martes, 6 de septiembre de 2016

El mito del dragón y el lobo


El mito del dragón y el lobo


Por: Juan Sebastián Ohem



            Tyr miró su reflejo en la pantalla, dándose cuenta por primera vez que parecía un pordiosero bañado en sangre. La nave llegaría pronto a Targoviste en la luna Deimos de Marte. Se preguntó si tenía miedo, si creía que su padre Sigurt había tenido miedo antes de ser traicionado por su tío y asesinado por la Iglesia. Siempre había creído que su padre no había sentido temor alguno, pero quizás eso no era cierto pues, aunque la tarea que estaba dispuesto a hacer era desagradable y peligrosa, él temía. No por su propia vida, había crecido sabiendo que eventualmente aún, siendo príncipe heredero, moriría en cautiverio. Tenía miedo, sin embargo, que sus motivos no fueran entendidos nunca. El sentido de su vida, aquello que le había impulsado a vivir incluso en las peores circunstancias, debía quedar en claro y los pueblos libres de Thule tenían que entender la causa por la que valían la pena tantos sacrificios. Comenzó la grabación sin siquiera mojarse el rostro y quitarse la sangre. Existían, entendía ahora y quizás en el fondo siempre lo había entendido, horrores que el Hombre común necesita ver de primera mano. Permaneció en silencio por unos segundos, no estaba seguro de cómo habría de comenzar. Muchos advertían ya que la Iglesia de los dos Hermanos amenazaba con destruir las viejas formas, otros, mal nombrados en su opinión “radicales”, llamaban a una guerra abierta contra aquellos que eran igualmente capaces de hablar de paz y amor entre los Hombres como eran capaces de quemar a los “herejes” en hogueras. Decidió, al fin, contar su propia historia y dejar las teorías para los académicos y diplomáticos.

- “Mi nombre es Tyr, hijo de Sigurt, hijo de Siegfried. Mi padre fue traicionado y asesinado en un intento por desestabilizar a Thule, pero la Iglesia no contaba con que los pueblos libres de Thule estaban dispuestos a seguir a mi madre, la reina Byr. Mis hermanos y yo pasamos varios años existiendo en secreto, por temor a los asesinos de los Arcontes de Marte y a los Inquisidores de la Iglesia. Llegados a edad fuimos presentados para el aclamo de los thules e ira de la Iglesia que, en ese momento, amenazaba con nuestras colonias en las lunas marcianas de Phobos y Deimos.


viernes, 2 de septiembre de 2016

El mito de Sigurt


El mito de Sigurt, el glorioso héroe de Thule


Por: Juan Sebastian Ohem



            Los vitrales de la nave insignia de Thule, el Balmung o espada del cosmos, filtraban las luces de estrellas lejanas y nebulosas en un arcoíris de colores. Sigurt, el joven general, parecía fascinado por el monumental rosetón con la forma de su máximo dios, el Sol negro. Él era el único que estaba tranquilo, pese a la importancia de la misión y la inminente confrontación contra la flotilla del planeta Sisibe. Sus primos, Fafnir y Regin fingían tranquilidad mientras se paseaban por el puente de oficiales revisando los instrumentos y calculando las aproximaciones. Poco se conocía de la colonia en Sisibe, pero algo era bien conocido por todos. El planeta consistía, en su enorme mayoría, de agua y aquel era el recurso más preciado para Atlas y Thule. El planeta que le vio nacer se estaba quedando seco o cubierto de inservible agua contaminada. Lo que antes eran majestuosos océanos, lagos y ríos eran ahora grandes cañones y áridas extensiones de tierra. Había en su rostro, a pesar de la enormidad de la misión, una sonrisa juguetona y un brillo especial en sus ojos. Sigurt era la clase de hombre a quien era imposible leerle el rostro, adivinarle las intenciones. Esto era cierto, a excepción de la hermosa Bryn, hija del rey Gunnar de los Pueblos libres de Thule.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Atlas: la fundación genética


Atlas: La fundación genética

Por: Juan Sebastián Ohem



            El entrevistador entró a la habitación blanca de hospital y, dejando sus cosas sobre una mesa, le dio la mano a Jason Ellis. El viejo tenía un brillo en los ojos cada vez que le visitaban, aunque aquello raramente sucedía. Incluso si fuera popular en el hospital probablemente no lo sabría, pues su memoria se deterioraba con el paso de los días. Era perfectamente posible que le hubiese visto antes de modo que fingió conocerle y le señaló el sillón a un lado de la mesa para que tomara asiento. El entrevistador comenzó a grabar y Jason sonrió al adivinar el motivo de su visita.

- Me gustaría, doctor Ellis, si pudiera decirme a detalle su relación con el doctor Robert Whalen.

- Quedamos pocos.

- ¿Cómo dice?

- Quedamos pocos que recordamos al mundo antes de la guerra mundial. Robert era uno de ellos. Me preguntó qué será de Atlas cuando todos nos hayamos ido.

- Los registros existen, pero… supongo que tiene razón doctor.

- No podría decirle qué año es ahora, pero en cuanto a Robert… Siempre teníamos que decirle “Robert”, odiaba “Bob” o “Bobby”. Incluso su esposa le decía Robert. Pobre Nora, le oí decirle en más de una ocasión “doctor” y “doctor Whalen”. Supongo que cuando te conviertes en uno de los padres fundadores recibes cierta categoría hasta en su casa… Aunque claro, eso fue antes que su matrimonio se fuera por el… Perdón, ¿quería saber algo en particular o…

- Su relación con él, todo lo que recuerde, realmente.

miércoles, 13 de julio de 2016

Harlan Harris: La broma universal


Harlan Harris: La broma universal


Por: Sebastián Ohem

            La miseria hace rico al miserable y destroza al pobre. Escucho la voz del inspector Kirby “Eres un policía, no lo olvides”. No es tan fácil. Prostis, yonquis y ladrones. Todos me conocen. El pelirrojo con los tatuajes en los nudillos. El facilitador. Respondo únicamente a Kirby, Inspector de División de Inteligencia. Los demás policías de incógnito no duermen con los vagabundos para escuchar los rumores. No hacen conexiones de drogas y armas entre pandilleros. Ola delictiva en Malkin, demasiados jugadores buscando ángulos para exprimir los centavos de la miseria y hacerse rico. Rick Kirby siente asco por ello, su guerra particular. Yo creo que es de morirse de la risa. No he visitado mi oficina de investigador privado, mi tapadera para recibir mi sueldo. Kirby lava mis pecados siempre que le mantenga informado. Estoy al tanto de demasiadas noticias, difícil enfocarse en una. Prostis negros mataron a su proxeneta, alguien está formando un establo. Los chacales vueltos depredadores. El nuevo proxeneta es Gene Bloom. Paga con heroína. La gran H. Trato de dejarla pero es como si ella no me dejara a mí. Gene prácticamente tiene un letrero de neón. Me acerco y sabe quién soy. Va rotando a sus prostis. Cuando quedan demasiado enganchados, y se les nota, les aparta y consigue nuevos. Depredador. Tipo corpulento, peludo, anillo de estrella de David. Se hace al macho alfa. Parte de la cadena alimenticia. ¿Dónde quedo yo? No estoy en la cadena. Estoy de visita. Estudio a la raza humana. A veces no recuerdo cómo llegué aquí. A veces sí. A veces me da gracia. A veces me hace llorar.

- Harlan Harris, ¿correcto?- Le muestro los nudillos. H-A-H-A y H-A-HA.

miércoles, 29 de junio de 2016

Eddie Lupino: La rabia del lobo


Eddie Lupino: La rabia del lobo


Por: Sebastián Ohem

 

            Día en la corte. Asistente del fiscal William Scalia lleva a juicio lo que cree que está en la bolsa. Negocia sentencias casi siempre. Kyle Thomas era un caso seguro. Todo se desplaza para favorecer acusados con abogados privados. Testigos pierden la memoria. La gente olvida el encabezado. Se reduce a evidencias y testimonios de los detectives a cargo. 12 jurados que nos llaman “cerdos fascistas”. Scalia me mira como si trajera la peste. Jurados deliberan por dos horas. Kyle Thomas sale libre. La chica a quien le aplastó el cráneo con el tubo es menos que un recuerdo. El detective Elwood Collins me mira preocupado. Misma sensación que Scalia. Juicio distinto. Keith Mayne, mafioso mediano, muchos testigos, una testigo clave, mucha evidencia. Me llaman como supervisor del caso. El jurado escucha lo mismo quince veces. Tienes que unirles los puntos. Los abogados son brutales contra Elwood, no tiene el récord perfecto que se supone que todos tenemos. Nadie lo tiene, si lo tuviera no podrías confiar en él. Llega el momento de la testigo estrella, Amanda Culver, le vio en persona matando a tres pandilleros y robando sus drogas y dinero. Scalia empieza suave y pronto suda. Amanda Culver cambia versión. Nada de amnesia. Dice lo contrario, dice lo que la defensa necesita escuchar. Receso. William Scalia no me mira como leproso porque me necesita. Ahora soy su “paisano”. Ahora somos dos italianos luchando por salir adelante. Quiero gritarle por arruinar el juicio de Kyle Thomas. Nada de encabezados con ese. Keith Mayne es otra historia, podría darle una mejor oficina. Quiere que siga a Amanda Culver, saber si le pagaron o la intimidaron. Pérdida de tiempo. El daño está hecho. Acepto de mala gana para que me deba favores. Acepto porque Elwood podría perder mucho si el mafioso lo demanda. Soy su sargento, soy su hermano azul.

 

miércoles, 22 de junio de 2016

Eddie Lupino: Alimentar al lobo


Eddie Lupino: Alimentar al lobo


Por: Sebastián Ohem

 

Del escritorio del sargento detective Eddie Lupino.

 

            Roger Fenway, Jean Ruggerio y la historia de amor. Hombre conoce a mujer. Hombre enamora a mujer. Hombre se casa con mujer. Mujer no puede darle hijos. Hombre la mata con un martillo. Hombre jura tener amnesia. Otro día, otro cadáver. No sorprende ni a los novatos. Novatos apáticos. Toda la policía es apática. Toda la policía saber que todos los civiles son violadores y asesinos en potencia. Lo peor de la humanidad es la humanidad. Los novatos cometen un error tras otro. Vieja historia, nuevos errores. Caso fácil a caso difícil. Nada de pruebas admitibles. “No recuerdo”, una y otra vez. Novatos más asustados de mis gritos que de tener a un asesino suelto en las calles.

 

            Saco a Roger Fenway a las escaleras. La paliza en brutal. Guantes negros y cachiporra. “Se cayó de las escaleras” y “creo que quiere decirnos lo que pasó”. Vomita la verdad frente a la grabadora. Quiere abogado. Quiere negarlo todo. Me siento a comer carne cruda, sangre en todo mi rostro. Manos llenas de sangre. Dientes llenos de sangre. No puede verme a los ojos. El abogado me amenaza pero sabe que perderá. Roger Fenway nuevamente confiesa. Vitoreos. El hombre-lobo lo hace de nuevo. Aúllo a la luna y le ladro a los novatos.

 

sábado, 11 de junio de 2016

Eddie Lupino: El lobo


Eddie Lupino: El lobo


Por: Juan Sebastián Ohem

 

Del escritorio del sargento detective Edward Lupino

            Ángel en el pavimento. Truenos que caen sobre él. Miradas de asombro. Imagen distorsionada. Chico muerto boca arriba. Tren elevado sobre nosotros echando chispas. Curiosos mirando con ocio. Las patrullas y autos iluminan la escena. Jeans, playera de los Doors. Agujeros en los jeans, manchas de grasa y sudor en la playera. Azules manteniendo el cordón. Lucky Luis Fierro tomando nota. Temporada alta de homicidios. Teniente Crane “resuélvelo rápido”. Luis se aburre, pelea contra su sombra. Ex-boxeador. Termino el cigarro y le miro impaciente. El hombre-lobo tiene hambre de nuevo. Cansancio ganándole al hambre. Resuena en la memoria. “La guerra te hizo cruel, la ciudad te mantiene enojado”, Crane a la yugular “mantente así”. Forenses apurados, choque en Argent, muchos muertos. Se acerca cansado. Ponte enojado.

Ciudadano Alfa: Morton Blues


Ciudadano Alfa: Morton blues

 

            Bobby Exum tenía siempre el mismo sueño, independientemente de la clase de día que hubiese tenido. Le era tan real que, con los años y las repeticiones, comenzaba a sentirlo real y eso le afectaba. Podía oler el pasto mojado, podía sentir las piedras bajos los pies descalzos y los aullidos de los perros. En sus sueños regresaba en el tiempo. En sus sueños era un esclavo que escapaba de sus dueños y era perseguido. Cualquier otra persona, con el tiempo, se habría resignado pues el final siempre era el mismo. Bobby Exum no era cualquiera, él siempre daba todo lo que tenía y descubría que siempre tenía más energías. Corría hasta agotarse y luego corría hasta que sus pulmones le ardían para correr un poco más. Sus dedos acariciaban los pastizales, sus pies sangraban y los capataces de la plantación le perseguían de cerca con ayuda de los perros. Todas las noches huía, todas las noches los perros le encontraban y le destrozaban con sus fauces. No recordaba cuándo había iniciado aquel terrible sueño, pero se convenció que habría sido un recuerdo de una vida pasada. Se despertó de golpe, ya no gritaba, aunque siempre sudaba, como si hubiera corrido de verdad. Faltaba tan poco para que sonara el despertador que decidió que no tenía sentido volver a dormir. Salió de la casa hacia el minúsculo patio y se sentó en una silla vieja tratando de imaginarse a un niño, o una niña, corriendo por ahí. La casa en las orillas de Morton era un espacio apenas suficiente para él y su esposa Mary-Anne, pero se las tendrían que ingeniar para obrar milagros. Acarició los guantes de box sobre la otra silla y miró a la vieja pera, hacía mucho que no practicaba pero sabía que aún lo tenía, podría haber llegado muy arriba, podría haber sido un campeón. Su esposa creía que era un campeón, lo mismo los reporteros y el público en general. Él era, después de todo, el Ciudadano Alfa, la encarnación del sueño americano. Había detenido asaltos, salvado vidas, resuelto difíciles casos y era parte de los cuatro coroneles del Regimiento y, según las versiones oficiales, su líder. En realidad no tenían líder alguno y de tenerlo sería “el general”, el alcalde Nathan Hart.

martes, 8 de marzo de 2016

Poe: El Hombre ficción


Poe: El hombre ficción


Por: Juan Sebastián Ohem

 

            “Supongo que debería empezar por felicitarlos. Les tomó más de lo que pensé, aunque siendo honesto tenía la esperanza de haber destruido Aries allá en Corea. Ése siempre ha sido mi problema, me creo la persona más lista en cualquier lugar. Me registraron con la placa de mi compañero, Preston Allan, pero eventualmente se habrían dado cuenta que el cadáver era Preston y que tenían a James Mallard. No me conocían como Poe, pero… A lo que voy es que me hubiera costado trabajo a mí también. Fueron muy ingeniosos, pero sin duda ayudó que yo cometiera tantos errores. En fin, quieren saber en qué ha estado su conejillo de indias últimamente, me pidieron que fuera lo más detallado posible. No puedo verlos detrás del espejo, pero imagino que están sonriendo y sintiéndose satisfechos. No deberían, yo tenía mis problemas, lo que hice fue… Terrible, pero estaba mejor que como ustedes me dejaron. Recuerdo que podía dormir, recuerdo que tenía mis fantasías pero las podía controlar, ahora es como si viviera tres vidas simultáneamente. ¿Qué clase de arma humana pensaron que crearían? Es vivir constantemente soñando con dos mundos enteramente diferentes y debo admitir que a veces el estrés hace que me pregunté si no será que yo, ahora, aquí en Malkin en 1953, en el mundo real, no seré una fantasía en Neomalkin o Hinterland. Es como el sabio que soñó que era una mariposa y al despertar se preguntó si no habría sido al revés, que era una mariposa que soñaba con ser humana.

 

            Todo terminó, o empezó a terminar, con Margaret Jones. Ama de casa, persona normal, ciertamente más normal que yo o cualquiera de mis amigos disfrazados en el Regimientos o en mi trabajo en Pulpazoid. Margaret Jones tomó un arma y disparó indiscriminadamente hasta que un policía le metió dos balas en el pecho. Todo esto a la mitad del día sin que hubiera nada en su vida personal que indicara proclividad a la violencia o algo semejante. Linda casa suburbana, linda familia y un buen día… Algo tronó en su mente y fue un torbellino de sangrienta violencia. Sabía que algo tan terrible haría eco en mi mente, que lo viviría en Hinterland y en Neomalkin. Poe inventó, según la sabiduría popular, las novelas de detectives, aunque hubo antecedentes. Supongo que además de ser un fan de su obra también me gustan los misterios y no hay misterio más profundo y terrible que el de la psique desgarrada de una persona aparentemente normal. Lo tomé personal, tratando de darle sentido a esa tragedia sin sentido, y no presenté el caso con el Regimiento ni se lo mencioné al alcalde Hart. El Regimiento y, por extensión, el alcalde, ya están peleando con los federales y su programa de Póquer de Ases. Teníamos a Gary Robertson, el socialista que lava dinero de la mafia a causas sociales y, todavía más urgente, el siempre elusivo Gerard “Jerry” Reinhardt. El hijo de perra controlaba el crimen organizado desde quién sabe dónde y lo único que sabíamos era que tenía un segundo al mando, un italiano pero no sabíamos nada más.