Poe: El hombre ficción
Por: Juan Sebastián
Ohem
“Supongo que debería empezar por
felicitarlos. Les tomó más de lo que pensé, aunque siendo honesto tenía la
esperanza de haber destruido Aries allá en Corea. Ése siempre ha sido mi
problema, me creo la persona más lista en cualquier lugar. Me registraron con
la placa de mi compañero, Preston Allan, pero eventualmente se habrían dado
cuenta que el cadáver era Preston y que tenían a James Mallard. No me conocían
como Poe, pero… A lo que voy es que me hubiera costado trabajo a mí también.
Fueron muy ingeniosos, pero sin duda ayudó que yo cometiera tantos errores. En
fin, quieren saber en qué ha estado su conejillo de indias últimamente, me
pidieron que fuera lo más detallado posible. No puedo verlos detrás del espejo,
pero imagino que están sonriendo y sintiéndose satisfechos. No deberían, yo
tenía mis problemas, lo que hice fue… Terrible, pero estaba mejor que como
ustedes me dejaron. Recuerdo que podía dormir, recuerdo que tenía mis fantasías
pero las podía controlar, ahora es como si viviera tres vidas simultáneamente.
¿Qué clase de arma humana pensaron que crearían? Es vivir constantemente
soñando con dos mundos enteramente diferentes y debo admitir que a veces el
estrés hace que me pregunté si no será que yo, ahora, aquí en Malkin en 1953,
en el mundo real, no seré una fantasía en Neomalkin o Hinterland. Es como el
sabio que soñó que era una mariposa y al despertar se preguntó si no habría
sido al revés, que era una mariposa que soñaba con ser humana.
Todo terminó, o empezó a terminar,
con Margaret Jones. Ama de casa, persona normal, ciertamente más normal que yo
o cualquiera de mis amigos disfrazados en el Regimientos o en mi trabajo en
Pulpazoid. Margaret Jones tomó un arma y disparó indiscriminadamente hasta que
un policía le metió dos balas en el pecho. Todo esto a la mitad del día sin que
hubiera nada en su vida personal que indicara proclividad a la violencia o algo
semejante. Linda casa suburbana, linda familia y un buen día… Algo tronó en su
mente y fue un torbellino de sangrienta violencia. Sabía que algo tan terrible
haría eco en mi mente, que lo viviría en Hinterland y en Neomalkin. Poe
inventó, según la sabiduría popular, las novelas de detectives, aunque hubo
antecedentes. Supongo que además de ser un fan de su obra también me gustan los
misterios y no hay misterio más profundo y terrible que el de la psique
desgarrada de una persona aparentemente normal. Lo tomé personal, tratando de
darle sentido a esa tragedia sin sentido, y no presenté el caso con el
Regimiento ni se lo mencioné al alcalde Hart. El Regimiento y, por extensión,
el alcalde, ya están peleando con los federales y su programa de Póquer de
Ases. Teníamos a Gary Robertson, el socialista que lava dinero de la mafia a
causas sociales y, todavía más urgente, el siempre elusivo Gerard “Jerry”
Reinhardt. El hijo de perra controlaba el crimen organizado desde quién sabe
dónde y lo único que sabíamos era que tenía un segundo al mando, un italiano
pero no sabíamos nada más.