzaría por los bosques prohibidos hacia el norte. Bors se dio cuenta que había una colonia de hadas, así que tenía que irse. Morkai, Vera y el pequeño Implin llegaron sin avisar, como Morkai hacía todo el tiempo. Omer lo perdió todo, y Urs mandó esa paliza para silenciarlo, seguramente lo mantiene chantajeado y saqueó la oficina para robar todo lo que le uniera al proyecto de Omer. Disfrazado de necromago rico entre esos pandilleros habría querido sacarnos de su aroma, pero era muy tarde. En cuanto vi esos mapas me imaginé que él había sido.
- Me van a matar...- Dijo Urs en voz baja. Lazlo le miraba con odio y de pronto los cuatro barriles de la escopeta de Bram ya no parecían tan terribles.
- Sí, yo sé que sí. El negocio que habría sido perfecto para ti, fue tomado por Aldert y compañía. Davros debió encontrar los papeles que Bors y Morkai discutirían, pensamos que un vampiro los habría robado después de matarlos, pero fue un ghoul. Buenos asesinos, pero no son ladrones. No, el comisario los encontró y fue directo a Gustavler Barsel y sus amigos. Se dieron cuenta de la mina de oro y empezaron a explotarla, el tráfico de hadas que he visto en Arkham debe ser la punta del iceberg. La corona se toma a las hadas y pixies muy en serio.
- Escúchate, hablando de estas... de estas cosas tan pequeñas, como si valieran algo.- Dijo Gustavler, con rencor en la voz, mientras apretaba un hada hasta que su luz se apagaba.
- Valen más que tú, cualquiera de ellas. Miles de pacientes esperan polvos de hadas para sus medicamentos. Tú sólo querías desquiciar a la ciudad, convencerme que Arkham no tenía esperanza alguna. Obligaría a la corona a dejar la ciudad en manos del lord alquímico y patricio Kol Barsel, tu hermano. No me extraña que el duque enviara a su propio hombre de confianza.
- ¡Aren!- Brigita saltó desde el árbol, señalando a su izquierda. Para cuando Aren se dio vuelta, ya era muy tarde, Davros Kelter había salido de la nada y disparado su pistola. Brigita recibió el disparo en el pecho como si hubiera sido un mosquito. Aren le disparó desde el suelo, entre las piernas de Brigita y el comisario cayó muerto entre las hadas.

            Lazlo se lanzó sobre Bram, pero el mercenario apuntó hacia arriba y destruyó una de las lámparas. Brigita tacleó a Kris, antes que atacara a Aren y con extraordinaria fuerza le arrancó la garganta de un tajo. Los obreros atacaron, rodeando a Sashel. Aren disparó contra las lámparas hasta que quedara unos cuantos metros de oscuridad. Aldert Hane fue el primero en rendirse, junto con Gustavler Barsel. Lazlo hizo lo posible por huir en la luz, cubriéndose con el abrigo de uno de los obreros, pero no llegó lejos, Bram le disparó y su pierna salió volando a la altura de la rodilla. Sashel regresó cabalgando a Arkham y un par de horas de tenso silencio después la guardia personal del duque hizo los arrestos y se los llevó en carrozas cerradas por completo.

            El duque hizo lo que Aren sabía que haría, ordenó el encarcelamiento y la reposesión de todas las propiedades de Aldert Hane y Lazlo Tamir con tal de salvar cara ante la corona. Sashel dijo, medio en serio y medio en broma, que el duque no podía tocarlos sin el apoyo de la corona, debido a la compleja política local y que, en el fondo, era el mejor amigo de Aren aunque se rehusase a verle. Bram disfrutó cada segundo, aunque su corazón seguía pesado y sombrío por la muerte de Afelina. Al caer la noche Aren, y el nuevo comisario, llevó a Gustavler Barsel, encadenado de piernas y manos, con una máscara de cuero sobre la cabeza como bozal, hasta el buque de guerra para ser entregado a la corona. Brigita le saludó el puerto, la única civil entre un pelotón de soldados que no le quitaban el ojo de encima.
- Lléveselo al almirante, no tardo.- El nuevo comisario asintió con toda la rigidez de un novato y se llevó al prisionero, quién no dejaba de rogar misericordia, culpando de todo a Aldert.- Omer Naslin ya fue arrestado. Confesó a la primera. Él se llevó a tu Bors.
- No, la avaricia se lo llevó.- Aren caminó con Brigita entre los enormes contenedores a lo largo del extenso malecón, mirando a las docenas de barcos que llegaban y se iban.- La avaricia de fríos y cálidos por igual. Es raro... siempre pensé que había sido nuestro amor prohibido lo que hizo que lo mataran. ¿El que haya muerto por avaricia es peor o mejor? Creo que es peor. Al menos si fuera por celos, odio o por la ley, al menos así podría culpar a todos, y a nadie a la vez.
- El ducado se quedará con todas las propiedades de tu hermano, ¿qué harás?
- Estaré bien, sobreviviré. Es lo único que puedo hacer, ¿no es cierto? Seguir viviendo, por siglos y siglos.- Brigita se cubrió el rostro con sus frías manos, y al ver que no tenía lágrimas se maldijo.- A veces es una maldición, ser fría me refiero.
- A veces ser cálido es una maldición también.
- ¿Tiene sentido que te implore porque no seas nuestro agente de la destrucción?
- No.- Brigita asintió con gravedad y le acompañó hasta el buque de guerra, donde se despidió de él con un gesto. Aren se reportó ante el almirante en su oficina, aún más nervioso que cuando le había hablado por primera vez.
- Barsel ya está encerrado, su hermano querrá verlo en Königsport, estoy seguro.
- Mucha gente querrá verlo en Königsport, los patricios no perdonan fácilmente a los familiares incómodos. Además, lord alquímico y patricio Kol Barsel no es universalmente amado.- El almirante sonrió pícaramente y le extendió una copa de Brandy.
- Excelente trabajo, agente Terik. Nos puso nerviosos, no le mentiré, pero al final del día realizó su misión y con excelente profesionalismo. Me arrepiento de las cosas malas que dije de usted a sus espaldas.- Bromeó el almirante. Al verlo de tan buen humor Aren se puso aún más nervioso e hizo lo posible por no dejar que sus nervios fueran visibles.
- La corona querrá tener un reporte preliminar, me imagino.
- Así es. Lo enviaré cuanto antes.
- Hubo tantos fríos como cálidos en el embrollo. Es decir, muertos y vivos. Dos intentos de homicidio, conversión forzada, homicidio múltiple, chantaje, explotación de recursos de la corona, incitar a la insurrección y posible alta traición. Los principios no tuvieron nada que ver, fue el dinero. Arkham necesita una limpieza, sin duda, empezando por los bajos fondos que no parecen tener presencia policial alguna y por la aristocracia vampírica. La limpieza general sería... desmedido.- El almirante resopló enojado, su buen humor se había ido.- La corona les falló tanto como ellos a la corona. ¿Dónde estaba la presencia del duque entre los intelectuales vampíricos que convencían a los jóvenes a aislarse del reino y convertir a todos los cálidos? El duque Lanrin Van Kerri ha sido ineficiente, y no sería justo que los honestos sean castigados por la incompetencia de uno. Ése es mi reporte preliminar.
- No sé  si eso es lo que la corona quiera escuchar.- Aren sabía que era mentira, sin duda no era lo que los militares querían escuchar.
- Por eso me enviaron a mí, para dudar de mi edad. Pero no dude de mi devoción a la corona.
- Está bien, usted fue enviado para completar una misión y eso hizo. Lo demás no está en mis manos. Despídase de Arkham, mañana en la tarde regresará a Königsport.

            Aren visitó a Bram en el cementerio, Afelina lo abrazó en cuanto le vio. Brigita Hane era su nueva heroína, después de todo había matado a Kris Uls y ayudado a encerrar a Lazlo Tamir por mucho tiempo. Bram sonrió al apuntar que 100 años de prisión es mucho tiempo para un vampiro mimado y delicado como Lazlo Tamir.
- Así que... ya te vas.- Bram, Afelina y Aren se sentaron sobre una tumba de mármol para mirar a las estrellas.- ¿Qué harás ahora?
- Königsport siempre tiene más misiones que asignar. ¿Seguirás matando vampiros? La corona renovará a toda la policía, así que no creo que te puedas dar el lujo del asesinato ocasional.
- No, esos días terminaron para mí.- Dijo Bram y Afelina lo besó.- Pensé que Sashel trabajaba para el otro lado, me tomó por sorpresa.
- Hacía todo lo que un miembro de la policía secreta tendría que hacer. Hacía su trabajo. ¿Qué hay ahora para ustedes dos?
- Ya no puedo ser pretoria real, es un trabajo para los vivos. Bram y yo iremos por una cura para mi condición. Dicen que en la universidad del Miskatonic en Dunnwich tienen una cura.
- Y si no, seguiremos buscando.
- Buena suerte, y si algún día pasan por Königsport, no olviden saludar.

            Aren se reportó en el puerto y se despidió de Arkham desde el barco. No dejaba de pensar en Bors y Vera Naslin, en Morkai y su hijo Implin. Pensó en Brigita, sin saber qué motivo era peor. La vampira tenía razón, de todos los motivos la avaricia era el peor y el almirante quizás no quisiera creer en la igualdad de fríos y cálidos, pero como Aren Terik lo veía, si eran capaces de la misma avaricia asesina que los vivos, entonces no podían ser tan diferentes. Igualdad por el mal, sabía que eso era terrible, pero la corona lo entendería. En el fondo, Arkham se había salvado porque los muertos demostraban ser tan capaces de ser agentes de destrucción como los vivos.



No hay comentarios :

Publicar un comentario