La misión en Arkham
Por: Juan Sebastián Ohem
Aren
Terik nunca había trabajado fuera de Königsport. Se preparó durante el viaje en
tren, leyendo los expedientes y los mapas de la ciudad. Era su primera visita a
Arkham, considerada una de las tres ciudades más importantes después de la
capital real y de la industriosa Dunnwich. Arkham controla el flujo del río
Miskatonic, es un ducado que se hizo controversial cuando el duque Lanrin Van
Kerri se convirtió al vampirismo. Aren Terik era un investigador joven, quizás
demasiado joven, y la corona confiaba en él para algo más que perseguir al
culpable de la carnicería en la que el adinerado Morkai Hulbren perdió la vida.
La corona temía que la población vampírica tomase el control absoluto de la
ciudad y la corona, en su sabiduría, concluyó que el asesinato podía llevar a
una considerable tensión política.
Todo
el asunto le ponía nervioso, ¿qué tanto sabía del vampirismo? Estaba bien
familiarizado con las plagas de vampiros que descienden de las montañas y las
minas, seres agresivos que salen de su área de seguridad cuando han crecido
demasiado y agotado su fuente de comida. Sin embargo, esos vampiros son bestias
fáciles de cazar, pueden comer cualquier tipo de sangre y son alérgicos a tantas
cosas, como cualquier tipo de luz, al agua, a una docena de vegetales y aromas,
a la plata o al cobre, que las agencias especializadas en control de plagas
rara vez tienen problemas en mantenerlos bajo control. Sabía que algunos
vampiros podían retener cierta personalidad y esos eran a los que Aren Terik
temía. Tan impredecibles como las personas, pero mucho más veloces, fuertes y
prácticamente inmortales.
Mientras
el tren cruzaba los bosques al sur de Arkham, Aren pensó en uno de sus primeros
trabajos, en el distrito fantasma de Königsport. Había negociado exitosamente
nuevos límites para su barrio y salvado a los marineros rehenes que usaban para
negociar. No había sido fácil, pero contaba con una ventaja decisiva, los
fantasmas eran más o menos iguales al resto de la población. Los vampiros, por
el otro lado, son una cultura aparte y, según sus fundamentalistas y la propia
corona, las dos culturas no pueden coexistir pacíficamente. Los muertos,
después de todo, no deberían tener los mismos derechos que los vivos, era la
política oficial, mucho menos su propia religión y costumbres. Aren Terik le
dio tantas vueltas al asunto que, para cuando el tren disminuía su velocidad al
llegar a la estación central, estaba más nervioso que nunca.
- ¿Tú eres Terik?- Un hombre de
mediana edad, corpulento como un toro y vestido como si fuera de cacería,
sostenía un diminuto cartel con su nombre. Su enorme cabeza tenía un reluciente
domo donde el cabello solía estar, tenía dos horribles cicatrices en el cuello
y una escopeta enfundada en la espalda que era tan grande que enviaba el mensaje
fuerte y claro.
- ¿Bram Corrin?
- El mismo. La corona hizo bien
al contratar al mejor mercenario del ducado como tu protección personal. Es
decir, mírate.- Bram le apretó los brazos y sonrió divertido.- ¿Has cargado
algo más pesado que un expediente en estos días?
- También recuerdo que su
descripción incluía sospechoso de al menos diez casos de homicidios, y por
supuesto, asesino a sueldo.
- No puedes matar lo que ya está
muerto.- Bromeó, señalando a un grupo de vampiros rodeados de enormes paraguas
negros. Era la primera exposición que Aren tenía con la otra cultura y estaba
fascinado. Se vestían con telas coloridas, lo cual le sorprendió, de los pies a
la cabeza durante el día, mostrando apenas sus rostros detrás de cortinitas de
monedas que pendían de las telas sobre sus cabezas. Sabía que las monedas
cambiaban según la ocasión diurna, una manera de mostrar cuánto dinero y
estatus tiene cada uno.- ¿Es sobre el múltiple homicidio? No dijeron mucho.
- Así es. La corona está
preocupada por la tensión entre muertos y vivos. Tengo entendido que el
probable objetivo era Bors Naslin, líder de una parte de la comunidad. También
mataron a su hermana Vera, a su sobrino Implin y al esposo de Vera Naslin,
Morkai Hulbran.
- Y el hecho que Morkai Hulbran
fuera un respetado ciudadano de Königsport no tiene nada que ver, me imagino.
- Disculpe a Bram,
tiene la tendencia a hablar, cuando tendría que escuchar. Mi nombre es Afelina
Naria, pretoria de Arkham. Ésta es una situación diplomática con la comunidad
hemófaga y seré de enlace entre ambas culturas.- Afelina vestía al estilo de
Arkham, con un vestido de falda larga, pero sin expansión como las faldas de
Königsport, con una camisa masculina con algo de escote y largos guantes de
encaje.
- Hemófagos... Veo que
cada quien les llama distinto. ¿No es contradictorio que una pretoria sea tan
abierta a la religión de estas personas?
- No se someten al
culto de Yog sogoth, pero sé de buena fuente que usted tampoco.
- No, soy cultista.-
Respondió Aren, avergonzado por su trato a la joven pretoria. Arkham era mucho
más liberal en lo concerniente a mujeres, que la capital de Königsport, desde
la última crisis de los shogoth que llevó a su eventual exterminación en la
ciudad.- Bors Naslin, ¿tuvo mucho contacto con él?
- Bors era un denotado
conservacionista, un ambientalista de corazón que amaba a todas las criaturas,
menos a los fríos. Era muy vocal en ello y me dio un dolor de cabeza más de una
vez.
- Afelina sabe mucho
sobre dolores de cabeza.- Bromeó Bram, guiñándole un ojo. Aren no necesitaba
ser investigador para entender que había algo más que una amistad entre ambos.-
¿Qué hacemos primero?
- Lo esperamos a él.-
Aren reconoció al comisario Devris Kelter de inmediato, un hombre corpulento de
cabello encanecido y vestido, como todos los comisarios, con un grueso abrigo
que esconde una amplia selección de armas en su interior.
- El tráfico me
demoró, la ciudad se desquicia a esta hora.- Repartió breves y fuertes
apretones de mano y golpeó los talones de sus gruesas botas de cuero. Tronó los
dedos y un par de uniformados recogieron las maletas de Aren.- Le estarán
esperando en su hotel. Imagino que querrá empezar por la escena del crimen.
- Sí, cuanto antes.
Aren
Terik detectó de inmediato una falla en sus expedientes, no incluían retratos
de la ciudad. La estación central le pareció muy familiar, con sus altísimas
bóvedas y sus vitrales con colores ámbar y azules, los colores del ducado.
Königsport, como Dunnwich, se había empezado a construir hacia arriba, con
amplias calles y avenidas en los pisos 20 y 30. El cielo se veía repleto de
zepelínes y globos aerostáticos, con sus propias estaciones aéreas de
reabastecimiento. Arkham, por otra parte, no tenía más que una red de calles y
avenidas. Sus edificios rara vez alcanzaban los 20 pisos de altura, eran pocos
los teleféricos y el tráfico aéreo era prácticamente nulo. Sus calles eran de
pedregales, con casas y edificios de rojos ladrillos, con techos de dos aguas y
torres puntiagudas.
- La casa queda de este lado del
río, el distrito de los cálidos. Los vampiros se quedan casi todos del otro
lado del río.- Explicó Afelina en el lento paseo en carroza.
- ¿Qué son esas torres?- Aren
señaló al distrito más allá del ancho Miskatonic, donde prevalecían torres
altas y delgadas, con techos de cristal.
- Parte de la cultura vampírica.
Torres de expiación. Los cristales refractan parte de la luz solar, quemando a
los vampiros que habitan dentro. Ellos creen que el sol lava sus culpas y están
obligados a hacerlo una vez al año, cuando mínimo.
- Sí, un requerimiento que los
ricos y poderosos siempre obvian.- Añadió Bram.- Nunca verás a los Hane allá
adentro, ni qué decir de los necromagos de alta alcurnia. Los Hane, sobre todo
Aldert Hane debería ser tu primer sospechoso, todos saben lo mucho que odiaba a
Bors Naslin.
- Tendrá su oportunidad... Si
algún día llegamos.
- En Arkham es señal de
admiración entre los cálidos el salir al sol con el gran tráfico, es señal de
solidaridad.- Dijo Afelina. Aren señaló la docena de torres que podían verse y
calculó cuanta gente viviría del otro lado del río. Afelina adivinó su
pensamiento y asintió con la cabeza.- Son muchos, quizás la mitad de la
población. Desde que el duque Lanrin van Kerri se hizo vampiro de primera
clase, un pura sangre, muchos desearon convertirse para formar parte de la
nueva sociedad. La corona pasó leyes estrictas en cuanto a la conversión, pues
se estaba saliendo de control. Hubo más de tres incidentes donde hordas de más
de mil vampiros se lanzaban a las calles para convertir a los cálidos. Ellos
creen firmemente en la ventaja numérica. Lamentablemente, gran parte de esas
conversiones no surtieron el efecto deseado. Vampiros de tercera o cuarta
clase. Mucha gente murió en la purga que vino tras la aprobación de las leyes.
Ahora Arkham vive en dos turnos, los cálidos de sol a sol y los fríos durante
toda la noche. Es el secreto de nuestra industriosa economía, los mercados
nunca se detienen.
- ¿Cómo convierten ahora?
- Los candidatos pasan por las
oficinas de los pretorios para evaluaciones de todo tipo. Evitamos que los
violentos, susceptibles o potenciales traidores sean convertidos. No siempre
funciona, pero hemos controlado el problema hasta cierto punto.
- Hasta cierto punto.- Se quejó
Bram, mirando por la ventana.- Omer Naslin es el único Naslin laxo con los
vampiros, y estos idiotas mataron al equivocado. No creo que Omer, el señor
tolerancia perdone a los vampiros por lo que han hecho. Es decir, a Bors y
Vera, ambos férreos críticos del duque vampiro, y a un ciudadano de Königsport...
El martillo de Yog caerá sobre ellos, y lo saben. Si me preguntas a mí Aren,
diría que les están poniendo a prueba.
- Por su seguridad, espero que
no.- Murmuró Aren, haciendo lo posible por no caer víctima de los nervios. El
comisario se despertó de su aletargamiento y señaló por la ventana.
- Ya casi llegamos.
- ¿Usted concuerda con el señor
Corrin?
- ¿Sobre los Hane? Sin duda. Bors
Naslin empleó su fortuna para demostrar judicialmente que los vampiros están
muertos y por ende no deberían tener derechos. Aldert Hane juró más de una vez
que le arrancaría la garganta. Él es un fundamentalista severo que exige la
conversión de todos los cálidos a como dé lugar. Gracias a él tenemos cientos,
o quizás miles de vampiros clase cuatro en los bosques viviendo como bestias y
comiendo roedores y pájaros. El hecho es que la conversión, para ser adecuada,
es un proceso costoso que implica grandes conocimientos en magia y muchísimo
cuidado. Un mínimo error y tienes un monstruo alado, con retraso mental que
come lo que sea.
- Fáciles de cazar, pero muy
peligrosos en manada.- Añadió Bram en tono reflexivo.- No obtuve estos
cariñitos por nada. Casi me arrancan el cuello. El comisario tuvo el buen tino
de lanzar agua desde globos, son alérgicos al agua, y por fortuna llovió esa
noche. De no ser por eso... Yo mismo estaría allá en esos malditos bosques
sobreviviendo como un roedor gigante.
- Llegamos. La casa ha estado
bajo vigilancia desde que encontramos a los muertos, ayer en la noche.
Preservamos la escena en cuanto nos llegó el telegrama de su llegada.
Bram
convenció a Afelina de quedarse en la calle, con los uniformados. Los policías
no bromeaban, ni mostraban señales de fastidio, habían entrado a la casa y
deseaban no haberlo hecho. Aren Terik respiró profundo, como había sido
entrenado, y entró en compañía de Bram. La casa tenía dos pisos y la sangre
estaba por todas partes. Los cuerpos de Bors Naslin y su sobrino, el infante
Implin, se encontraban muertos en la sala. Los cuerpos estaban gravemente
mutilados y Aren siguió el rastro de sangre hasta la cocina, donde encontraron
a Morkai Hulbren en pedazos. Aren examinó las heridas, era obvio que no
provenían de cuchillos o hachas, sino de garras. La última víctima, Vera
Naslin, se encontraba en el piso superior. Marcas en la madera indicaban que
había sido arrastrada fuera de la cama y furiosamente golpeada contra la pared
hasta que su rostro quedó prácticamente irreconocible.
- ¿Esto es común?- Aren corrió a
la ventana del estudio, en el segundo piso, y la abrió para respirar aire
fresco y convencer a su cuerpo de no vomitar y perder el respeto del comisario
y de sus compañeros. Nunca había visto nada semejante y deseaba no volver a
hacerlo.
- Ya no tantos. La situación
política se ha ido agravando para todos. Tienes necromagos ganando cada vez más
poder en los fríos, tienes a las líneas de sangre, las geneaologías vampíricas
ocupando nuevos escalones en la estructura social del ducado, a los vampiros
que cambian de opinión y forman grupos anti-fríos, tienes a los cálidos que
están de parte de los Hane y los cálidos que detestan y temen a los fríos...
Como yo. Elige tu veneno. Ahora cada asesinato de frío contra cálido, o
viceversa, sacude a toda la sociedad como si mañana hubiese guerra.
- El asesino...- Aren regreso a la ventana y
respiró más del aire fresco, con hedor a pescado por la cercanía del puerto.
Bram le acercó un bote de basura y le dio palmadas en la espalda para hacerle
saber que estaba bien regresar la comida. Y eso hizo Aren varias veces, hasta
terminar en el suelo.
- Es una lucha por la
sobrevivencia.- Dijo Bram en tono pensativo.- ¿Ellos o nosotros?
- Un segundo...- Aren detectó una
extraña luz en un cajón del escritorio y abrió la gaveta para descubrir una
hada en un frasco de vidrio.- Esto es sorprendente, siendo conservacionista
sería lógico que no tuviera algo así en cautiverio.
- ¿Es un hada?
- Un pixie, para ser exactos.-
Aren se pegó el vidrio a la cara y sonrió emocionado. Bram le ayudó a
levantarse, sin terminar de entender su fascinación.- Tiene un cuerpo,
semejante al de un duende aunque más pequeño. Sus alas producen la luz, no su
cuerpo, como en las hadas comunes. Está muerto de hambre, le pediré al
comisario que se encargue de regresarle a la vida salvaje.
- ¿Cómo sabes todo eso?
- Mi papá trabajaba en el
ministerio del interior, nos llevaba de vacaciones a las reservas naturales de
hadas. Es un privilegio muy exclusivo. Nadie sabe cómo producir hadas, para
hacer un rancho o algo semejante. Simplemente brotan de la tierra y cuando eso
pasa la corona tiene la obligación de
acordonar el área y dejarles ser. Su polvo es prácticamente milagroso, tiene
miles de usos pero son seres muy frágiles. Algo más grande que un ratón de
campo puede exterminar toda la zona.- Bram le miró extrañado, no esperaba un
recuerdo infantil de un investigador de la capital y Aren se reprendió a sí
mismo, pues quizás había dicho demasiado.
Metódica
y diligentemente procesó toda la casa, habitación por habitación como los
manuales le habían instruido. Catalogó cada artículo por distintas categorías,
como lo que tenía sentido que estuviera ahí y lo que no, los artículos que
darían a pensar ciertas proclividades, el orden, o desorden, que podía
testificar sobre la vida cotidiana de la víctima, los papeles legales o comerciales
de la víctima y otra docena más, todo pulcramente anotado en sus notas. Entregó
la criatura al comisario, quien juró que se haría cargo de regresarlo a su
hábitat y lo entregó a dos uniformados con órdenes precisas. Antes que pudiera
salir a la calle una mujer entró a empujones, observó la carnicería y empezó a
gritar. Aren la reconoció, había viajado con ella en el tren.
- ¿Se siente mejor?- Los
uniformados la arrastraron a una banca en la calle y le dieron un licor fuerte
para tranquilizarla.- ¿Cómo se llama?
- Soy Melina Hulbren, Morkai es
mi hermano. ¿Quién lo hizo?
- Eso estamos investigando.- Aren
se quitó el sombrero y se agachó de cuclillas para hablar con ella, una
gentileza que los policías no habían tenido. Melina sintió cierta confianza, detectando
que el investigador era de Königsport, como ella y su hermano.- Viajó en el
tren conmigo.
- Sí, le reconozco. Vine en
cuanto me enteré, tenía que verlo antes que... ya sabe, antes que lo regresaran
en una caja.
- ¿Sabe el motivo de la visita de
Morkai a la familia de su esposa?
- Morkai era siempre muy
impulsivo. Eso pasa cuando tienes dinero o no tienes nada que hacer, viajas de
improviso. Una táctica suya de negocios.
- ¿Con Bors?
- No, con su hermano Omer. ¿Se
encuentra bien?
- Sí, Omer no estaba.
- No quiero que crea que Omer se
aprovechaba de mi hermano, ni que Morkai quisiese atrapar a Omer en alguna
trampa al viajar de improviso. Omer siempre tiene negocios de servilleta, ahora
es una carretera, antes a era un hotel, la vez antes de eso una fábrica... Pero
nunca robó dinero y siempre trató de devolver lo gastado. Pobre Omer, lo
visitaré, ahora debe estar en bancarrota, todo dependía de Morkai.
- Es lo bueno de tener a una
hermana casada con un hombre rico...
- Sí, para los dos hermanos. Bors
no hacía negocios, él de plano pedía dinero en grandes cantidades. Siempre
tenía más de dos o tres demandas en curso. A todo el mundo, desde el duque
hasta el vecino. Los abogados son caros, usted lo sabe.
- ¿La fortuna Naslin no lo
cubría?
- ¿Qué fortuna?- Preguntó Melina
con tristeza en la voz.- Omer y sus locas ideas, Bors y su deseo por salvar a
todas las criaturas no-humanas. Siempre pedía dinero para eso, además de las
demandas y procesos judiciales. Financió un refugio para homúnculos en Ippswich,
una reserva para los últimos shogoths salvajes en Salem, para la conservación
de ciudad fantasma en Merrimack... La lista sigue y sigue. Menos, claro está,
los vampiros.
- Imagino que las demandas eran
por vampiros.
- Imagina bien... Le dije una y
le dije mil veces, que tuviera cuidado con los vampiros pero Morkai se creía
invencible e inmortal. Malditos sean todos ellos, ¿por qué no los expurgan por
completo?
- Daremos con los responsables,
pero le quiero pedir un favor. Regrese a casa, no estará segura en Arkham. No
quiero tener que añadir su nombre a mi expediente.- Mientras los uniformados la
ayudaban a levantarse, Aren se acercó a Davros.- Comisionado, quiero que sus
hombres la lleven al tren de regreso a Königsport. Antes que caiga el sol, y no
la pierdan de vista.
- Hecho.
- Otra cosa, necesito una máquina
refraccionaria de tungsteno. Su humo detecta las vibraciones psíquicas de
cualquier ser, menos de un humano, lo cual nos viene como anillo al dedo ahora.
- Eso será más difícil, el duque
las prohibió.- Aner le miró inexpresivo, como los manuales indicaban que debía
hacer, hasta que el comisario Davros se vio obligado a explicar.- Tuvimos
demasiadas quejas. Los sospechosos argumentaban, y sus abogados consiguieron
convencer a varios jueces, que los vampiros se asemejan todos en sus
vibraciones psíquicas. Cada visión que teníamos de un vampiro, en realidad
podía ser cualquiera de su línea sanguínea. Una excusa torpe, pero insisto,
llegó a oídos del duque y las prohibío.
- Quizás yo podría ayudar.- Aren
se sobresaltó al escuchar la voz del hombre que salía de la casa. El comisario bufó
enojado y se fue dando de pisotones.
- Sashel Kur, a su servicio.-
Sashel era un hombre delgado, pero muy alto, con entradas de calvicie y grandes
ojos expresivos sobre ojeras y bolsas. Vestía un traje barato y constantemente
miraba sobre su hombro, como si esperara a un atacante sorpresa.
- ¿Trabaja para la policía?
- En cierto modo, policía
interna.- Aren no reconoció el título hasta varios segundos después y alzó las
cejas en sorpresa.- Sí, policía secreta es lo que todos dicen. El duque sabe de
su asignación, me pidió que sea su hombre de confianza.
- Podemos empezar por la
refraccionaria de tungsteno.
- Considérelo hecho.- Bram y
Afelina reaparecieron detrás de la carroza con miradas nerviosas y furtivas.
Sashel Kur hizo lo posible por mirar a otra parte, pero era obvio que no se
iría lejos.
- Esa loción no le queda muy
bien.- Dijo Aren con una sonrisa cómplice mientras caminaba a la carroza.
- No entiendo, es Aventura por
Granger.- Dijo Bram.
- No, le decía a Afelina. ¿Vamos
al hotel?
Sashel
trató de dominar la conversación, preguntándole acerca de la capital. Decía
pasar los veranos en Königsport desde que era niño, pero cuando Aren le
preguntó sobre el famoso edificio Franerung, Sashel afirmó haber estado ahí el
año pasado. Aren se hundió en el asiento y se dedicó a pensar, era obvio que el
policía secreto mentía. Franerung había sido el rascacielo insignia de la
cúpula, el poderoso grupo de industrialistas de Dunwich. El arquitecto, Barren
Franerung, decidió vencer al palacio real en altura colocando cuatro enormes
esculturas de bronce que sostenían un último piso, con tantas corrientes de
aire y baja temperatura que era realmente inútil. Las estatuas, sin embargo,
fueron colocadas descuidadamente y tras un, supuestamente accidental, choque de
un zepelín de carga, toda la estructura se había venido abajo. Aquello había
ocurrido hacía siete años. Lo que Sashel quería saber, se dio cuenta Aren, eran
los rumores de la sucesión. Los Van Drekker dejaban el trono y varias familias
reclamaban su derecho, una disputa que no podía quedar lejos de las intenciones
del polémico duque vampiro y su maquinaria política. Su padre se lo había
dejado claro desde que era niño, tras un vergonzoso desacuerdo con la policía
secreta durante su estancia en el ministerio del interior, “Aren, la policía te
lleva a una jaula desde la que puedes hablar con tu abogado y tu familia, los
matones te llevan a un sótano desconocido y dejas de existir, junto con las
leyes que permiten su existencia”. Aún así, Aren estaba forzado a admitir que
Sashel Kur, el espía del duque si es que era tal cosa, podía serle útil.
- No entiendo por qué darle
tantas vueltas al asunto.- Insistió Bram por quinta vez, cansando incluso a
Afelina.- ¿No es suficiente arrestar a Aldert Hane y llevarlo a la capital en
una carroza sin techo para que se tueste un poco?
- La amenaza debe ser
identificada, localizada, aislada y procesada.- Dijo Aren, con fastidio.- No
somos salvajes, todos tienen una oportunidad.
- Vaya manera de recitar el
protocolo, ¿seguro que eres policía?
- ¿Seguro que quieres saber?- Le
respondió Sashel.
La
promesa de un baño, algo de comida y ocho horas de sueño impulsaron a Aren
fuera de la carroza. En cuanto entró al edificio supo que algo no marchaba
bien. El recepcionista le reconoció de inmediato y señaló a los caballeros que
le esperaban en la enorme sala del lobby. Aren reconoció lo que estaba sobre la
mesa de la sala de espera, eran sus maletas. Gustavler Barsel, un vampiro
robusto, pálido como la cerámica, con pulidos colmillos superiores que
sobresalían de sus labios y un impecable traje de gamusa color melocotón se
levantó para saludarle. El sol ya estaba cayendo, pero sus ayudantes cargaban
una lámpara negra que seguramente usaron para trasladarlo desde su casa hasta
el hotel horas antes. La lámpara, poco más que una pantalla de cristal con el foco
negro, tenía una base de baterías a base de tungsteno con la que podía irradiar
oscuridad en un perímetro de varios metros.
- Esto es de lo más irregular.-
Se quejó Afelina Naria.- Si solicitaban una audiencia, debían venir primero a
mí, soy la pretoria y agregada del investigador Aren Terik.
- Es sólo una charla de
bienvenida.
- Con mis maletas, por lo que
veo.- Gustavler hizo un gesto para invitarle a sentarse y Aren se sintió
obligado a hacerlo. Pensó que si ya tenían sus calzones, lo mínimo que podía
hacer era sentarse unos minutos. Recordó una negociación donde un conocido
criminal le recibió en una sala con la cabeza de sus víctimas en picos, la
atmósfera es una parte integral de cualquier negociación. Aunque no veía lo que
Barsel podía negociar.- Gustavler Barsel, hermano del lord alquímico y patricio
Kol Barsel. Le conozco formalmente.
- Por favor, no me venga con
títulos. Renuncié a ellos al convertirme al vampirismo.- Bram quiso decir algo,
pero Aren le pidió silencio con un gesto.- Su elemento de seguridad es un
sospechoso de múltiples asesinatos. Un asesino a sueldo especializado en
vampiros. Me sorprende que se sienta necesitado de un hombre así, puedo
asignarle una escolta vampírica. Le aseguro tienen mejores modales, a menos que
nos considere monstruos como hace su mercenario.
- Bram Corrin fue contratado por
la corona. El rey no se equivoca.- La calculada frialdad de Aren impresionó a
Gustavler, quien se removió en su sillón, visiblemente incómodo.- Asumo que han
usado mis maletas para algo más que sostener sus tazas de café. Confío en que
mis camisas no fueron arrugadas mientras inspeccionaban mis papeles.
- Un hombre directo, me gusta
eso. Admito que hemos revisado sus papeles, nos pone nerviosos que un forastero
llegue a Arkham y permanezca únicamente entre cálidos. Es algo... injusto para
nuestra rica y colorida cultura. Ahora que sabemos que no es policía, sino que
trabaja para el departamento de Estado, estamos aún más preocupados. ¿Ha venido
a encontrar al culpable de tan lamentable crimen, o a evaluar a nuestra ciudad?
- He venido a ejecutar la
voluntad del rey. Llegaremos al fondo del asunto y el asesino será llevado ante
la justicia.
- Sí, pero ¿ante la justicia de
quién? Arkham tiene jueces vampiros, Königsport no los tiene. Un prisionero
vampiro, sucio y cansado del viaje ante un juez de la capital... Bueno, es
difícil creer que tendrá un juicio justo. Sé que existen muchos quienes nos
consideran una plaga, ¿eso piensa usted de nosotros? Le puedo asegurar que
somos una minoría perseguida y que si tenemos fuerza para defendernos es sólo
porque nos concentramos todos en la misma ciudad. El reinado podría caer sobre
nosotros un día, arrastrarnos de nuestros hogares y exponernos al sol para
quemarnos hasta las cenizas. Ése, mi estimado señor Terik, es el miedo de cada
hombre, mujer y niño allá afuera.
- Los vampiros sienten miedo, es
comprensible. Los humanos también, y es igualmente comprensible. Pero el miedo
no es una plataforma efectiva de gobierno. El miedo lleva al odio, el odio lleva
a la violencia y ésta lleva a la corrupción, a cuidarse de todo inclusive la
ley. Sin la ley, usted y yo seríamos animales. Nadie quiere ser reducido a un
animal, por tanto debe haber justicia.
- Ya veo... Nuestra cultura debe
ser... ¿cómo lo llama ese perverso Aleister Lovecraft? Ah, sí ya recuerdo, debe
ser reformada y reintegrada al mundo civilizado. ¿Acaso somos incivilizados? Le
invito a que nos visite, verá que somos ordenados, honestos y justos.
- No existe nadie llamado
“perverso Aleister Lovecraft”, usted se refiere al lord alquímico y rector del
Miskatonic Aleister Lovecraft. Su nombre lleva títulos, tal es su dignidad y si
quiere ganarse mis simpatías aprenderá a referirse a la nobleza por título y no
por escarnio. Y también aprenderá que es incivilizado revisar mis calzones.-
Gustavler se hundió en su sillón y el lugar quedó en un silencio sepulcral.
Habían subestimado la rectitud de Aren Terik, un error que siempre jugaba a su
favor.- Si desea asistirme en la investigación y mantenerse enterado le pediré,
como favor personal, que convenza a Aldert Hane a entregarse a las autoridades
para ser interrogado. Quisiera evitarme la molestia de los abogados.
- Sí, sí, claro que sí. Ésta
misma noche, el señor Hane es entrañable amigo mío y confío en que usted será
tan recto y propio en su interrogación como lo ha sido conmigo.- Aren se
despidió de Gustavler Barsel y nadie dijo nada hasta que se hubiera ido.
- Eres un depredador natural.-
Dijo Bram con asombro.
- Se metió entre mis calzones... Debe
haber límites. Me siento sucio, voy a bañarme.
- Apúrate, te quiero sacar a
pasear en lo que su alteza el señor Aldert Hane se decide visitar a la policía.
Tienes que conocer la ciudad en la que trabajas.
Aren
visitó el distrito vampiro de Arkham por primera vez en su vida y lo encontró
más misterioso de lo que había imaginado en un principio. La mayoría de los
edificios seguían siendo los mismos, pero era obvio que estaban habitados por
una cultura muy diferente. Los cambios fueron paulatinos, al principio, como
las ventanas de madera con innumerables agujeros en patrones geométricos o los
coloridos tapetes ventilándose al aire nocturnos desde balcones o techos. Luego
las farolas fueron cambiando, teniendo lámparas de muchos vidrios de colores.
Bram lo encontraba perturbador, pero Aren seguía sorprendido por la fascinación
vampírica por los colores. Los nuevos edificios se construían sobresaliendo a
la calle, de modo que fuera más barato tener lámparas negras durante el día.
Los nuevos edificios se alejaban de la estética capitalina, no eran edificios
de piedra con enormes rosetones o altos ventanales. Les construían de argamasa
y ladrillo blanco, con balcones de madera cerrados con puertas del mismo
material y pintados de muchos colores. La mayoría eran circulares, con
departamentos en espiral, un diseño que Bram asemejaba al de las madrigueras.
La población estaba claramente dividida por clases y gustos, los vampiros de
mayor estatus demostraban su dignidad vistiéndose como los cálidos, mientras
los demás usaban telas coloridas y cómodas. Entraron juntos al mercado, el
único lugar donde podían verse más de un cálido.
- Está mal visto ver cálidos de
noche o fríos de día.- Explicó Bram entre susurros.
- ¿Entonces cuándo se conocen?
- ¿Y quién quiere conocerlos?- Aren
estaba a punto de decir algo más, pero Bram se detuvo de golpe y señaló al
grupo de vampiros harapientos en una esquina, frente a una tienda de especias.
Los vampiros eran calvos, andróginos en el sentido que era difícil diferenciar
machos o hembras, pero sin la belleza que frecuentemente se le adjudica a ese
término. Tenían largos colmillos frontales, en ocasiones más largos que su
mentón. Sus dedos eran igualmente largos y no parecían capaces de mantenerse
erectos.- Las ratas, esos son los peores. Son estúpidos, y a veces toman
decisiones estúpidas. No provienen de purasangres, sino de las líneas de sangre
más sucias y son hechos parias. Nadie los quiere, pero no los puedes
eliminar... no entiendo las leyes.
- ¿Son violentos?
- En ocasiones. Muy sensibles a
la luz, los más lerdos viven en manadas y eso lo hace peor. El ajo e incluso el
agua puede causarles graves reacciones alérgicas. Cada vez que ese Gustavler
Barsel hable de su hermosa cultura, tú recuerda a las ratas. Parias incluso
entre su gente, y que no te engañen, son unos aristócratas de lo peor. No en el
buen sentido, sino en su clasismo. Viven como abejas, los trabajadores y los
pura sangre. Cada vampiro puede tener a su cargo hasta ochenta vampiros más
jóvenes. ¿Quieres adivinar cuántos días de trabajo han tenido los Hane o los
necromantes famosos?
- Llenándole la cabeza de
prejuicios, por lo que veo.- La voz sobresaltó a ambos. Aren se quedó
petrificado, era una mujer corpulenta pero muy atractiva. Vestía como en una
gala, aunque con algo más seductor que los tímidos escotes de Königsport.
Peinaba su largo cabello en una complicada trenza y usaba un pañuelo colorido
sobre él.- Buenas noches, mi nombre es Brigita Hane.
- Hermana de Aldert Hane.-
Concluyó Bram, avergonzado de admirar su belleza.
- ¿Ha visitado nuestra cripta
azul?
- No, me parece que no.- Brigita
mantenía sus manos al frente, tomando sus guantes de encaje y con un modesto
movimiento le indicó que le siguiera fuera del mercado.- Es un lugar
silencioso.
- Pocos vampiros disfrutan el
ruido, nuestros oídos son muy sensibles.- Aren señaló las tiendas con carpas en
la parte exterior del monumental mercado de piedra, con cúpulas de alabastro y
ámbar. Las tiendas exteriores, en su mayoría de cálidos, vendían comidas
preparadas.
- No sabía que comieran otra cosa
que sangre.
- Los purasangre podemos darnos
ese lujo. Los demás lo consumen a su propio riesgo... Nuestros sistemas
digestivos no están acostumbrados. Por eso la venden preparada, porque nadie
cocina y una ensalada o un souflé puede durarnos días. La mayoría solo se lo
pone en la boca y lo escupe.- Bram se removió incómodo, imaginando las
escupideras en la mesa.- Los cálidos y los fríos ya vivimos juntos, pese a lo
que nuestros fundamentalistas quieran dar a entender. ¿Sabía usted que un
cálido puede vivir como un secretario de clase media capitalino tan solo
vendiendo su sangre?
- Tiene sentido, ¿pero a nadie se
le antoja ir directo a la fuente?
- ¿Bromea? Es un delito
perseguido por la muerte entre nosotros. Un cálido muerto equivale a cincuenta
litros de sangre o más. Algunos hablan de la unión mística en chuparle sangre a
un cálido, pero se equivocan. No hay nada de místico en arrancarle la garganta
y devorar su sangre.
- Lo dice con una normalidad que
llama la atención.- Fue lo único que Aren se atrevió a decir. Incluso sin
haberla tocado sabía que podía partirle en dos si se lo proponía. Entendió el
miedo de Bram, y de muchos cálidos, viviendo rodeados de criaturas con inmenso
poder.
- Mire, la cripta azul.- Aren
quedó boquiabierto. La cripta era un edificio, grande como una manzana,
construido circularmente con cuatro cúpulas laterales y una cúpula más grande
de color azul. Reconoció el costoso lapis lazuli en el techo y el oro de la
junturas de los mosaicos.- Somos un pueblo muy religioso, señor Terik. Nuestros
necromagos son hombres santos para nosotros, al menos algunos. Hombres y
mujeres sabios que predican nuestra fe y nos ayudan a convertir y alimentar a
los neófitos.
- Y producir zombies, homúnculos
peligrosos, llamar banshees y afectar las mentes de los vivos.- Añadió Bram
Corrin.- Por eso son ilegales en la capital y mal vistos en todas las demás
ciudades.
- ¿Y usted en qué cree?- Brigita
evitó a Bram y siguió hablando como si nada.
- Creo en Cthulhu, padre de toda
vida, rey supremo de todas las almas. Nuestro maestro y juez. Y creo en la
condenación de las almas impuras en el festín de la muerte.
- Una visión muy negativa de la
muerte. Nosotros creemos en Magra, diosa de la muerte que da vida a los cálidos
con un hilo fino y fácil de romper. Es la madre de cuyo pezón maman la vida.
También es la maestra de los muertos y nuestra guardiana.
- La muerte es natural, pero no
parece natural seguir existiendo después.
- ¿Existiendo? No, señor Terik,
nosotros vivimos. Tenemos alma, sólo que habita en el mundo de sombras y por
eso nuestros cuerpos son fríos.- Tomó las manos de Aren e instintivamente
guardó la respiración. Las manos de Brigita estaban frías, muertas por completo
aunque se siguieran moviendo. Era su primer contacto con un vampiro y estaba
seguro que lo recordaría por el resto de su vida.- Es otra vida, sin duda, pero
es vida. Una sin el filo hilillo, inmortal.
- La inmortalidad puede alterar
el modo en que las personas piensan... Darse mayor autoridad sobre la vida y la
muerte de otros.- Brigita bajó la cabeza y soltó sus manos.
- Se refiere a Bors Naslin y a su
hermana.
- Y a su pequeño sobrino y a su
cuñado.
- Es lamentable, un retroceso
para nosotros. Se convierte en otra razón para ser odiados y temidos. Supongo
que quiere saber mi coartada, después de todo los Hane seremos los principales
sospechosos.
- Ahorraría tiempo.
- Atendí una gala. Se abrió un
nuevo banco de sangre, hizo felices a muchos cálidos y fríos por igual. Puedo
responder por los Braner, Naren Vitril, Lazlo Tamir y los Garren.
- ¿Y por su hermano?
- No, no puedo.- Dijo, con cierta
vergüenza.- Pero sé que él no fue. Venimos de una buena línea de sangre, no
arriesgaría el estatus que eso conlleva por una querella legaloide.
- ¿Y qué tal los vampiros que
entran debajo de ustedes, en su propia línea de sangre?
- Veo que le han repetido los
viejos rumores falsos.- Dijo Brigita, mirando a Bram quien se limitó a sonreír
y posar su mano sobre su enorme revólver.- Las líneas de sangre son
fundamentales, todos los vampiros sienten una conexión especial por aquel que
le convirtió y aquel que convirtió a su maestro, y así sucesivamente hasta el
pura sangre de su clan. Esa conexión no es esclavitud, los vampiros tenemos la
capacidad de decidir nuestro destino.
- Sí, pero los de hasta abajo
trabajan día y noche, los de hasta arriba viven como aristócratas.
- Eso es mientras aprenden la
filosofía de nuestra cultura, y en nada discrepa del clasismo de los cálidos.
Si acaso, es un clasismo que no se sostiene sobre el dinero, sino sobre la
refinación de las pasiones. La piedra angular de la filosofía de Magra.
- ¿No encuentra el peligro
inmediato?- Preguntó Aren, pensando más como empleado de la secretaria de
estado que como agente investigador.- Los de abajo pueden decidir un día que no
necesitan a los de hasta abajo. ¿Y por qué no? No es como si compartieran una
mente como colmena. Una revolución vampírica podría alterar todos esos
refinados principios y conducir a un frenesí de hambre.
- Entiendo lo que dice, el miedo
de los mortales por ser desplazados de la cadena alimenticia. ¿Es tan terrible
creer que sus vidas son vulnerables? Siempre lo son, son mortales. Y es más
sorprendente viniendo de un cultista, ¿acaso no sus dioses podrían devorarnos a
todos de un momento a otro?
- Agradezco la honestidad.
- Mi hermano ha decidido cooperar
con ustedes. Confío que todo se llevará a cabo conforme a la ley. Mi único
interés es evitar el baño de sangre.
- Suena segura de ello.
- Usted también debería estarlo,
a menos que peque de inocencia.- Brigita se despidió y desapareció entre la
muchedumbre.
- Interesante coincidencia, que
se topara con nosotros cuando Gustavler descubrió que trabajas para el Estado.
Menudo espía del duque.
- ¿Gustavler? No, él no es un
espía del duque. Ese es Sashel Kur, y no me sorprendía si nos vigilase ahora
mismo. No, Barsel dice amar al duque pero ahora mismo es su peor enemigo.
- Me perdiste.
- Es un legalismo oscuro y poco
utilizado, pero se ha puesto en práctica anteriormente. Más recientemente en
Dunnwich. Si la corona determina que el ducado está fuera de control, el duque
pierde su poder político y el sistema de patricios entra a controlar el
territorio. Gustavler ya no será patricio, pero su hermano Kol lo es, y juntos
gobernarían todo el ducado. No, Gustavler quiere susurrarme en el oído, ponerme
nervioso de sus insinuaciones. Veamos si cumplió su sorpresa de entregarnos a
Aldert Hane, y veamos que otros trucos tiene guardados.
A
la mañana siguiente Sashel Kur apareció en la puerta de la habitación de Aren.
Le entregó una nota firmada por Gustavler Barsel pidiendo disculpas, no había
podido localizar a Aldert para entregarlo a la justicia pero prometía llevarle
sin demora. Aren suspiró fastidiado, y entonces le dio la buena noticia, le había
conseguido la máquina refraccionaria de tungsteno que había pedido. Aren,
Sashel, Bram y Afelina se reunieron en la escena del crimen nuevamente, los
cuerpos habían sido retirados pero la sangre no había podido ser lavada del
todo. La refraccionaria tenía una forma circular y semi-piramidal con una larga
manguera de cuero y un motor a vapor que libera el gas en el interior del
cuerpo de la máquina. Usando una máscara Aren accionó el motor de vapor y la
máquina comenzó a toser el tungsteno y llenar la sala de un humo azul. En la
niebla se formó una figura, la del asesino. Su cuerpo estaba desnudo,
presentaba moretones y cortadas en la piel, estaba calvo, demasiado flaco y con
brazos y piernas anormalmente largas. No era un vampiro.
- Es un ghoul.- Dijo Aren,
mientras que la criatura despedazaba al fantasma de sus víctimas con una
ferocidad increíble.
- Qué lástima.- Dijo Bram.-
Estaba tan seguro que habría sido un vampiro... Aunque un vampiro podría
haberse hecho de un ghoul, es factible.
- Es cierto.- Añadió Sashel.- Los
necromagos podrían hacerlo. Si se les sabe manejar son dóciles e incluso
dispuestos al suicidio. Lástima que no tenemos una identidad. No habría servido
en la corte, pero te habría dado un inicio.
- Y lo tenemos. Sabemos que el
autor intelectual estuvo en un cementerio, a lo mucho un día entero antes de
los asesinatos. Lo habría hecho de día, eso limitaría a los testigos vampiros,
pero dudo que los cementerios en Arkham estén sin supervisión en cualquier
momento del día.
- El cementerio más grande, que
todavía tiene problemas de infestación de ghouls es el Farrenir.- Dijo
Afelina.- Ahí debemos buscar.
El
cementerio de Farrenir, del otro lado del Miskatonic, funcionaba más como
complejo de departamentos que como última casa de reposo. Bram desenfundó su
enorme rifle de la espalda y le mostró las rejas del cementerio a Aren. Le
explicó de la temible revuelta del cementerio de hacía diez años, cuando un
reducido grupo de necromagos fueron incapaces de someter a más de cien
renacidos. Los renacidos, voraces y furiosos, aprovecharon la protección de las
luces negras para avanzar hacia la ciudad. Aren pensaba que Bram hablaba
orgullosamente, sobre todo al tratar de calcular cuántos vampiros había
eliminado con su preciado rifle de cuatro barriles, pero al ver su rostro
detectó un miedo demasiado humano, producto de terribles recuerdos. Su
expresión nunca cambió dentro del cementerio.
- Le mandé un telegrama a
Bromira, es la cuidadora del cementerio.- Explicó Afelina, señalando a la mujer
vestida de traje que avanzaba hacia ellos con una enorme sonrisa.- Desde la
revuelta los cuidadores han sido siempre cálidos, una de las concesiones que
conseguí sacarles.
- Buenas tardes y bienvenidos. El
telegrama no decía mucho, pero imagino que usted debe ser Aren Terik, el
investigador.- El cementerio estaba dividido en una cuadrícula de calles
polvosas, se componía de tumbas y criptas. Aren se sobresaltó al escuchar los
ruidos desde las criptas, en todas ellas había algo semejante a la vida,
siseando y jadeando.- No se asuste, no hay nada que temer. Las luces negras
están prohibidas y todos ellos morirían antes de alcanzarle.
- Gracias, eso calmaría a
cualquiera. ¿Por qué están ahí?
- Son recién nacidos, no pueden
contener sus deseos por sangre. Si les dejáramos ellos comerían cadáveres y
envenenarían su sangre, condenándose a una existencia animal. Hay mucho cuidado
detrás de cada uno de ellos, y sólo se permiten dos recién nacidos por
criptas.- Aren señaló a un grupo de cinco hombres que cargaban una especie de
tienda, para que un vampiro visitara las criptas. El hombre parecía oler a
través de las puertas metálicas y les tiraba sangre desde un cubo.- Necromagos,
se arriesgan mucho en lo que hacen. Vale la pena, se lo aseguro, ¿sabía que con
las modernas técnicas la tasa de vampiros de primera clase ha ascendido al 78%?
Y no ha habido ni un solo vampiro de tercera clase desde hace mucho.
- Sí, y tampoco nos dejan cazar a
los de tercera o cuarta clase que encontremos en las calles.- Se quejó Bram.-
Dicen que siguen siendo personas, pero esos moralistas no les han visto comiéndose
mutuamente cuando el invierno llega y se agotan las ratas en las cloacas.
- Mejor vayamos al grano. Estamos
buscando a un ghoul, o mejor dicho, a alguien que sacó a un ghoul del cementerio
para cometer homicidio múltiple.
- Sí, lo leí en el periódico, es
terrible.- Bromina les llevó a través de algunas calles hasta una tumba que
había sido removida, la placa de mármol estaba corrida y la tierra alrededor
parecía cavada.- Son como topos, difíciles de eliminar. El especialista
considera que ésta tumba es el epicentro, por eso la abrió. Mire la manera en
que el ataúd está roto, como por una rata. Hay docenas de túneles debajo de
nosotros, pero le puedo asegurar que nuestros necromagos son expertos
calificados y todas sus actividades están calendarizadas. ¿Les gustaría ver el
registro?
- Sí, por favor.
Aren se detuvo en seco
y prestó atención. Escuchó un siseo, como había estado oyendo desde que
llegaran, desde una cripta cercana. Al principio no entendió por qué se había
detenido, no podía escuchar lo que era diferente de este siseo a los demás. El
grupo se detuvo en la esquina, no le habían notado. Aren se acercó a una cripta
cercana, un edificio de mármol con suficiente espacio para dos o tres ataúdes y
lo escuchó de nuevo. Podía distinguir palabras entre el siseo del recién nacido
hambriento y salvaje. La puerta de hierro, reforzada por tres gruesos barrotes
de seguridad, presentaba abolladuras realizadas por un ser de increíble fuerza,
y con agujeros delgados para dejar entrar algo de luz. Aren se acercó un poco
más a la puerta, ahora a cuatro pasos de distancia, mientras que Bromina
trataba de disuadirle de alejarse en los mejores términos posibles. Las
palabras eran más claras ahora, y le parecía escuchar su nombre en ellas. La
mera idea le erizó la piel, pero se encontró incapacitado mentalmente para
alejarse, una obsesiva curiosidad se había hecho de su voluntad.
- Al caer la noche...- Dijo la
voz, detrás de la puerta.- llegó al caer la noche... Necromago... Vino por el
ghoul y tenía las amarras de cuero para meterlo a una jaula... Para
someterlo... Aren, vino por él... Vendrá por ti.- Acercó la cara a la puerta,
viendo a la penumbra a través de los agujeros. El vampiro se lanzó contra la
puerta, asustándole de muerte y por un breve instante pudo ver sus alargados
colmillos bañados de sangre.
- Estoy bien, estoy bien.- Aren
se sacudió el susto y trató de hablar con normalidad.- Parece que alguien más
ha estado sacando ghouls.
- Imposible, el último registro
fue la semana pasada y...- Bromina se mordió el labio y miró hacia el cielo,
como si el cielo de tarde fuera su refugio.- Me acabo de acordar, alguien violó
la seguridad, tuvimos un intruso, pero le aseguro que no tenía ni idea que...
- Sí, ya es algo tarde para eso.
Acompañados
de disculpas y promesas salieron del cementerio y un policía les interceptó
antes de llegar a la carroza con un mensaje del comisario Davros Kelter, Aldert
Hane se presentaría a la comisaría del distrito de Valmer al caer el sol. Aren
extrañó los carruajes de vapor, típicos de Königsport, pero admitió que había
cierta belleza y orgullo en la ciudad de Arkham, pues lo que la ciudad no tenía
en altura e innovación tecnológica, lo tenía en su atención al detalle y su
interminable comercio. De hecho, lo único que sabía del comercio de Arkham
antes de su viaje estaba resumido en la expresión capitalina que la corona
perdida de la familia Traner aparecería cambiando de manos en uno de los doce
mercados de Arkham.
Aren
no habló durante el trayecto, entre las bulliciosas calles nocturnas de Arkham
cuando los vampiros salen a trabajar y los cálidos se retiran a dormir,
tratando de imaginar cuál sería el movimiento de ajedrez de los Hane. Brigita
parecía marcar una distancia con su hermano, pasando la oportunidad de
compartir su coartada con él, empresa fácil de sostener teniendo en cuenta que
todos en la gala le apoyarían. Cabía también la otra posibilidad, que Brigita y
Aldert decidieran jugar en dos bandas, tratando de protegerse. Todas las
especulaciones se detuvieron de golpe, junto con la carroza. Los caballos
relincharon y se removieron asustados, se encontraban rodeados de casi mil
vampiros furiosos. Bram preparó la escopeta y le hizo una seña a Afelina para
que se agazapara en el asiento, sólo por si acaso.
- Vengan conmigo.- Sashel Kur
abrió la puerta y se asomó dentro. Estaba tenso, su rostro parecía fijo como la
madera.- Tenemos una situación. Aldert Hane muestra su músculo político.
- ¿Quieren que sea liberado?
- Sí, pero no de la manera que tú
crees Aren. Todos estos vampiros han venido a confesar el delito. El comisario
debió soltar la sopa, todos juran haber sacado un ghoul del cementerio
Farrenir.
Sashel
Kur levantó su placa que le acredita como policía político y con eso consiguió
que al menos les dejaran pasar. Aren se recordó a si mismo que estaba demasiado
joven para la misión, y demasiado asustado. Los vampiros se veían distintos de
cerca, furiosos y peligrosos. Podía sentir las miradas, y aún más perturbador,
el olfateo. Estaba vulnerable, rodeado de monstruos que podían oler su miedo y
lo celebraban, a punto de interrogar al principal sospechoso, quien también era
el ciudadano más famoso de la comunidad vampírica. Encomendándose a la corona y
a Cthulhu se aferró del saco de terciopelo rojo de Sahel y avanzó casi a ciegas
hasta el edificio. La policía tuvo que meter a Bram, para evitar que golpeara a
una vampira que le dio un jalón al cabello de Afelina. El comisario escoltó a
Aren hasta su oficina, donde Aldert Hane le esperaba con una copa de sangre
fresca. Aldert era un hombre alto y distinguido, con una pequeña nariz y unas
cejas abultadas. Podía ver la similitud con su hermana, además de su propia
vanidad. Aldert, como toda la naciente
aristocracia vampírica, perfeccionaba cada gesto como una obra de arte y
hablaba con lentitud y paciencia, pues después de todo tenía siglos de vida por
delante. Aren Terik se quitó el saco de terciopelo, para darse tiempo de
calmarse, los gritos de protesta podían ser escuchados por la ventana. Se alisó
la camisa y se encendió un cigarro, dándole la espalda para que no viera sus
temblores. Aldert recitó un poema de un poeta vampiro que Aren no escuchó y
tomó asiento en el diván como si fuera una entrevista para el diario.
Aren
Terik, quien había aprendido de la negociación con los piratas fantasma, le
mostró a Aldert que no tenía apuro, ni duda alguna que conseguiría lo que
buscaba. Se sentó en el sillón del comisario, para que Aldert no viera cómo
movía las piernas nerviosamente. Suspiró aliviado y se sirvió un vaso de
cognac. Habló sobre el cognac de Königsport, de los vinos de Dunnwich y del
nuevo reloj hidráulico que había sido instalado en la universidad del
Miskatonic, temas que Aldert manejaba tan bien como él. Aren estaba seguro que
Aldert podía matarlo ahí mismo y seguir contoneándose como un cisne, aunque eso
no lo hacía culpable del múltiple homicidio. Cuando Aldert cambió de tema para
elogiar a la intelectualidad vampírica, Aren sonrió como si le presentaran un
regalo. Se dio cuenta que todos esos trajes caros, ese conocimiento de la vida
fina y toda esa cultura de libros eran un desesperado intento por sofocar a la
bestia hambrienta y furiosa que latía en su interior. Por una vez agradeció a
los sacerdotes del culto por haberle hecho un creyente consumado en el sumo
sacerdote Cthulhu y su sabiduría.
- Bors Naslin tenía varios
procesos en su contra, ¿eran siete o diez? Desde conversiones forzadas,
crímenes pasados durante las revueltas, hasta traición, falsificación de firmas
en documentos legales y sobornos. Naslin era un enemigo, en toda la extensión
de la palabra. ¿Sin él o su dinero, o el de su cuñado Morkai Hulbren, cómo
podrían continuarse esas demandas?
- ¿Por qué me molestaría con
alguien como Bors Naslin o Morkai Hulbren?- Preguntó lanzando un delicado gesto
hacia el aire, sus dedos como hojas de otoño flotando sobre él.- No eran nada.
- Precisamente porque son nada
para usted, o eran. Cuando alguien es reducido a un cero, a una nada, ¿acaso no
es más fácil de aplastar? Es un argumento recurrente, y válido, de la comunidad
vampírica.- Antes que Aldert dijera otra cosa Aren apoyó ruidosamente su bebida
y le señaló en silencio.- Pero nada de eso importa, porque podemos dejar atrás
todo el asunto en cuanto me diga dónde estaba la noche del crimen.
- Me resulta un tanto...
Desagradable, tener que hablar de esas cosas. Además, ¿no escucha lo que
gritan?- Era imposible no escuchar el “yo soy culpable” que era cantado en coro
por los manifestantes en la calle.- Su culpable está ahí, no aquí.
- ¿Es su manera de decirme que no
tiene coartada?
- ¿Quién sabe? Quizás sí, quizás
no.
- ¿Señor Terik?- El comisario
Davros se asomó y le hizo una seña para que se acercara. Aren no protestó, era
obvio que Aldert disfrutaba su momento de atención con la confianza de quien
sabe que hay al menos cien personas
dispuestas a sacrificarse por uno.
- ¿Qué ocurra?- Davros lo llevó a
la sala de estrategia, donde esperaban Bram y Sashel.
- Se está saliendo de las manos.
El prisionero está bajo nuestra custodia y creo que es necesario aprovechar eso
y moverlo.- Antes que Aren pudiera protestar o darle por su lado, los vampiros
comenzaron a lanzar tabiques contra las ventanas.
- Se acabó, esta noche lidio con
ellos si ustedes no lo hacen.- Bram se levantó del sillón de golpe y asomó su
escopeta de cuatro barriles por la ventana.
- Gracias comisario, denos un
momento. Bram deja eso, es lo peor que podrías hacer en este instante.- Aren se
relajó masajeando sus sienes. Lo había hecho antes, con los criminales de
guerra en la batalla por Dunnwich, y podía hacerlo de nuevo si no sucumbía a
sus propias inseguridades.- Está bien, necesitaremos cuatro carrozas viajando a
distintos puntos.
- Concuerdo.- Se apresuró
Sashel.- Todas tapadas, todas con alguien adentro y nuestro sospechoso en
alguna de esas. ¿Le aviso al comisario?
- No, será mejor que esto quede
entre nosotros. La información contenida siempre es más reveladora. ¿Dónde
puede ser llevado?
- La estación en Tremika, queda
en el distrito industrial y será más fácil esconderlo ahí.
- ¿Y cómo lo hacemos?- Preguntó
Bram, mirando hacia los violentos manifestantes a través de la ventana.
- Yo me encargo de Aldert,
ustedes consigan a los cocheros.- Aren regresó a la oficina del comisario y le
sonrió a Aldert, quien no parecía haberse movido en todo el tiempo.- Es un
hombre muy querido, señor Hane. Sin embargo, me temo que tendremos que
continuar esta pequeña charla en un lugar más... cómodo. Venga conmigo, si es
tan amable.
Aren
y Aldert bajaron al establo de la policía, Sashel y Bram terminaban de
explicarle la misión a los cocheros de la policía. Subieron a tres patrulleros
en las otras carrozas tapadas y le dieron instrucciones específicas a cada
cochero, sobre todo al de Aldert Hane. Aren le pidió al comisario que alejara a
los manifestantes con mangueras de agua, para permitirle a las carrozas salir a
la calle. Los manifestantes persiguieron las carrozas, tratando de detenerlas y
abrir las puertas trabadas con llave, pero los uniformados consiguieron
aplacarlos con sus macanas rociadas de ajo. Aren sabía perfectamente que Aldert
se estaría muriendo de risa, burlándose de él por caer en su juego, pero no le
importó, pues al menos ahora tenía cierta idea de cómo era el célebre Aldert Hane.
Aren
decidió esperar al menos una hora, para no ser seguido por los manifestantes
que aún daban de vueltas al edificio. Acompañado por Sashel esperaron en la
calle, fumando en silencio y observando a quienes les vigilaban. Davros llamó
su nombre a gritos y le mostró los telegramas en cuanto regresó al edificio.
Davros lo arrastró a su carruaje de vapor, uno de los pocos en la ciudad, y los
fue leyendo en el viaje. Una emboscada de vampiros había conseguido liberar a
los caballos y tumbar la carroza de lado. Las puertas habían sido abiertas
usando picos y machetes, el cochero permanecía en coma por la golpiza. Los
últimos notificaban de los disturbios y la ominosa confirmación de aceptación
de protocolo.
- ¿Qué quiere decir eso?-
Preguntó Aren, mientras Davros hacía trabajar al máximo al motor de vapor de la
parte trasera y rebasaba a las carrozas comunes.
- El protocolo fue impuesto desde
la revuelta del cementerio por el duque. Básicamente estipula que más de veinte
personas protestando mediante la violencia y cometiendo al menos un delito
grave en flagrancia, como destrucción de propiedad privada, violencia contra
civiles o robos, entonces la policía puede y debe usar toda la fuerza para
contener el disturbio y eliminarlo.- Davros golpeó el volante en frustración.-
Debí permitir el protocolo el segundo que empezaron a lanzarnos tabiques.
- Imposible, eso sólo lo habría
agravado. No, Aldert quiso que esto pasara.
- Pues tendrá que vivir con las
consecuencias.- Dijo, señalando hacia el ruido de disparos y sirenas de
bomberos.
Davros
Kelter detuvo su coche de vapor a dos cuadras del sitio y corrieron entre los
vampiros que huían asustados. Aren se detuvo en la esquina y no pudo evitar
agazaparse contra la puerta de mosaicos de una casa. La policía usaba rifles de
aire con largas estacas dentadas, para maximizar el dolor, y potentes rifles
con perdigones de plata para destruir el corazón y gran parte del pecho en el
proceso. Aren había estado ahí la noche anterior, maravillado por el colorido
de sus mosaicos con patrones geométricos, con sus telas de colores y cómodos
tapetes colgando de ventanas y balcones. Ahora todo era opaco, repleto del
hollín del incendio que los bomberos terminaban de ahogar. Petrificado de miedo
era incapaz de gritar de miedo, o de indignación o de rabia. Su expresión, se
dio cuenta con horror, era la misma que la de los vampiros que observaban todo
desde lejos. Bram le arrastró de golpe y preparó la escopeta para protegerle,
había viajado a caballo detrás del carro de vapor y no dejaba de regañarle por
haber dejado a su escolta detrás.
- ¡Maldita sea, el duque tendrá
mi placa en su desayuno mañana mismo!- Gritaba el comisario, rojo de furia
mientras detenía los disparos y contaba los cuerpos. Aren siguió a Bram hacia
el epicentro de la trifulca. Caminó sobre los cuerpos de los vampiros, la
mayoría no estaban en una sola pieza y todo estaba acompañado de los gritos de
miedo y tristeza en todo el distrito. Se encontró a sí mismo sorprendido de un
detalle, que en contexto era banal, los cuerpos sangraban muy poco y lo que más
había en el suelo no era sangre, sino perdigones y pólvora.
- Liberaron a Aldert Hane.- Dijo
Aren, señalando la puerta abierta de la carroza. ¿Había hecho lo correcto en
confiar en Sashel Kur? Después de todo, esos vampiros no habían salido de la
nada y los demás carruajes no habían sido molestados.- Hijo de perra.
- Y no se equivoque señor Terik,-
dijo el comisario apuntándole al pecho.- ésta noche Aldert Hane controla Arkham
con su puño y si él lo desea, la ciudad arde.
- No es seguro estar aquí Aren,
regresemos a la comisaría.
- Hijo de perra...- Se dijo una y
otra vez, mientras que recuperaba el cuerpo de un vampiro muy joven, de entre
una montaña de cuerpos. Sabía que los vampiros envejecían muy lento, que quizás
el muchacho, de apariencia de 13 años, podía tener 80, pero su rostro juvenil y
delicado, incluso con sus largos colmillos, no dejaba de simbolizar la
inocencia que Aldert Hane había utilizado para sus propios motivos.
- Vamos Aren, no estaba vivo
realmente.
- ¿No estaba vivo? Por todo lo
que sabemos este muchacho deseaba, amaba, odiaba y ponía su fe en personas como
Aldert Hane. Estaba vivo Bram, y aunque esos policías dispararon, fue Hane
quién lo mató.
- Y responderá por todo, pero
ahora mismo debemos irnos. Los vampiros atacarán de nuevo, te lo aseguro. No
quieres ver eso.
Aren
se acomodó en la oficina del comisario, pero no quería dormir. Escuchaba los
telégrafos de todo Arkham, reportando incendios y otros disturbios. La tensión
era más peligrosa de lo que había pensado, quizás más de los que Königsport
creía. Hane podía creer que eso era bueno, pero Aren sabía que la corona no
tenía paciencia para Arkham, mucho menos cuando la ciudad se desquicia sólo
porque un ciudadano que tiene la oreja del duque se presenta voluntariamente a
una entrevista de la que sabe saldrá impune sin problemas.
- Aren, tienes que ver esto.-
Bram le despertó de sus meditaciones y con un gesto le sugirió que le
acompañara. Aldert Hane y una corte seguidores, acompañado de su necromago
Lazlo Tamir, se presentaron voluntariamente ante el enorme escritorio del
sargento, en la entrada.
- Traté de detener a los
indignados, pero la policía decidió recurrir a la violencia, muy lamentable.-
Aren cerró los puños, pero se recordó que tenía una misión que cumplir.
- Vengan conmigo.- Llevó a Aldert
y a Lazlo Tamir a la oficina de Davros Kelter y cerró la puerta tras él. Lazlo
Tamir era un vampiro de apariencia anciano, vestido con ropas ceremoniales de
algodón colorido, con tatuajes simétricos en su rostro que daban la apariencia
de un murciélago, o quizás un hipnótico mapa de espirales y líneas.
- Le presento a nuestro
necromago, Lazlo Tamir. Ha sido el consejero espiritual de mi familia, y la del
duque, por muchos años.- Lazlo le miró de arriba para abajo y lo oteó. No le
ofreció la mano, ni lo hizo Aren. Se asomó por la ventana, la muchedumbre ya
había desaparecido, pero a lo lejos los incendios brillaban contra el cielo
nocturno.
- Ya no trajo a sus matones,
gracias por hacernos el incalculable honor de sentarse en el diván sin
desquiciar Arkham. La corona se lo agradecerá por siempre.- Aren bufó e
interrumpió a Aldert con un gesto, ya no estaba interesado en sus discursos y
era hora que Hane lo supiera.- Sólo quiero saber coartadas, ¿el señor Hane
pensó en alguna?
- Mire señor investigador...
- Sea específico, la corona no
tiene paciencia.
- No, no tengo ninguna.- Dijo
Aldert en un tono desafiante que empezaba a quebrarse. Sus elegantes modismos y
su paciencia habían desaparecido.
- Ya veo, ¿usted señor Tamir?
- Preferiría ser interrogado por
un vampiro.
- Será interrogado por mí, en
Arkham o en Königsport. La decisión es suya.
- Vaya modales.- Lazlo se sentó
erguido y escribió en el aire con la larga uña de su dedo índice. Aren reconoció
el gesto, una vieja maldición típica de necromagos que podía resumirse en una
venganza nocturna y muy sangrienta.- Aldert me convenció de venir, insistía en
su rectitud y paciencia, pero ahora veo que fue engañado.
- Tanto como Bors Naslin odiaba a
Aldert, le odiaba más a usted. De hecho, según mis expedientes, Bors siempre
señaló la corrupción de los necromagos ricos y poderosos, así como su filosofía
fundamentalista de convertir a toda la población humana. Dejando, por supuesto,
algunos cientos de mortales para tenerlos en granjas. La corona no podría estar
más... preocupada por semejante visión del mundo. Las palabras traición y
castigo ejemplar han sido usadas en más de una ocasión. De modo que le urjo a
que lo piense bien y me dé una respuesta sensata. El señor Hane insiste en
hacerse al misterioso, quizás dejar que sus seguidores hagan de chivos
expiatorios, pero usted podría sentar el ejemplo. No olvide, Arkham es un
ducado grande, pero el reino es mucho más vasto que esta colorida y folklórica
ciudad.
- Claramente su intelecto es
superior al de cualquier vampiro.- Dijo Lazlo con una sorna pedante.- Es inútil
resistirse a su línea de pensamiento... Yo maté a Bors Naslin y a los demás. No
hace falta martirizar al pueblo humilde amante de la paz, si la corona busca un
chivo expiatorio entonces seré ese. Arrésteme.
- ¿Cómo lo hizo?
- ¿Qué diferencia hace? Me
escabullí en su casa y despaché a todos.
- Salgan de la oficina, no me
insulten a mí, ni insulten a la corona. Los quiero fuera, ¿qué están esperando?
Lárguense a contar su dinero y mofarse de nuestro reino.
- Pero...
- ¿Creía que iba a arrestarle? No
pienso tener un disturbio entre manos, quizás una revuelta organizada sólo
porque ha decidido empujar su agenda política mediante este sanguinario crimen.
Un vampiro no mató a esa familia, pero usted ya lo sabe. Por eso confesó de una
manera que le sacaría del embrollo en menos de una hora con uno de sus costosos
abogados y le costaría a Arkham un baño de sangre.
Aren
prácticamente les echó del edificio y esperó unos minutos para estallar de
rabia. Todo había salido mal. Su investigación de bajo perfil ya no era de bajo
perfil, y sus errores habían costado vidas humanas. Era una prueba, de la
secretaría de Estado y de la crema y nata de Arkham, de la que no estaba muy
seguro de poder pasar. Bram le escoltó hasta su hotel y tiró a la cama con la
ropa puesta. Era imposible que no soñara, el olor a pólvora le había
atormentado el resto de la noche y la imagen de los cuerpos tirados le
perseguía cada que cerraba los ojos, incluso para pestañear. Soñó con el
distrito vampiro, con sus puertas de mosaicos, sus mamparas de madera en
elegantes balcones, con sus lámparas de vidrios de colores en las farolas y la
masa humana, fría como los muertos pero semejante a la masa humana de los
cálidos, que trabajaban, compraban, vendían y se paseaban. Soñó con Brigita
Hane y con su hermano Aldert, pero fue con el olor de Brigita con el que se
despertó. Su aroma de perfume había reaparecido como un espectro, haciéndole
recordar a sus sacerdotes del culto de Cthulhu insistiendo en la importancia de
los sueños como materiales proféticos y mientras desayunaba en su dormitorio se
preguntó si había soñado con Brigita y su aroma porque la deseaba, o porque
Cthulhu le advertía la figura de su muerte.
En
la comisaría, asistido por Bram Corrin y escondidos en una mohosa oficina de la
presencia omnisciente de Sashel Kur, decidió expandir la investigación. Bram lo
consideraba una tarea inútil, pero aunque era cierto que Aldert Hane y Lazlo
Tamir eran los sospechosos más suculentos, también era cierto que no tenían
evidencia en su contra. Además, la cacería de ghouls estaba mal vista entre los
necromagos, de modo que si Lazlo Tarik era responsable, no lo habría hecho en
persona. Incluso existía la posibilidad, que decidió no compartir con Bram, que
Hane y Tamir no fueran responsables del crimen de forma alguna y estuvieran
simplemente aprovechando la tragedia para sus fines políticos. Aren detestaba
esa posibilidad, pero había tomado un juramento de siempre llegar a la verdad
sin importar lo que costara, y pensaba honrar ese juramento.
- Lotería.- Celebró Bram,
mostrándole el pesado legajo.- Urs Varnel, cazador de ghouls, arrestado en dos
ocasiones por fabricación ilegal de zombies y... mi favorito personal, peleas
ilegales de ghouls. Hay mucho dinero en eso, y ya sabes lo que dicen de Arkham,
es la ciudad del comercio.
- ¿Trabajó en el cementerio?
- Sí, durante su primer arresto.
Mejor llegar de día, conozco el lugar.
Aren
conoció los barrios que Brigita no le habría mostrado. El empedrado de las
calles se convertía en avenidas de polvo y los elegantes edificios de argamasa
y coloridas ventanas de madera, eran ahora estructuras de metal y piedra
hundidas bajo tierra. Le parecían como hongos, creciendo sin forma ni control,
en ocasiones como protuberancias unas encima de otras. Bram le explicó que la
mayoría de esos departamentos consistían únicamente en una habitación sin
ventanas. Recorrieron varias cuadras plagadas de esa forma arquitectónica y
topándose con cálidos nerviosos y angustiados. La gente pobre de Arkham no
tenía más opción que aventurarse a los mercados vampíricos durante el día, pero
tras los disturbios de la noche anterior los ánimos no estaban como para
discutir con los mercaderes que se escondían detrás de cortinas de cuero.
- ¿No lo has notado?- Preguntó
Bram.
- Sí, la gente está muy nerviosa,
pueden sentir la violencia en el aire.- Aren señaló hacia las pocas ventanas de
los edificios como hongos, en todas se podía ver un par de ojos observándolo
todo.
- ¿Qué? No, no me refiero a eso. Bajo
tus pies.- Aren miró hacia abajo, a una tapa de coladera con algunos agujeros.
Sintió la respiración de al menos diez vampiros allá abajo, olfateándole desde
la oscuridad.- No muestras debilidad, te comerán por ello.
- Quizás no pueden dormir y ésta
es su única forma de distraerse. Siendo honestos Bram, fuera de Aldert Hane y
ese necromago, parecen personas normales.
- Sí, hasta que caigan en un
frenesí de hambre. Nosotros somos omnívoros, ellos no y no hay que olvidar el
pequeño detalle de cómo arden bajo el sol, ¿eso suena a una civilización
funcional?- Bram quiso decir algo más, pero alguien le tiró una piedra. Un
grupo de pandilleros cálidos, que habían estado robando de las tiendas
abandonadas aprovechando el sol.- Pequeños rapaces.
- ¡Bram!- Aren impidió que
disparase su enorme revólver y dejó que los pandilleros escaparan.- Ya
llegamos, ¿no es el número 639?
El
número estaba pintado contra uno de las pequeñas cúpulas del edificio con
sangre seca. El cuerpo principal del edificio, construido mucho antes de las
docenas de adaptaciones, como tumores de techos de cúpula, era de sólido acero
y grandes piedras. La puerta principal era una cortina de telas harapientas que
daba a un laberinto de corredores y escaleras. El departamento de Urs Varnel
quedaba en el subsuelo, entre otra docena de construcciones semejantes en un
anchísimo túnel de aguas negras. La puerta de Varnel estaba decorada con un
cráneo de vampiro de segunda clase, alargado y con dos protuberantes colmillos
frontales, así como profundos rasguños hechos con uñas y colmillos. Las cloacas
de Arkham eran una ciudad aparte, por lo que Aren no se sorprendió de escuchar
ruidos, incluyendo el de un mercado relativamente cerca, a juzgar por el eco, pero
empalideció al escuchar el gimoteo característico de los zombies. Sacó su
revólver y saltó hacia las escaleras en cuanto vio a uno iluminado por las
lámparas de gas del túnel.
- ¿Qué haces?- Bram le miró con
el cuello torcido.- Guarda esa cosa, el eco nos dejará sordos.
- Pero, pero... Son zombies.-
Nada lo asustaba más que los zombies, y ya había negociado y discutido con
fantasmas, trolls, homúnculos, hechiceros, necromagos, vampiros e incluso, en
una ocasión, con los hombres-pez de los mares del norte. Aún así, todo su
entrenamiento se derrumbaba el momento en que veía a un muerto caminante.
- Sí, son ilegales, pero hay
maneras más eficientes de hacer las cosas.- Dijo Bran, con condescendencia.-
Por el color azul de la piel te das cuentas que son zombies cosechados, no son
infecciosos y sólo tienen hambre de noche.
- No deberían existir.
- En eso estamos de acuerdo.
Bram
usó un largo cuchillo para neutralizarles, pues técnicamente ya estaban
muertos, al destruir sus cerebros. Aren Terik infló el pecho, fingiendo que no
tenía miedo, y caminó entre los cuerpos hasta la puerta de Urs Varnel. Bram
tocó la puerta delicadamente, esperó un
par de segundos y después se alzó de hombros y derribó la puerta de una patada
como si fuera de cartón. Urs Varnel era un vampiro de segunda clase que dormía
boca en el techo de su sala, y única habitación. Aren se sorprendió al ver que
no había baño, apenas un tubo en el techo para bañarse de vez en cuando. Bram
empujó a Aren al suelo, no había visto al zombie que metódica, aunque
torpemente, ordenaba los pequeños frasquitos de hierbas y pócimas en un mueble
con ruedas con pequeñas gavetas para cada cosa. Usó su pistola de aire
comprimido para neutralizarlo y después golpeó a Urs con todas sus fuerzas,
tirándole al suelo.
- ¿Qué está pasando?- Bram lo
golpeó de nuevo con la culata de su pistola mientras Aren se ponía de pie y se
limpiaba del polvo que parecía inundar al lugar.
- ¿Fabricando zombies otra vez
Urs?
- No se ven como policías, y yo
sólo los compré en el mercado.- Urs le arrancó los papeles que Aren estudiaba.
Había descubierto un estuche de cuero en el librero, uno de los únicos muebles.
Los alargados dedos de Varnel rozaron las calidad manos de Aren y no pudo
evitar sentir un escalofrío.- No se metan con mi trabajo, es legal. Hago
pócimas para vampiros, porque aunque nos duela admitirlo, sí podemos
enfermarnos igual que ustedes.
- ¿Igual que nosotros? Mejor
dicho, igual que las ratas, colmilludo.- Bram lo empujó contra la pared y Urs
le miró con intensidad asesina. Estaba enojado, pero era listo.
- Estos mapas son del territorio
salvaje del norte, casi hasta Innsmouth.- Dijo Aren, señalando el único papel
que había conseguido conservar.- El detalle es excelente, es un cartógrafo
consumado.
- Somos buenos para eso, no le
tememos a los osos ni a los trolls.- Aren señaló la pila de mochilas y tiendas
de campaña de tela oscura.- No uso lámparas negras, soy un purista. Y no tiene
nada de ilegal salir a buscar ingredientes. Ya no violo la ley, no quiero
regresar a la prisión.
- No hay nada más irónico que un
inmortal en cadena perpetua. Así que, ¿no has estado jugando con ghouls
últimamente?
- ¿Bromeas? Ya tengo un negocio
lucrativo.- Urs Varnel murmuró un par de insultos y revisó en su alacena por
una rata muerta. Aren dio un paso atrás, era algo que no necesitaba ver.
- Pensé que la sangre fría y
muerta no les servía de nada.
- ¿Y me van a multar por
emborracharme? Ustedes me despertaron.
- Claramente un ganador.- Se mofó
Bram. Una vampira se abrió paso hasta la puerta, en compañía de quien debía ser
su marido. Vestían una extraña pijama de red y tenían bolsas bajo los ojos. Los
dos vampiros parecían sanos, pensó Aren, no muy distintos a Brigita y Aldert,
hasta que vio sus alargadas orejas y su prominente mandíbula. Bram le había
dicho que eso pasaba en casos de envenenamiento prolongado, como comer animales
muertos.
- ¿Quieren dejar de hacer ruido?
Tratamos de dormir. ¿Y quién mató a mis sirvientes?
- Yo.- La encaró Bram, con su
escopeta contra el hombro como un soldado.- Son ilegales.
- ¿Y quién va a cargar todas las
cajas hasta el puerto?
- No les hagan caso,- dijo Urs,
con media rata en la boca.- son del gobierno y creen que cometí el crimen del
siglo.
- Imposible, ¿el asunto Naslin?-
Preguntó el hombre y Aren asintió.- Urs estuvo ocupado.
- ¿Hace tres noches?
- Así es, hace tres noches.
Cocinó un desinflamante para mis muslos.- Aren no pudo evitar la cara de asco
al ver las purulencias debajo de la red.- Usted trate de permanecer seis horas
bajo el agua.
- No se desaparezca, señor
Varnel. A la secretaría de Estado no le gusta tener que perseguir sospechosos.-
Le amenazó Aren. Urs fingió que no le prestaba atención, lamiendo la piel y
huesos de la rata, pero pudo detectar en el tembloroso pulso de sus manos, al menos
estaba nervioso.
- ¿Qué obtuvimos de todo esto?-
Preguntó Bram, una vez en la superficie.
- Un dolor de cabeza y un
sospechoso viable. Los vecinos podrían estar mintiendo.
- Esos malditos muchachos.- Bram
cargó su escopeta y disparó hacia arriba. Los muchachos, que habían estado
platicando en las escaleras de uno de los edificios de hongo, salieron
corriendo.
- ¿Cuál es tu obsesión con esos
pandilleros?
- Le venden narcóticos a los
vampiros.- Dijo, señalando a los pandilleros vestidos de pantalones de cuero y humildes
abrigos de tela en parches.- Ajenjo y unos aceites con ajo que les pudren el
cerebro. No me molestaría si se murieran, pero es que los hacen bestias y esas
cosas son caras. Normalmente terminan robando, o como me temo en este caso,
matarán a estos idiotas.
- Tienes coraje Bram.- La
femenina voz de Afelina apareció desde una carroza y el valiente mercenario
guardó la escopeta y cerró los ojos como un niño atrapado con la mano en el
jarrón de galletas.- ¿Por qué no me dijiste? Disculpe investigador Terik, pero
esta pequeña pesquisa diurna ha sido objeto de quejas. No debieron venir aquí
sin mí, Arkham pende de un hilo.
- No quería ponerte en peligro.
- ¿De día?- Bram entró a la
carroza y besó a Afelina con pasión. Aren se quedó afuera, incómodo por la
demostración de afecto y tratando de no pensar en Brigita Hane.
- ¿Ya se puede?- Bram le ayudó a
subir y Aren se acomodó en el sillón.- Quiero hablar con el hermano del difunto
Bors Naslin. ¿Omer Naslin vive cerca de aquí?
- Mejor acomódate, porque vive
del otro lado del río.
Aren
se despidió de los coloridos edificios y las pacíficas calles cuando pasaron
por el puente levadizo del Miskatonic. El puerto existía como una frontera
clandestina, el punto máximo de encuentro entre las dos culturas. Más de diez
barcos, seis de ellos buques de comercio, esperaban su turno para atracar en
los puertos. Aren sabía con absoluta certeza que esos puertos, la mina de oro
de Arkham, eran lo que estaba en juego realmente. El siguiente Arkham le fue
más familiar, pero no por ello más bello. Con cada incursión al mundo vampírico
se convencía más y más que Arkham era como una ciudad que colindase, mediante
un puente levadizo, con otro mundo completamente diferente, pero poblado de
seres sumamente parecidos y de allí venía el problema. Había conocido la
miseria de los vampiros, pero estaba más que familiarizado con la miseria
humana y le era difícil señalar la diferencia, más allá de los aspectos obvios
como ratas muertas, zombies y pijamas de red de pescador. La noche anterior le
había convencido que los vampiros eran, cuando menos, una amenaza latente para
el reino y un posible barril de pólvora, pero también le daba la sensación que
había más en ellos que los fundamentalistas violentos. Su única esperanza era
poder encontrar buenos motivos para expresar sus esperanzas en su reporte real,
después de su reporte tapadera sobre la carnicería. Mientras la carroza se
adentraba por las calles adoquinadas, los edificios de rojos ladrillos, techos
de dos aguas y bulliciosa vida diurna, Aren encontró alivio en la idea que
Gustavler Barsel, pese a saber que no era realmente un policía, no tenía idea
de su verdadera misión, pues si el secreto se supiera, ya hacía mucho que
habría muerto y servido de festín para rabiosos vampiros.
- Esperemos que este en casa.-
Bram golpeó la puerta de la casa de dos plantas y un rostro se asomó por el
ventanal de la sala entre las cortinas. Omer Neslin era un hombre regordete,
encanecido, de mediana estatura y cargando al mundo en sus hombros.
- Buenos días, mi nombre es Aren
Terik de la unidad de investigación de la secretaría de Estado. Ella es Afelina
Naria, pretoria real y él es Bram Corrin, nuestra escolta. Investigo los
homicidios de sus hermanos y cuñado.- Omer asintió con gravedad y abrió la puerta
para invitarles a la cocina.
- Disculpe el desastre, no he
tenido tiempo ni ganas de hacer mucho.- Omer sirvió el té que estaba preparando
y le añadió whisky al suyo.- Es lo único que me impulsa a estas alturas.
- Veo que hizo algunas
modificaciones.- Aren señaló la puerta con cuatro barras de seguridad, los
barrotes en las ventanas y los cuchillos y estacas pegados a las paredes como
decoración.
- A mí no me deben odiar tanto,
siempre hice negocios con ellos, pero si ya se tomaron la molestia de desaparecer
a casi todos los Naslin, ¿quién puede asegurar que no quieran terminar el
trabajo?
- Puedo pedirle al comisario
Kelter que le deje algunos uniformados durante la noche.
- No, por favor. Muchos de sus
hombres son familiares.- Aren dejó el té y le miró con el cuello torcido.-
Familiares son los cálidos que sirven de mascotas y siervos a sus amos fríos
por la promesa de una línea de sangre de buena calidad. De hecho, de haberle
creído hombre del comisario no le habría dejado entrar. Se veía demasiado joven
y bien vestido.
- Gracias.- Aren se lo tomó como
cumplido y se terminó el té. No se negó a las galletas y se comió algunas para
acallar su estómago y ordenar sus ideas.- Tengo que hacerle algunas preguntas
que podrán parecer cándidas, incluso ofensivas, pero le suplico que entienda la
gravedad y seriedad de la investigación. No únicamente en términos personales,
sino para la paz y tranquilidad de Arkham.
- Definitivamente no habla como
policía. Adelante.- Omer le echó más whisky al té y se lo terminó de un trago.-
Pregunte lo que quiera, y tiene suerte, yo quiero dejar Arkham cuanto antes sea
posible.
- ¿Eso incluye los trámites de
herencia?
- ¿Qué herencia? Bors estaba peor
que yo, su casa y todo lo que en ella se encuentre pasa a manos de sus distintas
organizaciones de preservación del medio ambiente. Vera no tenía mucho cuando
se casó con Morkai y ahora no tiene nada. Y en cuanto a Morkai, imagino que
tendrá parientes. Todo lo que tengo es esta casa, lo demás se perdió cuando
murió Morkai y mis inversiones quedaron en poder de sus abogados. La vendo y me
mudo a Königsport, necesito civilización.
- Es de conocimiento popular que
su hermano Bors tenía varias demandas pendientes contra Aldert Hane y me
preguntaba si usted tendría algunos de sus papeles.
- Un segundo.- Omer se levantó de
golpe, subió las escaleras y regresó antes que Aren pudiera terminarse otra
galleta. Apoyó la caja de cartón sobre la mesa de la cocina y les fue mostrando
los expedientes que guardaba.- Aldert Hane, Lazlo Tamir y su segundo al mando
Kris Uls. Esos fueron sus objetivos. Él luchaba por derrumbar a esos ídolos
fríos de su pedestal. Mi hermano fue un gran hombre. No estoy diciendo que yo
no hiciera nada. Yo quería construir algo para todos, pero todo se echó a
perder. Nunca hice negocios con los Hane, pero sí con otras familias, como para
construir el parque Yurlen o los edificios Kamerren que son para fríos y
cálidos. De haber sabido...
- Es una montaña de
acusaciones...- Dijo Efalina, mientras revisaba los papeles con sus compañeros.-
Desapariciones, conversiones forzadas, corrupción con prácticamente cada nivel
de gobierno...
- Eso no es lo peor.- Le corrigió
Omer, mirando sobre el hombro de Aren y señalando algunos papeles.- La iglesia
de Lazlo Tamir evade impuestos, con el consentimiento del duque, pero la
iglesia hace de prestanombres para muchísimos negocios de vampiros, para que
ellos también evadan impuestos. No pueden decirme que el necromago necesite
tres negocios de alta costura y seis talleres de maderería en Arkham.
- Y la joya de la corona...- Dijo
Aren, poniendo los papeles en la mesa.- El control sobre el puerto, tanto de
fríos como cálidos para transportar bienes sin documentar.
- Sí, han estado saboteando los
barcos de los Naslin, de los Hulbren y de muchos otros apellidos para
beneficiar a los vampiros.
- Muchas gracias por su tiempo.
Es hora de irnos. Encontramos un móvil muy posible en el asesinato de sus
hermanos y de su cuñado.
Sashel
Kur se apareció frente a la puerta, les había estado siguiendo todo el día.
Bram intentó deshacerse de Afelina y de Sashel, pero era inútil. Aren Terik
estaba más que decidido a visitar al puerto, lo cual podía ser una situación
diplomática y podían necesitar ayuda de la policía secreta. Aren no terminaba
de confiar en Sashel, pero sabía que no tenía otra opción. E n la entrada al distrito de puertos se
identificaron como agentes del gobierno y les dejaron pasar. El distrito
portuario, más de doce manzanas repletas de diques secos, fábricas, bodegas y
oficinas, se encontraba parcialmente oscurecido debido a las lámparas negras y
una comitiva de vampiros, vestidos de los pies a la cabeza con telas coloridas,
y con el rostro tapado detrás de cortinitas de monedas. Los chismes se
esparcían rápidamente, sobre todo entre los muertos.
- Vayan a la capitanía del
puerto, que los caballos les pasen por encima de ser necesario. Yo mantendré a
estos ocupados.
- Me bajo contigo.- Dijo Bram.
- No, tú quédate con ellos. Si
tienen que entrar a golpes y hacerse de sus registros a tiros, háganlo.
- Que agradable sorpresa.- Uno de
los vampiros saludó a Aren con una reverencia exagerada.- ¿Y sus amigos?
- Irán al mismo lugar que iré yo,
pero decidí hacerlo caminando.- Aren señaló el enorme edificio de tabiques
rojos y amplios ventanales al fondo de una manzana de oficinas.- La capitanía
del puerto.
- No es necesario, yo puedo darle
un paseo por el puerto.- Los vampiros le rodearon y, aunque caminaban con él,
tenía la impresión que eso podría cambiar.- Quizás a los depósitos
subterráneos, cada nave que llega es registrada allá abajo y los espacios de
almacenaje para productos de lujo son guardados ahí.
- Veo que el lugar nunca duerme.-
Aren se acercó al malecón del puerto para ver los vampiros que subían a la
superficie agarrándose de gruesas cuerdas verdes por las algas.
- Son los mejores obreros. Pero
no crea que todo con nosotros es trabajo y aristocracia. No señor, hay una
fuente inagotable de misericordia y entendimiento en nuestra filosofía.- El
vampiro señaló al cielo, oscuro y nocturno por las lámparas en los edificios.-
Hay mucho que el sol esconde y la oscuridad permite aprender. La luz define las
formas, pero en la oscuridad habita una libertad sin límites. Nuestros neófitos
aprenden eso en sus primeros treinta años.
- ¿Treinta años?
- Pero si los códices Longrinos
miden más de quince kilómetros, eso se traduce en tres años de lectura, si se
leen intensamente como hacemos los necromagos.
- Si son tan pacientes, ¿por qué
persiguen al dinero con el mismo empeño que los vivos?- El vampiro se detuvo,
como se detuvieron sus compañeros, y Aren chocó de golpe con los vampiros que
tenía frente a él. El necromago se quitó las telas de la cabeza, su hermoso
rostro pálido estaba tenso y en su mirada había ofensa.
- Por favor, no confunda una
minoría con el resto de nosotros. Los cálidos siempre han sido un foco de
infección entre nosotros, envenenan los corazones de los jóvenes con ambiciones
inútiles y la mente de los adultos con sus lujos innecesarios. El vampiro debe
ser siempre paciente, misericordioso, atento y honrado. No estamos muertos sólo
porque nuestra alma habite en la noche de los dioses. Magra habita en todos
nosotros, no como el Cthulhu de los cultistas o el Yog de los intelectuales.
Para nosotros la vida está en la capacidad de asistir a los inválidos y
adentrarnos en la oscuridad. ¿Qué es para usted la vida?
- El servicio a la corona y al
sacerdocio de Cthulhu.- Respondió Aren en automático, aunque sabía que no era
la respuesta deseada. Tenía ganas de abofetearlo, de restregar su cara contra
el lodazal de Aldert Hane y su necromago, Lazlo Tamir. Respiró profundo, lo
miró a los ojos y habló con calma.- Si todos tuviéramos la misma definición de
vida yo no estaría aquí, usted no estaría aquí y todo sería más sencillo. Sin
embargo, hay quienes definen la vida por sus bienes materiales y confunden
sabiduría con la capacidad de manipular y corromper. Por eso usted y yo estamos
aquí, cada quien en su trinchera.
- Es cierto.- Admitió el
necromago y siguieron caminando hacia la entrada de la capitanía.- Espero que
todos los funcionarios de la corona compartan su filosofía de vida. Por el bien
de ambos.
No
era necesario decir otra cosa, el mensaje había sido dado. Los vampiros
defenderían lo que tenían hasta el último hombre. Aren se estremeció de tan
solo recordar su verdadera misión, era una responsabilidad demasiado pesada
para sus jóvenes hombros. En la entrada de la capitanía los vampiros se
despidieron y le dejaron solo. Sabía que las autoridades portuarias tendrían
otros espías, por lo que la sensación de estar vigilado desde cada ventana,
desde cada grupo de ociosos marinos y desde cada barco no desapareció. Bram,
Afelina y Sashel bajaron corriendo de las escaleras de caracol, emocionados y
preocupados. Se ubicaron en la entrada al subterráneo, una sección de baldosas
geométricas, con una ancha escalera de cobre y mármol. Era la entrada al
submundo del puerto, hogar de apostadores, asesinos, burócratas y criminales,
pero nadie lo sabría a juzgar de la estética del lugar.
- Escucha esto, es vergonzoso.-
Dijo Sashel Kur.- Hay muchísimos barcos que no son registrados más que como
buques portuarios, los barcos se usan para acomodar a los grandes buques en sus
muelles. Ahora bien, estos barquitos tienen sus propios legajos controlados por
la mafia de cálidos y cuentan una historia diferente.
- Tiene sentido, se corrompen con
los capitanes de los cargueros para no pagar ningún tipo de impuesto, además
del soborno.- Concluyó Afelina.- Esto es un crimen y si Bors creía que los Hane
estaban inmiscuidos, entonces debe de serlo. Nadie quiere hablar de Aldert,
fingen que no lo conocen. La corona está siendo estafada desde Arkham.
- Conclusiones apresuradas.- Aren
brincó del susto al sentir su presencia detrás de él, en las escaleras. Era un
vampiro que unía las dos corrientes estéticas, usaba pantalones como un cálido,
típico de los vampiros adinerados, con una toga y turbante repleta de joyas.
- Kris Uls.- Lo presentó Bram.-
Solía cavar túneles para las minas, antes de convertirse en la mascota de Lazlo
Tamir. Ya no es una rata de túnel, pero nadie dice que no siga siendo una rata.
- Le puedo asegurar, señor
Terik,- Kris fingió que no había escuchado eso y se limitó a sonreír de oreja a
oreja, mostrando sus enormes colmillos.- que estos malentendidos tienen una
explicación perfectamente razonable.
- Me encantaría escucharla.
- Por supuesto, vengan conmigo al
subsuelo. Los registros lo explican todo.
El
subsuelo del puerto era una ciudad aparte, diseñada en grandes túneles que
podían medir hasta cuatro pisos de profundidad, mal iluminados por una red de
lámparas de gas. El tráfico de vampiros era impresionante, el primer kilómetro
era un segundo puerto que no descansaba nunca. Interminables filas de
cargadores llevaban los productos hasta bodegas aseguradas por puertas de
bóveda. Los marinos y capitanes se registraban en las enormes oficinas burocráticas
donde poco más de cien vampiros llevaban el registro de todos los que
desembarcaban. Kris Uls le fue llevando, mientras juraba una y otra vez que
todo era un malentendido, hasta un segundo nivel a través de unas escaleras
después de las oficinas de la capitanía y a un lado de un lúgubre de hostal con
prostitutas vampiras y marinos cálidos. En el segundo nivel se encontraba un
mercado que Aren estaba seguro tenía que ser ilegal, pues los mercaderes,
vampiros deformes y casi desnudos, cubrían su mercancía con telas al oler a los
cálidos. Eventualmente llegaron a una oficina parcialmente abandonada que
guardaba registros y parecía subsistir de su lucrativo negocio de vampiros
pescadores que también hacían de burócratas.
- Todos los registros están ahí,
de ambos lados del río.- Bram detuvo a Aren y dejó que Sashel hablara con los
burócratas. Tenía una mano sobre el revólver y su mirada sobre los vampiros
pescadores, repletos de desagradables purulencias y con los ojos rojos.
- Están envenenados.- Explicó Bram.- Comen la porquería del Miskatonic y sus ojos
se ponen rojos. Están en un período de involución. Si quieres algún día cometer
suicidio visita el tercer nivel, la mayoría de esos vampiros ya no retiene
retazo alguno de su personalidad.
- Lo tendré en cuenta.- Aren
siguió a Afelina y Sashel a una oficina al fondo para leer de un legajo.
- No entiendo estos registros...
Son de hace dos años, pero yo pedí...- Sashel volteó para ver al burócrata,
pero ya había desaparecido.
- ¿Y dónde está Kris Uls?- Preguntó
Afelina.
- Maldita sea...- Salieron
corriendo de la oficina para encontrarse rodeados de marineros vampiros de mal
aspecto.- El elevador nos queda más cerca, no se separen.
- Soy un empleado del gobierno y
les ordeno...- Sashel le tapó la boca y lo arrastró para que les siguiera.
- Si hay algo que odien más que
un cálido es algo gobierno. ¿Tienes armas?- Aren la buscó en su abrigo de
terciopelo hasta encontrar el pequeño revólver con balas de plata.
La
turba de vampiros les siguieron a prudente distancia y, por alguna extraña
ósmosis, les persiguieron incluso antes que ellos salieran corriendo. Las
lámparas de gas apenas iluminaban un par de metros, pero los letreros con el
símbolo del elevador le anunciaban a dos lotes de distancia. El primer lote fue
un espacio de almacenaje, con angostas callejuelas formando un laberinto.
Aquella era la trampa que los vampiros esperaban, y la excusa que Bram había
estado buscando para empezar a disparar. Afelina gritó de pánico al sentir una
garra que le jalaba el cabello, era un vampiro pegado a una pared que siseaba y
gruñía. Aren la tomó de los hombros y la empujó que para que siguiera. Sashel
encontró el camino de salida, y justo a tiempo pues una docena de vampiros de
tercera clase salía de uno de las bodegas con los ojos brillando de rojo y los
colmillos preparados. Aren disparó, más por miedo que por estrategia, y el eco
de sus disparos les dieron algo de espacio.
La
salida de las bodegas daba contra una serie de sórdidos hostales. Bram torció
el rumbo al detectar a cien metros, en oscuridad completa, a una jauría de
vampiros corriendo hacia ellos. Entraron al hostal empujando a sus huéspedes y
fueron derribando puertas para abrirse paso. La mayoría de los vampiros dormía,
todos con los pies agarrados al techo por ser de segunda o tercera clase, y los
pocos cálidos en el lugar estaban embotados por el opio. Sashel disparó contra
los ventanales para evitar que la pandilla asesina entrara por ahí y cuando
llegaron a una pared sólida Bram disparó el techo y, con una inesperada
agilidad, brincó hasta el agujero en la tablaroca para ayudar a sus compañeros.
El elevador estaba a pocos metros, pero también lo estaba una pandilla de
vampiros.
Sashel
y Bram dispararon lo mejor que pudieron, dejando a casi todos muertos o en más
de dos pedazos. Bram tomó a Afelina del brazo y la metió al ascensor, un
espacio tamaño industrial que iba desde el abismo hasta la superficie. Aren
escuchó algo a su derecha, pero las lámparas de gas ya no servían y estaba
demasiado atemorizado para pensar con claridad. No pudo ver qué era hasta que
el vampiro lo tacleó al suelo. Sintió su aborrecible aliento y jaló el gatillo
de su arma hasta vaciarla. Los demás, estando en el ascensor, le gritaban para
que se apurara, pues había más de veinte detrás de ellos. Aren se quitó al
cadáver de encima, pero una piedra lo regresó al suelo.
- ¡Aren!- Gritó Bram, apuntando
contra la silueta en la oscuridad.- No te levantes.
- ¡Basta!- La voz de Brigita Hane
tronó en el subsuelo y los vampiros se detuvieron en seco. Bram levantó el
rifle, pero no quitó el dedo del gatillo.
- Vayan sin mí, estaré bien.- Les
dijo Aren en su mejor tono oficial y Brigita apretó el botón de emergencia para
sacarlos a la superficie.
- No te harán daño, no mientras
yo esté aquí. Muchísimas de sus líneas de sangre son desviaciones de la familia
Hane, no lastimarían a una superiora.- Revisó su cabeza para estudiar la herida
y Aren se petrificó pensando que le chuparía la sangre.- Estarás bien.
- ¿Cómo supiste?
- Me dijeron que estaban aquí,
pero no esperaba que hicieran un desastre en el subsuelo.- Aren siguió a
Brigita, asombrado por el servilismo y miedo de los demás vampiros que huían de
ella como si fuera el sol.
- Kris Uls nos trajo aquí y nos
dejó para que los pandilleros nos mataran.
- Ese idiota...- Un vampiro se
acercó lo suficiente para tirarle cenizas al rostro de Aren y después
desaparecer en la oscuridad.- Una maldición antigua entre los vampiros. Los
patriarcas no se morían nada más, sus cuerpos se hacían cenizas porque viven
más de mil años. Tirar las cenizas de un muerto es como decir que ese patriarca
vendrá por ti. No le hagas caso, seguro son cenizas de carbón. Te sacaré de
aquí y quiero llevarte a la cripta familiar. Hay algo que debes saber.
- Lo que sea que no apeste a
muerte como este infierno.
Brigita
le llevó hasta la pared, conocida como la roja por sus murales pintados de ese
color y detallando la historia de la familia real, quizás el único espacio del
subsuelo dedicado a la corona. Le señaló los “cuernos”, unas estructuras de
mármol en forma de primitivo cuerno de bebida con detalles dorados y plateados.
Eran los accesos al Miskatonic para los vampiros, a Aren le parecieron como
excusados ornamentados desde los que entraban o salían. Al centro del segundo nivel,
por debajo de los túneles para barcos y tripulación, se encontraban los túneles
que cruzaban el Miskatonic y uno de los pocos lugares regidos por el orden, con
docenas de policías fuertemente armados guardando cada acceso. Una vez en el
exterior tomaron un carruaje cerrado hasta una lujosa zona residencial que
vivía en penumbra continua, ayudada durante el día por enormes lámparas negras
disimuladas en forma de grandes estatuas de héroes vampíricos y profetas.
- Bienvenido a la cripta
familiar. Todo empezó aquí hace... más de 200 años.- El lujoso cementerio no
tenías las criptas que Aren había conocido, con neófitos deseos de sangre. Le
pareció un cementerio normal, hasta llegar a la enorme cripta, más grande que
una casa, hecha de alabastro, mármol y oro. Brigita abrió la puerta de cristal
y le dejó sentarse sobre una de los féretros de mármol.
- Es impresionante, eso sin
duda.- Aren señaló a las cuatro estatuas de mármol, una en cada esquina, con la
forma de hombres ataviados con togas completas y velos en el rostro con los
brazos hacia el cielo, sosteniendo cada uno un pergamino.
- Son los cuatro profetas
nocturnos. Los patriarcas de nuestra especie. Se dice que vivieron en los
desiertos al sur, pero nadie nunca los ha visto. Cada pergamino es una parte
del texto sagrado de las Nocturnalias. Eso es a nosotros lo que el Necronomicon
debe ser para ti.- Brigita se sentó sobre el féretro de enfrente y suspiró
cansada.- Quería decirte por qué me interesa y me distraigo hablando de las
Nocturnalias.
- No parece ser algo fácil de
explicar.
- No lo es. No para una vampira,
no para una Hane. Bors Naslin y yo fuimos amantes. Nuestras leyes lo prohibían
y las suyas también. Hasta hoy se sigue considerando necrofilia. Su odio hacia
mi familia fue lo que terminó nuestra relación, pero no terminó con mi amor.
Era un hombre sabio y compasivo, pero estaba impulsado por un odio
incontenible. Yo también odio a mi familia, los profetas no me lo perdonarán y
quizás Magra me haga pagar por este pecado, pero es la verdad. A veces desearía
ser una vampira cualquiera, lejos de Aldert... Quizás así habríamos podido
estar juntos para siempre.
- ¿Él no se quería convertir?
- No, bajo ningún concepto. Era
cultista, como tú. Pero amaba a mi cultura tanto como yo lo amaba a él. Estaba
fascinado... Nunca terminé de entenderle.- Brigita se abrió los botones de su
vestido y hundió sus dedos en su corset para mostrarle una fotografía. Eran
Bors y Brigita besándose en una calle.- Nadie de su familia lo sabía. Lo
habrían hecho un paria. Habrían dicho que estoy muerta, ¿pero es que no siento
deseos y amor? No soy un cadáver Aren Terik, y aunque mi piel está fría mi
corazón arde de fuego. No podrás entenderlo, pero hay algo más que la
insoportable sed y la furia incontenible del neófito. Hay amor, un amor que
puede durar una eternidad, pero también un amor que respeta las diferencias y
los deseos del amado.
- ¿Aldert lo sabía?
- No... No creo, no.
- Aldert es un criminal Brigita.
Es un vulgar criminal, aunque crea estar por encima de la ley, temporalmente.
- Lo sé.- Dijo con dolor en la
voz.- Pero nos une la sangre y no hay nada más poderoso que la sangre. “El rojo
de la sangre ilumina el reino de Magra”, según reza la Nocturnalia primera.-
Brigita acercó su mano al abrigo de Aren y extrajo sus cigarros. Aren no pudo
evitar quedarse congelado, y no era por miedo. Podía sentir, incluso en el roce
más delicado, una fuerza comparable únicamente con la de un toro o un shogoth.
Se preguntó lo que significaría poseerla sexualmente y comprendió la naturaleza
tórrida de su apasionado amorío con Bors, así como entendía el odio de Bors
hacia los vampiros. Era la culpa de un cultista que había desafiado al sumo
sacerdote violando sus leyes sagradas. Brigita le despertó de sus ensoñaciones
al ofrecerle un cigarro.
- No sabía que ustedes podían
fumar.
- Sí, pero normalmente fumamos
hierbas aromáticas, esto del tabaco es un vicio que he desarrollado por mi
cercanía a ustedes.- Brigita disfrutó del cigarro y sonrió.- Los sabores son
más intensos para los vampiros. “El sabor de la vida es más dulce que todas las
flores”, según la Nocturnalia segunda, pero aunque es cierto, también es cierto
que hay otros sabores. “El terco no se convierte, el ignorante no se convierte,
el que busca tan sólo el oro y las telas finas no se convierte. Todos ellos
pueden ser convencidos, pero no convertidos.” un pasaje que Aldert olvida con
frecuencia.
- ¿No hay nada en las
Nocturnalias sobre vampiros de tercera o cuarta clase en malolientos subsuelos?
Sólo por curiosidad.
- “El que diluye el éxtasis de la
línea de sangre es peor que quien se come a sí mismo”. Ahora dime, cultista de
Cthulhu, ¿hay algún pasaje sobre los prejuicios ignorantes?
- No sé... Hay mucho sobre cómo
Cthulhu devorará las almas de los desviados al último, dejándoles sufrir en un
mundo de locura en la corte de Shub Niggurath. Es lo más cercano que se me
ocurre.- Bromeó Aren, pensando en todas las veces que sus compañeros de trabajo
le consideraban algo chapado a la antigua por ser cultista.- Hay mucho sobre devorar
almas.
- ¿Y tú, Aren Terik, eres el
agente de nuestra destrucción?, ¿somos monstruos para ti?
- No lo sé aún.
- Gracias.- Brigita sonrió
entristecida.- Por ser honesto.
- Gracias por no intimidarme.
- Lo sé. Hueles a miedo.
- Tú también.
Aren
regresó a su hotel sin saber qué pensar. Sabía que el amorío con Bors era un
poderoso móvil, uno fácilmente enmascarado detrás de las poses políticas y las
ambiciones. Bram le recibió en la entrada del hotel sin saber si abrazarlo o
abofetearlo. Ya había regresado a Afelina Naria a su casa y Sashel había
desaparecido, pero él no podía quedarse quieto hasta saber si estaba bien.
Orgullosamente le dejó saber que nunca había fallado una misión de la corona, y
que no pensaba empezar a hacerlo ahora. Aren le pidió que fuera a casa de Urs
Varnel, únicamente para vigilarle y Aren entró al bar del hotel para pensar un
rato hasta embrutecer su cerebro con licor. Ya había caído la noche y estaba
exhausto. Alentado por la promesa de un baño caliente y diez horas de sueño subió
a su cuarto. Llave en mano caminó por el largo corredor, tarareando canciones
de cuna sobre R’lyeh y la cabra de los mil hijos. El disparo le dejó seco, a
pocos metros de su habitación. El cuadro a su lado brincó de la pared y cayó al
suelo. En la academia le habían enseñado que eso sólo podía hacerse con un
rifle a larga distancia, probablemente desde el techo del edificio de enfrente,
pero en ese preciado instante no le dio tiempo de pensar. Se tiró al suelo al
escuchar el segundo disparo sobre su cabeza y un tercero que terminó de
reventar la larga ventana. Intentó arrastrarse de regreso a las escaleras, por
debajo de las ventanas que se partían en pedazos sobre su cabeza. La explosión
dentro de su habitación fue tan poderosa que quedó sordo al instante, incluso
antes de darse cuenta de lo que ocurría. La puerta se reventó desde el medio y
un pedazo de madera le dio tan fuerte en la cabeza que lo tiró a un lado y lo
desmayó.
- Estará aturdido por un tiempo.-
Aren comenzó a gritar, tratando de escuchar su voz.- ¿Me escucha señor Terik?
- Sí, pero hable más fuerte que
no le oigo.- El médico, un viajo vampiro de segunda clase, sonrió y con sus
enormes dedos le acarició el rostro.
- La sordera se irá yendo, estará
bien.- Aren intentó levantarse de la mesa del bar, pero el doctor le regresó a
su posición.- Es mejor si se queda acostado unos segundos y se levanta poco a
poco.
- Fue una bomba.- Dijo un policía
que despidió cortésmente al doctor.- Le saqué de ahí antes que se prendiera
fuego. Ya se fueron los bomberos, pero me temo que perdió muchas de sus cosas.
La bomba estaba conectada a la puerta, de haberla abierto... Mi amigo, no
estarías aquí.
- Yo me haré cargo, gracias.-
Sashel le ofreció un vaso de agua y ayudó a sentarlo lentamente.- El TNT es de
uso común, no podré rastrearlo.
- Los disparos...- Dijo Aren,
tratando de no vomitar sobre Sashel.- Gracias.
- De nada. Por cierto, si quieres
puedes darme una lista de ropa y el duque estará más que dispuesto a compensar
lo que había en las maletas.- Bram Corrin se abrió paso entre los policías y
llegó corriendo.
- Me enteré por el telégrafo.
¿Qué pasó?
- TNT en su habitación, le
disparé para alejarlo de la puerta y el explosivo detonó.
- ¿Qué hacías tú en el edificio
de al lado?
- Mi trabajo, señor Corrin, mi
trabajo.
- Pues yo también hacía mi
trabajo... Bueno, eso intenté. No llegué ni cerca de casa de Kris Uls. Mucho
tráfico a esa hora de la noche.
- Ayúdame a levantarme... Sashel,
aprovechando que eres mi sombra protectora, ve al puerto y espéranos en algún
techo.- Salieron del edificio y en cuanto Sashel desapareció, Aren tomó a Bram
del brazo.- No iremos al puerto, pero no confío en Sashel. Quiero ir a la
mansión Hane.
- ¿Algo de venganza? Me gusta
cómo piensas. Yo sé exactamente cómo hacerlo.
Bram
le llevó primero con un necromago corrupto para obtener la grudra, la droga que
les permitía bajar su temperatura corporal y los latidos de su corazón. Aren no
había pensado en ese detalle, pero tenía sentido, los vampiros podían escuchar
los latidos de su corazón y sabrían que algo andaría mal al ver a dos cálidos
con cara de pocos amigos. No tenía un plan, estaba demasiado enojado para eso,
pero la guerra con Aldert y Lazlo había escalado a un nivel inaceptable.
La
mansión, a dos cuadras del gigantesco castillo del duque Van Kerri, no era como
nada que Aren hubiese visto antes. El edificio de tres pisos estaba rodeado de
amplios corredores de arcos en forma de herradura, todos ellos decorados de oro
y gemas. Las puertas y umbrales tenían una forma que le hizo pensar en flamas
ascendentes, los muebles eran de blanco y rojo, con lámparas de colores en
forma de casas o castillos. Telas pendían desde el techo hasta el suelo,
formando túneles de colores cuando los criados accionaban las palancas que las
hacían dar vueltas en un circuito, mostrando las escrituras de la Nocturnalia
en bordado de oro.
- Será mejor quedarnos afuera.-
Dijo Aren, al ver la reunión de invitados de gala.
- Mira a esos familiares, ¿no te
parece conocido?- En la entrada de la mansión los familiares hacían de meseros
y uno de los rostros le pareció familiar, era el cochero de transporte de la
policía que había llevado a Aldert Hane.
- Rápido, entre los árboles.- Se
escondieron detrás de una arboleda al escuchar los disparos. Bram preparó su
revólver, pero lo enfundó de nuevo al señalar al balcón de mármol y cristal.
Brigita y algunos invitados disparaban a las palomas y halcones que dejaban
salir de un enorme mueble más grande que el departamento de Urs Varnel. Aren se
desplazó en cuclillas entre los árboles para acercarse a Aldert Hane, quien
discutía con Lazlo Tamir en un rincón de la mansión.
- Era innecesario.- Gritó Aldert.
No podía escuchar toda la conversación y Lazlo tenía la espalda contra él, pero
se imaginaba cuál era el tópico.- Satisfará a muchos, pero es peligroso.
- Los Naslin pusieron la pauta,
no nosotros.- Los movimientos de Lazlo eran pausados, delicados incluso, y por
completo incoherentes con su tono de voz. Sus ropajes ceremoniales se extendían
en sus brazos como largas alas e impedía que pudiera ver lo que tenían en el
suelo.
- No quiero volver a discutirlo,
que se haga lo que se tiene que hacer.- Cortó Aldert, antes de regresar a sus
invitados. Bram se lanzó al suelo y se llevó a Aren con él, aguantando la
respiración hasta que Lazlo ya les hubiera pasado.
- Hay que seguirlo, pero antes
quiero ver qué es eso.
Llegaron
hasta la orilla de la arboleda, tratando de ver una jaula metálica que parecía
iluminar débilmente a través de sus pequeños agujeros. Aren se atrevió a salir
de su escondite, hasta que Aldert reapareció para tomar la jaula y mostrarla a
un grupo de entusiasmados invitados. Eran hadas, las reconoció de inmediato,
que volaban entre los invitados comiendo de los platitos que los criados habían
dispuesto para ellos. Bram le regresó a la arboleda, su objetivo se estaba
alejando.
Siguieron
a Lazlo fuera de la mansión por un par de cuadras, hasta que la droga perdió
efecto. Lazlo se detuvo en seco y se volteó, podía verlos, olerlos y
escucharlos entre la multitud de vampiros fuera de una tienda. Bram perdió la
paciencia y se abrió paso entre los compradores. Aren detuvo a una carroza y
sacó al cochero de un empujón, Bram se sujetó del lado de la carroza y
persiguieron a Lazlo por un par de calles. El necromago era fuerte y ágil,
podía escalar hasta los techos como un reptil y le habrían perdido de vista, de
no ser que Bram le disparó una baila con pintura fluorescente para seguirle la
pista.
Aren
no les vio hasta que era demasiado tarde, un grupo de vampiros decidieron
defender a Lazlo Tamir y se lanzaron contra la carroza para voltearla. Aren
salió volando y rodó por la empedrada calle, y habiendo aprendido del subsuelo
no le prestó atención a los gritos detrás de él y siguió corriendo a un lado de
Bram, siguiendo el rastro de pintura. Lazlo les llevó hasta el muelle, pero
Bram no tenía ganas de ir al subsuelo. Disparó contra el enorme acceso y Lazlo
cambió de rumbo. Ignorando las órdenes de Aren, el vampiro se lanzó al agua y
no volvió a salir. Se quedaron esperando un tiempo, pero era obvio, la
persecución había terminado. Aren desistió primero, detuvo a una carroza
policial y les ordenó llevarles al hotel.
- Mira quién está ahí.- Bram
señaló a Sashel, quien esperaba en las escaleras del hotel.
- Buen truco, mandarme al puerto.
- Estuvimos en el puerto, ya
leerás de eso mañana.- Aren estaba cansado y fastidiado. Dos intentos de
asesinato en un día, nuevos móviles para matar a Bors y su familia y, para
colmo de males, se había quedado sin la ropa de sus maletas.
- No tan rápido.- Sashel le
agarró del brazo y detuvo a Bram.- Esto es serio, debemos ir al hospital.
- ¿Qué ocurrió?
- Afelina Naria fue atacada.
Bram
no habló en todo el camino y Sashel no quiso dar más detalles. En el hospital
se abrieron paso hasta su habitación, para saber más. El comisario Davros
Kelter explicó que fue atacada en su casa, y uno de los vampiros la mordió. La
intención no había sido la hemorragia, sino la conversión. Bram se hincó a un
lado de Afelina, quien se debatía entre la vida y la muerte, y rezó en susurros
por su alma mientras los doctores hacían lo posible por cerrar la herida,
detener el sangrado y prepararse para lo que venía.
- Divino Cthulhu, ¿se convertirá
en... en un monstruo?
- No.- Gustavler Barsel apareció
por la puerta y se quitó el alargado sombrero de copa con un ademán de
lástima.- Por la herida, muy profunda pero exacta, una sola vez y en la muñeca.
Eso es típico de los vampiros de mejor familia. Me dicen que contrajo fiebre de
inmediato, eso también es bueno. Sus ojos ya están rojos, lo que significa que
morirá esta noche y despertará mañana mismo. Con algo de suerte, la
transformación habrá sido limpia.
- Maldito hijo de perra.- Bram se
le echó encima y Gustavler cayó al suelo entre su corte de ayudantes. Aren impidió
que Bram desenfundara su revólver y lo matara, y entre una docena de
uniformados pudieron separarlas.- Tú hiciste esto, tú y tus amigos.
- La harán esclava de quien sea
que la haya mordido.
- Ésa es una mentira tendenciosa,
será libre...
- Basta.- Dijo Aren, pero no fue
suficiente.
- Yo he venido a ayudar...
- He dicho basta ustedes dos.
Señor Barsel, si quiere ayudar entonces le urjo que prepare los papeles para
permitir que Königsport se haga cargo del puerto y cierre el negocio corrupto
de su amigo Aldert Hane. Corrupción que estoy seguro no ha llegado a oídos del
honorable duque.
- ¿No cree que es demasiado?
- No. Casi me matan allá abajo y
es una experiencia que no quisiera que nadie más tuviera que vivir. Los Hane se
han hecho ricos a costas de la corona, y no dormiré hasta que se detenga.- Aren
se alisó el abrigo, aún con manchas de pólvora y humo.- Bram, ¿tienes una
cripta para ella?
- ¿Tú qué crees?
- Correcto. El señor Barsel se
las ingeniará para conseguirle una cripta para ella sola y las mejores
atenciones. Si Afelina Naria sufre cualquier tipo de deformación... Bueno, no
puedo terminar de insistir en lo mucho que la corona protege a sus empleados,
sobre todo a los pretorios.- Aren suspiró agotado y se encendió un cigarro.-
Comisario, hágame el favor de poner una escolta para proteger a Omer Naslin,
temo que los recientes eventos les empujen a cometer otro crimen.
- Seguramente no seguirá pensando
que...- Trató de mediar Barsel, pero Aren no tenía humor para Gustavler.
- No me diga lo que debo o no
pensar. Empiece por... hacerle a esa corona esos favores.
Decidido
a dormir aunque fuera unas horas, se acostó en el sillón de visitas y cerró los
ojos. Sashel le despertó una hora después y le arrastró al pasillo. Bram
lloraba sobre el cuerpo frío de Afelina y decidieron que era mejor no
molestarle. Davros Kelter había enviado un telegrama con malas noticias. Omer
Naslin había sido hospitalizado tras una salvaje golpiza. El cochero llamó a la
policía por telegrama, le había llevado a su anterior compañía, Nermal de
planeación urbana, Omer había sorprendido antes de entrar al edificio por un
grupo de pandilleros. Aren gruñó cansado y fastidiado, pero no tenía otra
opción.
La
policía seguía en el lugar, hablando con testigos, la mayoría de ellos
vampiros. Sashel usó sus identificaciones de policía secreta para que subieran
a la oficina de Omer Naslin. El lugar había sido destrozado por un violento
torbellino, y nada estaba en su lugar. Regresaron a la calle, con más preguntas
que respuestas y Aren sonrió al reconocer unas caras entre el público. Eran los
pandilleros que había visto por la casa de Urs Varnel. Aren aprovechó su
posición con el comisario para ir en una carroza con acompañantes de policías
para abrirles paso hasta el sector de vampiros, hasta el edificio del miserable
necromago. La intuición de Aren había dado en la marca, un pequeño disturbio
había estallado entre esas calles.
- ¡Policía secreta!- Sashel
mostró su identificación y la mayor parte de los vampiros salió huyendo.
- No soy el único que puede
disfrutar de su puesto.- Aren señaló la sangre en la entrada, mezclada con
cenizas y Sashel se estremeció.- Esto no es bueno.
- ¿No sería mejor esperar que los
policías se desocupen?- Preguntó Aren a los policías que daban de macanazos
contra vampiros con más aspecto de monstruo que de humano.
- Así marcaban las casas o
edificios que no tenían remedio durante las revueltas de hace unos años... Es
tu decisión, esos uniformados estarán peleando por un par de horas más y, de
serte honesto, no vendrían con nosotros.
- Cthulhu es mi maestro y
guardián, nada me faltara.- Recitó Aren para darse valor.- Vamos.
- Cultistas, no los entiendo.-
Sashel entró primero, agitando en una mano su lámpara y en la otra su pistola.
Era la única luz en el edificio y podían escuchar los jadeos detrás de las
endebles puertas de madera.- Creer que si hacer ciertas cosas el dios Cthulhu
no devorará tu alma...
- Eso son los liberales, me
criaron en el culto ortodoxo... Cthulhu te come primero, y sin dolor.
- Disculpa, hablo cuando estoy
nervioso.- Bajaron las escaleras a las cloacas lenta y cuidadosamente. Las
paredes estaban bañadas en sangre y Aren reconoció los lugares en que los
vampiros hambrientos habían lamido las paredes.- Yo me encomiendo a Yog Sogoth.
- Sé que no me salvaste la vida
en el hotel.- Dijo Aren de pronto. No sabía por qué lo había dicho, pero al
igual que Sashel solía conversar cuando estaba nervioso. Sashel bajó otro
escalón y casi se resbala por la sangre. Aren le agarró de los hombros para que
no se fuera para atrás.
- Está bien, no fui yo, sólo
quería que confiaras en mí. ¿Y lo haces?
- Estoy en una catacumba oscura,
repleta de vampiros. Me enviaron porque soy joven y relativamente inexperto, de
modo que podrán dudar de mis conclusiones sin tener que hacer que suene muy
oficial, como si hubieran mandado a un veterano. Estoy en una situación de
violencia en la que nunca he estado en mi vida, pero estoy aquí y estoy contigo
y con Cthulhu. ¿Eso responde a tu pregunta?- Aren quiso decir algo, pero se
detuvo. Habían llegado a la cloaca y la cacofonía de ruidos, en su mayoría
violentos, hacía imposible triangular su procedencia.
- ¡Atrás!- Sashel disparó contra
las formas que salían a su derecha y de debajo del agua. Aren disparó también,
hasta quedarse sin balas. Habían matado a un par de zombies y a dos vampiros,
pero Sashel había podido ver algo más. Uno de los pandilleros, golpeado y
herido, se arrastraba hacia ellos.- ¿Es uno de ellos?
- Sí, es uno de ellos.- El
pandillero se puso de pie, lloraba y temblaba de miedo. No le importaba si eran
policías, sólo quería seguir con vida. Se apoyó contra la pared, tratando de
calmarse.- ¿Quién les pagó para atacar a Omer Naslin?
- Fue uno de esos necromagos
ricos con finas telas. Pagó bien... Regresamos algunos, no teníamos ni idea
de...- El pandillero señaló a la entrada del departamento de Urs Varnel y
vomitó.
- No, yo iré primero.- Sashel
entró con paso firme, iluminando con su lámpara de vela. Aren recargó su
revólver y esperó unos momentos para entrar con Sashel Kur.- Madre de mil
cabras.
- Esto no fue fácil.- El
departamento estaba hecho un caos y había sangre por todas partes.- Adiós Urs
Varnel, casi no te conocí.
- Vamos, tenemos que salir de
aquí.- Urgía el pandillero.- No pueden dejarme.
- No, te dejaré en la policía.-
Al pandillero no le importó ser arrestado por la golpiza de Omer Naslin, con
tal de salir del distrito vampírico.
Al
día siguiente, después de un baño y un cambio de ropa, acompañó a Bram en el
cementerio donde Afelina había sido acomodada en una cripta para ella sola. El
aspecto jovial del mercenario había cambiado por completa, por todas partes se
escuchaban las burlas. Los vampiros que antes le temían y odiaban, ahora se
burlaban de él porque no se atrevía a matar a su novia. Él no les prestó
atención, en su mente sólo había espacio para Afelina y su transformación. Los
cuidadores del cementerio realizaron los rituales necesarios y fueron
reportando los progresos. Afelina había renacido sin problemas, ahora estaba
acostumbrándose a sus nuevos sentidos y su nueva conciencia, tenía que ser
alimentada con copiosas cantidades de sangre, las cuales Gustavler había
comprado del banco de sangre la noche anterior. Ellos se veían optimistas,
sería una vampira sana de primera clase, y mientras más optimistas se
mostraban, más sombrío se tornaba Bram.
- Una vez le pregunté por qué no
se convertía. Ella me dijo que no lo haría porque no soportaba la idea de ser
siempre joven, mientras todos aquellos a quienes amaba, y todo lo que la
conectaba al mundo, lentamente se reducía a cenizas.- Luego de eso, Bram Corrin
no dijo nada más. Esperó sentado sobre una lápida, escuchando los aullidos,
gorjeos y siseos de su amada.
Los ayudantes de
Gustavler Barsel le hicieron llegar un telegrama a Aren Terik, haciéndole saber
que el honorable señor Barsel había cumplido su palabra, como siempre hacía y
ahora el buque de guerra Van Dreker, había llegado al puerto para comandar las
operaciones portuarias. Los fundamentalistas estaban histéricos, como Aren sabía
que lo estarían. Si bien todo parecía relativamente en calma en el puerto,
mientras cientos de soldados de Königsport desembarcaban para relevar a los
oficiales civiles, Aren sabía perfectamente que habría incendios en la noche y
que la dinastía Hane golpearía de nuevo. Se reportó con el almirante Jutrel
Inpas en su camarote y oficina. Sabía que no tenía otra opción, la corona
estaría ansiosa de saber de él.
- La capitanía estará en nuestro
control en un par de horas. La corona está dispuesta a absorber la pérdida
económica que suponga la falta de experticia de mis hombres.- Aren se sentó en
la silla frente al inmenso escritorio de caoba y asintió con gravedad.- La
medida les pareció sensata, pero desean saber su progreso.
- Como me imagino ya le informaron
el ciudadano Aldert Hane mantiene una mafia en este puerto a través de Lazlo
Tamir, un necromancer famoso, o como son llamados aquí un necromago. Hane es el
principal sospechoso de mi caso y, entre él y ese Lazlo Tamir, han tratado de
matarme en dos ocasiones y convertido ilegalmente a Afelina Naria, la pretoria
de Arkham.
- Señor Terik...- Dijo el
almirante con cierta impaciencia. Aren sabía que no quería oír eso, pero no
estaba seguro de lo que podía decir o de lo que significarían sus palabras. El
almirante se puso tan pie, tan recto como siempre, y rodeó el escritorio hasta
sentarse sobre él y tratarlo como a un estudiante revoltoso.- La corona pasará
de familia, es un hecho que se aproxima con una velocidad francamente
inimaginable. Cualquier día de estos la nueva casa real tendrá el poder
absoluto del reino. Usted y yo, meras herramientas al servicio de la corona,
nos encontraremos retados de nuevo para mostrar nuestro potencial. Su trabajo
presente no es resolver ese múltiple homicidio, ésa es solo la excusa que le
dimos a los locales. Su trabajo es más importante que eso. En el día que el
trono obedezca a otra dinastía la nueva corona tendrá que mostrar músculo. Los
ojos de todo el reino estarán sobre el nuevo rey, ¿cómo tratará a la cúpula de
industriales de Dunnwich, a los dementes de Merrimack que quieren la
independencia, o a los vampiros de Arkham que, a juzgar por su progreso, podría
decirse que dominan al ducado con puño de hierro? Su trabajo es preparar un
reporte que indique si el nuevo rey debe, o no debe, exterminar a todos los
vampiros de Arkham, o su opinión sobre el alcance de la limpieza necesaria.
- Entiendo.- Dijo Aren, con la
mirada clavada al suelo. El almirante hablaba de genocidio, pero no podía decir
que la idea no le cruzara por la mente. Honestamente creía que existía cierta
vida en ellos, aún siendo insufribles los fundamentalistas. No podía decirle
eso al almirante, a un hombre de acción que sólo conocía el sí y el no, el
blanco y el negro.- Mi reporte estará listo en cualquier día.
Al
caer al sol Aren atendió la recepción de Afelina Naria a la comunidad
vampírica. Los vampiros lo celebraban, como quien celebra el nacimiento de un
bebé, pero los familiares y amigos de Afelina se lo tomaron como funeral. Extendieron
telas negras, blancas y rojas por el suelo y por encima antes de abrir la
puerta de hierro. Afelina salió, temblorosa y con la mirada perdida, su cuerpo
desnudo y bañado en sangre. Los largos colmillos superiores e inferiores eran
un cambio físico que Aren creía no distorsionarían su imagen general, pero
estaba equivocado. Su piel estaba pálida de frío, pero eso también podía
ocurrirle a los vivos, era algo que Aren no podía señalar. Los necromagos la
vistieron con ropajes ceremoniales, como batas ligeras y la dejaron que
caminara un par de metros. Bram fue el primero en acercarse, sus ojos rojos de
tanto llorar. Cuando Afelina le sonrió todos se permitieron suspirar
tranquilos, podía seguir siendo la misma.
- No tenías que llamar a mi mamá
y mis tíos.- Afelina era incapaz de mantenerles la mirada, pero no era por
vergüenza, sino que miraba a todas partes como si todo fuera nuevo.
- ¿Qué se siente?
- No mentían, es como nacer de
nuevo. Todo es tan... diferente, no sé cómo expresarlo. Ahora la poesía
vampírica tiene sentido, viéndolo así. Los colores son más brillantes, no
existe oscuridad y puedo verlo... todo. Veo tu sistema circulatorio, el aire
que sale de tu nariz, cada poro en tu rostro... Escucho tu corazón y el del
búho que está en el árbol a lo lejos... Y otras cosas que aún no termino de
entender.
- Es el llamado.- Explicó el
necromago.- Tu sangre te llama a tu comunidad, pero puedes vivir fuera de ella,
como muchos de nuestros hermanos. Lo que te hicieron fue un delito, y espero
que eso no altere tu percepción de la comunidad en la que has sido recibida.
- Yo le diré qué puede percibir.-
Bram quiso sacar su revólver, pero Aren le detuvo.
- No aquí, no así.
- Por favor Bram,- le imploró
Afelina.- si sigues sintiendo algo por mí... lo que sea, entonces no hagas nada
estúpido. No quiero que termines en prisión, muerto o en esa cripta.
- Te amo Afelina, por eso no
puedo dejarlo pasar. ¿Crees que cambia algo que seas vampira?- Bram la besó con
todas sus fuerzas y Afelina le respondió. Era ilegal, pero nadie les diría
algo. La necrofilia siempre era usada para condenar a otros, nunca a los
cercanos y Aren comprendió los sentimientos confundidos de Bors Naslin y
Brigita Hane.- Tengo que irme, tú quédate con tu familia. Hay algo que tengo
que hacer.
Afelina
no pudo detenerlo y Aren tampoco, no lo intentó en serio, él estaba casi tan
enojado como el mercenario Bram Corrin. Se limitó a seguirlo a zancadas, hasta
un bullicioso mercado. Entre gruñidos explicó que quería ir al templo de Lazlo
Tamir para matarlo, con o sin testigos, su intento por reparar su destrozado
corazón. Aren trató de convencerle, mientras se abrían paso entre los vampiros
del mercado, pero era inútil. Bram le explicó, cuando se vieron forzados a
esperar a que los comerciantes metieran interminables sacos de productos desde
una entrada de mosaicos con patrones geométricos y colores, que los necromagos
estaban seguros que la línea era la del duque, la misma de los Hane y Lazlo
Tamir. Bram no necesitaba mayor evidencia y tampoco necesitaba chaperón, pero
Aren prefirió cerrar la boca y seguirlo.
Al
cruzar el mercado llegaron a los jardines nocturnos, hermosas arboledas de
coloridas flores que rodeaban al templo de Lazlo Tamir, la cripta de la llave
de Magra, un enorme edificio de piedra marmoleada con cúpulas y torres de
cerámica y metales preciosos. Bram rodeó los jardines nocturnos, bajo la
vigilancia continua de los sirvientes del templo, hasta un invernadero en la
entrada del sur. Bram recorrió el laberinto de arbustos, árboles y flores hasta
una fuente fuera de operación. Aren se dio cuenta que Bram lo había planeado
desde hacía mucho, pues con el filo de su navaja consiguió abrir una tapa de
alcantarilla lo suficientemente grande para una persona y sin pensarlo dos
veces saltó a la oscuridad. Aren le siguió hacia los túneles bajo de los
jardines, donde florecía otro mercado, aunque uno lejos de la vigilancia
policial.
- Tenemos que rodear al mercado,
no quiero que nos vean venir. Conozco algunos...- Aren se le tiró encima y lo
tapó la boca mientras lo arrastraba bajo un puesto desatendido. Señaló a Sashel
Kur entre la población y se escondieron bajo el mantel del puesto.
- No nos vio, creo que busca a
alguien.- Se asomaron bajo el mantel y siguieron sus botas de cuero rojas hasta
que desaparecieron entre los compradores que parecían enfocarse todos a unos
cuantos puestos, dejando al resto del mercado prácticamente abandonado.
- ¿Adónde vas? Los vampiros
escucharán tus latidos.
- Tengo que saber.- Aren salió de
su escondite y avanzó en cuclillas, escondiéndose entre los puestos que vendían
extrañas sustancias en botellas de cristal y prohibidas plantas.
Sashel se abrió paso
entre los compradores que parecían tirar su dinero a manos llenas con tal de
comprar los misteriosos artículos. Aren reconoció a Kris Uls, quien no pudo ver
a Sashel hasta que fue demasiado tarde. Aren trató de acercarse lo más posible,
pero sabía que sería inútil, había al menos cien vampiros frente a él que
gritaban números y agitaban los brazos. Les vio discutiendo mientras caminaban,
hasta que desaparecieron juntos por un túnel secundario. Aren se acercó,
forzando la vista del túnel que contaba con débiles lámparas de gas por toda
iluminación. No podía perseguir a Sashel y a Kris Uls, pero al menos saciaría
su curiosidad para saber lo que había al centro del mercado. Los vampiros no le
vieron con agrado, recibió codazos y empujones para que no ocupara el reducido
espacio alrededor de los vendedores que agitaban jaulas metálicas sobre su
cabeza. Sobre el hombro de un corpulento vampiro reconoció la débil luz de las
hadas y con un empujón usando todas sus fuerzas se abrió paso hasta el frente.
Cuatro mercaderes vendían las hadas contenidas en más de veinte jaulas. Las
sacaban con sus alargados dedos para meterlas en botellas y recibían a cambio
hasta las joyas familiares. La sangre de Aren hirvió con furia, era tan
conservacionista como Bors Naslin había sido en vida y nada le hacía enojar más
que la capacidad humana para la rapacidad y la explotación de criaturas
frágiles y delicadas.
- Están todos bajo arresto, ¿me
han escuchado?- Nadie le escuchó, por supuesto, y se desesperó al sentir las
enormes manos de los compradores tratando de arrastrarlo fuera. Aren desenfundó
su pistola y disparó contra los vendedores, lastimando a dos en las piernas y
fallando sus otros tiros.- ¡Están todos bajo arresto y confiscaré esas hadas!
- ¿Quién te crees que eres?-
Sintió el golpe en su costado, con la fuerza de una patada de mula y los
codazos contra la cabeza para tirarlo al piso. Era imposible levantarse, estaba
siendo pisoteado y justo cuando creía sentir cómo alguien le agarraba del
cinturón para morderlo, escuchó los disparos de la escopeta de Bram.
- ¿Ahora quién controla a quién?-
Bram sacó a Aren del mercado, pero el mercado siguió como si nada hubiera
pasado.- Supongo que ahora mi plan se echó a perder, mejor regresemos con
Afelina.
- ¿Y dejar que trafiquen hadas y
pixies?
- Bienvenido a Arkham, señor
Terik. Ahora trate de imaginar vivir aquí.
- ¿Ya no quieres vivir aquí?
- No sé, la verdad no sé qué
pensar.- Dijo Bram, mientras regresaban al invernadero por el mismo camino que
por el que habían llegado.- Sé que Afelina está muerta, ¿pero entonces quién es
ella? No dejo pensar en esa maldita línea de sangre, los vampiros son tribales
y sus superiores pueden llegar a ser idealizados como dioses. ¿Es Afelina quien
me habla, o es Aldert Hane mediante algún poder telepático? Ellos son capaces
de eso, los partiarcas me refiero, no sé de los Hane, ¿y si Afelina ya no
existe?, ¿qué se supone que debo hacer ahora?
- Terminar la misión, no hay nada
más.- Dijo Aren con frialdad. Había sido educado a ser frío cuando no sabía qué
hacer, sus emociones no debían comandar por encima del protocolo en ninguna
situación. Encontró cierto consuelo en su devoción al protocolo y a la corona,
no era lo más sano y lo sabía, pero lo prefería por encima de la incertidumbre.
- Por Yog, ¿qué hicieron?-
Preguntó Afelina en cuanto les vio llegar, sucios y cansados.
- Nada, no te preocupes. Seguimos
con nuestra misión, y nada más.- Dijo Bram, guiñándole el ojo a Aren.- Veo que
llegaron más visitas.
- Gustavler Barsel no se cansa de
repetirme que encontrará a los culpables.- Afelina se sentó sobre una lápida
con forma de pulpo, la tumba de algún cultista.- Las estrellas parecen bolas de
fuego. Nunca antes había entendido eso de “la habitación en llama de los
dioses” del que habla el Necronomicon. Y sí Bram, siguió creyendo las mismas
cosas, quizás más ahora que nunca.
- ¿Qué se siente la sangre?-
Preguntó Aren, de pronto.
- Es algo así como miel y tu
comida favorita. No es tanto el sabor es... la adrenalina. No me extraña que
los vampiros sean tan sensuales.
- La noche ya casi acaba, es tu
primer día entre nosotros.- Gustavler se materializó entre los tres, dejando a
sus ayudantes detrás.- En una semana ya podrás dormir en cualquier parte. La
cripta es cómoda, pero puede llegar a hartar. Y usted señor Terik, espero
que...
- Gracias por todo, y disculpe
mis modales. Estaba... algo enojado.- Bram le miró sorprendido mientras Aren,
con un rostro completamente neutral, le daba la mano y daba una humilde
reverencia. Gustavler fingió que se apenaba por la atención. Aren señaló las
luces al fondo y dijo.- Veo que los disturbios continúan.
- Sí, lamentablemente así es. Los
seguidores de Aldert Hane han sido... problemáticos. Fundamentalistas, usted
entiende. El duque les ha negado audiencia y ahora Arkham sufre con cadáveres,
incendios y un puerto secuestrado por los militares.
- Estoy seguro que la presencia
militar será breve, mi trabajo ya casi concluye. De hecho, quería dejarle saber
que Urs Varnel me ha estado enviando cartas y mensajes.
- ¿Urs Varnel?
- Un necromago corrupto y
sospechoso. Quiere protección legal, confesar y librarse de problemas. Una vez
tenga su confesión y sepa lo que él sabe, enviaré esos papeles a la corona,
junto con lo que encontramos en la caja fuerte en la oficina de Omer Naslin. No
me sorprende que los saqueadores no la encontraran, estaba bien escondida. Me
he haré cargo del traslado en su momento, no confío en ese Sashel Kur.
- Y hace bien. Si gusta, yo
podría asistirle para que esos papeles lleguen a su destino.
- Gracias, siempre es bueno saber
que uno puede depender de sus aliados.- Gustavler se despidió y desapareció.
Aren se encendió un cigarro y se apoyó contra la estatua de un sacerdote
cultista llorando frente a una tumba. Bram y Afelina le miraron extrañados, el
rostro de Aren estaba neutro pero podían adivinar que existía una tormenta en
su mente.
- ¿Y bien?- Dijo Bram, tras un
largo silencio.
- Es hora de viajar al bosque. La
trampa está puesta, si nos apuramos todo se vendrá abajo.
- ¿Adónde?
- Seguiremos la tierra, ¿los pura
sangre duermen en la tierra en la que renacieron, no es así?
- Sí, pero...
- Entonces eso haremos,
seguiremos el convoy de carruajes llenos de tierra. Es hora de terminar.
Al
amanecer Bram y Aren encontraron las carrozas cargadas de cajas con tierra en
la carretera de tierra que cruzaba el bosque prohibido, hasta que se vieron
obligados a seguir por entre los árboles. Aren ya se imaginaban para dónde
iban, por lo que dejaron que las carrozas se alejaran y siguieron a pie,
llevando a sus caballos de las riendas. Bram le llevó hacia el río y cuando
Aren preguntó por qué no iban a caballo, Bram señaló con su escopeta a los enormes
vampiros de cuarta clase que dormían entre las ramas de los tupidos árboles.
- Les encantan los caballos.
- Pero vendrían de arriba, no veo
por qué....
- Mira.- Bram señaló un agujero
entre las piedras en la orilla del río.- Agujeros de vampiros. Saben que
estamos aquí, pero son alérgicos al agua y al sol, así que tendremos suerte, al
menos hasta esas colinas donde el bosque es tan espeso que nos atacarán.
- Bueno saberlo.- Dijo Aren,
temblando de frío y nervios, con el río hasta las rodillas.
Salieron
del río para subir por la colina, apuntando hacia todas partes. Aren fingía que
estaba listo, pero no lo estaba. Bram había tenido razón, en la penumbra de los
árboles algunos hambrientos vampiros asomaban sus cabezas, más parecidas a
murciélagos que a personas, tratando de medir las probabilidades para atacarlos
a ambos. Bram les disparó antes que tuvieran tiempo de decidirse y atravesaron
el área boscosa con los nervios a punta. Al sentir el sol Aren pudo volver a
respirar tranquilo y al ver la enorme área oscura bajando la colina se dio
cuenta que habían llegado. Amarraron los caballos cerca de los generadores de
carbón y Bram consiguió matar a dos vampiros de segunda clase sin hacer ruido,
usando sus estacas de plata. Las lámparas negras, alimentadas por otros dos
generadores, cubrían más de tres hectáreas de bosque donde millones de hadas y
pixies habían surgido entre la vegetación. Los vampiros las cazaban con redes
para meterlas a jaulas que eran llevadas hasta carrozas para ser vendidas.
- Me imaginé que se asustarían,
mi mentira sobre Urs Varnel o la de la caja fuerte sería lo suficientemente
peligrosa para empujarles a acelerar el trabajo.- Aren se abrió paso, un
revólver en cada mano, hacia Aldert Hane, quien descansaba sobre un sofá entre
los arbustos repletos de hadas.- Y tú estás bajo arresto Hane, y todos tus
amigos también. ¿También está Kris Uls por ahí?
- ¡Kris! El burócrata quiere
hablar contigo.- Dijo Aldert, en tono juguetón.
- ¿Siguen enojados porque
convertí a esa idiota pretoria? Y dos cálidos contra tantos de nosotros...
- Es cierto,- dijo Gustavler
Barsel, saliendo de entre los árboles a la izquierda de Aldert.- en los bosques
prohibidos hay desaparecidos todo el tiempo, por eso son prohibidos.
- Sí, por eso traje ayuda.-
Sashel Kur bajó de una colina con su escopeta preparada y Brigita chifló desde
la copa de un pino, justo debajo de la lámpara negra.- Serán muy fuertes, pero
esas lámparas se averían y todos se calcinan.
- Y lo haré Aldert, los Hane ya
hemos causado suficiente dolor. Mataste a Bors.
- ¡Ya te dije que yo no fui!
- Y es cierto Brigita, pero eso
no lo hace inocente. Imagino que tú, Kris, pusiste la bomba para matarme.- Kris
Uls se acercó a su maestro Lazlo Tamir, quien les mostraba los colmillos y
estaba preparado para matarlos.
- Me quedé con algunas cosas de
mi viejo trabajo de minero y no estarías aquí, de no ser por Brigita. Aldert
nunca supo cómo controlarla.
- ¡Mira a quién tengo!- Bram
golpeó a un vampiro en el suelo y de un jalón lo obligó a hincarse.
- Urs Varnel, por supuesto que
está vivo. Dejó esa sangre en su departamento para que creyéramos que estaba
muerto. Él sacó al ghoul del cementerio, no pudo ser Lazlo porque Brigita
accidentalmente le dio coartada, al decir que estaba con ella en esa gala por la
apertura del banco de sangre. Me habría encantado que fuera él, pero el momento
que reconocí a esos pandilleros supe que tuvo que haber sido Urs, él y sus
mapas del norte. Omer le dio la idea, Urs hacía mapas para su carretera que
cruzaría por los bosques prohibidos hacia el norte. Bors se dio cuenta que
había una colonia de hadas, así que tenía que irse. Morkai, Vera y el pequeño
Implin llegaron sin avisar, como Morkai hacía todo el tiempo. Omer lo perdió
todo, y Urs mandó esa paliza para silenciarlo, seguramente lo mantiene
chantajeado y saqueó la oficina para robar todo lo que le uniera al proyecto de
Omer. Disfrazado de necromago rico entre esos pandilleros habría querido
sacarnos de su aroma, pero era muy tarde. En cuanto vi esos mapas me imaginé
que él había sido.
- Me van a matar...- Dijo Urs en
voz baja. Lazlo le miraba con odio y de pronto los cuatro barriles de la
escopeta de Bram ya no parecían tan terribles.
- Sí, yo sé que sí. El negocio
que habría sido perfecto para ti, fue tomado por Aldert y compañía. Davros
debió encontrar los papeles que Bors y Morkai discutirían, pensamos que un
vampiro los habría robado después de matarlos, pero fue un ghoul. Buenos
asesinos, pero no son ladrones. No, el comisario los encontró y fue directo a
Gustavler Barsel y sus amigos. Se dieron cuenta de la mina de oro y empezaron a
explotarla, el tráfico de hadas que he visto en Arkham debe ser la punta del
iceberg. La corona se toma a las hadas y pixies muy en serio.
- Escúchate, hablando de estas...
de estas cosas tan pequeñas, como si valieran algo.- Dijo Gustavler, con rencor
en la voz, mientras apretaba un hada hasta que su luz se apagaba.
- Valen más que tú, cualquiera de
ellas. Miles de pacientes esperan polvos de hadas para sus medicamentos. Tú
sólo querías desquiciar a la ciudad, convencerme que Arkham no tenía esperanza
alguna. Obligaría a la corona a dejar la ciudad en manos del lord alquímico y
patricio Kol Barsel, tu hermano. No me extraña que el duque enviara a su propio
hombre de confianza.
- ¡Aren!- Brigita saltó desde el
árbol, señalando a su izquierda. Para cuando Aren se dio vuelta, ya era muy
tarde, Davros Kelter había salido de la nada y disparado su pistola. Brigita
recibió el disparo en el pecho como si hubiera sido un mosquito. Aren le
disparó desde el suelo, entre las piernas de Brigita y el comisario cayó muerto
entre las hadas.
Lazlo
se lanzó sobre Bram, pero el mercenario apuntó hacia arriba y destruyó una de
las lámparas. Brigita tacleó a Kris, antes que atacara a Aren y con
extraordinaria fuerza le arrancó la garganta de un tajo. Los obreros atacaron,
rodeando a Sashel. Aren disparó contra las lámparas hasta que quedara unos
cuantos metros de oscuridad. Aldert Hane fue el primero en rendirse, junto con
Gustavler Barsel. Lazlo hizo lo posible por huir en la luz, cubriéndose con el
abrigo de uno de los obreros, pero no llegó lejos, Bram le disparó y su pierna
salió volando a la altura de la rodilla. Sashel regresó cabalgando a Arkham y
un par de horas de tenso silencio después la guardia personal del duque hizo
los arrestos y se los llevó en carrozas cerradas por completo.
El
duque hizo lo que Aren sabía que haría, ordenó el encarcelamiento y la
reposesión de todas las propiedades de Aldert Hane y Lazlo Tamir con tal de
salvar cara ante la corona. Sashel dijo, medio en serio y medio en broma, que
el duque no podía tocarlos sin el apoyo de la corona, debido a la compleja
política local y que, en el fondo, era el mejor amigo de Aren aunque se
rehusase a verle. Bram disfrutó cada segundo, aunque su corazón seguía pesado y
sombrío por la muerte de Afelina. Al caer la noche Aren, y el nuevo comisario,
llevó a Gustavler Barsel, encadenado de piernas y manos, con una máscara de
cuero sobre la cabeza como bozal, hasta el buque de guerra para ser entregado a
la corona. Brigita le saludó el puerto, la única civil entre un pelotón de
soldados que no le quitaban el ojo de encima.
- Lléveselo al almirante, no
tardo.- El nuevo comisario asintió con toda la rigidez de un novato y se llevó
al prisionero, quién no dejaba de rogar misericordia, culpando de todo a
Aldert.- Omer Naslin ya fue arrestado. Confesó a la primera. Él se llevó a tu
Bors.
- No, la avaricia se lo llevó.-
Aren caminó con Brigita entre los enormes contenedores a lo largo del extenso
malecón, mirando a las docenas de barcos que llegaban y se iban.- La avaricia
de fríos y cálidos por igual. Es raro... siempre pensé que había sido nuestro
amor prohibido lo que hizo que lo mataran. ¿El que haya muerto por avaricia es
peor o mejor? Creo que es peor. Al menos si fuera por celos, odio o por la ley,
al menos así podría culpar a todos, y a nadie a la vez.
- El ducado se quedará con todas
las propiedades de tu hermano, ¿qué harás?
- Estaré bien, sobreviviré. Es lo
único que puedo hacer, ¿no es cierto? Seguir viviendo, por siglos y siglos.-
Brigita se cubrió el rostro con sus frías manos, y al ver que no tenía lágrimas
se maldijo.- A veces es una maldición, ser fría me refiero.
- A veces ser cálido es una
maldición también.
- ¿Tiene sentido que te implore
porque no seas nuestro agente de la destrucción?
- No.- Brigita asintió con
gravedad y le acompañó hasta el buque de guerra, donde se despidió de él con un
gesto. Aren se reportó ante el almirante en su oficina, aún más nervioso que
cuando le había hablado por primera vez.
- Barsel ya está encerrado, su
hermano querrá verlo en Königsport, estoy seguro.
- Mucha gente querrá verlo en
Königsport, los patricios no perdonan fácilmente a los familiares incómodos.
Además, lord alquímico y patricio Kol Barsel no es universalmente amado.- El
almirante sonrió pícaramente y le extendió una copa de Brandy.
- Excelente trabajo, agente
Terik. Nos puso nerviosos, no le mentiré, pero al final del día realizó su
misión y con excelente profesionalismo. Me arrepiento de las cosas malas que
dije de usted a sus espaldas.- Bromeó el almirante. Al verlo de tan buen humor
Aren se puso aún más nervioso e hizo lo posible por no dejar que sus nervios
fueran visibles.
- La corona querrá tener un
reporte preliminar, me imagino.
- Así es. Lo enviaré cuanto
antes.
- Hubo tantos fríos como cálidos
en el embrollo. Es decir, muertos y vivos. Dos intentos de homicidio,
conversión forzada, homicidio múltiple, chantaje, explotación de recursos de la
corona, incitar a la insurrección y posible alta traición. Los principios no
tuvieron nada que ver, fue el dinero. Arkham necesita una limpieza, sin duda,
empezando por los bajos fondos que no parecen tener presencia policial alguna y
por la aristocracia vampírica. La limpieza general sería... desmedido.- El
almirante resopló enojado, su buen humor se había ido.- La corona les falló
tanto como ellos a la corona. ¿Dónde estaba la presencia del duque entre los
intelectuales vampíricos que convencían a los jóvenes a aislarse del reino y
convertir a todos los cálidos? El duque Lanrin Van Kerri ha sido ineficiente, y
no sería justo que los honestos sean castigados por la incompetencia de uno.
Ése es mi reporte preliminar.
- No sé si eso es lo que la corona quiera escuchar.-
Aren sabía que era mentira, sin duda no era lo que los militares querían
escuchar.
- Por eso me enviaron a mí, para
dudar de mi edad. Pero no dude de mi devoción a la corona.
- Está bien, usted fue enviado
para completar una misión y eso hizo. Lo demás no está en mis manos. Despídase
de Arkham, mañana en la tarde regresará a Königsport.
Aren
visitó a Bram en el cementerio, Afelina lo abrazó en cuanto le vio. Brigita
Hane era su nueva heroína, después de todo había matado a Kris Uls y ayudado a
encerrar a Lazlo Tamir por mucho tiempo. Bram sonrió al apuntar que 100 años de
prisión es mucho tiempo para un vampiro mimado y delicado como Lazlo Tamir.
- Así que... ya te vas.- Bram,
Afelina y Aren se sentaron sobre una tumba de mármol para mirar a las
estrellas.- ¿Qué harás ahora?
- Königsport siempre tiene más
misiones que asignar. ¿Seguirás matando vampiros? La corona renovará a toda la
policía, así que no creo que te puedas dar el lujo del asesinato ocasional.
- No, esos días terminaron para
mí.- Dijo Bram y Afelina lo besó.- Pensé que Sashel trabajaba para el otro
lado, me tomó por sorpresa.
- Hacía todo lo que un miembro de
la policía secreta tendría que hacer. Hacía su trabajo. ¿Qué hay ahora para
ustedes dos?
- Ya no puedo ser pretoria real,
es un trabajo para los vivos. Bram y yo iremos por una cura para mi condición.
Dicen que en la universidad del Miskatonic en Dunnwich tienen una cura.
- Y si no, seguiremos buscando.
- Buena suerte, y si algún día
pasan por Königsport, no olviden saludar.
Aren
se reportó en el puerto y se despidió de Arkham desde el barco. No dejaba de
pensar en Bors y Vera Naslin, en Morkai y su hijo Implin. Pensó en Brigita, sin
saber qué motivo era peor. La vampira tenía razón, de todos los motivos la
avaricia era el peor y el almirante quizás no quisiera creer en la igualdad de
fríos y cálidos, pero como Aren Terik lo veía, si eran capaces de la misma
avaricia asesina que los vivos, entonces no podían ser tan diferentes. Igualdad
por el mal, sabía que eso era terrible, pero la corona lo entendería. En el
fondo, Arkham se había salvado porque los muertos demostraban ser tan capaces
de ser agentes de destrucción como los vivos.
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