El amor no es inocente
Por. Juan Sebastián Ohem
El
cuerpo fue encontrado antes del mediodía. El basurero en la callejuela se
encuentra en el corazón de Baltic. Disputas territoriales con otros precintos.
Nadie lo quiere. Echamos suertes. Si tuviera mala suerte, al menos tendría
alguna suerte. El forense que recupera el cuerpo dice que murió alrededor de
las diez de la noche, ahorcado con un cable.
- ¿Qué crees que hacía ahí?-
Martin y yo salimos de la callejuela a la avenida Boston.
- La avenida es un corredor de
prostis, seguramente es un cliente.- Detengo a los enfermeros y a su camilla y
reviso los bolsillos.- El móvil no fue robo, tiene su billetera y 500 dólares.
Cajetilla de cigarros Fatima en el bolsillo y encendedor de oro. Se me hace
conocido, pero no sé de dónde.
- No es tu párroco, eso seguro.-
Martin revisa la billetera y me muestra una bolsita de cocaína.- Tiene una
tarjeta de un bar, “blues de Kelley”. Al parecer es músico, clarinete.
- Sobre con dinero en su saco y
cerillas del “hombre-lobo”, es un bar de la mafia... Maldita sea, ya sé quién
es. Es Charles Orne, alias Charlie el chino.- Felton mira su cara, pero no
encuentra los ojos rasgados.- Le decían así porque tenía una afición por chicas
asiáticas. Él y sus nudillos.
- Linda persona. ¿Por dónde
quieres empezar?
- Charlie el chino no era músico,
creo que ésa era su paga estable. Vayamos ahí primero.- Enciendo un cigarro en
el auto mientras Martin busca jazz en la radio como un sabueso. El recuerdo de
la mafia de Baltic me pone nervioso. Martin se da cuenta.- El chino Orne
trabajaba para la mafia de Baltic. Esos cerillos del bar “hombre-lobo” son del
local favorito de Jack Lupino.
- Déjame adivinar, lo conoces.
- Lo conozco de cuando mató a su
hermano por el control de Baltic. Desde entonces vive en su torre de marfil,
acompañado de jueces y políticos. Eso significa que incluso si Lupino admite
haberlo mandado matar, no lo podemos encerrar. El sujeto es intocable.
- Crees que cuando el teniente
Simone se entere de quién es, lleve el caso al limbo.
- Cuidado chico, empiezas a sonar
como detective. Que no se te suba a la cabeza.
- Tengo mis momentos. ¿Crees que
sea ajuste de cuentas? Mencionaste las prostis en avenida Boston. Quizás enojó
a las bostonianas.
- Toda la avenida es un nido de
ratas, tienen apartamentos para juegos de cartas y bodegas para...- Giro el
volante a toda velocidad. El auto de atrás frena lo mejor que puede y mete un
volantazo. Choca contra otro auto y nosotros regresamos a la escena del crimen.
- Cuidado con las vueltas Oz, a
mí sí me extrañan en mi casa.
- El edificio de la callejuela
solía ser una bodega de la mafia.- Evito pasar por la avenida Boston, evito a
la policía. Entramos por la 50 y estaciono el auto en una sinuosa calle.- Creo
que sé lo que estaba haciendo ahí. Y si fue robo chico, entonces nos espera una
guerra interna.
- Hay una puerta trasera.- Martin
se baja del auto y señala los cigarros a un lado de la puerta.- Fatima, la
misma marca que nuestra víctima. Estaba de guardia aquí cuando lo
sorprendieron.
- Probablemente nadie lo extrañó
en la mañana.- La puerta está trabada, pero encuentro una ventana alta.- Lupino
probablemente no sabe que está muerto, y si lo sabe ahora no ha tenido la
oportunidad de vaciar el lugar. Tendrá que esperar a que los uniformados se
vayan.
- ¿Ese es el mejor acceso?-
Martin se sube a unas cajas de madera y de un brinco entra por la ventana. Me
cuesta trabajo, pero lo consigo cayéndome de la ventana al interior.- Con la
gracia de un gato Oz.
- ¿Tienes tu linterna? No quiero
encender la luz y avisar a los uniformados. Prefiero jugarme las cartas cerca
del pecho, uno nunca sabe.- Martin se revisa el abrigo y se golpea la frente.-
Ni modo chico, te toca. Con la gracia de un gato.
El
espacio es grande, pero muy vacío. Mesa de dados, dos de blackjack y dos
ruletas sobre enormes cajas de madera repletas de vino francés robado. Martin
señala las gotas de sangre a un lado de las cajas. Charlie el chino no tenía ni
una gota de sangre encima, no creo que sea suya. Laberinto de cajas repletas de
contrabando y un tesoro al final. Una caja fuerte antigua. El ladrón zafó las
bisagras y la abrió sin preocuparse por la contraseña. Lupino cree que nadie le
robaría, sería suicidio. La ciudad está repleta de suicidas, y los peores son
los que no saben que lo son. Al menos tres cajas de ahorros abiertas y vacías. Imposible
saber la cantidad del botín. Más de 50 de los grandes, eso es seguro. La cloaca
está abierta. Las ratas saldrán en manada.
- El sujeto, o sujetos, matan al
guardia de la puerta trasera, roban el dinero y se esfuman. ¿Cómo quieres
jugarlo Oz?
- Quédate en la estación, no le
digas al teniente lo que tenemos. Inventa algo ingenioso, pero aburrido. Algo
que no le llama la atención.
- ¿Por qué?
- ¿Recuerdas a Albert Moran,
asistente del jefe? Le pidió dinero prestado a Lupino para cubrir cierto
escándalo relacionado a sus hijas y un par de fiambres. Moran defiende al
teniente todo el tiempo, algo se traen esos dos. Simone se entera que Lupino
está involucrado le dirá a Moran, y él pondrá a su gente para tapar el asunto y
dejar que la mafia lo resuelva a su manera.
- ¿Cómo sabes del préstamo?
- Porque yo le dije a Lupino del
escándalo, él lo chantajeó y le prestó el dinero para pagarla. No sé si ya haya
acabado de pagarle. Uno no se zafa fácilmente de las cadenas de Lupino.- No le
digo toda la verdad, no me enorgullece.- Yo iré al “Blues de Kelley” para
hablar con conocidos del chino. Hazme un favor y busca quién firmó como dueño
por esta bodega. No creo que haya sido Lupino, no es su estilo.
Dejo
a Martin en el precinto y desaparezco. Lupino, una larga historia. La versión
corta incluye balas, mentiras, mujeres fáciles y chantaje. Visito a un viejo
amigo. Ulises Banish, dueño de una de las más sórdidas tiendas de empeño.
Vendería a su madre si pudiera acomodarla en la vitrina. Banish me ayudó en un
caso, yo le ayudé con joyas robadas y Lupino recibió su parte. Ulises me recibe
con una mano bajo el mostrador. Escucho que el martillo hace clic. Lo
tranquilizo y tarda en levantar la mano. Está nervioso. Rodeado de artículos
robados con un poli frente a él. Le invito algo de comer y se relaja. Le suelto
un par de billetes. Tiene los verdes, pero quiero el tour intensivo. Dejé a
Lupino atrás hace años. Demasiado tiempo fuera del juego. Banish me pone al
corriente. Matar a su hermano fue buena decisión. Controla los mejores negocios
de Baltic, Broker y Orchid. Trata de rodearse con gente que no atrae los reflectores.
Banish escuchó que Lupino preguntaba por mí. Tenemos historia. Menciona a
Jennifer 9. Tenemos demasiada historia. Me doy una idea de la clase de gente
con la que me enfrento y cuando el sol empieza a caer subo a mi auto. El bar
del “Blues de Kelley” queda del otro lado de la ciudad.
El
lugar no es mucho, pero es algo. El atardecer que se filtra por los vidrios
ámbar de la entrada le hacen parecer sano, pero los clientes llegan con la
oscuridad. El gorila me deja pasar, pero sabe que soy poli. La mesera es
cariñosa y me ofrece un trago de la casa. El estilo Lupino. Me siento en un
rincón para ver quién llega. Hay un par de tipos duros que son advertidos por
el gorila de la entrada. El dependiente parece ser el mono canoso de la barra.
Aprovecho que los músicos se preparan para moverme. Las meseras, el gorila y el
de la barra me siguen con la mirada.
- Disculpen, estoy buscando al
clarinete, un Charlie Orne.- El del saxofón se ríe y le da palmadas en el
hombro al sujeto que sostiene el clarinete. Es alto y delgado, tiene una mirada
triste y se sonroja.
- Pasa todo el tiempo, ese
Charlie siempre anda por ahí diciendo que es jazzista. El único instrumento que
toca es la radio. Soy Peter Novak, ¿quiere contratarme?
- Hoy no, disculpen.- Me acerco a
la barra y el sujeto me espera con desgane.
- ¿Quieres ver mi permiso?
- ¿Por qué querría ver tu
permiso?- Me da un tarro de cerveza y camino hasta la entrada. Me sigue
nervioso.- Este local es de Lupino, él siempre tiene permisos para todo.
- No sé de qué me habla, soy el
dueño.
- ¿Cómo se llama?
- ¿Qué diferencia hace?- Le tiro
la cerveza en la cara y lo empujo contra las botellas.- David Marks.
- David el sucio, he oído de ti.-
Trata de empujarme, defender su honor. Le tomo del brazo y descorro su manga. Tatuaje
de prisión.- ¿Quién paga tus cheques? Y no te pases de listo.
- La clientela, te equivocaste de
bar.
- No sé, un muerto me dijo que
este lugar es bueno. Me dijo que toca el clarinete.
- ¿El chino está muerto?
- No, descansa en la morgue. Está
de moda. ¿Él compró este basurero?
- No, y tampoco es de Lupino. Es
de Steve Lamark.
- Steve el guapo trabaja para
Lupino, ¿no es cierto?- Evade la pregunta tratando de ganar distancia.-
Problemas en el paraíso, ya entiendo.
- No entiendes mucho poli. El
lugar se está llenando, ¿qué vas a hacer?
- ¿No me reconoces? Soy Oz, el
mago de Oz.- Reacciona ante el nombre. Reacciona mejor ante las cachetadas.- Y
me vale un pepino lo que la manada de drogadictos y camellos me vea hacer.
¿Cuánto tiempo hiciste en prisión, sucio Marks?
- Cinco años, por robo.- El
gorila de la entrada se acerca con un cuchillo.
- Ya contestó sus preguntas,
oficial. Es hora de irse.
- El chino está muerto, ¿qué
sabes tú de él?
- Era un idiota.
- Sí, eso me imaginaba.
- El chino se peleó con Lamark en
su casino.- David Marks le mira para silenciarlo, pero le doy otra bofetada.-
No creo que haya sido el guapo Lamark. Moléstelo a él, tratamos de ganarnos la
vida.
- Y yo que pensaba que los simios
eran idiotas. Tienes más cerebro que tu amigo.- Le pongo papel y lápiz a Marks
y tomándole del cuello lo azoto contra la barra.- Dame la dirección del casino
del guapo, quiero hablar con él.
- No te servirá Oz, está cerrado
por remodelaciones.
- ¿Y la bodega en Boston, también
es suya?
- Me imagino que sí, no lo sé.-
Lo azoto otra vez.
- Escribe la dirección de todas
formas.
- Soffolk #767 apartamento 4.-
Recibo el papel y me lo guardo. Dejo libre a Marks y salgo de la barra.
- Cuando te reportes con Lupino
dile que Oz está en el caso. Dile que ésta vez será distinto, y que no cometa
la idiotez de tratar de tapar el asunto. Dile que no me haga enojar.
- Eso será difícil con tu
temperamento Oz.
- No te hagas al listo Marks, si
lo fueras no estarías en esta ratonera.
Detengo
el auto un par de cuadras después para reportarme con Martin. David el sucio
Marks debe estar haciendo algo semejante. Lupino debe estar sonriendo. A estas
alturas la bodega en la avenida Boston debe estar vacía. Lupino debe estar
enterado el robo. Mafia con más ambición que lealtad. Los puñales están siendo
afilados. Si me descuido me lo clavan.
- La bodega está a nombre de
James Hicks. Según su expediente James “conejo” Hicks ha hecho de todo y lo
sigue haciendo. Es cercano a Lupino y a un tal Steve “el guapo” Lamark.
- ¿Alguna dirección conocida?
- Tiene dos departamentos y un
cabaret. Algo me dice que estará en el cabaret. “La gata negra” en Ferris y
White.
- Conozco el lugar. Se incendió
hace unos años. Él recuperó el dinero del seguro.
- Sí, eso leí. Nunca atraparon al
incendiario.
- Yo sé quién lo hizo, y no es
hombre. ¿Cómo está la situación con Vinnie paranoias?
- El teniente está ocupado. Le
dije que manejamos la teoría de las prostitutas. Dice que hay operativos por
toda la ciudad para vigilarlas y está buscando los expedientes ahora mismo.
¿Irás al cabaret?
- Sí. Charlie el chino se peleó
con Lamark, al menos eso dicen. Lamark tiene un casino. La bodega estará
registrada a nombre de Hicks, pero eran sus cosas y me apuesto algo que era su
dinero. Hablaré con él después.
- Tengo la dirección de Lamar.
Calle 12 con 78, penthouse.
- Gracias. Sigue distrayendo al
teniente. No tenemos mucho tiempo antes que Lupino arregle las cosas a su
manera y eso significa que nos caerán cadáveres del cielo.
El
cabaret es pequeño. Chicas fingen bailar bajo los estupores del opio. La
clientela finge estar lo suficientemente sobrio para aplaudir. La cocina tiene
más heroína que pimienta. Tres baños. Hombres, mujeres y cojines de agujas. Las
meseras trabajan por dosis. Al diablo el dinero, les dan lo que importa. La que
no roba carteras se prostituye en los cuartos traseros. James el conejo Hicks
queda perfecto entre la miseria humana. Dientes de conejo, mirada de idiota y
.35 milímetros en la sobaquera. La ley de su pequeño mundo. No está solo. Nunca
está solo. La chica a su lado desentona con su vestido elegante y sus joyas
reales. Los guardaespaldas que me impiden el paso, por el contrario, parecen
que nacieron ahí. La placa a la altura de los ojos. Les cuesta ver con la mala
iluminación. Aún no digieren lo que significa cuando el de la derecha siente mi
rodilla en su entrepierna y el otro la culata del revólver en la cara. Los
registro a conciencia mientras se apoyan en la mesa de su jefe y le miran con
vergüenza. Hicks sigue platicando con su chica, como si nada pasara. Ella está
muerta de miedo, pero teme admitirlo.
- Cuchillos, armas y suficiente
cocaína para un fin de semana en la playa.- Suelto las docenas de bolsitas de
coca en la mesa y de un empujón les mando a volar. Me apoyo frente a Hicks con
la placa en la mesa.- Tú sabes lo que pasó en tu bodega. ¿Quién mató el chino?
- ¿Y yo por qué lo mataría?
- Dinero, drogas, mujeres. Como
ella, ¿en qué circo la ganaste?
- Deja a Elizabeth en paz Oz. Yo
no maté a Charlie.
- ¿Dónde estabas anoche a las diez?
- Con Jenny 9, pregúntale.
- Lo haré. ¿Quién más sabía de la
bodega?
- Poca gente. El asunto será
arreglado internamente, oficial. Puede retirarse y dejarnos el asunto.
- Si Lupino confiara en ti, no
estarías aquí perdiendo el tiempo.- Lanzo la carnada y muerde. Se pone rojo y
resopla.
- Lupino sabe lo que hace y sabe
que puede confiar en mí.
- Sí cómo no. ¿Por eso estás
atorado en este cabaret de mala muerte? Al menos el chino podía relajarse en el
“blues de Kelley”.
- Creo que ya dijo todo lo que tenía
que decir, oficial.- Elizabeth calma a su noviecito tomándole de la mano.
- Te veo luego Hicks, cuando no
la tengas a ella para luchar tus peleas.
En
lo único que puedo pensar es en Jennifer 9. Tendré que hablar con ella. No sé
si quiero establecer una dudosa coartada de dos criminales, o si la quiero ver
a ella. Me conformo con el guapo Lamark. Por ahora. No dejo de pensar en Jenny
9 mientras manejo a la mejor zona residencial de la ciudad. El lugar es tan
caro que cobrarían por respirar en él si les dieran la oportunidad. Cambio de
escenario. Cambio de actores. La gente camina con la nariz hacia arriba. Una
burbuja de decencia para Steve Lamark. La noche me dan ganas de reventar
burbujas. El penthouse ocupa todo el piso y el elevador me deja frente a la
puerta. Toco hasta que escucho a alguien acercarse. Muestro la placa, pero no
quito mi mano del arma. Abre la esposa del guapo, una rubia de ojos azules. No
es alta, pero lo tiene todo en buenas dosis.
- ¿Qué puedo hacer por usted
oficial?
- Soy el detective Ozfelian, me
gustaría hablar con su esposo. Imaginé que estaría aquí, ahora que su casino
clandestino está cerrado por remodelaciones.- La mujer se sonroja y desaparece
detrás de una puerta. Regresa con el guapo. Es corpulento y de mirada coqueta, pero
el bulto debajo de su bata no es su corazón.
- Soy Steve Lamark, ésta es mi
esposa Estela. ¿En qué puedo servirle?
- ¿Lupino no le ha hablado? Pensé
que llamaría a todos sus tenientes.
- Usted debe ser Oz. Di lo que
tienes que decir y haz como el humo.
- ¿Por qué mataste al chino?
- Vaya que vas rápido Oz, pero
equivocado. Yo no lo maté.
- ¿Y no robaste el dinero
tampoco?
- Jamás haría algo así, no soy
suicida. No sé si lo sepa, pero el chino y yo tuvimos una pequeña discusión. El
hijo de perra trató de hacer trampa en las cartas, a Jack Lupino no le gusta
eso.
- Entendible. ¿Cuándo es la gran
reinauguración?
- ¿Para qué quiere saber? No está
invitado.
- ¿Dónde estabas a las diez?
- No puedo decirle eso.
- ¿Y usted?- A Lamark no le gusta
que le pregunte a su esposa, pero Estela calma a su marido.
- Yo estaba aquí, a solas.
- ¿Y puede demostrarlo?
- Estela no tiene que demostrarle
nada.
- De hecho sí puedo. Mi ex-esposo
vino por su colección de discos. Le dije a Peter que no la tenía, que le di
todo cuando nos divorciamos.
- A ese idiota de Novak se le
ocurre cualquier excusa.- Interrumpió Lamark.- Eso es todo detective.
- ¿Su ex tocaba el clarinete,
señora Lamark?
- Sí, el blues es lo único que le
importa.
- Me imagino que usted le
importaron más otras cosas. Es muy común. Les dejo, por ahora. Regresen a su
penthouse y a beber champaña.
Me voy del penthouse,
pero no del edificio. En los departamentos del piso inferior pregunto por
cualquier cosa inusual en la noche pasada. Todos me dijeron de la pelea de
Estela, los platos rotos y los portazos. Los vecinos están hartos. El guapo es
un caballero, pero Ulises y Terry, los perros de Estela, los vuelven locos. La chica no mentía, fue entre las diez y las
diez y media. Usando el teléfono de un apartamento me comunico con Martin para
ponerle al corriente. Él tiene algo que decirme, Steve el guapo Lamar y David
el sucio Marks compartieron celda juntos. Lamark hizo cuatro años por ahorcar a
alguien con cable hasta matarlo. La condena era perpetua, pero los testigos
cambiaron de opinión y los abogados lo sacaron. Son dos coincidencias al hilo y
me ponen nervioso. Peter Novak, casado con el dueño del casino y Lamark
haciendo años junto al sucio Marks. Regreso al blues de Kelley. Quiero escuchar
el blues del cantinero. Evito al gorila, quiero tomarlo desprevenido. El acceso
del callejón está iluminado, el sucio Marks disfruta su cigarro.
- Maldita sea, no tú de nuevo.-
Me apoyo contra la pared y me enciendo un cigarro.
- Disculpa por el baile de la
tarde. No tomé café. Tampoco tenía la imagen nítida.
- ¿Qué imagen?
- Háblame de Peter Novak.
- Novak y Estela eran
inseparables. El chico tenía la ilusa idea de hacerla en las grandes ligas.
Toca bien, pero nada del otro mundo. Estela sin embargo, ella no es ilusa. El
guapo venía todo el tiempo y le gustó Estela.
- A Estela le gustó su dinero.
- Exacto. Pobre Pete, estaba muy
necesitado de dinero. Siempre lo están los músicos.
- Es parte de su arte.- David se
ríe.- ¿Y no tenía problema con que el chino dijera que tocaba su instrumento?
- No, para nada. Pete sabe que es
el mejor que tengo, no lo dejaré ir aunque el contrato haya sido con Charlie.
Casi nunca da problemas.
- ¿Casi?- Bebe de su botella de
whisky y me la pasa.
- Tuvo problemas con Mickey
Fulton, un don nadie que se la vive por aquí. Es un idiota y un adicto. Le
robaba a los clientes y Pete se hizo el valiente para defenderme. Resulta que
Mickey será un don nadie, pero tiene amigos. Charlie el chino lo conocía de la
infancia o algo así. Pete se las arregló con el chino, y el chino le puso una
golpiza a Fulton para que dejara de dar problemas. Si hablas con Pete hazme un
favor y oblígalo a que me preste su colección de discos, me la prometió hace
una semana.
- ¿Cuándo termina su
presentación?
- Media hora.
- Le espero.
- Gracias.
- Como dije, discúlpame por la
actuación en la tarde. ¿Qué hay de ti? Compartiste celda con el guapo y ahora
trabajas para él. ¿Es un buen jefe?
- Es un maldito. Lo único que le
importa es su casino y a nosotros nos explota por cada centavo.
- ¿Y por qué no renuncias? El
mundo siempre necesita cantineros.
- No es tan fácil.- Su mirada me
lo dice todo, pero pregunto de todas formas.
- ¿Le debes dinero?
- Algo así.
- Con Lupino y sus amigos siempre
acabas debiendo dinero.
- Sí, supongo que así es.-
Hablamos un rato más hasta que el sucio Marks señala la esquina.- Ahí se va
Novak.
- Gracias Marks.- Le pongo un bar
de billetes en su delantal.- Por las molestias.
Me
acerco corriendo a Novak. Trato de identificarme pero el jadeo me lo impide. Una
sombra me ataca por atrás y me lanza contra un auto. Peter deja caer el estuche
de su clarinete y dice algo que no escucho. Puños contra mi hígado y los puños
ganan. Pierdo pie y empiezo a resbalarme pero el sujeto me toma de las solapas
de mi abrigo. Le suelto un derechazo al hombre con cara de rata. De una patada
lo alejo y saco el arma.
- Deja a Peter en paz.- Dice
mientras saca un cuchillo.
- Mickey no seas idiota,- dice
Novak.- es un policías. ¿Qué no ves su placa?
- No la vi.- Le doy un par de
cachetadas y me recupero con una mano en mi costado.
- Maldita sea, eso me dolió. ¿Quién
demonios eres?
- Mickey Fulton y no sabía que
eras poli.
- Eres Oz, ¿no es cierto? Te vi
en la tarde.
- Sí, Ozfelian pero todos me
dicen Oz.
- Disculpa Oz, pensé que querías
lastimar a mi amigo Peter. Tú sabes cómo es la cosa, primero brinca de la
mueblería a la música, después de la música a contratos por toda parte.
- ¿Y eres su agente?
- Algo así.
- ¿Y tienes un contrato?
- Aún no, es una obra en
progreso.- Dice Mickey mientras se enciende un cigarro.
- Cuidado Peter, no sea que te
lleve a la cúspide tan rápidamente que te marees.- Me enciendo un cigarro y
finjo que ha dejado de doler.- ¿Dónde estabas anoche a las diez?
- ¿A las diez? Creo que a esa
hora estaba hablando con Estela.
- ¿A eso llamas hablar?
- ¿Y qué si discutió con la
esposa del guapo?- Fulton se hace el macho de nuevo y le doy otra cachetada. Se
recupera y le doy otra aún más fuerte.
- ¿Qué tal tú, chico listo?
- ¿Yo qué?- Le muestro el dorso
de la mano y entiende.- Estaba con mi tía Regina, fue su cumple años. ¿Algo
más?
- El chino te dio una paliza
Mickey, ¿eso te gustó?
- Amor duro, pero siempre fuimos
cercanos.
- Sí, ¿por qué no? Lárguense.
El
camino a mi auto es doloroso. El idiota me hará orinar sangre. Me compro un
café y reúno el valor para hacer lo que he estado postergando. La coartada de
James Hicks involucra a Jenny 9. La noche aún es joven. El dolor en mi costado
me dice que yo no. Me pregunto si Jenny 9 lo sigue siendo. No le digo a Martin
sobre ella. Prefiero mantenerla a un lado. Recorro los lugares comunes y a los
sospechosos comunes. No pude creerlo cuando me dijeron. Tenía que verlo. Un
grupo de asistencia a jugadores compulsivos. Espero fuera. Me digo que es mejor
así, sin involucrar a los demás, pero mis nervios me traicionan. La veo salir y
no ha cambiado en nada. Ella no me nota hasta que se topa conmigo. No decimos
nada al principio. Ella sonríe, no ha cambiado tanto.
- Jennifer, no podía creerlo
hasta que lo vi.
- Estos lugares son perfectos
para conseguir jugadores. Son decentes, o sea que tienen dinero.
- No me refería a eso.
- Ha pasado mucho tiempo.-
Caminamos a su auto y enciendo un cigarro.
- Cuatro años.
- Y seis meses.
- Cuentas el tiempo Oz, eso es
bueno.
- No, no lo es.
- No creo que sea visita social.
- James Hicks dice que anoche
estuviste con él a eso de las diez.
- Quizás. ¿Eso te molesta?
- Depende.
- Juego de cartas en el
Continental. Puedes preguntarle al consierge, él los arregla.
- De incendiaria a mafiosa.- Le
arranco el bolso y meto la mano.
- Voy subiendo en el mundo,
Larry.
- Y yo voy bajando.
- Quizás nos encontremos en el
medio.- Lotería, heroína para vender.
- No me pareces un camello común.
¿A quién le vendes?
- Si te digo que al chino,
¿creerías que no lo maté?
- Perdiste a tu cliente.
- Sí, pero no le digas a Hicks
que vendo caballo, no le gustará.- Se sube al auto y me subo con ella.
- No tan rápido Jenny, aún no
acabo.- Enciende el motor y me mira desafiante. No muevo ni un músculo.
- No apagaré el auto.
- No te lo pediría. ¿Qué quieres?
- Háblame de Hicks.
- ¿Estás celoso, o es interés
profesional?- Se incorpora al tráfico y no le quito los ojos de encima.
- Un poco de ambas.
- Hicks tiene acción en el casino
de Lamark. Antes era el diez, pero como ayudó a financiar la remodelación se
llevará el 25% la primera noche. Está viviendo en grande ahora, pagará sus
deudas después. Tiene sentido que me junte con él, al menos por ahora.
- ¿De qué otras maneras te juntas
con él?- Se quita los guantes y me muestra las cicatrices del fuego que salió
mal.
- No tengo muchas opciones en ese
sentido. ¿Qué hay de ti?
- Hay una chica, Samantha, pero
no funcionó.
- Eres honesto Larry, siempre lo
fuiste. Siempre conmigo. Nunca me mentiste.
- Te dije que duraría para siempre,
te mentí.
- También sabes cómo lastimarme.
- Y Hicks también, anda con una
chica Elizabeth. Muy por arriba de su categoría.
- Cuidado Larry, cualquier chica
diría que aún te importo.
- ¿Ahora cuidas juegos en
hoteles?, ¿Lupino lo sabe?
- Fue su idea. Él confía más en
mí que en Hicks.
- ¿Aún incendias edificios?
- No, solamente los nueve.
- Cuando te conocí ya eran nueve
Jenny, antes del grande.
- El grande fue especial.
- El grande fui yo.- Jenny se
estaciona frente a su edificio y me mira inquisitivamente.
- Jugamos y ambos perdimos. Así
es el amor. Ya te dije lo que sé de Hicks, ¿qué más quieres Larry? Quiero
escucharlo de tus labios.
- Sabes cómo torturarme.
- Has cambiado mucho Oz, ambos
hemos cambiado en 4 años y seis meses.
- No, ninguno de los ha cambiado.
Tú y yo no tenemos ese lujo.
- Lo dices como si fuera algo
malo.
Me
lanzo sobre ella. La tomo de sus mejillas y ella acaricia mi cabello. Sus
cicatrices son rasposas contra mi cuello. El olor del whisky entra en ella y la
vuelve loca. Jenny 9. Mi Jenny. Mi luciérnaga. La incendiara y el hombre en
llamas. Nena, tú y yo incendiaríamos al mundo. El lapso del auto a su cama es
un recuerdo borroso. Ella dice que es amor. Yo no lo sé. Sé que no sabríamos
qué es el amor aunque nos golpeara en la cara. Eso nos mantiene honestos en
nuestras propias mentiras. Bailamos como la flama por toda la noche. La luz al
final del túnel es una pira funeraria. Entendemos los porcentajes y las
posibilidades, pero nos lanzamos de todas formas. Compartimos soledad. Me quedo
dormido entre las sábanas con ella en mis brazos. Tiene sentido, de alguna
forma tiene sentido. Abro de nuevo el ojo a la una de la mañana y ella se ha
ido. Vuelvo a dormir creyendo que de alguna forma tiene sentido.
- Llega tarde detective Ozfelian.
- Disculpe teniente, mala noche.-
Me siento a un lado de Martin y él nota que sonrío. Soy un idiota, me delato a
mí mismo. Me levanto por un café y me quedó detrás de él.
- ¿Qué tiene de su investigación
de ayer?
- Charlie el chino Orne estuvo en
una pelea con Mickey Fulton. La razón tiene que ver con un bar llamado “blues
de Kelley” donde Fulton robaba y un músico llamado Peter Novak se le enfrentó.
Fulton y Orne se conocen de la infancia y le dio una golpiza por hacer
problemas.- Evito tocar el asunto de Lupino, y sobre todo el asunto de Jenny
9.- ¿Qué tienen ustedes?
- Pues mientras usted andaba por ahí golpeando prostitutas y
músicos...
- Es un pasatiempo, pero también
trabajé teniente.- Se acomoda los lentes. Martin reprime la risa.
- Como decía, Martin y yo
estuvimos ocupados investigando. De entre los muchos operativos que se han
montado a lo largo de la ciudad para atrapar chulos y proteger prostitutas, hay
uno en la avenida Boston. El auto de Mickey Fulton estuvo ahí, a media cuadra
de la bodega desde las siete hasta las diez y media cuando se fue a toda prisa.
- Interesante. ¿Qué más tiene el
operativo sobre Mickey Fulton?
- No mucho, registraron el auto,
como registraron todos los autos. El sujeto no es un proxeneta, así que no le
dieron seguimiento.
- Tú teoría es correcta Oz.- Dice
Martin mientras se pone de pie para alcanzarse unas donas. Mi teoría inventada
tiene sentido, y eso me preocupa.
- Vamos a arrestarlo entonces.-
Un uniformado carga la canasta del teniente con casos frescos e información
actualizada. Los tres corremos para hojear los expedientes.
- Un incendio anoche, el
departamento de Peter Novak.- El teniente me pasa el expediente y lo devoro.-
Ningún herido. Los bomberos pudieron sofocarlo a tiempo y los testigos dicen
que se inició a las dos de la mañana. Un adelanto prometedor. ¿El expediente de
Mickey Fulton dice algo sobre ser incendiario?
- No, no lo dice.- Contesto y
dejo el expediente en su lugar. Finjo tranquilidad, pero la mirada del teniente
me consume.- Tengo que irme. Esto es peor de lo que pensamos, denme la
oportunidad de arrestar a Mickey Fulton.
Tengo
que hacerlo pero encuentro excusas. Antes de perseguir a Jenny 9 prefiero
cuestionar a los sospechosos comunes. Empiezo por el guapo Lamark y su esposa.
No le encuentro motivación a Estela, pero vale la pena intentarlo. Todo menos
Jenny. Me planto en la puerta del penthouse y golpeo como si planeara derribar
la puerta. Estela responde en camisón y la empujo. Steve aparece corriendo.
Sigue vestido. No durmió. No pudo hacerlo, esa redecoración en su cara debió
tomar tiempo. El guapo ya no es tan guapo.
- No digas nada amor y disculpa los
modales de Oz.
- No estuvieron juntos anoche. No
a menos que Estela sea boxeadora. ¿Quién te dibujó el mapa en la cara Lamark?-
No quiere hablar y le meto un bar de bofetadas. Los moretones y las cortadas
aún duelen. Estela trata de detenerme pero la empujo y tropieza. Lamark busca
algo en su bolsillo y le muestro el arma en la nariz. Saca la mano y muestra un
cuchillo que deja en el suelo.- ¿Dónde estabas? y no me mientas. No tengo
paciencia.
- Pues deberías cosecharla.
- ¿Quieres que tu nariz mida un milímetro?-
Jalo el martillo y cambia la tonada. Y pensar que el día empezó tan bien.-
Última oportunidad antes de mandarte a villa-tumba.
- Me dieron la golpiza de mi
vida, ¿no lo ves?
- ¿Por el chino que ahorcaste
como hiciste con el otro? Sé sobre tu tiempo en prisión y los testigos que
aprendieron a cantar otra canción. No te servirá de mucho.
- No sé de qué demonios me
hablas. No sé qué pasó anoche Oz, estuve con... Discutí algunas cosas con
ciertas personas.
- ¿Quiénes?
- Lupino y compañía. Arreglamos
el malentendido. ¿Qué pasó anoche?
- El departamento del ex-marido
de tu esposa se contagió de combustión espontánea. Ningún muerto, pero me hace
preguntarme algunas cosas. Nunca te cayó bien.
- Es un idiota, ¿y qué? Si
quisiera lastimarlo ya lo habría hecho.
- ¿Y usted?
- Estaba trabajando hasta tarde.-
Estela tiembla de miedo.
- No digas nada más nena, Oz ya
se va.
- Sí, ya me voy. Un placer, como
siempre.
Lupino
entra en acción. Tiene sentido. ¿Quién más estaba con el guapo?, ¿quién más
recibió el tratamiento?, ¿qué hará el guapo Lamark al respecto? Las preguntas
empujan los recuerdos de la noche anterior. ¿A qué hora salió de la cama?
Estaba dormido como un idiota mientras mi luciérnaga hacía el baile de la pira.
¿Por qué lo haría?, ¿qué tiene que ver Novak en todo esto? Al salir del
edificio no dejo de sonreír. Novak no tiene mucho que ver. El que tiene que ver
es el que abre la puerta del auto y me señala. Jack Lupino no necesita
apuntarme con un arma. Su dedo ha matado más gente que mi revólver. Subo al
auto y lo miro de los pies a la cabeza. El viejo Lupino, cabello alborotado,
ojos hundidos y oscuros, la sonrisa de la muerte. Feroz como un lobo, rápido
como una serpiente.
- Larry Oz, ha pasado mucho
tiempo. Pensé que te habías retirado bajo una piedra y habías muerto.
- ¿Aún eres alérgico a las balas
de plata y a los crucifijos?
- ¿Qué quieres con Lamark?- Con
una seña le indica al chofer que dé vueltas a la manzana. El copiloto carga un
pesado rifle y apunta a mi cabeza.
- Quiero ser su amigo, ya que sus
viejos amigos lo maltratan tanto.
- Siempre me caíste bien.
- Lástima, tú nunca me caíste
bien a mí.- El del rifle lo acerca a mi
cabeza, pero no le presto atención.- Si ese idiota jala el gatillo los
perdigones, y huesos de mi cráneo, te perforarán con la fuerza de un tren.
- ¿Te pone nervioso?
- Es una señal de debilidad
Lupino, tú sabes mejor que eso. No la necesitas, pero la usas. Me dice mucho de
ti. ¿Qué pasa, los años y tus amigos políticos te hicieron suave? El chino
muere, el dinero se esfuma... Cualquiera diría que no lo tienes bajo control.
- ¿Bajo control?- Sonríe y su
rostro se traba en aquella mueca.- ¿Cómo cuando mataste a tu hermano?
- Tu hermano era un idiota, y yo
no lo maté. ¿Aún te pica el dedo del gatillo?
- Tienes una manera peculiar de
recordar las cosas.- Del bolsillo de su saco toma un sobre gordo y lo pone
sobre mis piernas.- Una probada.
- ¿Qué quieres que haga con esto?
- Un incentivo Oz. Olvida el caso
y dile al teniente Simone que no meta sus narices donde nadie lo llama. Puedo
manejar esto sin su ayuda, después de todo, sólo es dinero.
- Con gente como tú, nunca es
sólo dinero.- Abro el sobre, cuento los seis mil dólares y los tiro por la
ventana.- Simone aún no sabe que estás involucrado. Planeo mantenerlo así, por
mis propios motivos. Quiero encontrar al asesino y meterlo a prisión, sin
molestar tus otros intereses.
- Me gusta.- El de la escopeta no
puede creer que el dinero haya salido volando, pero Lupino es diferente.
Entiende lo que digo. Lo mataré si es necesario. Él hará lo mismo. Es un
empate.
- ¿Cuál es la historia con el
guapo?
- Admito que no me cae del todo
bien, pero hace dinero. Lamark y el chino Orne eran los únicos que conocían la
ubicación de la bodega. Uno está muerto, el otro vive en la opulencia. Pero
creo que me equivoqué, incluso si no, sólo es dinero. Lamark está fuera de tu
jurisdicción. Al menos por ahora. Juega bien tus cartas Oz, y podemos ser
amigos de nuevo.
Me
deja a un lado de mi auto. Necesito whisky. El cañón de la escopeta apestaba a
pólvora y sangre. Lupino me muestra algunas cartas, pero no todas. Yo tampoco.
Esos dos no eran los únicos que conocían la ubicación de la bodega, Mickey
estaba ahí también. Sin duda habrá visto a Charlie el chino en varias
ocasiones. James Hicks es dueño del lugar, sin duda se habrá puesto curioso en
más de una ocasión. Tengo algunas cartas bajo la manga. Aviso al precinto que
arrestaré a Mickey Fulton. Las patrullas lo buscan en las calles, yo en los
tugurios. El administrador del hotel lo reconoce de inmediato. No lo soporta a
él, ni soporta su heroína. Trata de huir. Está drogado. Lo aviento de un lado a
otro de la habitación. Lo esposo en el suelo y lo tiro contra la ventana
abierta. Le digo que lo tenemos en la escena del crimen. Me escupe. Me enojo.
Lo lanzo por la ventana contra los botes de basura. Cuando bajo corriendo
Mickey aún no se pone de pie.
- Estás loco, ¡auxilio!-
Derechazo al estómago.
- Sabías de la bodega, eres
frecuente en la avenida Boston. El chino era tu amigo, pero te dio una paliza.
Es común en tu mundo, pero te hizo enojar.
- Yo no lo hice, y no tienes
evidencia.
- ¡Evidencia! Abre los ojos
Mickey, te llevaré con el guapo Lamark. Él recibió una golpiza por tu culpa. Él
me creerá. Y Lupino también, porque quiere que cierre el caso más que mis
superiores.
- ¿Cómo sabes que Lamark no mató
al chino? Se ha querido liberar de Lupino desde hace mucho, Charlie me lo dijo.
- Interesante, aún así les diré
que fuiste tú.
- No, por favor no le digas a
Lupino. Yo no lo hice viejo, lo juro.
- No es lo suficientemente bueno.
- Está bien, ¿qué tal si te digo
algo que vale la pena? Lamark lava dinero del casino y de Lupino a través de
sus compañías. Por eso se cree mejor jefe que Lupino.
- ¿Y qué hay de Novak? Su
apartamento se incendió anoche.
- No sé nada sobre eso viejo,
Novak no tiene nada que ver. Sólo toca el clarinete y se queja por todo. Es
bueno lo que te di, ¿no es cierto? Me gano algo, ¿no funciona así?
Le
quito las esposas y le dejo ir. No irá lejos. Es un drogadicto y un idiota. Lo
pescaremos después. Regreso a la estación y suelto la bomba. Le digo al
teniente de Steve Lamark y el lavado de dinero de la mafia. No quiere oír el
nombre de Lupino y lo minimizo lo más posible. Seguimos el rastro del dinero.
El teniente a la cabeza, con Martin a su lado. Yo me dedico a beber café y
tirar dardos. Cada quien pone su parte. Encuentran tres compañías. Ulises
construcciones, Terryvision publicidad y Transportes Lnaza. Siempre hacen dinero,
nunca pierden ni un centavo. El teniente no sabe qué hacer. Si ordena que se
investiguen sus superiores se le tirarán a la yugular. Decide no hacer nada.
Nadie lo culpa.
- Aquí está el reporte completo.-
Un detective me pasa el reporte final de los bomberos sobre el incendio en el
departamento de Peter Novak.
- Vamos a ver. El incendio fue a
las dos, la entrada no fue violada, se usó gasolina en la sala, nada parecía
robado aunque los daños fueron extensos y es difícil saberlo.
- Me pregunto dónde estaba Novak
a las dos de la mañana.- Dice Martin. Yo me pregunto dónde estaba Jenny 9.
No
puedo postergarlo más. La busco en los bares comunes. Dejó dicho que me
mandaran a su departamento. Me recibe con un vaso de whisky. Jenny me conoce
bien. Quizás demasiado bien. No tiene los guantes puestos, sabe que no me
importa. Me dice que la noche fue increíble. Le pregunto a dónde se fue.
Enciende un cigarro y no me dice. Me prendo uno y la miro contonearse por otro
trago. Le digo del incendio y me mira como si fuera un bicho raro. El baile
estándar, no tiene idea, le digo los detalles y finge que no sabe ni qué es un
incendio.
- Soy inocente Oz.
- No, no lo eres.
- Tú tampoco.
- Esto no es una competencia
Jenny.
- Yo no lo hice, ¿es lo que
querías escuchar?
- Sí, pero también quiero saber
la verdad.
- Estás de suerte, es la verdad.
- Una alegre coincidencia.
- Las hay muchas Larry.
- No para gente como nosotros.
- ¿Los afortunados?
- Los malditos.
- Tuve suficiente fuego para toda
una vida.
- Yo nunca miré tus cicatrices.
- Ni yo las tuyas, quizás por eso
somos buena pareja.
- Éramos
- ¿Por qué lo prefieres en
pasado?
- El pasado no muerde. No cuando
lo miras de cierta forma.
- ¿Y te gusta cuando lo miras
así?- Se acerca tanto que nuestras narices chocan.
- Tuvo sus momentos.
- Y los momentos siempre son
mejores vistos hacia atrás.
- Algo así.
- Filosofía deprimente.
- Soy realista.
- Eres muchas cosas Oz, y fuimos
muchas cosas juntos.
- E hicimos muchas cosas muñeca,
pero eso está en el pasado.
- Una lástima.
- Sí, una lástima. Anoche hubo un
concilio de guerra en el “hombre lobo”, estuve ahí de una a cinco. El guapo
también, pero imagino que ya lo sabes.
- ¿Y Mickey Fulton?
- Te dije que no es nadie, nadie
lo llamó. Lamark expuso su caso, Jack expuso el suyo con sus puños. Se
comprometió a pagar, se hará una reunión de paz en el casino y asunto zanjado.
Sólo falta el asunto del asesino, pero me imagino que podrás hacerlo tú.
- ¿Y Hicks?
-James también estuvo ahí, pero
no te pongas celoso.- Nos sentamos en la sala y algo se entierra en mi muslo,
un gemelo de oro. Demasiado fino para ser de Hicks. Me mira con terror y me
levanto de un brinco con la pistola en mano. Lupino aparece detrás de una
puerta con las manos arriba y sonriendo.- Larry, te acuerdas de Jack, ¿no es
cierto?
- Eres la única que le dice Jack
nena, y no quiero saber por qué.
- Calma Oz, estaba discutiendo
con una de las pocas personas en quién sí confío.
- No me salgas con esas Lupino,
no nací ayer. ¿Qué haces aquí?- Miro a Jenny de reojo y la verdad me pega como
una bofetada.- Dejaste dicho que te encontrara aquí. Soy tu coartada.
- No puedo estar en dos partes a
la vez.- Dice Lupino mientras marco al precinto.- Conversaba con ustedes dos, y
no me vieron usar el teléfono tampoco.
- Maldita sea.- Me avisan de la
balacera. Dos muertos. Uno de ellos guardaespaldas de James Hicks.
- Tengo que irme. Jenny, gracias
por todo. Y gracias a ti también Oz.
- Te acompaño al auto, no quisiera
que algo te pasara.
- Confío que encontrarás al
asesino Oz y me lo darás.
- Se lo daré a los fiscales, si
quieres matarlo hazlo en prisión. Dime de los muertos.
- Se la tenían merecida desde
hace mucho, así le metemos miedo al verdadero asesino.
- Quieres intimidar a James
Hicks, ¿no es cierto? Dueño de la bodega, después de todo y uno de sus
guardaespaldas recibió diez balas al pecho y una en la frente.
-
No me gusta la cocaína, los adictos se ponen bravos y atraen atención.
Meteré orden a mi modo Oz, uno que a ti te encantaba según recuerdo. Y deja en
paz a Lamark, será un imbécil traicionero, pero es mío y lo quiero donde está.
Gracias por la compañía detective.- El auto se detiene y le recibe Elizabeth.
Se besan y entran al auto como si no hubiera pasado nada. La chica me mira con
desconfianza pero justo antes de cerrar la puerta sonríe. Al sentir el cañón en
las costillas entiendo por qué.
- Ya tuviste tu función Oz,
puedes irte.- James Hicks sonríe como un idiota y presiona el arma.
- Todo el dinero en el mundo no
hará que tu sonrisa sea menos estúpida Hicks. Quita el arma antes que te la dé
de comer, una bala a la vez.
- Hablas duro.
- Y juega duro también.- Jenny 9
lo aparta con un gesto y se va con la cola entre las patas.- Está nervioso, eso
es todo. Jack lo arreglará, con tu ayuda por supuesto.
- Dijiste que habría ofrenda y
reunión, ¿dónde?
- El casino, esta noche. Toda la
banda estará ahí. Las cosas regresarán a su curso normal.
- ¿Tú estarás ahí?
- Quizás.
- ¿Y Hicks?
- Realmente te consume, ¿no es
cierto?- La beso con todas mis fuerzas y mientras ella me abraza recorro mi
mano hacia abajo. Siento el arma en su liguero y se la arranco.
- Hicks tiene sus ojos puestos
sobre esa Elizabeth, la amante de Lupino. ¿O Hicks y Lupino tienen el hábito de
compartir algo más que el dinero?- La bofetada me voltea la cara. Me mira con
odio. Fuego en sus ojos. Fuego en su alma.- Despierta Jenny, Lupino mató a su
guardaespaldas para meterle miedo por compartir amante.
- No lo creo, Jack no es así.
- Lo es, y lo sabes. Ese Hicks te
hará a un lado la primera oportunidad que pueda.
- ¿Por qué te importa tanto Oz?,
¿qué te importa que James y yo estemos enamorados?
- Abre los ojos muñeca, el amor
no es inocente.
- Siempre fuiste un monstruo.
Tienes lo que querías, ya puedes irte.- Me arrebata la pistola y la acomoda de
nuevo. Le meto la mano, se la quito y la tiro por el drenaje.
- ¿Dónde puedo encontrar a Mickey
Fulton si ya lo asusté en su habitación de hotel?
- ¿Cuál es tu obsesión con ese
don nadie?
- Me obsesionan los don nadie,
como Hicks. ¿Dónde lo encuentro?
- En el picadero de Freemont, en
Morton.
- Conozco el lugar.
- No me sorprende.
Hablo
con Martin, está en la escena de la balacera. Un auto se detiene, se bajan dos
pistoleros enmascarados y hacen su trabajo para regresar al auto y desaparecer.
Le digo lo que pasó. No hace preguntas de Jenny 9, pero une los puntos. No le
dirá al teniente. Ya le dijo que lo estaba acompañando en la escena del crimen.
Le digo que iré tras Fulton de nuevo para encontrar a Peter Novak, quiero saber
dónde estuvo él a la hora del incendio. Martin pone el aviso de arresto sobre
Novak, yo encuentro a Mickey Fulton a la primera. Lo subo a golpes al auto y se
lo explico fácil. Le llevaré ante Lupino por darme el negocio de lavado de
dinero si no me dice donde encontrar a Novak. Sabe que lo digo en serio y
accede. Me lleva a un bar en Baltic, no muy lejos del “blues de Kelley”. Todos
recuerdan a Mickey, pero nadie recuerda a Peter. El drogadicto me mira
aterrado. Mis nudillos duelen de tanto golpearlo. Finalmente confiesa.
- Estaba solo, lo admito. Pero sí
llegué con Novak.
- ¿Y qué pasó Mickey, se
desvaneció en el aire?
- No, hizo una llamada en el
teléfono del baño en cuanto llegamos. Estaba histérico y se fue sin decirme nada.
Lo juro.
- ¿Por qué no te fuiste con él?
- Porque me estaba arreglando
viejo, ¿me entiendes?- Me muestra las marcas en el brazo y reprimo mi instinto
de golpearlo otra vez.- ¿Ya me puedo ir?
- Claro, te irás a prisión.- Lo
levanto del cuello y llamo al precinto. Pido una patrulla y el listado de
teléfonos del bar. Mickey tiembla de miedo y me ruega que le deje ir. El
patrullero le encuentra varias bolsas de cocaína y de heroína y se lo lleva. Me
fumo un cigarro tras otro esperando a que Martin me llame de regreso.
- Oz, los patrulleros aún no lo
encuentran. Ya son las ocho de la noche y nada.
- ¿Tienes el registro de
llamadas?
- Sí, una llamada a la 1:23 am a
transportes Lanza. Avineda Tremont #322, quinto piso, está en Baltic. ¿A quién
conoce ahí?
- Estela mencionó que trabajó
hasta tarde, probablemente le llamó a ella. Se fue histérico, así que tiene
sentido. Sólo por si acaso, manda tres patrulleros de civil al casino de
Lamark, está en Soffolk #767 apartamento 4. Que no entren al edificio, los detectarán
de inmediato. Diles que se den sus vueltas, que no llamen la atención y que
esperen.
- ¿Esperas que pase algo?
- La organización de Lupino es un
barril de pólvora en este momento. Todos se reunirán esta noche, podría ponerse
feo.
Enciendo
la radio. No sirve de nada. Aún veo a Jenny. Su bofetada aún arde. El cañón del
rifle aún huele a pólvora. La sonrisa de Lupino aún me da escalofríos. El
teniente quiere que encuentre al asesino. Lupino también. El hombre lobo
siempre encuentra maneras de endeudar a las personas. Una red de dinero, lujos
y balas. El guapo Lamark creía que vivía en la opulencia hasta que su jefe le
dio una golpiza. Ahora debe estar muerto de miedo. En el instante en que ya no
sea necesario, será historia. Aún así, él lava el dinero, eso le da mucho
poder. Mi cabeza empieza a girar. ¿Y si todo estuviera al revés?, ¿y si Lupino
quisiera matar a Lamark pero no encontrara la manera de hacerlo? Él sabía de la
bodega, él pone a su tripulación lo suficientemente nerviosa para aceptar la
caída de Lamark. Todos buscan a su traidor, y yo soy el encargado de
encontrarlo. Me conformo con el quinto piso de un edificio moderno. Me
conformaría con Jennifer 9, pero con esto bastará por ahora. Transportes Lanza
es más que una caja de madera y un teléfono. Al menos diez oficinistas y Estela
Lamark. El guardia de seguridad es mafioso, su traje es más costoso que el de
los empleados. Me detiene amablemente. Le muestro la placa. Le hago señales a
Estela para que se acerque. Enciendo un cigarro y el guardia se relaja
apoyándose en el mostrador a un lado de un libro de registros. Estela se
acomoda el cabello con un prendedor más cotoso que todo lo que llevo puesto y
me saluda nerviosa. No ha olvidado lo que le hice a su esposo. No debería.
- ¿En qué puedo ayudarle oficial?
- Llámeme Oz señora Lamark. ¿Sabe
del departamento de su ex-marido?
- ¿El que yo pagué cuando nos
casamos? Una fortuna me costó.
- Se prendió fuego anoche a las
dos. Puede recuperar lo que haya olvidado con una pala y una cuchara.
- Dios mío, ¿y Peter?
- No estaba en el apartamento.
- No claro, no podía estar.
- ¿Por qué lo dice?
- Me llamó aquí como a la una y
media.
- ¿Y de qué hablaron?
- ¿De qué más? Me odia, me ama,
me quedé con sus cosas, es un ciclo natural.
- ¿Qué hacía usted trabajando
hasta tan tarde?
- ¿Una mujer no puede trabajar?
Soy contadora y siempre he trabajado. Sólo porque me haya casado con Steve no
quiere decir que seré de esas mujeres vividoras. Me gusta trabajar en la noche,
a Steve no le gusta que lo moleste en el... trabajo, así que me quedo aquí.- Me
muestra el libro del registro, se fue poco antes de las tres.- ¿Y qué hará
ahora Peter?
- No sé, lo hemos estado
buscando. Se quedó sin hogar, me imagino que estará ahora en un hotel. ¿Sabe
dónde pueda encontrarlo?
- No, lo siento. Quizás en el
“blues de Kelley”, adora ese lugar. Supongo que ahora podrá comprarse todos los
clarinetes del mundo.
- ¿Por qué lo dice?
- Porque cuando compré la casa
pagué el seguro por una década. Espero que el dinero le sirva al pobre, sobre
todo con su deuda con ese Mickey Fulton. Mi marido no quiere meter las manos al
fuego y darle un susto a Fulton, yo creo que porque no le cae muy bien Peter.
- Dijo que su marido trabaja,
¿dónde?, y ¿dónde está ahora?
- Este... En una oficina de abogados.
Ahí debe estar ahora.
- Si por oficina se refiere a un
casino clandestino entonces tiene razón. Sé de la reunión de esta noche y del
concilio de guerra de anoche.
- ¿Entonces por qué me pregunta?
- Porque me divierte.
- Ese casino significa mucho para
Steve, antier mismo tuvo que defenderlo con uñas y dientes de ese avaro Hicks.-
Se tapa la boca y me mira aterrada. El guardia la mira deseando poder
golpearla, pero no lo hace.
- Hicks pagó la remodelación, lo
sé. No se preocupe, como dije, me divierte.
- Pues ya tuvo su diversión, ¿no
le parece?
- Sólo una última cosa, por
curiosidad. ¿Tiene o no tiene usted la colección de discos de Novak?
- ¿Qué diferencia hace?
- Como dije, por diversión. Soy
un tipo ocioso.
- Sí la tengo, pero a Steve le
gustan.
- Me lo imaginaba.
El
blues de Kelley ya debe estar en función. No dejo de pensar en el incendio. La
pieza que sale sobrando. ¿Lo haría Novak por el seguro, quizás para pagarla una
deuda a Fulton? Tendría sentido, el drogadicto lo estaba cuidando demasiado,
como si fuera una figurina antigua que vale una fortuna. Si alguien hubiera
querido matar a Peter Novak, ya estaría muerto. El incendiario, o la
incendiaria aunque deteste pensarlo, entró a la casa para echar gasolina. ¿Qué
conexión podría haber entre Jenny 9 y el músico? El chino, Fulton y Hicks,
quizás con Novak en el medio. No importa qué teoría se me ocurra, nada me
convence. Le veo entrando al “Blues de Kelley” y lo arresto. No se me ocurre
por qué, así que me invento algo. Dice que habló con su esposa y se fue
histérico de bar en bar. Dice que terminó en cama con una cualquiera, en la
cama de un hotel. Dice que vio las ruinas en la mañana. Podría ser cierto, o
podría ser una perfecta mentira. Le llevo al precinto cuando lo escucho por la
radio policial. Balacera en el casino de Lamark. Los patrulleros tienen a todos
arrestados, tres muertos. Llego a toda velocidad y dejo a Novak esposado en mi
auto.
- ¿Qué pasó?- En cuanto entro
hago un conteo de cabezas. No conozco a los muertos. Jenny 9 está en un rincón,
acompañada de James Hicks. Lupino y Lamark están sentados en el suelo echándose
miradas asesinas.
- Empezaron a discutir, el
guardaespaldas del señor Lupino sacó un arma, el guardaespaldas del señor
Lamark hizo lo mismo y empezaron los disparos. Tres muertos antes que
llegáramos.
- ¿Qué pasó señoritas?- Le doy
una bofetada a Lamark y otra a Lupino. Sus hombres me miran gruñendo, pero no
pueden hacer nada.- Señal de debilidad Lupino, no lo olvides.
- No hice nada, ese hombre no era
mi guardaespaldas.
- Despierta Jack, nadie te acusa
de nada. Dime lo que realmente pasó.
- Te diré qué pasó Oz, eres un
pésimo detective.- Uno de los matones suple a su jefe. El gran Jack Lupino no
puede admitir nada ilegal ante una docena de policías y casi cincuenta
arrestados.- Lamark es un traidor. La casa empezó a ganar un dineral, el hijo
de perra se estaba llevando 78 mil dólares. El guapo no quiso admitir nada,
pero cuando revisé la ruleta me di cuenta que estaba dañada. La pelota siempre
caía en los mismos números.
- ¿Qué tal tú Hicks?- Me mira
desafiante desde su silla con las manos esposadas contra un riel. Jenny 9 me
mira sin saber qué decir.- ¿Te llevabas algún porcentaje esta noche?, ¿algo
inusualmente alto? Casi como si lo supieras, ¿no lo crees?
- No le hagas caso Jack, te está
manipulando.
- Muy bien.- Enciendo un cigarro
y me acerco a la ruleta en cuestión sin encontrarle nada raro.- Lleven a James
Hicks y su novia, a Steve el guapo y a Jack Lupino a la estación. Directo a
interrogatorios. También agarren a la novia de Steve Lamark, está en
Transportes Lanza, su marido querrá verla. Y díganle al teniente que quiero a
Mickey Fulton en la misma sala.
- ¿Estás loco Oz?- Lupino no
puede creerlo.- Este no era nuestro trato.
- Querías encontrar al asesino de
Charlie Orne Lupino, te lo daré.
Pongo
al corriente al teniente y a Martin. El chico casi se muere de la risa cuando
unió los puntos. Había estado frente a nosotros todo el tiempo. Era macabro,
pero era simple. El teniente no sonrió cuando vio a Lupino esposado camino a la
sala de interrogatorios. Los patrulleros trajeron al último a Estela Lamark. Me
tomé mi tiempo. Martin y yo cenamos algo, mientras que el teniente hacía mil
llamadas para alertar a sus superiores que teníamos a Lupino en custodia para
cuestionarle de un homicidio. Lupino y Lamark, por supuesto, pidieron a sus
abogados. Entre en la sala de interrogación cuando el teniente estaba ocupado.
No había suficiente espacio para todos y el único sentado era Lupino.
- Llamamos a nuestros abogados.
No diré nada.
- ¿Qué pasó con esa sonrisa
Lupino? Pensé que estarías feliz. Mandaste matar al guardaespaldas de Hicks
porque vendía cocaína, se la vi cuando lo registré. Pero descuida, no voy a
hablar contigo.- Lo levanto de la silla y siento a Estela.- ¿Dónde están tus
modales Jack?
- ¿Qué quiere conmigo?
- No digas nada nena, mi abogado
no tardará en llegar.
- El teléfono no funciona.- El
teniente se materializa junto con Martin.- Hice algunas llamadas a la compañía
de teléfono y me dijeron que tendrán que desconectarlos por unas horas.
- El lavado de dinero empezó hace
tres años. ¿Cuándo te casaste con Steve, fue hace tres años?
- ¿Y qué? Yo no hice nada.
- Dos de sus compañías llevan el
nombre de tus perros. Tus vecinos dijeron que se llaman Ulises y Terry. Además,
eres contadora en una de sus empresas y estoy seguro que eres muy buena.
- No digas nada amor, Oz no tiene
nada sólido.
- Cállate Steve, y escucha porque
esto se pondrá peor antes de empeorar aún más. Estela no mató al chino, ni fue
Lupino, ni fue Lamark. El plan seguramente no fue su idea y se planeó hace tres
años. Un músico talentoso y sin dinero está casado con una mujer de buenos
gustos. No tienen dinero, pero tienen amor. El amor no paga la calefacción, no
pone comida en la mesa y con toda seguridad no pone abrigos de mink sobre los
hombros. A Novak se le ocurre una idea. Estela se casa con el guapo Lamark y
hacen dinero, Peter se encarga de mover las piezas de modo que Lupino lo mate.
Conoce al chino Orn y a Mickey Fulton, ellos dos saben de la bodega pero el
objetivo no era el dinero, eso era para despistar, sino para las ruletas que
Peter tiene que intercambiar. Trabajó en una mueblería, según dijo su querido
amigo Mickey.
- Señor Lupino, eso no es
cierto.- Se apresura a decir Fulton.- Lo que sea que Novak tenía en mente, yo
no lo sabía.
- No te hagas al inocente Mickey,
estabas con tus prostis cuando notaste algo raro. Lo encontraste robando y al
chino muerto en el piso. Hubo una confrontación sin duda, eso explica la sangre
donde estaban las ruletas. Novak se salva contándole del plan, pero ahora tiene
al mono en su espalda. Le protege porque sabe que vale una fortuna, podrá
chantajearlo por el resto de su vida.
- No tiene sentido.- Dijo Novak.-
Amo a Estela, pero no así. Nunca haría algo así.
- Está loco detective.- dijo Estela.-
Amo a mi esposo. Steve, no le hagas caso.
- Primero lo protegiste Estela,
dijiste que había ido a discutir contigo, los vecinos escucharon los platos y
los gritos. ¿Cuántos crees que recordaron su voz? Edificios como el tuyo
siempre tienen a un conserje vigilante, si lo arrestamos ¿crees que nos dirá
que vio a Novak?
- No lo haga, por favor.- Estela
tiembla y comienza a llorar.
- ¡Estela!- Le grita Peter.- No
digas nada.
- Pero hay un pequeño detalle.
Estela ya no quiere seguir con el plan, ella se enamoró de la víctima. Se
enamoró del guapo, de su vida, de su dinero, de todo lo que él es y Peter Novak
no. Ahora Peter tiene a un muerto encima, a Fulton como carga adicional y su
amada esposa le traiciona. Él se queda sin nada, ella se queda con el mundo.
Cuando se entera que el chino está muerto entra en pánico, ya no quiere dar
otro paso. Incendia el departamento para tratar de disuadirlo. Su coartada del
libro de firmas es de lo más débil. Algo nacido de la urgencia, porque cuando
Peter te habló tú entraste en pánico, te dijo que se haría de todas maneras y
no sabías qué hacer. No podías decirle a nadie o te mataban, pero no querías
perder a Steve.
- Steve, te amo y eso es lo único
que tienes que saber.
- Nena, ¿qué está diciendo? Dime
que no es cierto, ¡dime que no es cierto!
- Primero lo protege, después lo
deja al aire. ¿No es cierto Novak?, dime cuando te duele.
- Te amo Estela, ¿por qué me
hiciste esto?
- La mandaste a la cama de otro
hombre por tres años Peter, así es la vida. Mickey me dijo que me mataría si no
lo hacía y ya había cambiado las ruletas. Éramos tan inocentes hace todos esos
años, dijiste que el dinero no te importaba, dijiste que estaríamos juntos para
siempre. ¡Para siempre!
- Lo siento chico, el amor no es
inocente.
Peter
Novak, Mickey Fulton y Estela Lamark fueron arrestados después de confesar. Los
demás se fueron, algunos aliviados y otros entretenidos. Lupino dejó un sobre
de dinero en el bolsillo de mi abrigo. El teniente evitó la bala y me felicitó
por el cuidado que tuve manejando el caso. Peter y Estela compartieron celda
esa noche y Estela lo ahorcó. No quise verlo, preferí ir a mi departamento.
Jenny 9 ya estaba en mis sábanas. Revisé los cuartos por si acaso. Dijo que me
amaba. Dijo que Lupino no la había mandado. Dijo que tenía sentido. Me mintió,
pero no se lo eché en cara.
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