jueves, 23 de julio de 2015

El amor no es inocente

El amor no es inocente
Por. Juan Sebastián Ohem


            El cuerpo fue encontrado antes del mediodía. El basurero en la callejuela se encuentra en el corazón de Baltic. Disputas territoriales con otros precintos. Nadie lo quiere. Echamos suertes. Si tuviera mala suerte, al menos tendría alguna suerte. El forense que recupera el cuerpo dice que murió alrededor de las diez de la noche, ahorcado con un cable.
- ¿Qué crees que hacía ahí?- Martin y yo salimos de la callejuela a la avenida Boston.
- La avenida es un corredor de prostis, seguramente es un cliente.- Detengo a los enfermeros y a su camilla y reviso los bolsillos.- El móvil no fue robo, tiene su billetera y 500 dólares. Cajetilla de cigarros Fatima en el bolsillo y encendedor de oro. Se me hace conocido, pero no sé de dónde.
- No es tu párroco, eso seguro.- Martin revisa la billetera y me muestra una bolsita de cocaína.- Tiene una tarjeta de un bar, “blues de Kelley”. Al parecer es músico, clarinete.
- Sobre con dinero en su saco y cerillas del “hombre-lobo”, es un bar de la mafia... Maldita sea, ya sé quién es. Es Charles Orne, alias Charlie el chino.- Felton mira su cara, pero no encuentra los ojos rasgados.- Le decían así porque tenía una afición por chicas asiáticas. Él y sus nudillos.

- Linda persona. ¿Por dónde quieres empezar?
- Charlie el chino no era músico, creo que ésa era su paga estable. Vayamos ahí primero.- Enciendo un cigarro en el auto mientras Martin busca jazz en la radio como un sabueso. El recuerdo de la mafia de Baltic me pone nervioso. Martin se da cuenta.- El chino Orne trabajaba para la mafia de Baltic. Esos cerillos del bar “hombre-lobo” son del local favorito de Jack Lupino.
- Déjame adivinar, lo conoces.
- Lo conozco de cuando mató a su hermano por el control de Baltic. Desde entonces vive en su torre de marfil, acompañado de jueces y políticos. Eso significa que incluso si Lupino admite haberlo mandado matar, no lo podemos encerrar. El sujeto es intocable.
- Crees que cuando el teniente Simone se entere de quién es, lleve el caso al limbo.
- Cuidado chico, empiezas a sonar como detective. Que no se te suba a la cabeza.
- Tengo mis momentos. ¿Crees que sea ajuste de cuentas? Mencionaste las prostis en avenida Boston. Quizás enojó a las bostonianas.
- Toda la avenida es un nido de ratas, tienen apartamentos para juegos de cartas y bodegas para...- Giro el volante a toda velocidad. El auto de atrás frena lo mejor que puede y mete un volantazo. Choca contra otro auto y nosotros regresamos a la escena del crimen.
- Cuidado con las vueltas Oz, a mí sí me extrañan en mi casa.
- El edificio de la callejuela solía ser una bodega de la mafia.- Evito pasar por la avenida Boston, evito a la policía. Entramos por la 50 y estaciono el auto en una sinuosa calle.- Creo que sé lo que estaba haciendo ahí. Y si fue robo chico, entonces nos espera una guerra interna.
- Hay una puerta trasera.- Martin se baja del auto y señala los cigarros a un lado de la puerta.- Fatima, la misma marca que nuestra víctima. Estaba de guardia aquí cuando lo sorprendieron.
- Probablemente nadie lo extrañó en la mañana.- La puerta está trabada, pero encuentro una ventana alta.- Lupino probablemente no sabe que está muerto, y si lo sabe ahora no ha tenido la oportunidad de vaciar el lugar. Tendrá que esperar a que los uniformados se vayan.
- ¿Ese es el mejor acceso?- Martin se sube a unas cajas de madera y de un brinco entra por la ventana. Me cuesta trabajo, pero lo consigo cayéndome de la ventana al interior.- Con la gracia de un gato Oz.
- ¿Tienes tu linterna? No quiero encender la luz y avisar a los uniformados. Prefiero jugarme las cartas cerca del pecho, uno nunca sabe.- Martin se revisa el abrigo y se golpea la frente.- Ni modo chico, te toca. Con la gracia de un gato.

            El espacio es grande, pero muy vacío. Mesa de dados, dos de blackjack y dos ruletas sobre enormes cajas de madera repletas de vino francés robado. Martin señala las gotas de sangre a un lado de las cajas. Charlie el chino no tenía ni una gota de sangre encima, no creo que sea suya. Laberinto de cajas repletas de contrabando y un tesoro al final. Una caja fuerte antigua. El ladrón zafó las bisagras y la abrió sin preocuparse por la contraseña. Lupino cree que nadie le robaría, sería suicidio. La ciudad está repleta de suicidas, y los peores son los que no saben que lo son. Al menos tres cajas de ahorros abiertas y vacías. Imposible saber la cantidad del botín. Más de 50 de los grandes, eso es seguro. La cloaca está abierta. Las ratas saldrán en manada.
- El sujeto, o sujetos, matan al guardia de la puerta trasera, roban el dinero y se esfuman. ¿Cómo quieres jugarlo Oz?
- Quédate en la estación, no le digas al teniente lo que tenemos. Inventa algo ingenioso, pero aburrido. Algo que no le llama la atención.
- ¿Por qué?
- ¿Recuerdas a Albert Moran, asistente del jefe? Le pidió dinero prestado a Lupino para cubrir cierto escándalo relacionado a sus hijas y un par de fiambres. Moran defiende al teniente todo el tiempo, algo se traen esos dos. Simone se entera que Lupino está involucrado le dirá a Moran, y él pondrá a su gente para tapar el asunto y dejar que la mafia lo resuelva a su manera.
- ¿Cómo sabes del préstamo?
- Porque yo le dije a Lupino del escándalo, él lo chantajeó y le prestó el dinero para pagarla. No sé si ya haya acabado de pagarle. Uno no se zafa fácilmente de las cadenas de Lupino.- No le digo toda la verdad, no me enorgullece.- Yo iré al “Blues de Kelley” para hablar con conocidos del chino. Hazme un favor y busca quién firmó como dueño por esta bodega. No creo que haya sido Lupino, no es su estilo.

            Dejo a Martin en el precinto y desaparezco. Lupino, una larga historia. La versión corta incluye balas, mentiras, mujeres fáciles y chantaje. Visito a un viejo amigo. Ulises Banish, dueño de una de las más sórdidas tiendas de empeño. Vendería a su madre si pudiera acomodarla en la vitrina. Banish me ayudó en un caso, yo le ayudé con joyas robadas y Lupino recibió su parte. Ulises me recibe con una mano bajo el mostrador. Escucho que el martillo hace clic. Lo tranquilizo y tarda en levantar la mano. Está nervioso. Rodeado de artículos robados con un poli frente a él. Le invito algo de comer y se relaja. Le suelto un par de billetes. Tiene los verdes, pero quiero el tour intensivo. Dejé a Lupino atrás hace años. Demasiado tiempo fuera del juego. Banish me pone al corriente. Matar a su hermano fue buena decisión. Controla los mejores negocios de Baltic, Broker y Orchid. Trata de rodearse con gente que no atrae los reflectores. Banish escuchó que Lupino preguntaba por mí. Tenemos historia. Menciona a Jennifer 9. Tenemos demasiada historia. Me doy una idea de la clase de gente con la que me enfrento y cuando el sol empieza a caer subo a mi auto. El bar del “Blues de Kelley” queda del otro lado de la ciudad.

            El lugar no es mucho, pero es algo. El atardecer que se filtra por los vidrios ámbar de la entrada le hacen parecer sano, pero los clientes llegan con la oscuridad. El gorila me deja pasar, pero sabe que soy poli. La mesera es cariñosa y me ofrece un trago de la casa. El estilo Lupino. Me siento en un rincón para ver quién llega. Hay un par de tipos duros que son advertidos por el gorila de la entrada. El dependiente parece ser el mono canoso de la barra. Aprovecho que los músicos se preparan para moverme. Las meseras, el gorila y el de la barra me siguen con la mirada.
- Disculpen, estoy buscando al clarinete, un Charlie Orne.- El del saxofón se ríe y le da palmadas en el hombro al sujeto que sostiene el clarinete. Es alto y delgado, tiene una mirada triste y se sonroja.
- Pasa todo el tiempo, ese Charlie siempre anda por ahí diciendo que es jazzista. El único instrumento que toca es la radio. Soy Peter Novak, ¿quiere contratarme?
- Hoy no, disculpen.- Me acerco a la barra y el sujeto me espera con desgane.
- ¿Quieres ver mi permiso?
- ¿Por qué querría ver tu permiso?- Me da un tarro de cerveza y camino hasta la entrada. Me sigue nervioso.- Este local es de Lupino, él siempre tiene permisos para todo.
- No sé de qué me habla, soy el dueño.
- ¿Cómo se llama?
- ¿Qué diferencia hace?- Le tiro la cerveza en la cara y lo empujo contra las botellas.- David Marks.
- David el sucio, he oído de ti.- Trata de empujarme, defender su honor. Le tomo del brazo y descorro su manga. Tatuaje de prisión.- ¿Quién paga tus cheques? Y no te pases de listo.
- La clientela, te equivocaste de bar.
- No sé, un muerto me dijo que este lugar es bueno. Me dijo que toca el clarinete.
- ¿El chino está muerto?
- No, descansa en la morgue. Está de moda. ¿Él compró este basurero?
- No, y tampoco es de Lupino. Es de Steve Lamark.
- Steve el guapo trabaja para Lupino, ¿no es cierto?- Evade la pregunta tratando de ganar distancia.- Problemas en el paraíso, ya entiendo.
- No entiendes mucho poli. El lugar se está llenando, ¿qué vas a hacer?
- ¿No me reconoces? Soy Oz, el mago de Oz.- Reacciona ante el nombre. Reacciona mejor ante las cachetadas.- Y me vale un pepino lo que la manada de drogadictos y camellos me vea hacer. ¿Cuánto tiempo hiciste en prisión, sucio Marks?
- Cinco años, por robo.- El gorila de la entrada se acerca con un cuchillo.
- Ya contestó sus preguntas, oficial. Es hora de irse.
- El chino está muerto, ¿qué sabes tú de él?
- Era un idiota.
- Sí, eso me imaginaba.
- El chino se peleó con Lamark en su casino.- David Marks le mira para silenciarlo, pero le doy otra bofetada.- No creo que haya sido el guapo Lamark. Moléstelo a él, tratamos de ganarnos la vida.
- Y yo que pensaba que los simios eran idiotas. Tienes más cerebro que tu amigo.- Le pongo papel y lápiz a Marks y tomándole del cuello lo azoto contra la barra.- Dame la dirección del casino del guapo, quiero hablar con él.
- No te servirá Oz, está cerrado por remodelaciones.
- ¿Y la bodega en Boston, también es suya?
- Me imagino que sí, no lo sé.- Lo azoto otra vez.
- Escribe la dirección de todas formas.
- Soffolk #767 apartamento 4.- Recibo el papel y me lo guardo. Dejo libre a Marks y salgo de la barra.
- Cuando te reportes con Lupino dile que Oz está en el caso. Dile que ésta vez será distinto, y que no cometa la idiotez de tratar de tapar el asunto. Dile que no me haga enojar.
- Eso será difícil con tu temperamento Oz.
- No te hagas al listo Marks, si lo fueras no estarías en esta ratonera.

            Detengo el auto un par de cuadras después para reportarme con Martin. David el sucio Marks debe estar haciendo algo semejante. Lupino debe estar sonriendo. A estas alturas la bodega en la avenida Boston debe estar vacía. Lupino debe estar enterado el robo. Mafia con más ambición que lealtad. Los puñales están siendo afilados. Si me descuido me lo clavan.
- La bodega está a nombre de James Hicks. Según su expediente James “conejo” Hicks ha hecho de todo y lo sigue haciendo. Es cercano a Lupino y a un tal Steve “el guapo” Lamark.
- ¿Alguna dirección conocida?
- Tiene dos departamentos y un cabaret. Algo me dice que estará en el cabaret. “La gata negra” en Ferris y White.
- Conozco el lugar. Se incendió hace unos años. Él recuperó el dinero del seguro.
- Sí, eso leí. Nunca atraparon al incendiario.
- Yo sé quién lo hizo, y no es hombre. ¿Cómo está la situación con Vinnie paranoias?
- El teniente está ocupado. Le dije que manejamos la teoría de las prostitutas. Dice que hay operativos por toda la ciudad para vigilarlas y está buscando los expedientes ahora mismo. ¿Irás al cabaret?
- Sí. Charlie el chino se peleó con Lamark, al menos eso dicen. Lamark tiene un casino. La bodega estará registrada a nombre de Hicks, pero eran sus cosas y me apuesto algo que era su dinero. Hablaré con él después.
- Tengo la dirección de Lamar. Calle 12 con 78, penthouse.
- Gracias. Sigue distrayendo al teniente. No tenemos mucho tiempo antes que Lupino arregle las cosas a su manera y eso significa que nos caerán cadáveres del cielo.

            El cabaret es pequeño. Chicas fingen bailar bajo los estupores del opio. La clientela finge estar lo suficientemente sobrio para aplaudir. La cocina tiene más heroína que pimienta. Tres baños. Hombres, mujeres y cojines de agujas. Las meseras trabajan por dosis. Al diablo el dinero, les dan lo que importa. La que no roba carteras se prostituye en los cuartos traseros. James el conejo Hicks queda perfecto entre la miseria humana. Dientes de conejo, mirada de idiota y .35 milímetros en la sobaquera. La ley de su pequeño mundo. No está solo. Nunca está solo. La chica a su lado desentona con su vestido elegante y sus joyas reales. Los guardaespaldas que me impiden el paso, por el contrario, parecen que nacieron ahí. La placa a la altura de los ojos. Les cuesta ver con la mala iluminación. Aún no digieren lo que significa cuando el de la derecha siente mi rodilla en su entrepierna y el otro la culata del revólver en la cara. Los registro a conciencia mientras se apoyan en la mesa de su jefe y le miran con vergüenza. Hicks sigue platicando con su chica, como si nada pasara. Ella está muerta de miedo, pero teme admitirlo.
- Cuchillos, armas y suficiente cocaína para un fin de semana en la playa.- Suelto las docenas de bolsitas de coca en la mesa y de un empujón les mando a volar. Me apoyo frente a Hicks con la placa en la mesa.- Tú sabes lo que pasó en tu bodega. ¿Quién mató el chino?
- ¿Y yo por qué lo mataría?
- Dinero, drogas, mujeres. Como ella, ¿en qué circo la ganaste?
- Deja a Elizabeth en paz Oz. Yo no maté a Charlie.
- ¿Dónde estabas anoche a las diez?
- Con Jenny 9, pregúntale.
- Lo haré. ¿Quién más sabía de la bodega?
- Poca gente. El asunto será arreglado internamente, oficial. Puede retirarse y dejarnos el asunto.
- Si Lupino confiara en ti, no estarías aquí perdiendo el tiempo.- Lanzo la carnada y muerde. Se pone rojo y resopla.
- Lupino sabe lo que hace y sabe que puede confiar en mí.
- Sí cómo no. ¿Por eso estás atorado en este cabaret de mala muerte? Al menos el chino podía relajarse en el “blues de Kelley”.
- Creo que ya dijo todo lo que tenía que decir, oficial.- Elizabeth calma a su noviecito tomándole de la mano.
- Te veo luego Hicks, cuando no la tengas a ella para luchar tus peleas.

            En lo único que puedo pensar es en Jennifer 9. Tendré que hablar con ella. No sé si quiero establecer una dudosa coartada de dos criminales, o si la quiero ver a ella. Me conformo con el guapo Lamark. Por ahora. No dejo de pensar en Jenny 9 mientras manejo a la mejor zona residencial de la ciudad. El lugar es tan caro que cobrarían por respirar en él si les dieran la oportunidad. Cambio de escenario. Cambio de actores. La gente camina con la nariz hacia arriba. Una burbuja de decencia para Steve Lamark. La noche me dan ganas de reventar burbujas. El penthouse ocupa todo el piso y el elevador me deja frente a la puerta. Toco hasta que escucho a alguien acercarse. Muestro la placa, pero no quito mi mano del arma. Abre la esposa del guapo, una rubia de ojos azules. No es alta, pero lo tiene todo en buenas dosis.
- ¿Qué puedo hacer por usted oficial?
- Soy el detective Ozfelian, me gustaría hablar con su esposo. Imaginé que estaría aquí, ahora que su casino clandestino está cerrado por remodelaciones.- La mujer se sonroja y desaparece detrás de una puerta. Regresa con el guapo. Es corpulento y de mirada coqueta, pero el bulto debajo de su bata no es su corazón.
- Soy Steve Lamark, ésta es mi esposa Estela. ¿En qué puedo servirle?
- ¿Lupino no le ha hablado? Pensé que llamaría a todos sus tenientes.
- Usted debe ser Oz. Di lo que tienes que decir y haz como el humo.
- ¿Por qué mataste al chino?
- Vaya que vas rápido Oz, pero equivocado. Yo no lo maté.
- ¿Y no robaste el dinero tampoco?
- Jamás haría algo así, no soy suicida. No sé si lo sepa, pero el chino y yo tuvimos una pequeña discusión. El hijo de perra trató de hacer trampa en las cartas, a Jack Lupino no le gusta eso.
- Entendible. ¿Cuándo es la gran reinauguración?
- ¿Para qué quiere saber? No está invitado.
- ¿Dónde estabas a las diez?
- No puedo decirle eso.
- ¿Y usted?- A Lamark no le gusta que le pregunte a su esposa, pero Estela calma a su marido.
- Yo estaba aquí, a solas.
- ¿Y puede demostrarlo?
- Estela no tiene que demostrarle nada.
- De hecho sí puedo. Mi ex-esposo vino por su colección de discos. Le dije a Peter que no la tenía, que le di todo cuando nos divorciamos.
- A ese idiota de Novak se le ocurre cualquier excusa.- Interrumpió Lamark.- Eso es todo detective.
- ¿Su ex tocaba el clarinete, señora Lamark?
- Sí, el blues es lo único que le importa.
- Me imagino que usted le importaron más otras cosas. Es muy común. Les dejo, por ahora. Regresen a su penthouse y a beber champaña.

Me voy del penthouse, pero no del edificio. En los departamentos del piso inferior pregunto por cualquier cosa inusual en la noche pasada. Todos me dijeron de la pelea de Estela, los platos rotos y los portazos. Los vecinos están hartos. El guapo es un caballero, pero Ulises y Terry, los perros de Estela, los vuelven locos.  La chica no mentía, fue entre las diez y las diez y media. Usando el teléfono de un apartamento me comunico con Martin para ponerle al corriente. Él tiene algo que decirme, Steve el guapo Lamar y David el sucio Marks compartieron celda juntos. Lamark hizo cuatro años por ahorcar a alguien con cable hasta matarlo. La condena era perpetua, pero los testigos cambiaron de opinión y los abogados lo sacaron. Son dos coincidencias al hilo y me ponen nervioso. Peter Novak, casado con el dueño del casino y Lamark haciendo años junto al sucio Marks. Regreso al blues de Kelley. Quiero escuchar el blues del cantinero. Evito al gorila, quiero tomarlo desprevenido. El acceso del callejón está iluminado, el sucio Marks disfruta su cigarro.
- Maldita sea, no tú de nuevo.- Me apoyo contra la pared y me enciendo un cigarro.
- Disculpa por el baile de la tarde. No tomé café. Tampoco tenía la imagen nítida.
- ¿Qué imagen?
- Háblame de Peter Novak.
- Novak y Estela eran inseparables. El chico tenía la ilusa idea de hacerla en las grandes ligas. Toca bien, pero nada del otro mundo. Estela sin embargo, ella no es ilusa. El guapo venía todo el tiempo y le gustó Estela.
- A Estela le gustó su dinero.
- Exacto. Pobre Pete, estaba muy necesitado de dinero. Siempre lo están los músicos.
- Es parte de su arte.- David se ríe.- ¿Y no tenía problema con que el chino dijera que tocaba su instrumento?
- No, para nada. Pete sabe que es el mejor que tengo, no lo dejaré ir aunque el contrato haya sido con Charlie. Casi nunca da problemas.
- ¿Casi?- Bebe de su botella de whisky y me la pasa.
- Tuvo problemas con Mickey Fulton, un don nadie que se la vive por aquí. Es un idiota y un adicto. Le robaba a los clientes y Pete se hizo el valiente para defenderme. Resulta que Mickey será un don nadie, pero tiene amigos. Charlie el chino lo conocía de la infancia o algo así. Pete se las arregló con el chino, y el chino le puso una golpiza a Fulton para que dejara de dar problemas. Si hablas con Pete hazme un favor y oblígalo a que me preste su colección de discos, me la prometió hace una semana.
- ¿Cuándo termina su presentación?
- Media hora.
- Le espero.
- Gracias.
- Como dije, discúlpame por la actuación en la tarde. ¿Qué hay de ti? Compartiste celda con el guapo y ahora trabajas para él. ¿Es un buen jefe?
- Es un maldito. Lo único que le importa es su casino y a nosotros nos explota por cada centavo.
- ¿Y por qué no renuncias? El mundo siempre necesita cantineros.
- No es tan fácil.- Su mirada me lo dice todo, pero pregunto de todas formas.
- ¿Le debes dinero?
- Algo así.
- Con Lupino y sus amigos siempre acabas debiendo dinero.
- Sí, supongo que así es.- Hablamos un rato más hasta que el sucio Marks señala la esquina.- Ahí se va Novak.
- Gracias Marks.- Le pongo un bar de billetes en su delantal.- Por las molestias.

            Me acerco corriendo a Novak. Trato de identificarme pero el jadeo me lo impide. Una sombra me ataca por atrás y me lanza contra un auto. Peter deja caer el estuche de su clarinete y dice algo que no escucho. Puños contra mi hígado y los puños ganan. Pierdo pie y empiezo a resbalarme pero el sujeto me toma de las solapas de mi abrigo. Le suelto un derechazo al hombre con cara de rata. De una patada lo alejo y saco el arma.
- Deja a Peter en paz.- Dice mientras saca un cuchillo.
- Mickey no seas idiota,- dice Novak.- es un policías. ¿Qué no ves su placa?
- No la vi.- Le doy un par de cachetadas y me recupero con una mano en mi costado.
- Maldita sea, eso me dolió. ¿Quién demonios eres?
- Mickey Fulton y no sabía que eras poli.
- Eres Oz, ¿no es cierto? Te vi en la tarde.
- Sí, Ozfelian pero todos me dicen Oz.
- Disculpa Oz, pensé que querías lastimar a mi amigo Peter. Tú sabes cómo es la cosa, primero brinca de la mueblería a la música, después de la música a contratos por toda parte.
- ¿Y eres su agente?
- Algo así.
- ¿Y tienes un contrato?
- Aún no, es una obra en progreso.- Dice Mickey mientras se enciende un cigarro.
- Cuidado Peter, no sea que te lleve a la cúspide tan rápidamente que te marees.- Me enciendo un cigarro y finjo que ha dejado de doler.- ¿Dónde estabas anoche a las diez?
- ¿A las diez? Creo que a esa hora estaba hablando con Estela.
- ¿A eso llamas hablar?
- ¿Y qué si discutió con la esposa del guapo?- Fulton se hace el macho de nuevo y le doy otra cachetada. Se recupera y le doy otra aún más fuerte.
- ¿Qué tal tú, chico listo?
- ¿Yo qué?- Le muestro el dorso de la mano y entiende.- Estaba con mi tía Regina, fue su cumple años. ¿Algo más?
- El chino te dio una paliza Mickey, ¿eso te gustó?
- Amor duro, pero siempre fuimos cercanos.
- Sí, ¿por qué no? Lárguense.

            El camino a mi auto es doloroso. El idiota me hará orinar sangre. Me compro un café y reúno el valor para hacer lo que he estado postergando. La coartada de James Hicks involucra a Jenny 9. La noche aún es joven. El dolor en mi costado me dice que yo no. Me pregunto si Jenny 9 lo sigue siendo. No le digo a Martin sobre ella. Prefiero mantenerla a un lado. Recorro los lugares comunes y a los sospechosos comunes. No pude creerlo cuando me dijeron. Tenía que verlo. Un grupo de asistencia a jugadores compulsivos. Espero fuera. Me digo que es mejor así, sin involucrar a los demás, pero mis nervios me traicionan. La veo salir y no ha cambiado en nada. Ella no me nota hasta que se topa conmigo. No decimos nada al principio. Ella sonríe, no ha cambiado tanto.
- Jennifer, no podía creerlo hasta que lo vi.
- Estos lugares son perfectos para conseguir jugadores. Son decentes, o sea que tienen dinero.
- No me refería a eso.
- Ha pasado mucho tiempo.- Caminamos a su auto y enciendo un cigarro.
- Cuatro años.
- Y seis meses.
- Cuentas el tiempo Oz, eso es bueno.
- No, no lo es.
- No creo que sea visita social.
- James Hicks dice que anoche estuviste con él a eso de las diez.
- Quizás. ¿Eso te molesta?
- Depende.
- Juego de cartas en el Continental. Puedes preguntarle al consierge, él los arregla.
- De incendiaria a mafiosa.- Le arranco el bolso y meto la mano.
- Voy subiendo en el mundo, Larry.
- Y yo voy bajando.
- Quizás nos encontremos en el medio.- Lotería, heroína para vender.
- No me pareces un camello común. ¿A quién le vendes?
- Si te digo que al chino, ¿creerías que no lo maté?
- Perdiste a tu cliente.
- Sí, pero no le digas a Hicks que vendo caballo, no le gustará.- Se sube al auto y me subo con ella.
- No tan rápido Jenny, aún no acabo.- Enciende el motor y me mira desafiante. No muevo ni un músculo.
- No apagaré el auto.
- No te lo pediría. ¿Qué quieres?
- Háblame de Hicks.
- ¿Estás celoso, o es interés profesional?- Se incorpora al tráfico y no le quito los ojos de encima.
- Un poco de ambas.
- Hicks tiene acción en el casino de Lamark. Antes era el diez, pero como ayudó a financiar la remodelación se llevará el 25% la primera noche. Está viviendo en grande ahora, pagará sus deudas después. Tiene sentido que me junte con él, al menos por ahora.
- ¿De qué otras maneras te juntas con él?- Se quita los guantes y me muestra las cicatrices del fuego que salió mal.
- No tengo muchas opciones en ese sentido. ¿Qué hay de ti?
- Hay una chica, Samantha, pero no funcionó.
- Eres honesto Larry, siempre lo fuiste. Siempre conmigo. Nunca me mentiste.
- Te dije que duraría para siempre, te mentí.
- También sabes cómo lastimarme.
- Y Hicks también, anda con una chica Elizabeth. Muy por arriba de su categoría.
- Cuidado Larry, cualquier chica diría que aún te importo.
- ¿Ahora cuidas juegos en hoteles?, ¿Lupino lo sabe?
- Fue su idea. Él confía más en mí que en Hicks.
- ¿Aún incendias edificios?
- No, solamente los nueve.
- Cuando te conocí ya eran nueve Jenny, antes del grande.
- El grande fue especial.
- El grande fui yo.- Jenny se estaciona frente a su edificio y me mira inquisitivamente.
- Jugamos y ambos perdimos. Así es el amor. Ya te dije lo que sé de Hicks, ¿qué más quieres Larry? Quiero escucharlo de tus labios.
- Sabes cómo torturarme.
- Has cambiado mucho Oz, ambos hemos cambiado en 4 años y seis meses.
- No, ninguno de los ha cambiado. Tú y yo no tenemos ese lujo.
- Lo dices como si fuera algo malo.

            Me lanzo sobre ella. La tomo de sus mejillas y ella acaricia mi cabello. Sus cicatrices son rasposas contra mi cuello. El olor del whisky entra en ella y la vuelve loca. Jenny 9. Mi Jenny. Mi luciérnaga. La incendiara y el hombre en llamas. Nena, tú y yo incendiaríamos al mundo. El lapso del auto a su cama es un recuerdo borroso. Ella dice que es amor. Yo no lo sé. Sé que no sabríamos qué es el amor aunque nos golpeara en la cara. Eso nos mantiene honestos en nuestras propias mentiras. Bailamos como la flama por toda la noche. La luz al final del túnel es una pira funeraria. Entendemos los porcentajes y las posibilidades, pero nos lanzamos de todas formas. Compartimos soledad. Me quedo dormido entre las sábanas con ella en mis brazos. Tiene sentido, de alguna forma tiene sentido. Abro de nuevo el ojo a la una de la mañana y ella se ha ido. Vuelvo a dormir creyendo que de alguna forma tiene sentido.
- Llega tarde detective Ozfelian.
- Disculpe teniente, mala noche.- Me siento a un lado de Martin y él nota que sonrío. Soy un idiota, me delato a mí mismo. Me levanto por un café y me quedó detrás de él.
- ¿Qué tiene de su investigación de ayer?
- Charlie el chino Orne estuvo en una pelea con Mickey Fulton. La razón tiene que ver con un bar llamado “blues de Kelley” donde Fulton robaba y un músico llamado Peter Novak se le enfrentó. Fulton y Orne se conocen de la infancia y le dio una golpiza por hacer problemas.- Evito tocar el asunto de Lupino, y sobre todo el asunto de Jenny 9.- ¿Qué tienen ustedes?
- Pues mientras usted  andaba por ahí golpeando prostitutas y músicos...
- Es un pasatiempo, pero también trabajé teniente.- Se acomoda los lentes. Martin reprime la risa.
- Como decía, Martin y yo estuvimos ocupados investigando. De entre los muchos operativos que se han montado a lo largo de la ciudad para atrapar chulos y proteger prostitutas, hay uno en la avenida Boston. El auto de Mickey Fulton estuvo ahí, a media cuadra de la bodega desde las siete hasta las diez y media cuando se fue a toda prisa.
- Interesante. ¿Qué más tiene el operativo sobre Mickey Fulton?
- No mucho, registraron el auto, como registraron todos los autos. El sujeto no es un proxeneta, así que no le dieron seguimiento.
- Tú teoría es correcta Oz.- Dice Martin mientras se pone de pie para alcanzarse unas donas. Mi teoría inventada tiene sentido, y eso me preocupa.
- Vamos a arrestarlo entonces.- Un uniformado carga la canasta del teniente con casos frescos e información actualizada. Los tres corremos para hojear los expedientes.
- Un incendio anoche, el departamento de Peter Novak.- El teniente me pasa el expediente y lo devoro.- Ningún herido. Los bomberos pudieron sofocarlo a tiempo y los testigos dicen que se inició a las dos de la mañana. Un adelanto prometedor. ¿El expediente de Mickey Fulton dice algo sobre ser incendiario?
- No, no lo dice.- Contesto y dejo el expediente en su lugar. Finjo tranquilidad, pero la mirada del teniente me consume.- Tengo que irme. Esto es peor de lo que pensamos, denme la oportunidad de arrestar a Mickey Fulton.

            Tengo que hacerlo pero encuentro excusas. Antes de perseguir a Jenny 9 prefiero cuestionar a los sospechosos comunes. Empiezo por el guapo Lamark y su esposa. No le encuentro motivación a Estela, pero vale la pena intentarlo. Todo menos Jenny. Me planto en la puerta del penthouse y golpeo como si planeara derribar la puerta. Estela responde en camisón y la empujo. Steve aparece corriendo. Sigue vestido. No durmió. No pudo hacerlo, esa redecoración en su cara debió tomar tiempo. El guapo ya no es tan guapo.
- No digas nada amor y disculpa los modales de Oz.
- No estuvieron juntos anoche. No a menos que Estela sea boxeadora. ¿Quién te dibujó el mapa en la cara Lamark?- No quiere hablar y le meto un bar de bofetadas. Los moretones y las cortadas aún duelen. Estela trata de detenerme pero la empujo y tropieza. Lamark busca algo en su bolsillo y le muestro el arma en la nariz. Saca la mano y muestra un cuchillo que deja en el suelo.- ¿Dónde estabas? y no me mientas. No tengo paciencia.
- Pues deberías cosecharla.
- ¿Quieres que tu nariz mida un milímetro?- Jalo el martillo y cambia la tonada. Y pensar que el día empezó tan bien.- Última oportunidad antes de mandarte a villa-tumba.
- Me dieron la golpiza de mi vida, ¿no lo ves?
- ¿Por el chino que ahorcaste como hiciste con el otro? Sé sobre tu tiempo en prisión y los testigos que aprendieron a cantar otra canción. No te servirá de mucho.
- No sé de qué demonios me hablas. No sé qué pasó anoche Oz, estuve con... Discutí algunas cosas con ciertas personas.
- ¿Quiénes?
- Lupino y compañía. Arreglamos el malentendido. ¿Qué pasó anoche?
- El departamento del ex-marido de tu esposa se contagió de combustión espontánea. Ningún muerto, pero me hace preguntarme algunas cosas. Nunca te cayó bien.
- Es un idiota, ¿y qué? Si quisiera lastimarlo ya lo habría hecho.
- ¿Y usted?
- Estaba trabajando hasta tarde.- Estela tiembla de miedo.
- No digas nada más nena, Oz ya se va.
- Sí, ya me voy. Un placer, como siempre.

            Lupino entra en acción. Tiene sentido. ¿Quién más estaba con el guapo?, ¿quién más recibió el tratamiento?, ¿qué hará el guapo Lamark al respecto? Las preguntas empujan los recuerdos de la noche anterior. ¿A qué hora salió de la cama? Estaba dormido como un idiota mientras mi luciérnaga hacía el baile de la pira. ¿Por qué lo haría?, ¿qué tiene que ver Novak en todo esto? Al salir del edificio no dejo de sonreír. Novak no tiene mucho que ver. El que tiene que ver es el que abre la puerta del auto y me señala. Jack Lupino no necesita apuntarme con un arma. Su dedo ha matado más gente que mi revólver. Subo al auto y lo miro de los pies a la cabeza. El viejo Lupino, cabello alborotado, ojos hundidos y oscuros, la sonrisa de la muerte. Feroz como un lobo, rápido como una serpiente.
- Larry Oz, ha pasado mucho tiempo. Pensé que te habías retirado bajo una piedra y habías muerto.
- ¿Aún eres alérgico a las balas de plata y a los crucifijos?
- ¿Qué quieres con Lamark?- Con una seña le indica al chofer que dé vueltas a la manzana. El copiloto carga un pesado rifle y apunta a mi cabeza.
- Quiero ser su amigo, ya que sus viejos amigos lo maltratan tanto.
- Siempre me caíste bien.
- Lástima, tú nunca me caíste bien a mí.-  El del rifle lo acerca a mi cabeza, pero no le presto atención.- Si ese idiota jala el gatillo los perdigones, y huesos de mi cráneo, te perforarán con la fuerza de un tren.
- ¿Te pone nervioso?
- Es una señal de debilidad Lupino, tú sabes mejor que eso. No la necesitas, pero la usas. Me dice mucho de ti. ¿Qué pasa, los años y tus amigos políticos te hicieron suave? El chino muere, el dinero se esfuma... Cualquiera diría que no lo tienes bajo control.
- ¿Bajo control?- Sonríe y su rostro se traba en aquella mueca.- ¿Cómo cuando mataste a tu hermano?
- Tu hermano era un idiota, y yo no lo maté. ¿Aún te pica el dedo del gatillo?
- Tienes una manera peculiar de recordar las cosas.- Del bolsillo de su saco toma un sobre gordo y lo pone sobre mis piernas.- Una probada.
- ¿Qué quieres que haga con esto?
- Un incentivo Oz. Olvida el caso y dile al teniente Simone que no meta sus narices donde nadie lo llama. Puedo manejar esto sin su ayuda, después de todo, sólo es dinero.
- Con gente como tú, nunca es sólo dinero.- Abro el sobre, cuento los seis mil dólares y los tiro por la ventana.- Simone aún no sabe que estás involucrado. Planeo mantenerlo así, por mis propios motivos. Quiero encontrar al asesino y meterlo a prisión, sin molestar tus otros intereses.
- Me gusta.- El de la escopeta no puede creer que el dinero haya salido volando, pero Lupino es diferente. Entiende lo que digo. Lo mataré si es necesario. Él hará lo mismo. Es un empate.
- ¿Cuál es la historia con el guapo?
- Admito que no me cae del todo bien, pero hace dinero. Lamark y el chino Orne eran los únicos que conocían la ubicación de la bodega. Uno está muerto, el otro vive en la opulencia. Pero creo que me equivoqué, incluso si no, sólo es dinero. Lamark está fuera de tu jurisdicción. Al menos por ahora. Juega bien tus cartas Oz, y podemos ser amigos de nuevo.

            Me deja a un lado de mi auto. Necesito whisky. El cañón de la escopeta apestaba a pólvora y sangre. Lupino me muestra algunas cartas, pero no todas. Yo tampoco. Esos dos no eran los únicos que conocían la ubicación de la bodega, Mickey estaba ahí también. Sin duda habrá visto a Charlie el chino en varias ocasiones. James Hicks es dueño del lugar, sin duda se habrá puesto curioso en más de una ocasión. Tengo algunas cartas bajo la manga. Aviso al precinto que arrestaré a Mickey Fulton. Las patrullas lo buscan en las calles, yo en los tugurios. El administrador del hotel lo reconoce de inmediato. No lo soporta a él, ni soporta su heroína. Trata de huir. Está drogado. Lo aviento de un lado a otro de la habitación. Lo esposo en el suelo y lo tiro contra la ventana abierta. Le digo que lo tenemos en la escena del crimen. Me escupe. Me enojo. Lo lanzo por la ventana contra los botes de basura. Cuando bajo corriendo Mickey aún no se pone de pie.
- Estás loco, ¡auxilio!- Derechazo al estómago.
- Sabías de la bodega, eres frecuente en la avenida Boston. El chino era tu amigo, pero te dio una paliza. Es común en tu mundo, pero te hizo enojar.
- Yo no lo hice, y no tienes evidencia.
- ¡Evidencia! Abre los ojos Mickey, te llevaré con el guapo Lamark. Él recibió una golpiza por tu culpa. Él me creerá. Y Lupino también, porque quiere que cierre el caso más que mis superiores.
- ¿Cómo sabes que Lamark no mató al chino? Se ha querido liberar de Lupino desde hace mucho, Charlie me lo dijo.
- Interesante, aún así les diré que fuiste tú.
- No, por favor no le digas a Lupino. Yo no lo hice viejo, lo juro.
- No es lo suficientemente bueno.
- Está bien, ¿qué tal si te digo algo que vale la pena? Lamark lava dinero del casino y de Lupino a través de sus compañías. Por eso se cree mejor jefe que Lupino.
- ¿Y qué hay de Novak? Su apartamento se incendió anoche.
- No sé nada sobre eso viejo, Novak no tiene nada que ver. Sólo toca el clarinete y se queja por todo. Es bueno lo que te di, ¿no es cierto? Me gano algo, ¿no funciona así?

            Le quito las esposas y le dejo ir. No irá lejos. Es un drogadicto y un idiota. Lo pescaremos después. Regreso a la estación y suelto la bomba. Le digo al teniente de Steve Lamark y el lavado de dinero de la mafia. No quiere oír el nombre de Lupino y lo minimizo lo más posible. Seguimos el rastro del dinero. El teniente a la cabeza, con Martin a su lado. Yo me dedico a beber café y tirar dardos. Cada quien pone su parte. Encuentran tres compañías. Ulises construcciones, Terryvision publicidad y Transportes Lnaza. Siempre hacen dinero, nunca pierden ni un centavo. El teniente no sabe qué hacer. Si ordena que se investiguen sus superiores se le tirarán a la yugular. Decide no hacer nada. Nadie lo culpa.
- Aquí está el reporte completo.- Un detective me pasa el reporte final de los bomberos sobre el incendio en el departamento de Peter Novak.
- Vamos a ver. El incendio fue a las dos, la entrada no fue violada, se usó gasolina en la sala, nada parecía robado aunque los daños fueron extensos y es difícil saberlo.
- Me pregunto dónde estaba Novak a las dos de la mañana.- Dice Martin. Yo me pregunto dónde estaba Jenny 9.

            No puedo postergarlo más. La busco en los bares comunes. Dejó dicho que me mandaran a su departamento. Me recibe con un vaso de whisky. Jenny me conoce bien. Quizás demasiado bien. No tiene los guantes puestos, sabe que no me importa. Me dice que la noche fue increíble. Le pregunto a dónde se fue. Enciende un cigarro y no me dice. Me prendo uno y la miro contonearse por otro trago. Le digo del incendio y me mira como si fuera un bicho raro. El baile estándar, no tiene idea, le digo los detalles y finge que no sabe ni qué es un incendio.
- Soy inocente Oz.
- No, no lo eres.
- Tú tampoco.
- Esto no es una competencia Jenny.
- Yo no lo hice, ¿es lo que querías escuchar?
- Sí, pero también quiero saber la verdad.
- Estás de suerte, es la verdad.
- Una alegre coincidencia.
- Las hay muchas Larry.
- No para gente como nosotros.
- ¿Los afortunados?
- Los malditos.
- Tuve suficiente fuego para toda una vida.
- Yo nunca miré tus cicatrices.
- Ni yo las tuyas, quizás por eso somos buena pareja.
- Éramos
- ¿Por qué lo prefieres en pasado?
- El pasado no muerde. No cuando lo miras de cierta forma.
- ¿Y te gusta cuando lo miras así?- Se acerca tanto que nuestras narices chocan.
- Tuvo sus momentos.
- Y los momentos siempre son mejores vistos hacia atrás.
- Algo así.
- Filosofía deprimente.
- Soy realista.
- Eres muchas cosas Oz, y fuimos muchas cosas juntos.
- E hicimos muchas cosas muñeca, pero eso está en el pasado.
- Una lástima.
- Sí, una lástima. Anoche hubo un concilio de guerra en el “hombre lobo”, estuve ahí de una a cinco. El guapo también, pero imagino que ya lo sabes.
- ¿Y Mickey Fulton?
- Te dije que no es nadie, nadie lo llamó. Lamark expuso su caso, Jack expuso el suyo con sus puños. Se comprometió a pagar, se hará una reunión de paz en el casino y asunto zanjado. Sólo falta el asunto del asesino, pero me imagino que podrás hacerlo tú.
- ¿Y Hicks?
-James también estuvo ahí, pero no te pongas celoso.- Nos sentamos en la sala y algo se entierra en mi muslo, un gemelo de oro. Demasiado fino para ser de Hicks. Me mira con terror y me levanto de un brinco con la pistola en mano. Lupino aparece detrás de una puerta con las manos arriba y sonriendo.- Larry, te acuerdas de Jack, ¿no es cierto?
- Eres la única que le dice Jack nena, y no quiero saber por qué.
- Calma Oz, estaba discutiendo con una de las pocas personas en quién sí confío.
- No me salgas con esas Lupino, no nací ayer. ¿Qué haces aquí?- Miro a Jenny de reojo y la verdad me pega como una bofetada.- Dejaste dicho que te encontrara aquí. Soy tu coartada.
- No puedo estar en dos partes a la vez.- Dice Lupino mientras marco al precinto.- Conversaba con ustedes dos, y no me vieron usar el teléfono tampoco.
- Maldita sea.- Me avisan de la balacera. Dos muertos. Uno de ellos guardaespaldas de James Hicks.
- Tengo que irme. Jenny, gracias por todo. Y gracias a ti también Oz.
- Te acompaño al auto, no quisiera que algo te pasara.
- Confío que encontrarás al asesino Oz y me lo darás.
- Se lo daré a los fiscales, si quieres matarlo hazlo en prisión. Dime de los muertos.
- Se la tenían merecida desde hace mucho, así le metemos miedo al verdadero asesino.
- Quieres intimidar a James Hicks, ¿no es cierto? Dueño de la bodega, después de todo y uno de sus guardaespaldas recibió diez balas al pecho y una en la frente.
-  No me gusta la cocaína, los adictos se ponen bravos y atraen atención. Meteré orden a mi modo Oz, uno que a ti te encantaba según recuerdo. Y deja en paz a Lamark, será un imbécil traicionero, pero es mío y lo quiero donde está. Gracias por la compañía detective.- El auto se detiene y le recibe Elizabeth. Se besan y entran al auto como si no hubiera pasado nada. La chica me mira con desconfianza pero justo antes de cerrar la puerta sonríe. Al sentir el cañón en las costillas entiendo por qué.
- Ya tuviste tu función Oz, puedes irte.- James Hicks sonríe como un idiota y presiona el arma.
- Todo el dinero en el mundo no hará que tu sonrisa sea menos estúpida Hicks. Quita el arma antes que te la dé de comer, una bala a la vez.
- Hablas duro.
- Y juega duro también.- Jenny 9 lo aparta con un gesto y se va con la cola entre las patas.- Está nervioso, eso es todo. Jack lo arreglará, con tu ayuda por supuesto.
- Dijiste que habría ofrenda y reunión, ¿dónde?
- El casino, esta noche. Toda la banda estará ahí. Las cosas regresarán a su curso normal.
- ¿Tú estarás ahí?
- Quizás.
- ¿Y Hicks?
- Realmente te consume, ¿no es cierto?- La beso con todas mis fuerzas y mientras ella me abraza recorro mi mano hacia abajo. Siento el arma en su liguero y se la arranco.
- Hicks tiene sus ojos puestos sobre esa Elizabeth, la amante de Lupino. ¿O Hicks y Lupino tienen el hábito de compartir algo más que el dinero?- La bofetada me voltea la cara. Me mira con odio. Fuego en sus ojos. Fuego en su alma.- Despierta Jenny, Lupino mató a su guardaespaldas para meterle miedo por compartir amante.
- No lo creo, Jack no es así.
- Lo es, y lo sabes. Ese Hicks te hará a un lado la primera oportunidad que pueda.
- ¿Por qué te importa tanto Oz?, ¿qué te importa que James y yo estemos enamorados?
- Abre los ojos muñeca, el amor no es inocente.
- Siempre fuiste un monstruo. Tienes lo que querías, ya puedes irte.- Me arrebata la pistola y la acomoda de nuevo. Le meto la mano, se la quito y la tiro por el drenaje.
- ¿Dónde puedo encontrar a Mickey Fulton si ya lo asusté en su habitación de hotel?
- ¿Cuál es tu obsesión con ese don nadie?
- Me obsesionan los don nadie, como Hicks. ¿Dónde lo encuentro?
- En el picadero de Freemont, en Morton.
- Conozco el lugar.
- No me sorprende.

            Hablo con Martin, está en la escena de la balacera. Un auto se detiene, se bajan dos pistoleros enmascarados y hacen su trabajo para regresar al auto y desaparecer. Le digo lo que pasó. No hace preguntas de Jenny 9, pero une los puntos. No le dirá al teniente. Ya le dijo que lo estaba acompañando en la escena del crimen. Le digo que iré tras Fulton de nuevo para encontrar a Peter Novak, quiero saber dónde estuvo él a la hora del incendio. Martin pone el aviso de arresto sobre Novak, yo encuentro a Mickey Fulton a la primera. Lo subo a golpes al auto y se lo explico fácil. Le llevaré ante Lupino por darme el negocio de lavado de dinero si no me dice donde encontrar a Novak. Sabe que lo digo en serio y accede. Me lleva a un bar en Baltic, no muy lejos del “blues de Kelley”. Todos recuerdan a Mickey, pero nadie recuerda a Peter. El drogadicto me mira aterrado. Mis nudillos duelen de tanto golpearlo. Finalmente confiesa.
- Estaba solo, lo admito. Pero sí llegué con Novak.
- ¿Y qué pasó Mickey, se desvaneció en el aire?
- No, hizo una llamada en el teléfono del baño en cuanto llegamos. Estaba histérico y se fue sin decirme nada. Lo juro.
- ¿Por qué no te fuiste con él?
- Porque me estaba arreglando viejo, ¿me entiendes?- Me muestra las marcas en el brazo y reprimo mi instinto de golpearlo otra vez.- ¿Ya me puedo ir?
- Claro, te irás a prisión.- Lo levanto del cuello y llamo al precinto. Pido una patrulla y el listado de teléfonos del bar. Mickey tiembla de miedo y me ruega que le deje ir. El patrullero le encuentra varias bolsas de cocaína y de heroína y se lo lleva. Me fumo un cigarro tras otro esperando a que Martin me llame de regreso.
- Oz, los patrulleros aún no lo encuentran. Ya son las ocho de la noche y nada.
- ¿Tienes el registro de llamadas?
- Sí, una llamada a la 1:23 am a transportes Lanza. Avineda Tremont #322, quinto piso, está en Baltic. ¿A quién conoce ahí?
- Estela mencionó que trabajó hasta tarde, probablemente le llamó a ella. Se fue histérico, así que tiene sentido. Sólo por si acaso, manda tres patrulleros de civil al casino de Lamark, está en Soffolk #767 apartamento 4. Que no entren al edificio, los detectarán de inmediato. Diles que se den sus vueltas, que no llamen la atención y que esperen.
- ¿Esperas que pase algo?
- La organización de Lupino es un barril de pólvora en este momento. Todos se reunirán esta noche, podría ponerse feo.

            Enciendo la radio. No sirve de nada. Aún veo a Jenny. Su bofetada aún arde. El cañón del rifle aún huele a pólvora. La sonrisa de Lupino aún me da escalofríos. El teniente quiere que encuentre al asesino. Lupino también. El hombre lobo siempre encuentra maneras de endeudar a las personas. Una red de dinero, lujos y balas. El guapo Lamark creía que vivía en la opulencia hasta que su jefe le dio una golpiza. Ahora debe estar muerto de miedo. En el instante en que ya no sea necesario, será historia. Aún así, él lava el dinero, eso le da mucho poder. Mi cabeza empieza a girar. ¿Y si todo estuviera al revés?, ¿y si Lupino quisiera matar a Lamark pero no encontrara la manera de hacerlo? Él sabía de la bodega, él pone a su tripulación lo suficientemente nerviosa para aceptar la caída de Lamark. Todos buscan a su traidor, y yo soy el encargado de encontrarlo. Me conformo con el quinto piso de un edificio moderno. Me conformaría con Jennifer 9, pero con esto bastará por ahora. Transportes Lanza es más que una caja de madera y un teléfono. Al menos diez oficinistas y Estela Lamark. El guardia de seguridad es mafioso, su traje es más costoso que el de los empleados. Me detiene amablemente. Le muestro la placa. Le hago señales a Estela para que se acerque. Enciendo un cigarro y el guardia se relaja apoyándose en el mostrador a un lado de un libro de registros. Estela se acomoda el cabello con un prendedor más cotoso que todo lo que llevo puesto y me saluda nerviosa. No ha olvidado lo que le hice a su esposo. No debería.
- ¿En qué puedo ayudarle oficial?
- Llámeme Oz señora Lamark. ¿Sabe del departamento de su ex-marido?
- ¿El que yo pagué cuando nos casamos? Una fortuna me costó.
- Se prendió fuego anoche a las dos. Puede recuperar lo que haya olvidado con una pala y una cuchara.
- Dios mío, ¿y Peter?
- No estaba en el apartamento.
- No claro, no podía estar.
- ¿Por qué lo dice?
- Me llamó aquí como a la una y media.
- ¿Y de qué hablaron?
- ¿De qué más? Me odia, me ama, me quedé con sus cosas, es un ciclo natural.
- ¿Qué hacía usted trabajando hasta tan tarde?
- ¿Una mujer no puede trabajar? Soy contadora y siempre he trabajado. Sólo porque me haya casado con Steve no quiere decir que seré de esas mujeres vividoras. Me gusta trabajar en la noche, a Steve no le gusta que lo moleste en el... trabajo, así que me quedo aquí.- Me muestra el libro del registro, se fue poco antes de las tres.- ¿Y qué hará ahora Peter?
- No sé, lo hemos estado buscando. Se quedó sin hogar, me imagino que estará ahora en un hotel. ¿Sabe dónde pueda encontrarlo?
- No, lo siento. Quizás en el “blues de Kelley”, adora ese lugar. Supongo que ahora podrá comprarse todos los clarinetes del mundo.
- ¿Por qué lo dice?
- Porque cuando compré la casa pagué el seguro por una década. Espero que el dinero le sirva al pobre, sobre todo con su deuda con ese Mickey Fulton. Mi marido no quiere meter las manos al fuego y darle un susto a Fulton, yo creo que porque no le cae muy bien Peter.
- Dijo que su marido trabaja, ¿dónde?, y ¿dónde está ahora?
- Este... En una oficina de abogados. Ahí debe estar ahora.
- Si por oficina se refiere a un casino clandestino entonces tiene razón. Sé de la reunión de esta noche y del concilio de guerra de anoche.
- ¿Entonces por qué me pregunta?
- Porque me divierte.
- Ese casino significa mucho para Steve, antier mismo tuvo que defenderlo con uñas y dientes de ese avaro Hicks.- Se tapa la boca y me mira aterrada. El guardia la mira deseando poder golpearla, pero no lo hace.
- Hicks pagó la remodelación, lo sé. No se preocupe, como dije, me divierte.
- Pues ya tuvo su diversión, ¿no le parece?
- Sólo una última cosa, por curiosidad. ¿Tiene o no tiene usted la colección de discos de Novak?
- ¿Qué diferencia hace?
- Como dije, por diversión. Soy un tipo ocioso.
- Sí la tengo, pero a Steve le gustan.
- Me lo imaginaba.

            El blues de Kelley ya debe estar en función. No dejo de pensar en el incendio. La pieza que sale sobrando. ¿Lo haría Novak por el seguro, quizás para pagarla una deuda a Fulton? Tendría sentido, el drogadicto lo estaba cuidando demasiado, como si fuera una figurina antigua que vale una fortuna. Si alguien hubiera querido matar a Peter Novak, ya estaría muerto. El incendiario, o la incendiaria aunque deteste pensarlo, entró a la casa para echar gasolina. ¿Qué conexión podría haber entre Jenny 9 y el músico? El chino, Fulton y Hicks, quizás con Novak en el medio. No importa qué teoría se me ocurra, nada me convence. Le veo entrando al “Blues de Kelley” y lo arresto. No se me ocurre por qué, así que me invento algo. Dice que habló con su esposa y se fue histérico de bar en bar. Dice que terminó en cama con una cualquiera, en la cama de un hotel. Dice que vio las ruinas en la mañana. Podría ser cierto, o podría ser una perfecta mentira. Le llevo al precinto cuando lo escucho por la radio policial. Balacera en el casino de Lamark. Los patrulleros tienen a todos arrestados, tres muertos. Llego a toda velocidad y dejo a Novak esposado en mi auto.
- ¿Qué pasó?- En cuanto entro hago un conteo de cabezas. No conozco a los muertos. Jenny 9 está en un rincón, acompañada de James Hicks. Lupino y Lamark están sentados en el suelo echándose miradas asesinas.
- Empezaron a discutir, el guardaespaldas del señor Lupino sacó un arma, el guardaespaldas del señor Lamark hizo lo mismo y empezaron los disparos. Tres muertos antes que llegáramos.
- ¿Qué pasó señoritas?- Le doy una bofetada a Lamark y otra a Lupino. Sus hombres me miran gruñendo, pero no pueden hacer nada.- Señal de debilidad Lupino, no lo olvides.
- No hice nada, ese hombre no era mi guardaespaldas.
- Despierta Jack, nadie te acusa de nada. Dime lo que realmente pasó.
- Te diré qué pasó Oz, eres un pésimo detective.- Uno de los matones suple a su jefe. El gran Jack Lupino no puede admitir nada ilegal ante una docena de policías y casi cincuenta arrestados.- Lamark es un traidor. La casa empezó a ganar un dineral, el hijo de perra se estaba llevando 78 mil dólares. El guapo no quiso admitir nada, pero cuando revisé la ruleta me di cuenta que estaba dañada. La pelota siempre caía en los mismos números.
- ¿Qué tal tú Hicks?- Me mira desafiante desde su silla con las manos esposadas contra un riel. Jenny 9 me mira sin saber qué decir.- ¿Te llevabas algún porcentaje esta noche?, ¿algo inusualmente alto? Casi como si lo supieras, ¿no lo crees?
- No le hagas caso Jack, te está manipulando.
- Muy bien.- Enciendo un cigarro y me acerco a la ruleta en cuestión sin encontrarle nada raro.- Lleven a James Hicks y su novia, a Steve el guapo y a Jack Lupino a la estación. Directo a interrogatorios. También agarren a la novia de Steve Lamark, está en Transportes Lanza, su marido querrá verla. Y díganle al teniente que quiero a Mickey Fulton en la misma sala.
- ¿Estás loco Oz?- Lupino no puede creerlo.- Este no era nuestro trato.
- Querías encontrar al asesino de Charlie Orne Lupino, te lo daré.

            Pongo al corriente al teniente y a Martin. El chico casi se muere de la risa cuando unió los puntos. Había estado frente a nosotros todo el tiempo. Era macabro, pero era simple. El teniente no sonrió cuando vio a Lupino esposado camino a la sala de interrogatorios. Los patrulleros trajeron al último a Estela Lamark. Me tomé mi tiempo. Martin y yo cenamos algo, mientras que el teniente hacía mil llamadas para alertar a sus superiores que teníamos a Lupino en custodia para cuestionarle de un homicidio. Lupino y Lamark, por supuesto, pidieron a sus abogados. Entre en la sala de interrogación cuando el teniente estaba ocupado. No había suficiente espacio para todos y el único sentado era Lupino.
- Llamamos a nuestros abogados. No diré nada.
- ¿Qué pasó con esa sonrisa Lupino? Pensé que estarías feliz. Mandaste matar al guardaespaldas de Hicks porque vendía cocaína, se la vi cuando lo registré. Pero descuida, no voy a hablar contigo.- Lo levanto de la silla y siento a Estela.- ¿Dónde están tus modales Jack?
- ¿Qué quiere conmigo?
- No digas nada nena, mi abogado no tardará en llegar.
- El teléfono no funciona.- El teniente se materializa junto con Martin.- Hice algunas llamadas a la compañía de teléfono y me dijeron que tendrán que desconectarlos por unas horas.
- El lavado de dinero empezó hace tres años. ¿Cuándo te casaste con Steve, fue hace tres años?
- ¿Y qué? Yo no hice nada.
- Dos de sus compañías llevan el nombre de tus perros. Tus vecinos dijeron que se llaman Ulises y Terry. Además, eres contadora en una de sus empresas y estoy seguro que eres muy buena.
- No digas nada amor, Oz no tiene nada sólido.
- Cállate Steve, y escucha porque esto se pondrá peor antes de empeorar aún más. Estela no mató al chino, ni fue Lupino, ni fue Lamark. El plan seguramente no fue su idea y se planeó hace tres años. Un músico talentoso y sin dinero está casado con una mujer de buenos gustos. No tienen dinero, pero tienen amor. El amor no paga la calefacción, no pone comida en la mesa y con toda seguridad no pone abrigos de mink sobre los hombros. A Novak se le ocurre una idea. Estela se casa con el guapo Lamark y hacen dinero, Peter se encarga de mover las piezas de modo que Lupino lo mate. Conoce al chino Orn y a Mickey Fulton, ellos dos saben de la bodega pero el objetivo no era el dinero, eso era para despistar, sino para las ruletas que Peter tiene que intercambiar. Trabajó en una mueblería, según dijo su querido amigo Mickey.
- Señor Lupino, eso no es cierto.- Se apresura a decir Fulton.- Lo que sea que Novak tenía en mente, yo no lo sabía.
- No te hagas al inocente Mickey, estabas con tus prostis cuando notaste algo raro. Lo encontraste robando y al chino muerto en el piso. Hubo una confrontación sin duda, eso explica la sangre donde estaban las ruletas. Novak se salva contándole del plan, pero ahora tiene al mono en su espalda. Le protege porque sabe que vale una fortuna, podrá chantajearlo por el resto de su vida.
- No tiene sentido.- Dijo Novak.- Amo a Estela, pero no así. Nunca haría algo así.
- Está loco detective.- dijo Estela.- Amo a mi esposo. Steve, no le hagas caso.
- Primero lo protegiste Estela, dijiste que había ido a discutir contigo, los vecinos escucharon los platos y los gritos. ¿Cuántos crees que recordaron su voz? Edificios como el tuyo siempre tienen a un conserje vigilante, si lo arrestamos ¿crees que nos dirá que vio a Novak?
- No lo haga, por favor.- Estela tiembla y comienza a llorar.
- ¡Estela!- Le grita Peter.- No digas nada.
- Pero hay un pequeño detalle. Estela ya no quiere seguir con el plan, ella se enamoró de la víctima. Se enamoró del guapo, de su vida, de su dinero, de todo lo que él es y Peter Novak no. Ahora Peter tiene a un muerto encima, a Fulton como carga adicional y su amada esposa le traiciona. Él se queda sin nada, ella se queda con el mundo. Cuando se entera que el chino está muerto entra en pánico, ya no quiere dar otro paso. Incendia el departamento para tratar de disuadirlo. Su coartada del libro de firmas es de lo más débil. Algo nacido de la urgencia, porque cuando Peter te habló tú entraste en pánico, te dijo que se haría de todas maneras y no sabías qué hacer. No podías decirle a nadie o te mataban, pero no querías perder a Steve.
- Steve, te amo y eso es lo único que tienes que saber.
- Nena, ¿qué está diciendo? Dime que no es cierto, ¡dime que no es cierto!
- Primero lo protege, después lo deja al aire. ¿No es cierto Novak?, dime cuando te duele.
- Te amo Estela, ¿por qué me hiciste esto?
- La mandaste a la cama de otro hombre por tres años Peter, así es la vida. Mickey me dijo que me mataría si no lo hacía y ya había cambiado las ruletas. Éramos tan inocentes hace todos esos años, dijiste que el dinero no te importaba, dijiste que estaríamos juntos para siempre. ¡Para siempre!
- Lo siento chico, el amor no es inocente.

            Peter Novak, Mickey Fulton y Estela Lamark fueron arrestados después de confesar. Los demás se fueron, algunos aliviados y otros entretenidos. Lupino dejó un sobre de dinero en el bolsillo de mi abrigo. El teniente evitó la bala y me felicitó por el cuidado que tuve manejando el caso. Peter y Estela compartieron celda esa noche y Estela lo ahorcó. No quise verlo, preferí ir a mi departamento. Jenny 9 ya estaba en mis sábanas. Revisé los cuartos por si acaso. Dijo que me amaba. Dijo que Lupino no la había mandado. Dijo que tenía sentido. Me mintió, pero no se lo eché en cara.


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