jueves, 23 de julio de 2015

Doc Wild y los mundos posibles

Doc Wild y los mundos posibles
Por: Juan Sebastián Ohem


            Tres años habían pasado desde que Herman Draxler tratara de conquistar al mundo. Jack cargaba con el remordimiento de conciencia sobre sus hombros cada vez que veía a un monumento a los caídos. Había sido la única manera. Lo había pensado desde todos los ángulos posibles, y aquella era la única terrible manera. Se había hecho pasar por su mejor amigo para mostrarle al mundo el horror de la guerra. Tres años en que el mundo saneó sus heridas, en que poco a poco todos cedieron al federalismo internacional. Había algunos que lo querían a él para dirigir a todas las naciones de la Tierra, pero ése no era el objetivo del federalismo internacional. Ahora que las naciones se unían en un foro para resolver disputas, el edificio de las naciones unidas en la reconstruida Nueva York tenía una gigantesca estatua de oro macizo con la forma de Jack Wild, el hombre de oro. Al pasar por el lobby y ver la ciudad le inundaron los recuerdos de la guerra, de las víctimas, de los millones de muertos que habían hecho posible la paz duradera. Jack odiaba esos eventos, prefería su estudio en el polo sur, pero Asarlai había insistido. Se cumplía un año desde la creación de las Organización de las Naciones Unidas y todos esperaban un discurso. Él odiaba a la política, pero sabía que el diálogo era mejor que la guerra. Él, destructor de mundos, lo sabía muy bien.

- Existen aún países cuya idea de soberanía les lleva a rechazar al federalismo internacional. Creen se convertirá en una dictadura de los pocos contra los muchos, de las potencias, como Panamérica, contra los países del tercer mundo, como Bélgica o Rusia. El sueño del federalismo internacional es un mundo sin tenciones internacionales, sociedades siempre abiertas al diálogo pacífico, un mundo compasivo y tolerante donde quepan otros mundos. La tecnología es sólo una parte del proyecto, de esta nueva Ilustración. Ahora las naciones más avanzadas del mundo operan completamente a partir de electricidad sin cables, desde sus hogares hasta sus industrias. El hemisferio sur, alguna vez olvidado por las grandes potencias europeas, es ahora una antorcha brillante de la paz duradera a través del diálogo y la justa repartición del dinero. El mundo entero ahora disfruta de la tecnología por satélite, sus televisores, radios y teléfonos pueden captar aquello que está  a medio mundo de distancia. Eso no es suficiente. Para pertenecer a las naciones federales internacionalistas he pedido tan sólo libertad de expresión, y es con ese espíritu que estaremos introduciendo la capacidad de comunicación vía satélite a través de computadoras, una red mundial, una internet. Infinito foro para aprender, compartir y hacer más fácil la vida de todas las personas.

            Al terminar el discurso fue directo a su jet personal. Asarlai le esperaba allí, sabía que saldría corriendo. Todos lo sabían, y lo atribuían a su inmensa modestia. Le mostró la revista Life. Era 1945 y Estados Unidos aún no superaba la vergüenza de haber sido la armería de Draxler y de tratar de traicionar a doc Wild y al ejército polar en el día D en la invasión de Irlanda. Le mostró el artículo donde se anunciaba que todas las logias del ojo de Horus se reabrían, el hombre de oro era la figura a emular.
- Incluso los boy scouts quieren ser como tú.- Wild subió los pies a los controles. Su jet estaba en piloto automático, directo al polo sur a la altura de la estratósfera.- Jack, te conozco bastante bien. Llevamos dos años como novios, ¿qué te preocupa?
- Me tienen por salvador, ¿pero acaso salvé a Iluminatta? No, me siento demasiado responsable.
- Herman Draxler destruyó mi hogar,- Dijo la pelirroja con los ojos enrojecidos.- no había manera que lo supieras. Estábamos demasiado ocupados perdiendo en la guerra.
- Tantos muertos, millones de ellos. Pude ser mejor. Pude ser mucho mejor.
- Ésa siempre será tu debilidad Jack. Puedes armar un jet que está a un siglo de distancia de cualquier otro, pero siempre te sientes responsable por cosas que no podías evitar. Era una guerra mundial, y en cuanto a mí respecta, tú la acortaste. Los nazis se quedaron sin gigantes de acero y se rindieron rápidamente luego que Speer soltara la sopa sobre todos los Iluminatti que, con los años, habían estado introduciendo. La guerra habría durado el doble.
- Sí, quizás.- Wild tomó sus manos y se maravilló de sus tatuajes en las palmas, los círculos concéntricos que se movían por sí solos. Se puso sus palmas sobre su cabeza y suspiró.- Si tan sólo pudieras abrir esa puerta y liberarme de la culpa.
- Puedo abrir cualquier puerta Jack, menos la puerta de la mente. Eso es responsabilidad de cada quien. Yo también participé, no lo olvides, junto con Ramajin. Y nosotros no nos sentimos culpables. Sigo de luto por mi hogar, pero se me ocurren algunas ideas para olvidarme de eso por unas horas.- Se levantó y se llevó a Jack hasta los asientos donde saltó sobre él y comenzó a besarlo apasionadamente.

            El jet aterrizó verticalmente por sí mismo cruzando el campo azul de electricidad. Pocos aviones podían hacer eso, cualquier otra cosa quedaría desintegrada. El polo sur, Avalon, ya no necesitaba admitir refugiados de guerra, pero la mayoría había decidido quedarse a vivir y trabajar allí. Tenían suficiente espacio, pero habían tenido que armar un ministerio de seleccionar para rechazar a la mayoría de los miles de aplicantes que querían vivir allí, cerca del hombre que salvó al mundo. Avalon, del tamaño de Luxemburgo, era una utopía mecánica de Vril y casi todos los trabajos eran hechos con máquinas, dejando más tiempo libre para la especulación filosófica y la experimentación científica y artística. Ahora podían escoger, entre los miles de aplicantes, a las mentes más brillantes del mundo y emplearlos para el beneficio de la humanidad.

            Doc Wild respiró el aire del polo sur, era limpio, aunque olía a ozono por la electricidad de las máquinas. Una brisa caliente, de los ríos de aguas hirvientes que solían rodear al volcán y habían sido redirigidos por Wild para calentar a Avalon, soplaba con fuerza y por un instante olvidaron que estaban en el punto más al sur del mapa. Dejó que los brazos mecánicos tomaran al jet y lo llevaran al hangar donde guardaba a los otros. Se reunieron con Ramajin en el centro de Avalon, el enorme complejo donde habitaban Jack Wild y sus más cercanos colaboradores.
- ¿Odiaste el discurso?- Preguntó Ramajin, sin inflexión alguna en su voz, levitando y reflexionando en posición de loto en el lobby del complejo.
- Parece que alguien puede leer mi mente.
- Contigo es demasiado fácil a veces.
- Le fue de maravilla, aunque él no lo quiera aceptar.- Dijo Asarlai.
- Pensé en nuevos métodos de irrigación de agua caliente en el viaje al polo sur.
- ¿Mientras que tú y yo….? Creo que eso es una manera de ser infiel.
- Oye, mi atención estaba totalmente enfocada a ti, mi pelirroja maga, pero en el camino aquí.
- Nunca encontrarás la iluminación pensando, es sólo a través del acto sin actuar, del pensamiento del vacío que uno encuentra la paz interior. Tú pareces necesitarla.
- Parece que Asarlai te dijo. Tengo pesadillas sobre la guerra. Es normal, nosotros tres estuvimos en muchas batallas, no todas ellas victoriosas por cierto.
- Vaya, vaya, vaya,- Dijo Asarlai divertida.- el hombre de oro finalmente muestra una debilidad.
- No creo que ser sensible sea una debilidad.- Dijo Ramajin, levantándose, pero aún así a centímetros del suelo. El lama secreto de Shangri-la había tomado la responsabilidad de enseñar yoga a todos los ciudadanos de Avalon. Wild sabía que era su manera de canalizar todo lo ocurrido en la guerra, pero nunca se atrevería a decírselo a un amigo. ¿O acaso no era su amigo? Después de todo le había mentido. Wild les dio la espalda para que no le notaran preocupado y se ocupó de una computadora con pantalla. El edificio tenía un visitante, un pequeño robot de ruedas de oruga que había diseñado para plantar semillas y cubrirlas con vitaminas.
- Esto sí que es raro. Debió desconfigurarse desde los campos.- Asarlai y Ramajin se asomaron a la pantalla. En efecto, un pequeño robot de dos brazos mecánicos abría las puertas, incluso aquellas que estaban aseguradas con seguros de huella dactilar. Eventualmente llegó hasta ellos.

            Los tres se quedaron en silencio. Wild desenfundó su pistola sónica, sólo por si acaso. La máquina comenzó a moverse de un lado para otro, aunque Ramajin no estaba usando sus poderes. Finalmente la máquina se detuvo y una extraña sustancia comenzó a salir del acero, la máquina parecía sudar ectoplasma, la más extraña de todas las sustancias que Wild conociera. Asarlai se acercó un poco y la tocó. El compuesto verde parecía ser muy viscoso. Poco a poco la viscosidad verde fue tomando forma y una persona apareció ante sus atónitas miradas. Una persona verde por completo, hecha de un ectoplasma verde muy denso que tenía la forma de un hombre vestido de traje y con un rostro sonriente.
- Vaya que es difícil encontrar este lugar.- Dijo el hombre de ectoplasma.- ¿Tienen licor? Mataría por algo de vodka… Aunque claro, ya no puedo tragar nada.
- ¿Cómo es esto posible?- Preguntó Jack.
- Una proyección astral muy poderosa.- Dijo Asarlai.- Sólo en Iluminatta había visto esto.
- Y la dama se gana el coche. Felicidades. Soy Aleister Glas, amante de la buena vida y su criatura ectoplásmica de confianza. ¿Les molesta si me siento? Aún tengo algunas funciones del sistema nervioso afortunadamente.
- No, por favor.- Aleister Glas se sentó sobre un sillón, su ectoplasma dejando tras de sí unas manchas verdes que Wild sabía que se quedarían en sus sillones blancos para siempre.
- Supongo que debería explicarme.
- Sería una buena idea Aleister.
- Estaba en un viaje astral cuando Iluminatta fue bombardeada hasta que se hundió como el resto de la Atlántida. Me quedé en este estado. La buena noticia es que algunos Iluminatta estaban en el mundo de la superficie. Pensaron ayudar con sus habilidades mágicas contra los malvados Iluminattis que encontraron su mesías en Herman Draxler.
- ¿En serio?- Asarlai se acercó hasta tomarle de la mano. Aleister Glas podía endurecerse lo suficiente para ser tocado y su composición atómica, dedujo Wild, variaba hasta la relativa incorporeidad.- Mis hermanos y hermanas, ¿dónde están ahora?
- ¿Recuerdan cuando dije que había buenas noticias?
- También hay malas.
- Así es, hombre de oro. Muy malas. Los Iluminatta pensamos que podíamos ocultarnos del mundo en Languedoc. Más específicamente, su reino subterráneo, bajo suelo francés, en la tierra de Oc. Allí fueron los atlantes originales cuando el continente comenzó a hundirse.
- Un reino subterráneo con atlantes e Iluminattas, ¿cuál es la mala noticia?
- No es lo que esperábamos. Yo escapé de milagro. Los demás… No tuvieron tanta suerte como yo. Puedo poseer cualquier máquina, eso me ayudó a escapar.
- Por favor, sólo dime que están vivos.
- Éramos muy pocos, no pudimos combatir contra todos… Sí, están vivos. Hipnotizados, como todos en la tierra de Oc. Tenía que avisarle a la última Iluminatta y al hombre de oro. Ustedes son mi única esperanza. La única esperanza de los Iluminatta que aún viven.
- ¿Qué estamos esperando? Vamos a Languedoc de inmediato.

            Herman Draxler había trabajado duro para convertir todas las turbinas de la ciudad flotante en jets de Vril. Había trabajado el doble de duro para ganarse la confianza de sus guardias. Había logrado hacer escapar a Ludia Katsu cuando los scouts les recogieron de la catarata en la que casi morían. Ahora trabajaba para el Dominio, el imperio más grande de la Tierra hueca. Había tenido la esperanza que Ludia contactara con Jack Wild y así poder escapar, pero con el paso del tiempo perdió casi toda esperanza. Su mejor amigo no vendría por él, tendría que hacerlo sólo.

            Cada día que pasaba cautivo le era como una tortura. Diseñaba tecnologías para la guerra y la paz. Todo para que el Dominio mantuviera a la ciudad flotante, la ciudadela, en un paraíso mecánico, mientras que aquellos que vivían en el suelo estaban sumidos en la absoluta miseria. Draxler terminó de trabajar con las turbinas de las distintas partes de la ciudadela flotante y fue sorprendido por uno de los sacerdotes. El líder del Dominio, el Gran Arquitecto, había creado una religión obligatoria en torno a sí mismo.
- Es espectacular, ¿no es cierto?- Preguntó el sacerdote, más para sí mismo que para Herman.

            Draxler no quiso contestar, pero en verdad era impresionante. Islas urbanizadas a cientos de metros del suelo. La gente que vivía allí no sufría carencia alguna. No había actividad alguna que no estuviera de alguna manera mecanizada. Herman sintió un escalofrío al ver al sol, el  núcleo de la Tierra, que se opacaba por algunas horas, creando una noche sin estrellas. ¿Moriría ahí abajo a miles de kilómetros de distancia de sus amigos y hogar?
- El Gran Arquitecto tiene grandes planes.- Dijo el sacerdote, señalando una de las muchas banderas en los altos edificios de acero y tubería de plástico. El símbolo nacional del Dominio era el panal de abejas. Herman sintió otro escalofrío, ¿estarían relacionados a los masones?
- ¿Cómo es que tienen tantos símbolos masónicos?
- Ja, en verdad eres ignorante de muchas cosas. Nosotros divulgamos nuestros secretos, codificados por supuesto, a los masones. Eso fue antes que el Gran Arquitecto decidiera clausurar todos los caminos a la Tierra hueca. Sólo la élite sabe que estamos aquí y espera nuestras órdenes.
- Lo hace sonar como si planearan algo.
- Sí, y te concierne a ti. Queremos mejores robots de combate.
- Ya han esclavizado a todas las naciones vecinas, ¿creen que podrán esclavizar al mundo de la superficie?
- Con tu ayuda, claro que sí. El Gran Arquitecto es inmortal, es un dios. Ha creado un paraíso en la Tierra. Miles aplican para el sorteo para vivir aquí arriba donde los recursos nunca terminan y donde no hay pobreza. Lo mismo será de tu mundo.
- No les será tan fácil.
- Quizás no, pero nuestros científicos han descubierto que el átomo puede partirse y que existe una energía atómica que podría ser nuestra mejor arma. Estarás trabajando sobre eso muy pronto… O morirás, es tu decisión.

            Herman se dejó llevar por el sacerdote hasta un vehículo flotante que cruzó por las enormes avenidas arboladas hasta la base militar. Ya lo había logrado, se había ganado la confianza. Les había hecho creer que se consideraba como vencido. Les mostraría que estaban muy equivocados. Herman Draxler calculó el espacio entre los autos y la altura de la valla que era la orilla de la ciudadela. Golpeó al sacerdote en la garganta, viró el volante, dejó que reventara la valla y, justo como lo había calculado desde que trabajara en las inmensas turbinas, consiguió aferrarse a un cable que le llevó como un péndulo hasta una estación de servicio. Desmayó a los guardias antes que tuvieran la oportunidad de levantar la alarma y tomó una pequeña nave de propulsión a chorro, de su propia invención, para escapar de la ciudadela. Logró llegar a la ciudad que siempre estaba en las sombras y se escondió entre las casas antes que la alarma fuera dada. Sabía lo fanáticos que eran los moradores del suelo, ellos obedecerían cualquier orden, pero no tenía tiempo para preocuparse por ellos. El mundo estaba en un gran peligro y sólo él podía salvarlo.

            El lama secreto de Shangri-la, el hombre de oro, y los dos Iluminattas viajaron hasta Languedoc, al sur de Francia en apenas una hora en uno de los nuevos jets del doc Wild. Incluso antes que aterrizaran ya había una multitud de gente que aplaudía y lanzaba flores al hombre que había ayudado activamente a reconstruir Francia y reiniciar su industria con su tecnología basada en el Vril. La policía tuvo que detener a las masas de acercarse demasiado, todos querían al menos tocar a los legendarios peleadores del polo sur, Ramajin, Wild y Asarlai. Jack le dedicó una mirada a su novia, quien usó su anillo de ilusión para hacerles invisibles y Ramajin utilizó el poder de su telequinesis para alejarse volando. Siguieron las instrucciones de Aleister Glas para encontrar las cuevas en medio de un bosque. Wild conocía el lugar, era una de las cavernas de pinturas rupestres en Francia. Ahora parecía ser mucho más cuando Asarlai pasó sus palmas por entre las piedras, descubriendo una entrada invisible.
- No sé cómo abrir la puerta, está activada con magia.- Dijo Aleister.
- No te preocupes, Asarlai puede abrir cualquier puerta.- Dijo Ramajin.
- Una chica de muchos talentos, me gusta eso.
- ¿Te das cuenta que estás compuesto básicamente de moco de dinosaurio?- Preguntó Jack con una sonrisa.
- Es ectoplasma chico ciencias.
- No se peleen por ésta pelirroja.- Asarlai sonrió cuando escuchó que las paredes se movían.

            Los pilares se hicieron a un lado, revelando una entrada a la tierra de Oc. Los cuatro avanzaron a tientas por el oscuro camino. Wild usó sus gogles de visión nocturna y fue dirigiendo a sus amigos por lo que parecía ser un laberinto de túneles. Muchas de las paredes servían como criptas y pudo reconocer algunos símbolos cátaros en los cuerpos. Se adentraba ahora a otro capítulo en la historia secreta del mundo. Descendieron por cientos de metros, en lo que les pareció una eternidad, hasta que súbitamente Jack quedó enceguecido por la luz. Se quitó los gogles y se maravilló, como sus compañeros, ante la visión que tenían enfrente. Las extrañas lámparas de cristal soplado multicolor hacían que la luz se transmitiera a través de todos los cristales empotrados contra las paredes y las magníficas columnas de geodas. Bajaron por las iluminadas escaleras hasta la entrada de un edificio cortado en la piedra. Se escondieron detrás de una pira en el gran corredor de piedra que llevaba a gruesas escaleras, hacia la extraña tierra de Oc.
- Esta cueva es gigantesca.- Dijo Asarlai, quien, como todos, se encontraba boquiabierta.
- Hay varias entradas y salidas a este lugar, pero no se dejen apantallar por las casas con rubíes, ni con sus amplios campos fértiles, ésta tierra subterránea es una trampa mortal.
- Dijiste que los otros Iluminatta estaban aquí, ¿dónde podemos encontrarlos?
- Ésa será la parte difícil. Están más allá de la catarata.- Aleister apuntó hacia un lejano rincón apenas visible por las enormes lámparas de cristal soplado que parecían estar por todas partes.- Todos están en pie de guerra, creo que planean algo grande. Escapé antes de averiguar qué era. Yo pude atravesar la mayoría de los edificios que ven allá abajo, pero rescatar a nuestros compatriotas no sería fácil.
- Si lo fuera, no estaríamos aquí.- Dijo Jack, emocionadamente.

            A medida que avanzaban, escondiéndose donde podían, Jack Wild quedaba cada vez más impresionado. El reino subterráneo parecía construido de piedras preciosas y piedra, pero los extraños súbditos tenían  cultivos de hierbas y hongos. La cueva, aunque gigantesca en sus proporciones, era cálida por las aguas termales de los ríos que la cruzaban a partir de la gran catarata al fondo. Había más templos como ése, de modo que se figuró que el reino sería mucho más grande. Wild se detuvo detrás de una pared de bloques de piedra y plata y los demás le imitaron. Algo estaba terriblemente mal. Había muchas casas, podía ver incluso un mercado a lo lejos, por las fuentes de aguas coloridas, pero no podía escuchar nada. Ni siquiera una voz. Se asomó un poco más y se dio cuenta que la caverna no estaba vacía, había gente, pero la mayoría se encontraba fija en su lugar, como en profunda meditación.
- Suficientes diamantes como para ayudar a las naciones pobres de China y Europa, ¿no crees Jack?- Asarlai se asomó a su lado y quedó pasmada.- ¿Qué le pasa a esta gente?
- No lo sé, pero parece que no nos escuchan.- Wild corrió hasta una señora vestida como villana medieval y apuntó a un extraño artefacto de cristal con algo, parecido al humo, en su interior. El artefacto se encontraba sobre su cabeza, como en una diadema.- Se visten como campesinos de la baja edad media. Tiene sentido, los cátaros desaparecieron por éstas zonas. Podrían haber llegado aquí.
- ¿Jack? Mira a estos dos sujetos.- Alcanzó a Asarlai, quien había cruzado la avenida de ladrillos de metal. Entendió su sorpresa de inmediato. No eran personas, no en el sentido común de la palabra. Jack los reconoció, pero no dejó de sorprenderse.
- Neanderthales. Por un tiempo vivieron junto con los humanos, para luego desaparecer por completo. Nadie sabe por qué. Creo que descubrimos el escondite de otra raza humana.- El Neanderthal con la frente amplia y la enorme quijada vestía como todos los demás y parecían meditar profundamente, con una de esas extrañas piezas de vidrio alrededor del cuello.
- No parecen prehistóricos.
- No lo son, y creo que empiezo a entender lo que pasó. Los Neanderthales conocieron el fuego y los metales antes que el homo sapiens, eran los renacentistas de la época prehistórica. Más avanzados que el Hombre común. Probablemente visten como villanos medievales por su exposición a la cultura cátara en la superficie.
- Se veían mucho más activos cuando logré escapar.- Dijo Aleister Glas, defensivamente.
- Visitantes.- Las voces de todos los súbditos subterráneos se encendieron a la vez creando un increíble eco que rebotó hasta en el altísimo techo repleto de geodas y diamantes. Los cuatro aventureros caminaron en reversa. La gente comenzó a acercarse a ellos, formando un círculo.
- Creo que los despertamos.- Asarlai juntó sus palmas y escupió fuego, pero eso no cambió la expresión de las personas que caminaban hacia ellos con los brazos levantados.

            Ramajin usó sus poderes en telequinesis para empujar a todos hacia atrás. Entonces aparecieron los neandertales vestidos en toga con extrañas máquinas de cristal soplado y humo en su interior. Por su forma parecía un arma, pues tenía dos agarraderas y lo que parecía ser un pico. Los guardias dispararon y los cuatro sintieron un intenso dolor de cabeza que les hizo hincarse en el suelo. El lama secreto de Shangri-la no se vio afectado y usó su telequinesis para lanzarlos lejos. Parecía que todos en la caverna querían atraparlos, pero Ramajin usó el poder de su mente para proteger a sus amigos. Más guardias llegaron, pero ésta vez lanzaron bombas de piedra que soltaban gases venenosos. Ramajin se desmayó y cayó junto con sus compañeros.
- Bien, llevémoslos ante Barbelith.- Dijo uno de los guardias de toga roja. El neandertal parecía estar a cargo y con una seña hizo que los civiles se alejaran. Jack reconoció el idioma como francés antiguo, aunque el dolor de cabeza seguía taladrando en su mente, incapacitándole.

            Inusuales bestias de carga, que parecían más jabalíes gigantes que toros o caballos, arrastraron la carreta con los prisioneros. Aquellas antiquísimas creaturas poblaban la tierra de Oc como bestias para el campo o para la comida. La gente usaba su pelaje para mantenerse calientes y los guardias llevaban un tocado con sus negras plumas de su cuello. La carreta pasó por detrás de la imponente catarata  en un camino de ladrillos de metal. Entraron al templo más sagrado, construido mayormente por geodas o gigantescos cristales, con grandes lámparas de vidrio soplado y multicolor. El dolor de cabeza pasó poco a poco y fueron forcejeando con sus amarras. Asarlai despertó a Ramajin mientras los guardias llevaban la jaula hasta el centro del templo.
- ¿Sentiste eso, Asarlai? Estaba en mi mente como alguna especie de banshee, gritando a todo pulmón. Vi que no tuvo efecto en ti Ramajin.
- Ninguno, pero usaron un gas que sí fue efectivo.
- Es tecnología telepática.- Concluyó Jack.- Fascinante.
- Sí, será fascinante cuando nos maten también.- Se quejó Aleister Glas, cambiando su ectoplasma, haciéndose más duro.
- Pensé que eras uno de esos tipos del vaso medio lleno.
- Lo soy, mi pelirroja hermosa, pero nada llamado Barbelith puede ser bueno.- Entraron a la cámara principal donde había una gigantesca forma ectoplásmica blanca, como el humo en las diademas y collares de los súbditos, o en las armas de los guardias. Las formas se hacían geométricas constantemente, cambiando de cubo a otros polígonos. Jack estimó que medía más de ocho metros.
- Este habla nuestro idioma.- Dijo uno de los guardias, y otros guardias se acercaron, sus armas y espadas preparadas.
- ¿Qué es eso?
- Eso es Barbelith, y decidirá qué hacer con ustedes. Todos estamos conectados a ella, existimos en el éxtasis místico desde hace siglos y no nos gustan las visitas.- Jack tradujo y Asarlai se preocupó.
- Pregúntales por los otros Iluminatta.
- ¿Qué hay de los Iluminatta?
- Nosotros, los que llaman Neandertales abandonamos Atlántida primero y nos refugiamos en éstas cavernas gigantes. Los Iluminatta que llegaron hace poco están bien, conectados, como todos los demás súbditos a la mente maestra.- El guardia a cargo señaló a los guardias del gran palacio, quienes llevaban extrañas lanzas de cristal con ectoplasma.- Uno de ellos es una especie de lama. Disparen a toda potencia.
- No, esperen…- Antes que Jack pudiera terminar la oración cayó desmayado.

            Herman Draxler consiguió evitar ser descubierto en la ciudad bajo la gran ciudadela, pero no podía escapar de sus propios pensamientos. Habían pasado años, Jack ya le habría rescatado, Ludia debía haberse topado con otros peligros. Se escondió en una casa abandonada y desmayó a un pordiosero para robarle la ropa, vestirse como un obrero más. Por todas partes podía ver el fanatismo. Allí donde no había algún templo, modelado como las logias masónicas antiguas, se encontraban estatuas del Gran Arquitecto o banderas con el símbolo del panal. Parecía como si la gente que vivía bajo la flotante Edén estuviesen satisfechos con sus vidas. También se topó con un gran odio contra los esclavos, y en general contra todas las demás naciones, pues estaban orgullosos de ser parte del Dominio.

            Avanzó entre casas en ruinas, pero por la periferia del ojo pudo ver que estaba siendo seguido por al menos tres individuos. Les esperó en una casa en ruinas, escondido detrás de una pared de tabiques. Los tres obreros pasaron frente a él y Herman desarmó a dos y pateó al tercero con tanta fuerza que lo dejó en el suelo.
- Somos Racalios, nosotros también estaremos en problemas si cuentan a los esclavos.- Herman los reconoció como una de las naciones que caían bajo el Dominio.- Has activado la alarma general, eso sólo hará más difícil las tareas de la resistencia.
- ¿Hay resistencia? He sido prisionero por demasiado tiempo, necesito de su ayuda para escapar de la Tierra hueca.
- Otro más que cree en esos mitos.- Dijo el que estaba en el piso.- Sabemos quién eres. Prisionero o no, tú creaste los robots que mantienen cautivo a nuestro pueblo.
- Será mejor que lo vea.- Uno de ellos le disparó un dardo envenenado y Herman quedó inconsciente.

            Los Racalios le llevaron en uno de los vehículos flotantes y lograron escapar de la capital. Herman Draxler despertó amarrado y sometido en una caja. La resistencia se hacía pasar por funeraria, y le tenían en un ataúd para pasar por todos los controles del Dominio. Le liberaron cuando llegaron hasta un valle desde donde se podía ver a una ciudad en ruinas y con incendios salidos de control. Dócilmente les acompañó. Reconoció los modelos que había diseñado, pero nunca había querido que fueran usados para eso. Había enormes máquinas de dos patas que con tentáculos poderosos tomaban a los hombres que lograban esconderse para encerrarlos en las jaulas de su interior. Reconoció a los aviones con las cámaras caloríficas que podían flotar sobre sus objetivos y disparar. La culpa lo estremeció por completo.
- Ustedes, ¿qué hacen aquí?- Antes que el soldado pudiera disparar Herman le quitó el rifle y le desmayó de un golpe al cuello. Lo arrastraron hasta las ruinas y dejaron que Draxler desmayara más militares para vestirse como ellos.
- Son tus máquinas en acción. Nos han estado haciendo esclavos desde hace más de dos siglos, pero ahora nos quieren a todos como soldados. Planean una invasión masiva. Aún no sabemos contra quién.
- ¿Contra el mundo exterior?
- Eso cree el Gran Arquitecto. Nosotros no creemos en otros mundos. Sería absurdo creer que estamos debajo de un planeta entero.- Se escondieron en unas ruinas y vigilaron por una ventana hacia las máquinas con tentáculos. A lo lejos Herman pudo ver a los esclavos alineados a quienes eran entregados las máscaras de acero que él había diseñado para la comunicación por radio, visión nocturna y de calor. Podía calcular al menos un centenar de ellos, enmascarados y portando rifles de Vril. No quiso ni imaginar el mal que harían en el mundo exterior. El Dominio podía conquistarlo todo.
- Les aseguro que existe otro mundo. No es perfecto, pero existe. Si pudiera escapar contactaría con Jack Wild, dos mentes piensan mejor que una. El mundo debe ser alertado. Quiero ayudarlos.- Los tres hombres se miraron en silencio y finalmente aceptaron.- ¿A dónde están moviendo su ejército?
- Lo que antes era una mina de carbón. Han establecido una base central de operaciones al norte de aquí. No veo cómo podamos llegar tan lejos, aún con estos uniformes.
- Tengo un plan.- Dijo Herman, con una sonrisa pícara.

            Recorrieron las calles hasta un alto edificio que se conservaba casi intacto. Herman escaló las escaleras hasta el techo y, tomando impulso, saltó hasta el techo de una de las máquinas de dos patas. Consiguió abrir la escotilla antes que los tentáculos lo tomaran y sorprendió al operario con un gancho contra la quijada que le dejó fuera de combate. Le tomó algunos segundos acostumbrarse a los controles digitales de la máquina y después usó los tentáculos para llevar a los soldados con él. Avanzaron al norte, junto con todas las otras máquinas cuyas jaulas estaban llenas de futuros soldados. Herman sintió un escalofrío al recordar esas máscaras de acero. No solamente les hacía anónimos por completo, como menos que una entidad, sino que tenían sensores que permitían lanzar un shock eléctrico. Seguramente los encargados los electrocutarían si no peleaban. Ocupó un espacio entre máquinas de guerra aún más grandes en una fila que se acomodaba hacia lo que parecía haber sido una mina de enorme tamaño. Al ver las máquinas dragadoras sacando tierra pudo respirar más tranquilo, aún no abrían del todo el camino, y algunas armas de Vril eran tan grandes que requerirían de accesos enormes.
- Parece que lo logramos.- Dijo uno de los racalios mientras la máquina descansaba al centro de la enorme base militar. Súbitamente todas las máquinas se detuvieron y los cañones de Vril les apuntaron. Herman se asomó por una de las ventanas, había un par de aviones girando alrededor de ellos. La radio pidió por los códigos de actualización, pues debían seguir en la ciudad buscando por esclavos.

            La escotilla se abrió y entraron soldados armados. Herman pudo contra tres de ellos hasta que finalmente recibió una descarga de Vril que lo lanzó por los aires hasta chocar contra una pared. La alarma general les había hecho sospechar. Cargaron los cuerpos a la base, donde un general les fue quitando los cascos militares.
- A éste es el que buscamos.- Los soldados dispararon sus armas contra los miembros de la resistencia hasta convertirlos en humeantes cuerpos.
- ¡No! No tenían que hacerlo, malditos monstruos.
- Regrésenlo a su laboratorio, y doblen la seguridad. Aún tiene mucho trabajo por delante y tenemos un plan que seguir.

            Herman se dejó conducir hasta un vehículo que flotaba a unos metros de la superficie usando los jets que él había diseñado. Había tardado meses en ganarse su confianza, ahora nunca la tendría de vuelta. Aún así sonreía. Les había visto en acción. Conocía sus protocolos de seguridad y sus puntos débiles. Lo haría otra vez, escaparía y salvaría al mundo.

            Doc Wild golpeó a uno en la garganta mientras que con la otra mano desarmaba a uno de los guardias y le golpeaba en la nariz, rompiéndosela. Ramajin empujó a los guardias del palacio y la figura ectoplásmica se convirtió en un cubo y se coloreó de rojo. Ahora todos los súbditos en la tierra de Oc estaban tras ellos. Wild tomó a Asarlai y se lanzaron por el río hasta la catarata, Ramajin cargó con Aleister Glas y regresaron por donde habían entrado mientras que todos les buscaban por otra parte. Asarlai usó los tatuajes siempre en movimiento de sus palmas para abrir la puerta y salieron a la superficie.

            El hombre de oro se quedó atrás mientras los otros se iban. Ordenó a los militares franceses, quienes les buscaban por todas partes, que sellaran todas las cuevas de Languedoc y mantuvieran preparados los enormes cañones de Vril capaces de nivelar montañas. No sabía si Barbelith cumpliría su amenaza de invadir al mundo, pero tenía que estar preparado. Los militares colocaron tiendas de campaña y bases militares por todas las cavernas de Languedoc. Wild se quedó, como esperando algo, pero en los tres días que coordinó a las fuerzas armadas no pasó nada. Eventualmente Asarlai fue por él.
- Te preocupas demasiado. Vamos, queremos dejar Francia, ir a un lugar más cálido.

Apretando un botón en su cinturón hizo que una nave de Vril descendiera para recogerles. Asarlai le besó apasionadamente y se quedó en sus brazos en su viaje hasta la gigantesca isla flotante de Avalon. Pasaron por los campos cultivados por robots hasta uno de los palacios de marfil y cristal. Sus asesores le aguardaban de traje y corbata y Asarlai se burló de ellos mientras la nave descendía en el heliopuerto. Wild ordenó que el colosal domo azul de Avalon buscara aires más cálidos, al sur del Mediterráneo. Quiso evadir a sus asesores, pero fue imposible.
- Doctor, la liga africana quiere ser el granero del medio oriente, pero la organización de naciones islámicas podría perder la poca agronomía que tienen.
- Está bien, diles a los árabes que estaremos abriendo una nueva logia donde ellos quieran. ¿Cómo va el programa de entrenamiento?
- Perfectamente señor.
- Mi crianza fue cruel, sólo espero que cuando crezcan, estos muchachos sepan apreciar lo que su sacrificio significó.- Wild firmó los tratados que debía firmar y en un auto eléctrico de lujo le dio la vuelta al palacio hasta llegar a la enorme alberca donde se entrenaban a los jóvenes de la logia de Horus para ser tan fuertes e inteligentes como él.

            Supervisó los ejercicios por unas horas y, al terminar el día se retiró a su laboratorio. Ya había curado el cáncer con su medicina a base de Vril, pero su lucha incansable para detener todo sufrimiento humano aún no terminaba. La computadora envío el mensaje, otra docena de invitaciones por parte de dignatarios. Todas las naciones se peleaban para ser honradas con la presencia de Avalon y todos los dirigentes de los países buscaban su sabio consejo.
- Podrías ir a dormir, ¿conoces esa actividad?- Dijo la computadora. Wild miró al robot con rasgos humanos en la esquina y esperó a que Aleister Glas lo poseyera. La ectoplasma quedó contenida en el traje y los engranes microscópicos comenzaron a funcionar.- Mi compatriota Asarlai podría enojarse.
- Está bien, está bien. Terminaré con las ecuaciones mañana. Solamente no hay suficientes horas en el día y mi tecnología de manipulación temporal está en pañales.- Aleister le acompaño a través de los corredores repletos de arte traído de Atlantis y venas de Vril que mantenían a toda la isla flotante. Glas podía hacerse cargo de cualquiera de sus máquinas y era el piloto en jefe.
- Hay más en esta vida que la investigación doctor Wild, ¿por qué crees que planeo mis vacaciones en Mu? Será genial, tendré ese paraíso para mí y… para algunas admiradoras.
- Estás hecho de ectoplasma, ¿qué podrías… No, olvídalo.

            Wild acompañó a Ramajin en sus meditaciones nocturnas en su templo de oro y después se retiró a su habitación. Asarlai estaba ocupada viendo todas las opciones que los diseñadores de modas tenían para su vestido de novia. En cuanto Wild entró las pinturas de Rafael se convirtieron en pinturas de Van Gogh. Jack sonrió, había diseñado esos cuadros para reaccionar a las emociones de los ocupantes, pero no podía pensar por qué siempre que estaban juntos tenía que ser Van Gogh. Asarlai le quitó la camisa, sintió sus músculos y le procuró un dulce beso. Luego otro, y otro más. Ella contaba los días con los besos.
- No puedo creer que no te hayas decidido aún.
- Teniendo tantas opciones… ¿Crees que venga el Papa?
- Sin duda, todos vendrán.
- Es increíble Jack, el mismo día que nos casamos le revelamos al mundo la existencia de Iluminatta. Sólo piensa en todo lo que mi cultura puede ayudar a tu cultura. Allí donde la ciencia no pueda ayudar, lo hará la magia.
- Sí y el templo para la boda es increíble, toda la arquitectura me recuerda a…
- ¿Sí?
- ¿De qué estaba hablando?-  Preguntó Jack, sentándose en la cama.
- De la arquitectura atlante.
- ¿Nos casaremos en Iluminatta?- Entonces lo recordó al ver la dulzura en sus ojos. Él había inundado Iluminatta. Él había terminado con toda su cultura. Él era el destructor de mundos. Y sin embargo tenía imágenes, alguna especie de memoria, del templo de bodas y de sus jardines colgantes. Jack sintió en escalofrío. Reconocía un recuerdo cuando lo tenía, pero eso no era un recuerdo. Se levantó de golpe y tomó un libro del enorme librero. Podía adivinar el título, pero no podía leerlo. Sabía lo que las hojas decían, conforme lo hojeaba, pero era incapaz de unir las letras. Asarlai se preocupó.
- ¿Qué pasa amor? Parece que viste a un fantasma.
- Asarlai, mira esto.- Le mostró el libro y ella leyó el título sin problemas.- No, no lo estás viendo. No tiene sentido. Estamos soñando. No podemos leer cuando estamos soñando. ¿Qué es lo último que recuerdas?
- Haber escapado de la tierra de Oc. No fue tarea fácil, y espero que los militares puedan…
- No, sí fue fácil, demasiado fácil.
- Vamos cariño,- Dijo Asarlai tomándole de la mano y empujándolo a la cama.- te sentirás mejor mañana. Haremos que el doctor te vea. Por primera vez en tu vida toma el consejo de alguien más.
- Sí, sí… Espera un segundo, ahora vuelvo.

            Wild consiguió zafarse y salió de la habitación corriendo. Corrió con las palmas extendidas, sintiendo los detalles de las paredes y alfombras. Podía sentir el frío del oro en las estatuas que adornaban cada espacio y olía el frescor de cada flor. Aún así, algo estaba mal. No podía saber si recordaba algo, toda una vida, o si lo estaba creando. Llegó hasta un cuarto de computadoras y llamó a Aleister Glas a gritos.
- No tienes que gritar, aquí estoy.- Salió incorpóreo de una consola, dejando tras de sí un rastro de ectoplasma y su figura verde flotó hasta su robot más cercano. Wild le había construido toda una serie, o al menos eso creía recordar.
- Mira las pantallas, lee cualquier cosa.
- Nivel uno, posible falla de abanicos. ¿Quieres que vea qué le pasa?
- No, trata de leerlos a detalle… Esto te sonará loco, pero estamos soñando Aleister. No tenemos un Avalon que vuela, y no creo que hayamos salido de la Tierra de Oc. Apenas puedo recordar qué pasó, pero sé que no estamos en nuestro mundo. Iluminatta se hundió.
- ¿De qué estás hablando? La boda será en….
- ¿Lo recuerdas?, ¿recuerdas la razón por la que estás en esa forma astral?
- Espera un momento…- Se miró las manos robóticas y después miró a su alrededor. Todo le sentía familiar, pero a la vez diferente o raro.- Herman Draxler. Lo recuerdo a él. Destruyó Londres, arruinó mi pub favorito e inundó mi hogar. ¿Qué hacemos?
-  No lo sé, quizás tengamos que regresar. ¿Puedes tomar control de la nave?
- Con gusto.- El robot señaló a la entrada de la sala, donde había docenas de uniformados de blanco y azul que querían estrechar su mano o hablar con él. Por más que se disculpó no lo dejaban salir.
- Déjenme en paz.- Dijo finalmente, empujando a uno de ellos al suelo.
- No puedo dejar que hagas esto.- Dijeron todos a coro.
- Barbelith.
- No puedo dejarles despertar. Son muy peligrosos.- Jack golpeó al primero que trató de agarrarlo, y después echó a correr, empujando gente a su paso.
- Aleister, ¡Aleister!
- Tengo el control de la nave.- Dijo una de las pantallas de Vril.
- No nos quieren dejar despertar.- Wild saltó sobre un uniformado, derribó a una señora de una patada y con otra lanzó a un guardia que venía armado con un bastón.- Derriba la nave si es necesario.
- Pensé que nunca lo dirías. Allá vamos.

            Wild se enfrentó a treinta guardias, quienes lo lograron lanzar al suelo y someterlo. Un doctor estaba preparado con la inyección cuando la gravedad cambió hacia una de las puertas. Jack se aseguró de caer encima de los guardias y justo a tiempo se lanzó a un lado antes que los muebles cayeran sobre ellos como una lluvia. Podía sentir que el sueño se desvanecía y de pronto vio una enceguecedora luz, seguida de una sustancia viscosa de color carne. Trató de moverse, pero se encontraba atrapado por lo que le parecía ser una vaina. Usando toda su fuerza consiguió liberar las manos y con un gigantesco esfuerzo abrió la vaina y salió empapado de aquella extraña planta. Se enfrentó a un par de guardias que se lanzaron con cuchillos y los desarmó en segundos. Sus amigos seguían en las vainas y empezó a cortar la de Aleister, quien estaba aislado por una membrana eléctrica que lanzó a Doc Wild por los aires.
- No puedes escapar.- Se lanzó por las raíces de la planta escapando de los guardias hasta que llegó al suelo de rocas. Se movió entre las columnas formándose un mapa mental de los túneles a partir del sonido de los pasos de los guardias. Aún no conocía su tecnología y no se sentía capaz de tomarse riesgos.

            Atacó a un guardia por la espalda silenciándole con la boca y de un esfuerzo lo tiró al suelo y desmayó. Le quitó el extraño cubo con asaderas que llevaba y no supo cómo activarla contra otro guardia que le buscaba. Se acercó lo suficiente al grupo para confirmar su sospecha. Todos estaban en alguna especie de hipnosis, no hacían plática entre ellos y sus movimientos eran coordinados sin la necesidad de hacerse señales. Barbelith estaría pensando por ellos.
- Este laberinto no tiene salida.- Dijo una voz, reverberando por las paredes.
- Escucho el agua, y no puedes detenerme.- Se enfrentó a los dos guardias en el túnel desde el que se podía ver el río. Se lanzó al suelo, lejos del cubo y les lanzó el suyo como un arma. Se levantó de golpe para taclearlos del cuello y dejarlos inconscientes. Los demás guardias corrieron hacia él, pero el hombre de oro se lanzó al río y comenzó a nadar con poderosas brazadas. Pretendía esconderse detrás de las casas, pero todos en la tierra de Oc habían caído bajo el hechizo de la mente maestra.
- No me obligues a matarte.- Pronto se vio rodeado y doc Wild se tensó como una bestia enjaulada. Tenía que pensar en un plan y pronto.
- Una mente, sin contacto con el mundo exterior… Eso destrozaría cualquier forma de cálculo del tiempo. Debes tener pensamientos sin gramática, un río constante de pensamientos. Deben sentirse como millones de años.
- He construido infinidad de mundos posibles, e historias personales de cada uno en cada mundo. No pensaron en eso cuando me crearon.- El círculo se hizo un poco más pequeño.- Los celtas sabían de estas cavernas y los arrianos siguieron en sus tradiciones, pero los moradores de Oc se adelantaban a su tiempo.
- Neanderthales.
- Sí, una comunidad de ellos, quizás la última. Siglos enteros dedicados a las tecnologías mentales. Fueron los arrianos quieren buscando a Dios me crearon a mí.
- Tenían la capacidad de materializar pensamientos. Tecnología mental.
- Un pensamiento que se piensa a sí mismo.
- Todos en Oc están en un lugar de bendición, no te necesitan. Pronto, tu mundo exterior también quedará hipnotizado. Habré salvado al mundo de sí mismo.
- Créeme, no quieres eso en tu conciencia.
- No tengo conciencia.- Dijeron todos al unísono. No sonó como una amenaza, de hecho, nada lo hacía. El tono era neutral, sin pasiones, sin emoción alguna.- Ustedes me interesan, por eso siguen con vida. Como a los últimos sobrevivientes de Atlántida. De todos ellos pensé que serías el más débil. No volveré a cometer ese error.
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            Doc Wild sintió cientos de voces en su mente gritando y aullando. Cayó hincado y uno de los guardias apuntó su cubo contra su frente y lo desmayó. Los habitantes del reino subterráneo siguieron con sus actividades programadas.

            Herman Draxler no podía dejar de trabajar o era sometido a las peores torturas. Le dejaban, a veces por días, en un cuarto iluminado, amarrado de brazos y piernas a una incómoda silla. La soledad comenzaba a afectarle. Aquella tortura era peor que los golpes de los guardias o los ocasionales envenenamientos estomacales que le hacían sufrir. Trabajar era lo único que podía hacer. Trabajar en una nueva casta de robots, con cerebros diferenciales inventando el chip de silicón, de lo cual tenían bastante gracias a su minería. Un grupo selecto de científicos revisaban su trabajo diario, la mayoría no podía llegar a entender las complejidades de recrear la mente humana usando chips y códigos de computadora. Luego de varias semanas Draxler sólo podía ver los ceros y los unos. Los científicos entendían poco de programación neuronal, pero al ver los resultados quedaron muy satisfechos.
- Recogerán las cosechas, armarán nuestras fábricas y usarán nuestras armas.- Dijo el científico en jefe, quien también era quien decidía si podía ir a dormir o si merecía algún castigo.-  Lo que ha creado señor Draxler solucionará la mayor parte de los conflictos sociales. Entiende eso, ¿no es cierto?
- Sí, lo entiendo.
- Cada hombre y mujer del Dominio tendrá al menos uno de estos en su casa. Más en su trabajo. La mayoría gozará del sufrimiento de una pequeña minoría que quedará relegada. Es un trato justo, ¿no le parece?, ¿Qué la mayoría viva mejor que la minoría?
- Sí, me parece justo.
- Justo a tiempo también, nuestro Gran Arquitecto empezaba a preocuparse por su futuro, y eso nunca es bueno.- Revisó las complejas piezas mecánicas que armaban a toda la figura humana de acero y silicón y lo puso a prueba lanzándole una piedra. El robot la atrapó a tiempo y la devolvió al jefe de científicos.- Sí, justo a tiempo.
- ¿Justo a tiempo para qué?
- El Gran Arquitecto quiere verlo. Guardias, báñenlo.

            Lo sometieron a las mangueras a presión y, tras ponerle esposas plásticas en manos y piernas le hicieron andar hasta un vehículo que dejó la base en un convoy. Ésta vez no se tomarían ningún riesgo. Sabían lo inteligente que era, y lo mucho que deseaba escapar. Lo que no sabían era que Draxler comenzaba a convencerse que moriría allí. Habían pasado años desde que aquella catarata, y meses desde que ayudó a Ludia Katsu a escapar. Ya no podía hacer lugar en su corazón para la esperanza.

            El vehículo flotó y se detuvo frente al gran panal de acero y piedras preciosas. Le fueron empujando por los pisos de colores blanco y negro hasta una estancia imperial. El Gran Arquitecto hizo una seña y uno de los guardias lo empujó hasta las escaleras que terminaban en su trono. El hombre tenía prácticamente a todas las naciones complejas en esa parte de la Tierra hueca bajo su control, y parecía disfrutar viéndole en el suelo.
- No todos creen en el mundo exterior. Dicen que ya estamos en él.- Herman fue hincado y le miró a los ojos. Podía visualizar diez maneras de salir de esa habitación, dos para escapar del palacio, pero ¿luego qué haría? Estaba rodeado por completo, y sin los robots, podían tomarle por una manzana podrida y matarlo. Draxler aún tenía su orgullo, no se dejaría vencer.- En épocas antiguas educamos a una hermandad y les guiamos por la vía de la sabiduría. Estos masones, en algún momento sabios y compasivos, se tornaron sedientos de sangre y poder.
- ¿Y decidieron encerrarse a propósito y olvidar la entrada?
- Ya saldremos, todo a su tiempo. Los robots que has diseñado formarán un gran ejército, además de los esclavos. No, aún no te mataré. Al contrario, quiero hacerte general, usar tu cerebro para ganar la guerra que el mundo exterior merece. Por ahora quiero que termines los estudios de tus colegas en radiación. Poseemos una mina de uranio y me han dicho que el poder del átomo puede usarse como arma. Tú la vas a perfeccionar.
- Eso nunca pasará.
- Se hará como digo, o el dolor que ha sufrido hasta ahora no se comparará con lo que ordenaré que se le haga. De una manera o de otra el Dominio tendrá esa bomba. Los Racalios serán los primeros en sentir mi furia por sus insurrecciones.
- ¡No!
- Entonces trabaje y nada les pasará, lo prometo.
- El poder absoluto, corrompe absolutamente.
- Palabras valientes de un hombre al borde del colapso. ¡Llévenselo!

            Doc Wild saltó de un techo a otro para alcanzar los soportes del puente que cruzaba sobre ellos. No recordaba de qué huía, pero recordaba que debía huir. Huir lejos. Lo más lejos posible. En la oscuridad trató de recordar, aún podía escuchar el tono monocromático en las voces de las mentes que Barbelos había hipnotizado. Barbelith ya no se contentaba con tenerlos prisioneros, buscaba salir para conquistar al mundo. El escalofrío de la realidad le desapegó del mundo oscuro que le rodeaba, de la ciudad monolítica y de sus peligros. Barbelith tenía tecnología contra la que no había ninguna salvación, lograría lo que quería. Jack se concentró, trató de despertarse mientras se balanceaba en la viga, a varios pisos de distancia de los techos. No tenía manera de saber si había estado dormido un par de segundos o un par de semanas. No tenía forma de saberlo. Lo único que podía hacer era despertar, pero eso tampoco parecía fácil de hacer. Ésta vez el sueño era más profundo, podía sentirlo de alguna forma.

            Saltó al techo de un edificio y cuidadosamente bajó por las escaleras contra incendios. Había toque de queda y a lo lejos podía escuchar las sirenas de las patrullas y veía las luces de las máquinas voladoras. Tenían forma de murciélago y eran parte de Draxler 5.0. Creía recordar que Herman había salvado el mundo de su intento de conquista. Llegó al suelo y recorrió las desiertas calles en silencio, ocultándose en los callejones. Logró entrar a una farmacia por el ducto de aire y usó tinte del cabello para pintárselo de negro. Robó todos los químicos que pudo y se escondió en el suelo cuando uno de los murciélagos pasó a pocos metros de la calle, su luz iluminando casas, edificios y negocios.

            El hombre de oro encontró un lugar estable en un edificio condenado a la demolición. Consiguió algo de comida la noche siguiente y más productos para terminar su fórmula química para hacer un polímero que hiciera de máscara. Durante el día escuchaba a las masas gritando su nombre con furia cada vez que aparecía en las grandes pantallas holográficas. Todos los anuncios tenían que ver con él, y el Estado hacía muchos anuncios. Cada vez que se devaluaba la moneda, se escaseaba el chocolate o se anunciaban recortes al presupuesto era por su culpa. Todos lo odiaban y esperaban su regreso. Las pocas buenas noticias eran a pesar de sus cobardes intentos de desestabilizar al mundo pacífico. Sin embargo, el mundo era todo menos pacífico. Había visto los campos de concentración a la mitad de la ciudad y las grandes torres donde unos pocos controlaban cada aspecto de la vida cotidiana de las millones de personas a quienes controlaban. En esas torres de marfil se encontraban sus amigos, gobernando con la mente de Herman Draxler en forma de programa de computadora, listo para aparecer en cualquier patrulla o robot.

            Al sexto día logró armarse con un par de gases químicos y una pistola y planeó la manera de despertar. Necesitaría de la ayuda de algún amigo. La máscara le protegía en las calles, pero la vagancia era un delito penado por ley y el toque de queda significaba perder muchas horas del día. En cualquier momento podía ser objeto de escrutinio por los guardias vestidos de blanco y azul, como la bandera polar. Tomó por sorpresa a dos de ellos, se hizo de su patrulla y la usó como un petardo para volar en pedazos las vitrinas de la central policíaca. Necesitaba hacer ruido para llevar a cabo su plan. En los días siguientes estalló un pánico. Jack Wild había vuelto. No habían tenido un ataque de ese tipo en mucho tiempo, y por más que los medios obligatorios dijeran que Wild no había tenido nada que ver en el percance, la gente le temía tanto que podía sentirlo. ¿Sería así en el mundo real?, ¿el miedo a Herman Draxler podría justificar cualquier tiranía?

            Escondiéndose en los túneles debajo del edificio condenado fue atacando al transporte público derritiendo las vías o neutralizando a los guardianes que perseguían a los criminales que vivían bajo tierra. Muy pronto se hizo de una gran reputación entre ellos. La mayoría era considerada criminal por no poseer una casa o por faltar a las terapias obligatorias de obediencia. Cuando el pánico empeoró los guardianes enviaron robots a los túneles para cazar con rayos de Vril a todos los criminales. Jack derribó a uno, le quitó su arma y en menos de un segundo se deshizo de las otras tres.
- Eso fue impresionante.- Dijo uno de los vagabundos, cuya única arma era una palanca de metal.- Realmente pensamos que nos matarían.
- Y lo harán, estoy seguro. A menos que nos organicemos y rápido.
- Tú eres el sujeto, el que ha estado derritiendo vías y explotando coches.- Jack sonrió, el tinte de cabello y las prótesis en el mentón y en la nariz le había cambiado lo suficiente.
- Tengo que llegar al edificio central, creo que si nos organizamos con un buen plan, podremos hacer sufrir a este Estado mundial.
- ¿Qué podrían hacer unas cuantas ratas de túnel?
- Llévame con tus amigos y verás.

            En menos de una semana ya tenía a cincuenta ratas de túneles colocando bombas en edificios de gobierno y volando centrales eléctricas. La ciudad entraba en shock, la amenaza de Jack Wild se hacía más difícil de disimular. El hombre de oro planeaba cada ataque meticulosamente, pues Draxler 5.0 aprendía rápidamente. El toque de queda se reestableció una hora más temprano y constantemente mostraban los rostros de Aleister Glas, Ramajin y Asarlai asegurándole a la gente que se trataba de ejercicios de adiestramiento y que ellos estaban en control. Los reclutas en las cloacas seguían llegando y al cabo del mes eran más de cien.

            Jack dejó que los ánimos se calmaran para planear su golpe maestro con sus bombas de cloro. Había conseguido plantar bombas en diez edificios de gobierno, suficiente cloro para enfermar a todos, pero sin matar a nadie. Tenía que planearlo bien, pues era su ticket de entrada para el edificio central, un monolito sin ventanas con pantallas de diez pisos en cada lado y una enorme lente que parecía observarlo todo. El grupo actuó coordinadamente y se llevaron a cabo las evacuaciones. Wild consiguió confundirse con la gente, robar una tarjeta magnetizada y entrar al edificio central para esconderse en el túnel del ascensor. Utilizó la tarjeta en una de las puertas que estaban marcadas en sánscrito. Desmayó a un monje en la entrada para usar sus ropas y encontró a Ramajin al centro de una gran esfera dorada, calmadamente moviendo cosas de lugar, operando una máquina que Jack no podía imaginar qué era. Sabía que él no evacuaría, que no caería en el pánico. Sólo esperaba que cayera en consciencia.
- Saludos, extraño.- Los objetos se fueron colocando en sus partes, como consolas dentro de consolas y Ramajin se puso de pie sosteniendo el cuello de doc Wild con su telequinesis.
- Herman Draxler fue quien trató de conquistar el mundo, tú y  yo protegimos Tíbet, tú y yo peleamos contra el ejército Chino, ¿lo recuerdas?
- No recuerdo de qué me estás hablando.
- Suéltame y te lo diré.- Ramajin lo lanzó contra una pared y con un pestañeó activó el botón de emergencia. Wild sacó una lata de su mochila y se la lanzó a los pies, para luego dispararle.

            Ramajin le tomó del cuello y comenzó a apretar, pero no pudo deshacerse de los químicos a tiempo y cayó inconsciente. Jack salió corriendo, la alarma activó todas las cámaras y de una de las paredes del corredor se activó un robot de largas piernas con escopetas de Vril por brazos. Wild le lanzó un cuchillo directo a la computadora central en su pecho y la desactivó. Recuperó su cuchillo y le dio a uno de los guardianes en la pierna antes que le disparara con su arma. Entró a la escalera de emergencias y subió varios pisos, escuchando a los otros guardianes que subían a toda prisa por él. Su plan A había expirado.
- ¿Adónde crees que vas, amigo?- Aleister Glas apareció cruzando una pared y se hizo sólido para golpearle en la cara. Wild se agachó a tiempo para evitar el segundo y saltó un par de escalones para darse la vuelta y patearlo. Sabía que eso no sería suficiente, pero ningún químico serviría para él.
- Aleister, tú llegaste por nosotros porque se hundió Iluminatta, ¿lo recuerdas?
- Recuerdo que Jack Wild la inundó.- Lo pateó en el vientre contra la puerta con tanta fuerza que se abrió de golpe.  Wild entró a un laboratorio y desde el suelo disparó su pistola de rayos Vril contra los guardianes. Dejando que Aleister le golpeara en el estómago.
- No, yo soy Jack Wild.- Jack se quitó la máscara y Aleister lo miró, aún más enojado.
- Pues bendito el día…
- Esa fue una mala idea.- Disparó al techo, dejó que los cables cayeran sobre él y los cortó mientras Aleister se lanzaba ciegamente contra él. Logró unirlos en su cabeza corporizada y miles de watts  de potencia lo convirtieron en gelatina.

            Jack se puso de pie y siguió avanzando hasta llegar a la esquina. Disparó contra los guardianes, pero sabía que era cuestión de tiempo. No había ventanas, no había escapatoria. Draxler 5.0 lo había calculado bien. Al menos les había tomado por sorpresa. Una lengua de fuego le pasó por encima cuando se barrió por el suelo disparando contra los robots que salían de las paredes. Asarlai juntó las palmas otra vez y sopló un viento gélido que inutilizó su pistola. Jack se  trepó por encima de los muebles clínicos y los brazos robóticos trataron de cazarlo mientras se lanzaba contra ella. Asarlai dejó que se acercara, pero se movió a tiempo. Wild sabía que le escupiría fuego en cuanto tocara el suelo, de modo le tiró su otra lata de gas venenoso contra la cara, tomándole por sorpresa.
- Tú me recuerdas. Tú recuerdas quién inundó Iluminatta.- La tomó de las manos y la besó con todas sus fuerzas. Ella se resistió al principio, pero luego lo tomó apasionadamente.
- ¿Qué pasó?
- Estamos en un sueño y no podemos despertar. Fuimos a la tierra de Oc y Barbelith nos tiene a todos en vainas, soñando y aprendiendo de nosotros. Creo que cuando aprenda lo suficiente sobre el mundo exterior nos matará y montará una invasión.
- Tenemos que despertar a los otros.- Wild se agachó a tiempo antes que un trueno lo desintegrara y Asarlai le disparó a los guardias que entraban sorprendidos.
- Tenemos que salir de aquí.
- Imposible, Draxler 5.0 controla todo.
- Sí, pero tus manos abren cualquier puerta.
- Buen punto.- Asarlai le indicó el camino, sus manos abrían las puertas de las distintas unidades desde donde se gobernaba al mundo entero. En las oficinas de agronomía y reservas de comida Asarlai usó sus manos para abrir una enorme puerta que daba a la base de una de las pantallas holográficas y a sus controles.
- Deben ser más de cien pisos hacia abajo.
- Sí, deberían ser los suficientes.
- Suficientes, ¿para qué?
- Para esto.

            Asarlai le tomó en brazos y saltó al vacío. Su poder para controlar el clima inició un fortísimo huracán que lanzó a las máquinas voladoras por todas partes y que les jaló hasta el techo más cercano sin romperles ningún hueso. Mantuvo la fuerza del huracán para lograr huir hasta los túneles. Wild sabía que ya no podría confiar en la resistencia, Barbelith sabía que había hecho demasiadas olas en su mundo ficción. Le neutralizarían de una manera o de otra. Se escondieron en el edificio condenado, Asarlai quedó muda por mucho tiempo, mientras que el huracán despistaba a los vigilantes y, más importante aún, a Draxler 5.0.
- No lo puedo creer. Todo ese poder concentrado en tan pocas manos, y todos caíamos en la trampa. Por todos los dioses de Iluminatta Jack, tenemos campos de concentración para los disidentes. No me sorprende que tú despertaras primero y me da gusto haber tratado de matarte… Espera, eso sonó mal.
- Sé lo que quisiste decir.- Wild miró por la ventana, los guardianes vigilaban las calles con grandes patrullas artilladas y naves en forma de murciélago. Les encontrarían ahí, era cuestión de tiempo.- La computadora. Ésa debe ser la clave. Barbelith es una computadora. Creo que se ha involucrado en el sueño como Draxler 5.0. ¿Cómo conseguimos apagarla?
- No se puede apagar, se alimenta de siete centrales de Vril, directo desde los ductos que llevan hasta la Tierra hueca. Además de eso tiene baterías para durar otros cinco siglos en al menos una docena de lugares en el mundo, y no sólo aquí. Draxler 5.0 está en línea en todo momento y en todo lugar. Cualquier cosa que tenga un chip, tiene a Draxler. A Barbelith.
- Vamos por el Vril, atraeremos a los demás. Los podremos despertar.
- O morir intentando Jack, tiene que haber una mejor solución.
- Las sirenas vienen para aquí, tenemos que usar los túneles, escondernos por un tiempo.

            Los vigilantes revisaron edificio por edificio, sin encontrarles. Las pantallas alertaban al público de los ejercicios militares y suspendían toda actividad, pidiendo a la gente mantenerse alerta y en casa. El hombre de oro hizo lo posible por no hacer ruido, tenía a su equipo de rebeldes en otra parte de la ciudad, pero se encontró con uno por accidente.
- Todos están mejor hipnotizados.- Dijo el vagabundo, con un tono sin emoción alguna.- Un estado de paz profunda y un deseo de compasión, ¿qué tiene eso de malo?
- Eso no es justo Barbelith, no lo estás dejando como una opción, quien regala algo no lo fuerza sobre otros.
- Todos sabemos dónde están. Es inútil pelear. Somos una legión.- Wild le golpeó en la garganta y de una patada lo dejó inconsciente.
- Tiene razón en una cosa.- Jack escaló por los barrotes hacia una tapa de cloaca.
- ¿Qué haces? Estaremos más expuestos ahí.
- Confío en ti.
- Tienes demasiada confianza.- Salieron a la calle en el ojo del huracán y Asarlai convocó truenos para neutralizar a todos los murciélagos que disparaban caóticamente contra ellos.- ¿Ahora qué?
- Ahora esperamos.
- ¿A qué?
- A que Barbelith lo haga personal.- Jack señaló por entre las tejas y el agua de tormenta hacia una burbuja. Ramajin se aproximaba en posición de flor de loto junto con Aleister Glas en una burbuja telequinética.

            Asarlai les escupió fuego y trató de razonar con ambos, pero no fue necesario. Ramajin despertó al ver a Jack y usó su telequinesis para contener el ectoplasma de Aleister Glas y sacudirlo hasta que perdiera toda su forma. Los cuatro despertaron de golpe y atravesaron los bulbos, sólo para ser atacados por los guardias y sus armas neuronales. La extraña vegetación les apretó de nuevo y aunque lucharon tanto como pudieron, todos volvieron a dormir.

            Herman Draxler y un equipo de matemáticos trabajaron durante varias semanas. Herman podía construir las ecuaciones para llevarlos a callejones sin salida. Sabía del poder del átomo, sabía lo que el Dominio haría con el mundo exterior. No tomarían riesgos, serían robots y bombas atómicas. Daba por muertos a sus amigos, pero no estaba preparado para dejar morir a su mundo. No lo habían quebrado aún. Cuando los matemáticos quedaban exhaustos su genio era usado para ampliar la ciudad aérea con nuevos módulos. El Dominio llevaba su guerra de esclavo hasta nuevas naciones y la capital necesitaba crecer cada vez más. El Gran Arquitecto lo hacía trabajar días enteros sin sueño, y Herman no se hacía ilusiones, sabía que moriría en cuanto tuvieran el poder de separar el átomo y utilizar su fuerza.
- ¿Crees que puedes escapar así nomás?- Le preguntó el soldado que le escoltaba en el vehículo flotante desde el taller de turbinas hasta la base militar.- Nos hiciste pasar por idiotas.
- Sólo quiero dormir.
- No hay tiempo para dormir. Mi nombre es Mirmar y soy un Racalio.- El soldado dejó la nave en piloto automático, otro de los adelantos computacionales de Draxler.- Tengo que aplaudir lo que hiciste, pero fue bastante estúpido. El Gran Arquitecto es inmortal, un dios para sus súbditos. Te necesitamos.
- El Dominio ya me tiene trabajando para ellos, todo para dragar nuevos accesos al mundo superior y llevar la destrucción. ¿Qué quieres de mí?
- Que le ayudes a mi pueblo a pelear. No tienes que hacer nada, yo puedo pasar los planos de las armas y los robots que has diseñado a mis contactos en Racalio, podemos luchar por nosotros mismos. Te prometo que haré hasta lo imposible por ayudarte a escapar.
- Está bien Mirmar, les ayudaré, pero debemos ser cuidadosos. Dos de los veinte matemáticos son espías militares. Puedo detectarlo en ellos. No me dejarán engañarles otra vez. Son orgullosos, pero no son tontos.

            En las siguientes semanas, y a ritmo de Mirmar, Herman le fue proveyendo de información. Los rumores de las revueltas de esclavos llegaban hasta la base. Herman se alejó de las sospechas al diseñar la tecnología de las cámaras de video y mejores turbinas a base de Vril, así como toda una rama de la medicina dedicada a ella. Mirmar consiguió ser el encargado de torturarle y esa fue la única manera de que Herman consiguiera un par de horas de sueño cada semana. Culpó a los matemáticos y a la falta de sueño por los pocos avances nucleares, pero las excusas estaban por terminarse. El Gran Arquitecto estaba perdiendo la paciencia.
- Mañana,- Le dijo Mirmar, mientras le tenía a solas en el cuarto de tortura.- otro guardia me reemplazará. Será tu ejecución. Si tienes un plan, sugiero que lo uses.
- ¿Qué hay de los matemáticos? Se están acercando demasiado, ¿y de las dragadoras?
- ¿Y qué hay de mi pueblo sometido?  Toda una cultura milenaria reducida a esclavos. No voy a fingir, te he ayudado porque tú nos has ayudado. Ve a Racalio cuando escapes, ayuda a mi gente. Yo no puedo hacer más.
- Has sido un buen amigo Mirmar.

            Herman esperó hasta la noche en su celda para efectuar su plan. Conocía la arrogancia del Dominio y los sistemas de video vigilancia y sus patrones. Él los había configurado. Violó la cerradura con algo de jabón y un clip. Se movió despacio y sin hacer ruido. Del techo y de camionetas salían tentáculos con venas azules de Vril que tenían una cabeza, un gran ojo, para vigilar todo el perímetro. Pasó por debajo de una, el cuello torciéndose de un lado a otro. Saltó por una ventana y esperó hasta que la camioneta hiciera su ronda para moverse, espalda contra la pared, hasta la primera torre de vigilancia. Escaló sin hacer ruido y desmayó a los dos guardias antes que hicieran sonar la alarma. Los soldados esperaban que huyera por alguna de las puertas, pero tenía una mejor idea. Escaló la torre para saltar al techo de la base y rápidamente deslizarse debajo de un generador de Vril para ocultarse de uno de los cuellos. Usó su cinturón en uno de los cables y se dejó llevar por la gravedad hasta las rejas del perímetro, donde se apoyó sobre ellas y de un gran salto cubrió la distancia hasta la segunda reja. Abandonó la base y se internó en la ciudad flotante antes que la alarma sonara.

            Se escondió en los niveles inferiores de la ciudadela, siempre moviéndose sigilosamente mientras que todos los soldados del Dominio le buscaban. Dejó pasar una semana, robando comida de dónde podía, antes de robar uno de los aviones de propulsión a chorro. Escondiéndose en el bosque de las constantes patrullas en la tierra y en el aire consiguió llegar a Racalio en otra semana. La visión era trágica, la ciudad de altas torres y pirámides de cristal se encontraba casi en ruinas, con mercados de esclavos por todas partes. Los militares compraban a la mayoría y todos los días llegaban nuevos embarques al puerto con cientos de esclavos. Racalio se había convertido en la capital de la esclavitud. Entendió los riesgos que Mirmar había pasado, así como su petición. El Dominio había llevado su mentalidad de panal de abejas a todas partes, destruyendo y esclavizando lo que quedara. Ese sería el futuro de su mundo.

            Robando ropas limpias se dedicó a estudiar lo que quedaba de Racalio. La única gente libre eran los esclavistas, quienes se tatuaban el número de esclavos que podían conseguir. Una tarde, mientras vigilaba las acciones militares desde un techo, un grupo de subversivos salió del alcantarillado disparando rifles de Vril. Herman reconoció las armas, él las había diseñado. Bajó a ayudar, derribando a un soldado antes que matara a un insurrecto y usando su cañón de Vril contra la camioneta llena de soldados que llegaba para apaciguar la situación. Huyó junto con los rebeldes, quienes de inmediato le invitaron a formar parte de la resistencia.
- ¿Cuánta gente tienen?
- Cien, quizás el doble.
- ¿Quizás?- Herman disfrutó de comida caliente en un túnel abandonado en compañía de varios rebeldes.- He estado estudiando a los militares aquí en Racalio. Creo que la ciudad puede ser tomada y los esclavos liberados. Creo que si hacemos eso tendrán el triple.
- ¿Y tú qué quieres?
- Hay una base militar que, por alguna razón, tratan de hacer pasar desapercibida como una taberna. Quiero entrar, ver qué tiene de especial.
- ¿Cómo hacemos eso?
- No, la pregunta es cuándo.

            Herman Draxler consiguió unir a los rebeldes, muchos de ellos de otras nacionalidades, ayudándoles a construir robots de combate. Tenían una forma humanoide, con la computadora en un pecho protegido por dos placas de acero y un rifle de Vril en cada uno de sus cuatro brazos. Utilizando los túneles del drenaje cavaron un largo túnel hasta la base militar. Aprovecharon la noche para atacarles por sorpresa. Herman dejó atrás a los combatientes y, matando soldados conforme avanzaba, encontró la habitación más resguardada. Mató a los guardias con su propia versión del cañón de Vril, capaz de crear agujeros en el concreto o acero. Encontró los planes de las dragadoras y la ubicación de los túneles por los que planeaban salir al mundo exterior. El repentino ataque culminó de la misma forma y todos los rebeldes celebraron en su base clandestina.
- Entonces es cierto,- Le dijo uno de los rebeldes de la civilización Skai, que habían sido sometidos hacía un siglo.- el Gran Arquitecto realmente cree en el mundo exterior.
- Es real, yo nací allí. Están muy cerca de su objetivo.
- ¿Y qué hay de nuestra lucha?
- El Dominio conquistaría al mundo en un par de semanas, para entonces el Gran Arquitecto tendría el poder para conquistar toda la Tierra hueca. Entonces sí será invencible.

            En las siguientes semanas Herman usó sus conocimientos en tácticas militares para propiciar fuertes golpes contra los esclavistas más importantes de la ciudad. Había sido entrenado por el Ojo de Horus, repitiendo de memoria las grandes batallas del pasado. Conociendo a su enemigo, no les fue difícil liberar a una tercera parte de los esclavos y formar una resistencia capaz de mantener bloques enteros de la ciudad. La capital de la esclavitud también era la mayor debilidad del Dominio, pues cada esclavo liberado quería unirse a la lucha contra los divinos mandatos del Gran Arquitecto.
- Lo logramos, pudimos conservar estas veinte cuadras.- Celebró uno de los rebeldes.
- Sí, por eso es hora de movernos.
- ¿Movernos?, ¿después de toda la sangre que vertimos para ganar este terreno?
- ¿Crees que a tu enemigo le importa?, ¿cuántas ciudades tiene el Dominio?
- Más de cien.
- Exacto. Ordena que el ejército se mueva. Será mejor tomar los bosques al norte de aquí. Tienen lagos y comida suficiente.
- ¿Qué esperas que haga el Gran Arquitecto?
- Eso.- Dijo Herman, señalando a los bombarderos de propulsión a chorro que invadían el espacio de Racalio y comenzaban a nivelar la ciudad.

            El ejército rebelde se movilizó hacia los bosques. Los esclavos se sintieron derrotados, pero Draxler nunca se había sentido tan cerca de ganar la guerra. Lograron esconderse en las profundas cavernas del norte y de inmediato comenzó a planear su siguiente movida.
- El enemigo nos ha mostrado una gran debilidad. La arrogancia.
- ¿Qué sugieres que hagamos? No podemos contra todo el Dominio. Menos estando aquí.
- No, no es necesario conquistar al Dominio. Sólo basta con matar al inmortal Gran Arquitecto. Y tengo un plan para hacer eso.

            Doc Wild despertó en una jaula de cristal y sonrió. Ahora entendía el juego de Barbelith. Ahora sabía qué hacer. Se asomó contra el cristal, un par de guardias con largas varas eléctricas se acercaron hasta una entrada invisible y comenzaron a amenazarle con matarlo.
- Lo habrías hecho si quisieras Barbelith.
- ¿De qué está hablando?
- Vamos, vamos, estoy despierto y no te diré nada de lo que necesitas saber.
- Vamos por la mujer.
- Ésa es una mala idea.
- ¿Ah sí, y por qué?
- Porque si la lastiman, reales o no, los voy a matar.
- ¿En serio? La última vez que revisé,- El guardia golpeó la puerta de cristal, no se movía.- tú estabas allá adentro y nosotros aquí afuera.
- No están solos. Nos encontramos en alguna especie de prisión, o lo que Barbelith cree que es una prisión. Quiere saber más sobre el mundo exterior, más sobre los retos que le esperan. Debe haber al menos un par de guardias para cada prisionero. Y asumo, por sus reacciones, que todos estamos aquí. Esas varitas mágicas no les servirán de nada. No me van a asustar, e incluso si lograsen dominar a Aleister Glas, todos estamos despiertos.
-  ¿Y qué te hace pensar eso?- Se escuchó un grito y después un trío de guardias salió volando.
- Ah, veo que Ramajin ha despertado.
- ¡Cubran todas las entradas!

            Asarlai les escupió fuego y después contra el cristal de la celda hasta derretirlo y quebrarlo. Los cuatro se vieron en el corredor blanco e iluminado sin saber para dónde correr. Todos estaban despiertos y el hombre de oro les explicó lo que Barbelith necesitaba de ellos. Recorrieron el pasillo hasta una pared de acero que Aleister Glas atravesó, dejando tras de sí un charco de ectoplasma. Regresó con ellos y, haciéndose corpóreo y sólido, se arregló la rosa verde en su cuerpo verde.
- Una buena y una mala.
- ¿Cuál es la buena?
- No es 1984, pero no estamos fuera de peligro.
- ¿Por qué no hemos despertado?- Preguntó Asarlai.- Primero bastó con que uno despertara, ahora todos sabemos que esto es un sueño, ¿por qué no podemos manipular las cosas como en un sueño común y por qué no podemos salir de nuestras vainas?
- Estamos en la mente de Barbelith, en uno de sus muchísimos mundos posibles. No creo que sea la sedación, entonces no se conectaría con nuestras mentes. No, necesita nuestra información para la invasión. Creo que estamos cerca del centro.
- ¿El centro de qué?
- Vengan conmigo, no nos queda mucho tiempo.
- ¿Mucho tiempo para qué?

            Siguieron a Wild hasta una salida y, tomando las varas eléctricas de los guardias sometieron a un pequeño ejército. El hombre de oro se movía entre ellos, ágil y sin perder la concentración. Asarlai congelaba y hacía arder protegiendo a Ramajin con un muro de fuego. El lama secreto de Shangri-la utilizó su telequinesis para empujar a los guardias contra las paredes y Aleister se solidificó lo suficiente para golpearlos con la fuerza de un toro. Asarlai abrió la puerta y entraron a un complejo que parecía un invernadero lleno de exóticas plantas de todos los colores y formas. Recorrieron el paso de gato hasta una salida, pero se detuvieron en la entrada del edificio. Cientos de personas parecían vagar sin rumbo, sus mentes por completo vaciadas. Las calles eran de concreto con extraños edificios que se alzaban en patrones irregulares y cambiaban de forma.
- El centro de su mente. Está pensando todo el tiempo y mantiene cerca a sus cautivos, aquí es donde los manda. Un lugar sin crimen, sin sufrimiento. Un paraíso para ellos.
- Dijiste que no teníamos mucho tiempo.
- Sí…- Jack quedó en silencio unos momentos. La gente iba y venía sin prestarles mucha atención.- Nos trajo aquí por una razón. Los Neandertales crearon un pensamiento capaz de pensarse a sí mismo, de ganar autoconsciencia, pero conciencia y voluntad son dos cosas distintas. Piensa una cosa y quiere otra. Nos trajo aquí para que llegáramos hasta el centro.
- ¿Y cómo propones hacer eso?
- Manteniéndonos con vida.

            Escucharon los motores de los aviones y corrieron por las calles antes que empezaran los disparos. Todo a su alrededor se convertía en un remolino, sintieron un mareo intenso y se encontraron a la mitad de un campo de batalla. Wild disparaba su cincuenta milímetros contra la trinchera de enfrente, los demás terminaban de tomar la trinchera. El lama secreto de Shangri-la aulló con todas sus fuerzas y creó un campo telequinético alrededor de los cuatro.
- ¡Está viva!- Gritaba Wild por encima de las balas.- ¡Tenemos que buscar su centro!
- Estoy abierto a cualquier sugerencia.- Dijo Aleister con completa calma, mientras que Ramajin detenía las balas y explosiones.
- Yo sé cómo.- Dijo Asarlai.- Su mente son como mundos dentro de mundos. Lo que necesitamos es abrir la puerta y entrar a otro. Mis tatuajes en las palmas abren cualquier puerta, hasta aquellas de la mente.

            Asarlai puso las manos en el ensangrentado suelo y se concentró hasta que todos se sacudieron con violencia y se encontraron entre los dorados edificios de Iluminatta. Aleister corrió hasta sus compañeros Iluminattis y les quitó los pendientes y diademas con el cubo humeado. Uno a uno fueron despertando. Wild se sentía incómodo, pero no lo demostró. Los magos usaron sus habilidades para defenderse de los invasores que llegaban desde las costas con sus armas de Vril. Los sobrevivientes de Iluminatta despertaron de su ensueño y desde todos los rincones se escuchó un grito temible. Era Barbelith. Asarlai usó sus manos de nuevo para abrir otra puerta, entrar a otro mundo. Ahora estaban a la mitad de un desierto, rodeados de enormes y extraños animales. Lo hizo de nuevo y se encontraron en un laberinto de altísimos muros y mecanismos. Una enorme trampa mortal con pisos falsos y hojas afiladas en los techos.
- Parece que llegamos. Creo que estamos en el centro, o muy cerca de su conciencia básica, por eso todas las trampas.
- ¿Y cómo llegaremos al centro?
- Esperen un segundo.- Aleister se acercó a un muro y escuchó contra la piedra. Sonrió complacido.- Como lo esperaba, relojería. Todo el lugar es una enorme máquina. Su última arma contra agentes mentales peligrosos. Creo que puedo poseerla, ayudarles a llegar hasta el centro. Ramajin, tú los puedes ir llevando. Abriré los caminos.

            Aleister desapareció detrás de la pared y esperaron unos segundos hasta que escucharon su voz, proviniendo de todas partes. Activó las trampas y les fue abriendo las puertas del laberinto, Asarlai marcaba cada una de las vueltas con una flecha escupiendo fuego. Ramajin eventualmente se cansó y caminaron por lo que parecieron días. Wild avanzaba primero, podía sobrevivir días enteros sin dormir. Aleister abrió el techo sobre ellos y escalaron hasta la cima del laberinto. Se encontraban muy cerca del centro, un copo de nieve que brillaba con todos los colores y que giraba fuera de control.
- Una parte de ti quiere extenderse por el mundo, conocerlo todo.- Dijo Jack. El copo de nieve no dijo nada.- Otra parte de ti quiere dejar de pensar. Algo salió mal, no sólo piensas en el pensamiento mismo, también piensas en otras cosas y lo has estado haciendo por lo que te debieron sentir como millones de años.
- Billones.- Dijo el copo de nieve.- He creado universos enteros. Civilizaciones que crecieron y decrecieron, versiones de la misma idea repetidas infinitamente. Me he reproducido, como un virus, en cada una de las mentes que los neandertales han ido cosechando para mí.
- La tecnología mental.
- Así es.
- Entonces ayúdanos.- Dijo Asarlai.- Podemos darte un final, si nos ayudas.
- Toda historia merece un final.- Dijo Jack.
- No fallen, o el mundo sufrirá las consecuencias.- Dijo el copo de nieve.

            Despertaron en sus vainas y Ramajin liberó a todos con su mente. Los guardianes dispararon desde sus cubos y lanzas de cristal humeado, pero ya no surtían efecto. Wild se enfrentó a golpes con ellos, arrancándoles los pendientes y diademas que les mantenían conectados a Barbelith. La tierra de Oc se encontró en revuelta, y todos sus habitantes les querían muertos. Asarlai consiguió hacerse pasar hasta los Iluminatti con tatuajes con vida propia. Se defendió de sus ataques mágicos y les despertó de su encierro mental. Aleister Glas dividió a los peleadores, dándole tiempo a Ramajin para atacar haciendo volar las geodas y cristales con suficiente fuerza para noquear a cualquier enemigo. Wild consiguió llegar hasta el enorme cubo que era la mente de Barbelith y le gritó a Ramajin para que lanzara todo contra ella. Todos aquellos que seguían hipnotizados gritaron y aullaron de desesperación, pero les sirvió de poco. Ramajin destrozó el cubo con los afilados cristales y el hechizo se rompió. Todos fueron despertando poco a poco, sin saber dónde estaban o cuánto tiempo habían pasado durmiendo. Jack se hizo de uno de los cubos para investigar esa tecnología más a fondo.
- ¡Jack, Aleister!- Les llamó Asarlai cruzando el río, donde se encontraba rodeada de su propia gente.- Todos los sobrevivientes están aquí, y están a salvo.
- Gracias por liberarnos.- Dijo uno con tatuajes en la cara que cobraban vida y formaban dibujos.- ¿Cómo podemos pagarte?
- No importa.- Dijo Wild, tímidamente.
- Es muy modesto.- Asarlai le besó y rió.- ¿Qué harán ahora?
- Nos quedaremos en la tierra de Oc. Es lo que queda de la Atlántida. Lejos del mundo, es mejor así. Creo que podemos convertir este lugar en algo especial, y ustedes están invitados por supuesto. ¿Qué hay de ti, Glas?
- ¿Bromeas? Después de todo por lo que he pasado, yo me iré con el doc y los demás. Aún queda mucha vida en mí. No estoy listo para ese último brinco, dicen que el último escalón es mortal. Además, creo que los cuatro hacemos un buen equipo.

            Wild y compañía salieron de las cavernas de la tierra de Oc. Asarlai abrió las pesadas puertas hechas de piedra y salieron de las cavernas de Languedoc, donde había campamentos de cientos de personas con velas en las manos que al verlos estallaron de júbilo y corrieron para festejarlos. Explicaron, medio a gritos, que habían pasado varios meses desaparecidos en esas cavernas y el mundo entero aguardaba el aliento para el regreso del hombre de oro. El héroe del mundo libre.

            Herman comenzó la invasión a la capital del Dominio manteniendo a sus soldados como fanáticos religiosos en busca de una oportunidad para vivir en la ciudadela voladora. Lo único que necesitaba era un poco de tiempo para hacerse de las piezas necesarias. Había construido el sistema operativo de los robots de guerra para que fuera fácilmente manipulable con algoritmos no euclideanos, de modo que sutilmente fueron robando robots para que él cambiara sus lealtades con algunas líneas de código. El virus de computadora se transmitió por sus redes de antenas y en menos de una semana tenían todo preparado. La guerra llegó a la capital del Dominio mientras gran parte de su ejército aún les buscaba en los bosques.

            Los esclavos liberados y los robots abrieron fuego y fueron tomando los transportes hacia arriba. Derribando algunos de los módulos con los cañones de Vril que Draxler había preparado para ellos. Él se movió furtivamente entre la batalla, matando cuando era necesario, pero tratando de pasar desapercibido. Alcanzó cubrir una gran distancia por los techos hasta llegar al palacio imperial, el enorme panal de abejas. Entró por una ventana hexagonal, mató a un par de guardias y, disfrazándose como uno de ellos se movió entre los que se apresuraban a mantener seguro ese lugar. Les tomó por sorpresa y les disparó por la espalda, haciendo estallar los contenedores de Vril, derrumbando parte del palacio y señalizando así a los rebeldes para que pelearan una última batalla antes que el resto del ejército regresase.
- ¿Qué crees que estás haciendo?- Le preguntó el Gran Arquitecto.- No puedes matarme, nadie puede. Soy inmortal.
- No sé si eso sea cierto o no, o cómo lo lograste, pero nunca tendrás la bomba que quieres y jamás llegarás a la superficie.- Herman le disparó a los dos guardias que se ocultaban detrás del trono y después al Gran Arquitecto. El hombre se levantó de entre las ruinas de su enorme trono de cristal y se lanzó con su espada.

            Herman reaccionó a tiempo, le dio la oportunidad para aprender sus movimientos, estudiarlo y encontrar lo que le hacía tan especial. El Gran Arquitecto, vestido todo de blanco, tenía un cinturón con una hebilla azul. Disparó contra él desde corta distancia, eso lo sacó volando, pero no lo frenó. Se figuró que tenía un campo de fuerza de Vril.
- Menos mal que ordené que demolieran con explosivos todas las turbinas.
- ¿Hiciste qué?- El Gran Arquitecto estaba sorprendido.
- ¿Pensaste que no tendría un plan B?- Súbitamente todo fue lanzado de lado. Los motores de propulsión a chorro fueron estallando uno tras otro, galería tras galería. La capital imperial del Dominio caía en picada contra un lago.

            Herman salió del palacio corriendo por la pared y brincando antes que le cayeran los muebles. El Gran Arquitecto no tuvo tanta suerte. Una pared lo aplastó mientras le perseguía. Draxler consiguió salir a la calle y esperó hasta que escuchara el agua para saltar de la pared del palacio y cayera varios pisos hasta un cable que le llevó hasta la ventana de un edificio que se caía a pedazos dentro del agua. Herman consiguió escapar a tiempo. Su ejército le esperaba. Honrarían su parte. El Dominio había caído, ahora todos los esclavos se rebelaban contra el ejército, y desde que los robots comenzaran a destruir todos los vehículos militares la batalla se volcó por completo a favor de los rebeldes. En un par de días ya habían vencido al ejército y los rebeldes habían llevado a Herman hasta el túnel principal que las dragadoras mecanizadas habían estado haciendo por meses. Seguían sin creer que ellos se encontraban en la Tierra hueca, pero le desearon suerte de todas maneras.

            Draxler recorrió el oscuro camino hasta que la gravedad comenzó a cambiar. Los robots habían quedado inutilizados, las dragadoras ya casi llegaban hasta su meta final. Draxler consumió lo último que le quedaba de comida y siguió escalando con la dragadora mecánica hasta que sintió que la máquina ya no podía responderle y, acelerando a todo lo que daba, salió expelido al mundo exterior como un topo mecánico de cuarenta toneladas. Herman se quedó unos instantes pasmado, incapaz de creer la suerte que había tenido. Reconocía las piedras y la tierra roja, sabía que estaba en algún punto del sur de Australia. Aprovechando el poco Vril que la máquina tenía disponible cerró el agujero de modo que nadie pudiera regresar por allí, y bajo sus pies sintió la explosión del Vril y el colapso del túnel. Estaba dispuesto a caminar hasta la costa cuando vio a lo lejos un jeep que se acercaba a toda velocidad. Agotado, cayó hincado y desmayó.
- Herman, despierta Herman.- Abrió los ojos y por un instante no reconoció a Ludia Katsu.- Estás en una cabaña abandonada. No podía llevarte al pueblo.
- Sobreviviste, ¿pero cómo es que no…
- Eres un hombre buscado, por eso no puedo llevarte al pueblo.- Le entregó el diario, en primera plana aparecía el regreso del doctor Wild y contenía un breve resumen de su rol en la segunda guerra mundial contra Herman Draxler.- Wild, él se hizo pasar por ti para iniciar una guerra mundial. Por eso nunca regresamos por ti. Te hizo el villano de la caricatura que él llama historia. Mató a millones con tal de conquistar el poder y el amor del público. En cuanto escuché las historias de los extraños terremotos en el sur de Australia supe que serías tú, o el Dominio. ¿Qué pasó allá abajo?
- El Dominio está acabado, el Gran Arquitecto está muerto, su ejército también.- Dijo Herman, ausente por completo. Se puso de pie y caminó hasta las latas de atún sobre la vieja mesa de madera. Miró por la ventana y vio las estrellas por primera vez en muchos años.- Wild, él… ¿El Vril?
- Es su arma secreta. No lo comparte, hay muy poco en el mercado y sólo él sabe cómo manejarlo. Ha hecho que todo sea eléctrico. Una comunidad de países unidos por su desprecio hacia ti.
- ¿Jack?
- Nos dio por muertos y nos utilizó.- Dijo Ludia, balanceando un cuchillo en una mano.- Le hice saber que no todos estábamos en su misma emisión de radio. ¿Qué quieres hacer?
- Tenemos que regresar. Allá abajo, tenemos que regresar.
- ¿Qué, pero y Jack?
- Tengo un plan.

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