jueves, 23 de julio de 2015

La canción del alce

La canción del alce
Por: Juan Sebastián Ohem


            El baño del pino era el baño público más grande de Mebor. El antiguo edificio era sostenido en su centro por un enorme pino que hacía de columna y se nutría de los vapores de los saunas. El lugar era el favorito de los viajeros y de los chismosos, y dentro de sus cuatro largas paredes de piedra y yeso pintado con motivos vegetales se encontraba el epicentro de la información en el pequeño reinado. La gente decía, medio en broma y medio en serio, que el día que Bauler comiera de nuevo al sol la gente se enteraría primero por el baño del pino. Los que se bañaban en las amplias albercas y en los vapores siempre parecían estar riendo, y el baño era probablemente el único lugar alegre en Mebor, pues los días de Bauler ya estaban cercanos. El dueño del baño cerraba en los dos días de Bauler y en el día de Tulkan, que los cristianos llamaban resurrección o pascua, así que el jueves parecía que todo el pueblo había ido a bañarse.

- Hay tierras más allá del norte, donde los vikingos no se atreven a ir.- Alfon, el maestro de artesanos de la guilda, acababa de regresar de un largo viaje y monopolizaba las conversaciones con su tono profundo y potente voz. El hombre parecía un tonel con larga barba rojiza. El artesano estaba orgulloso de sus parientes vikingos y era conocido en Mebor por defenderlos con las historias más fantásticas e implausibles.
- Y supongo que usted las ha visto.- Dijo alguien en la alberca en tono de sarcasmo.
- ¿Por qué otra razón sacaría el tema?- Alfon se acomodó en la grada alrededor del carbón que hacía el vapor y con sus manos comenzó a contar una historia.- Es una tierra de ríos hechos de miel, tan dulce como la canción del alce, y tardé meses en llegar y regresar pero lo he logrado.
- ¿Y si es tan bello por qué los vikingos no van ahí?- Osgar, un famoso misionero cristiano de quien se rumoreaban grandes aventuras, se sentó a su lado cubriéndose con una toalla. Alfon se burló de su pudor cristiano y se desnudó, causando la risa multitudinaria.
- Porque esa isla es sagrada y sólo se aparece cuando quiere. Iré para allá en cuanto recoja a mi familia y a mis amantes.
- Debió sentir una gran soledad al viajar solo.- dijo Osgar mientras se arreglaba el largo cabello canoso y bromeando añadió- Esas vikingas de Gersan debieron serle buena compañía.
- ¿Y usted cómo supo que viajaba solo?
- Porque el rey oso todo lo ve.- Dicho esto Osgar produjo un largo cuchillo debajo de su toalla y lo apuñaló en el pecho cuatro veces hasta que los demás lo frenaron.

            El asesinato sacudió a Mebor hasta la médula y reavivó los odios y temores entre los nativos y los cristianos. El rey Algar, amigo personal de la víctima y el victimario, había anunciado su intención de convertirse a la nueva fe y no tuvo más remedio que intervenir. La corte popular encontró culpable a Osgar, quien no había dicho ni una palabra, pero un grupo de campesinos norteños trató de matarlo a pedradas acusándole de la plaga que empezaba a extenderse por el reino. Aunque la corte no podía incluir tal acusación, la coincidencia entre la muerte violenta del maestro Alfon y la plaga que amenazaba con extenderse a todo el reino rápidamente, puso muy nerviosa a la gente. El rey Algar intervino en la corte cuando los jurados lo encontraron culpable. La sentencia era la horca, pero el rey argumentó que estaba prohibido el castigo de muerte en los días de Bauler y la fiesta de Tulkan. El prisionero fue llevado a las mazmorras y el rey Algar se reunió con su consejero, el monseñor Sigfrid. El consejero cristiano le urgió a investigar el caso, pues estaba seguro que Osgar no mataría sin una buena razón. El monseñor, siendo un hombre viejo y frágil hizo traer a Lofri, un maestro de la escuela de la capilla.
- Espere aquí.- Le dijo el guardia a Lofri. El guardia era una montaña humana vestida de pieles y con un pesado mazo. Lofri, un sacerdote joven, de baja estatura y cabello rubio con entradas de calvicie había vivido en un monasterio casi toda su vida y estaba nervioso de entrar a la corte.- Hínquese ante el rey, escuche, no hable a menos que se le pida y todo estará bien.
- Gracias.- Dijo Lofri cuando el guardia le dio un par de palmadas para calmarlo que casi le destrozan la espalda. El monseñor pidió por Lofri, el guardia abrió la pesada puerta de roble y lo empujó dentro de la corte. El hall era inmenso, con dos series de columnas de madera con tallados explicando la historia del reino. El rey Algar se encontraba en su trono de cedro, un sillón humilde acojinado por plumas de ganso. El monseñor, siempre de pie a su derecha, le hizo a una seña a Lofri para que se acercara más, pues el nervioso cura se había hincado apenas entraba al recinto.
- Lofri,- dijo el rey Algar.- confío en que estás enterado del crimen de Osgar.
- Sí su Alteza.- Lofri se quedó hincado con el rostro al suelo hasta que Algar le tronó los dedos y le indicó que se pusiera de pie.- He logrado posponer su ejecución hasta el lunes Osgar morirá. Necesitamos saber por qué Osgar enloqueció de esa manera.
- Entiendo, pero yo sólo soy un maestro de escuela. Enseño la fe verdadera a los pequeños paganos. Sólo he viajado dos veces en mi vida, del monasterio donde fui abandonado a la abadía de Mon y de la abadía a la escuela.
- Lo haría yo,- dijo el monseñor Sigfrid mientras se calentaba las manos en la chimenea a un lado del trono.- pero soy demasiado viejo. Un caballero te asistirá en las pesquisas. Estudiaste filosofía y lógica, necesito de un sacerdote inteligente. Ésa es la primera razón por la que te mandé llamar.
- ¿Y no puede salvarle la vida a Osgar? Entiendo que está entre sus derechos reales. Ya lo ha pospuesto al lunes, ¿por qué no unas semanas más?- Preguntó Lofri, tratando de excusarse de la misión que le sacaría de su cómoda rutina.
- No puede ser ejecutado prisionero alguno en los días de Bauler, pues sus almas serían devoradas por la serpiente y eso no es justo.- Lofri miró al rey sin entender, como cuando los niños trataban de discutir con la Biblia narrando las leyendas que sus madres les contaban antes de dormir. El rey suspiro irritado y Lofri supo que había cometido un error.- Los días de Bauler son los días que la serpiente pasó devorando al sol, en un invierno hace mucho, condenando a todo ser vivo a la oscuridad y el invierno perpetuo. El Aesir Mainur forjó un arco y flechas que podían matar a la serpiente y se la entregó a Tulkan, el héroe de la prole de Mainurson el primer hombre. Tulkan disparó una flecha, lastimando a la serpiente. El sol ardió en sus entrañas y la serpiente la escupió fuera. La gente de Mebor y los vikingos del norte creen mucho en esta historia, es por ello que es difícil convertir a un adulto al cristianismo, pues la pascua cae en los mismos días y el pagano se resiste a soltar sus creencias. Le daré un consejo, joven Lofri, aprenda más sobre las historias de los nativos si planea convertirlos. Pero descuide, mis caballeros son todos cristianos y sir Cedric quedará perfecto para esta misión.
- Sí su alteza, pero han dicho que mi edad fue sólo la primera razón por la que he sido llamado.
- Así es Lofri, Osgar se rehúsa a hablar y ha pedido verte únicamente a ti.

            Lofri fue conducido hasta la mazmorra en el sótano del castillo, donde Osgar permanecía inmóvil rezando y temblando de frío. Sus ojos se iluminaron al ver a Lofri, y el cura pudo ver que el misionero estaba débil y febril. Osgar le tomó de las manos y con la voz temblorosa juró que había tratado de protegerlos. Se lamentó de haber llegado tarde y de no detener la plaga. Osgar empezó a temblar y quedó presa de las fiebres. El rey y el monseñor habían escuchado todo, escondidos detrás una puerta de madera. Lofri les escuchó hablando en rumores, sabía que era pecado escucharlos pero si abría la puerta pensarían que les estaba espiando. Quedó inmóvil sin saber qué hacer, entre las celdas y la puerta de acceso detrás de la cual el rey Algar mencionaba la coronación del rey oso y el final del reinado del rey halcón. Lofri había escuchado sobre el imperio invisible, pero se le antojaban tonterías. Se sorprendió al escuchar al monseñor Sigfrid hablando con tanta seriedad sobre cuentos de niños. Al terminar de hablar el monseñor se asomó, le hizo saber que quedaba exento de sus obligaciones pascuales y le enviaron con sir Cedric a casa del maestro de la guilda. Lofri no preguntó nada sobre el rey oso, pero se dio cuenta que había más en juego que las motivaciones de un misionero enloquecido.

            Sir Cedric era un caballero joven y corpulento que vestía una armadura completa con apenas unos cuantos rasguños, señal de antigüedad en la caballería. Tenía dos alegres ojos azules y al ver a Lofri cabalgando su mula a la casa de la familia de Alfon se emocionó y lo saludó de un abrazo que lo levantó del suelo. Era la primera aventura de Cedric y le había prometido a Jesús y a Frostung que no fallaría. Lofri trató de componer su error teológico, pero se interrumpió al ver a Omilda la viuda de Alfon. La mujer les dijo que la guilda de artesanos había planeado un funeral multitudinario para forzar al rey Alagar a castigar al asesino cristiano con ejemplaridad, pero los planes se pospusieron para después de la fiesta de Tulkan. Omilda juró ante Frostung, Mainur y los demás Aesir que su marido había vivido una vida buena, y que no había motivo alguno para matarlo. Lofri señaló a las gallinas enjauladas y a las herramientas del cultivo familiar atadas y sobre una carreta. Omilda ignoró a Lofri cuando se dio cuenta que llevaba el cuello de un cura.
- ¿Qué me dice de esas gallinas y esa carreta?- Le preguntó sir Cedric. Omilda gruñó, pero no tenía otra opción más que contestarle al caballero del rey, so pena de una multa o un castigo peor.
- Nos íbamos a mudar al norte, Alfon había preparado todo para abrir su propia guilda en los asentamientos vikingos. Otro plan que nunca se llevará a cabo.- Omilde señaló a su vientre con tristeza.- El quinto venía en camino. Ahora nunca conocerá a su padre. Ojalá que decapiten a ese cristiano. ¿Alguna otra pregunta?
- Ninguna.- Dijo Cedric con timidez. Recorrieron la calle entre los cultivos familiares y Lofri se quejó del odio a los cristianos.- No pueden hacerte nada, mientras esté yo. Supongo que podría haberte defendido, pero aún no me acostumbro a la autoridad de la armadura.
- ¿Por qué te enviaron conmigo entonces?
- Para mantenerme alejado de lady Marsia, hija de lord Merkel, quien quiere casarla con sir Dorfin. Él también es hijo de lores, yo era campesino. Probaré mi valentía y la tomaré como mía cuando lleguemos al fondo de esto.
- Es bueno saber que tienes claras las prioridades.
- ¿Y qué se le va a hacer padre Lofri? Osgar lo mató a sangre fría, docenas de testigos. ¿Qué vamos a descubrir?
- En todo caso,- dijo Lofri con el pecho inflado.- y siguiendo los cauces de la razón, habrá que investigar más al asesino, a Osgar. Su misión estaba en el pueblo de Sorgran. El tiempo apremia mi joven caballero, hay que apurarnos.
- A la caballeriza del castillo, necesitaremos buenos caballos si queremos llegar antes del anochecer. Pero antes, una escala.
- ¿Lady Marsia?- Dijo Lofri suspirando.
- La dama que es más dulce que la canción del alce mi querido padre Lofri, ya lo verás.

            Lofri y Cedric se hicieron de veloces caballos del sur, en vez de los pesados y lentos percherones. Cabalgaron primero al burgo detrás del castillo y Cedric se despidió de lady Marsia cantándole una canción. Lofri se quedó atrás, comiendo una hogaza de pan y recitando pasajes de las sagradas escrituras para pasar el tiempo. Constató que Cedric no había mentido sobre la belleza de lady Marsia, era una mujer de rasgos suaves, largo y bello cabello rubio y ropas blancas impolutas. Sir Cedric fue interrumpido a medio canto por sir Dorfin y sus amigos, quienes les empujaron fuera del burgo burlándose de Cedric, pues no podía defenderse y levantar la mano contra Dorfin sin herir el corazón de lady Marsia.

            Cabalgaron a toda prisa, el viento frío calmando los ímpetus de Cedric, quien no había hecho otra cosa más que rechinar los dientes y murmurar maldiciones. Lofri no le dijo nada y admiró la entereza del caballero, pues era fiel a su juramento de nunca hablar mal de otro caballero. El camino se fue llenando de nieve sucia y alcanzaron Sorgran cuando el sol caía detrás de un extenso bosque de pinos nevados. El pueblo vikingo no era muy grande, en su mayoría compuesto de casas de madera y pieles. Se guiaron por el calor de las piras que los vikingos armaban en las plazas para calentar a los transeúntes y encontraron asilo en uno de los pocos edificios de dos pisos, de tabique y yeso pintado con decoraciones de grecas vikingas, la taberna. La cerveza vikinga, famosa en todo el reino, era producida en la trastienda de la taberna y Cedric prácticamente arrastró a Lofri a la barra y pidió dos enormes tarros. Descansaron del viaje tratando de entenderse, pues los vikingos eran gritones y estaban alegrados por camareras cantarinas con más monedas en su escote que en sus manos.
- Oiga usted,- un enorme y robusto vikingo tatuado en brazos y manos le dio un empujón a Cedric para que le prestara atención. El vikingo borracho abrazó a Lofri como fuera su mascota y en tono cándido le dijo.- ¿por qué trajo a su hijo? ¡Tabernero, trae leche para el infante!
- Es un buen hombre y su nombre es Lofri.- El vikingo le dio palmadas en la espalda y le sirvió cerveza de su tarro. Lofri les llegaba al pecho y se había puesto nervioso, hasta que vio que el vikingo le compartía cerveza, una situación casi desconocida según había escuchado Lofri.
- Descuida hombrecito, en los días de Bauler está prohibido atacar a un extranjero, pues podría ser la serpiente en persona.- El vikingo barbudo simuló ser un lobo y le lanzó una tarascada. El tufo de alcohol y carne y marearon a Lofri, quien súbitamente extrañó su silenciosa escuela.
- No lo olvidaré.- Se consoló Lofri mientras el vikingo le despeinaba con su garra de oso.
- Esa es la cosa con los extranjeros, casi no tienen memoria. ¿Nosotros? Toda la memoria, ha sido así desde que Mainurson la ganó.
- Son los días de Bauler,- gritó un vikingo tan borracho que se sostenía apenas de una de las columnas de árbol.- ¡cuenta la historia! Educa al extranjero.
- Mainur  creó a los Hombres en el nido de Frostung y les enseñó la agricultura y la lengua antigua.- El vikingo se puso de pie, se terminó la cerveza y tras un largo eructo lo recitó al techo repleto de ollín.- Los creó sin memoria, porque Bauler la había escondido para sí. ¿Quién necesita más la memoria si no un mentiroso? El primer hijo de Mainur, el primer hombre Mainurson fue puesto a prueba por Bauler. La serpiente lo retó a alimentar a una tribu, después que congeló el mar para matar a los pescadores. Los Aesir asistieron a Mainurson y este cazó mil venados en un día y recogió mil pescados con una red mágica. Bauler trató de matarlo tirándole de un barranco, pero Mainurson nunca traicionaría a su padre y se dejó caer para ser recogido por el viento.
            Pero Bauler tiene muchas ilusiones y engaños. Se rinde y le entrega una caja de madera que contiene a la memoria, pero lo deja a la mitad del desierto de hielo. Camina por años y está a punto de morir cuando encuentra a un clan próspero que le colma de delicias y honores, pues sabían quién era. Mainurson, sin embargo, es de corazón simple y los abandona, siendo ellos una ilusión más de Bauler. Mainur obliga a la serpiente a cumplir su parte del trato y le entrega otra caja. Le confiesa que la primera sólo contenía a la astucia, y la segunda contiene a la memoria. Desde entonces el hombre tiene astucia para vencer a Bauler y memoria para recordar que la serpiente es el Aesir oscuro que envenena a Frostung. Ustedes los extranjeros son como los ancianos débiles o los niños pequeños, olvidan la historia fácilmente.
- Pues no estoy de acuerdo. Ríos de tinta se han dedicado a preservar nuestro pensamiento. Somos herederos de los griegos, los romanos y los israelitas.- El vikingo le miró extrañado y las conversaciones se apagaron de inmediato. Con un jalón le arrancó el abrigo de piel que llevaba encima y descubrió el cuello de sacerdote.
-¡Cristiano, vino a esparcir la plaga!- Sir Cedric se puso de pie de un salto, desenvainó su espada y se interpuso entre el pequeño cura y el enorme vikingo.
- Soy sir Cedric de la corte del rey Algar, protejo a este hombre y cualquiera...- No pudo terminar la oración, pues un vikingo con casco le dio un puñetazo en la cara que casi lo tira al suelo.
- ¡Basta!- Un hacha de batalla detuvo la espada del vikingo antes que partiera a Lofri por la mitad como un árbol muerto. La dueña del hacha era una mujer rubia, de rasgos toscos, cicatriz en el ojo izquierdo como recuerdo de un saqueo vikingo.- Ustedes dos, salgan de la taberna. Y ustedes, debería darles vergüenza. Matando cristianos en pleno día de Bauler, ¿qué no queda decencia?

            La mujer salió de la taberna siguiendo a Lofri y Cedric a la calle fría y ventosa. Lofri nunca había visto a una mujer así, y siempre había tratado de impedirlo. Se presentó como Erica, portavoz de los leñadores de Sorgran. La rubia medía más que Cedric y era tan ancha como el caballero. Vestía un abrigo cosido de pieles y ropa de hombre debajo. Se arregló el largo cabello rubio y regresó su pesada hacha al cinto de cuero. Cedric agradeció a la valkiria y le explicó el motivo de su visita. Erica reconoció a Alfon, pues había supervisado la construcción de varios barcos en el muelle. Juzgando imprudente el pedir una habitación en la taberna la siguieron hasta el muelle, donde el guardián les permitió dormir entre los sacos de grano de la bodega. Erica despertó a los viajantes con algo de pan y queso.
- Ellos vieron a Alfon por última vez.- Erica había buscado por todo el pueblo y encontrado a siete personas, hombres y mujeres que se preguntaban por qué un caballero dormía como la servidumbre. Erica le hizo un gesto a Lofri para que se quitase el collar del sacerdocio. Lofri no protestó, lo último que quería era otra escena como la de la noche anterior.

            Los testigos explicaron que Alfon había estado en Sorgran pocos días, había llegado más del norte. El maestro de la guilda había navegado a solas, hazaña que pocos se atrevían a realizar. Eso no era lo único que habían visto. Reconocieron al misionero Osgar y contaron que se volvió loco y él mismo taló los cedros mágicos que crecían en el bosque de la niebla. La gente había empezado a enfermar de la plaga después de eso. Los testigos culparon al cristiano de haber incitado la plaga tras cortar los cuernos de Frostung de esa manera. Alfon llegó poco después de eso, se quedó lo suficiente como para recoger sus cosas y se marchó al sur, Osgar se fue poco después y en la misma dirección. Erica los despidió y cruzada de brazos les miró como si hubiese demostrado algo importante.
- Si Alfon no había comprado terrenos aquí para instalarse, debió haber sido más al sur.- Dijo Cedric.- Sólo queda Gersan, tierra de vikingos, y los mares de niebla.
- Habría que investigar más al norte.- Concluyó Lofri. Erica le miró sin entender.
- Osgar mató a Alfon después de iniciar la plaga.
- ¿Y cómo hizo eso pagana? Las plagas no vienen por cortar árboles, son designios de Dios.
- Los árboles talados.- Concluyó Cedric.- Hay que verlos de cerca.

            Cabalgaron hacia el bosque, el cual se veía invadido de un banco de niebla cada mañana que se alzaba por casi un metro. Era imposible verse los pies y los leñadores tenían prohibido trabajar en esas condiciones. Los cazadores, descendientes de Tulkan según la tradición de su oficio, eran los únicos que habitaban los bosques a esa hora. Lofri no estaba interesado en los cedros taladros por el misionero, pero siguió el consejo de su rey e inquirió sobre su importancia. Erica explicó la importancia de los cedros mágicos relatándole el origen del mundo. El alce Frostung había caminado sin dirección y por un descuido sus patas se atoraron entre las ramas espinosas. Intentó liberarse con sus larguísimos cuernos, pero sólo consiguió enredarse más. La planta no era sino Bauler el malvado y con el veneno de las espinas comenzó a envenenar al indefenso Frostung. Temiendo la muerte del alce, Mainur el mensajero de los dioses, alimentó al alce cantándole la canción más dulce del universo. Fortalecido por los cantos de Mainur los cuernos de madera del alce fueron creciendo hasta formar el nido que es el mundo. La canción, con el paso de las épocas, quedó olvidada por los mortales, conocida sólo por las estrellas y los sabios.
- Los cedros mágicos, como los que ese loco de Osgar derribó son los cuernos del alce Frostung. Se dice que los enanos están enterrados con ellos, esperando el fin del mundo para construirlo con sus herramientas.- Lofri quedó en silencio, temeroso que su fervor académico le ganara más enemigos.- ¿Qué creen los cristianos?
- Dios creó al mundo donde antes no había nada en un proceso de siete días.- Contestó Cedric.
- Vaya, que tontería.- Erica empezó a reír y le dio una fuerte palmada a sir Cedric.- Si no había nada, ¿de qué lo construyó?
- De la nada, por eso es un milagro.- Respondió Lofri con su voz de académico. Se detuvieron al centro de un claro donde tres pesados troncos de cedro habían sido talados. Lofri señaló las larguísimas y enredadas raíces, estaban plagadas de desagradables puntos negros.- Están enfermos.
- Miren.- Erica señaló el corte de los troncos y usó su hacha para cortar la corteza del árbol. El interior también estaba enfermo de aquellos puntos negros que, como purulencias, dejaban salir un líquido negruzco.
- ¿Por qué un cristiano como Osgar caería en semejante superstición?- Se preguntó Lofri.
- Como sea parece obvio que Osgar es culpable de la plaga, enveneno a estos árboles.- Cedric resopló frustrado y pateó una piedra.- Me habría gustado poder salvarle la vida padre Lofri, pero no tiene remedio.

            Erica los calló con un gesto y escuchó atentamente. Las campanas sonaban desde los dos puertos, los vikingos invadían. Erica cabalgó, blandiendo su hacha y Cedric, quien no podía dejar a una dama en peligro, cabalgó detrás de ella seguido de Lofri. La leñadora conocía un camino secreto que acortó el camino hasta los muelles del bosque. Los cazadores ya se habían presentado, pues por ley todo propietario era soldado cuando se trataba de vikingos. Cinco naves ligeras con formas terribles de dragones encallaron en la helada playa. Los arqueros, honrando al nombre de Tulkan, dispararon desde que les vieron descender en oleadas. Los vikingos cargaban pesados escudos y petos, pero los arqueros tenían la suficiente experiencia como para dispararles en las botas para inutilizarlos. Los invasores marcharon por el camino que ascendía hasta los arqueros. Erica y Cedric cabalgaron para romper sus filas. El caballero eludió las lanzas y con su escudo se protegió de los mazos y las hachas. Erica, quien había perdido a sus padres a los ladrones navegantes, blandió su hacha de un lado a otro. El caballero, quien había sido entrenado para mantener la calma durante el combate, rodeó a los vikingos y, haciéndose de un par de antorchas quemó los dos barcos que llegaban con más refuerzos. El ataque no había podido salir de la playa y sus fuerzas ya estaban severamente diezmadas por los letales arqueros y los dos guerreros cuando llegó sir Dorfin y sus soldados. Los vikingos no duraron mucho más y la mayoría se rindió al tirar sus armas y quitarse los cascos.
- ¿Qué pasa Cedric, dejas que las campesinas peleen por ti?- Se mofó Dorfin mientras sus soldados amarraban a los vikingos para llevárselos a la horca en Mebor.- Marsia se enterará de esto.
- De no ser por sir Cedric habrían llegado más refuerzos y sin duda nos habrían rodeado.- Le defendió Erica. Sir Dorfin le hizo una reverencia exagerada y se fue riendo.- ¿Por qué lo toleras?
- Por lady Marsia, le juré mi amor, pero su familia ha elegido a Dorfin.
- Si quieren que un asno se case con su hija, sin duda merecen ser retados por ti.- Subían por el camino al bosque cuando Lofri corrió hacia ellos agitando los brazos y ordenando a los soldados a detener la marcha de prisioneros. Un puñado de soldados, ansiosos de llegar a casa con sangre en el uniforme, se preparaban para matar a una docena de vikingos desarmados.
- Los llevaremos a la horca, padre Lofri. Es ley. Se morirán de todas formas, déjelos.
- Caridad cristiana señores, no somos salvajes.- Los soldados dudaron, pero al saber que Lofri había sido encargado por el monseñor Sigfrid a una misión importante detuvieron las ejecuciones sumarias. Lofri se acercó a los vikingos y estos bajaron la cabeza en señal de respeto.- Todo en este mundo tiene causa y yo quiero saber por qué han venido a este reino. ¿Es que no saben que hay una plaga? Su asalta fue débil y desesperado, y quiero saber por qué lo llevaron a cabo.
- Hay plaga en el norte.- Dijo uno de los vikingos, mostrando sus peludos brazos marcados por purulencias negras.- La serpiente oscura nos corrió de nuestro hogar en Gresan. Bauler agrió la leche de las vacas y mató a las cosechas. No tuvimos otra opción.
- Galante demostración del amor cristiano.- Dijo Erica.
- Pobre gente…- se compadeció Lofri.- Rápido, tenemos que pedirle comida a los misioneros cristianos, la gente de Gresan necesita ayuda.
- Gresan ni siquiera es parte de Mebor padre Lofri, ¿y se ha olvidado de nuestra misión?
- Si Osgar es culpable, entonces ¿cuál es la prisa?- Cedric no estaba convencido. El padre sonrió maliciosamente y añadió.- O podemos volver con sir Dorfin y sus prisioneros.
- Ahora que lo pienso, es nuestro deber cristiano.

            Erica les acompañó, pues estaba intrigada por Lofri. El sacerdote convenció a los misioneros de donar casi toda su comida y Erica consiguió un barco ligero. Partieron a Gresan cuando ya empezaba la tarde y se enfrentaron a la neblina. El frente de la nave llevaba dos lámparas, una en cada uno de los ojos del dragón tallado, y estaban protegidas por pantallas de vidrio como dos enormes ojos de insecto. Erica viajó casi colgada del dragón tallada al frente, gritando “Frostung” repetidas veces y esperando una respuesta. Sir Cedric estaba sorprendido de la ruda pagana que nunca parecía sentir frío pese a que sus brazos estaban descubiertos, pues parecía adivinar perfectamente la dirección estando totalmente rodeados de niebla. El barco chocó contra las gruesas sogas que bordeaban a las piedras y, guiándose por ellas de un poste a otro, encontraron el puerto de Gresan.

            Los tres repartieron la comida entre las familias que vivían en chozas alrededor de los magros sembradíos. Los pobladores, en su mayoría mujeres y niños, construyeron un hombre de ramas y lo incendiaron en una enorme pira a orillas del bosque. El muñeco representaba a Tulkan el arquero y los viejos relataron el poema de Tulkan. Erica codeó a Lofri para que no abriera la boca, la gente estaba agradecida pero culpaban a los cristianos de la plaga y no dudarían en suplantar una ofrenda por otra y quemarlo en la pira. Lofri aceptó un tarro de cerveza y escuchó el poema. Cedric lo fue repitiendo, pues le conocía de memoria y su corazón se estrujó con el dulce veneno de la melancolía. El poema relataba las generaciones desde Mainurson hasta el héroe Tulkan, su victoria sobre la serpiente que devoró el sol y la expulsión de la serpiente de la isla de Elderil, centro del mundo. La serpiente Bauler había tratado de rodear la isla y reptar hasta la cumbre de la montaña solitaria. El arquero se hizo pasar por su discípulo y, aprendiendo las artes oscuras, traicionó a su maestro y expulso a la serpiente. Los enanos le habían preparado un hogar en la isla, de modo que pudiese protegerla para siempre, pero Tulkan se reúso pues había cometido el acto de la traición y se había dejado envenenar por Bauler. Dejando atrás su arco y flechas se subió a un barco y nadie le vio de nuevo. La serpiente había sido destruida casi por completo, pero regresaría eventualmente pues la naturaleza de los hombres era tal que olvidaban rápidamente y se dejaban corromper con facilidad. Se conmemoraba el evento con los días negros de Bauler, seguidos del triunfo de Tulkan.
- Yo he escuchado de Adán que hizo prodigios semejantes.- Dijo Cedric mientras terminaba su cerveza y calentaba sus manos al fuego.- Igual que Tulkan protegió la montaña del Edén de la serpiente, pero fue eventualmente desterrado por su pecado original.
- No estoy seguro que la historia vaya así.
- Ver es creer.- Dijo Erica poniéndose de pie de un brinco y jalando a Lofri del hombro.- Se dice que el más anciano de aquí es de la estirpe de Tulkan.
- Además,- agregó sir Cedric.- si el maestro Alfon estuvo en Gersan, él lo sabrá.
- Por cierto, padre Lofri- Los tres recorrieron un camino de maderos atados hasta lo alto de una colina donde se alzaba la única casa de ladrillo y mortero.- ¿considera usted que su oficio es el más noble entre todos?
- Por supuesto.- Lofri sabía que Erica le tendía una trampa, pero no protestó.
- Entonces, si el mundo fuera perfecto, todos seríamos sacerdotes y sacerdotisas, ¿correcto?
- No hay sacerdotisas, pero sí monjas.
- ¿Y quién labraría los campos?- Erica le miró con una sonrisa pícara y comió una manzana.- No pueden tener hijos, ¿no es cierto?
- El señor creó otros oficios además del sacerdocio.- Se detuvieron frente a la casa, pues la puerta estaba abierta y había muchas velas. Pensando que el anciano tenía compañía prefirieron esperar en la oscuridad de la noche.- Como el oficio de molestar sacerdotes con preguntas necias. Muy popular entre los paganos, según he visto.
- Pasen de una vez tontos, se mete el chiflón.- Gritó una voz dentro de la casa.- ¿Por qué creen que dejé abierta la puerta?
- Sabio Fronlar, somos Erica, Cedric y Lofri en busca de tus conocimientos.- Entraron en fila india, Lofri cerró detrás de él y les acompañó en las sillas alrededor de la cama. El anciano Fronlar, de larguísimo cabello atado hasta la cintura, estaba muy enfermo y ya presentaba las marcas de la plaga. El anciano tenía a un cisne en una jaula a los pies de la cama y en la cabecera sus armas y casco. Alargó la mano hacia arriba y tomó una larga flecha que había escondido detrás del polvoso escudo y se la entregó a Lofri.
- Es la última flecha de Tulkan, yo nunca podré dispararla y no sé dónde está el arco.- Lofri intentó hablar pero el anciano comenzó a toser y con un gesto le indicó que esperara.- El rey oso despertó a la serpiente Bauler con su impiedad. Tulkan ya se ha ido y yo pronto me reuniré con mi antepasado en la tierra de la primavera.
- Anciano Fronlar, ¿sabe usted si un maestro de guilda llamado Alfon de Mebor pasó por aquí?
- Sí,- la voz del anciano era cada vez más débil.- llegó con víveres y dinero para instalarse aquí. Me han dicho que compró una propiedad. No ha vuelto, y dudo que lo haga.
- La plaga la ha traído Bauler, entonces puede detenerse.- Exclamó Cedric. Erica le miró sin estar muy seguro, pero el caballero irradiaba confianza.- Si tuvo un origen le daremos un final.
- La conquista del rey oso traerá el fin del mundo.- El anciano trató de sentarse y Cedric empujó su frazada de pluma de ganso para taparle.- Las cosechas se han hecho débiles, la tierra se nutre de Frostung y el dios alce está cada vez más envenenado. Si fuese cinco años menor me levantaría de la cama y curaría a Frostung yo mismo, pero las fuerzas me han abandonando. Bauler regresó a Elderil, pero ese cisne podrá llevarlos a su destino.
- Tomaremos el cisne, sabio Fronlar.- El viejo cerró los ojos y se preparó para el sueño eterno.

Su cuerpo se transformó en cisnes, la mayoría tuvo que salir debajo de las sábanas y cuando estuvieron todos reunidos cantaron la canción más dulce que ninguno de ellos hubiese escuchado. Lofri pensó que la música de las esferas, el sonido musical producido por el choque de las esferas celestes descrito por Platón, debía sonar exactamente así. Los tres se hincaron ante la maravilla y cuando la canción terminó los cisnes volaron para alertar al pueblo que el sabio Fronlar había muerto esa noche, poco antes del fin del mundo. Los pobladores no tardaron en realizar un funeral simbólico y los tres visitantes le rindieron sus respetos antes que el barco con las armas de Fronlar fuese empujado al mar e incendiado con flechas de fuego. Se alejaron de la gente que gritaba y se lamentaba, y caminaron a orillas de la playa siguiendo a la embarcación que iluminaba la lejanía. Un par de chismosas, que de alguna manera se habían enterado de la conversación de los extraños con el sabio, les dijeron que cuando Alfon había estado ocupado comprando su nueva propiedad un grupo de cristianos le habían estado siguiendo. Les guiaron hasta un cultivo donde uno de los cristianos había dejado detrás un medallón de arcilla. Sir Cedric reconoció la figura de inmediato, era el sello del rey oso, un oso de pie a un lado de un árbol.
- El medallón está maldito.- Dijo una chismosa para evitar que Lofri lo levantase. El sacerdote suspiró cansado y lo levantó del suelo. Las mujeres chillaron horrorizadas y salieron corriendo.
- Ustedes los paganos son capaces de las melodías más bellas, una sabiduría natural y las supersticiones más extrañas.- Lofri tiró el medallón, el que se rompió en el suelo en una docena de pedazos.- Osgar no llegó hasta aquí, eso lo sabemos bien. ¿Habrá mandado a alguien?
- La peste empezó en la isla de Elderil,- dijo Erica mientras Cedric alimentaba al cisne enjaulado con lo que quedaba de su manzana.- pero la isla es inaccesible desde que Tulkan la dejó. Se convirtió en niebla espesa que ningún mortal puede atravesar. Quizás encontró la manera de acceder a ella.
- Un momento,- dijo Lofri.- ya que la mano del demonio está metida en esto… ¡Por supuesto! En los días en que Jesús visita el sheol la barrera entre las ánimas y los vivos se rompe. Los mundos colisionan, seguramente pasaría así con la isla afortunada. No tenemos mucho tiempo, ya casi es domingo de resurrección y el puente entre los mundos se habrá cerrado.
- Finalmente, un uso productivo a la filosofía cristiana.- Celebró Erica.- Hay que regresar al barco.
- Oigan,- Cedric interrumpió el momento alegre y señaló hacia el mar nocturno. Luces, débiles pero que se acercaban veloces, se fueron formando como en línea recta.- ¿esos son barcos?
- Vikingos.- Dijo Lofri.- Deben estar muy desesperados.
- No,- dijo Erica, señalando hacia la larga serie de luces al horizonte que, una a una, se asimilaban a la serie que avanzaba recta hacia ellos.- esos no son barcos. No navegan de esa forma.
- Lofri,- dijo Cedric con su voz de autoridad mientras le entregaba la jaula con el cisne.- aléjate. Erica, acompáñalo y asegúrate que nada le pase. Su seguridad es mi responsabilidad.
- Puede correr solo.- Erica preparó su hacha de combate y el caballero se puso el casco.

            Las luces atravesaron la neblina y avanzaron veloces. Al frente había un par de luces que se fueron haciendo cada vez más fuertes. La sangre de Cedric se enfrió, pero sus rodillas no se doblegaron. Era una serpiente gigante con ojos de fuego y extrañas extremidades en su larguísimo cuerpo, como remos o patas con rostros chatos y ojos de fuego. La bestia aulló y escupió una columna de fuego. Erica pudo ver que su cuerpo era gigantesco y parecía estar doblada hacia el sur, pero sin duda procedía del norte. Erica se ocultó detrás de unos árboles y dejó que la serpiente se alzara un par de metros sobre el suelo y cayera sobre Credic. El caballero rodó a un lado y con su escudo detuvo su hocico. Erica salió de su escondite antes que la serpiente pudiese atacar de nuevo y con su hacha destrozó las patas laterales y le sacó sangre. Bauler entendió la estrategia de inmediato y con un movimiento veloz su cuerpo describió una S que aplastó a Erica, tomándole con violencia con sus garras que trataban de cortarla. Sir Cedric evadió otro embiste y saltó sobre la serpiente para escalarla con su espada, resbalarse sobre sus viscosas escamas y liberar a Erica hundiendo su espada alocadamente. La serpiente se levantó con todas sus fuerzas, tratando de hacer resbalar a Cedric hasta el mar.
- El poder de la cruz te compele. Vade retro Satanás.- Lofri apareció entre los árboles sosteniendo su cruz con la derecha y una ballesta con la izquierda. Disparó una flecha que rebotó contra una escama metálica, pero la táctica funcionó pues se olvidó de los dos guerreros.

            Lofri corrió tan rápido como pudo atravesando la arboleda. La serpiente arrancó árboles, débiles de por si por el veneno, y atravesó las colinas tan rápidamente como un caballo. Lofri saltó a tiempo por encima de unos troncos huecos y cayó de cara contra un riachuelo que le cubrió de la columna de fuego. La serpiente, inmune al fuego común, rodeó esa parte del bosque, su cuerpo eternamente saliendo del mar. Sir Cedric había conseguido levantar las escamas alrededor de sus patas y trató de llegar hasta el interior cuando la serpiente cambió de color. Las escamas, grisáceas por la sustancia viscosa que les cubría se tornó negra y sus rostros laterales gruñeron. Sus ojos crecieron de tamaño y empezaron a emitir llamaradas de fuego. Sir Cedric jaló a Erica de un brazo, quien no cesaba en su intento por destruir sus patas, y con todas sus fuerzas la lanzó detrás de unas piedras. El caballero saltó cuando los rostros laterales escupieron fuego y todo el césped, las hierbas y los árboles alrededor de la serpiente se incendiaron. Lofri había nadado contra corriente en el gélido río, pero no había logrado escapar del perímetro de la serpiente.

            Erica y sir Cedric trataron de salvar a Lofri, pero era inútil. La serpiente se alzó nuevamente y lanzó su cuello y cabeza para barrerlos. Sus larguísimos colmillos se prepararon para comerlos cuando súbitamente gritó de dolor y retrocedió muchos metros. Los guerreros rescataron a Lofri y vieron a los jinetes que se acercaban. Los hombres de sir Dorfin habían atacado a la serpiente en la playa y habían conseguido lastimarla lo suficiente.
- Vimos su cuerpo desde Sorgran, por eso vinimos.- Explicó un soldado.- Debe ser enorme, pues su cuerpo sigue al norte.
 - Es el fin del mundo.- Erica enterró su hacha en el suelo y se jaló de los pelos.- Consumirá el sol y moriremos de frío y hambre Cedric, ¡moriremos como perros! Frostung morirá y el nido se caerá en pedazos. ¿Te burlarás ahora Lofri?
- La serpiente ha salido de la fosa, los ángeles han tocado las trompetas.- Lofri se persignó y rezó, pero Erica, presa del pánico, de lo levantó tomándole del cuello del abrigo y lo zarandeó como a un muñeco de trapo.
- ¿Eso es lo único que vas a hacer?
- Calma Erica,- Sir Cedric le tomó del hombro y ella dejó ir al pequeño sacerdote.- de nada sirve el pánico. Lofri, tú mismo dijiste que hay un puente, quizás podamos regresar a la serpiente a su foso.
- El galante caballero consolando a una campesina.- Se mofó sir Dorfin.- Les encantará eso en Mebor.
- La verdadera religión,- dijo Lofri.- en el fondo, es el amor que consuela.
- No te metas en esto Dorfin.- Le dijo Erica apuntándole al pecho de su armadura.- Sir Cedric me ha salvado la vida más veces de las que te he oído decir algo inteligente.
- Cuidado a quien señalas de esa forma pagana, soy un caballero de la corte de Mebor. Y tú también Cedric, no olvides que lady Marsia no estaría complacida de verte reñir.- Lofri recogió una pesada piedra y la dejó caer en su bota con placa metálica. Sir Dorfin aulló de dolor y le levantó la mano, pero no pudo hacer nada.
- ¿Lo ves Erica? La filosofía sirve para algo.
- Lárgate de aquí Dorfin, tenemos que salvar al mundo y no nos queda mucho tiempo.- Dorfin estaba a punto de decir algo, pero sir Cedric le soltó una bofetada que lo dejó mudo.- Debo rescatar a lady Marsia, pues si no llegamos a la isla de Elderil y detenemos el veneno todos moriremos.
- Si ustedes saben de dónde vino esa serpiente, yo tengo el mejor barco de toda Sajonía.- Dorfin se sentía humillado y avergonzado. Se acarició el dolor en la mejilla, tragó saliva y con la mirada le dejó saber a Cedric que solo había estado jugando.- Pero tendremos que esperar a que salga el sol.
- No es necesario, tenemos un guía.- Lofri salió corriendo por el cisne enjaulado y sir Dorfin les prestó caballos para que llegaran al muelle más rápidamente.

            Erica ató una de las patas del cisne a la punta del barco con cabeza de dragón y el ave voló desesperada hacia su hogar. Tomaron turnos para dormir, pues estaban cansados y les esperaba lo peor. Rodeados de niebla, acompañados del ruido del agua Dorfin habló con el sacerdote. Lofri le había dicho de su misión y Dorfin, sintiéndose culpable por los agravios, quiso colaborar. Le dijo que ninguno de los cristianos de la misión había dejado Sorgran para navegar a Gersan o a cualquier otro lugar. Lofri le describió la tablilla de arcilla que los locales de Gersan decían que le pertenecía a un cristiano sospechoso. Dorfin reconoció el sello, era el del rey oso del imperio invisible.

            Ningún mapa servía en el mar de niebla, pero el domingo en la mañana avistaron luces y una bahía extensa. Lofri quedó atónito, pues en el fondo creía que las creencias paganas eran todas un conjunto de exageraciones. Rápidamente se dio cuenta que no era una isla común, pues el puerto  estaba poblado por entero por fantasmas. Erica explicó que los marinos que encallaban en esa zona permanecían eternamente  como fantasmas en Elderil. Los espectros les dejaron pasar, ellos seguían haciendo sus vidas arando en tierra que siempre era fértil, las mujeres llevando sus jarrones a los ríos de miel y de leche. Al centro de la isla se encontraba una montaña altísima en cuya cúspide, dijo sir Cedric, debía encontrarse el palacio de Mainur, pues debajo de la montaña sagrada el alce Frostung había quedado atorado y formado así el mundo con sus cuernos de madera. Pisaban el origen del mundo y el padre Lofri no sabía qué pensar. Sabía que el Edén se encontraba sobre una montaña y que las maravillas de Dios eran demasiadas para ser contadas, pero permaneció en silencio profundo, absorto en sus pensamientos.
- El edén.- Señaló Cedric en el valle en lo alto de la montaña.- El árbol del fruto debe estar enfermo padre Lofri, habrá que subir allí para sanarlo.
- Aún si le trajeras a lady Marsia el lodo con las huellas aún frescas de Adán y Eva, ella no te favorecerá.- Se mofó sir Dorfin.
- Esa famosa Marsia debe escupir saliva de oro.- Dijo Erica, cansada de las infantiles pugnas entre los dos caballeros.- Habría que verla por mí mismo para juzgar, pero me parece que una mujer que disfruta haciendo sufrir a sus pretendientes merece quedarse con alguien tan bajo como tú Dorfin.
- ¿Y dejarás que me hable así Cedric?
- Te arrancará la cabeza si no andas con cuidado, y yo la ayudaré. Hay cosas más importantes en qué pensar. Mejor hablemos con la gente de esa villa.

Caminaron entre árboles de cien frutas y fantásticas criaturas que cantaban canciones suaves y de naturaleza noble. Los campesinos fantasmas les saludaron cortésmente y les alimentaron. Los habitantes de la isla sagrada de Elderil temían que Bauler ya se había instalado, pues de alguna forma había estado influenciado a los vikingos que ya se habían asentado a una vida noble y consagrada, y convencido de regresar a sus modos brutos y crueles. Preguntaron por caminos a la cúspide de la montaña y les refirieron a los sacerdotes del rey oso, quienes eran los únicos que podían subir y bajar. Para sorpresa y decepción de Erica el rey oso ya se había instalado en Elderil y no dejó de insistir en el sospechoso vínculo entre ambas situaciones.

Cuando se preparaban para partir escucharon las campanas, era un ataque. Los vikingos salieron del bosque que rodeaba la villa y atacaron con fiereza. Los guerreros defendieron a la villa de los atacantes fantasmas, la influencia de Bauler les había consumido y eran ahora poco más que huesos y furia asesina. Sir Cedric rescató a Lofri de una muerte segura y rodeó a los atacantes con ayuda de Erica. Los vikingos eran ciegos, pero fáciles de manipular con insultos y retos. Los guerreros les fueron alejando de la villa y dividiendo en grupos manejables. Sus armas, hachas y mazos, eran de hierro común y habían perdido el filo con el paso de los años. Sir Dorfin peleó con valentía, pero se vio rodeado cuando ya quedaban pocos vikingos. Arrancó huesudos brazos y su escudo detuvo muchos golpes, pero su arrogancia le llevó al descuido. Uno de los vikingos, que había perdido una pierna, tomó del suelo una ballesta y le disparó a sir Dorfin. La flecha atravesó su cuello y el caballero cayó al suelo. Erica y Cedric despacharon a los últimos vikingos y revisaron la herida de Dorfin. Lofri le quitó la flecha y remarcó en la falta de sangre. Dorfin abrió los ojos y asustó a todos.
- Debería estar muerto.- Dijo Erica.- ¿Te sientes bien?
- Sí, de maravilla.- Dorfin se tocó la herida sin entender nada.- Vaya manera de preocuparnos por algo que no era una amenaza, quizás los viejos se han equivocado y los fantasmas no pueden lastimar a los vivos.
- No, no creo que sea eso.- Dijo Cedric.- Es el día de Tulkan, la pascua, el mundo de los vivos y los muertos sigue unido. La muerte no significa nada hoy, pero mañana tu herida se hará real. Tenemos que llegar a la mansión de Mainur cuanto antes, debe haber alguna cura.

            Los habitantes de la villa, agradecidos por el rescate, les llevaron en un carruaje empujado por veloces cabras. Les mostrar un camino que ascendía la montaña dando un rodeo y les desearon suerte. Los cuatro caminaron sobre cortos escalones de derruida piedra instalados desde la época de Mainurson, el primer hombre. La ladera de la montaña estaba adornada por estatuas enormes de los Aesir, como una procesión eterna hasta el valle de la montaña sagrada. Lofri miró a las estatuas con auténtica confusión, la mentalidad que él había juzgado infantil e irracional parecía estar apoyada por algo que aún no podía definir. Al llegar a la mitad de la subida encontraron la entrada a una mina, protegida por dos gordos enanos armados con mazos y hachas. Los enanos que protegían el acceso les dejaron pasar al comprobar que sus intenciones eran puras.
- Mainurson talló esta mina con sus propias manos.- Dijo uno de los enanos.
- ¿Quiénes son ustedes y por qué no pelean contra la serpiente?- Preguntó Dorfin.
- No es nuestra misión, pero lo haríamos con gusto. Nosotros construiremos el mundo de vuelta cuando esté hecho pedazos. Nuestra es la maldición de saber que Bauler se comerá el sol después de que Frostung muera envenenado.

            Siguieron el ducto de la mina, perfectamente liso e iluminado por piedras preciosas con su propia luz. El camino les llevó al corazón de la montaña donde, entre la roca antigua, se podían ver las raíces del mundo, pues los cuernos de Frostung habían crecido cientos de metros bajo ellos. Lofri contuvo una lágrima al ver que las raíces del árbol del conocimiento del bien y del mal estaban enfermas, estaban grises casi por completo y con puntos purulencias negras. Lofri acercó la mano a una de las raíces y ésta se hizo polvo antes de ser tocada. A un lado de la ancha y larga pared se encontraba una estatua del héroe Tulkan quien, ofreciendo con los brazos abiertos, sostenía su mítico arco. Los viajeros lo tomaron, consolándose de tener la última de sus flechas en su poder.

            Salieron de la mina y subieron un poco más hasta una pequeña meseta a un lado de los escalones, donde se había instalado un humilde monasterio cristiano que estaba siendo atacado por un dragón deforme, sin alas y con dos colas, de escamas amarillas como las de las serpientes pero muy duras, y una cabeza con seis ojos y protuberantes colmillos. Lofri insistió en salvar a los cristianos y se adelantó a los guerreros para luchar con su largo cuchillo y sacar del edificio a los monjes. El dragón había escalado la pared del monasterio y con sus colmillos destrozado el techo de dos aguas para comerse a los monjes. Sir Dorfin, creyéndose inmortal e invulnerable, atacó a la bestia desde su cola, pero el dragón lo mandó volando contra la pared de la montaña de un coletazo. Erica y Cedric escalaron sus escamas viscosas buscando su pecho o corazón. Lofri le clavó el cuchillo al dragón en uno de sus ojos para salvar la vida de un monje. La bestia, encolerizada, se removió en su lugar y con sus poderosas patas echó abajo los campanarios y la pared lateral. Lofri quedó atorado entre el dragón y el precipicio e intentó esconderse bajo el altar. El dragón metió la cabeza en el monasterio y empujó hacia arriba para derribar el atrio. Cedric atacó su hocico, pero el dragón se levantó y con su garra lo apresó de una pierna y lo azotó contra el suelo. Lofri intentó huir por una ventana al fondo cuando el dragón terminó de derrumbar el edificio y con su hocico golpeó al sacerdote. Lofri se resbaló hasta el peñasco y agarrado apenas de las hierbas se enfrentó al dragón que le mostró los alargados colmillos sobre él y la garra de su pata izquierda a su lado.
- Toma mi garra cristiano, porque no sobrevivirás la caída.- Lofri le escupió y sonrió.
- Prefiero morir.
- Así sea.

            El dragón abrió su enorme hocico, listo para desgajar la tierra y tragarse a Lofri, cuando Erica se deslizó por el largo cuello de Bauler y con su hacha cortó hasta su garganta. El dragón aulló de dolor e intentó quitársela de encima como si fuera una pulga. Erica atacó otro par de veces y la bestia, con tal de quitársela, hundió sus garras en su propio cuello y, lastimado de muerte, se dejó caer al precipicio. Los monjes les agradecieron su ayuda y, aunque se lamentaban por la pérdida de su monasterio, les ofrecieron llevarles ante el rey oso en la cumbre de la montaña sagrada usando un carruaje transportado por cisnes.
- El rey oso está tratando de curar a Frostung, pero Bauler le ataca todo el tiempo.- Dijo uno de los monjes mientras recogía una tableta de arcilla con el sello del rey oso y lo usaba como pendiente en su cuello.- El hombre del que hablan estuvo aquí, Alfon. Desató el veneno sobre la isla y sus efectos se han sentido a sus alrededores.
- Son buenas noticias.- Dijo Lofri mientras los monjes les mostraban su carruaje.- Podremos avisarle al rey Algar que Osgar debe ser perdonado.
- Claro,- dijo Cedric mientras entraba en la carroza y ayudaba al sacerdote.- si podemos detener a Bauler de comerse el sol. ¿O no cree en esas cosas?
- Ahora mismo no sé en qué creo.

            Los cisnes empujaron la carroza por el camino hasta llegar a la entrada del valle al atardecer. Un arco de oro y diamantes anunciaban la entrada al jardín. Los cuatro viajeros asomaban sus cabezas y se maravillaban de las delicias del jardín. Exóticas aves de mil colores sobrevolaban a los visitantes que llegaban al magnífico palacio de Mainur. El palacio, de altísimas murallas blancas con inscripciones de oro en la base y punta narrando las sagas del origen, tenía una entrada en cada punto cardinal y siete puertas en cada entrada simbolizando los siete días en que Mainurson permaneció en éxtasis místico al ser creado. Dentro de las murallas había cuatro patios con jardines con extensos rosales y flores conocidas sólo a los dioses. En los patios convivían gnomos, duendes, hadas y hasta ogros. La carreta se detuvo en una de las ocho puertas del palacio y monjes cristianos les guiaron por las escaleras de cristal hasta la corte del rey oso. La corte, con banderines con el sello real, estaba dispuesta alrededor de una enorme fuente central sobre la cual se encontraba una enorme cruz. El rey oso hizo que sus monjes les recibieran como héroes y a Lofri como un príncipe. El rey oso era un hombre muy alto, de cabello rubio y enormes ojos azules, vestía con la piel de un oso y sobre su cabeza se encontraba una corona con una gema para cada día del año, simbolizando así la gracia eterna de Dios y la inagotable fuente de sus dones.
- Es el fin entonces.- Dijo Erica señalando a la cruz.
- No si podemos detener la infección.- El rey oso les guió hasta el amplio balcón desde el cual se podía ver el jardín de las delicias y un claro al centro, donde se encontraba un enorme cedro frondoso. Desde la altura apreciaron que la copa de los árboles estaba muerta y muchos de los árboles también habían enfermado.- Todo árbol se ha infectado menos el que está en el centro. He extraído un poco de su sabia para formar una poción que detenga el veneno del demonio, pero el veneno está íntimamente ligado a Bauler. Cada día la serpiente viene y ataca al jardín, tratando de destruir el árbol que está al centro.
- Hemos batallado varias veces con las ilusiones de Bauler.- Dijo sir Dorfin.- Lo haremos de nuevo.
- No es ilusión alguna, el diablo que viene aquí es tan real como cualquiera de nosotros.- El rey oso señaló el arco y la flecha que sir Cedric cargaba consigo.- Sólo una flecha de Tulkan, directo al corazón, podrá destruirle para siempre.
- Mañana mismo lo haremos. Sólo espero no errar.
- Si ese es en verdad el arco de Tulkan, no podrán errar. El arma es mágica y la flecha sigue el pensamiento del arquero. Podrías mandarlo a la luna y la flecha llegaría, sin importar distancia.
- Su alteza, nuestro amigo necesita ayuda. Ha sido herido de muerto y tememos que para mañana muera.- Dijo sir Cedric. El rey oso observó la herida de Dorfin y asintió con gravedad.
- Su herida será sanada esta noche durante el banquete.

            Los monjes trajeron platos rebosantes de comida, con las carnes más tiernas, las frutas más dulces y los brebajes más deliciosos. El rey oso le mostró a Lofri el resto del palacio, distribuido en doce estancias con la corte al centro. Subieron hasta la torre más alta y Lofri pudo ver más allá del horizonte, al mundo entero. Durante el banquete los monjes bañaron a sir Dorfin en extrañas sustancias doradas y curaron su herida con magia antigua.
- Bauler es el último remanente del paganismo de Sajonia. El diablo siempre se ha vestido con muchos ropajes.- Le dijo el rey oso a Lofri mientras todos cenaban un festín.- Desesperado por el triunfo de la verdadera fe ha conquistado los corazones brutos de los paganos.
- Alfon no debe ser la vara con la que hay que medir a los paganos.- Dijo Lofri.- He visto que son capaces de cosas grandes y nobles.
- La nobleza de los salvajes...- Meditó el rey oso.- Quizás tengas razón, príncipe Lofri. No he convivido mucho con ellos, pero he oído de sus supersticiones y maneras violentas.
- Yo tan sólo unos días y he aprendido mucho.- El rey oso levantó su caliz de oro y rubíes y dieron un brindis por el final de Bauler, el demonio.

            Al amanecer se reunieron en la corte del rey oso y sir Dorfin le juró lealtad en el balcón. A lo lejos vieron reptar una serpiente larguísimas que crecía de tamaño hasta convertirse en un monstruoso reptil del tamaño de una casa. El rey oso bendijo la flecha que sir Dorfin preparaba, pero Lofri pidió el honor, pues era el príncipe del reinado del oso. El rey le complació y Lofri ató una nota a la flecha. Lofri respiró profundo y rezó un padre nuestro antes de tensar el arco. La serpiente se había enroscado alrededor del árbol y se alzaba para devorarlo. Lofri disparó el arco, pero la flecha erró completamente, alzándose al cielo y perdiéndose en la lejanía.
- ¿Pero qué has hecho?- Preguntó el rey oso quien, como los demás guerreros estaba sorprendido.
- Mandé una nota al rey Algar para que salve a Osgar, pues juré no cesar en mi misión.
- ¿Te has vuelto loco?- Le increpó Dorfin.- Devorará al árbol.
- El diablo mezcla verdad con mentira mis amigos. Sí fue Alfon quien envenenó a Frostung, por eso Osgar taló esos cedros para verificar si estaban envenenados. Alfon planeaba regresar a Mebor por su familia y mudarse al norte para sobrevivir la plaga bajo el ala de Bauler.- Le miraron sin entender, la serpiente seguía amenazando al árbol.- El falso rey oso es Bauler, pues ningún rey de la cristiandad bebería de un cáliz lujoso en vez de la copa de un carpintero, rodeado como está de lujos. Todos esos falsos cristianos son sus discípulos.
- Eres un idiota Lofri.- Dijo el rey oso. Señaló a la serpiente, pero Lofri ni siquiera pestañeó. La serpiente desapareció, mostrando ser una ilusión y los rasgos del rey oso se deformaron.- No has logrado nada. ¿Y qué si salvas a Osgar?  Necesitaba de esa flecha que la serpiente capturaría para partir en dos al árbol y terminar mi obra. Sólo los dejé vivir por que traían consigo el arco que no podía robar de los enanos y la última flecha de Tulkan. Vestirme como mi peor enemigo ya ha sido insulto suficiente. Si ya no son útiles, ¿para qué los mantengo con vida?
- Vade retro Satanás.- Gritó Lofri mientras le enterraba su cuchillo en el pecho. Bauler aulló soltó de manotazos. Cedric le cortó un brazo y el hacha de Erica se enterró en su pecho, pero Bauler aún no estaba derrotado.

            El cuerpo de Bauler se hizo negro y escamoso, comenzó a crecer como un dragón de tres cabezas y su grito de furia fue escuchado en toda la isla. El palacio de Mainur comenzó a temblar y los visitantes huyeron corriendo. La bestia les persiguió por las escaleras, pero era demasiado grande y torpe. Mostrando su verdadera naturaleza, oscura y caótica, reptó fuera del castillo cuando los visitantes tomaban caballos para huir. Bauler se transformó en la serpiente de mil cabezas que solía defender la corte de su padre Mortung hasta corromperse por la ambición y tratar de matar a su hermano Frostung por la corona del mundo. La serpiente, con docenas que cuerpos que salían de su cuerpo principal, escupió fuego sobre el camino para tratar de cercar a sus enemigos. Reptó de bajada y sus fauces se abrieron para comerse a los caballos y sus jinetes. Los colmillos inferiores arrastraron la tierra y su garganta se iluminó con el fuego de sus entrañas. A punto de vomitar sobre ellos su furia y tragárselos, Bauler sintió los mazos de los enanos y aulló de dolor. Los enanos, creados por su padre antes que a él y a su hermano, eran una raza poderosa y temida por Bauler. El resto de su cuerpo, que como una serpiente de docenas de cabezas y alargadas garras, reptó bajando la montaña intentando cercar a la isla entera y si era necesario devorarla para siempre, pero fue retrasada por los pobladores que, saliendo de su embrujo, le atacaban. Había sido debilitado y sus poderes ya no podían controlar a los habitantes de Elderil, pero sabía que no era necesario pues el fin estaba cerca.
- Sir Cedric, ¿qué hace?- Le gritó Lofri al ver que el caballero se detenía a los pies de la montaña.
- No puedo irme sin detenerlo antes. ¿A dónde huiremos? La bestia está herida, pero si no muere el veneno seguirá matando a Frostung.
- Yo me quedo contigo, es mi pelea también.- Dijo Erica.
- Dorfin, lleva a Lofri al barco y ponlo a salvo. Juré al monseñor Sigfrid regresarlo vivo y eso haré.
- De ninguna manera, no puedo faltar a mis obligaciones cristianas y no combatir al diablo.
- Dorfin, la isla se hará niebla y nos ahogaremos en el agua helada.
- Es tu primera aventura Cedric,- dijo sir Dorfin.- y me honra ser parte de ella.

            Dorfin tomó las riendas de Lofri y le obligó a acompañarlo. Cedric tragó saliva, nunca había visto nada semejante y las burlas de su inexperiencia le pesaban. Erica le tomó de una mano y con el rostro tenso por el miedo le dio fuerzas. Bauler descendía de la montaña y con sus cabezas y garras abría pasos internos para vomitar su veneno sobre Frostung y terminarlo. Cedric y Erica cabalgaron por la ladera de la montaña y atacaron a una de las cabezas que trataba de entrar a la montaña. Las garras de la bestia eran fuertes, pero el escudo de Cedric era resistente. Erica logró arrancarle las escamas y su hacha le hizo sangrar un lodo ardiente que asustó a los caballos. La serpiente sacó su cabeza de la montaña y Cedric le arrancó un ojo, pero los caballos se habían asustado y cayeron por la ladera de la montaña.

            Lofri y Dorfin cabalgaron hasta el muelle, donde los últimos de los vikingos infectados por la corrupción de Bauler trataban de apoderarse del muelle. Los aldeanos pelearon contra los vikingos y sir Dorfin y Lofri se unieron a la pelea. Dorfin le dio al cura una espada y trataron por todos los medios de llegar hasta el muelle antes que los peones de Bauler incendiaran los barcos. A lo lejos, por la costa, Lofri pudo ver a la serpiente que rodeaba la isla, con sus cabezas con ojos de fuego y largos colmillos. Cedric y Erica pelearon contra la serpiente que había rodeado a la montaña. Arrancaron la cabeza de una de las serpientes y la bestia retrocedió mostrando la amplia caverna, repleta de metales y gemas preciosas, y al fondo, iluminado por el resplandor de las gemas, podía verse uno de los cuernos de Frostung. Una figura emergió de la caverna mientras peleaban contra cabeza de serpiente. Sir Cedric la pudo ver de reojo, sin creer lo que veía, era lady Marsia.
- Cedric, te escojo a ti, has peleado con la valentía de un héroe.- Lady Marsia caminó entre él y Erica y sonriendo le extendió las manos.- Ven conmigo y te mostraré placeres que por muchas lunas has deseado.
- Sólo hay un placer, mi lady, que quiero de usted.- Cedric blandió su espada por encima de su hombro y la enterró hasta el pecho de lady Marsia. Ella gritó de dolor y Cedric le enterró la espada en el cuello.
- Frostung está dormido, ¿realmente crees que puedes destruir a la sombra?- Lady Marsia rió y se convirtió en humo que desapareció.

            El suelo bajo ellos tembló y un profundo foso se abrió. Erica, quien luchaba con todas sus fuerzas contra las garras de la serpiente, perdió piso y con su hacha detuvo la caída al enterrarla en el suelo. Cedric, pesado por la armadura, intentó correr en el borde del peñasco, pero la serpiente escupió fuego y él se protegió con su escudo. Erica, ahora a pocos pasos de él, se fue soltando del mango del hacha, mientras por debajo de ella podía ver los dos ojos encendidos de la serpiente que reptaba hacia ella. Cedric caminó en cuclillas empuñando con fuerza el escudo contra la columna de fuego y girando fuera del fuego lanzó su espada contra la serpiente, la cual se enterró en su garganta. Erica se soltó del mango, pero su caída fue detenida por Cedric que le ofreció la mano y la empujó para subir.
- Ya quería conocer a esa lady Marsia, espero no verla de nuevo.- La serpiente emergió del suelo y otra les rodeó por atrás. Sir Cedric recuperó su espada y bajó la mirilla de su yelmo en posición de ataque.
- A mí se me acabaron las ideas Erica.
- Yo tengo una. El sabio nos dejó más que una flecha o un cisne.

            Erica cerró los ojos y comenzó a cantar. Era la canción más dulce del mundo, la canción del alce. La había aprendido de los cisnes y ahora la repetía con todas sus fuerzas. Bauler la reconoció de inmediato, Mainur había alimentado al alce sagrado con esa canción mientras formaba al mundo. La isla comenzó a temblar y Bauler, desesperado, cargó contra Erica. Sir Cedric la cargó como un costal, indicándole que siguiera cantando, y corrió hasta un caballo para llevarla lejos de la serpiente. Temiendo que Frostung despertara las cabezas de serpiente les persiguieron. Sir Cedric detuvo el caballo, evadió el fuego y con el hacha de Erica le cortó la cabeza de un tajo a una de ellas. Siguió escapando al ver que Bauler estaba decidido en detenerla.
- Es inútil cristiano.- Dorfin y Lofri habían llegado hasta el muelle, pero la serpiente atacaba el barco y mientras que Dorfin cortaba los tentáculos que trataban de hundirla, Lofri se sostuvo del frente y con su espada trató de arrancarle los ojos a la cabeza.- Te daré lo que quieras, pero sé inteligente y ayúdame.
- Si estás tan seguro, ¿por qué detecto miedo en tu voz?
- ¿Acaso no lo sientes? La isla tiembla, estoy en sus entrañas y mi sangre es el veneno de Frostung. Si tú no me ayudas lo hará Dorfin, pues él me juró lealtad.- Lofri volteó a ver al caballero y se agachó rápidamente, Dorfin había tratado de matarlo.
- Dorfin, no sabías quién era, el juramento no es válido.- Le decía Lofri mientras Dorfin le perseguía por el barco, agitando su espada de un lado a otro.
- No puedo detenerme Lofri, perdóname.- Dorfin plantó sus piernas y trató de controlarse, pero su voluntad estaba siendo dominada por Bauler. Le guiñó un ojo al sacerdote y alzó la espada sobre su hombro. Lofri se quitó a tiempo, Dorfin había atorado su espada en el mástil y no podía quitarla.
- Tu religión es vana y hueca. Devoraré el sol que según tú creó ese dios del que tanto hablan. Sumiré a este mundo en tinieblas, ¿y qué hace tu dios al respecto?- La serpiente sacó su lengua y lo empapó, pero Lofri no tuvo miedo.
- ¿Quién crees que nos ha enviado?- Lofri se paró en el borde del barco con su espada en la mano.
- Anda, tírate al agua.
- Dios no me dejará morir en un lugar tan santo como este.

            Lofri dio un paso al frente y se hundió al agua helada. Bauler le siguió al agua y al ver que el cristiano podía respirar le maldijo. La serpiente trató de comérselo, pero el cristiano nadó a tiempo y clavando sus manos en sus escamas se aferró de él y se acercó a la cabeza. Lofri enterró su espada en la cabeza de la serpiente y ésta gritó de muerte. Escupió fuego, tratando de hacer hervir el agua y matar al cristiano, pero Lofri enterró más profunda su espada. La serpiente dejó de moverse y su cuerpo se transformó en lodo. Lofri, sintiendo que se ahogaba, comenzó a nadar hacia arriba, hacia la luz, pero Bauler reunió sus últimos esfuerzos y con su lengua se amarró a la pierna de Lofri. El sacerdote dejó ir a la pesada espada y dio un par de brazadas más, pero estaba amarrado a la cabeza de la serpiente muerte y era muy pesada. El cuerpo de la serpiente, alrededor de la isla, se relajó y comenzó a hundirse alrededor de Lofri. Azul por asfixiar empezó a perder el conocimiento, hasta que sintió una pesada cuerda que le rozaba y se aferró a ella. Dorfin jaló la cuerda hasta que rescató a Lofri.

            El cuerpo de Bauler se hizo más pequeño, dejó la montaña y la costa, y concentrándose en Cedric y Erica formó una sola cabeza monstruosa, con doce ojos y unas fauces pequeñas pero veloces. La serpiente se convirtió en un dragón de cien patas y con su cola y garras se defendieron de los habitantes de la isla que trataban de frenarlo. Bauler vomitó su lodo negro e hirviente y quemó las patas del caballo. Cedric y Erica se levantaron adoloridos y se vieron rodeados por un muro de fuego alrededor de las colinas rocosas. El dragón se había más pequeño, pero era más fuerte, y con un par de coletazos y unas columnas de fuego terminó con sus los pobladores que le atacaban. Sabiendo que era el fin los guerreros levantaron sus armas. Sir Cedric se quitó la pesada armadura, pero conservó el escudo. El dragón corrió hacia ellos escupiendo fuego, el escudo de Cedric contuvo las llamas pero se puso rojo de calor y comenzó a derretirse. Cedric lo lanzó contra los ojos de la bestia y aprovechando su confusión corrió directo a sus fauces y se resbaló por el suelo. Erica saltó desde una piedra entró a su hocico. La garganta de Bauler se encendió por el fuego y su lengua trató de tirar a Erica para tragarla, pero ella le cortó la lengua con su hacha y la atoró en su encía. La bestia gritó de dolor y Erica saltó de sus fauces. Sir Cedric hundió su espada en el cuello de Bauler y le cortó la garganta. Su sangre comenzó a quemarlo y se abría ahogado en el lodo hirviente de no ser por Erica, quien le tomó de la mano y lo apartó de la bestia. Bauler escupió el fuego que tenía dentro, pero el torrente de fuego derritió el hacha y el metal fundido pasó hasta su estomago. Bauler dio unos pasos más y tambaleándose se tiró al césped enlodado. Se desangró hasta morir y su forma fue cambiando, cada vez más pequeña y impotente, hasta ser un charco de lodo.

            Cansados, pero victoriosos, los guerreros sonrieron pero no pudieron hacer nada más, pues el hechizo de la isla había terminado con la muerte de Bauler y se transformó de nuevo en niebla, los días oscuros y la fiesta de Tulkan habían terminado. Erica y Cedric cayeron en la niebla hasta el agua helada y comenzaron a congelarse. Dorfin y Lofri los rescataron del agua y se encaminaron a Sorgran. Relataron sus experiencias hasta caer dormidos por el agotamiento. Temblando de frío y muertos de hambre llegaron al muelle de Sorgran, donde fueron recibidos por los caballeros del reino que les dieron mantas para calentarse y comida para tranquilizar su estomago. Relataron sus aventuras en la taberna, en compañía de cortesanos, vikingos y caballeros. La flecha de Lofri había alcanzado su destino y explicado casi todo.
- Sir Cedric.- La puerta se abrió a la mitad de la noche y todos guardaron silencio. La nieve entró hasta la chimenea, junto con lady Marsia. Sir Dorfin se paró a su lado y sir Cedric, nervioso se puso de pie.- Me han dicho de su coraje.
- Sir Cedric, no puedo decirle la vergüenza que causan mis acciones altaneras. Eres el más valiente de nosotros. Me salvaste la vida cuando no tenías que hacer y fue tu idea quedarte a pelear con Bauler. No interferiré más en nuestra pugna por el amor de lady Marsia.
- Fui una ciega por no ver lo que era obvio.- Dijo lady Marsia.- Tu amor mueve montañas, derrota dragones y no le teme a nada.
- Sus palabras me honran y había esperado escucharlas por mucho tiempo, pero mi corazón le pertenece a otra persona.- Erica brincó desde su taburete y lo besó. Sir Dorfin aplaudió y todos le siguieron.

            El rey Algar se convirtió poco después e insistió que fuese Lofri quien llevase a cabo la comunión. Toda la corte y sus caballeros atendieron, aunque Erica no estaba muy emocionada. El misionero Osgar atendió y agradeció de nueva cuenta a sus salvadores. El misionero había seguido su trabajo, ahora más respetado entre los paganos y vikingos. Tras ser bautizado el monseñor Sigfrid se llevó a Lofri del brazo por el atrio exterior de la iglesia. Había escuchado cada palabra del relato de Lofri, aunque ya lo había escuchado, como todos en el reino, de la boca de los trovadores y los borrachos.
- Me interesa mucho has dicho sobre el diablo mezclando la verdad con la mentira.- Dijo Sigfrid.- Osgar pidió por ti, por la misma razón que el diablo trató de matarte como una serpiente marina en el pueblo de Gersan, pues había demandado que tú fueras el príncipe oso del territorio de Sajonia.
- ¿Yo? Pero soy un maestro de escuela monseñor, y si mis acciones son consideradas valientes fueron así por mi fe en nuestro Redentor, la confianza en mis amigos y mi aprendido respeto por los paganos y sus creencias.
- Yo estoy demasiado viejo y el rey oso le confió a Osgar la delicada tarea de escoger un príncipe. No te sientas confundido, has pasado las pruebas de Jesús. Alimentaste a los pobres de Gersan aunque podrías no haberlo hecho, después de todo son vikingos y paganos que odian a la verdadera fe. Preferiste la muerte a abandonar la fe cuando la bestia te ofreció su mano para salvarte. Y no te dejaste corromper cuando Satanás te llevó a la cima del mundo, te llamó príncipe y te bañó en lujos. Es un honor un tanto dudoso, lo sé, pues el rey oso está rodeado de enemigos en esta parte de Europa, pero confía en tu criterio.

            Lofri aceptó el cargo y juró proteger la fe desde la sabiduría que los paganos le habían heredado, pues como él lo entendía había una hermandad humana que, mediante otros dioses y nombres, mostraban una misma sabiduría. En su reinado prohibió la persecución de los paganos y cuando sir Cedric se casó con Erica, la esposa dejó en claro que sólo se casaría de manera cristiana si Lofri era el sacerdote. En la boda Erica cantó la canción del alce para que los más jóvenes la recordaran y cantaran. Lofri sintió curiosidad por las palabras en el viejo idioma que componían la canción y le preguntó a Cedric al respecto. Sir Cedric le tradujo que la saga trataba sobre un alce atorado entre las espinas de la ilusión y el engaño, de una serpiente soberbia, de las pequeñas hormigas que le llevaron alimento al alce y su valiente batalla contra el enemigo, el cual no podía creer que criaturas tan pequeñas pudieran hacer tanta diferencia.

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