sábado, 11 de junio de 2016

Ciudadano Alfa: Morton Blues


Ciudadano Alfa: Morton blues

 

            Bobby Exum tenía siempre el mismo sueño, independientemente de la clase de día que hubiese tenido. Le era tan real que, con los años y las repeticiones, comenzaba a sentirlo real y eso le afectaba. Podía oler el pasto mojado, podía sentir las piedras bajos los pies descalzos y los aullidos de los perros. En sus sueños regresaba en el tiempo. En sus sueños era un esclavo que escapaba de sus dueños y era perseguido. Cualquier otra persona, con el tiempo, se habría resignado pues el final siempre era el mismo. Bobby Exum no era cualquiera, él siempre daba todo lo que tenía y descubría que siempre tenía más energías. Corría hasta agotarse y luego corría hasta que sus pulmones le ardían para correr un poco más. Sus dedos acariciaban los pastizales, sus pies sangraban y los capataces de la plantación le perseguían de cerca con ayuda de los perros. Todas las noches huía, todas las noches los perros le encontraban y le destrozaban con sus fauces. No recordaba cuándo había iniciado aquel terrible sueño, pero se convenció que habría sido un recuerdo de una vida pasada. Se despertó de golpe, ya no gritaba, aunque siempre sudaba, como si hubiera corrido de verdad. Faltaba tan poco para que sonara el despertador que decidió que no tenía sentido volver a dormir. Salió de la casa hacia el minúsculo patio y se sentó en una silla vieja tratando de imaginarse a un niño, o una niña, corriendo por ahí. La casa en las orillas de Morton era un espacio apenas suficiente para él y su esposa Mary-Anne, pero se las tendrían que ingeniar para obrar milagros. Acarició los guantes de box sobre la otra silla y miró a la vieja pera, hacía mucho que no practicaba pero sabía que aún lo tenía, podría haber llegado muy arriba, podría haber sido un campeón. Su esposa creía que era un campeón, lo mismo los reporteros y el público en general. Él era, después de todo, el Ciudadano Alfa, la encarnación del sueño americano. Había detenido asaltos, salvado vidas, resuelto difíciles casos y era parte de los cuatro coroneles del Regimiento y, según las versiones oficiales, su líder. En realidad no tenían líder alguno y de tenerlo sería “el general”, el alcalde Nathan Hart.

- ¿Disfrutando la calma antes que nazca Bobby junior?- Mary-Anne le saludó de beso y se sentó entre sus piernas. Él acarició su enorme vientre, el bebé no tardaba mucho en llegar.

- ¿Y si es niña?

- Roberta.- Bromeó Mary.- Tú quieres que sea niño, se me hace que será niño, podrás enseñarle boxeo, atletismo y los secretos de la vida enmascarada.

- Renunciaría, ¿lo sabes verdad? Al demonio con eso de Ciudadano Alfa, si consiguiera un empleo que pagara mejor lo tomaría sin reservas.

- ¿Has visto esto?- Mary entró a la casa y volvió a salir con uno de los comics del Ciudadano Alfa.- Eres un héroe Robert Exum.

- Cosas de Mallard, al menos él puede mostrar la quijada, no hay nada de ofensivo en su color de piel. Me disfrazan de payaso con la bandera y me dan una máscara completa. Mira, este sujeto muestra la quijada.

- Todavía no puedo creer que Poe escriba comics, pensé que tendría un trabajo más serio.

- Es listo, blanco y útil, puede hacer lo que quiera.

- ¿Y tú no? Bobby, eres el hombre más listo que conoces, el más útil y aún si te niegas a aceptarlo eres un superhéroe. Ven, vamos a desayunar.- Entró con su esposa y le ayudó a hacer el desayuno.

- Nathan Hart, de haber sabido que se convertiría en alcalde…

- Le habrías salvado la vida de todas formas y no necesitaste un disfraz. ¿Tres sujetos con un arma? Lo menos que podía hacer era ponerte al frente del Regimiento.

- No hay nadie en el frente, más que él. No creas todo lo que lees. Poe me hace caso, pero Geist por ejemplo vive en su mundo.- Desayunaron silencio y Bobby sonrió.- Si es niña… Le ensañaré box, así podrá defenderse.

- Ay Dios, ¿por qué lo mencioné?

- No es mala idea… Lo hablaré con Hart.

- ¿Le dirás al alcalde que le enseñarás boxeo a tu hija?

- ¿Qué? No, perdón, me quedé pensando. Centros de recreación juvenil, lugares para jóvenes como los hijos de mi hermano Chris, que aprendan a defenderse, aprendan a tener la suficiente dignidad como para no ser pandilleros. ¿Es lo que hacen los superhéroes no?

- Bueno, no sé si haya algún científico loco por ahí que tengas que golpear, pero sí, suena bien.

- Mejor aún, me voy a concentrar a limpiar Morton. No seré el único, pero no estaré tranquilo hasta que no lo intente.

- ¿Y dices que no eres un héroe?

 

            Aquello le mantuvo motivado hasta el tren que iba al centro. Vestía de jeans y playera, pero traía una mochila con su disfraz y siempre tenía miedo que un policía le detuviera bajo la sospecha que la hubiera robado. No podía ir de traje sin que fuera acosado, incluso en el vagón para negros, pues solamente los mafiosos y los ladrones visten ropa de gente blanca. El distrito de gobierno en Malkin era peligroso para alguien de su raza, estaba el edificio del juzgado, la policía y el edificio de la alcaldía a cuyo lado se encontraba el búnker atómico de varios pisos donde el alcalde había propuesto como cede para el Regimiento. Temía que un día terminaría en el edificio equivocado, incluso si era inocente, pero temía más de su hermano mayor Chris porque sabía que era un delincuente y sospechaba que su sobrino mayor también lo era. Hart le llamó para ser el nuevo Ciudadano Alfa después que al primero lo balearan, pero seguramente no se interesó lo suficiente para ver que su hermano Chris era un matón y su sobrino Rodney un pandillero. Aquello le habría eliminado como reemplazo. Los coroneles ganaban lo mismo que un policía, siempre que atendieran las reuniones y cumplieran con su labor, razón por la cual él siempre era el primero en llegar. Los ciudadanos, temiendo un alza de impuestos, se quejaron del programa, Malkin había visto muchas carnicerías perpetradas por vigilantes, pero ahora que Niko Ridgway financiaba la operación no tenían nada que temer. Se vistió con el uniforme, que seguía considerándolo un disfraz de Halloween en el baño para negros de una cafetería, salió por la ventana y caminó al búnker siendo el centro de atención de todos. Había llegado a recibir aplausos de completos extraños y fanfarrias de los niños. Su esposa no estaba del todo mal, lo sabía, después de todo se atrevía a entrar a edificios en llamas, golpear matones de la mafia y ayudó a exponer la corrupción policial en el controvertido “asunto Harris” como los medios lo llamaban.

 

            Pantalones azules con estrellitas, botas blancas con líneas blancas, chamarra de cuero azul con estrellas y máscara de rostro completo con gogles integrados porque necesitaba lentes de baja graduación. Se sentía como un payaso, pero hacía feliz a la gente y conseguía un salario seguro, siempre y cuando no terminara como el Ciudadano Alfa anterior. Hart le había dicho, cuando le ofreció el trabajo, que él era la encarnación del espíritu americano, pero no tenía ni idea de lo que eso significaba. No veía mucha justicia en el mundo que vivía y únicamente la constante universal donde los blancos se quedan con todo y los negros se contentan con las migajas. Los únicos que conocían su identidad secreta en ese búnker eran Poe, a quien no le importaba su piel aunque el sujeto era el más extraño que hubiese conocido y Rose, la coordinadora de información. Los cuatro coroneles contaban con un capitán, luego con un teniente y compartían a los sargentos y a los oficiales, siendo los últimos dos personas de civil que estaban en la posición de mandarles información anónimamente. Los oficiales eran menores de edad, una especie de Boy Scouts y les mantenían ocupados con talleres y actividades lejos del peligro. El único oficial que él conocía que personalmente se arriesgaba era su sobrino Gordon, el hermano del pandillero Rodney y no sabía cómo hacer para desalentarlo sin romperle el corazón.

 

            Firmó el libro de atendencia y se sorprendió al ver que Poe lo había firmado también, era un milagro que atendiera, de ahí su necesidad por un segundo trabajo. Nathan Hart estaba acompañando a miembros de la prensa en un tour especial, todos estaban disfrazados para la ocasión y Bobby hizo hasta lo imposible por esconderse hasta que terminó en la oficina de Rose. Habría preferido un armario, pero le quedaba demasiado lejos. Había llegado a tener un breve romance con ella, algo que Rose no se había tomado en serio y a él le mortificaba. Para ella era una aventura, probar carne oscura y un toque de peligro, pero su vida casi se había arruinado por ella. Afortunadamente Poe se encerró en la oficina también, naturalmente escapando de los reporteros.

- Muchachos, qué bueno tenerlos por aquí.

- Ajá.

- De todos los días que se me ocurre venir, vengo el día que llega la prensa.- Poe saludó a Bobby sacudiéndole la mano con fuerza.- Buen trabajo con el asunto de los huérfanos, merecen mejores cuidados.

- Gracias Poe. Es curioso, quería hablar contigo, tengo una idea.

- Adelante.

- Pensaba, ya que se supone que nosotros vamos donde la policía no se atreve a ir, que podríamos rescatar un poco a Morton. Solamente porque hayan construidos esas casas verdes para veteranos no significa que haya cambiado. La miseria sigue siendo habitual, a la policía no le importa y hay muchos criminales que toman ventaja de la gente.

- ¿Curando el hogar?- Aventuró Rose, pero ambos fingieron no escucharla.

- Es buena idea, pero no puedo por ahora. Estoy a la mitad de un caso fascinante. Cinco mujeres cometen suicidio después de salir en una cita con un hombre que nadie puede localizar, nada que indique homicidio. Es un buen rompecabezas.

- Ése es tu problema Poe, crees que las personas son rompecabezas.

- Soy el raro del grupo.

- Al diablo con eso del raro, eres el inteligente.

- No, solamente el más raro. Morton necesita menos pobreza y menos racismo. Deberías acudir a tu capitán y a tu teniente… No, a tu teniente no, es un cocainómano de lo peor.

- ¿Hurgaste en su basura?

- ¿Sería capaz?

- Sí.

- Eso hice. El Fantasma Azul, he oído buenas cosas de él.

- No te ofendas Poe, pero…- La puerta se abrió y los tres fingieron que estaban ocupados mientras el alcalde seguía dándoles el tour a los reporteros. Los camarógrafos consiguieron buenas tomas del Ciudadano Alfa y Poe. Se trataba de poco menos que un milagro, ya que James Mallard odiaba que le fotografiaran.

- Les explicaba a los caballeros el funcionamiento del Regimiento como una policía ciudadana.- Dijo el alcalde y les señaló para que dijeran algo. Mallard sonrió y le dio una palmada a Bobby, después de todo la gente esperaba que el símbolo de la bandera tuviera más qué decir que el sujeto que se viste casi todo de negro.

- Los civiles, ya sean oficiales o sargentos, envían la información a ésta oficina donde Rose la va coordinando. La gente es nuestra principal fortaleza y siempre es nuestra brújula moral.- Bobby prácticamente había memorizado los discursos de Nathan Hart y en cuanto se fueron los miembros de la prensa le dio un ligero codazo a Mallard.- Pudiste contribuir.

- Yo no soy el espíritu americano, tú sí.

- Yo creo que te verías más guapo sin la bandera.- Le coqueteó Rose y Bobby agradeció que su máscara fuera completa porque la miraba con odio.- Dame lo que tengas sobre Morton.

- Disculpa que no te pueda ayudar, no soy muy bueno con la gente. Tú eres el héroe, yo soy el extraño del grupo con balas de goma.

- Eres un héroe de guerra.- Dijo Bobby cuando Rose le dio un sobre con la información y salieron juntos.

- Mentira, si hubiéramos perdido habría sido condenado por crímenes de guerra Bobby.

- No digas tonterías Jimmy. Mi contribución al esfuerzo de guerra fueron un par de peleas y nada más.

- ¿Te hubiera gustado matar gente que no lo merecía?

- Dios mío, suenas como comunista.

- Me lo han dicho, señor América. Quería darte algo, está en el laboratorio.- Le acompañó al piso inferior donde tenían los diseños y prototipos altamente costosos de Niko Ridgway.- Ya que no quieres pistolas como las mías, puedes usar esto.

- ¿Un chaleco?

- Ésta belleza puede detener una bala de bajo calibre y soporta un navajazo. Si estarás en Morton te las verás con muchos pandilleros.- Le mostró los bastones de policía como los que usaba Ciudadano Alfa en los costados, pero le indicó la batería y encendió el circuito.- Algo más que fuerza bruta, un shock eléctrico.

- Gracias, creo que lo voy a necesitar. Por cierto, mi Mary lee tus comics.

- No son míos, pero dile que gracias. ¿Le vas a pedir a Geist?

- ¿Estás loco? No, hay algo realmente mal con ese tipo. Probaré suerte con mi capitán, ¿qué sabes del Fantasma Azul?

- No te lo habría recomendado si creyera que no estaba a tu altura.

- Maldita sea Poe, sabes quién es, ¿verdad? Por cierto, nunca me dijiste cómo supiste mi identidad civil.

- Es cierto, nunca lo hice.- Poe sonrió y se fue silbando. Le encantaban los misterios y dejar a la gente con la pregunta colgando, pero Bobby le había dicho en serio su problema. Bobby veía personas, él veía problemas a resolver, rompecabezas más o menos complejos. Saltaba de un caso al otro midiéndolo por lo extravagante que era, rara vez porque fuera una injusticia social de alto impacto.

 

            Bobby lo habló con el Fantasma Azul y de inmediato sintió celos de su disfraz. No era un payaso, era un uniforme de policía con una máscara azul y nada más. Cargaba con una escopeta recortada con casquillos antimotines y un bastón de policía. Intentó no pensar nada negativo de él, no predisponerse en la primera vez que trabajaban juntos, pero le fue muy difícil. Ésta vez no era solamente porque desconfiara de alguien que estaba seguro era blanco y seguramente racista, sino por lo fácil que le parecía expresar su odio.

- Montón de mojados y negratas, ¿para qué perder el tiempo?

- Son parte de la ciudad aunque no nos guste.- Definitivamente no era como James Mallard, pero necesitaba de la ayuda de alguien más.

- Déjame pensarlo y planeamos algo, un par de redadas y esperemos que los monos aprendan que están ahí por mal comportamiento.- Le ofreció la mano enguantada y Bobby se la estrechó luchando contra las ganas de propinarle un derechazo que le habría roto la quijada.

 

            El Fantasma Azul, Steve Calidori, había trabajado de cerca en muchas misiones con el Ciudadano Alfa original y ahora tendría que medir a su reemplazo. El ex-policía había oído buenas cosas de Ciudadano Alfa pero notaba que no era de la clase que compartían sus secretos fácilmente, algo que consideraba como una fortaleza de carácter. Había renunciado de la policía frente a la escandalosa corrupción, sabía que algo como el “asunto Harris” era cosa de tiempo y cuando el alcalde anunció su policía civil decidió que le daría vida a la vieja leyenda de policías. Dudaba que hubiese existido alguna vez, aunque había oído que más de uno había matado policías corruptos usando ese disfraz, quizás así empezando la leyenda. Los más corruptos y temerosos soltaban la leyenda, medio en broma y medio en serio, sobre un policía traicionado que regresaba de la muerte  y mataba a los corruptos que le pusieron en la tumba.

 

            La información que Rose tenía sobre Morton era inútil por completo y Steve le prometió al Ciudadano Alfa que buscaría sus propias fuentes. No le diría que había sido policía, pero la táctica también servía como para convencerse de hacerlo. En el fondo no quería, sabía que el Ciudadano Alfa, siendo técnicamente su superior, podía registrarlo, incluso demeritarlo de puesto y por ende de cheque, pero como él lo veía aquellos negratas, que luchaban contra los mojados que les desplazaban, habían primero desplazado a las familias pobres, aunque honestas de inmigrantes italianos como sus padres. Lo que ocurriera en ese infernal lugar era realmente culpa de ellos, no veía la necesidad de entrar al zoológico y pedirles a golpes a los orangutanes que dejaran de hacer ruido. Como siempre, sin embargo, acudió primero a su esposa en uno de los teléfonos públicos del búnker nuclear.

- Helana mi amor, ¿en qué andas?

- Bueno, señor Calidori, ya que lo menciona, estaba a punto de salvar a la ciudad de una infestación de roedores.- Ambos platicaban en perfecto italiano, era la lengua en la que habían crecido.

- ¿Tan malo?

- Más o menos, malditas trampas no sirven de nada. ¿Estás en el trabajo?

- Sí, de hecho me ofrecieron… Técnicamente es mi superior, pero podría darle una excusa… Quiere que le ayude a limpiar Morton, ¿puedes creerlo? Creo que se le subieron los humos.

- No es mala idea, ¿no te quejabas siempre que la policía nunca hacía nada en ese barrio?

- Pues… Sí.- Técnicamente era cierto, pero eso había sido antes que un negrata arrollara a su esposa y le arruinara la vida quitándole una pierna y dejándola en silla de ruedas. No le había molestado desde entonces.- Supongo que es mi deber y todo eso.

- ¿Ya se lo dijiste a tu confesor?

- Quería decírtelo primero a ti. Además de decirte que te amo.

- Mentiroso. Te amo Steve, sé que puedes ayudar a mucha gente, no tienes dudas, quieres que te confirme lo que ya sabes.

- Me conoces demasiado bien. Hablaré con mi confesor.- Se despidieron y le marcó al comisionado de policía Fred Perkins. Todos los policías, sobre todo los detectives, tenían por tradición a un confesor, una especie de padrino que les guiaba en todo, que les enseñaba cómo se hacían las cosas y en quien podían confiar por completo. No le había conocido como comisionado, aquello sucedió después del “asunto Harris”, pero ahora le habían subido de rango y responsabilidades.

- Me parece excelente idea,- Le respondió de inmediato en cuanto se lo planteara.- deberías acudir al departamento de anti-bandas, el detective Roger Danvers está a cargo. Lo único que pido es que cualquier problema de corrupción, de la que verán bastante, me avisaran a mí. Me gustaría manejarlo internamente, evitar otra debacle en los noticieros y diarios.

- Roger Danvers, gracias por el tip comisionado.

- Oye Steve, pensaba preguntarte esto desde hace tiempo pero… No sé, supuse que necesitabas algo de espacio… Luego del escándalo y todo esto, pero ¿por qué no regresas? Sabes que necesito buenos detectives en los que pueda confiar.

- ¿Más bromas de italianos? Soy tan efectivo como me permitan serlo Fred, y ambos sabemos que siempre me tocan los peores trabajos.

- Bueno, aun así, ¿por qué la máscara, por qué revivir la leyenda?

- Mis padres me iban a poner Mario o Giacomo, pero pensaron que sería más americano si me ponían Steven. La placa me hacía americano, eso pensé, pero ahora soy más que eso, llevo la placa de un hombre muerto, puedo hacer mucho más con una máscara que sin ella.

- Valía la pena preguntar.

- Cualquier cosa te avisaremos primero Fred, no te preocupes.

- Gracias por hablar Steve, cuídate mucho.

- Igual comisionado Perkins.- Buscó a Ciudadano Alfa, quien discutía con Rose sobre la poca información que había sobre Morton y, de la poca que había, lo totalmente inútil que era.- ¿Ciudadano? Me gustaría ayudar, hay alguien que podría ayudarnos, aunque no quiera, un policía local, Roger Danvers.

- ¿Policía de Morton?

- No dije que sería nuestro amigo, dije que podría ayudar. Podría darnos algunos lugares, empezar a armar un caso desde ahí. Solamente una cosa…

- ¿Qué?

- No esperes que ese infierno se redima, sigue siendo un zoológico y nada de lo que hagamos cambiará eso. Ya sabes lo que dicen, puedes enseñarle a un mono a hacer un truco, pero no puedes enseñarle a ser un ser humano.

 

            Chris Exum empezó a notar, poco a poco, que todos se referían a él como el viejo Exum, o el viejo Chris, para no confundirlo con su hermanito Bobby quien se había hecho algo de fama como boxeador nativo de Morton. Gordon le llamaba “papá”, aunque Rodney empezaba a tener la costumbre de llamarlo “Chris” o “viejo”. Sus hijos ya tenían más de 17, la fase de la rebelión era entendible, aunque nunca entendería cómo era que Gordon le había salido tan bueno, cuando él era tan mal ejemplo. No podía culpar a Rodney de unirse a la banda de los azules, el Morton blues, pues él a su edad estaba haciendo cosas iguales o peores. Intentaba, sin embargo, de ayudarle al enseñarle otras cosas además de cómo usar una navaja y pelearse por territorio con jóvenes igualmente perdidos, pero el chico no escuchaba nunca. Gordon, por el otro lado, incluso se había unido al Regimiento, era un oficial, aunque Chris no entendía qué significaba eso, y tenía un trabajo de medio tiempo haciendo lo que le gustaba. En el fondo, como todo padre, se veía reflejado en sus hijos, por un lado estaba la rebelión de marcar su territorio y hacerse al macho como Rodney, alias “Bosco”, y por el otro estaba la esperanza de hacer algo productivo que tuviera que ver con autos, como Gordon.

 

            Arvell Skinner, su jefe, era un prestamista de poca monta y por diez años le había servido de músculo obligando a los morosos a pagar intereses o saldar deudas. Solía ser más proactivo, romper más cráneos y usar un arma, pero estaba dejando eso atrás pues, le gustara o no, eso de ser “el viejo Exum” implicaba respeto y con esa reputación conseguía más resultados que dejando al moroso ensangrentado en el hospital Mercy. El viejo Skinner quizás le veía como al hijo que nunca llegó a tener, o quizás tuvo uno y se fue, nunca se ponía de acuerdo en sus versiones. Estaba seguro, sin embargo, que le conocía bastante bien, pues cada que llegaba a fines de semana y el libro mostraba el bar Spottie en el rojo le mandaba con la dueña Mariela Baez y el viejo Arvell siempre esperaba los mismos resultados. Mariela pediría extensión o pagaría lo mínimo y Arvell se lo aceptaría porque se trataba de alguien a quien Chris quería mucho. Había perdido a su esposa hacía años y Mariela era lo más cercano a una novia que había tenido. Existía entre ambos algo tácito, ni siquiera lo hablaban, pero era la complicidad de quienes son más que amigos.

- ¿Qué quieres que te diga Chris? Malas semanas son malas semanas.- Le dijo Mariela mostrándole sus ahorros y dándole un fajo de billetes arrugados que Chris se guardó.- Si todos en este barrio fueran tan poco selectivos como Hoss sería rica.

- ¿Alguien me habla?- Hoss levantó la cabeza de la barra y Chris le puso unas monedas adelante para que pudiera pedir otro trago.

- Maldito borracho, ¿cómo están las cosas Hoss?

- Pues… Mejores ahora que cuando no tenía nada. Mariela no quiere regalarme ni un traguito.

- Con lo que le debe a Arvell no puede Hoss. Cuídate mucho viejo.

- Yo no soy un viejo, viejo Exum.

- ¿Te veo en la noche cuando Mariela te eche?

- Cuenta con eso vecino.

- Me tengo que ir Mariela.- Se despidió de beso y la mexicana le pinchó el trasero.- Eres puro fuego mujer. ¿Has visto a Rodney y a Gordon?

- ¿Bosco?

- Mocoso es Rodney hasta que tenga 21 al menos.

- No, no les he visto, pero deben andar por ahí.

- Ése es el problema preciosa, todo lo que hacen es andar por ahí.

 

            Chris siguió dando sus rondas cobrando las deudas que la gente contraía con Arvell Skinner mientras que Rodney, o Bosco para sus amigos, estaba muy ocupado con su pandilla. Los azules eran liderados por Billy Barrett y luego por Cole Wiggins, ninguno de los dos le querían demasiado, pero respetaban a su padre lo suficiente como para no agarrar a golpes a su hermanito Gordon. Chris, como el resto de la banda, protegían el territorio de Morton donde casi todos los habitantes eran negros, mientras que sus enemigos, liderados por Marty Barcelona, los verdes, tenían la otra mitad donde empezaba a llenarse de latinos. Les decían verdes por las cuadras de casas de bajo presupuesto que habían construido para los veteranos y a diferencia de los azules, no excluían gente por razones de color, lo único que importaba es de dónde venías y a quién le rendías pleitesía. Bosco había crecido junto con Tin quien después se mudó al Morton latino y se unió a los verdes. Tenía prohibido ser amigo con un miembro de la pandilla opositora, pero a Rodney no le importaba lo que dijeran, sabía que Tin era buena persona y además así podía sorprender a su novia, Ronda Wallace.

- Gracias por la película Tin.- Le agradeció Ronda.- ¿Cómo conseguiste que nos dejaran pasar sin pagar?

- ¿No lo sabías? El papá de Tin es el proyeccionista.

- Sí, desde siempre, pero el maldito autocinema hizo que le bajaran el sueldo. Prácticamente hace obra caritativa al estar ahí.

- Lo importante de estar conectado.- Le dijo Bosco a su novia luego de besarla.- Tin es buen tipo, si está conmigo no le harán daño.

- Espero que Barcelona no sepas que estás aquí con nosotros.- Tin negó con la cabeza, algo tímido. Rodney lo recordaba más feliz, pero había visto días más felices, antes que su padre viviera la mitad del tiempo en el refugio para indigentes, antes que Tin tuviera que sobrevivir para él y su padre.

- Hola Tin.- Gordon cruzó la calle corriendo para unírseles sin entender la mirada de su hermano para que les dejara a solas.- ¿En qué andan?

- Tin nos invitó al cine.- Le dijo Ronda.- Bosco quería lucirse.

- ¿Y lo logré?

- Lo lograste.

- ¿No deberías estar en tu club de ñoños?

- No Bosco, no funciona así.

- Mi hermano es una rata, ¿puedes creerlo?

- No soy una rata.- Rodney hizo ruidos de rata y Gordon se enojó.- No soy una rata soplona Rodney.

- Boy Scouts para negros, hazme el favor.

- Yo creo que es dulce.- Dijo Ronda, aunque eso avergonzó más a Gordon, quien no quería ser dulce, quería ser como su hermano mayor, a quien veía como un hombre duro.- Bien por ti Gordon.

- Me tengo que ir, ya casi pasamos por su club.- Dijo Tin y sacó de su bolsillo una pañoleta verde.

- Nos estamos viendo Tin.

- Cuídate Tin, cualquier cosa nos avisas.- Dijo Gordon y Rodney le imitó.

- ¿Tú qué vas a hacer si necesita ayuda?

- Sé cosas.

- No hay nada en los libros que ayude a Tin, o a nosotros para el caso. Ronda y yo vamos al Club elevado, no puedes ir con nosotros.

- ¿Por qué no?

- Sabes porqué, a Billy no le caes bien.

- Tú tampoco y a mí Billy no me cae nada bien.

- Sí bueno, pero él te lo hará saber con una navaja.

- No seas malo con él Bosco, sólo trata de ser sociable.- Medió Ronda y cuando ella no veía Rodney le dio un codazo a su hermanito, pero él estaba determinado a acompañarle.

 

            El “Club elevado” era un edificio en ruinas sobre el que se erigía uno de los pilares del tren elevado que cortaba a Morton y permitía a la gente cruzar la ciudad sin tocar esos barrios. Todos los pandilleros llevaban algo azul y todos conocían a Rodney, saludándole de buena gana y regalándole un cigarro. El lugar tenía tantos túneles y pasillos ocultos que era perfecto para las redadas, podían esconder sus navajas, tubos y cadenas, todo lo que robaran e incluso esconder a quienes querían evadir a la policía por un buen rato. Cole les vio sin saludarles y le susurró algo a Billy Barrett, quien les cortó el paso antes que llegaran a la amplia sala donde había cervezas robadas y refrescos.

- ¿Qué te he dicho de andar con ese verde, Rodney?

- Se llama Bosco.- Le defendió Gordon.

- Tú ni siquiera deberías estar aquí, eres un soplón.

- Mi hermanito no es un soplón Billy, y Tin es mi amigo. No es su culpa que tuviera que mudarse y la última vez que revisé era tan negro como tú o yo.

- Al diablo con ser negro, soy azul, él es verde, así de fácil. Al menos no arrastres a ese peso muerto, hay cosas que discutir.- Gordon entendió que no era la clase de cosas que querían que supiera, de modo que se fue sin despedirse. Rodney insistió en que podían confiar en su hermanito y protestó cuando Ronda tuvo que irse también.

- Ven Ronda, te acompaño a tu departamento. Voy a buscar a mi papá.

- ¿Feliz, Barrett?

- ¿Con las cosas como están? Tú sabes que no.

- ¿Barcelona otra vez?

- Lo sabes.- Le dijo Cole cuando entraron a la sala y se abrieron una cerveza de un refrigerador robado que conseguía su electricidad, como la tele, del metro elevado que pasaba sobre ellos a intervalos regulares.- No importa cuánto robemos, Marty y Paco mueven pastillas y ese delicioso pasto de Kenny Shaw, es una entrada regular de dinero. Algo que nosotros no tenemos.

- Paco ha estado hablando más de la cuenta.- Les dijo Billy a los pandilleros. Había sido el líder casi desde el principio, luego que matara a tres sujetos por mirarlo feo armado únicamente con una bola de billar. Rodney podía pretender cuánto quisiera, en el fondo sabía que no era tan duro como Billy o como Cole.- Empezamos a darnos una idea de cómo mueven la merca, ahí es dónde les pegamos. Hay que admitir lo obvio, mientras le paguen a ese policía Danvers estarán bien cubiertos, es imposible atacarlos en el Kenny Arcade o en el Patio, pero le daremos donde duele, en la billetera.

- Rentar policías es caro.- Dijo Rodney.- Si no pueden mover la mercancía, no pueden pagarle. ¿Algún plan?

- Empiezo a tener uno. Todos agarren sus armas, será un día largo y una noche sangrienta.

 

            Gordon acompañó a Ronda hasta el departamento de su tía y luego se paseó por las cuadras hasta el Spottie. Mariela le dijo que su padre les buscaba, pero que ya se había ido. Se sentía estúpido  y no solamente por los lentes, sino porque Rodney había tenido razón. La escuela le había servido para muy poco, si tenía un empleo de medio tiempo era porque el dueño estaba desesperado por ayuda y siempre le ponía excusas para pagarle. Incluso cuando le pagaba no era suficiente dinero para ser independiente, como él lo veía su hermano tenía la idea correcta, después de todo no le pagaban por estar en el Regimiento y nunca sería uno de esos sujetos disfrazados cuando creciera. Eso, claro está, si llegaba a crecer lo suficiente. Trataba de no mostrarlo, pero le temía a Marty Barcelona y a la pandilla de los verdes, en más de una ocasión le habían dado una tunda pese al respeto que le tenían a su padre. No le había dicho nada de eso a Rodney por miedo a que hiciera algo estúpido, había sido Hoss, el borracho vecino, quien le había atendido las heridas y enseñado a pelear. Hoss, cuando estaba lo suficientemente sobrio, resultaba ser un viejo de lo más sabio y útil.

- Sangre joven, por aquí cachorro.- Su padre se acomodó el sombrero y le sonrió.- ¿Me estabas buscando o evadiendo?

- Buscando. Bosco… Rodney está en el club, no puedo estar ahí.

- ¿Según quién?

- Según Billy Barrett.

- Conocí a muchos Billy Barrett en mi día cachorro y déjame decirte una cosa, no son tan duros como parecen. No se trata de ser el perro más violento, se trata de ser el gato más listo y tú eres más listo.

- ¿Por qué?

- Porque no estás en el club y estás conmigo. Te quiero enseñar una cosa. Mira.- Le mostró un Buick y Gordon chifló sorprendido porque no solamente era de colección, sino que estaba en un estado prístino. Nunca había visto a un auto en tan buenas condiciones, ni siquiera en su trabajo.- Este sujeto dice que no puede pagarle al viejo Arvell, ¿qué debería hacer?

- ¿Golpearlo?

- No, despierta Gordon, ¿de qué me sirve si está en el hospital? No, humillas a una persona y termina golpeando de regreso y tú viejo planea ser un viejo de verdad. No, lo que haces es quitarle el auto, darle tiempo para que te pague lo que debe y se lo devuelves igual que lo encontraste. Nunca le quites la dignidad a una persona, dale la oportunidad de salvar cara, enmendarse y la tomarán. ¿Sabes robar autos?

- Sé cómo funcionan.

- Es lo mismo.- Usó una palanca para abrir el capó y mientras Gordon revisaba que el motor estuviera en orden forcejeó con la puerta y después lo puso en marcha. Le fue explicando el proceso, tratando de impartirle su sabiduría y Gordon asentía gravemente. En el fondo sabía que estaba mal, quería que fuese más que él cuando creciera, pero no podía ir a la universidad por más listo que fuera y necesitaría saber de esas cosas eventualmente para sobrevivir.- Tú manejas, vamos con Arvell.

- Este Buick es una belleza y se maneja como mantequilla. ¿En serio lo vas a devolver?

- ¿Qué esperas que haga con él? Si el sujeto paga se lo tengo que dar, es un colateral nada más.

- Me da miedo rayarlo siquiera.

- Manejas mejor que yo, cachorro.- Le llevó hasta la parte de atrás de la “Cerrajería Skinner” desde donde el viejo controlaba el negocio. Gordon siguió a su papá a la oficina del prestamista quien se estaba viendo con Jack Brigard. El viejo Chris le hizo una seña a su hijo que escuchara y no dijera nada.

- ¿Entonces no es tuya?- Preguntó Skinner. El arrugado viejo asintió con gravedad.- Escucha esto Chris, la deuda no es suya, es de Kenny Shaw.

- ¿Qué haces pagándola tú negro?

- Él fue a Blackbird por cinco años y nunca me nombró. Lealtad, ¿me entiendes?- Entregó el sobre con dinero y siguió hablando mientras Arvell contaba los billetes.- Le debía algo así que puse el capital para su negocio.

- Todo aquí, como cada semana. Placer hacer negocios con usted señor Brigard.

- Igualmente, nos vemos la próxima semana.- Arvell saludó a Gordon con un fuerte apretón de mano.- ¿Viste a ese hombre? Así te das cuenta que puedes depender que pague su deuda, viene a ti y no al revés.

- ¿Entonces para qué contó el dinero?

- El que venga no significa que yo sea tonto, siempre cuentas el dinero, siempre. Si no está completo entonces hay problemas y el viejo Chris tiene que interceder. ¿Estaba el Buick?

- Sí.- Respondió Gordon.- En menos de un minuto ya lo teníamos, yo lo manejé.

- El chico tiene futuro Chris.

- Gracias Arvell.- Le entregó el dinero que había recolectado y apenas mencionó al bar Spottie que Skinner sonrió pícaramente.- Mariela está pagando los intereses.

- Puede durar toda la vida.

- Está pagando los intereses.

- Sí, no estoy sordo Chris. ¿Lo ves Gordon? Tu viejo cree que estoy sordo.

- Nos vemos mañana Arvell.

- Hasta mañana.

 

            Chris le explicó a su hijo, aunque realmente no era necesario pues ya lo sabía, que el viejo Arvell Skinner era más blando de lo que parecía. Chris llegaba todos los días temprano, como un trabajo regular porque era un trabajo regular. Gordon se lamentó que no pudieran usar el Buick, pero entendía la razón, su padre no era ladrón de autos y quería darle una oportunidad al deudor de pagar y conservar su dignidad. Sentados en los escalones del edificio escucharon la trompeta de Hoss, su inigualable Morton blues, que para Gordon significaba que el día había terminado, aunque para el viejo Chris el día no terminaba hasta que viera que su hijo Rodney estaba sano y salvo. Vieron pasar pandilleros en bicicleta, corriendo y uno incluso tenía una motocicleta, sin duda habían tenido suerte en su golpe. A Gordon le habría gustado estar ahí entre ellos, compartiendo lo robado y relajándose en su club, perteneciendo en alguna parte pues no era pandillero pero tampoco se engañaba a sí mismo creyendo que sería el asistente de su padre, pues la gente dejaría de tomarle en serio. Lo único que Chris podía ver en todos esos jóvenes que pasaban eran los moretones y cortadas, no le podía importar menos si habían logrado robar una moto o un banco, lo único que quería era que Rodney estuviera bien.

 

            Marty Barcelona se tomó la noticia de la pelea y derrota tan bien como cualquiera de sus cercanos hubiera esperado. Paco dio un paso atrás y Barcelona empezó a gritar insultos en español y lanzar tabiques contra las paredes de la demolida escuela que ocupaban, llamándola el “Patio”. Le dijeron que le habían robado la motocicleta a la pandilla, era la única que tenían a diferencia de las pandillas blancas de las zonas con más dinero. No le importó la motocicleta, lo que le importaba era el producto y las malas noticias que tendría que dar. Sabía que Kenny Shaw ya habría escuchado la noticia, pero aun así tenía que ir al Kenny Arcade y decírselo personalmente. Marty Barcelona entendía, a sus 17 años, los negocios de la droga mejor que muchos adultos. Paco trataba de convencerle, o convencerse a sí mismo aunque fuera, que era inútil decirle a Kenny cosas que ya sabía, pero Barcelona podía ponerse en sus zapatos, podía ver el mundo desde su perspectiva y entendía que habría sospecha de un engaño si no iba en persona y quedaba en ridículo frente a su principal fuente de ingresos.

 

            Paco y Marty Barcelona caminaron al Kenny Arcade con la cabeza gacha, la derrota era para todos, pues todos eran verdes y siendo una comunidad los problemas de uno eran los problemas de todos. Paco podía racionalizarlo como quisiera, que los camellos se habían puesto blandos, que eran muy obvios o que no escondían bien la mercancía o la habían entregado a la primera señal de problemas. El resultado final era el mismo, Marty lo sabía demasiado bien, y para cuando llegaron al negocio de maquinitas dejó atrás a Paco y entró a la oficina de Kenny, quien estaba acompañado por Jack Brigard. Los dos lo sabían, pero tuvo que decírselos y ellos tuvieron que fingir sorpresa.

- No se llevaron mucho, fue en el límite de nuestro territorio.

- Es tu territorio de todas maneras, ¿o no?- Le gruñó Brigard.

- Controlamos más terreno que los azules, eso significa más puntos vulnerables.

- ¡No me des excusas!- Jack le alzó la mano y Kenny le agarró de la muñeca antes que le diera una cachetada.

- Calma Jack, es como el chico dice, tienen muchas cuadras que proteger. ¿Se llevaron el pasto nada más?

- Marihuana y pastillas.

- Los yonquis saben ir a la droga, no es problema.

- Son cientos de problemas.- Le dijo Jack apuntándole a Marty.- Éste chicano nos cuesta cientos de dólares.

- ¿Quieres venderla en las esquinas por ti mismo?- Le retó Marty y Jack sonrió con una mueca.

- Tiene un buen punto Jack.- Kenny meditó el problema, aunque tenía la solución desde antes que  Barcelona entrara.- Yo no le pago a Roger Danvers y su escuadrón de matones para que los mantenga libres, le pago para no meterme en problemas. Es tú dinero el que se robaron Marty, espero lo entiendas. Me pagas por producto, te doy producto, así funciona el capitalismo, pero no esperes que la siguiente te la dé gratis. No hay “gratis” en el mundo.

- Sí, lo sé.

- Cambia a tus muchachos, ármalos mejor o ponles mejores vigías… Qué sé yo, pero no quiero escuchar esto de nuevo Barcelona. Será tú dinero, pero es mí producto. Puedo confiar que tú cerrarás el pico si la policía súbitamente decide ponerse a trabajar, pero ¿puedes decir lo mismo de los azules? Tienen evidencia contra mí.

- Lo sé, haré los cambios. No vuelve a pasar.

- Más te vale mojado.- Le espetó Jack Brigard.

 

            Salió del Kenny Arcade y Paco ya tenía toda una teoría. Tin era amigo de Rodney Exum, él les podrá haber dicho, pues de a fin de cuentas era negro y quizás no le gustaba que un par de mexicanos dieran las órdenes. Marty Barcelona le dio por su lado, no incluía a Tin en muchas cosas, eso no significaba que el chico fuera sordo o estúpido, pero siempre prefería culpar a los azules antes de soltar golpizas a hermanos verdes. Durmieron en el Patio, donde Marty se quedó en una habitación de un colchón bajo el colapsado techo del segundo piso dándole vueltas a las cosas. Habría sangre de vuelta, de eso no había duda, pero tenía que ser más listo que Billy Barrett y su pandilla de negratas azules. Él era el futuro, de eso estaba seguro, más latinos llegaban cada día que negros, Morton dejaría de ser controlada por negros de la misma forma que había sido territorio de italianos.

 

            Marty Barcelona dejó el asunto de la venganza en las capaces manos de Paco, pero subrayó la importancia de dejar en silla de ruedas a cualquier azul que moviera drogas. Se reunió con su novia Gloria después de pensar algunos golpes y marcar en un mapa algunos de los negocios a los que no se les exprimía lo suficiente. Ella sabía, no necesitaba que le dijera adónde iban, y a Gloria Pérez no le gustaba para nada. Le dio por su lado pensando en Jack Brigard y lo que él hubiera hecho si aquel negro hubiera osado bofetearle. Gloria le tronó los dedos en la cara y él la besó.

- Te amo nena, pero puedes ser un fastidio. No te lo tomes a mal, pero es cierto.

- ¿Y cómo me lo tomo a bien?

- Isabel es una amiga, solamente una amiga. Su papá vive en el refugio, ¿qué esperas que haga?

- Ni siquiera es verde.

- No, pero crecimos juntos y vi a su padre perder lo poco que pudo construir con su vida. Te dicen que este país es un nuevo inicio, pero es un callejón sin salida. Vamos a visitar, nada más.- Entraron al refugio y Gloria miró con odio a Isabel, quien la ignoró y abrazó a Marty.

- Eres un ángel, ¿cómo supiste?

- ¿Cuándo se me olvidaría su cumpleaños?- Gloria decidió esperarle afuera.- ¿Cómo sigue?

- Más o menos, le dieron una golpiza.

- Le quiero dar algo, pero nadie puede verlo, ¿entiendes?- Le mostró el dinero que sobresalía del interior de su chamarra de cuero.- Hay treinta dólares, haz que le duren.

- ¿Treinta? Marty, realmente… Gracias, eres buena persona. ¿Gloria se enoja si te beso?

- No la veo aquí.- Isabel le besó en la mejilla y le abrazó de nuevo. Marty le pasó el dinero que ella se guardó en uno de sus bolsillos.

- Nos va a durar bastante, gracias Marty. Si hubiera algo que pudiéramos hacer para…

- No, nada de eso. Hay que estar juntos en esto, ¿o no?

- Pues sí.

- Cualquier cosa que necesites puedes pasar al Patio, te conocen así que no hay problema.

- Escuché que se puso feo ayer.

- Cincuenta azules contra diez verdes, ¿puedes creer lo cobardes que son?

- Oí que uno llevaba un arma.

- Cobardes. Dale un abrazo a tu viejo de mi parte.

- Claro Marty, y gracias.

- ¿Ya ves?- Le preguntó a Gloria quien esperaba afuera fingiendo que se arreglaba las uñas.- ¿Fue tan difícil?

- Ay Marty…- Imitó a Isabel y se rio.- No quiere tu caridad, quiere lo que tienes escondido en esos jeans.

- Eso es todo tuyo, mi reina.

- ¿Ya te acordaste que soy la reina?

- Sí nunca me olvidé. No te preocupes, sé cómo consentir a mi reina.

 

            Marty era conocido por todo el Morton latino, la mitad le tenía como héroe y la otra mitad le temía. Aquel era un orden de cosas con el que estaba más que feliz. La llevó a comer al mejor restaurante que conocía, una ruinosa cafetería donde le dejaban sentarse donde quisiera y poner la música que le agradara. Al caer la tarde la llevó a un club nocturno donde vieron a un mediocre acto de magia que maravilló a Isabel y después de bailar por un buen rato decidieron emborracharse por completo.

- Sabes cómo tratar a una mujer, eso te lo concedo.

- Te lo dije, ni que fuera negrata. Ellos no tienen visión, gente como Billy Barret o Bosco Exum son los mismos negros que eran cuando sus ancestros fueron sacados de la jungla, ¿me entiendes? No ven más allá del ahora y el aquí.

- ¿Y qué más hay?

- El futuro y el allá. No me hago ilusiones, tendremos mejores contactos pero esos negros van a dormir a sus casas o departamentos, al menos la mayoría. Casi todos los verdes vivimos en el Patio y moriríamos por él. Nosotros Gloria, somos el futuro. Si algo me enseñó el perder a mis papás es que aquí por más que te prometan nadie te regala nada, tienes que tomarlo.

- Yo nada más los ignoro, ¿qué saben ellos? Papá es un borracho y mamá es sirvienta, ¿ser como ellos? Ni soñando.

- Mejor vivir rápido y dejar un lindo cadáver que volverte viejo y sin dinero. Además no llegaremos a viejos. Piénsalo, los rusos tienen la bomba, ¿yo qué les hice a esos malnacidos? Nada, ¿qué les hice a los mandamases en este país? Nada. Igual volamos todos juntos, hayas hecho lo que hayas hecho.

- ¿Crees que eso pase?

- ¿Cuándo has visto que esa supuesta gente decente se lleve bien entre ellos? Rusos, gringos, blancos, negros, son todos lo mismo, si no dejan de matarse ¿qué esperan de nosotros, me entiendes?

- Eres muy listo Marty.

 

            Marty Barcelona sonrió y la besó. Le gustaba creer que era listo y estaba razonablemente convencido que lo era. Nunca había estudiado, pero era mejor en negocios que mucha de la supuesta gente decente que conocía. Billy Barrett y los azules se contentaban con sobrevivir, él pensaba vivir cada momento hasta al máximo, después de todo ni él, ni Barrett, ni ninguno de ellos llegarían a cumplir los 30 años de edad. Se levantaron para bailar un poco más cuando escuchó los gritos y los golpes en la entrada y supo que debían huir. No era el único que pensaba eso, no se trataba de una redada común, pues el de la entrada, que estaba golpeando a cinco matones a la vez era Ciudadano Alfa. Todos corrieron hacia la entrada la cocina, pero las puertas se abrieron y apareció el Fantasma Azul golpeando y disparando al techo ordenándoles a todos tirarse al suelo. Barcelona tomó a Gloria de la mano y, a la mitad del pandemónium, la condujo hacia una salida secreta que pocos conocían y que segundos después fue cubierta por Ciudadano Alfa.

- ¡Próximo que saque un arma le vuelo un brazo!- Gritó Steve Calidori apuntando su escopeta hacia los pocos matones indecisos que no sabían para dónde correr.

- ¡Al suelo!- Bobby les soltó macanazos eléctricos en las rodillas y les dejó tirados gritando de dolor.

- No es justo.- El dueño del local se puso de pie alzando las manos.- Soy un veterano de guerra, no maté fascistas solamente para tener que soportarlos en América.

- Cállate cholo.- El Fantasma Azul le dio en la cara con el mango de la escopeta.- Tengo casi medio kilo de anfetas en la cocina y hay al menos siete personas armadas aquí y… Mira nada más.

- ¿Qué pasó?

- Tiene un arma Ciudadano Alfa, y se me hace que no tiene registro. ¿Le dan registro a los frijoleros  como tú?

- Vete al diablo.- Le dijo en español y Steve le pateó en el estómago con todas sus fuerzas haciéndole vomitar.

- Hagan una fila, todos serán procesados.- Bobby quiso terminar la violencia lo más rápido posible y realmente se sorprendió con la información de Roger Danvers. Tenía sus dudas sobre él, pero al menos le había atinado a ese lugar.- Hay patrullas afuera, una sola fila damas y caballeros.

 

            Revisaron a cada persona por armas y ninguno de los dos se sorprendió que la mayoría tuviese un arma de fuego o un arma blanca. Fantasma Azul fue llevando registro de nombres y cargos, pues además de las armas varios traían drogas o tenían dinero cuyo procedencia no podían explicar. Ciudadano Alfa les fue metiendo en las camionetas de la policía en un proceso que duró más de dos horas. Bobby no sabía si aquello era bueno o malo, sabía que no sería fácil dejar su marca en Morton, pero si este era solamente el principio entonces no acabarían nunca. Habían conseguido algo, o al menos Fantasma Azul lo consideraba de esa forma, pero Bobby Exum sentía que aquello era como su sueño, podía esforzarse tanto como quisiera, no serviría para nada.

- Los muchachos se encargan desde aquí.- Les digo Roger Danvers mientras se fumaba un cigarro.- Buena pesca para una noche.

- La noche aún es joven.- Dijo Bobby y Danvers le sonrió dándole un ligero codazo a Steve Calidori.

- Ése es el espíritu americano en persona. Ojalá estos animales aprendieran de ti, porque tienen de americanos lo que yo tengo de judío. ¿Se sienten con ganas de ir a ese club en el teatro de burlesque?

- Para eso estamos aquí.- Dijo el Fantasma Azul mientras subía a su patrulla y Bobby subía después de él.- ¿Te puedo hacer una pregunta?

- Ajá.

- ¿Qué opinas de este sujeto Danvers?

- Corrupto.- Bobby no necesitaba gran ingenio para lo que le resultaba obvio, era un policía blanco en Morton, por lo tanto tenía que ser corrupto.

- Eso me imaginaba, pero ¿crees que sea una trampa ese burlesque?

- Seguramente sí, pero no podemos dejar pasar la invitación.- Calidori se echó a reír.

- Me caes mejor que tu predecesor.

 

            El burlesque, apenas enmascarado con un bar en la parte delantera, tenía un prostíbulo en la parte de atrás. Bobby sugirió investigar al edificio contiguo, pues siendo habitante de Morton sabía que muchos giros negros tenías salidas de escape con esa estrategia. Steve Calidori usó ácido para destrabar la puerta trasera mientras Bobby Exum desconectaba los fusibles del edificio y descendía al sótano. Se enfrentó a tres enormes chicanos y en un huracán de violencia les rompió quijadas, un brazo y dejó a uno con un cráneo fracturado, todo sin usar sus bastones de policías electrificados. Abrió un poco la puerta de escape y esperó la señal. Escuchó los disparos y entró golpeando con sus bastones contra todos los que intentaban huir. El Fantasma Azul se enfrentaba a dos sujetos con automáticas que habían tomado rehén a dos chicas menores de edad. Bobby dejó a todos inconscientes, les sorprendió por la espalda y les rompió las rodillas rodando por el suelo y pateando. Steve Calidori les desarmó y los esposó mientras les golpeaba. Tal y como se habían figurado la puerta de acceso através del bar era una trampa mortal, pues no solamente tenía dos tablones de madera cerrando el paso, sino que había tenido a un matón con metralleta a quien Bobby dejó inconsciente de un golpe de su macana eléctrica. Le abrieron la puerta a Roger Danvers quien quedó muy impresionado.

- Estos chicanos son más peligrosos de lo que parecen.

- Tengo derechos.- Gritó de una de las mujeres a quien Bobby había dejado en el suelo con un golpe a la nariz.- Mi marido murió en la guerra, se habría muerto de haber visto semejante cosa y vestido de la bandera, además.

- No le hagas caso, es una negrata más, seguramente merecía peor.- Bobby se miró en un espejo, había sangre en su máscara y en la chamarra azul con estrellas blancas. Se tuvo que preguntar en ese momento, ¿qué era lo que representaba exactamente?

- ¿Cora?- Steve ayudó a una de las mujeres a levantarse y sintió que se le estrujaba el corazón.- Cora Mancuso.

- No tengo antecedentes, pasaré la noche y nada más.- Steve reprimió las ganas de abrazarla y limpiarle las lágrimas. Le ayudó a salir por el edificio contiguo mientras esposaba a los matones que Ciudadano Alfa había dejado desmayados en el suelo.- ¿Te conozco?

- De cuando éramos niños… ¿Qué te pasó Cora?- Le preguntó en italiano y Cora empezó a llorar pues reconocía esa voz y sentía vergüenza de que le viera apenas vestida en bragas. Steve le pasó una bata que había conseguido apañarse y se la pasó.

- Steve Calidori, paisano…- La abrazó y ambos se estremecieron.- Empezó lento y luego… Lo que debes pensar de mí.

- No, no creas nada. Sigues siendo mi amiga.

- ¿Tú y Helena?

- Sí y te extraña mucho. ¿Por qué no pasas la noche con nosotros? Necesitas un buen lugar para dormir y una buena cena… Virgen, te ves tan flaca… ¿Heroína?

- Me la dieron poco a poco.

- Animales, son unos animales. Tengo una patrulla afuera, espérame ahí.

- Pero…

- No irás a prisión Cora, por Dios, ninguna de ustedes debería. Necesito saldar unas cuentas pendientes y te llevo.- El fantasma Azul regresó corriendo mientras Ciudadano Alfa revisaba a todos.- Muy bien animales, ¿quiénes son los proxentes y cuáles son los clientes?

- Ése es el problema, no quieren hablar.

- ¡Hablen!- Les gritó a las prostitutas, pero estaban aterradas. Las vio temblando y con señales de cortadas y quemaduras de cigarro.- Cualquiera, apunten y disparo, cualquiera… Cualquiera…

- Tenemos a cinco por posesión de arma de fuego, nada más.

- Al diablo con eso. Les voy a enseñar una lección. Hombres, ¡contra la pared!

- ¿Qué haces leyenda viviente?- Le preguntó Danvers. Bobby quería saber lo mismo pero le siguió la corriente y a punta de golpes les dividió en dos grupos.- ¿Me llevo a las chicas o no?

- No.- Contestó el Fantasma Azul. Tomó al primero de la fila de hombres y le rompió una muñeca.- Seguiré así hasta que me den nombres.

- Ya veo porqué usas máscara, no tienes los…- Bobby le tomó de la mano y se la dobló hasta romperle la muñeca. Entre ambos rompieron catorce muñecas, pero nadie habló, no había manera de saber quién era proxeneta y quién era el cliente.

- Escúchenme bien animales de zoológico, Ciudadano Alfa y yo llegamos para quedarnos. La próxima vez les rompo las rodillas y luego me pondré realmente creativo mojados y conejos de la selva. Cualquiera que toque a una de estas mujeres está sentenciado y se lo dirán a todos. Así tenga que romperle la muñeca a cada chicano y negrata en este mugroso barrio, van a aprender.- Señaló a Danvers y luego señaló a los que estaban armados.- Hay más en el sótano. Alfa y yo ya nos vamos.

- No sé si fue buena idea hacer eso.- Dijo Bobby, quien no necesitaba verle la cara para saber que estaba rojo de furia.- Si empezamos a brutalizar a cada infractor en Morton no quedará nadie.

- ¿Y? Oye Alfa… Perdón, perdí los estribos es que vi a una amiga aquí. La hicieron adicta, ¿puedes imaginarlo? Una buena mujer, dulce y noble… Tengo que llevarla a casa, ¿no hay problema?

- No, iré con Danvers al precinto. No me gusta la idea de enfrentarme a la prensa, pero ni modo, iba a pasar tarde o temprano.

- Gracias hermano.

 

            Steve Calidori manejó su patrulla con Cora Mancuso en la parte de atrás. Le explicó, en lágrimas, que su esposo le dejó deudas a un traficante de heroína y, luego de su muerte, el traficante le dio a probar la heroína. Poco a poco la fue haciendo adicta y rentándola a sus amigos y, viendo el potencial, empezó a coleccionar a otras mujeres de esa forma, su “establo”. El negro no estaba ahí esa noche, pues tenía varios puntos donde dejaba a sus mujeres y a quienes brutalizaba de manera constante. Steve reprimió una lágrima y al llegar a su casa en la Pequeña Italia se quitó la máscara y el antiguo uniforme de policía para quedar en playera. Helena les esperaba en la entrada en su silla de ruedas, Cora le miró y se le echó a los brazos, llorando histéricamente. Helena consiguió meterla a la casa y luego de una cena sustanciosa trató, sin éxito, de hacerle charla inocua.

- Mi prima, ¿te acuerdas de ella? Todavía está rentando un departamento, podrías mudarte por aquí. No tienes ni idea de lo sola que me siento cuando mi Steve está allá afuera salvando al mundo.

- Helena exagera, pero tiene razón sobre su prima.

- Me salvó aunque… No sé por cuánto tiempo mi…- Les mostró las marcas de agujas sin atreverse a verlos a los ojos.

- Malditos negratas, ¿no tienen suficiente robando, tienen que esclavizar mujeres decentes?

- No sé si me alcance…

- Puedes quedarte con nosotros, no es mucho pero…

- Gracias, eso haré.- Cora miró el muñón de Helena y ella sonrió entristecida.

- Sí, eso… Arruinó mi trabajo en la fábrica. Todas pensamos que sería un accidente industrial… Borracho al volante.- Helena quedó callada y sumida en pensamientos oscuros.

- ¿Por qué no te traigo las sábanas y almohadas?- Steve cambió de tema. Cora le ayudó a convertir el sofá en una cama y entre los dos la terminaron. Helena se limpió las lágrimas y se despidió de Cora. Steve la siguió a la recámara principal.

- Sabes que volverá, ¿no es cierto? La heroína no es la clase de cosas que dejas de la noche a la mañana.

- Finalmente tengo una razón para ayudar a Morton, mi amor. Sé que… Sí, fue demasiado creer que una buena cena le devolvería lo perdido, pero al menos intenté.

- Eres un buen hombre, Steve Calidori.

 

            Bobby se había tratado de limpiar la sangre de su disfraz, aunque resultó más difícil de lo que había esperado. Le habían tratado de apuñalar y, tal como Mallard predijo, la tela de su chaleco bajo la chamarra le salvó la vida. Los reporteros estaban interesados, el Regimiento nunca había tratado de ayudar a limpiar el crimen endémico de Morton e intentó pensar que la sangre no se vería en las fotografías a blanco y negro. Roger Danvers le dio la mano para varias de las fotografías y divirtió a los reporteros con exageraciones de lo que realmente había pasado. Los reporteros, con ayuda del alcalde Nathan Hart, le habían llamado la encarnación del espíritu americano, pero lo único que sabía era que había dejado a más de una docena de matones en el hospital y que probablemente hacían lo que hacían por la falta de empleo y el racismo que les impedía avanzar por medios honestos. Llegó a casa cansado y sabiendo con certeza dos cosas, primero que tendría el mismo sueño que todas las noches, y segundo que luchaba contra una marea.

- Hermanito, vestido así pareces persona normal.- Chris le esperaba fuera de la casa al amanecer.- No quise despertar a Mary-Anne. ¿Cómo está?

- Cada vez más grande. ¿Cómo están mis sobrinos?

- Ya sabes, un poquito de todo. Gordon es parte de tu club, ¿sabías?

- Sí, y no es mi club. Me parece algo productivo para los jóvenes.

- Lo sería si pagara. Todo el tiempo habla de ser sargento, pero ya ves como son los chicos, le dicen rata, chismoso y soplón. No, les digo, mi Gordon no es así.

- ¿Y Rodney?

- Le gusta que le digan Bosco ahora. Adolescentes, ¿éramos así cuando teníamos su edad?- Se sentó en el escalón junto con su hermano Chris y dejó que fumara tranquilo.- Maldita sea, yo sí lo era. Capaz que era peor. Tú tenías el gimnasio, pero yo no tenía mucho.

- Tengo que creer que pueden ser otra cosa más que delincuentes.- Chris se rio y luego le miró torcido al darse cuenta que hablaba en serio.

- ¿Delincuentes? Te han estado lavando el cerebro.

- Morton era mejor antes, éramos mejores. Un hombre podía tener un trabajo y caminar sin miedo, ahora hay chicanos por todas partes. Ya sabes cómo son.

- No, no lo sé, ¿cómo son, señor América?

- No empieces Chris. Si tengo que arrestar a ese Arvell Skinner lo haré, espero que lo entiendas.

- ¿Al viejo Arvell? Hombre, si la mitad de… Te tienen en sus garras y ni siquiera te das cuenta. No hay bancos para negros, lo más cercano es Arvell. Un blanco ya les habría subido los intereses, pero no Skinner, él es un buen hombre.

- Es un delincuente y tú eres su músculo.

- ¿A mí edad?- Se quedaron en un silencio incómodo y Chris terminó el cigarro antes de seguir hablando.- Es por esa mujer, Rose, ¿cómo pudiste?

- Fue una vez y fue un error.

- ¿Un error porque es blanca o porque engañaste a tu esposa?

- Las dos.

- ¿Y lo sabe?

- ¿Me vas a comparar con los criminales de poca monta que conoces?

- Es la misma gente que tú conociste antes que te mudaras hasta el borde de Morton, pero no te deja escapar, ¿verdad? Yo sé para qué es la máscara completa y no es para proteger a Mary-Anne, es para que nadie vea lo negro que eres. Los años te han hecho más estúpido, ¿qué tienen los chicanos? Mariela es buena mujer, es dueña de un bar y es mi amiga. Quieren lo mismo de nosotros.

- No quiero pelear. Lo que dijiste, que el hombre blanco es mí dueño… Tengo el mismo sueño cada noche, soy un esclavo que huye y todas las noches trato de escapar de los perros… Corro más rápido que en la vida real, con mis pies sangrando, mis manos tocando los pastizales. Los perros siempre me encuentran, siempre me hacen trizas.

- ¿Y qué te dice eso?

- No sé. Supongo que todos somos propiedad del hombre blanco. Podemos morir en sus guerras, trabajar sus fábricas, hacerlos ricos, proteger su riqueza, comprar sus productos pero… Pero nunca seremos iguales. Ni siquiera podemos tener los mismos baños, las mismas fuentes de agua o las mismas escuelas. No me molestaba tanto cuando todo Morton era de negros y sólo quedaban algunos grasientos italianos, pero ahora esos chicanos… Algunos son tan blancos como los blancos de verdad, ellos pueden pasar desapercibidos, mientras que nosotros llevamos lo que somos en la piel.

- Le diré a Gordon y Rodney que les mandas saludos. Me tengo que ir a trabajar. Ésta noche volverás  a romper cabezas.

- Tengo que limpiar Morton.

- ¿De su gente?

- De su crimen.

- No hay peor ciego Bobby, que el que no quiere ver.

- Lo dije en serio, voy a arrestar a Arvell Skinner si sale en mi radar.

- Ajá. Dile a Mary-Anne que le mando saludos y dile que la engañaste con una mujer blanca.- Bobby estuvo a punto de golpearlo.- Anda, a eso te dedicas, ¿o no?

 

            Mientras el viejo Chris hacía sus rondas los pandilleros peleaban en las fronteras de sus territorios. Los verdes, quienes habían perdido mercancía y su única motocicleta, ahora se enfrentaban a los azules quienes no dejaban de repetir sus hazañas como un reto. Había cierta cotidianeidad en aquellas explosiones de violencia a las cuales incluso los vecinos se habían acostumbrado. Existían ciertas esquinas donde casi diariamente se peleaban, con puños, ladrillos y cadenas los pandilleros que usaban colores diferentes. Gordon, aunque quería pertenecer a algún grupo, no era ningún tonto y podía ver cómo era que su padre veía a aquellas rutinarias golpizas como tonterías sin sentido. Rara vez conseguían robarse algo útil y lo que realmente peleaban, el territorio, era más simbólico que literal, pues mientras Marty Barcelona podía vender drogas, Bosco, Cole y el resto de la pandilla azul de Billy Barrett no tenía mucho qué ofrecer.

- Tin es un traidor.- Decía Billy Barrett y los pandilleros reunidos en los escalones del viejo edificio asentían. Todos, por supuesto, menos Rodney quien estaba acompañado de su novia Ronda Wallace.

- No es un traidor, ¿es su culpa que se haya mudado? Barcelona es sangre fría, reptil hijo de perra, lo habría matado si siguiera siendo un Morton blue.

- ¿No lo entiendes? Le dieron una golpiza ayer, es lo que escuché.- Le dijo Barrett, disfrutando decirlo casi tanto como habría disfrutado darle él mismo la golpiza.- Fue por tu culpa Exum.

- Bosco, me llamo Bosco.

- Te llamas Rodney hasta que diga lo contrario.

- No fue mi culpa.

- ¿A quién crees que culparon por el robo de la merca?

- Pero Paco estuvo de bocón y esos chicanos…

- ¿Y lo va a aceptar?- Le interrumpió.- Acéptalo Rodney, él no debería pasearse por aquí.

- Su papá trabaja por aquí, no es como si tuviera mucha opción. Ni se te ocurra ponerle impuesto, Tin es mi amigo.

- ¿Crees que esto es un juego Exum?- Barrett vio que se acercaba Gordon y lo señaló.- Si crees que estamos jugando puedes ir con tu hermanito a la pandilla de ñoños soplones.

- No soy un soplón.- Se defendió Gordon.

- Pues no veo que te hayan golpeado.- Barrett le tiró el periódico que llevaba en la mano de un manotazo y Rodney se interpuso entre los dos.- No te hagas al macho frente a tu novia, no quiero tener que humillarte de esa forma.

- Mi hermano no es una rata.- Bosco levantó el diario y le mostró el encabezado de primera plana “El Espíritu Americano llega a Morton”.- ¿Ves a estos dos sujetos? Estaban con el Fantasma Azul, si Gordon fuera una rata, ¿no crees que hubieran ido directo al club elevado?

- Tiene un buen punto.- Concedió Cole.

- Les dije que no era una rata. Puedo ser útil, papá me enseñó a robar un auto.

- No digas idioteces.- Barrett le tiró el periódico y se rio de él.

- Señala uno.- Le retó Gordon con los puños cerrados. Rodney miró a su hermanito con temor, pues siempre era una mala idea retar a Billy Barrett de esa forma.

- Ninguno de estos, están muy viejos.- Siguieron al líder de la pandilla y Rodney le imploró con la mirada a su hermanito para que se fuera, pero él le ignoró.- ¿Qué tal ese?

- Ya te divertiste Billy, déjalo en paz.- Le dijo Ronda.

- Él empezó.

- Vamos Bosco, ayúdame. Yo te guió.

- Lo haces y te dejamos entrar al club elevado.- Billy lo dijo en broma pero en menos de dos minutos ya tenían el auto y varios pandilleros se subieron para dar una vuelta a la cuadra.

 

            Bosco le abrazó con un brazo y le miró orgulloso. Gordon sintió más emoción en ese momento que en cualquier otro, pues por fin estaba siendo aceptado. Le dieron varias vueltas a las cuadras, Gordon manejaba mejor que cualquiera de ellos y luego se fueron turnando el auto antes que Billy decidiera terminar con todo eso y se lo llevara a un taller para vender las partes. Rodney le invitó al club elevado y aunque aquellas eran las ruinas de lo que algún día fue un edificio departamental, para Gordon era como entrar a un nuevo mundo. Ronda, Bosco y Gordon se abrieron cervezas y se acostaron en el techo para ver pasar al tren elevado.

- Barcelona es un idiota, todos ellos son idiotas, no se dan cuenta de lo obvio.- Decía Bosco tratando de impresionar a Ronda con su sabiduría adolescente.- Nosotros llegamos primero, nos trajeron en barcos de esclavos y nos hicieron trabajar los campos por generaciones. Ellos cruzan un río y se creen dueños de todo. Es como si no se dieran cuenta de lo obvio, que nosotros llegamos para quedarnos y todos ellos están de paso nada más.

- Oí que Marty Barcelona mató a un chico de diez con una navaja por decirle “Martín”.- Dijo Ronda asustada y Bosco le tomó de la mano.

- Puras tonterías, no tiene agallas.

- No se necesitarían agallas para eso, se necesita ser un monstruo, ¿qué clase de persona mata a un chico de diez?

- Un chicano.- Respondieron los hermanos a la vez y lo celebraron golpeando sus botellas de cerveza.

- Yo creo que si fueran tan listos como dicen, nunca habrían cruzado el río. Esto es propiedad privada.- Ronda miró su reloj y se levantó.- Me tengo que ir Bosco, pero ustedes quédense. Felicidades Gordon.

- Gracias Ronda.- Dijo él, ruborizándose.

- ¿Todavía eres tímido con las chicas?

- Pues sí…

- Fuiste muy valiente o muy estúpido, no me decido cuál de los dos. Billy Barrett te pudo haber matado.

- No soy estúpido, sé cosas.

- Cosas de libros no cuentan.

- Sé robar autos, sé repararlos, sé manejarlos. Si tiene un motor, yo puedo con él. Sé otras cosas también.

- Una cerveza y ya estás delirando.

- Es en serio. No soy ningún tonto. El tío Bobby, ¿te acuerdas que se mudó a una de esas casitas al borde de Morton?

- Ajá, ¿qué tiene?

- Yo sé porqué.

- Porque no quiere estar aquí genio, problema resuelto. No lo culpo.

- Es en serio, no puedes decirle a nadie pero… Lo oí hablar por televisión, trata de hablar como blanco, pero reconocí su voz. Además sé cuánto ganan los coroneles en el Regimiento.

- Estás diciendo tonterías.

- No Bosco, lo digo en serio. El tío Bobby es Ciudadano Alfa.- Bosco se echó a reír y le quitó la cerveza para lanzarla contra el muro que ya tenía una montaña de vidrios rotos. Aquellos vidrios se usaban después para hacer navajas caceras, de modo que no era un desperdicio absoluto.

- Ningún negro… Por Dios Gordon, ¿cómo puedes creer eso?

- No estoy borracho, te digo que lo escuché en televisión el otro día. ¿Ese negocio de boxeo que dijo que tenía? No existe, ya revisé y no existe.

- Quizás tiene otra entrada de dinero.- Rodney se quedó pensando.- ¿Estás seguro?

- Al cien.

- ¿Viste lo que hicieron anoche? No puedo creer que Bobby lastimaría a gente como nosotros.

- Sólo a los que hacen cosas malas Bosco.

- ¿Crees que podrías decirle algo? Ya que eres informante… Perdón, oficial, podrías pasarle un recado, ¿así funciona?

- Más o menos.

- Dile del Kenny Arcade, capaz que descalabra a Kenny Shaw y Marty Barcelona se queda sin mercancía.- Gordon tronó los dedos, la idea era brillante y sabía que podía hacerla funcionar.

 

            Los dos salieron corriendo del club elevado en busca de un teléfono público que todavía funcionara, un proceso que les tomaría casi media hora. Para cuando llegaron a un teléfono tuvieron que esperar a que pasaran las ambulancias. Bosco quiso ir a ver lo que pasaba, temiendo que Barcelona hubiese matado a alguno de sus amigos, pero realmente tenía más curiosidad sobre lo que su hermanito podía hacer realmente. Gordon dictó su número de identidad y nombre completo y esperó en la línea hasta que fuera transferida con Rose. Mientras esperaban pasaron otras cuatro ambulancias y Rodney decidió que iría a ver lo que pasaba.

- Vamos Rose, no estoy aquí para eso.- Ella se desabotonó la camisa y le levantó la máscara lo suficiente para besarlo. Bobby la apartó y se bajó la máscara.- Te dije que no podíamos seguir y lo dije en serio. Mi esposa está por dar a luz, no puedo…

- ¿Quieres que le diga las travesuras que hicimos Bobby?

- No seas así Rose.

- Entonces bájate el zipper, esto será rápido.

- No.

- ¿Sabes lo que ésta ciudad hará contigo y tu esposa cuando sepan que Ciudadano Alfa es un negrata?

- Rose…- Le levantó la mano para darle una bofetada pero se contuvo. Ella tenía todas las cartas, se sentía tan impotente como en sus sueños.- Contesta el maldito teléfono de una vez.

- Regimiento, ¿número de identificación por favor?- Anotó los detalles y le pasó a Bobby el papel para después quitar el seguro de la puerta y echarlo.- Piénsalo, sabes que te conviene. Y hay un chico, creo que es tu sobrino que tiene información sobre una operación de narcóticos.

 

            Bobby usó la radio en su oficina para contactar a la patrulla del Fantasma Azul y luego de una hora se vieron con Roger Danvers en su precinto. Kenny Shaw empezaba a ser un susurro, según él, y tenía sus sospechas sobre su galería de juegos de máquina. Steve insistió en hacer una redada sorpresa pues incluso si no le encontraban con las manos en la masa siempre existía la posibilidad que le estuviera vendiendo bebidas alcohólicas a menores. Roger coordinó a su equipo y luego se subió a la patrulla del Fantasma Azul, que era como cualquier otra patrulla.

- Había oído la leyenda, se supone que un policía traicionado regresa de la muerte y va matando a policías corruptos. Me imaginó que después de todo el asunto Harris te verán con miedo. Al menos deberían, pero somos gente blanca, eso no sirve con la gente blanca. Si fueran negros sería otra cuestión, ellos son cobardes por naturaleza.

- Hubiéramos traído pollo frito y sandías y los haríamos felices.- Bromeó Steve. Bobby se quedó en silencio, no podía contradecirles ni podía golpearles. Se sentía atrapado en una extraña variante de su sueño.- Los chicanos son más duros, pero nada que unos tacos no solucionen.

- Al menos antes había italianos en Morton.- Continuó Danvers.- Son casi como la gente blanca, aunque un poco más estúpidos. Tienen esa idea de hacerse ricos rápido, no me sorprende que todos sean mentirosos como chicanos, tramposos como negros y ladrones como judíos. En el fondo los italianos vienen de África, es un hecho.

- Toda la raza humana viene de África, los italianos no son todos iguales.- Estalló el Fantasma Azul. Bobby tomó nota de ello, parecía que su compañero era un grasiento y ahora se sentía peor. Los mojados, al menos, habían cruzado un río y un desierto para invadir al país como cucarachas, pero los italianos, los mojados del siglo pasado, habían llegado en barcos como ratas que traían la peste negra.

- Supongo que hay algunos buenos. Como dije, son casi como los blancos, aunque no del todo.

- Sí, casi del todo.- Steve se calmó y decidió darle por su lado. El comisionado Perkins le había preguntado porqué usaba la máscara y aquel era un buen ejemplo. La policía estaba repleta de gente como Danvers quienes verían solamente un apellido que terminaba en vocal y le tildarían de mafioso o fascista.- ¿Qué dices Alfa?

- Es un lugar grande.- Quiso pensar que se refería al negocio que tenían enfrente y no a su discusión racista.- ¿Tiene salida trasera?

- No que aparezca en los mapas y da contra el muro de un edificio.

- Rápido y fuerte. Yo voy por la derecha, tú ve por la izquierda. Danvers, dile a tu gente que detengan a los que traten de escapar.

 

            Bobby y Steve se separaron y recorrieron el Kenny Arcade cada uno con sus macanas policiacas, pero solamente había jóvenes, en parejas o grupos de amigos, ninguno de los dos olió alcohol en ninguna de las bebidas y al llegar al fondo derribaron la puerta de la oficina de Kenny Shaw de una patada y entraron listos para cualquier cosa. Kenny les miró sorprendido, apagó la radio y levantó las manos.

- ¿Pasa algo?

- Tus permisos.- Le espetó el Fantasma Azul. Shaw sacó un fajo de documentos de un cajón y los puso sobre el escritorio. Los dos se turnaron para revisarlos y notaron que todo estaba al día.

- Gran pérdida de tiempo.- Le dijo Bobby mientras salían del local y le detuvo con un gesto.- Danvers le dijo, ¿viste que tenía todos los papeles preparados?

- Sí, habrá que recordar a este sujeto para más tarde y mantener a Danvers cerca. El comisionado me pidió que lo investigara un poco y creo que nos dará suficiente cuerda para ahorcarlo.

- Suena como un plan.

 

            El viejo Chris se sirvió una copa en el Spottie mientras calmaba a Mariela, pues aún tenía tiempo para su siguiente pago. Le preguntó por Hoss y Mariela le dijo que no le había visto en todo el día, lo cual bien podía significar el principio del fin del mundo. Salió a la calle saludando pandilleros y ellos le saludaban de regreso, él podía cruzar las fronteras invisibles de los azules y los verdes sin pagar peaje y lamentó el saber que un día llegaría cuando un latino tendría que pagar para caminar en un barrio de negros y viceversa. Los dos estaban, después de todo, en el mismo barco y era uno que tenía muchas fugas. Quizás era su edad o alguna sabiduría que ganara de algún modo, pero consideraba que los latinos eran como los negros, masas explotadas que nunca tendrían su día. El viejo Chris no sabía la diferencia entre Centroamérica de Sudamérica y difícilmente podría nombrar a los países en un mapa, pero no los culpaba a ellos de eso, después de todo tampoco podría apuntar la región africana de la que sus antepasados habían sido secuestrados para la esclavitud. Ignoró a las ambulancias y la patrulla que pasaron a toda velocidad, figurándose que sería otra riña entre las pandillas. Había visto a Bosco en la mañana, sabía que estaba bien y confiaba en su sentido común para que se mantuviera fuera del peligro. Entró a Cerrajería Skinner y el viejo Arvell le miró como si fuera un fantasma.

- Sigo vivo, Arvell.

- ¿No viste a las ambulancias?

- Espero que no sea mi Rodney, pero es…

- No, la tifoidea.

- ¿Qué?

- Hubo un brote de tifoidea en tu edificio, pensé que sabías, pensé que no vendrías. Te estuve llamando e iba para allá porque pensé que estarías enfermo.

- Hoss…

- Ve, apúrate, aún recuerdo el último brote, fue espantoso. Se transmite por el agua así que asegúrate que tus hijos estén bien.

 

            El viejo borracho trompetista se encontraba en una camilla mientras los doctores desalojaban a todo el edificio y unos especialistas llevaban muestras de agua. Chris saludó a Hoss, quien deliraba por la fiebre y le preguntaba por su Morton blues y si ya estaba a la venta. El viejo Chris no sabía qué responder a eso, de modo que le siguió la corriente y le dijo que en efecto estaba a la venta y había muchos restaurantes en Marvin Gardens que querían contratarle. Le preguntó a los médicos por menores de edad que estuvieran enfermos, pero en cuanto colocaron otra camilla en la ambulancia le empujaron con fuerza y se fueron. El viejo Exum quedó en el suelo con su sombrero en la mano y tuvo que levantarse rápidamente porque llegaban más ambulancias del hospital Mercy.

 

            Poco a poco fueron desalojando a toda la cuadra y los habitantes, histéricos por el desalojo y creyendo que les quitarían sus hogares, empezaron a agarrarse a golpes con los médicos y policías. El Ciudadano Alfa y el Fantasma Azul trataron de hacerles entender, pero los policías se fueron en cuanto ellos llegaron y después que les lanzaran botellas y sartenes los dos se vieron obligados a responder de forma semejante. Steve Calidori no tenía problemas en poner a los negratas en su lugar a punta de golpes y les amenazó con su escopeta, mientras que Bobby Exum únicamente podía pensar en sus sobrinos y en que no le reventaran la cabeza. El viejo Chris miró a su hermanito golpeando a un amigo suyo, un desempleado cuya única posesión era su departamento y negó con la cabeza. Rodney y Gordon llegaron media hora después y Gordon abrazó a su padre, mientras que Bosco no daba crédito a lo que veía. Los médicos levantaron tiendas de campaña, pues el hospital Mercy estaba repleto de gente y fueron revisando a todos quienes, de mala gana, obedecían porque Ciudadano Alfa y el Fantasma Azul podían propinarles una golpiza si se negaban. Gordon tenía que estar equivocado, pues ese no podía ser su tío Bobby, él era un buen hombre y nunca atacaría a su propia gente de esa forma. Gordon, sin embargo, no dejaba de llorar, pues el Ciudadano Alfa era su héroe y ahora le veía como un déspota.

 

            La gente de los edificios colindantes empezaron a abuchear y cantar canciones de protesta. Recordaban muy vívidamente el modo en que habían desalojado parte de los habitantes de Morton para construir las casas verdes para veteranos y ahora la pesadilla se repetía. Pandilleros pintaron paredes, incluso con el consentimiento de los habitantes del edificio, donde ponían una suástica en medio de la bandera americana. Bobby les vio pintándole como a un tirano y sintió ganas de gritar. No dejaba de preguntarse si él era el esclavo que huía o el perro que perseguía a los esclavos. Detuvo al Fantasma Azul que tenía toda la intención de reventarles la cabeza y se inventó alguna excusa que Steve no entendió del todo. Los doctores, después de todo, tenían evidencia de contaminación de tifoidea en el depósito de agua y ahora los monos estaban dispuestos a matarlos a ellos dos para seguir en sus pocilgas muriendo lentamente. Odio a los policías también, pues estaban contentos de dejar todo en sus manos y ni siquiera se quedaron cuando cayó el sol por completo y los médicos siguieron haciendo su trabajo pese a lo peligroso que era.

- Envenenaron el tanque de nuestro edificio. Lo envenenaron con agua contaminada de tifoidea.- Les explicó el viejo Chris a sus hijos.- ¿Han tenido diarrea, fiebre, dolor de cabeza o cualquier cosa?

- No.- Respondieron los dos.

- Es grave, podría ser mortal, ¿están seguros?

- ¿Nos van a echar?- Preguntó Gordon, quien no podía dejar de escuchar las canciones de protesta.

- No dejaremos que eso pase.

- ¿El Ciudadano Alfa no dejaría que nos echen, o sí?

- Vamos Gordon, ven conmigo.- Le dijo su hermano.- Dormiremos en el club elevado, ¿vienes, viejo?

- No pasaré la noche en el Mercy, se llevaron a Hoss, prefiero no quedarme aquí. Cualquier cosa que se sientan mal tienen que ir al doctor, ¿me entienden? Esto es de vida o muerte.

- No te  preocupes viejo, cuida a Hoss. Mándale saludos.- Se alejaron corriendo y Gordon estaba rojo de furia.- Te dije que no era el tío Bobby.

- Yo creo que… No sé qué creo. El tío Bobby no haría eso, ¿verdad?

- Claro que no, es una buena persona.- Cortaron camino al club elevado por una callejuela y Bosco sintió un golpe en la espalda que le tiró al suelo. Gordon se dio vuelta, primero vio el arma y eso le hizo retroceder hasta la pared y después le vio la cara.

- ¿Sabes quién soy verdad?

- Jack Brigard, estabas con mi papá y Ardell Skinner.

- No te preguntaba a ti idiota, le digo al imbécil de tu hermano. Tú sabías que era mi auto y por eso lo robaste, ¿verdad?

- No robamos nada, no seas paranoico.

- Barrett estuvo prestando mi auto antes de venderlo a un taller, ellos me dijeron que fue tu hermanito, pero seamos realistas, es demasiado estúpido para algo así. ¿Crees que nadie te puede tocar porque eres el hijo del viejo Exum?

- Fui yo.- Gritó Gordon.

- Corre Gordon, no va a hacer nada.- Dijo Bosco, levantándose.- Corre y dile al primer azul que encuentres que este negro está en lado equivocado de Morton.

- Al demonio con sus pandillas, son todos unos bastardos.- Levantó el martillo del revólver y Gordon le golpeó con un tubo en la cabeza con tanta fuerza que su cráneo estalló y Jack Brigard cayó muerto.

- Te iba a matar… Te iba a matar…

- Vamos a esconder el tubo Gordon, vámonos.- Corrieron sin detenerse hasta el club elevado donde Bosco hizo desaparecer el tubo con sangre.- ¿Dónde están los superhéroes cuando más los necesitas?

 

            La noticia del agua envenenada apareció en los diarios, pero ninguno mencionó a los dos miembros del Regimiento y no había fotografías. Los periódicos tardaron un día más en cubrir, a media columna, la muerte de Jack Brigard que, naturalmente, seguía sin sospechosos. Marty Barcelona casi nunca creía en los periódicos, pero sus pandilleros le llevaban noticias, una más exagerada que la otra, sobre docenas de muertos y edificios clausurados. La verdad es que no le importaba para nada, como él lo veía aquello les pondría en igualdad de condiciones y tendrían que buscarse su propio Patio, como Paco y él habían hecho. Gloria estaba de malhumor con él y pasó toda la mañana sin responder más que con monosílabas, cuando finalmente se abrió le echó en cara que le había dado treinta dólares a Isabel. Barcelona intentó hacerla entender que no eran para ella, sino para su padre, quien parecía que se había ido de bocón invitando las cervezas a sus amigos. Gloria no veía la diferencia, pero poco a poco le fue perdonando conforme él la besaba cada vez más apasionadamente. Le llevó al Spottie donde Mariela les miró torcido desde que entraran.

- ¿Otra vez me vas a decir que eres mayor de edad?- El viejo Chris volteó para ver con quién hablaba y sonrió mientras se terminaba su trago y se encendía un cigarro.

- Recién cumplidos.

- Hay dos locos con máscaras haciendo redadas, anoche fue la misma historia, están destrozando Morton y lo último que necesito es que me hagan una redada y me dejen en el hospital porque dejo beber a menores de edad.

- No soy menor de edad.- Repitió Marty sentándose a un lado del viejo Chris.- Exum, ¿qué onda?

- He visto mejores días sangre joven, Hoss está enfermo.

- ¿Doce muertos es verdad?

- No, doce casos, un muerto. Apenas un niño. Mariela no te va a vender alcohol, ¿sabes eso, verdad?

- Pero si soy…

- Estoy poniendo mi pie en el piso hijo, no te va a vender alcohol. ¿Quieres un refresco para ti y tu novia?

- No, está bien, nos vamos a otro lugar donde sí acepten mi dinero.- Mariela le sonrió al viejo Chris.

- Gracias, pero lo tenía cubierto.

- Lo sé, pero pensé que te gustaría que te ayudara. Hoss… Ésta va por ti, viejo amigo.

- ¿Tan mal se ve?

- Los doctores no dicen nada, no quieren decir nada desde que se les muriera el chamaco ese. Casi me hace sentir bien que mis hijos pasen tan poco tiempo en casa, ¿me entiendes?

- ¿Qué va a pasar con el edificio?

- No sé, espero que no lo clausuren. Arvell me quiere, pero no me quiere tanto como para regalarme un lugar donde dormir.

- Puedes quedarte en la trastienda, sabes que no me molestaría.

- Mariela, Mariela, ¿qué voy a hacer contigo?

- Pues se me ocurren un par de cosas, “viejo Exum”.- Se acercó para besarle la frente cuando los dos escucharon los insultos y los inconfundibles gruñidos de una pelea.

- Ese Barcelona es mala noticia adónde vaya.- Salió del bar y le tronó los dedos a Marty, quien dejó de pelearse con Rodney y Gordon. Notó nervioso a su cachorro, pero pensó que se debía al agua envenenada.

- Whiskey.- Dijo Rodney mientras se sentaba y Mariela se echó a reír.

- Nada de whiskey “Bosco”. Tu padre tiene razón, ¿qué tiene de malo un nombre como Rodney?

- No me gusta, eso es todo.

- ¿Y tú Gordon, otro whiskey? Ya echamos a Barcelona por eso. Si esos fascistas se aparecen por aquí y los ven bebiendo… Escuché que en un lugar les rompieron las muñecas a todos los que les miraron feos y que en otro dejaron a dos muertos. No que lo necesiten, si ya están envenenando el agua.

- No empieces Mariela.

- Es en serio Chris, ¿ellos llegan y de pronto hay tifoidea?

- ¿Crees que hayan sido ellos?- Le preguntó Gordon y Mariela asintió con la cabeza.

- No fueron ellos.- El viejo Chris enterró el asunto.- Qué más da, dales una cerveza.

- Gracias, viejo.

- Gracias, papá.

- Sí, gracias Chris.- Se las destapó y ellos empezaron a beber.

- Un brindis por Hoss.- Levantaron sus botellas y Chris levantó su vaso.

- ¿Cómo está?

- Mejorando.- Dijo Mariela.- Y si esos dos dementes entran aquí es tú problema, viejo Exum.

- No soy tan viejo y Dios sabe que no estoy tan borracho todavía. ¿Cómo va el trabajo, cachorro?

- Cachorro…- Aquello destornillaba de risa a Bosco.

- Bien, lento pero bien. Algún día tendré el tiempo completo si llega más negocio.

- Es el maldito tren elevado, la gente blanca ya no pasa por aquí.

 

Se quedaron en silencio por un rato mientras entraban más clientes. Mariela les indicó que había un consumo mínimo, regla que rara vez ponía en práctica porque nadie tenía los dos dólares para cubrirlo, pero ellos lo cubrieron de inmediato. El viejo Chris le sonrió a Mariela y les miró en silencio mientras ellos se sentaban en la mesa a un lado del teléfono. Las llamadas empezaron a llegar poco a poco, siempre atendía uno y le dictaba números a los otros dos. Se trataban de apostadores ilegales y el viejo Exum suspiró cansado mientras se ponía de pie. Se sentó junto con ellos, les sonrió y afirmó con la cabeza en un gesto de seriedad. Los tres le miraron nervioso, le conocían por reputación, pero el más joven no creía en ella. Estaba por decirle algo, le apuntó a la cara con el dedo y el viejo Chris, con la velocidad de un rayo, le rompió el dedo. Se puso de pie y con un gesto les echó. Ésta era la clase de gente que atraía a su hermano y a su compañero y no dejaría que nada le pasara a Mariela.

 

            Un rato después apareció Cole Wiggins, el segundo al mando de los azules después de Billy Barrett y Bosco salió a la calle para hablar con él. El rumor indicaba que él había matado a Jack Brigard, el amigo de Kenny Shaw y que había sido a sangre fría. Rodney le dio por su lado con tal que dejaran a su hermanito fuera del asunto y cuando Cole le advirtió que Barrett ya estaba harto de Tin le hizo saber que él corrió a Marty Barcelona del Spottie y que podía invitarlo cuando quisiera. Se trataba de un acto de rebeldía que Cole tomó con una sonrisa de respeto, pues no solamente había matado a Brigard, sino que había corrido a Barcelona, por lo que en su libro no tenía problemas si se veía con Tin, aún si era uno de los verdes. Rodney usó el teléfono del bar para localizarlo y le invitó a comer y beber algo. Gordon le preguntó, en susurros, si alguien sabía algo sobre Brigard. Bosco, para no asustarlo, le dijo que todos traían el rumor que había sido Billy Barrett o Rodney, pero definitivamente nadie sospechaba de él. Rodney nunca había matado a nadie antes y, más allá del machismo superficial que pudiera mostrar, sabía que estaría igual o más nervioso que su hermanito cuando el fatídico día llegase. Esperaron a Tin mientras llegaban otros clientes que no podían pagar el mínimo y cuyo único objetivo era embriagarse.

- Mariela, ¿crees que le puedas cocinar algo a Tin?- Le preguntó Bosco cuando al verlo llegar. Mariela sintió pena por el adolescente, era flacucho, tenía roto un zapato y parecía que había dormido en el suelo.

- ¿Qué se te antoja?

- Nada, gracias.

- Tonterías, te daré algo de comer.- Mariela le sirvió un poco del estofado que ella estaba comiendo y Tin lo devoró ansiosamente.- ¿De qué les sirve una pandilla si no pueden ni comer apropiadamente?

- Amén.- Dijo el viejo Chris, quien conocía a Tin desde que era muy chico.- Quítate esos colores muchacho, no estás en la calle. Estos jóvenes hoy en día…

- ¿Cómo está tu papá?- Le preguntó Gordon, pero Tin salió corriendo al baño y al regresar Bosco le sintió la frente. Chris Exum, viendo la preocupación en sus ojos, le revisó la fiebre y prácticamente lo cargó a su auto.

- Lo llevaré al hospital, el pobre chico tiene tifoidea.

 

            Ciudadano Alfa y el Fantasma Azul llevaron a cabo una nueva redada a los contenedores de tren abandonados que los homosexuales usaban para sus encuentros. Bobby, vestido como la bandera, llamaba mucho la atención, pero entre los dos consiguieron lanzar unas granadas de gas lacrimógeno y golpear a todos los que huían hasta rendirlos en el suelo. Se trataba de una estupidez y ambos lo sabían, era la manera en que Danvers les daba tareas absurdas pues ninguno de ellos llegaría a la Corte. Steve Calidori tenía una mejor idea, algo que Cora Mancuso le había dado y que no lo pensaba platicar con el detective Roger Danvers. Helena había acertado al pronosticar que Cora se iría por su dosis de heroína luego de una noche cómoda, pero no habían perdido contacto por completo.

- No quería decirlo frente a Danvers, no quiero que los ponga sobre aviso. Tengo un buen dato.

- ¿De un oficial?

- Sargento, más o menos. ¿Recuerdas cuando… No importa, es una buena fuente. Hay un lugar en Morton donde van clientes sádicos a lastimar mujeres y sus proxenetas las obligan a soportar el dolor. Estoy hablando de quemaduras de cigarro, látigos y todas esas cosas. La mayoría son chicanas que acaban de llegar al país y no saben nada de nada. La mayoría de los clientes son blancos, tienen que pagar bastante.

- ¿Es la chica que te llevaste en esa redada? Vamos, no soy estúpido.

- Sí, era amiga mía de hace tiempo. Perdimos el contacto y no esperaba verla ahí y mucho menos de ese modo. Podemos confiar en el dato.

- Hecho, pero hay que jugarla a la segura.

 

            El lugar se encontraba escondido en una de las torres de Morton, donde los proxenetas y la red de seguridad podrían verles acercarse a gran distancia. Ninguno de los dos quería ir de civil, pero Bobby tuvo una idea. Un camión de bomberos llegó poco después para revisar, según ellos, una fuga de gas. Dos de los bomberos subieron las escaleras y usando las hachas como garrotes fueron desmayando a la red de seguridad. Se quitaron los uniformes de bomberos en los que apenas y podían moverse, usaron las hachas para derribar la puerta y fue como si el infierno se hubiera desatado. Se abrieron camino usando los bastones de policía y esquivando los disparos. Bobby, a pesar de ser un boxeador de impresionante tamaño, era un acróbata con una agilidad impresionante que le dejaba atravesar los paneles de madera que formaban cubículos para torturar a las ilegales e ir desarmando a los sujetos. Steve Calidori no tenía esa agilidad, pero tras hacerse de un par de cuchillos los lanzó de manera experta contra los hombros de otros dos sujetos. La mayoría, sin embargo, peleaba sin armas y los dos, siendo excelentes peleadores, fueron dejando un rastro de huesos rotos y charcos de sangre. El infierno duró quince minutos hasta que los dos quedaron agotados y le hicieron una seña a los policías de uniforme, que también se habían disfrazado de bomberos, para que rescataran a las ilegales.

- ¿Boxeador? Te mueves como acróbata de circo, pero peleas como boxeador.

- Era, hace mucho. Tú fuiste veterano.

- Sí, hubiera traído mi escopeta, ésta gente me enferma.- Caminó por encima de uno de los negros que había decidido dar pelea y ahora era una pulpa sangrante y se apoyaron contra una mesa mientras los policías de uniforme llegaban y empezaban los arrestos.- Deberíamos conocernos más, parece que pasaremos bastante tiempo en esta pocilga.

- ¿Conociste al Ciudadano Alfa anterior?

- Lo suficiente para saber que era un imbécil. Y te conozco lo suficiente para saber que tú no lo eres.

- No sé si dure mucho en esto.

- Me sorprendería si acabas como tu antecesor.

- No, me refiero a esto.- Le indicó el disfraz que nuevamente tenía manchas de sangre.- No quiero sonar como un comunista, pero no sé qué significa eso del espíritu americano. Parece que todo lo que hago es reventarle el cráneo a negratas, mojados y maricones. ¿Eso es el espíritu americano?

- Excelente trabajo.- Les felicitó el comisionado de policía Fred Perkins.- Gracias por la llamada.

- No es problema. Si Danvers es tan corrupto como creo que es seguramente recibía una tajada de esto.- Calidori señaló hacia todo el dinero en el suelo. Prácticamente formaba un tapete sobre el que se secaba la sangre.- Hubiera traído mi escopeta, habríamos trabajado menos.

- El trabajo todavía no termina.- Les dijo Perkins con una mirada triste.- Parece que ese caso de envenenamiento de tifoidea hace unos días se está repitiendo. Los doctores parecen estar seguros que es en el refugio Morton para la gente sin hogar. Empezó con un par de vagos muertos, ahora tienen una pequeña epidemia en sus manos. Imagínense lo que la gente está pensando. Creen que es limpieza étnica… Semejante estupidez. Pero si puede pasar en Morton, entonces puede pasarle a la gente blanca.

- Vamos para allá.

 

            La protesta se tornó en una furibunda masa de civiles agresivos que se lanzaron contra la policía que protegía a los médicos y científicos que revisaban el refugio y trataban de colocar tiendas de campaña médicas. Las cosas se volvieron peores cuando llegaron los dos disfrazados, pues todos les culpaban a ellos y antes que pudieran argumentar a favor de los médicos tuvieron que empezar a defenderse a golpes. Bobby medía su fuerza pues no quería lastimar a nadie y por ello lograron darle con un bat de baseball. Steve gritó de furia al ver eso y empezó a golpear a diestra y siniestra, sin importarle si eran hombres o mujeres. La policía a caballo llegó con garrotes con navajas y el Fantasma Azul se hizo de una para empezar a brutalizar a los enojados civiles quienes terminaron por huir hacia sus casas y departamentos.

 

            Marty Barcelona había perdido mucho últimamente, no solamente la mercancía, el respeto de Kenny Shaw, y a Jack Brigard, sino el temor en los ojos de Bosco Exum y ahora a Isabel y su padre. Ambos estaban siendo tratados en el hospital Mercy, luego que los médicos pudieran cerciorarse de quiénes padecían la terrible enfermedad. Se llegó a un pacto de cese de hostilidades dentro del hospital cuando Bosco Exum llegó, junto con su novia y su padre, para ver a Tin y a Hoss. Marty, quien no había visto tragedia alguna en el envenenamiento de un edificio en el centro de la zona enemiga, ahora veía a la amenaza mucho más de cerca. Los médicos y enfermeras iban y venían constantemente, a veces llevaban nuevos pacientes y a veces cargaban con frascos de medicina que habían tenido que pedir prestada a otros hospitales, pues se estaban quedando sin antibióticos. Isabel deliraba de fiebre y en sus momentos lúcidos le sonreía a Marty Barcelona, quien le saludaba tratando de fingir una sonrisa. Bosco, su novia Ronda y Marty guardaron silencio cuando un médico se acercó corriendo a la cama de Tin y empezó a revisar sus signos vitales. Tin, de tan sólo 16 años de edad falleció, se le dio registro y su cadáver fue llevado a otra área sin mayor ceremonia para hacer lugar para nuevos pacientes. Rodney ocultó una lágrima, tratando de hacerse al duro, pero Barcelona hizo exactamente lo mismo. Paco llegó a visitarle y darle algunas noticias, pero no eran nada nuevas y confirmaba lo de siempre, que había tensión en las regiones fronterizas de su territorio. Paco le escupió a Bosco quien casi lo agarra a golpes de no ser que Marty se interpuso entre los dos y le miró a los ojos con una mirada fría y asesina.

 

            Los doctores echaron a los pandilleros. Marty acompañó a Paco de vuelta al Patio y fue saludando a los verdes con quienes se topaba. Les fue diciendo que Tin estaba muerto y todos, por respeto, le preguntaban sobre Isabel y entonces alzaba los hombros en señal de resignación. En cierta forma, pensaba él, siempre había existido entre la resignación y la rebeldía, incluso cuando sus padres estaban vivos. Podía sobornar policías, matar pandilleros y robar una casa en menos de un minuto porque era rebelde por naturaleza, pero al mismo tiempo lo hacía por una enorme resignación. Aquel, le gustara o no, era su lugar en el mundo y el mundo, le gustara o no, vivía en el precipicio y era cuestión de poco tiempo antes de la aniquilación nuclear. Supuso que podría huir a otro hemisferio, huir de la bomba, pero había construido algo con su sudor y su sangre, algo por lo que estaba dispuesto a matar y morir, había hecho lo que él consideraba un legado para la comunidad latina. Kenny Shaw le esperaba frente al Patio, las ruinas de una vieja escuela.

- ¿Dónde demonios estaban? Los he estado esperando a ustedes.- Señaló a Marty y a Paco.

- Paco, trae el dinero.- Kenny se encendió un cigarro en su auto y le mostró las dos bolsas de pastilla y marihuana.

- Dejen de jugar a indios y vaqueros, quiere mi dinero en dos semanas.

- ¿Mover tanto en dos semanas?

- Pensé que eras hombre.- Paco le pasó el dinero y se lo intercambió.

- Perdí a un buen soldado hoy y tengo una amiga que podría morirse.

- Y yo perdí a mi mejor amigo. Crece mocoso, todos perdemos gente.- Barcelona se sentó en la calle, le pasó la bolsa a Paco y se quedó pensando en lo que Kenny le había dicho. Tenía razón, su resignación se lo decía, todos habían perdido a alguien y perderían a muchos más antes que las bombas empezaran a volar.

 

            Las redadas empezaban a ser una costumbre en Morton y se ganaron una enorme fama tras haber podido destrozar un prolífico anillo de prostitución sádica en uno de los lugares que todos consideraban con más seguros en Morton, las torres. Nadie se explicaba cómo es que lo habían logrado y conforme Bobby y Steve fueron sumando arrestos se generaban leyendas sobre un Fantasma Azul que podía sobrevivir una bala en el corazón y un Ciudadano Alfa que podía dejar al borde de la muerte a siete matones usando únicamente sus manos. Las líneas de los territorios de pandillas podían fluctuar, sin nunca tener a un ganador definitivo, pero lo que era una constante eran los grafitis donde ponían al Ciudadano Alfa aplastando a niños negros y al Fantasma Azul con una calavera por rostro y disparándole a gente inocente con las manos en alto. “Muerto por negro” era un lema común en una parte de Morton, mientras que en la otra era “muerto por latino”.

- No pensé que volverías a tu departamento.- Chris casi se muere del susto cuando su hermano menor Bobby le saludó de esa manera.- Sabes que puedes quedarte conmigo, ¿verdad?

- No sé, ¿es verdad?

- No me gusta cómo quedamos la última vez.

- Yo tampoco, ¿quieres una cerveza?

- Sí, gracias.- Se sentaron en el sofá y Chris le indicó que escuchara.

- Es el Morton blues, Hoss está de vuelta. No se siente del todo bien, pero lo suficiente como para que ese maldito hospital lo dejara salir.

- Escuché que bombearon toda el agua, reemplazaron la cisterna en el techo y todo eso.

- No reemplazaron nada, bombearon el agua y le dieron una lavada. Todos en el edificio hemos estado limpiando tuberías e hirviendo agua, incluso con la que nos bañamos.

- Estuve pensando en lo que toda esa gente dice, sobre una limpieza étnica y tiene algo de sentido. No sé qué pensar del Fantasma Azul, pero parece tan racista como ese detective con el que se supone que coordinamos todo.

- Pasar de cámaras de gas a tifoidea en el agua… Vaya mundo.

- ¿Los chicos?

- No son tan chicos, casi siempre duermen en su club elevado. Perdieron a un amigo, Tin. Pobre chico, no tenía ni edad para afeitarse.

- Ya van quince muertes.

- He oído que más.

- No, las revisé en el hospital y en los registros de la morgue. Son quince muertes. Asesinato en masa, posible genocidio. Ésa es la clase de cosas que pensé que estaría… No sé, todo esto de golpear gente que apenas se gana la vida apostando o vendiendo marihuana de diez centavos se me hace bajo.

- ¿Y qué esperabas Bobby?

- El alcalde no quiere invertir en Morton, dice que es una pérdida de tiempo, pero le voy a demostrar que se equivoca.

- ¿Poniendo a la mitad de la gente en prisión? Estás hablando con un matón, eso crees que soy, un matón que pronto no tendrá hogar. Lo primero que harán será condenar los dos edificios contaminados. Los vagos ya no tienen refugio, no quiero ni pensar lo que harán cuando empiece el frío. No todos son tan mañosos como Hoss, podrían morir más todavía.

- La justicia debería significar algo, ¿sino para qué tenemos leyes, policías y tribunales? No debería ser un lujo de la gente blanca, nosotros deberíamos poder caminar por la calle sin temor a que nos roben o nos maten.

- De eso no sé… Hay justicia callejera, eso es lo que sé. Detesto ser quien te lo pregunte, pero alguien tiene que hacerlo, ¿le has dicho a Mary-Anne?

- No, Rose me está chantajeando con eso, le dirá a mi esposa si no lo volvemos a hacer o le dirá a todos que soy Ciudadano Alfa.

- Si eso pasa te matan o te corren de la ciudad, sino es que ambas. Si todavía viviera mi esposa…- El pensamiento quedó ahí, suspendido en la nada. Los hermanos se quedaron en silencio escuchando el Morton blues.

 

            Steve Calidori aprovechó que llegaba temprano a casa para hacerle de cenar a Helena. Ella le contó que Cora Mancuso hablaba prácticamente todos los días y que sonaba cada vez más convencida de su oferta de ir a una clínica de desintoxicación. Steve le platicó que Cora les había pasado datos para buenos arrestos, mejores que los que habían logrado con el detective Roger Danvers. Antes de sentarse a comer llamó al comisionado desde su cuarto y se sentó con su esposa. Ella le siguió platicando sobre su día, pero él estaba en otra parte. Había golpeado a muchos negros y en su mente cualquiera de ellos podría haber estado tras el volante cuando su esposa fue arrollada. Su pierna no había sido lo único que había perdido, pues estaba embarazada y luego de una complicada operación los doctores les informaron que no podría concebir nunca más. Helena estaba segura que Steve le dejaría, pero él se aferró a ella para darle fuerzas y, en parte, para que ella fuera su piedra. Milagrosamente había salido adelante y Helena estaba ahora de mucho mejor ánimo que antes. El teléfono sonó y lo contestó desde la cocina.

- Sí comisionado… ¿Y el dinero? Seguramente… ¿Los pandilleros iban armados? Porque él… Sí, bueno… Claro Fred, gracias.- Regresó a la mesa y la miró derrotado.

- ¿Qué fue eso?

- Mi mejor pista se fue al caño. La primera redada contra el Kenny Arcade fue en vano, Danvers le avisó que íbamos y Kenny Shaw incluso tenía los papeles en un cajón esperando para nosotros. Le pedí a Fred que mandara a hombres de confianza, pero no consiguieron nada. Tiene algunos pandilleros jugando dardos y esas cosas, nada grave.

- Ya se me hacía, yo sabía que mi Steve era un detective por completo.

- Tengo que hacer algo más que partir cabezas, ¿no? Hemos estado preguntando sobre la marihuana y las pastillas. Varias fuentes, como es de esperarse, pero un nombre se repetía mucho, el de Jack Brigard. Ese negrata cumplió cinco años en Blackbird negándose a decir quién era su socio, sale y junto con Shaw ponen ese local. El coche de Brigard fue destartalado y está por todo Morton en distintas partes, pero Brigard fue asesinado de manera brutal. Eso me dice que alguien subió de nivel o Kenny Shaw, quien bien podría haber sido su socio, decidió eliminarlo por temor a que le chantajeara con lo que sabía. La mayoría de las veces la mueven los pandilleros y tiene sentido, son menores, no irían a Blackbird.

- No seré detective, pero creo que los quieren echar de ahí, por eso la tifoidea.

- Sí, Ciudadano Alfa y yo lo discutimos y llegamos a la misma conclusión. Mañana le diré que la redada policial fue en vano.

- ¿Todavía no sabes cómo se llama? Pensé que dijiste que era buena persona.

- Lo es, pero es muy reservado. No te preocupes mi amor, sé que si le muestro una foto tuya me dice hasta su escuela primaria.

- Adulador.

- ¿Qué puedo hacer si me casé con la mujer más hermosa del mundo?

 

            El Regimiento siempre era noticia, pero lamentablemente nadie quería escuchar sobre Morton. El lugar, simple y sencillamente, no tenía salvación o estaba lleno de indeseables. Las redadas continuaron a lo largo de los días, mientras que Bobby y Steve mantenían cerca a Roger Danvers para ir recogiendo información en su contra, pues tres de cada diez datos eran falsos, trampas mortales o tonterías. Chris Exum no podía dejar que las redadas y los arrestos le detuvieran de cumplir con sus tareas como había estado haciendo en los últimos diez años. Se acomodó a un lado del viejo Arvell Skinner, quien le miró fastidiado y después miró a Kenny Shaw.

- Ya sé que Brigard está muerto y lo siento mucho, pero es tu deuda.

- No tengo esa clase de capital, pero ¿por qué no invierten un poco en mí negocio? Es pasto y anfetas, nada grave pero deja buen dinero y nada sería rastreado a ustedes.

- ¿Puedes creer a este sujeto, Chris?

- Lo escucho y no lo puedo creer Arvell.

- Es un buen trato.- Insistió Skinner.

- ¿Escuchaste eso Chris?

- Sigo sin creerlo. Déjame que te detenga Shaw, porque quizás no lo sabes, pero el señor Skinner no es un narcotraficante, es un hombre de principios. Esos principios cuestan dinero pero le dan dignidad. Tú puedes vender lo que se te pegue la gana, pero una deuda de dinero se paga con dinero.

- No me mires a mí jovencito, el viejo Chris ya te aleccionó. Si tu mercancía es tan buena, este sobre no estará a medias la próxima vez.

- Pero sin Jack…

- Dinero es dinero. Negocios es negocios.- Le cortó Chris, poniéndose de pie. Kenny Shaw entendió el mensaje y se fue derrotado.

- Voy a extrañar a Jack Brigard. Ese hombre entendía la importancia de pagar las deudas a tiempo, nada de perseguirlo, nada de quitarle algo, no, él venía aquí todos los días que le tocaban, sino es que un día antes y entregaba cada dólar.

- Es una falta de respeto, nos mintió en la cara, tiene ese lugar, ese Kenny Arcade y siempre que paso por ahí está lleno de gente. Tiene el dinero, pero la está haciendo dura.

- No sé, capaz que no la tiene, el del cerebro era Brigard. Hay que admitir que nos quedamos sin nuestra principal fuente de ingresos. Sabes que odiaría decirte esto, pero…

- ¿Mariela?

- Mariela.

- ¿Tan mal?

- Tres días tarde, apenas y cubre los intereses y te consta que son los intereses más bajos que he dado.

- Lo sé Arvell, déjame hablar con ella. Te traigo el dinero.

 

            El viejo Chris Exum caminó al Spottie y supo que algo andaba mal por el bullicio de risas y música. Entró al bar, que nunca había tenido tanta gente, y se sentó a un lado de Hoss. Mariela estaba ocupada con otros clientes y decidió observar a su nueva clientela. Encontró apostadores ilegales, camellos y más de una prostituta. Se quitó el sombrero y lo puso en la barra de un golpe. Hoss le miró sorprendido y se movió a un lado instintivamente.

- Hola Chris.

- Mariela, ¿tienes el dinero? Parece que tienes un buen negocio, así que me imagino que tienes el dinero.

- ¿Por qué el humor?

- Mira a quienes dejas hacer negocios aquí.

- ¿Qué se supone que iba a hacer? Los desplazan de cuadra nada más, y necesito el negocio.

- Maldita sea… Ya qué.- Mariela levantó el sombrero, puso el dinero en él y Chris se pidió un trago de whiskey.- Al menos si tocaras Hoss, atraerías a alguien.

- Yo pensé que venían por mi personalidad.

- Viejo mañoso.- Le regaló el vaso con whiskey y le dio una palmada en la espalda antes de salir.

 

            Bosco y todos los azules se reunieron en el club elevado donde recolectaron armas o las crearon para que Billy Barrett les gritara un discurso motivacional. Los verdes habían estado flaqueando a últimas fechas y eso hacía que Billy y Cole empujaran su suerte en un ataque masivo al anochecer. Llevaban semanas sufriendo bajas, ganando nuevos miembros, moviéndose de esquina a esquina, a veces ganando y a veces perdiendo. El ataque sería sorpresa, una incursión al territorio enemigo para rodearles y terminar con un gran número de verdes. Bosco aplaudió el plan y siguió motivando a todos en las siguientes horas mientras se hacían de armas y se armaban de valor. El plan era bueno, pues quince azules atacarían una esquina, mientras 25 se rodearían por un lado y otros 25 rodearían por el otro. Barrett quería sangre y sin duda la obtendría, pues no solamente podían así asegurar un par de cuadras, sino que se seguirían moviendo de esa forma hasta formar un triángulo sobre el que avanzarían para ocuparlo por completo. Los verdes perderían unas once cuadras en una sola noche y lo único que les preocupaba era poder mantener el territorio ganado, después de todo ya habían perdido territorio en disputas anteriores.

 

            Bosco se ofreció de voluntario para encararse a los pandilleros de cara a cara con un cuchillo y una llave inglesa rota. Los quince pandilleros con algún distintivo azul se lanzaron en un ataque a un enclave de los verdes, una cafetería donde más de treinta de ellos se frecuentaban. Los verdes pelearon con el ánimo de quien supera a su enemigo numéricamente, empujando a Bosco y a los demás hasta que llegaron los refuerzos por la retaguardia y les dieron la golpiza de sus vidas. Se armaron mejor y siguieron moviéndose como lobos acechando a otra manada de lobos. En la siguiente incursión perdieron a dos azules, quienes quedaron en el suelo desangrándose de las piernas, pero consiguieron destrozar uno de los negocios de la pandilla de Marty Barcelona. Empezaron a escuchar silbidos, la noticia se estaba esparciendo antes de lo pensado. Había pandilleros en los techos que les lanzaban tabiques y botellas, pero los azules de Morton siguieron en su invasión. La urgencia les hacía pelear con mayor cuidado, con mayor eficacia y ahora todos tenían marcas de la golpiza. Las patrullas empezaron a sonar, Barcelona tenía bien sobornados a los policías y luego de que Billy Barrett diera la orden emprendieron la retirada como pudieron hasta terreno conocido donde fueron dejando sus armas en escondites. Bosco, junto con Cole y Barrett llegaron al club elevado y se llevaron la sorpresa que les esperaba Kenny Shaw. Habrían esperado ver a una patrulla, pero no al suministrador de Marty Barcelona. Apagó el cigarro, se bajó del auto y mostró un fajo de billetes de dinero como tarjeta de presentación.

- Billy, quería platicar contigo.

- No me voy a subir al auto negro, ¿estás loco?

- Nada de eso, vamos a darle la vuelta a la manzana.- Bosco y Cole le esperaron en el techo del club elevado fumando nerviosamente. Los policías les habían asustado y nada más, ninguno se presentó hasta allá. Vieron a Billy y a Kenny caminando de vuelta al club. Kenny le pasó un maletín y Barrett entró al club elevado. Cole y Bosco Exum corrieron para verlo.

- La noche no fue una pérdida completa.

- ¿Eso es lo que creo que es?- Preguntó Cole y Billy sonrió abriéndolo. Bolsas de pastillas y marihuana abarrotaban el maletín.

- La primera es gratis, hay que venderla para que nos pase la segunda y así sucesivamente. Parece que Kenny recordó que es negro después de todo.

- Sangre fría venderle a los dos bandos.

- Eso dije yo, pero aunque no me dijo mucho parece que le estamos ganando a Barcelona. Esto es el principio Bosco, tengo planes. El detective Danvers querrá su tajada, no hay duda, pero sé cómo hacer más dinero a partir de esto. Tú harás que Arvell Skinner me conozca.

- ¿Para qué? Es un prestamista y la última vez que revisé no íbamos a sacar un préstamo.

- No es para eso, quiero venderle autos robados. Imagínalo, con su ayuda tendríamos una mafia de verdad.

- No sé, mi viejo trabaja con él y si le dejamos mal.

- No lo vamos a dejar mal, además me la debes.

- ¿Cómo está eso?

- Me preguntó quién mató a su amigo, Jack Brigard. Le dije que fue Paco, pero todos sabemos que fuiste tú. Le podría decir y vivirías temiendo por tu vida para siempre, ese sujeto no se anda con juegos, es un hombre de negocios. Sólo tienes que llegar con tu viejo y Skinner, decirle que puede confiar en mí y yo le doy la propuesta de negocios. Si no la acepta, pues ya ni modo, pero si la acepta podríamos tener a un socio con más dinero que Kenny Shaw y con un pie en la tumba.

- Sí, es cierto, una mafia de verdad.

 

            Bobby Exum tuvo el sueño otra vez. Huía de una plantación y podía sentir el agudo dolor en sus pies mientras sangraban entre las piedras y hierbajos. Sabía que era inútil huir, sabía que los sabuesos darían con él y que los capataces iban justo detrás de los perros armados con rifles y pistolas. Estaba consciente que era un sueño y estaba consciente de su inminente fracaso. Sin embargo Bobby corría, sus pulmones ardían, cada músculo en su cuerpo estaba listo para rendirse y, si bien en ningún momento tuvo alguna falsa esperanza, sabía con certeza que daría su máximo esfuerzo. Los perros le mordieron los talones primero, haciéndolo caer y se lanzaron contra su cara con hocicos llenos de espumosa baba. Mary-Anne le había dicho que no era esclavo, que ya no necesitaba huir. Lo estaba haciendo, al ponerse aquella máscara y paseándose por el búnker atómico de tres pisos del Regimiento. A su manera, pensaba Bobby, él siempre sería un esclavo.

- Nada con el comisionado.- Le dijo el Fantasma Azul.- Jura que sus hombres son de confianza.

- ¿El comisionado es de confianza?

- Sí.- Fue la respuesta tajante de Steve Calidori.

- ¿Qué es lo que sabemos exactamente? Sabemos que Jack Brigard estaba probablemente metido en el negocio de la droga, sabemos que hizo cinco años en Blackbird sin mencionar a su socio, quien probablemente es su amigo Kenny Shaw.

- Sabemos también que Roger Danvers es corrupto, pero igual que con Kenny atraparlo será difícil.- Se apoyaron contra los rieles de las escaleras hacia las oficinas de los coroneles y Bobby gruñó.

- Incluso si lo atrapáramos en el acto tendríamos que ser muy astutos ¿y a quién se lo entregamos?

- Al comisionado Perkins. Te digo que es honesto, es de confianza.

- ¿Ex-policía además de veterano?

- Sí.

- ¿Vives en las casas verdes para veteranos?

- No, un montón de negratas empezaron a ocuparlas. ¿Sigues pensando en renunciar?

- Quizás.

- Podrías volver a ser boxeador.

- Me gustaría hacer algo con mi vida y esto… ¿Qué se supone que significa?

- No puedo responder eso, supongo que cada quien tiene su versión. Danvers tendrá su versión.- Bobby quiso decirle que su versión sería racista, pero estaba determinado a ocultarle su identidad al Fantasma Azul.

- Estoy harto de seguir golpeando gente, los estamos desplazando, no se arma ningún caso y la fiscalía no quiso procesar a nadie. Lo leí anoche, habrá tres condenas y son gracias a tu amiga.

- Cora Mancuso, ella tendrá que ayudarnos un poco más. Los fiscales nos odian, creen que iremos tras ellos como pasó con la policía.

- Alguien debería. ¿Confías en esa mujer Mancuso?

- No es lo que piensas. Estoy felizmente casado, no le pondría los cuernos a mi esposa.- Bobby asintió sintiendo una punzada de culpa. Calidori únicamente pensaba en el cliché del italiano infiel, un rol que estaba convencido que nunca jugaría.- Hay que hacerle creer al detective Danvers que todavía tiene al toro por los cuernos, pero tenemos que tener algo sobre él y Kenny Shaw.

- Vestidos así no lo obtendremos. Les seguiremos de civil.

- ¿Dos hombres blancos en Morton? Desentonamos menos con este uniforme.

- No necesariamente.

- Pues sí, los matones del detective Danvers siempre andan dando vueltas. Supongo que podríamos hacernos pasar por policías. Yo tomo al detective Danvers, algo me dice que pasa el día cobrándole a los monos del zoológico.

- Eso me deja a Kenny Shaw, no hay problema. Si él está detrás del tráfico de anfetaminas y pasto tiene que tener un escondite porque no está en el Kenny Arcade, eso es seguro.

- Perfecto, coordinamos las cosas con Rose, compañero.

 

            Bobby Exum no desentonaba en Morton en lo más mínimo, era otro negro más, ancho de hombros y con lentes. Kenny Shaw no intentaba pasar desapercibido, iba a todas partes en su Cadillac o caminando. Por lo que se percató la gente actuaba con mayor naturalidad con Bobby que con la policía, lo cual le pareció natural aunque lamentable. Tenía la idea, quizás por los discursos del alcalde Nathan Hart, que la policía debía hacer sentir segura a una comunidad y no atemorizada. La gente bajaba la cabeza cuando se paseaba el policía uniformado o caminaban más rápido al ver detectives vestidos de civil. Algunos mojados parecían blancos, pero los policías eran inconfundibles pues usaban trajes hechos a la medida y buenos relojes. Tenía una muy buena idea de dónde y cómo conseguían el dinero para aquellas cosas, de la misma gente que apretaba el paso al verles. Algunos policías le miraban con suspicacia, su tamaño le hacía parecer peligroso, aunque los lentes indicaran lo contrario.

 

            Los grafitis estaban ahora por todas partes. Ciudadano Alfa golpeando negros indefensos con su macana y muchas veces tenía en el brazo una venda con la bandera nazi. ¿Se había convertido en opresor de su propia gente? Ninguno de ellos habría adivinado que era negro, quizás sentirían pena ajena o sería más profundo de odio. Le llamarían “Tío Tom” en vez de “Tío Sam” y podía imaginarse a sí mismo tratando de explicarles que cada noche soñaba que era un esclavo que huía, solamente para ser atrapado por voraces perros. Le reportaba la gran pérdida de tiempo a Rose cada hora o dos horas, Kenny Shaw no estaba haciendo nada ilegal, al menos no que pudiera ver. Rose era otro punto de tensión, con cada llamada ella le amenazaba con decirle a su esposa del amorío y sabía que exageraría las cosas, o le diría a todos que el Ciudadano Alfa era negro y significaría una sentencia de muerte para él y, más importante aún, para Mary-Anne.

 

            Steve Calidori parecía un detective de civil y no era por el traje, que era barato, ni por el sombrero, que había visto mejores días, sino algo en su forma de caminar. Nunca se había percatado de ello durante su estancia en la fuerza policial. En ese entonces le parecía normal caminar con aquella seguridad falsa, pero ahora estaba muy consciente de sus manierismos. Los negratas y mojados le miraban con temor, cosa que no le molestaba. Miraba los grafitis y casi sentía lástima por ellos, pues estaban en su propia comunidad y no parecían darse cuenta de la manera que la arruinaban. La Pequeña Italia no era mucho, pero había cierta dignidad que él no encontraba en Morton. Ahí la gente era más respetuosa con el vecino e incluso los jóvenes tenían un poco más de decoro con los ancianos, sino por la agraciada sabiduría de la edad, aunque sea por una cuestión católica. No terminaba de entender Morton, no habían conseguido nada, lo poco que habían logrado hacer era rechazado en la corte o eran liberados por la policía misma. El sentimiento no le era ajeno, sus compañeros solían usarlo de escudo humano o sabotear sus investigaciones con tal de ayudar a un blanco protestante. Había tardado el doble en convertirse en detective que cualquiera de sus compañeros y rendía el doble de resultados cuando le dejaban trabajar. Ciudadano Alfa le había dado una enorme tarea, controlar al zoológico, y lo único en lo que tenía esperanzas era dejar cierta marca en el negocio de la droga y en el jefe de detectives de la sección Anti-bandas.

 

            Se reportaba con Rose, pasándole mensajes a Ciudadano Alfa y consiguiendo, como respuesta, una gran nada. Kenny Shaw estaba teniendo un día libre al parecer, o bien simplemente era inocente. Aquello último se negaba aceptar, después de todo los negratas casi siempre estaban metidos en algo ilegal. Roger Danvers, sintiéndose por encima de la ley, no notó su presencia mientras hacía sus visitas a los distintos establecimientos recolectando dinero. Estaba corroborando lo que su instinto le decía, y cada vez que llamaba a Rose también llamaba a Cora Mancuso para que le ayudara a conseguir algo sólido. Se escondió en una entrada mientras Roger Danvers visitaba la Cerrajería Skinner y recibía un grueso fajo de billetes de Arvell Skinner, de quien había oído era un prestamista. Podía verle recibiendo sobornos el día entero, pero su testimonio en corte sería prácticamente una broma, los fiscales le harían trizas y le obligarían a quitarse la máscara e incluso entonces no tenían porqué creerle. Se trataba, después de todo, de un jefe de sección condecorado y con buena reputación entre sus detectives. Reputación que, por lo que pudo ver, pagaba de la miseria de los negratas y mojados. Se trataba de un policía que no discriminaba entre ellos, recibiendo dinero de ambas pandillas y prácticamente todo el submundo criminal. Aquellos que no pagaban entraban a su lista negra que era la que les había compartido. Cora Mancuso finalmente tuvo algo sobre su proxeneta, el negrata que la hizo adicta a la heroína, y a varios camellos, proxenetas y apostadores ilegales más.

 

            Ciudadano Alfa y Fantasma Azul, debidamente disfrazados, se vieron con el detective Roger Danvers en su el precinto de Morton. Steve le había confiado su descubrimiento a Bobby Exum y entre ambos tejieron la trampa del corrupto jefe de detectives de la sección de anti-bandas. Ambos prácticamente escuchaban las burlas a sus espaldas pero sonreían como tiburones que han olido sangre.

- Quizás pusieron la meta muy alta, este lugar ha sido insalvable desde principio de siglos.- Danvers les mostró una lista de lugares donde podían hacer redadas. Se trataba, ahora sabían, de gente que no le pagaba protección al detective. Steve sentía repulsión como ex-policía y Bobby le detestaba por usarlos como amenaza para explotar a los delincuentes.- Nunca debieron dejar que entraran italianos a Morton, así empezó la mafia en esta ciudad. ¿Sabían que la mayoría de ellos son papistas? Eso da asco, como americano lo digo con orgullo, porque no sabes si estarán de tu lado o del lado de Roma. Supongo que nos dimos cuenta en la guerra, ¿no?

- Sí, terrible.- Calidori únicamente tenía que seguirle el juego por un par de horas más.- ¿Qué dices Alfa, te gusta ese nido de amor?

- Apuesto que tienen hierba.

- Suena como que tenemos un trato.

- Vamos en mi patrulla.- Dijo el Fantasma Azul.

- Debe ser un honor usar ese uniforme señor.- Le dijo Danvers al Ciudadano Alfa.- No pasa un día que no me sienta orgulloso de las viejas barras y estrellas.

- ¿Veterano?

- Por supuesto que sí.

- Cosa curiosa la guerra, ¿verdad?- Dijo Bobby sonriendo debajo de la máscara.- Todos esos blancos, judíos, italianos, negros, latinos… Todo ese crisol con la misma orden.

- Sí, vaya locura. Menos mal que las cosas volvieron a la normalidad. ¿Se acuerdan de los japoneses encerrados? No sé porqué no hicieron lo mismo con los italianos y los alemanes… Bueno, no tanto con los alemanes, son blancos de verdad, ¿pero entienden lo que quiero decir?

- Claro que sí.- Dijo Steve.- Esos papistas debieron ser encerrados. Sólo Dios sabe qué clase de cosas hicieron durante la guerra.

- Y que lo digas.- Le siguió Bobby para que el detective se sintiera más cómodo.- No recuerdo a ningún grasiento mafioso decidiéndose ir a defender a esta bandera.

- ¿Qué esperaban? Eso me recuerda, ¿saben la diferencia entre un italiano y un negro?- Perdió el tren de pensamiento al ver que la patrulla se detenía frente a Spottie.- ¿Qué hacemos aquí?

- Una escala técnica, no te preocupes, habrá negratas que golpear.- Le aseguró Ciudadano Alfa bajándose junto con el Fantasma Azul. El detective Danvers sonreía asustado mientras se bajaba. Cora había estado en lo correcto, su proxeneta le pagaba al detective una mensualidad.

- Vamos, harás el arresto oficial.- Le dijo el Fantasma Azul cargando con su escopeta mientras entraba al bar y disparaba contra el techo.- ¡Cualquiera de ustedes animales se mueve y los dejo sin cabeza!

- ¡No se muevan!- Ciudadano Alfa lanzó las dos macanas electrificadas contra los que trataban de huir por los baños, dejándolos inconscientes en el suelo. Se preparó para una gran pelea, pero todos les miraban muertos de miedo y se dio cuenta que se había convertido en una pesadilla para la gente honesta y deshonesta por igual.

- ¿Cuál de ustedes fue? Todos ustedes son iguales, malditos monos.- Cora Mancuso le había descrito a su proxeneta, pero para Steve todos los negros eran iguales hasta que le reconoció por una cicatriz en la nariz. Le tomó de los brazos, le hincó y le reventó los dos brazos de un solo jalón, para luego romperle los dedos.- A este le gusta obligar a sus prostis a usar heroína, las deja adictas y las renta. Si creen que saldrán bajo fianza están muy equivocados.

- Vacía los bolsillos.- Ciudadano Alfa les fue poniendo de rodillas tras registrarlos y comprobó que casi todos ellos tenían drogas, libros de apuestas o armas.- La lotería, finalmente alguien irá a prisión.

- No es justo, ¿para qué te pagamos Danvers?- Le espetó un proxeneta quien no dejaba de ver a su amigo con los brazos y las manos destrozadas.- ¿Te vas a quedar ahí sin hacer nada?

- No les hagan caso, éstas negratas y mojados siempre difaman al hombre civilizado.

- Me cobras la mitad de lo que gano, así que espero que me zafes de ésta.- Le dijo otro.

- Ya no puede hacer nada.- Dijo otro más.- Todos te teníamos miedo, ¡mírate ahora!

- Están mintiendo, no les hagan caso.

- Es verdad lo que dicen.- Dijo el borracho Hoss y Mariela le hizo señas para que se callara.- Lo he visto, es una tragedia realmente. La gente trata de comer, pero Danvers es un maldito.

- ¿Alguien estaría dispuesto a testificar? Sus cargos se irían.

- Alfa, ¿qué estás diciendo?- Dijo el detective, claramente asustado por los que empezaban a meditar la respuesta.

- Yo lo haré, no le debo nada, soy una persona honesta, sí señor.- Hoss se puso el sombrero y por más que Mariela trataba de sentarlo otra vez repitió la oferta. Roger le golpeó en el estómago y después en la garganta. Hoss luchó para respirar hasta que cayó de espaldas. Bobby Exum corrió a su lado e intentó en vano resucitarlo. El borracho trompetista estaba muerto.

- ¿Qué vas a hacer Alfa, llorar por ese negrata? Y que les sirva de lección al resto, mis muchachos les van a dejar en una zanja si llegan a…- Bobby se lanzó contra él y empezó a golpearlo con una rabia que nunca antes había sentido. Fantasma Azul le separó con mucho esfuerzo y puso esposas en sus manos.

- Arréstalo Alfa. Matar negratas es ilegal, oficial Danvers, y todos aquí lo vieron. Todos van a declarar, o juro por Dios que los cargos en su contra serán tan severos que pasarán la próxima década en Blackbird.

- ¡Hoss!- Mariela le revisó el pulso y la respiración mientras Calidori llamaba al comisionado Perkins para que efectuaran los arrestos.- Dios mío, ¿están felices? Fascistas, es como si ustedes lo hubieran matado, ¿quiénes se creen que son?

- Fue él.- Le dijo Bobby Exum señalando al esposado detective a quien le faltaban tres dientes.- Un buen hombre quiso declarar contra un oficial corrupto y murió a causa de él. Traté de detenerlo, lo juro, pero no…

- No me engañas cerdo fascista, ni siquiera te importamos. No le importamos a ninguno de los dos.

 

            Tal y como el comisionado lo había prometido había tenido a sus hombres de confianza esperando saber de Steve Calidori. Llegaron cinco patrullas y los oficiales catalogaron la evidencia, tomaron declaraciones y se llevaron a todos bajo arresto, incluyendo a Roger Danvers. El comisionado Perkins les saludó con un fuerte apretón de manos y le informó a Mariela, sin mayores ceremonias, que sus hombres clausurarían su bar Spottie lo más rápido posible. Aburridos forenses cargaron el cadáver de Hoss a una camilla y lo llevaron a la ambulancia sin tomarse el tiempo para cerrarle los ojos o siquiera apagar sus cigarros.

 

            Marty Barcelona escuchó sobre el Spottie y la muerte de Hoss. El viejo trompetista era respetado por todos, incluso si tocaba el Morton blues. Él no le respetaba como hacían los demás, no creía en las leyendas sobre el gran trompetista que había llegado a ser antes de terminar siendo alcohólico. Le respetaba porque había llegado a viejo, lo cual era una hazaña en Morton y era un lujo de una generación previa a la bomba. No había sido el único en morir esa noche, el padre de Isabel, quien se había estado quedando en el refugio, falleció de tifoidea mientras que su hija se salvó por muy poco. La recogió del hospital e intentó calmarla, pero ella no dejaba de pensar en lo que serían de sus restos. Barcelona sabía que sería cremado y sus cenizas serían tiradas a la fosa común del cementerio Mercer, pero le dijo que una mentira blanca sobre tener una tumba decente. La llevó a desayunar y después al Patio. En la entrada de las ruinas de la escuela Paco le dio su más sentido pésame y le ofreció su habitación, que en realidad era poco más que un colchón y tres paredes. Isabel agradeció con un gesto y les mostró un pañuelo verde que se puso en el cuello. La cuestión estaba, por lo tanto, zanjada y decidida.

- Tenemos noticias en el frente.- Le dijo Paco, su segundo al mando.- Las cosas siguen más o menos iguales, con una excepción que querrás escuchar.

- Más vale que sea buena.

- Las mejores noticias que hemos tenido en semanas. El negrata de Cole Wiggins rompió con su novia, parece que se pelearon y ella sabe cosas sobre él y sobre Billy Barrett.- Caminaron hasta el patio de la escuela donde los pandilleros preparaban sus armas.

- ¿Sabe si intentarán otro ataque? Han sido muy estúpidos últimamente.

- Mejor que eso, sabe dónde estará hoy en tres horas. No es nuestro territorio, pero es mejor que nada. Hay una cafetería en la avenida Grant, parece que hará negocios ahí.

- ¿Qué clase de negocios pueden hacer esos buenos para nada?

- No sé y no me importa, pero podemos hacerlo.- Barcelona le miró y después miró a los cuchillos, tubos y cadenas que los verdes preparaban.

- Me decepciones Paco, ¿crees que intentaremos lo mismo que Barrett? No invadiremos su territorio como ellos tratan de hacer con nosotros.

- ¿Entonces?

- Consigue mangueras y botellas. Usaremos a los negros, sin colores, se pondrán en los techos.

- ¿Para qué las mangueras?

- Ya me cansé de esos azules, creen que estamos jugando. No vamos a darle una tunda Paco, vamos a matarlo.

 

            Marty estudió la estrategia usando un mapa y coordinó a sus asesinos. Sabía que estaban incómodos con la idea de matar a Cole, pero como él lo veía era un paso natural para eliminar a sus enemigos. Tendrían todavía a Barrett, pero sin Cole los verdes perderían mucho de su espíritu y dejarían sus bravuconadas nocturnas. Tampoco les gustaba la idea de no usar colores, aquella era una tácita regla o código establecido entre las pandillas, pero al escuchar el plan entendieron porqué era necesario hacer esa excepción. La estrategia era peligrosa, pues sería a la mitad del día y tendrían que moverse rápido, pero tenía el toque de valentía típico en Marty Barcelona. Le habría encantado ir él mismo, pero su piel lo delataría y tratarían de matarlo. Los encargados del funesto plan estuvieron de acuerdo y pusieron manos a la obra. Prepararon cocteles molotov y partieron para posicionarse en los techos y en la entrada de un edificio. Tendrían que huir corriendo hasta su territorio donde habría sesenta verdes esperándoles, y entre ellos estaría Marty Barcelona. Isabel quiso acompañarle, pero sabía que las cosas podían ponerse demasiado peligrosas tras la muerte de Cole y era muy posible que alguno de los azules llevara un arma.

 

            Esperaron en un cordón que se extendía por varias manzanas, dependiendo de la ruta de escape de sus asesinos verdes. Marty se fumó un cigarro y acarició el cuchillo que llevaba en el bolsillo de su vieja chaqueta de cuero. Esperaron sentados en las entradas de edificios, sobre el capó de los autos y algunos de pie caminando de una esquina a otra. Les vieron a dos cuadras de distancia, Marty chifló para que le siguieran y una marabunta de pandilleros corrieron para rescatar a los siete verdes que huían de diez pandilleros con colores azules. Los pandilleros de Billy Barrett, al ver la cantidad de enemigos contra la que se oponían se detuvieron de golpe gritándoles obscenidades y lanzándoles piedras. Aquellos que habían hecho la incursión llegaron con dos malas noticias, Cole había sobrevivido de milagro metiéndose en un edificio y le habían robado su producto. Barcelona no entendió la última parte hasta que le pasaron una bolsa de papel llena de pastillas y se dio cuenta que Kenny Shaw les estaba vendiendo a ellos también. Colérico al punto de la histeria chifló para que le acompañaran al Kenny Arcade.

- Queremos ver a Kenny.- Le dijo Paco a los detectives de civil.- ¿Dónde está Roger?

- Es detective Danvers para ustedes.

- ¿Dónde está el detective Danvers?

- Nadie lo sabe. Diles a tus amigos que esperen afuera. La cuota es la misma.

- Págales Paco, ustedes quédense afuera.- Barcelona avanzó a la oficina de Shaw quien le miró desde el umbral de la puerta y con una seña le indicó que su segundo al mando no podía acompañarle.

- Entra a mi oficina Barcelona, ¿tienes mi dinero?

- Tendré tus intestinos.- Le sacó la navaja y Shaw le apuntó con su revólver.

- ¿Estás demente? Tengo asesinos blancos allá afuera, no saldrás con vida.

- Tú tampoco traidor.

- ¿De qué estás hablando?

- De esto.- Le mostró las pastillas que le habían robado a Cole y le explicó lo que habían tratado de hacer.- Le vendes a los dos, ¿esperas que nos matemos entre sí?

- Siempre tan corto de miras Marty, lástima, porque la verdad llegué a respetarte. ¿Vas a guardar tu navaja?

- ¿Vas a guardar tu arma?

- Ya.- Kenny se sentó en su silla y se encendió dos cigarros, pasándole una al pandillero.- ¿Quieres saber o sigues con la idea de destriparme?

- Espero a ver qué tienes que decir.

- ¿Conoces a Arvell Skinner?

- Todos conocen al usurero.

- Le debo mucho dinero, dinero que estoy ahorrando. No puedo matarlo yo, sería muy obvio y además no quiero tener que enfrentarme al viejo Chris Exum. No quería que fueras tú, de los dos tú eres el del cerebro y podrías quedarte con todo Morton. Poner algo de dinero real en tu pandilla, tener un territorio el doble de grande.

- Billy Barrett mata a Skinner por ti, ¿voy bien?

- Te dije que eres el del cerebro. Sí, y no lo iba a hacer de gratis.

- Le hiciste creer que le venderías a él para sacarnos de la jugada. Seguramente jugaste la carta del negro con conciencia racial. ¿Por qué te creería?

- Porque tú harás algo por mí también. Barrett me avisará cuando mate a Skinner, necesita ganarse la confianza lo suficiente para estar a solas. Arvell todavía no le confía. Cosa de tiempo, ya casi le tiene. Él lo mata, pero tú matas a Billy Barrett. Nada se me regresa y podemos hacer negocios de verdad sin tener a Skinner desangrándome. Danvers no protestará, estoy seguro. ¿Por qué lo harían esos blanquillos? Si una sola pandilla distribuye a todo Morton habrá menos violencia. Si todo es menos violento, habrá más ganancia y tu porcentaje será mayor.

- 50.

- 20.

- 45.

- 25.

- 40.

- 30 y ni un centavo más.

- ¿30% por matar a Billy Barrett y mantener la paz?

- Odias a Barrett, así que no te hagas al ofendido. No lo mates todavía, no hasta que haya matado a Arvell Skinner. En cuanto a mantener la paz no será difícil, Danvers puede usar a sus dos monos disfrazados para ir tras lo que quede de la pandilla de Barrett que no use tus colores al primer ofrecimiento. ¿Quién los llevará adelante, Cole? Por favor, ese negro no tiene cerebro.

- 30% y tú pagas la mitad de la cobertura policial durante la transición.

- Está bien, lo justo es lo justo.

 

            Regresaron al Patio y Marty se negó a hablar de lo discutido en la oficina de Shaw. Les informó que tenían algo grande en juego y cuando eso no fue suficiente Barcelona golpeó a dos de sus pandilleros con una cadena hasta dejarles en el piso rogando por misericordia. No les había gustado el golpe sin colores, no les gustaba que se dejaran usar por Shaw y no les gustaba que les escondiera cosas. Tres pandilleros se enfrentaron a Marty, primero golpeando a Paco para hacerle a un lado. Isabel les agarró a golpes con un tubo de metal estallando en lágrimas por la muerte de su padre. Marty le quitó el tubo, la abrazó y, apuntándole a los demás, les informó que podían esperar unos días y ver su plan en acción o podían morir en ese momento. Nadie más desafió su liderazgo y Marty Barcelona pensó en el siguiente nivel, matar a Billy Barrett, conseguir la transición y después hacer un trato con quien fuera que suministraba a Kenny Shaw, cortando así al intermediario. Kenny, después de todo, le había estado usando y se dejaría usar hasta donde a él le pareciera útil, pero al final del día él era el futuro y negros como Shaw iban de salida.

 

            Rodney “Bosco” Exum hizo las introducciones entre Billy Barrett y Arvell Skinner. El viejo Chris Exum tenía la misma mirada de perplejidad que el viejo prestamista. El líder de la pandilla azul tenía 19 años, aunque parecía mayor por algunas cicatrices de peleas antiguas. Rodney no tenía esas cicatrices y, si bien Chris sabía que era cosa de tiempo, en el fondo no quería que las tuviera nunca. No podía disuadirle de ser un pandillero, pues él había sido uno a su edad, y si Gordon, quien era el más listo de la familia, apenas y tenía un trabajo de medio tiempo, entonces no veía muchas posibilidades para su primogénito. Le prefería mejor, sin embargo, en una pandilla que como su hermano Bobby, disfrazado de la bandera y rompiendo huesos. Le había ignorado por teléfono cuando trató de disculparse por Hoss, sabía que Bobby no lo habría matado, sabía que había sido el detective, pero si no se le hubiera metido la idea de salvar a Morton y ser un títere de hombres blancos que detestaban al barrio, entonces nada de eso habría pasado.

- Escucho cosas,- Le dijo Arvell a Billy Barrett.- porque ya estoy bastante viejo. Es curioso, pierdo el oído pero escucho cosas. La gente habla, tú deberías saberlo Billy, allá afuera, en la calle, siempre hay alguien viendo. Están metidos en cosas de drogas y no seré parte de eso. No me podría importar menos cómo se gana la vida Kenny Shaw, pero yo no seré parte de ello.

- Por supuesto, lo que ofrezco no tiene nada que ver. Es lucrativa mi idea, usted tiene los contactos con los talleres de venta de autopartes, nosotros no. Le venderíamos los autos robados y así los dos sacamos algo de dinero.

- ¿Qué opinas Chris?

- Es la tercera vez que nos habla de su plan de negocios Arvell. Bosco no deja de jurar que podemos confiar en él, pero… Podría funcionar.

- Sí, podría funcionar.- Arvell le extendió la mano a Billy y él se la estrechó con fuerza.- ¿Qué dices Rodney?

- Es un buen negocio y puede confiar en nosotros.

- Lo que es la sangre joven.- Arvell se rio de su propia edad y asintió con la cabeza.- Los talleres me lo deben, desaparecerán en cuestión de horas por toda la ciudad.

- Gracias, señor Skinner, no se arrepentirá.- Salieron de la cerrajería y Arvell le dio una palmada en la espalda a Chris.

- Rodney tiene que salirse de esa pandilla tarde o temprano, parece una buena idea.

- ¿Lo dices porque es tu hijo o tratas de convencerte a ti mismo?

- Un poco de ambas. ¿En quién se puede confiar últimamente?- La pregunta era retórica, pues estaba pensando en su hermano.

- En Rodney… Bosco le gusta más, ¿verdad?

- Quién sabe de dónde lo sacó.

- Tendremos una buena entrada de dinero Chris, pero lamentablemente…

- ¿Mariela?

- Sí, van a clausurar su local mañana. Si eso pasa el seguro no servirá de nada.

- Traté de advertirle.

- Es una pena, es una buena mujer y ese Hoss era un mago con la trompeta. ¿Sabes si Mariela tiene familia?

- No tiene aquí, ni tiene dónde caer muerta. Spottie era lo único que tenía.

- Sé gentil entonces, viejo Chris Exum, sé gentil.

 

            Rodney se había quedado afuera platicando con Gordon. Billy, satisfecho después de tanto pedirlo, se había ido al club elevado. Bosco le insistió que era buena idea y el viejo Chris le dio la razón sabiendo que si no iban con Arvell, entonces eventualmente irían con alguien más. Caminaron al Spottie en silencio, los tres extrañaban a Hoss y entendieron, sin que su padre tuviera que decirlo, que Mariela se quedaría sin nada. Chris se los repetía constantemente conforme se acercaban al lugar, pero en realidad trataba de convencer a sí mismo. Su hermano había destrozado toda esperanza para Mariela Baez, quien ahora bebía a solas en el bar mientras lloraba la muerte de Hoss. El viejo Chris le explicó que era la única forma, que saldaría su deuda con Arvell, aunque en realidad le seguiría debiendo aunque el viejo Skinner no le cobrara nunca más. Le ofreció quedarse en su departamento o en el de Hoss, tenía llaves de ambos después de todo. Mariela se sentó en el cordón de la calle junto con los dos adolescentes y una botella de whiskey. Chris salió media hora después poniéndose el sombrero y levantando a Mariela de la mano.

- Vamos, no necesitas verlo.

- Siento que debería estar adentro cuando pase.

- No digas tonterías mujer, vamos que te compro algo de comer. Bosco acompaña a tu hermano a su trabajo.

- ¿Para qué?

- Porque lo digo yo y para ver si aprendes algo sobre autos. Gordon es un genio en mecánica.

- ¿Y crees que me van a contratar? Por favor, si Gordon apenas está ahí medio tiempo.

- No le discutas a tu padre, ve con tu hermano pequeño gánster.

 

            Bosco decidió, ya que se iba a morir de aburrimiento viendo a su hermanito trabajando, que al menos lo haría acompañado. Se apuraron para recoger a Ronda y después corrieron hasta la gasolinera donde Gordon revisaba los fluidos y las partes. Trataba de sonar apasionado sobre poner gasolina y arreglar motores en garaje de la parte de atrás, pero ni Bosco ni Ronda querían escucharle. Gordon, luego de insistir por enésima vez, consiguió saber a qué se refería su padre con aquel comentario. Rodney le explicó a Ronda, ignorando a su hermano mientras daba servicio, que la pandilla se movería hacia arriba pues le venderían autos robados a Arvell Skinner. Barrett había tenido que depender de él, de modo que en cierta forma le debía un favor. Si bien era cierto que no había estado con Cole cuando los cobardes verdes habían tratado de quemarlo vivo, al menos podía decir con certeza que estaba activamente mejorando a la pandilla.

- Tiene suerte de tenerte. Espero que Billy lo sepa.- Le dijo Ronda Wallace entre besos.

- Ya habrán empezado. Obviamente le dije a Billy que solamente serían carros de cholos y mojados. Tenemos estándares después de todo.

- Eso parece bien.- Dijo Gordon, luego de dejar el dinero del cliente en la caja.- ¿Crees que me necesiten?

- No te lo tomes a mal Gordon, pero no creo que deberías meterte mucho en el asunto. Luego de lo que le pasó a Cole… Barrett no es tu mejor amigo.

- Pero…- Se dio cuenta que Bosco se refería a la muerte de Jack Brigard y tuvo que darle la razón. Todavía tenía pesadillas sobre ello, sobre lo espantosamente fácil que había sido y la terrible sensación.- Tienes razón, estoy mejor aquí.

- El viejo te va a necesitar en menos de lo que nos demos cuenta, podrías ser su segundo al mando.

- Es cierto.- Ronda le dio la razón.- Podrías trabajar para el señor Skinner. ¿A tu jefe no le importará que estemos aquí?

- No, es muy comprensivo.- Se dio cuenta que se refería al hecho que su jefe, un negro gordo de nudosas manos salía de su diminuta oficina y caminaba hacia las bombas de gasolinas.

- Gordon, quería hablar contigo.- Tomó aire y se secó el sudor con un trapo inmundamente sucio.- Tú sabes que nunca te fallo, pero ésta semana hemos estado… Bueno, te consta cómo estuvimos, pocos clientes y menos arreglos. No puedo pagarte ésta semana.

- Yo creo que sí puede.- Rodney caminó hacia él y Gordon le hizo señas para que se detuviera.

- Bosco, no…

- Le vas a pagar, bola de manteca o te hago sangrar.- Le sacó una navaja y el gordo dueño del establecimiento retrocedió asustado. Gordon intentó detener a su hermano, pero era tarde, la amenaza había sido entregada y el dueño se daba por enterado. Le puso un puñado de billetes y monedas en las manos.

- Váyanse de aquí y Gordon, no vuelvas nunca. No sé ni para qué te contraté.

- ¿Estás feliz ahora?- Le gritó a su hermano mayor.

- Siempre te dejas Gordon, ése es tu problema.

- Maldita sea Bosco, él siempre hace eso. Es un ciclo con cada corte de semana, me dice que no me puede pagar y dos días después me paga. Siempre me termina pagando.- Rodney se guardó el cuchillo y se quedó sin palabras.- Maldita sea Rodney, realmente me fastidiaste. Perdí el único trabajo que podía tener.

- Perdón, es que pensé que…

- Pensaste que como no ando con un cuchillo soy un pusilánime. Estás equivocado Rodney. Ya me voy a la casa y hazme un favor, no vayas.

 

            El detective Roger Danvers fue interrogado por una larga fila de detectives cercanos al comisionado Perkins. Cansado, derrotado y dándose cuenta que no tenía futuro alguno confesó a la muerte del borracho y a la corrupción diaria en su departamentos. Ciudadano Alfa, el Fantasma Azul y el comisionado Fred Perkins entraron a la sala de interrogación. Todos estaban igual de cansados que el detective Danvers, con la diferencia que ellos se irían a dormir a sus casas y no a una celda.

- Me interesan tus compañeros de juegos, la sección de anti-bandas.- Le dijo Steve Calidori.

- ¿Y que me maten a mí? No, eso no pueden tenerlo.- Se encendió un cigarro, se quitó la corbata y resopló enojado.- Tendrán a los negratas y a los mojados. Tengo una larga lista de babuinos y grasientos.

- Compartirán una celda contigo.- Le gruñó Bobby Exum.

- En tus sueños quizás. ¿Qué han logrado desde que llegaron a Morton? Empujar el crimen de una cuadra a otra no es…

- Al grano.- Le urgió el comisionado de policía.

- Billy Barrett y su pandilla de negratas, voy a testificar contra ellos. Marty Barcelona y la pandilla de los verdes, sé que mueven marihuana y anfetaminas, sé dónde, cuándo y cómo. Me pagaban por protección, a diferencia de Billy Barrett y esos negratas sin dinero. La droga venía de Jack Brigard y Kenny Shaw. Brigard le debía dinero a Arvell Skinner, ya saben que se murió y no sé quién lo hizo, mi apuesta es Kenny. Eso no le libró de la deuda y el viejo Chris Exum tiene que perseguirlo para cobrarle en nombre de Skinner. Tendrán la Cerrajería Skinner, el club elevado y el Patio. Yo no paso ni un día en la cárcel.

- En tus sueños.- Le dijo Calidori.

- ¿Crees que tus amiguitos no te delatarán?- Bobby contuvo las ganas de agarrarlo a golpes y deseó porque su hermano Chris se alejara de Skinner. Estaba decidido a llamarle para alertarlo.

- ¿Qué tienen sin mi testimonio? Pueden hacer una redada en el club elevado de Billy Barrett y Cole Wiggins, pero no tendrán nada. Montón de cuchillos y otras armas como tubos y cadenas, pero nada vinculante. Si se mueven contra Marty Barcelona tendrán más o menos lo mismo, quizás un par de condenas por posesión pero nada más. Mi testimonio pone a Barrett, Barcelona, Shaw y Skinner en prisión por un muy largo tiempo. No sé dónde Shaw esconde su mercancía, eso es lo único que ese negrata siempre me ha ocultado, se lo tendrán que sacar a Barcelona o algún otro de los verdes. Eso sí, ni un día comisionado.

- No tendrá su placa de nuevo.- Les dijo Fred Perkins. El Fantasma Azul estalló de ira, tomó una de las sillas de metal y la lanzó contra la pared.

- ¿Ésta escoria sale libre? Es casi peor que esos animales.

- Tiene razón,- Bobby agregó.- pudimos llevarlo a otra parte, lo trajimos a usted porque así lo pidió y el Regimiento quiere pulir asperezas con el departamento de policía.

- Les preparo para lo que el fiscal estará dispuesto a concederle.

- Admítanlo, perdieron.- Les dijo Danvers con una sonrisa. Steve se acercó lo suficiente como para susurrarle al oído.

- ¿No lo entiendes, imbécil? No nos conoces sin máscara y un día, cuando se acaben los juicios y ya no me sirvas de nada, entonces te voy a matar. No me verás venir, no sabrás cuándo, pero sabes que viene.- Le empujó y se reincorporó para salir de la sala de interrogatorio seguido por Bobby Exum.- No teníamos con quién más llevarlo, acéptalo Alfa.

- Eso ya no importa. Maldito gusano sabe jugar bien sus cartas.

- Hay que movernos rápido, antes que lo trasladen y tenga oportunidad de usar un teléfono. Primero con Arvell Skinner, después iremos tras los líderes de pandillas.

- Hemos estado aquí dos días, tengo que…

- El fiscal vendrá en cualquier momento, eso significa que lo trasladarán a tendrán que darle su llamada de teléfono. Si nos movemos rápido podemos aprehenderlos a todos antes que eso pase.

- Sí, tienes razón… Déjame hacer una llamada, mi esposa debe estar muerta de preocupación.

- Sí, lo mismo aquí. ¿Nos vemos abajo en quince minutos?

- Ahí estaré.

 

            Su hermano le odiaba por la muerte de Hoss, culpándolo de la misma forma que él se culpaba a sí mismo. Ahora le quitaría su única fuente de empleo y si bien le había advertido que algo así sucedería realmente no lo creía. Llamó al departamento de su hermano donde su sobrino Gordon le dijo que estaba trabajando y le pasó el número de Arvell Skinner. Desesperado por completo llamó insistentemente hasta que habló con Chris, quien de manera tajante le dijo que no quería escuchar más de él y le colgó. Bobby trató de advertirle, llamándolo de nuevo, pero su hermano mayor no contestó y, pasados los quince minutos, se dio cuenta que ahora era demasiado tarde. El viejo Chris no dejaba de ver al teléfono sonando y si bien Arvell le urgía a que contestara e hiciera las paces, él no estaba listo para hacerlo. La triste verdad era que no sabía si algún día estaría listo.

- Cuando yo me pelee con mi hermano pasé años sin hablarle.- Le dijo Arvell mientras esperaba otro auto robado más en la parte trasera de la cerrajería.- Al final se murió de un ataque al corazón y no tuve tiempo. Aprende de mis errores Chris.

- Es complicado.- Se alejó del teléfono mientras Billy y Rodney llegaban a estacionar el auto.- Mis hijos están peleados. Bosco hizo que Gordon perdiera el empleo.

- ¿Qué vas a hacer?

- ¿Qué me queda Arvell? Trataré de que se lleven bien, no están viejos como yo. Te diré una cosa, cuando Gordon perdone a Rodney, entonces perdonaré a Bobby.

- ¿Qué pudo hacer que fuera tan grave?- El viejo Chris no tuvo que responder. Billy y su hijo salieron del auto y se lo mostraron al viejo prestamista.

- ¿Qué pasó, viejo?- Le preguntó Bosco.

- Tráiganme una cerveza.- Les dijo Arvell.- Platica con tu hijo Chris. A ver si aprendes algo.

- Vamos Bosco, quiero hablar contigo de hombre a hombre.

- ¿Gordon?

- Deja de leerme la mente y vamos.

 

            Billy sabía que era su oportunidad, tal y como se lo había dicho a Shaw. Había oído que el viejo Chris estaría ocupado y entrado en pánico momentáneamente, pero ahora tenía la oportunidad de oro. Arvell, sin embargo, no dejaba de hacerle preguntas y Billy, por más que intentaba, no conseguía que le diera la espalda para revisar el motor. Skinner quería saber de quién era, cómo había sido robado e insistía que dejaría su negocio si se enteraba de un robo con violencia. Billy Barrett respondió al interrogatorio abriendo el capó del auto y señalando el motor. Arvell no sabía mucho de esas cosas, por lo que no caía en la tentación de revisar cilindros y aceites. El líder pandillero le dijo al viejo prestamista que revisara los asientos de gamusa. Arvell podía ver que no eran de cuero, pero luego de mucho insistir abrió la puerta y sintió la piel. Estaba por decir algo cuando Billy le atravesó la espalda con un cuchillo y Skinner intentó gritar de dolor. Le apuñaló una y otra vez hasta cubrirse de sangre y Arvell Skinner terminó tirado sobre la tierra.

 

 Marty Barcelona pensó que el miedoso Barrett nunca terminaría de armarse de valor. Sacó un arma y le apuntó en la cara desde atrás de unos arbustos. Billy estaba por irse cuando Marty jaló el martillo y después sintió el ladrillo que le daba en la cabeza, errando el tiro por centímetros. Bosco, quien había lanzado el ladrillo, gritó al ver que Billy estaba armado y lo pateó en la entrepierna en cuanto él intentó apuñarlo. El viejo Chris Exum pateó al latino en la cara y de una patada le empujó el revólver para después separar a su hijo y soltarle un derechazo a Barrett que le reventó la nariz y le dejó desarmado en el suelo.

- ¿Qué hiciste maldito estúpido?- Le gritaba Rodney y su padre tenía que empujarlo. En cuanto vio a la patrulla con el Ciudadano Alfa y el Fantasma Azul le dio un empujón a su hijo que lo lanzó dentro del edificio.

- Barrett mató a Skinner y Barcelona trató de matar a Barrett.- Les dijo tan rápido como pudo antes que el Fantasma Azul le sacara el aire de un golpe. Bobby agarró a Marty Barcelona y de un jalón le tiró frente a Billy Barrett, a un lado del cadáver del prestamista.

- Creo que dice la verdad.- Ciudadano Alfa le detuvo de seguir golpeando a su hermano y le señaló al líder de los verdes.

- ¿Por qué matar a Skinner?- Steve agarró a Barrett del cuello y estuvo a punto de asfixiarlo hasta que le dejó respirar lo suficiente para contestar.

- Kenny Shaw, fue su idea… Me dijo que tendría todo el territorio.- Bobby le dio un tirón al Fantasma Azul para que le dejara respirar con normalidad.- Me traicionó ese maldito, mandó a Barcelona para que me matara.

- Te jugó negrata y ni siquiera pudiste verlo.- Le echó en cara Marty. Bobby le soltó una patada que le dejó en el piso escupiendo sangre.

- ¿No entiendes que te jugó a ti también? Jugó a los dos.- Levantó a Barcelona y lo lanzó contra la pared.- ¿Dónde esconde las drogas? Si me dices que no sabes te arrancaré los dientes a golpes.

- ¿Para qué mentiría? Me tienen contra la pared, ¿qué es ese negrata para mí? No es nadie… Siempre nos usó, pero… Al fondo del local hay una rocola que esconde un acceso secreto de donde saca la mercancía para que nosotros arriesguemos todo vendiéndola… Maldito negro, no me iba a dar el 30%.

- Están bajo arresto.- Bobby arrestó a los dos pandilleros y Steve arrestó a Chris Exum.- ¿El por qué?

- Ya escuchaste a Danvers, puede situarlo como el músculo de Arvell Skinner.- Llevaron a los tres a la patrulla y les fueron metiendo en la parte de atrás.- Me habría gustado arrestar a un usurero, pero nos tendremos que conformar con este negrata.

- Es un peso liviano, no le darán nada.

- Eso lo decide el fiscal a partir del testimonio del detective Danvers. Yo también estoy decepcionado que ese negrata imbécil matara al usurero, ¿pero qué puedo hacer al respecto?- Reportó el homicidio por la radio mientras Bobby miraba a su hermano, quien lo veía con un odio en los ojos que nunca le había visto.- Al menos tendrán el arma homicida con las huellas de Barrett y el revólver con las huellas del mojado.

 

            Bobby no tenía idea de cómo iba a zafar a su hermano mayor del aprieto en el que le había metido. El corrupto detective Danvers, con tal de ganar inmunidad, exageraría las acciones de Chris Exum para hacerle ver como un matón sumamente peligroso. Sabía que iría a la cárcel y por más que le diera vueltas al asunto, conforme se acercaban al Kenny Arcade, no tenía ni idea de cómo prevenirlo. Pensó en desenmascararse públicamente, pero eso probablemente haría peor su situación. El Fantasma Azul no entendería, para él todos eran negratas igualmente peligrosos, no entendería que Chris simplemente no había tenido opción, que no había trabajos para negros en Malkin. Entendía mucho de lo que su hermano mayor le había tratado de hacer ver justo ahora cuando era demasiado tarde. La patrulla se estacionó fuera del local de Kenny Shaw, el Fantasma Azul sacó su escopeta y mientras no veía Bobby le lanzó las llaves de las esposas a su hermano. Aquel era un gesto desesperado, pues no dejarían de buscarle, pero no se le ocurría otra idea.

 

            Acompañó a Steve corriendo, apartando clientes y viendo a los detectives de anti-bandas huir despavoridos. Se toparon con algunos pandilleros que dejaron inconscientes y luego que Steve Calidori tirara abajo la puerta de la oficina de Shaw, como había hecho la primera vez, para encontrarla vacía, Bobby Exum arrancó la rocola de su lugar y pateó la puerta secreta. Bajaron juntos por unas escaleras viejas a un sótano. Kenny Shaw se vio sorprendido manejando la marihuana y en cuanto vio la escopeta del Fantasma Azul levantó los brazos. Bobby señaló los frascos de vidrio sobre una repisa e instintivamente supo qué era esa agua.

- Agua con tifoidea.

- No, claro que no.

- Entonces no tendrás problema en beberla.- Le dijo Steve y Kenny se dio cuenta que lo decía en serio.

- Quería que clausuraran esos predios, he estados ahorrando cada dólar para comprarlos cuando valgan centavos y empezar a hacer dinero. ¿A ustedes qué les importa? Ustedes no saben lo que es nacer destinado a la miseria.

- Necesitaba el capital, por eso no quiso seguir pagándole a Skinner.- Dijo Steve Calidori.- El negro Barrett lo mata, luego el mojado lo mata a él y este miserable puede seguir jugando a ser capitalista.

- Es el sueño americano, ¿por qué no me puede tocar un trozo del sueño americano solamente porque soy negro?

- ¡16 personas!- Bobby se lanzó contra él, lo levantó, tirando su revólver al suelo con un manotazo y empezó a darle una golpiza.- Maldito animal, eran 16 personas, no tenías derecho.

- ¿Qué les importa a ustedes? Iba a tener dinero como la gente blanca.- Trató de pelear contra Ciudadano Alfa quien estaba tan enceguecido por la furia que no se dio cuenta cuando Kenny Shaw consiguió quitarle la máscara completa antes de recibir un puño en la nariz que se la reventó y le dejó en el suelo. Bobby Exum se detuvo, se tocó la cara y miró al Fantasma Azul.

- Te dije sobre Cora, hablé de mi esposa y todo este tiempo… ¿Un negrata?

- Espera.- Bobby le señaló para que se calmara mientras Steve le apuntaba con su escopeta.

- Lo único que querías hacer era ayudar a los de tu clase, maldito negrata… ¿Cómo me pudiste traicionar así? Me hiciste creer que eras mi amigo.

- No me hubieras ayudado de haber sabido.

- Por supuesto que no. Eres un negrata como el que arrolló a mi esposa y la dejó sin pierna. Todos ustedes… Por eso no querías arrestar a ese otro negro, los conoces, ¿verdad? No me mientas.

- Es mi hermano, no merece ir a prisión.

- Todos los malditos matones que agarramos son hermanos o hijos de alguien.

- Él no es un matón, no entenderías.

- No me importa negrata.

 

Steve le apuntó de nuevo y antes que pudiera disparar el viejo Chris se lanzó contra él saltando desde las escaleras. El Fantasma Azul rodó por el suelo y empujó de una patada a Chris Exum. Le disparó en el pecho con su escopeta y el viejo Chris salió volando contra la pared de tabiques. Bobby recogió el revólver de Kenny Shaw del suelo y le disparó en el pecho a Steve Calidori, dejándolo en el suelo. Corrió para revisar a su hermano, quien empezaba a sangrar y le abrió la camisa. El Fantasma Azul le había disparado balas de sal y le ayudó a levantarse. Se colocó la máscara pidiéndole perdón a su hermano Chris quien lo abrazó. Bobby le explicó el plan de Kenny Shaw y Chris le preguntó qué estaba esperando para arrestar al animal. Le puso las esposas a Kenny y con ayuda de Chris, quien apenas podía respirar, se lo fueron llevando inconsciente hasta la patrulla.

- Duele como el demonio.- Chris se apoyó con la puerta de la parte trasera de la patrulla y gruñó adolorido.- Otro segundo y me da en la cara. ¿Qué vas a hacer?

- Llevarlos a su arresto.

- Sobre el blanquillo me refiero.

- Defensa propia, me disparó y tuve que responder. El alcalde entenderá porqué.

- Estaba equivocado, ¿te lo dije? El hombre blanco no es tu dueño Bobby. Te admiro, me duele admitirlo, pero…- Chris gritó de sorpresa y empujó a su hermano para que corriera. Steve Calidori aparecía fuera del local, sacándose una placa de metal en el pecho donde la bala había quedado alojada y preparando su escopeta.

- ¡Ven y muere negro!- Gritó Steve a todo pulmón disparándole a Bobby quien corría hacia una callejuela.

 

            Steve venía a pocos pasos de distancia disparando sus rocas de sal. Bobby saltó por encima de una reja y, luego de evadir los tiros de la escopeta, escuchó los sonidos de un revólver. Había olvidado retirar el arma de Kenny Shaw, creyendo que el Fantasma Azul estaba muerto. Se deslizó por debajo de una barda de madera y entró al parque ferroviario al límite con Morton. Corría tan rápido como podía y se vio atrapado en su sueño. Sus pulmones ardían, los pies le acuchillaban de dolor dentro de sus botas y podía escuchar la grava bajos sus pies. Un tren aulló en la distancia como los sabuesos en su sueño. Steve Calidori le gritaba histérico e intentó dispararle un par de veces hasta que consiguió entrar a uno de los vagones vacíos del tren. Bobby Exum sabía que esto no terminaría, como sus sueños siempre hacían, con él despertando cubierto de sudor. Ahora tenía al capataz persiguiéndole y lo mataría sin pensarlo dos veces. Sabía que no le había eludido entre las hileras de vagones, pero no tenía idea de lo cerca que estaba hasta que la bala le rozó el brazo.

 

            Steve Calidori se quitó la máscara para ver mejor y siguió el rastro de sangre entre las cajas de tren en desuso. Intentó escucharlo, pero respiraba agitadamente e intentó sorprenderle, pero al dar la vuelta en la esquina no lo encontró. Bobby le había despistado y ahora se lanzaba contra él, luchando por el arma y rodando por la grava.

- Maldito italiano grasiento, ¿no podías quedarte muerto?

- Me vas a suplicar negrata, ¿me estás escuchando? Me suplicarás que te mate de una vez.- El arma se deslizó de sus manos y los dos aullaron de dolor cuando el riel se cerró sobre sus pies. El tren no estaba lejos y daría la vuelta para aplastarlos a ambos.- ¡Malditas plagas!

- Grasientos de porquería…- Bobby tomó un puñado de grava y le dio en la cara con todas sus fuerzas.- ¿Por qué no te mueres de una vez?

- ¡Estaba embarazada y la arrollaron como si nada!- Steve le golpeó con la cabeza y le dio un fuerte puñetazo en el costado. El tren silbó, la grava temblaba en el suelo.

- Maldita sea, me estorbas, maldito estúpido…- Bobby consiguió darle un codazo en la cara y estirarse con todas sus fuerzas para agarrar el revólver. Steve Calidori vio el cañón en la cara y cerró los ojos. Bobby jaló el gatillo, la palanca de control manual de rieles les liberó y los dos se hicieron a un lado. Bobby Exum corrió al control y lo volvió a jalar para que el tren pasara normalmente una fracción de segundo después.

- Pensé que…- Steve usó su máscara para limpiarse la sangre y Bobby se sentó exhausto en el suelo. Steve se encendió un cigarro y miró pasar al tren a toda velocidad.- Otro segundo y nos mata a los dos.

- Ya no puedo… No puedo seguir peleando.- Le quitó las balas al revólver y lo lanzó lejos.- Si vas a decirles a todos que el Ciudadano Alfa es un negrata… Ya no importa.

- ¿Por qué… Me refiero, ¿por qué me salvaste? Pudiste lanzarme contra el tren.

- ¿Para qué? Kenny Shaw, ese monstruo asesino en masa, él lo entendió mejor que yo… Pasamos tanto tiempo odiándonos que dejamos que cometan cualquier tipo de monstruosidad mientras nos matamos mutuamente. ¿De qué me sirve matarte? No hará que haya empleos decentes en Morton. No hará que los negros puedan atender las mismas escuelas que los blancos o los mismos baños.

- Me diste en el corazón.

- Era mi hermano, pensé que era una escopeta de verdad, no me di cuenta que eran balas de roca de sal.

- Yo también traté de matarte.- Le pasó el cigarro y Bobby se levantó la máscara lo suficiente para darle una fuerte calada.- Creo que en ese aspecto estamos parejos.

- No sabía lo de tu esposa.

- Estallé, sé que no fuiste tú pero… No sé, cada que golpeaba a uno de esos negratas podía verlo, nunca lo agarraron. Ella estaba embarazada… Perdió una pierna.

- Es chistoso… Todo este tiempo ese racista de Danvers se burlaba de los italianos y los negros. Yo no atropellé a tu esposa y tú no le quitas empleos a los negros. Tú nunca tuviste esclavos y yo nunca forcé a Cora Mancuso a usar heroína.- Le pasó el cigarro y empezó a reírse.- Maldita sea, Danvers y Shaw lo entienden mejor que nosotros.

- Un detective corrupto y un asesino en masa.

- Llegué a sospechar que tú y Danvers habían iniciado una limpieza étnica… Es estúpido cuando lo digo ahora. Fue un negro y fue para hacerse rico. ¿Ese es el espíritu americano?

- No debería… ¿Vas a renunciar?

- No, ya no quiero.- Se puso de pie y se revisó la herida.

- Steve Calidori, por cierto.

- Bobby Exum.- Se dieron la mano caminando de regreso a la patrulla.

- Nunca encontramos a tu hermano. Digan lo que digan los pandilleros, yo nunca lo vi.

- Gracias. Danvers mató a una leyenda viviente, el borracho Hoss tocaba el Morton blues. Lo hubieras oído, era como un ángel.

- ¿Crees que tu hermano trate de matarme?

- No lo dejaré.- Para cuando llegaron, golpeados y exhaustos por completo, Chris ya se había ido.

 

            Steve llamó a la central para reportar la droga y el agua envenenada. Los dos llevaron a los tres detenidos hasta el precinto de Morton desde donde llamaron al comisionado Fred Perkins. Los policías les miraban con miedo, sabían que Danvers estaba en custodia. Los reporteros se llevaron una sorpresa al enterarse del arresto del detective Roger Danvers y, más importante aún, el arresto del asesino en masa que había cobrado la vida de 16 personas para comprar predios clausurados. El alcalde Hart respondió a los reporteros anunciando medidas para combatir el desempleo en Morton y, para cuando Bobby llegó a su casa, herido y cansado por completo, cayó dormido a un lado de su esposa y por primera vez en muchísimo tiempo no tuvo el sueño. Ya no era un esclavo, ya no huía.

 

            El testimonio de Roger Danvers, junto con la evidencia recolectada por Ciudadano Alfa y el Fantasma Azul aseguraron las condenas de Billy Barrett, Marty Barcelona y Kenny Shaw. El traficante, al ver que se enfrentaba a la pena de muerte, dio testimonio contra la red de narcotráfico dentro y fuera de Morton. El detective corrupto fue encontrado muerto en un departamento de un aparente suicidio según sus antiguos colegas, quienes temiendo más testimonios por su parte decidieron silenciarlo. Steve Calidori invitó a Bobby Exum y a su esposa a comer en compañía de su esposa y rápidamente los cuatro se volvieron amigos. Los policías cercanos al comisionado buscaron el dinero del prestamista Arvell Skinner y del traficante Kenny Shaw sin encontrarlo y culparon de ello a los primeros policías en llegar.

 

            Billy Barrett dejó todo en manos de Cole y nunca mencionó el nombre de Rodney Exum o su padre, pues después de todo Bosco le había salvado la vida de Marty Barcelona. El líder de los verdes, por su lado, nunca entregó a Paco o a sus amigos y resignó a la correccional para menores sabiendo que no llegaría a viejo. Cole Wiggins invitó a Bosco a regresar a la pandilla, pero declinó por razones misteriosas. Rodney “Bosco” Exum robó el dinero de Skinner luego de que su padre fuera arrestado y Chris robó el dinero de Kenny Shaw mientras su hermano y Calidori se perseguían entre los trenes. Usaron el dinero para abrir un garaje de reparación de autos, el viejo Chris y Mariela se encargaban del dinero, mientras que Gordon le enseñaba a Rodney, quien había vuelto a usar su nombre verdadero, para que aprendiera todo lo que necesitaba sobre los autos. Aunque Chris lo negaba ahora sus dos hijos sabían que su tío Bobby Exum era Ciudadano Alfa y, junto con la comunidad en general, empezaron a verle como una fuerza para el bien.

- Lindo letrero.- Les saludó Chris, quien llegaba con su esposa, Steve y Helena.- “Morton blues”.

- Es lo que Hoss habría querido.

- Curioso que faltara todo ese dinero, ¿verdad?

- Sí, no dejo de preguntarme dónde está.- Le bromeó Chris luego de abrazarlo. Bobby hizo las introducciones para que todos conocieran a Steve Calidori y a su esposa Helena.

- Bueno verlos de nuevo.- Les dijo Mariela.- Ya no pintan grafitis.

- ¿Cuáles grafitis?- Preguntó Bobby, aunque se dio cuenta que era inútil.- No pude salvar a Hoss, perdón.

- ¿Le dijiste a Mary-Anne sobre Rose?- Le preguntó Chris a su hermano.

- Sí… Lo tomó tan bien como lo podrías esperar. Afortunadamente Helena la está convenciendo que me perdone. Poe amenazó a Rose con lo que le pasaría si llegara a decirle a los medios sobre la identidad de Ciudadano Alfa.

- No creo que diga nada.- El viejo Chris se quitó el sombrero y señaló a los pandilleros del otro lado del ventanal.

- No puedo curar la pobreza, pero cuando las cosas se salgan de control aquí estaré.

- Suenas escéptico de tu amigo el alcalde.

- Tiene buenas intenciones, pero un par de parques, algunas oficinas y centros juveniles no cambiarán gran cosa. Curioso.

- ¿Qué es?

- Ya no sueño que soy un esclavo. Tengo otro sueño recurrente.

- ¿Cuál?

- Sueño que estamos en tu casa platicando y escuchando el Morton blues.

 

 

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