Doc Wild y el hombre que quiso conquistar el mundo
Por: Juan Sebastián Ohem
1938:
Los guardias bostezaron al unísono y
se dedicaron una mirada cómplice. No podían creerlo, pero la parte más difícil
de asegurar el perímetro del laboratorio armamentístico era el blanco. El
blanco del suelo y el blanco en el cielo. Los blancos se fundían en uno solo y
varias veces se restregaron los ojos sólo para saber si no habían quedado
ciegos. No habían visto a nadie y estaban confiados que nunca lo verían, pues
nadie buscaría el laboratorio secreto a la mitad de Siberia. El frío ya no le
molestaba, era el intenso blanco todo el día, todos los días. No importaba la
hora, era primavera en Siberia y el sol podía quedarse en el cielo por días.
Nadie más sabía del complejo, además de algunas figuras en la KGB y Stalin en
persona. Los guardias bostezaron de nuevo y permanecieron de pie frente a la
sólida pared de acero. No escucharon nada. La nieve mataba todos los sonidos.
No le escucharon ni cuando se paró entre ellos. La figura de blanco se movió
rápido. Antes que cualquiera de los dos notara algo el hombre les mató con un
cuchillo. El blanco se manchó de rojo y dos soldados cayeron muertos.
La figura de blanco colocó tres
objetos redondos y magnetizados contra la puerta y accionó el botón que
calentaba a las pequeñas máquinas hasta derretir el acero. Entró sin hacer ruido, abriéndose paso hasta las
escaleras metálicas que dirigían al laboratorio donde la Unión soviética
experimentaba con sus mejores ingenieros en busca de armas más eficientes. El
hombre tenía poco interés en sus invenciones, le parecían banales e infantiles.
Al llegar al laboratorio lanzó un manojo de canicas que estallaron y soltaron
un humo paralizante. Se abrió paso entre los cuerpos rígidos y encontró a quien
buscaba. Al doctor Vladimir Totenkoff, el ingeniero en jefe. Lo cargó afuera y
esperó unos instantes para que la nieve hiciera reacción contra su gas
paralizante. Totenkoff le miró aterrado. El hombre le lanzó una pepita de oro
del tamaño de un puño y se quitó la máscara blanca.
-
Mi nombre es Herman Draxler y lo había estado buscando. Reconoce la pepita, ¿no
es cierto? Sabe de dónde viene. Entonces sabe que tengo muy buenas conexiones.
Usted es un agente Iluminatti.
-
No sé de qué me habla, pero…
-
Descuide, soy su nuevo mejor amigo. He venido a realizar la profecía de los
Iluminatti. ¿No es lo que había estado esperando toda su vida? Pues finalmente
ha llegado el momento. Quiero que me ayude a diseñar las mejores armas del
mundo.- Herman extrajo un pequeño cilindro y lo puso en sus manos. El vril
brillaba de azul y al apretar un botón el ingeniero pudo sentir el calor que
emitía.- Usted sabe lo que es, su cultura tiene conocimiento del Vril. Yo tengo
una fuente inagotable. ¿Interesado?
-
Mucho.
-
Sólo hay una cosa más.
-
¿Qué es?
-
Quiero que me ayude a matar a Jack Wild.
En otoño, a miles de kilómetros de
Siberia, en el polo sur, un grupo de delegados internacionales visita a Jack
Wild en su floreciente nación. Con forme los días pasaban más y más barcos
llegaban a sus puertos mecanizados con refugiados europeos. Wild no quería
prestarle atención, estaba demasiado ocupado con el hemisferio sur. Recibiendo
la ayuda de las mentes más brillantes de su generación había logrado domesticar
parte del polo sur, crear un sistema de ríos de agua hirviente con suficiente
espacio para un pequeño país, y lo que en un inicio fuera un campamento
provisional, rápidamente se estaba llenando de refugiados y crecía sin
detenerse. La guerra amenazaba a Europa, pero Jack no dejaba de insistir en el
camino de la paz. Y haría de América latina un ejemplo mundial. Los delegados
le acompañaron a las instalaciones submarinas, cientos de metros debajo de las
miles de hectáreas cultivables hasta una de sus fábricas. Todo en Avalon, como
era conocida esa colonia polar, estaba animado por el increíble poder del Vril.
Cientos de espías habían tratado de robarle sus secretos, pero la verdad es que
únicamente unos cuántos conocían sus propiedades y, más importante aún, su
verdadero origen, kilómetros debajo de sus pies en la Tierra hueca.
-
Panamérica ha sido un sueño desde la época de Bolívar.- Dijo el delegado
chileno.- Muchos sectores de mi país no están de acuerdo en perder su
soberanía.
-
Y no deberían temerlo.- Respondió Jack, cuando el elevador se detuvo y se
iluminó una inmensa galería repleta de cientos de automóviles y tractores.- No,
Panamérica es posible caballeros. Tienen frente a ustedes el inicio de una era
sin escases. Toda la energía que puedan necesitar estará disponible para
ustedes en las baterías que hemos estado enviando.
-
¿Y el vril?
-
No, me temo que eso se queda aquí conmigo. Es muy peligroso en las manos
equivocadas.
-
¿Y qué es lo que quiere a cambio?
-
Esto que ven aquí será suyo, así como los diagramas para construir más
vehículos y motores eléctricos. No tendrán que preocupare por el petróleo ni
por el carbón nunca más. Lo único que Panamérica necesita de ustedes es que
garanticen en sus países la libertad de expresión y prensa, así como elecciones
democráticas. Y, por supuesto, la paz entre ustedes.
-
¿Y si somos agredidos?
-
Yo me encargaría de eso, si llegase a darse el caso. Sé que los Estados Unidos
les han amenazado repetidas veces, pero no tienen nada que temer. Norteamérica
estará demasiado ocupada con su guerra, además que no se atreverían a invadir
países capaces de protegerse con el increíble poder del Vril. Federalismo
internacional, es todo lo que pido.
-
Me parece un trato justo.- Dijo el delegado del Ecuador.- Pueden contar con
nosotros.
-
Perfecto, estaré enviando más baterías desde mañana.
Jack terminó de darles el tour y
quedó cansado. La política era una de las pocas actividades que le agotaban por
completo en poco tiempo. Podía detectar cada mentira, leer cada postura e
incluso anticipar futuros problemas internacionales, pero confiaba que el
sistema de tribunales internacionales funcionaría. Se retiró al edificio
central, de donde se elevaba una de las torres eléctricas. En caso de invasión
podía crear un campo eléctrico alrededor de toda la zona poblada y protegerles
de cualquier ataque. Aunque su cuerpo estaba agotado de la política, su mente
viajaba en diez direcciones a la vez. Mientras que resolvía el problema
alimenticio en Avalon estaba pensando también en su equipo de respuesta. Había
reunido a dos individuos realmente excepcionales con quienes había defendido su
posición en el polo sur en más de una ocasión. Afuera del edificio se
encontraba Ramajin, el Lama secreto de Shangri-la, un monje capaz de poderosa
telequinesis. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro meditabundo. Jack a veces
creía que podía leer sus pensamientos.
-
La vacua conversación lo hace a uno vacuo, ¿no es cierto?
-
Ramajin, deja de leer mi mente.
-
No podría aunque quisiera, piensas demasiado.- Ramajin, sentado en su posición
de loto levitó un metro en el aire y abrió las puertas del complejo con su
mente.
-
Me han dicho peores cosas.
-
Sí, lo escuché. La radio americana te ha tildado de tirano en potencia.
-
No pensé que te importara Ramajin.
-
No lo hace, pero te importa a ti. Al final, tu deseo de amar y ser amado es más
fuerte que todos tus músculos y toda tu capacidad mental.- El monje abrió los
ojos para guiñarle un ojo y dedicarle una sonrisa pícara.- Asarlai tiene una
actitud semejante. Como tú, hace las cosas por amor. Y entre ustedes dos…
-
Ni siquiera lo menciones. No hay nada entre la pelirroja y yo.
-
Nada aún.
-
Para un monje, sí que hablas demasiado.
-
No soy un monje, soy un Lama… Bah, olvídalo.- Ramajin puso los pies en el suelo
y le acompañó dentro del complejo. El edificio estaba en un bullicio constante,
se trataba del cuartel general desde donde se planeaba la vida en Avalon y con
más y más barcos repletos de gente buscando trabajo y refugio no podían darse
abasto. Wild y Ramajin usaron el elevador privado y Jack suspiró al escuchar el
silencio de su centro de operaciones.
-
¿Café?- Asarlai era una pelirroja pecosa y de sonrisa sarcástica. Wild no podía
negar que tenía un algo especial que le volvía loco. Sin embargo los amargos
recuerdos de la muerte de Ludia Katsu aún le perseguían. Se sentía responsable
y no importaba a cuántos países salvara de la hambruna, ni cuántos refugiados
aceptara, siempre se sentiría culpable.
-
No deberías usar el jet experimental para buscar café en las montañas azules de
África Asarlai. Ni siquiera he tenido ocasión de revisarlo.
-
Pero aún así quieres el café.- La pelirroja vestida de pantalones y camisa
arremangada le pasó una taza. Jack le dedicó una mirada rápida a los tatuaje en
las palmas de sus manos. Los círculos concéntricos y extraños símbolos siempre
parecían estar moviéndose como si tuvieran vida propia. La hechicera le dedicó
una sonrisa y Jack se olvidó de las banalidades de la política en segundos.
-
Parece que Panamérica será posible después de todo. Meses de negociaciones,
pero creo que podremos lograr un continente pacífico.
-
¿Y qué hay de los demás continentes? Europa en particular.
-
No, ellos sólo quieren el Vril para hacer armas, no como fuente de
electricidad.
-
No me estaba refiriendo a eso.- Asarlai cruzó por la sala y apretando un botón
abrió las cortinas. Todo un muro era de cristal y desde ahí se podía ver la
bahía repleta de barcos.- Más y más, y de todas partes del mundo. Muchos de
ellos son espías. Tú máquina detectora de mentiras ha funcionado hasta ahora,
pero es mucha gente para procesar.
-
Por eso necesito que el cono sur sea un faro de esperanza para la humanidad.
Los he convencido de aceptar refugiados.
-
Sí, y eso no le gustó al presidente americano.- Asarlai se encendió un cigarro
y miró por la ventana mientras bebía su café.- Sigue amenazándonos.
-
Me alegra que te lo tomes con tanta calma.
-
¿Y no debería? Tienes a una docena de submarinos de Vril protegiendo a la
bahía, el domo azul de electricidad y toda clase de armas. Aún así, la guerra
nos llegará. Será mundial. Lo he visto en sueños. La negrura de la muerte.
-
Nunca dijiste nada sobre sueños.
-
No quería preocuparte. Los Iluminatti me entrenaron para soñar el futuro. Es
más un arte que una ciencia, tu mente científica jamás lo entendería. Y sueño
con devastación, fuego y muerte.- Asarlai apuntó el anillo que llevaba en el
dedo medio en su derecha y proyectó imágenes de edificios destruidos y tanques
disparando. Su anillo de ilusión continuaba siendo un misterio para el
científico Jack Wild.
-
¿Y qué podemos hacer? Ya extendí mi mano, casi me cortan el brazo. De no ser
por ustedes dos habría muerto en las ruinas del continente perdido.
-
Tienes que preparar un ejército.- Dijo Asarlai.- Muchos de los refugiados ya se
han presentado como voluntarios. Es sólo una medida de precaución.
-
¿Ramajin, qué opinas?
-
El que esté dispuesto a la paz que también esté dispuesto a la guerra.
-
Está bien, está bien. Organizaré la construcción de fábricas de armamento de
Vril en Tierra del fuego. El gobierno argentino ha sido más que dadivoso con
nosotros.
-
Sí, eso es porque los estás convirtiendo en una potencia americana.
-
Tus sueños Asarlai, ¿siempre se cumplen?
-
No.- Dijo la hechicera, gentilmente acariciando la mejilla del hombre de oro.-
No todos.
1939:
Julian Speer sabía cómo manejarse en
dictaduras como la alemana. Lo único que necesitó para asegurarse de un
castillo a orillas del Rin fue enviar una estatua de tres metros de oro sólido.
La estatua, en forma de un guerrero, llegó a manos de la SS y, con la promesa
de más oro en camino, hasta lo escoltaron a su nuevo hogar. Speer sentía ganas
de reír. Los tenía comiendo de la palma de la mano, pero no tenían ni idea de
dónde provenía ese oro. Al menos no todos, pues los que importaban habían visto
el gesto como la confirmación de una profecía milenaria. La llegada de aquel
que llevaría a los Iluminatti al poder. Speer, un hombre rubio y de aspecto
maduro, no se molestó en cargar sus maletas, tenía soldados del tercer reich
para eso. Una vez que se acomodó en sus nuevos aposentos comenzó a probar con
las radios. La lista era larga, pero estaba seguro que podría contar con todos
ellos. Después de todo, habían estado esperando por miles de años para ésta
oportunidad. Todos responderían.
Siguiendo las instrucciones del
intelecto superior de Herman Draxler se puso en comunicación con los espías
ingleses cerca de la frontera y comunicó los planes detallados de la invasión a
Polonia. Tenía que asegurarse que los viejos tratados se cumplieran, pero
confiaba en Draxler. Él había predicho que un ataque a Polonia pondría al mundo
entero en guerra, y entonces lo tendrían todo.
Lo que Julian Speer no sabía, y no
podía haber sabido, era que uno de los agentes británicos era un doble agente.
Trabajaba para los ingleses, pero su lealtad radicaba en el polo sur, se
trataba de un miembro de la organización empujada al secretismo que era el Ojo
de Horus. Las logias habían sido clausuradas, pero sus miembros aún
consideraban a Jack Wild como su verdadero líder. El doble agente informó a sus
superiores en el polo sur sobre el misterioso Julian Speer, el hombre que había
llegado de la nada y regalaba información clasificada a cualquiera, un posible
Iluminatti. Asarlai, al escuchar el reporte sintió un escalofrío, se negaba a
creer que el día hubiese llegado.
-
Una cosa a la vez.- Dijo Wild, el hombre de oro.- Primero Speer, después
investigamos si los Iluminatti tienen algo planeado.
-
Puedo sentirlo en mi piel, algo grande se acerca.
-
Pues espero que estés equivocada. Vamos al jet.
Ramajin, el lama secreto de
Shangri-la, Asarlai y Wild subieron al jet de Vril que el hombre de oro había
diseña-do. Era capaz de romper la barrera del sonido y volar en la
estratósfera. Podían llegar hasta el castillo donde se escondía Speer en
cuestión de horas. El jet era espacioso y plano casi por completo, con cuatro
turbinas de jet en las alas. Asarlai pasó todo el tiempo mirándose los tatuajes
en las palmas de sus manos. Los tatuajes circulares no dejaban de moverse. Para
ella, esto era más que una investigación de rutina, era muy personal.
-
No todos creen en la profecía, después de todo los habitantes de Atlántida no pudieron ver venir
su destrucción.- Wild le tomó de las manos y sonrió.
-
¿Y todos los Iluminatti son magos como tú?
-
No.- Dijo ella.- Antiguamente guardábamos los secretos de la magia más alta,
pero hubo un gran cisma. Muchos vieron al mundo, débil y rendido a la
tecnología como su tierra prometida, para gobernarla con puño de hierro y
siempre detrás de las cortinas. Yo aprendí su magia, pero tuve que escapar de
ellos. Supongo que en eso me parezco a ti.
-
Sí, yo también fui parte de una organización semejante.
-
¿Y aún no crees en la magia?
-
Magia es sólo otro nombre que le damos a lo que aún no comprendemos.
-
¿Seguro?- Asarlai juntó sus palmas contra la boca y sopló, dejando salir una
lengua de fuego.
-
Eso te salvó en el continente de Mu.- Dijo Ramajin.
-
Sí, pero aún así no está más allá de los límites de la ciencia.- Wild les
mostró una de sus pistolas que disparaban una columna de fuego. Los tres la
conocían bien, les había salvado del barón Schlager en su guarida secreta.
-
Me recuerdas a un viejo proverbio.- Dijo Ramajin, con la misma expresión de
serenidad que guardaba en todo momento.- Un hombre es alcanzado por una flecha,
y mientras trata de descubrir quién le disparó se muere desangrado. En vez de
quitarse la flecha, buscó al responsable. Tú deberías quitarte la flecha de la
ciencia, para entender lo que está más allá de la razón.
-
Ustedes mueven cosas con la mente, o controlan los elementos, o proyectan
ilusiones. Yo sólo tengo mi mente y nada más.
-
Todos tus juguetes serían inútiles si no tuvieras un buen corazón Jack.
-
Eso solía decir ella.
-
Debió haberte lastimado mucho.
-
No, yo lo hice. En la Tierra hueca nos encontramos con algunos problemas….
Ludia y Herman cayeron por una catarata. Tratamos de buscarles por días, pero
no tuvimos suerte.
-
Ah, ahora entiendo.- Dijo Asarlai con una mirada pícara.- Nada como las viejas
heridas para encerrarte en ti mismo.
-
¿Qué puedo decir? Los tengo a ustedes
dos para que me mantengan humilde y centrado. Creo que me volvería loco sin
ustedes.- Wild se levantó de su sillón y miró hacia las estrellas. Pensó en
Ludia, quien había muerto en un lugar sin estrellas. El jet avanzaba tres veces
más rápido que el sonido y tenía una computadora que rastreaba sus movimientos
en todo momento. Lo había diseñado una noche mientras memorizaba otro volumen
de la enciclopedia británica.- Satélites, ahí está el futuro. Comunicación por
todas partes.
-
¿Cuánta gente puedes subir en estos aviones?
-
Tantos como sean necesarios. Tengo una flotilla de jets el triple de grande,
sólo por si acaso. También tengo otros no tripulados, para poner en órbita mis
satélites. Aún trabajo en ellos en las mañanas, mientras hago ejercicio.
-
Parece que estamos llegando.- Dijo Asarlai mientras veía una pantalla que
mostraba un mapa topográfico. El castillo se encontraba marcado en rojo.
-
Pondré al avión en piloto automático y bajaremos para que Ramajin haga lo suyo.
El jet bajó cientos de metros hacia
la atmósfera y circuló el castillo a tal velocidad que nadie podría verlo. Wild
abrió la compuerta en el suelo, el viento entró con la fuerza de un huracán y
los tres tuvieron que agarrarse de las redes de tela. Ésta era siempre la peor
parte. Al menos lo era para Asarlai, ella aún no se acostumbraba, no como Jack
que parecía disfrutarlo. Uno a uno se lanzaron al aire, cayendo a toda
velocidad. Ramajin murmuró algo que no pudieron escuchar por la potencia del
viento y entonces usó sus poderes de telequinesis para levitar despacio y tomar
a sus amigos. Los tres bajaron cientos de metros hacia el castillo, el anillo
de ilusión de Asarlai les hacía invisibles a los guardias. Ramajin
cuidadosamente les hizo aterrizar en un balcón y Wild usó sus ganzúas para
abrir la puerta. Se detuvo un instante y se revisó los bolsillos y las armas.
Vestía su usual pantalón y camisa, con un chaleco de safari.
-
Pistola sónica, pistola de fuego, aturdidores… Sí, estoy completo. Vamos.-
Entraron a una sala repleta de estatuas de oro y Asarlai quedó pálida. Ella
conocía ese oro. Sus peores temores quedaban confirmados.
-
Este oro es de Iluminatta. Julian Speer es un Iluminatti. Debemos tomarlo con
vida.
-
Más fácil decirlo que hacerlo, el lugar está lleno de soldados.- Wild se asomó
al pasillo y sonrió.- Bueno, si no es un desafío, no vale la pena hacerlo.
Wild salió de la sala y lanzó una
granada de humo para dormir. Se abrieron paso cuando Ramajin ventiló el
corredor y se asomaron por un balcón interior. Speer, el único vestido de traje
de tres piezas, parecía pasar un buen rato con soldados alemanes en su sala,
jugando y apostando. Ramajin se concentró para atrapar a Julian Speer con su
telequinesis. Wild saltó del balcón y empezó a disparar su arma sónica,
lanzando a los soldados desde sus asientos y ensordeciendo a los otros. Asarlai
usó su anillo de ilusión contra los soldados que subían la escalera,
haciéndoles creer que estaban siendo invadidos. Usó sus poderes para iniciar
una fortísima tormenta que reventó los ventanales y castigó al castillo
lanzando truenos.
-
Tú vienes conmigo.- Dijo Jack, mientras disparaba su pistola de microondas
contra una pared, deshaciéndola al calentarla a mil grados.
-
¿Crees que tus juguetes te salvarán?- Preguntó Speer, quien no parecía
sorprendido en lo más mínimo.- Yo también tengo los míos.
-
¡Jack!- Asarlai se lanzó contra Wild y lo empujó a tiempo, antes que un enorme
rifle montado contra la pared disparara hacia él. Speer apretó un botón en su
cinturón y todo el castillo comenzó a temblar. El rifle montado en la pared les
fue siguiendo y mientras que Wild disparaba contra ella, Speer se liberó cuando
Ramajin usó sus poderes para detener el disparo.
-
¡Que no huya!
-
¿Quién está huyendo?
Wild instintivamente supo que le
había estado esperando. Soldados llegaron desde cada puerta cargando extrañas
armas que disparaban haces de luz, lásers, con suficiente calor para penetrar
casi cualquier superficie. Ramajin empujó a quienes entraban por la puerta
principal y Asarlai usó su anillo para hacerles invisibles. Wild y la hechicera
corrieron hacia Speer, quien se abría paso entre los soldados hasta un enorme
sótano donde le esperaba un avión de propulsión a chorro en la cola. Asarlai
juntó las palmas contra su boca y escupió fuego contra los soldados que
protegían la huída de Speer. Jack maniobró entre los guardias, era el doble de
rápido y fuerte que cualquiera de ellos, conocía todas las formas de artes
marciales y no tuvo problemas en desarmar y derrotar a cuatro de ellos en
apenas unos segundos. El motor se encendió, una pesada puerta se abrió en el
sótano con un riel para el avión. Wild disparó su pistola de microondas,
derritiendo una de las alas, pero eso no detuvo a la máquina que fue lanzada
hacia la tormentosa noche a toda velocidad.
-
¿Qué fue eso?- Preguntó Asarlai, asombrada.
-
Tecnología que pensé que era el único en poseer. Tecnología de Vril. Esto es
peor de lo que pensábamos.- Wild disparó contra la entrada cuando más soldados
bajaron corriendo. El impacto sónico les incapacitó y rodaron por las
escaleras.- No puede ser, no puede estar con vida. Me habría contactado, no
puede ser.
-
¿De quién hablas?
-
Herman Draxler, la única otra persona que conoce del Vril y cómo hacerlo
funcionar.
-
Pensé que habías dicho que había muerto.
-
Eso pensamos. ¿Y si Ludia aún vive? Tengo que llegar a Draxler.
-
Sí, pero por ahora tenemos otras preocupaciones.- Asarlai señaló los tambores
de gasolina al fondo y lo que parecía ser una bomba con un contador en reversa.
-
No hay tiempo para desactivarlas todas. Tenemos que salir de aquí.
Regresaron subiendo las escaleras e
incapacitando soldados a diestra y siniestra hasta llegar al punto donde
Ramajin lanzaba volando a los soldados y a sus armas de alta tecnología.
Explicaron a gritos que el lugar volaría en mil pedazos y el lama secreto de
Shangri-la usó sus poderes para atraparlos a ambos y salir volando por una
ventana destrozada. Asarlai tranquilizó a los elementos y debajo de ellos el
castillo comenzó a estallar hasta quedar en pedazos. El jet sobrevoló sobre
ellos y moviendo sus jets se detuvo lo suficiente para que Ramajin y los demás
entraran por el acceso del suelo. Wild ajustó los controles y acompañó a los
otros.
-
Esa arma montada en la pared podía registrar la firma calorífica, por eso no
mató a Speer y a los demás. Debí saberlo en ese momento, pero es que no puedo…
No puede ser. Simplemente no puede ser. Les buscamos por días enteros.
-
Hay cosas que no pueden ser y sin
embargo son.- Dijo Asarlai, quien estaba tan preocupada como el hombre de oro.-
El imperio invisible y el Ojo de Horus eran una tapadera para algo más grande,
los Iluminatti. Escapé de su cultura a tiempo, parece que están colocando a sus
agentes en el tablero de ajedrez con ayuda de tu amigo.
-
No sé, no creo que aún sea mi amigo.
-
Sea o no, tenemos que ir a Iluminatta. Tenemos que confrontarles de una vez y
para siempre.
De regreso a la base los tres no
perdieron tiempo en abordar un submarino de Vril. La chispeante sustancia azul
eléctrico circulaba por toda la nave como si fueran sus venas. El metal, una
aleación creada por Wild, permitía al submarino llegar hasta el lecho marino.
Tenía poderosos torpedos de Vril y un motor que podía superar a cualquier otra
embarcación. Doc Wild aún no se sentía muy cómodo sabiendo que en la base polar
había docenas de ellos y más en construcción. Odiaba la guerra y sus compañeros
lo sabían, pero ambos sabían también que era inevitable, las grandes potencias
lucharían con todo lo que tuvieran, y un genio como Draxler podía venderles
armas que harían aún peor la devastación de la guerra.
-
Deberíamos estar llegando a las latitudes correctas en unos momentos. Estaremos
muy cerca de Inglaterra, pero dudo que tengan algo que pueda detectar a esta
belleza.- Dijo doc Wild.
-
Menos mal, porque está comida me da ganas de hacer ayuno.- Dijo Ramajin.
-
¿Por qué pasó?- Dijo Asarlai luego de un largo rato de silencio y ceño
fruncido.- Ramajin, ¿por qué ocurrió? Shangri-la sigue siendo un bastión de la
iluminación, la esperanza y la compasión. Iluminatta debió haber sido lo mismo.
Ahora… Esa maldita profecía.
-
No se cumplirá.- Dijo doc Wild.- No mientras estemos con vida.
-
¿Y después? No, tenemos que pelear contra ellos. Contra mi propia gente. ¿Por
qué me siento como una traidora?
-
No eres una traidora. Ellos son los traidores.
Una luz amarilla iluminó el
submarino, se aproximaban a su objetivo. Wild tomó los controles y sumergió aún
más al submarino. Una cueva natural había conservado algo de oxígeno, una
inmensa burbuja que protegía lo que quedaba de la Atlántida. Apenas una punta,
pero suficiente espacio para que una cultura se desarrollara, con bosques para
convertir el dióxido de carbono en oxígeno. Iluminatta estaba construida de oro
sólido, una inagotable fuente de riqueza para quienes creían que era su destino
el controlar el mundo. Wild detectó armas submarinas y navegando entre minas
acuáticas encontró un espacio libre.
-
Draxler debió suponer que vendríamos aquí, ha colocado pistolas subacuáticas,
muy parecidas a las mías. Tendremos que usar los trajes submarinos, con la
ayuda de Ramajin no deberíamos tener problemas.
-
Prepárense para lo que sea.- Dijo Asarlai, mientras tomaba un par de armas de
Wild. El monje, sin embargo, no llevaba arma alguna, no las necesitaba, pues
además de sus poderes telequinéticos era un peleador sin rival. Ni siquiera el
hombre de oro podía ganarle en las artes marciales.
Usaron los trajes submarinos y
Ramajin se encargó de hacerles subir varios cientos de metros hasta una playa
pequeña. Se quitaron los trajes y avanzaron con cuidado, escondiéndose detrás
de las columnas de oro de los dilapidados edificios y entre los bosques de
estatuas. Usando el anillo de la ilusión para hacerlos invisibles pudieron
recorrer gran parte de la ciudad, que se encontraba casi vacía. Casi todos los
que se habían quedado atrás parecían haberse convertido en soldados. Asarlai no
daba crédito a sus ojos.
-
Ésta ciudad solía estar llena de vida, ahora parece un cementerio.
-
A excepción de eso.- Dijo Ramajin, señalando a los soldados que marchaban por
las avenidas.
-
Aún queda gente inocente,- Dijo doc Wild, señalando a un grupo de adoradores
que parecían meditar alrededor de una enorme pira.- deben estar sufriendo
persecuciones constantes.
-
Al centro, tenemos que llegar al palacio de los diamantes. Si Draxler está en
Iluminatta sin duda estará en el edificio de gobierno.
El palacio de los diamantes era una
gigantesca estructura con diamantes en vez
de ventanas. Como muchos otros edificios estaba hecho de oro y plata. Se
encontraba rodeado de un bosque espeso con muchas trampas y soldados. Flotaron
sobre ellos hasta llegar a la entrada del palacio. Los guardias, vestidos como
todos los demás, en grandes togas, cargaban con rifles eléctricos y parecían
mantenerse en guardia. No había duda que esperaban problemas. El hombre de oro
podía visualizar al menos una docena de maneras de entrar al palacio de los
diamantes. En todas ellas había guardias. Entraron por una ventana y Asarlai
desmayó al guardia poniendo sus palmas contra su cabeza.
-
Menos mal que ya empezamos a armar a un ejército.- Dijo Ramajin.- Ésta gente
parece estar lista para invadir algún país.
-
Ya lo hicieron o lo están haciendo, sólo que no los ves.- Dijo Asarlai, con
tristeza.- Los que favorecieron la técnica a la magia y los viejos cultos
siempre creyeron en esconderse a plena luz del día y formar redes de intriga.
No necesitan invadir un país, sólo tomar lugares de poder.
-
La guerra mundial será sólo una excusa.- Dijo el hombre de oro y la hechicera
afirmó con la cabeza.- Todo esto me empuja a actuar, pero tengo la sensación
que eso es exactamente lo que Draxler quiere que haga. Que arriesgue la única
oportunidad para la paz con tal de vencer a los aliados y a las potencias del
eje.
Se internaron en el palacio de oro,
desmayando guardias conforme avanzaban y usando el anillo de ilusión para
mantenerse ocultos. Llegaron hasta el centro del palacio, el cual se encontraba
rodeado de columnas con diamantes y zafiros. El hombre de oro reconoció el
aparato de Vril sobre lo que antaño había sido un altar. Lo había visto antes,
era un círculo sobre una base de metal, sólo que éste medía varios metros más.
Lo había visto antes de internare a la Tierra hueca. Draxler no estaba ahí,
pero les había dejado un mensaje. Antes que doc Wild pudiera recomendar que
salieran del palacio, algo activó al anillo y produjo una imagen azul
tridimensional. Era el rostro de Herman Draxler.
-
He venido a realizar la profecía de los Iluminatti y cobrar mi venganza. Jack
Wild, me diste por muerto y ése es un error que pagarás con tu sangre. Sabes
que soy tan inteligente como tú, y ahora sabes que dispongo de muchos más
recursos. Puedo anticipar todos tus movimientos, he tenido años para hacerlo.-
El rostro comenzó a reír cada vez más fuerte.- Bienvenido a tu trampa mortal.
De las fisuras del suelo de oro
salió disparado un gas amarillento. Wild se lanzó junto con Asarlai hacia las
columnas y lejos del gas. Ramajin no tuvo suficiente tiempo y, huyendo como
pudo, cayó inconsciente agarrándose de una de las columnas. El hombre de oro
usó su pistola de microondas para derretir el oro de la pared y ventilar la
habitación mientras que una aguda alarma llamaba a los soldados. Las cuatro
puertas se abrieron al unísono y aparecieron soldados de toga disparando rifles
que soltaban truenos y chispas. Wild consiguió rescatar al lama mientras que
Asarlai usaba su anillo para proyectarlos a ellos tres por todas partes,
haciendo que los soldados se dispararan entre ellos. El hombre de oro inyectó
adrenalina directo al corazón de Ramajin y lo despertó de golpe. Usó su pistola
sónica para abrirse un espacio entre las columnas y comenzó a pelear contra los
guardias con una velocidad sorprendente. Podía calcular sus disparos, sus
siguientes movimientos y sus puntos débiles en cuestión de milisegundos.
Ramajin se ocupó de los soldados que entraban por el boquete que Wild había
hecho y rápidamente salieron del palacio de diamantes, sólo para enfrentarse a
un ejército.
-
Dime que tienes algo en tu bolsa de juguetes que nos sacará de ésta.- Dijo
Asarlai, mientras se escondían en un túnel que llevaba hacia los jardines del
palacio, donde más soldados les esperaban, disparando sin cesar.
-
¿Cómo pude cometer un error tan estúpido?
-
No es momento para eso.- Dijo Ramajin, mientras usaba sus poderes para alejar a
los soldados que buscaban tomarles por la retaguardia.- Puedo moverlos a ellos,
pero no a la electricidad que disparan. Recuerda, si te flechan, es mejor
quitarte la flecha que buscar al responsable.
-
Piensa Jack, tenemos que salvar al mundo de tu amiguito y de los Iluminatti.
Doc Wild, atrapado en el túnel de
oro, usó su pistola de microondas para fundir el metal. Ramajin utilizó sus
poderes de telequinesis para protegerles en una burbuja y salir flotando por
encima de los soldados. Descendieron en la ciudad y corrieron entre las casas
de madera y oro, en dirección a la playa cuando un par de manos salieron de una
puerta y les hizo entrar. Doc Wild no sabía qué pensar, pero Asarlai suspiró
aliviada. Su salvador tenía tatuajes en el rostro que, como los de Asarlai, se
movían por su cuenta. El hombre rápidamente cerró todas sus ventanas de madera
y les indicó que no alzaran la voz.
-
No les buscarán por mucho tiempo, se irán pronto, ahora que la profecía se ha
hecho realidad.
-
Pero Andorax,- Dijo Asarlai sorprendida.- ¿cómo puedes decir eso, tú que fuiste
mi maestro?
-
Ese Draxler se ha convertido en su salvador. Ya conoces su desviada religión,
sus ambiciones de poder absoluto y el poder de sus intrigas.
-
Todo esto es mi culpa. Nosotros fuimos a la tierra del Vril y ahora Herman está
armando un ejército. Sin duda venderá sus invenciones a los países en guerra
con tal de obtener lo que busca.- Doc Wild se sentó en el suelo y su ceño se
frunció de preocupación.- No debí rendirme tan fácilmente.
-
Si ese Draxler es tan inteligente como tú, estaremos en problemas.
-
Nosotros,- Dijo Andorax.- somos la continuación de Atlántida, pero hay muchos
que se desviaron de la tradición y tomaron por literal aquello que era
espiritual. Quedamos los suficientes para cuidar de la flama. Descuida Asarlai,
conozco caminos ocultos hasta la playa.
Andorax y otros tatuados les
ayudaron a regresar a la playa. Wild hizo ascender al submarino y lo abordaron
en silencio. El mundo ya estaba en crisis de por sí.
1940:
Herman Draxler sabía que el aparato
de inteligencia inglesa escucharía del rapto de Totenkoff, de modo que no le
fue difícil organizar un encuentro con varios espías. Les invitó a una
demostración en un astillero en Dover. Los agentes llegaron una hora más
temprano de lo acordado, pero Draxler ya estaba ahí. Herman estaba sólo, con un
par de sus rifles eléctricos sobre una caja de madera. Los agentes se
acercaron, tensos y en alerta, mientras que el alemán se encendía un cigarro
con toda calma.
-
El doctor Jack Wild me dijo, antes que tratara de matarme, que usaría el Vril
para mejorar al mundo. Así que he decidido hacer justamente eso. Pero Wild
quiere todo el Vril para él, imponer sus demandas sobre los países más pobres y
guardarse los muchos secretos del Vril. Yo no soy como él. Yo quiero que el
Vril esté en manos de todos.
-
¿Quiere vendernos Vril?
-
Tomen, una pequeña muestra.- Les entregó dos tubos con el líquido azul
eléctrico y después tomó uno de los rifles para disparar un trueno contra uno
de los barcos y dejar un agujero.- Pueden tener las armas de Vril, millones si
así lo quieren. Tengo a los mejores ingenieros del mundo trabajando en ello.
Estos rifles son juguetes, meras demostraciones burdas del poderío que tendrán
mis armas.
-
¿Y qué es lo que quiere a cambio?
-
Oh, no mucho. Sólo quiero que ataquen al polo sur y, por supuesto, 3% de su
producto interno bruto cada año por, digamos, diez años.
-
Debe estar loco si cree que…
-
Ya he hablado con los rusos, y con los alemanes también. Mis compatriotas
aceptaron mis demandas. Así es caballeros, también surto a los alemanes y a los
italianos. Soy un científico de igualdad de oportunidades. Cualquier país que
quiera armas efectivas tendrá que cumplir mis demandas. Sólo piensen en lo que
pasaría si todos aceptaran, menos ustedes.- Draxler sonrió y dejó que el humo
saliera de su nariz y revoloteara alrededor de ellos.- Tendrán la oportunidad
de ver mis más adelantados proyectos muy pronto. Los estadounidenses me
condenaron categóricamente. Les pareció exagerado. No lo será cuando vean lo
que ocurre.
Julian Speer se vio con sus
compañeros Iluminatti y con el congresista Adam Nelson, a quien habían
secuestrado y llevado hasta el techo de un hotel. Speer disfrutó de la vista, desde
ahí podía ver al edificio del congreso y, a lo lejos, la casa blanca. Habían
estado infiltrando las esferas del gobierno, la milicia, los negocios y las
finanzas por varias generaciones, y algunos de ellos incluso habían nacido en
la superficie, en vez de nacer en Iluminatta. Sin embargo, no importaba dónde
nacieran, la profecía les dotaba de un fanatismo que duraba generaciones. Speer
empujó al rehén hasta hincarlo en el suelo y le señaló al edificio del
Congreso.
-
Roosevelt realmente no lo entiende, pero lo entenderá pronto. Somos una legión,
congresista Nelson. Estamos en todas partes y bien organizados. Ya hemos
situado a nuestros agentes, pero necesitamos del poderío industrial y los
soldados de este país. Es por ello que usted le sugerirá a ese hombre en silla
de ruedas que acceda a un llamamiento a filas universal, incluyendo todas las
industrias para dedicarlas a la fabricación de armamento. Nosotros tendremos
los planos de las creaciones de Totenkoff y sus científicos.
-
¿Qué le hace pensar que el presidente aceptará?- Dijo el asustado político.
-
Porque también somos muy puntuales.- Se fijó en su reloj y después en las
sombras que se arrastraban por el techo.
Todo en la capital del país levantó
la cabeza en ese momento y gritó de pánico. Platillos voladores de distintos
tamaños sobrevolaban el área. Todos tenían una cosa en común, un poderoso cañón
de Vril que se convertía en un rayo calorífico de brillante intensidad. Los
platillos voladores empezaron a destruir todo a su paso, incluyendo el edifico
del Congreso, que estaba en sesión y la casa blanca.
-
En este mismo momento congresista, es usted el único de su clase con vida. Ya
debieron haber Eempezado con Los Ángeles. Estas máquinas de guerra dejarán una
suástica por todo el país. Algo tan grande que será visto desde el cielo. Hoy
su nación será castigada por su desobediencia. Acepten el trato o la próxima
vez no dejaremos a nadie con vida.
Los reportes de la destrucción y la
serie de incendios incontenibles por todo el territorio americano llegaron
hasta los confines de la Tierra. Los espías de la logia de Horus se comunicaron
con el hombre de oro para darles sus reportes. Los Iluminatti necesitaban
convertir a los Estados Unidos en una enorme fábrica de armas y culparían a
Wild por el sanguinario ataque. La única pista que tenían hasta el momento era un nombre, Totenkoff. Jack se
puso en contacto con sus espías en Rusia y confirmó lo que se esperaba, el
científico Vladimir Totenkoff había sido secuestrado, como muchos otros en el
mundo.
-
¿Jack?- Asarlai entró a su habitación y se lo encontró mirando hacia la
floreciente colonia polar. El musculoso hombre de oro estaba hipnotizado por
completo. Ella sabía por qué. Ella había leído los mismos reportes. Tendrían
guerra pronto.
-
¿Cómo proteges una flor en una tundra?
-
No lo sé Jack, normalmente tú eres el de las respuestas.
-
No sé qué hacer Asarlai. Todo el mundo
me mira a mí para saber que todo estará bien, o que tengo algún plan maestro.
Es una carga muy pesada en mis hombros.
-
Ellos te empujaron a la guerra.
-
Sí, pero no dejo de sentir que si fuera más inteligente sabría cómo salirme de
ésta.
-
Traigo noticias de los Estados unidos, creo que te interesarán.- Wild se puso
la camisa y Asarlai hizo lo mejor posible para fingir que no le estaba
observando. Jack podía dividir el átomo, pensaba ella, pero no entendería nunca
a las mujeres.
-
¿Algo de ayuda?
-
Totenkoff estuvo en América, escogió a sus propios ingenieros y científicos.
Están en una base militar cerca de Atlanta. Una de las pocas que se salvaron de
la destrucción.
-
Vamos al jet.
Alertaron a Ramajin, quien se
encontraba en pacífica meditación y abordaron uno de los jets de Vril que
empezaban a poblar las pistas de aterrizaje en la base militar. Cruzando
increíbles distancias desde la estratósfera, cinco veces la velocidad del
sonido, Wild hizo descender a la nave conforme se acercaban a la base.
-
¿Y crees que Draxler les venderá Vril?
-
No Ramajin, no creo que divulgue sus secretos a nadie. Sólo las armas.- Wild
revisó el radar y comenzó a descender verticalmente haciendo girar a sus
turbinas.- Asarlai, haznos invisibles.
-
Con gusto.- La hechicera se concentró y su anillo de ilusión les cubrió
mientras aterrizaban en el bosque.
-
La base no queda lejos y no creo que nos hayan visto hasta ahora.
La base estaba cercada y consistía
en dos edificios grandes, un par de andenes y oficinas pequeñas en la otra
orilla. Asarlai unió los tatuajes en sus palmas y manipulando a los elementos
hizo caer una fortísima nevada. Wild usó su pistola de microondas para derretir
parte de la cerca y entraron caminando, desmayando a los soldados conforme
aparecían. El hangar mejor protegido estaba en alerta roja y una alarma sonó
por debajo del poderoso ulular del viento helado. Jack saltó al nido de
metralla y en un par de patadas desmayó a cuatro de los guardias. Ramajin azotó
a los otros cinco contra el suelo un par de veces hasta asegurarse. Asarlai
colocó una de sus palmas contra el pesado seguro de la puerta del hangar y éste
se abrió por sí sólo. Wild, Ramajin y Asarlai entraron al hangar y un par de
disparos después ya habían sometido a
los guardias, mientras que los científicos alzaban las manos en señal de
rendición.
-
¡No!- Dijo uno de los científicos.- No deben estar aquí, el señor Speer podría
enterarse y entonces Draxler matará a nuestras familias.
-
¿En qué están trabajando?- Ramajin le pasó los diseños con telequinesis y Wild
quedó boquiabierto.- ¿Están locos? Esto devastaría ciudades enteras.
-
Nos escogió porque somos los mejores, y porque tenemos familias cuyas vidas
dependen de nuestro trabajo.
-
Y él sabe que yo no llegaría al extremo de poner a sus familiares en la mira.
Herman me conoce demasiado bien. ¿Qué hay de Totenkoff?
-
Él no está en el país, tiene grupos como éste en cada nación en guerra. El
presidente sobrevivió, le culpa a usted doctor Wild, y ha hecho un llamado a
filas universal, incluyendo a todas las empresas. El país entero estará
dedicado a la guerra.
-
Tenemos que regresar. No hay nada que podamos hacer. Si los detenemos o si los
llevamos con nosotros matarán a sus familias.- Wild miró a sus compañeros por
unos momentos, esperando a que dijeran algo.
-
Tienes compasión, eso es algo de lo que tu enemigo carece, y al final será su
ruina.- Dijo Ramajin.- Sabe que los dejarás trabajar, pero no sabe que estás
aquí.
-
Rápido,- Dijo Wild.- denme los esquemas de todas sus armas. El polo tiene que
estar preparado.
Poco después de la advertencia del
presidente americano las fuerzas de los aliados comenzaron a navegar al sur,
llevando una enorme flotilla para hacerse del polo sur. Los submarinos de Vril
que Wild había diseñado peleó contra barcos y submarinos, diezmando las fuerzas
que lograban llegar hasta la bahía, donde los torpederos comenzaron a lanzar un
proyectil tras otro con suficiente Vril para destruir a un submarino o hundir
un barco en un solo golpe. Los refugiados internacionales se organizaron y
formaron un ejército cuando Jack le pidió a las naciones del cono sur no
involucrarse con el esfuerzo militar, para evitar que fueran ellos víctimas de
los propulsores de la guerra. El ejército de Wild se entrenó duramente y
estaban mucho mejor armados que los demás ejércitos. Cada soldado llevaba
gogles para ver en la oscuridad, una máscara de un plástico resistente a balas,
una pistola de microondas, una pistola sónica y un rifle eléctrico. Para cuando
los diseños de los americanos llegaron a la Bahía, gigantescos robots armados
con bomba de Vril, el ejército supo cómo actuar y detuvieron la primera oleada
sin perder a muchos soldados. Aún así, cada pérdida era significativa y Wild lo
sabía demasiado bien. Herman finalmente lo había logrado, el polo sur estaba
oficialmente en guerra contra los aliados y las potencias del eje.
-
¡Jack!- Asarlai tuvo que jalar del brazo
a Wild, quien disparaba desde un cañón de Vril contra un platillo volador que
se disponía a disparar su rayo calorífico.- Tenemos a un general ruso.
-
Voy con ustedes.- Doc Wild le cedió el lugar a uno de los soldados uniformados
de blanco y azul y corrió entre las explosiones y las balas hasta la bahía,
donde en una tienda militar atendían a los heridos.
-
Está herido de gravedad, espero que muera.
-
Nadie merece eso.- Dijo Ramajin, quien estaba sentado a su lado.- Ni siquiera
él. Él sólo es una pieza. Una pieza que hasta ahora no ha hablado.
-
Lo hará muy pronto.- El general, herido en el estómago, quedó rendido y Asarlai
pasó sus palmas por el cuerpo hasta que una forma ectoplásmica se proyectó
sobre el cuerpo del fallecido. Wild siempre quedaba estupefacto ante la
reacción físico-química que no podía terminar de entender científicamente.-
Ahora hablará.
-
Es muy tarde para ustedes, Draxler quiere muerto a Wild y a quien le ayude.
-
La liga panamericana.- Dijo Wild en un ruso impecable.
-
Sí. Los americanos establecerán sus bases cerca de su posición.
-
¿Qué hay de Speer, Totenkoff o Draxler?
-
Se mueven por todo el continente, tienen bases en muchos países.
-
Los perseguiré hasta el fin del mundo de ser necesario.
-
Buena suerte.- Y el fantasma desapareció.
-
¿Qué quieres hacer Jack?
-
Si quieren una guerra la tendrán. Mandaré suficientes hombres y máquinas para
proteger a los países latinoamericanos para protegerlos de los americanos. En
cuanto a los ingleses, ellos perderán su principal fuente de capital. Tomaremos
la India.
-
Y yo pensé que dirías algo difícil de hacer.- Dijo Asarlai con una sonrisa.
-
Me gustan los retos. Mahatma Ghandi ha hecho parte del trabajo, nosotros lo
concluiremos por él. Tendrán toda la energía que puedan necesitar, además de la
maquinaria para la industria y la agronomía. Aún no es tarde para la paz.
Luego de los ataques iniciales el
ejército polar fue tomando posiciones por Latinoamérica, impidiendo una
invasión americana a Colombia, y a la vez reclutando miles de soldados que
querían luchar con el uniforme blanco. Submarinos, barcos, tanques y aviones de
Vril tomaron por sorpresa a las autoridades inglesas en las costas de la India.
El imperio ya tenía guerra por todos los frentes y luego de un par de semanas
el ejército polar arrolló con su poderío armamentístico. Wild estableció las
elecciones universales y Ghandi se convirtió en presidente. Wild quería seguir
independizando colonias en el Pacífico, pero su ejército perdió en Burma cuando
los chinos marcharon con robots gigantes que disparaban rayos caloríficos
contra la selva y un ejército de cientos de miles de soldados con rifles
eléctricos.
-
Perdemos terreno con cada día que pasa.- Informó uno de los generales de Wild
mientras él estudiaba los mapas militares.- China ha comprado platillos
voladores por el 4% de su producto interno bruto. Son demasiados. Están
moviendo parte de sus tropas hacia Rusia y Japón, pero también contra la India.
-
Odio la guerra… Fortalezcan las fronteras de la India con domos eléctricos,
friten todo lo que trate de pasar por ahí.- Wild volteó a ver a sus amigos y
tranquilizó a Ramajin con un gesto.- Sé que has jurado proteger el Tíbet y la
entrada a Shangri-la. Me temo que los chinos querrán invadirlo. Podemos mover
algunas tropas con nuestros aviones supersónicos. Asarlai, agarra tus cosas,
iremos los tres también.
El día oscureció en el Tíbet cuando
una flotilla de aviones de jet del ejército polar se enfrentó a las naves
chinas. Los paracaidistas comenzaron a tomar sus posiciones por todas las
laderas de las montañas y se enfrentaron a oleadas de empobrecidos chinos que
peleaban hasta la muerte. La ventaja armamentística de Wild no duraría mucho
cuando el enemigo rebasaba cuatro a uno al ejército polar. Asarlai sobrevoló al
ejército que trataba de asegurar sus posiciones y usando su anillo de ilusión
les hizo creer que tenían el doble de aviones. Concentrándose hizo caer sobre
ellos una tormenta eléctrica de vientos huracanados. Doc Wild nunca había visto
preocupado al pacífico Ramajin. Le ayudó a rescatar civiles y esconderlos en
Shangri-la, cuyo sendero fue cerrado por el lama secreto. Luego de eso usó sus
poderes para atacar a los robots militares chinos, versiones más pequeñas que
los gigantes de hierro que trataban de tomar la India, pero con rifles
eléctricos. Causó avalanchas y empujó ciegamente hasta que, luego de un par de
días, el ejército polar comenzó a llevarles la ventaja.
-
¿Ramajin, está todo listo?- Preguntó Wild por la radio desde la base en el
Tíbet.
-
Todos los polos están en posición.
-
Bien, regresa a la base.- Doc Wild operó la computadora en la base del
gigantesco pilar del que salieron truenos y rayos hasta que se formó, con ayuda
de los otros polos, un domo azul de pura electricidad. Ningún ejército podría
atravesarlo.
-
Las defensas están protegiendo al Río Bravo con un domo eléctrico, no podrán
invadir México por Tierra.- Dijo Asarlai.- ¿Pero eso es todo lo que podemos
hacer, encerrar a cada país en un domo azul de la muerte?
-
No, de hecho tengo un plan.- Dijo Wild, mientras Ramajin entraba levitando a la
tienda de campaña.- Es obvio que hasta ahora hemos jugado el juego de los
Iluminatti. Nuestra victoria en India y Tíbet significan poco, lo que necesitan
es de destrucción para poner a sus agentes en sitios de poder. Draxler nos ha
hecho bailar a su ritmo. Obviamente los americanos no aceptaron su trato, al
menos no al principio, y el ataque con platillos voladores fue una señal para
el mundo. Con lo que Draxler está pidiendo podría comprarse su propio país… Si
es que queda algún país cuando toda esta locura termine.
-
¿Y qué podemos hacer?
-
Necesitamos a Julian Speer para saber quiénes son agentes de los Iluminatti,
pero creo que podemos estar seguros de quiénes no lo son. Dudo mucho que
Roosevelt o Stalin sean Iluminatti.
-
¿Y planeas averiguarlo?
-
Vamos al jet, sólo quiero hablar con él. ¿Qué tan difícil puede ser entrar al
Kremlin?
El jet de Vril entró en espacio
aéreo ruso a través de la estratósfera y con el anillo de la ilusión de Asarlai
pudieron volar hasta rodear al Kremlin. Ramajin usó sus poderes de telequinesis
para bajarlos del avión e irrumpir por una de las ventanas. Wild usó un
aturdidor, una pequeña pistola que sonaba como grillos, contra los soldados
soviéticos y con algo de ayuda de sus compañeros se abrieron paso hasta llegar
a Stalin, quien discutía de la guerra con sus premiers y consejeros. Stalin
levantó una mano y tranquilizó a todos.
-
No se preocupen camaradas, sólo ha venido a hablar. De otro modo ya estaríamos
muertos.
-
En eso tienes razón. Quiero hacer un pacto contigo.
-
Si los chinos no conquistan toda Asia, todas las colonias del Pacífico se
liberarán del yugo burgués. Es todo un logro, camarada Wild.
-
Nombra tu precio.
-
Un poco de Europa y negociaré con los chinos para que te dejen en paz.
-
Ah, y otra cosa. Alguien aquí es un Iluminatti,
ya fuimos advertidos.- Wild desenfundó y apuntó contra los dignatarios.
Vyacheslav Molotov se paró de un salto y le puso una pistola a la cabeza de
Stalin.- Gracias, de hecho no sabía cuántos había.
-
No me tomarán con vida.
-
No te necesitamos con vida.- Dijo Asarlai.
-
Suelta la pistola, te aseguro que no te mataré.
-
La profecía se realizará con o sin mí.- Molotov disparó y Stalin cayó muerto,
antes que pudieran disparar contra él se disparó en la cabeza. Asarlai pasó sus
palmas sobre el dignatario de relaciones exteriores hasta formar la figura
ectoplásmica. Mientras tanto Ramajin cerraba todas las puertas contra los
soldados que empujaban con el hombro y los oficiales que trataban de abrirlas
desde adentro.
-
Imagino que la profecía no incluía esto, ¿o sí?
-
Stalin iba a morir, Draxler lo predijo. Pensó que tú lo harías Wild, pero no
importa quién lo haya hecho. Serás un paria, no sólo para los bolcheviques,
sino para el mundo entero.
-
Puedo vivir con eso.
-
Yo iba a reemplazar a Stalin. Los Iluminatti tenían grandes planes para mí.
-
Lamento arruinarlos.
-
Aún no te das cuenta, ¿no es cierto? El mundo entero está en tu contra Wild.
Draxler está más determinado, mejor entrenado, con más recursos y puede prever
cualquiera de tus actos. Tu heroísmo infantil es absurdo en un mundo tan
complejo. Y todos los castillos de arena que has construido con tu sudor y
sangre se desvanecerán cuando la marea suba.
1941
El ejército polar, incluso con los
reclutas de la India y Latinoamérica, se encontraba demasiado estirado y con cada oleada de
invasión al polo perdían un poco más. Aún así, mientras que defendían Brasil y
Argentina con sus mejores armas, Jack Wild apostaba por la paz. Logró reunir a
los representantes independentistas de las colonias de Omán, Yemen, Somalia,
Sudán, y a Etiopía y Arabia saudita. Les mostró los últimos modelos de
vehículos eléctricos y les explicó que tendrían resuelto el problema de energía
para siempre. No pedía dinero, pedía tan sólo que no participaran en la guerra,
tuvieran elecciones libres y garantizaran la libertad de expresión.
-
Tenemos la oportunidad perfecta para liberar gran parte de África y oriente
medio y de activar su economía con la maquinaria industrial que necesitan. No
les daré armas, ni Vril, pero no lo necesitarán. Las grandes potencias no
protegerán a sus súbditos y mi ejército se hará cargo de la resistencia
imperialista.
-
No tenemos interés en su energía.- Dijo el representante de Arabia Saudita.-
Nuestra mayor producción es de petróleo. Lo que usted sugiere lastimaría al
reino en gran medida.
-
Entonces usen su petróleo, pero pueden recibir mis diseños para hacer más
eficientes a sus industrias si así lo quieren.- Wild sabía que se negarían, en
parte por eso les había invitado. Sin que los representantes se dieran cuenta
les instaló micrófonos miniatura en la ropa.
Los representantes se fueron yendo
de uno en uno. Todos habían aceptado la ayuda de Wild, a excepción de Arabia
Saudita, pero Wild recibió mucha ayuda de ellos. El micrófono logró captar
interesantes conversaciones sobre una fábrica de Totenkoff en el desierto. El
plan de Jack apenas comenzaba. Tenía fotografías aéreas de otras fábricas en
Japón e Italia. El equipo de respuesta abordó el jet hacia los Estados Unidos,
cruzando el continente en apenas unas horas. Ya había logrado enviar más de un
satélite al espacio, de modo que sus tropas podían mantenerse en comunicación
constante en cada momento. Los espías de Wild informaban que su objetivo, el
presidente Roosevelt se encontraba en una base militar en las montañas
Apalache. Un búnker debajo de otro búnker, desde que sobrevivió milagrosamente
al ataque de los platillos voladores con algunas quemaduras leves. Haciéndose
invisibles con ayuda de Asarlai cruzaron por la base hasta la entrada del
búnker, donde Asarlai desmayó a los guardias colocando sus palmas contra sus
frentes. La pistola de microondas derritió los pesados seguros y Ramajin movió
el acero con la mente. El hombre de oro usó su pistola aturdidora contra los
soldados y llegaron hasta una sala de guerra, donde el presidente Roosevelt
aceptó verles en privado.
-
Aquí lo tiene.- Wild le puso las fotografías de las fábricas de Totenkoff sobre
el escritorio.- Las fábricas de guerra que Draxler maneja directamente a través
de Totenkoff. Sería una lástima si algo les pasara.
-
No tuve otra opción más que declararles la guerra.
-
Los nazis ya ocupan toda Europa y han tomado Gran Bretaña. ¿Realmente cree que
no podrán llegar hasta aquí? No le pido nada extraordinario, sólo deje de
enviar sus flotillas de guerra al polo sur y detenga sus acciones militares
contra Panamérica.
-
¿Eso es todo?
-
No. No es todo. Usted quiere muerto a Draxler, yo también. Ahora mismo está
protegido en alguna parte de Europa, arropado bajo la suástica y cobrando
su porcentaje a cada país del mundo.
Podemos organizar una invasión masiva a la isla de Bretaña con todo el esfuerzo
de mi ejército. Retomar Europa parte por parte, pero comenzar por Inglaterra,
donde la resistencia aún es fuerte. ¿Puedo contar con usted?
-
Sí, pero debo advertirle señor Wild, me rodean los buitres Iluminatti. Se han
hecho de las finanzas del país y no confío en todos mis asesores. Tendremos que
ser muy cuidadosos con nuestra invasión. Roger Hartmann y sus compinches en la
reserva federal están saqueando a mi país. Sería una lástima si algo llegase a
pasarles. Se creen muy protegidos en Wall street desde que remodelaron esa
parte de Nueva York. Yo me encargo de las fábricas como muestra de buena fe,
ustedes, de los banqueros.
El equipo regresó al jet sin mayores
problemas y volaron hacia Nueva York, donde irrumpieron en el edificio de la
reserva federal usando un rayo calorífico desde el avión. Los banqueros
trataron de huir, pero Wild usó sus granadas de humo paralizante y Ramajin tomó
a Roger Hartmann y a otro con el poder de su telequinesis. En menos de cinco
minutos ya estaban de vuelta en el avión y volando sobre la estratósfera con
los dos rehenes amordazados.
-
¿Crees que cumpla su parte del trato?,- Preguntó Ramajin.- ¿Que destruya esas
fábricas?
-
Quizás. Tiene hasta el fin de mes, o lo haremos nosotros. Draxler, por
supuesto, ya habrá previsto que fuera tras las fábricas de Totenkoff, pero si
mi corazonada es acertada podremos sorprender a Herman por primera vez en
muchos meses.- Wild abrió la compuerta del suelo y empujó a los dos banqueros.-
Uno de ustedes va a hablar.
-
Has lo que quieras, la profecía está por cumplirse.
-
Como quieras.- Jack lo pateó y el hombre cayó a la Tierra como un ardiente
meteorito. Cerró la compuerta y le puso el cañón de su pistola de Vril en el
pecho a Hartmann.- ¿Y tú?
-
No sé dónde están.
-
Mala respuesta.
-
No, espera, espera, sé dónde está Totenkoff. Nos hizo desviar mucho dinero
hacia su castillo en Hungría. Un pueblo llamado Orkav.
-
Dice la verdad, sabría si estuviera mintiendo.
-
¿Cómo pueden hacer esto sin el menor remordimiento?- Asarlai le abofeteó con
tanta fuerza que lo tiró al suelo.- Yo también soy de Iluminatta, pero este
culto suyo es diabólico.
-
Entonces no terminas de entender la importancia de nuestro trabajo. Somos los
señores del caos. Imprimimos el orden en un mundo que ya estaba en picada desde
hace mucho tiempo. Un nuevo orden se
alzará y al final del día todos estarán más felices.
-
Suficiente, voy a matarlo.
-
No.- Dijo Wild, tirándole un paracaídas al banquero.- Dejemos que se baje. Los
Iluminatti serán más severos con él que tú.
Al llegar a Orkav, Hungría, doc Wild
no podía creer lo que veía. El pueblo entero, alrededor del gigantesco
castillo, se encontraba ocupado y protegido por enormes máquinas, de más de
diez pisos de altura, con patas como de araña y poderosos cañones sobre un
cuerpo metálico. Draxler ya había vendido la tecnología del radar, y aunque el
jet del hombre de oro podía pasar desapercibido prefirieron aterrizar a las
afueras del pueblo. Los tres caminaron por el espeso bosque sin decir una
palabra. No podían contar con su ejército, ya estaban perdiendo la guerra de
por sí, y para cada estrategia que Wild organizaba, los ejércitos de Draxler
estaban preparados. Doc Wild se dio cuenta que no podía derrotar al
omnicompetente Herman en su propio juego, y si era posible hacerlo, no estaba
listo para sacrificar a sus tropas para lograr un triunfo. Recorrieron el
pintoresco pueblo de una esquina a otra, escondiéndose de las cámaras de
lectura calorífica, pues el anillo de ilusión no podía falsificar eso. Tomaron
por sorpresa a un grupo de soldados alemanes y Ramajin les desarmó y desmayó en
segundos. Vestidos como nazis se abrieron paso entre las gigantescas patas de
los robots hasta la entrada del castillo.
-
Totenkoff parece intocable. Incluso si entramos al castillo sin que las arañas
gigantes nos vean, o sin que los soldados lo hagan, ¿cómo podremos salir de ahí
una vez que se active la alarma?- Preguntó Asarlai. El hombre de oro sonrió, le
gustaban esos retos.
-
Toda victoria implica convertir los puntos fuertes de tu enemigo en sus puntos
débiles.
-
¿Y cómo sugieres que hagamos eso?- Preguntó Ramajin.
-
Dividir y conquistar. Parece haber un taller, o una fábrica, dentro del
castillo. Asarlai, tú te ocuparás de él.
Descuida, Ramajin causará una distracción cuando se haga de una de esas arañas
gigantes y empiece a disparar. Yo entraré al castillo y tomaré a Totenkoff por
sorpresa.
-
Cuando lo dices así suena tan fácil…
Asarlai había peleado suficientes
batallas con el hombre de oro como para aprender a confiar en su instinto, pero
esto se sentía diferente. El anillo de ilusión le hacía parecer un hombre, y
tenía su pistola de microondas preparada, mientras que entraba a una enorme
fábrica construida en un costado del castillo. El lugar estaba repleto de
soldados y científicos probando las armas y preparando más de esas gigantescas
arañas mecánicas. Utilizando sus poderes para comandar a los elementos formó
una intensa neblina e inició una tormenta eléctrica. Se escondió haciéndose
invisible, esperando la distracción de Ramajin.
El lama secreto de Shangri-la
utilizó su telequinesis para escalar hasta el centro de comando de una de las
arañas. Dobló la puerta de acero con tan solo pensarlo y los soldados en el
interior no pudieron detenerlo. Los controles de la araña mecánica le
resultaban conocidos. Ya habían peleado contra los enormes robots en varias
batallas durante el año, de modo que tenía cierta idea de lo que podía hacer.
La araña avanzó torpemente, destrozando una tienda al aplastar su frente con
una de sus gigantescas patas. Ramajin podía sentir las miradas de todos los
soldados. Las demás arañas avanzaban en línea recta con una gran maestría,
mientras que él se iba de un lado para otro. Activó los cañones de Vril y
usando su telequinesis operó los complejos mecanismos con el poder de su mente.
Empezó a disparar contra las otras arañas usando los cañones de Vril y usó las
metrallas en el vientre del robot para disparar contra los soldados. Las
alarmas se activaron por toda el pueblo, Ramajin sonrió, hasta ahora todo iba
bien.
Doc Wild aprovechó la distracción
para entrar al castillo por un ventanal, derritiendo el cristal con un láser de
alta potencia. El castillo entero parecía haber sido reconstruido, había cables
gruesos cruzando por los techos, medidores en las paredes de acero y pequeños
tubos, como venas, con el líquido espeso del Vril en azul eléctrico cruzando
por todas partes. El castillo entero era una trampa mortal, estaba seguro de
ello. Él habría hecho lo mismo. Totenkoff debía saber que iría por él tarde o
temprano. Cruzó por una estancia, sus oídos captaron el deslizar de las placas
de acero y el seguro de una metralleta. Saltó por una ventana mientras la
metralla automática abría fuego. Se aferró de una viga y dio una voltereta
hacia arriba, sosteniéndose de un balcón. La tormenta eléctrica comenzó,
Asarlai ya debería estar cumpliendo con su parte. Podía ver a las arañas en
gran confusión, destrozando todo a su paso mientras que recibían impactos de
truenos y descargas de Vril, de la araña que Ramajin comandaba. Se abrió pasó a
las escaleras, desarmando y desmayando a tres soldados en cuestión de un
segundo. Había peleado en las trincheras el suficiente tiempo como para poder
medir sus reacciones al doble de rápido que cualquier soldado. Usó su pistola
sónica contra el centro de comando en la parte alta del castillo, eso desmayó a
los soldados pero el suelo comenzó a abrirse. Doc Wild saltó hacia un tapiz, se
aferró de él mientras del piso salían cañones de Vril y con una agilidad felina
saltó al otro lado, pasando por encima de los cañones, que se dispararon entre
ellos, inutilizándose por completo. Abrió la puerta de acero con una bomba y disparó
su arma sónica contra los soldados que resguardaban a Totenkoff en su
laboratorio.
-
Buenas noches, doctor Totenkoff. Es hora de hablar.
Ramajin salió volando antes que la
araña cayera al suelo. Escuchó las explosiones en la fábrica del castillo y volando
entre los soldados detuvo sus balas con su telequinesis y las redirigió contra
las arañas que, aún en el suelo, seguían disparando sus cañones de Vril. La
niebla y los truenos lo escondían bien. Asarlai apareció conduciendo un jeep
antes que la fábrica explotara por completo. Ramajin la protegió de la
explosión y al ver la luz verde de la pistola de señales de Wild, flotaron
juntos hasta la ventana donde Wild les esperaba con Totenkoff esposado. La
espaciosa habitación parecía el interior de una computadora de Vril, con
controles y pantallas por todas partes.
-
El doctor Totenkoff y yo hemos estado teniendo una interesante plática.
-
No ganarán nada con detenerme. Herman sabía que esto podía pasar, por eso los
secretos de la ingeniería de Vril se quedaron en su cabeza, nosotros sólo
diseñamos las armas. Y somos muchos ingenieros, no tiene sentido que…- Wild lo
golpeó en el estómago con tanta fuerza que lo lanzó al suelo.
-
Miren esto.- Wild les llevó hasta una computadora con cintas que iban y venían de
un rollo a otro y escupían tarjetas perforadas. Les mostró la pantalla, era una
especie de radar con puntos rojos.- Cada punto rojo es una de esas máquinas.
-
Nos están rodeando Jack, ¿no crees que sería momento de irnos?
-
No aún.- Levantó a Vladimir Totenkoff del cuello, lo azotó contra los controles
y le apuntó a la cabeza con su pistola de microondas. El ingeniero sabía
perfectamente qué era eso. Los ejércitos polares, aunque en desventaja
numérica, poseían armamento increíble.- ¿Dónde está Herman y dónde está Speer?
-
No lo sé, se mueven por todas partes.
-
¿De qué me sirves entonces?
-
Los chinos. Ellos atacaran el polo sur, yo diseñé los robots anfibios. En tres
días se verán rodeados, pueden esquivar sus torpedos de Vril.- El científico
miró el arma y después miró por la ventana, donde los truenos seguían
castigando a todo el rededor del castillo. Sabía que estaba vencido.- Los
grandes robots, los que arrasaron con Londres, los que tienen forma de
gigantes, esos los controla Draxler en persona.
-
Eso significa que tienen sus propia secuencia de radio.
-
Así es, dijo que sería mejor si él tenía poder sobre sus propias máquinas. Los
países que le compran los robots no lo saben, en cualquier momento podrían
atacar a sus propias tropas. Así planea prolongar la guerra.
-
Si tiene su propia frecuencia podríamos seguirla hasta su fuente.- Dijo Wild.
-
¿Jack? No puedo mantenerlos alejados para siempre.- Dijo Asarlai, segundos
antes que un rayo de Vril destrozara una pared y una araña mecánica les
apuntara. Ramajin usó todas sus fuerzas para empujarla y tirarla contra otra
araña.
-
Ramajin, de regreso al jet. Nos llevaremos al doctor, él nos dirá todo sobre
las nuevas máquinas.
Wild preparó a sus tropas lo mejor
que pudo para detener el ataque chino. Las bases que había instalado por todo el lecho marino se
activaron contra las máquinas anfibias y, aunque consiguieron salvar a su
nación polar, las tropas, de por sí estiradas hasta el extremo, perdieron
Brasil a manos de los alemanes. Wild diseñó nuevos aviones, capaces de volar
sin ser detectados por ningún radar y ordenó un ataque masivo contra China
usando bombas de Vril, comenzando por Pekín y siguiendo por todas las fábricas
y bases que habían fotografiado anteriormente. Jack lo coordinó desde el polo sur,
mientras esperaba por noticias.
-
Está hecho.- Le dijo Asarlai, sorprendiéndole en el centro de comando de la
base militar polar. Jack estaba como ausente, mirando por una de las pantallas
de radar a sus aviones y a las máquinas de Totenkoff. Los puntos rojos iban
desapareciendo, pero no lo celebraba, pues había roto su juramento y creado
bombas de Vril. Sabía que cada uno de esos puntos rojos destruidos también
significaba la muerte de civiles.- No te sientas culpable.
-
No sabes lo que siento.
-
Sé perfectamente bien lo que sientes. A veces eres como un libro abierto.
-
¿Por qué teníamos que llegar a esto?
-
Porque no estuvo en nuestras manos. Pensaste que podrías convencer al mundo de
los beneficios de la paz duradera, pero Draxler les corrompió con el sueño de
las ambiciones políticas. Es lamentable que tanta gente muera en el ataque a
Pekín, pero era la única forma de frenar al ejército chino.
-
Dijiste que estaba hecho, ¿qué cosa?
-
Los americanos se ocuparon de las fábricas Totenkoff, y el buen doctor nos dio
las posiciones de todas las bases secretas. Los americanos cumplieron su parte
y quieren ayudar a retomar Gran Bretaña el próximo año.
-
Falta mucho para el próximo año. Los nazis marchan por Río de Janeiro,
Panamérica está en guerra. Justo cuando pensé que había salvado al cono sur de
los ambiciosos americanos. Les fallé a ellos también.
-
Te diré una cosa. Les fallarás si sigues en ese ánimo. Tus tropas te necesitan.
Yo te necesito.
-
¿Cómo ganas una partida de ajedrez contra ti mismo?
-
Una batalla a la vez. La liga de naciones africanas ha aportado medio millón de
soldados, pero te necesitan para ser organizados, además que les prometiste
todos los vehículos eléctricos.
-
Tienes razón, tendré que preocuparme por mi conciencia cuando esto haya
terminado, no antes.
1942
Mientras que el ejército polar
continuaba su guerra contra los chinos en India y Tíbet, contra los alemanes en
Egipto y Brasil, Jack Wild trabajó por meses para llegar a un acuerdo con los
generales de la Internacional. Rusia había quedado en un estado de caos tras la
muerte de Stalin y de los Iluminatti encargados de su manipulación. La junta
militar estaba dispuesta ahora, cuando los alemanes amenazaban con extenderse
hacia el oriente, a romper sus lazos con Draxler, aceptar los términos de paz de Jack Wild. El hombre de oro detestaba
la política, pero no había tenido opción, se enfrentaba al mundo entero y, si
bien ya había formado alianzas con los americanos, necesitaba de la alianza con
los rusos. Envió un millón de tractores y vehículos eléctricos, así como
suficientes baterías para sostener a su industria por cinco años.
-
Su ayuda ha salvado al proletariado de la hambruna.- Dijo el general Orlov,
mientras fumaba nerviosamente. Era obvio que nadie en la junta militar había
dormido. Wild tampoco había dormido en los últimos tres días, pero él había
sido entrenado para mantenerse alerta hasta una semana entera sin dormir.-
¿Pero qué garantías tenemos que los alemanes no arrasarán con nosotros mientras
el ejército rojo se enfrenta a los chinos y a los japoneses a la vez?
-
Tengo planes para recuperar Europa, pero Asia debe mantenerse en paz. Esos
países del tercer mundo sufren hambrunas con tal de seguir peleando por más
territorio. Quizás esa razón no sea suficiente para ustedes, pero lo es para
mí.
El submarino de Vril de Herman
Draxler brillaba de azul como alguna especie de gigantesco pez metálico. Usando
sus códigos desactivó las armas que protegían la cueva que mantenía seca a una
punta de la Atlántida. El submarino anfibio se aferró de la playa y con pesadas
garras avanzó unos metros por Iluminatta sosteniéndose de las estructuras de
oro sólido. Julian Speer le esperaba sonriente. Draxler dejó bajar primero a
los espías de México y Argentina, quienes no daban crédito a sus ojos.
-
Una ciudad de oro sólido. No tendrán que preocuparse por el dinero nunca más.
Ni por los americanos, he llegado a un acuerdo con ellos.- Se adelantó hacia el
comité de bienvenida de los Iluminatti. El hombre que hacía de su salvador, el
que cumpliría la profecía milenaria del control absoluto de los Iluminatti, se
acercó a Speer para escuchar lo que tenía que decir.
-
Los rusos se niegan a pagar. Parece que han hecho un trato con Wild.
-
No esperaba menos del buen Jack.
-
Los chinos están desesperados. Tienen hambrunas y no pueden sostener a su
ejército por mucho tiempo más. Están dispuestos a pagar el 4% de su producto
interno bruto si les permitimos quedarse con Japón. En mi opinión no creo que…
-
Que tus agentes acepten la proposición. Wild ha golpeado a China con una fuerza
que ni yo podía haber anticipado. Debió ser difícil para él hacerlo. Dudo que
los chinos sobrevivan al conflicto, pero por si acaso acepta. Además, no me
gusta la idea que los nazis se queden con todo, limita mis negocios.- Caminaron
por entre las calles y los Iluminatti les siguieron, junto con los espías de
los gobiernos latinoamericanos.- Empiecen a cargar con el oro.
-
Ya están en eso.- Dijo uno de los Iluminatti. En la superficie era el ministro
de finanzas de la ocupada Inglaterra.- También está lista la reina.
-
Perfecto. La reina se ha escondido durante la ocupación, pero yo sé dónde
está.- Una mujer salió de una casa, era idéntica a la reina de Inglaterra. El
intercambio daría a Draxler las llaves a todas las puertas del imperio
británico.- Wild se ha asegurado que los británicos pierdan sus colonias, pero
tengo fe en el espíritu inglés. Son peleadores, los nazis sufrirán un revés muy
pronto, entonces haremos el cambio de reinas.
-
Mis agentes ya están listos en México y Argentina, ¿para qué traer a estos
extraños?- Preguntó Julian Speer mientras supervisaba a los soldados que
derretían el oro y lo convertían en lingotes para llenar un submarino.
-
Ése es el futuro presidente de México. Tenía que verlo con sus propios ojos. Él
cree que puede confiar en su gabinete, pero todos son Iluminatti, y los que no,
no darán problemas. Tendrán todo el oro que quieran, pero nosotros tendremos
una tenaza sobre Panamérica.
-
¿Y qué hay de los nazis en Brasil?
-
Que se queden con los mosquitos, Wild está perdiendo la batalla por recuperar
Brasil. Los alemanes prefieren la muerte a perder esa posición.
Draxler le aseguró a los políticos
latinoamericanos que podrían tener todo ese oro si aceptaban sus condiciones.
Salirse de la unión panamericana, explotar su petróleo y gas, y dedicarle el 3%
de su producto interno bruto a Draxler por los siguientes cincuenta años. Luego
de la visita los envío en un submarino de regreso a sus países. Otro submarino
se llevó toneladas de oro y Herman, junto con su equipo de Iluminattis,
abordaron su submarino. Herman activó los controles de sus torpedos y misiles
de Vril.
-
Un sacrificio necesario, espero que lo entiendan, pero no puedo preocuparme por
posibles traiciones.- Con apretar un botón envió docenas de misiles y torpedos
contra la cueva que mantenía seca a Iluminatta, inundándolo todo y matando a
todos los que quedaban en la última esquina de la antiquísima Atlántida.- El
mundo será mío, o no será de nadie.
Doc Wild llegó a la base polar instalada
en las ruinas de Pekín, bajo un domo eléctrico. Ahí le informaron que México y
Argentina se negaban a seguir ayudándole. La liga panamericana sufría su peor
revés en toda su historia. El federalismo internacionalista de Wild enfrentaba
a su peor enemigo, la política sucia. Wild no tenía tiempo para ello, sabía que
Draxler de algún modo estaba detrás de todo eso. Dirigió la guerra en Asia
durante unos días, mientras que los mercados se inundaron de oro, devaluando
todas las monedas.
-
No lo entiendo, ¿por qué hace eso?- Preguntó Asarlai.- A fin de cuentas, él
quiere una porción del producto interno bruto de cada país sobre la Tierra.
Suficiente dinero para mantener el control del mundo. ¿Por qué arruinaría los
mercados de esa forma?
-
Debí haberlo anticipado. Draxler ha conquistado las finanzas a través del
crédito, el nuevo estándar económico mundial. Los Iluminatti ya controlan al
mundo bancario. Cuando la guerra termine no habrá país que no esté endeudado
con algún banco. Cada paso que doy es como si pudiera leerme la mente, pero yo
no puedo anticipar sus movimientos.
-
Él tiene algo que tú no tienes. Crueldad.- Dijo Ramajin.
-
Él no era así, él había escapado de la orden, igual que yo. Éramos amigos, ¿por
qué me odia tanto? Lo buscamos por días, él no… No sé cómo encontró otra fuente
de Vril y otro acceso, pero está ganando la guerra, de eso no hay duda.
-
¡Esto acaba de llegar!- Asarlai leyó el mensaje que era transmitido por uno de
los satélites de Wild.- Hitler está muerto, pero la guerra continúa. Su sucesor
es un Iluminatti sin duda.
-
El día D se acerca, estaremos invadiendo las costas de Irlanda en poco tiempo,
¿algún mensaje de los americanos?
-
Sí, aquí hay algo.- Dijo Asarlai, revisando entre los papeles.- Esperan a que
nuestro ejército dé el primer golpe. No es muy alentador.
-
Al contrario, es perfecto.
-
Pero estaremos seriamente desventajados numéricamente.
-
No se trata de números, se trata de estrategia. Manda un mensaje al presidente
Roosevelt, todo sigue en luz verde. Tengo un plan.
-
Menos mal, ya perdimos gran parte del cono sur. Y no podremos mantener nuestras
bases en China durante mucho tiempo.
-
La guerra está a punto de terminar, pero Draxler no lo sabe.
Wild, Asarlai y Ramajin regresaron
al polo sur y prepararon a sus tropas. Habían perdido la mitad de sus hombres y
la otra mitad estaba al borde de la locura. Las esperanzas se evaporaban
rápidamente. Doc Wild, sin embargo, no podía estar más emocionado. Prepararon
los submarinos de Vril y los grandes aviones de jet. La industria de varios
países latinoamericanos se habían dedicado exclusivamente a armar al ejército
polar, y esa probó ser una ventaja cuando Argentina usó su ejército para
asegurarse de todas las fábricas de armamento del ejército de Jack Wild.
Una flotilla de barcos y submarinos
se adelantaron a los americanos por el océano Atlántico. El día de la invasión
había llegado. Las costas de Irlanda estaban preparadas con enormes robots de
gigantes con pistolas de riel en los brazos y arcos voltaicos de Vril sobre la
cabeza y en uno de los brazos. Los americanos seguían a los polares y
comenzaron a atacarles con todo lo que tenían. Los torpedos y los misiles
cayeron al agua, todo el masivo ejército polar, el supuesto último gran intento
de ganar la guerra, no era sino una ilusión. Todas las balas y explosivos
cayeron sobre el agua. El anillo de ilusión de Asarlai les había engañado. Ella
perdió la concentración y todas las naves desaparecieron. Sobrevolaban Irlanda
desde la estratósfera y Wild siguió la frecuencia radial de los gigantes de
acero hasta Suiza. En vez de enviar a su ejército a una misión suicida los
tenía en una flotilla de naves de jet que sobrevolaban la estratósfera y
alcanzaron un pequeño poblado suizo. Los soldados se lanzaron en paracaídas
mientras que Ramajin usaba sus poderes para cambiar de dirección las balas y
empujar a los robots araña que atacaban rodeando un castillo.
Un bombardeo de bombas de Vril hizo
temblar la tierra y los soldados tocaron el suelo con sus armas listas para un
último ataque. Doc Wild se lanzó del jet y disparó su pistola de microondas
junto a los demás soldados, dándoles ánimos para seguir peleando. La promesa de
una última batalla para decidir toda la guerra había sido suficiente para
elevar la moral de las tropas. Siete mil soldados invadieron el poblado suizo y
el equipo de Asarlai, Ramajin y Wild dirigieron a un grupo para rodear al
castillo en una alta montaña. Los caminos estaban custodiados por gigantes de
acero, pero Asarlai hizo estallar una tormenta que convirtió los caminos en
lodo, haciendo más fácil lanzar a los gigantes por la alta montaña. Una de las
paredes de la montaña se abrió y misiles de Vril fueron lanzados contra los
aviones. Era demasiado tarde, les habían tomado por sorpresa, y mientras que
todas las fuerzas alemanas y de Draxler se concentraban en el Reino Unido, el
último asalto se convirtió en un caos. Los tanques eran inútiles contra las
armas de microondas, las pistolas sónicas podían derribar a los soldados en los
nidos de metralla y todos los soldados polares llevaban kevlar que les protegía
de cualquier bala.
-
¡Al castillo!- Gritó Wild por su comunicador y todos los soldados le escucharon
por su conexión vía satélite.
Ramajin y Asarlai se hicieron de un
robot gigante y le hicieron disparar contra el castillo, derribando las altas
torres que disparaban truenos. Wild entró al castillo junto con un equipo
especial de soldados. Ramajin les cubría las espaldas y Asarlai usaba sus
poderes para comunicarse con los muertos y así saber contra cuántos se
enfrentaban y qué trampas aguardaba el castillo. La información permitió a Wild
y a su equipo esquivar las torretas animadas por la firma calorífica y sensores
de movimiento. Julian Speer intentó escapar en un jet pequeño, pero los
comandos consiguieron arrestarlo y llevarlo a un lugar seguro. Sólo faltaba
Draxler y Wild dejó atrás a sus soldados para enfrentarse contra ellos.
-
Habla maldita sea.- Le demandaba Asarlai a uno de los capitanes muertos. Su
forma ectoplásmica no podía resistirse al interrogatorio.
-
Draxler está allá adentro, pero es una trampa. Dijo que estaba listo para morir
si eso mataba a Wild. Nunca fue sobre el dinero, para él fue personal.
-
¿Jack, me escuchas?- Asarlai probó varias veces con su comunicador satelital,
pero habían perdido la señal.- Ramajin, tenemos que ayudar a Jack, Herman
Draxler está dispuesto a morir.
Los robots gigantes se detuvieron de
pronto y empezaron a estallar. Era obvio que Wild había accedido a los
controles. Eso ayudó a las tropas, que aseguraron todo el poblado y, rodeando
al castillo, pelearon contra las tropas que desesperadamente trataban de
proteger a Draxler. Ramajin usó sus poderes para derribar una torre y entraron
al castillo. Asarlai usó sus poderes para convocar una lluvia que se encargó de
los incendios. Una explosión hizo temblar al castillo, lanzando ladrillos por
todas partes. El lugar entero comenzó a explotar y Ramajin apenas tuvo tiempo
para hacer una burbuja que les protegiera de la devastación. Los soldados se
retiraron del castillo. Una enorme máquina parecía nacer del castillo como un
pollo nace de un huevo. La ciclópea máquina de destrucción disparó sus misiles
de Vril hacia todas direcciones y trató de avanzar con enormes patas que
aplastaban los restos del castillo. La máquina se detuvo de pronto y explotó.
Ramajin y Asarlai gritaron de espanto, Wild seguía adentro. La máquina se cayó
de lado y se llevó parte de la montaña con ella. El lama secreto de Shangri-la
usó sus poderes para bajar la montaña hasta la máquina, que explotó con tanta
fuerza que lo lanzó por los aires hasta las ruinas del castillo. Asarlai detuvo
la lluvia y corrió hasta la orilla, Wild estaba ahí, aferrado a las raíces de
la montaña, con sangre por todas partes y a punto de caer. Lograron rescatarlo
y llevarlo unos metros adentro.
-
No me dijo.- Jack sangraba profusamente del costado y tenía un terrible golpe
en la frente.- No me dijo dónde estaba Ludia, no me dijo qué pasó con ella.
-
Tranquilo Jack, todo terminó. Tenemos a Speer y vencimos. ¿Jack? Ramajin,
rápido, tenemos que regresar al polo sur, doc Wild está herido.
-
¿Qué hay de Draxler?
-
Que las tropas revisen entre los restos de la explosión.
Wild despertó en una cama de
hospital un par de días después. Asarlai se lanzó sobre él y lo besó
apasionadamente. Le explicó que Speer había hablado, había dado todos los
nombres de los Iluminatti. Incluso le dijo lo que había sido de Iluminatta, su
hogar.
-
¿Y Draxler?
-
No encontraron nada, pero la explosión fue terrible. No pudo haber sobrevivido.
-
Eso pensé una vez y me equivoqué. El mundo sufrió por mi error.- Acarició el
cabello de Asarlai y sonrió, podía escuchar las celebraciones por toda la colonia
polar. La guerra había terminado.
1943:
Los representantes de las antiguas
potencias mundiales se reunieron en el polo sur para establecer los términos de
la paz. La destrucción del centro de comando de Draxler había significado la
destrucción de todas sus máquinas. Él planeaba usarlas en su contra, de ser
necesario, y sin ellas las naciones en guerra llegaron a un alto al fuego. La
traición de los americanos se hizo evidente y el presidente Roosevelt casi fue
depuesto por sus propios ciudadanos. México y Argentina se habían reincorporado
a la unión panamericana y la lista de Julian Speer llevó a un linchamiento por
todas las esquinas de la Tierra. Iluminatta había sido ahogada, la noticia
afectó a Asarlai profundamente. Miles de personas inocentes habían muerto, lo
que quedaba de la civilización perdida de la Atlántida había muerto por sus
propios designios macabros de control mundial.
-
Mis satélites pueden transmitir, sin la necesidad de cables, suficiente
electricidad para todas sus industrias.- Explicó Wild en el foro internacional
de la unión de naciones europeas. Los alemanes habían perdido gran parte de su
territorio tras la muerte de los agentes Iluminatti. Finalmente el fantasma de
la carestía y la hambruna amenazaba a Europa como consecuencia de sus ánimos
militaristas.- El federalismo internacional es la mejor manera de conservar la
paz. No pueden tener ejércitos, más que para efectos de protección soberana, y
me encargaré personalmente de reiniciar la industria con las máquinas
eléctricas que he diseñado. Finalmente tendremos paz, al menos hasta que
Draxler vuelva a aparecer. Y sé que sin los Iluminatti tendrá muchos problemas
para hacerse del poder, pero que sirva de lección para todos. Podría estar allá
afuera planeando su venganza. Si sus naciones deciden emprender otra guerra me
veré obligado a interferir en su soberanía de manera decisiva. Tales son mis
condiciones.
Los debates duraron por varias horas
más. Los británicos y los rusos exigían de los alemanes unos pagos
extraordinarios para reparación de guerra, pero Wild consiguió un acuerdo para
intercambiar dinero por tecnología pacifista. Ahora que las grandes potencias
imperialistas se encontraban en una miseria peor que la del tercer mundo,
países como Colombia y Venezuela podían darse el lujo de prestarles dinero para
la reconstrucción de sus ciudades. Empezarían de cero, pero ésta vez Wild los
estaría vigilando de cerca. Confiaba que todos habían tenido suficiente de la
guerra como para apreciar los beneficios de la paz. Al final del día las
naciones de la Tierra aceptaron los términos de Jack Wild y el hombre de oro se
retiró a sus aposentos privados.
No había sido fácil, pero parecía
que finalmente lo había logrado. Abrió la puerta con su huella digital y
suspiró cansado. Sostuvo en sus manos la goma que él mismo había inventado que
había servido para hacerse de una máscara de Herman Draxler, así como el
modulador de voz. El mundo había necesitado de un villano, y él se los había
dado. Ahora las naciones de la Tierra habían aprendido su lección y permanecían
en eterna vigilancia, temiendo la reaparición de Herman Draxler. Destruyó la
máscara y el modulador de voz con su pistola de microondas y respiró
intranquilo. Había llevado al mundo al borde de la destrucción y lo había regresado
a la normalidad. ¿Era suficiente castigo para un mundo tan obsesionado con la
guerra? No tenía manera de predecir el futuro, pero confiaba en que su
actuación había sido perfecta. Había estado en ambas facciones de la guerra,
ocultando su trama a sus mejores amigos, pero podía pensar en docenas de
excusas. Sin la evidencia fue como si Herman Draxler hubiera desaparecido para
siempre. Entró a su baño, se sentía sucio pero sabía que una regadera no sería
suficiente. Había jugado a ser el héroe y el villano en un mundo demasiado
complejo como para admitir esas figuras. Él había conseguido crear una
narrativa y el mundo recordaría eso. El vapor de la regadera fue marcando el
mensaje en el espejo y fue cuando se dio cuenta del cuchillo clavado contra la
pared. Reconocía el cuchillo, era de Ludia Katsu. El mensaje revelado por el
vapor era corto, pero congeló su sangre y le erizó desde los pies hasta la
cabeza. “Lo sabemos”. Era todo lo que necesitaba decir. Habían sobrevivido
después de todo. Y estaban allá afuera. Planeando algo. Wild soltó una lágrima
por toda la gente que había matado y en un arranque de furia limpió el espejo y
se quedó allí, mirando su reflejo y tratando de recordar si él era el héroe o
el villano.
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