jueves, 23 de julio de 2015

Las políticas del odio

Las políticas del odio
Por: Juan Sebastián Ohem
  
1.-
            Alfred Huxley quiere unirse al linchamiento mediático. Mi generación lucha y muere en la selva, o lucha y muere en América, mientras que gente como Huxley o Lydiatt, el nuevo fiscal de distrito, tienen algo mejor que hacer. Perseguir homosexuales. Nadie tiene mejores cosas que hacer. Roy Keller tiene otras preocupaciones. No siempre puedo darle la vuelta a la historia que Huxley busca, pero lo intento. Por eso acudí a Evelyn Kerley, doctora en sociología y parte de un comité de derechos humanos. Ella logró persuadir a algunos homosexuales para hablar ante la cámara. Les digo que probablemente terminará en el piso de la sala de edición, pero espero que no sea así. Alguien tiene que alzar la voz. Fabuccini es uno de ellos. Duncan Poole, camarógrafo y reportero guarda sus cosas mientras que Fabuccini se quita la camisa y los vendajes. La golpiza fue brutal, peor que eso, fue sin sentido.

- Iniciación de pandilleros en Alvarado.
- No es un lugar bonito para vivir.- Dice Evelyn a mi lado. Algo me dice que me ayuda por algo más que un sentido de la justicia y el poder positivo que el cuarto poder puede tener.- Yo debería saber, crecí ahí.
- ¿Alvarado en Baltic?- Mi pregunta lo hace llorar. Examino sus heridas. Más que una golpiza.
- Tubos con alambre de púas.- Fabuccini trata de calmarse.- ¿Merecemos esto?
- Duncan, grábalo.
- No, por favor, no quiero hacerlo peor. Ya aparecí con ustedes, eso podría costarme todo.
- Fue muy valiente de su parte.- Evelyn le ayuda a vestirse y me acaricia la mano.
- ¿Lo vas a proteger, Roy?
- Sí, fuente anónima. Si es que llega a la pantalla. Huxley quiere un linchamiento.
- ¿Dejarás que lo haga?- No sé qué contestarle.”Ojos sobre Malkin” tiene mayor audiencia que las noticias de las 9.
- Tengo que irme.- Retiro la mano. La miro a los ojos y aunque no dejo de pensar en lo hermosa que es, en su pelo castaño ondulado y su sonrisa amable, sincera, tengo que pensar en Sarah.
- Ya rentamos la habitación por todo el día.
- Llegaré tarde a una fiesta. Mi esposa está embarazada. Estaremos en contacto.
- Eso me gustaría.

            Inútil hablar con la policía. La sodomía es ilegal en Malkin. Uno de esos problemas mentales que, de alguna manera, corroen los valores americanos. A Nadie le importa. Desviación camino a casa. Rastreo a Nick el griego. Gasto todas mis monedas llamando a bares y billares. Media hora más tarde lo localizo. Que llame al artista del graffiti. Que se ponga a trabajar en la avenida Alvarado a la altura de Baltic. “A Nadie le importa”. Si son listos, entenderán el mensaje. Si son necios, entenderán lo que significa el dolor.

            Practico la sonrisa en el espejo. La fiesta fue idea de Sarah. Mejor que pasar otra velada encantadora con su suegro, Edgar Sloane. Sus miradas son más fulminantes que el Napalm. Imposible relajarme cuando él está cerca. Siempre vigilando. Siempre susurrando. Beso a mi esposa y le agradezco la fiesta. Sabe que le agradezco no dejarme a solas con su padre. Saludo a los invitados. Blake Edwards, mi abogado, mentor y terapista. Roman Fox, mi mejor amigo y médico. Martin Freeman, Mike Saltieri, Brian Bukowski, gente que pude ayudar cuando la sociedad les dio la espalda. Saludo a los amigos de Sarah y conocidos. Sloane respira desde su mascarilla y me evita. Es una tregua. Aprovecha cuando Sarah va a la cocina para hablar con ella. Sé cuál será el tema de conversación. Su enfermero me saluda, un latino con paciencia de santo. Lucas García.
- No le tiene mucho aprecio.
- Gracias, no lo había notado.
- No sé por qué, si fue a Vietnam fue muy valiente. Además, me gusta su programa. Sé que es de Alfred Huxley, pero por lo que he oído, usted hace la investigación.
- No hay mucho espacio para los negros en televisión. Menos en el periodismo televisivo. ¿Qué hay de ti?, ¿a quién mataste en tu otra vida para soportar a mi suegro?
- No es tan malo.- Lo miro a los ojos y sonríe nerviosamente.- Debí ser Genghis Khan. Pude ser doctor, ahora cuido de viejos que me acusan de ladrón porque mi apellido es latino. Nací en Michigan, igual que mis padres y abuelos. ¿En qué trabaja ahora?
- Estoy en el tren del odio. Ahora tocan los homosexuales, pero descuida, la siguiente estación son los negros y luego los latinos. El tren nunca llega tarde.
- Son maricones, ¿a quién le importa?
- A Nadie le importa.
- Exacto.
- Sírvete algo de comer Lucas, quiero hablar con Blake.

            Blake me regala un habano. Habla sobre sus casos recientes y sobre su nuevo ayudante, Martin Freeman. Hippie que dejé huérfano. Otro de mis pecados de guerra. Escucho la conversación en la cocina. Edgar quiere que Sarah me deje. Soy mercancía dañada. Tiene razón, pero Sarah no lo ve así. No sé qué ve en mí, pero me tiene fe. Cree que estoy cambiando. Sloane no lo cree. Quiere que se mude con él, quiere ayudarle a criar a nuestro hijo. Sarah está cansada de la misma discusión. Disco rayado. Toma otro six pack y sale de la cocina. Los invitados celebran las cervezas como si la guerra hubiera terminado.
- Vámonos García.- Edgar Sloane mira su reloj. Casi las diez.- Es obvio que la casa está llena de necios hoy.
- Buena suerte señor Keller.
- Buena suerte señor García.

            Los invitados se van yendo por grupos. Terminamos Sarah, Blake y yo. Arrumbados en los sillones de la sala. Nos rodean las latas de cerveza, las botellas de vino barato y las botanas. Me enciendo un cigarro. Blake habla. Arrastra las palabras. Sarah sonríe, nunca lo había visto borracho. El abogado le promete que ve cambios en mí. No les digo de las pesadillas. No les digo que sueño con el padre de Martin, mi mejor amigo. Le puse una bala en la cabeza. No fue el único inocente que maté. La lista es demasiado larga para las pocas horas de sueño que tengo cada noche. Me quedo inmóvil en la cama. Sarah no sabe lo poco que duermo. No quiero que lo sepa. Quiero cambiar, pero es difícil cambiar cuando la sociedad que te rodea avanza hacia atrás dos pasos por cada paso que da al frente. Michael Dorff en la alcaldía, reformas y liberales. Políticos al fin y al cabo. Llenos de palabras y soluciones, pero lentos para actuar. Consternados por los votos y conservar el poder antes que el hombre común. Mi generación hace lo que puede, pero esos hippies son muy inocentes, creen que las flores cambiarán algo. Paz y amor suena bien, pero sigue siendo un sueño. Quieren que sea el nuevo sueño americano. Inocentes.
- El progreso ha sido lento, pero valioso. Sólo nos falta encontrar su sentido del humor otra vez.
- Me gustaría que nuestro hijo, o hija, te viera reír alguna vez.
- Me asusta, me emociona, todo a la vez. No sé, quizás tu papá tenga razón, si no puedo ayudar a los homosexuales de Malkin de ser perseguidos por el cuarto poder, ¿qué clase de padre sería?
- Serás un excelente padre.- El timbre suena insistentemente. Los tres nos miramos. Demasiado cansados para levantarnos. Sarah encuentra la solución.- ¡Está abierto!
- Ayúdenme.- Lucas García entra embarrando la puerta con sangre. Lo hicieron una pulpa. Blake y yo lo sostenemos para que no se caiga. Blake regresa a la sobriedad.
-  ¿Qué te pasó?
- Me asaltaron, pero no puedo ir al hospital. Me irá peor si los delato.
- Te llevaré con Roman, esto no se ve nada bien.- Contusiones en la cara y el abdomen. Lo golpearon, lo patearon. Rompieron su camisa. Las mismas heridas que Fabuccini. Palos con alambre de púas.- ¿Dónde te pasó?
- Alvarado. Dejé al señor Sloane y regresé a mi casa cuando me atraparon por sorpresa.
- Llévalo con Roman, yo limpiaré el desastre para que Sarah no tenga que hacerlo.

            Fox abre la puerta borracho y a medio vestir. Una mirada a Lucas García y se pone verde, pero se compone. Nada roto, pero le dolerá el cuerpo por varios días. Desinfecta las heridas de las púas, yo le digo que tengo que volver a casa. Le digo que tengo que ordenar las cosas. Me cree. Iré a casa, pero primero iré a la avenida Alvarado. Alguien no leyó el mensaje en la pared. Creen que nadie puede lastimarlos. Tienen razón.

            Navego por las callejuelas y estaciono en un callejón. Saco mis cosas del maletero de mi VW. Botas militares, chamarra, pistola, cuchillo de cacería. Finalmente la máscara. El rostro sin expresión, el reflejo torcido de una ciudad agonizante. Las farolas están muertas. Me muevo en la oscuridad sin hacer ruido. Las rameras muestran su mercancía. Sus padrotes las vigilan. Sigo las risotadas que rebotan en una callejuela. Dos pandilleros de cuero con tubos con alambre de púas enredado. Se apoyan contra la pared donde está escrito mi graffiti sobre las marcas territoriales. Aprovecho que fuman heroína de una pipa de crack para tomarles por sorpresa. Lo hago por los números. Lo hago como me entrenaron. Romper filas. Deshabilitar. Ejecutar. No los mataré, los necesito vivos. Eso no significa que no les haré daño.

            Puñalada al de la izquierda, atravieso su hombro y de una patada en la entrepierna lo tiro al suelo. Golpeo al de la derecha en la nariz. Le tomo de la muñeca y se la rompo para que suelte el arma. Bota a la cara al pandillero arrodillado. Patada al cuello. Queda inconsciente. El de la derecha me toma por la espalda. Olvida mi cuchillo. Apuñalo su mano. Lo tomo de la base del cráneo y lo aplasto contra el graffiti.
- ¿Qué dice el mensaje en la pared?
- No me mates, por favor.- Lentamente trata de tomar su tubo de metal con alambre de púas. Nadie le estrella la cabeza contra el graffiti hasta reventarle la nariz y pregunta de nuevo. Nadie nunca se cansa. En la jungla mueres si te cansas. Esto es la jungla. Este es el enemigo. No hay piedad. No hay misericordia. Clavo el cuchillo en su pierna hasta dar con el hueso y lo hago girar. Aúlla de dolor. Pregunto de nuevo- ¡A Nadie le importa!
- Las iniciaciones terminan ahora, o yo termino con ustedes, y no seré tan amable la próxima vez. Nadie puede lastimarlos.
- No me mates, por favor, no lo matamos lo juro. No tuvimos nada que ver.
- ¿De quién hablas?- Otro golpe contra la pared. Otro chillido de dolor.
- No matamos a Edmond Stone, no tuvimos nada que ver con ese maricón.
- Si te vuelvo a ver, te mato.- Nadie se retira. Los pandilleros caen al suelo chillando de dolor. No estoy seguro de creerles. Las iniciaciones suelen salirse de control, pero más importante aún,  ¿quién es Edmond Stone y quién lo mató?

2.-
            Debería hacer cambiar la placa en mi escritorio. No debería leer “Russell Mansfield, detective”, debería decir “Mansfield, escuadrón de Archie Lydiatt”. El nuevo fiscal de distrito quiere hacerse de renombre desde que Dorff lo puso en la oficina. Tiene en su mira a un rojo, quiere convertirlo en la cabecilla de alguna especie de red internacional, pero Phillips sólo parece un rojo más. Uno en miles que hay en Malkin. Regreso a la oficina, entrego mis reportes al sargento Bloom. Me quejo, aunque no creo que me escuche. Por cada caso que cierro, me tiran dos más. Por no contar con Lydiatt y su cacería de brujas. Tengo tarea de la maestría que debería terminar. A Bloom le podría importar un comino.
- Si tienes una queja puedes archivarla en el departamento de no me importa, hiena.- Sonrió y contengo la risa. Sobrenombre pegajoso, tengo un extraño sentido del humor y eso no cae bien a todos.- No eres el único Mansfield. El teniente Kirby odia a Lydiatt más que tú, es un títere de Michael Dorff. El clásico político que promete justicia pronta y expedita sin gastar un centavo más en la fuerza policial, así que no te sientas especial. Tú y tu maestría pueden esperar.
- Cuando lo dice así sargento, siento que está terminando conmigo.- Me echo a reír y regreso a mi escritorio. Al diablo con Bloom, no lo quiero impresionar. No estudio criminología para ser un detective común el resto de mis días, o para terminar como el sargento Bloom, el soldado del teniente Kirby. Sonrisas es todo un caso. Detesta a Lydiatt pero no hace nada, pero no me engaña. Algo debe traerse entre manos. El sujeto es duro. Suena mi teléfono y reconozco la voz de inmediato.
- Habla Vincent Simone. Diga que es número equivocado detective, y vaya al estacionamiento. Quiero hablar con usted.
- Lo siento amigo, número equivocado.

            Sonrío nervioso. Todos temen ser invocados por el señor de la oscuridad. El jefe de detectives solía manejar el departamento de policía en las sombras sin sudar ni una gota. Ahora está viejo, reemplazado por una nueva generación. Vinnie paranoia. El buitre llama a la hiena. Debe saber. No me llamaría si no supiera de mis otras actividades. Si no supiera de las extorsiones. Se dice que tiene mugre sobre todos, que así conservó el poder por tanto tiempo. Ahora lo retiran por edad, pero yo creo que se retira porque está fastidiado. Dudo que alguien tenga los pantalones para decirle que tome sus cosas y se vaya. Ahora es una gárgola polvosa, pero sigue siendo un peligro. Hago lo que me pide. No me lo pide, no realmente. Me lo ordena. Me convierte en una ficha más, un peón en su propio juego. Uno en el que él nunca pierde, aunque tenga que sacrificar a sus fichas. Enciendo un cigarro cuando un auto se estaciona a mi lado. El chofer se baja. Vinnie Paranoia no confía ni en su chofer. Impecablemente vestido empieza a hablar, directo al grano. No le importa lo que tenga que decir o lo que sienta. Es su juego, él manda.
- En dos meses tendré que retirarme.- Dijo, con melancolía en la voz.- Una vida de servicio por un reloj de oro y una placa. No me importa la gloria detective. Nunca me importó salir en los periódicos. Encuentro que trabajar en silencio es más efectivo que ser una celebridad.
- Lamento escuchar sobre su retiro jefe.
- La gente olvida que esta ciudad se mantuvo de pie gracias a este departamento. Nosotros construimos Malkin, y lo hicimos con balas. Los progresistas, los malditos amantes de hippies quieren reformar el departamento, hacerlo más amigable. Dígame detective, ¿por qué se unió a la fuerza policial?
- Para proteger y servir.- Simone  me mira como si no me hubiera escuchado. Quiere la verdad, no la versión oficial.- Me gusta resolver rompecabezas, es en lo que soy bueno.
- Y sin embargo lo mantienen en rotación con demasiados casos como para destacarse. Eso está por cambiar. Yo me iré detective, pero no dejaré que este departamento se derrumbe. No, el jefe de policía, Arnold Davies, cree que puede elegir a mi sucesor, pero como todos los jefes de policía antes que él, no se da cuenta que yo decido ese tipo de cosas. Quiero a Henry Carter, capitán de policía… Es buen administrador,- Dijo con cuidado, seleccionando las palabras.- pésimo detective pero es chantajeable. Tiene un problema de apuestas y crónicamente infiel a su esposa. ¿Sabe quién quiere ser mi sucesor?
- Los rumores dicen que mi capitán, Cecil Bondurant.
- Bondurant es imposible de manejar. Haciendo a un lado que me odia, él es parte del cáncer de este departamento. La facción que cree que estamos para proteger y servir, pero usted sabe que eso no es cierto. Estamos aquí para imponer orden. Nunca lo olvide Mansfield, más importante que la vida de un hombre, es el orden. Sin orden somos animales y, como se habrá dado cuenta, la ciudad está llena de animales. Bondurant cuenta con el apoyo de su teniente, Kirby. Buen hombre, aunque miope, incapaz de ver la pintura más grande.
- Bondurant es un reformador, pero ¿cómo hará que Carter sea su sucesor? O mejor dicho, ¿cómo haré yo para que Carter sea su sucesor?
- Siempre disfruto una conversación con alguien inteligente. Usted es inteligente detective Manfield, también es ambicioso. Una buena combinación para un detective.- Señala los archivos con su mano frágil y vieja. Espera que los tome y lo hago.- Me gusta estar al tanto de lo que mis detectives investigan. Lamentablemente no todos son tan listos como usted. Lo que sostiene ahora es una serie de casos que están conectados, aunque nadie haya hecho la conexión hasta ahora.
- Resuelvo el caso, le entrego todo a Carter y pasa su prueba de fuego.
- En parte. Tendrá que convencer a Kirby de añadir más muertos a su, ya de por si, larga lista de casos pendientes. No será difícil, Kirby odia a Carter y Bondurant creerá que tiene en usted un potencial aliado. Carter recibe el crédito en el último momento y se roba la gloria. Empiece por el primer expediente.
- Samuel Owen, personas desaparecidas tienen un reporta del 24, su cuerpo aparece el 28.
- El siguiente.
- Edmond Stone, desaparecido el 24 muerto el 25. Luego Gillbert Rimmer, raptado el 28 y encontrado el primero de mayo. George Longmuir raptado el 25 y muerto el primero de mayo. Es un asesino en serie.
- ¿Qué más lee en esos reportes?
- Laceraciones de armas punzocortantes. Owen tiene 90 heridas… distintas armas. Según el archivo forense algunas son cuchillos, un hacha y otros instrumentos cortantes. Quien sea que los haya matado, es un sádico. Los incapacita con LSD y mezcalina, lo cual es una interesante mezcla, y después se pone a trabajar. Los cadáveres están esparcidos por todas partes.
- Y la falta de comunicación entre precintos no detectó las coincidencias.
- Dice aquí que Edmond Stone tenía látex en la garganta, el asesino usa guantes, es listo. Está loco, pero no idiota. Está en espiral descendente, no parece evolucionar, ni refinar sus métodos. Indica que es personal, pero no leo nada que los una.
- No está en los expedientes, no. Tengo amigos en la liga anti-comunista. Me dicen que Owens era un hippie de ultraizquierda, revisé su récord criminal, fue arrestado en el ’59 por afiliación a la pandilla de Alvarado y posesión de armas. El juez le dio una advertencia y lo dejó ir. Stone es un trabajador social, de modo que probablemente es de izquierda. Rimmer era un riquillo que donaba a causas nobles, seguramente comunista.
- Alguien está matando comunistas. Puedo vendérselo a mis superiores. Kirby estará interesado, Bondurant odia a los comunistas pero si quiere su puesto tendrá que aceptar.
- Hay más que eso detective. Quiero que la liga investigue a Bondurant por sus conexiones comunistas.- Sonríe, más para sí mismo que para su nuevo peón.- Siempre conviene tener un plan de emergencia. Tiene que plantar evidencias que Bndurant es comunista. Sé que entiende lo que significa, si su capitán se da cuenta que es usted, jamás saldrá de un escritorio y podrá despedirse de su carrera. O ir a prisión. Confío que tendrá cuidado.
- ¿Carter sabe sobre esto?
- Ha sido informado. Y aunque no sea el más brillante, sabe devolver un favor. Una vez que sea jefe de detectives podrá escoger pareja, podrá tener más tiempo para atender la universidad, liberarse del yugo que le han impuesto sobrecargándolo de casos en la rotación y tendrá pavimentada su promoción a sargento en tiempo extra.- Sonrío, es mi clase de rompecabezas. Simone sabe que soy corrupto y ambicioso. Nunca he prestado mucha atención a detalles como los escrúpulos, algo que aprendí de mis padres.
- Kirby no es la clase de gente que abandona a sus amigos. Y, para ser franco, no le caigo muy bien. Podrá dejarme investigar el caso, ganarle a Carter, porque sabe que soy el detective más inteligente que tiene, pero en cuanto a Bondurant y sus nuevas inclinaciones rojas…
- Kirby no se puede comprar, pero no siempre se necesita de un soborno para manejar a una persona. Lateralidad detective, es lo que le ha dado fama. Al menos entre quienes le tienen estima. Lateralidad, pensar fuera de la caja. Eso, y previsión. El teniente Rick Kirby vino a mí  cuando mataron a su familia y le dispararon en la boca, quería a los culpables. Yo lo dejé investigar su propio caso, eso viola el procedimiento. Yo fui quien lo hizo parecer, al menos oficialmente, como obra de sus detectives. Sin embargo, los abogados de los hermanos Port siguen apelando la sentencia y si llegaran a enterarse que Kirby siguió su propio caso…
- Los asesinos saldrían de prisión y usted no podría ser culpado. En todo caso parecería que le hizo un favor al teniente, en el peor de los casos aceleran su retiro. Sonrisas Kirby, por el otro lado, podría perder su trabajo.- Simone sonríe e inclina la cabeza.- Harold, Sam y Frank Port fueron condenados por dos cargos de homicidio, intento de homicidio de un oficial de policía, entrada forzada, robo con agravantes y portación de armas sin licencia. Sería una lástima si saliesen libres.
- Y si tal tragedia llegara a ocurrir, estoy seguro que el teniente agradecería al detective que pusiera una bala en sus cabezas, o los regresara a prisión. Lo que parezca más conveniente en su momento.- Sonrío porque nunca se me había ocurrido.
- Sólo me queda una pregunta jefe, ¿por qué yo? Pudo ir con los detectives que Carter maneja como capitán.
- Sí, pero un hombre sin motivo es un hombre sobre toda sospecha. Buena suerte detective.

            Salgo del auto. Reviso los expedientes. La redacción es ambigua, los forenses no hicieron bien su trabajo y los detectives asignados a cada caso les condenaron a la interminable lista de casos fríos sin posibilidad de resolverse. En resumen, otro día típico para la policía de Malkin. Convencer a Kirby no es difícil. Es duro, pero siempre y cuando no veas su herida en el cachete y lo mires a los ojos, está dispuesto a creerte. Le digo que descubrí a un asesino en serie, concuerda en sacarme de rotación, necesitaré tiempo. No quiere que Carter maneje el caso, sabe que es demasiado inepto para algo como esto. No mencionó lo que podía significar a Bondurant, no era necesario. Sonrío inocentemente cuando le estrecho la mano. El mundo de mi capitán está a punto de cambiar, quizás también del teniente Kirby, y no tendrán ni idea de dónde provino la tormenta.

            Me muevo rápido. Oficina del forense. Catedral de los muertos. Poco presupuesto. Pocos ayudantes. Pocos forenses. Suelto presidentes muertos como si fuera navidad. Hank, el forense, es una ballena que acepta los billetes y empieza a ladrar órdenes. Quiero que reexamine los cuerpos. Las familias aún no los recogen. La cinta roja de la burocracia destrozada de Malkin juega a mi favor. Me jura que tendrá el reporte para el final del día. He oído esa mentira demasiadas veces.
- No, no engordé tu billetera para sentarme a esperar tu reporte. Hazlo ahora. No quiero tener que llamar al zoológico y avisarles que perdieron a un gorila.- Mi risa resuena entre los ladrillos y neveras.
- Como quieras hiena.- Saca un churro, se lo quito de las manos.
- Sobrio, mi ballena encallada. Sobrio.
- Está bien, está bien.

            Edmond Stone tenía látex en la garganta, ya lo envió al laboratorio forense. No cree encontrar nada más. Insisto. Voltea el cuerpo, le señalo los moretones. Hank no podría conectar uno y uno aún si su vida dependiera de ello. Los moretones son viejos, anteriores su secuestro. Marca de alambre de púas. Los demás cuerpos no lo tienen. Mi presa sabe divertirse. Revisamos a los otros. En el dobladillo del pantalón de George Longmuir encuentro grava. Hank no lo vio la primera vez. Los otros cuerpos no me dicen nada nuevo. Manejo a Alvarado a la altura de Baltic. Samuel Owens tenía una ferretería y vivía sobre su local. El lugar está lleno de pandilleros, incluso en la mañana. El local está lleno de hippies y el inconfundible aroma de la marihuana. Confirman lo que sé, era pandillero hasta encontrar el amor, la paz y la cannabis en abundancia. No me dejan ver su cuarto, sospecho que ahí tienen sus narcóticos. Hacen cadena humana. El asesino lo tuvo raptado y torturado por cuatro días. Aún así, no quieren moverse.
- Nos molesta cerdo, nadie se interesó por él cuando lo encontraron desnudo y muerto en un callejón.
- Me preocupa a mí, ¿no es suficiente?
- ¿Tienes una orden?- Los hippies tapan el acceso a las escaleras y comienzan a cantar canciones de protesta.
- Está bien, está bien, no quiero empezar una guerra. Pero creo que deberían saber algo, sobre Samuel. Encontré un diario y tenía tu foto. ¿La quieres ver?- El hippie abandona la cadena humana. Finjo que saco una fotografía y la tengo en la palma. En cuanto se acerca lo suficiente le suelto una bofetada que lo tira al suelo y hace doler mi mano. Me reviento de risa.- Nunca es un día completo si un policía no golpea a un hippie.

            Departamento de Edmond Stone, la primera víctima. La viuda no está, pero no dejo que eso me detenga. Trato de violar la cerradura, pero la puerta está abierta. Me anuncio, pero no parece haber nadie. Empiezo a buscar en la estantería con literatura subversiva. El manifiesto comunista esconde en su interior un librito negro. Un directorio de nombres y números. Sonrío, tengo la pieza central de mi rompecabezas y empieza a tomar forma. Red de rojos que no toco con mis manos, uso mis guantes. Una tabla de madera rechina, alguien está en la casa. Finjo que no lo escuché. El ruido vino de la recámara. Me asomo a la ventana. Sin salida de emergencia. Salgo del departamento con mi tesoro dentro de mi saco. Tomo mi automática y la apunto a la puerta pegándome a la pared. Espero un par de minutos hasta que un negro sale del departamento. Sonrío y le muestro la placa. No se inmuta. Mira la pistola y me mira a los ojos. Expresión neutral, muerta. No me lo tiene que decir, estuvo en Vietnam.
- Estás bajo arresto por…- Me quita la automática y la desarma sin perder contacto visual. Los pedazos caen al suelo.- Soy policía idiota, si me tocas me aseguraré que los negratas en prisión te toquen a ti en zonas que no te gustarán. ¿Dónde está tu botín?
- No robé nada. Y creo que usted también necesitaba permiso para entrar oficial.
- Detective Mansfield.
- Soy Roy Keller, soy reportero. Le voy a mostrar mis credenciales.- Lentamente saca la billetera y me muestra su credencial.
- Así que… Ojos sobre Malkin, ¿dónde tienes a Alfred Huxley?, ¿guardado junto con tu arma? Puedo oler la grasa soldado. Creo que usas demasiada. ¿Recuerdo de Vietnam?
- Uno de varios. Estoy investigando a una pandilla que golpea homosexuales. Operan en Alvarado, a la altura de Baltic. Escuché que se salieron de control, mataron a Edmond Stone.
- Te diré algo, recoge mi arma y te haré el favor de aterrizarte a la vida real.- Roy recoge los pedazos y los ensambla sin tener que verlos. Tomo mi arma, calibro mis opciones. Podría arrestarlo, o podría usarlo a mi favor. Si quiero destrozar a Bondurant me vendría bien un contacto en la prensa, y podría ser útil para cazar al sádico que está silenciando rojos. Lateralidad.- Muy bien, señor reportero, esto va a cuenta de la casa. Stone no murió por ser maricón. Murió por ser rojo. Lo acuchillaron casi cien veces con al menos cinco armas distintas. Y no es el primero. Samuel Owen, nuestro estimado señor Stone, Gillbert Rimmer y George Longmuir son parte de la lista, una que no creo que termine ahí. Alguien está limpiando a Malkin de la ola roja y, por más que aplauda su fervor patriótico, es mi deber arrestarlo.
- Y el hecho que sea homosexual es una coincidencia.
- Una desviación puede llevar a otra, o no sé, o no me importa. Escoge la que prefieras. No me preocupan los maricones, ellos no tienen misiles nucleares en San Francisco apuntando hacia aquí.- Enciendo un cigarro y le invito otro.- Esto que te digo es confidencial, no quiero ver a Huxley ésta semana hablando de un asesino en serie y aterrorizando a la ciudad. No a menos que te diga que le digas. ¿Comprendes?
- Está bien, pero quiero ayudar.
- Imaginé que dirías eso. Sospecho que eres el ingrediente esencial para el éxito de Huxley, así que quiero usar a tus fuentes, seguramente tienes gente en sórdidos mundos.
- No revelaré mis fuentes.
- ¿Dije que eso quería? No, dije que quería usarlos, es distinto. A cambio, puedes contar con mi placa. A dónde sea que no puedas entrar con tus credenciales, puedes estar seguro que mi placa abrirá esas puertas.
- Está bien. ¿Quiere autopromocionarse detective?
- ¿Yo? No es mi estilo, pero el fiscal de distrito me quiere ahogar, junto a todos los demás detectives de mi unidad, con su caso de alta publicidad. Quiero romper un caso aún más grande y cerrarle la boca. ¿No te gustaría hacer eso?
- ¿Adónde vamos ahora?
- No te gusta mucho el arte de la conversación, ¿no es cierto?
- No. ¿Adónde?
- Gillbert Rimmer, un corazón sangrante rojillo que lanzaba cheques a beneficencias dudosas.

            Me sigue en su VW a la mansión Rimmer. Copio nombres en cada semáforo. Lo juego bien y Huxley será el agente de prensa de capitán Carter. La viuda no nos quiere dejar pasar. Presento a Keller como mi compañero. Pateo la puerta y entramos. Ya la interrogaron los otros detectives. Antes que pueda decir “brutalidad policiaca” la amenazo con llamar a la liga anti-comunista. La amenazo con una auditoría y su cara en los periódicos. Coopera de mala gana. No sabe nada, pero no le creo. Le digo que Keller tiene sed y la mando a la cocina mientras me escabullo al estudio de George Rimmer. Reviso la chequera, apunto los nombres y la beneficencias. Podrían ser legítimas, aún así, el ángulo rojo es jugoso. Más grande que el caso Phillips por el que Lydiatt está desesperado. Cerillos en el basurero escondidos dentro de una bolsa de frituras. No quería que su mujer los viera. “Top Dog”. Vicio podría tener algo sobre ellos. Me reúno con Keller y la viuda en la cocina.
- Salió a trabajar seguramente.
- Linda historia, trate la verdad.
- Es la verdad.
- ¿Por eso lo reportó al día siguiente, desesperada y llorando? Vamos, si su marido tenía amante es mejor saberlo ahora antes que no podamos controlar la información.
- ¡Mi marido no tenía un amante!
- Claro, y salió a trabajar a la mitad de la noche. Un riquillo que sólo sabía firmar cheques para curar su conciencia burguesa. No me lo trago, no por un segundo.- Le quito el vaso de agua, lo reviento contra la pared. Me acerco para que huela mi aliento. Roy me jala del brazo, pero me lo quito de encima.- Dígame la verdad o haré que se arrepiente.
- ¡No sé adónde se fue! ¿Feliz? Ya puede largarse o me quejaré…
- ¿Con quién se va a quejar? Somos la policía señora, y la policía cuida a los suyos. Vamos Roy, tenemos lo que queríamos.- Keller no está feliz. Al diablo con él. La viuda miente. La viuda sabe algo. Nos largamos de la mansión.- ¿Viste la expresión que puse cuando hablé de un amante? Ella sospecha, una esposa siempre sabe.
- El amante podría ser hombre.
- ¿Otra vez con eso? No tengo nada en contra de los maricones, en serio. Para mí el Estado termina donde empieza la recámara, pero…
- Sé a quién llamar, alguien de derechos humanos, Evelyn Kerley.
- Más corazones sangrantes, justo lo que necesitamos. Buena suerte con eso, quiero terminar con Longmuir antes que se haga de noche.
- ¿Siempre investigas así?
- Podría ser aceptar lo que la gente dice, como los otros holgazanes en el departamento, o puedo incomodar personas y conseguir la verdad. ¿Tú nunca has incomodado a alguien?- Roy no contesta. Intercambiamos tarjetas, cada quien por su lado.

            Una llamada a Vicio confirma que el Top Dog cambia de giro a la medianoche para ser un club de homosexuales. El negro podría tener razón después de todo. Visito el bar, la placa me lleva al dueño. Le suelto un derechazo cuando niega que es para maricones. Le muestro fotografías forenses. Le muestro mi arma. Ahora coopera. Quien no respeta la placa, respeta el arma.  Reconoce a Gillbert Rimmer y a George Longmuir. Ambos pasaron su última noche ahí, antes de ser secuestrados. Lanzo la carcajada, el reportero podría tener razón, pero el jefe de detectives quiere rojos y eso tendrá.

            La noche cae sobre Malkin, lanzo una moneda, la casa o trabajo de Longmuir. Trabajo. El archivo dice que era cargador de equipaje. Era más que eso. Me entero al llegar al aeropuerto. Estaba metido en el sindicato, su viuda está ahí demandando justicia social y todas esas cosas. Generación de la política activa. Quieren hacer un mitin, les recuerdo que los mitines no regresan a los monstruos al clóset. Saco nombres y declaraciones. Nadie menciona el Top Dog, yo tampoco lo hago. La viuda es más cooperativa que la de Rimmer. Tiene una playera psicodélica y botas de trabajo. Entre la retórica de cambio social lo único valioso que le saco es que quiere encontrar al maldito que tuvo a su marido del 25 al primero de mayo. Reviso los nombres contra la lista del librito negro. Ninguno aparece ahí. Al diablo, me voy a casa a cenar.

            El olor a marihuana es perceptible desde la calle. Laura se ha vuelto holística, sea lo que sea que eso signifique. Supongo que la cannabis es parte de su integración con la madre naturaleza. Mi hermana Amanda está tirada en el sillón en un viaje ácido escuchando a Hendrix. Bromeo sobre arrestarlas mientras nos sentamos a cenar.
- Es bueno verte de buenas otra vez, ¿Lydiatt te ha dejado en paz?
- Más o menos, trabajo otro caso. Otro además de la pila que ya tengo.
- Y la pila de tarea de la maestría que no has terminado.
- Tendrá que esperar, esto es grande amor, muy grande. Conocí a un reportero, creo que podría ayudar. Algunas personas, Dios sabrá por qué, prefieren abrirse a un reportero que a un policía.
- Quizás porque eres parte de una institución fascista, mi amor.
- Sí, eso debe ser.- Miro al techo y río. El techo color azul ahora es obra de arte contemporáneo de vibrantes y psicodélicos colores.- Dile a mi hermana que se aleje de la pintura cuando está viajando por el cosmos. No necesitamos de la capilla Sixtina según el rey lagarto.
- Fui yo, es para alinear nuestros chakras.
- Claro, ¿qué otra cosa podría ser?
- Ríete todo lo que quieras, verás que te sentirás mejor. Voy por el postre.
- Lo siento amor, pero no puedo. Hay algo que tengo que hacer. No hay descanso para los malvados, ya sabes lo que dicen.

            La beso y salgo para seguir con la otra mitad de mi trabajo. Me gustaría pasar más tiempo con mi esposa, pero Bondurant requiere mi atención. Tengo que aprender algo de él, lo que sea. No sé exactamente cómo lo enredaré, pero sé que empieza por la vigilancia. Me ha funcionado antes, tengo una pequeña colección de material para extorsión que me sirve para el bono navideño de la familia Mansfield. Veo a Sonrisa Kirby por el ventanal de la sala, me alejo a media cuadra. Fumo uno tras otro, convenciéndome de irme. Vigilo por el espejo retrovisor y estoy por irme cuando sale Alexa Bondurant, la esposa de Cecil. La sigo y sonrío, es mi golpe de suerte. Me lleva a Broker, hasta los brazos de su amante. El buzón y las cartas están dirigidas a un Hugh Mackay. Ahora sé cuál será la clave. Ahora veo el panorama, sólo falta cortar los pedazos del rompecabezas y dejar que alguien más lo arme mientras silvo Dixie. Regreso a casa, busco entre mis papeles. Mi escritorio es un desorden, papeles de la maestría y del trabajo. Finalmente lo encuentro. Un memorándum a mano del capitán Cecil Bondurant pidiéndome que deje de atosigar testigos. Uso una calca, un viejo truco que aprendí de mis padres, estafadores profesionales. Laura cree que me hice policía para desviarme de ese camino. Dejo que lo crea, sólo llevé la vocación familiar a nuevas alturas. Escribo el nombre de Cecil Bondurant y su teléfono de oficina usando su propia caligrafía después del último nombre, Austin Andrews, aprovechando un espacio en blanco. Laura quiere que la acompañe a dormir, prefiero terminar la tarea de la maestría. Me río toda la noche, soy un peón de Vinnie paranoia, pero no por eso deja de ser tan condenadamente divertido.


3.-
            Cecil me invita a cenar. Es mi mejor amigo, pero conozco sus intenciones. Quiere que vuelva a salir en citas, quiere que olvide a Josephine y a Rick junior. Tengo una herida en el cachete que me impide olvidarlos. Dice que me inundo de trabajo, la verdad es que no tengo opción. No tenemos los fondos para investigar cada caso, y mi mejor detective ahora está fuera de rotación mientras resuelve un caso de asesino serial. No confío en Mansfield, pero tampoco en los demás detectives. En cuanto habla de su prima y su amor por los hombres en uniforme saco el tema del asesino en serie. Difícilmente un tema para discutirlo en una cena, pero me ahorro los horrores del caso para no asustar a su esposa Alexa.
- Carter no tiene el caso, yo tengo el caso. En esencia, tú tienes el caso.
- Davies odia a Simone Rick, el jefe de jefes rara vez lo contradice pero se irá en dos meses. No será problema. Aún así, algo como eso podría ayudarme a ser jefe de detectives.- Alexa contesta el teléfono, Cecil se enciende un puro y se acerca en tono confidencial.- Lydiatt saldrá en el noticiero mañanero diciendo que encontró la cabecilla de una red internacional de rojos. ¿Qué tan real es eso? Por lo que he leído, el sujeto es sólo otro activista político.
- Lydiatt tiene a todos mis detectives trabajando en eso, pero la verdad le importa poco.
- ¿Y qué hay del rumor?
- ¿Archie Lydiatt en sus años universitarios? Percival lo corroboró, según el sargento Bloom, nuestro fiscal de distrito era un rojo en sus años de estudio, fue parte del grupo que trató de tomar la facultad de derecho y recibió dos balas de goma en un costado por sus esfuerzos.
- ¿Amor? Mi hermana Sondra tiene otra de sus crisis, me tengo que ir. Ya sabes que odio dejarte, pero juro que no tardaré.
- Está bien Alexa, cuida a tu hermana.- Está maquillada y perfumada. Su bolso es de diseñador. No irá a ver a su hermana. ¿La confronto ahora?, ¿le digo a Cecil? No me atrevo a decir nada, prefiero ver cómo se dan las cosas.- Entre el idiota de tu jefe, Mackay, y tu hermana, te tienen estirada al máximo. Mereces descanso.
- Hasta luego Rick, y recuerda que no puedes quedarte soltero para siempre, no te dejaremos.- Jean y Paul, sus hijos, salen de la habitación y se despiden de su madre. Me llaman tío Rick. Me parte el corazón. Dejo que toquen la herida en mi cachete. Una sonrisa permanente. Les digo que fue un accidente de cacería. No necesitan saber la verdad. No necesitan perder la inocencia.

            El estofado, el café y los cigarros no quitan el sabor de cordita y pólvora de mi boca. Eso nunca se irá. Regreso a casa pensando en los hijos de Cecil y en el lugar donde crecerán. Les decimos a los reclutas y novatos que su trabajo cambia Malkin. Malkin los cambia primero. Me voy a acostar. Tengo miedo. Miedo de soñar. Miedo de ver a Josephine hincada y llorando, rogándome porque haga algo. Las pastillas ya no ayudan. Suena el timbre y el vacío en mi estómago se hace más grande. No puede ser nada nuevo. Mi hermano Joseph está borracho. De nuevo. Trajo a sus hijas. De nuevo. Bonnie y Lois conocen la rutina, me saludan y se van a sus cuartos. Joe tiene la misma historia dramática. Alice quiere dejarlo. Tengo ganas de aventarme sobre él y ahorcarlo. Es débil. Busca cualquier escusa para la botella. Alice busca cualquier escusa para liberarse de su marido y de sus hijas. Lo dejo en la cocina bebiendo café. Voy con las niñas. Alice y Bonnie me esperan. Conocen la rutina. Tengo los libros de Rick, siempre les cuento alguna historia de fantasía antes de taparlos y besarles la frente.
- No sabemos a dónde fue mamá.
- No se preocupen por eso, Alice, su mamá, los quiere mucho y vendrá por ustedes.
- ¿Por qué cada vez se tarda más?- Gruño porque no tengo una respuesta. Me salva el teléfono.- Traten de dormir, tengo que contestar. Seguramente es su mamá que los está buscando.

            Sabía que no era Alice. Reconozco la voz, es Roy Keller. El constante parpadeo en mi radar. No había oído de él en más de un mes. Confío en él más que en mis detectives. Aún así, sé que tarde o temprano lo voy a arrestar. Cruzará la línea, la gente como él no pueden detenerse. No quieren detenerse.
- Vi que llegaba alguien y por eso no toqué el timbre. Teléfono público en la esquina.
- Voy para allá.- Primero la cocina. Joe está llorando. Al diablo con él. Huelo el vodka que le puso al café. En el fondo ansío el inevitable divorcio. Sueño con adoptarlos como míos, pero es un sueño. No reemplazarán lo que perdí. No sería justo para ellos. Salgo en bata y pantuflas hasta la esquina. Roy Keller fuma nervioso.
- Owen, Stone, Rimmer y Longmuir. ¿Le suenan?
- Asesino en serie. ¿Cuál es tu ángulo?
- Mansfield tiene el caso, ¿confía en él?
- No, es corrupto, hipócrita y ambicioso. No te preguntaré de nuevo.
- Mansfield está convencido que se trata de un caso de rojos silenciando rojos. O algún patriota matando comunistas.
- Archie Lydiatt, el fiscal de distrito, a él le encantaría que así fuera. No has contestado mi pregunta.
- Creo que son “homocidios”. Trabajo en una historia, más bien un linchamiento, sobre la comunidad homosexual en Malkin. Quiero que sea algo más. ¿Puedo confiar en Mansfield?
- No. Por eso te quedarás cerca de él. Juega tu ángulo, pero respeta la línea. Si lo encuentras primero me lo das a mí, no a Huxley.
- Huxley puede tomar las sobras, sólo quiero encontrar al asesino.
- ¿A Nadie le importa?
- A Nadie le importa.

            Hago lo mejor que puedo con lo que tengo, que no es mucho. Primera orden del día, pongo al sargento Bloom a seguir a Mansfield. Percival Bloom le llama la hiena. No me parece gracioso por más que insista. Lo hará, detesta a Mansfield más que yo. Llamo a rotación de detectives y pido el informe de sus casos. Tenemos una montaña de casos que se enfrían con cada día que pasa. Al diablo con Archie Lydiatt.
- Barlow, tú quédate con el caso Phillips. No quiero escuchar que el resto de ustedes está trabajando para el fiscal de distrito. Trabajan para mí, o trabajarán para el departamento de tránsito. ¿Dónde está Mansfield?
- Jugando al lobo solitario con su caso jugoso.
- Escuchen entonces, Bagley, Crowe y Dashwood, quiero reportes de progreso en sus casos.
- Tengo cinco casos teniente.
- No fue una pregunta Crowe. Salgan a las calles, encuentren respuestas.
- ¿Qué hay del fiscal?
- Es mi problema, no el suyo.

            Me encierro para coordinar el papeleo. Diez minutos después llaman de la oficina del fiscal de distrito. Uno de mis detectives le habló. Estoy seguro. Me hacen esperar porque saben que pueden. Dejo que jueguen sus juegos, no me afectan. Lydiatt se pone al teléfono. Lanza amenazas veladas.
- Lydiatt, el día que tú mandes sobre el departamento de policía yo tendré una etiqueta en el pulgar del pie derecho. Ya tienes al departamento de justicia, no cruces la línea y no me cruces a mí. No te gustará.
- No me asusta Kirby, Phillips es el caso prioritario.
- Corrección, es su caso prioritario. No el mío. No hago mi trabajo para salir en televisión. Si quiere lavar su imagen después de la fallida toma de la facultad de derecho, hágalo con sus propios hombres. Y no quiero asustarlo, quiero informarlo.
- Esto no termina aquí.- La mención de su pasado fue efectiva.

            Lydiatt es un títere, pero tiene influencia. Llamo a Cecil, me ayuda a conseguir una orden para revisar los estados bancarios de mis detectives y el registro de sus llamadas. En su oficina empezamos a unir cabos con los expedientes que traigo. Lydiatt está en constante comunicación con Bagley, Barlow, Crowe, Dashwood y Mansfield. Todos tienen ingresos a sus cuentas el mismo día, coincidiendo con los días en que los detectives cerraron los últimos tres casos que manejó ante las cámaras. No es evidencia suficiente, pero es clara para ambos. El alcalde llama a Cecil, le dice que se aleje de Lydiatt y lo deje trabajar. La basura cae hacia arriba en Malkin, mis detectives le avisaron al fiscal, el fiscal le avisó al alcalde Dorff. Bondurant hace toda clase de promesas que no piensa cumplir y resopla frustrado. Me despido sin decirle de mis sospechas sobre su esposa. Si voy a arruinar un matrimonio, más me vale estar seguro.
- ¿Teniente?- El sargento Bloom se reporta.- He estado siguiendo a Mansfield. No está solo, tiene a un negrata y a una mujer con ellos. El negrata es reportero, creo que quiere hacerse promoción. ¿Intervengo?
- No sargento, siga vigilando a Mansfield.
- La hiena es corrupta teniente, déjeme…
- No me diga cosas que ya sé, y limítese a seguir órdenes. Si encuentra evidencia, entonces lo encerraremos. Pero si nos guiamos por rumores y evidencias circunstanciales me quedaría sin hombres. Esperemos que el próximo jefe de detectives depure el departamento de su basura.
- Sí teniente Kirby.- Gruñe y cuelga. Tocan a la puerta. Henry Carter, la elección de Simone para ser su sucesor al trono. Es un hombrecillo ridículo con aires de grandeza. Enciende un cigarro y sonríe políticamente. Yo no sonrío.
- Tienes algo que es mío teniente.
- Tengo cosas que hacer capitán.
- El caso del asesino en serie, ¿cree que no me enteraría?
- ¿Lydiatt o Simone?
- ¿Importa?
- No realmente. El caso es del detective Mansfield, él unió las piezas. Tuvo su oportunidad.
-  ¿Crees que dejaré que Bondurant se lleve la gloria? No, tengo a mis hombres trabajando sobre el caso en doble turno. ¿Qué tanto confía en Mansfield?
- Le tengo tanta confianza como a usted.
- Cuidado teniente, su actitud se acerca a la insubordinación. Cecil no puede protegerte para siempre. Has enojado a mucha gente.
- Ajá.
- Gente importante.
- Ajá.
- Gente que podría correrlo del departamento.
- Ajá.
- ¿Le aburro?
- Sí. ¿Eso es todo?
- Está bien Kirby, los dos podemos jugar el mismo juego. Que gane el mejor.
- Hasta luego capitán.

            El detective Albert Dashwood tiene un sospechoso y más que evidencia circunstancial, pero no puede cerrar el expediente hasta que la fiscalía acepte el caso y no lo harán. La venganza de Lydiatt, acepto su archivo, dejaré que Cecil use sus influencias. Lydiatt pondrá al más incompetente de sus asistentes, pero con suerte habrá algo de justicia. Lo mando de regreso a la selva de concreto, aún tiene otros tres casos. No hay descanso, estamos en guerra. El detective Russell Mansfield entra cuando sale Dashwood.
- ¿Tiene algo?- Me entrega un perfil psicológico.- ¿Eso es todo?
- Necesito estar fuera de rotación, tomará algunos días teniente, pero este sujeto no se detendrá. Ahora son rojos, después quién sabe.
- Ya está fuera de rotación, pero no me gusta que trabaje a solas.
- De hecho, por eso vine, necesito ayuda. No puedo hacerlo todo y me gustaría contar con la ayuda de mis estimados colegas. Hasta ahora sólo se ríen de mí y me llaman la hiena. Dios sabe que disfruto un sobrenombre agudo, pero estos neandertales no quieren ni llamar al laboratorio forense por mí, tengo que hacerlo solo.
- No haré que abandonen sus casos, pero el sargento Bloom hablará con ellos. Tendrá su cooperación. ¿Algo más?
- Nada más…- Se detiene en la puerta. Mansfield sonríe y calcula sus palabras.- ¿Tendría que tener cuidado con Lydiatt? No quiero que eche a perder su caso sólo porque lo mandé al diablo.
- Yo lo mandé al diablo también. Tráigame algo sólido detective, no quiero una tesis de maestría, quiero al responsable y su confesión o evidencias sólidas. Lydiatt pondrá al peor fiscal que tenga a su disposición. Asesino serial o no. Si no le ayuda a su carrera, no espere mucho.
- Básicamente otro día en el paraíso que es Malkin, gracias teniente.

            Salgo a jugar una corazonada. El sargento Bloom sigue a Mansfield. Yo sigo al jefe de Alexa Bondurant, Hugh Mackay, un contador para una firma importante. Salen de la oficina a la cinco en punto y se van a cenar. Los espío por el ventanal. Se toman de las manos, pero no es evidencia suficiente. No aún. Aviso por la radio, llamada personal de Alice Kirby, mi cuñada. Manejo a una farmacia y llamo a casa. Alice contesta.
- ¿Dónde está Joe? Pensé que estaría cuidando a las niñas.
- No está, el borracho desapareció y yo tengo cosas que hacer.
- Mi hermano tiene sus problemas Alice, pero en el fondo es un buen hombre.
- Sí, cuando está sobrio, que rara vez ocurre. Las niñas me dicen que las estabas cuidando bien anoche. No te apegues mucho a ellas, si me divorcio de tu hermano me las llevaré a las Vegas.
- ¿Vegas? Lindo lugar para criar a dos niñas. ¿Te vas a divorciar?
- No lo sé aún.- No quiere trabajar, de modo que está atorada con Joe. No lo digo, aunque a veces me gustaría gritárselo.- Y como dije, tengo cosas que hacer.
- Iré para allá.
- No te apegues demasiado Rick, no son tus hijos.
- No me apegaré el día que tú decidas ser una madre responsable.- Me cuelga. Se irá de la casa. Las dejará solas. Llamo a la oficina, que me busquen en casa. Dejo mis sospechas sobre Alexa y Hugh Mackay y manejo para mi casa. Mis hombros están cansados pero no me dejo derrotar aunque sienta el peso del mundo sobre ellos. Bonnie y Lois merecen algo mejor que eso.

4.-
            Kirby trabaja con lo que tiene y hace lo mejor posible. Russ es diferente. No sé cuál sea su ángulo, pero no agrada. No me agradan sus tácticas. No me agrada su sentido del humor. Le presento a Evelyn Kerley, ella tiene historial de casos de homofobia y otros “homocidios” que a la policía no le interesaron. Mansfield lee los archivos y sonríe. Los devuelve y le guiña el ojo. Evelyn se pega a mi hombro en el café, tampoco confía en Mansfield.
- No se parece a mi psicópata, ninguno de esos casos.
- Pero…
- No, no cambiaría su modus operandi. Estoy dispuesto a creer que se trata de algo con maricones… Perdón, ¿la palabra incomoda? Homosexuales si lo prefieren. Estoy abierto a todas las posibilidades. De hecho el patrón del Top Dog ubica a Rimmer y Longmuir.
- ¿Qué es el Top Dog?- Pregunta Evelyn.
- Un bar en Broker que cambia de giro a la medianoche. La clientela se vuelve más… colorida. Si a eso le sumamos el motel que queda a una esquina… Ya se imaginan qué pasa. Es posible que Rimmer y Longmuir se conocieran ahí, ambos fueron secuestrados de ese bar. Rimmer el 28, Longmuir tres días antes. Ambos terminaron en distintas partes de la ciudad el primero de mayo. No sé qué hicieron para enojar a su captor, pero no debió ser bueno. Días de alucinaciones y luego más de cien ataques con navajas, cuchillos, hachas y básicamente todo lo que tenga filo.
- Roy me habló del caso anoche. Hablé con un amigo en la fiscalía, pero no parecía emocionado. Parece que tienen un único caso, salió en las noticias en la mañana.
- Sí, Lydiatt cree que combate al comunismo con el caso Phillips. Pobre sujeto, lo crucificarán. Yo me ocupo del fiscal, hablaré con mi teniente. Sonrisa Kirby detesta a Lydiatt más que los tres juntos.- Conozco a alguien que conoce al fiscal, pero no lo menciono. Tengo que hablar con Dinah. La he estado evitando desde que Sarah me dijo de su embarazo.- Si esto es realmente sobre homosexuales tendremos que acudir a fuentes, los dos conocen a más de un maricón. Adviértanles y cualquier dato me lo pasan a mí.
- La comunidad homosexual es muy cerrada en Malkin, y con buenas razones, es posible que todos se conozcan o que conozcan a alguien que conoce a alguien más.- Seis grados de separación. Una comunidad encerrada en el ostracismo, con un lobo vestido de oveja.- Tengo que hablar con Huxley. Correrá la historia sobre la decadencia moral de América, si no puedo detenerlo, al menos puedo ofrecerle algo más tentador. No le daré nada específico.

            Russ se va. Evelyn me acompaña al teléfono. Convenzo a Duncan de seguir entrevistando a gente que apoye el incipiente movimiento homosexual en Malkin. Huxley no quiere ni oírlo. Tiene a la comunidad en la mira, pero en cuanto menciono la posibilidad de un asesino en serie me promete un seguimiento a su historia para mostrar ambos lados de la moneda. A Huxley no le importa. A Kirby le importa. A Evelyn le importa. Me invita a dar un recorrido. Quiere mostrarme un lugar especial. Vamos a la estación ferrocarrilera de Baltic, abandonada hace más de diez años. Los trenes aún siguen ahí, coleccionando polvo y yonquis.
- Aquí trabajaba mi papá. Bueno, todos realmente. Por eso ninguno de mis cuatro hermanos se unió a las pandillas de Alvarado. Estábamos ocupados trabajando. Si no lo hubieran cerrado, yo estaría trabajando aquí. Los idílicos “viejos tiempos”… mi padre nos abandonó, nuestra generación tiene que ser mejor que eso.- Acaricia mi mano y me besa.
- Estoy casado.
- El amor es libre Roy, no quiero arruinar nada. Sarah parece una mujer estupenda, pero no tiene por qué enterarse.- Me besa de nuevo y la beso. Me detengo a mí mismo. La tentación es fuerte, pero me aparto y me enciendo un cigarro.
- Nuestra generación tiene que ser mejor que eso Evelyn, no puedo hacerlo.- Salgo de mi auto y entro al mío. Baja la ventanilla y se estira hacia mi auto.
- Sabes que estoy contigo Roy, puedes contar conmigo. Puedo buscar entre mis informantes cualquier información sobre las víctimas.
- Buena idea.
- ¿Quieres venir conmigo?
- No puedo, tengo que ver a otra tentación.

            Salto de una tentación a otra. Dinah accede a verme en un restaurante poco concurrido  y muy lejos de la prensa. Le digo de los asesinatos en serie. Le digo que no se detendrán y que el fiscal de distrito está más interesado en su porcentaje de casos ganados que en detener al maniático. Dinah acaricia mi pierna con su pie y sonríe. No sé cuántas veces más pueda rechazarla. Básicamente gané las elecciones por ellos. Michael Dorff no tuvo problema alguno para vencer a Paul Cranston después de correr mi historia sobre extorsiones políticas. Sé la manera en que Dinah paga un favor, y trato de convencerme de rechazarla por más que la desee.
- Archie apoyó a Michael, pero el sujeto es un imbécil. Convencí a mi marido de exprimir a Lydiatt al máximo, si su índice de casos ganados baja del 90% podremos poner a mi elección. Un hombre que de hecho se preocupa por hacer justicia en Malkin y no por la política. Lydiatt no podrá conservar su inmaculado porcentaje, nadie podría. Es cuestión de tiempo antes que estalle y podamos sacarlo. Mostrarle al público que la administración Dorff exige lo mejor de los servidores públicos. Hablando de servidores públicos, ¿por qué no pedimos la comida en un hotel? Sabes que te extraño.
- Yo también te extraño Dinah.- Me odio por tardar tanto en decirlo, pero finalmente reúno el coraje para hablar.- Pero no puedo. Mi esposa me espera en casa y no quiero defraudarla.

            Dinah me deja un mal sabor de boca, por primera vez desde que la conozco. Sé que no es ella, soy yo. No dejo de pensar en lo que hubiera hecho si Sarah no estuviera embarazada, si no estuviera a meses de ser padre, de ser responsable por otra vida humana. La idea me aterra casi tanto como la jungla. Al menos en ‘Nam sabes lo que debes hacer, bien o mal, haces lo que te ordenan, o mueres en el intento. No es lo mismo con un hijo. El auto de mi suegro en la entrada, pierdo las ganas de regresar con mi esposa. Lucas García tira un cigarro al suelo, lo empuja debajo del auto. Puedo olerlo, es marihuana.
- ¿Siempre estás drogado cuando cuidas del señor Sloane?
- No, pero me dijo que no me necesitaba. ¿Sabe qué dijo cuando me vio golpeado? Que seguramente estaba robando una casa cuando sucedió. Siempre me está acusando de robar, ¿ha visto el departamento donde vive? No tiene nada que valga la pena robar.- Me asomo a su auto. Otro churro en el asiento. La bolsa de doctor abierta con botellas y bolsas con píldoras. Lo empujo con tanta fuerza que lo tiro al suelo.
- Quédate ahí o aplasto tu cuello antes que puedas quejarte.- Abro la bolsa. Ácidos y una botella con gotero. Ninguna etiqueta.- ¿Qué es? Y si me mientes la tragas completa.
- Es para mi tiempo libre. Es mezcalina, ¿y qué? Expando mi mente.- Se levanta, lo ayudo y azoto su cara contra el capó del viejo Buick.- No lo uso mientras trabajo, lo juro.
- No me cae bien Edgar, pero si…
- Tengo ética, maldita sea iba a ser doctor. ¿Sabe lo que eso hubiera significado para mi familia?- Lo dejo ir. Me empuja y reprime las lágrimas.- Cuatro años de estudio tirados a la basura. Ahora cuido de viejos racistas, vaya generación del cambio, ¿no?
- ¿Te lastimaste?
- Empiezo a ver porqué el señor Sloane lo odia tanto. ¿Así trata a su mujer?
- Cuidado, no cruces esa línea. No me quieres ver enojado.

            Entro en silencio. Directo a mi habitación. Directo al teléfono. Directorio en el buró. Llamo a la academia militar de medicina. Me hago pasar por el detective Mansfield. Eventualmente consigo al rector. Él busca el archivo. Sí tuvieron a un Lucas García, lo expulsaron por agredir a sus compañeros. Pregunto si tiene que ver con su homosexualidad. No contesta por varios segundos. Conozco a los militares, si tardan más de cinco segundos es porque están buscando alguna excusa o mentira. Lucas no fue agredido en Alvarado al azar, ellos atacan homosexuales. El rector lo sabe, pero insiste que no fue el caso. Sé que está mintiendo. He visto lo que pasa con los homosexuales en el ejército, la academia de medicina puede ser tan brutal como el adiestramiento en una base militar. Martin Freeman tiene razón, es la política del odio. Odio al negro, al rojo, al amarillo, al moreno, liberales contra conservadores y viceversa. Un país construido sobre odio, sostenido por la brutalidad. Los hippies tienen el lujo de ser pacifistas. Yo no merezco ese lujo, ¿mi violencia es parte de la solución o síntoma del problema? No puedo decidirme.
- ¡Eso es muy injusto papá!- Inmediatamente me arrepiento de haber bajado a la cocina. Edgar me mira con odio. Mi expresión es neutra, mi mirada muerta.- Las mujeres podemos hacer lo mismo que los hombres. No estaré encadenada a la cocina para siempre, descalza con un hijo en el vientre. Ya no son tus tiempos.
- ¿Y vas a confiar en él Sarah? Tú misma lo dijiste, te ha sido infiel más de una vez.
- Eso se acabó.
- Tú guarda silencio jovencito, no eres parte de la conversación.
- Es mi marido, es nuestra casa, siempre es parte de la conversación. Además, quiero ayudarlo en su trabajo. No puede hacerlo todo a solas.
- ¿Qué?
- Es cierto, de hecho creo que es una excelente idea. Tengo mucho qué hacer, y un asesino en serie que encontrar.
- ¿Todo por esos maricones?
- Esos maricones son víctimas, tienen derechos.- Edgar gruñe, se va llevándose el tanque de oxígeno hasta la puerta.- De hecho Sarah, estaba pensando que podrías ayudarme con Evelyn Kerley, es una socióloga que me está ayudando y… Bueno, es una creyente en la noción del amor libre y sin compromiso. No quiero fallarte otra vez. Me gustaría que estuvieras conmigo cada que la veas. Así podrías dormir más tranquila.
- Muy bien.- Sarah respiró profundo y consiguió un pequeño bloc de notas.- ¿Qué hacemos primero?
- Entrevistar a todos los conocidos de Owen, Stone, Rimmer y Longmuir.- Le paso mis notas.- Lee eso y memorízalo. El detective Russ Mansfield cree que todos se conectan por ser comunistas. Política del odio, en realidad la mayoría solo dice en voz alta lo que la mayoría pensamos. Si podemos probar que Owen era homosexual, podremos convencer a Mansfield.
- ¿Investigará el caso si se centra en maricones en vez de rojos?
- Está jugando un ángulo, no sé cuál, pero algo me dice que quiere este caso y mucho. Es un detective novato, probablemente esté tratando de probarse a sí mismo. Kirby me pidió que siguiera en el caso, él tampoco confía en Russ. No confío en lo que dice que sus entrevistados dijeron, así que nosotros haremos nuestra propia investigación.
- ¿No te molesta que trabaje contigo?
- Huxley no pagará más por tenerte en el equipo. Si eso no te molesta, no tengo problema.

            En los siguientes días evito las llamadas de Dinah. Evelyn nos ayuda a conseguir una red de homosexuales. No es de sorprenderse que todos se conozcan, aunque sea por seis grados de separación. Sarah está conmigo en todo momento. No le gusta a Evelyn, pero no me importa. Russ lo considera una pérdida de tiempo. Ya habló con todos los conocidos. No importa, lo haremos de nuevo. Mansfield es peligroso, algo en él me pone nervioso. Intimida a sus potenciales testigos. Es natural que no se abran con él. Sarah tiene mayor tacto que Russ, o que yo. Finalmente conseguimos lo que buscábamos. Convencemos a los amigos hippies de Samuel Owen, quienes ahora se encargan de su ferretería.
- Estaba realmente colgado por eso, no quería que nadie lo supiera.- Puertas cerradas. Denso humo de cannabis. Los hippies decoraron el lugar con posters de Janice Joplin y los Beatles. A Sarah le gusta los Beatles, así consiguió que hablaran con nosotros. Yo los detesto. Me traen malos recuerdos.- Al final aceptó quién era, con quién fuera. No era muy selectivo.
- ¿Diría que era promiscuo?
- ¿Vives en el 1800? Era amor libre, sólo eso. Sammie, no es por mala onda, pero podía ponerse pesado… Ya saben, como con los puños pesado.

            Evelyn nos consigue una lista de sus potenciales amantes. Pudo haber conocido a Edmond Stone, muerto tres días antes y raptado el mismo día. Sarah compila información de sus amantes, uno de ellos podría ser nuestro depredador. Mansfield está impresionado, pero finge que no lo está. No está convencido que sea homosexual el asesino, por la falta de agresión sexual en el sadismo del asesino. Aún así revisará antecedentes criminales con ayuda de sus amigos en Vicio. Si encontramos al amante en común con todas las víctimas, encontramos al asesino. Russ se ríe, toma las notas de Sarah y se despide con una sonrisa. Me pone nervioso. Lo hago a un lado de mi mente. Trato de dormir, pero los recuerdos no me dejan conciliar el sueño. Blake dijo que sería así. Culpa del sobreviviente. Hice más que sobrevivir. Tarde en la noche suena el teléfono. Es Mansfield.
- Tenemos otro. Colston Hinckley, parece que fue raptado el tres de mayo y lo mantuvieron con vida por tres días. Tendré que esperar al análisis de sangre, pero apuesto mi camisa que fue drogado como los otros.
- ¿Dónde estás?
- Yo me ocupo de la escena del crimen. Quiero que vayas al bar Top Dog, si ese es el epicentro de caza de nuestro sospechoso, o sospechosos, entonces lo habrán visto. No quiero mandar a los de Vicio, el dueño cerrará la trompa y la última vez que le vi fue difícil sacarle la verdad.
- Voy para allá.- Sarah se levanta conmigo. Protesto, pero se viste más rápido que yo.

            La clientela es mayormente masculina. El Top Dog está a reventar. Encontramos a varios de los entrevistados. Nos saludan e invitan copas. Los métodos de Sarah son persuasivos. Eso nos garantiza audiencia con el dueño del Top Dog. Allen dice que no reconocer el nombre. Pregunto por Lucas García. Otra negativa. Sé que está mintiendo. Mencioné a Colston Hinckley y negó de inmediato, con García se tomó su tiempo y hasta preguntó cómo se veía. Está escondiendo algo. No se lo sacaremos por las buenas. Nos vamos del lugar. Llegamos a casa y dejo a Sarah. Yo no me bajo con ella.
- Voy a intentarlo de nuevo.
- Roy, no, por favor.
- Nos mintió. No le mentirá a él. Puede sacarle la información.
- Si mintió al menos sabemos algo.
- No sabemos si pasó su última noche ahí. Necesitamos saber eso. Duerme Sarah, llegaré tarde.

            No manejo directo al Top Dog. Me dirijo a Alvarado. Observo por una hora. Los pandilleros manejan prostitutas y prostitutos. Ley de la selva, sus armas son primitivas pero eficaces. Mantienen a todos con miedo. Nadie desconoce el miedo. Nadie nunca se cansa. Nadie puede sacarles información. Recorro las sucias calles con el cuello de la chamarra alzado. Llueve y apesta. Las coladeras rebosan como fuentes. Quienes venden sus carnes se mueren de frío, pero le temen más a la pandilla. Quiero a los proxenetas, no a los camellos. Los sigo hasta una esquina. Una farmacia abandonada donde pueden fumar heroína y guardarse del frío. Cinco a uno en un lugar cerrado y a poca distancia.

            Los truenos suenan cada vez más cercanos. Fuego de mortero en la selva de asfalto. El olor de las cloacas me recuerda al olor de las vísceras. Me veo a mí mismo entrando al lugar. Roy ha dejado de existir. Blake dijo que pasaría si seguía usando mis tácticas. No puedo detenerme ahora. No puedo hacerlo. No sé cómo. Todo lo que Edgar Sloane dice sobre mí es cierto, y no conoce la otra mitad. La otra mitad es peor. Nadie es inmisericorde. Nadie es un reflejo de Malkin, la ciudad donde a nadie le importa lo que sea de sus ciudadanos, lo que sea de sus víctimas. Rehenes en una guerra urbana. Gente como Kirby pueden luchar contra los síntomas, no contra la enfermedad. No pretendo curar la enfermedad, pero puedo cauterizar la herida. No quiero matar, pero no depende de mí. Hace tiempo que no depende de mí.

            Acuchillo al primero por la espalda. Directo a la columna vertebral. Giro el cuchillo. Golpe a la garganta del que tengo al lado. Uno se lanza contra mí. Torpe, lento. Le quito el palo con alambre de púas, desgarro la piel de la cara de quien tengo enfrente. Pateo en la entrepierna a otro. Me toman por la espalda. La heroína los protege contra el dolor, pero los hace lentos. Me deslizo. Golpe a la entrepierna, el alambre de púas saca sangre. Saca gritos. Navajazo contra mi muñeca. Suelto el arma. Salto hacia atrás. Me quieren sacar a la calle. Esquivo otro ataque, golpe a la nariz y suelta la navaja. Débiles. Nadie lo toma del cuello, lo lanza al suelo. Nadie patea su cuello, lo paraliza.
- Samuel Owen.- Lo describo y los pateo en el suelo. Saco mi arma y les apunto de uno en uno. No quieren hablar. Uno se levanta. Le disparo a quemarropa en el estómago.- Tienes dos horas antes de morir desangrado como cerdo. Puedes llamar a la ambulancia, si me dices lo que quiero saber, o puedo quedarme aquí y matarlos a todos. A Nadie le importa.
- Maldito loco… Está bien, está bien. Sammie, sí, cliente regular. Le dimos una paliza cuando regresó la mercancía dañada. No lo matamos. Leemos los periódicos. No lo matamos, tampoco a Edmond Stone. No haríamos algo así.
- Lucas García.- Aplasto su estómago ensangrentado. Chilla de dolor.
- Quería algo de dinero extra, le dimos una iniciación. No queremos maricones entre nosotros.
- Ésa no es toda la historia.
- Nos compra algunas cosas, nada más. Eso es todo. Tú no eres de Vicio. ¿Quién demonios eres?
- Nadie.

            Los dejo en el suelo. Tres pandilleros tratan de sorprenderme en la tormenta. Lo veía venir. Me agacho a tiempo. Disparo en una rodilla, cuchillazo en otra. El tercero suelta su palo con alambre de púas y huye por refuerzos. Para cuando los consigue estoy en el auto, alejándome de Alvarado y limpiándome la sangre. Mi siguiente parada es el Top Dog. Entro por el techo. La noche aún sigue para los clientes. La lluvia les da otra excusa para seguir bebiendo. Me instalo en la oficina. No encuentro nada incriminante. Encuentro una pistola, le quito las balas, por si acaso. El dueño es Larry Lamont, Lala, para sus amigos. Nadie no es su amigo. Nadie le enseñará a decir la verdad. Nadie espera paciente. Nadie tiene tiempo. Tiene toda la noche. La sangre de los pandilleros aún está caliente, su propia herida en la muñeca está caliente. Duele, pero no estoy ahí. No lo siento, como si no fuera mi cuerpo. Lala entra a su oficina. Nadie la cierra con seguro detrás de él. Enciende la luz. Lo pateo en la entrepierna. Apago la luz. Lo empujo contra el escritorio. Nadie lo suaviza a punta de golpes.
- Samuel Owen, Edmond Stone, Gillbert Rimmer, George Longmuir y Colston Hinckley.
- Ya hablé con reporteros y policías al respecto, lárgate antes que…- Le atravieso la mano con el cuchillo, lo mantengo en su lugar.- Dios mío, no me mates.
- Colston Hinckley estuvo aquí el tres de mayo.
- ¿Hinckley está muerto?- Le quito el cuchillo, dejo que se sostenga la herida.
- Colston Hinckley estuvo aquí el tres de mayo.
- ¿Por qué lo repites? No es cierto. No estuvo aquí. Lo conozco, es uno de los muchos maricones que les gusta venir aquí. Hay mucho dinero en sus bolsillos.
- Siempre hay dinero en la miseria ajena… Lala.
- No me mates, te estoy diciendo la verdad, no estuvo aquí, lo juro. Desde Longmuir y Rimmer la clientela ha bajado, creen que aquí los secuestran. No es así, no dejo entrar nada de drogas, no quiero más problemas con Vicio. Sólo alcohol y que se vayan juntos al hotel. No me importa lo que hagan, siempre que me paguen. Estos maricones no tienen muchos lugares a donde ir, no si quieren ser maricones. No he visto a Colston desde hace semanas. Lo juro por Dios.
- Lucas García.
- No sé quién es, por Dios no me mates.- Lo levanto del cabello. Lo empujo contra la ventana y lo golpeo contra el marco de la ventana. Lo describo pero sigue negándolo. Nadie está satisfecho. Ahora está diciendo la verdad. Lo dejo ir y desaparezco en la oscuridad.


5.-
            El sargento Percival Bloom me ha estado siguiendo, pero no dejo que sepa que lo sé. La juego legal, por ahora. Habré convencido a Kirby, pero Bloom siempre me ha odiado. Al demonio con él, el nuevo jefe de detectives sabrá devolver el favor. Estaré verde como detective, pero soy más listo que mis compañeros. Novato o no, seré sargento antes que cualquiera de los otros. El reportero y la socióloga tratan de convencerme, tienen un buen caso pero estoy distraído. Tengo otras cosas que hacer, además de atrapar a un asesino en serie. En cuanto pierdo a Bloom en el tráfico manejo al departamento de Hugh Mackay, jefe y amante de Alexa Bondurant, la esposa del capitán.

            Violo la cerradura. Encuentro un duplicado de llaves y uso mi pequeña caja de plastilina para sacar un duplicado. Llamo a la oficina del capitán Bondurant. No digo nada cuando contesta. Sólo quiero que revisen su listado de llamadas. Su mención en la agenda de rojos no será suficiente. Tienen que conocerse, hablarse. Tomo fotografías de la colección privada de Mackay, tiene a Alexa Bondurant en toda clase de escandalosas posiciones. Otra adición más a mi archivo creciente de material de chantaje. Me gustaría quedarme más tiempo, pero quiero que Bloom me encuentre de nuevo. Un hombre sin motivo está libre de sospecha, y viceversa.

            Sigo entrevistando conocidos de las víctimas. La clave, estoy seguro, debe estar ahí. Saco un duplicado de la llave de Hugh Mackay. Me reúno con Roy y la socióloga. Mencionan la pandilla de Alvarado. No es su modus operandi. Roy es terco, pero no me convence. Probablemente nuestro sádico es un homosexual que se odia a sí mismo, con acceso a un lugar lejos de la mirada pública donde pueda drogar y torturar a sus víctimas. Fantasías de poder y venganza. Los  pandilleros no son tan brillantes. Bloom me espía desde el otro lado de la calle. Dejo que lo haga. Dejo que me siga hasta mi casa. Duermo mal y con pesadillas. Laura me abraza. Flashes de mi infancia, como pequeñas fotografías en un gran mural que forma mi rostro. Mis padres eran estafadores y violentos, aprendí mucho de ellos. La manzana no cae lejos del árbol. Amanda no quiere hablar de eso al día siguiente.
- Dejé enterrado el pasado donde debe ir Russ, en el pasado. Están muertos Russ, ya no te pueden culpar por lo que le pasó a nuestro hermano. Fue un accidente de cacería y nada más.
- Es este caso, me hace pensar en él, este sujeto es un cazador Amanda… Hazme un favor, no le digas a Laura sobre mis pesadillas.
- ¿Crees que no se da cuenta?- Miro por la ventana. Bloom. Hijo de perra no me da espacio. Necesito espacio.
- Tengo que irme. Dile a Laura que le debo el desayuno.

            Utilizo a mis contactos. Mis soplones y yo tenemos buenos negocios. Nada que me haga rico, soy cuidadoso con eso, pero lo suficiente para hacerme de una pensión. Con Bloom sobre mi hombro no puedo aceptar el dinero. Empieza a sofocarme. Tengo que quitármelo de encima. No serviría de nada extorsionarlo, sólo lo haría odiarme más. Además, hijo de perra es honesto. Vaya descaro. No, si lo quiero de mi lado necesito a su jefe de mi lado. Bloom es un obediente perro faldero que siempre le lame las manos a su dueño, sonrisas Kirby. Me sigue al edificio de registros policiacos. Es hora de ganarme algo de espacio. Transcripciones de los interrogatorios de los sospechosos del caso Kirby, el teniente es quien hace las preguntas. Ni siquiera con asistencia de algún detective. Fue Kirby quien pidió los récords criminales. Eso me cuesta cien dólares. Valdrá la pena. Tengo la investigación completa, hasta el arresto final hecho por dos detectives cercanos a Kirby. Sonrisas dejó detrás de él un sendero de papel. Envío el paquete a Lydiatt y lo tendrá donde quiere. Envío el paquete a los abogados de los hermanos Port y saldrán libres. No, si quiero quitarme a Bloom de encima debo estar por encima de la sospecha. Tengo que estar libre de todo motivo. Llevo el paquete a la oficina del teniente Kirby. Bloom me sigue con la mirada. Apunta furiosamente en su bloc de notas. Me llama hiena, yo me río.
- El fiscal Lydiatt me encontró haciendo diligencias sobre el caso. Parece que varios de mis muertos tienen récords criminales, sodomía en su mayoría. Me entregó esto.- Le pongo el paquete de papeles en su escritorio y dejo que lo lea.- Me prometió una promoción rápida si se lo entregaba al abogado de los hermanos Port. Hijos de perra merecen una bala, no un perdón del juez. Al diablo con ellos y al diablo con Lydiatt. Seré nuevo, pero no me gusta que el fiscal me respire en la nuca. Quiero este caso, no el caso Phillips. Que cace rojos en su propio tiempo libre. Tengo mejores cosas que hacer.
- Simone me advirtió que esto podría pasar.- Los revisa de nuevo.- Son los originales. No hay manera de saber si sacó copias.
- ¿Qué hará teniente?
- Lydiatt los ha estado comprando a todos ustedes para ayudarle en sus casos de alta notoriedad. No se haga al inocente Mansfield, está incluido.
- ¿Se supone que le diga que no al fiscal? Sabe que pondrá al peor de sus asistentes a revisar mi caso. Tengo que tener prácticamente fotografías del asesino, confesión firmada y la bendición del Papa para cerrar este caso.- Sé que está pensando en Cecil Bondurant. No aparece en ninguna parte, pero aún sin mención era su superior y eso podría costarle caro. 
- Gracias detective. Ahora regrese a hacer su trabajo.
- Sí señor.- Reprimo la risa. Es la actuación de mi vida.

            Luego de comer en el precinto salgo a la calle. Presto, la cola se ha ido. No veo a Bloom por ninguna parte. Hora de trabajar. Directo a mi departamento secreto. Mi santuario. Añado las fotografías de Alexa Bondurant y el paquete de papeles que demuestran que Kirby violó procedimientos policiales para buscar a los asesinos de su esposa e hija. Regreso al departamento de Mackay. Otra llamada a Bondurant. Dejo que se enoje y cuelgue. Me río en cuanto cuelgo. Siguiente parada es la casa de los Bondurant. El capitán está trabajando, la esposa seguramente tendrá las piernas abiertas. Entro por una ventana, saco copia de sus llaves, serán muy importantes para mi rompecabezas. Los duplicados los hace uno de mis primeros arrestos, roba casas en temporada de vacaciones, yo miro al otro lado y recibo algunos billetes por mi omisión. No hace preguntas, sabe que no le conviene.

            Paso la tarde haciendo seguimiento de las beneficencias a las que Rimmer dedicaba tanto dinero. Nada particularmente escandaloso. Al menos no en la superficie. No dejo de pensar en Archie Lydiatt. Podría arruinar mi caso. Podría arruinar los planes de Vinnie paranoia. Lo sigo durante la tarde y la noche. La cámara con lente de largo alcance lista en el otro asiento. Nada que llame la atención. Necesito mugre. Quiero mugre. El sujeto habla con la prensa más tiempo del que habla en la corte. Es obvio que le importa más la publicidad que su trabajo. Estoy por darme por vencido cuando lo capto. Es un rozón, su mano contra la de su asistente personal. Una mirada fugaz. Hijo de perra. Me río mientras sigo a su asistente. Directo a un motel en Industrial. Archie Lydiatt, fiscal de distrito y distinguido miembro de la sociedad de Malkin tiene escandaloso sexo con su secretario y mi cámara registra cada sucio momento. Te tengo, hijo de perra. Recuerdo todos sus discursos de campaña sobre la fibra moral en peligro de desintegrarse por las prácticas sodomitas y me hace reír. Revelo las fotografías en mi laboratorio de revelado en mi santuario y las guardo celosamente. Serán útiles en un día lluvioso.

            Visita relámpago a los registros policiales. Otros cien dólares para no anotar mi entrada. Veinte para poder tener algo de privacidad. Escojo nombres en la agenda de rojos. Uno de ellos tiene antecedentes por posesión de tres armas exclusivas del ejército. El pequeño revolucionario, Terry Morrison es soltero y vive en Industrial. Una de las armas fue usada en un robo bancario, aunque nunca pudieron demostrar nada y, gracias a la incompetencia de la fiscalía, está libre. Le doy una visita agradable. Le digo que tengo evidencia que lo pone en ese banco, le muestro la agenda de rojos, mi pequeño libro negro que manejo con guantes y me hago pasar a su casucha.
- Conozco la rutina burgués.
- Perfecto, eso me ahorrará tiempo. Podemos empezar con lo que queda del dinero del banco.- Me suelta 300 dólares y sonrío.- No te conviene engañarme.
- La causa necesitaba el dinero más que yo. Pongo los intereses de los trabajadores antes que los míos.- Lo siento en una de sus sillas. Me pongo atrás, manos en los hombros. No se asusta. No necesito que lo haga.
- El dinero sólo es el principio.
- ¿Qué clase de chantaje es este oficial?
- No es chantaje.
- Pues no es recuperación revolucionaria.
- No, no es eso tampoco. Es homicidio.- Le rompo el cuello. Su cara queda girada hacia mí. No sintió nada pero el crac fue sonoro.- Le dejo la llave de los Bondurant debajo de la silla. No espero que los de Homicidio busquen todas las casas hasta encontrar donde cabe la llave, pero la liga anticomunista será más diligente. Sobre todo cuando plante el libro negro.

            En un teléfono público hago una llamada anónima a la liga anticomunista. Les digo que Gillbert Rimmer donaba dinero a Terry Morrison y su banda de rojos. Suficiente para hacer rodar la pelota. La mejor manera de seguir a alguien es llegar primero al lugar. La mejor manera de apuntar el dedo es dejar que alguien más lo haga.

            Otra noche de malos sueños. Malas conciencias que son como bromas pesadas. Me veo con el reportero, su esposa y Evelyn Kerley. La socióloga no está feliz de ver a Sarah, la esposa de Keller. Me llevan en el homo-tour. Restaurantes de encuentro. Bares gays. Hoteles discretos. Me tratan de ligar. Me hacen reír. Les muestro la placa y se dejan de bromear. El ángulo de comunistas purgándose entre ellos no sostiene mucha agua, y lo admito. Es más apetitoso que homocidios, sin duda. Aún así, en Malkin tiras una piedra y puedes golpear a una de dos personas, a un conservador de ultraderecha o a un rojillo.
- Ya admití que son homocidios.
- No me gusta esa palabra.- Socióloga, supongo que son todas iguales.
- Imagina que digo algo diferente Evelyn. Como sea, el punto es que buscamos a un hombre con acceso a drogas, lo cual no limita nada porque en esta ciudad podemos conseguirlas en cualquier esquina, pero este sujeto tiene mucho tiempo libre. La cronología es lo que más me molesta.
- Secuestrados y asesinados.
- Más que eso Roy. No, algunos son raptados por un día, otros por más tiempo. El asesino siempre tiene al menos dos personas secuestradas a la vez, ¿por qué? No parece muy práctico. Como es el caso de Stone y Owen. Stone muere el 25, Owen el 28. ¿Por qué unos duran más que otros?
- ¿Qué hay de la base de datos de gente desaparecida?
- Buena idea Sarah, sólo tengo que buscar homosexuales… Oh, espera, no hay filtro para eso. En lo que le concierne a la ciudad ellos no existen o son ilegales. No estoy diciendo que sea justo, de hecho es perverso.- Sonrío aunque ellos no le ven lo gracioso.- Mucha gente es reportada desaparecida. Tenemos una generación de jóvenes que escapan de sus casas para buscar el amor, la libertad y todas esas cosas de las que cantan los Beatles.
- Odio a los Beatles.
- Vamos Roy, ¿quién odia al cuarteto de Liverpool? Se me hacen graciosísimos.- Trueno los dedos.- Creo que puedo acelerar el proceso del laboratorio forense. Como todo en esta ciudad, costará dinero pero valdrá la pena. Llamaré al detective Dashwood, se lleva bien con el laboratorio.
- ¿Vas a buscar drogas?
- No, la sangre. Ya viste las fotos, algunos tienen sangre en todas partes, difícil de creer que vino de una sola fuente. Si el asesino se corta, su sangre estará en todas las víctimas. Es una manera de reducir nuestra lista de sospechosos.
- Sarah y yo hemos estado investigando, entrevistando nuevamente a la gente que intimidaste.
- ¿Intimidar? Si soy tan agradable persona, lastimas mis sentimientos.
- Dudo que los tengas.
- Vamos ya, señor seriedad.- Me da sus notas. Los hippies de la ferretería soltaron la sopa. Samuel Owen era promiscuo y violento. Podría ser algo, podría ser nada.- Lamento ser quien dé las malas noticias, señores defensores de la humanidad, pero el asesino es maricón. No hay duda. Los conoce a todos, lo suficiente para ganarse su confianza. Si seguimos escarbando encontraremos al maricón que une a todos y presto, asesino al descubierto.

            Dashwood me pide los 50 dólares que le costó conseguirme la información. El laboratorio forense necesita más dinero y personal. Dorff no gastará en eso, no cuando tiene a su ciudadano ejemplar y maricón de clóset Lydiatt para repartir justicia como monedas. Todas las muestras se perdieron, a excepción de las de Samuel Owen y Edmond Stone. Owen tenía sangre tipo RH, la de Stone, debajo de sus uñas y embarrada en su cuerpo.

            Me entero por terceros del asesinato de Morrison. No digo nada. El libro negro hace un agujero en mi saco. Quiero plantarlo ya. Quiero terminar el rompecabezas para que alguien más lo arme. Ya me imagino quién, o al menos, quién será el rostro público. Archie Lydiatt, que llega con su secretario personal y muerde almohadas personal. Difícil tomarlo en serio cuando tengo la evidencia en mi santuario. Me quiere en el caso Phillips. Me recuerda que me pagó para que atendiera ese caso, como nos ha pagado a todos.
- Y gracias por la contribución fiscal, pero a menos que quiera una factura deducible de impuestos por sobornar a un agente policiaco, yo no lo mencionaría tan casualmente.
- ¿Tú me vas a enseñar ética?
- No, el teniente lo hará. Tenemos un asesino en serie suelto.
- Mata maricones, ¿a quién le importa?
- A nadie, y a mí.
- ¿Te estás haciendo maricón chacal?
- Es hiena, y no, no me estoy haciendo maricón.- Me muerdo los labios para no gritarlo a los cuatro vientos. Podría terminar su carrera con una carta anónima a cualquier periódico. No me importa lo que me diga, me conviene que siga creyendo que me tiene en desventaja.- Bondurant y Kirby no tienen la cabeza atorada en el trasero a diferencia de otros. Este caso tiene prioridad.
- ¿Y por qué lo maneja un novato?
- Porque soy más listo, más hábil y, no olvidemos, más encantador. Vaya con el teniente, no conmigo. No tomo órdenes de abogados.

            Pasan los días y memorizo los horarios de Bondurant y Mackay. El esposo engañado y el amante de Alexa Bondurant. Hago un par de llamadas más a su oficina. Es otro pequeño detalle que no le menciono a Laura mientras cenamos.
- Eres muy descuidado Russ, ese Lydiatt suena peligroso.
- Mientras más grandes son querida, más fuerte caen.
- ¿Y qué harás, ponerle una demanda?
- Un hombre puede soñar. He oído rumores que nuestro caballero en armadura dorada no es tan dorado como dicen. Algunos dicen que tiene inclinaciones… griegas.
- ¿Griegas?- Tarda en entender la referencia. La marihuana la hace reír y me río con ella.- Eres un diablillo Russ. Sólo ten cuidado, estás nadando con tiburones.
- He hecho cosas peores.- Suena el teléfono. Lo contesto mientras Laura se sigue riendo y Amanda se toma otro ácido, contemplando el fresco en el techo que alineará los chakras.
- ¿Mansfield? Habla Carter, hay uno fresco en Figueroa y 122, en Broker.
- Sí, conozco el lugar. ¿Identificación?
- El azul que lo encontró revisó su cartera, Colston Hinckley.
- Gracias.- Llamo a Crowe. Le pido que atienda el caso antes que Carter nos gane. Le digo que soborné a los de azul en su precinto. Me cree capaz. No tiene idea de lo que soy capaz. Le digo que se comunique con sus familiares. Llamo al directorio reverso, consigo la dirección.

            Colston Hinckley era clase media. Lindo vecindario. Nadie me ve entrar a la casa. No escucho a nadie. Parece que vivía con su esposa, la tiene en una miríada de fotografías. Encuentro algunas obras literarias subidas de tono, no del todo comunistas pero definitivamente rojas. Coloco el libro negro detrás de sus libros. Voy a la escena del crimen. Crowe está consolando a la viuda. Le hago una seña para que ella se quede en el lugar. Examino el cuerpo. Heridas punzocortantes por todo el cuerpo. Una en el ojo, eso debió matarlo. Bañado en sangre. Pido un análisis de la sangre, que busquen tipos y sustancias narcóticas. Ya tengo una idea de lo que encontraré. Ninguna herida a los genitales, ningún rastro obvio de violación aunque sus pantalones están hechos jirones y perdió la camisa. Nadie vio al que tiró el cuerpo. No esperaba tanta suerte.
- Crowe, ve a su casa, busca en cada rincón. Deshaz los muebles de ser necesario. Tenemos que encontrar un común denominador.
- Lydiatt…
- Olvida a Lydiatt, el cazador de rojos está demasiado ocupado con Phillips. Si quiere convertir a ese luchador social en un bolchevique no es nuestro problema. Tenemos algo más grande aquí.- Me enciendo un cigarro y le paso otro a la viuda, quien ya no quiere ver el cuerpo.- No se preocupe señora Hinckley, ya se lo están llevando. Estará en la oficina forense por más de un día me temo, estamos sobre el límite. Necesito hacerle algunas preguntas. ¿Cuándo lo vio por última vez?
- El tres de mayo… Pensé que me había dejado.
- ¿Problemas en el matrimonio?
- Sí…
- Amante.
- Sí…
- Amante masculino…
- Hijo de perra era maricón y andaba por todas partes haciendo no sé qué con no sé quién.
- ¿Nombres?
- Siempre mentía, pero lo seguí una vez a un bar, el Top algo…
- Top Dog.
- Sí, estaba lleno de maricones. Cuando desapareció pensé que me había dejado. No era raro que se fuera, pero siempre regresaba tres o cuatro días después. No pensé en reportarlo, pensé que esperaría un par de días más.- Se quiebra y echa a llorar. Llamo a Roy, que revise el Top Dog. No quiero volver ahí, el dueño no me tiene estima desde la última vez que nos vimos.


6.-
            Josephine y yo teníamos nuestros problemas, como cualquier pareja. Nada fuera de lo común. Ella me fue fiel, y yo le fui fiel. No aguanto ver a Cecil, mi mejor amigo. Otra noche de seguimiento. Otra noche en que Alexa tiene que llegar tarde por complicaciones laborales. La veo besándose con Hugh Mackay en la entrada del edificio. No puedes confiar en nadie en estos días. Cecil confía en mí. Tengo que decírselo. Me invito a cenar. Se lo digo de frente. Tardé porque quería estar seguro. Cecil tiembla y reprime las lágrimas. Le sirvo cognac.
- Yo también sospechaba algo, pero es esta maldita generación. Todas las mujeres quieren salir adelante, tener carreras. No sé, me autoengañé pensando que esas largas horas nocturnas eran su manera de… No sé, de salir de donde estaba, conseguir algo mejor. Siempre le di ánimos para que triunfara en el medio laboral aunque Dios sabe que no necesitamos el dinero.
- No sé qué decirte Cecil. No sé si quieras divorciarte, o ir a terapia… Realmente no sé qué decirte.
- Viniste a mí, me dijiste la verdad. Me has dicho suficiente Rick, gracias.

            Salgo de su casa, pero no arranco el auto. Me estaciono a media cuadra. Lo pude ver en sus ojos. Sale dos minutos después, acelerando a toda marcha. Lo sigo hasta el departamento de Hugh Mackay. Trato de detenerlo, pero es más rápido que yo. Tira la puerta de una patada y lo agarra a golpes. Mackay grita asustado. Alexa se viste rápidamente. Yo los separo como puedo.
- ¡Basta! No tires todo tu trabajo por la borda por esta escoria Cecil, sabes que no vale la pena.- Él mira a su esposa. Le quito el arma, por si acaso.- Vamos, te quedarás conmigo esta noche.
- Al diablo con eso, y al diablo contigo mujerzuela. Trata de quitarme a mis hijos y te enterraré seis pisos bajo tierra, ¿me entendiste? Jugaste con la persona equivocada. Y tú, Hugh, te estaré vigilando bien de cerca. Una multa y haré que los cargos te lleven a prisión el resto de tu vida.
- Vamos.
- Está bien, está bien. Pero iré a mi casa. Esa zorra puede quedarse aquí.

            No puedo dormir. Bonnie y Lois, mis sobrinas, tampoco pueden dormir. Les leo cuentos como hacía con Rick junior cada que llovía. Los ronquidos de Joe resuenan por la casa. Está dormido por alcohol, nada lo despertará. Se duermen en mis brazos. Paso la noche entre ellas dos, mal acomodado pero feliz. Aún huelo la cordita y la pólvora. Los hermanos Port podrían salir libres si Lydiatt tiene una copia del paquete que le entregó a Mansfield. Russ es novato, pero no estúpido, sabe que le conviene estar de parte de la policía y no de un político que no durará mucho tiempo más. No si sigue quemando puentes como ha estado haciendo, inflando el caso Phillips en su cruzada contra los que atentan contra la fibra moral de la sociedad. Llego a la oficina antes que Cecil. Hombres trajeados registran su oficina.
- ¿Qué creen que hacen?
- Somos de la liga anticomunista, teniente Kirby. Investigamos a Cecil Bondurant. Es su mejor amigo, ¿no es cierto?
- Traté de detenerlos teniente.- Dice el sargento Bloom.- Iba a arrestarlos.
- La liga no puede hacer esto, no puede investigar a nadie, no de esta forma. Sargento, arréstelos.
- Pueden si tienen una orden de registro.- Lydiatt. Su intento con Mansfield fracasó, de modo que va tras mi superior.
- ¿Bondurant ahora? No te basta con usar a mis detectives.
- Tenemos evidencia suficiente.
- ¿Qué evidencia? Cecil no es comunista y nunca lo ha sido.
- Encontramos un libro negro, una agenda de comunistas. Su nombre estaba escrito en él, con su caligrafía además.
- Imposible.
- ¿Conoce a un comunista llamado Terry Morrison? Alguien le rompió el cuello.
- Si me dice cuándo pasó, estoy seguro que Cecil tendrá una coartada.
- Sin duda, por eso no agregó los cargos de homicidio y entrada forzada. El señor Morrison tenía llaves que, según probamos esta mañana, son de la casa del señor Bondurant.
- No puede ser, ¿realmente quieres hacer esto, Lydiatt?
- Mis manos están atadas teniente. ¿Qué tan cercano es al capitán Bondurant?
- Mejor amigo.
- Único amigo, según he escuchado.
- ¿Y?
- Vamos a revisar la vida del capitán con lupa, más le vale estar limpio teniente, porque juro por Dios que no descansaré hasta terminar con cada rojo en Malkin.
- Puedes evitarte los discursos políticos Archie. No están las cámaras.
- No, ellas llegarán en una hora.- Me voy en cuanto veo llegar a Cecil con resaca y nudillos heridos. No quiero que Lydiatt lo vea así. Lo llevo a la cafetería frente al edificio.
- ¿Qué está pasando Rick?
- No sé, pero lo voy a averiguar.
- Todo es tan ridículo, tú me conoces desde que estábamos juntos en azul. Sabes que nunca…
- No tienes que terminar la frase.
- ¿Qué hacemos?
- Pelear.
- Alguien no quiere que sea jefe de detectives.
- Simone.
- Él es tan paranoico como la liga anticomunista. Lydiatt podría ser su mandadero. Es su modus operandi. No se ensuciaría las manos él mismo.

            Cecil va con sus abogados. Me reúno con el sargento Bloom. Revisamos los casos de Archie Lydiatt. Tengo evidencia circunstancial de sobornos hechos a mis detectives.          No es suficiente. Percival revisa los casos prestando atención a los testigos de los abogados de la defensa. Al menos tres testigos fueron arrestados uno o dos días antes de testificar. Las evidencias circunstanciales, o francamente sucias. La clave de su éxito. Revisamos a los detectives que hicieron los arrestos. En los tres casos el detective es el mismo, Francis Barlow. Lo hago llamar a mi oficina.
- ¿Quería verme teniente?
- Regis, King y López.
- ¿Perdón?
- Regis, King y López. Puede decirme la verdad o puede ser suspendido sin paga. Sé de los sobornos que el fiscal ha estado regalando a mis detectives y Dios sabe a cuántos otros. Sé que cierran sus casos.
- No, teniente, por favor, no es así.
- Pero esto es diferente. Regis, posesión de marihuana. Revisé el expediente del laboratorio, su sangre estaba limpia. ¿Cómo supo?
- Bueno, estaba actuando sospechosamente…
- Y es sólo una coincidencia que fuera el testigo estrella contra un caso de Archie Lydiatt. ¿Qué me dice de King y López? Asalto agravado y posesión de un arma. Esa arma había estado en el locker de evidencias. Eso es ilegal, pero usted ya lo sabe. ¿Cuánto le pagó?
- No es como si fuera el único…
- Pero es el único que no cubrió sus huellas. ¿Justo? No, no es justo. Pero no merece justicia detective Barlow.
- No empezó por dinero, lo juro. ¿Recuerda el arresto de hace tres meses del sujeto con cocaína y la prostituta muerta en el maletero? Tenía a Jack Mulligan contra las cuerdas. Hijo de perra saboteó mi caso. Dijo que volvería a pasar, a menos que jugara su juego.
- La próxima vez viene a mí. La próxima vez no sólo haré que lo despidan, haré que lo arresten. Quédese en su escritorio. Será entrevistado en unas horas. Dirá la verdad.- Barlow se remueve en su silla.- ¿Quiere decirme algo? Deje de mirar mi cicatriz, porque no estoy sonriendo. Te haré pedazos si los medios no lo hacen. Si quieres salvarte, y seguir siendo detective, dirás la verdad o enfrentarás las consecuencias. Ahora lárgate de mi oficina.

            Llamo a Roy Keller. Huxley estaría interesado. Tirar abajo figuras públicas siempre sube los ratings. Vincent Simone está metido en esto, jalando los hilos desde la oscuridad como siempre lo hace. Nadie ha podido ir contra el jefe de detectives sin perder algo a cambio. Bondurant terminará en prisión por cargos inventados si empiezo a investigarlo. Además, para cuando pueda investigarlo, ya estará retirado y su sucesor lo estará protegiendo. Por ahora, no puedo tocarlo. Por ahora. Suena el teléfono, es Bonnie. Mi hermano Joe no despierta. Pongo al día al sargento Bloom y voy directo a la casa. Lo reconozco en cuanto lo veo, coma por ingestión alcohólica. Llamo a una ambulancia. Dejo a las niñas con los vecinos. Bonnie y Lois lloran, les limpio las lágrimas. Les digo que todo estará bien. Les miento.

            Joseph despierta en el hospital tras un lavado de estómago. Vomita su peso en alcohol y comida. Quiero ahorcar al hijo de perra. Hermano o no, dejó a mis sobrinas sin atender y pudo haber muerto. Rastreo a Alice, la encuentro en casa de su hermana. Llega al hospital con un abrigo de mink que, estoy seguro, no se lo regaló Joseph.
- ¿Va a vivir?
- Sí.
- ¿Entonces para qué me llamaste?
- Porque todavía tienes un anillo en el dedo. Es mi hermano, pero tengo mucho trabajo esperándome y no puedo quedarme aquí a sostenerle la mano. Casi se muere Alice, de no haber sido por Bonnie, quien me llamó, lo habría encontrado muerto en la noche.
- Hijo de perra siempre fue egoísta. ¿Esperas que me quede yo?
- Podría pedirte que cuidarás de tus hijas, pero están más seguras con mis vecinos.
- No son tus hijos Rick, no importa cuánto quieras que lo sean. Son mis niñas y se las quitaré a Joe, el bastardo me debe al menos eso.- Gruño y me contengo de darle una bofetada.

            Cecil me llama por la radio, Lydiatt y el departamento de justicia están pensando en levantar cargos. Le aseguro que todo estará bien. Tengo al cuarto poder de mi lado.  Para cuando llego a la comisaría Huxley y Keller ya entrevistaron a Barlow, quien soltó la sopa. Insuficiente, dice Huxley, Roy opina diferente. El siguiente en la lista es el fiscal de distrito. Los acompaño al departamento de justicia, les digo lo que tengo. Sobornos a policías durante sus casos importantes, negarse a cooperar con ellos e incluso sabotear casos seguros, además del testimonio de Barlow sobre la sistemática desacreditación de testigos. Huxley quiere saber sobre el asesino en serie, no le digo nada. Estoy seguro que Keller también lo mantiene a oscuras.

            Alfred Huxley, Ojos sobre Malkin, realiza las preguntas que Roy redactó para él mientras el camarógrafo se enfoca en Lydiatt. Es un político nato, sabe cuando sonreír y cuando aparentar que le importa un bledo esta ciudad. Las preguntas suben de tonos. Acusaciones de obstrucción a la justicia, sobornos y malversación de fondos públicos. Lydiatt pierde el encanto. Se niega a contestar. No importa, su negación lo hará ver más culpable. Incluso si Huxley no corre la historia, estoy seguro que Roy la mandará a los periódicos. Sigo a Lydiatt al estacionamiento, empujo a su secretario personal y de un manotazo le suelto la bofetada que quería darle a Alice.
- ¿Qué pasará cuando Huxley se interese en la historia?, ¿qué pasará cuando busquen más profundo, cuando te examinen bajo la lupa? Enfréntalo Archie, te derretirás frente al foco público.- Lydiatt me mira asustado. No esperaba que lo golpeara.- Si el capitán Bondurant es arrestado puedes apostar lo que sea que personalmente me encargaré que encuentren algo con qué colgarte.
- ¿Quieres tirar tu carrera por la borda?
- Si eso significa ahogarte conmigo, estoy dispuesto. No me retes Lydiatt.- Lo dejo balbuceando y temblando de nervios.          


7.-
            Duncan Poole tiene todo grabado. Huxley no está seguro si correrá la noticia. Ha encontrado un cómodo nicho reportando sobre el peligro de los homosexuales y los rojos. Es uno de los fans de Lydiatt y no me sorprende. Ambos son igual de egocéntricos y estúpidos. Dinah cree que lo tiene bajo control, pero antes de quebrarse, antes de bajar del 90% muchos inocentes irán a prisión y muchos culpables se saldrán con la suya. Tengo que hablar con ella, es algo que pospongo pero no puedo dejar de pensar en ello. No puedo dejar de pensar en ella.
- Lucas, ven conmigo.- Salimos de la casa. Sus pupilas están dilatadas y sus ojos rojos.- Estás drogado y lo sabes.
- Tú no sabes nada…- Lo empujo contra mi auto.
- Mira García, esto es más que un escape. No te voy a dar un sermón, es una advertencia. Sé que te echaron de la academia por homosexual. Y en este momento es muy peligroso ser como eres, alguien está matando homosexuales. Tienes que evitar ir a esos bares y puntos de reunión.
- Tú no sabes lo que es…- Se quiebra en lágrimas. Se apoya en mi hombro. Necesita un hombro.- Fui a terapia pero no me sirvió. ¿Tú crees que me gusta ser como soy? Lo detesto, pero no lo puedo controlar.
- Por ahora, hasta que encontremos al asesino, prométeme que no irás a esos lugares.
- Sí, no voy de todas maneras.- Se limpia con un trapo y trata de contenerse. Le doy algunos minutos hasta que sale Sarah, gritándole a su padre.
- Ese hombre me volverá loco. Gracias a Dios no quiso vivir contigo Roy… Lucas, ¿estás bien?
- Sí, no es nada. Falleció una tía, me tiene muy emocional.
- Llamó Evelyn, quien llamó a Russ, quiere que nos reunamos.
- Vamos.

            El detective Mansfield accede a buscar entre los expedientes de personas desaparecidas. No todas las víctimas se reportaron oficialmente. Los reportes no incluyen comentarios sobre su sexualidad o posición política, pero sí apuntan algo que casi todos los muertos tienen en común, con excepción de Samuel Owen, su estado de casados. Su placa nos abre las puertas y pone a varios uniformados a trabajar, a cinco dólares por cabeza, más otros veinte para poder ver los registros. Todo en Malkin cuesta dinero. Reducimos la búsqueda entre los tres, sabemos que el asesino tiene a dos secuestrados a la vez, de modo que con Colston Hinckley muerto, raptado el tres de mayo, entonces tendríamos que buscar por esas fechas recientes. Eventualmente damos con cuatro nombres.
- Phil Siegel, Fred Shuster, Austin Andrews, Louis Dodd. Todos reportados desaparecidos entre el dos y cinco de mayo.
- Austin Andrews… Me parece conocido. Revisaré los nombres.- Russ no se queda para despedirse y se va corriendo.
- Todos dicen lo mismo, la esposa no sabe adónde fueron, o en el caso de Siegel y Shuster, salieron de la ciudad y no han vuelto.- Dice Sarah.- Eso deja a Andrews y Dodd.
- Si el asesino está siguiendo la misma lógica de siempre, los habrá cazado en bares gays. Yo me ocupo de eso.- Dije, mientras me encendía un cigarro.- Pensándolo bien, mejor ustedes dos vayan al Top Dog, yo iré a los otros bares que Evelyn mencionó.

            El día termina, los bares empiezan a llenarse. Nadie usa los accesos traseros. Hospitalizo a un par de sacaborrachos hasta encontrar al dueño y confrontarlo con las fotografías de Louis Dodd y Austin Andrews. Incluso cuando les rompo los dedos no los conocen. La clave está en hacerlo rápido, antes que alguien llame a la policía. Gracy’s es distinto. El sacaborrachos tiene un arma. Esperan problemas. No quiero matarlo, de modo que lo tomo por la espalda y lo asfixio hasta dejarlo inconsciente. El dueño sale huyendo por un acceso lateral. Lo persigo hasta un basurero. Lanzo una tapa  de basurero metálica que da contra sus piernas y se tropieza. Le zafo el brazo del hombro. Tapo sus gritos. Pongo las fotografías delante de él. Sabe lo que será de él si me miente.
- A Nadie le importa.
- Tú no eres policía, no puedes.- Lo acuchillo en el costado. Mucha sangre, pero ninguna herida mortal. Yo lo sobreviví en la jungla y sin hospital, él no tendrá problemas. La sangre lo asusta.
- Esperabas problemas.
- Colston, él iba todo el tiempo a mi bar. Cuando leí que estaba muerto imaginé que vendrían a clausurarme, no pensé que vendrían a matarme.
- ¿Qué hay de estos dos?
- No sé cómo se llaman.
- Louis Dodd y Austin Andrews. ¿Cuándo los viste por última vez?
- Creo que sí, sí los conozco. Louis el cuatro y Austin el día siguiente…
- ¿Me estás mintiendo?
- No te estoy mintiendo. ¿Por qué te mentiría? Creo que me voy a morir.- Para cuando se da vuelta ya salí del callejón y me estoy subiendo al auto.

            Llamo a casa desde un teléfono en una farmacia. Sarah tiene noticias. Russ encontró que Louis Dodd golpeó a su vecino por ser homosexual. Podría ser el asesino. Le digo que Hinckley estuvo en Gracy’s, que Dodd y Andrews pasaron sus últimas horas libres ahí antes de ser secuestrados. Le digo que iré a ver a Blake. No le miento, pero no menciono que primero veré a Dinah. No puedo evitarlo, tengo que hacerlo. Me digo a mí mismo que no es para reemplazar el mal olor del callejón, el olor de la selva, para poder oler su perfume. Me digo muchas cosas, pero al final no importa. Tengo que verla. Accede a vernos en un bar en Morton donde no será reconocida. Conozco el lugar, queda frente a un hotel. Sé sus intenciones. Desconozco las mías.

            Dinah huele bien. Mejor de lo que recordaba. Siempre huele mejor de lo que recordaba. Es embriagante. Declino la cerveza. Enciendo un cigarro con manos temblorosas. Le digo que es el caso, que son las víctimas inocentes, pero le estoy mintiendo. Ella lo sabe.
- Michael está convenciendo a los asistentes del señor Luther King para que venga a Malkin.
- Es un paso en la dirección correcta, imagino que fue tu idea.
- Michael está demasiado ocupado con la bebida y las pastillas.
- Sabes del asesino en serie, ¿qué están haciendo para proteger a los maricones?
- No es fácil. Es ilegal la sodomía, y el simple hecho de anunciarse puede suscitar cargos de conducta lasciva. ¿Por qué siempre escoges casos perdidos?
- Porque yo soy un caso perdido.
- Estamos en posición difícil ahora mismo, hay demasiada tensión. Lydiatt está convenciendo a todos que estamos bajo la sombra roja.
- Lydiatt es una fichita.
- Está bajo control.
- ¿Bajo control? Tiene a policías bajo la nómina para sabotear a testigos que podrían ser un problema. Le diste una meta imposible, pues está haciendo cosas imposibles para lograrlas.
- No puedo tocarlo. Es amigo de Michael.
- ¿Qué hay de los homosexuales? Debe haber algo que puedas hacer al respecto. Cualquier gesto sería bienvenido. Siempre habrán tensiones Dinah, pero no llegaste al poder simplemente para mantener a esta ciudad bajo las mismas condiciones que tus predecesores.
- Veré qué puedo hacer… Por cierto, ya es un poco tarde, ¿por qué no pedimos algo a la habitación? Sabes que te debo mucho.
- No puedo Dinah, tengo que verme con Blake, si lo dejo mal será la cuarta vez en  una semana.
- En otra ocasión entonces.- Me toma de las manos y sonríe. Olvido todo por un momento.- ¿Qué es lo que pasa?  Y no es tu esposa, eso no te detuvo antes. ¿Ya no confías en mí?
- La verdad… No lo sé. Confío en ti, pero no en los tiburones con los que te rodeas. ¿Cuánto estás dispuesta a sacrificar para mantener el poder ahora que lo ganaste? Pruébame equivocado, protege a esta minoría. Empieza por limpiar Alvarado, las pandillas se salen de control.

            Blake me hace pasar. Habla de terapia. Mi mente está en otras cosas. Blake sospecha de Louis Dodd por su récord criminal, no sería el primer homosexual que golpea a otro para fingir. Su argumento es bueno, el asesino podría desaparecer, hacerse pasar por víctima. Sólo una manera de saberlo, encontrándolo. Le digo de mis sospechas sobre Lucas García. Si Mansfield tiene razón, García cae en ese prototipo, y por eso no quiero que Mansfield lo sepa. He visto cómo conduce sus investigaciones.
- ¿Tienes miedo que le eche encima todos los muertos? No sería la primera vez en Malkin.
- Lo sé, pero ¿y si es el asesino?
- Por lo que me han dicho, mantiene cautivos a sus víctimas por períodos extendidos de tiempo, al menos algunos, ¿Lucas ha faltado al trabajo?
- No que yo sepa.
- Ahí está el detalle Roy, ¿quién tiene días enteros para torturar a sus víctimas?
- No tiene que torturarlas todo el día… Aunque admito que no entiendo cómo piensa este demente. ¿Podrías revisar el caso de Dodd y buscar algún registro legal de Austin Andrews?
- Mañana en la mañana.- Enciende un cigarro y me mira como si fuera mi padre.- Sarah llamó, pensó que estabas aquí. Le dije que te había mandado a buscar unos papeles. ¿Dinah Dorff?
- Sí, pero no es lo que piensas.
- ¿No lo es?
- No, aunque ella lo intentó. Dinah puede hacer que me desconecte.
- Eso siempre es más fácil que enfrentar la realidad, ¿no es cierto?
- No tengo tiempo para terapia Blake.
- ¿Sigues cargando con tu máscara?
- Necesitaba información. Mansfield me oculta cosas, estoy seguro. Le pago con la misma moneda.
- Ya llamé a Roman y a tus fuentes, todos estaremos buscando a Louis Dodd y Austin Andrews. El que Sarah se involucrara, ¿fue tu idea o la suya?
- La suya, me pareció… Adecuada. Tú me lo dijiste alguna vez, tengo la propensión a tomar las cosas demasiado personales.
- Te lo digo todo el tiempo.
- Se está rebelando contra su padre. No es parte de mi club de fans.
- Todo el tiempo que perdiste en la selva Roy, ella también los perdió. En cierta forma, estaba en la guerra contigo.
- No Blake, allá estás solo. Irremediablemente solo.
- Entonces es bueno que Sarah trabaje contigo.
- Al menos así puede dejar de pensar que tengo un amorío con Evelyn Kerley.- Me mira a los ojos. Sé lo que preguntará. Le ahorro la saliva.- No lo tengo. Nadie… Se ha comportado bien.
- Estás tenso, llevas días sin dormir en un caso que te está volviendo loco Roy. Es trabajo policial, tú eres un reportero.
- Y la policía no quiere llegar a la verdad. Mansfield quiere la gloria, sin importar a quién crucifique. La policía en general no investiga “homocidios”. Alguien tiene que hacerlo. Hay gente en esta ciudad, en todos los niveles del poder, que creen que nadie puede tocarlos. Y tienen razón Blake, Nadie puede.
- Toca en suficientes puertas Roy, encontrarás al diablo.
- El diablo está en Vietnam.
- Tú trajiste ‘Nam a Malkin.

            Buscamos a los desaparecidos por todas partes. Entrevistas. Interrogatorios. No dejo de pensar en lo que dijo Blake. Traje la guerra a casa. La casa ya estaba en guerra, pero sólo si te importa. Si no te importa, puedes convencerte que es normal. Es fácil ser parte del problema, ser parte de la política del odio. No dejo de pensar en Dinah, pero por otras razones. ¿Le creo? Aún no sé cómo contestar la pregunta. Algo es seguro. No movió un dedo por Alvarado en Baltic. El lugar sigue siendo un nido de ratas. Cuando cae la noche traigo la guerra. Cuando cae la noche traigo la sangre. Fueron advertidos en más de una ocasión. Las patrullas dejan de circular en la noche. Nadie puede tocarlos.

            Las botas son silenciosas. La lluvia tapa lo ruidos. La adrenalina altera mis sentidos. Uso la jungla a mi favor. Las callejuelas y callejones son perfectos. Los tomo por sorpresa en pequeños grupos. Nadie rompe cuellos. Nadie rompe brazos. Nadie apuñala rodillas. Nadie es incapaz de detenerse. Los quiere a todos. Ellos son V.C. Ellos son el enemigo. Nadie carece de piedad. Nadie carece de cualquier cualidad humana. Nadie es un rostro que no se expresa. Un rostro muerto. Gotas de sangre lo ensucian. No lo nota. Cada golpe, cada patada, cada navajazo. Nadie no se queja. Nadie sólo se torna más violento. Más desesperado. Nadie mantiene la guardia. Nadie sobrevivió ‘Nam porque jamás bajó la guardia. Dinah Dorff no envió el mensaje. Nadie lo hizo. Treinta heridos de gravedad. Nadie regresa al auto. Roy se quita la máscara, se revisa el cuerpo. Necesita algunas puntadas y tendrá moretones por varios días. Roy maneja a casa a Roman. Roy se enciende un cigarro. Trata de calmarse. Roman abre la puerta y le lleva a su mesa de operaciones, donde tenía esperando una muda de ropa.
- Sarah dijo que estuviste extraño todo el día, esperaba que hicieras algo estúpido.
- Roy está bien… Yo estoy bien. Todos ellos se declararon inocentes. No lo eran. Quizás no sean el asesino en serie, pero no son inocentes. Charlie no es inocente. Charlie es Charlie solíamos decir. Adulto, mujer, niño, anciano. Charlie es Charlie. Samuel Owen era uno de ellos. Stone creció con ellos aunque no fue tan duro como para ir con palos con alambre de púas.
- No te muevas, tengo que suturar.
- Recuerdo partes…
- ¿De la guerra?
- De ahora. Recuerdo que pregunté por los muertos y los dos desaparecidos. Austin Andrews luchó contra ellos, lo llamaron neo-comunista, un luchador social. Nadie que importe le prestó atención, ahora está desaparecido. Debió ir a todas partes para que limpiaran Alvarado. Yo fui con Dinah y eso no sirvió.- Roman termina los puntos en mi costado y enciende el televisor.
- Quizás te escuchó en parte.- Michael Dorff en la pantalla. Archie Lydiatt a su derecha. Dorff tiene la nariz roja. “Borracho Dorff” le dicen en los periódicos.
- “… Protegeremos a las minorías porque somos el partido que reformará a esta nación y ese cambio empieza aquí, en Malkin. Nuestro fiscal de distrito, el señor Lydiatt, ha prometido justicia pronta y expedita y, conciudadanos, pueden apostar en ello.”
- Apágalo, es tortura. Lydiatt sabotea casos y soborna policías, su idea de justicia pronta y expedita depende de las probabilidades para ganar un caso.- Suena el teléfono mientras me visto. Roman me lo pasa, es Blake.
- Estuve averiguando algunas cosas sobre Austin Andrews. Su hermano lo reportó desaparecido, pero lo anotó como casado, cuando en realidad se divorció hace meses. Sarah habló con la ex, el señor Andrews es, o era, homosexual. Tiene un cargo por sodomía y orden de restricción contra un tal Frank Sellesby, quien también tiene cargos por sodomía y ahora radica en San Francisco. La ex confió en Sarah, le dijo que se estaba viendo con alguien. No sabía con quién desde que ya estaban divorciados y sólo se veían cuando recogía sus cosas de la casa.
- Y el novio misterioso podría ser el asesino.
- Podría ser. Ahora, aquí es donde se pone más raro. La ex reconoció a Gillbert Rimmer, definitivamente fueron amantes, de hecho eso causó que se divorciaran.
- Evelyn tenía razón, la comunidad homosexual es cerrada, no es de sorprender que se conozcan. ¿Mansfield lo sabe?
- No sé, ¿por qué?
- Creo que nos oculta información. Cuando revisamos los expedientes estaba muy interesado en uno de ellos, dijo que lo conocía de alguna parte.- Cuelgo y el teléfono suena de nuevo.- ¿Residencia Fox?
- ¿Roy?
- Sarah, ¿qué ocurre?
- El teniente Kirby está aquí, quiere hablar contigo.
- Si tengo que correr dime que todo está bien.
- No creo que sea así, de hecho pidió hablar con el rostro sin expresión. Creo que necesita algo.

            El nudo en el estómago me acompaña hasta la casa. Kirby me espera afuera, fumando nerviosamente. Le doy la vuelta a la manzana. Vino a solas. Me mira torcido, pero olvida que su última visita fue para arrestarme.
- Parece que alguien limpió las calles en Alvarado.
- Nadie.
- Exacto. Ningún muerto. ¿Quieres una medalla?
- Por correo.
- Lydiatt quiere arrestar a mi capitán, Cecil Bondurant. Hay evidencia que apunta que es comunista, pero estoy seguro que es falsificada. A Cecil le importa Roy. No es otro traje más. No sería mi amigo si así fuera.
- ¿La respuesta de Lydiatt a la investigación de Huxley?
- No, es anterior. Se complicaron las cosas cuando descubrieron que su esposa tenía un amorío con su jefe y Cecil lo amenazó y golpeó. Parece que el jefe, Hugh Mackay, estuvo llamando a su oficina en los últimos días. Cecil quiere ser jefe de detectives, pero con esta mancha, no será posible.
- A menos que atrapen al asesino.
- Y que no esté en prisión. Sobre todo lo segundo.
-  Y Lydiatt cree que nadie puede tocarlo.
- Yo sé que Nadie puede.- Tira el cigarro y bufa.- No estaría aquí si no estuviera desesperado. Ahora mismo no confío en ninguno de mis hombres. Y Lydiatt, sólo digamos que está bien protegido. Huxley no correrá la historia, ¿o sí?
- No creo, pero seguiré presionando. Dice que mucha gente saldrá libre de prisión. Culpables e inocentes. Yo creo que todos merecen un juicio justo, culpables o inocentes.- Me pasa la dirección escrita a mano. La memorizo y rompo el papel en pedacitos.
- Nadie puede Roy. Dios me perdone, pero Nadie puede.
- Recuérdelo, la próxima vez que quiera arrestarme antes de escuchar mi versión de la historia.

            Reúno la grabación del detective Francis Barlow. Admitió ser sobornado por Lydiatt quien, usando dinero del erario público, no sólo dio preferencia a sus casos, sino que desacreditó testigos creando evidencias falsas o robándolas. Y Barlow es uno de muchos. El único que Kirby encontró. Si se escarba más profundo, saldrán más detectives. A Kirby no le importa. Quemaría al departamento si eso significa limpiarlo. A Kirby le importa. A Lydiatt no, por eso manejo a su casa y salto por encima del muro. Violo la cerradura y entro en silencio.

            No puedo arriesgarme a que reconozca mi voz. Dejaré que mi automática hable. Traigo mi otra arma también, una grabadora con la copia de la entrevista al detective Barlow. Subo las escaleras de caoba y escucho el rechinar de la cama. Lydiatt y su amante están manteniéndose calientes durante la tormenta. Algo no suena bien. Me apoyo contra la pared, listo para lo que sea. Algo despertó mis alarmas. No escucho a una mujer, escucho a dos hombres. Lydiatt es homosexual. Pateo la puerta con tanta fuerza que se cae del marco. Enciendo la luz y les apunto con la pistola. Archie Lydiatt, fiscal de distrito y su secretario personal. Se separan rápidamente. Tan rápidamente como la fibra moral americana de la que tanto habla. Miran el arma, no la máscara. No hubieran durado un día en la selva. Enciendo la grabadora. Dejo que la voz de Barlow llene la habitación. La tensión es palpable.
- No, por favor, no me mates…- Ruega el asistente.
- ¿Tienes idea de quién soy?- Ladeo la cabeza. Apunto hacia el baño con la pistola. No reaccionan. Disparo a la cama entre ellos. Ahora se mueven.- Te voy a encontrar y….- Golpe a la nuca. Su amante lo arrastra al baño. Dejo la grabadora encendida del otro lado de la puerta. El asistente se acurruca contra la puerta, pregunta si lo voy a matar. Le doy un mensaje para su novio.- A Nadie le importa.

            En la mañana le insisto a Huxley que corra la noticia, pero se niega. Paso por el Malkin Times. El editor sabe que soy de confianza. Le dejo una copia del video para que se haga cargo, siempre y cuando me deje fuera del artículo. Le digo que escarbe en la vida personal de Lydiatt y en la de su secretario particular. Suficiente para abrirle el apetito. Para cuando llego a casa Sarah no está, pero gracias a Dios su papá no está tampoco. Suena el teléfono en cuanto me abro una cerveza. Es Sarah.
- Encontramos a Louis Dodd. Lo dieron por muerto en la calle, pero despertó en la ambulancia, está en la clínica Mercy bajo cuidados intensivos. No sé si se salve Roy.       


8.-
            Dashwood me dice que los forenses casi se mueren de un ataque al corazón cuando Dodd empezó a moverse. Juzgando por la cantidad de sangre debería estar muerto. Lo sigo a la clínica Mercy. Sarah Keller llega poco después, después el reportero. Los doctores nos quieren sacar. Yo saco mi placa.
- Lea lo que dice ahí. Si se fija bien doc, en letras pequeñas, dice que entro a donde se me antoje. Tengo que procesar la evidencia antes que la echen a perder.
- Está al borde de la muerte detective Mansfield.
- ¡Y si no lo hago otros lo estarán!- Lo empujo y reviso la poca ropa que le quedaba cuando lo encontraron. Limpio la sangre de sus manos y uso una pluma para sacar lo que tiene debajo de las uñas. Piel y óxido con pintura verde. Logran sacarme de la habitación.- Dash, quédate con él a ver si despierta y  nos dice algo.
- ¿Desde cuándo trabajo para ti novato?
- No hay tal cosa como una comida gratis, ¿es eso?
- Más o menos.- Le doy diez.- Diez dólares, o puedes llenar el reporte, tu elección.
- Me quedaré.
- Eres sabio Dashwood.
- O.K., pareja resuelve-casos, ¿qué tienen que yo no tenga?
- Empieza tú.
- Como quieras Malcom X. Sé que Austin Andrews fue definitivamente raptado en la calle. Díganle adiós al modus operandi de drogar gente en un bar marica. El hermano dice que salió por cigarros a las seis de la tarde, nunca volvió. Y de todas maneras siempre avisaba cuando iba a bares, incluso a bares sórdidos, porque odiaba manejar borracho y su hermano iba por él.
- De hecho la ex-esposa me dijo que estaba viendo a alguien. No sabe su nombre.
- Gracias Sarah. ¿Lo ves Roy? Compartir es divertido.- Palmada en la espalda y me voy riéndome todo el camino hasta el auto. La expresión en Roy no tiene precio.

            Todo está ahí, pero algo me elude. Mi rompecabezas ya fue resuelto. Bondurant está a un paso de prisión, a kilómetros de ser el siguiente jefe de detectives. Lo único que podría estropearlo sería Roy, si él diera con el asesino iría con Kirby, no con Carter como pretendo hacer. El sargento Bloom se aclara la garganta y dejo el papeleo en su lugar. Tenemos visitas. Borracho Dorff y su ejército de bufones llegan para demandar resultados. Quieren hacer una liga de protección para maricones. Bondurant, Kirby, Bloom y nosotros, los meros mortales, nos echamos su monólogo de veinte minutos al respecto.
- ¡Seis víctimas!- Grita Dorff.- Seis víctimas del odio y ¿cuál es el resultado?
- La investigación va en proceso.- Dice sonrisas Kirby en ese monótono que sacaría de las casillas a cualquiera. El sujeto no se deja intimidar. Dios en persona podría amenazarlo, Kirby no retrocedería ni un centímetro. Maldito fue demasiado terco como para morir.
- Si su fiscal de distrito no distrajera tanto a los detectives, pondríamos a todos a trabajar en el caso, doble turno.- Dice el sargento Bloom. Dorff parece herido profundamente.
- ¿Quién lleva la investigación entonces?
- Yo señor.
- ¿No estás un poco joven para eso?
- Fui el mejor resultado en mi examen para detective y he cerrado más casos aquí que mis compañeros. Además, estoy muy cerca de lograr…
- ¡No quiero excusas!
- Mansfield, ve por café.- Dice Kirby. Su manera de protegerme. Es la primera y única vez que estoy seguro que estoy por encima de sospecha por el mal tiempo de Bondurant. Simone tenía razón, un hombre sin motivo, es un hombre por encima de toda sospecha.

            Me asomo por la ventana de la cafetería y reconozco el VW de Roy Keller. Tiene sentido que me siga. Debe saber que le estoy ocultando información. Fui demasiado obvio cuando revisamos los nombres de desaparecidos casados recientes. Austin Andrews estaba entre los nombres de la lista negra. Dejaré que la liga anticomunista quede perplejo ante eso y se sume a las sospechas sobre Bondurant. Bajo al garaje por mi telefoto. Keller no está solo. Apunto y hago zoom. Reconozco a Dinah Dorff. Hablan cada uno por su lado. La señora Dorff a un periódico, Roy a un vaso de café. Deben creer que si no se miran no es obvio, pero eso lo hace más obvios. Tomo fotos y me emociono como niño cuando Dinah acaricia la mano de Roy Keller. Dinah “amor de la jungla” Dorff. Vaya sorpresa. Otro artículo más para mi santuario. Algo que pueda frenar a Roy Keller, o más importante aún, al alcalde y su esposa, el cerebro detrás de la administración. Escondo la cámara en mi auto y me río de las posibilidades del escándalo cuando escucho a Dashwood detrás de mí.
- ¿De qué te ríes ahora?
- Nada, un chiste sobre amor de la selva. Pensé que ibas a quedarte en el hospital.
- No tiene sentido, cayó en coma. Los doctores no creen que se salve. ¿Qué haces aquí?
- Tenemos visita real, Dorff quiere un escuadrón de niñeras para maricones.- Dashwood se ríe.
- Ahora eso sí es gracioso.
- Kirby me mandó a tomar café, ya sabes, su manera de enviarte al demonio. Me voy a mi casa, tengo hambre. ¿Quieres ir a ver al borracho Dorff?
- ¿Bromeas? Prefiero inhalar el humo de tu auto.

            Laura y Amanda pidieron pizza. Están en su viaje cósmico de las hierbas de Dios, hablando sobre la unidad del cosmos. Yo tengo la mente en otra parte. Seis víctimas. Siete contando a Andrews, quien seguramente ya está muerto. Algo no termina de encajar, no logro ponerle el dedo hasta que todo encaja en un solo instante. Laura dice que me hice uno con el cosmos. Me río. Lanzo los papeles al piso y los ordeno históricamente. Laura y Amanda avanzan tipo comando por el suelo para ver lo que hago.
- Samuel Owen raptado el 24, muerto el 28, Edmond Stone, latex en la garganta, raptado el 24, muerto el 25. Gillbert Rimmer, raptado el 28, muerto el 1de mayo. George Longmuir, grava en el dobladillo del pantalón, raptado el 25, muerto el 1 de mayo. Colston Hinckley, raptado el 3 de mayo, muerto el 6. Louis Dodd, óxido y pintura verde, raptado el 4 de mayo, encontrado en condición crítica. Austin Andrews, raptado el 5 de mayo en la calle, se presume vivo… La sangre en Owen, RH como la de Stone… Yo sé por qué tenía su sangre.
- ¿Por qué mi amor?
- Porque Owen mató a Stone. Es hermoso. Es Mozart. Es una obra de arte y no me di cuenta hasta ahora. Debí darme cuenta antes. Siempre dos a la vez. No es una serie de asesinatos… Es algo aún peor. Creo que sé quién lo hizo.
- Yo sabía que lo atraparías mi amor, ya verás que te moverás en el departamento.- Me levanto. Miro por la ventana. Keller definitivamente me está siguiendo. Tengo que jugarla inteligente. Tengo que revisar algunos datos. El móvil es lo único que falta. Eso está a una llamada de distancia.- Amanda, ¿te acuerdas cuando jugábamos a vaqueros e indios? Quiero despistar a alguien. Saldremos en tu auto, mientras Laura se para por aquí y habla sola.- Tengo que esperar a que se dejen de reír para entender que lo digo en serio.
- ¿Por qué tengo que salir a manejar? Quería quedarme en casa.
- Porque te quiero, pero amo a mi esposa.
- Gracias cariño. ¿Me paro aquí?
- Perfecto. Espera a que regrese Amanda, volverá en taxi.
- ¿Qué?
- Querías visitarnos de vacaciones, pues bienvenida a Malkin, no hay vacaciones.

            El truco funciona. Me escondo en el auto. Varias cuadras después Amanda se detiene y pide un taxi. La primera parada son los registros públicos. Luego algunas llamadas a parientes. Bingo. El último clavo en el ataúd. Llamo al capitán Henry Carter. Tengo que explicarlo todo dos veces hasta convencerlo de tomar papel y pluma. Tiene que seguir mi guión. El asesino tiene que confesar y sé qué botones debo tocar. Le doy media hora. Llamo a Bloom, pido la orden de arresto. Llamo a Kirby para ponerlo al día. Si quedan esperanzas para Austin Andrews tenemos que movilizarnos. Kirby asigna todas las patrullas que puede, con el consentimiento de Bondurant. Puedo palpar la desesperación de Cecil, incluso sin los cargos criminales, nunca avanzará más en su carrera y nunca tendrá motivos para sospecharme.

            Localizamos a Evelyn Kerley cuando nos dan la pista que está siendo interrogada por el capitán Henry Carter. Grito, pateo, insulto. Lanzo todo, mi carrera depende de este momento y soy convincente. Kirby tiene que calmarme.
- ¿Cómo demonios lo hizo? No puede ser más inteligente que yo teniente, Carter es una broma.
- ¡Encontramos a Andrews, sigue vivo aunque herido!- Anuncia Bondurant, quien llega corriendo a la galería de salas de interrogación.- Estaba en una caja de cargo de ferrocarril en la estación abandonada de Baltic, tal como dijo detective Mansfield, color verde y oxidada.
- Este iba a ser mi caso.
- La gente correcta sabe que fue tu caso.- Me dice Kirby.
- Al menos salvamos a Andrews, pero no me explico cómo Carter… Debió tener pagado a alguien, es la única manera. Le hablé al sargento, después a usted. Eso es todo.- Si Kirby sospecha de alguien, sospechará de Bloom. O de algún otro detective asignado al caso, pero no de mí. Yo salvé su carrera cuando le entregué el paquete y me cree cuando digo que detesto a Carter. Enciendo el intercomunicador.- Sólo quiero asegurarme que el imbécil lo haga bien.
- ¿Entiende sus derechos, doctora Kerley?
- Sí, sigamos con esto.
- Creció en Alvarado en Baltic, ¿correcto?- Sigue mi guión, no es tan tonto como parece.
- Sí.
- Conoció a Samuel Owens y Edmond Stone. Si no quiere contestar podemos averiguarlo.
- Todos conocíamos a Owens y Stone, ¿eso qué prueba?
- No digas nada más.- Le advierte su abogado.
- Bien, entonces escuche. Gillbert Rimmer y George Longmuir fueron seleccionados en el bar Top Dog. Usted fue parte de la investigación, ¿no es cierto? Tengo testigos que la ubican con el detective Mansfield, así como con un reportero llamado Roy Keller, también investigador en el caso. En cuanto ellos se dieron cuenta de la conexión, cambió de bares, por el Gracy’s. Allí fue donde secuestró a Colston Hinckley y Louis Dodd. No sería difícil para usted, siendo que trabaja en derechos humanos. Podría haberlos interceptado saliendo del bar. Podría haberlos drogado ahí, o en su auto. De una manera u otra, los llevó a uno de los contenedores de la estación abandonada de Baltic. Austin Andrews ya le conocía, por eso lo secuestró en la calle. Los detectives buscaban a un hombre, no a una mujer.
- Escucho muchas acusaciones, pero poca evidencia capitán.
- La habrá, si cree que los guantes de latex cubrirán sus huellas, se equivoca. Abriremos todos los contenedores. La grava en la ropa de Longmuir, el óxido y pintura verde en Dodd. Apuesto que es un contenedor verde expuesto a la intemperie. Encontraremos a Andrews y él la señalará a usted. Todo empezó ahí para usted. Trabajó ahí con su padre y cuatro hermanos hasta que cerraron. ¿Se enteró durante el divorcio que su padre les dejaba desamparadas por otro hombre o sucedió después?
- No contestes Evelyn.
- Sabemos que así fue. Sus hermanos lo confirmaron. De hecho, sucedió un año después.
- Usted no sabe nada.
- No digas nada.
- Sólo porque su padre era maricón no le da derecho a matar homosexuales.- Evelyn trata de tomarlo de la garganta, pero su abogado la detiene.- El método fue lo más curioso. Dos homosexuales casados, tan hipócritas como su padre. Ambos en un lugar cerrado, muy drogados, muy asustados y rodeados de armas. Eso suena como a un experimento sociológico, ¿no le parece?, ¿qué conclusiones saca?
- No soporto la doble moral de los maricones casados, no merecen otro nombre. Yo no los maté, dejé que se mataran entre ellos. ¿Quiere saber qué aprendí? Que son animales.
- No, señorita Kerley, usted es el animal aquí, no ellos. Un oficial tomará su declaración, aunque tenemos todo grabado y encontraremos a Andrews.
- Para ahora debe estar muerto. Contenedor TY-O98. Al fondo. Estaba en mal estado cuando saqué a Dodd. Pensé que estaba muerto.- Carter sale de la sala de interrogación. Le suelto un derechazo al estómago que lo dobla. Kirby me jala del brazo.
- Tenemos a Andrews, nos dijo quién fue.
- Lástima…- Se compone poco a poco y me mira con odio.- Recuerde detective, no gana el más inteligente, sino el más hábil. Ojalá algún día lo aprenda.
- Hijo de perra…- Kirby me empuja contra la pared.
- Vaya por café. A su casa. Hizo bien su trabajo, es todo lo que importa. Detuvimos a una asesina serial y salvamos una vida y es gracias a usted. Si lo vuelve a tocar, yo mismo le pondré las esposas. No me rete.
- Está bien, está bien. Estaré en casa teniente.

            Rojo de furia. La furia se evapora de camino a casa y se torna en risas. Carter recibió un buen derechazo, pero tenía que parecer auténtico. Llamo a Keller para ponerlo al corriente. Nos ganaron, aunque reprimo la risa cuando lo digo. Al día siguiente Lydiatt renunció, y puedo adivinar por qué. Esas fotos ya no me servirán de mucho ahora. Los cargos contra Bondurant fueron olvidados y Carter obtuvo lo que Simone quería, el jefe de policía lo nombra jefe de detectives. Recibe su nota en el periódico y todo. Amanda, Laura y yo vemos “Ojos sobre Malkin”. Alfred, el mentón, Huxley lo hace sonar como si hubiera hecho todo el trabajo.
- … La política del odio recibió un fuerte golpe esta semana con la aprehensión de la doctora en sociología, Evelyn Kerley. Y aunque lamentamos la renuncia del rival del crimen, Archie Lydiatt, encomendamos a la administración Dorff por sus continuos esfuerzos para proteger a una minoría brutalizada…
- ¿Alguien de hecho le cree a este farsante? No puedo creer que lo estemos viendo.
- A mí me parece de morirse de la risa. ¿Escuchaste cuando dijo que sospechaba de Evelyn Kerey desde el principio? Clásico Huxley. No puedes confiar en la televisión en estos días.
- ¿Gracioso? Amor, no te menciona ni una sola vez.
- No importa, Carter me debe su puesto y sabe devolver un favor.
- ¿Aprendiste a nadar con tiburones?
- Aprendí a ser un tiburón.- Mi risa hace eco por toda la casa.



No hay comentarios :

Publicar un comentario