martes, 8 de marzo de 2016

Poe: El Hombre ficción


Poe: El hombre ficción


Por: Juan Sebastián Ohem

 

            “Supongo que debería empezar por felicitarlos. Les tomó más de lo que pensé, aunque siendo honesto tenía la esperanza de haber destruido Aries allá en Corea. Ése siempre ha sido mi problema, me creo la persona más lista en cualquier lugar. Me registraron con la placa de mi compañero, Preston Allan, pero eventualmente se habrían dado cuenta que el cadáver era Preston y que tenían a James Mallard. No me conocían como Poe, pero… A lo que voy es que me hubiera costado trabajo a mí también. Fueron muy ingeniosos, pero sin duda ayudó que yo cometiera tantos errores. En fin, quieren saber en qué ha estado su conejillo de indias últimamente, me pidieron que fuera lo más detallado posible. No puedo verlos detrás del espejo, pero imagino que están sonriendo y sintiéndose satisfechos. No deberían, yo tenía mis problemas, lo que hice fue… Terrible, pero estaba mejor que como ustedes me dejaron. Recuerdo que podía dormir, recuerdo que tenía mis fantasías pero las podía controlar, ahora es como si viviera tres vidas simultáneamente. ¿Qué clase de arma humana pensaron que crearían? Es vivir constantemente soñando con dos mundos enteramente diferentes y debo admitir que a veces el estrés hace que me pregunté si no será que yo, ahora, aquí en Malkin en 1953, en el mundo real, no seré una fantasía en Neomalkin o Hinterland. Es como el sabio que soñó que era una mariposa y al despertar se preguntó si no habría sido al revés, que era una mariposa que soñaba con ser humana.

 

            Todo terminó, o empezó a terminar, con Margaret Jones. Ama de casa, persona normal, ciertamente más normal que yo o cualquiera de mis amigos disfrazados en el Regimientos o en mi trabajo en Pulpazoid. Margaret Jones tomó un arma y disparó indiscriminadamente hasta que un policía le metió dos balas en el pecho. Todo esto a la mitad del día sin que hubiera nada en su vida personal que indicara proclividad a la violencia o algo semejante. Linda casa suburbana, linda familia y un buen día… Algo tronó en su mente y fue un torbellino de sangrienta violencia. Sabía que algo tan terrible haría eco en mi mente, que lo viviría en Hinterland y en Neomalkin. Poe inventó, según la sabiduría popular, las novelas de detectives, aunque hubo antecedentes. Supongo que además de ser un fan de su obra también me gustan los misterios y no hay misterio más profundo y terrible que el de la psique desgarrada de una persona aparentemente normal. Lo tomé personal, tratando de darle sentido a esa tragedia sin sentido, y no presenté el caso con el Regimiento ni se lo mencioné al alcalde Hart. El Regimiento y, por extensión, el alcalde, ya están peleando con los federales y su programa de Póquer de Ases. Teníamos a Gary Robertson, el socialista que lava dinero de la mafia a causas sociales y, todavía más urgente, el siempre elusivo Gerard “Jerry” Reinhardt. El hijo de perra controlaba el crimen organizado desde quién sabe dónde y lo único que sabíamos era que tenía un segundo al mando, un italiano pero no sabíamos nada más.