Jack Wild y la conquista del Vril
Por: Juan Sebastián Ohem
Jack
Wild estuvo en la portada de todos los periódicos cuando reveló al mundo la
existencia del Ojo de Horus y las demás naciones secretas. Gran parte del Ojo
de Horus ignoraba por completo sus operaciones en cubierto, sus asesinatos y
venta de armas, y doc Wild rápidamente se armó de un vasto equipo de
colaboradores. Convirtió la nación secreta en una logia dedicada a la
perfección física, intelectual y moral. Lo que la gente antaño sospechaba, que
las grandes compañías, así como las grandes naciones, estaban en contubernio
para hacer dinero sin importar los escrúpulos, finalmente tuvo fuertes
evidencias y en menos de un mes Jack había diezmado el poder de lo que quedaba
del Ojo de Horus. Prácticamente todas las naciones del mundo habían hechos
tratos corruptos con ellos, habían armado a soviéticos y fascistas por igual,
habían consolidado plutocracias en Estados Unidos y manejado una amplia red de
asesinos a sueldo para mantener ciertos regímenes en los países pobres. La
atención que los medios, y el público en general, no se comparaba con la
atención que recibía de los líderes mundiales. La guerra había estallado y los
inventos que el Ojo de Horus, la mayoría creados por su padre o por él, se
volvieron el centro de un huracán diplomático. No pasaba un día sin que algún
emisario tratara de comprar el intelecto del hombre de oro, o sus armas, ni
pasaba un día sin que otros emisarios lo amenazaran de una forma u otra. El
gobierno de Estados Unidos trató de incluir a doc Wild al gabinete presidencial
con tal de poner sus manos en sus invenciones, pero cuando Jack se reusó el
gobierno amenazó con clausurar sus logias del Ojo de Horus. El secretario de
Estado Cordell Hull se presentó en su penthouse en Nueva York, en el edificio
Chrysler sin avisarse y trató, por más de dos horas, de convencer a doc Wild a
seguir órdenes.
- El Ojo de Horus, como el Clan
de la lámpara roja o la Orden, han sido aliados importantes para nuestro país,
incluso si resulta políticamente incorrecto tener que decirlo.- Wild se sentó
en su sillón de cuero frente a la vista de la Gran Manzana y trató de no
aburrirse a muerte. Ludia Katsu permaneció sentada en la mesa de café, entre
las tazas, afilando sus cuchillos.- Lo mínimo que pudo haber hecho, doctor
Wild, fue avisarnos que entregaría todos esos papeles a la prensa.
- ¿Qué ocurre secretario, no le
gusta que la gente se entere que el Ojo de Horus arregló las elecciones o que
la Orden le vendió secretos industriales a compañías americanas?- Preguntó
Ludia. Su filosofía política se reducía a un potente deseo por atravesar
políticos con sus cuchillos, y no tenía interés en sus juegos diplomáticos.
- ¿Y por qué tenemos que tener
esta conversación con su... amiga afilando cuchillos frente a mí?
- Ludia se puso nerviosa porque
vino armado a lo que usted llamó “una reunión casual”.- Cordell se puso
nervioso y alternó su mirada entre el hombre de oro y la asesina oriental.-
Vamos secretario, ese bulto en su tobillo no es un tumor, y ese olor a grasa me
dice que la limpió en la mañana. En cuanto a esos papeles... Lo hecho, hecho
está. Y en cuanto a lo que quiere, no puedo dárselo.
- Los granjeros de este país le
agradecen los tractores automatizados que regaló, todos los 1,500. Sin embargo,
regaló la misma cantidad a Alemania y Rusia. Este país está a punto de entrar
al peor conflicto militar de la historia con uno, o quizás incluso con los dos,
podría ser visto como acto de traición.
- No sabía que los granjeros
alemanes llevaran uniformes militares. Usted quiere mis armas, pero no puede
tenerlas. No las necesita, ya encontrarán una excusa para entrar a la guerra y
reactivar la economía. Y no trate de amenazarme, esas logias no están a mi nombre.
Si las cierra, abriré otras. En cuanto a mis empresas... Tengo compañías por
todo el mundo, tengo empresas que ni siquiera yo conozco. Sabe que no puede
empujar muy fuerte, pues temen que me alíe con los alemanes o los rusos. No lo
haré, pero tampoco seré su títere. He donado millones de dólares en caridad,
bonos y programas de gobierno, así que no dude de mi patriotismo.
- No puede mantenerse al margen
del mundo doc Wild, tarde o temprano hasta el hombre más inteligente del mundo
tendrá que plantarse de un lado de la raya.
- No soy el hombre más
inteligente del mundo, pero no se necesita serlo para ser más inteligente que
usted. Sé exactamente lo que piensa y lo que el presidente está pensando, y no
va a pasar. Soy más listo, más rápido y más adinerado que todos ustedes puestos
juntos. Ahora, si me disculpa, tengo cosas que hacer.
- Llegará el día, Wild, en que el
mundo te obligará a escoger un bando, a punta de balazos si es necesario, y
cuando eso pase te veré retorcerte.
- Y que tenga un lindo día.- Lo
siguieron hasta la puerta que daba al ascensor y se sorprendieron al ver a un
hombre moreno, calvo y de complexión árabe. Cargaba con una maleta en forma de
cubo y no esperó a que le invitaran para hacerse pasar.
- ¿Cómo entró aquí?- Ludia se
interpuso frente a Jack. Había sufrido docenas de atentados y Ludia, su equipo
de seguridad de una sola persona, le había salvado la vida en todos ellos. El
árabe la ponía nerviosa, aunque el sujeto parecía no inmutarse. Colocó la
maleta sobre una mesa y se acomodó un turbante.
- Mi nombre es Kamal Bassir.
- Reconozco ese nombre, ha
descubierto tres tumbas de faraones y su nombre es pronunciado con miedo en
algunas partes de Afganistán y Jordania.
- Mis años de mercenario
terminaron hace mucho. En cuanto al modo en que entré.- Kamal le lanzó una
llave a Jack, que reconoció de inmediato, la llave maestra para su elevador.
- ¿Cómo la consiguió?
- Del mismo modo que conseguí
esto.- Dijo señalando el enorme cubo de metal.- Porque Ashford Wild me la
regaló. Le conocí hace años, en el Cairo. Yo cargué su cuerpo moribundo de ese
hospital en llamas, junto a algunos amigos cercanos que cosechó casi
clandestinamente.
- Gracias.- Jack le dio la mano y
después lo abrazó afectuosamente. Ludia sonreía, pero tenía dos cuchillos
listos, uno en cada mano, por si acaso fuera mentira. No podía detectar la
honestidad de una persona en su voz o en su mirada, como Jack había sido
entrenado para hacer.- ¿Desea un café?
- No gracias, ya tuve uno en el
lobby. Por cierto, nunca había visto tanta vigilancia.
- Sí, tengo un verdadero concilio
internacional allá abajo, así como francotiradores en los edificios de enfrente
que esperan la señal. No saben que los vidrios soportarían una explosión, ni
saben que tengo túneles para salir del edificio en cualquier momento.- Kamal
Bassir se sentó y luego lo hicieron Jack y Ludia.
- Usted es la viva imagen de su
padre. Lo que ha hecho es muy honorable, el Ojo de Horus estaba demasiado
corrupto e infectado de avaricia como para seguir existiendo. Su padre sospechó
de ellos por muchos años, pero nunca logró lo que usted ha hecho.
- Por favor, llámame Jack. En lo
que a mí respecta, si fuiste amigo de mi padre eres parte de la familia Kamal.-
El egipcio se encendió un cigarro y sonrió sosteniendo su encendedor de oro.
- Regalo de Ashford, me lo dio la
última vez que lo vi, cuando se fue de mi casa y desapareció hasta... Bueno,
hasta morir en tus brazos. Nunca le dijo al Ojo de Horus, quizás ni siquiera a
ti, que estaba fascinado por la posibilidad de civilizaciones subterráneas, que
también es mi hobby particular. Por horas discutíamos las similitudes entre la
cultura maya, la egipcia y la hindú. La morfología religiosa de los celtas
primitivos, los egipcios y los japoneses ya empiezan a ser estudiadas, pero tu
padre era una eminencia en el tema. Él y yo nos planteamos la posibilidad del
Vril años antes que la ciencia ficción alemana jugara con la idea.
- ¿Vril?- Preguntó Ludia.- ¿Qué
es eso?
- Una sustancia de propiedades
mágicas que los escritores alemanes han usado como metáfora para sus ideas
sobre la pureza racial. Nunca se ha demostrado que existiera.
- ¿Estás seguro?- Kamal acarició
la maleta y sonrió maliciosamente.- Creo que deberías ver el regalo que te hizo
hace muchos años, antes del incendio, y que me pidió que guardase hasta que
fuera conveniente.
Apretando
los lados del cubo, la extraña maleta liberó los seguros y pudo retirarla. En
su interior se encontraba un círculo de metal, sobre una base del mismo metal
negro y pulido. El círculo tenía una malla, casi imperceptible, sobre la que
estaban colgados pequeñas partículas, casi invisibles, de oro. La base tenía un
único botón, rodeado de hendiduras que llevaban al grueso círculo metálico.
Jack examinó el misterioso aparato y accidentalmente apretó el botón. Un leve
zumbido se mantuvo firme unos segundos y después, tras un flash de luz, el aro
metálico produjo una iridiscencia azul brillante. La malla se iluminó mediante
las partículas de oro, formando imágenes caóticas al principio. Doc Wild murmuró
asombrado que las partículas de oro se electrizaban y formaban en distintos
ángulos, y tonalidades de azul, para formar las imágenes. Luego de unos
segundos apareció el rostro de Ashford Wild y Jack reprimió una lágrima. Era un
rostro que no había visto vivo en más de seis años, antes de la explosión del
hospital abandonado.
- Si estás viendo esto,- El
rostro habló y Ludia dejó escapar un grito ahogado, pues sonaba con tanta
claridad que era como si estuviera con ellos.- es porque mi amigo Kamal ha podido
encontrarte y yo he muerto. Hay mucho que espero poder decirte, si alguna vez
tengo la oportunidad de liberarme del Ojo de Horus. No puedo decirlo todo, pero
debes saber hijo que ellos esconden muchas cosas. He descubierto información
por la que me matarían, y debo ser paciente para revelarla. Existe un mundo que
el Ojo de Horus te oculta, y existe mucho que yo debo ocultar de ellos, pues si
poseyeran si quiera una fracción de lo que he visto, no tendrían igual y el
mundo estaría en sus manos. Como probablemente ya dedujiste, este mecanismo
opera a partir de Vril. Se trata de una sustancia que podría hacer o deshacer
la esperanza por un mundo en paz. Yo estoy seguro que la pirámide del sur es la
clave para su fuente inagotable. Si el Ojo de Horus, o cualquier otro grupo,
llegase a encontrarla el mundo estaría muchos problemas. Encuentra la pirámide
del polo sur, encuentra el Vril, salva al mundo. Kamal Bassir tiene una muy
buena idea de dónde encontrarla y puedes confiar en él plenamente. Adiós Jack,
y no olvides que te amo.
- ¿Eso es todo?- Jack sacudió la
máquina un par de veces, pero las partículas de oro colgaban de esa malla sin
moverse.
- ¿Pirámide en el polo sur?-
Preguntó Ludia.- ¿Eso es posible?
- Mucho.- Dijo Kamal, produciendo
fotografías en blanco y negro de lo que parecían ser valles y montañas blancas.
Señaló dos puntos equidistantes como si eso no requiriese mayor explicación.
- ¿En el congelado polo sur?
- Sí, y estas bien podrían ser
dos partes de lo que fue su base. No somos los únicos que estamos convencidos
que, hace cientos de miles de años antes que el polo sur estuviese totalmente
congelado, se encontró una civilización compleja y en posesión de Vril.
- ¿A qué te refieres?
- Fui contactado por algo llamado
la fundación Draxler. Un alemán y un ruso se acercaron con ideas sobre una
pirámide y una posible expedición al sur. No les dije nada que la prensa y mis
estudiantes no supieran ya. No sé si tengan la ubicación de la pirámide, pero
lo intentarán.
- Vamos para allá. Llamaré al aeropuerto,
viajaremos a Argentina donde tendré un avión especial para esos climas. Diseñé
esa aeronave para tomar fotografías caloríficas en altas montañas, supongo que
funcionará para el polo sur.
- Voy por mi ropa de invierno.-
Dijo Ludia con una sonrisa, pues estaba harta de las entrevistas y la vida en
la ciudad.
La
expedición abordó la “espada de nieve” en un pequeño aeropuerto en la Patagonia
y Jack piloteó contra las tormentas de nieve y la temible turbulencia. Llevaban
gruesos abrigos y un par de maletas con armas e instrumentos científicos que
Ludia tuvo que amarrar al suelo, de modo que no salieran rebotando para todas
partes mientras que la aeronave viajaba ganando y perdiendo altura
constantemente. La brújula del avión se volvió loca, estaban cerca del polo
magnético. Uno de los jets se congeló mientras sobrevolaban las altas montañas
de hielo y Jack dejó de sonreír cuando perdieron presión en la cabina. El avión
descubrió amplias vueltas, tratando de ganar algo de altura, y el ruido de las cámaras
de calor fue opacado por el rugir del viento. Ludia y Kamal se miraron
aterrados, estaban prácticamente atados a sus asientos mientras que por la
ventana no había nada más que blanco, pero se relajaron al oír la risa de Jack
Wild. La cámara había detectado calor, según explicó a gritos, y cuando Ludia
preguntó dónde, él señaló hacia todas partes. El avión bajó cientos de metros
casi en picada, pero logró estabilizarse sobre unas montañas. Ludia se acercó a
Jack para mirar por la pantalla de las cámaras. Jalando de una palanca doc Wild
movió las cámaras y Ludia perdió el aliento. Esperaban encontrar dos o tres
puntitos de calor, rodeados de docenas de grados bajo cero, pero las cámaras
señalaban un valle entero de calor.
- Espera un segundo.- Jack señaló
por la ventana a su lado y Ludia se asomó para ver pequeñas luces que formaban
una pista.- Quizás tendremos suerte. Abróchate los cinturones, aterrizaremos.
El
espacio era muy reducido, y las alas pasaron a pocos metros de dos montañas. El
avión aterrizó perfectamente por la pista cubierta de nieve y todos respiraron
un poco más tranquilos. Kamal, Jack y Ludia bajaron del avión con gruesas
chamarras, y pistolas automáticas apretadas en el cinturón. La temperatura no
concordaba con el resto del continente y se fue haciendo más cálida conforme
cruzaban la pista hacia las débiles luces en el horizonte. Una bengala, roja y
brillante, iluminó un edificio cerca de la pista. Jack y Ludia estaban
preparados para lo peor, y se sorprendieron al ver que Kamal, quienes les
superaba en edad por más de diez años, fue el primero en acercarse. El centro
de investigaciones en la nieve tenía una enorme cúpula azul y el edificio,
dividido por secciones, medía cientos de metros. Una figura solitaria se acercó
a ellos, igualmente vestido de chamarra y botas largas. Les indicó que le
siguieran hasta el centro de investigación y se quedó en la puerta de plástico,
cubierto por el techo y una pared, para quitarse la capucha de la chamarra y
aplaudir con sus gruesos guantes de cuero.
- ¡Jack Wild, el hombre de oro!-
Bramó el hombre, menor de 40 años, con espeso cabello rojizo y complexión
atlética.- Es un honor que hayas venido. Por favor, entra que tenemos
calefacción y comida. A usted también la reconozco, los diarios la llaman “el
misterio de oriente”.
- Entre otras cosas.- Dijo Ludia,
mientras acompañaba a Jack al edificio. Los calefactores les permitieron
quitarse las chamarras, descubriendo sus armas, pero el anfitrión no parecía
preocupado. Les invitó de la comida en la mesa y del vino que aún quedaba. Jack
instintivamente notó que había tres copas, que tenía dos metros y medio contra
el túnel que llevaba a otra parte del centro, así como cuatro metros exactos
hacia la salida pasando por su anfitrión. Podía tomar su arma y dispararle en
2.05 segundos, así como volar la tubería de gas a tres metros frente a él.
Sabía que si era una emboscada el túnel sería difícil de cubrir, y que si las
ventilas bombeaban veneno podría reventar el plástico de la ventana detrás de
la mesa con una de las botellas en menos de dos segundos. El anfitrión le miró
a los ojos y comenzó a reír.
- ¿Espacialidad, puntos
estratégicos, lateralidad de pensamiento para resolver posible emboscada y
medidas de tiempo para matarme y salir a la nieve?- El anfitrión tomó una
manzana y le dio un buen mordisco antes de seguir hablando.- Mi nombre es
Herman Draxler y pensé en exactamente las mismas cosas cuando mi radar detectó
su avión.
- ¿Radar?
- Sí, me parece que es muy
semejante al que diseñaste cuando tenías doce años.
- Trece.
- Ésta es la fundación Draxler
para la paz mundial y el conocimiento científico. Como ya dedujiste, tengo a
dos colaboradores conmigo. Les pedí que permanecieran en el módulo de reserva
de comida, pues temían que ustedes trabajaran para el Ojo de Horus.
- ¿Cómo supiste?
- Jack, yo soy tu hermano
perdido.- Se quitó la chamarra y se abrió la camisa hasta el pecho. Tenía la
misma complexión atlética y musculosa que Jack, pero más desarrollada por los
años, así como varias cicatrices y un tatuaje en la forma del Ojo de Horus.-
Soy la herramienta que guardaban en caso que fuera necesario matar a tu padre,
o a ti. Me diseñaron con las mismas técnicas que a ti, en un castillo en
Escocia. Me hicieron hacer cosas... Cosas que tu padre habría objetado,
dejémoslo así. Al buen doc Wild le mintieron desde el principio, y todas mis
misiones eran para... metas menos honrosas que las de tu padre. Me liberaste
cuando diste a conocer toda esa evidencia. Me dediqué a robar el dinero del Ojo
de Horus para tener esta fundación.
- Si hubieras querido matarme lo
habrías hecho en cuanto aterrizaba el avión. Si quisieras información... No
parece que la necesites. ¿Cuántos hay como tú?
- ¿Cómo nosotros? No muchos, pero
hay. Entrenados desde la infancia para creer que ese mundo de mentiras y
conspiraciones es el mundo real, y que todas esas vidas tranquilas con
familias, fines de semana para ir a pescar y planes de retiro son espejismos.
Me entrenaron para matar y pensar, pero hay algo... Siempre hay algo que te dice
que algo está mal, eso nunca pudieron eliminar, sin importar que tan
vigorosamente aplicaban su diseño. Tú cambiaste todo Jack, y podemos seguir
adelante o puedes matarme ahora mismo. No hay dispositivo de autodestrucción,
ni gases nerviosos, ni bombas o ejércitos de asesinos.
- Lo sé.- Dijo Jack y le ofreció
la mano, estrechándola con fuerza. Sabía que no mentía, podía ver en sus ojos
algo más que la verdad, un sentimiento de liberación.- Ya conoces a Ludia
Katsu, al menos por los diarios. Él es Kamal Bassir, arqueólogo, aventurero y
amigo personal.
- Vengan, conozcan a mis
compañeros.- Cruzaron por el túnel de plástico hacia una estancia amplia con
mapas y aparatos científicos de toda clase. Un hombre rubio, increíblemente
alto y muy esbelto fue el primero en presentarse.
- Klaus Eckel, geólogo y químico.
Es un gusto.
- Klaus escapó de Alemania antes
que lo forzaran a ser parte de la SS.- Añadió Herman Draxler.
- Josef Zotof, ingeniero, cazador
y en todos los sentidos mejor que Klaus.- El ruso era un hombre robusto y de
larga barba negra. El alemán puso los ojos en blanco por su comentario. Los dos
eran completos opuestos, mientras que Eckel era un caballero recatado y
silencioso, Zotof era un hombre rudo y extrovertido.
- Josef es humilde.- Dijo Draxler.-
Una vez cazó un oso con un cuchillo.
- Cuchara,- Corrigió Josef
Zotof.- muy afilada, pero cuchara al fin.
- No sabía que hubiera cucharas
en la villa donde fuiste adoptado por lobos.- Dijo Klaus, con una fina sonrisa.
- Olvídenlos, pueden estar así
por horas.- Se sentaron alrededor de la amplia mesa metálica y los ánimos se
relajaron viendo a Klaus y Josef discutiendo. Ludia y Kamal se miraron en
silencio y sonrieron, no podían ser asesinos a sueldo con una rutina como esa.
- ¿Han venido por la pirámide?
- Así es, y creemos que estamos
muy cerca doctor Wild.- Explicó Klaus Ecke.- Hay ríos de aguas termales cerca
de aquí, brotando de un volcán activo. Ese calor podría haber mantenido cierta
vegetación y quizás la relativa inactividad del volcán congeló a la cultura que
existía aquí. Sé que hubo vida en esta parte del continente, la acidez y el PH
de la tierra es idéntica a la que se encuentra en las Amazonas. Sabemos que
ésta es el área, pero son kilómetros y kilómetros que tendríamos que recorrer.
- Yo podría ayudar.- Dijo Kamal,
estirándose sobre el mapa topográfico de esa parte del polo sur. Marcó dos
puntos con una pluma y les mostró las fotografías.- Estos puntos son casi
triangulares, y equidistantes entre sí.
- Excelente, dejaré que mis
aviones suelten agua hirviendo y sales para cubrir toda esa área, para mañana a
la mañana la nieve se habrá ido y el suelo estará descongelado. Afortunadamente
tenemos dos habitaciones adicionales que espero les acomoden.
- Espera, ¿dijiste aviones?
- Sí, operados por radio.- Ludia
puso los ojos en blanco al ver la mirada de Jack, parecía como un niño en
navidad.
Draxler
y Wild salieron del centro de investigaciones hasta una pequeña pista de
aterrizaje. Retiró las lonas blancas que cubrían la entrada y le señaló a doc
Wild las cuatro aeronaves. Uno de los aviones, muy parecido a la espada de
nieve, les había traído, pero los otros tres no eran nada como doc hubiese
visto antes. Eran mucho más pequeños y en vez de tener un fuselaje amplio para
albergar pasajeros, contaba con tanques de agua y sales que podían calentarse.
Le mostró la cabina de uno de esos aviones, un grupo de consolas con botones,
medidores y antenas que doc Wild fue comprendiendo rápidamente. Mediante una
consola general en el hangar, Draxler piloteó los aviones de uno en uno. Usando
un mecanismo de radar especificó las altitudes, las direcciones y las rutas que
debían llevar y en menos de una hora los tres aviones sobrevolaban un valle
lejano, entre dos altas montañas, rociando el agua hirviendo y las sales. Se
retiró a dormir con Ludia, aunque no sería de noche hasta meses después, y no
pudo cerrar las pestañas en ningún momento, pues estaba demasiado emocionado
con seguir la labor de su padre y conocer a un hombre que era su igual en todos
los sentidos.
La
expedición de seis personas partió del centro de investigaciones en un camión
con llantas especiales para terreno peligroso. Los aviones automáticos ya se
habían aterrizado solos y la zona parecía un desierto de tierra curtida.
Algunas piedras decoraban todo el valle y al centro se encontraba una enorme
plataforma cuadrada. Le erosión había destruido casi por completo las otras dos
esquinas, pero aún eran visibles, así como extrañas marchas sobre los bloques
de piedra.
- La piedra no tiene sentido.-
Dijo Klaus, rompiendo algunos bloques y piedras circundantes con un pico.-
Ningún sentido en lo absoluto.
- No Klaus, tú no tienes sentido
en lo absoluto.- Dijo Josef con una sonrisa pícara. Cargaba con su rifle de
cazador por costumbre, lo cual Klaus nunca se cansó de decir que era ridículo,
pues lo único que podía llegar a cazar eran inocentes pingüinos. Jack, Kamal y
Ludia no se burlaron, pues aún cargaban con sus automáticas, y tenían el
arsenal privado de doc Wild en un bolso pesado.
- Esta piedra es idéntica a la de
Egipto.
- Tiene sentido.- Dijo Kamal, con
la nariz pegada a las escrituras talladas en los bloques de la base de la
pirámide.- Mide 250 metros, igual que la de Keops. La escritura cuneiforme se
parece más al maya que al egipcio, pero aún así es sumamente antigua y podría
estar equivocado.
- Todo eso es muy interesante.-
Dijo Ludia, en cuclillas y balanceándose sobre una piedra mirándoles trabajar.-
Pero nadie se ha hecho la pregunta importante.
- ¿Y cuál es?- Preguntó Jack,
mientras cargaba pesadas máquinas con ayuda de Herman.
- Si esa es la base de la
pirámide, ¿por qué tiene cosas escritas? Encima irían otros bloques.- Todos la
miraron, con la palabra en la boca, luego se miraron entre ellos y finalmente a
la base, y quedaron callados. Cada quien murmuró una respuesta, pero la verdad
era que no habían reparado en lo obvio. Se detuvieron en lo que hacían y
meditaron el asunto.
- El Vril es subterráneo.- Dijo
Jack, con la mirada en el cielo.
- Es una pirámide invertida.-
Dijo Herman y comenzó a reír.- La punta está enterrada.
- Lo cual supone una entrada.-
Jack estaba visiblemente emocionado y recorrió la base a grandes zancadas en
busca de una puerta.
- No la encontrarás así.- Dijo
Herman, señalando la máquina que habían estado cargando.- Haremos un mapa sonar
de toda la estructura, puede penetrar hasta siete metros, espero que los
bloques no sean más grandes que eso.
Los
seis ayudaron a Herman a preparar su dispositivo. Colocaron pesadas bases en
cada esquina que conectaron con largos tubos de aluminio, y al centro
conectaron una máquina con una antena que apuntaba hacia la edificación. La
máquina fue recorriendo, metro a metro, emitiendo un chillido agudo y
desagradable. La imagen se formaba cuando las olas de sonido rebotaban y los
lectores dentro de la máquina llevaban la información a una consola que Draxler
controlaba. La enorme pantalla de radar mostraba y registraba las lecturas
hasta que el sonar se detuvo y todos pudieron respirar más tranquilos.
- Miren, al centro.- Josef Zotof
giró las perillas, llevando la imagen hasta el centro. Todo lo que había eran
puntos negros en un fondo verde que variaban en intensidad.- La densidad del
material es diferente aquí. Mucho más ligera que la piedra que sostiene sobre
ella.
- No ligera, bruto.- Le corrigió
Klaus.- Cristalizada. Hay cristal allá abajo.
- ¿Y podemos retirar el bloque o
hacerlo estallar?- Preguntó Kamal.
- Soy geólogo, no vidente. No
tengo idea si se pueda o incluso si se deba.
- No nos adelantemos.- Dijo Jack,
mientras ayudaba a Herman a retirar la pesada maquinaria y guardarla de nuevo
en sus cajas.- Es una entrada, por lo tanto está diseñada para abrirse.
- ¿Tendrá algún censor de peso?-
Preguntó Herman, mientras cerraba la última de las cajas.
- Es un espacio de cristal de
siete por siete metros.- Dijo Eckel.- Y a juzgar por su densidad podría sostener
más de una tonelada.
- Sonido.- Dijo Herman.- El
cristal responde al sonido. Hay que volver a la base, tengo un taladro sónico
que podría servir.
- No, tengo algo mejor.- Dijo
Jack, con cierto orgullo.- Un juguetito que te podría gustar.
Los
cinco se taparon los oídos y se alejaron de la estructura mientras Wild se
paraba en el centro con su pistola de disrupción sónica. El aparato medía menos
que una pistola automática y le había salvado la vida en más de una ocasión.
Apuntó hacia el suelo, tragó saliva y jaló el gatillo. El estruendo agudo fue
tan violento que la onda de choque rebotó contra el suelo y lo mandó por los
aires por varios metros hasta caer en el fango a un lado de la base de la
pirámide. Un esplendor azul brillante se coló entre las fisuras de los bloques
en esos siete metros y el suelo comenzó a temblar. Un elevador subió tres
metros, cargando por encima con los bloques de piedra, y estaba hecho de un
cristal muy grueso y que emitía una luminiscencia azul. Animadamente cargaron con
todo el equipo que pudieran cargar y entraron al elevador para inspeccionar la
misteriosa pirámide invertida. Los cristales habían estado proyectando una luz
azulosa cada vez más intensa, era un dispositivo que debía medir el tiempo y
eso apuró a todos a un ritmo frenético.
La
cabina despidió una luz casi cegadora y después volvió a su tono original, y
entonces comenzó a bajar. Draxler y Wild examinaron las paredes y el techo, el
cristal era transparente y podían ver gruesas paredes del mismo material rodeando
la cabina, y con el Vril entre las planchas de cristal. El viaje fue
emocionante, pero luego de dos horas empezaron a comer lo que llevaban. El
ascensor fue acelerando, lentamente empujándoles al techo hasta que la
velocidad fue tan violenta que todos quedaron contra en el techo, con los sacos
de marino aplastándoles incómodamente. El viaje duró un largo tiempo en ese
estado, hasta que empezó a aminorar la velocidad y todos cayeron al suelo de
nuevo. El elevador se detuvo por completo cuando entraron a un recinto oscuro.
Draxler encendió su linterna y se sorprendieron al ver las paredes de piedra de
una pirámide. Un tubo de metal, corroído casi por completo, pasaba por el medio
de la cámara de piedra hasta unas escaleras donde desaparecía al descender.
Jack fue el primero en salir y su cuerpo se sintió liviano. Rápidamente se
aferró del tubo mientras que su cuerpo flotaba en el aire.
- Muy bien, ya llenamos la cuota
de rarezas por hoy.- Dijo Ludia.
- La gravedad es casi
inexistente, tengan cuidado con su equipaje.- Uno a uno saltaron al riel.
Herman, Klaus y Kamal cargaron con los bolsos verdes de marino del hombro.
- Esto es fascinante.- Decía
Kamal, mientras apuntaba su linterna a todas partes, mientras avanzaba
torpemente por el tubo hacia las escaleras.- Veo semejanzas con escritura inca,
egipcia e incluso hindú. Hay un elemento que se repite, un líquido sagrado.
- Vril.- Dijeron Draxler y Wild
al unísono, mientras se empujaban por el riel bajando las escaleras. El techo
de las escaleras eran otras escaleras y Kamal confirmó que los dibujos parecían
repetirse, como si fueran legibles para quienes caminaban por el suelo, o por
el techo.
- Y ya que soy la delegada de
todo cuanto es obvio, pero nadie lo ve.- Dijo Ludia mientras bajaba detrás de
Herman Draxler y hacía lo posible para no patear a Klaus con sus botas, quien
estaba detrás de ella.- ¿Alguien notó esos dibujos de playas, el sol y la
vegetación? No es algo que una cultura que vive en cuevas repletas de Vril
dibujaría.
- Es un buen punto.- Dijo Kamal.-
Quizás vivían afuera por etapas. Aunque, ¿por qué vaciarían esta pirámide? Es
obvio que hubo cosas aquí hace muchísimo tiempo.
- Como dije, se llenó la cuota de
rareza del día.
Luego
de bajar a una sala idéntica a la anterior, e igualmente vacía, subieron a un
segundo elevador, ahora en la parte opuesta de la pared. El segundo elevador
tenía marcas talladas en el cristal, con la forma de dioses antropomorfos y
extrañas criaturas. La iridiscencia del Vril se fue haciendo cada vez más
brillante en cuanto los pasajeros se acomodaron adentro y luego de una breve
espera, el ascensor se activó y siguió bajando. El viaje fue más breve, pero
también más violento. Los tripulantes alternaron del suelo al techo, conforme
la velocidad variaba, hasta que ya no podían estar seguros de dónde estaba
arriba y dónde estaba abajo. El elevador redujo su marcha hasta detenerse por
completo. La cabina de cristal con placas conteniendo Vril emergió del suelo y
empujó un pesado bloque de piedra de la misma manera como había sucedido al
principio del viaje. Salieron, golpeados y aturdidos, a una pequeña cueva con
un camino ascendente, de gastados escalones, hacia el exterior.
Los
seis aventureros reprimieron un grito de asombro. La luz del día era
enceguecedora y eso era exactamente lo que no esperaban ver en un reino
subterráneo. Escalaron las erosionadas escaleras por más de una hora hasta
llegar a un pequeño valle entre montañas. Miraron al sol, al cielo azul y luego
a la selva que les rodeaba. Nada de eso debía estar ahí, pero era tan real como
sus inútiles abrigos para nieve. Luego de varias horas de escalar por senderos
peligroso finalmente llegaron a un valle con ríos y lejanos bosques.
- Montañas, bosques, ríos...
¿Estaremos en Chile?- Preguntó Klaus.
- No, el ascensor no se movía en
esa dirección.- Dijo Jack, aún anonadado de asombro.- Entramos y salimos por
bases de pirámide... Dos pirámides invertidas que se tocan en sus puntas,
seguramente no muy lejos de esas dos extrañas cámaras sin gravedad.
- Esto es increíble.- Dijo
Herman, entre risas. Golpeaba los frondosos árboles y observaba los insectos
como si fuera la primera vez que veía una tierra fértil.
- Amigos, hemos realizado el
descubrimiento más importante de la edad moderna.- Jack abrazó a Ludia y la
besó apasionadamente.- Esto cambiará todo, filosofía, religión, política,
historia...
- No entiendo Jack, ¿qué
descubrimos?
- Descubrimos que la Tierra es
hueca. Este sol es el núcleo del planeta, lo suficientemente poderoso para
formar atmósfera, un cielo azul de los gases producidos por los metales del
núcleo. Atravesamos la corteza mediante el ascensor, y la actividad
geomagnética de las placas tectónicas deben producir la gravedad. Eso en sí
mismo ya es un descubrimiento con fascinantes posibilidades.
- Eso explica la falta de
gravedad en esas cámaras de la pirámide.- Dijo Draxler mirando por sus
binoculares.- Pasábamos cerca del centro de la corteza, y ahora mismo estamos
de cabeza en relación a como nos sostenemos en la superficie del planeta.
- La corteza debe tener poco más
de mil kilómetros.- Dijo Klaus, tan emocionado como sus compañeros.- El
ascensor viajó aproximadamente a 300 kilómetros por hora, por más de tres horas
continuas. Ahora mismo estamos en el extremo sur, pero si pudiéramos lanzar un
cohete en línea recta hacia arriba llegaríamos al polo norte. ¿Quién sabe
cuántas entradas más existan para el interior de la tierra hueca?
- Más allá de la línea de visión
posible para el ojo humano,- Dijo Draxler mirando por sus binoculares.- no hay
horizonte, hay tierra. O más específicamente, una gran masa de agua.
- Será mejor acampar.- Dijo Josef
mirando su reloj.- Se hará de noche pronto, si es que es el tiempo de la
superficie significa algo. Algún tipo de noche debe existir aquí, de otro modo
no habría vegetación.
Marcharon
por varias horas y Klaus recuperó sus instrumentos químicos para revisar el
agua que pasaba por los arroyos hacia una catarata cercana. El agua, como el
aire, tenía los mismos componentes que en el mundo de la superficie. Josef
encontró pisadas de conejos y venados conforme escalaban la montaña, y cuando
conquistaron su cúspide para establecerse en un claro se asombraron al ver
reptiles voladores. Un inmenso pterodáctilo sobrevolaba una barranca cercana,
además de halcones y aves tropicales. Era obvio que el evento violento que
había aniquilado a los dinosaurios en la superficie no había afectado a los
dinosaurios en el interior de la tierra. Acamparon, cansados pero emocionados,
y decidieron que lo más sano era tener las armas listas por si un inmenso
reptil aparecía de entre los árboles. La noche tardó en llegar, era obvio que
el núcleo planetario no respetaba los horarios de la superficie, pues no había
ningún movimiento de rotación involucrado. Eventualmente el núcleo se oscureció
parcialmente, rodeándose de gases oscuros. Herman y Jack permanecieron
despiertos toda la noche discutiendo acaloradamente sobre la composición densa
del núcleo y sobre las implicaciones que su descubrimiento tendría para el
mundo exterior.
En
los siguientes días exploraron las junglas y planicies cercanas. Kamal se
encargó de dibujar un mapa y Josef cazó la comida con su rifle, en su mayoría
venado y conejo. Levantaron el campamento para avanzar un poco más y
descubrieron una ciudad en ruinas cerca de un ancho río que parecía extenderse
por encima de colinas. La ciudad, advirtió Kamal Bassir, era muy semejante a
una ciudad inca o maya, y compartía gran parte de sus símbolos. Luego de muchas
horas de estudio determinó que era una cultura adoradora del trueno, y que
parecía haber estado dividida de la misma forma que la civilización inca, con
sus mismas castas e incluso muchos de sus ritos. Las casas de piedra eran
cúbicas y sus edificios estaban tallados en piedras de imponente tamaño.
Encontraron las ruinas de un primitivo molino de grano y pronto descubrieron
que la ciudad no era un primitivo asentamiento agrícola, si no que había sido
una sofisticada civilización tecnológicamente avanzada. Ludia encontró extrañas
y viejas máquinas, con sus mecanismos metálicos cubiertos de piedra.
Sobrevivían rastros de los canales que llevaban de misteriosos aparatos en lo
que había sido el campo agrícola, hasta los molinos, luego a los hornos y
finalmente hasta canales hundidos en la tierra que llevaba hacia las calles.
Estos canales tenían ruedas y engranes en la tierra, como si ayudaran a
desplazar pesadas máquinas. Entraron a las casas y también allí había restos de
una cultura tecnológica. Ludia reconoció una máquina de piedra con tapa y una
canasta metálica adentro, era una lavadora.
- Tecnología futurista conoce
civilizaciones de la edad de piedra.- Dijo Ludia, sentándose sobre la arcaica
lavadora. Jack desempolvó algunos muebles, unos los podía distinguir como
sillas o mesas, y otros tenían formas piramidales que no parecían tener cajón
alguno, ni utilidad.- ¿Algún objeto religioso?
- Podría ser.- Doc Wild se asomó
por la ventana y señaló hacia las torres de piedra y podrida madera. Las
construcciones tenían orificios cada metro y en su cúspide una máquina plateada
con hélices y lo que parecían ser ventiladores.- Creo que esos son mecanismos
de enfriamiento o calefacción. Herman encontró canales de cristal bajo algunos
centímetros de tierra que llevan a todas las casas. Probablemente distribuyendo
Vril.
- ¿Crees que se les acabó el Vril
y se mudaron?- Wild se acercó a Ludia y acarició su hermoso rostro japonés.
- Hay ropa en el ropero del
dormitorio, telas muy básicas y uniformes. Si se mudaron, al menos se habrían
llevado su ropa.
- Sabes que me enamoras cada vez
que me acaricias y das a entender que una civilización entera desapareció del
mapa por un evento violento y catastrófico.
- ¿Qué puedo decir? Soy un
romántico.- Jack besó a Ludia, pero no duró mucho pues sonaron silbatos y
flautas por todas partes.
Salieron
de la casa para escuchar el galope de los caballos y los gritos, en una lengua
desconocida, de salvajes que parecían salir de la nada. Los seis aventureros
habían estado demasiado emocionados como para anticipar un ataque semejante y
los cien salvajes rápidamente sometieron a Kamal, Josef y Klaus con redes y
garrotes. Los enemigos, de complexión asiática, vestidos con pieles de animales
y armados con primitivas herramientas rodearon a Herman, Jack y Ludia gritando
órdenes imposibles de comprender. Herman bajó a uno de un caballo de un solo
tirón y Jack desarmó a dos que cargaban lanzas. Aunque los tres pelearon
valientemente, estaban rodeados por completo y los orientales tenían a sus
amigos como rehenes. No tardaron mucho tiempo antes de someterlos con sus redes
y atarlos de pies y manos. Les cargaron a una jaula, junto a sus otros amigos,
y la fueron arrastrando con ayuda de dos mulas.
El
viaje fue tenso y silencioso. Los atacantes se habían hecho de sus armas y en
ningún momento les dejaron a solas durante el largo trayecto, golpeándoles con
lanzas para evitar que hablaran. Se alejaron de las ruinas de la ciudad para
cruzar entre las montañas hacia un amplísimo valle que descendía con colinas
hasta una gigantesca estepa a la orilla del mar. La estepa entera estaba
poblada de tiendas de campaña hechas de pieles, en su mayoría de dinosaurio.
Llevaron a los prisioneros a una húmeda cueva con pinturas rupestres a la
entrada de su inmenso campamento. Les encerraron en una jaula de bambú,
custodiados por dos fornidos guardias que afilaban sus largos cuchillos
mientras conversaban animadamente, señalando a sus prisioneros y riendo con
sonrisas perversas. Jack y Herman se hicieron de filosas piedras e intentaron
cortar los mecates que sostenían a la jaula de bambú, pero los guardias
rápidamente les golpeaban con palos para detenerlos. Ludia Katsu murmuró su
plan en un hilillo de voz, para evitar una golpiza, y aunque a Jack no le gustó
para nada, ella ya se estaba quitando la ropa. Se quitó la camisa y le chifló a
los guardias. Sus enemigos tenían la misma complexión que ella, y tenían la
misma opinión sobre su belleza que todos en el mundo exterior. Vestida en falda
y sostén les coqueteó con la mirada y luego empezó a toser violentamente,
fingiendo que se quedaba sin aire.
Los
guardias la sacaron de la jaula, manteniendo lejos a los otros con sus afiladas
hachas de piedra. Ludia fue cargada afuera y no repararon en las sonrisas de
Jack y Herman. Ludia se dejó caer hincada sobre el suelo y de un golpe le reventó
la rodilla a uno y al otro le golpeó en
la entrepierna hasta tenerlo en el suelo. Se lanzó contra una mesa en la
entrada de la cueva, donde habían dejado las posesiones de sus prisioneros.
Desmayó a los guardias con un garrota y hábilmente cortó las amarras de la
jaula para dejarlos libres. Jack recuperó su revólver, su lanzallamas portátil
en forma de pistola de bengalas y su juguete predilecto, el disruptor sónico.
Salieron de la cueva a tiros, cubriéndose de las flechas y las lanzas. Kamal se
hizo de caballos en un establo cercano, tras disparar contra los guardias de
casco de metal. Cabalgaron para salir huyendo, pero estaban siendo perseguidos
por cien soldados. Jack disparó su disruptor sónico, lanzando a seis soldados
por los aires y neutralizando a otra docena. Herman Draxler aprovechó la
oportunidad de disparar su lanzagranadas de vapor de cloroformo. Josef Zotof
demostró su impecable puntería, pero no compartía el entusiasmo de los otros,
pues había demasiados de esos salvajes y les ganaban terreno a cada momento.
Se
dirigieron a las colinas, tratando de regresar a la ciudad en ruinas, pero era
obvio que no llegarían muy lejos. Mientras se acercaban a las montañas, y sus
enemigos les ganaban terreno, el estertor de los relámpagos les hizo agacharse
instintivamente. Poderosos y enceguecedores truenos apareciendo bajando la
colina, pulverizando al ejército enemigo. Se trataba de vehículos militares,
con llantas de oruga como un tanque, con cañones la frente y cúpulas para los
conductores. Las máquinas, de pulido metal negro, tenían líneas y surcos del
azul brillante del Vril. Las máquinas, sin embargo, no se atrevían a bajar por
las colinas, pues los salvajes no parecían temerle a la muerte. Un tercer
vehículo apareció en la colina más alta, no tenía cañón, pero sí tenía una
media esfera con asientos que los aventureros no despreciaron. El conductor del
vehículo no se parecía en nada a esos salvajes orientales, era un hombre pálido
y casi azul de piel. Huyeron junto a las máquinas de guerra en dirección a la
ciudad. El conductor trató de hablar con ellos, pero era inútil, no comprendían
su idioma, hasta que se hartó y señaló al horizonte. Más allá de las pedregosas
colinas que habían creído eran el límite de la ruinosa ciudad, se extendía una
ciudad idéntica pero llena de vida. El vehículo cruzó por sus calles y
avenidas, y los ciudadanos de esa utopía tecnológica estaban tan asombrados de
sus apariencias como ellos lo estaban de esas pieles azules.
La
ciudad no tenía señal alguna de Vril, a excepción de unas pocas máquinas para
transportar ganado o procesar comida. Un río partía a la ciudad en dos hasta
llevar a una altísima catarata. En medio del río, y no muy lejos de la caída de
agua, un extraordinario palacio se alzaba con piedra blanca y coloridos
cristales. Una torre de oro se alzaba en el techo, semejante a una torre de
radio, aunque con extraños símbolos religiosos. Cruzaron un puente automatizado
hasta el patio exterior del palacio, adornado de extrañas estatuas y custodiado
por soldados vestidos con telas de cuero y con extraños rifles metálicos con
luminiscencia de Vril. Sus nuevos anfitriones les señalaron que entraran al
lujoso palacio y rápidamente les ofrecieron frutas, algunas conocidas y otras
prehistóricas. Se inclinaban a ante ellos en señal de paz y les guiaron hacia
la parte submarina del palacio. Una estructura con la forma de un balón, de
paredes semi-transparentes de color verde brillante, se hundía cientos de
metros bajo el poderoso río. Al centro de esa estructura subacuática entraron a
la sala del trono. Todos los pisos eran de mármol y metales iridiscentes, y la
sala del trono era el único lugar que cubría el piso con extraños tapetes de
cuero y lana. El trono, sobre un podio de varios escalones, era una silla de
altísimo respaldo de oro macizo y con la forma de una mano que se alzaba casi
hasta el techo con los dedos abiertos. Las paredes tenían extraños símbolos
mayas y pinturas jeroglíficas egipcias con la historia del misterioso reino, y
con inscripción de adoración hacia los truenos.
- Urfen, Urfen.- Decía el rey,
vestido de humildes ropas de tela de colores, como todos los ciudadanos.-
Urfen.
- ¿Qué crees que quiera decir
eso?
- Creo que es su nombre.- Dijo
Kamal Bassir. El rey se apuntaba al pecho y repetía la palabra.- Bien podríamos
intentar.
- Draxler.- Dijo Herman,
señalándose al pecho y después señaló a los otros cinco diciendo sus nombres.
El rey asintió y sonrió, aplaudiendo de emoción, gesto que sus soldados y
cortesanos repitieron.
- Vril.- Dijo el rey Urfen, mientras
bajaba los escalones que daban al trono y señalaba un dibujo en la pared. Se
trataba de una cascada azul con truenos que salían o caían sobre ella. Luego
apuntó hacia lo que parecía ser un valle con nubes soltando truenos y
finalmente un dibujo de una doble pirámide que se tocaban en sus puntas. Lo
señaló varias veces y les apuntó a ellos. Jack asintió y con mímica se dio a
entender que habían bajado por esa pirámide hasta el reino del Tierra hueca.
El
rey Urfen aplaudió y lanzó órdenes a sus sirvientes para que les llevaran a los
cuartos de huéspedes, donde les dieron comida, agua y sus ropas de coloridas
telas. Urfen no perdió tiempo y en los siguientes días envió a un equipo entero
de maestros para enseñarles el idioma con papiros y juguetes para la educación
de los niños. Wild y Draxler lo aprendieron en cuestión de semanas, y los demás
consiguieron memorizar algunas palabras y no pudieron comprender su difícil
gramática, a excepción de Bassir, quien reconoció la misma estructura
gramatical que del egipcio antiguo. Los aventureros podían ir a donde quisieran
y caminaron por las calles de la misteriosa ciudad, atrayendo la curiosidad de
la gente. Cuando los aventureros ya comprendían lo suficiente del idioma el rey
Urfen les invitó a un paseo en una de sus carrozas mecánicas de Vril. La
máquina, que se parecía mucho a un camión, aunque era mucho más largo y de
módulos unidos como un tren, les llevó fuera de la ciudad hacia una carretera
en desuso que llevaba a una ciudad escondida entre las montañas y en completo
estado de abandono. Los aventureros se pusieron nerviosos, estaban rodeados de
soldados en una ciudad vacía, pero Urfen seguía sonriendo hasta llegar al
centro de la ciudad. Era muy semejante a la que ya habían conocido, pero las
piedras de las casas eran de color rojo y tendían a tener una forma más
esférica que rectangular, muy parecidos a los iglúes.
- Esto es Morkai.- Explicó Urfen,
mientras llevaba a los seis aventureros a recorrer sus calles.- Vecinos de mi
reino Urkai. Sufrieron un destino parecido al nuestro.
- ¿Por qué hay una gran parte de
su ciudad en tal abandono?
- Hace siglos los Urkai
comprendieron todos los misterios del Vril.- Dijo con amargura en la voz,
mientras sacaba una naranja de uno de los árboles que crecían salvajemente.-
Crearon grandes ciudades de máquinas que hacían todo el trabajo. En esos siglos
de comodidad olvidamos cómo funcionaban las máquinas. Los Greskai, que ustedes
ya conocieron por las malas, liderados por el terrible Grespar, lanzaron una
sanguinaria guerra en nuestra contra. Estuvimos cerca de la extinción, pues a
duras penas comprendíamos cómo usar nuestras propias máquinas. Los Morkai,
ellos no tuvieron la misma suerte que nosotros los Urkai. Quedamos
desconectados de la fuente de Vril por el valle de los dioses. El poco que nos
queda lo hemos tenido que usar para nuestras armas, por eso mi gente sufre las
penurias de la miseria. Ustedes vienen del otro mundo, del mundo de los
muertos, son magos sin duda. Nuestras esperanzas caen en ustedes para que nos
salven de Grespar y los violentos Greskai. Si Urkai ha de sobrevivir, tendremos
que acceder a la fuente de Vril.
- No somos magos.- Dijo Herman,
con una sonrisa de humildad.
- Pero entienden mejor nuestros
propios aparatos que nosotros. Tienen un talento nato para la ingeniería.
Ustedes pueden salvar a mi pueblo.
- ¿Qué opinas Herman?- Le
preguntó Jack en finlandés, por si acaso ellos también hubiesen aprendido sus
idiomas.
- ¿Tenemos otra opción? Además,
esa tribu no parece muy amistosa. Podemos salvarlos, y además aprender más
sobre el Vril.
- Ayudaremos.- Dijo Jack y el rey
Urfen aplaudió haciendo una reverencia de agradecimiento.
Ludia
llamó la atención de Jack al borde del precipicio, donde dos extraños cañones
con tubos de Vril disparaban hacia abajo. Se asomaron y pudieron ver enormes
gusanos escupidores de fuego que trataban inútilmente de ascender por la ladera
pegándose a las piedras, sólo para ser pulverizados por los truenos que los
cañones producían. Klaus comenzó a gritar y todos siguieron sus alaridos hasta
la entrada de un iglú de piedra roja. Había encontrado un almacén subterráneo
con dos extrañas estatuas de piedra. Explicó que había tratado de tomar
muestras geológicas cuando descubrió que la piedra sólo revestía un aparato de
metal, como un esqueleto con venas de Vril.
- ¿Y eso te dio miedo?- Se mofó
Zotof.- Yo pensé que todos los alemanes eran como Wagner.
- Eso no fue lo que me asustó.-
Klaus señaló la pálida luminiscencia que emanaba un núcleo en su pecho.- Usé
mis químicos para tomar largas muestras, fue algo de glicerina pero estalló por
error y empezó a cobrar vida.
- Quizás el calor reactiva el
Vril.- Jack disparó su pistola de bengalas que dejó salir una columna de fuego, pero no hubo ningún cambio. Zotof
colocó un pequeño tubo de dinamita y se alejaron hasta las escaleras mientras
la mecha se consumía. La explosión fue mínima, pero la estatua de piedra emitió
un zumbido constante y el Vril brilló a toda potencia.
- Fascinante.- Herman escaló la
estatua hasta su cabeza y removió la piedra con su cuchillo.
- ¿Señores?- Ludia caminó en
reverse, señalando los brazos de la máquina que empezaban a moverse.- No creo
que lo hayan usado de decoración.
La
máquina disparó un relámpago de cada brazo y Klaus tuvo que lanzarse para
apartar a Kamal del estallido. La máquina de guerra trató de caminar, pero
Draxler seguía trepado sobre su cabeza y era demasiado pesado. Jack les dijo a
todos que no se movieran, tenía la intuición que la máquina podía detectar
movimiento y estaba en lo correcto. Herman Draxler encontró el cráneo metálico
y lo perforó con su cuchillo, desactivando la máquina. Mientras que Jack y
Klaus cortaban un tubo plástico para guardar muestras de Vril en un recipiente,
Draxler desmontó el cráneo y lo diseccionó. Luego de varios minutos de prueba
Jack y Herman irradiaban de emoción.
- Mira esto Jack, es una
computadora. Muy parecida a como tú y yo las diseñábamos, pero a años luz de
distancia.- Sostuvo una pieza metálica con pequeños filamentos metálicos como
si fuera en santo Grial.- Este es su cerebro, miniaturizaron lo que tú y yo
apenas discutíamos como una posibilidad. Crearon un micro-chip, cien veces más
potente que cualquier computadora experimental. Mientras los gobiernos del
mundo se asombran con algo tan rudimentario como un misil dirigido, esto podría
teledirigir un ejército de robots esclavos. Y lo hicieron hace miles de años.
- Un ejército de esclavos robots
que olvidaron como usar.- Dijo Kamal Bassir.- Vencidos por su propia comodidad.
Todos los paraísos del Hombre terminan por destruirse.
- ¿Qué hay del Vril?- Preguntó
Zotof, mirando sobre el hombro de Klaus.
- Una sola gota tiene más poder
que cien galones de gasolina. Esta muestra,- Dijo Jack, señalando el líquido en
el contenedor plástico.- podría alimentar media ciudad por más de un siglo.
Esta es la clave contra toda la pobreza en el mundo. No se evapora a cien
grados, lo probé contra el fuego. Es relativamente viscoso y creo que la clave
está en someterlo a la presión o al calor.
- Como las planchas de cristal
del elevador, presionaban el Vril.- Dijo Ludia.
- Precisamente. Estoy seguro que
se puede refinar para mil usos más. Estoy seguro que la electricidad contenida
en este líquido se debe a su peculiar estructura atómica, sin duda producida en
el centro de la corteza terrestre a millones de grados y unidades de presión.
Lo que los científicos alemanes discuten sobre la radiación no es nada en
comparación con esto.
- Creo que es hora de ver ese
valle de los dioses.- Resumió Klaus Eckel.
El
rey Ulfen estaba deleitado al escuchar la petición y accedió de inmediato.
Viajaron en sus vehículos de módulos, acompañados de un vehículo semi-esférico
militar, movido por una cinta plástica de oruga como un tanque, y con un pesado
cañón al frente. Regresaron a la ciudad de Urkai y la gente les recibió como
héroes, pues habían oído que aceptaban ayudarles para salvarse de la inminente
guerra. El camino al norte pasó por todo Urkai hasta los campos cultivables y
luego se desvió por más de una hora, franqueando la escarpada cordillera hasta
un valle, no mayor a diez metros de ancho, con una espesa neblina. Se bajaron
de los vehículos y tímidamente se acercaron hacia el valle de los dioses. No
entendían la razón del temor religioso de los Urkai, hasta que entendieron que
esa neblina eran en realidad nubes, tan espesas y cargadas de agua como las del
cielo. Las nubes producían truenos y relámpagos que hacían imposible el largo
trayecto, pues cualquier cosa metálica atraía a miles de voltios de potencia, y
aún si avanzaban sin metal los truenos eran imposibles de predecir.
Draxler
y Wild discutieron posibilidades por más de una hora y llegaron a la conclusión
que primero tendrían que darse una buena idea del área circundante, el
selvático sendero que llevaba hasta el valle de los dioses. Klaus, Josef y Jack
marcaron un perímetro y empezaron a buscar senderos que pudieran escalarse
hacia las altísimas y escarpadas montañas de la sierra. Doc Wild escuchó algo
sobre ellos, más allá de los tupidos árboles selváticos y Josef instintivamente
preparó su rifle. Un graznido, agudo e insoportable, llenó la jungla mientras
un furioso pterodáctilo arrancaba ramas y árboles para atacar a los
aventureros. Doc Wild logró asustarlo con su lanzallamas portátil, pero sus
garras habían desgajado los árboles y Klaus casi se desmaya cuando un tronco le
pasó por encima. Zotof disparó directo a la cabeza cuando el hambriento animal
atacó de nuevo, ésta vez su largo pico hundiéndose en la tierra hasta los pies
de Jack, quien apenas tuvo tiempo de saltar por encima de una rocosa colina. La
criatura no soportó más y se fue, pero ese era el principio de sus problemas.
La criatura les había mantenido ocupados, no se dieron cuenta que un grupo de
fornidos salvajes les habían rodeado. Los salvajes, con pieles de animales y
pesados cascos de metal habían aprendido desde su último encuentro y venían
preparados. Jack se defendió de cuatro de ellos y soldados en los árboles le
lanzaron suficientes dardos envenenados para paralizarlo. Antes de desmayarse
pudo ver que sometían a Josef con garrotes y los reunían a todos en una red
para ser transportado.
El
veneno se consumió rápido y pudo moverse de nuevo luego de algunas horas. Los
soldados le llevaron a un rudimentario molino de grano, donde le hicieron
empujar un tronco para mover el mecanismo. Sabía que algo había cambiado, no le
habían puesto junto con Klaus y Josef, y habían pasado la oportunidad perfecta
para matarlo. La reacción de la gente también fue diferente, ahora estaba
rodeado de niños y jóvenes que le imitaban y apuntaban emocionadamente. Le
habían quitado sus armas, no esperaba menos que eso, pero los soldados se
habían ido. Una figura robusta como un oso, en pieles de reptil, se abrió paso
entre los jóvenes y le señaló para que se acercara.
- Los muchachos querían verte de
cerca. Dicen que eres más fuerte que tres bueyes. ¿Entiendes mi lenguaje?- Jack
asintió y el hombre le tomó de la mano, tratando de imitar un apretón cuando
era obvio que nunca lo había hecho antes.- Mi nombre es Grespar, el líder de
las tribus errantes.
- El idioma es muy semejante. Yo
soy Jack Wild, ¿qué hicieron con mis dos amigos?
- Están bien, no sé dónde estén.
Son libres aquí.
- ¿Y por qué nos mantiene libres?
- Porque ustedes son exteriores,
como los dioses de los viejos mitos. Al parecer fueron sometidos antes, y me
disculpo. Estamos en épocas muy difíciles y muchos de mis soldados no son muy
brillantes.- Doc Wild caminó con Grespar entre las tiendas y el primitivo
mercado.- Les tienen por demonios, muchos de mis tribus, por ayudar a los
Urkai. Ustedes ayudan a Urfen para encontrar su camino a través del valle de los
dioses hasta el sagrado Vril, ¿es cierto?
- Sí.- Contestó plenamente y
Grespar se limitó a asentir con gravedad.
- Ven, quiero que veas algo.-
Grespar silbó y dos de sus soldados entregaron un caballo para cada uno. Doc
Wild le siguió de cerca, pues sabía que era inútil intentar algo sin saber qué
era de Klaus y Josef. Recorrieron varios kilómetros de tiendas y primitivas
casas hasta un desfiladero con un angosto camino protegido por soldados. Josef
y Klaus le saludaron sentados a la orilla del desfiladero y Jack se bajó del
caballo para correr hacia ellos.
- ¿Están bien?
- Sí, estamos bien, no te
preocupes.- Dijo Klaus.- Mira.
- ¿Qué es eso?- El núcleo que
hacía de sol estaba oscurecieron y las luces de miles de antorchas y piras
podían vislumbrarse más allá del desfiladero por tantos kilómetros que se
perdían.
- Las tribus.- Explicó Urfen,
sentándose en el pasto con ellos.- Expulsados del norte por los grandes
reptiles, vagamos sin hogar.
- ¿Y quieren que Urkai sea su
hogar?
- Lo era antes. Ellos nos expulsaron,
por nuestra piel. Al pueblo de Morkai les fue peor. La gran guerra de razas
destrozó Urkai casi por completo. Urfen era muy joven entonces, pero ya era
rey. Decidió esclavizar Morkai cuando se dio cuenta que, en su vanidad, había
destruido su propia subsistencia. Una vez que dejaron de ser útiles mandó sus
armas de guerra, mataron a casi todos. Los pocos que sobrevivieron se unieron a
nosotros en nuestra marcha al norte, pero los grandes reptiles nos obligaron a
volver. Si Urfen obtiene el Vril, nos matará a todos.
- Doc, nos equivocamos.- Admitió
Zotof, con la mirada perdida en las decenas de miles de pobladores bajo ellos.-
Urfen ya cometió genocidio una vez, ésta ocasión terminará el trabajo.
- ¿Y si conoce la localización de
la pirámide?- Preguntó Klaus.- Sería indetenible.
- Mis generales le tienen por un
líder nato, Jack Wild.- Explicó Grespar.- Pedimos su ayuda para que detenga a
Urfen de cruzar el valle de los dioses.
- ¿Cuánto tardará Draxler en
encontrar la solución?- Preguntó Zotof.
- Poco.- Jack no sabía qué
pensar. No quería involucrarse en asuntos ajenos, pero sabía que Urfen
masacraría a los Greskai sin misericordia. También sabía que Grespar no era la
clase de líder que aceptaría la renuncia de Urfen sin desencadenar una guerra
igualmente injusta. Jack había aprendido que el mundo no era blanco y negro,
pero siempre temía que su brújula moral se perdiese entre las tonalidades de
gris. Existía una sola cosa de la que podía estar seguro.- Quien conquista el
Vril, conquista todo.
- Yo estoy con Grespar.- Dijo
Klaus, seriamente.- Nos engañaron en Urkai.
- Concuerdo con el alemán.- Dijo
Zotof.- No podemos dejar que se aniquilen mutuamente.
- Ni lo haremos.- Doc Wild se
puso de pie, su cuerpo casi dorado por el bronceado, con su espesa cabellera
rubia agitándose por el viento.- Grespar, te ayudaremos. Tengo un plan.
Jack,
Klaus y Josef regresaron a Urkai a caballo. La ciudad parecía lista para la
guerra, sin duda el plan de Urfen era mantenerlos ocupados en el valle de los
dioses para que no vieran sus preparaciones. Los tanques esféricos con cañones
ocupaban muchas de las calles y avenidas, y los soldados montaban defensas en
el techo de sus edificios con algunos cuantos cañones de Vril y muchas flechas
y arcos. Doc Wild confiaba que los soldados no conocían el funcionamiento de
sus armas y comenzaron en su misión para sabotear tantas de ellas como fuera
posible. Se arrastraron debajo de los tanques y localizaron los tubos de Vril
para cortarlos. La noche les dio el cobijo necesario, pero tras una docena de
actos de sabotaje el Vril ya formaba ríos visibles. Un soldado atrapó a Klaus
debajo de un tanque, pero Jack lo desmayó de un golpe a la nuca. Alguien emitió
la alarma y los tres no perdieron tiempo para escapar en un vehículo de oruga hasta
el valle de los dioses. Ludia estaba ahí y les recibió de brazos abiertos con
una sonrisa emocionada, pero los guardias no estaban tan felices. Dispararon
sus rifles de Vril, provocando un trueno que volcó el vehículo. Ludia Katsu no
perdió tiempo, rápidamente lanzó dos cuchillos que mataron a los soldados. El
tercer soldado lanzó un cuchillo de cazador contra doc Wild, quien lo atrapó en
el aire para lanzárselo de regreso y pegar directo al pecho.
- Nos engañaron.- Explicaron
Klaus y Josef apuradamente.- Matarán a los Greskai en masa.
- Draxler ya les abrió el camino,
y Kamal está con ellos.- Jack besó a Ludia y la acompañó al valle que solía
estar poblado de relámpagos.
- Es perfecto.- Dijo Jack, con
admiración.- Draxler construyó globos de resistente cuero y plástico con
antenas que pueden moverse, de modo que el conjunto de globos hace de
pararrayos.
Recorrieron
el largo y estrecho valle hasta una colosal cueva con máquinas de la época del
esplendor de Urkai. Altísimas arañas mecánicas, con cuerpos esféricos,
aguardaban desactivadas en la entrada, en espera del Vril. Se escondieron entre
dos arañas mecánicas más pequeñas mientras que una legión de soldados extendía
un ducto plástico para bombear Vril hacia Urkai, y pesados camiones de oruga
llevaban contenedores llenos de la milagrosa sustancia. Entraron sin hacer
ruido, escondiéndose detrás de viejas máquinas abandonadas. Al centro de la
cueva se encontraba un gigantesco pozo de Vril que manaba anchos ríos que se
perdían en la montaña. El pozo estaba rodeado de mecanismos antiquísimos que
facilitaban el bombeo. Algunas de las arañas mecánicas ya habían sido
despertadas, y sus cuerpos se desplazaban cuidadosamente entre los trabajadores
para salir de la cueva rumbo a Urkai. Herman Draxler y Kamal Bassir se
encontraban maravillados del lugar y observaban el paso de las arañas. Wild y
los demás se adentraron cuidadosamente hasta llamarles la atención. Explicaron
todo lo que había ocurrido y Draxler no pudo evitar lanzar imprecaciones e
insultos, pues había sido engañado para facilitar un genocidio. Una de las
arañas que marchaban fuera se detuvo, su cañón de Vril apuntando a ellos y la
cúpula de la esfera se removió de modo que Urfen pudiera asomarse.
- Ahí están los traidores.- Gritó
el rey. Jack salió del escondite para permitirle a sus amigos huir por otra
parte. Miró el enorme cañón de Vril que le apuntaba y luego a Urfen.
- Nos engañaste, ahora mismo
marchas para matar inocentes.
- ¡No son inocentes! Ellos trataron
de hacernos lo mismo, nos estábamos defendiendo y ahora terminaremos el
trabajo. No se entrometan en asuntos que no entienden.
- Baja de esa araña mecánica y lo
discutiremos mejor.
- Ya me aburrí de ustedes.
Jack
saltó justo a tiempo, antes que el relámpago lo incinerara. La máquina del rey
no se molestó en perseguirlo, salió de la cueva y rápidamente cruzó el valle de
los dioses que ya tenía un ducto funcionando y bombeando galones de Vril hacia
la batalla. Otras dos arañas le persiguieron, disparando sus rayos con cuidado
de no destruir ningún aparato. Disparó su disruptor sónico contra los soldados
que marchaban frente a él y usó el lanzallamas portátil para crear una pared
alrededor de las patas de una de las arañas para ganarse más tiempo, sabiendo
que la otra no dispararía contra su compañera. Escuchaba la batalla más allá
del valle de los dioses, pero también escuchaba a Herman Draxler preparando el
rifle que tomó de Zotof. El disparo rebotó de una viga en el techo y penetró en
la esfera de la araña sobre Jack. Ludia y Kamal dispararon contra los soldados
que llegaban de los túneles de las cuevas, mientras que Klaus y Josef se hacían
de un vehículo de oruga para escapar. La araña sobre Jack apuntó hacia ellos
dos, pero Draxler disparó un rifle de Vril robado contra sus patas y la máquina
colapsó bloqueando uno de los túneles. Los seis aventureros subieron al
vehículo, con Ludia y Josef disparando contra los soldados tras ellos.
- Urfen escapó, pero podemos
detener esas máquinas.- Dijo Jack, señalando las seis arañas mecánicas que
caminaban por encima del ducto de Vril.- La energía cinética, el impacto
violento activa las propiedades del Vril.
- Ya lo tengo cubierto doc, no te
preocupes.- Draxler le mostró un radio a distancia y girando los diales hizo
que los globos apuntaran sus antenas, ya gastadas por los poderosos impactos,
hacia el centro del valle. Un trueno hizo estallar el ducto de Vril y la
explosión cimbró el suelo y sacudió las montañas. Las máquinas se vaporizaron y
el ducto quedó destruido por completo.- Ahora Klaus, acelera ahora.
- Voy tan rápido como puedo.-
Klaus Ecke empujó todas las palancas al máximo mientras que los globos de
antenas ardían en el aire y caían a su alrededor.
- Tenemos menos de dos minutos
antes que la atmósfera del valle se normalice.
El
vehículo escapó a tiempo y el ejército que les seguía de muy cerca sufrió los
embates de los truenos del valle de los dioses. Atravesaron a los soldados que
recibían el Vril con disparos y gran velocidad, la batalla ya había caído sobre
todo Urkai y la guerra les permitió adentrarse a la ciudad. El vehículo
finalmente colapsó por los disparos y se bajaron. Pelearon del lado de los
Greskai en un combate cuerpo a cuerpo. El palacio era el centro de la batalla,
el rey Urfen tenía dos arañas mecánicas resguardando una alta torre metálica en
el techo. Se acercaron al palacio lo mejor que pudieron, pero las arañas
parecían imposibles de franquear, y el palacio se encontraba en una isla en el
río con su puente levantado. Los Greskai valientemente trataron de colocar
puentes, pero los truenos de los cañones de Vril de las arañas lo impedían. Las
arañas habían llevado grandes cantidades de Vril a una máquina en la base de la
torre y tras un zumbido poderoso un rayo se alzó al cielo, chisporroteando y
crujiendo. El rayo formó un domo eléctrico, con ayuda de torres similares por
toda la ciudad, que encerró Urkai en una media esfera y que comenzó a cerrarse,
calcinando a los invasores conforme reducía el radio.
- Tenemos que detener esa torre.-
Grespar se les unió en la esquina de una calle, asomándose cautelosamente para
ver a dónde disparaban las arañas.
- No, tenemos que llegar a una de
esas arañas. El río está bien protegido, ¿cómo cruzarlo?- Preguntó Jack,
mientras disparaba su rifle de alta potencia junto a Zotof para detener los
soldados que marchaban contra ellos.
- Tengo una idea.- Dijo Herman,
mientras peleaba contra tres soldados al mismo tiempo.
El
equipo rápidamente se puso en acción, con ayuda de Grespar y sus soldados. Mientras
el brillante domo eléctrico azul se cernía sobre los edificios, calcinando todo
mediante su contacto, se hicieron de un bote lo suficientemente grande para
todos. Grespar no estaba convencido del plan, el poder de los cañones de las
arañas metálicas ya habían quemado la madera y calcinado a sus ocupantes. Klaus
y Kamal buscaron todo el cobre que pudieron encontrar y rápidamente lo montaron
sobre un largo pedazo de plástico que Jack había unido de otros más pequeños
con su lanzallamas portátil. El plástico formó un puente hacia la isla en el
río y el cobre condujo la electricidad mientras todos nadaban con el bote
volteado sobre sus cabezas. La araña disparó un par de veces, pero para cuando
consiguió derretir el plástico, ya habían conseguido cruzar el espacio. Jack
usó su disruptor sónico contra los guardias del palacio y siguió a Herman que
ascendía por una de las patas de la araña. El lanzallamas abrió la esfera para
que Draxler pudiera entrar y sometió a los dos soldados a golpes. Apuntó el
cañón de la araña, adivinando entre las palancas y botones de la máquina, y
disparó contra la otra araña que protegía la isla. Jack ayudó a los otros a
subir, con una cuerda, mientras Draxler abría el techo de la araña para subir
al techo del palacio. Zotof se quedó atrás, disparando contra los soldados con
su rifle. Urfen y sus científicos se cubrieron detrás de la torre mientras los
aventureros tomaban el control del techo.
- ¡Urfen!- Grespar subió después
de ellos y con su espada mató a los científicos que protegían a su rey. Señaló
la consola que Herman y Jack intentaban comprender y luego le puso la espada en
el cuello.- Desactívalo ahora, matarás a tus propios hombres.
- Nunca.- Grespar le cortó la
cabeza de un golpe y se acercó a los demás.
- Querrán apurarse, esto no se ve
bien.- Josef disparaba contra los soldados de Urfen que aún dominaban parte de
la ciudad y trataban de pulverizarlo con sus rayos.- Ese domo se mueve rápido.
- Tengo que intentar algo, no sé
si esto nos mate a todos.- Herman jaló una palanca y el rayo se concentró en un
solo sitio, eliminando el domo.
- ¡Cuidado!- Ludia robó un rifle
de Vril y atacó a los soldados que trataban de escalar al techo. En la confusión
Grespar se hizo de la máquina y girando los diales fue moviendo el arco
voltaico hacia los soldados de Urkai. Jack y Herman dispararon sus rifles de
Vril contra los enemigos que subían al techo y se dieron cuenta que el rayo se
movía peligrosamente hacia un punto en la ciudad donde los habitantes de Urkai
habían tomado refugio.
- ¡Grespar! No lo hagas, matarás
gente inocente.- Gritó Herman, recorriendo el techo a zancadas para detenerlo,
pero el enloquecido líder tribal no cambiaba de opinión.
- Nos harán lo mismo en cuanto
tengan la oportunidad, mejor que mis manos se llenen de sangre y las mentes de
mis tribus puedan descansar tranquilas.
- Esa no es tu decisión.- Jack lo
empujó de la consola y Grespar trató de atacarle con la espada, pero Ludia le
lanzó tres cuchillos a la espalda que lo neutralizaron.
- Me debes otra cariño.
- Pongámoslo en mi cuenta.
- Esa cuenta ya tiene muchas.
- ¡Lo logramos!- Zotof saltó de
emoción cuando los peleadores decidieron detenerse, ambos líderes estaban
muertos y la crisis había sido, al menos temporalmente, evitada. La emoción fue
tan desbordante que hasta Klaus brincó con él y se abrazaron, olvidando sus
infantiles rencillas.
- Hay que apagarlo, pero no
entiendo cómo.- Dijo Jack. La consola era de metal y no parecía tener aperturas
para curiosear entre sus circuitos. Los diales y palancas eran todo lo que
había y doc Wild temía lo que pasaría si encendía el botón equivocado. El
suministro de Vril se encontraba escondido dentro del pesado metal y estaba
seguro que la torre contra la que ahora descargaba su furia, no duraría para
siempre.
- No, hay que cerrar el camino al
valle de los dioses.- Herman fue dirigiendo, con los diales, la chisporroteante
columna de luz hacia el camino del norte.
- ¡No lo hagas! Clausurarás la
fuente de Vril para siempre.- Jack trató de detenerlo, pero era inútil.
- Si la tentación sigue estando
allá, esta rencilla nunca se detendrá.
- No se detendrá si solo tienen
arcos y flechas Herman, ese Vril puede salvar al mundo.
- ¿El mundo?- Herman le miró como
si estuviese loco.- ¿Y llevar el Vril a nuestro mundo?, ¿has perdido la cabeza
Jack? No podemos interferir en el rumbo de naciones enteras.
- ¿Y qué crees que hicimos aquí?-
Le preguntó Kamal Bassir, tranquilamente.- ¿Es correcto hacerlo en naciones
pobres, pero no en ricas? Eso es algo que los árabes conocemos bien.
- Las máquinas de guerra serán
mil veces más atroces que aquí en la Tierra hueca.
- No será así Herman, tú y yo
pensaremos en algo. No lo repartiremos en lata para que nuestros gobiernos lo
usen en tanques y bombas.
- ¿Y si nos equivocamos Jack?
- ¿Y es mejor dejar que nuestro
mundo se ahogue en los humos de la guerra?- Preguntó Klaus
- Jack, no puedes decirlo en
serio.- Ludia se acercó a su amante y le acarició el musculoso pecho con una
mirada de incertidumbre.- Sabes lo que los americanos harán con el Vril. Te
encerrarán y te torturarán hasta que les digas de dónde vino, y entonces Alemania,
Rusia, Inglaterra, todos querrán venir aquí, colonizar, masacrar y usar a los
nativos como esclavos.
- No será así cariño, no los
dejaríamos tocarlo. Un mundo donde la energía es gratis, donde no hay carencias
materiales... ¿Hay algo mejor que eso?
- Estoy con Jack.- Dijo Zotof.-
Mi país y el de Klaus ya fue invadido por la locura y la guerra. No hacer nada
es el peor de los crímenes.
- No podemos someter esto a
votación, es demasiado importante.- Herman regresó a la consola y Josef se
lanzó sobre él, pero Draxler consiguió empujarlo. Jack intentó quitarlo de su
puesto, pero accidentalmente apretó un botón que dirigió el poderosisímo rayo
hacia el palacio, a pocos metros de ellos. La isla artificial comenzó a
desintegrarse, su peso finalmente llevado por el torrente del río hacia la
catarata. Jack apretó otros botones hasta que el rayo se detuvo.
- Tenemos que irnos, el lugar
entero colapsará.
Kamal
Bassir fue el primero en regresar a la araña y luego a descender mediante la
cuerda. El río se ensanchaba cada vez más, llevándoselo todo a la altísima
cascada, incluyendo la torre y su computadora. Ludia bajó antes que Jack y a
medio camino doc Wild se dio cuenta que Draxler había quedado al último a
propósito. Mientras sus otros amigos cruzaban el río con ayuda de cuerdas que
los soldados, de ambos bandos, lanzaban para ellos, doc Wild escaló de regreso
al techo. Se lanzó contra Herman antes que pudiera encender la máquina. El piso
sobre ellos temblaba y se cuarteaba, amenazando con llevárselos. Draxler era su
igual en todos los sentidos, y la pelea fue inmisericorde. Cada golpe de Jack
era respondido por uno de Herman. Habían aprendido los mismos estilos de pelea
y eran igualmente veloces. Ludia les separó con todas sus fuerzas.
- Todo se está hundiendo, tenemos
que lanzarlos al río, tienen redes esperando.- Gritó Ludia, señalando hacia la
masa humana que gritaba por ellos y lanzaban redes y cuerdas.
- Se acabó Herman.- Jack señaló
la torre que se tambaleaba para luego caer aparatosamente sobre las ruinas del
palacio.
Herman
aceptó a regañadientes y empujó a Jack y a Ludia hacia la araña para descender
por la cuerda. La araña se tambaleó cuando la mitad de palacio se partió en
dos, para ser llevada por el furioso río. Ludia había caído primero y Herman y Jack
se lanzaron un par de pisos hasta la corte del palacio, que también se
cuarteaba. Corrieron hasta la orilla y saltaron hasta un largo palo que era
sostenido por una docena de soldados de ambos lados. Jack consiguió agarrarlo,
pero Ludia y Herman no pudieron saltar tanto debido a que le piso a sus pies se
desplomaba al agua. Ludia consiguió caer cerca de Jack y Herman logró empujarla
hasta la mano de doc Wild. Herman se hizo del tobillo de Ludia, pero la
corriente del agua era demasiado poderosa y Jack perdía a Ludia. Herman se
soltó accidentalmente de Ludia y desapareció en el agua. Ludia Katsu miró a
Jack con expresión de puro terror mientras sus dedos se resbalaban de su mano,
hasta que su cuerpo fue llevado por el agua. Doc Wild fue rescatado y furiosamente
empujó a todos y gritó de angustia. Siguió el camino del río hasta la
ensanchada catarata, tratando de medir cuantos metros podían haber y las
posibilidades de lanzarse al agua y sobrevivir el golpe.
El palacio cayó al
fondo de la catarata y el impacto hizo que el Vril estallara. La explosión fue
tan grande y violenta que alteró la forma de la cascada y redujo la jungla
alrededor del río a cenizas. Wild cayó hincado, sus manos tapando sus ojos de
la espantosa visión y sus amigos le dejaron ser. El núcleo del centro de la
tierra rotó de sus metales más pesados dando inicio a un nuevo vida, y Jack
seguía hincado y llorando. Jack Wild no había sentido tanto dolor desde que
tenía a su padre moribundo en sus brazos y sentía que su corazón no podría sobrevivir
el impacto. Nadie se le acercó y sus espantosos gritos de dolor se sumaron al
de los padres que encontraban el cadáver de su hijo. Eventualmente Kamal Bassir
se animó a levantarlo del suelo y llevarlo hasta la plaza donde los generales
de ambos bandos habían estado esperándole.
- Son las leyes de nuestras dos
naciones que el general vencedor y más valiente ordene el caos de la miseria de
la guerra.- Explicó un general de Urkai, con su piel azulada en contraste
completo al de su homólogo asiático y moreno de Greskai.
- Yo...- Wild estaba distraído.
Su mente vagaba por los pensamientos más heterogéneos. Se preguntó si haría un
funeral para Ludia, y dónde podría la tumba. ¿Lo haría en el interior de la
Tierra hueca, donde había muerto, o en Borneo donde había vivido casi toda su
vida?
- ¿Jack?- Klaus le codeó para que
despertara de su ensimismamiento. Wild sonrió con tristeza y recordó que había
sido educado para reprimir sus emociones y siempre tener la mente serena.
- Las tribus y los Urkai vivirán
juntos, serán los Gruskai. Nosotros siempre estaremos dispuestos a ayudarles en
lo que necesiten. Elijan sus líderes por mayoría y entiendan que la primera
parte será la más difícil, aprender a vivir juntos. En un año abriremos el
valle de los dioses para que puedan obtener Vril, pero antes quiero que
destruyan todas sus máquinas de guerra.
- Queremos que usted sea nuestro
rey.- Dijeron los dos generales, al unísono.- Nuestros líderes nos mancillaron
el orgullo con sus actitudes soberbias.
- No puedo serlo, mi mundo está
allá arriba. Quizás algún día podrán verlo. Aunque, si me estiman en lo
absoluto, tengo un favor que pedirles. Busquen a mis amigos.
La
búsqueda involucró a cientos de hombres que descendieron de la escarpada
montaña hacia el río que nacía de la cascada. Buscaron por semanas enteras,
pero sólo encontraron cuerpos calcinados y en partes que habían quedado
repartidos por doquier. Kamal, Josef y Klaus le convencieron de regresar al
mundo de la superficie luego de muchos intentos. La pirámide siguió oculta y
Jack pensó en modos de restringir su acceso, por si acaso. No habló durante el
trayecto de vuelta. Jack, Ludia y Kamal habían viajado al polo sur para
encontrar los restos de una pirámide, pero en vez de eso habían descubierto que
la Tierra era hueca, que un paraíso tropical y prehistórico existía allí, así
como naciones en guerra, el poderoso Vril y los defectos humanos que les hacían
iguales a los pobladores de la superficie. Wild retomó el centro de la
fundación Draxler y los tres trabajaron por muchos días. Klaus y Josef
regresaron a sus constantes disputas, pero eso no animaba al hombre de oro,
únicamente lo que estaba en el horizonte le daba vida a su adolorido corazón.
Luego de una semana de trabajo, adecuando todos los generadores a la copiosa
cantidad de Vril que habían llevado con ellos, los tres se reunieron afuera del
centro de investigaciones. Habían redirigido los ríos de aguas hirvientes y
Klaus había empezado a sembrar pasto y varios vegetales en su ambiente cálido.
Jack abrió una botella de champagne para celebrar la ocasión y se paró a un
lado de una computadora que había fabricado de memoria.
- El Ojo de Horus tendrá aquí su
centro de operaciones.- Dijo Kamal Bassir.- El Polo sur será nuestro continente
y en él habrá cabida siempre para los pobres, los necesitados y los refugiados.
Un continente de paz en mundo en guerra.
- Suena bien, si podemos
enseñarle a Josef que no coma pingüinos.
- Saben a pollo.- Dijo Zotof con
toda seriedad.- Pero escucho que los alemanes saben a chocolate. Probablemente
cerveza rancia y embutidos.
- Si este lugar será el ícono de
la convivencia internacional, vamos por buen camino.- Bromeó Jack. Era la
primera broma de doc Wild en mucho tiempo y fue recibida con aplausos.- Aquí
caballeros, salvaremos al mundo. Cordell y todos en el gobierno de Estados
Unidos sabrán que sí he tomado un bando, el mío. Un brindis por el futuro.
- ¡Por el futuro!
Jack
apretó un botón y la computadora, conectada a un generador de Vril y a una
antena mandó la señal. La enorme antena soltó un arco voltaico que hizo
contacto con las otras torres que había instalado alrededor de los 300
kilómetros cuadrados formando un domo eléctrico azul. Era su nueva y naciente
nación, y también la salvación de la raza humana.
No hay comentarios :
Publicar un comentario