El Festín de la muerte
Por: Juan Sebastián Ohem
1.- 6 años antes
“Las hijas de los mineros se
vieron obligadas a seguir el oficio de sus padres.”
La plaga cíclica. Relatos de la
catástrofe que llegó a Dunwich. Por Merwel Koss
Al
atardecer sonó la alarma. La ciudad de Dunwich se paralizó cuando la noticia
recorrió cada rincón como un incendio forestal. La epidemia de vampirismo se
había salido de control. Las creaturas, quienes habían estado viviendo en las
minas y alimentándose de un que otro minero desprevenido habían crecido en
número al grado que ahora desbordaban las minas, bajaban de las montañas y
amenazaban a toda la ciudad. Julss Crowley y Aless Guevola fueron enviados a
las colinas al norte del Miskatonic, donde los ciudadanos más adinerados
aguardaban escondidos en sus lujosas mansiones temiendo el horror que se
ocultaba en la oscuridad. Los vampiros, aparentemente de tercera generación y
capaces de razonamientos avanzados, habían sistemáticamente destruido las
fuentes de luz. Crowley, en la parte trasera del pequeño camión, alimentaba de
carbón al hambriento horno. Las luces de gas brillaban a toda su potencia e
iluminaban una ciudad fantasma. Guevola frenó de repente, Crowley salió
despedido al frente, y el camión se derrapó en la ensangrentada calle empedrada
hasta detenerse de golpe contra un deshabilitado faro de gas.
- Creo que vi a uno.- Aless bajó
del camión, abrió el maletero al costado del vehículo y descargó las armas.
Mientras cargaban las escopetas y los enormes revólveres escucharon el ir y
venir de las creaturas.- No olvides el guante protector, esa arma te quebrará
la muñeca.
Julss
cargó con una lámpara y un bote de gasolina y fue describiendo un círculo para
establecer un perímetro inicial. Usando el combustible creó una trinchera de
fuego en un cruce entre dos avenidas. Aless armó las bombas de fósforo y las
lanzó hacia todas partes. La intensa luz era perjudicial a las criaturas y no
tenían otra opción más que salir de su escondite. Julss y Aless abrieron fuego
con sus escopetas. Las enormes balas estaban rellenas de ajo y plata, dos
alergias naturales del vampiro. Metro a metro avanzaron más allá de la
trinchera inicial, cuidando que ningún vampiro hubiese entrado a alguna casa.
Al llegar a la cima de la colina se detuvieron, podían ver las luces de sus
compañeros controladores de pestes en las minas de las montañas, y la
devastación causada por los vampiros. Algunas casas ardían en llamas, y no
serían sofocadas hasta que la epidemia se controlara.
- Los vampiros son seres
territoriales, no seguirán avanzando hasta no sentirse cómodos con el terreno.-
Aless Guevola le voló la cabeza a un vampiro que se acercaba corriendo con
manos y pies.- Además, avanzan porque tienen hambre y creo que aquí tuvieron un
delicioso festín.
- Odio tener que decirlo cada
vez.- Julss encendió una bomba de fósforo y la lanzó contra la entrada de una
casa.- Pero odio este trabajo.
- Sí, es demasiado burdo a mi
parecer. Más el trabajo de una bestia que de un hombre de verdad.
- No es eso, me encanta la
cacería, lo que detesto es lo poco inspirador que resulta.- La bomba de fósforo
estalló y una docena de vampiros, casi todos ellos vestidos como mineros,
salieron de las destrozadas ventanas bañados en sangre. Varios de ellos llevaban
miembros de sus víctimas en sus bocas.- Es como matar una cucaracha, no hay
reto intelectual.
- Julss, tu vena para la crueldad
nunca deja de asombrarme.- Julss lanzó una bomba de ajo y usó su enorme
revólver para disparar a través de paredes y puertas de acero.
- ¿Ésa cosa me está sonriendo?-
Un vampiro, vestido como un hombre de sociedad, se acercó amenazadoramente a
Crowley. En el estruendo de los disparos podía escuchar sus gruñidos y en la
tenue luz de los incendios sus largos colmillos bañados en sangre.
- Creo que muestran los colmillos
porque tienen hambre.
- Si un dolor de estómago es todo
lo que le pasa, yo puedo ayudarle.- Crowley le disparó en una mano y el brazo
se separó en dos. La bestia aulló y mientras se revolcaba en el suelo se fue
arrastrando con una mano hacia él.- Ya no me está sonriendo.
- No juegues con él Julss.
- Quiero ver qué tan rápido corre
sin rodillas.- Se acercó al vampiro mientras éste se ponía de pie y
cuidadosamente le disparó en las rodillas, dejándolo a merced de sus ensangrentados
muñones. Julss comenzó a reír mientras recargaba su escopeta.- Es por la
ciencia. No sé si lo haya escuchado, mi estimado señor Guevola, pero la ciencia
lo es todo en estos días y me enorgullezco de servir a tan noble empresa.
- Hay una línea delgada entre
buscar la verdad y la crueldad.- Guevola marcó una avenida con una pistola
especial para cartuchos de nitrito de plata y ajo, realizando un perímetro
secundario.
- Yo no creo en líneas Aless, tú
lo sabes. Es todo más bien un área gris.- Crowley se paró en una puerta y
disparó contra los vampiros que se agasajaban con lo que quedaba de una
familia.
- No malgastes tus balas.-
Guevola señaló una calle y Julss asintió. Era hora de cerrar el perímetro.
- Me sorprendes Aless, ¿tú un
pragmático?
- No es pragmatismo, son las
reglas de la guerra.
- Ésta no es una guerra, es una
carnicería.- Avanzaron disparando sus escopetas y los vampiros no ejercieron
mucha resistencia, estaban ocupados comiendo restos humanos.
- No es civilizado.
- ¿Ves eso?- Julss mató a un
vampiro y con la bota removió lo que estaba comiendo.- Es el cadáver
desmembrado de un niño de siete años. No estamos en la civilización.
- Llevamos a la civilización con
nosotros Julss. Suponer lo contrario es una contradicción.
- Trata de explicárselo a ellos.-
A los pies de una mansión en llamas y camión yacía volcado. De su interior
emergieron más de veinte vampiros hambrientos gruñendo y avanzando cuidadosamente.
- Mira a tu izquierda Julss.- Un
grupo de vampiros habían establecido un nido en un oscuro parque y, al sentirse
agredidos, avanzaban escondiéndose entre los autos y los cadáveres. Crowley
miró detrás de él, había otro grupo de vampiros corriendo hacia ellos.
- Edad antes que belleza, ¿alguna
idea?
- Sólo una.- Guevola encendió
todas sus bombas de fósforo y las lanzó contra un grupo. En compañía de Julss
dispararon todo lo que tenían entre el grupo que corría hacia ellos y el que se
escondía detrás de autos y dentro de casas.
- Nos prometieron refuerzos,
¿dónde están esos globos?- Crowley y Guevola dispararon cuidadosamente,
plenamente conscientes de que no tendrían municiones para mucho tiempo más.-
Marli tenía razón, no podemos posponer nuestros planes. ¿Tú crees que sea muy
tarde para renunciar?
- No creo que entiendan la
diferencia.
- ¿Qué fue eso?- A media esquina
avanzaba un automóvil de vapor a toda velocidad, con luces de tungsteno y
disparando contra todo lo que se moviera. Los controladores de pestes sintieron
un inmenso alivio cuando el vehículo se detuvo a su lado y se abrió la puerta
trasera.
- Entren, no hay tiempo.
El
auto regresó a la mansión y un criado cerró la puerta con traba. El ocupante
devolvió al chofer su escopeta y éste regresó corriendo a su posición de
batalla. El salvador era Teofil Nelte y les invitó a permanecer con ellos
durante la crisis. Mientras subían las escaleras a uno de los grandes salones
explicó que la mansión era de los hermanos Werrel y que les habían visto desde
una de las ventanas. Aless Guevola se peinó desesperadamente mientras subían
las escaleras. Guevola había nacido entre el linaje, y aunque había decidido
vivir entre los plebeyos, no podía olvidar el modo en que había sido educado.
Julss Crowley, por el contrario, no tenía semejante tensión. Al llegar al salón
se preocupó más por ubicar la charola con los quesos y las botellas de vino que
por agradar a los reunidos. Quedaron de pie en la sala mientras Teofil les iba
presentando.
Teofil
Nelte era un hombre alto y delgado, con una larga nariz torcida y una pequeña
apertura en sus dientes frontales. Varner Werrel les saludó cortésmente desde
su silla de ruedas, era el hermano mayor y le costaba trabajo mantener los ojos
abiertos. Su hermano Marnio, mucho más joven que él con apenas 40 años, era un
hombre corpulento y cejudo con rasgos afilados que apenas les prestó atención.
Aless sabía quién era el siguiente, el filósofo Parsifal Tolpan. Crowley fingió
interés mientras su compañero le estrechaba la mano calurosamente y se lo
presentaba con todos los honores. Julss no estaba impresionado, Tolpan era un
hombre ancho como un ropero, de baja estatura, con una calva total y larga
barba. Le sorprendió la fuerza con que le apretaba la mano, a sus cincuenta
años era un hombre de lo más saludable. Teofil presentó a su esposa Grisel, una
pelirroja atractiva con cejas exageradamente arqueadas. Grisel se limitó a
mirarlos de arriba para abajo y regresó a su conversación con Marnio. Mirando
por el balcón, tras las puertas de vidrio, se encontraban Celestina Craven, una
mujer con ojos grandes y almendrados y prominentes labios. Su acompañante,
Brina Lorcat era una mujer más joven, de 35 años, de menor estatura pero con
una boca grande y expresiva.
Aless
Guevola siguió a Parsifal Tolpan y, cuando se dio cuenta que Julss quería
quedarse con las dos mujeres que se asomaban por el balcón, lo arrastró de la
manga del abrigo largo. Crowley sonrió entretenido, allá afuera la muerte se
arrastraba por cada rincón y aquí dentro Aless no podía dejar de admirar a un
filósofo profesional. Tolpan bebía una copa de vino a un lado de la silla de
ruedas del viejo Varner. Guevola se quedó pasmado, buscando qué decir y Julss
se le adelantó. Aless le miró de reojo y se lo agradeció con un gesto.
- Señor Tolpan, mi compañero es
un gran admirador.- Parsifal detuvo su conversación con Varner.
- Mucho gusto en conocerle
señor...
- Aless Guevola.
- Un hombre que arriesga la vida
como usted sin duda debe saber apreciar la sabiduría filosófica que lleva a la
vida buena. Dígame, ¿opina como mi amigo Varner que la justicia de la ciudad puede
ser diferente a la justicia en otros sentidos?
- Hay consideraciones prácticas a
tener en cuenta, es todo lo que digo.- Replicó Varner con extraordinaria
lucidez.- No hay justicia como tal, sólo hay cosas que llamamos justas.
- El señor Werrel parece tener un
buen punto, la función religiosa aún permea en muchos sectores de la sociedad.
Aún cuando las gentes más nobles y de intelectos mejor cultivados han
abandonado esas ideas, es innegable que cumplen funciones en nuestra sociedad.
- ¿Función en la religión?-
Tolpan se rió amigablemente.- Qué horribles, qué arbitrarios, qué completamente
irracionales nos resultan aquellas creencias religiosas. ¿El Hombre al servicio
de dioses indiferentes en un cosmos esencialmente caótico? Pura superstición.
Debajo de sus incivilizadas creencias yace una verdad innegable, la geometría
es universal. La razón que la descubre es la única que podría mostrar al Hombre
la grandeza del cosmos y su lugar en él.
- Varner,- Marnio interrumpió
empujando a Tolpan contra la pared.- ¿te tomaste tu medicina de la noche o
quieres que te la traiga?
- Me la tomé Marnio, gracias de
todas maneras.
- Qué descortés.- Susurró
Guevola.- Empujar a una mente tan brillante...
- Me cae bien.- Le susurró de
regreso Crowley.- Me voy con él.
Lo
siguió al otro lado del salón y se topó con Catriss Nelte, la única hija de
Teofil y Grisel. La pequeña cargaba con un pastelillo que quedó embarrado en la
pierna de Crowley. Grisel se acercó para disculparse, pero Julss no le dio
importancia y se agachó en cuclillas para tranquilizarla.
- Por favor discúlpela.
- No hay problema, ella solo
tiene diez años. El torpe he sido yo que no me hice a un lado. Discúlpame
Catriss, creo que te debó un pastelillo.- Le revolvió el cabello y siguió a
Grisel hacia la cocina para lavarse el pantalón de cuero.
- Por aquí señor Crowley.-
Mientras Julss se lavaba con un trapo húmedo la señora de Nelte encendía un
cigarro.- Vi que no soportó la plática de Parsifal.
- Culpable. Se me hace sospechoso
que el que trata de convencer a todos de que todas las enfermedades del Hombre
tienen una única cura, es precisamente el que fabrica esa cura.
- No podría estar más de acuerdo,
pero no se lo diga a Marnio. Los Werrel son los principales inversores del
centro de investigaciones filosóficas. Si no fuera por eso, Parsifal no le
dedicaría dos minutos de atención a Varner.
- Aquí estás Grisel, no te
encontraba.- Marnio entró a la cocina y se detuvo a medio camino al ver a
Julss.- Ah, usted está aquí.
- Normalmente me encuentro en un
aquí, a veces en un allá, pero nunca me he encontrado en no-sé-dónde.- Grisel
reprimió una risa.
- Es usted muy gracioso, debería
ser filósofo.
- Soy mago por educación. A mí no
me seduce la mera retórica.
- No sabía que aún quedaban
magos.- Se burló Marnio mientras buscaba entre las botellas por una buena de whisky.- ¿Qué no han oído que la filosofía
es el camino verdadero? Considere todo lo que la filosofía ha hecho por
nosotros. Las tecnologías mecánicas para extraer más carbón, hacer más
industria, elevar el nivel de vida. Eso es obra de la filosofía. ¿Ha estado en
Königsport? A duras penas hay fábricas y los transportes aún son movidos por
caballos.
- No te enojes Marnio, está
bromeando.- Grisel le tomó del hombro para aligerar su ánimo.
- Tiene usted razón en lo que
dice, pero hay algo que no podrá refutar. A muchos empresarios d ela minería e
industria les gustaría dominar los secretos de la piedra filosofal para
producir oro. Por más falso que sea, siempre se vende aunque sea en pequeñas
cantidades.
- Eso es cierto.- Grisel lo dijo
con un dejo de sarcasmo.- Mi estimado marido debería aprender un poco de
alquimia. Ha logrado llevar la compañía hasta la ruina él solito. Nadie le
ayudó, él solo pudo destruir más de dos décadas de arduo trabajo.
- No te preocupes Grisel,
seguramente Woltar Varsem le dará el préstamo que le pidió.- Marnio la animó
levantando su cabeza sosteniendo su mentón con dos dedos.
- Eso espero, por su bien.-
Grisel tiró el cigarro a un vaso con agua y Julss se excusó para dejarlos a
solas. En su regreso a los invitados se topó con Teofil Nelte que trataba de
convencer a su hija de correr menos y mirar más.
- Vamos nena, ¿ya te disculpaste
con el señor de las plagas?
- ¿Señor de las plagas?- Crowley
sonrió y estrechó la manita de Catriss.- Pórtate bien Catriss, o te traerá las
plagas de las cosquillas y las golosinas.
- ¿Es niñero además de
controlador de plagas?- Brina Lorcat, apoyada contra el balcón se sonreía con
Celestina Craven. Guevola seguía hablando con Tolpan, así que calculó que no lo
regañaría si se dedicaba a entretener a dos damas de sociedad.
- Me gustan los niños, tienen
muchas ventajas sobre los adultos. Por una parte, no conciben la solemnidad de
una reunión de la aristocracia de Dunwich.
- Aristocracia, vaya broma.- Dijo
Celestina.- Los más ricos y pudientes... Y claro, los filósofos que
desesperadamente tratan de hacerse útiles educando a los magnates y a sus
proles.
- ¿Ya nos presentaron? Soy Brina
Lorcat.- Le extendió la mano izquierda y Crowley bromeó tomándola de la muñeca.
- Mucho gusto señorita Lorcat.
- Celestina Craven.- Crowley le
besó la mano e hizo una reverencia exagerada.- Las viejas modas no desaparecen.
A donde quiera que vaya los hombres me besan la mano porque saben que mi marido
es Markus Brastel, y porque me tienen miedo porque no me cambié de apellido.
- Descuide, yo no sé ni quién es
su marido ni porqué conserva su apellido. ¿El señor Brastel se encuentra aquí?
- No, no quiso venir. Es el
principal rival comercial de los hermanos Werrel. Se quedó en casa con los
criados. Dígame una cosa, usted que es especialista en plagas, ¿cuándo cree que
será seguro salir a la calle?
- Mañana a medio día ya debe
estar seguro. Hubo un problema en la estrategia inicial, quedamos desconectados
entre quienes protegen los barrios más populosos de Dunwich y los frentes en
las minas. Pero ya para la mañana estará controlado.
- Su trabajo debe ser
fascinante.- Dijo Brina con admiración en sus ojos. Crowley hinchó el pecho.
- Sí tiene sus momentos. No hay
nada como estar rodeado de la más densa oscuridad oliendo el aceite del arma y
escuchando los pasos de docenas de esas cosas. Después de eso los dioses
exteriores no son amenaza alguna. Sin embargo, mi compañero y yo cambiaremos de
trabajo.
- ¿Niñeros?
- Detectives privados. Ha sido
nuestro sueño por muchos años. Siempre hemos querido renunciar a nuestro
trabajo de lidiar con monstruos por un trabajo donde los monstruos nos paguen.
- Vaya manera de decirlo.- Brina
se sobresaltó al sentir las manos de Parsifal sobre sus hombros.
- ¿Quieres que te traiga algo de
comer Brina? Has estado aburriéndote aquí con tu amiga casi toda la noche.-
Brina se sacudió los hombros para quitar sus manos de encima.
- No gracias Parsifal.- El
filósofo se fue derrotado y Brina gruñó.- ¿Cuándo va a aprender que no
significa no? Cree que su enorme cerebro es algo erótico, pero realmente no
sabe nada de la vida.
- Julss,- Aless se acercó
saludando a las mujeres.- ¿puedo hablar contigo?
- Discúlpenme.- Guevola lo fue
empujando hacia los sillones donde se encontraban los Werrel y que Parsifal
había desocupado.
- ¿Debo recordarte que tienes una
cita mañana en la mañana?
- ¿Qué tiene que ver Marli en
esto?
- Nada, ese es el problema. No
puedes ir por ahí coqueteando.
- No estaba coqueteando. No es mi
culpa si las mujeres me encuentran irresistible.
- Créeme, no lo hacen. Marli
Hilegger debe estar medio ciega o medio loca.
- Está bien, papá.- Dijo Crowley
con sarcasmo.
- Por cierto Julss, ¿conoces al
señor Marnio Werrel?
- Sí, brevemente.
- Señor Crowley, un placer encontrarlo
de nuevo.- Marnio casi ni le prestó atención, estaba más preocupado por su
hermano. Varner le susurraba cosas hasta que comenzó a toser
incontrolablemente. Cuando finalmente se tranquilizó tomó a Marnio del cuello
de la camisa y lo acercó.
- Marnio, llama a mi abogado.
- ¿Te refieres a Wallem Aloren?
Hay muchos otros buenos abogados aquí en Dunwich, no tiene porqué ser de
Königsport. Además, ni siquiera los has visto antes en tu vida.
- No necesito verlo, he leído sus
libros sobre derecho y conozco su reputación. Sólo llámalo.
- Ya le he escrito Varner,
descuida. Aún hay tiempo.
- No Marnio, nunca hay tiempo.-
Quiso decir algo más, pero sonaron los chillidos agudos de una chicharra
militar. Anunciaba, a los agentes de control de plagas, que debían replegarse
hacia la ciudad. Crowley gruñó audiblemente y se levantó del sillón con los
puños cerrados.
- Hora de ir a trabajar.
- Maldita sea, ni siquiera pude
probar el paté.- En su camino a la salida Julss robó cuantas latas pudo
encontrar, mientras seguía al sirviente que les llevaba a la puerta de salida.
Crowley
y Guevola miraron hacia la mansión y después se miraron entre ellos. Había sido
extraño, casi surreal. En silencio se hicieron la promesa que renunciarían en
cuanto la crisis acabara. No lo seguirían posponiendo. Serían detectives
privados y podrían olvidarse de las plagas.
2.-El funeral
“El funeral fue privado y
congregó a algunos de los más poderosos de Dunwich”
El tribunal de Dunwich.
La
oficina de “Crowley&Guevola detectives privados” era parte de un local más
grande, pero dividido con una pared falsa. Tenía un escritorio a la entrada,
donde Marli Hilegger se dedicaba a resolver crucigramas a un lado del teléfono
y custodiaba la segunda entrada. La oficina propiamente dicha eran dos
escritorios, dos libreros y un archivero bajo un ruidoso abanico metálico. El
local al otro lado de la pared falsa, un taller de reparación de
electrodomésticos, tenía los ventanales más grandes. Los detectives se quedaron
con una ventana al medio de la oficina y dos lámparas de gas en paredes
adornadas con papel tapiz con motivos abstractos. Julss y Aless habían
discutido ese detalle por semanas. Julss quería un papel tapiz de terciopelo
rojo vino mientras que Aless quería un tapiz con los escudos reales. Marli puso
fin a la controversia instalando el papel tapiz sin que se dieran cuenta.
Los
detectives jugaban cartas, como siempre hacían cuando estaban aburridos, hasta
escuchar la campanilla de la puerta de entrada. Rápidamente Julss cubrió las
cartas con un periódico mientras Aless escondía las botellas de cerveza dentro
de un cajón vacío de su escritorio. Se relamieron el cabello y Aless limpió su
monóculo con su corbata antes de ponérselo. Julss estaba cansado de burlarse de
su monóculo, y Aless estaba cansado de sus burlas. Habían llegado a un
equilibrio perfecto. Escucharon la voz de Marli hablando con la nueva clienta y
los detectives asumieron las poses más interesantes que se les ocurrieron.
Celestina Craven entró a la oficina con paso inseguro, con un sobrio vestido de
una gruesa tela azul y un velo sobre el rostro.
- No sabía adónde recurrir.-
Julss y Aless se sorprendieron al ver que lo bien que conservaba su belleza
juvenil aún a los 46 años.
- Señora Craven, han pasado seis
años. Me sorprende que nos recuerde.
- Me alegra ver que cumplieron su
sueño después de todo.- Aless se puso de pie en señal de cortesía, esperando
que tomara asiento en alguna de las sillas disponibles entre los dos
escritorio. Celestina lo miró sin entender por unos segundos.- Es usted de
costumbres antiguas, puede sentarse. No me quiero sentar.
- ¿Cómo le podemos ayudar?
- Tengo una amiga, Brina Lorcat.
No recuerdo si ustedes la conocieron.
- Sí, brevemente.- Celestina le
entregó a Crowley una fotografía reciente que, aunque la blanco y negra estaba
usada y gastada, era obvio que, al igual que la señora Craven, Brina había
crecido con mucha gracia.- ¿Qué tan reciente es?
- De este año. Ahí tiene 41
años.- Buscó en su pequeño bolso por un pañuelo y se limpió las lágrimas que
corrían por sus cachetes.
- Déjeme adivinar. Ha fallecido.
- Así es señor Guevola. Suicidio.
Al menos dicen que fue suicidio.
- Usted cree que eso no tiene
sentido.
- En lo más mínimo. Ella no era
de las que... Es decir, su forma de ser nunca la habría llevado a hacer
semejante cosa.
- Creo que ya entiendo.- Dijo
Julss.- Cree que fue un homicidio y quiere que nosotros lo investiguemos. De
ser así aún quedan algunas preguntas por hacer.
- ¿Porqué acudí a ustedes?
- Sí. Hay muchos detectives en
Dunwich, muchos que se encargan de las necesidades de los más ricos, y en
cambio viene con nosotros.
- No podía ir con nadie más. Como
usted dice esos detectives conocen la vida y los pecados de cada uno de
nosotros. Son demasiado peligrosos.
- ¿Qué es lo que no quiere que se
entere su esposo?- Aless fue directo al grano.
- No es fácil decirlo, señor
Guevola. Supongo que deben saberlo. Mi esposo Markus no puede saber que Brina y
yo éramos amantes. Por eso sé que ella no pudo hacerlo.
- Su secreto está seguro con
nosotros. No se preocupe.
- He oído cosas buenas de
ustedes.- Celestina se acercó al escritorio de Julss y puso sus manos sobre el
periódico.- He escuchado de otros casos, donde siguieron sin importar lo que la
policía, o sus propios clientes, les decían. Necesito eso.
- Ese caso ha sido un poco
exagerado... Sobre todo por mí, pero entiendo lo que dice.- Celestina quitó el
periódico y vio las cartas. Aless se sonrojó y Julss ladeó la cabeza y sonrió.-
¿Qué puedo decir?, nos aburrimos. Mejor hábleme de Brina, ¿qué ha estado
haciendo?
- No mucho. Nunca hizo mucho.
Nuestros encuentros amorosos eran apasionados, pero nunca serios. Cayó bajo los
encantos de la filosofía. Decidió que quería estudiar con el maestro Inmass
Kantor. Lo único que supe de ella era que se sentía agobiada por el trabajo
académico.
- Y naturalmente usted no
considera que ese agobio la haya conducido al suicidio.
- No,- Celestina se sentó en una
de las sillas del escritorio de Aless y se limpió la nariz con su pañuelo de
tela.- imposible. Ella era complicada, pero no tanto.
- Describa complicada.
- No tenía problemas para hacer
amigos... o amantes, y sin embargo, al menos éste último año y medio, su única
amiga era Catriss Nelte.
- ¿La hija de Teofil Nelte?-
Preguntó Julss.
- La misma.
- La última vez que la vi tenía
10 años. ¿Cómo está ahora?
- Es difícil de describir, lo
tendrán que ver por ustedes mismos.- Celestina se puso de pie y de su bolso
extrajo un fajo de billetes.- ¿Cuánto cobran?
- Con eso bastará por un par de
días.- Dijo Crowley. Guevola, como siempre, se sentía avergonzado de siquiera
considerar el dinero.- Llegaremos al fondo del asunto.
- Por favor háganlo. Son mi única
esperanza.
Marli
no estaba tan segura del cliente. Julss calmó a su esposa mostrándole el fajo
de billetes. Eso sería suficiente para un mes. Al despedirse Hilegger le jaló
de la oreja a su marido y le obligó a prometer que no vería a otras mujeres. El
humor característico de Julss no obró los milagros acostumbrados en las otras
personas. Guevola no dejó de reírse mientras bajaba las escaleras. Su primera
parada sería la policía. Guevola sospechaba que se trataba de un suicidio
genuino y la señora Crane no podía asimilar la muerte de su amante.
- ¿Dónde está tu sentido del
romance Aless?- Julss le dio cuerda al motor y abrió temporalmente los tubos de
gas para calentar la caldera.- Además, si es suicidio, no podemos seguir
cobrando.
Aless
manejó por las calles empedradas deteniéndose cada media cuadra por los
accidentes de autos y por las carretas de caballos. El lento viaje les causó un
aletargamiento melancólico. Aless miró hacia arriba, los enormes edificios
rascacielos parecían llegar al cielo y pandearse hacia adelante. Una maraña de
puentes conectaban los edificios con ciertos vestigios de la estética de la
capital del reino. Lo poco que llegaba de sol era filtrado por los globos
aerostáticos personales que se amarraban en los puentes aéreos a cientos de
metros sobre la ciudad, o sobre los muelles de los edificios. La oscuridad era
eterna en las calles. Los filósofos siempre defendían que, sin importar lo
oscura que fuera la calle, se encontraban en la época más luminosa de todas, la
era de la razón. Aless sabía, de forma instintiva, que eso no era cierto. No
porque ellos vivieran cómodos en sus torres de marfil, como pensaba Julss, sino
porque si la luz de la razón no bañaba las calles, los mercados y las mareas
humanas ¿de qué les servía? Algo se estaba perdiendo, sabía Aless, aunque no
podía precisar qué era.
El
edificio de la policía se encontraba del otro lado del río Miskatonic, pasando
uno de los cuatro puentes mayores, de resistente mármol y piedra caliza, o
alguno de los dos puentes menores, de acero y madera podrida. Los puentes no
solo conectaban a Dunwich, sino también a la neblina repleta de hollín que
bajaba de las colinas del norte, de la zona industrial, y que no podría pasar
del río de no ser por los puentes. Largas discusiones se realizaban a diario en
las cortes del duque para solucionar la neblina. No faltaba quienes proponían
métodos absurdos como enormes ventiladores voladores, y otros más sensatos que
pedían porque las fábricas se dejaran de construir justo donde el viento
arrastraba la suciedad de sus ciclópeas chimeneas. Tenían suerte, la neblina
solo les llegaría a los tobillos. Estacionaron el ruidoso y tambaleante
vehículo y cruzaron la calle.
El
interior del edificio de la policía, como todos los edificios gubernamentales,
se regía por la misma estética de las macizas columnas de piedra, de las
lámparas esféricas colgando de pesadas cadenas, de techos abovedados y estatuas
de cobre de los hombres notables del reino. Al centro del edificio se
encontraba el enorme mueble de astillada madera con ocho oficiales redirigiendo
las preguntas y las visitas a los distintos pisos y oficinas. Julss se encargó
del asunto mientras Guevola se distraía mirando hacia arriba. El edificio subía
en forma de espiral y el techo era una enorme cúpula de vitral con la imagen de
la coronación del rey Bruss IV de la casa de Vandrecker.
- Vamos, ya sé quién maneja el
caso.
- ¿Lo conoces Julss?
- Lo conocemos Aless. El
inspector Otis Placar.
Los
elevadores eran exclusivamente para policías, los civiles tenían que subir
escaleras. Los motores subterráneos que manejaban las poleas de los cuatro
ascensores hacían un ruido casi ensordecedor que llegaba al acceso de la
escalera mediante las rendijas de oxigenación para los técnicos, que
prácticamente vivían sumidos en la oscuridad apenas iluminada de los hornos.
Los detectives de homicidios ocupaban el cuarto piso. Un mar de escritorios de
madera, viejas máquinas de escribir, anticuados teletipos de emergencia y el
movimiento constante de detectives y sospechosos. Otis se encontraba en su
esquina, luchando para abrir la diminuta ventana sobre él. El inspector era un
hombre corpulento como un armario, con ojos chicos y la nariz aplastada en una
pelea. Había algo casi cómico en ver al inspector Otis con un pie sobre el
escritorio luchando con algo tan pequeño que apenas cabía en sus enormes dedos.
- Déjeme intentar.- Julss tomó el
bastón de Guevola.
- No va a funcionar, lo he estado
intentando por una buena media hora.
- Mis impuestos bien empleados.
- Dudo que pagues impuestos
Crowley.
- Sí, yo también lo dudo.- Julss
acercó el bastón a un rincón de la ventana y con un certero golpe la ventanita
se abrió y Otis quedó boquiabierto.
- Gracias.- Otis se aclaró la
garganta y se arregló la corbata mientras Julss devolvía su bastón.
- No me lo agradezcas, es magia.
- No hay nada de mágico en la
fuerza bruta. ¿A qué vinieron?
- Fuerzas y medios, eso es magia
mi estimado inspector. Nos dijeron que usted estudia el caso de Brina Lorcat.-
Otis se dejó caer sobre su diminuta silla con ruedas y se rascó la cabeza.
- ¿Lorcat? Vaya, esa chica es
popular.- Otis encontró su archivo entre el caos de carpetas de su escritorio y
se los mostró.- Ya saben cómo funciona esto. No puedo dar detalles de cualquier
pista o línea de investigación.
- ¿Hay pistas o líneas de
investigación?
- No, sólo digo.- Guevola alzó la
ceja y por poco se le cae el monóculo. Crowley hojeó el reporte y se lo pasó a
su compañero.- Con suerte mañana sus posesiones estarán en la sala de
evidencias, por si las quieren ver. No encontré mucho ahí tampoco.
- No hay nada aquí.
- Sí, el asunto es claro. Su
cuerpo fue encontrado ésta mañana, la bala entró a la sien derecha, el revólver
en sus manos, la pólvora en sus dedos. Los entrevistados me dijeron lo mismo,
estaba agobiada por sus estudios, pero fuera de eso estaba normal. Tan normal
como podía ser una... mujer de dudosa reputación. Compró el arma del suicidio
dos días antes, no quiso detallar porqué.
- Cuando dijo que era popular,
¿se refería a que alguien más había venido?
- Sí, un filósofo. Parsifal
Tolpan. Lo reconocí de inmediato compré su último diálogo. No le entendí mucho,
pero parece ser una persona muy sabia.
- ¿Y a qué vino?
- Estaba deshecho. Lloraba tanto
que tuvo que sentarlo y darle un café con whisky para animarlo. Pobre hombre
estaba devastado. No podía creer que fuera suicidio. Es normal.
- Interesante.- Dijo Julss.-
Pareciera que algunas cosas no cambian en seis años.
- Muchas gracias inspector.-
Aless le estrechó la mano y lo dejaron sentado sin saber qué decir.- Sé lo que
estás pensando Julss.
- ¿Vas a fingir que no te
gustaría visitar ese famoso centro de investigaciones?
La
prestigiosa universidad del Miskatonic logró establecerse en el ducado de
Dunwich pensando que de esa forma podría mantener la doctrina oficial del rey.
Lo que el diabólico doctor Aleister Lovecraft, el rector de la Universidad no
había tenido en cuenta era que Dunwich no era gobernada primeramente por el
rey, sino por la industria. La psicología dejó de enseñarse, evitando las
manías y neurosis típicas de la capital. La alquimia quedó desprestigiada por
la nueva generación de filósofos y todos los esfuerzos universitarios se
enfocaron a la ingeniería y a la filosofía. Aún cuando la Universidad se
encontraba bajo el poder de la rectoría y del lord alquímico Aleister
Lovecraft, ésta se había convertido en la propiedad de los filósofos. Es por
ello que, con fondos universitarios logró establecerse el centro de
investigaciones filosóficas que funge más como Universidad que la mismísima
universidad del Miskatonic.
El
edificio conservaba el estilo universitario de grandes contrafuertes, gárgolas,
rosetones y enormes columnas decoradas, pero era lo único que conservaba. El
interior era una muestra del logro industrial y, según se decía comúnmente, la
estructura entera era una máquina de precisión imposible. La entrada del
edificio de dos naves y varios pisos estaba custodiada por becarios que no
permitían el acceso a cualquiera. Aless Guevola se presentó y mostró sus
credenciales, pero no fue suficiente. Los becarios, pasmados ante la novedad,
no sabían cómo proceder y preferían denegarles el acceso. Julss le mostró su
identificación y su permiso para portar armas. Al ver el enorme revólver con la
inscripción lateral de bronce que leía “Apocalipsis” el becario cambió de
opinión y les dejó entrar. El edificio entero estaba dedicado a la ciencia y
los filósofos ocupaban el piso superior, por encima de los laboratorios más
extraños que Crowley hubiese visto antes.
- Ésta gente es sumamente educada
Julss, trata de no asustarlos.
- ¿Qué fue eso?- La escalera de
metal tembló unos segundos y comenzó a subir.- Descuida, solo quiero hablar con
ellos.
- ¿Con todos?
- ¿Por qué no? Son un grupo muy
cerrado, lo que uno sabe y no quiere decir seguramente lo saben otros y
accidentalmente lo digan. No te preocupes Aless, no te avergonzaré frente a tus
nuevos amigos. Quién sabe, quizás hasta te firmen autógrafos.
- Muy gracioso Julss, muy
gracioso.
El
círculo filosófico estaba completo en la sala de estudios e investigaciones.
Rodeados de enormes libreros los filósofos discutían apasionadamente. Al ver a
los intrusos se levantaron y los invitaron a entrar. Guevola y Crowley
recordaban a Parsifal Tolpan, ahora avejentado más de una década en seis años.
Aless le susurró a Julss la identidad de los otros pensadores. El hombre al
lado de Tolpan, un bicho chaparro, cabezón y con ojos distanciados como de res
era el maestro Lazlo Socress, el más viejo de todos con 66 años. Leyendo de pie
se encontraba Inmass Kantor, un hombre de nariz aguileña e indicios de
calvicie. Al fondo, sentado en el marco de una ventana y fumando de una larga
pipa se encontraba Friss Niet con enormes y abultados bigotes.
- Esperamos no interrumpir.
Queríamos hablar con el maestro Tolpan.
- Sí, ¿en qué puedo ayudarles?-
Los condujo a través de ellos hacia una larga mesa repleta de libros sobre
vampirismo.- Y disculpen el desastre.
- No se preocupe maestro. Es
sobre la muerte de Brina Lorcat. Entendemos que usted fue a la policía para
inquirir sobre su muerte.
- Brina era mi amiga, estaba muy
dolido. Aún lo estoy. Si ustedes no son policías, ¿quiénes son?
- Detectives privados.- Dijo
Julss.- No podemos darle la identidad de nuestro cliente, pero nos ha pedido
que estudiemos el asunto desde todos los ángulos posibles.
- ¿No nos recuerda? Nos conocimos
hace seis años.
- También conocimos a la señorita
Lorcat.
- Ah sí, creo que ahora recuerdo.-
El filósofo suspiró y se acarició la calva cabeza.- Cómo cambian las cosas en
tan solo seis años.
- ¿Brina cambió mucho?
- No, quizás ella fue la única
que no cambió.
- Era muy cercano a ella, según
recuerdo.
- Solamente éramos amigos,
detective Crowley.
- Y los amigos confían en los
amigos. ¿No le mencionó nada extraño en estos días?
- No, nada.- Tolpan se puso de
pie y les señaló a Inmass, quien conversaba con un alumno.- Inmass fue su
maestro. Si ella estaba en algún problema quizás se lo dijo a él, aunque a mí
no me dijo nada.
- Gracias por su ayuda maestro.-
Aless detuvo a Julss.- No lo interrumpas.
- ¿Qué hacen aquí exactamente?
Además de dar clase sobre lo que ellos opinan de la vida y cómo todos los demás
estamos mal.
- Buena pregunta.- Friss Niet
saltó de la cornisa y les pasó a un lado hacia un pequeño mueble de madera con
pequeñas palancas. Friss jaló una
palanca y de uno de los paneles salió una taza y una manguera que servía café.
Jaló de una pequeña cadena para que una cajita con azúcar se volcara
delicadamente sobre la taza.- Más de diez meses de planeación para fabricar
esto. Y el café es un asco. Mis compañeros tienen la terrible falta de
confundir lo real con lo irreal. Les gusta tanto las cosas abstractas que
olvidan a la realidad. No le pregunten a Parsifal sobre su teoría metafísica
porque los aburrirá por horas.
- Me gusta éste.- Le susurró
Julss a su compañero.
- Pero ni modo, soy la mayoría y
ni siquiera tengo el control financiero. Es ese Werrel quien quiere que todo se
enfoque a la mecánica. ¿A quién le importa la interacción de la materia con la
materia cuando lo fundamental es la voluntad de poder?
- Varner Werrel,-dijo Aless.- no
me pareció un hombre... mecanicista podríamos decir.
- ¿Varner? Debe usted vivir en
una cueva, él murió hace mucho. Su hermano heredó todo. Marnio es su nombre.
Fue un golpe duro para nuestro Parsifal. Ahora la compañía tiene que ser sobre
nuevas invenciones superficiales. Debo admitir que el estudio que realizamos
ahora sí es interesante. El maestro Socress busca una cura contra el
vampirismo. Me fascina a mí también el tema, aunque dudo de sus aplicaciones
prácticas.
- Parece que se desocupó.- Julss
señaló a Inmass y Friss Niet le chifló. El filósofo lo miró con actitud pedante
y se acercó con cara de asco.
- ¿Debes comportarte de esa forma
Friss?
- No veo porqué debo seguir tu
moral de esclavo hasta el abismo. Ésta gente quiere preguntarte sobre Brina
Lorcat.
- Sí, terrible asunto. Me dicen
que se sentía agobiada, pero les puedo asegurar que no exigía más de ella que
de cualquiera de mis discípulos, quizás incluso menos. Es mujer, después de
todo.
- ¿No le mencionó nada sobre
algún novio, problemas familiares o cosas de ese tipo?
- No teníamos esa clase de
relación detective, no habría sido educado inmiscuirme en sus problemas.- Los
miró por un segundo y después bufó.- Friss, ¿calculaste bien esas medidas
químicas? No quiero hacerlo yo. De por sí estamos despilfarrando el dinero.
- Pues no lo hagas, para eso
están los químicos.
- Ya veo, si tiene que ser bien
hecho, tengo que hacerlo yo mismo.- Inmass chocó con Lazlo Socress al dar
vuelta, gruñó y se fue.
- Qué sujeto más amable.
- Discúlpenlo,-dijo Lazlo.- está
tenso porque la compañía está al borde del colapso y cierto cínico que conoce
no hace nada al respecto.
- Yo ya tengo mi fortuna, por mí
no te preocupes viejo. Tú también tienes suficiente para el retiro, no sé
porqué desperdicias tu tiempo con problemas que podrían hacer los del piso de
abajo.
- Es un tratamiento contra el
vampirismo,- explicó Socress.- no sólo contra el vampiro como tal, sino bajo la
definición de la entidad parasitaria cuya existencia es circular, sólo busca su
sobrevivencia. Hemos desarrollado ideas interesantes. Mi amigo aquí presente
diría que la existencia siempre es circular, la vida se supera a través de los
obstáculos y lo que busca es sobrevivir a toda costa. Sea como sea, la química
no nos ha respondido bien.
- ¿Y el maestro Kantor se
preocupa por la química?
- Por la compañía.- Dijo Friss
sonriendo mientras terminaba su café y les dejaba a solas.
- Está nervioso,- dijo Lazlo.-
porque la compañía quedó a nombre de Marnio y mía. Todos pensamos que Varner le
dejaría la mitad de todo a Parsifal, pero se lo dejó todo a su hermano. Al
final, según leí en el testamento que firmé en mi oficina, Varner ponía el amor
filial por encima de cualquier amor a la razón o a la ciencia.
- Entendible. La sangre es más
espesa que la retórica. Muchas gracias por su tiempo maestro.
- ¿Atenderán el funeral de Brina?
Es ésta noche.
- Ahí estaremos.- Salieron de la
oficina y en la entrada Julss asustó al becario con su “Apocalipsis”. Se partió
de la risa mientras Aless lo disculpaba y lo empujaba hacia el auto. Mientras
la caldera calentaba y los engranes eran aceitados automáticamente por pequeños
mecanismos en sus puntas, los filósofos guardaron silencio, inmersos en sus
cavilaciones.
- Fascinante selección de mentes.
- Desperdicio de dinero.- Dijo
Julss mientras encendía un cigarro.- ¿Crees que fue suicidio?
- ¿Me lo preguntas en serio?
- Ese tal Kantor dice que no
estaba agobiada. Pero viendo sus ideas sobre el feminismo...
- ¿Basas tus prejuicios en los
prejuicios de tus potenciales sospechosos?
- Dice el que aborrece el
feminismo.- Guevola puso el motor en marcha y se alejaron del centro de
investigaciones hacia los distritos populosos del norte, donde las callejuelas
pequeñas y traicioneras formaban estrechos laberintos.- Pero ya en serio, ¿qué
piensas?
- Pienso que están destruyendo
más de lo que están creando. Pero en relación al caso... Es todo demasiado
tangencial. Brina Lorcat prácticamente vivía de sus amantes y sus regalos. No
tenía interés alguno en la compañía filosófica. Vivía una vida transitoria,
brincando de un amante a otro. Quizás no pudo soportarlo más.
- Nos faltaría alguien más por
entrevistar.
- Sí, su única amiga. Seguramente
estará en el funeral.
Al
caer la noche Julss Crowley y Aless Guevola se encontraban de pie en la entrada
de la casa funeraria. El edificio era un faustuoso mausoleo semi-circular con
acceso directo al cementerio. Julss vestía con su mejor traje negro, un abrigo
largo de terciopelo negro y un altísimo sombrero de copa que se ladeaba a la
derecha. Guevola, más tradicional, vestía como un aristócrata con su traje de
gruesa tela, todo de negro, y un pequeño sombrero.
- ¿Terciopelo a un funeral?
- ¿Qué tiene de malo? Que cada
quién se vista como quiera.
- El hombre civilizado debe ser
civilizado, a costa de su comodidad incluso. Es un deber.
- Claro, un deber.- Dijo Julss
con sorna mientras señalaba a los presentes. Casi todos vestían de terciopelo
negro, algunos el traje completo.
- Estos empresarios nunca serán
aristócratas. No con ese gusto.
Aless
no podía dejar de pensar en que ésta reunión se parecía mucho a aquella en la
que conoció a muchos de ellos hacía seis años. Todos parecían cambiados, pero
extrañamente iguales. Todos parecían sumamente afligidos abrazándose entre
ellos y lanzando miradas al cuerpo expuesto en el sarcófago. Tolpan se les
acercó y les invitó a pasar.
- El hombre que ven ahí es Teofil
Nelte, ¿lo conocieron a él?
- Sí, es el papá de Catriss.-
Respondió Julss.- No la veo por ninguna parte.
- Ahora tiene 16 y es... poco
menos que la hija modelo. Nadie se esperaba que se tornara tan avarienta. No se
soportan mutuamente desde que Grisel se suicidó.
- Parece que no tuvimos suerte
Aless.
- Discúlpenme.- Parsifal se
disculpó y entabló conversación con otras personas.
- Vamos a preguntarle al menos.-
Teofil miraba al suelo desde su cómodo sillón de cuero. Teofil seguía siendo
delgado, pero tenía muchas canas y arrugas profundas que marcaban su rostro.
- ¿Sí?
- ¿Conoció a Brina?
- No mucho, sólo a través de mi
hija.
- ¿Catriss vendrá?
- No quiso venir, ha quedado
destrozada. Disculpen mis modales, ¿pero a ustedes qué les importa?
- Somos detectives privados. Nos
conocimos hace seis años. Yo conocí a su hija, aún le debo un panquecillo. Era
una criatura adorable.
- Sí bueno, la gente cambia.
¿Vinieron con Parsifal?
- Más o menos.
- ¿Adónde se habrá metido?
- Está allá con ese desconocido.-
Julss señaló a un lado del sarcófago, donde Parsifal y un hombre robusto de
mejillas rosadas platicaban en voz baja.
- Ése es Wallem Aloren, fue el
abogado de Varner Werrel hace muchos años. Creo que está siendo empleado por
alguien aquí en Dunwich, pero no sé por quién.
- Quizás no nos recuerde de hace
seis años, pero usted nos salvó la vida.
- Sí lo recuerdo. Parece que fue
hace tanto.
- En ese entonces su compañía
necesitaba de un milagro.
- Sí... Los tiempos cambian.
- Teofil, ¿quién es ese?-
Preguntó Julss señalando al hombre a un lado de Celestina Craven, quien no
paraba de llorar.
- Es Markus Brastel, su esposo.-
Markus, un hombre elegante de mentón grande y partido la consolaba con palmadas
en la espalda.
- Teofil, ¿has visto a Wallem? No
lo encuentro.- Marnio Werrel no había cambiado mucho, aún a sus 46 seguía
siendo un hombre corpulento y aún se adivinaban sus rasgos afilados a pesar de
los kilos de más y las arrugas.
- Está ahí, con Parsifal.- Marnio
les interrumpió y se fue llevando al abogado con susurros. Parsifal regresó a
ellos y saludó a Teofil.
- ¿Encontraron lo que buscaban?
- No, pero lo haremos. Gracias
por todo.
- Espera,- Julss detuvo a Aless a
medio camino.- quiero despedirme.
Brina
Lorcat estaba igual que como la recordaba. Mientras la miró inerte, con su
fogosa estrella interior apagada por completo, se preguntó si creía en la
versión del suicidio o no. Aless tenía razón al decir que no había evidencias
en contra, pero algo dentro de Julss le hacía dudar. Concluyó que no era tanto
que dudara del suicidio, sino que se olía algo macabro en alguna parte y no
podía poner su dedo en la fuente. Regresaron a la calle, ahora bajo una leve
llovizna que mantenía la niebla al mínimo. Compraron castañas calientes para
bajarse el mal sabor de boca.
- Sólo por si acaso. Es lo único
que digo.
- Entiendo lo que dices. No
podemos acabar hasta que no hablemos con Catriss. ¿Qué piensas?
- No sé, pero me iré caminando
Aless. Te veo mañana en la mañana.
- ¿Marli cocina ésta noche?-
Julss no contestó.- No eres tan melodramático como para andar por ahí
deambulando las calles como un ignorado poeta.
- ¿Y sabes todo sobre mí?
- Te conozco mejor que nadie más.
- Pues no importa, me iré
caminando. Y para responder a tu pregunta...
no responderé a tu pregunta. Me parece prosaica y fuera de lugar.
- Pero sí cocinará, ¿no es
cierto?
- Sí, pero eso no tiene nada que
ver con... Está bien, está bien. Solo quiero despedirme de mis papilas
gustativas.
- No me digas, es hígado de
nuevo.
- Es obsesivo con ella. ¿Cómo
supiste?
- ¿Qué puedo decir? Soy
detective.
3.- Ésta maldición que ha caído
sobre nosotros
“Poco a poco las viejas escenas
desaparecen”
La revolución científica y sus
consecuencias. Por Brass Porter
El
círculo exterior de filósofos, los
discípulos más cercanos, las llamaban las “nuevas catedrales”. Fascinados por
su belleza y fealdad largos poemas se habían escrito acerca del nuevo mundo
donde los dioses antiguos y exteriores, aquellas terribles e indiferentes
bestias son empujados a las remotas orillas. La razón, argumentan, explica el
cosmos sin su ayuda y por lo tanto no existen. Aún cuando la evidencia es
física y se les puede ver en los bosques oscuros, en las negras aguas
prohibidas o en los abismos luminosos. Quedan fuera y la monstruosidad mecánica
es toda demostración que necesitan. Julss estaba menos impresionado. Aless la
miraba con asco. La fábrica, una de muchas, de Teofil Nelte se alzaba sobre la
colina como una garra de alguna criatura subterránea que se extendiera sobre la
superficie esclavizando a los obreros carentes de brillo en sus ojos con sus
enormes engranajes, sus hambrientas calderas, sus interminables líneas de
producción y su maquinaria chirriante. Catriss se encontraba en la cúspide,
controlando a la bestia en cada uno de sus procedimientos con la atención de un
halcón. Una reina de 16 años que supervisa los dominios mecánicos que algún día
serán suyos.
Los
detectives subieron a una plataforma que, empujada desde su base por un
mecanismo hidráulico, les conectó a un corredor agarrado por cadenas por encima
de la maquinaria. Los silbatos chiflaron mientras los detectives caminaban
hacia Catriss. El exceso de presión, inspeccionada en una sala de máquinas
repletas de medidores en muebles de madera, era canalizado a funciones
secundarias. El único desperdicio era llevado a las largas chimeneas que lo
expulsaban hacia las colinas para bajar flotando y cubrir a Dunwich con los
restos de la nueva catedral.
- Me informaron que vendrían.-
Julss estaba sorprendido por la transformación. La narizona de pelo rojo tenía
un rostro permanentemente tenso, como arrugas.- ¿Qué se les ofrece?
- ¿No nos recuerda? Le debo un
panquecillo. Lo estrelló contra mi pantalón.
- ¿De qué me habla?- Catriss dejó
de apuntar sobre una tabla de madera y le miró extrañada. Aún con su mugroso
abrigo de mezclilla parecía una niña.
- La conocí hace seis años. El
día que hubo la peor epidemia vampírica en Dunwich.
- Ya veo. Por supuesto, como mi
vida se detuvo en ese momento y no pasó absolutamente nada más mi memoria está
fresca. Le había esperado todos estos años. Gracias por venir.
- Somos detectives. Crowley y
Guevola. Investigamos la muerte de Brina Lorcat.
- ¿Brina?
- No atendió su funeral. ¿No era
su amiga?
- Mi única amiga, pero no pude.
Tengo otras obligaciones y... no pude.- Reprimió una lágrima y les señaló para
que la siguieran hasta su oficina, al fondo. Se sentó detrás de un enorme
escritorio y suspiró cansada.
- ¿No es un poco joven para
administrar una fábrica?
- Nunca me gustó la escuela,
además soy más lista que muchos de los que trabajan para mi padre. La compañía
se viene abajo y alguien tiene que hacer algo al respecto.- Jaló de una cadena
en el suelo y del techo se deslizaron rieles por medio de los cuales bajó un
pequeño refrigerador. Se sirvió un vaso de jugo y les ofreció a los detectives,
quienes declinaron.- Brina... Qué terrible. Si lo investigan, me imagino que
creen que no fue un suicidio.
- Aún no estamos seguros, tenemos
que seguir todas las pistas.
- Estaba trabajando esa noche.
Como todas las noches. Me arrepiento de no haberla visto ese día, quizás si
rompía la rutina y la visitaba de sorpresa le habría salvado la vida.
- ¿Le parecía suicida?
- No, claro que no pero en estos
días quién sabe. Lo mismo dijo todo el mundo sobre mamá hasta que lo hizo.- De
un cajón extrajo una fotografía y se las mostró.
- Es del archivo policía.- Se
limitó a decir Aless. El cuerpo aparecía colgado sobre una montaña de muñecos
de felpa y una silla tirada hacia atrás. Julss la observó y devolvió.
- Había habido señales, se había
vuelto retraída y todo pero aún así... De no ser por la carta suicida, me
habría estado golpeando contra las paredes para entenderlo. Brina no dejó nada
así, ¿o sí?
- No. Lo lamento.
- Quiero ayudarles. No sé si
Brina se... no sé si era capaz, pero aún así creo que se debería investigar.
Ella llevaba un diario, aunque nunca lo leí. Sé que tenía un amorío fugaz con
un filósofo importante, no sé cuál. Nunca hablaba de sus amantes. Nuestra
relación era muy distinta a las que ella tenía con... ustedes saben.
- Le entiendo.
- Ese maestro suyo, Kantor, era
muy demandante y la presionaba todo el tiempo.
- Ese posible amorío, ¿no sería
con Parsifal Tolpan?- Preguntó Crowley.
- No, de eso estoy segura. Tolpan
era testarudo, por más que Brina le daba largas, a él no le importaba. Le
enviaba regalos todo el tiempo, aunque era una empresa destinada al fracaso.
- ¿Cuántos años tenía Brina?
- 40 o 41 creo. ¿Le parece
extraño que una chica de 16 y otra de 41 tuvieran tantas cosas en común? Brina
me entendía tanto como yo a ella. Era una amistad muy especial, una que no creo
encontrar en ninguna otra parte.- Sonó un silbato y Catriss terminó su vaso
antes de ponerse de pie rápidamente y caminar hacia la puerta.- Se acabó el
descanso, tengo que regresar. Aunque...
- ¿Sí?
- Mi padre hará una fiesta
mañana. Al parecer es bueno para dos cosas, arruinar ésta empresa y reunir
gente. ¿Por qué no vienen? Todos los que formaron parte de la vida de Brina
estarán ahí.
- Gracias por la invitación
señorita Nelte.
Regresaron
al auto y mientras la caldera se calentaba con el último paquete de carbón que
Aless había comprado repensaron la situación. Aless miró a Julss con cierta
desconfianza y Crowley sonrió sabiendo porqué.
- Ni lo digas Julss, lo digo en
serio.
- Le envía regalos, es una
empresa destinada al fracaso....
- Parsifal Tolpan es
probablemente una de las mentes más sabias del reino. Hay muchas cosas en las
que estaré en desacuerdo, pero no es un asesino.
- Vamos, vamos, ¿quién antepone
sus prejuicios al pensamiento deductivo? Tú mismo lo viste hace seis años.
Tolpan estaba encima de esa pobre mujer.
- No lo consigue y ¡se vuelve
loco!- El monóculo se zafó de su lugar cuando gritó. La caldera estaba caliente
y entraron al auto.- ¿Y cómo sabes que no fue esa pequeña lunática? Tiene 16
años y se comporta del doble de su edad. Ahora que lo pienso se comporta más
madura que tú.
- Está bien, está bien. No vale
la pena matarnos por esto.- Julss encendió un cigarro y Aless encendió uno para
él, con una boquilla exageradamente larga.- ¿El inspector no dijo que sus cosas
estarían listas en la sección de evidencias para hoy?
- Sí, voy para allá.
- Una sola mención Aless, una
sola.
- Está bien, es un trato.
El
viaje fue silencioso y lento. La estación de policía estaba atestada de
cultistas. Las nuevas leyes contra el fanatismo habían obligado a la policía a
cerrar los cultos considerados extremos. Aless no paró de hablar al respecto.
Julss ya no soportaba escucharlo ni un momento más, así que finalmente,
mientras bajaban las escaleras al sótano, Crowley refunfuñó.
- Aless, si les cierran sus
templos, que así sea. Eran débiles, no podían sobrevivir. En este mundo
sobrevive el fuerte, no el justo, ni el racional, ni el civilizado. Cuando lo
civilizado era fuerte, era bueno, cuando estos empresarios burgueses se
adueñaron del lugar, ya no lo es. Yo no hice las reglas, así estaban cuando
llegué.
- Vaya pensamiento... Es fuerte
quien sobrevive y sobrevive porque es fuerte. ¿No ves la circularidad en tu
razonamiento?
- La vida sigue su curso, no
necesita de nuestros cultos, nuestros modales en la mesa o nuestras fábricas.
Simplemente sigue su curso y tienes dos opciones, estás en el curso o fuera de
él.
- Hay un pequeño problema con tu
teoría. Brina Lorcat. Ella estaba en el curso, la moralidad estaba en segundo
plano, hacía todo lo necesario para sobrevivir, y vivir bien que no es lo
mismo. ¿Porqué se quitaría la vida?
- Ojalá esto sirva de algo.
Le
explicaron al policía en turno lo que necesitaban, mostraron sus
identificaciones y fueron llevados a las bodegas. Muebles que cubrían paredes
enteras del suelo al techo, a más de tres metros de distancia, repletos de
pequeños cajones. El encargado leyó el código en una libreta y recorrió el
camino jalando una escalera aferrada a rieles. Abrió la gaveta y extrajo una
bolsa de papel que dejó ceremoniosamente sobre una vieja mesa sin sillas.
Guevola abrió el paquete con cuidado. El único contenido era un diario
destrozado por la inspección policíaca. Las hojas estaban sueltas y las tapas
se habían zafado. Se dividieron las hojas y a la débil luz amarillenta de la
lámpara que pendía del techo esforzaron sus ojos para entender la letra de
Brina Lorcat.
- ¿Menciona a Celestina? No la
veo por ninguna parte.
- Creo que sí, aunque no
directamente. En una hoja dice “ella cree que lo soporta, pero yo sé que no. La
quiero muchísimo y la veo marchitarse al lado de ese aburrido y pretencioso
millonario.”
- Aquí hay algo sobre Brastel,
“¿cómo una persona tan aburrida como Markus podría entablar amistad con alguien
tan desagradable como Woltar Varsem?”- Julss dejó la hoja y trató de recordar
el nombre.- Me suena, ¿pero quién es?
- Parte de la nueva aristocracia.
He leído sobre él y creo recordar algo que Grisel de Nelte dijo.
- Ah sí, ahora recuerdo. Se
supone que es quien iba a salvar la compañía de Teofil. Supongo que lo hizo.
Parece que Brina no tenía buena opinión de él, ¿encuentras otra mención?
- No, pero sigue revisando.-
Aless le acercó más hojas y por unos momentos leyeron en silencio, acompañados
apenas por el eco de distantes pisadas.- Creo que ya sé quién era el amante
filósofo de Brina. No era Parsifal Tolpan.
- Tengo algo de Parsifal, escucha
esto “me dio pena con el pobre Parsifal. Por más que insisto en que valoro su
amistad, él no se rinde en sus intentos de seducirme. Es torpe para ello, pero
tiene buenas intenciones. Acepté la colección de pinturas y tomé una taza de té
con él para dejarlo hablar sobre su teoría del arte. ¿Han sido seis años? No se
rinde, pero no se desespera, y por eso lo quiero.”
- Te dije que tu teoría era
descabellada. Es demasiado vulgar para alguien como Parsifal.- Julss iba a
decir algo, pero Aless le detuvo con un gesto.- El filósofo amante aparece en
esta entrada. Creo que es de la semana pasada, pero con este extraño sistema de
fechas no puedo estar seguro.
- No es Inmass, de eso estoy
seguro. Lo detesta por aburrido, aquí dice “tiene todo el encanto de un reloj
de pared” y creo que tiene razón. Aún así, no parece suicida cuando menciona la
presión académica. No pudo ser Lazlo tampoco, el sujeto es más feo que una
rata. Lo cual deja una única opción más. El único filósofo que me cayó bien.
- “Me vi con Friss de nuevo. Fue
increíble, como siempre. Casi le perdono que tenga buena opinión de Woltar
Varsem, por “razones intelectuales” como él dijo. Casi le perdono. Su mirada
salvaje no es nada como haya visto antes. Aún así, ésta debe ser la última vez.
Aprecio el dinero que me prestó, pero tengo la sospecha que yo soy solo parte
de una táctica para superar a Parsifal en todo. No puedo estar seguro de sus
intenciones. No debo decirle a nadie, pero he hecho cálculos. Si me casara con
Friss no solo heredaría una fortuna, sino que quedaría bien posicionada. Si
Marnio pierde su fortuna y no puede
controlar la mayoría de la compañía ésta caería en manos de Friss. Él no
parece quererla y me lo ha dicho muchas veces. Aún así, estoy segura que detrás
de tanto discurso sobre el poder se esconde alguna clase de ambición. Quizás si
me casara con él podría disuadirlo. Pero no, no debo hacerlo. Le rompería el
corazón a Parsifal, además que no puedo estar segura de lo que Friss quiere
conmigo.”
- Interesante, muy interesante.
Otra vez el odio a ese tal Woltar Varsem. Y parece que nuestra Brina tenía bien
clara sus ambiciones.
- Estaba perdiendo su belleza, no
le quedaban muchos años más como amante. Le convenía casarse.
- Pero ese es el asunto Aless,
¿por qué se suicidó en vez de casarse con algún millonario? No creo que no
hubiese podido engatusar a algún incauto y comprar su boleto a una vida fácil.
- Insisto en que Parsifal no pudo
haber sido, no parecía desesperado.
- No para ella.
- ¿Y qué tal Friss Niet? Quizás
trató de chantajearlo o algo así.
- ¿Chantajearlo? Ese sujeto
carece de vergüenza, por eso me cae bien, no me parece del tipo fácilmente
manipulado. En todo caso la manipula a ella. Quizás se enojó, le dijo cosas que
no debía y la pobre chica confronta su vida vacía y se pega un tiro.
- De un modo u otro,- dijo Aless
con gravedad.- sabes lo que tenemos que hacer.
- Sí,- Julss consultó su reloj.-
tenemos que entrevistarlos de nuevo. Pero será mejor mañana temprano. El tiempo
vuela cuando metes tus narices en los recuerdos de un muerto en una mazmorra de
la policía.
A
la mañana siguiente los detectives desayunaron juntos el hígado que le había
sobrado a Marli. Julss comió en silencio, tratando de pensar en otra cosa.
Aless no paraba de sonreírle a Marli, fingiendo que estaba delicioso. Marli
Hilegger, lejos de ser tonta, aprovechó el educado engaño que Guevola trataba
de hacerle y siguió sirviéndole cada vez más, mientras miraba a su marido de
reojo y le sonreía. Crowley sonrió en silencio mientras escuchaba los educados
agradecimientos de su amigo. Se excusaron poco después y se prepararon para
irse. No hablaron del desayuno durante el trayecto. Julss se limitó a ofrecerle
mentas que Aless comió por docenas.
El
centro de investigaciones estaba repleto de científicos que corrían de un lado
a otro, con sus largos delantales de cuero y sus máscaras contra gases. Un
grupo de contadores querían pasar, pero los becarios no les permitían el
acceso. Inútilmente les mostraban los libros de contabilidad y trataban de
explicarle al asustado becario que la compañía se caía en pedazos por sus
millonarias inversiones en una investigación sin futuro. Crowley y Guevola
pasaron sin problemas, los becarios los recordaban a ellos, y al revólver de
Crowley, el “apocalipsis”. Subieron por la escalera mecánica y los buscaron en
la sala de estudios, pero estaba vacía. Deambularon de un lado a otro, entre
salones de clases, laboratorios y la enorme biblioteca. Finalmente encontraron
a Niet y Socress discutiendo planes de estudio en una oficina.
- Podemos ver que es un día ocupado,
así que no le quitaremos mucho tiempo, señor Niet.
- ¿En qué puedo ayudarles?- Friss
se sentó sobre el escritorio mientras Socress revisaba listas de alumnos. Julss
señaló con la cabeza al cabezón filósofo y Friss negó con la cabeza.
- No tengo secretos con Lazlo.
¿De qué se trata?
- ¿Por qué no nos dijo?- Friss
ladeó la cabeza y le miró intensamente, pero Julss no cayó en su juego.- No se
haga al gracioso. Me refiero a su relación con Brina Lorcat.
- No era nada importante... Ah,
ya entiendo. Ustedes creen que yo sería capaz de cometer homicidio. Inmass dice
que sería un acto irracional y por ende inmoral. Lazlo aquí presente considera
que matar a una persona es cometer una injusticia que sería mejor sufrirla.
- Me sacas de contexto Friss,
como todos.
- Bueno, bueno, eso dices más o
menos.- Friss suspiró y se arregló el chaleco y se arremangó la camisa.- Soy
perfectamente capaz de matar a una persona, no hay duda en eso. Pero no a Brina
Lorcat, la quería. Dentro de lo que cabe.
- ¿Nunca le pidió matrimonio?
- ¿Matrimonio? No, eso nunca. Además,
le rompería el corazón a Parsifal. Nunca haría eso.- Friss los señaló y
sonrió.- Ya sé que es esto. Un torpe intento por pescar una coartada. Estaba
aquí la noche que se suicidó. Estaba con Lazlo y si no nos creen pueden
preguntar a los técnicos que instalaron las calderas neumáticas en el sótano.
- Gracias por su tiempo y
disculpe la molestia.- Al salir de la oficina se toparon con Parsifal.
- Detectives, ¿alguna novedad?
- Quizás. Hemos leído algunos
apuntes del diario personal de Brina y leímos sobre su relación con ella.-
Parsifal se acarició la larga barba canosa y se apoyó contra el barandal del
corredor.
- No tenía una relación con ella,
más que la amistad. Si alguien lo malinterpretó no es mi problema. Me alegra
saber que se lo están tomando en serio. Me encantaría tener una... ¿cómo la
llaman? Coartada, pero no la tengo. Estaba solo esa noche. Extrañaré a Brina
como no tienen idea. Espero que ahora que su amiga Catriss ha pedido ser mi
discípula, pueda olvidarla más fácilmente.
- Disculpe que tengamos que hacer
preguntas tan molestas, es de rutina.
- No, le entiendo. Ésta tarde
habrá una fiesta en casa de Teofil Nelte, ¿quieren ir? Quizás puedan hacer más
preguntas.
- Iremos. Muchas gracias maestro
Tolpan.
Mientras
los becarios en la entrada continuaban distrayendo a los contadores, Julss se
escondió debajo del pesado escritorio y buscó por un registro. Encontró el
nombre de los operarios que habían instalado la caldera neumática y,
aprovechando que tenían varias horas para la fiesta de Nelte, decidieron
buscarlos. Los técnicos, hermanos obesos que trabajaban en un largo taller
repleto de chatarra, sí recordaban a Niet y a Socress. Ellos les habían abierto
la puerta, acompañado al sótano y discutido al pie de las escaleras sobre
alguna teoría filosófica que los técnicos no entendieron. A la salida del
taller Julss jaló de la soga en un poste para llamar a uno de los globos
aerostáticos que venden comida. Se compró papas calientes rellenas de queso
para matar el hambre y olvidar el desayuno. Aless lo miró con una ceja
levantada y a través del grueso monóculo.
- Disfruta tu diarrea Julss.
- Gracias. ¿Seguro que no
quieres? Es casi tan bueno como el desayuno de mi esposa.
- Tu esposa se esforzó mucho en
cocinarte.
- Eres un mal mentiroso Aless.-
Guevola lo miró fijamente y comenzó a reír.
- Me atrapaste Julss, lo admito.
- ¿Qué quieres hacer?
- Creo que estamos por terminar.
Vayamos a la fiesta del señor Nelte. Seguramente irá nuestra cliente y la
podremos poner al corriente.
- Perfecto, vayamos en globo, es
más rápido. ¿A las cinco en mi edificio?
- Convenido.
Marli
cerró temprano la oficina y se vio con su marido en el departamento. El espacio
era constreñido, pero suficiente. Hilegger no estaba muy segura de que le
gustara la idea de dejar a su esposo a solas con tantas mujeres de sociedad,
pero Julss le recordó que iría con Aless. No tenía mucho tiempo para
arreglarse, Guevola tenía una obsesión con llegar temprano. En su vestidor hizo
girar la rueda que activaron el pulmón de tela en el sótano, al lado de todos
los otros pulmones de órgano de cada departamento. Con la presión de aire
acumulándose Marli hizo girar una manivela para darle cuerda al mecanismo de la
pared. El techo, de labradas placas metálicas, se abrió en dos y descendieron
los trajes, sombreros, zapatos y demás accesorios perfectamente bien
organizados y listos. Crowley escogió su traje verde, con su sombrero de copa
con gogles que él consideraba de la suerte. Conectó su reloj de bolsillo a una
entrada en la pared y le dio cuerda. Una dispensadora de perfume le roció de
pies a cabeza y, tras darle un beso a su esposa, estaba listo. Eran las cuatro
y media cuando Crowley abrió la puerta del pequeño muelle y se aseguró que la
plataforma de metal estuviera bien asegurada por los brazos mecánicos de la
pared. Aquella era la principal causa de muerte de los viajes aéreos, y también
la más fácil de prevenir.
- ¿No crees que exageraste?- Le
preguntó Marli.- Falta media hora.
- Mi amor, cuando conoces la
naturaleza de una cosa sabes de lo que es capaz.- Revisó su reloj. Cuatro con
treinta exactamente y el globo aerostático de Aless descendía con milimétrica
exactitud.
- Estás a tiempo.- Dijo Aless
mientras amarraba el globo.- Vamos.
Sobrevolaron
los techos, cuidadosos de las engañosas corrientes que se formaban en los
espacios entre los edificios y cuidando de no subir tan alto como los zepelines
o los globos grandes de hélice. Guiándose por las boyas flotantes avanzaron
junto con los otros globos, evadiendo las zonas de conflicto hasta llegar al
río Miskatonic. Esperaron pacientes a que un enorme zepelín descendiera al
llamado “palacio del aire”, no muy lejos de ahí. Estacionaron el globo a la
entrada de la mansión Nelte, al lado de otros parecidos, aunque más costosos.
Guevola
y Crowley fueron recibidos por la ama de llaves y la siguieron hasta un extenso
salón repleto de pinturas con los miembros de su familia. Habían llegado
temprano, pero no eran los primeros en llegar. Julss aprovechó que todos estaban
inmersos en sus propias discusiones y entró a la cocina. Cassielle Moirka, la
sirvienta personal de Teofil Nelte, una mujer gorda y rubia con cachetes
rojizos y mirada simpática trató de echarlo, pero Julss usó sus encantos para
quedarse.
- Supongo que está bien, pero
trate de no hacer un desastre. Mire,- Cassielle le mostró una charola de quesos
y paté y le guiñó el ojo.- Si está muy hambreado, puede empezar con esto.
- Gracias Cassielle, eres un
encanto.- Moirka, se dio cuenta Crowley,
manejaba la cocina como un regimiento militar. Los tres cocineros estaban
ocupados en un rincón, los dos meseros iban y venían preparando todo y otro
sirviente bajaba y subía con botellas y copas.
- No puede ser,- Le decía a
Cassielle.- está loca, es insoportable.
- Vamos Urs, sé paciente con la
señorita Catriss. Déjala que escoja.
- ¿Qué va a saber ella si solo
tiene 16 años?
- Técnicamente hablando, todo
esto es suyo. Incluyéndote. Ella te contrató a ti, no al revés.
- Me gusta su filosofía de vida.-
Decía Julss mientras disfrutaba de un vaso de vino y se terminaba la charola de
quesos.
- He estado en esta familia desde
hace muchísimos años.- Cassielle Moirka le mostró un pendiente que guardaba
bajo su uniforme como si aquello le demostrara algo a Julss.- Sé cómo se maneja
todo. Ellos están nerviosos porque hace mucho que el señor Nelte no hace una
fiesta. Pero es muy fácil realmente, los invitados en el salón de invitados y
cuando el señor Nelte se desocupe irán al comedor, servimos la comida y listo.
- ¿Señora Moirka?- Uno de los
meseros señaló al techo. Cassielle bajó el parlante del techo, una larga
corneta de cobre.
- ¿Cassiellle, me estás
escuchando?
- Sí señor Nelte, ¿qué se le
ofrece?
- Tengo que salir rápidamente, no
me tardo. Empiecen sin mí, no tardaré.
- Sí señor, como guste.-
Cassielle regresó el aparato al gancho en el techo y suspiró. Su sistematizada
estrategia se había derrumbado. Mientras escuchaban la música favorita que
Teofil colocaba en el gramófono, los meseros y chefs discutían entre ellos. Moirka
chifló con fuerza para llamar su atención.- Ya lo oyeron. Todo sigue sin él.
- ¡Aquí está!- Catriss subió del
sótano sosteniendo una caja de madera. El sirviente la tomó y de la caja
extrajo copas de metal y una botella.
- La copa de su padre, no la había
encontrado y... Señorita Catriss, éste vino es excelente. Mucho mejor de lo que
había pensado.
- ¿Usted cree?
- Sí, por supuesto.
- ¿No se le había ocurrido?
- No.
- ¿Entonces para qué lo necesito?
Sirva las copas y considérese despedido. Contrario a lo que mi padre supone, no
podemos seguir derrochando el dinero. Venga en dos días por lo que le falta de
pago.- Julss, sintiéndose culpable, decidió no comer el último pedazo de queso
y regresarlo a su charola. Catriss se plantó frente a él. Su vestido era completamente
adulto, aunque los bordados dorados en el escote y las mangas le daban cierto
aire juvenil.- Veo que el detective encontró su camino a la comida. ¿Disfruta
de todo detective Crowley?
- Eso depende, ¿me va a despedir
si le digo que sí?- Catriss le miró de arriba para abajo con expresión
asombrada.
- Me gusta su sentido del humor
detective. Y por cierto, creo que me debe un postre.
- Considérelo suyo.- Catriss
salió y regresó de inmediato, sus ojos fijados sobre el colguije de Cassielle.
Un pequeño corazón de oro con un sobrio trabajo labrado.
- Eso no le pertenece y lo sabe.-
Le arrancó el colguije y se fue.
- ¿Qué fue eso?
- Usted no sabe señor Crowley,
pero su madre se suicidó hace unos años. Cinco creo. Yo le quité su pendiente
cuando la vi colgada. No había sido regalado por su esposo y yo pensé que sería
mejor... Usted sabe. Catriss adora a su madre, supongo que debí dárselo.
- Gracias por la comida
Cassielle.
Julss salió de la
cocina siguiendo de cerca a Catriss. La joven balanceó el pendiente entre sus
manos, se detuvo en el umbral de la puerta y lo guardó en un cajón antes de
regresar con los invitados. Julss lo sacó del cajón y lo forzó abierto. El
centro tenía una diminuta inscripción que leía “Para mi Grisel, siempre tuyo
M.W.” Crowley regresó el pendiente y se acercó a los invitados. Se apoyó contra
el umbral y trató de identificar las iniciales. Sintió ganas de abofetearse a
si mismo al ver a Marnio Werrel discutiendo con Lazlo Socress. Julss recordaba
algo sobre Grisel de Nelte de hacía seis años, pero no podía ubicar que era.
Estaba teniendo un amorío con Marnio Werrel y seguramente Catriss lo sabía.
- Me llegan cartas de todas
partes Lazlo, si los químicos no verifican sus teorías, no tendremos nada. Si
no tenemos nada... Estaremos en bancarrota.- Julss se les acercó sonriendo,
sosteniendo una copa de vino.- No necesito tener que... ¿Le puedo ayudar en
algo?
- El detective Crowley fue
invitado Marnio.
- Marnio,- Le saludó Catriss.-
¿trajiste el trabajo contigo? Espero que ustedes dos no estén discutiendo de
negocios. Sería de pésima educación, para nada como la de un filósofo.
- Parece que nos atrapó Lazlo,-
Dijo Marnio sonriendo y un poco sonrojado.- pero a veces no se puede evitar.
Hablando de trabajo...
- Bueno, ¿lo va a decir o me obligará
a preguntar?- Marnio sonrió y se rió un poco, con su acostumbrada risa grave y
sonora.
- Catriss, la más joven de todos
nosotros y... quizás la más sabia,- Los invitados alzaron sus copas a Catriss y
les dedicaron halagos.- quiero rogar por el placer de su visita a una de
mis plantas metalúrgicas en estos días.
Necesito consejos para hacer más eficientes mis fábricas y ¿quién mejor que
usted para hacerlo?
- Si tan solo tu padre estuviera
aquí para ver el respeto que te has ganado entre nosotros.- Dijo Markus Brastel
y con ronda de aplausos todos estuvieron de acuerdo.
- Pues no olviden repetirlo en
cuanto llegue.- Bromeó Catriss.
Cassielle
Moirka les invitó a pasar al comedor donde disfrutarían del mejor bistec que
los chefs podían preparar. Julss comió a gusto, aunque Aless lo encontró seco y
la guarnición sin sabor. Celestina les miraba de reojo cada ocasión que tenía,
cuidando que su marido no la notara. Friss Niet y Parsifal Tolpan discutían en
voz baja, Socress y Werrel aún discutían sobre el financiamiento.
- ¿Y qué hay de Woltar?- Preguntó
Markus con su acostumbrado monótono.
- No vendrá.- Le contestó su
esposa.- Eso dijo la ama de llaves.
- Eso merece un brindis.- Dijo
Catriss mientras alzaba su copa de vino frutal.
- ¿Y el maestro Kantor?- Le
preguntó Aless a Friss Niet.
- No vendrá, está ocupado
tratando de mantener a flote la compañía.
- ¿Qué les parece si pasamos al
salón principal?
Julss
no paraba de sonreír, una chica de 16 años había conquistado el mundo de los
adultos y demandaba su respeto, admiración y obediencia. Sin duda no era la
niña que había conocido, pero creía que quizás podía empezar a serle
interesante. Julss sonrió mientras Parsifal Tolpan parloteaba sobre filosofía, pensando
en que su esposa Marli le mataría si supiera que tenía esos sentimientos por
una niña de 16 años. Tolpan se excusó justo a tiempo para que Crowley
bostezara.
- ¿Aburrido? Yo también.- Markus
terminó su copa y la dejó sobre el arcón metálico frente a los cómodos
sillones.- Parsifal Tolpan siempre me aburre, pero debo decirle una cosa. La
compañía debió quedar en manos de Parsifal y no de Marnio. Le permite todo a
Socress y, admitámoslo, el hombre es un intelectual y no un empresario.
- Si Lazlo hunde la compañía,
¿ésta no quedaba a manos de Friss Niet?
-Así, así es. Seguro que Friss
haría un mejor trabajo. Si no lo hace, o no quiere hacerlo, siempre puede
renunciar para el siguiente en línea, Inmass.
- Usted sí que sabe del tema.-
Julss se sentó en uno de los sillones y puso sus pies sobre el arcón metálico.
Cuando Aless le miró con furia decidió que era mejor bajar los pies y dejar su
plato y copa sobre el desagradable arcón metálico con agujeros que parecía una
obra industrial, en vez de artística. Julss se percató que lo mismo podía
decirse del balcón a su izquierda que daba al barranco de la colina, a las
lámparas del techo todas ellas mecánicas e incluso algunos de los cuadros en
las paredes. Una celebración a la frialdad industrial.
- Sí, como le decía, yo soy su
principal competidor. No podría estar más feliz. Cuando los filósofos se hacen
cargo de algo, lo echan a perder. Mientras ese tratamiento no sirva, yo sigo en
la cima. Mi compañía de químicos proporciona la única medicina conocida contra
el vampirismo. Bueno, entre Teofil y yo. O debería decir, entre Catriss y yo.
Ella resultó ser el cerebro de la familia.
- Mucha responsabilidad para una
niña, ¿no lo cree? Competir con adultos, me refiero.
- Markus, ¿estás hablando de
negocios?- Preguntó su esposa a su
espalda, quien hablaba con una prima de Parsifal.
- No querida.- Julss se puso de
pie y se fue en cuanto Markus le guiñó el ojo. Se acercó a Aless, quien
platicaba apoyado contra la chimenea con Parsifal Tolpan.
- Es casi como si el poeta fuera
poseído por algo mayor.- Decía Parsifal.
- Claro, indigestión.- Bromeó
Julss. Aless le dio un codazo y lo miró enojado.
- Entiendo, pero la función
social de un poeta está determinada por la estructura social maestro Tolpan,
como usted ya lo sabe. Y el rey es el centro de tal estructura.
- ¿El rey?- Parsifal se rió un
poco y le puso la mano en el hombro.- Mi estimado señor, ¿acaso no debería
gobernar aquel que sabe lo que es lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo? El
filósofo.
- ¿El filósofo?- Julss lo vio
temblar de rabia y pensó que le golpearía en cualquier momento.
- Si ese fuera el caso,- dijo
Julss con tono jocoso.- si el mero conocimiento de lo bueno basta para
gobernar, que gobiernen los diccionarios y las enciclopedias. De lo contrario
el sacerdote de los dioses antiguos, total ellos conocen algo que nosotros no.
- No saben nada, creen que
saben.- Dijo Parsifal. Aless suspiró profundo y se calmó.
- Así que usted y Catriss Nelte,
¿cree que sea tan buena filósofa como es empresaria?
- No lo sé, es mujer. Creo que
estará muy distraída. La empresa de su padre va en picada, Teofil está seguro
que se recuperará aunque nadie sabe cómo y todos saben que Catriss le
arrebatará la compañía en cuanto eso pase.
- Disculpen, disculpen...-
Catriss llamó la atención de todos golpeando suavemente su copa.- Es obvio que
mi padre no vendrá. Seguramente fue llamado por cuestiones de la más severa
importancia. Así que, ¿por qué no seguimos nuestra reunión en la sala más
cómoda? Propongo la biblioteca.- Uno a uno fueron saliendo de la sala y Aless
se pegó a Julss.
- No puedo creer que tenga que
ser yo quien lo diga,- dijo Julss.- pero estamos aquí por trabajo, no para
conocer celebridades. ¿Descubriste algo?
- Sí, que ya no me caen tan bien
estos filósofos y que la única amiga de Brina Lorcat pronto se hará de todas las
posesiones de su padre.
- Te gané entonces. Marnio Werrel
tenía un amorío con su madre Grisel. Lo vi en el pendiente que Grisel usó la
noche que se ahorcó.- Aless lo miró fijo y después reparó en la mirada intensa
de Celestina, quien señalaba con la cabeza.
- Creo que nuestra clienta quiere
hablar con nosotros.- Susurró Aless mientras acompañaban a los otros a la
extensa biblioteca.- ¿Qué le decimos?
- ¿Qué podemos decirle? Sabemos
mucho de nada.- Markus se llevó a su esposa para que hablara con alguien y
perdieron su oportunidad de abordarla. Friss se sentó entre ellos y les miró
sonriendo.
- Aburrido, ¿no es cierto? Es un
abismo para el espíritu. Todo es demasiado cómodo.
- No tanto.- Dijo Aless,
reflexivamente.- No del todo.
- Me gusta su trabajo.- Dijo
Friss.- Es una arqueología de la verdad.
- Es una manera de verlo.- Aless
se alejó y se apoyó contra el ventanal, viendo hacia el barranco.
- Al final, ¿fue suicidio o no?
- Hay muchas cosas contingentes,
pero nada sólido que indique lo contrario.
- Detective Crowley, de un
filósofo a otro tome mi consejo: lo contingente y lo necesario no están tan
separados. Claro, no les pregunte a los demás que le dirán lo contrario.
- ¿Julss?- Aless le llamó para
que viera por el ventanal.
- ¿Qué ocurre?- Lámparas de gas
recorrían el barranco con la agilidad de cabras montañesas.
- ¿Qué es eso que tienen ahí?- La
curiosidad fue atrayendo a más invitados. Algo había entre los matorrales que
trataban de jalar. Poco a poco la visión se hizo más clara, era un brazo. Era Teofil
Nelte. Julss y Aless se miraron sin decir nada y salieron corriendo antes que
los demás relacionaran lo que veían.
Dos
sirvientes cargaron el cadáver a través de la llovizna hacia la casa. Aless
cerró el acceso al piso superior cuando escuchó los gritos y la marea humana
que corrían hacia ellos. Julss tranquilizó a los sirvientes y les ordenó que
llamaran a la policía. Escucharon los gritos de Catriss, del otro lado de la
puerta de la escaleras, pero lo ignoraron. No tenían mucho tiempo. Usando las pocas
lámparas de gas que había en el garaje secundario iluminaron el cuerpo sin vida
de Teofil Nelte. Tenía moretones en la cara y la camisa estaba desgarrada.
Había marcas de manos en el cuello y tenía varios dedos rotos.
- ¿A qué huele?- Julss se acercó
al cuerpo y olfateó la camisa rota y el ensangrentado chaleco.- Huele a vino.
¿Cómo crees que haya pasado?
- No tengo idea.- Aless metió sus
manos para buscar entre sus bolsillos, aún conservaba dinero y un trozo de
paté.- No fue un robo, eso es obvio. Alguien sabía quién era.
- Señores,- dijo uno de los
sirvientes.- la señorita Catriss demanda que le abramos la puerta.
- ¿Ha llamado a la policía?- El
sirviente asintió con la cabeza.
- Hágala pasar, pero solo a ella.
Catriss
bajó las escaleras a toda velocidad y gritó en el último escalón. Se lanzó
contra su padre, pero Julss la interceptó y la abrazó. Gritando y berreando
Catriss se aferró a Crowley y lo golpeó en la espalda. Nadie podía verla a la
cara. Cuando la policía llegó el inspector Otis Plarcar trató de calmar a
Catriss y exigió un recuento de los hechos. Julss y Aless rindieron sus
declaraciones, así como los sirvientes. Otis les agradeció a los detectives que
no dejaran bajar a los otros invitados. Sus policías les tomarían sus
declaraciones, uno a uno. Catriss no quiso seguir abrazada, en vez de ello se
sentó en el suelo como una niña y tomó la mano de su padre. Cuando los
camilleros trataron de zafarla Catriss les gruñó y Julss tuvo que separarla
cuidadosamente. Se aseguró que Catriss tuviera permiso del inspector de viajar
en la ambulancia con el cuerpo de su padre antes de subir con los otros
policías.
- Detectives,- Celestina Craven
les tomó del brazo y los llevó a la puerta de la cocina, escondida de su marido
y de los demás.- se los suplicó, lleguen al fondo del asunto. Investiguen esta
maldición que ha caído sobre nosotros. Líbrenos de ella.
- Lo haremos.
- Muy bien. Hablaré después con
ustedes, cuando tenga más tiempo. Tengo que regresar a mi marido.
- ¿Señor Crowley?- La puerta se
abrió un poco y se asomó la ama de llaves.- Entre por favor.
- ¿Qué ocurre?- Julss y Aless
entraron disimuladamente. Cassielle apuntaba a los platos y copas en la enorme
tinaja de lavado.
- Me di cuenta hasta ahora, con
el agua. No sé si deba decírselo a la policía.- Aless y Julss se miraron entre
ellos y después a la ama de llaves. Cassielle, frustrada, señaló hacia la
tinaja. Una de las copas metálicas despedía un fuerte olor a almendras.
- Veneno.- Concluyó Aless.
- Creo que son varias las copas
envenenadas. No puedo estar segura. Si le digo a la policía entonces habré
traicionado a la señorita Catriss, si no les digo... Puede ser peor.
- ¿Cómo sabe que fue Catriss?-
Preguntó Aless.
- Porque ella vio lo que yo.
Subió del sótano, de la cava, con una caja repleta de copas que ahora resultan
estar envenenadas. No es evidencia suficiente, pero sería terrible a manos de
la policía.
- Ya veo.- Aless se aflojó la
corbata y se guardó el monóculo en un bolsillo del saco.- No le diga nada a la
policía. El honor familiar es más
importante que esos burócratas uniformados.
- Haremos al respecto, no se
preocupe Cassielle.
- Gracias señor Crowley, se lo
agradezco.
- Vámonos, la policía se hará
cargo.- Caminaron en silencio hasta el globo. Julss suspiró cansado y se quitó
la corbata de mala gana y el sombrero.
- Odio las fiestas de sociedad.
¿Por qué no pueden ser como la gente normal y matarse en otra ocasión?- Aless
piloteó el globo aerostático hacia el cielo nocturno.- Ésta gente es más
peligrosa que todos los psicólogos, magos y alquimistas del mundo. Al menos
ellos tenían estándares, ésta gente no los tiene. Tú escuchaste a Parsifal,
¿filósofo rey?
- Sí, su análisis me pareció
mediocre, cuanto menos. Pero por más que nos parezca inmundo el pensar de esa
forma, y temamos las consecuencias que semejantes pensamientos tendrían sobre
la sociedad civilizada, no tenemos otra opción más que pensar como ellos. El
asesino de Teofil Nelte es tan decadente como ellos. Sus motivos son tan
decadentes como ellos. En ambos casos.
- ¿Porqué separas los casos?
Estoy seguro que Brina y Teofil murieron por los mismos motivos.
- Eso, mi estimado amigo, lo
veremos muy pronto.
4.- Contingencia y necesidad
“El nuevo médico” Fotografía de
Larss Berkin
El
taller de al lado trabajaba con un ventilador. Sus herramientas neumáticas
soltaban agudos chillidos y cortaban la conversación. Julss, desesperado, lanzó
un zapato contra la pared para callarlos. Funcionó, aunque no del todo.
Mientras los detectives discutían las particularidades del caso Marli entró a
la oficina cargando una caja y un pizarrón de corcho. Colgó el pizarrón y fue
extrayendo recortes de periódicos, papeles, ganchos, estambre y pequeños
clavos.
- Todos piensan que fue Catriss,
pero no fue ella. Difícilmente tuvo la ocasión.
- Es cierto Julss, excepto que
hay una manera de salir de la cava, atravesar el jardín, trepar por una
enredadera, algo perfectamente posible para una ágil chica de 16, y subir al
salón donde estaba su padre.- Julss gruñó. No le gustaba esa teoría.
- Lo mata y se queda con todo,
¿no es cierto?
- Ésa parecería ser una tesis
lógicamente consistente.
- La compañía de Teofil se venía
abajo, pero él estaba seguro de salvarla, ¿por qué no esperó? Es joven, no
estúpida. Sabe que si lo mata ahora todos sospecharán de ella. Si esperaba, la
compañía mejoraba y podía hacerlo de manera más eficiente.- Marli chifló y les
interrumpió.
- Mientras siguen acusando y
defendiendo a esa chica, quiero que vean esto.- En el pizarrón Marli había
colocado los nombres de todos, recortes de periódico cuando había y organizado
el estambre para unir una cosa con la otra.
- Marli, mi vida, eres la mejor.-
Julss la besó y Marli se sentó sobre el escritorio de Aless.
- Si buscan algo, es mejor tener
un mapa.
- Brina es la única amiga de
Catriss, ella es la hija de Teofil.- Aless unió sus nombres con estambre.-
Parsifal era el amante rechazado de Brina, Inmass su maestro, Niet su amante
ocasional.
- ¿Qué une a cualquiera de ellos
con Teofil?
- Nada que yo sepa. Su compañía
tanto se beneficiaba con Markus como con ellos.
- Hay otra unión.- Julsss unió a
Grisel Rass de Nelte con Marnio Werrel.
- No te lo puedes quitar de la
cabeza, ¿no es cierto?
- No Aless, es demasiado
importante aunque no sé porqué.- Crowley se puso su saco y sombrero.- Hay algo
que quiero revisar. Debería estar en la habitación de Catriss. Algo sobre su
madre.
- Voy por mi abrigo.- Dijo Marli.
Los detectives la miraron sin decir nada. Tenían sus objeciones, pero le tenían
más miedo a ella.
Viajaron
en globo hasta la mansión Nelte. La amplia canastilla les permitía a los tres
sentarse y contaba con un perchero para bufandas y gogles para todos. Con el
costo de unos chelines de más uno de los globos más rápidos, los de hélice
mecánica, se uniría al globo de Aless mediante dos garras mecánicas sólidamente
amarradas al globo y a la canasta. Disfrutaron el exceso de velocidad hasta la
colina. En la puerta fueron recibidos por un ojeroso sirviente con mirada
perdida. Julss pidió por la ama de llaves y esperaron al sol hasta que la
puerta exterior se abrió y pudieron entrar a un minúsculo recibidor verde
bosque con pequeñas e incómodas sillas.
- Señor Crowley, qué gusto verlo
de nuevo.- Dijo Cassielle.- Y ésta debe ser su esposa. Se ve muy flaca, ¿segura
que no quiere nada de comer? No sería molestia.
- No, gracias. Tenemos que
pedirle un favor más grande.
- Oh, no lo sé. La policía sigue
aquí, parece que no se irán pronto. No podemos hacer nada que...
- No se preocupe por la policía.
Mire, este es el asunto, usted lo entenderá. Estamos investigando la muerte de
Brina Lorcat y de Teofil Nelte. Brina era la única amiga de Catriss y Teofil
era su padre. Pensamos que todo se centra en ella, aunque yo no la considero
culpable. Quiero saber más sobre el suicidio de su madre y Catriss mencionó que
tenía la nota suicida.
- Yo tampoco creo que Catriss sea
culpable de nada. No estoy muy cómoda con la idea de violar su privacidad, pero
mejor ustedes que algún policía holgazán. El cuarto está del otro lado, al
segundo piso. Dense la vuelta, yo les llevaré una escalera. Traten de ser
veloces.
Marli
Hilegger no estaba celosa, pero disfrutaba viendo a su marido buscando las
respuestas más inocentes y falsas. Una simple mirada bastaba para que Julss se
sonrojara y evitará su mirada. No podía darle la vuelta rápidamente pues se
topaban con el barranco y tenían que recorrer todo el terreno. Hilegger mantuvo
a su esposo sonrojado y, cuando llegaron a la parte del jardín donde les
esperaba la enorme escalera de mano, Marli besó a su marido cariñosamente.
Aless subió primero, Julss estaba a punto de subir cuando le cedió su lugar a
su esposa. Marli se aseguró de sostenerse la falda entre las piernas todo el
camino hasta la ventana abierta. La habitación era muy grande, donde antes
habían estado las casas de muñeca ahora descansaban maquetas de las fábricas y
modelos de máquinas más grande. La cama de una niña, pero el escritorio de una
adulta. En sus libreros los cuentos de niños y los manuales de ingeniería
ocupaban espacio. Julss buscó debajo de la cama y detrás de los muebles en
busca de contrabando. Lo único que encontró fue una bolsa de golosinas oculta
debajo del tapete bajo la cama.
- Éste es un nuevo bajo, incluso
para ti.
- ¿Te vas a quejar Aless, o me
vas a ayudar? Empieza con el escritorio.
Aless
trató de buscar detrás del pesado escritorio, pero prefirió empezar en los
lugares más obvios. Con ayuda de Marli fueron revisando cajón por cajón en los
tres pisos de cajones y estantes sobre
el pesado mueble. En una de las patas había un cajón con fondo falso que se
abría al empujarlo con fuerza. Las delicadas manos de Aless Guevola alcanzaron
a tocar un papel y sacarlo a la luz. Lo leyó en voz baja hasta que Julss se lo
quitó.
- No olvides donde estaba, hay
que devolverlo idéntico.- Julss leyó en silencio y lentamente se fue irguiendo
cada vez más.- Esto es terrible.
- ¿Qué es lo que dice?- Preguntó
Marli.
- Dice que la extrañará
muchísimo, que se lamenta por lastimarla de esa manera... No menciona a su
esposo. Tampoco a Marnio. Lo escribió para su hija.
- Lee el final Julss.
- Al final dice: “por más que
trato no lo puedo evitar, lo sé y eso no se borra. Yo lo sé. No puedo evitar
saberlo.”
- Teofil murió por su pasado.-
Dijo Aless.
- Seamos realistas Aless,-
Guevola regresó la carta a su lugar, mientras Julss seguía hablando.- todos
moriremos por nuestro pasado. Nos empuja hasta el precipicio. Murió por su
presente, hay que saber realmente cómo eran sus condiciones. Quizás la policía
tenga su correspondencia privada y nos deje leerla.
- Si me permiten,- dijo Marli.-
no hay tal determinismo. Alguien lo quiso muerto y eso es todo. Quizás Brina
Lorcat sabía algo que compartió con Teofil. No sería imposible. Si venía a
visitar a Catriss aquí, sin duda se habrá topado con Teofil más de una vez.
- Brina Lorcat era una
oportunista, quizás se acostó con Teofil y Catriss los mató a ambos.
- Vaya, vaya Aless, hasta que tu
mente refinada se rebaja al fango en la que vive la mía.
- Vayamos a la policía Julss, y
trata de comportarte.
- Prometo intentarlo.
- No apostaría al respecto.- Dijo
Marli.
El
globo descendió en una plaza cerca del edificio de la policía. La plaza en el
techo de un conjunto de cuatro edificios era un bosque iluminado con un pequeño
mercado al que conectaban varios puentes. Marli se llevó el globo, lo dejaría
en un lugar seguro y pasaría por ellos en auto. Julss miró con melancolía al
mago que vendía, desde un tapetito rojo, sus pociones y amuletos. El vendedor
miraba suplicando a sus potenciales clientes. Su época había pasado. Ahora el
que vendía pequeños soldados de plomo que caminaban mecánicamente tenía más
clientes de los que podía controlar. Uno de los pequeños soldados chocó contra
Aless Guevola. Lo recogió, lo miró intensamente y mientras el vendedor
protestaba se lo pasó a su compañero.
- Mira eso Julss. Si esos
filósofos e industriales tienen éxito todos seremos reemplazados por algo como
eso.
Crowley lo olfateó y
le dio cuerda. El vendedor ya no protestaba, tenía que abrir una caja de madera
repleta de ellos y sabía que si se distraía le robarían. Crowley lo puso a
caminar a un lado de las escaleras de descenso hacia el edificio. El soldado
caminó y marchó hasta la orilla y sin pensarlo dos veces se tiró al vacío.
Guevola lo vio descender hasta reventarse en pedacitos y se colocó el monóculo.
Acompañó a Crowley por las escaleras hasta el elevador que los llevaría, como
manadas de cincuenta personas por ascensor, hasta la calle.
Se encontraron el
inspector Otis en la entrada y discutieron el caso. Otis no tenía nada que ellos
no tuvieran y los detectives privados prometieron compartir información en
cuanto algo surgiera. El inspector les firmó un permiso para hurgar entre las
pertenencias de Teofil que habían llegado al salón de evidencias. La mayor
parte de la evidencia era su correspondencia personal. No había nada que
apuntara a Brina, ni que fuese fuera de lo común. La mayor parte de las cartas
eran de sus contadores asegurándole que estaría en bancarrota en poco tiempo.
Había cartas sobre su hija, pero él la defendía diciendo que todo eso sería
suyo algún día.
Al
salir Marli les estaba esperando a un lado de su auto de vapor. Con cuidado de
no mancharse abría los limpios paquetes de carbón sobre un depósito. El
depósito tenía una abertura al fondo donde el carbón caía sobre un brazo
mecánico operado por una válvula de vapor. Cuando la válvula indicaba una
pérdida de presión el brazo dejaba caer más carbón a la caldera. Julss le ayudó
conectando la manguera de tela del poste hidráulico. Pagó unas monedas por una
ranura y llenó la caldera de agua. Aless, mirándoles como el miembro de la
nobleza que realmente era, esperó pacientemente a que terminaran.
- ¿Nada interesante?
- Nada, pero tengo una
corazonada.
- Yo también.- Dijo Aless.
- ¿Cuál, mi estimado monóculo?
- No, vayamos en orden. Juventud
antes que belleza.- Bromeó.
- Marnio Werrel.
- No puedes olvidarte del amorío,
¿no es cierto?
- ¿Qué puedo decir? Es sórdido,
sucio y morboso. Es como un imán para mí. Pasado más presente es igual a
muerte. Quizás el amante quiso terminar lo que debió haber hecho hace mucho.
- Yo también estaba pensando en
él, pero desde otra perspectiva. La herencia, eso vincula a Parsifal Tolpan,
que de por sí está muy metido en la red
- No lo puedes perdonar por lo
del filósofo rey, ¿no es cierto?
- Hay que ubicarlo primero.
Marli
se detuvo frente a una de las nuevas
casetas telefónicas. Se sortearon la mala suerte y le tocó a Julss. Llamó al
despacho de Marnio, que también era su casa y no se encontraba allí. Llamó a
las fábricas cuyos números había apuntado antes, sin ninguna suerte. Al final
llamó al centro de investigaciones filosóficas y ahí estaba. Conforme se
acercaban a los puentes para cruzar el Miskatonic la niebla de hollín se alzaba
paulatinamente. Aless había sido educado en Königsport, donde lo primero que se
enseña es a respetar y temer aquello que no se ve, porque en muchas ocasiones
lo desconocido te mata. Guevola había visto el barrio fantasma, la misteriosa
neblina donde más de un pescador desaparecía para siempre y hasta la fascinante
maravilla de la alquimia. En Dunwich, sin embargo, nada era ya desconocido.
Aquella neblina no tenía nada de mística, provenía de las chimeneas de las
fábricas. La neblina ya no se llevaba a la gente, las fábricas lo hacían. Muertos
vivientes, zombies y reanimados ya no vagaban de noche por las callejuelas,
ahora lo hacían los obreros de fábrica, cansados y ebrios.
- Llegamos.- El viaje había sido
silencioso, cada quien había estado sumido en sus pensamientos.- Nena, hazme un
favor y recarga el auto. No sé cuánto tardemos.
El
ambiente en el centro de investigaciones era completamente diferente. Ya no
había contadores en la entrada mostrando sus libros llenos de pérdidas. Hombres
de batas blancas, delantales de cuero, extrañas máscaras de cuero, todos ellos
estaban celebrando. Los detectives subieron las escaleras mecánicas. Los
filósofos celebraban también, en compañía del inversor principal Marnio Werrel.
La champaña y el vino fluían libremente. Marnio los vio en la entrada y salió
con ellos.
- ¿Ustedes también vinieron?-
Marnio estaba un poco borracho.- Vamos a ser ricos con esto. Pobre Teofil, si
hubiese vivido un día más habría visto el milagro. Su mínima inversión en ésta
compañía habría sido suficiente para rescatarlo de sus apuros.
- Le dejaremos en un minuto,
señor Werrel. Sólo quiero hacerle una pregunta sobre usted y la fallecida
Grisel Rass de Nelte.
- ¿Y cuál es la pregunta?
- Usted sabe la pregunta.
- Ya sé a qué se refiere.- Marnio
se contoneaba como un idiota mientras sostenía su copa con equilibrio perfecto.
Se tropezó hacia atrás y un librero lo detuvo.- Sí teníamos un amorío Grisel y
yo. Poco a poco comenzó a odiar a su marido, no sé porqué... Esperen, ¿no
estarán pensando que tuve algo que ver con lo de Teofil? Pero si yo estaba con
los demás invitados, ustedes me vieron.
- Gracias por su tiempo. Regrese
a su fiesta y felicidades por el milagro.
- Puede ser importante o podría
no serlo.- Salieron del edificio y se detuvieron mientras Crowley encendía un
cigarro.- Quizás deberíamos empezar a considerar el suicidio de Brina como eso,
un suicidio. Quizás sí se mató la pobre chica y algo como efecto de ello
desencadenó la violencia.
- Quizás, pero aquí hay más de lo
que estamos viendo. Mucho más.- Saludaron a Marli y se quedaron apoyados contra
las puertas del auto.- Los nobles entienden de ideales superiores, los
aristócratas entienden del honor, y los nuevos ricos entienden sólo una cosa,
dinero. Si seguimos el dinero entenderemos mejor a éstas personas.
- La herencia del viejo Varner.
- Así es. Parsifal Tolpan nunca
se recuperó del todo. Si él obtenía la herencia lo ganaba todo. Sería el
filósofo rey en su remedo de reino.
- Quizás Aless tenga razón,- dijo
Marli mientras todos subían y jalaba la cadena para unir los mecanismos debajo
del coche que hacían girar las pesadas ruedas.- podría haber un triángulo entre
Tolpan, Brina y Teofil por medio de dinero.
- ¿Dónde buscamos el despacho de
Marnio?
- Descuida mi amor, es mi
trabajo. Su despacho está en su casa.
- Supongo que nunca llega tarde a
trabajar.
Tomaron
un camino secundario, hacia el despacho ubicado en una de las esquinas de la
enorme mansión Werrel. El jardín delantero, con sus fuentes y senderos boscosos
daban la impresión que la mansión existía a solas en la colina. El piso de piedra
hacia el despacho estaba gastado en un camino hacia la puerta. La secretaria
personal del señor Werrel les vio entrar a través de la puerta de cristal. La
secretaria se puso nerviosa al ver sus identificaciones y, aunque tuvieron que
convencerla, finalmente accedió a llevarlos a los archivos. Julss se quedó
atrás y rápidamente fue buscando los recados que la secretaria había apuntado.
La mujer había tirado a la basura aquellos recados que tenían más de dos días.
Revisando los pedacitos de papel Crowley leyó que Tolpan había hablado varias
veces sin ser respondido, Inmass Kantor había dejado varios mensajes
preguntando si el resultado hacía financiable la investigación, llamadas de los
contadores y otros despachos de diferentes provincias. Regresó con los demás a
tiempo de que la secretaria notara que faltaba. La secretaria se plantó frente
a un archivero, trató de mover el tapete con sus pies y, con mucho cuidado, se
fue agachando hasta el archivero de hasta abajo.
- No, por favor,- decía Aless.-
deje que yo le ayude.
- No, tengo que hacerlo sola. El
cajón está desrielado y hay que cargarlo o se cae sobre el piso de madera.- Con
un brazo lo levantó y abrió y con el otro rápidamente escaneó los nombres en
las etiquetas hasta encontrarlo.- Aquí.
- Yo se lo sostengo.- Aless abrió
el fólder y comenzó a leer, con Marli y Julss leyendo sobre su hombro. El
testamento estaba fechado de hacía cinco años, firmado por dos testigos, el
abogado personal Wallem Aloren y su mentor Lazlo Socress. No había duda, el
testamento dejaba todo a Marnio, no había habido truco en eso.
- Gracias por todo.- Regresaron
al auto saliendo por las puertas de vidrio de la sala de archiveros, que
también era una pequeña biblioteca.
- Estamos corriendo en círculos.-
Se quejó Marli.- Por más que iluminamos éste o aquél detalle no ha visión de
conjunto. Sin embargo, no habrá visión de conjunto hasta que no sepamos desde
qué punto de mira analizar los asuntos.
- Lo único que nos queda es dar
golpes en la oscuridad, a ver qué encontramos.- Julss revisó su reloj y miró al
cielo oscuro y estrellado.- Hora de cenar. ¿Creen que Catriss esté libre?
- ¿Porqué, la piensas invitar a
salir?
- Más o menos. Pero vamos a la
fábrica mejor, seguramente trabajará hasta tarde.
Marli manejó hacia la
ciudad industrial y encendió sus faros de gas. Era la hora de salida de los
obreros y las masas de hombres sin vida en los ojos se apoderaban de las
calles. Eran tantos que no cabían en la acera, y todos salían de trabajar al
mismo tiempo. Eran famosos los ladrones que podían agenciarse las carteras del
al menos siete obreros en menos de diez minutos. Tenían que hacerlo, porque los
obreros rara vez cargaban con suficiente dinero. Julss los vio a través del
vidrio y sintió lástima por ellos. Se imaginó a la fábrica como un enorme
monstruo mecánico que reemplazaba sus voluntades por resortes y engranes. ¿Dónde
cabía Catriss en todo eso? Quizás la reina de la bestia, quizás la bestia
misma. No podía decidirse.
- Ahí.- Aless gritó y señaló a
media cuadra. Marli se detuvo y se orilló para dejar pasar a un camión repleto
de obreros. Julss frunció el ceño hasta que la vio. Catriss se encontraba
discutiendo con alguien dentro de una antigua carroza de caballo.
- Voy a acercarme poco a poco, a
ver si vemos a la otra persona.- Marli aceleró, pero Catriss se dio cuenta, se
cubrió la cara con su bufanda y corrió entre los pasadizos. La carroza aceleró
y tomó otra calle, Marli no pudo alcanzarle detrás de tanto tráfico y después
de una breve y lenta persecución de cinco minutos, los habían perdido.- Julss
querido, si ahora quieres que vayamos a su casa puedes bajarte e ir solo. Tengo
hambre.
- Yo también,- dijo Aless.- regresemos a la oficina.
Compraron
la comida en un restaurante flotante sobre un edificio abandonado no muy lejos
de la oficina. Marli compró el hígado y Julss y Aless compraron cualquier otra
cosa. Cuando regresaron a la oficina, muertos de hambre y cansancio, se
decepcionaron al ver la luz prendida. Julss sacó su “Apocalipsis”, pero sabía
que no sería un ladrón. El lugar estaba asegurado y probablemente les convenía
que fuera un ladrón o piro maníaco, pero no tenían tanta suerte. Era la
clienta, quien les había estado esperando por más de una hora sentada sobre el
escritorio de Marli y fumando un cigarro tras otro.
- Disculpe, tuve que salir con
ellos.- Se defendió Marli.
- No me importa que me hagan
esperar, sólo me importan los avances en el caso.
- ¿Ya vio nuestro pizarrón de
corcho?
- Sí, y no me impresiona.- Julss
y Aless se miraron nervioso y, quizás por el hambre o el agotamiento, Julss
suspiró, se ubicó en su escritorio y desenvolvió su comida.
- Tengo que comer, lo siento.
¿Quiere un poco?
- No gracias.
- ¿Le traigo algo de beber?-
Preguntó Marli, pero Celestina negó con la cabeza.
- Aless, tú eres el educado. Habla
con la dama.- Celestina caminó en círculos mientras Aless detallaba cada uno de
sus movimientos y hallazgos. Celestina Craven se cansó y se sentó en una silla
frente a Aless.
- Han tenido un día ocupado, pero
¿creen que podrían encontrar al asesino?
- Es sólo cuestión de tiempo.
- Por si a caso le pediré a
Wallem que redacte el testamento de mi marido. Dios no lo quiera...
- ¿Wallem Aloren es su abogado?-
Preguntó Aless.
- Sí, y muy bueno por cierto.
Pero en fin, ¿me dicen que no están seguros de las conexiones?- Celestina puso
su bolso sobre el escritorio de Aless y mientras buscaba su cigarrera él se le
quedó viendo a los puños de su camisa.
- Esos gemelos son un poco...
masculinos, ¿no le parece? Disculpe la intrusión, pero me resultan conocidos.-
Julss se levantó para verlos de cerca mientras Celestina encendía un cigarro.
- Los he visto antes en uno de
los filósofos.
- Friss Niet me los regaló. Más
bien me los prestó. Sabe que me gustan.- La cliente se puso de pie y se
despidió con un ademán.- Están comiendo, debería dejar que cenaran. Se lo han
ganado. ¿Mañana temprano regresarán a trabajar?
- A primera hora.
- Perfecto. Hasta luego,
detectives.- La miraron partir y se miraron entre ellos.
- No lo digas.- Dijo Aless.- Ni
siquiera he cenado.
- La cena se arruinó. Vamos a
seguirla. Llévate la comida al auto.
- ¿Y arruinarlo con el olor a
carne? Imposible.
- Que no se diga que nunca
sacrificaste comodidad por civilidad.- Julss besó a Marli y le explicó lo que
harían.- No tardaremos mucho.
Siguieron
a Celestina de lejos, su auto de vapor tenía una lámpara rota y era fácil de
distinguir en el tráfico. Aless, cuyo estómago hacía ruido por el hambre, la
fue perdiendo conforme se acercaban a los puentes. No necesitaba seguirla de
cerca. Tomó otro puente y la volvió a seguir de ahí. No iba hacia el centro de
investigaciones, pero tampoco iba lejos. Celestina se detuvo en una modesta
casa de dos pisos. Los detectives se detuvieron a media cuadra. Friss Niet
abrió la puerta, vistiendo juvenilmente. La besó y la abrazó antes de que
entraran. Crowley y Guevola se miraron sin decir nada. Sabían algo nuevo. Tardaron
más de una hora al regresar, pues un tranvía se había volcado en una populosa
avenida y Aless no dejó de maldecir el transporte de masas. Al regresar a la
oficina Aless no medió palabra con Marli y fue directo a su cena fría. Julss y
Marli se fueron primero, después Aless. Habían tenido un día cansado y sabían
que les esperaba otro peor. A la mañana, poco después que Aless y Julss se
acomodaran en la oficina sonó el teléfono. Marli lo contestó en voz baja y
tardó en abrir la puerta. Los detectives sabían que era algo malo.
- ¿Qué pasa?
- Acaban de hablar Julss, Catriss
Nelte se suicidó anoche.
5.- El club de las suicidas
La nueva mujer
La larga lucha del feminismo y
sus rostros. Por Wendolin Olss
Aless
amarró el globo en el puerto aéreo del segundo piso y entraron a la mansión.
Los detectives entraron a la habitación de Catriss mostrando sus
identificaciones a la policía. Catriss estaba colgada del alto techo. Para
alcanzar el techo había movido el escritorio y colocado sobre él una pesada
silla que se vino abajo cuando la pateó de debajo de sus pies. En su mano
izquierda aún tenía medio apresado un oso de peluche. Había vivido como adulta,
pero al menos al morir, pensó Julss, recordó su infancia. El inspector Plarcar
se les acercó por la espalda.
- Donde quiera que vayan, los
siguen los cadáveres. El dúo de la muerte y destrucción.
- Yo soy muerte,- dijo Julss.- él
es destrucción. ¿Qué ha encontrado? Nuestro cliente quiere que le informemos de
este caso también.
- Hemos interrogado a todos, sin
encontrar nada relevante. La ama de llaves cocinaba para hoy, dice que quería
sorprender a Catriss antes de salir a trabajar con un rico pastel. Mientras
cocinaba podía ver el acceso trasero y el del sótano. El guardia de seguridad
que dejamos hacía sus rondas por la puerta de acceso principal, se relevó tres
veces durante la noche con su compañero y ninguno vio nada. El jardinero duerme
cerca del barranco y dice que nadie escaló la pared de la casa. Él asegura que
duerme poco y mal. Olí el alcohol en su aliento a las siete de la mañana, así
que le creo. Todos dicen lo mismo, nadie vio ni escuchó nada.
- ¿Y en su cuarto inspector?
- Bueno... Eso es distinto.- Le
tronó los dedos a uno de sus uniformados y le acercaron una pequeña botella
rosada.- La encontraron al fondo de un cajón, bien escondida. Es veneno, huele
a almendras o algo así. ¿Por qué se suicidaría con una soga si tenía veneno? No
lo sé.
- Quizás no se atrevía.- Era el
mismo veneno que con la copa, pero el inspector Otis no sabía de eso y Julss se
iba a asegurar que eso no cambiara.- Sólo tenía 16 después de todo.
- Sí bueno, no deja de ser
sospechosa para mí. Disculpen.- El inspector ayudó a un uniformado a cargar el
escritorio y regresarlo a su lugar una vez que el cuerpo había sido
desamarrado.
- ¿Qué piensas?- Los detectives
salieron del cuarto y bajaron las escaleras de mármol para dejar trabajar a los
policías.
- No debí desayunar tan pesado.
- Claro, ¿y fuera de eso?
- No sé Aless, no lo sé.
Simplemente no sé qué pensar.
- Yo tampoco. Pareciera que el
círculo se ha cerrado, pero nos ha dejado entrever algo que nunca me había
fijado con la suficiente atención hasta ahora.- Se refugiaron a un lado de la
cocina mientras los policías cargaban la camilla con Catriss acostada en ella.
Julss la vio de cerca, no se parecía en nada a la vivaz y traviesa niña que
había conocido de diez años.- Brina Lorcat, su única amiga, también está
muerta. Teofil a punto de salir de apuros económicos y muerto también. Brina y
Catriss tienen otra cosa en común, detestaban a Woltar Varsem. ¿Lo recuerdas
del diario de Brina que leímos y de la fiesta? Las dos detestaban a Varsem.
- Y las dos están muertas. Ven
conmigo, quiero hablar con Cassielle.- Entraron a la cocina y la encontraron
pelando una papa con la mirada absorta.- ¿Cassielle?
- Señor Crowley, no tengo nada
que ofrecerle.- Julss confortó a la ama de llaves y se sentó junto a ella en un
taburete ato.
- Hábleme de anoche.
- Ya se lo dije a la policía,
estaba cocinando. Iba y venía a la puerta trasera, la que comunica cerca del
barranco. No pasó nada fuera de lo normal. Bueno, que la policía necesite
saber.
- ¿Qué pasó?
- Alguien vino a visitar a
Catriss, muy tarde en la noche. Pero cuando se fue Catriss estaba bien, la vi
despidiéndose en el barandal del segundo piso.
- Vamos Cassielle, sabes que te
preguntaré quién fue.
- Celestina Craven. Pero la
policía no necesita saber. Además, no me caería mal ganarme el favor de Celestina y tener otro trabajo ahora que
ya no ha quedado nadie.
- ¿No querrá decir con Markus
Brastel?- Le corrigió Aless.
- No, Celestina Craven. El dinero
es suyo. Su esposo lo gasta en quién
sabe qué cosas. Parece ser que el señor Brastel ha perdido mucho dinero debido
al milagro que salvó a esos filósofos.
- ¿Alguna idea de las
dificultades económicas del señor Nelte?
- No me metían en sus problemas
personales señor Crowley. Lo único que sé es que estoy desempleada, que la
compañía Nelte estará en bancarrota sin Catriss para que la haga funcionar.
- Si Markus Brastel ha perdido
tanto del dinero de su esposa, ¿cree que la contrate la señora Craven?-
Preguntó Aless.
- Lo ha perdido, pero la compañía
Nelte es su principal competidora en no-sé-qué-área, minería, metalurgia o qué
cosa. Sin los Nelte, dominará el mercado. Leo mucho el periódico financiero,
¿se me nota?
- Eres toda una conocedora
Cassielle. Buena suerte.
Los
detectives probaron suerte en la residencia Brastel. Celestina estaba en el
jardín trasero, practicando su puntería. Un riel empujaba un conejo metálico
por un sendero sinuoso y la tiradora tenía que atinarle antes que llegara a la
meta. En ésta ocasión, sin embargo, no había conejo, sino libros. Con cada tiro
un sirviente instalaba otro viejo tomo donde el conejo solía estar.
- Señora Craven, qué suerte
encontrarla aquí.- Celestina se colocó sus gogles y calibró el visor girando de
las ruedas hasta que estuviera perfecto. El libro avanzó a toda velocidad,
rodeando una piedra, cruzando un arbusto y perdiéndose entre los árboles. En el
último momento posible el libro estalló en pedazos, sus hojas flotando por
todas partes.
- La entiendo, yo también odio
esos nuevos manuales de conducta que están tan de moda.
- Nada de eso detective Crowley,
son libros de alquimia y de magia.- Julss la miró torcido y Aless quedó
boquiabierto.- Ahora que los filósofos han demostrado que las ciencias
mecánicas no necesitan de la complicada metafísica o de la caduca sabiduría, ya
no tiene sentido tenerlo.
- Ya veo...
- ¿En qué puedo ayudarles?- Gritó
la orden, se acomodó los gogles y disparó. El libro se partió en dos entre los
arbustos.
- Usted se vio con Catriss Nelte
anoche. La policía no lo sabe, cortesía de la ama de llaves Cassielle Moirka.
Nos gustaría saber qué hacía ahí para saber más sobre la víctima.
- La visité para platicar. Desde
que Brina murió ella ha estado muy sola, y después ocurrió lo de su padre.- Se
armó de nuevo y Aless la distrajo antes de que hablara.
- ¿La visitó a la mitad de la
noche?- Celestina pensó en una buena mentira, pero Guevola la detuvo con un
gesto.- No es necesario, creo que tengo una idea de lo ocurrido. Anoche sostuvo
un encuentro amoroso con su nuevo amante, Friss Niet y se lo quiso decir.
- Pues...
- Nadie lo sabrá. Somos dos
lápidas señora Craven.
- Nadie debe saberlo, pero sí. Se
lo quise decir y pedirle que no lo escribiera en su diario. Ella no llevaba
diario, así que no hubo problema. Anoche me dijo que Brina sí llevaba diario,
¿es cierto?
- Sí, y no la menciona como
amante. Pero, ¿está usted consciente que Friss Niet también era...?
- ¿Amante ocasional de Brina? Sí,
lo sé. Me lo dijo anoche. Le pregunté sobre Brina, no me dijo nada nuevo.
Anoche, cuando hablé con Catriss ella parecía normal, para sus estándares, pero
tensa. Estaba muy tensa y no sé porqué. Quizás por la muerte de su padre.
- Quizás.- Dijo Julss, recordando
la discusión que había tenido con un extraño.- ¿Qué hay del futuro empresarial
de la compañía Nelte?
- Wallem Aloren tratará de
mantenerla a flote mientras ubica a los primos de Catriss para que se hagan
caso. Básicamente se encargará de que la bancarrota técnica no implique
venderlo todo.
- Wallem Aloren parece ser todo
un tipazo.
- Extravagante manera de decirlo,
detective Crowley, pero sí. Aloren se especializó en leyes empresariales en la
Universidad canónica de Königsport. Es un claustro semi-religioso.
- He oído de ellos,- dijo Julss.-
se encierran y no salen hasta tener su título o muertos de vergüenza.
- Fue hace siete años, ahora que
está en Dunwich se está haciendo de mucho dinero.
- ¿Su marido era un competidor
serio contra la compañía de Lazlo Socress?
- Pues sí, perdió mucho dinero en
otra de sus brillantes decisiones.- Markus Brastel apareció detrás de un árbol
sosteniendo un vaso de whisky con una mano y una escopeta con la otra.
- Detectives en mi jardín, qué
situación más irreal. ¿Te están molestando, querida?
- No primor. Solamente quieren
saber del estado financiero de tus compañías, ahora que la compañía Nelte
definitivamente está enterrada seis metros bajo tierra.
- Pues no estoy seguro de que me
guste su insinuación, señorito.- Aless le miró arqueando una ceja. Markus le
señaló y le tocó con el dedo. Guevola sintió ganas de matarlo, pero se contuvo.
- Me ha tocado, qué extraño.
- ¿Cree que nadie puede tocarlo?,
¿qué es esto, la rebelión de la servidumbre?
- ¿Dónde nació señor Brastel?
- En Köngisport, ¿porqué?
- No, me refiero en qué casa.
¿Acaso no desciende de duque, quizás algún conde, algún lord tan siquiera? No,
claro que no. Se hizo tan rico que un día pensó que las reglas no se aplicaban
para usted. Si me entero que tiene algo que ver en todo esto le arrancaré el
dedo con el que me tocó.
- Mi compañero está cansado, eso
es todo. Vamos Aless, trata de no amenazar a nadie.- Markus iba a decir algo,
pero su esposa lo calmó. Guevola empujó a Julss y caminó solo al auto.-
Discúlpelo, han sido días muy cansado. ¿Dónde estábamos?
- En ninguna parte. Mi esposa y
yo tenemos una cena importante, tenemos las reservaciones especiales al
“Restaurante de la Colina”. Creo que deberíamos prepararnos desde ahora.
- Iré en un segundo amor.-
Celestina esperó a que se hubiera ido y caminaron juntos al auto, donde Aless
fumaba tranquilamente de una pipa.
- No quiero escucharlo,- dijo
Celestina.- Lo siente mucho y yo no. Merecido se lo tiene. Cree que puede hacer
lo que quiera porque tiene mi dinero.
- Ahora me queda claro por qué no
se cambió el apellido.
- No se lo merece detective
Guevola.
- Me gustaría pedirle un favor,
¿cree que podría ubicar a Wallem Aloren y pasarme su número? Me gustaría
discutir algunas cosas con el abogado.
- Sí, por supuesto. ¿Qué harán
ahora?
- Comer algo y hablar con Woltar
Varsem.
- Vaya, ese...
- ¿Ése qué?
- No, no es nada. Es solo que
Brina lo odiaba, Catriss también. Quizás lo aprendió de su madre. Buena suerte
detectives.
Comieron
con Marli, aunque Julss comió poco cuando leyó el diario vespertino y se
encontró con la fotografía de Catriss. No lo admitía, al menos no a su esposa,
pero sentía cierto vínculo con ella. Cuando Aless le contó a Marli sobre la
práctica de tiro de Craven y Brastel. Fue ella quien mejor lo resumió, a
opinión de Aless, cuando dijo “han sido cegados por la luz”. Después de comer
Marli insistió en acompañarles y Julss no tenía fuerzas para negarse.
La
mansión de Woltar Varsem se encontraba al final de un largo y sinuoso camino
empedrado rodeado de farolas de gas y estatuas de mármol. Estacionaron fuera y
caminaron a la mansión. Una ligera llovizna caía sobre las colinas. El agua
mantenía a la neblina, que se arremolinaba como leche cortada, por debajo de la
rodilla.
- ¿Qué hay en común entre el club
de las suicidas? Todas odiaban a Woltar Varsem.- Se apartó del camino y se
acercó a uno de los autos. Marli nunca había visto algo semejante. El automóvil
tenía una larguísima parte delantera donde escondía el motor bajo una pesada y
elaborada placa metálica. En vez de tener la caldera en la parte trasera, el
nuevo modelo lo tenía en el motor delantero y en la parte de atrás. La larga
cabina trasera era mucho más cómoda que en los modelos estándares.
- Me gusta el auto y creo que nos
dice algo del señor Varsem.- Marli señaló el asiento sobre el que se
encontraban rosas y una caja de chocolates.
- Parece todo un conquistador.
- Sí Julss, tiene de todo, desde
perfume hasta felpas y orquídeas.- La luz de la entrada se encendió y un hombre
se asomó.- No olviden, Varsem no estaba en la fiesta de Teofil.
- ¿Les puedo ayudar en algo?
- Sí, somos Crowley y Guevola,
detectives privados.- Le mostraron sus identificaciones y el hombre los
acompañó dentro.- Nos gustaría hablar con el señor Varsem. ¿Quién es usted?
- Soy su asistente personal. El
señor Varsem se encuentra arriba.- El secretario jaló de una pequeña oculta
detrás de un florero.- Bajará en un momento. Imagino que esto tendrá que ver
con el fallecimiento del señor Nelte.
- Imagina bien.
- Cuando Woltar declinó la
invitación pensé que sería una bendición. Él se pone... romántico cuando bebe.
De esa forma pusimos adelantar mucho trabajo.- Woltar Varsem bajó en bata y
pantuflas. La bata estaba un poco abierta, mostrando el vello en su pecho. Se
dirigió primero a Marli, a quien le sostuvo la mano y la besó con delicadez.
- ¿Qué puedo hacer yo por una
mujer tan hermosa?
- Soy el detective privado Aless
Guevola, éste es el detective Crowley y ésa es su esposa.
- Un hombre de excelente gusto.
Acompáñenme. Estaremos más a gustos en el estudio.- Julss no sintió celos, en
vez de ello trató de no reírse. Había algo cómico en ese gorila corpulento,
pero atractivo, con tales manierismos delicados y actitud coqueta.- ¿Y cómo se
llama la orquídea?
- Me llamo Marli Hilegger.- El
estudio estaba cerca de su oficina personal, atravesando un largo corredor
repleto de fotografías. Woltar abrió las puertas del estudio con un empujón y
encendió las luces de gas. Tomaron asiento en cómodos sillones, mientras que
Julss se quedaba apoyado en el umbral de la puerta.
- Queremos hacerle unas preguntas
sobre los Nelte y Brina Lorcat.
- Ya veo...- Woltar suspiró antes
de hablar.- El que me consideren si quiera sospechoso me parece ofensivo. Y no
me digan que no es cierto, porque estarían mintiendo. No soy exactamente el
millonario más popular, y en estos días la popularidad es casi tan importante
como el dinero. Casi.
- ¿A qué le atribuye la mala
opinión que tenía la señorita Lorcat y la señorita Nelte?
- ¿Acaso no es obvio? Brina era
una joven que se ganaba la vida con sus piernas. Disculpe mi expresión,
señorita Hilegger. ¿O era señora?
- Señorita.
- La esperanza nunca muere.- Bromeó
Woltar.- Brina quiso... Yo no quise. No me gustan las mujeres que no tienen
nada que ofrecer más que su cuerpo. Escuché que tomaba clases con ese sujeto
tan famoso, Inmass Kantor. Espero le haya servido de algo.
- ¿Qué hay de Catriss Nelte?
- Ella era demasiado joven para
recordarlo bien.- Woltar sacó una pipa de un cajón y la encendió
parsimoniosamente.- Grisel Rass estaba teniendo unas disputas con su marido, no
sé sobre qué. Dinero me imagino, si era Teofil tenía que ser dinero. Le dije a
Grisel que se divorciara de su esposo y viviera conmigo. Lo traté varias veces,
pero no quiso. Me parece que Catriss sabía de esto y nunca me perdonó. O bien
su madre le contó alguna mentira terrible sobre mí. Son sorprendentes las
maneras en que los adultos les mienten a los niños.- Woltar caminó entre los
sillones y se agachó a un lado de Marli para sacar un periódico de una charola
retráctil. Abrió el diario y lo fue hojeando hasta que encontró lo que buscaba.
Le dejó el periódico a Guevola y volvió a sentarse.- Léalo. Le interesará. Ayer
se inauguraron dos minas más, parcialmente automatizadas, completamente
industrializadas. Yo estuve ahí toda la noche, por si creían que yo tenía algo
que ver con Catriss Nelte.
- ¿No cree que fue suicidio?
- ¿Alguien como Catriss?
Detective, lo más seguro era que Catriss viera a la muerte como algo más que
conquistar antes de la edad legal. No era suicida en lo más mínimo.
- Discúlpenme, encontraré el
baño.- Se excusó Julss.
- No se preocupe, su bella esposa
será atendida como merece. La deja en las manos de un caballero.
- Sí, eso es lo que temo.- Bromeó
Julss.
Recorrió
el pasillo y, en vez de doblar hacia la escalera principal, entró a la oficina.
Se sumergía en el mundo de Woltar Varsem. Revisó el escritorio, pero solo
encontró papeles de distintas compañías y agradecimientos por donativos. Nada
sobresalía en los cajones. Revisó el bote de basura y encontró un sobre
destrozado y, lo que él estaba seguro era su contenido, reducido a cenizas. Se
apoyó contra el escritorio y vio la fotografía de un orfanatorio repleto de
niños y niñas sonrientes. Woltar Varsem aparecía ahí, junto con quienes debían
ser los dueños. Encima de un mueble-bar encontró una carta reciente. Eran
agradecimientos de un orfanatorio de otra provincia. Leyó en voz baja mientras
mantenía el oído alerta ante cualquier eventualidad. “Mi muy estimado señor
Varsem, estamos en deuda eterna con usted. Los niños conservan sus regalos con
mucho cariño y no paran de hablar sobre las visitas guiadas a Dunwich que tuvo
usted la amabilidad de arreglar. Por todas las atenciones brindadas, Wessly
Ram”. Escuchó los pasos afuera y de un salto llegó hasta la puerta, la abrió y
salió rápidamente. El secretario personal apareció en la esquina justo cuando
Crowley cerraba la puerta a su espalda.
- ¿Le gustan las fotografías?
Muchas de ellas las tomé yo mismo.- Julss fingió interés en las distintas
fotografías de orfanatorios y hospitales para niños.
- Woltar será muy coqueto y un
mujeriego cuando bebe, pero es muy bueno con los niños. No le gusta hablar de
ello con nadie más, de hecho no creo que mucha gente lo sepa.
- Gasta una fortuna en ayudar
niños, al menos no le dispara a libros viejos.- Caminaron juntos hacia el
estudio. El secretario se detuvo y se le acercó en confidencia.
- Nunca se lo diga al señor
Varsem, pero su gran trauma en la vida es que nunca se casó. Es adinerado,
atractivo y con mucho que ofrecer, pero no ha encontrado a la mujer ideal para
tener hijos y poder ser padre. Canaliza ese dolor en las donaciones que hace.
- Nunca se lo diré.- El
secretario le abrió la puerta y se retiró.
- ¿Qué me perdí?- Marli lo codeó
discretamente y se sentó a su lado.
- Según recuerdo,- Decía Aless.-
Teofil estaba en apuros en esa época, hace seis años y de nuevo ahora. Sin
embargo, según recuerdo, usted le dio un préstamo en ese momento. ¿Porqué no
ahora?
- No estaba dispuesto a hacerlo
de nuevo. Si hubiera sido Catriss, alguien de mente fría y calculadora,
entonces sí. Teofil siempre buscaba dinero rápido, inversiones que se hacen solas.
Le sugerí que invirtiera con Marnio y los filósofos. Tolpan me había contado
maravillas del tratamiento que nadie creía que iba a funcionar. Pero no estaba
en mis manos. En el último análisis nuestro mundo es frío e indiferente, movido
por la necesidad y la ley del más fuerte. Lo salvé una vez, no podía hacerlo de
nuevo, tenía que salvarse solo. Una desagradable realidad con la que solo los
hombres tenemos que lidiar. Discúlpeme, señorita Hilegger por exponerla a eso.
- Oh, por mí no se preocupe. Mi
querido Julss habla en sueños.- Aless reprimió una risa y se puso de pie. Se
despidieron y esperaron a estar en el auto para hablar de nuevo.
- ¿Hablo dormido?
- ¿Qué? No sentirás celos de ese
don Juan, ¿o sí?
- No me hagas reír... A menos que
quieras tener cien hijos y vivir en una lujosa mansión repleta de criados y...
No, espera, no me escuches.
En
el trayecto Julss explicó lo que había encontrado. Aless no paraba de quejarse
de lo cansado que estaba. Al llegar a la oficina encontraron una carta de
Wallem Aloren. Quería ver a Aless lo más pronto posible.
6.- Casi se escucha el reloj
“Hasta la servidumbre podrá
descansar.”
Las promesas de la era mecánica.
Por Hildebrand Terros
La
nota había sido muy específica. Aless Guevola se bajó del vehículo en la
esquina entre el mercado de partes y el templo abandonado. Wallem Aloren le
esperaba debajo de una farola, lo más lejos posible del peligroso mercado. Un
ladronzuelo caminaba en círculos alrededor de ellos y Aless le mostró su
bastón. El ladronzuelo no estaba impresionado, de un bolsillo interno de su
abrigo extrajo una navaja. Aless arqueó la ceja y destrabó el mecanismo de su
bastón que guardaba la espada. El joven la vio con los ojos de lo más abiertos
y después se fue corriendo.
- ¿Porqué escogió este lugar?
- Tenía una cita con un cliente,
no muy lejos de aquí pero no podía regresar a su oficina porque tengo una cita
con Lazlo Socress en menos de una hora. Aún así, la señora Craven dijo que era
importante. Así que, ¿en qué puedo ayudarle?
- ¿Conocía usted a Brina Lorcat?
- No, es decir, solamente de
nombre a través de su amiga, mi clienta la señora Craven. El funeral era muy
importante para Celestina, así que decidí acompañarla y quizás ver las viejas
caras de nuevo. Bastante mezquino si se piensa así.
- Perfectamente natural. Hábleme
de Teofil Nelte y ésta última crisis financiera que enfrentó.
- Teofil me contrató para que en
caso de quedar en bancarrota pueda negociar algo, permitirle a la empresa
quedarse con sus bienes y dejar a Catriss a cargo.
- ¿Ponerla a cargo?- Aless estaba
sorprendido.- ¿En qué sentido?
- Teofil y Catriss tenían una
relación muy extraña, Teofil era demasiado indulgente y Catriss no podía estar
en la misma habitación que él. Supongo que al final no pudo vivir sin él.
Teofil le había dejado en claro que la empresa era suya, su regalo en vida.
- ¿Había herencia en vida?
- Sí, se iba a efectuar y
completar en seis meses, si yo podía salvarlos de la bancarrota completa.
- Ya veo.- Aless podía escuchar
como su teoría se derrumbaba.- ¿Qué me dice de la compañía filosófica? Teofil
tenía algo de dinero invertido ahí, eso le habría salvado de la ruina, ¿no es
cierto?
- Sí y no. Era muy poco dinero y
no estaba relacionado al programa del tratamiento a víctimas de vampirismo.
Ayuda, es cierto, pero no lo hubiera salvado. No tan fácilmente. Pero fuera de
eso, él no tenía ninguna relación con el centro de investigaciones filosóficas.
- ¿Usted tampoco, ningún cliente?
- No. Inmass Kantor enseñó teoría
del derecho en el cuarto año, según recuerdo, y siempre lo admiré mucho. Traté
de convencer a Teofil de invertir en esa compañía principalmente por el maestro
Kantor. No quiso.
Dos
potentes faros se encendieron detrás de ellos. Un auto se subía a la banqueta a
toda velocidad. Aless tomó al abogado del brazo y se lanzó a un lado. El auto
les pasó rozando y bajó su velocidad al dar vuelta. Los disparos tronaron entre
la conmoción. Guevola sintió el impacto en el brazo y rodó a un lado, al
pararse notó que el abogado no se movía. Wallem Aloren había recibido una bala
en la cabeza y se desangraba entre una docena de curiosos. Aless corrió a la
caseta telefónica más cercana y contacto con Julss. La siguiente hora pasó
lenta y tortuosa. Los médicos revisaron su brazo y concluyeron que era un
rasguño.
- Vaya, vaya, el dúo cadáver.-
Otis les miró a los dos de la cabeza a los pies.- ¿Porqué no me hacen la vida
más fácil y me dan una lista de la gente que se va a morir a su alrededor?
- Me encantaría inspector, pero
la dejé en los otros pantalones.- Dijo Julss.- ¿Estás bien Aless?
- He estado peor. Pobre abogado.
- Sí, Wallem no me caía mal. No
puedo decir lo mismo de mucha gente involucrada.- Julss tronó los dedos y miró
a su compañero con mirada desquiciada.- Tenemos que ganarle a los policías.
- ¿De qué estás hablando?
- Debes estar lento por el
disparo y la larga noche.
Julss
lo arrastró hacia su auto y manejó al centro de investigaciones filosóficas.
Guevola recordó porqué odiaba cuando su compañero manejaba. Crowley aceleraba
en cualquier momento, se subía a las banquetas y manejaba como un desquiciado.
Había sido eficaz, y Aless no lo negaría, en llegar antes que la policía. Julss
desenfundó su Apocalipsis para dejarse pasar ante los becarios de la entrada.
No los encontraron en el segundo piso, sino en uno de los laboratorios. Niet,
Tolpan y Socress discutían alrededor de un vampiro en terapia.
- Es irracional mi estimado
Friss,- decía Parsifal.- la voluntad puede desear dos cosas contrarias, como
placer y dolor, cuando desea una droga, pero la razón no puede hacer eso.
- La razón no puede hacer nada
sin la voluntad. ¿Acaso no deseas pensar en tal o cual cosa?
- Tenemos visitas,- dijo Lazlo
señalando a los detectives privados.- deberíamos postergar esta discusión para
otro momento.
- ¿Van a revivirlo a punta de
discursos?- Julss tocó la plancha sobre la que descansaba el vampiro, ésta
pendía de cuatro cadenas y muchos tubos con líquidos que eran despachados desde
el techo.
- Queríamos hablar con usted,
maestro Socress.
- ¿De qué se trata todo esto?-
Preguntó Friss.
- Bueno, nada en especial,- dijo
Julss arrastrando las palabras.- simplemente caminábamos por aquí y nos
preguntábamos qué habían estado haciendo esta noche. Parece que fue una noche
muy movida. Lo fue sin duda para mi amigo Aless y el abogado.
- ¿Cómo se atreven a preguntarnos
esas cosas tan vulgares?- Se quejó Parsifal.
- Porque soy una persona vulgar.
Conteste la pregunta.
- Salí unos momentos, el aire
fresco me hace bien.- Dijo Parsifal Tolpan.- Si no me creen pregúntenle al vendedor
de castañas en el puente del rey. Hice una parada ahí.
- ¿Y usted maestro Socress? Y no
me venga con que solo sabe que no sabe nada.
- Lazlo estaba conmigo.- Dijo
Friss.- Trataba de educar a Celestina Craven. Yo lo llevé.
- Quizás si nos dijeran de qué se
trata todo esto.
- Nada, era solo una cosa tonta.-
Se disculpó Aless.
- No me gusta cuando algo asusta
a mi amigo, y él no se asusta fácilmente. Todos ustedes están inmiscuidos en
esto y voy a descubrir cómo encaja todo.
- ¿Cómo encaja qué?- Inmass entró
marcando el paso con su bastón.- ¿Qué hacen aquí?
- Nos tratan como sospechosos,
eso es lo que pasa.
- ¿Sabe cuál es el problema con
su oficio, detective?
- Que paga mal, exige mucho, es
peligroso y tenemos que soportar a pedantes y asesinos en potencia. Pero por
favor, ilústreme.
- Que usan a la gente como meros
fines, no es ético. Deberían tratar a la gente como fines, y en cambio los
presionan, interrogan y zarandean de un lado a otro.
- Alguien está tratando a la
gente como algo menos que medios, maestro Inmass. Alguien está matando a mucha
gente y si nuestros métodos les ofenden, entonces sabré que he hecho bien mi
trabajo. Ahora, nos marchamos.- Salieron juntos y, para sorpresa de Julss,
Guevola no le reprochó nada. En cambio se dedicó a pulir su monóculo
obsesivamente.
- Hay algo que no estamos viendo,
algo enorme. Wallem Aloren era una pieza clave, pero ¿hasta dónde se extiende
la telaraña?
- Ése Parsifal está más metido en
esto que nadie. Aún así, quiero corroborar la coartada de Socress. De una vez
actualizar a nuestra clienta.
- Es tarde, la encontraremos en
su mansión.- Estacionaron el auto en la entrada interna de la mansión y no en
la entrada de la calle. No tenían ganas de caminar. Esto, por supuesto, suscitó
una conmoción entre la servidumbre, y antes de que subieran las escaleras a la
puerta, ésta se abrió. Celestina se encontraba vestida con una bata roja con
encaje negro en forma de árboles y dragones.
- Disculpe la hora.
- No es molestia, ¿tienen algo
nuevo?
- Sí, seguramente se enterará de
esto en la mañana, pero pensamos que era mejor decirle de una vez. Wallem
Aloren fue asesinado, y Aless por poco y sufre el mismo destino.- Celestina
empalideció y se recargó contra la puerta.
- ¿Cuánta gente más va a morir?
Por todos los cielos, terminen esto.
- Queríamos corroborar algo que
escuchamos. Friss Niet trajo a Lazlo Socress para que le diera clases hace unas
horas. ¿Es cierto?
- Sí, es cierto. Trató de
educarme, aunque como se imaginan, a mí todo se me resbala.
- Bueno, gracias señora Craven.
Vuelva a dormir.
- No sé si pueda.
- Nosotros tampoco.
Era
una mentira, por supuesto. En cuanto pudieron, los detectives privados
durmieron profundamente, debido al agotamiento. Aless sintió una molestia
continua en el brazo, pero ya había recibido heridas semejantes muchos años
antes. A la mañana siguiente discutieron sobre el pizarrón de corcho. Julss se
convencía cada vez más que la muerte de Grisel estaba conectada a todo,
mientras que Julss desconfiaba de Friss Niet y sus amoríos, y de Parsifal
Tolpan.
- ¿Y qué hay de Marnio Werrel? En
el momento de la herencia deja a Tolpan sin nada.
- ¿Y cómo se conecta Tolpan a los
Nelte?- Preguntó Aless.
- Marnio se conecta a los Nelte,
su amante se suicidó, su hija iba a trabajar para él y también se suicidó. Creo
que es hora de ver más de cerca.
- Vamos,- dijo Marli.- no
llegarán a ninguna parte discutiendo así. Además quiero desayunar en el
restaurante que está cerca de ahí.
- Vayamos en globo,- dijo Julss.-
quisiera llegar ahí antes del próximo año.
Subieron
al techo y desamarraron la canasta. Esperaron unos momentos mientras el motor
de gas inflaba al globo y viajaron en silencio. Julss no dejaba de pensar que
Wallem Aloren se haría cargo de la compañía de Nelte para dejársela a Catriss y
que también tenía otros clientes. Trataron de pensar en una línea de preguntas,
pero ni siquiera podían estar de acuerdo en eso. El globo descendió al
helipuerto entre las fuentes del jardín trasero. Su despacho se encontraba en
la parte delantera de la mansión y para cuando llegaron ahí, Werrel ya había
sido puesto sobre aviso por sus sirvientes. A empujones se hicieron pasar por
la puerta principal y buscaron a Marnio cerca del despacho. Encontraron al
millonario a medio vestir y bebiendo de una taza de café.
- Es demasiado temprano para
recibir visitas. ¿Por qué no le avisaron a mi secretaria? Podríamos haber
desayunado juntos.
- No habría sido mala idea.-
Susurró Marli, quien estaba tan hambrienta que le dolía la cabeza.
- ¿Escuchó lo que le pasó al
abogado? Wallem Aloren murió anoche. El asesino casi me mata a mí también.
Habiendo sido su empleado, pensamos en darle la noticia.
- Fue empleado de mi hermano, no
mío. Pero sí, ha sido trágico. ¿Cómo pasó?
- ¿Dónde estuvo anoche?- Marnio
miró a Julss con auténtica sorpresa. Aless sintió ganas de estrangular a
Crowley y Marli lo habría hecho, si no hubiera tenido tanta hambre.
- Eso es todo, fuera de aquí.-
Julss lo empujó y Marnio se hizo para atrás varios pasos.
- Ustedes creen que lo saben
todo, ¿no es cierto?- Le dio otro empujón y Werrel retrocedió casi hasta la
puerta de su despacho.
- Déjeme en paz.
- Creen que lo saben todo, ¿quién
mató a Brina Lorcat, a Catriss, a Teofil, a Wallem?- Con cada nombre Julss lo
empujó cada vez más hasta que Marnio chocó contra la puerta, ésta se abrió y
cayó de espaldas.
- Váyanse o llamaré a los
detectives de verdad.- Marli brincó sobre Werrel y corrió hacia el ventanal de
la puerta, tenía un agujero.
- ¿Qué pasó aquí?- Aless lo ayudó
a levantarse. Milagrosamente Marnio no tiró nada de su café.
- Un niño tiró una piedra, no es
el fin del mundo.
- ¿La piedra era de calibre
veinte milímetros?- Julss pasó su dedo por el agujero de bala en la pared de
madera. Marnio dejó su taza en un escritorio y les miró con tanta rabia que
empezó a temblar.
- Tienen un minuto para irse.
Llamaré a la policía.
- Entonces tenemos media hora.-
Bromeó Julss. Marnio salió dando pisotones.
- Podría apostar mi monóculo...-
Aless se agachó de cuclillas frente a uno de los archiveros y jaló el tapete.
El piso tenía marcas de rasguños.
- Creo que deberíamos irnos.-
Marli abrió la puerta de afuera y salieron antes de que llegaran los sirvientes
para correrlos.
Regresaron
a su globo y descendieron a un lado del restaurante al que Marli quería ir, el
“rincón de Arkham”. Cada uno escogió algo sin prestar atención, y cuando llegó
el hígado picado de Marli los detectives privados se miraron a los ojos y se
rieron hasta que les salieron lágrimas. Julss besó a su esposa por animarlos,
aunque ella no estaba tan segura de lo que acababa de pasar.
- No hubo suicidio alguno, de
ninguna de las tres.
- ¿Evidencias?
- No, es intuición. No entiendo
cómo Brina entra en todo esto.
- ¿Quizás escuchó algo que no
debió de Friss Niet? Ese algo habría sido transmitido a su amiga.
- Sí Marli, pero ¿porqué tenía
que morir Teofil? Y no fue accidental. ¿En qué se beneficiaría alguien de la
muerte de Teofil? No Catriss, eso sin duda, todo ya era suyo. La compañía de
filósofos, Markus Brastel, Woltar Varsem, todos ellos pierden un competidor, pero
él estaba prácticamente en bancarrota. Marnio difícilmente se beneficiaba, ya
no se quedaba con su esposa, era demasiado tarde para eso.
- ¿Quién le disparó a Marnio
Werrel?- Dijo Aless ausentemente mientras comía sus panqueques con toda la
propiedad de un duque de Königsport. Julss murmuraba para sí, mientras comía
huevos de codorniz, de vez en cuando alzando la voz y hablándole a su tenedor.
Marli prefirió guardar silencio, disfrutando su hígado y viendo a los dos
hombres de su vida correr en círculos.
- Un conocimiento se pasó de
madre a hija,- Julss abrió los ojos con la intensidad de un demente.-
tangencialmente pasa a Teofil, que después de todo es esposo y padre. Un
conocimiento que alguien quiere silenciar y por eso tienen que morir. Aunque
claro, eso no explica al abogado.
- Quizás haya más de un
homicida,- dijo Aless.- pero todo está demasiado bien encadenado.
- ¿Con quién discutía Catriss?
Ésa es la única evidencia que necesito para saber que no se suicidó.
- Espera, espera, creo que tienes
algo. Quizás Catriss discutió con Marnio por cierto conocimiento revelador que
Grisel le había dicho. Algo que tuviera que ver con Wallem Aloren, que no me
dijo o que mintió al respecto.
- Es cierto, aunque Marnio no era
el único pretendiente. También estaba Woltar Varsem. Quizás Marnio no sabía que
él también había sido amante y Woltar decidió nunca decírselo a nadie. Quizás
por eso Brina y Catriss lo detestaban. Aún así, no sé cómo se conecta con
Wallem Aloren. Algo es seguro, él no estaba en la fiesta en que fue asesinado
Teofil.
- Tampoco Inmass Kantor.- Aless
siguió comiendo, aunque distraídamente.- Inmass fue maestro y amigo de Aloren,
también fue maestro de Brina. No sé si eso quiera decir algo.
- Todo quiere decir algo, pero a
la vez nada.- Concluyó Marli con gravedad.
- Aless, creo que...
- Espera...- Guevola le hizo un
gesto para que guardara silencio. Cerró los ojos, respiró profundo y se
concentró. Después de unos segundos dijo.- Puedo escuchar los mecanismos
invisibles de la necesidad haciendo mover las manecillas del reloj de la
muerte. Estamos muy cerca, pero de una parte del mecanismo no podemos conocer
el todo.
- Concentrémonos en el presente.-
Dijo Marli cuando terminó de comer.- ¿Quién le disparó a Marnio Werrel en su
despacho? Creo que las respuestas están allá adentro, en todo lo que no quiso
decirnos.
- Señora Hilegger, ¿qué está
tramando esa loca cabecita suya?
- ¿Qué le diré al juez? Ah sí,
que mi marido lo planeo todo. Y con mi marido, ¿quién lo dudaría?
- Eres una diabla.- Dijo Julss
mientras la besaba.- ¿Qué tienes en mente?
- Su secretaria debe tener un
libro de citas, eso nos dirá algo sobre sus actividades nocturnas.
- Perfecto,- dijo Aless.- pero
hay que dividirnos. Ustedes consigan ese libro, yo quiero presionar a Parsifal
Tolpan. De un modo u otro ellos dos están conectados.
- Nosotros vamos en globo, toma
una carroza hasta la oficina y recoge el auto.
- ¿Y por qué no lo hacemos al
revés?
- Vamos Aless, Marli es una dama.
- Si hay alguien que sabe cómo
explotar un hueco en el sistema, ése eres tú Julss.
Julss
y Marli dejaron el globo estacionado y caminaron a la mansión. Vieron salir a
Marnio en su auto y esperaron unos minutos antes de correr por el jardín
delantero hasta el despacho. Se escondieron detrás una columnata que se extendía
por el costado del jardín donde se ubicaba el despacho y espiaron al interior.
El secretario personal recibió una llamada y se fue. El libro podría estar
escondido, por lo que no podían estar seguros de encontrarlo antes de que
llegara el secretario. Entraron sin hacer ruido, Julss buscó en el escritorio y
Marli esperó en el umbral de la puerta por si alguien llegaba. Al escuchar
pasos Marli tiró uno de sus guantes detrás de un sillón y comenzó a aullar como
si la vida se le escapase. Alarmado, el secretario corrió hacia ella a tiempo
para recibirla en brazos cuando fingió desmayarse. Confundido, el secretario
pensó en arrastrarla a los sillones del despacho, pero Marli aulló aún más
fuerte.
- Un vaso de agua, por favor.-
Logró decir entre los quejidos.
Dejó
recostada a Marli en el suelo y corrió a la mansión para pedirle a algún
sirviente el vaso de agua. Julss encontró lo que buscaba y copiaba la
información mientras su esposa bebía lentamente. Cuando terminó ya se le habían
agotado las excusas y se dejó arrastrar por el secretario. La llevó al despacho
y Julss ya no estaba. Marli explicó que se le había olvidado un guante y había
regresado por él cuando comenzó a desmayarse. Mientras el secretario buscaba el
guante perdido, Marli preguntó casualmente por el agujero en la ventana. El
hombre explicó que algún borracho había disparado, y que tuvo que ser después
de la media noche porque él se quedó hasta tarde trabajando. El señor Werrel no
le había dicho mucho más. El secretario lo encontró detrás de un sillón, Marli
agradeció todas las atenciones y salió del despacho. Crowley la esperaba a la
entrada de la mansión, sonriendo como un diablillo pícaro.
- La noche del disparo, y de la
muerte de Aloren, el señor Werrel tenía una cita con “Gressler transportes”.-
Marli le miró sin entender.- ¿Quién saca citas para después de la medianoche?
- Eso sí es interesante. ¿Tiene
un número?
- Sí, podría ser una tapadera.
Tengo el número aquí mismo.
- Hay un teléfono en el
restaurante, será mejor que regresemos.
Caminaron
de regreso al restaurante agarrados de la mano y riéndose de las diabluras.
Usaron el teléfono y contactaron a la compañía. Según el secretario el señor
Werrel había cambiado la cita original, a las cinco de la tarde, a después de
la media noche. Se presentó puntualmente, se disculpó por el horario e hicieron
negocios brevemente.
- ¿Porqué la cambiaría?- Preguntó
Marli en cuanto Julss colgó el teléfono.
- Claro, si le preguntamos nos
dará la razón más inocua. Más importante aún, ¿qué hacía en su despacho después
de la media noche? O incluso, ¿por qué no le dispararon más de una vez? - El
teléfono comenzó a sonar y los tomó por sorpresa. Julss descolgó sin saber qué
hacer.- Restaurante Rincón de Arkham, el mejor hígado picado para disfrutar en
la mañana, ¿en qué puedo ayudarle?
- Soy yo Julss, traté de
encontrarlos en el despacho de Werrel pero supongo que ya se habían ido.
- Yo sí, pero tienen que venir al
centro de investigaciones. Dense prisa, Lazlo Socress ha muerto.
7.- Cuando se considera lo
imposible
“La belleza del reloj estriba en
que las partes explican el todo”
El funcionamiento de la mente
mecánica. Por Sarsen Onenom
Cuando
llegaron al centro de investigaciones filosóficas los becarios de la entrada
les mostraron el camino a la biblioteca. Habían visto a Julss Crowley y su
Apocalipsis tantas veces que se dieron por vencido. En la entrada de la
biblioteca les esperaba Aless en compañía del bibliotecario, un anciano con
nariz larga y diminutos pero gruesos anteojos.
- El señor Harss es el
bibliotecario.- Dijo Aless.- Su vista no es la mejor, pero conoce la posición
de cada uno de los libros.
- Estoy casi seguro que vi entrar
al maestro Socress.
- ¿Casi?
- Eso es lo que dije.- El señor
Harss se volteó y señaló a Julss, aunque le falló por medio metro.
- ¿Dónde está su escritorio?-
Aless le enseñó el mueble a un lado de la entrada.
- Hay otro acceso, uno lateral.
- ¿Y no vio nada?
- Yo no vigilo ese acceso.
- Gracias por la ayuda señor
Harss,- dijo Julss con frustración en la voz.- regrese a dónde estaba y, por si
acaso, use bastón.
Siguieron
a Guevola hasta el cuerpo. Lazlo había sido asesinado al fondo de un corredor
de libreros. Dos agentes de uniforme hacían apuntes. Esos corredores eran
laberínticos y podían accederse a través de una portezuela al fondo, detrás de
una estatua de madera de un filósofo. En los libreros habían bustos de mármol y
cobre de cada filósofo. Socress había sido golpeado en la cabeza por el busto
de Friss Niet. Los uniformados trataron de echarlos, pero Julss no cedió. Se
paró donde habría estado Lazlo, con cuidado de no pisar el cadáver y trató de
medir su altura. Aless le tomó la mano y la bajó cinco centímetros más. Guevola
pasó los dedos por los estantes sobre el lugar donde habría estado Socress. El
espacio sin polvo debió haber sido el del busto de Niet, un poco más atrás de
donde Lazlo habría estado y casi a la altura de sus hombros. Crowley le señaló
el busto de Inmass Kantor justo encima de su cabeza y el de Parsifal Tolpan un
paso más atrás, a la altura de Aless. Los policías prefirieron tomar apuntes a
sacarlos por la fuerza. Al escuchar los gritos corrieron por el laberinto de
bibliotecas. Parsifal Tolpan lloraba y chillaba sentado en uno de los sillones
de la entrada, Inmass lo trataba de calmar y Friss entró con una taza de té
caliente.
- Vamos muchacho, bebe esto, te
hará bien. Valeriana, es buena para los nervios.
- Lamentamos su pérdida.- Dijo
Aless cortésmente. Los tres los miraron con sospecha por unos momentos y
después los ignoraron.
- No, en serio, él era el que
mejor me caía.
- Váyanse, la policía de verdad
ya está aquí.
- ¿Hace cuánto que fue
asesinado?- Nadie le respondió.
- Los policías dijeron que al
menos dos horas.- Le contestó Aless.
- Muy bien, ¿dónde estaban
ustedes hace dos horas? Y piensen duro.
- No tenemos porqué hablar con
ustedes.
- Se lo dirán a la policía de
todas maneras.- Dijo Marli.- ¿Qué diferencia hace que nos enteremos por ustedes
que por ellos?
- Friss estaba conmigo. Revisamos
la adquisición de algunos libros nuevos, Lazlo se quedó atrás. Con vida. Luego
fuimos al despacho académico.
- ¿Y usted?- Parsifal le miró
ausente mientras se limpiaba la nariz con el pañuelo de tela de Inmass.
- Estaba en mi laboratorio, una
de las sirvientas me llevó la comida y comí mientras estudiaba.
Con
la muerte de Lazlo Socress todos los sirvientes estaban preocupados y no
dejaban de tomar turnos para asomarse dentro de la biblioteca. Los tres sabían
que ellos estarían dispuestos a mentir por sus patrones, por lo que debían ser
sumamente cuidadoso en la manera en que hacían sus entrevistas. Preguntaron por
el que trapeaba los pisos y la mucama principal.
- Sí, es cierto, tengo que hacer
mis rondas.- Dijo la mucama. El trapeador se mordía nervioso las uñas,
alargando el cuello para ver dentro de la biblioteca.- Tengo que asegurarme que
cada habitación esté cerrada y que todo esté en su lugar.
- ¿Dónde estaba hace dos horas?
- Me detuve en esta escalera.- La
mucama señaló a la escalera detrás de ella que comunicaba de los salones de
lectura del segundo piso a la biblioteca y el despacho académico del otro lado
de la enorme estancia decorada por estatuas de bronce, costosos tapetes y
largas bancas de madera.- Hay un clóset de mantenimiento que estaba abierto.
Hemos tenido problemas con ratones que viven ahí.
- No me mires a mí Ursula, yo no
fui.- Se defendió el conserje.
- Sí, como no.
- Quizás fueron los ratones.-
Dijo Julss.- Mientras estabas allá abajo, ¿podías ver la biblioteca?
- No, pero ¿a qué va todo esto?
- Tenemos motivos para pensar que
un intruso salió de esa biblioteca hace dos horas y entró al despacho académico
que está allá.- Mintió Marli. Julss la miró de reojo, asustado de lo buena
mentirosa que era.- ¿No escuchaste nada?
- No, nada. No me estaba fijando,
no realmente. Digo, capaz que sí pero yo no escuché nada.
- ¿Y usted, dónde estaba?
- Hace dos horas, déjeme
pensar... Sí, ya recuerdo. Terminé de trapear la entrada de la biblioteca y
seguí con la oficina que está allá.- Señaló a una oficina no muy lejana del
despacho académico, pero con una puerta de grueso roble.
- ¿Se encerró en la oficina?
- Sí. No escuché nada. Tampoco vi
ningún intruso.
- Entonces sí fuiste tú.- La
mucama le golpeó en el brazo.- Dejaste el closet abierto, ¿o no?
- Bueno sí, pero lo iba a cerrar.
- Los dejaremos a sus cosas.
Están ocupados. ¿Dónde podemos encontrar el laboratorio de Parsifal?
- Rodee la biblioteca de ese
lado, está al final del corredor estrecho.- La mucama y el conserje siguieron
discutiendo y escucharon sus voces durante el largo trayecto del corredor.
- Eso no prueba nada.- Dijo
Aless.- Sospechoso sí, pero no condenatorio. Si estaba encerrado en esa oficina
es factible que no haya escuchado nada y quizás la mucama no prestaba atención.
- Quizás,- dijo Julss mientras
abría la puerta del laboratorio y dejaba pasar a su esposa.- pero no puedes
negar que todo esto apesta.
- Creo que ésta es la cadena de
mando.- Marli corrió hasta el largo escritorio repleto de libros y jaló del
cordón de terciopelo, escuchando las campanitas más allá de la puerta
principal.
- ¿Diga?- Una sirvienta entró al
laboratorio de Tolpan y les miró con suspicacia.- ¿Policías?
- No, pero no han de tardar.-
Dijo Julss mientras inspeccionaba el lugar. Las viejas ventanas podían abrirse
y el lugar podía usar el aire fresco. Abrió una de las ventanas y se asomó al
patio central, el inspector caminaba en compañía de otros tres uniformados.-
¿Le trajo de comer a Parsifal?
- Sí, así es. Hace unas dos
horas. Estaba haciendo anotaciones, como siempre. Cuando regresé, poco después,
le recogí los platos y el maestro Tolpan me mostró algunos de sus libros
nuevos. No entendí nada, pero estaban muy lindos. El encuadernado era de piel.
- Espere un segundo.- Aless
caminó hacia la puerta principal, detrás de la sirvienta y se asomó afuera.-
Nos dijeron que había un acceso secundario a la biblioteca, no lo veo.
- Está allá afuera, detrás de la
maseta. ¿No estará sugiriendo que el maestro Tolpan lastimaría a su mentor, o
sí? Imposible, Parsifal lo adoraba, además que no pudo haber sido él.
- ¿Por qué lo dice?- Preguntó
Marli.
- Bueno, porque le dejé la comida
y me quedé allá afuera unos momentos haciendo inventario de mi carrito de
comida y platos.
- ¿Por cuánto tiempo?
- Mucho tiempo.- Aless le miró
incrédulo.
- ¿Se quedó ahí por media hora?
- No, claro que no. Regresé por
los platos a los quince minutos. Lo habría visto salir.
- ¿Entonces si preguntamos por
ahí si alguien la vio a usted en otra parte todos nos dirán que no?
- Está bien, está bien, quizás me
aparté de esa antesala por unos momentos.
- ¿Qué están haciendo aquí?- El
inspector Plarcar entró por la puerta
lateral en compañía de sus uniformados.- Cada que hay un muerto aparecen
ustedes. Estoy harto, ¿me entendieron?
- ¿Si se da cuenta que no somos
nosotros los asesinos, verdad?- Se burló Julss.
- Sáquenlos de aquí, con la
fuerza si es necesario. Estoy cansado del dúo cadáver.- Los policías los fueron
empujando y Marli caminó detrás de ellos.- Lo lamento por usted, señora de
Crowley. Tengo que ser rudo, pero no me gusta ser descortés.
Los
policías prácticamente los empujaron por las escaleras al patio central. Julss
tropezó y cayó de boca al suelo. Marli le ayudó a levantarse mientras los
policías se reían. Aless calmó a su compañero para que no hiciera nada tonto.
El patio circular estaba compuesto de dos círculos concéntricos, donde en el
interior se encontraba un pequeño jardín boscoso con un camino de piedra
describiendo un laberinto circular. Al fondo se encontraba un corredor abierto
con columnas que llevaba al auditorio y a una sala de tapices.
- Ahora la compañía está en manos
de Werrel y de Friss Niet.
- No olvides Julss que él no la
quiere, o al menos eso ha dicho.
- La tentación es demasiado
fuerte. De todos modos si él no la quiere estará en manos de Inmass Kantor. Él
mismo Inmass que había peleado con Socress por la investigación que estaba
costando demasiado dinero. Y ahora Friss e Inmass comparten una coartada
dudosa.
- ¿Y qué hay de Woltar Varsem?
Odiado por las tres suicidas, amigo de Teofil, o al menos eso se dice ser.-
Aless se detuvo en seco. Había pisado algo que hizo un ruido viscoso y apestaba
a caldo. Guevola se puso rojo de ira y su monóculo se cayó, salvado por la
cadena que lo sujetaba del bolsillo de su saco.- Ya tuve suficiente. He sido
insultado, disparado y ahora he arruinado mis zapatos con caldo y
quién-sabe-qué-más. No lo soporto más. Estamos tan cerca que solo vemos las
partes. El todo no se explica por sus partes y si no encontramos...
- Será mejor relajarnos y
separarnos unos minutos. Que cada quien ponga su mente en blanco.- Propuso
Marli.- Llegaremos mejor al fondo de este asunto si lo abordamos calmadamente.
Los
tres se separaron. Julss, atraído por la música del órgano entró al auditorio y
se sentó en una de las bancas. La belleza de la armonía le pareció
completamente disonante con la confusión que habitaba en su cabeza. Razonó que
cada una de las notas del órgano no eran nada en sí mismas, pero alcanzaban un
crescendo inexplicable por las partes y cuando se dejó llevar por la exquisita
composición su mente también alcanzó el ritmo del amor universal. El músico
sudaba y llevaba sus manos de un lado a otro como en una tempestad, pero había
una verdad metafísica en todo aquello y fue así como Julss Crowley alcanzó la
verdad. Aless Guevola no le acompañaba, había preferido permanecer de pie entre
los tapices. No sólo le recordaban a una época donde los linajes importaban más
que el dinero, sino la revelación de la naturaleza del verdadero poder. Al
contemplar el tapiz del rey Bruss I ordenando sobre sus legiones en la
comodidad de su trono entendió cómo se podría voltear al mundo entero si se
poseía la palanca necesaria en el lugar necesario. Marli Hilegger, ajena a su
esposo y a Aless, se internó entre los
surcos de los caminos que se bifurcaban en el laberinto del bosque. A
diferencia de su esposo ella no pensaba, ni interpretaba lo que veía en función
de poderes, palancas y necesidades, en vez de ello escuchó el ruido que los
árboles hacían con el viento, el de las aves que trinaban en sus nidos. Para
cuando terminó el laberinto la verdad se había mostrado frente a ella con una
claridad inconcebible para la mente dialéctica.
Se
reencontraron en la salida del patio central. Al principio se miraron sin decir
nada. No tenían que decirlo, todos sabían. Comenzaron a hablar cuando llegaron
a la oficina. Todos habían estado en lo correcto, y a la vez todos se habían
equivocado. Le mandaron un telégrafo urgente a su cliente y la esperaron
pacientemente.
- Tolpan casi tenía razón,- dijo
Aless mientras bebía café.- lo terrenal cobra sentido por un orden superior. Se
equivocó en pensar que los dos órdenes estaban divorciados.
- ¿Detectives?- Marli hizo pasar
a Celestina.- Parecía urgente.
- Sabemos quién está detrás de
todo esto.- Craven quedó boquiabierta.
- Les pagaré en cuanto se
resuelva la disputa, y seré muy caritativa.
- Necesitamos que haga algo por
nosotros. Reúna a todas las personas de esta lista.- Marli le entregó la lista
de nombres.
- El funeral de Lazlo será ésta
noche a las diez.
- Perfecto, los veremos a todos a
las siete en su mansión.
A
las cinco llegaron a la mansión, bajo la obsesión de la puntualidad de Guevola.
Uno a uno fueron llegando, indecisos y suspicaces. Fueron acomodados en el
salón de visitas. Aless y Julss permanecían al fondo en silencio. Julss
devoraba todo lo que la ama de llaves le ponía enfrente y Aless pulía su
monóculo distraídamente. Marli se encontraba afuera, agradeciéndole a las
visitas su tiempo y explicándoles que no tardarían mucho. A las siete en punto
se encontraban todos reunidos. Marnio Werrel revisaba aburrido su agenda con un
vaso de whisky en la mano. Tolpan, Niet y Kantor se habían sentado juntos y se
murmuraban entre ellos. Celestina y su marido Markus se acomodaron bajo el
retrato de la familia Craven, incómodos por la situación. Woltar Varsem bebía a
solas en un taburete con una mano en la botella y la otra en la copa, mirando a
Marli Hilegger como si se tratara de un sabroso bistec.
- ¿Y bien? Ya son las siete.- Se
quejó Friss Niet.- Nos gustaría atender el funeral de nuestro amigo.
- Aless, creo que lo harías mejor
tú. Eres elegante con las palabras.
- Que lo haga quien sea, pero se
acabe de una vez.- Dijo Werrel.
- En el momento en que Brina
Lorcat se suicida Lazlo Socress tiene que morir.- Los quejosos se quedaron
pasmados. La tensión en la sala se hacía palpable.- Los dados han sido
lanzados. La implacable perfección geométrica no permite otra posibilidad. Su
muerte reúne a sus amigos y conocidos, pero también reúne a un hombre con la
sospecha. La aparición de Wallem Aloren desatará una tormenta violenta que,
debajo de su caótica apariencia se oculta la exactitud de un reloj. Las muertes
de Teofil Nelte, el suicidio de Catriss, seguida de la muerte de Wallem Aloren
pueden parecer inconexas entre sí, y no fue sino hasta la brutal muerte de
Lazlo Socress que el panorama cobra sentido.
- Si ya sabe quién mató a Teofil,
al abogado y a Lazlo, sólo dígalo.- Se quejó Inmass Kantor.- Deje las
especulaciones metafísicas para los expertos.
- Sí, claro. Por supuesto que yo
no soy un filósofo, y sin embargo persigo la verdad. El negocio del detective y
la del filósofo es semejante. Sin importar la complejidad de las abstracciones
filosóficas la naturaleza humana siempre será más compleja. Descuide, haré caso
de su solicitud y me ceñiré a los eventos en cuestión. La muerte de Brina
Lorcat expone a la luz sus amoríos y la amistad de la solitaria Catriss Nelte.
Una jovenzuela resentida y ambiciosa con una relación extraña hacia su padre.
Acusada del homicidio de su padre ella se suicida de la misma forma que su
madre. Es cierto que el abogado Wallem Aloren se haría cargo temporalmente de
una empresa en bancarrota, pero eso no es motivo suficiente para su muerte.
Consideren esto, la muerte de Catriss no fue suicidio. Los policías tuvieron
problemas para cargar el pesado escritorio, ¿cómo esperamos que una chica de
apenas 16 años pudiera hacerlo? Cuando consideras lo imposible, todo es
posible. La acusación en su contra por la muerte de su padre cobró fuerza
cuando se le encontró el frasco de veneno en su habitación. Si ya había
efectivamente envenenado la copa de su padre, ¿qué necesidad tenía de matarlo
de aquella forma? No sólo no tuvo la oportunidad, sino que alguien mató a
Teofil antes que ella. El método de su muerte fue cuidadosamente considerado,
pero nacido del pragmatismo más obvio. El asesino fuerza a Teofil a comunicar
que saldrá momentáneamente y después coloca un disco para que la música oculte
la agonía de Teofil Nelte. El asesinato ocurrió allí mismo, donde todos
nosotros comimos y bebimos mientras disfrutábamos de los civilizados placeres.
El asesino apenas había tenido el suficiente tiempo para matar al empresario y
decidió ocultar el cuerpo a la vista de todos. El cuerpo de Teofil Nelte se
encontraba en el arcón metálico que sirvió de nuestra mesa de café. Es así como
llegaron las partículas de comida a su ropa. Cuando abandonamos el salón el
asesino empujó el arcón hacia la terraza y tiró el cuerpo.
- Pero si todos estábamos ahí,
¿quién pudo haber sido?
- Más importante que su identidad
es el motivo. Es en este punto donde tres tramas entran en acción y chocan unas
con otras. Pero ateniendo al deseo del filósofo, atengámonos a la muerte de
Teofil Nelte. Su empresa había estado en apuros económicos antes, hace seis
años. Su esposa Grisel confiaba en la generosidad de Woltar Varsem. Un hombre
conocido por infantil y coqueto, pero
amado por los orfanatorios del reino a quienes les extiende la más
amplia generosidad. La empresa se recupera pero el costo es altísimo. Poco
después de la recuperación Grisel se suicida. No soporta más la vida sabiendo
lo que sabe. Su nota suicida es clara en esto. Ahora ella sabe algo y por más
que intenta no puede olvidarlo. Su hija Catriss también lo sabe y eso genera en
ella un cambio radical. Su padre le parece repugnante, tanto como el mismo
Woltar Varsem. Odiado también por Brina Lorcat. Algo sabían éstas tres mujeres
que las llevaron a situaciones desesperadas.
- No tratará de decir que tuve
algo que ver con la muerte de cualquiera de ellas.
- No, por supuesto que no señor
Varsem. La muerte de Brina no tiene absolutamente nada que ver con usted. En
cuanto a la de Catriss, o la de su madre Grisel, usted no tiene nada que ver
directamente. Usted no mató a esas mujeres físicamente, pero tampoco lo
necesitaba hacer. Regresando a la muerte de Teofil hay un dato más a
considerar. Ésta segunda crisis y la esperanza de la recuperación van unidas a
un hecho que mi colega Julss Crowley descubrió en su oficina. Un sobre
destruido con sus contenidos quemados. Como diría la señora Hilegger, no
consideremos esto como en un vacío de significado. Propongo que lo analicemos
bajo la luz de la relación tormentosa entre Grisel y Catriss y el señor Varsem.
Flores, chocolates y peluches es lo que encontramos en su auto. Peluches que
también se encuentran en el suicidio de Grisel de Nelte. El modo en que decidió
terminar su vida nos revela algo sobre los motivos que se ocultaban detrás.
Hubo algo en el método mediante el cual se realizó el préstamo monetario y el
suicidio de Grisel. Algo tan abominable que pone a hija contra padre y lleva a
una madre al suicidio. Invadida de culpa Grisel no puede seguir viviendo y el
mismo Teofil, avergonzado por la abominación que cometió es incapaz de ver a su
hija a los ojos y le permite todo. Le promete todos sus bienes materiales,
tratando de componer el daño. El daño, sin embargo, no puede ser sanado y
planea la muerte de su padre. Grisel murió por su pasado y Teofil también, pero
bajo otra óptica y de otra manera. ¿Qué sabe Teofil que puede significar mucho
dinero? Algo por lo que vale la pena chantajear. Algo tan tremendo que si se
supiera, entonces la víctima lo perdería todo. El chantajeado lo comprende y no
ve otra opción. Teofil tiene que morir para poder mantener enterrado el
secreto.
- Demando que se detenga.- Woltar
se puso de pie y se arregló la corbata.- ¿No sabe quién soy yo?
- Sí, el hombre que compró a
Catriss a cambio de un préstamo. El hombre que le arrebató su inocencia. Ella
tenía apenas 10 años y Teofil la vendió como si se tratara de un caballo.
- ¡Es un ultraje! ¿Dónde están
sus evidencias?
- No se haga al inocente.- Dijo
Julss.- ¿Todas esas fotografías con los niños, sus visitas guiadas y esas
atenciones especiales? Dígame algo, ¿a cuántos se los llevó a su dormitorio? La
policía interrogará a su secretario a golpes si es necesario. La verdad saldrá,
como ya había salido antes.
- Esto es insoportable.- Woltar
se paró y se fue. Nadie lo detuvo. Julss lo vio salir y ser arrestado por los
policías que permanecían ocultos y atentos.
- Catriss no murió a manos de
Woltar Varsem.- Aless golpeó el suelo con su bastón para llamar la atención de
los presentes.- Catriss no discutió aquel día con ese monstruo. De haber estado
en contubernio con Varsem ella no habría planeado la muerte de su padre, sino
la suya. No, ella discutió con otro monstruo. Una persona que la ve como la
fría negociadora que carga sobre sus jóvenes hombros un imperio decadente. Le
ofrece un trato, un asesinato por otro. Catriss mataría a su padre y se saldría
con la suya, su compañero le ayudaría a establecer una coartada de emergencia
si era necesario. A cambio espera que Catriss asesine por él. Un asesinato para
el cual necesitaba ayuda, si había de hacerlo bien. Cuando Catriss vio que sus planes
eran eliminados ella sintió pánico. El veneno había sido descubierto y todos la
miraban a ella, aún cuando ella era inocente. Discute porque desea eliminar el
convenio. Sintiéndose traicionado el asesino entró a la casa por medio de un
globo, sin alarmar a nadie. Ahorcó a Catriss y acomodó los muebles para
colgarla del techo. Esto explica porqué nadie escuchó cómo se caía la silla, ni
el arrastre de los pesados muebles a manos de una niña. El asesino simplemente
se alejó de la misma manera en que había entrado. ¿Cuál es el motivo detrás de
este contubernio? El telón de fondo explica al siguiente asesinato. Uno
realizado con premura y desesperación.
- Espere un segundo,- Dijo Friss
Niet.- ¿quién asesinó a Catriss?
- Regresemos al funeral. El
inicio de este drama se da con la llegada de Wallem Aloren. Un abogado
competente que asistió a Varner Werrel a redactar su herencia y última
voluntad. Un documento sorprendente que deja todo en manos de su hermano y
parece olvidar los años de amistad con Parsifal Tolpan. Dos personas habían
firmado ese documento, Lazlo Socress y Wallem Aloren. Con la llegada del
abogado surge la duda siniestra. Algo pone a sospechar a una persona que las
cosas no se habían dado de esa manera. El abogado había estudiado hace siete años
en Königsport una especialización en el claustro de leyes, donde los
estudiantes no pueden salir. El mismo Wallem Aloren me dijo que su
especialización había durado cuatro años. Aloren no firmó el documento. O bien
fue una firma falsa, o bien un actor se hizo pasar por el abogado, pues después
de todo el viejo y enfermo Varner no habría sabido distinguir.
- Esa acusación es infundada y
absurda.- Se defendió Marnio.
- Guarde silencio, no lo haga
peor.- Julss sacó su arma cuando vio que el empresario cerraba los puños.-
Puede salir si quiera, pero la policía estará esperando afuera.
- Déjelo hablar Werrel.- Chilló
Parsifal.
- El secreto debe ser protegido.
Se realiza el trato con Catriss Nelte. Ella había solicitado ser discípula de
Tolpan, con el fin de acercarse lo suficiente como para matarlo. Marnio en
cambio, se las aseguró para que todos supieran que estaba invitada a una de sus
plantas. El día del homicidio ella tendría la coartada de Werrel y de docenas
de empleados dispuestos a ayudar a su patrón, recibiendo algo a cambio. Pero no
muere Tolpan, sino el abogado. Marnio Werrel lo había estado siguiendo, por eso
cambió una cita importante hasta la medianoche. Cuando me vio hablando con él
se temió lo peor y se vio obligado a actuar. Es entonces que ocurre un evento
al mismo tiempo azaroso y de la más estricta necesidad. Al regresar a su casa
observa que hay alguien en su despacho. Dispara hacia el intruso y en la
confusión logra escapar con vida. El contenido de la gaveta que estaba siendo
inspeccionada era la que contenía la herencia de Varner Werrel. El intruso, sin
embargo, llegó ahí casi por accidente. Al interrogar a Lazlo Socress sobre la
muerte de Aloren, con quien tenía una cita, Friss Niet salió al auxilio de su
amigo. Rápidamente pensó en una coartada plausible y dijo que estaría educando
a Celestina Craven. Sin embargo Friss Niet no podía saber que la señora de
Markus Brastel estaría en una cena muy elegante. Sin duda Celestina complacería
a su amigo para proteger a tan destacada mente filosófica. Alguien más escuchó
la coartada y la supo falsa al momento. Parsifal Tolpan sospechó entonces de su
maestro y amigo y se decidió a comprobar sus sospechas en la herencia.
Nuevamente obra aquí la sospecha mortal, pues cuando se vio obligado a huir
pensó que su atacante era su mismo maestro. Fue entonces como el círculo de
violencia y sangre se cerró por completo. Le sirven su sopa, la tira por la
ventana para que después arruine mi zapato con ella, y se escurrió a la
biblioteca. Quizás no fue ahí para matarlo, pero sin duda algo salió mal. Lazlo
Socress negó todo y en un arranque de furia Parsifal Tolpan busca algo para
golpearlo. No queriendo lastimar su propio busto escoge uno más apartado y lo
mata a golpes para regresar corriendo y ser visto por la sirvienta que se lleva
su plato.
- No puede ser.- Exclamó Markus
Brastel.
- Todo esto es absurdo.- Dijo
Marnio.
- ¡Cállate de una vez!- Gritó
Parsifal.- Todo eso es cierto y tú lo sabes.
- Están en mi casa,- dijo
Celestina.- y se comportarán como caballeros. O la policía se encargará de
ustedes. Como quieran.
- La tragedia es que Lazlo
Socress firmó el documento en un momento aparte, según me dijo. De haber habido
una falsificación él nunca lo hubiera sabido. La muerte de Lazlo Socress fue
completamente innecesaria. Y sin embargo, y así regresamos al principio de este
festín de la muerte, su asesinato era a la vez la meta única con que se le dio
cuerda a este macabro reloj. He dicho que el suicidio de Brina Lorcat
desencadenó una serie de eventos que no pudieron haber terminado de otra manera
porque la muerte de Socress fue planeada con alevosía y ventaja por una mente
maestra. Más aún, consideremos lo imposible y veremos que todo se vuelve tanto
posible como claro. La muerte de Brina Lorcat no fue suicidio. La chica era
zurda, según recuerdo de haberla conocido hace tantos años y la herida de bala
fue en la sien derecha. Una persona zurda dispara con la izquierda. El asesino
de Brina Lorcat estaba en la posición perfecta para saber que, tarde o
temprano, Lazlo Socress terminaría muerto. Una persona preocupada por el futuro
de un centro de investigaciones que, debido a las decisiones de Socress, se
encontraba cerca de la ruina total. Alguien que sabía que si la filosofía
fracasaba entonces la irracionalidad gobernaría con puño de acero. Un hombre
dispuesto a hacer lo que era necesario, pero al mismo tiempo un hombre que, en
cuanto pone en marcha el reloj no puede detenerlo cuando sucede el milagro y el
centro de investigaciones se salva. No, para entonces es demasiado tarde. Para
entonces Wallem Aloren ya ha sido visto por Parsifal Tolpan e iniciado los
mecanismos.
- Espere un segundo, ¿quiere
decir que todo fue, más o menos planeado?- Preguntó Parsifal mientras lloraba
desconsoladamente.- ¿Por quién?
- La misma persona que era
maestro de Brina Lorcat y no hubiera tenido problemas en acercarse lo
suficiente. La misma persona que le estaba enseñando a Wallem Aloren en el
claustro de leyes y habría sabido de inmediato que aquella herencia era un
documento falsificado. Inmass Kantor.
- ¿Inmass?- Parsifal lo miró
asqueado y Friss quedó boquiabierto.
- El futuro de la razón estaba en
juego. Mi comportamiento fue consistente con la ética. Actúe de la manera en
que todos deberían actuar en una situación así.
- Ustedes me enferman.- El
inspector Otis Plarcar entró a la sala y arrestó a Parsifal Tolpan, Marnio
Werrel e Inmass Kantor.- Crowey, Guevola, buen trabajo.
- Gracias inspector.- Marli
abrazó a Julss y lo besó. Salieron de la mansión y agradecieron el aire libre.
Se abrazaron y se felicitaron por un buen trabajo. Ninguno de los tres podía
dejar de sonreír.
- Te lo dije, mi estimado Aless.
Es una broma. Un chiste siempre tiene un golpe final mediante el cual se
reinterpreta la historia inicial y adquiere un sentido poco convencional e
inesperado. La investigación de un crimen funciona de la misma manera. Lo mismo
podría decirse de la filosofía, aunque sus chistes siempre son carentes de
humor.
- ¿Y cuál sería la broma aquí?
- Un hombre recibe la noticia que
alguien venderá su posesión más preciada a cambio de nada, así que decide
impedirlo. Le da cuerda a su reloj para medir su tiempo y de esta forma
administrar sus esfuerzos. A cierta hora debe estar bañado, vestido, arreglado
y con un discurso elaborado en su mente. El reloj sigue su marcha implacable
mientras se arregla, cuando alguien le llama por teléfono para avisarle que la
venta no se efectuará. El hombre se sienta en la cama, a medio arreglar y se da
cuenta que el reloj continúa su marcha frente a él y no se detiene, ni se
detendrá. El reloj llegará a la hora marcada, pero habrá sido en vano, ya no
significa nada. Indeciso, el hombre permanece en su lugar contemplando el tic y
el tac minuto a minuto hasta que la hora llega y el reloj, así como su acto de
darle cuerda, simultáneamente tiene sentido y carece de sentido. El hombre lo
observa y advierte la paradoja, su propósito es y a la vez no es.
- ¿Y cuál es el chiste?
- Que al reloj nunca le importó
el propósito que el hombre le haya dado, hace tic-tac porque esa es su
naturaleza. En ese sentido el hombre es completamente innecesario.
- No es un chiste muy gracioso.-
Dijo Aless mientras entraban al auto.
- Inmass Kantor nunca fue un
hombre muy gracioso.- Dijo Julss.
Se
rieron hasta llegar a la oficina. A la mañana siguiente encontraron el
periódico en su puerta con una nota de agradecimiento de Celestina Craven. A
medio día entregó el resto del pago, más una generosa propina por ser discretos
acerca de sus amoríos. Les compartió los chismes que el diario no sabía. Tolpan
había confesado a todo. Woltar Varsem confesó a más de treinta abusos a
menores, después tuvo un altercado con un policía para quitarle su pistola y se
disparó en la cabeza. Marnio no quiso confesar al principio, pero cuando se fue
apilando el número de testigos que aseguraban que Aloren no habría podido
firmar la herencia, decidió que sería mejor cooperar. Inmass Kantos escapó de
la custodia policial y huyó a los bosques. Todos en el reino de Arkham sabrán
lo que hizo y no tendrá donde esconderse.
Al
día siguiente llovieron las llamadas. Reporteros, curiosos y comisarios querían
hablar con ellos. Aless lo encontró vulgar y prosaico. Julss cobró a cincuenta
monedas de oro la entrevista. Con el paso del tiempo las llamadas se hicieron
menos constantes. A la semana siguiente, justo cuando pensaban que podrían
disfrutar el dinero y relajarse por un buen tiempo, alguien entró a la oficina.
Una mujer con mirada asustada les pidió ayuda, sus dos hijos habían
desaparecido y el vampiro que escondía en el sótano, quien había sido su
marido, había sido asesinado. El descanso había terminado, era hora de
trabajar.
No hay comentarios :
Publicar un comentario