jueves, 23 de julio de 2015

Jack Wild y la conquista del Vril

Jack Wild y la conquista del Vril
Por: Juan Sebastián Ohem


            Jack Wild estuvo en la portada de todos los periódicos cuando reveló al mundo la existencia del Ojo de Horus y las demás naciones secretas. Gran parte del Ojo de Horus ignoraba por completo sus operaciones en cubierto, sus asesinatos y venta de armas, y doc Wild rápidamente se armó de un vasto equipo de colaboradores. Convirtió la nación secreta en una logia dedicada a la perfección física, intelectual y moral. Lo que la gente antaño sospechaba, que las grandes compañías, así como las grandes naciones, estaban en contubernio para hacer dinero sin importar los escrúpulos, finalmente tuvo fuertes evidencias y en menos de un mes Jack había diezmado el poder de lo que quedaba del Ojo de Horus. Prácticamente todas las naciones del mundo habían hechos tratos corruptos con ellos, habían armado a soviéticos y fascistas por igual, habían consolidado plutocracias en Estados Unidos y manejado una amplia red de asesinos a sueldo para mantener ciertos regímenes en los países pobres. La atención que los medios, y el público en general, no se comparaba con la atención que recibía de los líderes mundiales. La guerra había estallado y los inventos que el Ojo de Horus, la mayoría creados por su padre o por él, se volvieron el centro de un huracán diplomático. No pasaba un día sin que algún emisario tratara de comprar el intelecto del hombre de oro, o sus armas, ni pasaba un día sin que otros emisarios lo amenazaran de una forma u otra. El gobierno de Estados Unidos trató de incluir a doc Wild al gabinete presidencial con tal de poner sus manos en sus invenciones, pero cuando Jack se reusó el gobierno amenazó con clausurar sus logias del Ojo de Horus. El secretario de Estado Cordell Hull se presentó en su penthouse en Nueva York, en el edificio Chrysler sin avisarse y trató, por más de dos horas, de convencer a doc Wild a seguir órdenes.

- El Ojo de Horus, como el Clan de la lámpara roja o la Orden, han sido aliados importantes para nuestro país, incluso si resulta políticamente incorrecto tener que decirlo.- Wild se sentó en su sillón de cuero frente a la vista de la Gran Manzana y trató de no aburrirse a muerte. Ludia Katsu permaneció sentada en la mesa de café, entre las tazas, afilando sus cuchillos.- Lo mínimo que pudo haber hecho, doctor Wild, fue avisarnos que entregaría todos esos papeles a la prensa.
- ¿Qué ocurre secretario, no le gusta que la gente se entere que el Ojo de Horus arregló las elecciones o que la Orden le vendió secretos industriales a compañías americanas?- Preguntó Ludia. Su filosofía política se reducía a un potente deseo por atravesar políticos con sus cuchillos, y no tenía interés en sus juegos diplomáticos.
- ¿Y por qué tenemos que tener esta conversación con su... amiga afilando cuchillos frente a mí?
- Ludia se puso nerviosa porque vino armado a lo que usted llamó “una reunión casual”.- Cordell se puso nervioso y alternó su mirada entre el hombre de oro y la asesina oriental.- Vamos secretario, ese bulto en su tobillo no es un tumor, y ese olor a grasa me dice que la limpió en la mañana. En cuanto a esos papeles... Lo hecho, hecho está. Y en cuanto a lo que quiere, no puedo dárselo.
- Los granjeros de este país le agradecen los tractores automatizados que regaló, todos los 1,500. Sin embargo, regaló la misma cantidad a Alemania y Rusia. Este país está a punto de entrar al peor conflicto militar de la historia con uno, o quizás incluso con los dos, podría ser visto como acto de traición.
- No sabía que los granjeros alemanes llevaran uniformes militares. Usted quiere mis armas, pero no puede tenerlas. No las necesita, ya encontrarán una excusa para entrar a la guerra y reactivar la economía. Y no trate de amenazarme, esas logias no están a mi nombre. Si las cierra, abriré otras. En cuanto a mis empresas... Tengo compañías por todo el mundo, tengo empresas que ni siquiera yo conozco. Sabe que no puede empujar muy fuerte, pues temen que me alíe con los alemanes o los rusos. No lo haré, pero tampoco seré su títere. He donado millones de dólares en caridad, bonos y programas de gobierno, así que no dude de mi patriotismo.
- No puede mantenerse al margen del mundo doc Wild, tarde o temprano hasta el hombre más inteligente del mundo tendrá que plantarse de un lado de la raya.
- No soy el hombre más inteligente del mundo, pero no se necesita serlo para ser más inteligente que usted. Sé exactamente lo que piensa y lo que el presidente está pensando, y no va a pasar. Soy más listo, más rápido y más adinerado que todos ustedes puestos juntos. Ahora, si me disculpa, tengo cosas que hacer.
- Llegará el día, Wild, en que el mundo te obligará a escoger un bando, a punta de balazos si es necesario, y cuando eso pase te veré retorcerte.
- Y que tenga un lindo día.- Lo siguieron hasta la puerta que daba al ascensor y se sorprendieron al ver a un hombre moreno, calvo y de complexión árabe. Cargaba con una maleta en forma de cubo y no esperó a que le invitaran para hacerse pasar.
- ¿Cómo entró aquí?- Ludia se interpuso frente a Jack. Había sufrido docenas de atentados y Ludia, su equipo de seguridad de una sola persona, le había salvado la vida en todos ellos. El árabe la ponía nerviosa, aunque el sujeto parecía no inmutarse. Colocó la maleta sobre una mesa y se acomodó un turbante.
- Mi nombre es Kamal Bassir.
- Reconozco ese nombre, ha descubierto tres tumbas de faraones y su nombre es pronunciado con miedo en algunas partes de Afganistán y Jordania.
- Mis años de mercenario terminaron hace mucho. En cuanto al modo en que entré.- Kamal le lanzó una llave a Jack, que reconoció de inmediato, la llave maestra para su elevador.
- ¿Cómo la consiguió?
- Del mismo modo que conseguí esto.- Dijo señalando el enorme cubo de metal.- Porque Ashford Wild me la regaló. Le conocí hace años, en el Cairo. Yo cargué su cuerpo moribundo de ese hospital en llamas, junto a algunos amigos cercanos que cosechó casi clandestinamente.
- Gracias.- Jack le dio la mano y después lo abrazó afectuosamente. Ludia sonreía, pero tenía dos cuchillos listos, uno en cada mano, por si acaso fuera mentira. No podía detectar la honestidad de una persona en su voz o en su mirada, como Jack había sido entrenado para hacer.- ¿Desea un café?
- No gracias, ya tuve uno en el lobby. Por cierto, nunca había visto tanta vigilancia.
- Sí, tengo un verdadero concilio internacional allá abajo, así como francotiradores en los edificios de enfrente que esperan la señal. No saben que los vidrios soportarían una explosión, ni saben que tengo túneles para salir del edificio en cualquier momento.- Kamal Bassir se sentó y luego lo hicieron Jack y Ludia.
- Usted es la viva imagen de su padre. Lo que ha hecho es muy honorable, el Ojo de Horus estaba demasiado corrupto e infectado de avaricia como para seguir existiendo. Su padre sospechó de ellos por muchos años, pero nunca logró lo que usted ha hecho.
- Por favor, llámame Jack. En lo que a mí respecta, si fuiste amigo de mi padre eres parte de la familia Kamal.- El egipcio se encendió un cigarro y sonrió sosteniendo su encendedor de oro.
- Regalo de Ashford, me lo dio la última vez que lo vi, cuando se fue de mi casa y desapareció hasta... Bueno, hasta morir en tus brazos. Nunca le dijo al Ojo de Horus, quizás ni siquiera a ti, que estaba fascinado por la posibilidad de civilizaciones subterráneas, que también es mi hobby particular. Por horas discutíamos las similitudes entre la cultura maya, la egipcia y la hindú. La morfología religiosa de los celtas primitivos, los egipcios y los japoneses ya empiezan a ser estudiadas, pero tu padre era una eminencia en el tema. Él y yo nos planteamos la posibilidad del Vril años antes que la ciencia ficción alemana jugara con la idea.
- ¿Vril?- Preguntó Ludia.- ¿Qué es eso?
- Una sustancia de propiedades mágicas que los escritores alemanes han usado como metáfora para sus ideas sobre la pureza racial. Nunca se ha demostrado que existiera.
- ¿Estás seguro?- Kamal acarició la maleta y sonrió maliciosamente.- Creo que deberías ver el regalo que te hizo hace muchos años, antes del incendio, y que me pidió que guardase hasta que fuera conveniente.

            Apretando los lados del cubo, la extraña maleta liberó los seguros y pudo retirarla. En su interior se encontraba un círculo de metal, sobre una base del mismo metal negro y pulido. El círculo tenía una malla, casi imperceptible, sobre la que estaban colgados pequeñas partículas, casi invisibles, de oro. La base tenía un único botón, rodeado de hendiduras que llevaban al grueso círculo metálico. Jack examinó el misterioso aparato y accidentalmente apretó el botón. Un leve zumbido se mantuvo firme unos segundos y después, tras un flash de luz, el aro metálico produjo una iridiscencia azul brillante. La malla se iluminó mediante las partículas de oro, formando imágenes caóticas al principio. Doc Wild murmuró asombrado que las partículas de oro se electrizaban y formaban en distintos ángulos, y tonalidades de azul, para formar las imágenes. Luego de unos segundos apareció el rostro de Ashford Wild y Jack reprimió una lágrima. Era un rostro que no había visto vivo en más de seis años, antes de la explosión del hospital abandonado.
- Si estás viendo esto,- El rostro habló y Ludia dejó escapar un grito ahogado, pues sonaba con tanta claridad que era como si estuviera con ellos.- es porque mi amigo Kamal ha podido encontrarte y yo he muerto. Hay mucho que espero poder decirte, si alguna vez tengo la oportunidad de liberarme del Ojo de Horus. No puedo decirlo todo, pero debes saber hijo que ellos esconden muchas cosas. He descubierto información por la que me matarían, y debo ser paciente para revelarla. Existe un mundo que el Ojo de Horus te oculta, y existe mucho que yo debo ocultar de ellos, pues si poseyeran si quiera una fracción de lo que he visto, no tendrían igual y el mundo estaría en sus manos. Como probablemente ya dedujiste, este mecanismo opera a partir de Vril. Se trata de una sustancia que podría hacer o deshacer la esperanza por un mundo en paz. Yo estoy seguro que la pirámide del sur es la clave para su fuente inagotable. Si el Ojo de Horus, o cualquier otro grupo, llegase a encontrarla el mundo estaría muchos problemas. Encuentra la pirámide del polo sur, encuentra el Vril, salva al mundo. Kamal Bassir tiene una muy buena idea de dónde encontrarla y puedes confiar en él plenamente. Adiós Jack, y no olvides que te amo.
- ¿Eso es todo?- Jack sacudió la máquina un par de veces, pero las partículas de oro colgaban de esa malla sin moverse.
- ¿Pirámide en el polo sur?- Preguntó Ludia.- ¿Eso es posible?
- Mucho.- Dijo Kamal, produciendo fotografías en blanco y negro de lo que parecían ser valles y montañas blancas. Señaló dos puntos equidistantes como si eso no requiriese mayor explicación.
- ¿En el congelado polo sur?
- Sí, y estas bien podrían ser dos partes de lo que fue su base. No somos los únicos que estamos convencidos que, hace cientos de miles de años antes que el polo sur estuviese totalmente congelado, se encontró una civilización compleja y en posesión de Vril.
- ¿A qué te refieres?
- Fui contactado por algo llamado la fundación Draxler. Un alemán y un ruso se acercaron con ideas sobre una pirámide y una posible expedición al sur. No les dije nada que la prensa y mis estudiantes no supieran ya. No sé si tengan la ubicación de la pirámide, pero lo intentarán.
- Vamos para allá. Llamaré al aeropuerto, viajaremos a Argentina donde tendré un avión especial para esos climas. Diseñé esa aeronave para tomar fotografías caloríficas en altas montañas, supongo que funcionará para el polo sur.
- Voy por mi ropa de invierno.- Dijo Ludia con una sonrisa, pues estaba harta de las entrevistas y la vida en la ciudad.

            La expedición abordó la “espada de nieve” en un pequeño aeropuerto en la Patagonia y Jack piloteó contra las tormentas de nieve y la temible turbulencia. Llevaban gruesos abrigos y un par de maletas con armas e instrumentos científicos que Ludia tuvo que amarrar al suelo, de modo que no salieran rebotando para todas partes mientras que la aeronave viajaba ganando y perdiendo altura constantemente. La brújula del avión se volvió loca, estaban cerca del polo magnético. Uno de los jets se congeló mientras sobrevolaban las altas montañas de hielo y Jack dejó de sonreír cuando perdieron presión en la cabina. El avión descubrió amplias vueltas, tratando de ganar algo de altura, y el ruido de las cámaras de calor fue opacado por el rugir del viento. Ludia y Kamal se miraron aterrados, estaban prácticamente atados a sus asientos mientras que por la ventana no había nada más que blanco, pero se relajaron al oír la risa de Jack Wild. La cámara había detectado calor, según explicó a gritos, y cuando Ludia preguntó dónde, él señaló hacia todas partes. El avión bajó cientos de metros casi en picada, pero logró estabilizarse sobre unas montañas. Ludia se acercó a Jack para mirar por la pantalla de las cámaras. Jalando de una palanca doc Wild movió las cámaras y Ludia perdió el aliento. Esperaban encontrar dos o tres puntitos de calor, rodeados de docenas de grados bajo cero, pero las cámaras señalaban un valle entero de calor.
- Espera un segundo.- Jack señaló por la ventana a su lado y Ludia se asomó para ver pequeñas luces que formaban una pista.- Quizás tendremos suerte. Abróchate los cinturones, aterrizaremos.

            El espacio era muy reducido, y las alas pasaron a pocos metros de dos montañas. El avión aterrizó perfectamente por la pista cubierta de nieve y todos respiraron un poco más tranquilos. Kamal, Jack y Ludia bajaron del avión con gruesas chamarras, y pistolas automáticas apretadas en el cinturón. La temperatura no concordaba con el resto del continente y se fue haciendo más cálida conforme cruzaban la pista hacia las débiles luces en el horizonte. Una bengala, roja y brillante, iluminó un edificio cerca de la pista. Jack y Ludia estaban preparados para lo peor, y se sorprendieron al ver que Kamal, quienes les superaba en edad por más de diez años, fue el primero en acercarse. El centro de investigaciones en la nieve tenía una enorme cúpula azul y el edificio, dividido por secciones, medía cientos de metros. Una figura solitaria se acercó a ellos, igualmente vestido de chamarra y botas largas. Les indicó que le siguieran hasta el centro de investigación y se quedó en la puerta de plástico, cubierto por el techo y una pared, para quitarse la capucha de la chamarra y aplaudir con sus gruesos guantes de cuero.
- ¡Jack Wild, el hombre de oro!- Bramó el hombre, menor de 40 años, con espeso cabello rojizo y complexión atlética.- Es un honor que hayas venido. Por favor, entra que tenemos calefacción y comida. A usted también la reconozco, los diarios la llaman “el misterio de oriente”.
- Entre otras cosas.- Dijo Ludia, mientras acompañaba a Jack al edificio. Los calefactores les permitieron quitarse las chamarras, descubriendo sus armas, pero el anfitrión no parecía preocupado. Les invitó de la comida en la mesa y del vino que aún quedaba. Jack instintivamente notó que había tres copas, que tenía dos metros y medio contra el túnel que llevaba a otra parte del centro, así como cuatro metros exactos hacia la salida pasando por su anfitrión. Podía tomar su arma y dispararle en 2.05 segundos, así como volar la tubería de gas a tres metros frente a él. Sabía que si era una emboscada el túnel sería difícil de cubrir, y que si las ventilas bombeaban veneno podría reventar el plástico de la ventana detrás de la mesa con una de las botellas en menos de dos segundos. El anfitrión le miró a los ojos y comenzó a reír.
- ¿Espacialidad, puntos estratégicos, lateralidad de pensamiento para resolver posible emboscada y medidas de tiempo para matarme y salir a la nieve?- El anfitrión tomó una manzana y le dio un buen mordisco antes de seguir hablando.- Mi nombre es Herman Draxler y pensé en exactamente las mismas cosas cuando mi radar detectó su avión.
- ¿Radar?
- Sí, me parece que es muy semejante al que diseñaste cuando tenías doce años.
- Trece.
- Ésta es la fundación Draxler para la paz mundial y el conocimiento científico. Como ya dedujiste, tengo a dos colaboradores conmigo. Les pedí que permanecieran en el módulo de reserva de comida, pues temían que ustedes trabajaran para el Ojo de Horus.
- ¿Cómo supiste?
- Jack, yo soy tu hermano perdido.- Se quitó la chamarra y se abrió la camisa hasta el pecho. Tenía la misma complexión atlética y musculosa que Jack, pero más desarrollada por los años, así como varias cicatrices y un tatuaje en la forma del Ojo de Horus.- Soy la herramienta que guardaban en caso que fuera necesario matar a tu padre, o a ti. Me diseñaron con las mismas técnicas que a ti, en un castillo en Escocia. Me hicieron hacer cosas... Cosas que tu padre habría objetado, dejémoslo así. Al buen doc Wild le mintieron desde el principio, y todas mis misiones eran para... metas menos honrosas que las de tu padre. Me liberaste cuando diste a conocer toda esa evidencia. Me dediqué a robar el dinero del Ojo de Horus para tener esta fundación.
- Si hubieras querido matarme lo habrías hecho en cuanto aterrizaba el avión. Si quisieras información... No parece que la necesites. ¿Cuántos hay como tú?
- ¿Cómo nosotros? No muchos, pero hay. Entrenados desde la infancia para creer que ese mundo de mentiras y conspiraciones es el mundo real, y que todas esas vidas tranquilas con familias, fines de semana para ir a pescar y planes de retiro son espejismos. Me entrenaron para matar y pensar, pero hay algo... Siempre hay algo que te dice que algo está mal, eso nunca pudieron eliminar, sin importar que tan vigorosamente aplicaban su diseño. Tú cambiaste todo Jack, y podemos seguir adelante o puedes matarme ahora mismo. No hay dispositivo de autodestrucción, ni gases nerviosos, ni bombas o ejércitos de asesinos.
- Lo sé.- Dijo Jack y le ofreció la mano, estrechándola con fuerza. Sabía que no mentía, podía ver en sus ojos algo más que la verdad, un sentimiento de liberación.- Ya conoces a Ludia Katsu, al menos por los diarios. Él es Kamal Bassir, arqueólogo, aventurero y amigo personal.
- Vengan, conozcan a mis compañeros.- Cruzaron por el túnel de plástico hacia una estancia amplia con mapas y aparatos científicos de toda clase. Un hombre rubio, increíblemente alto y muy esbelto fue el primero en presentarse.
- Klaus Eckel, geólogo y químico. Es un gusto.
- Klaus escapó de Alemania antes que lo forzaran a ser parte de la SS.- Añadió Herman Draxler.
- Josef Zotof, ingeniero, cazador y en todos los sentidos mejor que Klaus.- El ruso era un hombre robusto y de larga barba negra. El alemán puso los ojos en blanco por su comentario. Los dos eran completos opuestos, mientras que Eckel era un caballero recatado y silencioso, Zotof era un hombre rudo y extrovertido.
- Josef es humilde.- Dijo Draxler.- Una vez cazó un oso con un cuchillo.
- Cuchara,- Corrigió Josef Zotof.- muy afilada, pero cuchara al fin.
- No sabía que hubiera cucharas en la villa donde fuiste adoptado por lobos.- Dijo Klaus, con una fina sonrisa.
- Olvídenlos, pueden estar así por horas.- Se sentaron alrededor de la amplia mesa metálica y los ánimos se relajaron viendo a Klaus y Josef discutiendo. Ludia y Kamal se miraron en silencio y sonrieron, no podían ser asesinos a sueldo con una rutina como esa.
- ¿Han venido por la pirámide?
- Así es, y creemos que estamos muy cerca doctor Wild.- Explicó Klaus Ecke.- Hay ríos de aguas termales cerca de aquí, brotando de un volcán activo. Ese calor podría haber mantenido cierta vegetación y quizás la relativa inactividad del volcán congeló a la cultura que existía aquí. Sé que hubo vida en esta parte del continente, la acidez y el PH de la tierra es idéntica a la que se encuentra en las Amazonas. Sabemos que ésta es el área, pero son kilómetros y kilómetros que tendríamos que recorrer.
- Yo podría ayudar.- Dijo Kamal, estirándose sobre el mapa topográfico de esa parte del polo sur. Marcó dos puntos con una pluma y les mostró las fotografías.- Estos puntos son casi triangulares, y equidistantes entre sí.
- Excelente, dejaré que mis aviones suelten agua hirviendo y sales para cubrir toda esa área, para mañana a la mañana la nieve se habrá ido y el suelo estará descongelado. Afortunadamente tenemos dos habitaciones adicionales que espero les acomoden.
- Espera, ¿dijiste aviones?
- Sí, operados por radio.- Ludia puso los ojos en blanco al ver la mirada de Jack, parecía como un niño en navidad.

            Draxler y Wild salieron del centro de investigaciones hasta una pequeña pista de aterrizaje. Retiró las lonas blancas que cubrían la entrada y le señaló a doc Wild las cuatro aeronaves. Uno de los aviones, muy parecido a la espada de nieve, les había traído, pero los otros tres no eran nada como doc hubiese visto antes. Eran mucho más pequeños y en vez de tener un fuselaje amplio para albergar pasajeros, contaba con tanques de agua y sales que podían calentarse. Le mostró la cabina de uno de esos aviones, un grupo de consolas con botones, medidores y antenas que doc Wild fue comprendiendo rápidamente. Mediante una consola general en el hangar, Draxler piloteó los aviones de uno en uno. Usando un mecanismo de radar especificó las altitudes, las direcciones y las rutas que debían llevar y en menos de una hora los tres aviones sobrevolaban un valle lejano, entre dos altas montañas, rociando el agua hirviendo y las sales. Se retiró a dormir con Ludia, aunque no sería de noche hasta meses después, y no pudo cerrar las pestañas en ningún momento, pues estaba demasiado emocionado con seguir la labor de su padre y conocer a un hombre que era su igual en todos los sentidos.  

            La expedición de seis personas partió del centro de investigaciones en un camión con llantas especiales para terreno peligroso. Los aviones automáticos ya se habían aterrizado solos y la zona parecía un desierto de tierra curtida. Algunas piedras decoraban todo el valle y al centro se encontraba una enorme plataforma cuadrada. Le erosión había destruido casi por completo las otras dos esquinas, pero aún eran visibles, así como extrañas marchas sobre los bloques de piedra.
- La piedra no tiene sentido.- Dijo Klaus, rompiendo algunos bloques y piedras circundantes con un pico.- Ningún sentido en lo absoluto.
- No Klaus, tú no tienes sentido en lo absoluto.- Dijo Josef con una sonrisa pícara. Cargaba con su rifle de cazador por costumbre, lo cual Klaus nunca se cansó de decir que era ridículo, pues lo único que podía llegar a cazar eran inocentes pingüinos. Jack, Kamal y Ludia no se burlaron, pues aún cargaban con sus automáticas, y tenían el arsenal privado de doc Wild en un bolso pesado.
- Esta piedra es idéntica a la de Egipto.
- Tiene sentido.- Dijo Kamal, con la nariz pegada a las escrituras talladas en los bloques de la base de la pirámide.- Mide 250 metros, igual que la de Keops. La escritura cuneiforme se parece más al maya que al egipcio, pero aún así es sumamente antigua y podría estar equivocado.
- Todo eso es muy interesante.- Dijo Ludia, en cuclillas y balanceándose sobre una piedra mirándoles trabajar.- Pero nadie se ha hecho la pregunta importante.
- ¿Y cuál es?- Preguntó Jack, mientras cargaba pesadas máquinas con ayuda de Herman.
- Si esa es la base de la pirámide, ¿por qué tiene cosas escritas? Encima irían otros bloques.- Todos la miraron, con la palabra en la boca, luego se miraron entre ellos y finalmente a la base, y quedaron callados. Cada quien murmuró una respuesta, pero la verdad era que no habían reparado en lo obvio. Se detuvieron en lo que hacían y meditaron el asunto.
- El Vril es subterráneo.- Dijo Jack, con la mirada en el cielo.
- Es una pirámide invertida.- Dijo Herman y comenzó a reír.- La punta está enterrada.
- Lo cual supone una entrada.- Jack estaba visiblemente emocionado y recorrió la base a grandes zancadas en busca de una puerta.
- No la encontrarás así.- Dijo Herman, señalando la máquina que habían estado cargando.- Haremos un mapa sonar de toda la estructura, puede penetrar hasta siete metros, espero que los bloques no sean más grandes que eso.

            Los seis ayudaron a Herman a preparar su dispositivo. Colocaron pesadas bases en cada esquina que conectaron con largos tubos de aluminio, y al centro conectaron una máquina con una antena que apuntaba hacia la edificación. La máquina fue recorriendo, metro a metro, emitiendo un chillido agudo y desagradable. La imagen se formaba cuando las olas de sonido rebotaban y los lectores dentro de la máquina llevaban la información a una consola que Draxler controlaba. La enorme pantalla de radar mostraba y registraba las lecturas hasta que el sonar se detuvo y todos pudieron respirar más tranquilos.
- Miren, al centro.- Josef Zotof giró las perillas, llevando la imagen hasta el centro. Todo lo que había eran puntos negros en un fondo verde que variaban en intensidad.- La densidad del material es diferente aquí. Mucho más ligera que la piedra que sostiene sobre ella.
- No ligera, bruto.- Le corrigió Klaus.- Cristalizada. Hay cristal allá abajo.
- ¿Y podemos retirar el bloque o hacerlo estallar?- Preguntó Kamal.
- Soy geólogo, no vidente. No tengo idea si se pueda o incluso si se deba.
- No nos adelantemos.- Dijo Jack, mientras ayudaba a Herman a retirar la pesada maquinaria y guardarla de nuevo en sus cajas.- Es una entrada, por lo tanto está diseñada para abrirse.
- ¿Tendrá algún censor de peso?- Preguntó Herman, mientras cerraba la última de las cajas.
- Es un espacio de cristal de siete por siete metros.- Dijo Eckel.- Y a juzgar por su densidad podría sostener más de una tonelada.
- Sonido.- Dijo Herman.- El cristal responde al sonido. Hay que volver a la base, tengo un taladro sónico que podría servir.
- No, tengo algo mejor.- Dijo Jack, con cierto orgullo.- Un juguetito que te podría gustar.

            Los cinco se taparon los oídos y se alejaron de la estructura mientras Wild se paraba en el centro con su pistola de disrupción sónica. El aparato medía menos que una pistola automática y le había salvado la vida en más de una ocasión. Apuntó hacia el suelo, tragó saliva y jaló el gatillo. El estruendo agudo fue tan violento que la onda de choque rebotó contra el suelo y lo mandó por los aires por varios metros hasta caer en el fango a un lado de la base de la pirámide. Un esplendor azul brillante se coló entre las fisuras de los bloques en esos siete metros y el suelo comenzó a temblar. Un elevador subió tres metros, cargando por encima con los bloques de piedra, y estaba hecho de un cristal muy grueso y que emitía una luminiscencia azul. Animadamente cargaron con todo el equipo que pudieran cargar y entraron al elevador para inspeccionar la misteriosa pirámide invertida. Los cristales habían estado proyectando una luz azulosa cada vez más intensa, era un dispositivo que debía medir el tiempo y eso apuró a todos a un ritmo frenético.

            La cabina despidió una luz casi cegadora y después volvió a su tono original, y entonces comenzó a bajar. Draxler y Wild examinaron las paredes y el techo, el cristal era transparente y podían ver gruesas paredes del mismo material rodeando la cabina, y con el Vril entre las planchas de cristal. El viaje fue emocionante, pero luego de dos horas empezaron a comer lo que llevaban. El ascensor fue acelerando, lentamente empujándoles al techo hasta que la velocidad fue tan violenta que todos quedaron contra en el techo, con los sacos de marino aplastándoles incómodamente. El viaje duró un largo tiempo en ese estado, hasta que empezó a aminorar la velocidad y todos cayeron al suelo de nuevo. El elevador se detuvo por completo cuando entraron a un recinto oscuro. Draxler encendió su linterna y se sorprendieron al ver las paredes de piedra de una pirámide. Un tubo de metal, corroído casi por completo, pasaba por el medio de la cámara de piedra hasta unas escaleras donde desaparecía al descender. Jack fue el primero en salir y su cuerpo se sintió liviano. Rápidamente se aferró del tubo mientras que su cuerpo flotaba en el aire.
- Muy bien, ya llenamos la cuota de rarezas por hoy.- Dijo Ludia.
- La gravedad es casi inexistente, tengan cuidado con su equipaje.- Uno a uno saltaron al riel. Herman, Klaus y Kamal cargaron con los bolsos verdes de marino del hombro.
- Esto es fascinante.- Decía Kamal, mientras apuntaba su linterna a todas partes, mientras avanzaba torpemente por el tubo hacia las escaleras.- Veo semejanzas con escritura inca, egipcia e incluso hindú. Hay un elemento que se repite, un líquido sagrado.
- Vril.- Dijeron Draxler y Wild al unísono, mientras se empujaban por el riel bajando las escaleras. El techo de las escaleras eran otras escaleras y Kamal confirmó que los dibujos parecían repetirse, como si fueran legibles para quienes caminaban por el suelo, o por el techo.
- Y ya que soy la delegada de todo cuanto es obvio, pero nadie lo ve.- Dijo Ludia mientras bajaba detrás de Herman Draxler y hacía lo posible para no patear a Klaus con sus botas, quien estaba detrás de ella.- ¿Alguien notó esos dibujos de playas, el sol y la vegetación? No es algo que una cultura que vive en cuevas repletas de Vril dibujaría.
- Es un buen punto.- Dijo Kamal.- Quizás vivían afuera por etapas. Aunque, ¿por qué vaciarían esta pirámide? Es obvio que hubo cosas aquí hace muchísimo tiempo.
- Como dije, se llenó la cuota de rareza del día.

            Luego de bajar a una sala idéntica a la anterior, e igualmente vacía, subieron a un segundo elevador, ahora en la parte opuesta de la pared. El segundo elevador tenía marcas talladas en el cristal, con la forma de dioses antropomorfos y extrañas criaturas. La iridiscencia del Vril se fue haciendo cada vez más brillante en cuanto los pasajeros se acomodaron adentro y luego de una breve espera, el ascensor se activó y siguió bajando. El viaje fue más breve, pero también más violento. Los tripulantes alternaron del suelo al techo, conforme la velocidad variaba, hasta que ya no podían estar seguros de dónde estaba arriba y dónde estaba abajo. El elevador redujo su marcha hasta detenerse por completo. La cabina de cristal con placas conteniendo Vril emergió del suelo y empujó un pesado bloque de piedra de la misma manera como había sucedido al principio del viaje. Salieron, golpeados y aturdidos, a una pequeña cueva con un camino ascendente, de gastados escalones, hacia el exterior.

            Los seis aventureros reprimieron un grito de asombro. La luz del día era enceguecedora y eso era exactamente lo que no esperaban ver en un reino subterráneo. Escalaron las erosionadas escaleras por más de una hora hasta llegar a un pequeño valle entre montañas. Miraron al sol, al cielo azul y luego a la selva que les rodeaba. Nada de eso debía estar ahí, pero era tan real como sus inútiles abrigos para nieve. Luego de varias horas de escalar por senderos peligroso finalmente llegaron a un valle con ríos y lejanos bosques.
- Montañas, bosques, ríos... ¿Estaremos en Chile?- Preguntó Klaus.
- No, el ascensor no se movía en esa dirección.- Dijo Jack, aún anonadado de asombro.- Entramos y salimos por bases de pirámide... Dos pirámides invertidas que se tocan en sus puntas, seguramente no muy lejos de esas dos extrañas cámaras sin gravedad.
- Esto es increíble.- Dijo Herman, entre risas. Golpeaba los frondosos árboles y observaba los insectos como si fuera la primera vez que veía una tierra fértil.
- Amigos, hemos realizado el descubrimiento más importante de la edad moderna.- Jack abrazó a Ludia y la besó apasionadamente.- Esto cambiará todo, filosofía, religión, política, historia...
- No entiendo Jack, ¿qué descubrimos?
- Descubrimos que la Tierra es hueca. Este sol es el núcleo del planeta, lo suficientemente poderoso para formar atmósfera, un cielo azul de los gases producidos por los metales del núcleo. Atravesamos la corteza mediante el ascensor, y la actividad geomagnética de las placas tectónicas deben producir la gravedad. Eso en sí mismo ya es un descubrimiento con fascinantes posibilidades.
- Eso explica la falta de gravedad en esas cámaras de la pirámide.- Dijo Draxler mirando por sus binoculares.- Pasábamos cerca del centro de la corteza, y ahora mismo estamos de cabeza en relación a como nos sostenemos en la superficie del planeta. 
- La corteza debe tener poco más de mil kilómetros.- Dijo Klaus, tan emocionado como sus compañeros.- El ascensor viajó aproximadamente a 300 kilómetros por hora, por más de tres horas continuas. Ahora mismo estamos en el extremo sur, pero si pudiéramos lanzar un cohete en línea recta hacia arriba llegaríamos al polo norte. ¿Quién sabe cuántas entradas más existan para el interior de la tierra hueca?
- Más allá de la línea de visión posible para el ojo humano,- Dijo Draxler mirando por sus binoculares.- no hay horizonte, hay tierra. O más específicamente, una gran masa de agua.
- Será mejor acampar.- Dijo Josef mirando su reloj.- Se hará de noche pronto, si es que es el tiempo de la superficie significa algo. Algún tipo de noche debe existir aquí, de otro modo no habría vegetación.

            Marcharon por varias horas y Klaus recuperó sus instrumentos químicos para revisar el agua que pasaba por los arroyos hacia una catarata cercana. El agua, como el aire, tenía los mismos componentes que en el mundo de la superficie. Josef encontró pisadas de conejos y venados conforme escalaban la montaña, y cuando conquistaron su cúspide para establecerse en un claro se asombraron al ver reptiles voladores. Un inmenso pterodáctilo sobrevolaba una barranca cercana, además de halcones y aves tropicales. Era obvio que el evento violento que había aniquilado a los dinosaurios en la superficie no había afectado a los dinosaurios en el interior de la tierra. Acamparon, cansados pero emocionados, y decidieron que lo más sano era tener las armas listas por si un inmenso reptil aparecía de entre los árboles. La noche tardó en llegar, era obvio que el núcleo planetario no respetaba los horarios de la superficie, pues no había ningún movimiento de rotación involucrado. Eventualmente el núcleo se oscureció parcialmente, rodeándose de gases oscuros. Herman y Jack permanecieron despiertos toda la noche discutiendo acaloradamente sobre la composición densa del núcleo y sobre las implicaciones que su descubrimiento tendría para el mundo exterior.

            En los siguientes días exploraron las junglas y planicies cercanas. Kamal se encargó de dibujar un mapa y Josef cazó la comida con su rifle, en su mayoría venado y conejo. Levantaron el campamento para avanzar un poco más y descubrieron una ciudad en ruinas cerca de un ancho río que parecía extenderse por encima de colinas. La ciudad, advirtió Kamal Bassir, era muy semejante a una ciudad inca o maya, y compartía gran parte de sus símbolos. Luego de muchas horas de estudio determinó que era una cultura adoradora del trueno, y que parecía haber estado dividida de la misma forma que la civilización inca, con sus mismas castas e incluso muchos de sus ritos. Las casas de piedra eran cúbicas y sus edificios estaban tallados en piedras de imponente tamaño. Encontraron las ruinas de un primitivo molino de grano y pronto descubrieron que la ciudad no era un primitivo asentamiento agrícola, si no que había sido una sofisticada civilización tecnológicamente avanzada. Ludia encontró extrañas y viejas máquinas, con sus mecanismos metálicos cubiertos de piedra. Sobrevivían rastros de los canales que llevaban de misteriosos aparatos en lo que había sido el campo agrícola, hasta los molinos, luego a los hornos y finalmente hasta canales hundidos en la tierra que llevaba hacia las calles. Estos canales tenían ruedas y engranes en la tierra, como si ayudaran a desplazar pesadas máquinas. Entraron a las casas y también allí había restos de una cultura tecnológica. Ludia reconoció una máquina de piedra con tapa y una canasta metálica adentro, era una lavadora.
- Tecnología futurista conoce civilizaciones de la edad de piedra.- Dijo Ludia, sentándose sobre la arcaica lavadora. Jack desempolvó algunos muebles, unos los podía distinguir como sillas o mesas, y otros tenían formas piramidales que no parecían tener cajón alguno, ni utilidad.- ¿Algún objeto religioso?
- Podría ser.- Doc Wild se asomó por la ventana y señaló hacia las torres de piedra y podrida madera. Las construcciones tenían orificios cada metro y en su cúspide una máquina plateada con hélices y lo que parecían ser ventiladores.- Creo que esos son mecanismos de enfriamiento o calefacción. Herman encontró canales de cristal bajo algunos centímetros de tierra que llevan a todas las casas. Probablemente distribuyendo Vril.
- ¿Crees que se les acabó el Vril y se mudaron?- Wild se acercó a Ludia y acarició su hermoso rostro japonés.
- Hay ropa en el ropero del dormitorio, telas muy básicas y uniformes. Si se mudaron, al menos se habrían llevado su ropa.
- Sabes que me enamoras cada vez que me acaricias y das a entender que una civilización entera desapareció del mapa por un evento violento y catastrófico.
- ¿Qué puedo decir? Soy un romántico.- Jack besó a Ludia, pero no duró mucho pues sonaron silbatos y flautas por todas partes.

            Salieron de la casa para escuchar el galope de los caballos y los gritos, en una lengua desconocida, de salvajes que parecían salir de la nada. Los seis aventureros habían estado demasiado emocionados como para anticipar un ataque semejante y los cien salvajes rápidamente sometieron a Kamal, Josef y Klaus con redes y garrotes. Los enemigos, de complexión asiática, vestidos con pieles de animales y armados con primitivas herramientas rodearon a Herman, Jack y Ludia gritando órdenes imposibles de comprender. Herman bajó a uno de un caballo de un solo tirón y Jack desarmó a dos que cargaban lanzas. Aunque los tres pelearon valientemente, estaban rodeados por completo y los orientales tenían a sus amigos como rehenes. No tardaron mucho tiempo antes de someterlos con sus redes y atarlos de pies y manos. Les cargaron a una jaula, junto a sus otros amigos, y la fueron arrastrando con ayuda de dos mulas.

            El viaje fue tenso y silencioso. Los atacantes se habían hecho de sus armas y en ningún momento les dejaron a solas durante el largo trayecto, golpeándoles con lanzas para evitar que hablaran. Se alejaron de las ruinas de la ciudad para cruzar entre las montañas hacia un amplísimo valle que descendía con colinas hasta una gigantesca estepa a la orilla del mar. La estepa entera estaba poblada de tiendas de campaña hechas de pieles, en su mayoría de dinosaurio. Llevaron a los prisioneros a una húmeda cueva con pinturas rupestres a la entrada de su inmenso campamento. Les encerraron en una jaula de bambú, custodiados por dos fornidos guardias que afilaban sus largos cuchillos mientras conversaban animadamente, señalando a sus prisioneros y riendo con sonrisas perversas. Jack y Herman se hicieron de filosas piedras e intentaron cortar los mecates que sostenían a la jaula de bambú, pero los guardias rápidamente les golpeaban con palos para detenerlos. Ludia Katsu murmuró su plan en un hilillo de voz, para evitar una golpiza, y aunque a Jack no le gustó para nada, ella ya se estaba quitando la ropa. Se quitó la camisa y le chifló a los guardias. Sus enemigos tenían la misma complexión que ella, y tenían la misma opinión sobre su belleza que todos en el mundo exterior. Vestida en falda y sostén les coqueteó con la mirada y luego empezó a toser violentamente, fingiendo que se quedaba sin aire.

            Los guardias la sacaron de la jaula, manteniendo lejos a los otros con sus afiladas hachas de piedra. Ludia fue cargada afuera y no repararon en las sonrisas de Jack y Herman. Ludia se dejó caer hincada sobre el suelo y de un golpe le reventó la rodilla  a uno y al otro le golpeó en la entrepierna hasta tenerlo en el suelo. Se lanzó contra una mesa en la entrada de la cueva, donde habían dejado las posesiones de sus prisioneros. Desmayó a los guardias con un garrota y hábilmente cortó las amarras de la jaula para dejarlos libres. Jack recuperó su revólver, su lanzallamas portátil en forma de pistola de bengalas y su juguete predilecto, el disruptor sónico. Salieron de la cueva a tiros, cubriéndose de las flechas y las lanzas. Kamal se hizo de caballos en un establo cercano, tras disparar contra los guardias de casco de metal. Cabalgaron para salir huyendo, pero estaban siendo perseguidos por cien soldados. Jack disparó su disruptor sónico, lanzando a seis soldados por los aires y neutralizando a otra docena. Herman Draxler aprovechó la oportunidad de disparar su lanzagranadas de vapor de cloroformo. Josef Zotof demostró su impecable puntería, pero no compartía el entusiasmo de los otros, pues había demasiados de esos salvajes y les ganaban terreno a cada momento.

            Se dirigieron a las colinas, tratando de regresar a la ciudad en ruinas, pero era obvio que no llegarían muy lejos. Mientras se acercaban a las montañas, y sus enemigos les ganaban terreno, el estertor de los relámpagos les hizo agacharse instintivamente. Poderosos y enceguecedores truenos apareciendo bajando la colina, pulverizando al ejército enemigo. Se trataba de vehículos militares, con llantas de oruga como un tanque, con cañones la frente y cúpulas para los conductores. Las máquinas, de pulido metal negro, tenían líneas y surcos del azul brillante del Vril. Las máquinas, sin embargo, no se atrevían a bajar por las colinas, pues los salvajes no parecían temerle a la muerte. Un tercer vehículo apareció en la colina más alta, no tenía cañón, pero sí tenía una media esfera con asientos que los aventureros no despreciaron. El conductor del vehículo no se parecía en nada a esos salvajes orientales, era un hombre pálido y casi azul de piel. Huyeron junto a las máquinas de guerra en dirección a la ciudad. El conductor trató de hablar con ellos, pero era inútil, no comprendían su idioma, hasta que se hartó y señaló al horizonte. Más allá de las pedregosas colinas que habían creído eran el límite de la ruinosa ciudad, se extendía una ciudad idéntica pero llena de vida. El vehículo cruzó por sus calles y avenidas, y los ciudadanos de esa utopía tecnológica estaban tan asombrados de sus apariencias como ellos lo estaban de esas pieles azules.

            La ciudad no tenía señal alguna de Vril, a excepción de unas pocas máquinas para transportar ganado o procesar comida. Un río partía a la ciudad en dos hasta llevar a una altísima catarata. En medio del río, y no muy lejos de la caída de agua, un extraordinario palacio se alzaba con piedra blanca y coloridos cristales. Una torre de oro se alzaba en el techo, semejante a una torre de radio, aunque con extraños símbolos religiosos. Cruzaron un puente automatizado hasta el patio exterior del palacio, adornado de extrañas estatuas y custodiado por soldados vestidos con telas de cuero y con extraños rifles metálicos con luminiscencia de Vril. Sus nuevos anfitriones les señalaron que entraran al lujoso palacio y rápidamente les ofrecieron frutas, algunas conocidas y otras prehistóricas. Se inclinaban a ante ellos en señal de paz y les guiaron hacia la parte submarina del palacio. Una estructura con la forma de un balón, de paredes semi-transparentes de color verde brillante, se hundía cientos de metros bajo el poderoso río. Al centro de esa estructura subacuática entraron a la sala del trono. Todos los pisos eran de mármol y metales iridiscentes, y la sala del trono era el único lugar que cubría el piso con extraños tapetes de cuero y lana. El trono, sobre un podio de varios escalones, era una silla de altísimo respaldo de oro macizo y con la forma de una mano que se alzaba casi hasta el techo con los dedos abiertos. Las paredes tenían extraños símbolos mayas y pinturas jeroglíficas egipcias con la historia del misterioso reino, y con inscripción de adoración hacia los truenos.
- Urfen, Urfen.- Decía el rey, vestido de humildes ropas de tela de colores, como todos los ciudadanos.- Urfen.
- ¿Qué crees que quiera decir eso?
- Creo que es su nombre.- Dijo Kamal Bassir. El rey se apuntaba al pecho y repetía la palabra.- Bien podríamos intentar.
- Draxler.- Dijo Herman, señalándose al pecho y después señaló a los otros cinco diciendo sus nombres. El rey asintió y sonrió, aplaudiendo de emoción, gesto que sus soldados y cortesanos repitieron.
- Vril.- Dijo el rey Urfen, mientras bajaba los escalones que daban al trono y señalaba un dibujo en la pared. Se trataba de una cascada azul con truenos que salían o caían sobre ella. Luego apuntó hacia lo que parecía ser un valle con nubes soltando truenos y finalmente un dibujo de una doble pirámide que se tocaban en sus puntas. Lo señaló varias veces y les apuntó a ellos. Jack asintió y con mímica se dio a entender que habían bajado por esa pirámide hasta el reino del Tierra hueca.

            El rey Urfen aplaudió y lanzó órdenes a sus sirvientes para que les llevaran a los cuartos de huéspedes, donde les dieron comida, agua y sus ropas de coloridas telas. Urfen no perdió tiempo y en los siguientes días envió a un equipo entero de maestros para enseñarles el idioma con papiros y juguetes para la educación de los niños. Wild y Draxler lo aprendieron en cuestión de semanas, y los demás consiguieron memorizar algunas palabras y no pudieron comprender su difícil gramática, a excepción de Bassir, quien reconoció la misma estructura gramatical que del egipcio antiguo. Los aventureros podían ir a donde quisieran y caminaron por las calles de la misteriosa ciudad, atrayendo la curiosidad de la gente. Cuando los aventureros ya comprendían lo suficiente del idioma el rey Urfen les invitó a un paseo en una de sus carrozas mecánicas de Vril. La máquina, que se parecía mucho a un camión, aunque era mucho más largo y de módulos unidos como un tren, les llevó fuera de la ciudad hacia una carretera en desuso que llevaba a una ciudad escondida entre las montañas y en completo estado de abandono. Los aventureros se pusieron nerviosos, estaban rodeados de soldados en una ciudad vacía, pero Urfen seguía sonriendo hasta llegar al centro de la ciudad. Era muy semejante a la que ya habían conocido, pero las piedras de las casas eran de color rojo y tendían a tener una forma más esférica que rectangular, muy parecidos a los iglúes.
- Esto es Morkai.- Explicó Urfen, mientras llevaba a los seis aventureros a recorrer sus calles.- Vecinos de mi reino Urkai. Sufrieron un destino parecido al nuestro.
- ¿Por qué hay una gran parte de su ciudad en tal abandono?
- Hace siglos los Urkai comprendieron todos los misterios del Vril.- Dijo con amargura en la voz, mientras sacaba una naranja de uno de los árboles que crecían salvajemente.- Crearon grandes ciudades de máquinas que hacían todo el trabajo. En esos siglos de comodidad olvidamos cómo funcionaban las máquinas. Los Greskai, que ustedes ya conocieron por las malas, liderados por el terrible Grespar, lanzaron una sanguinaria guerra en nuestra contra. Estuvimos cerca de la extinción, pues a duras penas comprendíamos cómo usar nuestras propias máquinas. Los Morkai, ellos no tuvieron la misma suerte que nosotros los Urkai. Quedamos desconectados de la fuente de Vril por el valle de los dioses. El poco que nos queda lo hemos tenido que usar para nuestras armas, por eso mi gente sufre las penurias de la miseria. Ustedes vienen del otro mundo, del mundo de los muertos, son magos sin duda. Nuestras esperanzas caen en ustedes para que nos salven de Grespar y los violentos Greskai. Si Urkai ha de sobrevivir, tendremos que acceder a la fuente de Vril.
- No somos magos.- Dijo Herman, con una sonrisa de humildad.
- Pero entienden mejor nuestros propios aparatos que nosotros. Tienen un talento nato para la ingeniería. Ustedes pueden salvar a mi pueblo.
- ¿Qué opinas Herman?- Le preguntó Jack en finlandés, por si acaso ellos también hubiesen aprendido sus idiomas.
- ¿Tenemos otra opción? Además, esa tribu no parece muy amistosa. Podemos salvarlos, y además aprender más sobre el Vril.
- Ayudaremos.- Dijo Jack y el rey Urfen aplaudió haciendo una reverencia de agradecimiento.

            Ludia llamó la atención de Jack al borde del precipicio, donde dos extraños cañones con tubos de Vril disparaban hacia abajo. Se asomaron y pudieron ver enormes gusanos escupidores de fuego que trataban inútilmente de ascender por la ladera pegándose a las piedras, sólo para ser pulverizados por los truenos que los cañones producían. Klaus comenzó a gritar y todos siguieron sus alaridos hasta la entrada de un iglú de piedra roja. Había encontrado un almacén subterráneo con dos extrañas estatuas de piedra. Explicó que había tratado de tomar muestras geológicas cuando descubrió que la piedra sólo revestía un aparato de metal, como un esqueleto con venas de Vril.
- ¿Y eso te dio miedo?- Se mofó Zotof.- Yo pensé que todos los alemanes eran como Wagner.
- Eso no fue lo que me asustó.- Klaus señaló la pálida luminiscencia que emanaba un núcleo en su pecho.- Usé mis químicos para tomar largas muestras, fue algo de glicerina pero estalló por error y empezó a cobrar vida.
- Quizás el calor reactiva el Vril.- Jack disparó su pistola de bengalas que dejó salir una columna de  fuego, pero no hubo ningún cambio. Zotof colocó un pequeño tubo de dinamita y se alejaron hasta las escaleras mientras la mecha se consumía. La explosión fue mínima, pero la estatua de piedra emitió un zumbido constante y el Vril brilló a toda potencia.
- Fascinante.- Herman escaló la estatua hasta su cabeza y removió la piedra con su cuchillo.
- ¿Señores?- Ludia caminó en reverse, señalando los brazos de la máquina que empezaban a moverse.- No creo que lo hayan usado de decoración.

            La máquina disparó un relámpago de cada brazo y Klaus tuvo que lanzarse para apartar a Kamal del estallido. La máquina de guerra trató de caminar, pero Draxler seguía trepado sobre su cabeza y era demasiado pesado. Jack les dijo a todos que no se movieran, tenía la intuición que la máquina podía detectar movimiento y estaba en lo correcto. Herman Draxler encontró el cráneo metálico y lo perforó con su cuchillo, desactivando la máquina. Mientras que Jack y Klaus cortaban un tubo plástico para guardar muestras de Vril en un recipiente, Draxler desmontó el cráneo y lo diseccionó. Luego de varios minutos de prueba Jack y Herman irradiaban de emoción.
- Mira esto Jack, es una computadora. Muy parecida a como tú y yo las diseñábamos, pero a años luz de distancia.- Sostuvo una pieza metálica con pequeños filamentos metálicos como si fuera en santo Grial.- Este es su cerebro, miniaturizaron lo que tú y yo apenas discutíamos como una posibilidad. Crearon un micro-chip, cien veces más potente que cualquier computadora experimental. Mientras los gobiernos del mundo se asombran con algo tan rudimentario como un misil dirigido, esto podría teledirigir un ejército de robots esclavos. Y lo hicieron hace miles de años.
- Un ejército de esclavos robots que olvidaron como usar.- Dijo Kamal Bassir.- Vencidos por su propia comodidad. Todos los paraísos del Hombre terminan por destruirse.
- ¿Qué hay del Vril?- Preguntó Zotof, mirando sobre el hombro de Klaus.
- Una sola gota tiene más poder que cien galones de gasolina. Esta muestra,- Dijo Jack, señalando el líquido en el contenedor plástico.- podría alimentar media ciudad por más de un siglo. Esta es la clave contra toda la pobreza en el mundo. No se evapora a cien grados, lo probé contra el fuego. Es relativamente viscoso y creo que la clave está en someterlo a la presión o al calor.
- Como las planchas de cristal del elevador, presionaban el Vril.- Dijo Ludia.
- Precisamente. Estoy seguro que se puede refinar para mil usos más. Estoy seguro que la electricidad contenida en este líquido se debe a su peculiar estructura atómica, sin duda producida en el centro de la corteza terrestre a millones de grados y unidades de presión. Lo que los científicos alemanes discuten sobre la radiación no es nada en comparación con esto.
- Creo que es hora de ver ese valle de los dioses.- Resumió Klaus Eckel.

            El rey Ulfen estaba deleitado al escuchar la petición y accedió de inmediato. Viajaron en sus vehículos de módulos, acompañados de un vehículo semi-esférico militar, movido por una cinta plástica de oruga como un tanque, y con un pesado cañón al frente. Regresaron a la ciudad de Urkai y la gente les recibió como héroes, pues habían oído que aceptaban ayudarles para salvarse de la inminente guerra. El camino al norte pasó por todo Urkai hasta los campos cultivables y luego se desvió por más de una hora, franqueando la escarpada cordillera hasta un valle, no mayor a diez metros de ancho, con una espesa neblina. Se bajaron de los vehículos y tímidamente se acercaron hacia el valle de los dioses. No entendían la razón del temor religioso de los Urkai, hasta que entendieron que esa neblina eran en realidad nubes, tan espesas y cargadas de agua como las del cielo. Las nubes producían truenos y relámpagos que hacían imposible el largo trayecto, pues cualquier cosa metálica atraía a miles de voltios de potencia, y aún si avanzaban sin metal los truenos eran imposibles de predecir.

            Draxler y Wild discutieron posibilidades por más de una hora y llegaron a la conclusión que primero tendrían que darse una buena idea del área circundante, el selvático sendero que llevaba hasta el valle de los dioses. Klaus, Josef y Jack marcaron un perímetro y empezaron a buscar senderos que pudieran escalarse hacia las altísimas y escarpadas montañas de la sierra. Doc Wild escuchó algo sobre ellos, más allá de los tupidos árboles selváticos y Josef instintivamente preparó su rifle. Un graznido, agudo e insoportable, llenó la jungla mientras un furioso pterodáctilo arrancaba ramas y árboles para atacar a los aventureros. Doc Wild logró asustarlo con su lanzallamas portátil, pero sus garras habían desgajado los árboles y Klaus casi se desmaya cuando un tronco le pasó por encima. Zotof disparó directo a la cabeza cuando el hambriento animal atacó de nuevo, ésta vez su largo pico hundiéndose en la tierra hasta los pies de Jack, quien apenas tuvo tiempo de saltar por encima de una rocosa colina. La criatura no soportó más y se fue, pero ese era el principio de sus problemas. La criatura les había mantenido ocupados, no se dieron cuenta que un grupo de fornidos salvajes les habían rodeado. Los salvajes, con pieles de animales y pesados cascos de metal habían aprendido desde su último encuentro y venían preparados. Jack se defendió de cuatro de ellos y soldados en los árboles le lanzaron suficientes dardos envenenados para paralizarlo. Antes de desmayarse pudo ver que sometían a Josef con garrotes y los reunían a todos en una red para ser transportado.

            El veneno se consumió rápido y pudo moverse de nuevo luego de algunas horas. Los soldados le llevaron a un rudimentario molino de grano, donde le hicieron empujar un tronco para mover el mecanismo. Sabía que algo había cambiado, no le habían puesto junto con Klaus y Josef, y habían pasado la oportunidad perfecta para matarlo. La reacción de la gente también fue diferente, ahora estaba rodeado de niños y jóvenes que le imitaban y apuntaban emocionadamente. Le habían quitado sus armas, no esperaba menos que eso, pero los soldados se habían ido. Una figura robusta como un oso, en pieles de reptil, se abrió paso entre los jóvenes y le señaló para que se acercara.
- Los muchachos querían verte de cerca. Dicen que eres más fuerte que tres bueyes. ¿Entiendes mi lenguaje?- Jack asintió y el hombre le tomó de la mano, tratando de imitar un apretón cuando era obvio que nunca lo había hecho antes.- Mi nombre es Grespar, el líder de las tribus errantes.
- El idioma es muy semejante. Yo soy Jack Wild, ¿qué hicieron con mis dos amigos?
- Están bien, no sé dónde estén. Son libres aquí.
- ¿Y por qué nos mantiene libres?
- Porque ustedes son exteriores, como los dioses de los viejos mitos. Al parecer fueron sometidos antes, y me disculpo. Estamos en épocas muy difíciles y muchos de mis soldados no son muy brillantes.- Doc Wild caminó con Grespar entre las tiendas y el primitivo mercado.- Les tienen por demonios, muchos de mis tribus, por ayudar a los Urkai. Ustedes ayudan a Urfen para encontrar su camino a través del valle de los dioses hasta el sagrado Vril, ¿es cierto?
- Sí.- Contestó plenamente y Grespar se limitó a asentir con gravedad.
- Ven, quiero que veas algo.- Grespar silbó y dos de sus soldados entregaron un caballo para cada uno. Doc Wild le siguió de cerca, pues sabía que era inútil intentar algo sin saber qué era de Klaus y Josef. Recorrieron varios kilómetros de tiendas y primitivas casas hasta un desfiladero con un angosto camino protegido por soldados. Josef y Klaus le saludaron sentados a la orilla del desfiladero y Jack se bajó del caballo para correr hacia ellos.
- ¿Están bien?
- Sí, estamos bien, no te preocupes.- Dijo Klaus.- Mira.
- ¿Qué es eso?- El núcleo que hacía de sol estaba oscurecieron y las luces de miles de antorchas y piras podían vislumbrarse más allá del desfiladero por tantos kilómetros que se perdían.
- Las tribus.- Explicó Urfen, sentándose en el pasto con ellos.- Expulsados del norte por los grandes reptiles, vagamos sin hogar.
- ¿Y quieren que Urkai sea su hogar?
- Lo era antes. Ellos nos expulsaron, por nuestra piel. Al pueblo de Morkai les fue peor. La gran guerra de razas destrozó Urkai casi por completo. Urfen era muy joven entonces, pero ya era rey. Decidió esclavizar Morkai cuando se dio cuenta que, en su vanidad, había destruido su propia subsistencia. Una vez que dejaron de ser útiles mandó sus armas de guerra, mataron a casi todos. Los pocos que sobrevivieron se unieron a nosotros en nuestra marcha al norte, pero los grandes reptiles nos obligaron a volver. Si Urfen obtiene el Vril, nos matará a todos.
- Doc, nos equivocamos.- Admitió Zotof, con la mirada perdida en las decenas de miles de pobladores bajo ellos.- Urfen ya cometió genocidio una vez, ésta ocasión terminará el trabajo.
- ¿Y si conoce la localización de la pirámide?- Preguntó Klaus.- Sería indetenible.
- Mis generales le tienen por un líder nato, Jack Wild.- Explicó Grespar.- Pedimos su ayuda para que detenga a Urfen de cruzar el valle de los dioses.
- ¿Cuánto tardará Draxler en encontrar la solución?- Preguntó Zotof.
- Poco.- Jack no sabía qué pensar. No quería involucrarse en asuntos ajenos, pero sabía que Urfen masacraría a los Greskai sin misericordia. También sabía que Grespar no era la clase de líder que aceptaría la renuncia de Urfen sin desencadenar una guerra igualmente injusta. Jack había aprendido que el mundo no era blanco y negro, pero siempre temía que su brújula moral se perdiese entre las tonalidades de gris. Existía una sola cosa de la que podía estar seguro.- Quien conquista el Vril, conquista todo.
- Yo estoy con Grespar.- Dijo Klaus, seriamente.- Nos engañaron en Urkai.
- Concuerdo con el alemán.- Dijo Zotof.- No podemos dejar que se aniquilen mutuamente.
- Ni lo haremos.- Doc Wild se puso de pie, su cuerpo casi dorado por el bronceado, con su espesa cabellera rubia agitándose por el viento.- Grespar, te ayudaremos. Tengo un plan.

            Jack, Klaus y Josef regresaron a Urkai a caballo. La ciudad parecía lista para la guerra, sin duda el plan de Urfen era mantenerlos ocupados en el valle de los dioses para que no vieran sus preparaciones. Los tanques esféricos con cañones ocupaban muchas de las calles y avenidas, y los soldados montaban defensas en el techo de sus edificios con algunos cuantos cañones de Vril y muchas flechas y arcos. Doc Wild confiaba que los soldados no conocían el funcionamiento de sus armas y comenzaron en su misión para sabotear tantas de ellas como fuera posible. Se arrastraron debajo de los tanques y localizaron los tubos de Vril para cortarlos. La noche les dio el cobijo necesario, pero tras una docena de actos de sabotaje el Vril ya formaba ríos visibles. Un soldado atrapó a Klaus debajo de un tanque, pero Jack lo desmayó de un golpe a la nuca. Alguien emitió la alarma y los tres no perdieron tiempo para escapar en un vehículo de oruga hasta el valle de los dioses. Ludia estaba ahí y les recibió de brazos abiertos con una sonrisa emocionada, pero los guardias no estaban tan felices. Dispararon sus rifles de Vril, provocando un trueno que volcó el vehículo. Ludia Katsu no perdió tiempo, rápidamente lanzó dos cuchillos que mataron a los soldados. El tercer soldado lanzó un cuchillo de cazador contra doc Wild, quien lo atrapó en el aire para lanzárselo de regreso y pegar directo al pecho.
- Nos engañaron.- Explicaron Klaus y Josef apuradamente.- Matarán a los Greskai en masa.
- Draxler ya les abrió el camino, y Kamal está con ellos.- Jack besó a Ludia y la acompañó al valle que solía estar poblado de relámpagos.
- Es perfecto.- Dijo Jack, con admiración.- Draxler construyó globos de resistente cuero y plástico con antenas que pueden moverse, de modo que el conjunto de globos hace de pararrayos.

            Recorrieron el largo y estrecho valle hasta una colosal cueva con máquinas de la época del esplendor de Urkai. Altísimas arañas mecánicas, con cuerpos esféricos, aguardaban desactivadas en la entrada, en espera del Vril. Se escondieron entre dos arañas mecánicas más pequeñas mientras que una legión de soldados extendía un ducto plástico para bombear Vril hacia Urkai, y pesados camiones de oruga llevaban contenedores llenos de la milagrosa sustancia. Entraron sin hacer ruido, escondiéndose detrás de viejas máquinas abandonadas. Al centro de la cueva se encontraba un gigantesco pozo de Vril que manaba anchos ríos que se perdían en la montaña. El pozo estaba rodeado de mecanismos antiquísimos que facilitaban el bombeo. Algunas de las arañas mecánicas ya habían sido despertadas, y sus cuerpos se desplazaban cuidadosamente entre los trabajadores para salir de la cueva rumbo a Urkai. Herman Draxler y Kamal Bassir se encontraban maravillados del lugar y observaban el paso de las arañas. Wild y los demás se adentraron cuidadosamente hasta llamarles la atención. Explicaron todo lo que había ocurrido y Draxler no pudo evitar lanzar imprecaciones e insultos, pues había sido engañado para facilitar un genocidio. Una de las arañas que marchaban fuera se detuvo, su cañón de Vril apuntando a ellos y la cúpula de la esfera se removió de modo que Urfen pudiera asomarse.
- Ahí están los traidores.- Gritó el rey. Jack salió del escondite para permitirle a sus amigos huir por otra parte. Miró el enorme cañón de Vril que le apuntaba y luego a Urfen.
- Nos engañaste, ahora mismo marchas para matar inocentes.
- ¡No son inocentes! Ellos trataron de hacernos lo mismo, nos estábamos defendiendo y ahora terminaremos el trabajo. No se entrometan en asuntos que no entienden.
- Baja de esa araña mecánica y lo discutiremos mejor.
- Ya me aburrí de ustedes.

            Jack saltó justo a tiempo, antes que el relámpago lo incinerara. La máquina del rey no se molestó en perseguirlo, salió de la cueva y rápidamente cruzó el valle de los dioses que ya tenía un ducto funcionando y bombeando galones de Vril hacia la batalla. Otras dos arañas le persiguieron, disparando sus rayos con cuidado de no destruir ningún aparato. Disparó su disruptor sónico contra los soldados que marchaban frente a él y usó el lanzallamas portátil para crear una pared alrededor de las patas de una de las arañas para ganarse más tiempo, sabiendo que la otra no dispararía contra su compañera. Escuchaba la batalla más allá del valle de los dioses, pero también escuchaba a Herman Draxler preparando el rifle que tomó de Zotof. El disparo rebotó de una viga en el techo y penetró en la esfera de la araña sobre Jack. Ludia y Kamal dispararon contra los soldados que llegaban de los túneles de las cuevas, mientras que Klaus y Josef se hacían de un vehículo de oruga para escapar. La araña sobre Jack apuntó hacia ellos dos, pero Draxler disparó un rifle de Vril robado contra sus patas y la máquina colapsó bloqueando uno de los túneles. Los seis aventureros subieron al vehículo, con Ludia y Josef disparando contra los soldados tras ellos.
- Urfen escapó, pero podemos detener esas máquinas.- Dijo Jack, señalando las seis arañas mecánicas que caminaban por encima del ducto de Vril.- La energía cinética, el impacto violento activa las propiedades del Vril.
- Ya lo tengo cubierto doc, no te preocupes.- Draxler le mostró un radio a distancia y girando los diales hizo que los globos apuntaran sus antenas, ya gastadas por los poderosos impactos, hacia el centro del valle. Un trueno hizo estallar el ducto de Vril y la explosión cimbró el suelo y sacudió las montañas. Las máquinas se vaporizaron y el ducto quedó destruido por completo.- Ahora Klaus, acelera ahora.
- Voy tan rápido como puedo.- Klaus Ecke empujó todas las palancas al máximo mientras que los globos de antenas ardían en el aire y caían a su alrededor.
- Tenemos menos de dos minutos antes que la atmósfera del valle se normalice.

            El vehículo escapó a tiempo y el ejército que les seguía de muy cerca sufrió los embates de los truenos del valle de los dioses. Atravesaron a los soldados que recibían el Vril con disparos y gran velocidad, la batalla ya había caído sobre todo Urkai y la guerra les permitió adentrarse a la ciudad. El vehículo finalmente colapsó por los disparos y se bajaron. Pelearon del lado de los Greskai en un combate cuerpo a cuerpo. El palacio era el centro de la batalla, el rey Urfen tenía dos arañas mecánicas resguardando una alta torre metálica en el techo. Se acercaron al palacio lo mejor que pudieron, pero las arañas parecían imposibles de franquear, y el palacio se encontraba en una isla en el río con su puente levantado. Los Greskai valientemente trataron de colocar puentes, pero los truenos de los cañones de Vril de las arañas lo impedían. Las arañas habían llevado grandes cantidades de Vril a una máquina en la base de la torre y tras un zumbido poderoso un rayo se alzó al cielo, chisporroteando y crujiendo. El rayo formó un domo eléctrico, con ayuda de torres similares por toda la ciudad, que encerró Urkai en una media esfera y que comenzó a cerrarse, calcinando a los invasores conforme reducía el radio.
- Tenemos que detener esa torre.- Grespar se les unió en la esquina de una calle, asomándose cautelosamente para ver a dónde disparaban las arañas.
- No, tenemos que llegar a una de esas arañas. El río está bien protegido, ¿cómo cruzarlo?- Preguntó Jack, mientras disparaba su rifle de alta potencia junto a Zotof para detener los soldados que marchaban contra ellos.
- Tengo una idea.- Dijo Herman, mientras peleaba contra tres soldados al mismo tiempo.

            El equipo rápidamente se puso en acción, con ayuda de Grespar y sus soldados. Mientras el brillante domo eléctrico azul se cernía sobre los edificios, calcinando todo mediante su contacto, se hicieron de un bote lo suficientemente grande para todos. Grespar no estaba convencido del plan, el poder de los cañones de las arañas metálicas ya habían quemado la madera y calcinado a sus ocupantes. Klaus y Kamal buscaron todo el cobre que pudieron encontrar y rápidamente lo montaron sobre un largo pedazo de plástico que Jack había unido de otros más pequeños con su lanzallamas portátil. El plástico formó un puente hacia la isla en el río y el cobre condujo la electricidad mientras todos nadaban con el bote volteado sobre sus cabezas. La araña disparó un par de veces, pero para cuando consiguió derretir el plástico, ya habían conseguido cruzar el espacio. Jack usó su disruptor sónico contra los guardias del palacio y siguió a Herman que ascendía por una de las patas de la araña. El lanzallamas abrió la esfera para que Draxler pudiera entrar y sometió a los dos soldados a golpes. Apuntó el cañón de la araña, adivinando entre las palancas y botones de la máquina, y disparó contra la otra araña que protegía la isla. Jack ayudó a los otros a subir, con una cuerda, mientras Draxler abría el techo de la araña para subir al techo del palacio. Zotof se quedó atrás, disparando contra los soldados con su rifle. Urfen y sus científicos se cubrieron detrás de la torre mientras los aventureros tomaban el control del techo.
- ¡Urfen!- Grespar subió después de ellos y con su espada mató a los científicos que protegían a su rey. Señaló la consola que Herman y Jack intentaban comprender y luego le puso la espada en el cuello.- Desactívalo ahora, matarás a tus propios hombres.
- Nunca.- Grespar le cortó la cabeza de un golpe y se acercó a los demás.
- Querrán apurarse, esto no se ve bien.- Josef disparaba contra los soldados de Urfen que aún dominaban parte de la ciudad y trataban de pulverizarlo con sus rayos.- Ese domo se mueve rápido.
- Tengo que intentar algo, no sé si esto nos mate a todos.- Herman jaló una palanca y el rayo se concentró en un solo sitio, eliminando el domo.
- ¡Cuidado!- Ludia robó un rifle de Vril y atacó a los soldados que trataban de escalar al techo. En la confusión Grespar se hizo de la máquina y girando los diales fue moviendo el arco voltaico hacia los soldados de Urkai. Jack y Herman dispararon sus rifles de Vril contra los enemigos que subían al techo y se dieron cuenta que el rayo se movía peligrosamente hacia un punto en la ciudad donde los habitantes de Urkai habían tomado refugio.
- ¡Grespar! No lo hagas, matarás gente inocente.- Gritó Herman, recorriendo el techo a zancadas para detenerlo, pero el enloquecido líder tribal no cambiaba de opinión.
- Nos harán lo mismo en cuanto tengan la oportunidad, mejor que mis manos se llenen de sangre y las mentes de mis tribus puedan descansar tranquilas.
- Esa no es tu decisión.- Jack lo empujó de la consola y Grespar trató de atacarle con la espada, pero Ludia le lanzó tres cuchillos a la espalda que lo neutralizaron.
- Me debes otra cariño.
- Pongámoslo en mi cuenta.
- Esa cuenta ya tiene muchas.
- ¡Lo logramos!- Zotof saltó de emoción cuando los peleadores decidieron detenerse, ambos líderes estaban muertos y la crisis había sido, al menos temporalmente, evitada. La emoción fue tan desbordante que hasta Klaus brincó con él y se abrazaron, olvidando sus infantiles rencillas.
- Hay que apagarlo, pero no entiendo cómo.- Dijo Jack. La consola era de metal y no parecía tener aperturas para curiosear entre sus circuitos. Los diales y palancas eran todo lo que había y doc Wild temía lo que pasaría si encendía el botón equivocado. El suministro de Vril se encontraba escondido dentro del pesado metal y estaba seguro que la torre contra la que ahora descargaba su furia, no duraría para siempre.
- No, hay que cerrar el camino al valle de los dioses.- Herman fue dirigiendo, con los diales, la chisporroteante columna de luz hacia el camino del norte.
- ¡No lo hagas! Clausurarás la fuente de Vril para siempre.- Jack trató de detenerlo, pero era inútil.
- Si la tentación sigue estando allá, esta rencilla nunca se detendrá.
- No se detendrá si solo tienen arcos y flechas Herman, ese Vril puede salvar al mundo.
- ¿El mundo?- Herman le miró como si estuviese loco.- ¿Y llevar el Vril a nuestro mundo?, ¿has perdido la cabeza Jack? No podemos interferir en el rumbo de naciones enteras.
- ¿Y qué crees que hicimos aquí?- Le preguntó Kamal Bassir, tranquilamente.- ¿Es correcto hacerlo en naciones pobres, pero no en ricas? Eso es algo que los árabes conocemos bien.
- Las máquinas de guerra serán mil veces más atroces que aquí en la Tierra hueca.
- No será así Herman, tú y yo pensaremos en algo. No lo repartiremos en lata para que nuestros gobiernos lo usen en tanques y bombas.
- ¿Y si nos equivocamos Jack?
- ¿Y es mejor dejar que nuestro mundo se ahogue en los humos de la guerra?- Preguntó Klaus
- Jack, no puedes decirlo en serio.- Ludia se acercó a su amante y le acarició el musculoso pecho con una mirada de incertidumbre.- Sabes lo que los americanos harán con el Vril. Te encerrarán y te torturarán hasta que les digas de dónde vino, y entonces Alemania, Rusia, Inglaterra, todos querrán venir aquí, colonizar, masacrar y usar a los nativos como esclavos.
- No será así cariño, no los dejaríamos tocarlo. Un mundo donde la energía es gratis, donde no hay carencias materiales... ¿Hay algo mejor que eso?
- Estoy con Jack.- Dijo Zotof.- Mi país y el de Klaus ya fue invadido por la locura y la guerra. No hacer nada es el peor de los crímenes.
- No podemos someter esto a votación, es demasiado importante.- Herman regresó a la consola y Josef se lanzó sobre él, pero Draxler consiguió empujarlo. Jack intentó quitarlo de su puesto, pero accidentalmente apretó un botón que dirigió el poderosisímo rayo hacia el palacio, a pocos metros de ellos. La isla artificial comenzó a desintegrarse, su peso finalmente llevado por el torrente del río hacia la catarata. Jack apretó otros botones hasta que el rayo se detuvo.
- Tenemos que irnos, el lugar entero colapsará.

            Kamal Bassir fue el primero en regresar a la araña y luego a descender mediante la cuerda. El río se ensanchaba cada vez más, llevándoselo todo a la altísima cascada, incluyendo la torre y su computadora. Ludia bajó antes que Jack y a medio camino doc Wild se dio cuenta que Draxler había quedado al último a propósito. Mientras sus otros amigos cruzaban el río con ayuda de cuerdas que los soldados, de ambos bandos, lanzaban para ellos, doc Wild escaló de regreso al techo. Se lanzó contra Herman antes que pudiera encender la máquina. El piso sobre ellos temblaba y se cuarteaba, amenazando con llevárselos. Draxler era su igual en todos los sentidos, y la pelea fue inmisericorde. Cada golpe de Jack era respondido por uno de Herman. Habían aprendido los mismos estilos de pelea y eran igualmente veloces. Ludia les separó con todas sus fuerzas.
- Todo se está hundiendo, tenemos que lanzarlos al río, tienen redes esperando.- Gritó Ludia, señalando hacia la masa humana que gritaba por ellos y lanzaban redes y cuerdas.
- Se acabó Herman.- Jack señaló la torre que se tambaleaba para luego caer aparatosamente sobre las ruinas del palacio.

            Herman aceptó a regañadientes y empujó a Jack y a Ludia hacia la araña para descender por la cuerda. La araña se tambaleó cuando la mitad de palacio se partió en dos, para ser llevada por el furioso río. Ludia había caído primero y Herman y Jack se lanzaron un par de pisos hasta la corte del palacio, que también se cuarteaba. Corrieron hasta la orilla y saltaron hasta un largo palo que era sostenido por una docena de soldados de ambos lados. Jack consiguió agarrarlo, pero Ludia y Herman no pudieron saltar tanto debido a que le piso a sus pies se desplomaba al agua. Ludia consiguió caer cerca de Jack y Herman logró empujarla hasta la mano de doc Wild. Herman se hizo del tobillo de Ludia, pero la corriente del agua era demasiado poderosa y Jack perdía a Ludia. Herman se soltó accidentalmente de Ludia y desapareció en el agua. Ludia Katsu miró a Jack con expresión de puro terror mientras sus dedos se resbalaban de su mano, hasta que su cuerpo fue llevado por el agua. Doc Wild fue rescatado y furiosamente empujó a todos y gritó de angustia. Siguió el camino del río hasta la ensanchada catarata, tratando de medir cuantos metros podían haber y las posibilidades de lanzarse al agua y sobrevivir el golpe.

El palacio cayó al fondo de la catarata y el impacto hizo que el Vril estallara. La explosión fue tan grande y violenta que alteró la forma de la cascada y redujo la jungla alrededor del río a cenizas. Wild cayó hincado, sus manos tapando sus ojos de la espantosa visión y sus amigos le dejaron ser. El núcleo del centro de la tierra rotó de sus metales más pesados dando inicio a un nuevo vida, y Jack seguía hincado y llorando. Jack Wild no había sentido tanto dolor desde que tenía a su padre moribundo en sus brazos y sentía que su corazón no podría sobrevivir el impacto. Nadie se le acercó y sus espantosos gritos de dolor se sumaron al de los padres que encontraban el cadáver de su hijo. Eventualmente Kamal Bassir se animó a levantarlo del suelo y llevarlo hasta la plaza donde los generales de ambos bandos habían estado esperándole.
- Son las leyes de nuestras dos naciones que el general vencedor y más valiente ordene el caos de la miseria de la guerra.- Explicó un general de Urkai, con su piel azulada en contraste completo al de su homólogo asiático y moreno de Greskai.
- Yo...- Wild estaba distraído. Su mente vagaba por los pensamientos más heterogéneos. Se preguntó si haría un funeral para Ludia, y dónde podría la tumba. ¿Lo haría en el interior de la Tierra hueca, donde había muerto, o en Borneo donde había vivido casi toda su vida?
- ¿Jack?- Klaus le codeó para que despertara de su ensimismamiento. Wild sonrió con tristeza y recordó que había sido educado para reprimir sus emociones y siempre tener la mente serena.
- Las tribus y los Urkai vivirán juntos, serán los Gruskai. Nosotros siempre estaremos dispuestos a ayudarles en lo que necesiten. Elijan sus líderes por mayoría y entiendan que la primera parte será la más difícil, aprender a vivir juntos. En un año abriremos el valle de los dioses para que puedan obtener Vril, pero antes quiero que destruyan todas sus máquinas de guerra.
- Queremos que usted sea nuestro rey.- Dijeron los dos generales, al unísono.- Nuestros líderes nos mancillaron el orgullo con sus actitudes soberbias.
- No puedo serlo, mi mundo está allá arriba. Quizás algún día podrán verlo. Aunque, si me estiman en lo absoluto, tengo un favor que pedirles. Busquen a mis amigos.

            La búsqueda involucró a cientos de hombres que descendieron de la escarpada montaña hacia el río que nacía de la cascada. Buscaron por semanas enteras, pero sólo encontraron cuerpos calcinados y en partes que habían quedado repartidos por doquier. Kamal, Josef y Klaus le convencieron de regresar al mundo de la superficie luego de muchos intentos. La pirámide siguió oculta y Jack pensó en modos de restringir su acceso, por si acaso. No habló durante el trayecto de vuelta. Jack, Ludia y Kamal habían viajado al polo sur para encontrar los restos de una pirámide, pero en vez de eso habían descubierto que la Tierra era hueca, que un paraíso tropical y prehistórico existía allí, así como naciones en guerra, el poderoso Vril y los defectos humanos que les hacían iguales a los pobladores de la superficie. Wild retomó el centro de la fundación Draxler y los tres trabajaron por muchos días. Klaus y Josef regresaron a sus constantes disputas, pero eso no animaba al hombre de oro, únicamente lo que estaba en el horizonte le daba vida a su adolorido corazón. Luego de una semana de trabajo, adecuando todos los generadores a la copiosa cantidad de Vril que habían llevado con ellos, los tres se reunieron afuera del centro de investigaciones. Habían redirigido los ríos de aguas hirvientes y Klaus había empezado a sembrar pasto y varios vegetales en su ambiente cálido. Jack abrió una botella de champagne para celebrar la ocasión y se paró a un lado de una computadora que había fabricado de memoria.
- El Ojo de Horus tendrá aquí su centro de operaciones.- Dijo Kamal Bassir.- El Polo sur será nuestro continente y en él habrá cabida siempre para los pobres, los necesitados y los refugiados. Un continente de paz en mundo en guerra.
- Suena bien, si podemos enseñarle a Josef que no coma pingüinos.
- Saben a pollo.- Dijo Zotof con toda seriedad.- Pero escucho que los alemanes saben a chocolate. Probablemente cerveza rancia y embutidos.
- Si este lugar será el ícono de la convivencia internacional, vamos por buen camino.- Bromeó Jack. Era la primera broma de doc Wild en mucho tiempo y fue recibida con aplausos.- Aquí caballeros, salvaremos al mundo. Cordell y todos en el gobierno de Estados Unidos sabrán que sí he tomado un bando, el mío. Un brindis por el futuro.
- ¡Por el futuro!

            Jack apretó un botón y la computadora, conectada a un generador de Vril y a una antena mandó la señal. La enorme antena soltó un arco voltaico que hizo contacto con las otras torres que había instalado alrededor de los 300 kilómetros cuadrados formando un domo eléctrico azul. Era su nueva y naciente nación, y también la salvación de la raza humana.



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